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Historia de la Argentina

Independencia de la Argentina

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En la Historia de la

1810 - 1820 Período de la Independencia Argentina indígena

Argentina se conoce

Poblamiento inicial y paleolítico

la Independencia al

Neolítico

transcurrido entre

Indígenas

como el Período de

la Revolución de Mayode 1810 y

Argentina colonial

la Anarquía que

Descubrimiento y conquista

disolvió todas las

Gobernación del Tucumán

Gobernación del Río de la Plata

año 1820.1 2

Corregimiento de Cuyo

Durante este

Virreinato del Río de la Plata

autoridades nacionales, en el

período,

Formación del estado argentino

las Provincias

Independencia

Plata —nombre

Autonomías provinciales

inicial de la

Organización Nacional

Unidas del Río de la

actual República Argentina

Argentina moderna

— iniciaron su

República conservadora

existencia como paí

Primeros gobiernos radicales

Década Infame

s soberano, la

Argentina contemporánea

 

Revolución del 43


sostuvieron exitosamente por medio de una prolongada Guerra de Independencia ydeclararon su independencia. Pero también durante este período fracasaron en darse un gobierno central y una constituciónque fueran aceptados por todas sus provincias en forma permanente.3 Fue también durante este período que varios territorios que habían formado parte del Virreinato del Río de la Plata se separaron definitivamente de la Argentina: el Paraguay, por haber sostenido su propio proceso independentista;4 el Alto Perú, por continuar bajo poder español, del que más tarde se independizaría como República de Bolivia; y la Banda Oriental, por haber caído bajo el poder de Portugal, que lo heredaría al Brasil, del cual se independizaría como República Oriental del Uruguay.5 El inicio del período se establece el 25 de mayo de 1810, fecha de la creación del primer gobierno de las Provincias Unidas, y el final el 11 de febrero de 1820, día en que renunció el último Director Supremo, José Rondeau y se disolvió el Congreso Nacional.1 Índice [ocultar] 

1 El Virreinato en crisis

2 La Revolución de Mayo y la Junta o

2.1 La Semana de Mayo

o

2.2 La Primera Junta


o

2.3 La Revolución en las Provincias

o

2.4 Guerra de Independencia

o

2.5 De la Primera Junta a la Junta Grande

o

2.6 Derrota militar y transformación del gobierno 3 El Primer Triunvirato (1811-1812)

 o

3.1 La diplomacia de la Revolución

o

3.2 La Batalla de Tucumán y sus consecuencias 4 La época de la Asamblea

 o

4.1 La Asamblea General Constituyente

o

4.2 La guerra en 1813

o

4.3 Directorio de Posadas

o

4.4 Inicio de las guerras civiles

o

4.5 Directorio de Alvear 5 La época del Congreso

 o

5.1 La Liga de los Pueblos Libres

o

5.2 Derrota del Ejército del Norte

o

5.3 El Congreso y la Declaración de la Independencia

o

5.4 Directorio de Pueyrredón

o

5.5 Campaña Libertadora a Chile

o

5.6 La diplomacia directorial y los proyectos monárquicos


o

5.7 Invasión portuguesa a la Banda Oriental y nuevas guerras civiles 5.8 La disolución: Cepeda

o 

6 Autonomías provinciales e intentos de organización

7 La sociedad y la Revolución o

7.1 La cultura en un período de intensos cambios

o

7.2 La Iglesia Católica y la Revolución

o

7.3 El nacimiento de la política

o

7.4 La administración de justicia

o

7.5 Los militares en el centro de la escena

o

7.6 La economía en torno a 1820

8 Notas

9 Fuentes o

9.1 Referencias

o

9.2 Bibliografía utilizada

10 Bibliografía adicional

11 Véase también

12 Enlaces externos

El Virreinato en crisis[editar] Artículos principales: Virreinato del Río de la Plata e Invasiones

Inglesas.


A lo largo del siglo XVIII, los cambios políticos llevados adelante por la Casa de Borbón en el Imperio Español transformaron las dependencias americanas, hasta entonces "reinos" relativamente autónomos, en colonias enteramente dependientes de decisiones tomadas en España en beneficio de España.6 Entre estas medidas se contó la fundación del Virreinato del Río de la Plata en 1777, que reunió territorios dependientes hasta entonces al Virreinato del Perú, y dio una importancia singular a su capital, la ciudad deBuenos Aires, que había tenido escasa importancia hasta ese momento.7

La victoria porteña en las invasiones inglesas determinó el surgimiento de una conciencia política que llevaría a la Independencia del antiguo Virreinato del Río de la Plata.

El 25 de junio de 1806 se iniciaron las invasiones inglesas, cuando una fuerza de mil seiscientos ingleses desembarcó en las costas de Quilmes y dos días después ocuparon Buenos Aires. El virrey Rafael de Sobremonte se retiró hacia el interior del país a organizar tropas para la reconquista, pero en Buenos Aires el gesto fue interpretado como una huida. Cuando el 12 de agosto una fuerza compuesta por milicianos criollos y un ejército regular


acorralaron y vencieron a los ingleses, el virrey fue suspendido en sus funciones militares y se le impidió regresar a la capital. 8 Ante la inminencia de una nueva invasión, el coronel Santiago de Liniers —a cargo del ejército— organizó y adiestró una nutrida fuerza de milicias. El 3 de febrero del año siguiente, la ciudad de Montevideo fue ocupada por los ingleses, aumentando el descrédito de Sobremonte: un cabildo abierto lo depuso y lo reemplazó por Liniers. Era la primera vez en la historia colonial española que un virrey —representante directo del rey de España — era depuesto por el pueblo.n. 2 8 El 28 de junio, 9000 británicos desembarcaron cerca de Buenos Aires. Las milicias porteñas fueron incapaces de impedir su avance a campo abierto, pero destrozaron el ejército invasor dentro de la ciudad. Los invasores capitularon el 7 de julio, abandonando poco después el Río de la Plata.8 Las invasiones inglesas mostraron el éxito de la población local en la defensa de sus colonias, algo en lo que había fracasado la metrópoli. El virrey Liniers fue confirmado en el cargo por el rey, con lo que —a ojos de los porteños— confirmaba su derecho a deponer a las autoridades.8 Durante los tres años siguientes, tanto Liniers como su sucesor, Baltasar Hidalgo de Cisneros, se verían obligados a negociar sucesivamente con los jefes de las milicias, con los comerciantes y con el cabildo de Buenos Aires las políticas que aplicaban.9 El primer día de 1809, los españoles peninsulares quisieron imponer una Junta de Gobierno que los repusiera en el centro del sistema social y


político, cuestionado a partir de las invasiones inglesas; su fracaso confirmó la preeminencia política de los españoles americanos.10

La prisión del rey Fernando VII generó un vacío de poder que desencadenó procesos independentistas en casi todo el Imperio Español.

En 1808, el ejército francés de Napoleón Bonaparte inició la invasión a España, y el rey Fernando VII fue arrestado y reemplazado por José Bonaparte. Pese a la reacción del pueblo español, que erigió una Junta Suprema Central de Gobierno y durante un año y medio logró detener el avance del ejército invasor, a principios de 1810 la mayor parte de la Península había caído en manos francesas.11 Un grupo de criollos adhirió a las pretensiones de la infanta Carlota Joaquina de Borbón —esposa del príncipe regente de Portugal e instalada en Río de Janeiro— que pretendía gobernar el Río de la Plata en nombre de su hermano Fernando. El partido carlotista no tuvo extensión suficiente para alcanzar sus objetivos.12 En septiembre de 1808 se creó una junta


de gobierno local en Montevideo, que rechazó la autoridad de Liniers, pero la misma se disolvió a la llegada de Cisneros. 13 Gran Bretaña pasó de enemigo a principal aliado de los españoles en la guerra contra Napoleón. Para conservar esa alianza, el virrey Cisneros —nombrado por la Junta Central— cedió en 1809 a la presión de,los comerciantes locales y decretó el libre comercio, del cual ese país sería el principal beneficiario.14 15 En 1809 ocurrieron dos revoluciones en el Alto Perú —la actual Bolivia— dependiente del Virreinato del Río de la Plata: el 25 de mayo estalló laRevolución de Chuquisaca y el 16 de julio otra en La Paz, formándose dos juntas de gobierno. La primera fue disuelta sin combatir por un ejército enviado desde Buenos Aires, mientras la segunda fue cruelmente aplastada por tropas enviadas desde el Perú, que ejecutaron a sus cabecillas a principios de 1810.n. 3 16

La Revolución de Mayo y la Junta[editar] La Semana de Mayo[editar]

Artículo principal: Revolución de Mayo

El Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810.


El 14 de mayo de 1810 llegó a Buenos Aires una goleta inglesa, que portaba periódicos comunicando la noticia de la completa derrota militar española y de la disolución de la Junta Central. Los grupos políticos activos interpretaron que —caducada la autoridad que había nombrado a Cisneros— éste ya no representaba a nadie y el gobierno debería ser administrado por sus vecinos. 17 Sin embargo, las causas de la revolución son más profundas y anteriores. Entre éstas se encuentran la debilidad y el desprestigio de la monarquía, la permanente preferencia por los peninsulares sobre los criollos para todos los cargos públicos, el monopolio comercial de España, la fuerza que habían demostrado poseer tras las Invasiones Inglesas, y la influencia ideológica del Iluminismo y la Revolución francesa.18 Los líderes del partido carlotista se reunieron con Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios, en las que decidieron solicitar uncabildo abierto al virrey; éste se reunió con los jefes militares, que se negaron a apoyarlo, de modo que convocó un cabildo abierto para el día 22.19 La reunión del cabildo abierto fue controlada por los grupos adversos a los peninsulares, que se aseguraron la superioridad numérica sobre éstos. Allí se consultó a los asistentes si Cisneros debía continuar en el mando, y —en caso de respuesta negativa — en quién debería éste recaer. Las posiciones revolucionarias fueron sostenidas por Juan José Castelli y Juan José Paso, que sostenían la teoría de la retroversión de la soberanía, que reconocía que, desaparecido el legítimo monarca, el poder volvía


al pueblo y éste tenía derecho a formar un nuevo gobierno. 20 A ellas se opuso la opinión del obispo Benito Lué, que se oponía a toda innovación, y el fiscal Manuel Villota, que objetó que no podía una sola ciudad cambiar la autoridad de todo el Virreinato. Al momento de votar, prevaleció el voto de Saavedra, que sostenía que el gobierno debía ser asumido por una autoridad nombrada por el Cabildo de Buenos Aires, y en la que agregaba:21 y no queda duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando.

Anunciada al pueblo el cese de la autoridad del virrey, el Cabildo creó una Junta Provisional Gubernativa, formada por dirigentes de posiciones revolucionarias y presidida por Cisneros, que juró el día 24. Los revolucionarios se negaron a aceptar esa junta, de modo que dos de sus miembros —Saavedra y Castelli— renunciaron a la misma.22 El día 25 de mayo se produjo una movilización popular, que presionó al Cabildo: una diputación se presentó ante este para requerir la formación de una nueva junta, a lo que el Cabildo respondió que no trataría ninguna petición que no se hiciera por escrito. Horas más tarde, la diputación presentó el documento llamado la Petición del Pueblo, firmada por "vecinos, comandantes y oficiales" en nombre del pueblo, exigiendo la formación de una junta de gobierno —cuyos integrantes estaban listados en la petición— y el envío de una expedición de quinientos hombres para auxiliar a las provincias del interior. 23


El Cabildo exigió la ratificación del pedido por parte del pueblo reunido en la plaza, pero ante la amenaza de los revolucionarios de recurrir a las armas, terminaron por ceder y —confirmando los nombres exigidos— nombrar una "Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII", que la tradición recuerda como Primera Junta.24 La Primera Junta[editar]

Artículo principal: Primera Junta

La Primera Junta.

En la tarde del mismo día 25 de mayo prestó juramento la Junta Provisional Gubernativa, integrada por: Presidente 

Cornelio Saavedra (comandante del Regimiento de Patricios)

Vocales 

Dr. Juan José Castelli (abogado)

Dr. Manuel Belgrano (abogado)

Cnel. Miguel de Azcuénaga (militar)


Dr. Manuel Alberti (sacerdote)

Domingo Matheu (comerciante)

Juan Larrea (comerciante)

Secretarios 

Dr. Juan José Paso (abogado)

Dr. Mariano Moreno (abogado)

Su formación marcó el comienzo del ejercicio del poder por parte de los criollos, prescindiendo de las autoridades existentes en España. Momentáneamente no se ponía en cuestión la autoridad del rey, cuya soberanía se consideraba suspendida por su prisión, pero no anulada; esto se debía a que los revolucionarios estaban divididos entre monárquicos sinceros e independentistas que prefirieron ocultar sus intenciones bajo la llamada máscara de Fernando VII, que no creían volviera al trono por mucho tiempo. 25 El 28 de mayo la Junta dictó su propio reglamento; el día anterior había enviado una circular a las ciudades del interior, solicitando la designación de representantes; pese a que se había acordado unirlos a un Congreso, la invitación afirmaba que, a su llegada, los diputados se incorporaría a la Junta.26 Las milicias fueron transformadas en regimientos regulares, dando origen al ejército de la revolución.27 El resto de la organización virreinal siguió intacta: audiencias, gobernadores, intendentes y cabildos locales permanecían en sus funciones. La Junta les exigió juramento de obediencia, que fue


realizado bajo protesta. En Buenos Aires los principales núcleos de oposición fueron la Audiencia, el Cabildo y el ex Virrey. Éste último se comunicó secretamente con grupos contrarrevolucionarios en el interior, por lo que en el mes de junio los miembros de la Audiencia y el ex virrey fueron arrestados y embarcados secretamente hacia España.28 El cabildo también se mostró remiso a colaborar con la Junta, por la cual ésta decidió, en el mes de octubre, reemplazar a sus miembros por otros completamente adictos.29 Entre sus medidas estuvo la de crear la Gazeta de Buenos Ayres, un periódico a través del cual se realizó propaganda política, en la que sobresalió el secretario Moreno.30 Éste fue el inspirador de muchas de las medidas de gobierno, como la fundación de la Biblioteca Pública31 y la Escuela Militar de Matemática,32 y el establecimiento de un plan general de gobierno, conocido como el Plan de operaciones.33 La Revolución en las Provincias[editar] 

Intendencia de Buenos Aires: el reconocimiento de la Junta se hizo rápidamente en la Provincia de Santa Fe, Concepción del Uruguay, Gualeguay, Gualeguaychú, y laProvincia de Corrientes. Las autoridades de Corrientes adhirieron a la Primera Junta.34

Intendencia de Córdoba del Tucumán: Córdoba, capital de intendencia y punto clave de las comunicaciones con el Alto Perú y Chile, fue centro de la reacción contrarrevolucionaria organizada por el gobernador intendente, el obispo y el ex virrey Liniers.35 Sin embargo, el pueblo no los apoyó: ante el avance de las fuerzas revolucionarias, los


contrarrevolucionarios se dispersaron y sus líderes fueron ejecutados.36 Aún antes de conocerse los sucesos de Córdoba, La Rioja había decidido reconocer la Junta. Las ciudades de Mendoza, San Juan y San Luis también reconocieron a la Junta.37 En la primera de ellas, sin embargo, fue necesario vencer la oposición de algunos jefes militares y civiles, que retrasaron el reconocimiento unas semanas.38 

Intendencia de Salta del Tucumán: en Salta se disponían a acatar a la Junta, pero la rebelión del Alto Perú fortaleció al grupo contrarrevolucionario. Finalmente, el gobernadorintendente Feliciano Chiclana se hizo cargo de la situación con apoyo del ejército revolucionario.39 El cabildo de Tarija fue uno de los primeros en adherir a laRevolución de Mayo.40 La situación de Tarija y San Salvador de Jujuy era comprometida por el temor a la intervención de las fuerzas del Alto Perú; pero prestó su adhesión a la Junta al saber del avance de las fuerzas revolucionarias. Catamarca, San Miguel de Tucumán y Santiago del Estero reconocieron a la Junta, aunque en esta última se despertaron algunas tensiones entre partidos locales.41

Alto Perú: en Potosí, Cochabamba, La Paz y Chuquisaca, los cabildos no llegaron a pronunciarse, ya que las autoridades civiles y militares lo impidieron, rechazando las pretensiones de la Junta de Buenos Aires.42

Intendencia del Paraguay, Misiones y la Banda Oriental: Asunción del Paraguay43 y Montevideo desconocieron la autoridad de la Junta Gubernativa, reconociendo elConsejo de Regencia establecido en Cádiz,44 y extendieron su poder, respectivamente, por todo su territorio de influencia, llegando hasta Corrientes45 y el este de la actualprovincia de Entre Ríos.46 Por su parte, el cabildo de Yapeyú reconoció a la Junta en nombre de las Misiones guaraníticas.47


Guerra de Independencia[editar]

Artículo principal: Guerra de Independencia de la Argentina

La batalla de Suipacha, primera victoria del Ejército Argentino.

El día 29 de mayo, la Junta ordenó una reorganización general de las fuerzas de la capital y se estableció una rigurosa leva de vagos y desocupados para cubrir las vacantes. En definitiva, los primeros ejércitos de que dispusieron los gobiernos rioplatenses se originaron en las milicias urbanas de Buenos Aires. 48 Si bien la tropa era numerosa, no tenía otra experiencia que las Invasiones Inglesas, y sus oficiales eran tan inexpertos como los soldados. Los primeros comandantes fueron oficiales de graduación inferior, o civiles cuyos méritos no estaban relacionados con la capacidad militar sino con sus vínculos políticos y su carisma personal.49 Ante el peligro de la Contrarrevolución de Córdoba y en el Alto Perú, la Junta envió una Expedición Auxiliadora al Interior;50 los jefes revolucionarios de Córdoba fueron ejecutados.51 El Ejército Auxilar continuó su camino, transformándose en el llamado Ejército del Norte y logrando el 7 de noviembre una


victoria clave en la batalla de Suipacha, la cual —junto a la revolución de Cochabamba— permitieron la ocupación de todo el Alto Perú. Los jefes realistas de esa región también fueron ejecutados.50 El 26 de septiembre partió hacia el Paraguay una segunda expedición, al mando de Manuel Belgrano, con la esperanza de que los paraguayos se unieran espontáneamente a la Revolución. Pese a que la expedición fracasó, sirvió de estímulo para el estallido de laRevolución de mayo de 1811 en Asunción, que inició el proceso de independencia del Paraguay.52 La escuadra española apostada en Montevideo bloqueó el puerto de Buenos Aires en septiembre de 1810, pero la presión de la escuadra británica anuló los efectos de esta medida.53 La Junta organizó una escuadra naval, que puso al mando de Juan Bautista Azopardo, a la que envió en apoyo de Belgrano; la misma fue completamente destruida en el Combate de San Nicolás, demostrando la peligrosidad de la escuadra apostada en Montevideo.54 En efecto, no sólo la escuadra realista demostró estar en condiciones de lanzar ataques sobre cualquier punto de la costa del río Paraná, sino que además los realistas de Montevideo lograron ocupar ambas orillas del río Uruguay55 y toda la Banda Oriental.56 La situación en la Banda Oriental cambió a partir del Grito de Asencio y la asunción del mando de los revolucionarios locales por parte de José Artigas; éste logró una victoria completa en la batalla de Las Piedras y puso sitio a Montevideo. La ciudad


resistió exitosamente, principalmente gracias a su escuadra, que la aprovisionaba por vía fluvial.57 De la Primera Junta a la Junta Grande[editar]

Artículo principal: Junta Grande

Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Juntay de la Junta Grande.

A medida que la revolución se consolidaba, Mariano Moreno adoptaba medidas cada vez más radicales, llegando a sostener una posturajacobina; durante un tiempo convenció de seguir ese rumbo al resto de la Junta, pero con el paso del tiempo prevaleció una postura más moderada, sostenida por el presidente Saavedra.58 A medida que llegaban los diputados de las provincias del interior, Moreno observó que éstos eran partidarios de posturas moderadas, de modo que consideró peligroso permitirles incorporarse a la Junta, tal como se les había prometido en la comunicación del 27 de mayo. 59 Por otro lado, dado que la Junta adoptaba medidas que correspondían a un Poder Ejecutivo, pensó en crear un Poder Legislativo y


constituyente con los diputados de las provincias. Finalmente, afirmaba que aumentar el número de integrantes del ejecutivo atentaría contra la unidad de criterio y la rapidez de la toma de decisiones.60 Un conflicto entre Saavedra y Moreno, iniciado por el segundo al proponer la supresión de toda diferencia entre los vocales y el presidente, determinó la ruptura ente los seguidores de ambos. Saavedra apoyó esa medida y a continuación reunió a los diputados del interior, para resolver entre todos si los mismos debían o no incorporarse al gobierno. Tras un intercambio de opiniones, la cuestión se decidió por medio de una votación: con excepción del secretario Paso, los demás presentes —incluso el propio Moreno, que había opinado lo contrario— aprobaron la incorporación de los diputados del interior. 61 Moreno presentó su renuncia, pero la misma no fue aceptada; solicitó entonces una misión en el exterior, que le fue concedida;62 moriría en alta mar unas semanas más tarde. Integrados los diputados el 18 de diciembre, la Junta conservó su nombre y funciones, aunque la tradición ha considerado que fue otro gobierno, conocido con el nombre de Junta Grande.63 La dirección política de la Junta fue ejercida principalmente por el Deán Funes. Entre sus medidas más importante estuvo la creación de juntas de gobierno provinciales.64 Los grupos partidarios de Moreno acusaron al gobierno de lentitud en sus decisiones, y proyectaron volver al tomar el control del


gobierno. Reunidos en la llamada Sociedad Patriótica, difundieron proclamas contrarias al gobierno y prepararon la elección de nuevos diputados porteños, para contrarrestar la preeminencia provinciana.65 El 5 de abril de 1811, una manifestación de las clases medias y bajas de Buenos Aires forzó a la Junta a expulsar a los diputados morenistas, y elevó a Joaquín Campana al cargo de secretario que había ocupado Moreno. Desde ese puesto, Campana llevó adelante medidas más radicales que las promovidas por Funes, tales como la persecución sistemática de los españoles peninsulares, pero también disminuyó la dependencia del gobierno de la presión ejercida por Gran Bretaña.66 Derrota militar y transformación del gobierno [editar]

Artículo principal: Guerra de Independencia de la Argentina

En el Alto Perú la situación parecía consolidada, pero el Ejército fracasó en extender su acción revolucionaria al Virreinato del Perú, además de firmarse un armisticio que dio ventajas al Ejército Real del Perú; éste contraatacó, logrando una victoria clave en la batalla de Huaqui, del 20 de junio de 1811,67 y en pocos meses recuperaron toda la región. Los revolucionarios debieron retirarse hasta Jujuy.68 El 15 de julio, la escuadra española bombardeó la costa de Buenos Aires, y aunque no causó daños materiales generó mucha preocupación.69 Pocos días después, fuerzasportuguesas ocuparon el norte de la Banda Oriental.70 La


situación parecía insostenible, y la Junta reaccionó iniciando tratativas con el gobierno realista de Montevideo.71 Además de la acumulación de derrotas en todos los frentes —en el Paraguay, en el Río de la Plata, en el Norte y en la Banda Oriental— la Junta debía hacer frente a la oposición de los porteños a ser dirigidos por provincianos. Al tener noticias de la defección del comandante del Ejército del Norte, Saavedra partió hacia Jujuy, para hacerse cargo del mismo. Alejado Saavedra, la oposición del Cabildo porteño aumentó de tono, con lo que se logró la expulsión y arresto de Campana. Faltándole ambos conductores, la Junta fue presionada para crear un poder ejecutivo, conservando para sí el legislativo.72 El 22 de septiembre se fundó un Supremo Gobierno, formado por tres miembros, que posteriormente sería conocido como el Primer Triunvirato.73

El Primer Triunvirato (1811-1812)[editar] Artículo principal: Primer Triunvirato


Aunque sólo fue su secretario, Bernardino Rivadavia fue el ideólogo delPrimer Triunvirato.

