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La Noche de San Juan

Por Héctor Reynolds

La llegada del solsticio de verano en el hemisferio norte conlleva una festividad celebrada principalmente a lo largo del continente europeo, en países como Inglaterra, Irlanda, España, Portugal, Noruega y Dinamarca, conocida como la Noche de San Juan. En ella las personas suelen saltar hogueras y bañarse en el mar para festejar el nacimiento de San Juan Bautista.

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En el cristianismo se dice que Zacarías recibió la noticia por parte del arcángel Gabriel de que su esposa quedaría embarazada de un niño al que debían llamar Juan. Sin embargo, convencido de que su mujer no podía procrear, éste no le creyó, por lo que dios castigó su carencia de fe dejándolo mudo hasta el nacimiento de su hijo. Con el acontecer de tal suceso Zacarías encendió una fogata y para purificarse saltó sobre ella.

A pesar de la trascendencia y popularidad de esta festividad, en la actualidad, podría interpretarse como la cristianización de los festejos paganos para recibir el solsticio de verano, pues existen múltiples ritos paganos como el Inti Raymi (fiesta del sol), que los Incas celebraban a través de danzas ceremoniales y sacrificios que se prolongaban por 15 días y que data del año 1430 llegando a reunir hasta a 50,000 personas.

Por otro lado, los Druidas tenían el Alban Heruin (luz de la ribera), que consistía en prender fuego a pilas de piedras para atraer prosperidad y bendiciones a todas sus cosechas. Los agricultores daban gracias por el verano y la protección del sol, consideraban que en ese punto de luz y calor abundantes debían pedir fecundidad para la tierra y los hombres. El agua también jugaba un papel importante pues era considerada como un elemento curativo que procuraba la juventud y belleza.

En el norte de África encontramos la festividad del Ansara, donde los bereberes (etnia africana) se reunían en las plazas para purificar sus cosechas, casas y pertenencias de todo tipo donde lo importante no era el fuego, sino el humo. Todo debía quedar perfectamente ahumado para así estar protegido.

A partir de estas interpretaciones, queda claro que el verdadero protagonista es el solsticio de verano, a pesar de que la festividad no se empalme como tal con su llegada, pues la noche de San Juan se realiza en la puesta del sol del 23 de junio para recibir el amanecer del 24. Es una tradición con propósitos loables pues propone purificar el ser, deshacerse de todo lo malo y procurar la abundancia, salud y prosperidad.

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