Mollo, norberto 2013 historias previas a la fundación de rufino en su área de influencia

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AGRUPACIÓN DE HISTORIADORES FEDERADOS DEL SURESTE DE CÓRDOBA Y SUROESTE DE SANTA FE

XXII Encuentro. Rufino 5 de octubre de 2013

Historias previas a la fundación de Rufino en su área de influencia

Norberto Mollo

Asamblea 480 (6100) Rufino SANTA FE 03382-427214 03382-15410275 nmollo@arnet.com.ar


INTRODUCCIÓN La historia de los pueblos del área pampeana, en muchos casos está directamente relacionada con el avance de la red ferroviaria. Es muy frecuente que en las adyacencias de las estaciones de ferrocarril hayan surgido caseríos, en los cuales no faltaban una pulpería, una escuela, una parroquia, una estafeta postal, etc. Estas incipientes comunidades, donde interactuaban criollos, inmigrantes y aún algunos aborígenes que habían sobrevivido a la llamada “Conquista del Desierto”, tomaron en general como fecha de su fundación el de la puesta en servicio de la red ferroviaria. En muchos casos no hay una fecha de fundación definida, y en otros, como en Rufino, se toma como tal la fecha del acta de aprobación de los planos del pueblo, por parte de las autoridades provinciales. Hasta no hace mucho, las historias escritas por esforzados y entusiastas autodidactas locales, omitían los sucesos acaecidos en la región, antes de que se fundaran los pueblos. Cada vez mas, sin embargo, se toman en cuenta los hechos acaecidos con anterioridad, donde fueron protagonistas primeramente los pueblos originarios, y mas adelante éstos y las fuerzas militares euroamericanas (españolas hasta 1810, y argentinas hasta 1879). Por ello realizaré el intento de aportar elementos históricos, fehacientemente comprobados, de hechos sucedidos en las cercanías de donde hoy se halla emplazada la Ciudad de Rufino, con anterioridad a su fundación. Abordaré al comienzo algunos aspectos prehistóricos de la zona, para luego desarrollar los acontecimientos históricos relativos a las etnias que tenían posesión de este territorio, de sus enfrentamientos con las fuerzas militares, y las relaciones interétnicas fronterizas de todo tipo que se dieron en esta región. Finalmente mencionaré la ocupación y colonización de la zona, la mensura y venta de los terrenos y el arribo de los hermanos Rufino. ALGUNAS REFERENCIAS PREHISTÓRICAS El área pampeana todavía no ha sido suficientemente prospectada, y debajo de los distintos niveles del loess, yacen tal vez fósiles humanos que puedan darnos mas luz sobre la prehistoria de estos lugares. La presencia del ser humano en las dilatadas Pampas se remonta, aproximadamente, a mas de 12.000 años AP (Antes del Presente). Eran esporádicas poblaciones de cazadores-recolectores, procedentes del N.E. que se desplazaban hacia la Patagonia. Hace 8.200 años, ya se hallaban algunas poblaciones en tránsito, en lo que hoy es la Pampa santafesina. Un reciente hallazgo con ese fechado fue realizado en la Laguna El 2


Doce, conocida antiguamente como Laguna Aguará (Latitud: 33º 54' 20” S y Longitud: 62º 08' 43” O, situada a 7 km al SO de San Eduardo y 14 km al NE de Sancti Spiritu). Las lagunas surgen como un elemento fundamental para el asentamiento humano. Estas lagunas y sus correspondientes lomadas, se constituyeron en un ambiente favorable para la concentración de recursos vegetales y faunísticos, tanto acuáticos como terrestres, que fueron una importante fuente de aprovisionamiento de alimento, materia prima y combustible. Un trabajador rural de la zona de San Eduardo, apodado el Chango Gusto había alertado de la presencia de restos óseos en las costas de la laguna El Doce en el año 2003. Tras una prolongada investigación en la que participó el Centro de Estudios Interdisciplinarios de Antropología, dependiente de la Universidad Nacional de Rosario, se logró determinar a través de un fechado de Carbono 14 realizado en el laboratorio de la Universidad de Arizona (Estados Unidos), que la antigüedad de los restos óseos humanos eran de 8.274±68 años AP. Este proyecto de investigación está dirigido por Carlos Ceruti y codirigido por Juan David Ávila. También participan en el mismo los profesionales Carolina Gabrielloni, Jimena Cornaglia Fernández, Carolina Piccoli, Mariela Gallego, Mariel Gavilán, Alejandro Alonso, María Pía Ayuso y Carolina Barboza, todos de la UNR. Se hallaron restos óseos de 17 individuos, pero se sospecha que pueden existir muchos mas. Junto a ellos se encontraron restos de guanacos, venados, ñandúes y roedores. Se encontraron además numerosos fragmentos de cerámica en la que los tiestos presentan en algunos casos pintura anaranjada-rojiza y restos de hollín. Asimismo fueron hallados materiales líticos de distintos orígenes: “También se destaca la presencia de artefactos confeccionados por técnica de picado, pulido y/o abrasión: sobadores, bolas de boleadoras, artefactos de molienda (activos, principalmente). Entre los artefactos líticos elaborados por técnica de talla, las materias primas más utilizadas han sido cuarcitas, cuarzo, ftanita y rocas silíceas. Los artefactos elaborados por abrasión, pulido o picado son principalmente de ortogneis, y se registran también de cuarcitas, tosca, granitos, esquistos cuarzos-micáceos y rocas ígneas. De acuerdo con los análisis mineralógico y textural de las materias primas líticas bajo el microscopio petrográfico (González 2006), junto con el análisis macroscópico, podríamos indicar que sus posibles lugares de obtención serían los Sistemas Serranos de Tandilia y Ventania –cuarcitas, ftanita y esquistos– las Sierras de Córdoba y San Luis –cuarzo, sílices, ortogneis y granitos– (Avila et al. 2009)”. (Ávila. 2011. 339-340). Cabe destacar que este poblamiento, que se produjo en el Holoceno inicial tardío, no fue el único en la Laguna El Doce. Seis milenios mas tarde otra corriente pobladora se afincaría en la 3


laguna. Los estudios de la Universidad de Arizona, dan para estos fósiles los siguientes valores: 2350±180 años AP y 1555±65 años AP. También hay aquí presencia de elementos cerámicos. Es interesante señalar que este segundo poblamiento en la laguna El Doce, se produce en el mismo momento en que también arribaban estos cazadores recolectores a la laguna Las Marías, no muy lejos de allí, tema que desarrollaré a continuación. Corría agosto de 1999 cuando dos aficionados a la arqueología y paleontología de Villa Cañás, Marcos Basavilbaso y Horacio Flores, encontraron restos fósiles humanos en las barrancas de la Laguna Las Marías (Latitud: 34º 05' 40” S y Longitud: 61º 37' 00” O, unos 10 km al S de Villa Cañás). El investigador del Conicet y catedrático de la Facultad de Ciencias Naturales de La Plata, Aníbal Fighini, realizó el fechado con C14 en el laboratorio de la Universidad Nacional de La Plata. Los dos estudios que se hicieron del llamado “Hombre de Las Marías” dieron una antigüedad de: 1880±90 años AP y 2140±80 años AP. También se halló en el lugar presencia de cerámica perteneciente al mismo yacimiento. En diciembre de 2002 un equipo de trabajo de la UNR dirigido por María Pía Ayuso, realizó en dicha laguna estudios de bioarqueología, en el marco del proyecto “Registro Arqueológico del uso del espacio en ambientes ecotonales pampeanos”, dirigido por Fernando Oliva (UNR). Este grupo de trabajo estuvo integrado por María Pía Ayuso y Juan David Ávila (UNR), Vanesa Parmigiani y Hernán De Angelis (UNLP) y Evangelina Gutlin (Olavarría). En el año 1993 un curioso pescador rufinense, don Carlos Vietti (hermano del historiador Luis A. Vietti), mientras colocaba su caña a orilla de la laguna Las Salinas, observaba con atención el paisaje y, en especial las barrancas, que cada vez que iba veía como se modificaban por la erosión hídrica y también eólica. Es así que en una oportunidad descubrió lo que parecían ser huesos humanos que asomaban en esas barrancas. Movido por la curiosidad comenzó a despejar prolijamente los fósiles quitando la tierra adyacente. Se dio cuenta que efectivamente eran restos humanos y muy antiguos. Volvió muchas veces a la laguna, no tanto por el entusiasmo de pescar, sino por el de extraer de a poco, sin dañarlo, ese preciado material arqueológico. Cuando concluyó lo trajo a mi casa y lo dispusimos sobre una mesa y vimos que era un esqueleto bastante completo. Como nuestros conocimientos arqueológicos por entonces era mínimos, decidimos llamar a un profesional en la materia. Es así que nos pusimos en contacto con Sandra Escudero, arqueóloga y titular del proyecto provincial “Ecología, Conducta Humana y Prehistoria”. Esta profesional llevó el fósil a la Universidad Nacional de Rosario, 4


donde fue estudiado en el Museo Universitario “F. y C. Ameghino” y en el Instituto de Física y Geología. En 1994 la Licenciada en antropología Silvia E. Cornero realiza un “Informe osteológico de los restos esqueletales de Laguna Las Salinas (Viamonte, Córdoba)”, donde realiza numerosas consideraciones, concluyendo: “El análisis morfoscópico nos permite estimar que se trata de un individuo de sexo femenino. La estimación etaria, en base a las suturas nos revela una adulta joven (No considerando en esta evaluación el grado de desgaste dental, posiblemente co-producido por una dieta abrasiva). La constitución ósea de los elementos, en general, nos pone en presencia de una persona que alcanzó, en vida, un buen desarrollo esqueletario. El único registro de hueso largo completo es un húmero derecho, del cual se tomaron dimensiones para estimar la estatura resultando aproximadamente 155 cm ± 2 cm (Bennett K. 1987). No se observan procesos infecciosos, patologías traumáticas, genéticas o metabólicas. No se observan restos de pigmentación de origen ritual. Los valores arrojados en el análisis químico podrían estar indicando una dieta rica en alimentos vegetales” (Cornero. 1994. 7). Lamentablemente no se realizaron estudios de Carbono 14 de esta muestra, por lo que no se pudo determinar la antigüedad del fósil. Éste fue hallado en la costa oriental de la Laguna Las Salinas (Latitud: 33º 40' 50” S y Longitud: 63º 06' 55” O, a 7 km al NO de Viamonte, Departamento Unión, Provincia de Córdoba). En febrero de 2008, Ramón Coria, un vecino de la localidad de Martínez de Hoz, mientras visitaba la Laguna de los Pampas, en el sur del Partido de Lincoln (Buenos Aires), se percató de la presencia de restos fósiles en sus barrancas. Hacia fines de ese año y en el 2009 trabajó en la misma un equipo de investigadores de la Universidad Nacional del Centro (UNICEN), integrado por Gustavo Politis, Pablo Messineo, Mariela González, María Álvarez y Cristian Favier Dubois. En realidad se hallaron dos yacimientos, ubicados a 500 metros de distancia uno del otro. El primero se encontraba en la Latitud: 35º 19' 42” S y Longitud: 61º 31' 50” O, mientras que el segundo estaba en la Latitud: 35º 19' 56”

S y Longitud: 61º 31' 53” O.

