VIDA DE PERROS Por: Nelson E. Barrios Debourg
En las oscuras calles de la urbanización no se veía un alma, sólo se apreciaba el resplandor de los faroles sobre las desoladas calles. Todo el mundo dormía; pura tranquilidad era lo que se percibía. ¿Quién puede imaginarse lo que puede suceder en una noche tan tranquila como esta?, pues bien, sucedió algo que podríamos considerar común y corriente, pero viéndolo desde otro punto de vista, veríamos cuán importante es. En una de las tantas casas que se encuentran en la urbanización, en el fondo de un jardín había una madriguera y en ella se encontraba Loba, la mascota de una pequeña familia. Loba estaba aseando a los cachorros que pocos minutos antes ella pariera, se encontraba feliz por su familia; los atendía como toda madre orgullosa de sus hijos, los cachorros se movían, con sus ojitos cerrados, buscando el calor y las mamas de la madre. A la mañana siguiente, el joven amo se extrañó que Loba no estuviera en la puerta del fondo como de costumbre a buscar su comida así que se acercó a la madriguera para ver que le había pasado. Cual sería la sorpresa del muchacho al encontrar que Loba no estaba sola, estaba amamantando a sus hijos. El joven salió corriendo y entró en la casa como tromba para decirle a su mamá lo que había visto. -¡Mamá! ¡Mamá!-gritó el chico-Loba tiene cinco perritos -Por fin-respondió la madre- Y supongo que serán de ese perro callejero que no han podido atrapar los de la perrera. -Que importa, los cachorros son bonitos-dijo el chico- El perro es de buena raza. -Pero cuando se puedan mantener solos hay que venderlos, no podemos quedarnos con todos ellos. -Aunque sea uno mamá. -Ya veremos, todavía están muy pequeños. El muchacho no dijo nada más, sirvió leche en el plato de Loba y fue a llevárselo. Si, eran cinco hermosos cachorritos, pero el muchacho se dio cuenta que había algo extraño, se acercó más y distinguió un cachorro que no se movía, Que raro , pensó, el chico lo tomó y se dio cuenta de que estaba inerte. -está muerto-dijo el chico en voz baja-pobrecito, y Loba no se ha dado cuenta.