10 minute read
Curiosidad Galáctica
from Arte - Nigromante octubre 2021
by Nigromante. Revista de la DCSyH, Facultad de Ingeniería, UNAM.
Augusto, como todo chico nacido en la Tierra, asistía más por obligación que por otra razón, a la Secundaria Planetaria de Calisto. Ubicada en un satélite de Júpiter. Estaba por iniciar su último año y, para ser un chico humano, eran bastante buenas sus calificaciones. No eran las mejores porque sus compañeros de Venus, o de otros sistemas solares, arrasaban con dieces perfectos. A Augusto más que no importarle, simplemente pensaba que había cosas de más valor: cómo hacer amigos, leer temas que no eran de la escuela o meterse en situaciones que, aunque él no lo supiera, le daban más experiencia.
Por Galicia Pineda Isaac BE
Advertisement
Para él era una faena cada inicio de ciclo escolar, junto con su mejor amigo, Tresio de Plutón, vivián un sube y baja de emociones por la alegría al ver a los antiguos amigos, pánico por los nuevos maestros e intriga por los chicos nuevos que llegaban; ya sea por un año o para concluir la escuela con ellos.
Sea cual sea la razón, Augusto creía que un día llegaría un chico de verdad extraño, que volara totalmente su cabeza en cuanto formas de vida, y eso siempre lo incitaba a estar en búsqueda de nuevos compañeros.
Estaba Charon que Augusto conocía más como Sharon un niño nacido en el enano Ceres, pero con orígenes en un asteroide del Cinturón de Orión, que aunque no salía de lo normal lo más característico en él es que medía menos de un metro y era de color azul. Otra más era Jizmin, que por comodidad Augusto le decía Jazmín, una niña que se había mudado de un planeta llamado Gladion, en la constelación de Eridanus. (Por cuestiones de guerra en esa parte de la galaxia). Aquí hay algo curioso. Nos damos cuenta que la vida muchas veces es solo una repetición infinita de cartas en un juego que Dios reparte y vuelve a repartir, porque Jizmín era casi idéntica a los humanos; dos ojos, una boca, nariz, etc. Sin embargo, lo distinto radica a la hora de expresar sus sentimientos. Jiz, cuando se sentía triste, reía, cuando lloraba, sonreía, cuando tenía sueño se mostraba más activa que nunca y cuando estaba pensativa parecía más ida que concentrada.
Y así, cientos de niños divertían y entretenían a Augusto. Año con año llegaban más a su escuela, tanto que por casi un mes Augusto se deleitaba escuchando y descubriendo costumbres de todos los rincones de la galaxia, además de relatos de sus viejas y nuevas glorias, obviamente con el maquillaje heroico de todo infante, porque esa era una constante en toda la galaxia, los pequeños podían ser agresivos desde que nacían, genios que realizaban transformadas de Laplace como diversión o que no hablaban hasta los diez años pero todos, absolutamente todos, eran curiosos y tenían una etapa de infancia.
Con todo lo anteriormente señalado, inició su último año en la secundaria, conoció a un chico llamado Renov; una masa gelatinosa anaranjada transportada por una cápsula movida a su propia voluntad. Aunque lo más sorprendente fue su procedencia. Era de una de las periferias más cercanas a la galaxia. Debido a su cercanía, en dónde la REVILAC (República de la Vía Láctea) había comenzado su poderío.
Augusto estaba fascinado escuchando la historia de la especie de Renov:
¡Si, amigo Augusto! Así como lo escuchas, a mi especie le costó casi ochocientos mil años llegar al grado C, pero no es algo que vayamos presumiendo por todos lados. Realmente cuando más vas subiendo, más te das cuenta que el nivel es un mero trámite, cada especie es única y sube de la mejor forma que puede, eso los hace quienes son. Aunque te diré que tu especie podría subir más rápido, ¿quieres saber cómo? ¿Hola? ¿Augusto? ¡¿Me estás escuchando?!
Augusto perdió su atención para fijarla en la criatura más fascinante que jamás habían visto sus jóvenes ojos. Para Augusto fue como si el mundo y el tiempo se detuvieran y no existiera nada más que esos ojos color ópalo que se transformaban en un torrente de colores. Augusto los vio de tal forma que lo dejaron totalmente desarmado. Como si hubiera visto el nacimiento de una galaxia y al mismo tiempo él era la energía con la que se formaban los planetas y estrellas. Renov se sentía un poco indignado por la indiferencia de Augusto. Estaba a punto de revelar algunos secretos que ayudarían a su especie, pero se detuvo al ver que lo ignoraban. Vio por dos segundos a dónde se dirigía su mirada y lo entendió todo.