El nuevo gobierno asumió el 23 de septiembre de 1811, integrado por Feliciano Chiclana, Juan José Paso y Manuel de Sarratea, con Bernardino Rivadavia, José Julián Pérez y Nicolás Herrera como secretarios. Llevó adelante una política mucho más prudente en cuanto a la guerra,74prefiriendo las soluciones diplomáticas a las bélicas.75 Incluso reforzó las menciones a la fidelidad a Fernando VII, que habían sido parcialmente abandonadas, y también postergó la definición del tema de la independencia y la Constitución.76 Cuando el general Belgrano creó una bandera nacional, le ordenó destruirla y amenazó con sancionarlo por ello.77 La Junta Grande, conocida desde entonces como Junta Conservadora, elaboró un documento para establecer la división de poderes y las atribuciones de cada poder, redactando el 22 de octubre de 1811 un Reglamento de división de poderes. El Poder Ejecutivo se delegaba en el Triunvirato, que respondía ante la Junta Conservadora. El Triunvirato ignoró el Reglamento Orgánico y lo reemplazó por un Estatuto provisional, asumiendo la totalidad del gobierno.78 Poco después estalló el Motín de las Trenzas, sangrientamente reprimido, que decidió al gobierno a disolver la Junta y expulsar a los diputados provinciales de la capital.79 El Triunvirato asumió la totalidad del gobierno sin consultar en absoluto a las ciudades del interior; disolvió las Juntas de


gobierno provinciales y nombró sus gobernadores de entre su círculo político, organizando un estado unitario y centralista.80 Pero también arbitrario: impuso una rígida censura y ordenó la persecución de sus enemigos porteños, sobre todo Saavedra y Campana. Si bien reunió una Asamblea nacional, eligió a los diputados porteños y a gran parte de los del interior, sin consultar a sus respectivos cabildos. Apenas reunida la Asamblea, ésta se declaró "soberana", lo cual bastó para que el gobierno la declarara disuelta.81 En el mes de julio se descubrió una conspiración para una reacción españolista, que fue reprimida con la prisión de centenares de personas y el fusilamiento de más de treinta personas tras un juicio sumario e irregular, entre ellos Martín de Álzaga, héroe de las Invasiones Inglesas, con quien el secretario Rivadavia tenía agravios personales.82 Durante su mandato la oposición se organizó en torno a la Logia Lautaro, una sociedad secreta con objetivos claramente independentistas, presidida por Carlos María de Alvear.83 La diplomacia de la Revolución[editar]

Al día siguiente de instalada, la Junta recibió al jefe de la estación naval en el Río de la Plata, a quien se le garantizó la lealtad al rey español. Una carta a Lord Strangford, cónsul del Reino Unido en Río de Janeiro, y una misión en Londres, a cargo de Matías Irigoyen fueron los primeros actos de la diplomacia revolucionaria. Su resultado dejó en claro la intención de Gran Bretaña de ayudar a los revolucionarios sin romper con España,


con la cual tenía importantes vinculaciones económicas. Esa política sería mantenida durante quince años. Los británicos rechazaron el bloqueo español de Buenos Aires y continuaron comerciando con esa ciudad, pero al mismo tiempo presionaron para que la Junta se abstuviera de declarar la independencia. 84 También se llevaron a cabo negociaciones que llevaron a las alianzas con los procesos revolucionarios de los demás países latinoamericanos; especialmente importante fueron las relaciones con Chile, que se iniciaron pocas semanas después de iniciado el proceso de independencia de ese país, con dos propuesta de tratados de alianza y comercio, que no fueron firmados. 85 En 1811, ese país colaboraría con la guerra de independencia rioplatense con una División Auxiliadora, gesto que dos años más tarde sería retribuido con el envío del Batallón de Auxiliares Argentinos a Chile.86 También se iniciaron relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, que enviaron un cónsul a Buenos Aires; con este país las relaciones fueron esencialmente comerciales.87 Las derrotas del año 1811 obligaron primeramente a la Junta Grande y luego al Primer Triunvirato a entablar relaciones conciliadoras, e incluso se pretendió alguna forma de avenimiento pacífico con las autoridades españolas, a cambio de una autonomía política limitada para el territorio.88 Belgrano logró la firma de un tratado con el Paraguay, por el que se establecía una confederación entre ambos gobiernos; 89 la intención del dirigente paraguayo Gaspar Rodríguez de


Francia de separar al Paraguay de la obediencia de Buenos Aires y la insistencia de los gobiernos porteños en someter a las provincias a una dependencia absoluta del gobierno central impusieron al Paraguay una política aislacionista que lo mantuvo al margen de la guerra por la independencia. Más adelante, el Paraguay manifestaría cada vez más claramente su negativa a formar parte de las Provincias Unidas,90 aunque no declaró formalmente su independencia hasta tres décadas más tarde.91 Continuando las negociaciones iniciadas por la Junta, el Triunvirato firmó un armisticio con el gobierno de Montevideo, por el cual las tropas independentistas abandonaban la Banda Oriental y la mitad oriental de Entre Ríos. 92 Artigas rechazó el acuerdo y se trasladó con gran parte de la población oriental a la costa occidental del río Uruguay, episodio conocido como el Éxodo Oriental.93 Por un tiempo, la defensa de la Banda Oriental quedó a cargo de las partidas irregulares comandadas por Artigas; las pretensión del gobierno porteño de obligarlo a someterse a su autoridad creó los primeros roces entre los orientales y porteños.94 La Batalla de Tucumán y sus consecuencias[editar]

Artículo principal: Batalla de Tucumán


La batalla de Tucumán.

No todo el Alto Perú estaba controlado por los realistas: distintos grupos guerrilleros, conocidos con el nombre de Republiquetas, controlaban algunas regiones del mismo, aunque por el momento no controlaban ciudad alguna.95 No obstante, tras conquistar las ciudades altoperuanas, un ejército realista invadió el Norte de la actual Argentina; el Triunvirato ordenó al general Belgrano, jefe del Ejército del Norte, retirarse hasta Córdoba. Belgrano inició la maniobra con el llamado Éxodo Jujeño;96 pero, al llegar a las cercanías de San Miguel de Tucumán, fue persuadido por la población local de presentar batalla. Desobedeciendo las órdenes recibidas, Belgrano obtuvo una importante victoria en la batalla de Tucumán, forzando a los invasores a retroceder.97 La noticia de la victoria de Tucumán —en opinión de muchos historiadores, la más importante de la guerra de independencia— n. 4

causó en Buenos Aires un enorme descrédito para el gobierno

que había ordenado la retirada hasta Córdoba. Un golpe de estado protagonizado por el coronel José de San Martín derrocó al Triunvirato y lo reemplazó por el llamado Segundo Triunvirato,


integrado por Nicolás Rodríguez Peña, Antonio Álvarez Jonte y Juan José Paso, que asumió el 8 de octubre de 1812. 98

Cabildo e Iglesia de San Francisco, Tucumán hacia 1812 durante el gobierno del General Manuel Belgrano (oleo actual)

La época de la Asamblea[editar] El Segundo Triunvirato y el primer Directorio tuvieron una actitud más decidida en la defensa militar del joven estado y en la pretensión de reconstruir el Virreinato, y enviaron poderosos refuerzos tanto al Ejército del Norte como a las tropas estacionadas en la Banda Oriental.99 La disposición más importante del Triunvirato fue la convocatoria a la Asamblea General Constituyente de 1813. También envió una misión a las provincias del Interior, que cambió las autoridades de las ciudades y provincias, reemplazando a los funcionarios adictos al gobierno anterior o a facciones autonomistas locales por otros, adictos a la Logia Lautaro.100 La Asamblea General Constituyente[editar]

Artículo principal: Asamblea del Año XIII

La Asamblea se formó por disposición del Segundo Triunvirato, asumiendo el ejercicio de la soberanía y la representación de


lasProvincias Unidas del Río de la Plata. Tanto el período del Segundo Triunvirato, como de los dos primeros Directores Supremosestuvieron signados por la actuación de la Logia Lautaro, que dirigió su política interna, internacional y militar. 101 Se desarrolló una obra legislativa tendiente a reafirmar la soberanía del Estado, tomando medidas como el reemplazo del sello real y el escudo de armas por uno propio; aprobó una única Marcha Nacional —el actual Himno Nacional Argentino— y ordenó la acuñación de monedas con los símbolos del nuevo Estado. Por otra parte, prohibió el uso de tormentos, suprimió los títulos de nobleza, abolió el Tribunal de la Inquisición y declaró la libertad de vientres, por la que los hijos de esclavos pasaban a ser libres. También reorganizó el Poder Judicial y en su sesión del 27 de febrero de 1813 aprobó el Estatuto del Supremo Poder Ejecutivo, mediante el cual se organizó el Poder Ejecutivo y se fijaron sus facultades, reemplazando en esa forma al Estatuto Provisional de 1811.102 Con el paso del tiempo, la situación en España se fue revirtiendo, hasta que Fernando VII regresó al trono español. La política francamente absolutista del rey conllevaba también una actitud más agresiva en contra de los estados independizados del imperio, rechazando cualquier arreglo que no significara una completa vuelta a la anterior situación de dependencia colonial absoluta.103 La Asamblea debió afrontar divisiones internas respecto a la nueva situación: una posición encabezada por Alvear sostenía la


necesidad de negociar con Fernando VII; proponía postergar la declaración de la Independencia y la definición de la forma de gobierno y apoyaban el centralismo. San Martín lideraba la otra posición, proponía declarar la Independencia, reorganizar el ejército y combatir a los españoles; era también centralista, pero estaba dispuesto a negociar con los caudillos locales de las provincias.104 Artigas, caudillo de la Banda Oriental, organizó un Congreso en 1813. En éste se decidió reconocer a la Asamblea y enviar seis diputados, con instrucciones específicas, que sostenían un proyecto político diferente al de Buenos Aires, regidas por los principios de Independencia, federalismo y república en lo político; libertad de comercio e igualdad de puertos en lo económico. Querían que el gobierno central estuviera fuera de Buenos Aires y que los gobiernos locales conservaran el derecho a su propia administración.105 Los diputados orientales fueron rechazados por no haber sido elegidos en la forma establecida en el decreto de convocatoria. Si bien la razón esgrimida era formalmente correcta, generalmente se acepta que respondía a diferencias políticas y a cierto temor por la formación de un bloque opositor a los seguidores de Alvear.106 A principios del año siguiente, esas desavenencias llevarían a las primeras guerras civiles argentinas. La guerra en 1813[editar]


Combate de San Lorenzo, del 3 de febrero de 1813.

El 20 de octubre de 1812, el ejército patriota puso nuevamente sitio a Montevideo, y once días más tarde obtuvieron la victoria delCerrito.107 La ciudad sitiada pudo resistir debido a su indiscutible superioridad naval y a los refuerzos recibidos,108 pero sus defensores no volverían a intentar defenderse en tierra. 109 A principios de 1813, las fuerzas de Artigas se sumaron también al sito.110 Los realistas lanzaron sucesivos ataques a la costa de los ríos Uruguay y Paraná, que saquearon impunemente hasta que una sonora victoria de los Granaderos a Caballo del coronel José de San Martín en el Combate de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813, los inhibió para nuevas incursiones.111 Desde entonces, la ciudad debió bastarse a sí misma.109

La batalla de Salta.


También en el norte, el año 1813 se inició con una ofensiva masiva: tras jurar lealtad a la Bandera a orillas del río Juramento, el Ejército del Norte a órdenes de Belgrano obtuvo una completa victoria en la batalla de Salta, el día 20 de febrero. Todo el ejército enemigo cayó en manos patriotas; imposibilitado de controlar 3200 prisioneros, Belgrano los puso en libertad a cambio del juramento de no volver a tomar las armas contra las Provincias Unidas.112 Poco después, el ejército inició la segunda expedición auxiliadora al Alto Perú al frente de 3500 hombres, logrando controlar Potosí y Chuquisaca. Pero el nuevo jefe realista, Joaquín de la Pezuela, lo derrotó el 1 de octubre en Vilcapugio y el 14 de noviembre enAyohuma.113 De modo que Belgrano se vio obligado a retirarse hasta Salta, donde entregó el mando del Ejército del Norte a su nuevo comandante, José de San Martín, en el mes de enero de 1814. 114 Debido al rechazo porteño a la autonomía oriental, el 20 de enero Artigas abandonó el sitio de Montevideo, seguido por gran cantidad de tropas.115 Directorio de Posadas[editar]


Gervasio Antonio de Posadas, primer Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Acuciada por la derrota en el Alto Perú y las disidencias en el Litoral, e impulsada por su propia tendencia a la concentración del poder, la Asamblea decidió crear un ejecutivo uninominal, con el nombre de Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, nombrando para ese cargo a Gervasio Antonio de Posadas. Éste dedicó todos sus esfuerzos a ocupar Montevideo, con el fin de evitar que sirviera como puerto de llegada de fuerzas reconquistadoras españolas.116

A partir del Combate de Martín García se revirtió la superioridad naval española en el Río de la Plata.


Los sitiados de Montevideo no habían atinado a aprovechar la oportunidad de contraatacar que les dio el retiro de Artigas. Sería la última, ya que en ese mismo momento se estaba formando una escuadra patriota para disputar a los realistas el control de los ríos interiores y el estuario del Plata, al mando de marinos extranjeros, incluido su comandante, el irlandés Guillermo Brown. Iniciada la campaña naval, Brown derrotó a los realistas en el Combate de Martín García, en el mes de marzo, y nuevamente en el Combate naval del Buceo, del 15 y 17 de mayo; la mayor parte de los buques realistas fueron capturados o destruidos.117 El cerco sobre Montevideo estaba completo: Posadas envió 1500 hombres para reforzar el sitio de Montevideo, al mando de su sobrino Alvear, que reemplazó a Rondeau horas después de la victoria de Brown. Iniciadas las negociaciones con Montevideo, se llegó a un acuerdo para la entrega pacífica de la plaza; acuerdo que fue roto por el propio Alvear, que ocupó Montevideo sin resistencia, aprovechando el desconcierto causado por el tratado, el 23 de mayo.118 El ejército se apoderó de una enorme cantidad de tropas y armamento.119 La caída de Montevideo significó el fin de la amenaza realista sobre el Río de la Plata, que había durado cuatro años. Pero la escuadra fue desmantelada para cancelar deudas. Una gran expedición de 10 600 hombres había sido preparada para retomar el Río de la Plata, pero la pérdida de Montevideo, junto a la negativa portuguesa a permitirle desembarcar y aprovisionarse en Brasil,75 obligaron a desviarla en dirección a Venezuela.120


En el frente norte, el ejército realista comenzó su avance hacia el sur, dejando a tropas de reserva la lucha contra las republiquetas; cosa que no lograron, ya que —tras la victoria en la batalla de La Florida, éstas lograron controlar Santa Cruz de la Sierra y Cochabamba.121 No obstante, Salta y Jujuy fueron ocupadas, mientras San Martín reorganizaba su ejército en San Miguel de Tucumán. Si los realistas no lograron avanzar más, fue por la decidida defensa que le opusieron los gauchos de Güemes, que llevaron adelante la llamada Guerra Gaucha; guerra irregular y netamente defensiva, pero que desgastó a los invasores al punto de impedirles continuar su avance.122 Por razones de salud, y convencido de la imposibilidad de derrotar decisivamente a los realistas en el Alto Perú, a mediados de ese año San Martín renunció al mando del Ejército del Norte. En su lugar, Posadas envió a José Rondeau, llevando consigo las fuerzas que habían participado en el sitio y parte de las rendidas de Montevideo.123 A mediados de 1814 estalló la Rebelión del Cuzco, que se extendió desde esa ciudad a muchas provincias vecinas, ocupandoAyacucho, Arequipa y La Paz. En el mes de agosto, el ejército realista retrocedió hacia el Alto Perú. El Ejército del Norte no pudo aprovechar la inestimable oportunidad debido a que tardó demasiado en enterarse de lo que pasaba, y a su propia incapacidad operativa.124 Hubo otras dos razones para la inmovilidad del Ejército: en primer lugar, esperaban refuerzos de la tropas de Montevideo, que tardaron demasiado tiempo en


llegar. Por otro lado, en Chile los realistas estaban haciendo grandes progresos: tras la batalla de Rancagua, del 2 de octubre, el país entero cayó en sus manos.125 Inicio de las guerras civiles

Artículo principal: Guerra entre Artigas y el Directorio

Artigas en la Ciudadela, óleo de Juan Manuel Blanes.

Artigas se había retirado del sitio con un objetivo claro: organizar militar y políticamente a los pueblos que se oponían a la concentración del poder en manos del Directorio.126 Ya desde la época del Exilio Oriental había tenido roces con los representantes del poder central,94 y su prestigio como caudillo se había extendido al Entre Ríos —una denominación imprecisa para los territorios dependientes de Buenos Aires ubicados entre el Paraná y el Uruguay— y las vecinas Corrientes y Santa Fe. Pocos días después del retiro de Artigas, las poblaciones del interior entrerriano expulsaron a las fuerzas nacionales en el combate de


El Espinillo, y una revuelta llevó al poder a Juan Bautista Méndez en Corrientes.127 Posadas respondió declarando la creación de las provincias de Entre Ríos y Corrientes, aunque enteramente dependiente del poder central.128Los federales pretendían la autonomía, de modo que la guerra civil recrudeció: a mediados de 1814, los federales controlaban las provincias deEntre Ríos, Corrientes y Misiones, además de buena parte del interior de la Banda Oriental.129 Tras la captura de Montevideo, Alvear lanzó sucesivos ataques dentro de la Banda Oriental, logrando moderados avances y una importante victoria en Marmarajá. Pero en enero de 1815 los directoriales fueron completamente derrotados en la batalla de Guayabos.130 El nuevo Director Supremo, Alvear, entregó Montevideo a los federales y otorgó la independencia a la Banda Oriental; pero la oferta fue rechazada.131 En marzo de ese año estalló una revolución federal en Santa Fe, que llevó al gobierno al estanciero Francisco Candioti. En respuesta, Alvar envió a un ejército a ocupar esa ciudad;132 mientras el ejército estaba en marcha, también la provincia de Córdoba se unía al federalismo, nombrando gobernador a José Javier Díaz.133 Directorio de Alvear


Carlos María de Alvear.

A fines de 1814, cuando el Ejército del Norte estaba listo para partir hacia el Altiplano, Posadas ordenó su reemplazo por Alvear. La oficialidad se sublevó y decidió sostener a Rondeau, lo cual llevó a Posadas a renunciar. Alvear regresó apresuradamente a la capital y logró que la Asamblea lo nombrara Director Supremo y le delegara parte de sus atribuciones; nunca se volvería a reunir. 134 Alvear se dedicó a intentar fortalecer su posición interna en la capital, contando con un poderoso ejército de reserva en la capital. El breve período de su gobierno se caracterizó por el despotismo. Decidido a mantenerse por la fuerza dispuso la pena de muerte para quien se opusiese a su autoridad o formulase críticas a su gobierno.135 Intentó también anonadar la influencia de San Martín, reemplazándolo como gobernador de Cuyo, aunque fracasó en su intento.136 Por último, el Ejército del Norte desconoció completamente su autoridad.137


Ante tal cúmulo de frustraciones, Alvear envió a Manuel José García en misión secreta a Londres, a solicitar un protectorado británico, renunciando a toda ambición independentista. Tras consultar con el embajador británico, la misión derivó en un pedido de ayuda.138 Para terminar con los federales, Alvear ordenó el avance del ejército sobre Santa Fe. La vanguardia se sublevó, exigiendo la renuncia del director y el fin de la guerra fratricida.139 También en Buenos Aires hubo una sublevación, durante la cual el cabildo declaró disuelta la Asamblea y ordenó a Alvear entregar el mando. Tras varios días de resistencia, finalmente abandonó Buenos Aires en dirección a Río de Janeiro.140 Electores nombrados por los vecinos de Buenos Aires y su Cabildo designaron director supremo, con carácter provisorio, a Rondeau; como éste era el jefe del Ejército del Norte, lo reemplazó interinamente Ignacio Álvarez Thomas.141 La renuncia de Alvear significó un cambio fundamental en lo político: la revolución volvió a tomar el camino hacia la Independencia. No obstante, la política exterior, tanto diplomática como bélica, permaneció errática durante al menos un año más.142

La época del Congreso Como símbolo del cambio de gobierno, pocos días después de la caída de Alvear fue enarbolada por primera vez en el Fuerte de


Buenos Aires la Bandera Nacional, reemplazando a la española.143 Para evitar una nueva dictadura, el Cabildo de Buenos Aires estableció una Junta de Observación que ejerciera el Poder Legislativo y fiscalizara al Ejecutivo. La misma sancionó un Estatuto Provisional de Gobierno, en cuyo artículo 30 se ordenaba la reunión de un Congreso en San Miguel de Tucumán para sancionar una constitución de carácter permanente.144 En España, Fernando VII había recuperado el gobierno y ejecutaba una política firmemente absolutista. En años anteriores, España se había mostrado dubitativa al momento de defender sus ex colonias, debido a que temía la reacción de las demás naciones europeas. Pero, con sus espaldas cubiertas por la Santa Alianza —la cual, siguiendo las recomendaciones del Congreso de Viena,145 sostenía a todos los gobiernos establecidos en Europa y promovía la paz entre ellos— Fernando pudo dedicar todos sus esfuerzos al intento de reconquistar la América española. La acción del Papa Pío VII, que lanzó la encíclica legitimista de 1816, por la cual bendecía las acciones represivas de los realistas en España, respaldaba su actitud agresiva. 146 De modo que Fernando envió sucesivas expediciones para reconquistar las colonias americanas, llegando a un total de 13 expediciones con 26 542 hombres. No obstante, esas expediciones nunca tuvieron fuerza suficiente como para imponerse decisivamente a los independentistas del Río de la Plata. La única expedición poderosa proyectada para ser lanzada


sobre esa región debió ser suspendida repetidas veces, ante las epidemias que diezmaron y debilitaron a sus tropas.75 La Liga de los Pueblos Libres

Artículo principal: Liga Federal

Las Provincias Unidas del Río de la Plataen 1816: en rojo, la Liga de los Pueblos Libres.

Las provincias federales intentaron organizarse reuniendo el llamado Congreso de Oriente en Arroyo de la China, que inició sus sesiones a fines de junio de 1815, presidido por Artigas.147 Álvarez Thomas inició conversaciones con los federales, misión que fue respondida con una diputación a Buenos Aires; el Director Interino arrestó a los delegados para evitar que informaran que en esos días partía una expedición armada rumbo a Santa Fe.148 A fines de agosto, coincidiendo con el fallecimiento de Candioti, el ejército directorial ocupó esa ciudad y forzó la elección de un gobernador delegado del gobierno nacional.149


Ese avance directorial sobre una provincia clave no representó una victoria completa: Córdoba seguía en manos federales150 y — aunque la ciudad de La Rioja y su jurisdicción se separaron de ella—151 su ejemplo fue imitado en Santiago del Estero, donde elcoronel Juan Francisco Borges logró controlar la ciudad durante cuatro días. Derrotado y capturado, volvería a intentar lograr la autonomía de su provincia al año siguiente; este segundo intento sería castigado con su ejecución.152 Por último, también Salta se dio su propio gobierno, al elegir gobernador a su caudillo, Martín Miguel de Güemes, en mayo de 1815.153 Las autonomías de Salta y Córdoba, no obstante, no significaron la automática alineación de sus gobiernos con el sistema artiguista; si bien Córdoba enviaba sus diputados al Congreso de Oriente, ambas provincias aceptaban la autoridad del gobierno directorial y aportaban a la formación de sus ejércitos. También participarían en el Congreso de Tucumán.154 En marzo de 1816, los federales reaccionaron expulsando a las fuerzas directoriales; Mariano Vera fue elegido gobernador, y llevó adelante una política en estricta consonancia con las provincias de Corrientes, Entre Ríos y la Oriental.155 En respuesta, Álvarez Thomas envió un nuevo ejército contra Santa Fe, al mando de Manuel Belgrano; éste envió a su segundo, Eustoquio Díaz Vélez, a negociar con el gobierno santafesino, resultando las conversaciones en el Pacto de Santo Tomé, del 9 de abril de 1816, por el que se disponía el desplazamiento de Belgrano y de Álvarez Thomas.156 Éste presentó su renuncia ante las


autoridades porteñas, que —en vista de que ya habían comenzado las sesiones del Congreso de Tucumán— lo reemplazaron interinamente por Antonio González Balcarce.157 Por un tiempo, el Directorio y la Liga Federal permanecieron en paz.158 Pero como el Congreso se negara a reconocer la validez del Pacto de Santo Tomé y la autonomía de las provincias federales, éstas se negaron a enviar diputados a unirse al mismo.159 160 Derrota del Ejército del Norte

Artículo principal: Tercera expedición auxiliadora al Alto Perú

A principios de 1815 se inició la Tercera expedición auxiliadora al Alto Perú, que logró reincorporar a las Provincias Unidas Potosí, Chuquisaca, Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra, mientras las zonas rurales eran controladas por las Republiquetas; no obstante, el Ejército del Norte llegó después de la derrota definitiva de los rebeldes cuzqueños, de modo que debió enfrentar al Ejército Real del Perú en pleno. La incapacidad de los jefes patriotas hizo el resto, y la batalla de Sipe Sipe resultó un desastre definitivo. El ejército se retiró nuevamente a Jujuy. 161


El general Martín Miguel de Güemes, líder de la Guerra Gaucha.

