Vida de Perros

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VIDA DE PERROS Por: Nelson E. Barrios Debourg

En las oscuras calles de la urbanización no se veía un alma, sólo se apreciaba el resplandor de los faroles sobre las desoladas calles. Todo el mundo dormía; pura tranquilidad era lo que se percibía. ¿Quién puede imaginarse lo que puede suceder en una noche tan tranquila como esta?, pues bien, sucedió algo que podríamos considerar común y corriente, pero viéndolo desde otro punto de vista, veríamos cuán importante es. En una de las tantas casas que se encuentran en la urbanización, en el fondo de un jardín había una madriguera y en ella se encontraba Loba, la mascota de una pequeña familia. Loba estaba aseando a los cachorros que pocos minutos antes ella pariera, se encontraba feliz por su familia; los atendía como toda madre orgullosa de sus hijos, los cachorros se movían, con sus ojitos cerrados, buscando el calor y las mamas de la madre. A la mañana siguiente, el joven amo se extrañó que Loba no estuviera en la puerta del fondo como de costumbre a buscar su comida así que se acercó a la madriguera para ver que le había pasado. Cual sería la sorpresa del muchacho al encontrar que Loba no estaba sola, estaba amamantando a sus hijos. El joven salió corriendo y entró en la casa como tromba para decirle a su mamá lo que había visto. -¡Mamá! ¡Mamá!-gritó el chico-Loba tiene cinco perritos -Por fin-respondió la madre- Y supongo que serán de ese perro callejero que no han podido atrapar los de la perrera. -Que importa, los cachorros son bonitos-dijo el chico- El perro es de buena raza. -Pero cuando se puedan mantener solos hay que venderlos, no podemos quedarnos con todos ellos. -Aunque sea uno mamá. -Ya veremos, todavía están muy pequeños. El muchacho no dijo nada más, sirvió leche en el plato de Loba y fue a llevárselo. Si, eran cinco hermosos cachorritos, pero el muchacho se dio cuenta que había algo extraño, se acercó más y distinguió un cachorro que no se movía, Que raro , pensó, el chico lo tomó y se dio cuenta de que estaba inerte. -está muerto-dijo el chico en voz baja-pobrecito, y Loba no se ha dado cuenta.


El chico tomó al cachorro y fue a preparar un hueco en el patio para enterrarlo, pero Loba tomó al pequeño sin vida, mientras el amo preparaba el sitio, el pequeño amo entendió que sería muy difícil quitarle el cachorro a Loba y esperó a que estuviera lista la comida de ésta. -¡A comer Loba!-dijo el amo. Y cuando Loba salió, el niño sacó al cachorro y lo enterró. Cuando Loba regresó a la madriguera y notó la ausencia del cachorro, comenzó a buscarlo entre los otros pequeños, luego salió y lo buscó por todo el patio. El amo la observaba y varias veces la llamó pero no le hizo ningún caso. Por fin encontró el rastro y se dirigió a la pequeña tumba del perrito, pero el amo evitó que comenzara a escarbar. -¡No Loba!-dijo el chico fuertemente-el perrito está muerto, ya no se puede hacer nada. Loba se quedó mirando al amo por un momento y él vio el sufrimiento que tenía la perra, pues sus ojos estaban húmedos. Loba dio media vuelta y se dirigió a su madriguera, miró a sus críos y tiernamente como hacen los animales, los acarició. -sólo me quedan ustedes cuatro, y quien sabe hasta cuando-decía LobaCrezcan fuertes hijitos. Los días transcurrían y los cachorros pudieron salir solos de la madriguera, vieron por fin cómo era el mundo fuera de la misma, por cada cosa que veían, se asombraban, Loba los observaba orgullosa, como exploraban el jardín, cómo jugaban y cómo corrían a esconderse detrás de su madre cuando se asustaban. -¡Ay hijos!, dentro de poco llegará el día en que serán entregados a nuevos amos, solo espero que sean buenos amos-pensaba Loba. Un día, Loba les contó a los cachorros quien era su padre, todo lo que pudo recordar de su compañero, tal como el viejo perro le narró a ella. -¿Y donde está papá ahora?-preguntó uno de los cachorros. -No lo sé hijo, él tuvo que huir de los hombres que lo querían atrapar para encerrarlo, él nunca quiso vivir como nosotros, prefirió la libertad por dura que fuera, él decía que nada era mejor a la libertad y su espíritu siempre lo fue. La última vez que nos vimos, sólo dijo que los quería mucho y que cuando ustedes crecieran, les contara su historia. Entre los cachorros, había uno que se distinguía entre los demás por ser el más gordito y este habló así: -Yo quiero ser como papá.