Típico humano, no puede ver unos ojos poderosos sin quedarse boquiabierto. Dijo Renov en tono de burla.
Rayos amigo, perdona, no sé qué me pasó. Jamás me había pasado esto. Era cierto, para un chico de esa edad, esa clase de emociones eran un mundo muy distinto y no reaccionar era la respuesta más obvia (más para un humano).
¿Quieres saber su nombre? Renov empezó a mostrar interés; ver esta clase de comportamientos era perfecto para su doctorado en sociología. (Esa era la razón por la que estaba en esa parte de la REVILAC.)
Rayos no, ¿Por qué quisiera saberlo? Solo que sus ojos eran algo que jamás había visto o sentido, sé que parece una locura, pero ¡¿no lo notas?! Me deslumbraron, jamás había visto ojos que relucían a la luz, nada más. Pero ¿Cómo es que sabes su nombre? Augusto intentaba reponerse del manojo de emociones que era en ese momento.
Ventajas de ser un nivel C. Renov se mostraba más amigable. Vamos amigo, no es raro sentirte así por alguien más, es totalmente natural y parte de ir creciendo.
Pero nunca lo había sentido por alguien. ¿Cómo decirlo? No humano, ¿me entiendes? Mis padres siempre me han dicho que debo tener contacto solamente de amistad con toda clase de ser vivo distinto de la humana, son un poco conservadores…
Esas son tonterías. Renov sentenció. Lo que quiero decir amigo mío es que te acaban de flechar, y eso trasciende prejuicios, tiempo y cualquier tipo de lógica racional.
¿Y ahora qué hago? No sé qué hacer amigo Renov, es como si me congelara tan solo de pensar en esos ojos de nuevo. Augusto estaba en lo más álgido de sus pensamientos, y eso lo agotaba.
Puedes ir a platicar con ella. Renov lo tomó y le arrastró hacía donde Ársula se encontraba.
¡No, espera! No puedo llegar como si nada, ¡no sé ni su nombre! Augusto intentaba soltarse del brazo metálico que crujía de la cápsula de Renov.
Se llama Ársula, es de Karion, a ocho años luz de aquí, nada fuera de la galaxia y de tu categoría. Renov intentaba tranquilizarlo. ¿Quieres saber algo más de mi parte o directamente de ella?
¡¿No vas a decirme que es algo anormal?! ¿Que un humano es y debe estar con los suyos en aspectos de ese tipo? Augusto ahora estaba aterrado.
Tienes una visión muy primitiva respecto a ese nivel de pensamientos, no solo tú, toda tu especie. En primera, no tiene nada de malo sentir algo por otro ser vivo con el mismo nivel racional que tú, lo del nivel racional es importante. Segundo, y eso es muy interesante, ¿cómo lo conocen ustedes? ¿amor? Sí, ¿verdad? Bueno, el amor es la expresión más típica del universo. Mmm tal vez exagero, ¡pero lo es a lo largo de la galaxia! Solo que ustedes todo lo ven como algo basado en lo carnal y que solo se da entre humanos, y solo en humanos, cuando existen al menos un quintillón a la n más uno de formas de expresarlo. Te las enumeraría, aunque sin ánimos de ofender, no conocen ni diez.
Augusto estaba impresionado. ¡Entonces qué rayos hago!
Lo que tú creas mejor. Esa pequeña vocecita que te dice con fervor que hagas algo cuando los otros sentidos se aterran o la detienen, es a la que debes escuchar. ¿Como lo dicen ustedes?
Renov odiaba olvidar algo. ¿Seguir tu corazón? ¡Lo sabía! Esa voz es el siguiente paso en su evolución como especie. Esa especie de corazonada o intuición, cuando deje de ser un mero destello que sale de vez en cuando en momentos críticos y en su lugar sea la que domine sus decisiones, habrán evolucionado.
¡Sí, sí, sí!, luego hablamos de eso. Augusto empezaba a respirar más tranquilo. Está bien, iré, solo porque creo que tienes razón. No se lo digas a nadie, por favor. Déjame procesarlo antes yo solo.