A su regreso a Salta, Rondeau decidió deponer a Güemes y castigarlo por su desobediencia; es que no sólo se había rebelado contra la autoridad del Director Supremo titula, sino que se había apoderado de gran cantidad de armamento perteneciente al Ejército y —temiendo que hubiera sido enviada para deponerlo como gobernador— había impedido que una poderosa división de refuerzo de uniera al mismo. Rondeau ocupó la ciudad de Salta, pero fue sitiado en ella y obligado a pactar un acuerdo pacífico con Güemes; el Congreso de Tucumán ordenó a Rondeau retirarse a Tucumán y encomendó a Güemes la defensa de la frontera norte.162 El caudillo norteño se transformó en un aliado del gobierno central y pilar de la Guerra de la Independencia en la frontera norte. Cuatro meses más tarde, el general Belgrano debió asumir nuevamente el mando del Ejército del Norte, pero desde entonces funcionó como auxiliar de las fuerzas de Güemes. 163


Durante el año 1816, las Republiquetas fueron derrotadas una a una; los jefes más destacados de las mismas —como Manuel Asencio Padillae Ignacio Warnes— pagaron con su vida su resistencia.164 Salvo por una episódica campaña menor dirigida por Gregorio Aráoz de Lamadrid,165 el Ejército del Norte quedó imposibilitado de hacer nuevas incursiones en el Alto Perú. Fue parcialmente desmantelado en beneficio del ejército que se organizaba para liberar a Chile y utilizado para intentar someter a los federales del interior y del litoral.166 El Congreso y la Declaración de la Independencia

Artículos principales: Congreso de Tucumán y Declaración de

independencia de la Argentina.

La Casa de Tucumán, donde se declaró la independencia.

El Congreso de Tucumán inició sus sesiones el 24 de marzo de 1816.167 En él participaron representantes de las provincias que admitían la autoridad del Directorio; es decir, no estaban representadas las de la Liga Federal —con la notable excepción


de Córdoba, que tenía cuatro diputados—168 ni las ocupadas por los realistas.n. 5 Tras invertir un mes en definir su propio funcionamiento y el alcance de su misión y autoridad,169 la primera medida de importancia que tomó fue la elección de un nuevo Director del Estado, debido a la renuncia de Álvarez Thomas y la derrota de Rondeau. Para el cargo fue nombrado uno de sus diputados, n. 6

Juan Martín de Pueyrredón,170 que poco después se trasladó a

Buenos Aires.171 Durante los meses de mayo y junio, el Congreso se concentró en intentar destrabar el conflicto con las provincias federales, pero la intransigencia que uno y otros demostraron en defensa de sus posiciones malogró estos intentos.168 172 En el mes de julio, tras discutirse distintas alternativas —como la posibilidad de coronar un rey de ascendencia incaica propuesta por Belgrano—173 el Congreso se abocó a la discusión sobre la oportunidad de declarar la independencia; quien más presionaba en ese sentido era el gobernador de Cuyo, José de San Martín.174 El día 9 de julio de 1816 se aprobó y firmó la Declaración de la Independencia de las Provincias Unidas,175 que en el acta respectiva eran llamadas Provincias Unidas en Sud América:176 Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e


indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli. (...)

Posteriormente se le agregó177 n. 7 ...y de toda otra dominación extranjera.

Durante el resto del mes de julio se continuó discutiendo la forma de gobierno, mostrándose la mayoría favorable a una monarquía constitucional, aunque la oposición de los diputados de Buenos Aires y de Cuyo bloqueó cualquier pronunciamiento en ese sentido.173 El 25 de julio se oficializó la Bandera de la Argentina, creada cuatro años antes por Belgrano.178 Durante los meses siguientes, el Congreso se negó repetidamente a negociar con los federales,179 al mismo tiempo que llevó adelante negociaciones con la corona portuguesa, tendiente a una alianza contra España y también contra Artigas; por esa época ya se había iniciado la invasión de ese país al a Banda Oriental.180 A principios de 1817, al producirse una nueva invasión realista a la provincia de Salta, el Congreso decidió alejarse del peligro, trasladándose a Buenos Aires. Esta medida también obedecía a la intención de controlar de cerca la actuación del Directorio; 181 en la práctica, sirvió más bien para que Pueyrredón y la Logia controlaran los actos del Congreso.182 Tres de los cuatro diputados por Córdoba se negaron a trasladarse, pero el nuevo


gobierno cordobés —partidario del Directorio— los reemplazó por dos diputados leales al grupo gobernante.183 n. 8 Durante el resto de su existencia, el Congreso se abocó a discutir el texto de una constitución,184 negociar amistosamente con la corona portuguesa la invasión a la Banda Oriental 185 y buscar un príncipe para coronarlo en el Río de la Plata.186 No ejerció el Poder Legislativo, ni controló visiblemente al Director Pueyrredón.182 Directorio de Pueyrredón

Juan Martín de Pueyrredón.

Antes de marchar a Buenos Aires, Pueyrredón marchó a Jujuy, desde donde envió al Ejército del Norte a acantonarse en Tucumán, y acordó con Güemes la defensa de la frontera norte;187 a continuación se detuvo en Córdoba a discutir con el general San Martín su plan continental para liberar Chile y Perú, comprometiendo todo su apoyo.188 No contando con un grupo dirigente en que apoyarse, creó una Gran Logia, con algunos de los más destacados partidarios de la deposición de Alvear, algunos miembros de la extinta Logia


Lautaro que habían salido airosos del final del gobierno de éste y los partidarios de San Martín.189La llegada de Pueyrredón a Buenos Aires y la organización de un grupo que respondía solamente a la Logia llevó la paz a la capital, profundamente convulsionada desde un año y medio antes.190 Un incipiente grupo federal surgió en la capital, poniéndose en abierta oposición al gobierno y exigiendo que la provincia de Buenos Aires eligiera a sus autoridades y dejara de someter a las demás a su autoridad; entre sus líderes se contaron Manuel Dorrego, Miguel Estanislao Soler y Pedro José Agrelo.191 Todos los esfuerzos militares del gobierno de Pueyrredón estuvieron orientados a dos objetivos centrales: aplastar la resistencia de los federales en el Litoral y en Córdoba 192 y sostener los esfuerzos de San Martín en su campaña a Chile.193 El frente norte fue prácticamente abandonado y — aunque siguió existiendo— el Ejército del Norte fue destinado a someter las rebeliones federales: la sublevación autonomista de Borges en Santiago del Estero,194 las recurrentes insurrecciones federales en Córdoba,195 y especialmente a los federales en Santa Fe.196 Si el acceso del federalismo al poder en Córdoba había sido pacífico, su caída demandó enfrentamientos armados: Juan Pablo Bulnes, jefe de las milicias de la ciudad, se sublevó contra Díaz, y lo acusó de connivencia con el Directorio. Lo derrotó y lo obligó a renunciar, pero en su lugar asumió el gobernador nombrado por el Director Supremo,Ambrosio Funes, suegro de Bulnes.197


Al producirse la invasión portuguesa a la Banda Oriental, a partir de 1816, el Director ofreció a Artigas una ayuda considerable, a cambio de que éste aceptara el sistema unitario y sometiera a su provincia a la autoridad del Directorio. Ante la negativa del caudillo federal, la ayuda nunca fue entregada.198 Además utilizó la invasión portuguesa para intentar doblegar a los federales de las provincias del Litoral: a principios de 1817, Pueyrredón lanzó una cuarta invasión sobre Santa Fe, que alcanzó a ocupar la ciudad durante 25 días antes de ser expulsada. Curiosamente, durante el resto de ese año no hubo nuevas hostilidades.199 También la oposición porteña fue duramente perseguida: Alvear se sacó de encima a Soler enviándolo al Ejército del Norte, pero deportó a Dorrego a Santo Domingo.n. 9 Éste terminó en los Estados Unidos, rodeado por otros dirigentes del incipiente federalismo porteño, como Manuel Moreno.191 Campaña Libertadora a Chile

Artículo principal: Ejército de los Andes

El general José de San Martín.


Al contrario que las Provincias Unidas, en Chile el proceso independentista había sido relativamente pacífico. Pero una expedición enviada desde el Perú a partir de comienzos de 1813 logró controlar el sur del país.200 El gobierno de las Provincias Unidas envió un Batallón de Auxiliares a ese país,86 que poco pudieron hacer para evitar el avance realista y los conflictos entre dirigentes chilenos. Tras la victoria realista en la batalla de Rancagua, el bando realista controló el país y centenares de civiles y militares huyeron a Mendoza.201 Durante su paso por el Ejército del Norte, San Martín había llegado a la conclusión de que era imposible derrotar a los realistas en el Alto Perú mientras éstos controlaran el Perú, de modo que ideó llegar a Lima por mar, partiendo desde Chile.202 La conquista realista de Chile lo obligó a liberar primero a ese país.203 Para ello incorporó las tropas chilenas y los Auxiliares Argentinos a las fuerzas militares de la Intendencia de Cuyo,204 junto a algunos batallones enviados desde Buenos Aires, fuerzas provenientes del Ejército del Norte,205 el Regimiento de Granaderos a Caballo que había creado y gran cantidad de voluntarios y esclavos de la región de Cuyo;206 a partir del 1 de agosto de 1816, esta agrupación sería llamada Ejército de los Andes.207 El armamento y las herramientas del Ejército fueron fabricadas por Fray Luis Beltrán.208 En apoyo de su Plan Continental, San Martín consideraba esencial la declaración de la independencia, con lo que se reforzarían los sentimientos patrióticos de los rioplatenses y se


podría solicitar ayuda extranjera. Por esa razón apoyó la formación del Congreso de Tucumán y presionó activamente para que se declarara la independencia.75

La batalla de Chacabuco, según el óleo de Pedro Subercaseaux.

La batalla de Maipú, según Mauricio Rugendas.

San Martín disponía de fuerzas inferiores a las del gobierno realista chileno, de modo que mantuvo su plan en secreto, para tener una ventaja circunstancial en el momento en que se iniciara el cruce de la Cordillera de los Andes.205 El Cruce de los Andes se inició el 6 de enero de 1817, con 5350 hombres de armas —más 1200 milicianos que actuaban de auxiliares—209 dividido en seis columnas, dos de las cuales se dirigían sobre Santiago de Chile.210


Reunidas las columnas principales, el 12 de febrero lograron una completa victoria en la batalla de Chacabuco, que obligó al gobierno realista abandonar Santiago,211 la cual fue ocupada dos días más tarde por el Ejército de los Andes. El cabildo local nombró a Bernardo O'Higgins —hasta entonces el segundo de San Martín— "Director Supremo del Estado de Chile", y a San Martín comandante del "Ejército Unido Libertador de Chile", formado por las unidades del Ejército de los Andes y las formaciones chilenas que se incorporaron.212 Se iniciaba el período conocido como la Patria Nueva. El Ejército Unido marchó hacia el sur, logrando capturar todas las ciudades de la región, con excepción de Concepción y la vecinaTalcahuano, que fueron sitiadas por tierra; un intento de asalto a Talcahuano terminó en un desastre.213 Poco después, los sitiados recibieron poderosos refuerzos,214 de modo que O'Higgins inició una retirada hacia el norte y puso el Ejército a órdenes de San Martín. Sorprendido por los realistas el 19 de marzo de 1818 en Cancha Rayada, el Ejército Unido debió retirarse hacia Santiago. La gran actividad de San Martín, O'Higgins, Las Heras215 y Beltrán permitió a los patriotas reorganizar el ejército en 15 días, y lograr la victoria en la sangrienta batalla de Maipú, del 5 de abril.216 Los restos del ejército realista retrocedieron todo el camino andado desde Concepción, y en agosto fue reembarcado hacia el Perú. Fuerzas realistas continuaron una resistencia en forma de


guerrillas durante varios años aún, pero ya no representaron una amenaza real para la independencia chilena.217 La diplomacia directorial y los proyectos monárquicos [editar]

Hasta los primeros meses de la existencia del Directorio, los gobiernos de la Revolución se veían favorecidos, para justificar su legitimación frente a la opinión pública y las naciones extranjeras, por la ausencia del rey del trono español. Regresado Fernando VII a Madrid y anunciada la restauración absolutista en España, el lenguaje y los métodos diplomáticos debieron cambiar radicalmente.218 Por otro lado, el rey había ordenado la formación de un poderoso ejército que debía ser inmediatamente enviado al Río de la Plata, comandado por Pablo Morillo.219 Por ello Manuel de Sarratea, enviado del Segundo Triunvirato a Europa, felicitó a Fernando por su regreso al trono y demostró su aparente sumisión a la autoridad del repuesto rey. Por ello fueron enviados Belgrano y Rivadavia también a Europa, a negociar con el rey la pretensión rioplatense de autonomía; en caso de fracasar, su misión sería la de conseguir un príncipe de alguna casa reinante en Europa para coronarlo rey del Río de la Plata. 220 Distinto fue, en cambio, el sentido de las cartas de Alvear al ministerio de relaciones exteriores británico en 1815, ya que significaban la sumisión lisa y llana a la soberanía inglesa; 221 no obstante, podría haber sido ser una arriesgada estratagema para forzar a Gran Bretaña a apoyar a las Provincias Unidas contra España.222


El fracaso en la misión conciliadora de Belgrano y Rivadavia los llevó a proponer la coronación del infante Francisco de Paula de Borbón, con la supuesta anuencia de su padre, el depuesto rey Carlos IV de España. Los diplomáticos llegaron a sancionar un proyecto de constitución monárquica y hasta planearon el secuestro del príncipe para su traslado al Río de la Plata. 223 Posteriormente, ya instalado el Congreso de Tucumán, el mismo Belgrano propuso la coronación de un rey de ascendencia incaica para las Provincias Unidas en Sud América, que aparentemente incluirían también a Chile y el Perú. Posteriormente se proyectó su enlace matrimonial con la Casa de Braganza, cuyos miembros residían en Río de Janeiro. El proyecto original fue rechazado principalmente por razones de racismo, y su derivación bragantina fue rechazada por Juan VI de Portugal.224 Una vez instalado el Congreso en Buenos Aires, y ya bajo la influencia de Pueyrredón, el ministro de relaciones exteriores Gregorio García de Tagle envió varias misiones a Europa para negociar la coronación de otros candidatos, entre los cuales se consideraron las opciones del Duque de Orleans —el futuro rey Luis Felipe I de Francia— y delPríncipe de Luca.225 Invasión portuguesa a la Banda Oriental y nuevas guerras civiles


Inicio de la Invasión Luso-Brasileña.

El caudillo entrerriano Francisco Ramírez. Artículos principales: Invasión Luso-Brasileña y Segunda guerra civil

en Entre Ríos. En la Banda Oriental, Artigas pudo llevar adelante un gobierno progresista y democrático. Hizo profundas reformas sociales y repartió entre los pobres las tierras, el ganado y los bienes muebles de los emigrados.226 Pero en agosto de 1816, con la excusa de algunas correrías — reales o supuestas— de gauchos en el sur del Brasil, el rey dePortugal inició la invasión Luso-Brasileña a la Provincia Oriental. Pueyrredón no hizo nada por defender a la provincia invadida, y llegó a pactar con el jefe invasor. En enero de 1817,


tras la batalla del Catalán, los portugueses lograron capturar Montevideo, aunque Artigas y sus fuerzas resistieron aún tres años más en el interior de la provincia.227 Dado que el poder de Artigas declinaba por las derrotas ante los portugueses, Pueyrredón creyó poder someter a las provincias federales y restablecer la autoridad de Buenos Aires. Por ello envió varias expediciones a Entre Ríos en apoyo de caudillos menores que estuvieran dispuestos a una alianza con Buenos Aires. Entre Ríos no tenía gobernador, y en el sistema de Artigas posiblemente ni siquiera tuviera la categoría de provincia: estaba dividida entre las comandancias militares de Paraná y Concepción del Uruguay. En 1817 el líder artiguista de Paraná, Eusebio Hereñú se pasó al bando directorial con otros jefes menores, pero fueron derrotados por el nuevo comandante de Concepción del Uruguay, subordinado de Artigas, Francisco Ramírez. Al año siguiente se produjeron nuevos enfrentamientos, en los que Ramírez resultó nuevamente vencedor con llamativa facilidad. Desde ese momento ejerció como gobernador de toda la provincia —sin ostentar aún el título— al frente de unas montoneras sumamente disciplinadas y eficaces.228 Una segunda sublevación de Bulnes en Córdoba, de enero de 1817, fue también sofocada por la reacción del gobierno nacional. En marzo de ese año asumía como gobernador el salteño Manuel Antonio Castro, nombrado por Pueyrredón, mientras La Rioja volvía a la obediencia del gobierno directorial de Córdoba. 229 En el sur de la provincia permanecieron insurrectos varios caudillos


federales, manteniendo la insurrección federal por otros tres años. Esto motivó el envío de una división del Ejército del Norte, al mando del coronel Juan Bautista Bustos.230 Por su parte, la provincia de Corrientes se vio sacudida por desavenencias entre los mismos federales, algunos de los cuales se pasaron al bando directorial, aunque no recibieron ayuda alguna del mismo.231 Las discordias fueron solucionadas por la ocupación de la capital por el cacique guaraní Andrés Guazurary, ahijado de Artigas, y el marino irlandés Pedro Campbell.232 El gobernador santafesino Mariano Vera fue derrocado por los partidarios más exaltados de Artigas en julio de 1818. Como éstos no lograron formar un gobierno, el coronelEstanislao López, jefe de las milicias rurales, ocupó la ciudad y se nombró a sí mismo gobernador. Más tarde sería elegido por el cabildo y tendría un enorme apoyo popular.233 En respuesta, Pueyrredón envió a finales de 1818 un ejército de 5000 hombres al mando de Juan Ramón Balcarce,n. 10 que logró ocupar fugazmente la capital provincial, pero se vio obligado a retroceder, saqueando la provincia. Simultáneamente avanzó la columna del Ejército del Norte comandada por el coronel Bustos para tomar entre dos fuegos a López, pero éste lo atacó en Fraile Muerto, dejándolo sin movilidad. A continuación obligó a Balcarce a evacuar Rosario; en venganza, Balcarce incendió Rosario.234 Poco después, el general Viamonte intentaba una nueva invasión, pero López repitió su estrategia: atacó a Bustos en La Herradura y, como no logró vencerlo, avanzó haciaCórdoba y lo


obligó a retroceder. Luego giró hacia el sur y se presentó frente a las fuerzas de Viamonte en Coronda, obligándolo a retirarse nuevamente a Rosario, donde ambos acordaron una tregua. 235 La disolución: Cepeda

Artículos principales: Motín de Arequito y Batalla de Cepeda.

Estanislao López, gobernador de Santa Fe y vencedor en la Batalla de Cepeda (1820).

En junio de 1819, tras tres años de gestión, Pueyrredón renunció al cargo de Director Supremo.236 En el orden interno se había destacado como un tenaz perseguidor de quienes sostenían el derecho de las provincias a su autonomía: había tolerado la invasión portuguesa a la Banda Oriental, desterrado de los jefes del partido federal porteño, ordenado a San Martín y Belgrano trasladar los ejércitos de los Andes y del Norte al Litoral para acabar con los federales,192 y promulgado la constitución centralista de 1819.237 El Congreso nombró a José Rondeau como su sucesor. Éste continuó y profundizó la política de su antecesor, abandonando


por completo la Guerra por la Independencia.238 Artigas, acorralado en la Banda Oriental, exigía a sus subordinados del Litoral atacar a Buenos Aires, derrocar al Directorio y reemplazarlo por autoridades dispuestas a combatir a los portugueses.239 En octubre de ese año, el armisticio de San Lorenzo fue violado por ambas partes: un convoy de carretas con armas que viajaba a Córdoba fue interceptado por los santafesinos, ya que posiblemente esas armas serían usadas por Bustos contra Santa Fe. La guerra se reanudó: las fuerzas de López tomaron la iniciativa e invadieron el norte de la provincia de Buenos Aires, saqueando las estancias para reponer el ganado saqueado por las fuerzas directoriales en años anteriores.240 Rondeau llamó perentoriamente a ambos ejércitos al Litoral. Belgrano accedió y ordenó la marcha del Ejército del Norte hacia Buenos Aires, aunque delegó el mando en Francisco Fernández de la Cruz por razones de salud.241 San Martín, en cambio, rechazó la orden y trasladó casi todas sus fuerzas a Chile, para organizar la campaña al Perú.242 En noviembre de 1819, las fuerzas remanentes del Ejército del Norte en Tucumán se sublevaron, nombrando gobernador a Bernabé Aráoz, ex gobernador y héroe de la batalla de Tucumán. En los primeros días de 1820 se sublevó uno de los pocos batallones que había dejado San Martín en San Juan, iniciando la disolución de la Intendencia de Cuyo.243 El día anterior, el Ejército del Norte se había sublevado en Arequito,


jurisdicción de Santa Fe, y —tras expulsar al general Fernández de la Cruz y varios oficiales más— contramarchó hacia Córdoba, con la intención de regresar al frente contra los realistas y no volver a inmiscuirse en guerras civiles.244 n. 11 Hasta entonces, el Directorio se había sostenido sobre la autoridad que podían imponer el Ejército del Norte, el Ejército de los Andes y el ejército acantonado en la capital; su apoyo al gobierno había sido la principal garantía de su autoridad en las provincias interiores. A fines de enero de 1820, Rondeau ya no tenía autoridad alguna fuera de la provincia de Buenos Aires, porque no contaba con más ejército que el de la capital. 245 Al frente de este último, Rondeau fue rápida y contundentemente derrotado el 1 de febrero en la batalla de Cepeda.246 Los caudillos marcharon sobre Buenos Aires, exigiendo la disolución del gobierno nacional y el establecimiento de un gobierno representativo de la voluntad popular. El pánico se apoderó de la ciudad, mientras las milicias porteñas apoyaban el derrocamiento de Rondeau. A poco de llegar de regreso a la ciudad, el 11 de febrero, Rondeau presentó su renuncia ante el Cabildo. El Congreso fue considerado disuelto y varios de los diputados fueron arrestados, como así también Pueyrredón, Rondeau y otros personajes directoriales.247

Autonomías provinciales e intentos de organización [editar] Artículos principales: Anarquía del Año XX y Situación de las

provincias argentinas desde 1820.


La República Argentina y sus estados vecinos hacia 1855.

El gobierno central estaba disuelto, y nada lo reemplazó. La provincia de Buenos Aires eligió su propio gobierno,248 siendo imitada por todas las provincias que aún obedecían al Directorio; además, varias ciudades se separaron de las capitales de intendencia, creando con su territorio nuevas provincias. 249 n. 12 En el Alto Perú no quedaba prácticamente nada de las Republiquetas;250 en la Banda Oriental, la batalla de Tacuarembó decidió la derrota definitiva de Artigas y su anexión al Reino de Portugal.251 Pero la antigua metrópoli no pudo aprovechar la oportunidad para intentar una reconquista de las Provincias Unidas: la sublevación de Rafael de Riego del 1 de enero de 1820 había causado la disolución del ejército destinado al Río de la Plata. Y, a su vez, provocaría el inicio del Trienio Liberal en España, un período durante el cual se produjo una profunda inestabilidad política que debilitó sus esfuerzos en las guerras de independencia hispanoamericanas.252 Buenos Aires y el interior sufrieron la Anarquía del Año XX, un período de complejos reordenamientos políticos, territoriales e incluso jurídicos, que desembocó en una muy relativa estabilidad entre las provincias.253 Cada provincia se administró a sí misma, y en la mayoría de los casos debieron ceder el poder real a los caudillos, jefes militares y políticos —generalmente grandes estancieros— que parecían poder defender las autonomías de los territorios de su mando.254 Las guerras civiles entre caudillos —y


posteriormente entre éstos y los gobiernos centrales— continuaron durante otros sesenta años. Los bandos enfrentados se identificarían posteriormente como los unitarios y federales, aunque en muchos casos estas denominaciones fueran artificiales.255 El país cambió de nombre: alrededor de 1835 se empezó a llamar Confederación Argentina, y después de 1862 adoptó su nombre definitivo de República Argentina.256 Salvo por un breve período entre 1825 y 1827, la Argentina careció por completo de un gobierno central hasta 1853; ese año se sancionó una Constitución Nacional —en esencia, la misma que rige hoy al país— pero aún debieron pasar casi tres décadas más para que el gobierno nacional fuera reconocido universalmente como única fuente de poder a nivel nacional. 257 El sistema político resultante sería un compromiso entre el federalismo y el unitarismo: un gobierno federal que, en la práctica, tiene un amplio —aunque no completo— control de las situaciones provinciales.258 A pesar de todas estas vicisitudes y de los peligros que acecharon su unidad a lo largo de la mayor parte del siglo XIX, la Argentina logró conservar su independencia y su identidad como nación. 259

La sociedad y la Revolución La cultura en un período de intensos cambios


Primer número de la Gazeta de Buenos Ayres.