-¡OH hijo! Escúchame-dijo Loba-La vida de tu padre es muy sacrificada y peligrosa, el mundo lo tienen los humanos, es preferible vivir bajo la protección de un amo que nos cuide y alimente. Loba les explicaba con paciencia que estarían bien, que lo mejor que podían tener en la vida, era un amo que los quisiera y los cuidara. Loba fingía alegría, pero en el fondo, su tristeza era grande, ella tampoco quería que los separaran. Ella les recordó lo que les había enseñado y les consolaba, siempre buscaba prepararlos y facilitarles las cosas para que aprendieran bien a vivir. -Dentro de pocos meses serán y podrán hacer una nueva familia-les decía. Al día siguiente, Manuel buscó a su nueva mascota. Con aprobación de sus padres, escogió la única hembra que había, hermosa como su madre. -Te llamaré Duquesa, pues vienes de una familia ejemplar. Y así, poco a poco aparecían nuevos dueños para los cachorros y la mayoría jóvenes. Cada dos o tres días llegaban los nuevos amitos. -Tu eres Cazador-dijo otro a un macho. -Tu serás Sirio-dijo un tercero. Ya sólo quedaba nuestro amigo el gordito y el amo José, le insistió a la madre para que lo dejara con ellos, ella le dio esperanzas, pero nunca se sabe cuando van a cambiar de opinión. Una mañana apareció en la puerta un señor que había visto a los perros y preguntó si quedaba alguno, él lo compraría porque la raza de esos perros era de buenos celadores y él necesitaba uno. Podemos imaginar que pasó ¿Verdad?, sí, el señor compró a un alto precio a nuestro amigo el gordito, el único cachorro que le quedaba a Loba. Ella sufrió mucho por la separación, pero en ningún momento se lo demostró al cachorro, al contrario, le infundió valor para que soportara y fuera un buen perro. El hombre estaba contento con su adquisición. -¡Ah.....!, cachorro-le decía- Te voy a entrenar para que cuides mi casa, serás un perro muy bravo, te llamaré Cerbero. ¡En semejantes manos cayó nuestro amigo! En una gran casa de gente adinerada está un muchacho llamando a su mascota. -Duquesa ven, es hora de comer. La joven perrita sale de su lujosa casita y llega a los pies de su amito Manuel.


Sí, Duquesa está en una lujosa casa que hasta piscina tiene, Manuel la ha educado y ahora es una perrita obediente, cariñosa y con modales refinados. Cazador fue llevado a una hacienda, en donde ha tenido un excelente recibimiento, se ha ido habituando a la cantidad de animales extraños que él jamás había visto, pero poco a poco ha familiarizado. Sirio, está con una familia algo más modesta, pero se ha convertido en la alegría de todos, colmado de atenciones y compartiendo la felicidad de ese hogar. ¡OH Loba!, te has quedado sola, triste, pero con la esperanza de que tus hijos tengan los mayores afectos, por esa parte y por lo menos, al lado de tu amito José, quien te quiere mucho y eso te anima para no deprimirte. En el jardín de una gran mansión, un hombre está entrenando un excelente perro de raza, le enseña a atacar y quienes son los amos, a quienes tiene que respetar. Se trata de nuestro amigo gordito a quien el amo le puso por nombre Cerbero, él está sintiendo lo que es el castigo por la desobediencia y ha aprendido bien todo lo que se le ha enseñado, pero solo es por miedo a las reprimendas, cada vez que llega la tarde, Cerbero se siente feliz, porque ha terminado el entrenamiento del día y sabe que en su casa le espera un plato de comida y otro con agua fresca. -¿Cuánto más tendré que aprender para ser un buen perro?-se preguntaba- No pensé que la vida con otro amo fuera tan dura, ¿Cómo la estarán pasando mis hermanos?, ¿Será igual? Cerbero en ningún momento sintió verdadero aprecio por sus amos, no sintió ese cariño que su madre le había dicho que tenían los amos por sus mascotas, pero se mantenía fiel a los principios que su madre le enseñó. - Debes respetar a tus amos, y servirles, su casa es su dominio y debes protegerla tanto como a ellos . Después de varios meses, Cerbero era un excelente perro guardián, la meta estaba lograda. El amo sólo veía el resultado desde a ventana de su oficina, él estaba contento, pero en ningún momento se acercó a Cerbero, lo único que le interesaba era su servicio, jamás se acercó a darle alguna palmadita de cariño al perro que fielmente protegía su mansión, estaba demasiado ocupado con sus negocios parta atender esas pequeñeces.