“Tres muestras óseas fueron

enviadas a datar al NSF Arizona AMS Facility (Tucson, Arizona, EEUU). Una era un segundo molar izquierdo de la mandíbula del individuo del Entierro 1, que arrojó una edad de 8971 ± 77 años AP (AA-90127). La segunda datación se obtuvo sobre un diente de la mandíbula del individuo juvenil hallada en posición superficial próxima al Entierro 1 (20 m al sur) y dio una edad de 8835 ± 83 años AP (AA-93221), la cual ubica en términos de sincronía a ambos individuos en el Holoceno temprano. Por último, un fragmento de tibia de guanaco correspondiente a un desecho vinculado a la confección de instrumentos 5


óseos procedente del Sector 1 dio una edad de 5684 ± 61 años AP (AA-93220), la cual lo ubica en el Holoceno medio.” (Politis. 2012. 470). “Otro aspecto importante es la amplia variedad de rocas que podrían proceder de diversas áreas de la región pampeana, como los sistemas serranos de Tandilia (ortocuarcita, ftanita y dolomía silicificada) y Ventania (metacuarcita y riolita), el oeste de la provincia de La Pampa (chert silíceo) y, posiblemente, la costa atlántica (basalto). Por último, la alta frecuencia de artefactos de molienda en la laguna estaría en relación con el procesamiento de especies vegetales de la provincia del Monte, que en momentos de mayor aridez podrían haber estado presentes en este sector de la subregión Pampa Húmeda. Como ha sido señalado para la fauna, se registra una gran similitud en la tecnología lítica y en las materias primas utilizadas con el conjunto de la Laguna El Doce (Avila 2011) y probablemente con el de la Laguna Salalé (Oliva et al. 2004), 80 km al noroeste”. (Politis. 2012. 471). Las conclusiones que este equipo de la UNICEN dirigido por Gustavo Politis, referidas a la Laguna de los Pampas, se pueden hacer extensivas a toda el área pampeana que hoy ocupa el noroeste de Buenos Aires, sur de Santa Fe, sureste de Córdoba y noreste de la Pampa: “En lo que respecta a la cronología, se pueden estimar al menos tres momentos diferentes de ocupación de este ambiente lagunar; uno de ellos correspondiente al Holoceno temprano en ca. 8900 años AP. El Entierro 1 y los huesos del individuo juvenil, ambos del Sector 2, podrían corresponder a un único evento de inhumación. Las dataciones sobre estos restos están entre las más antiguas para la región pampeana (Politis y Bonomo 2011) y la Argentina. El otro momento corresponde al Holoceno medio en ca. 5650 años AP, en que se observa una estandarizada tecnología ósea sobre tibias y, en menor medida, metapodios de guanaco. El último período sería asignable al Holoceno tardío y se evidencia principalmente por la presencia de puntas triangulares pequeñas y tiestos cerámicos hallados en superficie. El registro de Laguna de Los Pampas, junto con el de Laguna del Doce (fechado entre ca. 8274 y 1555 años AP., ver Avila 2011), señala la ocupación, por lo menos desde el Holoceno temprano, del sector noroeste de la subregión Pampa Húmeda y la reocupación de los ambientes lagunares a lo largo del Holoceno. La tendencia en la explotación recurrente del guanaco como recurso principal, el potencial uso de los productos vegetales de la provincia del Monte, el uso de un amplio rango de materias primas −entre las que predomina la ortocuarcita superior del Grupo Sierras Bayas y, en segundo término, la ftanita de la Formación Cerro Largo, ambas procedentes del sector serrano de Tandilia−, una estandarizada tecnología ósea (por lo menos durante el Holoceno medio) y el uso de estos espacios como lugares 6


de inhumación parecen ser los rasgos más destacados de estas ocupaciones humanas” (Politis. 2012. 471).

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HECHOS HISTÓRICOS OCURRIDOS EN LA REGIÓN ANTES DE LA FUNDACIÓN DE RUFINO LAS PRIMERAS ETNIAS Con el arribo e invasión de los españoles de estos territorios sudamericanos en el siglo XVI, comienza el registro histórico escrito de los sucesos acaecidos en las Pampas. La llegada del caballo y de las vacas con la expedición de Pedro de Mendoza en 1536, significó un cambio fundamental en los hábitos de las poblaciones originarias, tanto alimenticios, como de comunicación y de guerra. Las poblaciones aborígenes que deambulaban por las Pampas, eran tehuelches septentrionales, que llegaban esporádicamente, y en general lo hacían en pequeños grupos, que podían alcanzar el río Quinto, el Cuarto, el Carcarañá, etc. Tuvieron una mayor presencia, con poblaciones estables en el sur bonaerense, especialmente en las Sierras de la Ventana y de Tandil. Fueron conocidos indistintamente como querandíes o también Pampas. Una expedición realizada en 1620 por Gerónimo Luis de Cabrera (nieto del fundador de Córdoba), con el objetivo de llegar a la mítica ciudad de los Césares, atravesó el territorio pampeano de norte a sur. Salido de Córdoba, arribó a las proximidades del río Cuarto y desde allí hasta el río Quinto (a la altura del “Paso de los Césares”, muy cerca de la actual localidad sanluiseña de Justo Daract). La expedición continuó hacia el sur atravesando el río Colorado y llegando al Negro, a la altura de la actual Choele Choel. Luego se dirigieron al oeste hasta llegar a la actual provincia de Neuquén, donde fueron rechazados por los naturales. La crónica de Cabrera no dice, que en la vastedad de las Pampas no había un solo indio. Sólo encontraron una pequeña población de tehuelches septentrionales poco antes de llegar al río Colorado (en el centro-sur de la actual provincia de La Pampa). “A las cuatro leguas llegamos al rio Turbio [Colorado] que fue el primero rio que topamos desde el rio Quinto y en él hallamos algunos indios mas pobres, y barbaros que los de estas pampas de buenosaires que hablan su propia lengua caguané” (Biblioteca Nacional de Chile. Manuscritos. f. 181). Mas adelante Cabrera aclara que estos habitantes, hablaban la misma lengua que los de Buenos Aires, que era la caguané, mientras que los aborígenes del Neuquén no sólo hablaban el caguané, sino también la de Chile (mapudungun), por lo que se advierte ya un incipiente proceso de araucanización en dicha zona, por aquellos tiempos. En la segunda mitad del siglo XVIII numerosas tribus pehuenches y huiliches llegan hasta estas latitudes, básicamente en malones contra tropas de carretas que se 8


desplazaban por el Camino de las Pampas, que iba por Melincué y a orillas del río Cuarto, e inclusive se adentraban hasta el propio camino real, que pasaba a la altura de las actuales localidades de Casilda, Arequito, San José de la Esquina, Cruz Alta y Saladillo. Una de estos grupos pehuenches, pertenecientes a la zona de Ranquil (norte del actual territorio de la provincia de Neuquén), fijó su residencia en la zona del Mamil Mapu (Pais del Monte) (en el centro norte de La Pampa), donde interactuó con las escasas poblaciones de tehuelches septentrionales, que fueron absorbidas y araucanizadas rápidamente, ante el potencial de los recién llegados. Nace así el pueblo ranquel, siendo el Cacique Carripilún su primer gran lonko. En el área próxima a donde hoy se halla la ciudad de Rufino, atravesaban el terreno tres rastrilladas aborígenes. La mas importante, y tal vez mas antigua, era la de Las Tunas, que procediendo del Saladillo, pasaba por el paraje y laguna de Las Tunas (al S. de Alejo Ledesma), atravesando la actual ruta nacional Nº 7 a la altura de Vivero, siguiendo hacia el sur por la hoy Colonia La Amalia, hasta llegar a la laguna Langheló (5 km al E. de Santa Regina, Partido de General Villegas, Buenos Aires). En ese sitio la rastrillada de Las Tunas, recibía el aporte de otras dos: la de Loreto y la del Hinojo. La rastrillada de Loreto nacía en La Esquina (hoy San José de la Esquina), pasaba por la laguna de Zapallar Grande o Loreto (5 km al S. del actual Maggiolo), por el SE del casco urbano de la ciudad de Rufino, para concluir en la citada laguna Langheló. La tercera rastrillada era la del Hinojo, porque partiendo de este fortín de la frontera (al E de la actual ciudad de venado Tuerto), pasaba por las hoy localidades de San Eduardo, Sancti Spiritu y Lazzarino, luego por el paraje de Pichi Huitrú (actual Estancia Concordia, al S. de Tarragona), por la laguna La Salada y arribaba también a Langheló. En esta última laguna Lucio V. Mansilla erigiría en 1869 el Fuerte Gainza, comandancia de la Frontera Sur de Santa Fe. En la región donde se ubica Rufino, no hay registros históricos de presencia de tolderías permanentes de ninguna etnia aborigen. Era una zona de transición, bajo el dominio del cacicazgo del Mamil Mapu, muy próxima a la frontera anterior a 1869, donde esporádicamente llegaban algunos ranqueles a buscar yeguas, o vacas o a bolear ñandúes. Asimismo incursionaban los euroamericanos con objetivos similares, ya que la vida en los fortines era muy precaria, y mas de una vez tenían que salir a cazar para poder comer. Los toldos mas avanzados de los ranqueles se hallaban en lo que hoy es el N de La Pampa, el SO de Córdoba y el S de San Luis.