La educación primaria estaba en manos de los cabildos y de las parroquias; de la misma estaban excluidos los indígenas, los esclavos y —en la mayor parte del territorio— las mujeres.260 Una educación secundaria más bien elemental se impartía en establecimientos religiosos de muchas de las ciudades del interior.261 Las excepciones más notables eran el Colegio de Monserrat en Córdoba262 y el Colegio de San Carlos en Buenos Aires;263 este último había sido profundamente desorganizado tras las Invasiones Inglesas, ya que su edificio se había destinado a cuartel militar. No obstante siguió existiendo, siendo las clases impartidas en locales privados. Fue reorganizado como Colegio de la Unión del Sur' durante el directorio de Pueyrredón, volviendo a un alto nivel de enseñanza.264 La educación universitaria dependía de la Universidad de Charcas, la mejor de la región en esa época, y algunos estudiantes rioplatenses cursaban en la Universidad de San


Marcos en Lima, o en la Universidad de San Felipe, en Santiago de Chile.265 No obstante, la interrupción de las relaciones y comunicaciones con esos territorios dejó los estudios mayores exclusivamente en manos de la Universidad de Córdoba. La misma dictaba las carreras de derecho canónico y derecho civil, este último desde la última década del siglo XVIII.266 En Buenos Aires se establecieron casas de estudios técnicos, empezando por una Academia Militar de Matemáticas267 y la Academia Nacional de Jurisprudencia fundada por Manuel Antonio Castro, que enseñaba la práctica forense sin ahondar en las ciencias jurídicas.268 También el Tribunal del Protomedicato, fundado a fines del siglo XVIII, dictaba cursos de medicina práctica, habilitando médicos para el ejercicio profesional.269 Hasta fines del siglo XVIII no había habido medio alguno de prensa en el Río de la Plata, y en los primeros años del siglo XIX sólo se publicaron tres periódicos, todos de corta vida: el Telégrafo Mercantil, el Semanario de Agricultura, ambos apoyados por Manuel Belgrano, y el Correo de Comercio, editado por éste.270 Tras el estallido de la Revolución, Mariano Moreno editó la Gazeta de Buenos Ayres, abiertamente oficialista, y utilizada para hacer propaganda revolucionaria. Su lectura fue declarada obligatoria para los curas hacia sus feligreses durante los días festivos, después de oficiada la misa. Este periódico existió durante todo el período de la independencia, cambiando de mano bajo los sucesivos gobiernos; así, fueron sus directores,


entre otros, Moreno, Pedro José Agrelo, Bernardo de Monteagudo,Camilo Henríquez y Julián Álvarez.271 Más tarde hubo algunos otros periódicos, todos de vida efímera, ya que no contaban con el apoyo oficial, como El Censor, Mártir o Libre, o El Americano. Su pretensión de ser independientes de la absorbente política gubernamental los condenó a la rápida desaparición. Más suerte tuvieron dos publicaciones semioficiales, El redactor de la Asamblea yEl redactor del Congreso Nacional, que publicaban las discusiones y decisiones de la Asamblea General Constituyente y del Congreso de Tucumán, tanto en su período norteño como en su estadía en Buenos Aires. La última hoja oficialista fue El Americano, un periódico furiosamente directorial y antifederal redactado por Pedro Feliciano Cavia.272 La literatura anterior a las Invasiones Inglesas, por ejemplo las obras de teatro y poemas de Manuel José de Lavardén, se inscribían en la corriente neoclásica, con un marcado gusto por temas prerrománticos.273 La situación cambió completamente al producirse la victoria bélica, y súbitamente los temas patrióticos dominaron toda expresión artística. Sin abandonar el estilo neoclásico, poetas como Esteban de Luca y Vicente López y Planes publicaron decenas de obras dedicadas a los triunfos patrios, tanto antes como después de la Revolución de Mayo.274 Estos dos autores compitieron por la oficialización de sus obras como la Marcha Patriótica oficial en la época de la


Asamblea Constituyente, obteniendo el triunfo el actual Himno Nacional Argentino, de López.275 La historiografía tuvo una primera aparición con el Ensayo de la Historia civil del Paraguay, Buenos Aires y el Tucumán, del Deán Funes, aparecido en 1816 y 1817.276 La Iglesia Católica y la Revolución

El obispo de Buenos Aires,Benito Lué, fue un destacado enemigo de la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

La Iglesia Católica —la única religión permitida durante el período colonial— estaba regida por el Patronato de Indias, que permitía a la corona controlar toda actividad religiosa por medio del nombramiento de los obispos y administraba sus ingresos, en particular los diezmos. Fuera de esta institución, en la práctica, la Corona apenas podía controlar la instalación de órdenes religiosas, que mantenían una fuerte autonomía local; a su vez, los obispos controlaban la provisión de cargos eclesiásticos en las parroquias más importantes, mientras los cargos secundarios y las parroquias menores y capillas eran controladas por los cabildos eclesiásticos.277 Éstos tenían un alto grado de autonomía, especialmente porque eran los que gobernaban


las diócesis durante las vacancias producidas por las muertes de los obispos; vacancias que solían ser muy largas, por las necesarias tardanzas provocadas por la distancia con la Corte.278 279 En la actual Argentina había tres diócesis: las de Córdoba, Buenos Aires y Salta, todas ellas dependientes de la Arquidiócesis de Charcas.280 En las provincias de la actual Argentina, el estallido de la Revolución de Mayo fue apoyado por la mayor parte del clero secular,n. 13 mientras las órdenes religiosas dividieron su lealtad entre los independentistas y los realistas.281 En el Alto Perú, en cambio, la mayor parte del clero —aunque una parte importante de los curas de las poblaciones rurales fueron independentistas— se pronunciaron por la causa del Rey. En gran parte, esta opción fue causada por la torpe conducta del Ejército del Norte durante la primera expedición a esa región, cuyos oficiales ofendieron el sentimiento religioso con actos de naturaleza anticlerical o al menos por su falta de cuidado en el respeto a las expresiones religiosas tradicionales.282 Aún cuando se vieron obligados a declamar lealtad a las instituciones revolucionarias, los tres obispos de las diócesis "de abajo" eran considerados realistas. El obispo de Buenos Aires, Benito Lué, se había manifestado en contra del desplazamiento del virrey Cisneros; en consecuencia, se le prohibió predicar en su propia catedral.283 El de Córdoba, Rodrigo de Orellana, había sido un destacado dirigente de


la Contrarrevolución de Córdoba, por lo que fue confinado lejos de su sede;284 similar suerte corrió el de Salta, Nicolás Videla del Pino.285 Lué y Videla del Pino fallecieron durante el período,286 287 y Orellana huyó a España.284 El apoyo del Papa a la restauración absolutista hizo imposible volver a cubrir esos cargos, lo cual permitió a los gobiernos —a través del control de los cabildos catedralicios— cubrir las vacantes con provisores de los obispados de lealtad probada a la nueva nación.288 Con el tiempo, este antecedente llevaría a los posteriores gobiernos rioplatenses a reclamar por el regalismo, es decir, el control estatal de la actividad de la Iglesia.289 Por su parte, las órdenes religiosas, incomunicadas con sus superiores en España o en Roma, debieron organizar su propia jerarquía para el nuevo país, controlados además por las autoridades nacionales en sus actividades políticas. Los curas enemigos de la Revolución —y todos los de origen español peninsular— fueron fuertemente limitados en sus atribuciones por el gobierno; muchos huyeron a España o fueron expulsados, y otros abandonaron los hábitos.290 Sumados todos estos procesos a la desorganización religiosa que limitaba el ordenamiento de nuevos sacerdotes y la disminución de los ingresos eclesiásticos,n. 14 llevaron a una notoria disminución en el número de sacerdotes y religiosos; algunos conventos que en años anteriores habían sido servidos por decenas de frailes estaban prácticamente desiertos a inicios de


la década del 20, y muchos curatos permanecieron vacantes por largos períodos.291 La incorporación de ideas políticas y culturales nuevas conllevó la disminución de la piedad tradicional en sectores de los grupos dirigentes.292 Muy particularmente, la aparición de la masonería resultó en la difusión de ideas filosóficas que contradecían las doctrinas de la Iglesia; si bien la mayoría de los masones no se manifestaron abiertamente anticlericales, claramente los aspectos piadosos y disciplinarios de la religión católica le eran indiferentes.293 El nacimiento de la política

Más que los cabildos, el vínculo entre las instituciones coloniales y la instauración de las autoridades revolucionarias fueron loscabildos abiertos. En la imagen, el cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 en Buenos Aires.

Los enfrentamientos intestinos y las guerras civiles obedecían a la falta de acuerdos previos en los conceptos políticos más elementales.294 En efecto, desde la Revolución el único acuerdo generalizado entre dirigentes y facciones fue la necesidad de no volver a la situación política previa. En esencia, en la independencia.295


Aún así, también fueron consideradas otras posibilidades, planteados en misiones diplomáticas enviadas por los gobiernos rioplatenses, como la dependencia de otra potencia que no fuera España,296 o la dependencia del rey español bajo una constitución que limitara el absolutismo. No obstante, esos proyectos no tuvieron apoyo alguno.297 Antes de la Revolución había habido administración pública, pero no política en el sentido moderno del término.298 Los funcionarios coloniales gobernaban en nombre la autoridad absoluta del Rey de España, y los cabildos se formaban por cooptación dentro de las clases sociales dominantes; no actuaban en representación de los vecinos, sino que eran considerados una selección de los funcionarios más capaces para ejercer ciertas esferas imprescindibles de administración pública local.299 Al proclamar que gobernaban en nombre de los pueblos, los gobiernos posteriores a la Revolución se veían obligados a definir en qué consistían los conceptos pueblos, pueblo, soberanía, libertad, igualdad, etc.300 301 Quienes discordaban con las definiciones establecidas por los gobiernos se convertían en adversarios políticos, y la falta de definición previa de las reglas de juego políticas llevaba sistemáticamente a la acción política al campo de las conspiraciones, las revoluciones y los enfrentamientos bélicos.302 En definitiva, la discusión central era sobre quién era el depositario de los derechos reasumidos tras la ruptura del orden político colonial.301 n. 15


En efecto, los grupos de pensamiento elitista sostenían que el pueblo estaba formado por un grupo restringido de ciudadanos y que, aún entre sus miembros, no todos debían tener acceso a la acción política —es decir, a elegir y ser elegidos. Por su parte, los sectores más democráticos sostenían un concepto de pueblo mucho más amplio, que involucraba a la mayoría de la población y en el cual todos sus miembros eran electores y elegibles.301 Algunos grupos extendían el concepto de igualdad a la totalidad de los hombres, incluyendo en ellos a los indígenas y los esclavos; tal fue el caso de los artiguistas.303 Este tipo de discusiones generó divisiones dentro de los grupos dirigentes de cada ciudad, siendo especialmente notables los enfrentamientos en Buenos Aires, que adquirieron trascendencia nacional.304 La retroversión de la soberanía a los pueblos con que se había justificado la Revolución305 abría el interrogante sobre quiénes eran esos pueblos: si las ciudades principales, si todas las ciudades, si se incluían a las villas, o si también se incluía a la población rural. Por otro lado, existía una discusión sobre la soberanía fraccionada en unidades menores o unificada en una sola nación soberana.306 La situación especial de la ciudad de Buenos Aires, que reclamaba para sí una primacía sobre las demás ciudades en los cuerpos colegiados nacionales por encima de su representación numérica, y pretendía además ejercer un tutelaje sobre ciertas comunidades imposibilitadas por razones bélicas —o por su supuesta inferioridad de ejercer la capacidad


electiva— la enfrentaba a las comunidades que creían tener los mismos derechos que la capital.304 En definitiva, la ambición porteña de imponer su guía a las provincias subordinadas era consecuencia de una visión localista, que predominaba en todas las ciudades y provincias, con la gran diferencia de que Buenos Aires tenía la posibilidad de reclamar la imposición de su localismo a todo el país subordinado a ella. 307 Sobre esas discusiones giró la base ideológica del enfrentamiento entre unitarios y federales.308 Pero, además, en el conflicto entre unitarios y federales se superponían las discusiones sobre la formación del pueblo soberano y la organización centralizada o centrípeta. A lo largo de la década siguiente se le sumarán la defensa de intereses económicos y personales, para luego complicarse aún más con enfrentamientos acerca de doctrinas económicas y tendencias culturales. A todo ello se suma la tendencia de sus dirigentes y propagandistas a simplificar la identidad de sus aliados y la de sus enemigos bajo rótulos que simularan una homogeneidad que no existía más que en los deseos de sus publicistas. Esas intrincadas combinaciones —incluso dejando de lado los casos conocidos de cambios de bando— tornan imposible definir con exactitud quiénes formaban parte cada uno de los dos partidos que dominarían la política durante medio siglo.309 Muchos de estos conflictos ideológicos se irían resolviendo con mucha lentitud a lo largo de la mayor parte del siglo XIX. Sólo la experiencia política de los grupos dirigentes y de los dirigidos —


que había sido poco menos que nula a lo largo de la década de la independencia— y los acuerdos entre posiciones enfrentadas llevarían a fines del siglo XIX a una organización constitucional estable.310 No obstante, el pleno desarrollo del concepto de igualdad aún llevaría muchas décadas más,311 y posiblemente algunas de estas discusiones no han sido aún plenamente resueltas.312 313 La administración de justicia[editar]

La Real Audiencia de Buenos Aires —reemplazados sus miembros contrarrevolucionarios por Vicente Anastasio Echevarría, José Darregueira y Pedro Medrano— continuó ejerciendo las funciones judiciales durante el período de la Junta de Gobierno, y la justicia en primera instancia seguía siendo ejercida por los cabildos. Con excepción de los escasos cambios en la legislación aportados por la Asamblea y el Congreso, también la jurisprudencia utilizada era la legislación colonial, aunque en algunos casos se utilizó un criterio novedoso en su aplicación. Los sucesivos reglamentos políticos y de justicia se esforzaron en separar el Poder Judicial del Ejecutivo, limitándose en muchos casos las funciones de los cabildos a ejercer meramente como tribunales judiciales, dejando de lado sus funciones políticas y edilicias.314 En enero de 1812, el Primer Triunvirato disolvió la Real Audiencia, reemplazándola por una Cámara de Apelaciones de cinco miembros, que duraban dos años en sus cargos. La innovación principal fue la asignación de funciones judiciales a los Alcaldes


de Hermandad, que antes ejercían solamente funciones policiales, en las zonas rurales. También se creaba la institución de Alzada para la administración de justicia en las provincias, formada por el gobernador y un conjuez nombrado por cada una de las partes para cada juicio. Por último, se establecía una Comisión de Justicia, para llevar adelante juicios sumarísimos en caso de delitos contra la propiedad o la vida.315 Todas estas instituciones fortalecían la dependencia política de la justicia respecto del gobierno.316 La Asamblea General Constituyente y los primeros Directores Supremos no parecen haberle dado especial importancia al Poder Judicial, dándole una mayor independencia de hecho. El Estatuto Provisional de 1815 confirmó la existencia de la Cámara de Apelaciones, a la que agregó la creación de un Tribunal de Recursos Extraordinarios de Segunda Suplicación, Nulidad e Injusticia Notoria en cada caso que se presentaran recursos de tercera instancia;314 aunque se insistía en la independencia de la justicia,317 este tribunal era formado por cinco letrados, nombrados por el Director del Estado.314 Se hicieron algunos avances en cuanto a la garantía de defensa en juicio, y se confirmó la aplicación de la legislación indiana a las causas civiles y criminales.318 Tras la Declaración de la Independencia, el Reglamento Provisorio de diciembre de 1817 confirmaba las instituciones judiciales ya establecidas.319 Sin perjuicio de insistir en la independencia de los poderes, el Director del Estado podía


remover a los jueces por razones políticas, con la única condición de informar de las causas al Congreso. También se reservaba la facultad de suspender sentencias, especialmente en los juicios que comprometían fondos del Estado.314 La Alta Corte de Justicia cuya formación sancionó la Constitución de 1819 nunca llegó a formarse.314 En definitiva, aunque el principio de separación de poderes se enunció como un cambio fundamental respecto del sistema colonial, nunca llegó a ser aplicado en totalidad. La dependencia del Poder Judicial respecto del Ejecutivo fue la norma a lo largo de todo el período.320 Los militares en el centro de la escena[editar]

La Guerra de la Independencia Argentina llevó a los militares al centro de la escena política durante el período de la Independencia. Las guerras civilesconservarían para este sector una importancia crucial durante gran parte del siglo XIX.


Desde la creación de los cuerpos de milicia locales tras las Invasiones Inglesas, la importancia política de los militares ganó rápidamente un lugar privilegiado en la política porteña.321 Su actuación durante la Asonada de Álzaga y la Revolución de Mayo contribuyó a llevar a los oficiales a ser árbitros en cada situación conflictiva.322 El golpe militar de octubre de 1812, que terminó con el Primer Triunvirato, fue el primero de los actos por los cuales el Ejército —no en apoyo de una movilización popular o elitista, sino por sí mismo— derribó un gobierno nacional.323 Ya desde la época de la Primera Junta, los funcionarios nombrados como gobernadores y tenientes de gobernadores en las provincias y ciudades del interior fueron, en su gran mayoría, jefes militares.324 Con pocas excepciones, cuando éstos fueron desplazados por líderes locales, quienes tomaron el control también fueron jefes militares.325 El Ejército insumía la mayor parte de los ingresos públicos, 326 y la solución de sus problemas de aprovisionamiento, enrolamiento y disciplina consumía las energías de los organismos administrativos. De modo que el Ejército llegó a tener una importancia muy superior a la de cualquier otra organización o estamento social.327 Desde 1815, todos los directores supremos y casi todos los gobernadores fueron militares.324 La crisis causada por el no reconocimiento de la independencia fue solucionada por vía militar, y sólo muy accesoriamente por medios diplomáticos;75también las insurrecciones políticas en el interior


del país se saldaron con medidas militares. Si unas pocas veces las negociaciones políticas entre fracciones fueron discutidas en lugar de generar enfrentamientos armados, los negociadores tenían en vista sus posiciones militares relativas durante las mismas; cada vez que el gobierno central se consideró suficientemente fuerte como para aplastar a sus enemigos internos, ignoró o violó los acuerdos de paz. 328 Desde los principios mismos de la Revolución, los jóvenes encontraron en la carrera militar una fuente de aventuras, de prestigio y de realización personal, además de sentirse impulsados a servir a la defensa de su Patria. 329 De modo que el Ejército no tuvo problemas en reclutar oficiales en cantidad suficiente, y un porcentaje muy alto de los jóvenes de clase media ingresaron al mismo.330 En contraste, entre las clases bajas el enrolamiento se produjo mayoritariamente contra la voluntad de los afectados. También una alta proporción de los hombres jóvenes de origen humilde fue enrolada en los ejércitos y milicias.331 332 Los oficiales de las milicias respaldaban su posición económica y política con las tropas de su mando, que les era personalmente leal a cambio de la solución de sus problemas personales y la influencia que sus jefes podían ejercer en favor de los subordinados. 333 Por antiguas normativas, los habitantes de las ciudades estaban obligados a prestar servicios militares, y fue este grupo el que formó los primeros ejércitos que marcharon a frentes de combate lejanos. Pero esas mismas normas establecían también que los


miembros de las milicias locales no podían ser obligados a trasladarse lejos de su ciudad, con lo cual lograron el traspaso de la obligación de marchar al frente a los milicianos rurales, cuyos servicios no estaban limitados geográficamente. 334 Por otro lado, los oficiales urbanos tenían una fuerte tendencia a proteger en cierta medida a los "cívicos" a sus órdenes, que le servían de fuente de prestigio.335 La relativa paz que existió con los indígenas en este período336 facilitó la movilización de los gauchos a frentes lejanos, y la creciente importancia de la caballería hizo que fueran considerados soldados muy valiosos por su experiencia en el manejo de caballos.337 Los problemas para movilizar soldados para los ejércitos fueron solucionados, en parte, con la movilización de los esclavos negros, a los que se manumitía a cambio del servicio militar. El servicio militar de los negros era, en la práctica, de duración indeterminada, de modo que el sistema no significó, por sí mismo, una modificación sustancial del número de negros libertos en la sociedad civil.338 En cambio, sí resultó en un debilitamiento de todo el sistema servil, que fue desmontado en gran medida en la primera década independiente: la proporción de esclavos en la población total disminuyó muy aceleradamente, y pocas décadas después ya no habría casi esclavos en las Provincias Unidas.339 La economía en torno a 1820

La apertura al libre comercio, moderadamente iniciada por el virrey Cisneros340 y firmemente sostenida por todos los gobiernos


independientes,341 tendría, a largo plazo, un efecto generalizado en todo el territorio del ex virreinato.342 No obstante, a corto plazo, el efecto directo no fue mucho más allá de los límites de la provincia de Buenos Aires y laBanda Oriental. El resto del país quedó atado a los circuitos comerciales previos, centrados en los mercados de consumo locales y la dependencia de los mercados del Alto Perú, de Chile, e incluso del Paraguay.343 Los circuitos comerciales tradicionales quedaron muy pronto dislocados: la pérdida del Alto Perú privó al Río de la Plata de su principal mercado consumidor y de la región productora de metales preciosos. Las economías del interior quedaron aisladas, y sus sectores mercantiles dejaron de cumplir el rol vinculante entre Buenos Aires y el Alto Perú. Desde el punto de vista económico, Córdoba había estado más ligada por su comercio al Alto Perú y a Cuyo que a Buenos Aires. Cuyo, a su vez, estaba más cerca de Santiago de Chile que de la capital, y en general todas las provincias del norte dependían desde todo punto de vista al Alto Perú.344 A medida que las provincias del interior comenzaron a sentir los efectos de la apertura al comercio mundial, se pronunciaron en contra de la misma, ya que perjudicaba sus economías internas. El proceso revolucionario no pudo contener las tensiones que el poder borbónico había mantenido oculto. Durante muchos años, las provincias del interior habían tolerado el centralismo de Buenos Aires sustentado en la legitimidad del Rey, pero ahora, su


desaparición eliminaba todas las razones para que ese malestar no saliera a la luz.345 En cambio, en Buenos Aires y la Banda Oriental el comercio transatlántico generó una rápida expansión de la ganadería vacuna. La misma tenía, no obstante, un serio obstáculo en la falta de trabajadores, acentuada por la incorporación de los hombres en edad laboral a los ejércitos patrios.346 La falta de brazos para la ganadería se solucionó en parte con un proceso de migración interna desde las provincias del noroeste, que no habría de detenerse en adelante.347 A pedido de los productores ganaderos, se acentuó la presión — que se había iniciado durante el virreinato— sobre los "vagos y malentretenidos", que eran incorporados a las filas del ejército si no probaban estar empleados por algún empleados conocido por medio de la llamada papeleta de conchabo; si bien las razones esgrimidas eran principalmente morales, el objetivo central era forzar a la numerosa población campesina itinerante a emplearse al servicio de los propietarios.348 No obstante, la falta de mano de obra siguió siendo un problema crónico, llevando a los propietarios a competir entre ellos por la misma, lo que causó un rápido aumento de los salarios.349 Junto a la baja en los precios de productos de primera necesidad, este aumento de salarios generó una evidente mejora en las condiciones materiales de vida de los gauchos, en medida muy similar al efecto que tuvo en las ciudades.350


Hacia fines del período de la independencia, la economía de las provincias interiores estaba devastada por los efectos de la guerra de independencia, de las guerras civiles y del cierre de los mercados tradicionales.351 En contraste, la economía porteña —y, aunque bajo el poder portugués, también la oriental— sentía los efectos benéficos de la apertura comercial.352 La aparición de los saladeros marcó el inicio del ciclo del tasajo y del cuero.353 Pero, aún en las regiones más dinámicas, la situación económica del país era muy débil: casi no tenía industrias, y las artesanías estaban en retroceso ante la competencia europea,354 principalmente británicas. De modo que se desarrolló una relación de dependencia económica de Gran Bretaña, que a corto plazo se convirtió en el principal comprador y vendedor de las Provincias Unidas.355 El estado debía enfrentar los gastos de una burocracia creciente y de la guerra de independencia;356 los continuos faltantes de fondos fueron solucionado con medios extraordinarios, tales como limitaciones de los gastos en sueldos, contribuciones forzosas y confiscaciones de bienes a los españoles.357 De modo que las finanzas públicas pasaron a depender casi exclusivamente de los impuestos al comercio exterior, una característica que se prolongaría por más de un siglo.358 La presión fiscal ejercida sobre los comerciantes generó una baja generalizada de los niveles de ganancia de los comerciantes más acaudalados, que lentamente abandonaron sus actividades comerciales, invirtiendo


principalmente en tierras dedicadas a la ganadería.359 Su lugar en el comercio exterior fue cubierto por comerciantes británicos. 360 El rápido aumento de la rentabilidad ganadera produjo una cierta disminución de la producción agrícola.361 A esto se sumó un movimiento de presión por parte de los ganaderos para extender los límites de la ganadería, ganando tierras sobre la frontera con los indígenas para incorporarlas a la ganadería.362 Los avances sobre territorios indígenas en el sur serían una característica predominante en las décadas siguientes.363

Notas[editar] 1. Volver arriba↑ Se marca el límite entre Córdoba y la Intendencia

de Cuyo, creada en noviembre de 1813, pero no entre Salta y la Intendencia de San Miguel de Tucumán, creada en octubre de 1814; de ello se deduce que la información refiere al período entre esas dos fechas. 2. Volver arriba↑ El pueblo de que se habla era el que se

consideraba tal en esa época; es decir, la "parte sana y principal" de la población. 3. Volver arriba↑ Exactamente el mismo día en que eran ejecutados

los líderes paceños se disolvía la Junta Central en Sevilla. 4. Volver arriba↑ Ruiz Moreno, en Campañas militares argentinas,

la llama "batalla de la Soberanía". 5. Volver arriba↑ Sin embargo, sí estaban representadas las

ciudades y villas altoperuanas que habían elegido sus diputados durante la tercera expedición de Ejército del Norte: Charcas, Chichas yMizque.