Por la noche, Cerbero rondaba por todo el jardín y nadie se podía acercar a la reja, a menos que fuera de la casa, porque de lo contrario él se esmeraba en dar los mejores ladridos de advertencia y cuidado si algún extraño se atrevía a pasar, Cerbero atacaba de inmediato. Durante el día, Cerbero permanecía encadenado a su casita para que no molestara, no le quedaba más remedio que dormir. El siempre se repetía lo que le dijo a su madre cuando aún estaba pequeño Prefiero ser como mi padre, Libre . Una noche, como muchas otras, estaba la luna llena y pocas estrellas se veían en el firmamento, nos trasladamos a la casa del amo José, el dueño de Loba. Ellos están dormidos, pero no Loba, ella se encuentra en su madriguera, sintiendo el sufrimiento de Cerbero ¿Cómo puede ser esto? Una madre que ama a sus hijos, puede saber como se encuentran, es ese amor de madre que nunca se puede reemplazar por otro y que sólo los animales nobles conocen. Había transcurrido nueve meses desde que los cachorros habían sido tomados por nuevos amos y por fantástico que parezca, Loba, con sus dulces pensamientos, los cuidaba, con ese deseo de ver a los hijos felices, pero siempre le llegaba a su pensamiento la voz de Cerbero: Mamá, quiero volver a ti . Si, Loba sufría por ese pensamiento que le llegaba, pero no podía hacer nada. Esa noche, Loba sintió que sus fuerzas se desvanecían, se sentía débil, le costaba respirar. -La hora de mi liberación ha llegado-pensó-¡OH!, hijos, cuídense, fortalézcanse. Quisiera verlos otra vez. Sólo lágrimas brotaron de los ojos de Loba. -Duerman tranquilos hijos míos, que esta es una hermosa noche. Como cosa extraña, en las casas donde se encontraban los hijos de Loba, los amos se despertaron sobresaltados pasada la media noche; los perros habían comenzado a aullar como saludando a la luna, aullidos como los que pueden escuchar entre coyotes en los desiertos de Arizona. -¿Qué está pasando?-se preguntaban los amos. Duquesa, Cazador, Sirio y Cerbero, aullaban al mismo tiempo desde sus casas, fue un hecho que tuvo comentarios entre los vecinos por el extraño acontecimiento. En casa de Cerbero fue el único sitio donde tomaron acciones por el escándalo. -Reprende el perro-le había dicho el señor a uno de los sirvientes. Cerbero recibió dos golpes.


A la mañana siguiente, José se levantó con ánimos de dar un paseo por el parque con Loba, después de desayunar, fue a llevarle algo de comer para luego sacarla. José entusiasmado por el día se acercó a la madriguera. -Loba, te traje la comida-dijo. Pero al ver que la perra no salía, se inclinó para ver que pasaba. La sorpresa fue grande, pero sólo para entristecerlo, Loba estaba tendida en la madriguera sin vida. Así terminó Loba los días de sufrimiento, por fin se liberaba de la soledad en que había quedado, por fin era libre. La vida de nuestros amigos ha cambiado un poco en los tres años que han transcurrido desde el desafortunado acontecimiento. Duquesa ha tenido sus primeros cachorros y ya estaban grandes y alegraban nuevos hogares, la felicidad de Duquesa era casi completa, pues sus crios quedaron cerca de ella y los podía ver. Los amos de Cazador, le consiguieron una hermosa compañera y ahora son los dos los que se pasean por la gran hacienda acompañando a los peones, que los quieren como si fueran sus propias mascotas, les dan acogida hasta en sus propias reuniones y hasta los enseñaron a beber cerveza. Es posible esconderse del patrón allá en la hacienda, pero no de ellos, y también son guardianes de los secretos de amor de estos amigos. Sirio, se convirtió en el perro más popular de su vecindario, todos los amigos de su amo lo querían, él se había convertido en un experto en los juegos con su amito, quien próximamente se inscribiría en un concurso para mascotas. Es todo lo que podemos decir de los hermanos de Cerbero, pero vayamos a donde está él, porque es él, nuestro principal motivo. Cerbero, como habíamos dicho, se había convertido en un perro celador excelente, sólo al pasar un año en que lo encadenaban durante el día, le permitieron andar todo el tiempo suelto, ya no era como otros tiempos, ahora había que duplicar la guardia, solo que ahora los muchachos lo molestaban desde la cerca, y él les respondía con sus más feroces ladridos. Un día, Cerbero caminaba cerca de la reja de la calle, cuando pasaron dos chicos que regresaban de la escuela, lo primero que se le vino a la mente fue ladrarles lo más fuerte posible, advirtiéndoles que él los podía morder, pero al acercarse, algo lo detuvo en seco, justo frente al muchacho. -¡Mira ese perro!, que bonito- dijo uno de los niños. -ten cuidado, ese perro es bravo. -Ya habría ladrado-respondió el chico mirando a Cerbero-Ven bonito, ven.


