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Primavera, verano, otoño, invierno... y cine
from Estaciones - Nigromante marzo 2021
by Nigromante. Revista de la DCSyH, Facultad de Ingeniería, UNAM.
Primavera, verano, otoño, invierno... y cine
Por Héctor Reynolds
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Un cineasta puede valerse de un abanico de posibilidades para contar una historia, no siempre es el diálogo de un personaje lo que nos describe mejor lo que está sintiendo o lo que le está pasando, su entorno puede llegar a desempeñar un papel principal para narrar un suceso.
Ya que, en ocasiones el autor puede proponer asociaciones, por ejemplo, entre la cantidad de luz o los colores que existen en el medio con sentimientos y emociones presentes en los personajes. Un ejemplo de lo antes mencionado es: situar un relato en una estación del año específica o ver su desarrollo a través de todas ellas, esto con la finalidad de enriquecer la premisa, las experiencias y los visuales en la película.
Las estaciones de la vida
Bom yeoreum gaeul gyeoul geurigo bom (Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera) o Las estaciones de la vida en Latinoamérica es una película surcoreana escrita y dirigida por Kim Ki-Duk, estrenada en 2003.
El filme nos muestra la vida de un monje y su joven discípulo a través de las 4 estaciones: primavera, verano, otoño, invierno y nuevamente primavera. Es así que se plantea un paralelismo entre el ciclo de la vida humana y el de las estaciones, pues, a medida que cambiamos de estación, también damos un salto en la cronología para ver envejecer al monje y madurar al joven.
La película se desarrolla a partir de la doctrina budista, la filosofía y las lecciones que el niño aprende del monje. Estas últimas se tornan las protagonistas de la historia, quedan de manifiesto sin la necesidad de monólogos grandilocuentes, simplemente a través de las acciones del día a día.
A lo largo del filme se expone la naturaleza humana y el desarrollo del ser. En la primavera observamos la infancia del aprendiz, aquí el niño asimila las lecciones elementales de la vida, el respeto y amor al prójimo, además, entiende que sus acciones acarrean consecuencias. Al llegar el verano, nos percatamos que el infante es ahora un adolescente y que su pensamiento está enfocado en su deseo sexual. Al mismo tiempo, una joven arriba al templo para tratar una enfermedad, ambos caen enamorados y cuando ella tiene que partir el muchacho la sigue, dejando atrás a su maestro. El monje lo entiende, pues es un proceso de la naturaleza, pero antes de que su estudiante partiera le advirtió: “la lujuria despierta el deseo de poseer y esto a su vez el instinto asesino”.
Habiéndose cumplido la profecía del maestro, llegando el otoño, observamos el regreso del discípulo como un adulto atormentado por sus errores. Aquí es donde Kim KiDuk exhibe la ira, desesperación y arrepentimiento, facetas nocivas pero que están presentes en la condición humana.
Finalmente, en el frío invierno, el ahora adulto estudiante, experimenta un renacer al liberarse del sufrimiento y se convierte en el monje del templo tras la muerte de su mentor. Es entonces que recibe a otro niño para guiarlo de nueva cuenta con el inicio de la primavera, dejando de manifiesto que: el ciclo se perpetúa eternamente por los años, sin principio ni fin.
(500) Days of Summer
Así culmina la narración de la voz en off que escuchamos en el primer montaje de la película; un recurso que aparecerá de forma habitual en el largometraje y que supone un buen agregado para esclarecer los hechos en la trama. En este caso, advierte explícitamente desde un inicio cómo es que culminará todo, pese a la escena inicial que parece hacer referencia al final.
500 Days of Summer es una cinta del 2009 dirigida por Marc Webb y que a lo largo de los años se ha arraigado en el imaginario colectivo, llegando incluso a ser considerada como un filme de culto. La historia nos relata la relación de Tom y Summer desde un punto de vista sesgado, pues, todo lo visualizamos a través de los ojos de Tom, quien se nos presenta como una persona que se zambulle en su totalidad en la idea del amor romántico y fantástico. Por otro lado encontramos a Summer, que es la antítesis de todas las creencias de Tom, ya que no reconoce la existencia del amor verdadero y perdurable.
La cinta es muy amena y siempre mantiene un ritmo cautivador. Esto se debe, en gran parte, a su edición no lineal donde tenemos saltos desordenados en el tiempo, acompañados de un contador que indica en cuál de los quinientos días estámos.
Su gran acierto es proponer algo fresco y separarse de esos romances inverosímiles de Hollywood, de hecho, considero que plantea una crítica a esos argumentos genéricos y esos arquetipos de personajes anticuados. Aquí, ambos protagonistas son entrañables por sus convicciones y matices, así como por las grandes interpretaciones de Joseph Gordon-Levitt (Tom) y Zooey Deschanel (Summer).
Marc Webb propone una visión realista e inclusive una reflexión acerca de cómo nos relacionamos con las personas, nos hace cuestionarnos cuantas veces no hemos idealizado a una pareja o si hemos buscado la felicidad única y exclusivamente a partir de ella.
Con escenas emblemáticas y muy bien musicalizadas, 500 Days of Summer es una de las mejores comedias románticas de las últimas décadas.
Klaus
Este largometraje animado se estrenó a través de la plataforma de streaming Netflix en el 2019 y fue escrita y dirigida por el español Sergio Pablos.
La obra muestra una ingeniosa y encantadora reinterpretación de los orígenes del emblemático Santa Claus, perfilándose como un futuro clásico de navidad y por ende de invierno.
Vale la pena revisar esta película, pues, muchos la proponen como el estandarte del renacimiento de la animación tradicional, siendo éste su método de realización. Pablos trabajó en Disney durante su etapa dorada en los años 90s, donde adquirió mucha experiencia con la animación hecha a mano, que hoy en día, ha sido prácticamente relegada por la animación digital.
El director únicamente utilizó animación por computadora para la iluminación de los fondos y para dar un efecto 3D a los dibujos, generando así movimientos humanos más orgánicos pero sin los vicios digitales de tratar de producir personajes hiper realistas, ya que el dibujo manual habilita al artista para crear diseños caricaturizados. El soundtrack fue compuesto por Alfonso Aguilar y logra un balance correcto con melodías tiernas y joviales, para posteriormente, pasar a temas vigorosos con un toque épico que van muy bien con el personaje y la mitología de Klaus o con las escenas de mayor intensidad y peso moral.
La obra tiene el potencial de convertirse en un clásico como una de las mejores películas navideñas, sin embargo tardó dos años y medio en obtenerse el producto terminado y parece que la industria ya opta únicamente por los ordenadores para reducir tiempos y costos por lo que las revisitas al método tradicional, auguro, serán únicamente desde proyectos aislados que encuentren un valor agregado en su implementación, que considero, aún tiene mucho que ofrecer.