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LA TOPONIMIA EN LA REGIÓN DE RUFINO La presencia aborigen ha dejado su impronta en la zona. Si uno revisa con detenimiento varios planos de mensura, de los primeros que se levantaron en la región, se va a percatar de la presencia de topónimos indígenas, todos de raíz ranquel. Entre ellos se pueden mencionar: Pichi Huitrú (Pichi Witru en ranquel, que significa “Pequeño Caldén”): se trata de una pequeña laguna de forma circular, que se halla muy cerca del casco de la Estancia Concordia, al S de la Estación Tarragona. Se hallaba sobre la rastrillada de Hinojo. Mamul Lauquen o Mamil Lauquen (Mamüll Lavken en ranquel, que significa “Laguna del Monte”): laguna situada sobre el camino 2-s, cerca del Paraje La Rinconada. Este topónimo dio origen al nombre de una estancia y estación ferroviaria situada un poco al oeste, ya dentro de la provincia de Córdoba. Quinialóo (Küngaloo en ranquel, que significa “Médano de las Cortaderas” (llamadas también Colas de Zorro)): médano ubicado al N. del Boliche Cullak, antes de llegar a El Paraíso. Nahuelcó (Nawelko en ranquel, que significa “Aguada del Tigre”, en alusión a los jaguares o yaguaretés que habitaban la zona en tiempos del Virreinato del Río de la Plata): era un complejo formado por dos pequeñas lagunas con una franja de tierra que las separaba. Se hallaba cerca de la laguna La Picasa, la que al haberse extendido, la incluyó dentro de su superficie. Chipaylauquen (Chipailavken en ranquel, que significa “Brota la laguna”): pequeña laguna situada al E de La Picasa y al SE de Nahuelcó, al NE del actual pueblo de Aarón Castellanos. Hoy las aguas de La Picasa han incorporado a ésta y a otras lagunas aledañas, creando un gran cuerpo de agua. Pahavalauquén o Pahallanquén (Patrawa Lavken en ranquel, que significa “Laguna del Duraznillo”): Hoy conocida como Laguna La Verde, por estar situada dentro de la estancia homónima, al N de Villa Saboya, en el partido de General Villegas, provincia de Buenos Aires, muy cerca del límite con Santa Fe. Además de los citados topónimos de origen ranquel, existen otros de origen español, la mayoría en desuso, olvidados en el tiempo. Entre ellos caben mencionar los designados por Lucio V. Mansilla en su tránsito por las rastrilladas: Tosquita Salada (Actual Laguna El Pejerrey), dentro de la Estancia La Amalia, sobre la rastrillada de Las Tunas. Médano del Capitán: Pequeña zona medanosa situada dentro de la Estancia Las 10


Ángelas, sobre la rastrillada de Loreto. Guaico de Arias: pequeña aguada situada al NE del actual Rufino, sobre la rastrillada de Loreto. Su nombre lo designó Mansilla en honor al teniente Camilo Arias, que formaba parte de sus tropas. Guaico de Argüello: pequeña aguada situada asimismo al NE de la hoy ciudad de Rufino, sobre la rastrillada de Loreto. Nombre que Mansilla colocó al lugar en honor a José Fidel Argüello, hacendado criollo descendiente de conquistadores del siglo XVII, que vivía en la zona de Río Cuarto. Médano de la Emboscada: formación medanosa situada al N de Tarragona, dentro de la Estancia 30 de Diciembre. Se hallaba sobre la rastrillada de Loreto. Dos Lomitas: paraje formado por dos medanillos pequeños, situado en la parte norte de la Colonia Falucho, al S de la Estancia Las Niñas. Estaba sobre la rastrillada de Loreto. Existen otros topónimos mas conocidos, que mencionaré a continuación: Laguna La Picasa (Al E de Aarón Castellanos y O de Diego de Alvear) (antiguamente era conocida como Laguna Picaza o Desconocida), Laguna La Salada (por su ángulo NO pasaba la rastrillada de Hinojo), Laguna Los Huaicos (por su ángulo NO también cruzaba la rastrillada de Hinojo), Laguna La Escondida, Laguna Pichi Mahuida (no es un topónimo aborigen, sino uno impuesto por los fundadores de la estancia), Laguna La Ragusa, Laguna Roseti (al S de la estación ferroviaria homónima), Laguna La Mestiza (dentro de la Estancia La Amalia), Laguna Los Juncos (al E de Rufino), Laguna Vivero (al S de la estación ferroviaria homónima. Por su costa este pasaba la rastrillada de Las Tunas), Laguna La Teresa (se halla al O de la Colonia La Inés, y actualmente dentro de la Estancia El Trío. Por su costa oeste pasaba la rastrillada de Las Tunas), Laguna La Araña (en el paraje Manzanares), Cañada La Salada (al E de Amenábar), Laguna Las Algas (en la parte N de la Colonia Falucho, al N de Amenábar), Laguna El Paraíso (dentro de la estancia homónima, al N de la Colonia La Inés), Laguna Fierro (hoy conocida como Laguna Sancti Spiritu o Los Flamencos, situada inmediatamente al N de la localidad de Sancti Spiritu), etc.

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LAS ENTRADA ESPAÑOLAS A LAS PAMPAS DE 1776 Y 1779 Las expediciones punitivas españolas, como represalia ante las incursiones, que habían realizado previamente los indios, permitieron a los hispanos, ante todo, el conocimiento de los distintos hábitats de los aborígenes. En marzo de 1776 se inicia la primera de ellas, cuyo punto de partida fue la Punta del Sauce (actual La Carlota), y estaba comandada por el coronel Don José Benito de Acosta y el maestre de campo Don Ventura Montoya, con una fuerza superior a los mil hombres. Esta expedición seguiría la rastrillada del Sauce y pasaría al O de Laboulaye (aproximadamente por donde hoy está Río Bamba), por los médanos de Italó, siguiendo hasta el territorio de La Pampa. Con la intención de castigar la osadía de los pehuenches, ranqueles, huilliches y otras parcialidades que habían atacado las fronteras, se organiza una nueva expedición 12


punitiva, esta vez al mando de los maestres de campo Diego de las Casas y Don Ventura Echeverría, quienes parten del Saladillo de Ruiz Díaz (actual Saladillo), el 12 de junio de 1779, y después de recorrer mas de 1.300 km y, redescubir los mismos caminos, retorna al lugar de partida, tras dos meses de travesía, el 14 de agosto de dicho año. Tomando en cuenta los itinerarios de ambas expediciones, fueron relevados 757 indios de pelea, sin contabilizarse la chusma (mujeres y niños); computándose alrededor de 420 toldos dispuestos en 48 tolderías. Esta expedición de 1779 utilizaría la rastrillada de Las Tunas, ya que pasaba por la laguna Las Tunas, Laguna La Teresa, por donde hoy está la estación de Vivero, por donde existe la Estancia La Amalia, para arribar a la laguna Langheló (al E de Santa Regina), y desde allí doblar al SO hasta el Mamil Mapu, que era el corazón de la Nación Ranquel, en la actual provincia de La Pampa. EL VIAJE DE LUIS DE LA CRUZ (1806) Sin duda, quien mas datos aporta, acerca de las poblaciones aborígenes en las Pampas, es el explorador chileno Luis de la Cruz. Entusiasmado, al escuchar el relato de la experiencia vivida por otro viajero destacado, don Justo Molina, y siendo por entonces alcalde de Concepción, emprende en 1806, con la anuencia de las autoridades de Santiago y Buenos Aires, un largo viaje, que con su fina pluma, describe hasta el mínimo detalle. Don Luis de la Cruz (1768-1828), nacido en la Villa de Concepción de Penco (Chile) el 25 de agosto de 1768, que en el tiempo de realizar el trascendente viaje era alcalde de Concepción, ingresó a la carrera militar alcanzando relevancia en la lucha por la independencia de su país reemplazando por algún tiempo en 1817 a O'Higgins como jefe supremo, intervino en acciones militares y políticas en pos de la libertad de Chile, supo del cautiverio en diversas cárceles (Chillán, Callao, Valparaíso, Isla de Juan Fernández), para una vez en libertad, luego de la victoria de San Martín en Chacabuco, acompañar al libertador en la gesta de emancipación americana. Su muerte se produce en Santiago de Chile hacia octubre de 1828, cuando contaba con 60 años de edad. Don Luis de la Cruz y Goyeneche 13


Luis de la Cruz por nuestra región: 22/06: La expedición llega a los médanos de Guentean (Wentean) (luego llamado Médano de los Tres Caldenes, al sur del actual Banderaló), residencia del cacique ranquel Ena. 24/06: Llegan al sitio de Pichinlob (Pichiloo) (Médano pequeño), unos 7 km al estenoreste de la localidad de Banderaló. 25/06: Arriban a Blancomanca (Blangka Manka). La laguna se conserva actualmente como también su denominación (Blanca Manca), localizándose en el lote 15, Cuartel VII, Sección G del Partido de General Villegas, al norte del casco de la Estancia Blanca Manca. En una concisa descripción del lugar De la Cruz nos dice: "Los pastos muy abundantes; pero ni un solo arbol" (ANHCH. f. 155). 26/06: Se encuentran en Chicalco (Chikalko) (de Chical: chañar, Co: agua; "Agua del Chañar"). Su posible ubicación catastral estaría dada en la sección X, dentro de la Estancia El Fortín (sin duda su nombre deriva de la existencia en el período 1870-76 del Fortín San Martín ubicado dentro de dicho predio rural), del Partido General Villegas. 28/06: Tras corto recorrido alcanzan la laguna de Chicalco o también llamada Lauquencó (Lavkenko)(de Lauquen: laguna, Co: agua; "Agua de Laguna"). El sitio probable se lo localiza en la Sección XIII del Partido de General Villegas, en el extremo sudeste del establecimiento Caldenes. 29/06: Siguiendo el mismo rumbo noreste llegan al paraje conocido con la voz española Ramada. "El nombre de la Ramada tiene su origen, de que los Españoles construyeron en ese citio una Ramada andando perciguiendo a los Yndios." (ANHCH. f. 160).