-¡Cuidado, te va a morder! -No es cierto- dijo convencido el chico. Metió la mano por la cerca y comenzó a acariciar la cabeza de Cerbero. Cerbero sintió por primera vez, desde que se había separado de su madre, una mano afectuosa, sincera, que le mostraba simpatía y tenía que ser la mano de un niño, quien le mostrara que sí había gente buena. No hijo, no le ladres a esos niños . Fue la voz que escuchó dentro de él y que hizo que se detuviera de repente. Era la voz de su madre. Ese día, Cerbero no se volvió a dejar ver, se escondió en su casita hasta que llegó la noche, no podía dejar de pensar en esa voz, estaba seguro de que era su madre, ¿pero como? La noche llegó y Cerbero seguía pensando en esa voz y de repente ocurrió algo, que muchos años atrás quería hacer. No era feliz, nadie le había tratado como lo hizo ese niño, sólo vivía para cuidar y él no quería terminar su vida así. Haré lo que quiero hacer, mi felicidad está ahí , pensó, Seré Libre . Cerbero sintió una emoción tan grande esa noche que se paseó por todo el jardín para tranquilizarse un poco, el pensar que podría ser libre lo alegró mucho, estaba seguro de que si su madre sabía el tipo de vida que llevaba, estaría de acuerdo con él. -A nadie estoy dañando con escapar, simplemente estoy buscando ser feliz y aquí jamás lo seré, pensaba. Los pensamientos de Cerbero fueron interrumpidos por el ruido de un auto, él corrió acercándose al portón; era el amo que estaba llegando de quien sabe donde, Cerbero se escondió hasta que el carro entró. -Ahora o nunca-pensó. Y antes de que el portón automático se cerrara, Cerbero se disparó como una liebre en cacería, el patrón por su parte, no se dio cuenta ya que estaba ebrio. Cerbero corrió y corrió alejándose a toda prisa, dejando para siempre esa casa donde vivió los peores años de su vida. -¡Por fin soy libre, libre!Ya nada le detendría jamás, y ninguna otra mano le pondría una cadena. Ahora era otra vida, tenía que buscar él mismo su comida, el agua, donde dormir, tenía que protegerse de los hombres de la perrera, saber a quien le podía aceptar alimento y a quien no; para Cerbero eso era preferible que vivir como lo había estado haciendo en la mansión, aquí afuera era él, lo que siempre quiso ser.


