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Cuánta energía consume tu casa

Quien compra una heladera, un lavarropas o hasta una pava eléctrica sabe a través de su etiqueta energética cuál será el consumo del bien. Ahora quien quiere comprar o alquilar una propiedad, actualmente no sabe qué tipo de vivienda habitará o quisiera habitar en términos de eficiencia energética. Esto impide que los usuarios finales puedan elegir y comparar precios de compra o alquiler de viviendas similares energéticamente; tampoco tienen previsibilidad de cuánto costará en términos económicos la energía que demande ese hogar.

“La etiqueta de eficiencia energética lo que transparenta para la persona que compre o alquile es cuánta energía va a gastar, a través de un valor que se denomina Índice de Prestación Energética (IPE). El IPE es la cantidad de energía que va a consumir esa vivienda en un año por metro cuadrado de superficie, para mantenerla a un determinado nivel de confort, con iluminación y sistema sanitario caliente”, explica Francisco Pedrazzi, miembro del INCO- SE (Instituto de la Construcción en Seco) institución que junto a la AGBC (Argentina Green Building Council) y ANDIMA (Asociación Nacional de Industrias de Materiales Aislantes) vienen trabajando junto a la Secretaria de Energía de la Nación la implementación de la Etiqueta para vivienda y realizaron una prueba piloto en diferentes regiones de la Argentina etiquetando a más de 1357 viviendas, distribuidas entre las provincias de Salta, Tucumán, Mendoza, Santa Fe, las ciudades de Buenos Aires, Rosario y Bariloche y las zonas de Alto Valle y la costa argentina.

Eficiencia energética en Argentina

En cuanto a los resultados, la prueba arrojó los siguientes valores de IPE (Índice de Prestaciones Energéticas) de cada región, analizados en función a 3 factores: 1) consumo de calefacción y consumo de refrigeración, determinado en gran medida por la aislación térmica eficiente en techos y muros; 2) agua caliente sanitaria, de acuerdo al nivel de eficiencia de los equipos instalados; y 3) la iluminación, dependiendo si es natural o artificial. Otro factor que se tuvo en cuenta fue el clima de cada región, ya que no todas las zonas pertenecen a la misma región bioclimática.

“Los valores de IPE (Índice de Prestaciones Energéticas) obtenidos de las viviendas analizadas en la prueba piloto, dejan de manifiesto que el parque edilicio no llega a los niveles requeridos de eficiencia energética y, además, consumen más energía de la que corresponde. Este bajo nivel se debe principalmente, a la falta o escasez de aislación térmica eficiente en muros y techos y por instalaciones y artefactos poco eficientes energéticamente”, explican desde las tres entidades.

En Rosario

“Hicimos un muestreo no probabilístico de clasificación de viviendas de acuerdo a la tipología, las características constructivas, la antigüedad de la edificación y el emplazamiento dentro del trazado urbano. Decimos que no es un muestreo probabilístico porque todos los hogares relevados fueron aportados por los propios certificadores y sirvió como una herramienta de validación de la propia tarea de los profesionales en el etiquetado de vivienda. Se trabajó mayoritariamente en el centro, entre medianeras y departamentos en propiedad horizontal”, afirma Roque Stagnitta, que es Ingeniero Electrónico y Doctor en Ingeniería por la UNR con un Máster en Energías Renovables, Generación Distribuida y Eficiencia Energética (por el Instituto Politécnico de Milán).

“Los resultados en Rosario dan levemente mejor clasificadas a las viviendas en comparación con algunas ciudades de la Región Centro del país, que son con las que nos podemos comparar por clima. Algunos puntos a favor en viviendas nuevas por el trabajo que se viene llevando adelante en la provincia de Santa Fe con la sanción de la Ley de Etiquetado (que falta reglamentar - ver aparte) y en la ciudad de Rosario con la ordenanza especifica de “Aspectos Higrotérmicos y Demanda Energética de las Construcciones” que obliga a los constructores a construir con mínimos permitidos en eficiencia de la vivienda”, afirma Stagnitta que en su trabajo profesional trabajó como asesor de la Secretaría de Estado de la Energía de la Provincia de Santa Fe en temas de eficiencia energética, particularmente ha sido el responsable del programa de Etiquetado de Viviendas. Además, trabaja como consultor en eficiencia energética para proyectos nacionales e internacionales (BID y UE).

La etiqueta es un documento en el cual figura la Clase de Eficiencia Energética, (escala de letras, desde la “A” hasta la “G”) asociada a un rango de valores del Índice de Prestaciones Energéticas (IPE). En un hogar de familia tipo el consumo de energía eléctrica promedio es de 150 a 300 Kw/h mensuales y el consumo promedio de gas es de 762 m3. Pero estos números pueden variar de acuerdo a diferentes factores, como:

• Características de la aislación térmica eficiente en muros y techos que permite abrigar las viviendas, impidiendo que entre el calor en verano y frío en invierno

• Estaciones del año: los picos más altos de consumo eléctrico en una casa se dan tanto en verano como en invierno por el uso de aire acondicionado.

• Metros cuadrados de la casa: hay mayor gasto de energía eléctrica en un hogar de grandes dimensiones.

• Cantidad y tipos de artefactos eléctricos y su eficiencia

• Número de habitantes en la vivienda.

• Cantidad de horas en casa; por ejemplo, a raíz de la pandemia, se trabajó más tiempo desde la casa e, inevitablemente, esto generó mayor consumo eléctrico y gas en el hogar.

Un lenguaje común

Los diferentes factores que integran el IPE se ponderan a través de un aplicativo de la Secretaría de Energía, proceso que está regido por la norma IRAM 11900. Esto permite que la certificación tenga un lenguaje común en todo el país y que para etiquetar vivienda se tenga que utilizar este método.

“Al momento de proyectar una vivienda, el profesional puede ver si va a usar vidrio simple o doble y con un simple clic saber cuánto le varía IPE, o cuánto si coloca una persiana en una abertura que da hacia el norte. Todas esas modificaciones que

puede ir haciendo van a cambiar la etiqueta de la vivienda”, señaló Pedrazzi que además es ingeniero y gerente de Marketing y Nuevos Proyectos de la empresa A.D. Barbieri, líder en fabricación de perfiles para Steel Framing.

“Claro que siempre es más fácil trabajar sobre las viviendas que se van a construir, pero las propiedades ya construidas con baja clasificación pueden modificar su condición con una estrategia de mejoras. Por ejemplo, si dio G en la clasificación, se puede poner aberturas de PVC con vidriado doble y subir un valor; o colocar un

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