La

ubicación de la Ramada podría darse en la sección XIV del Partido de General Villegas, al sudeste de la localidad de Villa Saboya. 30/06: Llegan a Chipaylauquen (Chipailavken). A Chipaylauquen se lo sitúa a 8 Km al este de Aarón Castellanos, en proximidades de La Picasa (actualmente forma parte de ella). Poco antes de arribar a Chipaylauquen, la expedición atravesaría el paraje de Nahuelcó (Nawelko), que De la Cruz cita en su diario: “... seguimos la derrota hasta las Dos y Diez minutos que llegamos al lugar de Naguelcó, que es un corral que forman dos Lagunas: entramos por una abra, de vastante extencion, y tomando al Sur sueste para salir por otra igual, à los veinte minutos alojamos a las Dos y media de la tarde con cinco y media leguas andadas en la orilla de dicha laguna, que es de agua dulce [Chipaylauquén]”. Es de notar la cantidad de caballos cimarrones que vagaban en la zona por entonces. En el tramo en lo que hoy es Villa Saboya y Aarón Castellanos, De la Cruz 14


nos dice: "Poco mas de una legua haviamos caminado quando se divisó acia el Este una manada de Yeguas, que pasaria de mil quinientas, y otra al Norte mucho mayor" (ANHCH. f. 160). 01/07: Luis de la Cruz y su comitiva avistan la laguna La Picasa, sin nombrarla como tal y nos deja su interesante descripción: "...y a las diez y seis quadras mas llegamos a la Rivera del Norte de otra, que era salada, tan grande que no se columbraba el fin de largo." (ANHCH. f. 161). En esa jornada llegarían a la laguna de Chadilauquen (Chadilavken) (de Chadi: salado, Lauquen: laguna; "Laguna Salada"). Chadilauquen se ubica tentativamente en el Distrito Christophersen, Departamento General López, en el extremo norte de las estancias El Bonete y Santa Fe. El 5 de julio de 1806 el grupo expedicionario arribaría a Melincué. Es decir que Luis de la Cruz y Goyeneche, en su itinerario de viaje, pasaría al este de Rufino, en proximidades de los actuales pueblos de Villa Saboya y Aarón Castellanos. INCURSIONES

ABORÍGENES

SOBRE

LAS

FRONTERAS

UTILIZAN

LAS

RASTRILLADAS QUE PASABAN CERCA DE LA ACTUAL CIUDAD DE RUFINO (SHE) El 13 de diciembre de 1822 unos cuatrocientos aborígenes invadieron el sur de Santa Fe, robando hacienda en el Arroyo Pavón, avanzaron sobre el Saladillo de la Orqueta, sitiaron 3 días Melincué, mataron un soldado y destrozaron una tropa de carretas en las chacras de Gorosito. El 8 de junio de 1823, en represalia por las incursiones de los indígenas, el gobernador de Santa Fe Estanislao López, utilizando las rastrilladas realiza una “entrada” sobre la Pampa central, atacando las tolderías del cacique Lienán, donde afirma haber dado muerte a cien indios. El 1 de diciembre de 1833 fuerzas aborígenes incursionan a través de las rastrilladas de Las Tunas (atacando el fuerte Las Tunas) y de Loreto (atacando la Guardia de la Esquina). El 7 de enero de 1835, una partida de aborígenes que se traslada por la rastrillada de Loreto, ataca la Guardia de La Esquina. El 22 de diciembre de 1838 se produce la batalla de Loreto, a orillas de la laguna del Zapallar Grande o Loreto, unos 5 km al S de la actual localidad de Maggiolo. Los indígenas habían arribado al lugar desde el sur, por la rastrillada de Loreto, la cual pasaba por donde hoy se halla la ciudad de Rufino. Ese mes de diciembre nuevamente hacen sentir su presencia, pero esta vez con un malón de grandes proporciones, compuesto por 15


alrededor de 1.000 indios y liderados entre otros caciques por el coronel unitario Manuel Baigorria, refugiado por entonces en los toldos. La fuerza invasora ingresa al sur provincial separada en tres fracciones y tomando rumbos distintos: una hacia el Carcarañá, siguiendo probablemente la rastrillada de Las Tunas, otra hacia el paraje de La Orqueta y la tercera hacia la zona de Loreto. Impuesto de esta noticia el jefe de la frontera sur de Santa Fe Juan Pablo López marcha desde Rosario con 400 hombres rumbo a la Guardia de Melincué, donde llega el 20 de diciembre. Al día siguiente continúa su marcha para reunirse en el Pedernal (pocos kilómetros al sur de la laguna de Melincué), donde recibe el auxilio de las fuerzas del Fuerte Rojas al mando del coronel Mario Lagos quien aporta 500 hombres. El 22 en horas de la mañana reciben información que los invasores se hallaban acampados a las orillas de la laguna de Loreto, por lo que disponen en conjunto la estrategia de acción militar. De tal modo, en función de una táctica envolvente, el coronel Lagos se dirige hacia el sur del lugar, para cortarles la retirada, mientras que López dividiendo sus fuerzas carga por el norte y por el este. Sin mayores posibilidades de evadirse, los indios tuvieron que inevitablemente enfrentarse a las tropas del ejército. Seguramente el combate fue extenso en tiempo y que por sus características en cuanto a número y ansias de venganza de las fuerzas militares, debe haber sido muy violento y durado algunas horas. El resultado fue favorable al ejército, quienes produjeron numerosas bajas entre los indios, logrando recuperar además la hacienda robada y rescatando cautivos. El parte militar de este hecho señala que se dio muerte a 100 indios, incluido el cacique Quiñiuray, y que las fuerzas militares sólo sufrieron tres bajas. Sin duda este parte es demasiado generoso en cuanto al número de víctimas producida entre los indios y escaso en cuanto a sus propios hombres. Esto sumado al lenguaje utilizado, nos permite mirar con suspicacia la veracidad de su contenido. No obstante esta visión de los hechos, desde el punto de vista militar se repite en otros hechos similares. Vale suponer que un enfrentamiento de esta naturaleza bien podría haber producido bajas humanas un tanto mas equilibradas para ambas partes. De todos modos, se trata de documentación oficial y única sobre este episodio.

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Combate de Loreto (1838). Obra del pintor Ensevi, existente en el Museo Colonial e Histórico de la Provincia de Buenos Aires (Luján).

Mapa que muestra los movimientos de los contendientes en el Combate de Loreto

El 29 de julio de 1856, Juan Pío González, comandante de la guarnición de San José de la Esquina, da cuenta que ese día un grupo de 60 aborígenes ha asaltado varias 17


tropas de carretas y robado ganado. Estos procedían desde el sur, y llegaron al fuerte por la rastrillada de Loreto. El 27 de septiembre de 1857, arriban por las rastrilladas 3.000 indios a Melincué. Sus caciques se reúnen con el jefe de la guarnición y aseguran que su intención no es atacar Melincué, sino que cruzan por el territorio de Santa Fe con el propósito de invadir la frontera de Buenos Aires. El 13 de noviembre de 1865 se produce una nueva invasión de indígenas sobre el Fortín Las Tunas, los que llegaron al lugar a través de la rastrillada homónima. El 23 de abril de 1867, 800 indios (500 de Calfucurá y 300 de Coliqueo) arriban a la frontera santafesina, e invaden dos estancias en la zona de Las Sepulturas, matando a 5 pobladores del lugar y llevándose 12 cautivos. El 28 de mayo de 1867, dos bomberos de los indios son atrapados, e informan que en la laguna La Verde (al N de la actual Villa Saboya) hay 500 aborígenes (300 de Coliqueo y 200 de Calfucurá) que están acampados, esperando para invadir la frontera. El 7 de octubre de 1867, invasión de 50 indios a las Tunas, logran llevarse 10 caballos patrios y ganado vacuno y lanar del fuerte. Son perseguidos por la rastrillada de las Tunas, y una legua al sur del mismo se entabla un combate donde son heridos tres indios y dos soldados. Logran rescatar las vacas y ovejas, no así los caballos. El 15 de noviembre de 1867 persiste la violencia en la frontera, cuando un grupo de 150 indios que habían atacado la zona del Saladillo, invade el Fuerte de Las Tunas. Los naturales realizaron dos intentos de penetrar al fuerte, pero fueron rechazados y se retiraron al sur por la rastrillada de las Tunas. El 29 de diciembre del mismo año, nuevamente Las Tunas es noticia por los enfrentamientos interétnicos. Trescientos indios de Calfucurá ingresaron a la frontera y se retiran con 1.500 caballos hacia el sur, por la rastrillada de las Tunas. El comandante Benito Villar de Las Tunas los persigue con 100 hombres durante 6 leguas, lográndoles quitar 60 caballos. El 30 de agosto de 1868 alrededor de 500 indios invadieron la zona de la Cruz Alta y se llevaron unas 10.000 cabezas, entre yeguas y vacas y corrieron a los vecinos de la Esquina. Habían penetrado desde el sur, por la rastrillada de Loreto. El 20 de noviembre de 1868, nuevamente la rastrillada de Loreto es utilizada por los indígenas para atacar dos lugares que se hallaban sobre la misma. Una enorme invasión de alrededor de 1.500 indios sitia en Loreto a 40 soldados allí destacados y el grueso de la fuerza aborigen se dirige hacia la Esquina. 18