Así comenzó Cerbero su vida propia; por su inexperiencia, le costó trabajo conseguir comida, pero se mantenía con lo poco que; en poco tiempo ya estaba casi en los huesos. Se le podía ver cerca de donde vendían comida, como en restaurantes y fuentes de soda; alguna que otra persona le daba las sobras y con ello, se daba un pequeño festín. Para tomar agua, a veces se llegaba a alguna plaza o a algún parque donde aprovechaba cuando estaban regando las plantas y la grama. Por las noches buscaba un refugio que estuviera bien escondido de cualquier intruso, donde podía pasar la noche tranquilamente. A pesar de todas las necesidades que Cerbero pasaba, se sentía feliz porque hacía lo que quería, y paseaba por donde le provocaba. Lo curioso, es que Cerbero sólo pasó una vez por cada sector, nunca volvía a pasar una segunda vez por el mismo lugar. Parecía seguir una dirección determinada. Un día, Cerbero pasó por un vecindario donde vio a varios muchachos, jugando pelota con un perro en plena calle, él se quedó mirando la escena por un momento, de pronto vio que la pelota cayó cerca de él, un perro se acercó a recogerla, pero Cerbero ya la tenía en el hocico, el otro perro le mostró los dientes, pero enseguida se calmó, pues escuchó una voz que le dijo: ese es tu hermano -¿Eres tu hijo de Loba?- preguntó el perro. -Sí, ¿Cómo lo sabes? -Porque yo también soy uno de sus hijos, soy tu hermano-respondió Cerbero se emocionó cuando escuchó eso, por fin se encontraba con su familia después de tanto tiempo. -Me da mucha alegría haberte encontrado, ¿Sabes algo de nuestros hermanos? -No, nada. Toda la vida he vivido en este vecindario, todo el mundo me conoce; pero veo que estás blanco y sucio, ¿qué pasó, decidiste ser un vulgar perro callejero? -AH, hermano, si supieras que tipo de vida he llevado. Yo era el celador de la casa de un hombre rico, allí nunca tuve un trato amable sólo me querían para cuidar, me trataban muy mal, además si no hubiera escapado no te habría encontrado. -¡Sirio, trae la pelota!- dijo el amo. -Me tengo que ir, mi amo me llama, ven a visitarme algún día, aquella es mi casa. ¡Ah!, hermano, si llegas a encontrar a nuestros hermanos, dales saludos de mi parte. Siempre estaremos unidos por en gran espíritu. -Lo haré hermano, eres afortunado al tener un amo así, aunque prefiero seguir siendo libre.


Así fue como Cerbero encontró a Sirio, uno de sus hermanos, se sentía dichoso, ya no estaba sólo en el mundo, Si hermano, algún día volveré por aquí . Sirio se contentó mucho también, y de ahora en adelante guardaría algo siempre de comer por si Cerbero venía de visita. Ahora era evidente el sentimiento de unión que estos sentían, pues el espíritu de Loba los unía estuvieran donde estuvieran. Cerbero siguió su camino, ¿a dónde?, no se sabe, fue una casualidad que encontrara a Sirio, nada más, así que decidió dejar todo a manos del destino y no mortificarse por encontrar a nadie. Se encontró con muchas personas en su camino, muchos le huían, otros lo amenazaban. Cerbero no correteaba los gatos que encontraba, simplemente los veía y pensaba: Su vida es igual que la mía . Cierta tarde, Cerbero pasó por una avenida donde había una garita de guardia, allí se quedó, descansando de su largo camino, el guardia, al regresar de la revista que había dado por el sector, lo encontró parado al lado de la garita. -¡Vaya!-dijo el guardia- ¿Qué tenemos aquí? Ase quedó observando al perro que jadeaba con la lengua afuera, en ningún momento dio muestras de tener miedo y el guardia se acordó del agua. -Debes tener sed. Buscó un vaso de agua para darle de beber. Cerbero bebió con ganas, el pobre estaba en realidad muy sediento, tanto que el guardia tuvo que darle más. -¿De donde vienes?-le decía el guardia, seguro de que alguna respuesta le daría, pero el perro sólo lo miró. -Debes tener hambre también, sólo puedo ofrecerte estos pastelitos. Tomó los pastelitos de su comida y los puso a una distancia prudente para que Cerbero los tomara y viendo que sí respondía, se los dio de su propia mano, Cerbero tomaba los bocados con sumo cuidado. -No se como te llamas así que llamaré Vagabundo. ¿No te gustaría venir conmigo a mi casa? Mientras le daba de comer, le hablaba y Cerbero se quedaba tranquilo escuchando. De seguro entiende lo que le digo , pensó el guardia. -Ven, no tengas miedo, come más, no te voy a hacer daño-le decía- Ven déjame quitarte esas garrapatas que tienes allí. El perro se quedó tranquilo, sabía que le quitarían esa molestia que lo aquejaba desde hacía ya bastante tiempo.


