Monologo ¡Que tonto!

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¡QUÉ TONTO!

POR JULITO

Es interesante ver las cosas tan tontas y vergonzantes que llegamos a cometer en nuestro intento de quedar bien con alguien: un jefe, una chica o chico que nos gusto, alguien a quien admiramos, en un acto público, etc. Quizás te pasó que la que al abrir la boca para decir algo, “fuuuu” descubres que te apesta el aliento de tanta cebolla morada que le pusiste a los tacos de puerco que te comiste. ¡Oh no! Y justo en el momento en que se aproxima esa persona tan importante para ti.


Así que de inmediato te metes a la boca varias pastillas de goma de mascar y cuando por fin te acercas para saludar: “Hola”, y ¡zas! Que se te cae el chicle mientras hablas. O quizás te ahogaste por tragar saliva y se te fue la goma de mascar. Y todo para nada, porque el chicle no logró quitar el pedazo de “cilantro” entre tus dientes y la persona en cuestión tuvo que hacerte señas para que lo quitaras. Lo otro que suele pasar, es que hayas planeado todo lo que ibas a decirle, quizás: “Hola, ¡wow! Qué hermosa luces hoy. Me has dejado sin palabras”, pero ya que la tienes frente a ti solo logras decir: “¡aaahhh ¡qué onda! por fin llegas” o alguna otra tontera como “¿te peinaste?” (cabe aclarar que para un hombre, decir esto a una mujer es darle un cumplido, ya que quiere decir que le gusta como luce tu cabello y por eso se fijo) pero para la chica es un: “ahhh me debo de ver horrible” y ya en tu mente estás: “tonto, tonto”. La verdad es que nos presionamos mucho ante alguna persona que es realmente importante para nosotros, o bien con alguien con quien deseamos quedar bien, como que no sabemos qué decir o qué hacer. Lo curioso es que podemos planear diligentemente lo que tendríamos que decir o hacer, o el cómo. Y nos podemos sentir listos, más que preparados para dar la mejor impresión pero cuando por fin estamos frente a esa persona se nos borra todo de la mente. Tanto ensayo no sirve y te frustras cometiendo o diciendo cualquier cosa que se te ocurre primero. ¡Esta fue la experiencia de dos jóvenes* que en cierta ocasión, estando con su maestro Juan el Bautista, vieron pasar a Jesús. Su maestro les dijo: “Miren, Él es el Cordero de Dios” ¿Te imaginas? El Mesías, aquél al que tanto habían esperado, y de quien habían leído y escuchado por mucho tiempo, ahora estaba cerca de ellos. No se tardaron, salieron corriendo tras él y lo siguieron por un buen rato.

El Señor Jesús finalmente se dio vuelta y les hizo una pregunta: “¿Qué buscan?”. Lo que el Maestro les estaba diciendo era: “Ya vi que quieren algo de mí, díganme para qué es para que se los dé”. Es casi seguro que mientras caminaban siguiendo a Jesús, estos jóvenes iban pensando: “Ahora que voltee le preguntaré si es el Mesías”, “Le pediré que me permita ser su discípulo”, “Le pediré que me enseñe a orar”, “Le pediré que ayude a mi familia”, “Que me revele las cosas que habrán de venir”, y un sin fin de cosas más, ya que el Maestro iba delante de ellos. Pero, cuando el Maestro les preguntó, ellos se quedaron mudos, hasta que uno por fin pudo hablar y dijo: “Maestro -con la boca seca y titubeando- ¿dónde vives?” PLOP. Lo más seguro es que en su mente ya estuviera: “Tonto, tonto” y el otro le haya dado un enorme zape. Pero el Señor le hizo caso a su pregunta… no se burló de él, al contrario, Él sabía cual era el verdadero deseo en su corazón, por lo que los invitó y los llevó a donde Él estaba hospedado, y allí se quedaron con Él hablando de todo aquello que en realidad querían saber. Eso es lo maravilloso con Dios. El Señor siempre busca acercarse a nosotros, pero cuando nosotros nos acercamos a Él, teniendo tanto qué pedirle y decirle, no sabemos cómo ni qué decir y terminamos haciendo oraciones absurdas tales como: "Señor te pido la paz mundial", "Señor te pido por los chinos de la china en especial por el hermano Chin Wen Wen Chon", o hacemos oraciones no con el corazón, sino con palabras que escuchamos de otros, y que apantallan de tan bonito que se escuchan, pero que la mayoría, incluyéndonos, no saben ni siquiera lo que significa, o por qué se dice: "Oh excelentísimo Padre Celestial pedimos, clamamos, anhelamos y decretamos ver cosas tremendas en medio nuestro". O que me dices, de las ocasiones en las que hacemos oraciones tipo 2


‘Primero Noticias’: "Señor te pido que me ayudes a no ser un pecador como el hijo del pastor que anda de novio con todas las chicas que se le pongan enfrente.. y a no ser un borracho y dado a los antros como el líder de la alabanza". En la oración, tú y yo, tenemos la preciosa oportunidad de hablar con el SEÑOR. En la oración, tenemos a nuestro Padre Celestial sentado frente a nosotros diciéndonos: "¿Qué buscas? Dime lo que quieres" y espera que abramos nuestro corazón y le digamos todo lo que sentimos, lo que anhelamos y no un reporte de comportamiento de los demás, no las vanas repeticiones de palabras rimbonbantes, huecas y sin sentido, sino una humilde y sincera declaración de lo que en tu corazón hay. Porque Él esta dispuesto a escuchar lo que en nuestro corazón queremos decirle y pedirle; y sobre todo esta dispuesto a concedérnoslo.

(*) Juan 1:35-39

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