El 11 de diciembre de 1868 se produce una invasión de 50 indios que llevan arreo. Son perseguidos por el camino del Tuerto Venado, hacia La Picaza y La Verde. El 25 de abril de 1869, un grupo de 800 a 1000 indios rodearon el fuerte de Melincué, pero fueron repelidos por las fuerzas militares, regresando éstos hacia el sur. El 19 de mayo de 1869 se produce el adelantamiento de la Frontera Sur de Córdoba. Ese día parten cuatro columnas con ese objetivo al mando del segundo jefe de la frontera, teniente coronel Antonio Baigorria, dado que el jefe de la misma coronel Lucio V. Mansilla se hallaba imposibilitado por una enfermedad que lo aquejaba desde el mes anterior. Una de las columnas, partiendo de Achiras llega a ocupar el abandonado fuerte 3 de Febrero; otra desde Santa Catalina toma posesión del paso de Arganas (Villa Sarmiento), una tercera columna, que también parte de Santa Catalina arriba al médano Cerrillos del Plata o de la Plata (cercanías de Del Campillo), y la última desde La Carlota, que también arribaría a Cerrillos de la Plata. Las cuatro columnas llegarían al destino establecido el mismo día 23 de mayo. El 29 de mayo el coronel Czetz sale de Cerrillos de la Plata a efectos de realizar el relevamiento del terreno y de los lugares apropiados para el emplazamiento de las fortificaciones que habrían de completar la extrema izquierda de la nueva frontera. En los primeros días de junio pasaría por lagunas y parajes relativamente cercanos al sur de Rufino. En su relevamiento avanza hacia el este hasta dar con una laguna de características particulares y cuyo nombre le sería consignado tiempo después, en Junín, por el capitán Roque Vazquez, como “Corupotru”, también conocida como Curopotró [Kurüpotro: tal vez “Potro Negro” o “Médano Negro Encorvado”], como equivocadamente llaman a la laguna Langheló [Langelu: “Donde hay muertos”], a cuyas orillas se emplazaría el Fuerte Gainza, ya que la interesante descripción que hace del paraje resulta similar a otras realizadas con posterioridad. “De este modo, y por el itinerario, consignado en el plano llegué el 2 de Junio á una laguna de agua dulce, que se caracteriza de un modo particular entre todas las otras de esta parte de la Pampa, por tres bosquecillos, conteniendo como la primera indelebles señales de campamentos de indios, estando también, situada en un nudo de caminos, que se cruzan al N.O., Norte, N. Este y S. Este. Esta laguna me fue designada por el antiguo baqueano Roque Vazquez, en Junin, con el nombre de Corupotru, y existen poderosos motivos para creer no es otra cosa que Patravallanquen que habia sido encontrada por la columna del Rejimiento n. 7 de caballería, en su cruzada del Cuero al Fortín Piñeiro, en la época de Pavon. Compuesta de una laguna chica, reunidero de las aguas llovedizas, y de otra grande permanente con 19


manantiales de agua potable, me parece que esta laguna, á solo catorce ó quince (14 ó 15) leguas de la Ramada, está indicada por su misma situacion para el establecimiento de la Division de Melincué,...” (Memorias del Ministerio de Guerra y Marina. 1870. p. 132). Es preciso señalar que Curopotró es un paraje formado por médanos y laguna, al este de Italó, en cambio Langheló y Patravallanquen son dos lugares distintos del partido de General Villegas, en la Provincia de Buenos Aires, mientras el primero se halla vecino a la localidad de Santa Regina, Patravallanquen [Patrawalavken, “Laguna de la Patrawa o Pahava” (Planta solanácea conocida en español como Duraznillo Blanco)], o como también se llamaba a la laguna La Verde, se ubica en cercanías de Villa Saboya, y próxima a ella hacia el sur se emplazaría el Fortín Benavídez, luego llamado La Verde. Siguiendo con rumbo N.E. llegaría a la laguna La Picasa en el hoy sur santafecino. “..., hasta llegar á corta distancia de una laguna, que yo llamo la Desconocida, pero que, segun los datos de los baqueanos, debe ser la Picaza, á once ó doce (11 ó 12) leguas de Corupotru, y que es el punto mas á propósito para el establecimiento de las fuerzas de Junín, para avanzar en el centro entre el Médano de Acha y Chilquilofo, y ponerse en contacto con Loncagüe.” (Memorias del Ministerio de Guerra y Marina. 1870. p. 132). Con severas dificultades para proveerse de agua potable en La Picasa y ante la escasez de víveres, acorta su viaje a Junín concluyendo su largo periplo en el Médano de Acha (cercanías de Vedia), el día 4 de junio de 1869, donde pone fin a su relevamiento. Durante septiembre y octubre de 1869 habría de operarse el avance de la frontera sur de Santa Fe de modo simultáneo con la sudeste de Córdoba y norte de Buenos Aires, conforme al plan que propone Czetz a raíz del relevamiento que realizara entre los meses de mayo y junio, y que lo contara como partícipe directo de la ocupación del río Quinto. El 18 de septiembre de 1869 se pone en marcha el avance simultáneo y coordinado de las fuerzas de Mansilla y Benavídez. Desde Las Tunas parte el coronel Lucio V. Mansilla con las tropas de su mando, con pertrechos y materiales, producto de haberse desmantelado en gran parte el fuerte de Las Tunas, y necesarios para las construcciones a levantar en la nueva línea, los que se transportaban en 12 carretas. Las fuerzas de Melincué, representadas por un escuadrón del Regimiento Nº 8 de Caballería, inicia su marcha desde el Fortín Loreto ese mismo día, bajo las órdenes del capitán Alejandro Etchichuri y guiados por el ayudante de Mansilla, el capitán Federico Melchert. Ambas columnas tenían por objetivo ocupar la laguna Langheló, que erróneamente llamaban Curupotró (unos 5 km al E. de la actual localidad bonaerense de Santa Regina), avanzando al mismo ritmo de marcha, en forma paralela, de modo de arribar al mismo tiempo al destino 20


prefijado, comunicándose diariamente por señales de humo y descubiertas al efecto. Las fuerzas de Mansilla transitaron por la rastrillada de Las Tunas, hacia el sur con una leve orientación al oeste. Por entonces la región sufría una intensa sequía, por lo que ofrecía un paisaje bastante desolador, definido por la inmensa llanura, sólo interrumpida, a veces, por alguna formación medanosa. Desde la partida, hasta llegar a destino, la expedición recorrió una distancia de aproximadamente 114 km que representaría unas 23 leguas. En su transcurso habrían de pasar, por el lado oeste de la laguna Las Tunas al inicio del viaje, al este de la laguna del Overo (Establecimiento La Aurora), por la margen oeste de la laguna La Teresa, por la Estancia Laguna del Monte, entre la estación Vivero y laguna homónima, a unos 11 km al oeste de Rufino, por el Establecimiento La Amalia, 4 km al O de Cañada Seca, arribando finalmente a la laguna Langheló, próxima a Santa Regina. Las fuerzas de Etchichuri utilizaron otro camino conocido como rastrillada de Loreto, que pasaba por el propio fortín Loreto, y que tenía marcado rumbo sudoeste. La distancia recorrida hasta Langheló resultó de 123 km y, en su marcha pasaron por los lugares conocidos hoy como: 5 km al oeste del paraje Cinco Esquinas, poco más adelante unos 16 km al oeste de Sancti Spíritu, por la actual estancia Las Niñas, unos 10 km al oeste de las localidades de Amenábar y Lazzarino, por el extremo sudeste de la actual planta urbana de la ciudad de Rufino, por la estancia Las Ángelas, a 5 km al este de Cañada Seca y desde allí, poco más adelante, arribaban a su destino. Ambas columnas arribarían a la laguna Langheló al mismo tiempo, el día 21 de setiembre de 1869, tras cuatro días de travesía. Allí el Coronel Lucio V. Mansilla levantaría el Fuerte Gainza, nueva comandancia de la Frontera Sur de Santa Fe. El 3 de octubre de 1869, luego de la fundación del fuerte Gainza, y de haber explorado terrenos adyacentes al mismo, el coronel Mansilla, con las fuerzas de su mando, emprende la marcha hacia el oeste para levantar la frontera sudeste de Córdoba, objetivo principal de su expedición, arribando el día 7 a la laguna Ramada Nueva donde emplazaría el Fuerte General Arredondo. El 17 de octubre de 1869, desde el fuerte Chañar (en inmediaciones de Teodelina, al noreste de la laguna homónima), parte Martiniano Charras con su división y acompañado del coronel Czetz con el propósito de ocupar el paraje seleccionado para levantar la comandancia de la nueva frontera norte de Buenos Aires. El día 23 de octubre arriba al médano Ancalóo Grande [Angkaloo, “Médano Partido”] (actualmente General Pinto), procediendo de inmediato a delinear y levantar la nueva comandancia, tarea que estaba a cargo del coronel Czetz, que pasaría a llamarse Fuerte Lavalle Norte. 21


Al mediodía del día 16 de setiembre de 1870, el sargento Félix Vallejos y el soldado Manuel Acuña se dirigian desde el fortín Díaz en dirección al fortín Benavídez (La Verde), llevando consigo “vicios de entretenimiento”, es decir bebidas para la dotación de personal de este último fortín. Hallándose a mitad del camino se ven sorprendidos por el ataque de una partida de más de veinte individuos, entre indios y blancos refugiados en los toldos que acompañaban las incursiones detrás de las fronteras. El encuentro tuvo un trágico desenlace para ambos soldados que no pudiendo resistir dada la inferioridad numérica, perecieron bajo las armas de los invasores. Luego de esta matanza los indios cruzaron la línea de frontera para dirigirse en dirección a Melincué con obvios propósitos de continuar con sus actos de robar y de violencia. En el trayecto, en un cañadón (no muy lejos del actual Rufino), se encuentran con una carreta que era conducida por cuatro soldados y que transportando maíz y pasto para la caballada a pesebre de fuerte Gainza, se dirigía a esta comandancia. Intimados por los asaltantes y viendo la posibilidad de salvar sus vidas, los soldados debieron abandonar el carruaje y huyeron logrando llegar a Fuerte Gainza. Informado el comandante Benavídez de esta situación dispone su persecución, la que resulta infructuosa por la ventaja en tiempo y rapidez con que se desplazaban los naturales.