-Listo, ya te las quité, ven acá- le acarició la cabeza- Ven conmigo a casa, te bañaré y te daré comida, serás libre como ahora, pero tendrás donde dormir. Quédate conmigo. Cerbero sabía lo que le decía pero no, no estaba dispuesto a pasar por lo mismo y nadie le aseguraba que sería como el guardia decía. Llegó la hora de partir y el perro le observaba. -No te vayas, Vagabundo. El perro le miraba y caminaba, se detenía y volvía a mirar. gracias por tu atención , pensaba el perro, me has tratado como nadie lo había hecho, de ahora en adelante usaré el nombre que me pusiste, así recordaré lo que hiciste por mi, quizás pase algún día otra vez por aquí . De esa forma Cerbero cambió su nombre por el que le dio el guardia, y así lo conocerían de ahora en adelante. El guardia lo vio alejarse y como a ratos se detenía para darle una mirada- Que perro tan inteligente - se decía. Pensó que al día siguiente, el perro regresaría para tomar agua y comer, pero no fue así, Vagabundo no se presentó. Éste se sintió triste por la falta del perro, porque es tan poco tiempo ya lo había comenzado a querer; ¿Dónde estará?, ¿a dónde irá? , tiene tantos peligros que enfrentar, espero que Dios lo cuide, es un perro ejemplar, ojalá y algún día regrese . Pocas personas son las que llegan a tener un amor puro y desinteresado, ¿Qué creen?, el guardia muy bien pudo amarrarlo para llevárselo a su casa, pero no, él respetó los deseos de Vagabundo, y así debe ser siempre, hay que saber respetar los deseos y los sentimientos de todos, sin burlarnos o criticar, es una manera de demostrar el amor puro, el verdadero Amor. Nuestro amigo, llamado ahora Vagabundo, siguió su camino, con la esperanza de que algún día encontraría a su padre, sólo quería llegar hasta él, después, ya podría seguir su vida, pero por ahora le hacía falta algo y sólo su padre le podría ayudar. Vagabundo soportó frío, calor, lluvia, hambre, sed, infinidad de peligros para poder dar con él. Vagabundo pasó varios meses recorriendo infinidad de lugares, tenía varios días sin probar alimento, ni agua. En un callejón lleno de cajas y basura, cayó nuestro amigo vencido por el agotamiento, había perdido las fuerzas y las esperanzas de encontrar a su progenitor; ¿Será que nunca te encontraré, padre? pensó, Ya no tengo fuerzas para seguir, creo que no soy tan fuerte como pensé . Vagabundo se quedó dormido y no se dio cuenta que un perro se acercaba, lo miró un rato y luego se marchó. Un rato después el mismo perro


regresaba en compañía de un hombre algo viejo, con barba y con un sombrero algo estropeado. -¿Qué me quieres mostrar?-le preguntó el viejo al perro. El perro lo jalaba por el pantalón y por fin llegaron donde se encontraba Vagabundo. Éste como pudo, abrió los ojos al escuchar la voz del anciano, trató de incorporarse para huir pero le fue imposible. -Tranquilo amigo- le dijo el viejo- No te vamos a hacer daño, queremos ayudarte. Vagabundo se quedó observando al perro y vio que era de avanzada edad y de la misma raza que él, pero como no tenía fuerzas, dejó que el viejo se encargara de él. Con los cuidados del anciano, Vagabundo se fue recuperando, poco a poco, ya estaba en disposición de seguir su camino, pero el otro perro le detuvo con lo que dijo. -¡Que hermosos cachorros tuvo Loba! Al escuchar eso, Vagabundo quedó paralizado en todo ese tiempo no quiso comentarle nada al perro y llegó a desistir, él suponía que su padre era libre y Pastor, como se llamaba el perro, tenía un amo. -Viejo Pastor-dijo Vagabundo-¿Eres tú el perro que estuvo con Loba hace años? -Así es, hijo mío, yo soy tu padre, el que fue vagabundo como tu y que tuvo que huir para salvar su vida. -Pensé que no te encontraría jamás, padre, y no pensé que se trataba de ti porque tienes un amo. -No, hijo mío, tengo un amigo, este buen anciano en ningún momento me ha impuesto nada, salgo y entro cuando quiero y juntos pasamos nuestra vejez acompañándonos mutuamente. -Yo creía que era tu amo. Yo encontré a una persona así y no quise ir con él, pensé que llevaría la misma vida que tuve con mi antiguo amo. -Aquel que te ofrece su cariño sin obligarte a nada jamás será tu amo. Es un amigo y a ellos les puedes brindar tu obediencia como gratitud, pero nada más, así, hijo mío, existen amigos y si sientes en él un buen amigo y tu corazón se inclina hacia él, ve y sé feliz. Yo soy feliz, más todavía, puesto que te he visto y sé por ti que tus hermanos son tan nobles como tú. Loba los crió bien. -Padre, me haz dado lo más grande, tu orientación, es tan importante para mi como los que me dio mi madre. -¿Quieres quedarte aquí hijo? -No Padre, pero vendré a verte a menudo, quiero encontrar a ese amigo y ser feliz como tú, aunque ya soy feliz porque te encontré.