Yo no diré nada amigo mío, solo que no deberías esconder tus sentimientos cuando son totalmente sinceros, sin alevosía o ventaja, ¡como ahora!
Augusto solo escuchó el inicio de lo que dijo Renov, lo dejó divagar y comenzó a caminar hacía Ársula. Mientras más se acercaba, una fuerza le oprimía todo el cuerpo sin razón, haciendo cada paso más difícil dar el otro, pero no cedía. Llegó hasta Ársula y la vio con total plenitud, sin el estorbo de los demás chicos.
Y ahí estaba. A solo tres pasos de distancia de ella. Augusto notó que era más alta que él, al menos por cuatro centímetros, esperaba que no lo notara. En ese momento estaba de espaldas a él, con un largo cabello rizado de un tono parecido a la cáscara de una almendra que además parecía soltar destellos de oro cada vez que se movía con la brisa del viento. Augusto tocó su hombro con el dedo y Ársula volteó de inmediato.
Ahhh hola, soy Augusto. Estaba aterrado, sus intentos por no demostrarlo no estaban dando frutos. Disculpa por molestarte, solo que nunca te había visto y supongo que eres nueva… Quería saber si te gustaría que te diera un recorrido por toda la escuela. Ya sabes, para ¿acoplarte? Augusto jamás se había presentado con tantos titubeos y con una excusa tan mal elaborada, había hecho esto miles de veces y siempre llegaba confiado y preguntando si podía platicar con ellos, ya que le fascinaba conocer otras formas de pensar. Esta vez era diferente.
Ársula con un tono de voz directo pero suave, con señas de un gran carácter, vio al nervioso chico. Intentó responderle de la forma más tranquila que pudo para no aterrar más al chico.
Hola Augusto, eres muy amable, justamente estaba preguntándole a mis nuevas amigas. (Señaló a dos pequeñas niñas que no tenían más de once años.) No entiendo dónde debo ir a tomar clases, pero creo que ni ellas saben. ¿me ayudarías?
No podía creer que había funcionado. Augusto sonrió aliviado en sus adentros. ¡Claro, mientras te enseño dónde está todo lo demás!
Sin la menor muestra de desconfianza, Ársula tomó del brazo a Augusto y comenzó a caminar mientras lo bombardeaba con cientos de preguntas.
Cuéntame, ¡¿de dónde eres?! Yo soy de Karion, a más o menos ocho años luz de aquí. Tenemos un sol muy poco radiante, cuando llegué aquí fue como estar en verano siempre, ¡este sol es muy brillante! Puedes ver que mi piel es mucho más pálida que la tuya por esa razón, pero con tres años que esté aquí, verás que la tendré más bronceada que tú. Ársula se sentía bastante cómoda.
Yo soy de aquí… quiero decir, de este sistema solar, de la Tierra, a media hora luz.
Ohh eres de aquí, ¡de este sistema!, ¡Eres un humano! No había conocido a nadie que viviera en su propio sistema desde hace mucho tiempo. Debe ser genial sentirte parte de algo todo el tiempo, ser foráneo es pesado, nuevas personas, dejar lo que conoces, todo desde cero.
Yo creo lo contrario, ¡debe ser genial conocer cosas nuevas e iniciar desde cero! No en otro planeta, más bien, ¡en otro sistema! Eso debe ser fascinante. Ya no quedaba ni un rastro de nerviosísimo en Augusto.
Bueno, esta es la dirección y tus clases son en el grupo 3-14, espera ¡estarás al lado de mi salón! Espero verte más seguido para saber más de dónde vienes, sería perfecto.
Puedo decirte que soy una Neroniana, Karion es el planeta natal de mi especie. Aunque suene muy lejano, somos de alguna forma de la misma base de vida, el carbono. Mi padre me ha contado muchas veces que al menos en este brazo de la galaxia, casi todas las formas de vida se formaron a base del carbono, obvio por factores totalmente dispares, pero por esta razón, no somos tan distintos, al menos no en todo. Ya te contaré más, tengo que ir a mi clase, ¡nos vemos pronto Augusto! Y con un pequeño abrazo, se despidió Ársula de un Augusto totalmente en trance.
Así fue como inició una de las amistades más interesantes y poderosas para Augusto. A partir de ese momento, obviamente en secreto, su interés disminuyó sustancialmente en conocer nuevos chicos foráneos. Y se dedicó en mente y alma a descubrir más de la dueña de esos ojos color iridiscente.
continuará...