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El 6 de octubre de 1870, el comandante de la guarnición La Verde Ayudante Mayor Pedro Racedo, descubre unas huellas de indios que se internaban en la frontera. De inmediato da aviso al comandante de la frontera sur de Santa Fe Antonio Benavidez, quien envía al Capitán Eliseo Ponce en persecusión de los aborígenes, que aparentemente se dirigían hacia Melincué. El audaz e intrépido capitán Eliseo Ponce, con una fuerza de cuatro oficiales y veinticinco soldados, en realidad suficiente para enfrentar a los incursores que no ostentaban mayor número, se movió con las fuerzas de su mando hacia el interior de la frontera en la dirección de Melincué en procura de encontrar los rastros de los indios. Hecho que finalmente logró al reconocer en el paraje llamado “Guaico de Arias” (al NE del actual Rufino), las indelebles marcas que dejaban las rastrilladas de los mismos. Desde este punto Ponce y su gente se dirigió al paraje conocido como “Cañada de Alanis”, lugar donde tiene aviso por medio de sus 23


descubiertas de que los indios, que marchaban poco más adelante lo hacían rumbo a Melincué; optando por hacer llegar el aviso a esta guarnición y aguardar en el paraje mencionado el regreso de los invasores. Hecho que se produciría cinco días después del ingreso, es decir el día diez de octubre, y que lamentablemente para Ponce, por culpa del comportamiento desacertado de algunos de sus hombres, se le escapó de las manos la posibilidad de una victoria. “En cumplimiento á la orden recibida de V.S. el dia 5 del corriente, me puse en marcha; acto continuo á las seis y media de la tarde al mando de veinte y cinco individuos de tropa con cuatro Oficiales en persecucion de los Yndios, que segun indicios se dirijian al Fuerte “Melincué” (antigua línea de esta Frontera) buscando la rastrillada de ellos, la que hallé en el punto denominado los “Guaycos de Arias”, sobre ella, avanzando terreno proseguí mi marcha hasta la Cañada de “Alanis” donde tuve aviso por mis descubridores que estos se iban para dicho punto á distancia de unas cinco ó seis leguas del citado parage, y por haber hecho yó una marcha de veinte leguas me era del todo imposible darles alcance; en esta virtud dispuse mandar dos Sargentos bien montados a “Melincué” dando aviso al Gefe de ese punto que los Salvages se dirijian á él, á fin de que tomara las medidas que creyera del caso; avisandole á V.S. al mismo tiempo por conducto de un Oficial las medidas que habia tomado y que yó esperaba en este punto el regreso de ellos; como efectivamente el dia diez como á las ocho de la mañana recibí aviso de los Vigias que tenia, que aparecian tres jinetes y á retaguardia de estos una polvareda que se suponia eran los Yndios, acto continuo mandé á decirle al Sargento encargado de ellos por conducto del mismo, que permaneciese oculto como lo habia puesto y no se moviera para nada de donde estaba y esperase mi incorporacion observando el movimiento de ellos; pues el referid Sargento no solo no cumplió con esta orden, sino que se adelantó con un Soldado á una gran distancia á reconocerlos, y cuando se cercioró de que eran ellos, regresó á gran fuga avandonando hasta el Soldado que llevaba consigo y prendiendo fuego al campo, lo que hizo desconfiar á los indios que habia gente emboscada, retrocediendo estos en gran fuga sacandomé como dos leguas de distancia, é inmediatamente destaqué dos partidas bien montadas al cargo, una del Teniente 1º D. Santos Alderete y otra al del Alferez D. Martin Riva, marchando yó á gran galope á retaguardia de ellos, lo que como á ocho o nueve leguas de persecución, se me incorporaron una parte de los individuos de tropa que iban al mando de estos Oficiales, diciendome que se habian estraviado, y que los Yndios disparaban rumbo al Naciente, y viendo el estravio de estos me bí en un gran conflicto, pues estaba en la creencia de que hubieran sido aprehendidos por los bárbaros entre las quemazones y polvaredas de que 24


era invadido. En este estado hice reunir toda la gente á mis ordenes que venía dispersa por haberse quedado con los caballos cansados, siendome por esto imposible la persecucion de ellos. Es lamentable Señor Coronel que se nos haya escapado el triunfo de la mano por la ineptitud del Sargento que tenia destacado, pues puedo asegurarle que los Yndios no pasaban de veinte y cinco á treinta, y que venian donde yo mismo estaba con un arreo de cien á cientocincuenta animales, y que de los que se le han tomado no parece que hayan robado en ninguna parte por el mal estado de ellos. Solo me resta recomendarle la comportacion de los Oficiales é individuos de tropa que he tenido el honor de mandarlos en esta jornada, pues no he visto otra cosa en ellos que un grande deseo de hallarlos y ánimo para batirlos” (SHE. Caja Nº 33. Documento del 12 de octubre de 1870).

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El combate de La Picasa (1871) A principios de mayo de 1871, al mando de Epumer Rosas, se produce la gran invasión. Desde casi dos meses antes se tenían algunas noticias sobre la misma, en principio de los indios de Calfucurá [Kallfükura] a las fronteras Sur de Córdoba, Sur de Santa Fe y Norte de Buenos Aires, aunque posteriormente y en ocasión de materializarse la misma, se verificaría que la numerosa fuerza pertenecía a la parcialidad ranquelina bajo las órdenes de Epumer Rosas. El grueso del malón invasor se presentaba ante las puertas de la Frontera Norte de Buenos Aires, en inmediaciones del Fortín Medias Lunas, en horas de la mañana del día 2 de mayo. El Jefe de la Frontera Sur de Santa Fe Antonio Benavídez se encontraba en esos momentos en Rosario, hallándose a cargo accidentalmente de la misma el coronel Manuel Díaz, quien es impuesto de la situación por el jefe de Medias Lunas Martín Ramos. “Al Gefe de la frontera Sud de Santa Fé Corl D. Ant o. Benavides. Gainza Mayo 2 de 1871. Son las tres de la tarde, en la que recibo un parte de Ramos avisandome que en la mañana del dia de hoy han entrado como Mil indios: como según se crée vayan a Melincué se lo aviso para que V.S. tome las medidas del caso... Manuel Diaz” (SHE. Caja Nº 34. Documento del 4 de mayo de 1871). El Jefe de la Frontera Norte de Buenos Aires, Martiniano Charras, tampoco se hallaba en la comandancia de su cargo, Lavalle Norte, ya que se había trasladado a Junín dejando el mando transitorio a cargo del coronel Salvador Maldonado. Al conocer la noticia de la invasión que se llevaba a cabo, rápidamente se pone en marcha con el Regimiento Nº 3 y 150 guardias nacionales en dirección al Médano de Acha (al norte de la actual ciudad de Vedia), en la presunción de que los invasores se dirigirían a ese lugar. En tanto le hacía saber al coronel Maldonado que con los hombres de su mando se le uniera en dicho lugar para reforzar el número de hombres. Pero Maldonado había partido bien temprano el día 3 de mayo con rumbo a la laguna La Picasa, a sabiendas de que allí se hallaban acampados los indios. “El dia 2 del corriente á las 3 de la tarde recibí aviso del Comandante del Fuerte “Medias Lunas” Sargento Mayor D. Martin Ramos, de que por el Fortin “Las Heras” se habia encontrado á las 7 de la mañana de ese dia una gran rastrillada que se dirigia para el Norte; inmediatamente hice tomar caballos de tiro al Regimiento y Guardias Nacionales que hay en este Fuerte, y á las 4 menos veinte minutos de esa tarde me puse en marcha para la Laguna “Picaza”” (SHE. Memoria del Ministerio de Guerra y Marina Año 1872. p. 10). Al alba del día 3 de mayo de 1871 Salvador Maldonado con el Regimiento de su 26