6. Volver arriba↑ Pueyrredón era diputado por la ciudad de San

Luis; si bien era nacido en Buenos Aires y allí residía, había estado desterrado en San Luis tras la caída del Primer Triunvirato, del que había sido vocal. 7. Volver arriba↑ La iniciativa de agregar estas palabras perteneció

al diputado Pedro Medrano; aparentemente se debía a las suspicacias con que eran recibidas por la opinión pública las negociaciones con Portugal, ya que se temía que se quisiera reemplazar una dependencia colonial de España por una dependencia de otra potencia. 8. Volver arriba↑ Córdoba tuvo cuatro diputados en 1816, tres en

1817 y dos en 1818 y 1819. 9. Volver arriba↑ Dado que la isla estaba en manos españolas y

Dorrego era muy conocido por los absolutistas españoles, la deportación equivalía a una sentencia de muerte. 10. Volver arriba↑ Pueyrredón es recordado especialmente por la

ayuda que dio al ejército con que San Martín libertó Chile. Éste tenía 5.400 hombres, de los cuales casi 1.000 chilenos: había menos argentinos intentando liberar Chile que intentando someter a Santa Fe. 11. Volver arriba↑ No podría cumplir ninguno de sus dos objetivos: la

mayor parte permanecería en Córdoba, donde aseguraría el acceso de Bustos al gobierno provincial y su conservación en el mismo; el resto continuaría su viaje hacia Santiago del Estero, donde se disolvería en sucesivas guerras civiles. 12. Volver arriba↑ Sólo en 1821 nacieron las provincias de San

Juan, Mendoza, San Luis, La Rioja y Santiago del Estero; al año siguiente surgiría Catamarca. Jujuy debería esperar hasta 1834.


13. Volver arriba↑ Hubo numerosos casos de curas que apoyaron la

Revolución por interés; por ejemplo, en la esperanza de obtener prebendas del gobierno. 14. Volver arriba↑ Los sucesivos gobiernos echaron mano a los

recursos económicos de la Iglesia durante las sucesivas crisis de la guerra de independencia. Esto fue aún más notorio en varias provincias que debieron llevar adelante la guerra civil, especialmente en el bando federal. 15. Volver arriba↑ También estaba en discusión quién tenía derecho

a hacer valer su opinión, un concepto que —aunque en la actualidad parezca equivalente a la cuestión del depositario de los derechos políticos— en esa época era una cuestión distinta: no todos los ciudadanos con derechos políticos podían ejercerlos en la práctica. Citando solamente el caso más evidente, nadie consideró seriamente otorgar a las mujeres el derecho a votar o a ser elegidas.

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Se conoce como el surgimiento del Estado Argentino al período de la historia de la Argentina durante el cual la autoridad de la monarquía española llega a su fin en elvirreinato del Río de la Plata, el cual se disgrega en diversas unidades políticas y se produce la conformación jurídico-política de lo que hoy es la República Argentina. Con el primer antecedente en las invasiones inglesas, este proceso se inicia propiamente con la Revolución de Mayo y culmina con la sanción de la Constitución Nacional en 1853.

Índice [ocultar]


1 Invasiones inglesas

2 Revolución de Mayo o

2.1 La Semana de Mayo 3 Primera Junta

 o

3.1 Medidas frente a la Contrarrevolución

o

3.2 Situación interna

o

3.3 Alejamiento de Moreno

o

3.4 La Revolución en las Provincias 4 La Junta Grande (1810-1811)

 o

4.1 Frentes de la Guerra por la Independencia

o

4.2 Transformación del Gobierno 5 El Primer Triunvirato (1811-1812)

 o

5.1 Desarrollo de la Guerra por la Independencia

o

5.2 Logia Lautaro

o

5.3 Revolución del 8 de octubre de 1812 6 El Segundo Triunvirato (1812-1814)

 o

6.1 Desarrollo de la Guerra

7 Asamblea General Constituyente de 1813 (1813-1815)

8 Directorio de Posadas (1814-1815) o

8.1 Rebelión del Ejército del Norte


8.2 Inicio de las guerras civiles

o

9 Directorio de Alvear (enero-abril de 1815)

9.1 Sitio de Montevideo, Artigas y la Liga de los Pueblos

o

Libres o

9.2 Caída de Alvear 10 Situación de las provincias unidas hacia 1815

 o

10.1 El Litoral: Liga de los Pueblos Libres

o

10.2 Directorio de Antonio González Balcarce

o

10.3 El Norte, continuación de la guerra por la Independencia

o

10.4 Córdoba

o

10.5 Cuyo

11 Campaña de San Martín en América

12 Declaración de la Independencia (1816) o

12.1 El Problema de la Organización del Estado

13 Directorio de Pueyrredón (1816-1819)

14 La batalla de Cepeda (1820)

o

14.1 El corto gobierno de José Rondeau

o

14.2 Reanudación de la Guerra

o

14.3 La Batalla de Cepeda 15 La Guerra Civil


16 1820: Autonomías Provinciales e intentos de organización

17 Gobierno de Martín Rodríguez (1820–1824)

18 Gobierno de Juan Gregorio de Las Heras (1824-1826) 18.1 El Congreso General (1824-1827)

o

19 Presidencia de Rivadavia (1826-1827)

 o

19.1 Guerra Del Brasil

o

19.2 Renuncia de Rivadavia 20 Dorrego gobernador de Buenos Aires (1827-1828)

20.1 Paz con el Brasil

o

21 Golpe unitario y reanudación de la guerra civil (1828-1829)

 o

21.1 Guerra en el litoral: Lavalle contra López y Rosas

o

21.2 Campaña en el interior: Paz contra Bustos y Quiroga

o

21.3 Pactos de Cañuelas y Barracas: fin de la crisis porteña

22 Gobierno provisional de Viamonte

23 Etapa rosista (1829-1852) 23.1 Primer gobierno de Rosas (1829-1832)

o 

23.1.1 Primeras medidas

23.1.2 Liga unitaria y Liga federal

23.1.3 Pacto federal

23.1.4 Guerra entre las Ligas Unitarias y Federales


23.2 Transición política (1832-1835)

o

23.2.1 Gobierno de Balcarce

 

23.2.1.1 Expedición al desierto

23.2.1.2 Revolución de los restauradores 23.2.2 Gobierno de Viamonte y Maza (1833-1835)

23.2.2.1 Guerra civil en el Norte y asesinato de

Quiroga 

23.2.2.2 Rosas gobernador con la suma del poder público 23.3 Segundo gobierno de Rosas (1835-1852)

o 

23.3.1 Características del gobierno rosista

23.3.2 Confederación Argentina

23.3.3 Generación del ‘37

23.3.4 Ocupación de las Islas Malvinas

23.3.5 Bloqueo francés (1838-1840)

23.3.6 Bloqueo anglo-francés (1845-1850)

23.3.7 Conflictos externos

23.3.8 Situación interna y levantamientos antirosistas 23.3.9 Gran Alianza y Batalla de Caseros: Fin del

Rosismo 

24 Véase también


25 Referencias

26 Enlaces externos

Invasiones inglesas[editar] Artículo principal: Invasiones inglesas En 1806 se produjo la primera de las invasiones inglesas. El 25 de junio de ese año una fuerza de aproximadamente mil seiscientos ingleses desembarcó en las costas deQuilmes, en Buenos Aires y avanzó sin oposición hacia el Riachuelo. El 27 de junio las autoridades del virreinato entregaron Buenos Aires a los británicos. El 12 de agosto, una fuerza compuesta por milicianos criollos y un ejército regular acorralaron y vencieron a los ingleses, y el 20 de agosto éstos firmaron la capitulación. Ante la posibilidad de una nueva invasión, se instó al pueblo a organizarse en milicias. En 1807 se produjo la segunda de las invasiones inglesas: el 3 de febrero los británicos tomaron la ciudad de Montevideo, y el 28 de junio desembarcaron otra vez en Buenos Aires. Los ingleses ordenaron el avance de las tropas, pero la defensa de los criollos y la desorganización de los británicos hicieron estragos en las columnas enemigas. Finalmente, el 7 de julio los invasores se rindieron, lo que provocó su retiro del Río de la Plata. Las invasiones inglesas mostraron la resistencia de los criollos y la incapacidad de los españoles para defender a sus colonias, convirtiéndose en uno de los catalizadores de la causa emancipadora en los territorios de la actual Argentina.

Revolución de Mayo[editar] Artículo principal: Revolución de Mayo El 13 de mayo de 1810 llegó a Buenos Aires una fragata comunicando la noticia de que las tropas de Napoleón Bonaparte habían invadido España y apresado al rey Fernando VII. Cuando estas noticias se conocieron en Buenos Aires desencadenaron el proceso revolucionario, no existían autoridades con derecho en América. Consideraron que era la ocasión para independizarse políticamente. Se defendían diciendo que si sus tierras pertenecían al rey de España, y este ya no ejercía como tal en el territorio español, el poder debía pasar a los criollos argentinos. Además, España no pudo intervenir ante esta situación porque al estar ocupada por los franceses, luchaba por su propia independencia. 1

Sin embargo, las causas de la revolución son más profundas y anteriores. Entre éstas se encuentran la debilidad y el desprestigio de la monarquía; el sistema de funcionarios, que favorecía casi exclusivamente a los españoles peninsulares, y la rivalidad entre criollos y peninsulares por ello generada; el monopolio económico de España; la muestra de fuerza de los criollos y la evidencia de la debilidad de las autoridades españolas producto de las Invasiones inglesas; y los movimientos ideológicos del Iluminismo sumado a las ideas de la Revolución francesa.

La Semana de Mayo[editar] Luego de la llegada de las noticias acerca de la caída del rey español, el viernes 18 de mayo de 1810 el grupo revolucionario formado por Juan José Castelli, Manuel Belgrano,Nicolás Rodríguez Peña, Juan José Paso, Antonio Luis Beruti y otros sostuvieron reuniones


con Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios, en las que decidieron solicitar una convocatoria a cabildo abierto. El 20 de mayo el virrey del Virreinato del Río de la Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros, se reunió en el fuerte con los jefes militares para saber si contaba con su apoyo. Sin embargo, éstos se mostraron partidarios de la convocatoria a cabildo abierto. Finalmente, sin apoyo militar, el 21 el Virrey autoriza el cabildo abierto para el día siguiente.

El Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810. El cabildo abierto del día 22 de mayo, celebrado en el edificio del cabildo de Buenos Aires, tuvo como tema fundamental la legitimidad o no del gobierno español y la autoridad del Virrey. Se enfrentaron dos posiciones: la de Castelli y Paso, revolucionaria, y la del ObispoBenito Lué y el fiscal Villota, conservadora. Los revolucionarios sostenían la teoría de la retroversión de la soberanía, que reconocía que, desaparecido el legítimo monarca, el poder volvía al pueblo y éste tenía derecho a formar un nuevo gobierno. Luego de la votación se decidió la destitución del Cisneros y el día 23 se comunicó al pueblo el cese del Virrey. El 24 de mayo se formó una Junta Provisional Gubernativa, integrada por: Baltasar Hidalgo de Cisneros (Presidente y comandante de armas) y los vocales: Cornelio Saavedra, Juan José Castelli, Juan Nepomuceno Solá y José Incháurregui. Al enterarse el pueblo de que Cisneros era el presidente mostró su descontento y finalmente Saavedra y Castelli renunciaron, seguidos por los demás vocales. El 25 de mayo de 1810 el Cabildo se reunió dispuesto a rechazar la renuncia de los miembros de la Junta; pero los revolucionarios proclamaron que esa Junta era nula. Cisneros renunció y una diputación se presentó en el Cabildo para requerir la formación de una nueva junta presidida por Cornelio Saavedra. El Cabildo exigió que la petición se hiciera por escrito. Horas más tarde la diputación presentó el documento llamado la Petición del Pueblo en el cual los “vecinos, comandantes y oficiales” en nombre del pueblo, reasumieron la soberanía delegada en el Cabildo y exigieron que se diera a conocer la formación de una Junta de Gobierno integrada por: Presidente 

Cornelio Saavedra (Comandante del Regimiento de Patricios)

Secretarios 

Dr. Juan José Paso (abogado)

Dr. Mariano Moreno (abogado)


Vocales 

Dr. Manuel Alberti (sacerdote)

Miguel de Azcuénaga (militar)

Dr. Manuel Belgrano (abogado)

Dr. Juan José Castelli (abogado)

Domingo Matheu (comerciante)

Juan Larrea (comerciante) Además, se dispuso el envío de una expedición de quinientos hombres para auxiliar a las provincias del interior argentino. El Cabildo exigió la ratificación del pedido por parte del pueblo reunido en la plaza. Los revolucionarios amenazaron entonces con recurrir a las armas, con lo cual los cabildantes debieron acceder y nombrar a la nueva junta, conformándose entonces la Junta Provisional Gubernativa o Primera Junta.

Primera Junta[editar] Artículo principal: Primera Junta La Junta Provisional Gubernativa, o Primera Junta, juró en la tarde del 25 de mayo de 1810. Su formación marcó el comienzo del ejercicio del poder por parte de los criollos, prescindiendo de las autoridades existentes en España. El resto de la organización virreinal siguió intacta: audiencias, gobernadores, intendentes y cabildo permanecían en sus funciones. La Junta envió una circular a las provincias solicitando la designación de representantes para unírseles. El 28 de mayo la Junta dictó su propio reglamento. Lasmilicias fueron transformadas en regimientos regulares, dando origen al ejército de la revolución.

Medidas frente a la Contrarrevolución[editar] Los funcionarios españoles se resistieron al desplazamiento de Cisneros. Surgió así el problema de la contrarrevolución. En Buenos Aires los principales núcleos de oposición fueron la Audiencia, el Cabildo y el ex virrey. La Audiencia no reconoció a la Junta. Ésta dispuso, en junio de 1810, la detención de Cisneros y de los miembros de la Audiencia y su embarque hacia España. El Cabildo continuó en la oposición, hasta que sus integrantes fueron reemplazados por partidarios de la revolución. En el Interior, las autoridades de los cabildos de Corrientes, Mendoza, Provincia de Misiones (Cabildo de Yapeyú) y Tarija reconocieron la proclama de La Primera Junta mientras que los cabildos de Córdoba, Potosí, Cochabamba, La Paz, Chuquisaca, Asunción y Montevideo desconocieron el poder de la Junta Gubernativa. Se organizaron movimientos contrarrevolucionarios, el más peligroso por su cercanía de Buenos Aires fue el de Córdoba que, dirigido


por Liniers, estableció contactos con las autoridades alto peruanas y reunió fuerzas para resistir. La Junta trató de disuadir a los complotados, al no lograrlo recurrió a la acción armada y a los castigos ejemplares. La medida más controvertida fue el fusilamiento de los contrarrevolucionarios de Córdoba, ejecutada durante la Primera Campaña al Alto Perú. Tres campañas militares se organizaron para terminar con la oposición de los funcionarios españoles: Campaña al Interior y al Alto Perú (18101811); Campaña del Paraguay (1811) y la Campaña a la Banda Oriental (18111812).

Situación interna[editar] A medida que la revolución se consolidaba, Mariano Moreno señalaba la necesidad de la reunión de un congreso general de los pueblos para la organización definitiva del Estado. Este proyecto que aspiraba a la organización constitucional (basándose en la soberanía popular) contaba con el apoyo de Belgrano, Castelli, Paso, Larrea, Azcuénaga y de la juventud porteña, conformándose el grupo “morenista”. Sin embargo, amplios sectores de la sociedad adoptaron una posición más moderada, postergando la definición sobre la forma de gobierno. Este grupo ha sido denominado moderado o “saavedrista”, porque lo encabezaba Saavedra, el presidente de la Primera Junta, y contaba con el apoyo de los cuerpos militares. Las tensiones entre ambos grupos crecieron cuando Moreno presentó un proyecto para reservar los honores a la Junta, eliminando los destinados al presidente. Las ciudades del interior, cumpliendo lo dispuesto en la circular del 27 de mayo, enviaron sus representantes a la capital, para ser incorporados a la Junta. Gregorio Funes, diputado de Córdoba, lideró el grupo. Moreno se opuso a integrarlos a la Junta, consideraba que debían formar el Congreso General de los pueblos para sancionar la constitución y establecer la forma definitiva de gobierno. Advertía que aumentar el número de integrantes del ejecutivo atentaría contra la unidad de criterio y la rapidez de la toma de decisiones.

Alejamiento de Moreno[editar] Finalmente, se decidió votar la incorporación de los diputados del interior. Lo hizo en primer lugar el presidente a favor de la integración por razones de “conveniencia pública”. Su voto fue seguido por el resto de los vocales con excepción de Paso. Mariano Moreno consideró que la decisión era contraria al bien general del Estado, aceptó la voluntad de la mayoría y presentó su renuncia, que no fue aceptada. Posteriormente, se le encomendó realizar gestiones en el exterior, pero murió en ultramar. Finalmente, los diputados fueron integrados y se constituyó la Junta Grande.

La Revolución en las Provincias[editar] 

'Superintendencia de Buenos Aires


El reconocimiento de la Junta se hizo rápidamente en la Provincia de Santa Fe, Concepción del Uruguay, Gualeguay, Gualeguaychú, y la Provincia de Corrientes. 

'Gobernación intendencia de Córdoba del Tucumán

Córdoba, capital de intendencia y punto clave de las comunicaciones con el Alto Perú y Chile, fue centro de la reacción contrarrevolucionaria organizada por el gobernador intendente, el obispo y el ex virrey Liniers; sin embargo, el pueblo no los apoyó. Ante el avance de las fuerzas revolucionarias, los contrarrevolucionarios se dispersaron; la Junta nombró gobernador intendente a Juan Martín de Pueyrredón. Dados los sucesos de Córdoba, La Rioja decidió reconocer la Junta. En Mendoza, las autoridades rechazaron la Junta; no obstante, el Cabildo, de mayoría criolla, bregó por el reconocimiento. San Juan y San Luis también reconocieron a la Junta. 

Gobernación intendencia de Salta del Tucumán

En Salta se disponían a acatar a la Junta, pero la rebelión del Alto Perú fortaleció al grupo contrarrevolucionario. Finalmente, el gobernador-intendente Feliciano Chiclana se hizo cargo de la situación con apoyo del ejército revolucionario. El Cabildo de Tarija fue uno de los primeros en adherir a la Revolución de Mayo, pero su territorio fue pronto reocupado, parcialmente, por los "realistas". La situación de Jujuy era comprometida por el temor a la intervención de las fuerzas del Alto Perú; pero con el avance de las fuerzas revolucionarias se juró a la Junta. Catamarca reconoció a la Junta y ayudó al ejército revolucionario con hombres, armas y animales. Tucumán también juró y colaboró con el ejército auxiliar del Norte. En Santiago del Estero hubo cierta tensión entre los partidarios y los opositores de la revolución, sin embargo, se decidió acatar a la Junta.

La Junta Grande (1810-1811)[editar] Artículo principal: Junta Grande Con la integración de los diputados del interior por orden de ésta, la Primera Junta se transformó en la Junta Grande, constituyéndose el primer gobierno con representación nacional el 18 de diciembre de 1810. Sin embargo, el excesivo número de sus miembros y las múltiples tendencias internas dieron lentitud a sus tareas. La juventud porteña, seguidora de las ideas de Mariano Moreno, insistía en la necesidad de un congreso general que sancionara la constitución y abordara el tema de la independencia. Estos jóvenes organizaron la Sociedad Patriótica para difundir sus principios.

Frentes de la Guerra por la Independencia[editar] Artículo principal: Guerra de Independencia de la Argentina La guerra iniciada contra los funcionarios españoles que no reconocían el nuevo gobierno se extendió, principalmente al mando de Manuel Belgrano, al Alto Perú, el Paraguay y la Banda Oriental y luego, mediante accionar naval a puntos tan


remotos como California o, con el Plan Continental llevado a cabo por José de San Martín a Chile, logró libertar aPerú y llegó en su accionar hasta los territorios de la actual República de Ecuador. 

En el Alto Perú las fuerzas revolucionarias, enviadas por la Primera Junta, obtuvieron la victoria de Suipacha (7 de noviembre de 1810) liberaron Potosí y expandieron la revolución en la región. Sin embargo, el triunfo no pudo mantenerse, el ejército español recibió refuerzos del Perú y logró vencer en Huaqui (20 de junio de 1811). Los revolucionarios debieron retirarse hasta Jujuy y los absolutistas recuperaron la región.

En el Paraguay una expedición dirigida por Belgrano debía lograr el reconocimiento del gobierno de Buenos Aires. Las fuerzas porteñas fueron derrotadas en Paraguarí (9 de enero de 1811) y Tacuarí (9 de marzo de 1811). No obstante, el 14 de mayo de 1811 estalló en Asunción una revolución liderada por liberales que destituyó al gobernador y estableció una Junta local. Belgrano logró una Confederación paraguayo-rioplatense, pero la contumaz actitud de los centralistas en la ciudad de Buenos Aires provocaron desacuerdos con el gobierno de Buenos Aires e impusieron una política aislacionista que mantuvo al Paraguay al margen de la guerra por la independencia, la dictadura establecida en Paraguay ante el centralismo porteño rechazó la Confederación en el año 1813.

En la Banda Oriental estalló una insurrección de la población rural contra las autoridades españolas de Montevideo. El movimiento cobró fuerza bajo la jefatura de José Gervasio Artigas.

El gobierno de Buenos Aires decidió el envío de fuerzas que, junto con los orientales, vencieron en Las Piedras a las tropas de Francisco Javier de Elío (gobernador realista deMontevideo) y pusieron sitio a Montevideo en junio de 1811. Sin embargo, la ciudad estaba perfectamente amurallada y resistió. La flota española dominó el río y bloqueó el puerto de Buenos Aires.

Transformación del Gobierno[editar] A mediados de 1811 la situación militar se tornó desfavorable. La derrota de las fuerzas revolucionarias en Huaqui dejó el Alto Perú en manos enemigas e interrumpió el comercio con Potosí. La Junta decidió enviar a Saavedra al Norte para reorganizar el ejército y frenar la posible invasión española; el gobierno quedó así sin su principal autoridad. En la Banda Oriental, el ejército revolucionario había puesto sitio a Montevideo. Elío, designado virrey del Río de la Plata, contaba con la flota de Montevideo, con la cual dominaba los ríos y bloqueaba Buenos Aires.


En este contexto, se decidió el 8 de septiembre de 1811 la creación de un Ejecutivo de tres miembros, responsables ante la Junta.

El Primer Triunvirato (1811-1812)[editar] Artículo principal: Primer Triunvirato (Argentina) El Primer Triunvirato asumió el 23 de septiembre de 1811, integrado por Feliciano Chiclana, Juan José Paso y Manuel de Sarratea, con Bernardino Rivadavia, José Julián Pérez yVicente López y Planes como secretarios. La Junta Conservadora se abocó a la tarea de elaborar un documento para establecer las atribuciones de cada poder y el funcionamiento del gobierno, redactando el 22 de octubre de 1811 un Reglamento de división de poderes. El Poder Ejecutivo se delegaba en el Triunvirato, que respondía ante la Junta Conservadora. El Triunvirato disolvió esta Junta por considerar que ella se reservaba excesivos poderes, dejó sin efecto el Reglamento Orgánico, lo reemplazó por un Estatuto provisional y asumió la totalidad del gobierno. En diciembre de 1811 estalló un golpe contra el Triunvirato y tropas del gobierno lo reprimieron. El Triunvirato suprimió las juntas provinciales, demostrando su tendencia centralista. También postergó la definición del tema de la independencia y la Constitución.