-Es tu deseo y te lo respeto, pero ya sabes que aquí estaré siempre que quieras venir. -Gracias Padre. Vagabundo se acercó al anciano amigo de su padre y le lamió la mano como muestra de agradecimiento y este le acarició la cabeza. Después se acercó a la puerta y comenzó a rasgarla. -Veo que quieres salir amigo, vamos a abrirte la puerta. Vagabundo salió disparado hacia la calle, mientas el viejo y Pastor lo veían alejarse hasta perderse de vista, se quedaron contemplando el atardecer del día que mostraba los hermosos colores del ocaso. -Sabes Pastor-dijo el anciano-Creo que ese perro amigo tuyo, es para ti algo muy especial. Pastor se acercó y le lamió la mano, No sabes cuanto , pensó Pastor. El sol ya estaba ocultándose, pero todavía estaba bastante claro, la brisa se podía sentir y no había casi autos por la calle. Una dama se acercó donde se encontraba un guardia. -¡hola, Rogelio!- saludó. -Hola Ana, ¿ya te vas?? -Sí, por fin terminé. -Bueno yo todavía tengo unas cuantas horas que cumplir aquí. -Dime una cosa, ¿Qué fue del perro de aquel día, lo volviste a ver? -No, quien sabe donde estará, solo espero que no le haya pasado nada malo. -Bien, me voy, estoy cansada. -Que descanses. Rogelio se sentó en la garita y prendió un pequeño radio para no aburrirse y poder escuchar además las noticias de la tarde. Se encontraba mirando a lo lejos, cuando vio algo que se movía, pensó que se trataba de otro perro cualquiera, de los que muchos pasaban por allí, pero a medida que se acercaba, Rogelio lo reconoció. -No puede ser-dijo mientras fijaba la vista-¡Sí, es él, Vagabundo, y regresa aquí, donde estoy yo! Rogelio esperó pacientemente para ver que haría y éste fue acercando a donde estaba él hasta que se paró justo frente a Rogelio, de igual forma como la primera vez. Rogelio se apresuró a llenarle un vaso con agua y Vagabundo bebió hasta saciar su sed. Bueno creo que ya saben que sucedió después. Vagabundo se consiguió un amigo, con el cual estaría el resto de su vida, de vez en cuando salía a visitar a Sirio y a su padre, y gracias a él, Rogelio conoció al anciano, en el cual encontró a un amigo consejero, que le


contaba anécdotas de su juventud; era emocionante escucharlo, y mientras Rogelio y el anciano conversaban, Pastor y Vagabundo se iban a visitar a Sirio. Duquesa y Cazador también fueron felices, aunque nunca llegaron a conocer a Pastor, ni a ver a Sirio ni a Vagabundo, pero el amor que les dieron sus amos fue suficiente y estaban seguros de que sus hermanos serían tan dichosos como ellos. Somos nosotros quienes conocemos totalmente la historia de Vagabundo. No hay duda de que el perro es uno de los grandes amigos del ser humano, pero no podemos olvidarnos que todo el reino animal. Los animales guardan una sabiduría ancestral, que muy bien el hombre debería aprender. Si puedes meditar sobre esta historia, podrás descubrir que tan importante son también nuestros hijos y nuestros padres. Yo conseguí en aquel anciano al padre que nunca tuve, pues sí, así es, ¿Quién crees tú que fue quien escribió este relato? Bien, si algún día ves a un perro deambulando por las calles, no lo maltrates, puede ser familia de Vagabundo. -Ven Vagabundo, vamos a pasear ¿Quieres?

FIN


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