mando llega al paraje La Picasa, observando la presencia de los ranqueles que se encontraban acampados a orillas de la laguna y descansando, por lo tanto desprevenidos de cualquier ataque. El factor sorpresa obraba a favor de Maldonado quien manda cargar a la caballería a las órdenes del sargento mayor Conrado Villegas, quien produce el impacto propio del inesperado ataque. Se inicia un largo combate, en gran parte cuerpo a cuerpo, que se extendió por alrededor de 5 horas y media, y que dado al importante número de aborígenes y a su bravura en el combate, hicieron retroceder a las fuerzas militares, quienes tuvieron que apelar a sus armas de largo alcance, incluido los cañones, para mantener a distancia a los aguerridos ranqueles. En horas del mediodía los indios comienzan a retirarse quizás satisfechos por el resultado del entrevero, ya que habían logrado un gran objetivo: robar la caballada del Regimiento, alrededor de 200 caballos, dejándolos prácticamente a pie y sin posibilidades de seguirlos. La fuerza nativa deja atrás La Picasa para dirigirse hacia el Fuerte Lavalle Norte (al E. del actual General Pinto), sabiendo que Maldonado y Villegas habían quedado varados en La Picasa, y que Charras estaba con el Regimiento 3 en el Médano de Acha, con la intención de incrementar el éxito de su malón. Alrededor de las 5 de la tarde y aprovechando que el Fuerte había quedado con muy poca dotación de personal, la que no le podía hacer frente, arrebataron los caballos patrios (de los soldados) y reses de ganado que había en el mismo, inclusive hacienda propiedad del comandante Martiniano Charras. Luego de lo cual se retiran hacia el sur, hacia tierra adentro, rumbo al paraje Hubrié. El parte militar de este episodio evidencia una visión parcializada de los hechos, tratando de disimular un contraste y mas aún, pretender asimilarlo como una victoria. Así en otros hechos similares se observa la escasa información, la poca claridad en la redacción, la dispar cifra de bajas y expresiones de éxito, cuando resulta claro que los indígenas lograron su cometido de invadir y regresar a los toldos con gran cantidad de caballos y hacienda, aún desde su comandancia principal. “..., debo decirle á Ud que el dos del presente marché de “Junin” con 200 hombres poniendome á las órdenes de dicho Gefe, encontrandome en el Fuerte “Gral Lavalle” la invasion que debia tener lugar en los partidos del Pergamino, Rojas y Junin no se efectuará debido al arrojo del Gefe accidental de esta frontera, Teniente Coronel Maldonado, quien á la Cabeza de su Rgmto y algunos milicianos cargó y destrozó una columna de mas de mil indios al mando del Cacique Epumer [Epumer: “Dos Zorros”]” (SHE. Caja 34. Telegrama del 7 de mayo de 1871). 27


“Tengo el honor de transcribir á V.S. el parte que el Comand te. del fuerte Medias Lunas (Martín Ramos) pasa al Gefe accidl de la frontera Sud de Santa Fé (Manuel Díaz). “Anoche recibí una nota del Comandte accidental de esta frontera (Salvador Maldonado), en la que me comunica haber batido á los Yndios el 3 del corriente á las 6 de la mañana los que han retrocedido, y en el regreso han sorprendido las avanzadas del fuerte Gral Lavalle y han arrebatado la hacienda que en él habia, tomando en seguida ácia “Hubria” lo que aviso á V. Para su conocim to. Dios guie á V. Martin Ramos”” (SHE. Caja 34. Documento del 11 de mayo de 1871). “A las 6 ½ de la mañana del dia 3 llegamos á dicho punto, encontrando á los indios, los que se pusieron en gran confusion al ver las fuerzas, pues estaban á pié; inmediatamente hice desprender un Escuadron del Regimiento, al mando del Sargento Mayor del mismo D. Conrado E. Villegas, llevando la órden de cargarlos, marchando el que suscribe con el resto de la fuerza en su proteccion. A los pocos momentos de desprendido el escuadron, se encontró con los indios, dándoles una carga tan violenta que les hizo dejar gran cantidad de monturas y camas, viéndose obligados á montar en pelo, por encontrarse durmiendo; el toque nuestro de carga fué contestado por ellos y ejecutado entreverándose con el escuadron, el que los dobló y acuchilló como dos cuadras; pero como la indiada era numerosa un nuevo refuerzo salió en proteccion de los que huian, teniendo la fuerza de línea que replegarse á la reserva, á la que hice hechar pié á tierra, consiguiendo así rechazar las atrevidas cargas de los bárbaros, los que viéndonos en esa actitud se pusieron á una distancia respetable, no atreviéndose á traernos otras cargas por los disparos que se hacian de cañon; asi permanecimos gran rato. Los salvajes tocaron reunion y á las doce del dia se pusieron en retirada en direccion á este Fuerte (Lavalle Norte). Los invasores se calculan en 800 á 1000 lanzas, mandados por el hermano de Mariano Rosas, cacique Epumer. Nuestra caballada de marcha, que era en número de 200, habia quedado á una distancia del Regimiento y en el momento de la carga fué arrebatada por los indios. Por nuestra parte tenemos que lamentar la pérdida de siete individuos de tropa muertos, el Teniente D. Antonio Correa, y cinco individuos de tropa heridos del Regimiento de mi mando. Los indios han tenido diez muertos y llevan muchos heridos, han dejado mas de cien monturas y algunas lanzas. A las 12 y ½ de ese mismo dia me puse en marcha por el mismo rastro que llevaban los invasores; pero como iban estos á gran galope llegaron á este Fuerte como á las 5 de la tarde, logrando sorprender las avanzadas y arrebatar los caballos y reses que habia en él como V.S. verá por la cópia adjunta del parte del Sargento Mayor D. Manuel Lopez, quien se hallaba en el 28


Fuerte por órden que habia recibido del que suscribe; yo llegué hoy á las 3 de la mañana no encontrando ya á los indios. Los he hecho descubrir con el Alferez de Vaqueano D. Fermin Sanchez, y se dirijen á “Hubrié” rumbiando al Sud y por fuera de la línea de frontera. Ahora me resta recomendar á V.S. la brillante comportacion del Sargento Mayor D. Conrado E. Villegas, el que ha tenido que luchar uno contra cinco...” ” (SHE. Memoria del Ministerio de Guerra y Marina Año 1872. pp. 10, 11 y 12).

El combate de Pichi Huitrú En los primeros días de mayo de 1874, la partida de soldados que escoltaba a la comisión de técnicos que estudiaba la traza del ferrocarril al mando del ingeniero Luis A. Huergo, se enfrentó en proximidades del Paraje Pichi Huitrú [Pichi Witru: “Pequeño Caldén”], muy próximo al actual Rufino, con fuerzas del intrépido cacique Vicente Pincén al mando del capitanejo Felipe Coyllá [Koyla: “Mentiroso”]. El mismo arrojó un trágico saldo para las fuerzas militares cayendo muerto su jefe el Sargento José Orellano. En 1872 la Ley Nº 583 del 5 de noviembre, autorizaba al presidente Sarmiento a contratar empresas particulares para la "construcción y explotación de las vías férreas"..." de la ciudad de Buenos Aires hasta San Juan, pasando por Rojas ó Junín, Mercedes, San Luis, La Paz y Mendoza". En función de esta ley el gobierno de la Nación firmaba en 1874 un contrato con Juan E. Clark. Era la etapa fundacional de un ferrocarril que hacia 1882 pasaría a ser el "Ferrocarril de Buenos Aires al Pacífico, B.A.P.". 29


El estudio del terreno se ponía en marcha, pero para ello había que atravesar la llanura tan inhóspita como desconocida, donde solo la vigilia solitaria de la avanzada de fortines pretendía atenuar las incursiones los dueños de las tierras: las huestes de Pincén, los ranqueles de Mariano Rosas, los salineros de Calfucurá y otros. La misión era sumamente peligrosa para la comisión de técnicos liderada por el Ing. Luis A. Huergo (primer ingeniero recibido en el país), ante lo cual contaba con la escolta de unos cuarenta soldados bajo las órdenes del Sargento Mayor José Orellano y del Teniente Ezequiel Delmozo. Los trabajos de relevamiento se efectuaban sobre una ancha franja a fin de ubicar la traza definitiva de la vía en proximidades de la actual ciudad de Rufino. Surgirían luego dos proyectos de vías para Juan E. Clark. El que ubicaba la misma en lo que sería el límite sur de los campos de los hermanos Rufino, por compra que harían al gobierno de Córdoba en 1879; y el otro, finalmente aceptado, unos mil metros al norte del anterior, siendo el actual emplazamiento de la vía. Dejando atrás la laguna La Picasa e ingresando en el actual territorio santafesino, por las cercanías del actual Aarón Castellanos, en horas del mediodía del 8 de mayo de 1874, la comitiva recibe aviso por sus descubiertas de la presencia de naturales acampados en la laguna de Pichi Huitru [Pichi Witru] (actual Estancia Concordia, unos 12 km al este de Rufino). En la noche anterior esta partida de treinta aborígenes de la parcialidad de Pincén [Piseñ] al mando del capitanejo Felipe Coyllá [Koyla], había atravesado la línea de Frontera por entre los fortines La Verde y San Martín, siendo advertida su presencia por las fuerzas destacadas en la Comandancia de Gainza, a las órdenes del coronel Pedro Timote. El sargento mayor Orellano previendo un ataque ordena formar un cerco con los tres carros en los que transportaban el equipamiento, encerrando dentro de ellos a los caballos de armas. Las descubiertas destacadas regresaban al galope seguidos de cerca por los indios, por lo que el jefe militar, ante el inminente ataque, se adelanta a parlamentar con éstos, dando tiempo a la vez a Huergo y su gente a carpir el terreno circundante, ante la posibilidad de que los indios enciendan fuego al pasto. El fracaso de su charla lo hace regresar a rápido galope sumándose a las fuerzas defensoras, y, estando ya los indios a tiro de fusil ordena abrir el fuego. El estampido tuvo un efecto inesperado y la caballada reunida se espantó yendo en dirección a los atacantes. Estos habían conseguido su verdadero propósito: llevarse los caballos. Pero más aún, habían dejado prácticamente a pie a los soldados del Regimiento 2 de Caballería. 30