Desarrollo de la Guerra por la Independencia[editar] El Triunvirato mantuvo la política de aparentar fidelidad a Fernando VII, aunque la guerra continuó. En el Norte una invasión de fuerzas absolutistas fue vencida en Tucumán porBelgrano, quien había desobedecido órdenes que lo obligaban a retroceder hasta Córdoba. En el Litoral, fuerzas portuguesas avanzaron sobre la Banda Oriental, en apoyo de los realistas de Montevideo. El Triunvirato decidió negociar un armisticio el 20 de octubre de 1811, mediante el que puso fin al sitio de Montevideo y tanto las tropas de Buenos Aires como las portuguesas se retirarían de la Banda Oriental. Artigas rechazó el acuerdo y se trasladó con gran parte de la población oriental al Campamento de Ayuí, episodio conocido como el éxodo del pueblo oriental.

Logia Lautaro[editar] La Logia Lautaro era una sociedad secreta, integrada por un grupo de jóvenes americanos, con la finalidad de luchar por la independencia y la organización constitucional de América. La Logia matriz residía en Buenos Aires y estaba presidida por Carlos María de Alvear.

Revolución del 8 de octubre de 1812[editar] Finalmente, la Logia decidió dar un golpe de fuerza. Movilizó a las tropas exigiendo una renovación de los miembros del gobierno y la Sociedad Patriótica (quien en un principio apoyaba al gobierno, pero luego comenzó a criticarlo) recurrió a las peticiones públicas y a la movilización de vecinos. El 8 de octubre de 1812 la Logia Lautaro, no conforme con la postura conservadora del gobierno, organizó un movimiento que lo derrocó y formó el Segundo Triunvirato con personas de su confianza.

El Segundo Triunvirato (1812-1814)[editar] Artículo principal: Segundo Triunvirato


El nuevo gobierno, integrado por Nicolás Rodríguez Peña, Antonio Álvarez Jonte y Juan José Paso asumió el 8 de octubre de 1812. Su disposición más importante fue la convocatoria a la Asamblea General Constituyente de 1813.

Desarrollo de la Guerra[editar] El triunvirato ordenó la reanudación del sitio de Montevideo, lo que provocó un enfrentamiento con Artigas. En el Norte apoyó con auxilios a Belgrano, quien recuperó el territorio después de la victoria de Salta (20 de febrero de 1813) e inició la segunda campaña al Alto Perú, recuperando las provincias norteñas y alto peruanas.

Asamblea General Constituyente de 1813 (1813-1815) [editar]

Artículo principal: Asamblea del Año XIII La Asamblea se formó por disposición del Segundo Triunvirato, asumiendo el ejercicio de la soberanía y la representación de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Desarrolló una obra legislativa tendiente a reafirmar la soberanía del Estado, tomando medidas como el reemplazo del sello real y el escudo de armas por uno propio; aprobó una única Marcha Nacional y ordenó la acuñación de monedas con los símbolos del nuevo Estado. Por otra parte, prohibió el uso de tormentos, suprimió los títulos de noblezas, abolió el Tribunal de Inquisición, declaró la libertad de vientres (es decir, que los hijos de esclavos pasaban a ser libres), entre otras medidas. También reorganizó el Poder Judicial y en su sesión del 27 de febrero de 1813 aprobó el Estatuto del Supremo Poder Ejecutivo, mediante el cual se organizó el Poder Ejecutivo y se fijaron sus facultades, reemplazando en esa forma al Estatuto Provisional de 1811. La Asamblea tuvo que resistir divisiones internas. Las tropas anglo españolas estaban logrando la recuperación de la península y la liberación de Fernando VII era previsible. Una posición encabezada por Alvear sostenía la necesidad de negociar con Fernando VII. Proponía postergar la declaración de la Independencia y la definición de la forma de gobierno y apoyaban el centralismo. Esta posición fue la que finalmente predominó. San Martín lideraba la otra posición, proponía declarar la Independencia, reorganizar el ejército y combatir a los españoles. Era también centralista, pero estaba dispuesto a negociar con los caudillos locales de las provincias. Artigas, caudillo de la Banda Oriental, organizó un Congreso en 1813. En éste se decidió reconocer a la Asamblea y enviar seis diputados, pero con instrucciones específicas. Estas eran de un proyecto político diferente al de Buenos Aires. Respondían a los principios de Independencia, federalismo y república en lo político; libertad de comercio e igualdad de puertos en lo económico. Querían que el gobierno central estuviera fuera de Buenos Aires y que los gobiernos locales conservaran el derecho a su propia administración. Los diputados orientales fueron rechazados por no haber sido elegidos en la forma establecida en el decreto de convocatoria. Si bien formalmente esta razón era aceptable, en realidad respondía a diferencias políticas y a cierto temor por la formación de un bloque opositor a los seguidores de Alvear. A principios del año


siguiente, esas desavenencias llevarían a la primera de las guerras civiles argentinas.

Directorio de Posadas (1814-1815)[editar]

Gervasio Antonio de Posadas, primer Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata Ante la liberación de Fernando VII y la derrota de la Segunda Campaña al Alto Perú en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma se fue acentuando la necesidad de un sistema que obrase con energía y se impusiese a los peligros internos y externos. El Triunvirato solicitó a la Asamblea la concentración del Poder Ejecutivo. En enero de 1814, la Asamblea dispuso la creación del cargo de Director Supremo, que ejercería el Poder Ejecutivo, duraría dos años en su cargo y sería elegido por la Asamblea. Para ejercer el puesto fue designado Gervasio Antonio de Posadas, quién asumió el 31 de enero de 1814. Posadas gobernó en circunstancias muy difíciles: la derrota de las fuerzas revolucionarias, la restauración de Fernando VII en el trono y la preparación de una expedición española para recuperar sus colonias. Posadas designó a San Martín jefe del Ejército del Norte en reemplazo deManuel Belgrano, derrotado en la Segunda Campaña al Alto Perú. Mientras, Martín Miguel de Güemes pudo detener la invasión realista mediante la guerra de guerrillas. Para evitar el envío de la proyectada expedición española al Río de la Plata era vital tomar el puerto de Montevideo. El Directorio dispuso la creación de una escuadra, que bajo la jefatura de Guillermo Brown logró derrotar a la flota española en El Buceo y bloquear el puerto de Montevideo. Reforzó el Ejército de Operaciones que sitiaba la plaza y lo puso bajo el mando de Alvear; Montevideo capituló en junio de 1814. Con el objetivo de lograr apoyos externos para la revolución, envió una misión integrada por Belgrano y Rivadavia a Río de Janeiro, Londres y Madrid.

Rebelión del Ejército del Norte[editar] Con las fuerzas recobradas al levantar el sitio en Montevideo, Alvear proyectó reforzar el Ejército del Norte e iniciar una ofensiva sobre el Alto Perú. Posadas lo designó jefe de ese cuerpo desplazando a Rondeau, quien había asumido por renuncia de San Martín.


La oficialidad se sublevó y decidió sostener a Rondeau, lo cual llevó a Posadas a renunciar. Alvear, en viaje al Norte, regresó a la capital y exigió a la Asamblea la implantación de una dictadura.

Inicio de las guerras civiles[editar] Artículo principal: Guerra Civil Argentina Como resultado de las desinteligencias del gobierno con Artigas, éste se retiró del sitio de Montevideo en enero de 1814, poco antes del ascenso de Posadas al gobierno. Esto inició el largo período de las guerras civiles argentinas, con la guerra entre Artigas y el Directorio. Como resultado de las acciones de los caudillos federales, pocas semanas más tarde, éstos controlaban las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones, además de buena parte del interior de la Banda Oriental. Posadas respondíó declarando la creación de las provincias de Entre Ríos y Corrientes, pero sin ninguna autonomía, que era lo que pretendían los federales. La respuesta fue el recrudecimiento de la guerra civil.

Directorio de Alvear (enero-abril de 1815)[editar] La Asamblea designó a Alvear director supremo con amplios poderes. Contaba, además, con el apoyo de la logia y de un poderoso ejército acantonado en la capital. Sin embargo, su autoridad fue desconocida en las provincias del interior. El breve período de su gobierno se caracterizó por el despotismo. Decidido a mantenerse por la fuerza dispuso la pena de muerte para quien se opusiese a su autoridad o formulase críticas a su gobierno. Envió a Manuel José García en misión secreta a Río de Janeiro para solicitar el protectorado británico.

Sitio de Montevideo, Artigas y la Liga de los Pueblos Libres[editar] En enero de 1815, en la Banda Oriental, las fuerzas de Buenos Aires que ocupaban Montevideo fueron derrotadas en Guayabos por los artiguistas. Alvear decidió negociar y envió a Herrera en misión ante Artigas, el caudillo oriental, quien exigió la entrega de Montevideo. Alvear accedió. Las fuerzas porteñas se retiraron llevándose las armas y el tesoro. Las negociaciones proponían la Independencia de la Banda Oriental y la provincia de Entre Ríos tomando como línea divisoria el Paraná. Artigas rechazó las propuestas, ya que sus propósitos no incluían la Independencia de una parte de las Provincias Unidas, sino su organización bajo el sistema federal. En los primeros meses de 1815, el poder de Artigas se extendía por las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, la Banda Oriental, Misiones y Córdoba, conformando una alianza, llamada la Liga de los Pueblos Libres, dispuesta a marchar sobre Buenos Aires.

Caída de Alvear[editar] Para terminar con Artigas, Alvear decidió enfrentarlo, disponiendo el avance del ejército sobre Santa Fe. La vanguardia se sublevó, exigiendo la renuncia del director y el fin de la guerra fratricida. Alvear renunció al cargo de director pero conservó el mando militar. El pueblo de Buenos Aires se movilizó. El Cabildo exigió la renuncia de Alvear a todos sus cargos y declaró la caducidad de los poderes de los diputados de la Asamblea,


originando su disolución. Alvear se dispuso a resistir y sitiar la ciudad. La mediación del comandante de la fragatainglesa Haspur logró su renuncia. Electores nombrados por los vecinos de Buenos Aires y su Cabildo designaron director supremo, con carácter provisorio, a José Rondeau, jefe del Ejército del Norte. La renuncia de Alvear significó un cambio fundamental en lo político: la revolución volvió a tomar el camino hacia la Independencia.

Situación de las provincias unidas hacia 1815[editar] Como consecuencia de la revolución de 1815, Ignacio Álvarez Thomas fue elegido director supremo en reemplazo de Rondeau. La decisión fue bien recibida por los pueblos del interior. Para evitar una nueva dictadura, el Cabildo de Buenos Aires designó una Junta de Observación. Un Estatuto provisional de 1815 estableció que la Junta de Observación ejerciera el Poder Legislativo y fiscalizaría al Ejecutivo. Este sería ejercido por un director que duraría un año en su cargo. El Estatuto Provisional autorizaba al director de Estado a convocar un Congreso Constituyente que se reuniría en la ciudad de Tucumán.

El Litoral: Liga de los Pueblos Libres[editar] En gran parte del Litoral argentino, esto es: en la Mesopotamia y en la provincia de Santa Fe, Artigas ejercía la jefatura de la federalista Unión de los Pueblos Libres dentro de las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero no había podido lograr una organización política estable. Después de la revolución de 1815 se manifestó dispuesto a tomar medidas conducentes a la unión y la paz. Convocó a un Congreso en Arroyo de la China: el Congreso de Oriente, con el objetivo de establecer la posición de los pueblos (en especial, las provincias) frente a la política del gobierno centralista de la ciudad de Buenos Aires; es de notar que el Congreso de Oriente fue el primero -antes que el de Tucumán- que declaró la independencia de Argentina ante todo poder extranjero. Álvarez Thomas envió una delegación ante Artigas para gestionar la paz. Las negociaciones fracasaron y el gobierno central resolvió el envío de una expedición para recuperar su autoridad sobre Santa Fe. Cuando las fuerzas porteñas ocuparon la ciudad, los pobladores reaccionaron; el teniente Estanislao López venció a los centralistas y recuperó la capital; Mariano Vera fue elegido gobernador. El director Álvarez Thomas envió una nueva fuerza, al mando de Manuel Belgrano, quien decidió negociar para evitar la guerra. Las gestiones estuvieron a cargo de Eustoquio Díaz Vélez, el cual, excediendo sus instrucciones a fin de evitar una guerra civil, firmó el Pacto de Santo Tomé (9 de abril de 1815), que disponía la destitución del director Álvarez Thomas y la de Belgrano en la jefatura del ejército.

Directorio de Antonio González Balcarce[editar] Álvarez Thomas renunció. La Junta de Observación designó director supremo al brigadier Antonio González Balcarce, con autoridad solo sobre Buenos Aires, mientras el Congreso, reunido en Tucumán, elegía al director de Estado definitivo. Un nuevo grupo político opositor surgió en la capital: el federalismo porteño, que propuso la transformación de Buenos Aires en una provincia. Sus jefes fueron Dorrego, Soler y Agrelo.


Por entonces, los portugueses del Imperio del Brasil invadieron la Banda Oriental sin que el director tomara medidas para impedirlo. Los federales porteños lo acusaron de complicidad y González Balcarce debió renunciar. El Cabildo designó una comisión para gobernar hasta la llegada del director elegido en Tucumán. El ejército de observación desconoció las nuevas autoridades e inició operaciones sobre Santa Fe; Artigas quedó entre dos frentes: Los portugueses al Este y las fuerzas de Buenos Aires al Oeste. Convencido de la complicidad entre ambos, rechazó las negociaciones y buscó poner fin al poder del gobierno de Buenos Aires. Las provincias del Litoral, separadas de las Provincias Unidas, no enviaron representantes al Congreso Nacional de Tucumán.

El Norte, continuación de la guerra por la Independencia [editar] La Tercera Campaña al Alto Perú dirigida por Rondeau, terminó en el desastre de Sipe Sipe. El Alto Perú quedó definitivamente en manos españolas y los realistas empezaron a preparar una nueva ofensiva. En ese peligroso momento, estalló un conflicto entre dos jefes criollos: Güemes, representante del localismo porteño y José Rondeau, jefe del Ejército del Norte. Estaban en juego la autoridad y la dirección de la guerra en esa región del país. Güemes, desplazado de la vanguardia del Ejército del Norte durante la Tercera Campaña al Alto Perú, se retiró a su provincia, Salta, donde tomó las armas del ejército nacional para organizar la defensa de su provincia, haciéndose nombrar gobernador. A su regreso del Alto Perú, Rondeau lo enfrentó, pero aunque tomó la ciudad de Salta no logró vencerlo. El Congreso de Tucumán consiguió solucionar el conflicto: reconoció la autoridad de Güemes, le encomendó la defensa de la frontera Norte y ordenó el retiro del ejército hacia Tucumán. El caudillo norteño se transformó en un aliado del gobierno central y pilar de la Guerra de la Independencia en la frontera Norte. Tucumán, elegida sede del Congreso Nacional y del Ejército del Norte, fue otro de los puntos de apoyo del gobierno nacional. En La Rioja y Santiago del Estero, el federalismo originó movimientos contra las autoridades que fueron sofocados, siguiendo órdenes del Congreso, por el Ejército del Norte.

Córdoba[editar] Por su ubicación, Córdoba tuvo una posición de nexo entre el Norte y el Litoral, entre Buenos Aires y las provincias del Interior. La opinión de la provincia estaba dividida entre los que reconocían el protectorado de Artigas y entre quienes sostenían la necesidad de mantener la unidad nacional. Finalmente, se decidió el envío de diputados al Congreso de Tucumán.

Cuyo[editar] San Martín, gobernador de la región de Cuyo, fue el principal impulsor del Congreso. Mientras elaboraba el proyecto de guerra continental a los españoles, exigió la reunión del Congreso General de los Pueblos, la declaración de la Independencia y la organización constitucional.

Campaña de San Martín en América[editar]


Tras 1812, las victoriosas batallas que Manuel Belgrano libró en Tucumán y Salta, aseguraron el éxito de la independencia, y promovieron que José Gervasio Artigas, reuniera un primer Congreso de la Independencia argentina en Arroyo de la China (actual Concepción del Uruguay) en marzo y abril de 1815. Las campañas militares lideradas por el general José de San Martín y Simón Bolívar entre 1814 y 1817 incrementaron las esperanzas de independencia de España, que fue declarada finalmente en Tucumán el 9 de julio de 1816. El desorden reinaba en las provincias de la actual Argentina. En 1820, José de San Martín preparaba un ejército destinado a liberar Chile y Perú declarando su independencia. El 26 de junio de 1822 celebró la histórica reunión con Simón Bolívar.

Declaración de la Independencia (1816)[editar]

La Casa de Tucumán, donde se declaró la independencia Artículo principal: Declaración de independencia de la Argentina El Congreso de Tucumán, reunido con el objetivo de declarar la independencia, inició sus sesiones el 24 de marzo de 1816. En él participaron representantes de las provincias que admitían la autoridad del Directorio; es decir, no estaban representadas las de la Liga Federal ni las ocupadas por los realistas. El Congreso Nacional tomó como primera medida la elección de un Director Supremo capaz de mantener el orden y restaurar la autoridad central. Era importante que este hombre fuera apoyado tanto por el interior como por la capital, para evitar conflictos y divisiones. Finalmente fue elegidoJuan Martín de Pueyrredón, hombre aceptado tanto por las provincias como por Buenos Aires. La consolidación de la unión Nacional fue otro de los objetivos del Congreso, por lo que se dispuso la intervención del ejército en las provincias en que se manifestaban movimientos localistas. Finalmente, la Declaración de independencia de la Argentina se concretó públicamente en la sesión del 9 de julio de 1816. El secretario Juan José Paso leyó la proposición y preguntó a los diputados si querían: “Que las provincias de la Unión sean una Nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli”. Los diputados la aprobaron por aclamación y luego individualmente.


Se fijó la fórmula de juramento y se ordenó que en todos los lugares de las Provincias Unidas se procediese a proclamar y jurar la Independencia. Debían hacerlo las autoridades, el ejército, las corporaciones y el pueblo. La Independencia significó la voluntad de la Nación de asumir su soberanía y conducir sus destinos y fue un paso fundamental para organizar el Estado Nacional. Además, el retiro de las restricciones mercantilistas impuestas por España, y la reducción del coste del transporte, provocó un cambio significativo en los precios de los bienes exportables e importables, ya que los precios locales convergieron hacia los precios internacionales. También aumentó la producción de bienes exportables y la oferta de productos que competían con los bienes importados bajo. Los beneficios del capital y de la tierra aumentaron y los salarios bajaron debido a que los bienes exportables eran capital y tierra intensivos, y los bienes que se importaban trabajo intensivos. 2

El día 19 de julio el diputado Pedro Medrano propuso agregar al texto del acta, a continuación de la propuesta de emancipación, “de los reyes de España, sus sucesores y metrópoli”, la expresión “y de toda otra dominación extranjera”. Su propósito era desvirtuar los rumores de un acuerdo con los portugueses para establecer un protectorado lusitano. La propuesta fue aprobada por unanimidad. El 25 de julio el Congreso decidió la oficialización de la bandera celeste y blanca, en el rango de bandera menor sin el sol de Mayo. Siendo la Bandera Argentina mayor, durante mucho tiempo llamada de ceremonias, la que fue aprobada el 25 de febrero de 1818, incorporándose el sol en el centro de la franja blanca (desde 1984 la Bandera Argentina con el Sol de Mayo en su centro es la única oficial de Argentina).

El Problema de la Organización del Estado[editar] Si bien siempre habían existido, al declararse la independencia y hacerse patente el hecho de que era necesario organizar el país, se plantearon dos posturas con respecto a la organización de la América Española: la Americanista y la Localista. La posición Americanista proponía la unión entre los pueblos de la América hispana; sus objetivos eran unir fuerzas para terminar con las guerras de independencia y organizar un sistema político estable que garantizase la unión. La posición localista defendía a la unión de los hombres con una ciudad o región; y temían que una unión que abarcase tantos países y tanto terreno demorase la recuperación y organización regional. Los localistas temían perder poder o fuerza con esta integración. Rivadavia era uno de los principales representantes de esta posición. También surgió el problema de la forma de gobierno; entre las distintas opciones había un sector que defendía la monarquía constitucional por considerarla un sistema estable que garantizaba el orden y los derechos de los hombres. Belgrano propuso establecer una monarquía constitucional que recayese en un descendiente de los Incas; si bien el proyecto fue bien recibido por representantes del Alto Perú y ciudades norteñas y contaba con el apoyo de San Martín y de Güemes, los hombres de Bs. As. se manifestaron en contra, ante la posibilidad de perder su posición hegemónica. Los representantes de Buenos Aires propusieron ofrecer la corona a un príncipe europeo. El más despectivo de tales diputados ante la entronización de un rey quechua fueTomás de Anchorena, diputado por Buenos Aires, que no obstante defendió el sistema federal.


A comienzos de 1817, el Congreso se trasladó a Buenos Aires y postergó el tratamiento de la forma de gobierno, pero los planes monárquicos continuaron en el seno del mismo.

Directorio de Pueyrredón (1816-1819)[editar] Artículo principal: Directorio de Pueyrredón El Congreso Nacional nombró Director a Juan Martín de Pueyrredón en mayo de 1816. El principal objetivo de este fue la realización de la expedición libertadora a Chile y Perú, para lo cual dispuso la creación del Ejército de los Andes, nombrando a San Martín general en jefe. Pueyrredón se abstuvo de intervenir en Entre Ríos y Santa Fe, pero a medida que el poder de Artigas comenzó a declinar por las derrotas ante los portugueses, se puso en contacto con caudillos menores, dispuestos a separarse. Con el objetivo de restablecer la autoridad de Buenos Aires, dispuso el envío de expediciones. En Entre Ríos, FranciscoRamírez, lugarteniente de Artigas, derrotó a las fuerzas porteñas; la invasión a Santa Fe fue neutralizada por Estanislao López. Finalmente se firmó una tregua, el Armisticio de San Lorenzo. Las tropas nacionales evacuaron las dos provincias; Santa Fe aseguró el tránsito entre Bs. As. y el interior por su territorio. Este acuerdo implicaba el reconocimiento de la autonomía santafesina. Pueyrredón fue duramente criticado por tolerar la invasión portuguesa a la Banda Oriental, por el destierro de los jefes del partido federal porteño y por la constitución centralista de 1819. Finalmente, Pueyrredón renuncia en junio de 1819, siendo el director de Estado de acción más trascendente. Luego de su renuncia, asumió José Rondeau.

La batalla de Cepeda (1820)[editar] Artículo principal: Batalla de Cepeda El corto gobierno de José Rondeau[editar] El Congreso nombró a José Rondeau director de Estado; su autoridad no fue acatada por las provincias. Artigas, derrotado por los portugueses en la Banda Oriental, instaba a sus aliados del Litoral a atacar a Buenos Aires, derrocar al Directorio y lograr el nombramiento de autoridades dispuestas a combatir a los portugueses.

Reanudación de la Guerra[editar] En octubre de 1819, un convoy de carretas con armas que se dirigía de Buenos Aires a Córdoba fue interceptado por los santafesinos, con lo que se violaba el Armisticio de San Lorenzo. La guerra se reanudaba. Rondeau, dispuesto a sostenerse por la fuerza de las armas, ordenó a los ejércitos nacionales que bajasen al Litoral para hacer frente a los caudillos que se aprestaban a atacar la Capital. El Ejército de los Andes, instalado en Chile, preparaba la expedición al Perú. Frente a la orden del gobierno nacional, San Martín decidió desobedecer y mantener el objetivo inicial de la lucha: la independencia. Sin embargo, dispuso el


envío de una división del Regimiento Número 1 de Cazadores de los Andes, que se sublevó al llegar a San Juan

La Batalla de Cepeda[editar] Las autoridades nacionales habían perdido poder, agotadas en la lucha por la independencia y en los enfrentamientos internos contra los pueblos partidarios de la federación. Las fuerzas federales, comandadas por los caudillos Estanislao López y Francisco Ramírez se aprestaron a invadir a Buenos Aires, no conformes con la constitución y la política centralista del gobierno, su posición ante la invasión portuguesa a la Banda Oriental y el destierro de los jefes federales. El 1 de febrero de 1820 se libró la batalla de Cepeda, donde la caballería directorial se desbandó ante la primera carga de los federales. Los caudillos marcharon sobre Buenos Aires y el pánico se apoderó de la ciudad. Sin embargo, acamparon en sus inmediaciones e iniciaron negociaciones con el Cabildo, exigiendo la disolución del gobierno nacional y el establecimiento de un gobierno representativo de la voluntad popular. Las fuerzas porteñas apoyaron lo solicitado y el Cabildo tuvo que ceder. El 11 de febrero de 1820 cesó el Directorio. Terminó el centralismo y los planes monárquicos se desvanecieron. Al tiempo de la Batalla de Cepeda, el proceso de disgregación territorial se acentuó: el Alto Perú quedó en manos de los españoles; el Paraguay siguió su política independiente y la Banda Oriental continuaba en manos de los lusobrasileños.

La Guerra Civil[editar] Las luchas entre las provincias surgidas a partir del desmembramiento del antiguo Virreinato se sucedieron por más de cuarenta años. Los caudillos provinciales dominaron el mapa político a mediados del Siglo XIX y manejaban sus reductos con ejército propio. Tenían motivaciones unos contra otros, que se distinguían según la bandería política que perseguían, unos en el Unitarismo y otros en el Federalismo. La mayoría de éstos no eran militares sino civiles y otros, grandes hacendados, con mucho poder económico comoJuan Manuel de Rosas y Justo José de Urquiza.

1820: Autonomías Provinciales e intentos de organización[editar] Artículo principal: Situación de las provincias argentinas desde 1820 Luego de la batalla de la Cepeda el estado nacional se disolvió y todas las provincias iniciaron un período llamado de “autonomías provinciales”, en el cual cada provincia se autogobernó, eligiendo su propia constitución, leyes, etc. En la década del ‘20 casi todas las provincias proclamaron su autonomía. Buenos Aires: Después de Cepeda fue elegido gobernador Manuel de Sarratea, en febrero de 1820. Sarratea firmó el Tratado del Pilar (febrero de 1820), para asegurar la Paz entre las provincias que lucharon en Cepeda (Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe), entre otras cosas.


Luego de un corto período de virtual anarquía en Buenos Aires, fue elegido gobernador Martín Rodríguez, que contaba con el apoyo de los propietarios rurales de la campaña y de la clase media-alta y alta de la ciudad. Rodríguez contaba con “el lleno de las facultades”, con las cuales pudo devolverle el orden a la ciudad. Rodríguez también firmó elTratado de Benegas (noviembre de 1820), para asegurar la paz con Santa Fe, a cambio de 25.000 cabezas de ganado como indemnización por los gastos de la guerra. Ver: 

Situación de las provincias argentinas desde 1820

Tratado del Pilar

Tratado de Benegas

Tratado del Cuadrilátero

Las Provincias: En esta época la mayoría de ellas declaró su autonomía y sancionó su constitución. Algunas regiones debieron soportar guerras civiles, otras el empobrecimiento causado por las guerras, mientras que otras tuvieron gobiernos que se ocuparon de conservar la paz.

Gobierno de Martín Rodríguez (1820–1824)[editar] Artículo principal: Gobierno de Martín Rodríguez En Buenos Aires fue nombrado gobernador de la provincia Martín Rodríguez en 1820. El objetivo de este gobierno fue el de organizar internamente a Buenos Aires para que creciera como un estado eficiente y rico. La tendencia de este gobierno fue unitaria y uno de sus principales objetivos fue la centralización del poder. Martín Rodríguez nombró secretario de hacienda a García y secretario de Gobierno a Rivadavia; este último elaboro un conjunto de reformas políticas, económicas y culturales para el desarrollo de la provincia. Entre los hechos más importantes se cuentan la aplicación del sistema de enfiteusis|, la creación del banco de descuento, la expansión de la frontera con el indio, la ley de reforma del clero y la supresión de los cabildos. Luego del gobierno de Martín Rodríguez, fue elegido gobernador Juan Gregorio de Las Heras.

Gobierno de Juan Gregorio de Las Heras (1824-1826) [editar] La Junta de Representantes eligió gobernador a Juan Gregorio de Las Heras, destacado militar de la guerra de la independencia pero de limitada capacidad política. El nuevo gobernador pretendió mantener el ministerio anterior, pero Rivadavia decidió viajar a Londres; García asumió las carteras de Gobierno y Hacienda y Fernández de la Cruz mantuvo la de guerra. Durante el gobierno de Las Heras cobraron importancia algunos problemas externos como la guerra del


Brasil y el proceso de secesión del Alto Perú. En el orden interno, el acto más importante del nuevo gobierno fue inaugurar el 16 de diciembre de 1824 un nuevo Congreso Nacional.

El Congreso General (1824-1827)[editar] Artículo principal: Congreso General de 1824 Por iniciativa de Rivadavia, a finales de 1824 se convocó a las provincias a integrar un Congreso General. Las dos obras más relevantes de este Congreso fueron la “Ley Fundamental” y la “Ley de Presidencia”. La primera reconoció la vigencia de las instituciones de cada provincia -hasta la sanción de la Constitución- y creó un Poder Ejecutivo Nacional Provisorio que recaería sobre el gobernador de Buenos Aires. Las Heras, al hacerse cargo del Poder Ejecutivo Provisorio, manifestó su voluntad de respetar los gobiernos locales. La tensión con el Imperio del Brasil planteó la necesidad de, por un lado, un gobierno nacional capaz de conducir el conflicto internacional y tomar decisiones rápidas y, por otro, de un líder que gobierne y una a las provincias. La Ley de Presidencia (sancionada en febrero de 1826) creó un Poder Ejecutivo Nacional Permanente, con el título de Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, designado por el Congreso. Con esta ley sancionada, Rivadavia asumió la presidencia. Meses después, instado por Rivadavia, el Congreso sancionó la Constitución de 1826.

Presidencia de Rivadavia (1826-1827)[editar] Artículo principal: Presidencia de Rivadavia

Bernardino Rivadavia


Rivadavia asumió el gobierno de la Nación por decisión del Congreso General a comienzos de 1826, llevando consigo un proyecto fuertemente centralizador. La Ley de Capitalización establecía que la ciudad y gran parte de la campaña circundante se convertirían en Capital Federal, lo cual generó la fuerte oposición de los federales porteños. Las Heras cesó en el cargo de gobernador por decreto del Poder Ejecutivo; la Junta de Representantes fue disuelta; se nacionalizó el ejército de la provincia, las tierras públicas, la aduana y todas las propiedades provinciales. Diferencias ideológicas y económicas separaron al gobierno de Buenos Aires de los gobiernos provinciales y se formó una oposición encabezada por Bustos y Quiroga.

Guerra Del Brasil[editar] Artículo principal: Guerra del Brasil Desde 1820 Brasil controlaba la Banda Oriental (actual Uruguay), y la recuperación del territorio perdido era una cuenta pendiente de los gobiernos nacionales. La guerra se inició a fines de 1825; cuando una expedición denominada Los Treinta y Tres Orientalesdesembarcó en las costas uruguayas y venció a las fuerzas imperiales. El Congreso Nacional aceptó la reincorporación de la Banda Oriental el 25 de octubre de 1825. Brasil declaró la guerra y las Provincias Unidas respondieron el 1° de enero de 1826. Si bien inicialmente la posición del Imperio del Brasil fue más ventajosa, los rebeldes orientales lograron imponerse. Las fuerzas eran parejas y la guerra se alargaba, transformándose en una carga económica. Luego de que las fuerzas argentinas vencieran en los triunfos parciales de Ombú y Bacacay; obtuvieron el triunfo en Ituzaingó (20 de febrero de 1827), sin embargo, la falta de recursos impidió definir la contienda, tanto por tierra como por mar. Finalmente, Rivadavia envió al ministro Manuel García a gestionar la paz; sin embargo, García firmó un tratado que luego sería conocido como el “tratado deshonroso”, ya que reconocía la soberanía del Imperio sobre la Banda Oriental y se comprometía a pagarle a Brasil una indemnización de guerra. El presidente Rivadavia rechazó el convenio y posteriormente presentó su renuncia. El conflicto continuó hasta 1828 cuando, durante el gobierno de Manuel Dorrego y con la presión de Inglaterra, se llegó a una Convención preliminar de paz, donde se dispuso la independencia de la Banda Oriental y el cese de las hostilidades.

Renuncia de Rivadavia[editar] La Constitución de 1826 (fuertemente centralista), el “tratado deshonroso” de Manuel García que le otorgó la Banda Oriental al Imperio Brasileño y todas las medidas centralistas que tomó, hicieron que Rivadavia renunciara el 27 de junio de 1827. Al renunciar este, el Congreso nombró a Vicente López y Planes como presidente. Este convocó a elecciones y fue elegido Manuel Dorrego como gobernador de Buenos Aires; Vicente López presentó su renuncia y el Congreso decidió, entonces, su disolución. La conducción de la guerra con el Brasil (que en ese entonces no había terminado) y la reunión de una convención nacional se delegó en el gobierno de Buenos Aires.


Dorrego gobernador de Buenos Aires (1827-1828) [editar] Dorrego era un federal porteño con ideas muy democráticas para la época. Durante su gobierno contó con la oposición de los unitarios, las clases altas, los militares y los intelectuales. Durante su gobierno envió misiones a las provincias para restablecer la unidad interior y lograr un acuerdo sobre la organización federal. Se suscribieron Córdoba,Santa Fe y Entre Ríos, las cuales se comprometieron a contribuir en la guerra con el Brasil, reconocer la integridad nacional y a enviar diputados a una Convención Nacional que se reuniría en Santa Fe. La Convención Nacional tenía por objetivo crear un poder ejecutivo interino para manejar las relaciones exteriores, decidir la guerra o la paz y establecer las bases para un Congreso Constituyente. Sin embargo, la Convención -que se reunió en Santa Fe en 1828- no trató los temas propuestos y resultó un fracaso. Se limitó a aprobar la paz con el Brasil sin tomar ninguna medida de trascendencia a escala nacional.

Paz con el Brasil[editar] Dorrego envió a Tomás Guido y Marcos Balcarce a Río de Janeiro; el 27 de agosto de 1828 firmaron la Convención Preliminar de Paz, que reconocía la Independencia de la Banda Oriental. Las consecuencias políticas del tratado para Dorrego fueron nefastas, ya que se lo responsabilizó por pérdida de la Banda Oriental. El partido unitario desató una campaña en la prensa para desprestigiarlo y comenzó a idear una revolución para sacarlo del poder.

Golpe unitario y reanudación de la guerra civil (18281829)[editar] Los unitarios, dirigidos por Agüero, del Carril y Varela, lograron comprometer a dos jóvenes generales del ejército. Uno era Juan Lavalle -porteño- y el otro era José María Paz -cordobés- que había integrado desde su adolescencia el Ejército del Norte. Los planes unitarios consistían en accionar en forma conjunta sobre el país: Lavalle en Buenos Aires y el litoral; Paz en el interior; derrotar a los caudillos e imponer una organización constitucional centralizada. El 1° de diciembre de 1828 estalló el golpe en Buenos Aires, las fuerzas de Lavalle avanzaron sobre el centro de la ciudad. Dorrego, carente de fuerzas, huyó a la campaña y en Cañuelas se reunió con Juan Manuel de Rosas, comandante general de la campaña. Lavalle fue nombrado gobernador al margen de las leyes vigentes. Inmediatamente salió a la campaña y derrotó a Dorrego en Navarro (9 de diciembre de 1828). Rosas se dirigió a Santa Fe, en busca del apoyo de Estanislao López; Dorrego no quiso salir de la provincia, pero traicionado por sus propias fuerzas fue entregado a Lavalle, en el campamento de Navarro. El 13 de diciembre fue fusilado sin juicio previo, por orden del jefe unitario, quien asumió la responsabilidad por el hecho. Lejos de terminar con el federalismo, el asesinato de Dorrego generalizó las guerras civiles.


Guerra en el litoral: Lavalle contra López y Rosas [editar] La Convención Nacional declaró fuera de ley el gobierno de Lavalle. López y Rosas asumieron la jefatura del ejército federal que debía operar en Buenos Aires. Lavalle invadió Santa Fe antes de la organización definitiva de las tropas federales. López, conocedor del terreno, eludió el combate y agotó a las tropas unitarias en marchas y contramarchas, que finalmente debieron regresar a Buenos Aires. López y Rosas salieron en persecución de Lavalle, derrotándolo en Puente de Márquez (26 de abril de 1829), y poniendo sitio a Buenos Aires. Lavalle, reducido a la ciudad, dispuso la prisión de sus enemigos políticos y organizó la defensa mediante el servicio militar obligatorio, aun para los extranjeros. Esta medida provocó un conflicto con el cónsulfrancés y la intervención de la división naval francesa en el Río de la Plata, en defensa de los ciudadanos franceses.

Campaña en el interior: Paz contra Bustos y Quiroga [editar] Paz, al mando del segundo cuerpo de ejército, llegó a comienzos de 1829 y se entrevistó con Lavalle, pero no pudieron acordar una acción conjunta. Siguió camino a Córdoba, venció a Bustos en Hacienda de San Roque (23 de abril de 1829) y marchó sobre la ciudad, donde fue designado gobernador. Quiroga, hombre fuerte del interior, no estaba dispuesto a aceptar la presencia de Paz y del ejército nacional, así que apoyó a Bustos e invadió Córdoba, llegando a tomar la ciudad. Sin embargo, Paz lo venció en La Tablada (22 de junio de 1829), por lo que debió regresar a su provincia para reorganizar sus fuerzas.

Pactos de Cañuelas y Barracas: fin de la crisis porteña [editar] La impopularidad del movimiento unitario comenzó a manifestarse en Buenos Aires. El desorden se apoderó de la administración; el sitio de la ciudad paralizó el comercio e interrumpió las relaciones con el interior. Lavalle, sin fuerzas, buscó una solución negociada. Algunos unitarios, disconformes, emigraron, entre ellos Rivadavia y Agüero. La retirada de López a su provincia para evitar la acción de Paz, dejó al ejército bajo la jefatura de Rosas. Después de algunas mediaciones fracasadas, Lavalle se entrevistó con Rosas en el campamento de éste. Como consecuencia se firmó el Pacto de Cañuelas (24 de junio de 1829), por el cual Lavalle se comprometió a llamar a elecciones para integrar la Junta de Representantes, la que designaría al futuro gobernador. Los unitarios no acataron lo acordado por Lavalle. Fortalecidos por el triunfo de Paz en Córdoba, decidieron presentarse en las elecciones con una lista opositora que triunfó. Lavalle anuló las elecciones y firmó con Rosas el Pacto de Barracas, el 24 de agosto de 1829, por el cual se retiraba del gobierno y se nombraba interinamente a Viamonte, quién debía convocar a nuevas elecciones.

Gobierno provisional de Viamonte[editar] El gobernador Viamonte, federal moderado, estaba decidido a respetar el acuerdo, pero sectores del partido federal, exigieron la restauración de la legislatura disuelta por el golpe de diciembre de 1828. Esta solución, respaldada por Rosas, se impuso.


Viamonte convocó a la legislatura de tiempos de Dorrego, que eligió gobernador a Juan Manuel de Rosas, el 5 de diciembre de 1829, otorgándole facultades extraordinarias e iniciando una nueva etapa en la historia argentina.

Etapa rosista (1829-1852)[editar] Primer gobierno de Rosas (1829-1832)[editar]

Juan Manuel de Rosas, gobernador de la Provincia de Buenos Aires El primer gobierno de Rosas como gobernador de Buenos Aires tuvo lugar de 1829 a 1832. Además de ser gobernador con facultades extraordinarias (es decir que, además de ejercer el poder ejecutivo, podía dictar leyes), tenía el título de Representante de las Relaciones Exteriores del País, es decir que cualquier tratado con otro país, conflicto externo y cualquier acuerdo comercial era decidido y negociado por él.

Primeras medidas[editar] 

Uso obligatorio de la divisa punzó para empleados civiles, militares y eclesiásticos.

Militares y sacerdotes debían tener en sus divisas la frase “federación o muerte”.

Removió de sus cargos a los funcionarios públicos, militares y eclesiásticos sospechosos de ser unitarios.

Censuró periódicos no federales.


Mediante un decreto acusó de rebelión a todos los que participaron de la revolución de Lavalle, castigándolos con detenciones y hasta fusilamientos.

Firmó el pacto federal en 1831 para iniciar la lucha contra la liga unitaria del Gral. Paz.

Redujo el gasto público y expandió la actividad ganadera.

Liga unitaria y Liga federal[editar] Mientras Rosas iniciaba su gobierno en Buenos Aires, el unitario Paz, como gobernador de Córdoba, consolidaba su poder en el interior. El caudillo Quiroga atacó Córdoba en 1830, siendo totalmente derrotado en Oncativo (25 de febrero de 1830). Paz extendió su influencia en el interior. Mediante los tratados del 5 de julio y del 31 de agosto de 1830, las provincias del interior – Córdoba, Tucumán, Salta, Mendoza, San Juan, San Luis, La Rioja, Santiago del Estero y Catamarca- se aliaron integrando una liga ofensiva-defensiva con el propósito de organizar constitucionalmente la Nación mediante un congreso. Se entregaba a Paz el poder militar. Si bien no se hablaba de unitarismo, ese era el sistema político propiciado por su organización; pero a diferencia de las experiencias anteriores, este proyecto tenía su centro en el interior y se oponía a la hegemonía de Buenos Aires, liderada por Rosas. Ante el ascenso de Paz en el interior, Buenos Aires y las provincias del litoral buscaron establecer una alianza. Se creó una Comisión Representativa de los gobiernos del Litoral y se pospuso la convocatoria de un congreso.

Pacto federal[editar] El Pacto Federal se redactó el 4 de enero de 1831, siendo firmado por Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires; Corrientes lo hizo con posterioridad. El Pacto establecía, entre otras cosas, una alianza defensiva-ofensiva, libre tránsito de personas y comercio y la creación de una Comisión Representativa de los gobiernos de las provincias litorales, compuesta por un representante de cada una de ellas, que residiría en Santa Fe. Las atribuciones de la Comisión eran: celebrar tratados de paz, declarar la guerra e invitar a las demás provincias a unirse por medio de un Congreso que organizase la administración general del país bajo el sistema federal. La Comisión declaró la guerra a Paz y nombró a López jefe de las fuerzas que debían enfrentarlo. Después de la guerra, todas las provincias adhirieron al tratado, que se transformó en el documento fundamental de la Confederación Argentina hasta la sanción de la Constitución Nacional.

Guerra entre las Ligas Unitarias y Federales[editar] Las acciones contra Paz se iniciaron simultáneamente en diversos frentes: Quiroga, invadió Córdoba, venció en Río Cuarto, ocupó San Luis y Mendoza y se dirigió a La Rioja.López, a cargo de las fuerzas que debían atacar por el Este, rehuyó el combate a la espera de refuerzos de Buenos Aires. En Santiago del Estero y Salta se produjeron rebeliones contra los gobernadores que respondían a Paz. Para evitar la lucha en dos frentes, Paz decidió atacar a


López y se adelantó con su ejército para presentarle batalla, pero boleado su caballo por una partida santafesina cayó prisionero (11 de mayo de 1831). Desaparecido Paz, Lamadrid quedó al frente de la Liga unitaria. Quiroga lo derrotó en La Ciudadela (4 de noviembre de 1831) y reafirmó su autoridad en el interior. Ibarrarecuperó el gobierno de Santiago del Estero. López y las fuerzas de Buenos Aires entraron en Córdoba. El gobierno de la provincia recayó en José Vicente Reinafé, que respondía a las directivas del gobernador de Santa Fe. La expansión de la influencia política de éste disgustó a Quiroga, que había llevado casi todo el peso de la lucha. Terminada la guerra, el federalismo se impuso en todo el país. Tres hombres ejercieron el poder en distintas zonas: Rosas, López y Quiroga. Luego del triunfo federal, los representantes de Santa Fe y Corrientes creyeron llegado el momento de la organización nacional e invitaron a las provincias a unirse al Pacto Federal. López, que aspiraba a la organización de la República se reunió con Rosas en Rosario (Santa Fe) en octubre de 1831, sin embargo, el gobernador de Buenos Aires dejó claro que consideraba prematura la organización constitucional. Finalmente, Rosas exigió también la disolución de la Comisión Representativa (que cesó en julio de 1832) y sus funciones fueron delegadas a él mismo.

Transición política (1832-1835)[editar] Terminado su período de gobierno el 5 de diciembre de 1832, Rosas fue reelegido sin facultades extraordinarias, por lo que renunció en forma indeclinable.

Gobierno de Balcarce[editar] Ante la renuncia de Rosas, fue elegido gobernador de Buenos Aires Juan Ramón Balcarce. Durante su gobierno se produjo una división en el partido federal porteño, entreapostólicos –partidarios de un gobierno fuerte que apoyara a Rosas- y los cismáticos o doctrinarios –que aspiraban a la organización constitucional de la provincia, evitando la concentración del poder-.

Expedición al desierto[editar] Luego de renunciar y dejarle el gobierno a Balcarce, Rosas emprendió la llamada “campaña al desierto”. Se denominaba “desierto” a los territorios en donde el hombre blanco no ejercía su dominio: territorios ocupados por tribus aborígenes. Entre los objetivos de la campaña se cuentan el incorporar tierras para la ganadería y el acabar con los malones que asolaban la frontera. Finalmente, la columna de Rosas -única que logró sus objetivos- llegó hasta el Río Negro, incorporando 2900 leguas cuadradas de terreno y reduciendo la acción de los indígenas. Por otra parte, Rosas ganó prestigio político y el apoyo de los hacendados y de la población de la campaña.

Revolución de los restauradores[editar] La revolución de los restauradores es el nombre con el que se conoce a un hecho sucedido a fines de 1833 (durante el gobierno de Balcarce) que demostró que a pesar de no estar en el poder, Rosas seguía teniendo una gran influencia. Rosas era conocido como “El restaurador de las leyes”, dado que durante su 1° gobierno había contado con el poder legislativo; pero por otra parte, existía un periódico llamado “El restaurador de las leyes”.


Cuando se le realizó un juicio al diario “El restaurador de las leyes”, la esposa de Rosas, Encarnación Ezcurra, organizó una maniobra para que la gente entienda que el juicio era en realidad contra Rosas, lo que produjo una revuelta popular el 11 de octubre exigiendo la renuncia del gobernador y que Rosas no fuera juzgado. Finalmente, el 3 de noviembre la Legislatura aceptó la renuncia de Balcarce y designó en su reemplazo al general Juan José Viamonte.

Gobierno de Viamonte y Maza (1833-1835)[editar] Viamonte se propuso organizar constitucionalmente a la provincia y llevar una política conciliadora, pero no contó con la aprobación de Rosas y no logró garantizar el orden y la paz interior. Por otra parte, Doña Encarnación organizó la Sociedad Popular Restauradora – organismo integrado por federales apostólicos- con el objeto de apoyar a Rosas. Sus integrantes pertenecían a distintos grupos sociales; la mazorca fue su símbolo y dio nombre al grupo de choque que tuvo a su cargo la intimidación de los enemigos políticos. Los federales doctrinarios comenzaron a emigrar. Un rumor de complot unitario ganó la ciudad. Rivadavia fue expulsado al regresar al país. Viamonte renunció en 1834. Se lo eligió a Rosas gobernador, pero este no aceptó. Finalmente el doctor Manuel Vicente Maza, presidente de la legislatura, asume el poder ejecutivo.

Guerra civil en el Norte y asesinato de Quiroga[editar] Después de la derrota de la Liga Unitaria, Quiroga se estableció en Buenos Aires. Si bien su prestigio se mantuvo, en su ausencia surgieron otros caudillos en el interior y se reanudaron los conflictos interprovinciales. A fines de 1834 estalló la guerra entre Salta y Tucumán. El gobierno de Buenos Aires decidió mediar en virtud del Pacto Federal y envió a Quiroga en misión pacificadora. Reunidos Rosas, Quiroga, y Maza, establecieron las líneas políticas a seguir. La mediación debía desbaratar todo intento de secesión de las provincias norteñas y hacer ver a los pueblos que no era tiempo para la organización nacional. La guerra se definió con el triunfo de Tucumán; el gobernador Latorre, de Salta, fue tomado prisionero y ejecutado. Quiroga, al llegar a Santiago del Estero, reunió al gobernadorIbarra, a Heredia de Tucumán y a José Antonio Moldes, representante de Salta, quienes firmaron un tratado de paz y amistad entre las tres provincias. Al regreso de su misión, una partida, atacó la galera en que viajaba Quiroga y lo asesinó en el paraje denominado Barranco Yaco, jurisdicción de Córdoba, el 16 de febrero de 1835. A nadie escapó que se trataba de un crimen político.

Rosas gobernador con la suma del poder público[editar] La noticia del asesinato de Quiroga conmovió a Buenos Aires. Maza renunció a su cargo. La Junta de Representantes, ante el temor de la anarquía designó a Rosas gobernador con la suma del poder público (además de tener el poder ejecutivo podía intervenir en el legislativo y el judicial) y por un plazo de cinco años.


Segundo gobierno de Rosas (1835-1852)[editar] El 2° gobierno de Rosas abarcó de 1835 a 1852, ya que este era renovado en su cargo cada cinco años, siempre con la suma del poder público. El flamante gobernador realizó una votación en Buenos Aires con el objetivo de saber si el pueblo estaba de acuerdo, o no, con su elección. La votación resultó ampliamente favorable: de 9316 sufragios, solo 4 se manifestaron en contra. 3 Surgió entonces una “dictadura legal”, ya que la concentración de poderes se basaba en una ley de la Junta de Representantes refrendada por el voto de los ciudadanos.

Características del gobierno rosista[editar] 

Política: Rosas restableció el uso de la divisa punzó y persiguió a los enemigos políticos; “La Mazorca” incrementó su acción contra los opositores, muchos de los cuales se vieron obligados a emigrar. Montevideo se convirtió en el centro donde se núcleo la oposición, formada por los antiguos unitarios emigrados en 1829 y los federales cismáticos, que lo hicieron desde 1833 en adelante. A ellos se sumaron los jóvenes de la generación del ’37.

La Junta de Representantes era informada cada año por el Ejecutivo y debía aprobar el presupuesto provincial. Las elecciones para integrar la Legislatura, repetidas anualmente, siempre confirmaban la lista oficial; Rosas era reelegido y se le confería, otra vez, la suma del poder. A su vez, Rosas publicaba el estado de la Hacienda Pública en la Gaceta Mercantil. Numerosos jueces fueron removidos, pero los tribunales de justicia mantuvieron sus atribuciones, aunque Rosas se ocupó personalmente de las causas que consideraba importantes. En esos casos nombraba jueces especiales bajo su dirección. 

Economía: La economía rosista se basó en la expansión de la ganadería y la exportación de productos como cuero, tasajo, cebo y crines. Los saladeros también fueron muy importantes. El gobierno mantuvo a Buenos Aires como puerto y aduana única y no permitió la libre navegación de los ríos. También otorgó subsidios a las provincias. En los últimos años del gobierno de Rosas el comercio exterior fue bueno y se logró a un equilibrio en la balanza comercial. El comercio interior se reactivó.

En 1835 se dictó la Ley de Aduana, que duraría hasta 1852. La ley aumentaba los aranceles de la aduana para que los productos importados suban sus precios y tengan más dificultades al competir con los nacionales. Las finanzas de Buenos Aires estuvieron equilibradas debido a que Rosas impuso un control estricto sobre los gastos y los impuestos. Para controlar los gastos eliminó el presupuesto de educación y sanidad y emitió moneda sin respaldo, que mantuvo gracias a su poder. Durante su segundo gobierno Rosas exigió el pago de la renta de enfiteusis y luego las ofreció en venta. De esta forma, los enfiteutas se convirtieron en férreos opositores hasta alzarse en armas en 1839.


Sociedad: Durante el segundo gobierno de Rosas, el uso del color rojo punzó se hizo muy popular, ya que era símbolo de federalismo y de apoyo al gobernador. El rosismo tomó un carácter telúrico y nacional, opuesto a los ideales europeos de Rivadavia, que careció de respaldo mayoritario. La defensa de la religión católica fue otra de las premisas del gobierno: se reabrieron conventos y se devolvieron a las órdenes religiosas bienes confiscados por la reforma rivadaviana.

El gobierno rosista se caracterizó por contar con un gran apoyo por parte del pueblo: hacendados, comerciantes, viejos militares de tiempos de la Independencia, sectores medios y bajos apoyaron incondicionalmente al “restaurador de las leyes”. Los grandes terratenientes y comerciantes se beneficiaron económicamente con la exclusividad de la aduana porteña y la venta de tierras públicas. En las ciudades, Rosas compartía bailes, fiestas y juegos con los sectores bajos de la sociedad, quienes lo sentían cercano a ellos. Rosas estableció el Paternalismo político, es decir, el generar en las clases bajas el sentimiento de ser un “padre” que cuida, conoce y protege a sus “hijos”. Los sectores que se opusieron a Rosas fueron los unitarios y los intelectuales (escritores, abogados y periodistas) quienes debieron exiliarse en países limítrofes para evitar la persecución rosista.

Confederación Argentina[editar] Rosas impuso una organización nacional de hecho, basada en el Pacto Federal de 1831, a la que llamó Confederación Argentina. A lo largo de su gobierno mantuvo su posición sobre la inconveniencia de reunir un congreso y sancionar una constitución. Bajo el nombre de federación, realizó una política de intensa intervención en las provincias, utilizando desde el apoyo político y financiero a la persuasión, la amenaza y la acción armada. Estanislao López, carente de fuerzas, aceptó su política. Felipe Ibarra en Santiago del Estero, Alejandro Heredia en Tucumán, Pedro Molina en Mendoza, Tomás Brizuela en La Rioja y Nazario Benavídez en San Juan fueron acatando las directivas de Rosas y extendiendo el federalismo rosista en el interior. Sin que se hubiera sancionado una constitución, por delegación de las atribuciones de las provincias y por acción propia, Rosas ejerció de hecho el poder nacional, apoyado en la fuerza de Buenos Aires.

Generación del ‘37[editar] La llamada “Generación del 37” fue un grupo constituido por jóvenes intelectuales nacidos en tiempos de la revolución, educados en universidades y con ideales romanticistas,liberalistas y nacionalistas. Su líder era Esteban Echeverría y se reunían en la trastienda de la librería de Marcos Sastre a discutir sobre literatura y arte, pero también sobre temas políticos, como la Nación y las formas de organización. Durante el bloqueo francés, sus reuniones no fueron bien vistas por la Mazorca -la policía de rosas- por lo cual las reuniones se discontinuaron y Sastre debió liquidar su librería.


Sin embargo, con la finalidad de organizar a la juventud para trabajar por la patria y luego de la disolución de su lugar de encuentro, crearon la Asociación de la Joven Generación Argentina. Se declararon herederos de la Revolución de Mayo y continuadores de sus principios de libertad, igualdad y fraternidad, entre otros. Renegaron de unitarios y federales, a los cuales responsabilizaron de los males que sufría la patria. Sus ideales se extendieron por el país mediante diversas filiales: Vicente Fidel López creó una en Córdoba; Sarmiento y otros una en San Juan; Marco Avellaneda integro la de Tucumán. Sus reuniones no pasaron inadvertidas para la policía rosista. La Mazorca presionó y la Asociación tuvo que disolverse. Casi todos sus integrantes debieron emigrar.

Ocupación de las Islas Malvinas[editar] Las Islas Malvinas adquirieron importancia como punto de recalada. España, descubridora de las islas, había mantenido una población, pero luego fue trasladada como consecuencia de la guerra de la Independencia. En 1820 Martín Rodríguez tomó posesión de las islas y en 1829 Lavalle emitió un decreto que proclamaba los derechos argentinos sobre las islas, nombrando a Luis Vernet comandante político y militar. Un grupo de colonos se estableció en las islas, dedicados a la explotación del ganado existente y la pesca. Cuando Vernet exigió el pago de derechos de pesca a las naves extranjeras, la fragata norteamericana Lexington saqueó Puerto Soledad y apresó a los pobladores en 1831 como represalia. El reclamo argentino fue rechazado y el cónsul estadounidense expulsado de Buenos Aires, interrumpiéndose las relaciones diplomáticas. Gran Bretaña, interesada en las islas, aprovechó el momento para ocuparlas. La fragata inglesa Clío se presentó en Puerto Soledad e intimó a la rendición. Así, en 1833 los británicos, cuyas fuerzas eran muy superiores, tomaron posesión de las islas sin batalla alguna. Los reclamos de Buenos Aires no obtuvieron respuesta satisfactoria alguna; sin embargo, las relaciones diplomáticas –y comerciales- no se interrumpieron. En 1838 Rosas ofreció cederle a Gran Bretaña los derechos sobre las islas a cambio de la cancelación de la deuda del empréstito Baring, contraída en tiempos de Rivadavia. El gobierno británico no aceptó, ya que ejercía la soberanía de facto y se consideraba con derecho a hacerlo.

Bloqueo francés (1838-1840)[editar] Artículo principal: Bloqueo francés al Río de la Plata En 1838 Francia comenzó un bloqueo al Río de la Plata con el objetivo de que sus productos pagasen menos impuestos en la aduana y para presionar a Rosas para que acepte la libre navegación de los ríos interiores. En 1838 utilizaron como excusa el encarcelamiento de un ciudadano francés y el hecho de que los ciudadanos franceses debían realizar el servicio militar. Los franceses bloquearon el puerto de Buenos Aires y el litoral fluvial argentino. Además, se aliaron con los enemigos de Rosas, pactaron con los emigrados de Montevideo y apoyaron la rebelión del Litoral y la expedición de Lavalle. Rosas se mantuvo firme en su posición. Inglaterra, viendo perjudicados sus intereses comerciales en Buenos Aires, presionó al gobierno francés, quién envió un ministro a gestionar un acuerdo.


Finalmente, se firmó el Tratado Arana-Mackau, que establecía, entre otros puntos, el levantamiento del bloqueo, el pago de indemnizaciones por parte de Buenos Aires y el “trato de nación más favorecida” para los ciudadanos franceses, aunque Rosas no accedió a ninguna concesión territorial, comercial, ni de libre navegación interior.

Bloqueo anglo-francés (1845-1850)[editar] Artículo principal: Bloqueo anglo-francés al Río de la Plata A partir de 1843, Rosas intervino directamente en el Uruguay, con el objetivo de terminar con el Partido Colorado y su alianza con los unitarios refugiados en Montevideo. Esta política alertó a las grandes potencias que temían por sus intereses comerciales en ese puerto. A esto se le sumó la presión de comerciantes y políticos británicos que exigían la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay para concretar su expansión comercial. Para llevar a cabo el sitio de Montevideo, Rosas reorganizó la escuadra y ordenó el bloqueo al puerto oriental. Las comunidades extranjeras organizaron la defensa de la ciudad y reclamaron la intervención de los gobiernos de Gran Bretaña y Francia. Ante la negativa de Rosas de retirar sus tropas, la flota anglofrancesa se apoderó de la flotilla de la Confederación Argentina y declaró bloqueado el puerto de Buenos Aires en septiembre de 1845. Los aliados tomaron la Isla Martín García y remontaron el Río Uruguay, saqueando los puertos entre Gualeguaychú y Salto. La flota anglo-francesa decidió remontar el Paraná, con la finalidad de dominar los ríos e iniciar el comercio directo con los puertos interiores. Rosas ordenó resistir el avance. Un contingente obstruyó el paso en el paraje conocido como la Vuelta de Obligado; allí se produjo un encarnizado combate entre las fuerzas de tierra y las naves de guerra, el 20 de noviembre de 1845. Finalmente, la flota logró forzar el paso y la expedición llegó hasta las proximidades de Asunción. Sin embargo, no obtuvieron beneficios comerciales importantes. Rosas mantuvo firme su posición. Las importaciones inglesas cayeron estrepitosamente y los comerciantes británicos en la ciudad de Buenos Aires mostraron su descontento: el mercado bonaerense era más importante que Montevideo y los puertos interiores. A mediados de 1847 el gobierno inglés decidió levantar el bloqueo. El tratado Arana-Southern, firmado a comienzos de 1849, estableció que las relaciones se restaurarían, volviendo a su estado anterior. Gran Bretaña se comprometía a evacuar la isla Martín García, devolver los barcos tomados a la flota de Buenos Aires y reconocer la soberanía Argentina en los ríos y el derecho de intervenir en Uruguay en salvaguarda de su propia soberanía. Francia se resistió a aceptar las condiciones, pero llegó a un acuerdo similar en 1850 (Tratado Arana-Lepredour).

Conflictos externos[editar] Guerra con la Confederación peruano-boliviana: Hacia 1838 se organizó la Confederación Perú-boliviana, que entró en guerra con Chile. Chile gestionó la alianza de la Confederación Argentina y Rosas apoyó a los chilenos. El peso de las guerras recayó en las provincias del Noroeste. Sin embargo, las operaciones dirigidas por Alejandro Heredia gobernador-caudillo de Tucumán y principal líder del Ejército Argentino del Norte no lograron definir el conflicto. Finalmente, los chilenos vencieron en la batalla de Yungay, en 1839, y exigieron la disolución de la Confederación Peruano-boliviana. Rosas no aprovechó la victoria para


reincorporar la provincia de Tarija, cuya posesión se reclamaba, dejando pendiente el conflicto. Relaciones con Chile, estrecho de Magallanes: A pesar de la alianza con Chile, las relaciones con el país trasandino presentaron ciertas dificultades, debido al asilo brindado a los emigrados de la zona cuyana, entre los cuales se cuenta Domingo Faustino Sarmiento. Sin embargo, el problema de mayor trascendencia, iniciado en este período, fue el expansionismo chileno hacia el Sur, dirigido a la ocupación del Estrecho de Magallanes, punto estratégico que cobraba importancia con el incremento de la navegación en el océano Pacífico. En 1843, Chile tomó posesión del estrecho y fundó Fuerte Bulnes. El gobierno de Buenos Aires presentó sus reclamos en 1847 sosteniendo los derechos argentinos, pero Chile rechazó los términos del documento. Paraguay: Después de la muerte del dictador Gaspar Rodríguez de Francia, el Congreso General de Paraguay ratificó la Independencia de ese país. Carlos Antonio López, elegido presidente en 1840, gestionó el reconocimiento por parte de la Confederación Argentina. Rosas se negó a ello, por lo que el gobierno de Asunción inició tratos con los enemigos de Rosas. Estado Oriental del Uruguay: En el Estado Oriental del Uruguay, luego de su independencia (propiciada por el Reino Unido tras la Guerra del Brasil) , continuaban los conflictos entre los partidos Blanco y colorado. Rosas extendió su accionar al Uruguay, a fin de terminar con la oposición argentina emigrada a Montevideo y con el poder deRivera, jefe del partido colorado. Justificaba su intervención en la necesidad de sostener los derechos de Oribe, jefe del Partido Blanco, depuesto del cargo de presidente. En 1843 el ejército de la Confederación Argentina, dirigido por Oribe, puso sitio a Montevideo, lo cual originó la intervención de Francia e Inglaterra. Superado el conflicto con las dos potencias, el sitio prosiguió hasta 1851, cuando Urquiza le puso fin antes de marchar contra Rosas. Brasil: La intervención de Rosas en el Uruguay, su posición ante la navegación de los ríos interiores y los triunfos ante las potencias europeas despertaron preocupación en la corte de Río de Janeiro, que buscó contrarrestar el poderío rosista apoyando al partido Colorado de Rivera y reconociendo la Independencia del Paraguay. Por último, entró en contactos con Urquiza e integró la alianza que puso fin al sitio de Montevideo y que combatió en la batalla de Caseros.

Situación interna y levantamientos anti-rosistas [editar] La oposición estaba integrada por distintos sectores: unitarios; federales cismáticos expulsados por los rosistas; federales del Litoral que reclamaban el federalismo económico y la libre navegación de los ríos; federales del interior que se oponían a la intervención de Rosas en detrimento de las autonomías provinciales; y los románticos de la Generación del 37. Durante el período 1838-1843 se produjeron diversas reacciones y levantamientos internos de los opositores a Rosas. 

Conspiraciones y levantamientos en el Litoral: La política de puerto único desarrollada por Buenos Aires perjudicaba el comercio de las provincias del Litoral, principal centro de resistencia contra Rosas. El Bloqueo francés a


Buenos Aires dio oportunidad a Santa Fe y a Corrientes para intentar una acción armada. Por otra parte, los franceses aportarían armas y su escuadra, los hacendados del sur de la provincia de Buenos Aires colaborarían y se gestionó una alianza con Rivera, presidente del Partido Colorado y proclamado presidente del Estado Oriental del Uruguay. El plan era llevar a cabo una acción conjunta entre Berón de Astrada, gobernador de Corrientes (que se pronunciaría contra Rosas); Cullen, ministro de López (que lo apoyaría desde Santa Fe); Rivera (que invadiría Entre Ríos, aliada del gobierno); los hacendados del sur de la provincia de Buenos Aires y Lavalle, que invadiría Buenos Aires. Un grupo de complotados intentaría un golpe contra Rosas en la capital. Sin embargo, los complotados fueron vencidos uno a uno. En Santa Fe, a la muerte de López, Cullen fue elegido gobernador, pero Rosas intervino en apoyo de Juan Pablo López, que se mostraba más dócil a su influencia. Cullen huyó a Santiago del Estero, pero Ibarra debió entregarlo y dejar que lo fusilaran por orden de Rosas. El levantamiento de Corrientes fue vencido por Pascual Echagüe, gobernador de Entre Ríos, en Pago Largo (31 de marzo de 1839). La rebelión de los hacendados del sur de Buenos Aires (enemistados con Rosas por el pago de la enfiteusis) fue vencida antes de que llegara el apoyo francés. Sus principales jefes fueron degollados en noviembre de 1839. Por otra parte, el complot contra la vida de Rosas en la capital fue descubierto y se asesinó a los conspiradores. 

Invasión de Lavalle al Litoral: Los emigrados de Montevideo convencieron a Lavalle para que dirigiese una expedición contra Rosas, con el apoyo francés. Lavalle se impuso en Yeruá, pero fue derrotado en Entre Ríos por Echagüe, en la batalla de Sauce Grande (16 de julio de 1840). Sin embargo, Lavalle decidió invadir Buenos Aires, pero ante la indiferencia de la población se retiró a Santa Fe. Allí se notificó de la finalización del bloqueo francés, lo cual lo dejó sin aliados. Al conocer un levantamiento en las provincias del Norte, resolvió unirse a los hombres del interior e inició el camino hacia Córdoba.

Coalición del Norte y expedición de Lavalle al interior: En el Norte, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja se unieron contra el gobierno de Bs. As, bajo la conducción de Tomás Brizuela y Lamadrid. Lavalle avanzó sobre Córdoba, pero fue derrotado en Quebracho Herrado (28 de noviembre de 1840) por las fuerzas porteñas encargadas de su persecución bajo el mando del general oriental Manuel Oribe . Los jefes unitarios se dirigieron hacia el Norte, pero no lograron desarrollar una acción eficaz. Lamadrid marchó sobre Cuyo pero fue vencido en Rodeo del Medio (24 de septiembre de 1841) y emigró a Chile. Lavalle fue derrotado en Famaillá (19 de septiembre de 1841); las fuerzas rosistas lograron terminar con la


Coalición del Norte, cuyos principales jefes –Marco Avellaneda, Tomás Brizuela y José Cubas- fueron ejecutados. Lavalle trató de emigrar a Bolivia, pero en Jujuy fue alcanzado y asesinado por sus perseguidores. Las fuerzas porteñas se impusieron en el interior. 

Segundo levantamiento en Corrientes y guerra en el Litoral: Pedro Ferré, desde Corrientes, continuaba la rebelión contra Rosas. Sus fuerzas estaban al mando del general Paz, quien, excarcelado en 1839, había huido para unirse a la oposición. Bajo su mando, el ejército correntino venció a las fuerzas entrerrianas de Echagüe y marchó sobre Entre Ríos. Desacuerdos entre Ferré y Paz originaron el retiro del segundo, por lo cual Rivera quedó al frente de la campaña. El ejército de Bs. As., que regresaba del Norte, se dirigió a Entre Ríos donde se unió con el nuevo gobernador de esa provincia, Justo José de Urquiza y venció a las fuerzas de Rivera en Arroyo Grande (6 de diciembre de 1842). Ferré abandonó Corrientes. Las fuerzas rosistas se impusieron también en el Litoral.

Sitio de Montevideo: Rosas decidió llevar la guerra al territorio oriental, principal centro de oposición a su gobierno. Para ello, dio al ejército la orden de tomar Montevideo. La ciudad, eficazmente amurallada, resistió el asedio. Las fuerzas rosistas iniciaron un largo sitio que duraría hasta 1851.

Apogeo del rosismo (1843-1851): Después de la campaña de Oribe el orden rosista se restableció en la Confederación. El régimen se había estabilizado y la sociedad daba muestras de cierta normalización. A partir de 1846 comenzó a manifestarse cierta prosperidad. En lo político, se mantenía inalterable el poder de Rosas. Seguían pendientes el problema de los emigrados de Montevideo y los reclamos de las provincias del Litoral.

Nuevo levantamiento correntino y nueva derrota: Corrientes volvió a levantarse bajo la dirección de Juan y Joaquín Madariaga, que lograron una alianza con el gobierno de Paraguay, perjudicado por el control de los ríos interior ejercido desde Buenos Aires. Rosas delegó la represión del movimiento en Urquiza, quién venció en Laguna Limpia (4 de febrero de 1846) y llegó a un acuerdo con los Madariaga. Sin embargo, el gobernador de Bs. As. lo desautorizó, rechazó el tratado, derrotó a los Madariaga en Vences


(27 de noviembre de 1847) y sometió a Corrientes. Benjamín Virasoro, urquicista, fue nombrado gobernador. 

Rosas, Jefe Supremo de la Confederación Argentina: Las provincias designaron a Rosas Jefe Supremo de la Confederación Argentina. Durante un largo tiempo, esta organización dio unidad al país; pero por estar basada en el personalismo, no podía sobrevivir. Había llegado el tiempo de la organización nacional.

Gran Alianza y Batalla de Caseros: Fin del Rosismo[editar] Artículos principales: Ejército Grande y Batalla de Caseros. Fue precisamente en el Litoral donde se gestó la alianza que llevó a la caída de Rosas. Urquiza se oponía a este, en el aspecto económico debido a su política de mantener el puerto y la aduana única en Buenos Aires e impedir la libre navegación de ríos, y en el aspecto político porque Rosas se oponía a la constitución nacional, impidiendo la organización nacional. Decidido a encarar la organización nacional, buscó alianzas entre los mayores enemigos del rosismo: Uruguay y Brasil. En Uruguay, era evidente que elsitio de Montevideo tarde o temprano haría caer la ciudad, y dejaría a disposición de Rosas un poderoso ejército. Los emigrados y el gobierno de Montevideo comenzaron gestiones ante Urquiza para preparar una alianza contra el “Restaurador de las Leyes”. Por su parte, Brasil veía con preocupación el poderío de Rosas, su intervención en el Uruguay y su negativa de aceptar la libre navegación de los ríos. Al iniciarse el año 1851, Urquiza hizo público su proyecto de emprender la organización nacional. Convenida la alianza, decidió romper con Rosas, mediante un decreto del 1° de mayo conocido como el Pronunciamiento de Urquiza. Este invitó a las provincias a adherir a su postura; pero solo Corrientes se plegó al movimiento. El renegado fue calificado de “Traidor, loco y salvaje unitario”. El primer objetivo de los aliados fue liberar a Montevideo del asedio de Oribe para neutralizar su ejército y marchar sobre Buenos Aires. Entre Ríos, Corrientes, Brasil y el gobierno de Montevideo firmaron el 29 de mayo de 1851 un tratado para terminar con el sitio. Urquiza inició la campaña con el apoyo de la flota brasileña que entró en los ríosParaná y Uruguay. Rosas respondió declarándole la guerra al Imperio del Brasil el 18 de julio de 1851. Ante el avance de las fuerzas combinadas, Oribe capituló y sus hombres fueron incorporados al ejército entrerriano. Un nuevo tratado, el 21 de noviembre, dispuso liberar al pueblo argentino de la dominación tiránica del gobernador Rosas. El mando de las fuerzas estaría a cargo de Urquiza, Brasil aportaría su flota, 3000 infantes, un regimiento de caballería, dos baterías de artillería y un subsidio de 100.000 patacones que serían devueltos luego del conflicto. Uruguay aportaba hombres y armamento. En Diamante se estableció el campamento del llamado Ejército Grande, que se transformó en un punto de reunión para los enemigos de Rosas, alcanzando a reunir 30.000 hombres. Este no tomó medidas para frenar la invasión. Las fuerzas aliadas entraron en la provincia de Buenos Aires sin dificultad; varias defecciones se produjeron entre los jefes rosistas. El gobernador de Bs. As asumió la jefatura


del ejército. El encuentro se produjo el 3 de febrero de 1852, en Caseros. El ejército aliado terminó por imponerse. Juan Manuel de Rosas abandonó el campo de batalla y se dirigió a la ciudad, donde redactó su renuncia. Días después, partió con sus hijos Manuelita y Juan para Inglaterra, donde residió hasta su muerte, en 1877. Había finalizado la etapa rosista y se iniciaba la de la organización nacional.

Véase también[editar]


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