Tocados íntimamente en su orgullo y honor militar, Orellano y parte de su fuerza, con algunos pocos caballos que quedaban, cargaron decididamente sobre ellos rescatando parte de los animales, matando a 12 aborígenes e hiriendo a otros 4, para lo que debieron entablar combate cuerpo a cuerpo, resultando gravemente herido el jefe militar y dos de sus soldados. Ante esta situación adversa deben retirarse en dirección al grueso de la caravana, perseguidos por los indios, quienes finalmente regresaban a Pichi Huitrú. “Cerca de Pichi Huetru, Mayo 8/871. Señor Gefe de la Frontera Norte de Buenos Ayres Dn Conrado Villegas. 3 de la tarde. En estos momentos hemos tenido un combate con una partida de treinta Yndios (aproximadamente), de lo que ha resultado mal herido el Señor Mayor Dn José Orellano y dos soldados. La caballadas nos fue arrebatada pero en la persecucion le hemos quitado una gran parte. Esperamos la fuerza que debe venir de La Verde para perseguirlos pues hemos quedado casi á pié. Los Yndios parece que han vuelto á Pichi Huetrú, mas tarde se pasará el parte con mayor exactitud. Ezequiel Delmoso” (SHE. Caja 36. Documento del 8 de mayo de 1874). Los pormenores del combate son descriptos en detalle en la nota que el comandante Borges envía a Rufino Victorica, lo que hace necesaria su transcripción para documentar fehacientemente lo ocurrido: “En este momento diez delá noche recibo nuevas comunicaciones que detallan el combate habido el dia de ayer y de que doy cuenta á V.S. en nota de esta fecha. Segun los nuevos partes recibidos resulta que yendo en marcha la espedicion tuvo aviso por sus descubiertas que en “Pichí Huetrú” que se hallaba inmediato se encontraba una fuerza de Yndios, el mayor Orellano mandó descubrirla y se preparó al combate construllendo un cerco con tres carros que llevaba para conducir los utiles y encerró á los caballos de arreo, y apenas terminada esta operación regresaron las descubiertas perseguidas de cerca por los indios. Orellano manda romper el fuego los caballos encerrados se asustan y disparan en direccion a los indios que los combaten, entonces carga parte de lá fuerza con su gefe para rescatarlos lo que logran en su mayor parte matando ademas doce indios é hiriendo cuatro y poniendo en fuga á los demas que persiguen largo trecho. La persecucion cesa á consecuencia de falta de caballos y haber sido heridos gravemente el Mayor Orellano y tres soldados mas. Segun comunicacion del Comte Timote los indios á que me refiero habian penetrado la noche anterior por entre los fuertes Benavides y S n. Martin y habiendo sido descubierta la rastrillada por las fuerzas de su mando el mismo dia del combate ... persiguiendolos así que es de suponer que los indios no escaparan á la persecusion que se les hace. Lá comision de ingenieros prosiguen nuevamente sus trabajos y he ordenado al gefe de la 31


frontera Sud de Sta Fé en que hoy se encuentran les preste todos los ausilios que llegara a precisar” (SHE. Caja 36. Documento del 9 de mayo de 1874). Debido a la gravedad de las heridas sufridas por Orellano de un certero lanzazo, y en busca de auxilio, la fuerza militar y los técnicos marchan rumbo al fuerte La Verde (al sur de la actual Villa Saboya) al que arriban en la madrugada del día siguiente. Al respecto diría el ingeniero Huergo en el parte dirigido al comandante Borges el 9 de mayo desde el fortín La Verde: "Nuestra feliz marcha fue interrumpida ayer por un suceso altamente desagradable. Seguiamos ayer nuestro camino cuando á una distancia de dos leguas de la laguna de Pichi Huetrú tuvimos aviso de que en ella estaba acampada una indiada. El Mayor Orellanos mandó formar cuadro con los carros y encerrar la caballada en él mandando de descubierta á dos soldados y dos peones, que luego volvieron á escape perseguido por un número que resultó de 27 indios. Despues de haber hablado el Mayor Orellanos con ellos un rato dando tiempo á cortar el pasto para evitar el fuego del campo, mandó romper el tiroteo que causó la disparada de la caballada que fue arrebatada por los Yndios, una parte de la cual fue en seguida rescatada por una parte de la gente que los persiguió. El resultado, que lamento, es, que el Mayor Orellanos está gravemente herido, bandeado de un lansaso, y hay un soldado también mal herido y dos que considero leves; creo que el Mayor necesita del auxilio de un médico, y tan bravo gefe merece se haga un esfuerso. Hemos muerto doce indios y sabemos de cuatro que van heridos; si hubieramos tenido caballos para perseguirlos no se hubiera escapado uno. Despues de la pelea, creo que lo mas prudente era enviar á uno de los peones con aviso urgente á la linea y ponerme en viage para este punto (La Verde) con el Mayor y heridos. Arreglé uno de los carros con pasto y ponchos y marchamos ayer mismo á la cinco de la tarde llegando aqui hoy á las dos y media de la madrugada donde queda el Mayor sin querer bajar del carro porque indudablemente se encuentra mal. Como es urgente el envío del parte no puedo ser mas estenso". El sargento mayor José Orellano no pudo superar la profunda herida recibida y moría en La Verde el día 16 de mayo de ese año de 1874. Sus restos se hallan sepultados en el cementerio de Junín donde un monumento erigido en 1893 testimonia su trágica muerte. Hasta 1902 la estación Diego de Alvear se llamaba Orellano en honor a este militar. Actualmente lleva ese nombre la estación de Germania (Buenos Aires).

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Primera medición de los campos de la frontera Casi simultáneamente con el trágico suceso de Pichi Huitrú, donde se ponía de manifiesto la peligrosidad para el tránsito por estas tierras próximas a la línea de frontera, el ingeniero Félix Olmedo, comisionado por el gobierno de la provincia de Córdoba, se hallaba realizando las primeras mediciones sobre el terreno. Por entonces el gobierno de Córdoba había dispuesto mensurar y dividir en lotes una inmensa región, que comprendía aproximadamente desde el meridiano que pasaba por Achiras hasta el correspondiente a Melincué, y desde el río Cuarto al Quinto, terrenos éstos que consideraba en su jurisdicción, y que serían puestos a la venta en poco tiempo más. En la zona de la entonces frontera sur de Santa Fe, esta situación sería objeto de fuertes controversias entre las provincias de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, por verificarse una superposición de pretendidas jurisdicciones, conflicto que se definiría finalmente mediante la intervención de la Suprema Corte de Justicia de la Nación mediante laudo arbitral de marzo de 1884, que fijara los actuales límites interprovinciales.

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El sector sudeste de esta gran área a relevar le correspondía entonces al ingeniero Félix Olmedo, quien en sus labores llegaría a Fuerte Gainza el 2 de junio de 1874, para continuar rumbo al fuerte Lavalle Norte y posteriormente hacia el fuerte de Melincué. “Tengo el honor de poner en conocimiento de V.S., á la fha hacen dos dias llegó á éste punto procedente de la Provincia de Cordoba el S r. Yngeniero D. Felis Olmedo el que viene haciendo una medición que crusa al Este y como á treinta Cuadras al Norte de este Fuerte siguiendo hasta la frontera del Fuerte Gral Lavalle” (SHE. Caja 36. Documento del 4 de junio de 1874).

LOS HERMANOS RUFINO ADQUIEREN LOS CAMPOS LOTEADOS POR EL GOBIERNO DE CÓRDOBA Mientras en las extensas Pampas, el embate del euroamericano terminaba con las últimas resistencias de los aborígenes, en la llamada “Conquista del desierto”, simultáneamente los hermanos Gerónimo y Francisco Rufino, oriundos de San Juan, adquieren en remate cuatro suertes de terrenos en el sudeste del Departamento Río Cuarto. “Llenados los extremos legales, la propiedad de aquellas dilatadas llanuras que constituían las suertes fiscales Nros. 18, 19, 20, 21 y 22 de la serie B. del Departamento Río Cuarto (Córdoba), fue elevada a escritura publica el 17 de Julio de 1879, mediante la intervención del Escribano Público de Número y Hacienda del Gobierno de la Provincia de Córdoba, don Secundino del Signo; y en representación del Gobierno la firmaren los señores que formaban la Mesa de Hacienda, o sea el Ministro del ramo, don Carlos Bouquet, el Fiscal de Gobierno y Tierras Públicas, doctor Moisés Escalante y el Contador Principal de Hacienda, don Ramón F. Ferreyra. Posteriormente, mediante escritura de fecha 11 de Marzo de 1881, pasada en la ciudad de Buenos Aires ante el Escribano don Bernabé Burgos, el señor Gerónimo S. Rufino, declaró que la compra efectuada al Gobierno de Córdoba la había realizado por partes iguales con su legítimo hermano Francisco M., de quien había recibido, en dinero efectivo, la mitad del importe del precio de compra de esa suerte de chacra; que la escritura no se había hecho otorgar en aquel entonces a nombre de ambos, porque de un mandato en forma que acreditara su representación, y que en consecuencia su expresado hermano Francisco M. tenía la propiedad y absoluto dominio de la mitad indivisa de los terrenos.” (MARTÍN. 30 y 31).

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EL FALLO DE LA CORTE SUPREMA FIJA LOS LÍMITES INTERPROVINCIALES Dada la situación de litigio existente entre las provincias de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, en cuanto a los límites entre las provincias, y después de varias instancias judiciales, la Corte Suprema de Justicia de la Nación se expide en fallo del día 18 de marzo de 1882. Después de un extenso considerando, el citado fallo enuncia lo siguiente: “La Córte, en consecuencia, teniendo presente el mérito de los autos, las opiniones sobre la materia de escritores argentinos bien caracterizados; é inspirándose en los intereses permanentes y bien entendidos de las Provincias disidentes y de la Nacion, y en la necesidad de alejar motivos de discordia y peligros de perturbaciones que ya han amenazado producirse con ocasión de esta cuestion; falla declarando: Primero: Que son límites entre la Provincia de Buenos Aires con las de Santa-Fé y Córdoba, el Arroyo del Medio en todo su curso, hasta el centro de la Laguna de Cardoso. Una línea recta desde la Laguna de Cardoso pasando por el centro de la Laguna del Chañar y que termine en el paralelo treinta y cuatro y veinte y tres minutos de latitud; este 35


mismo paralelo hasta el meridiano quinto de Buenos Aires, y este meridiano hasta encontrar el límite de los territorios nacionales. Segundo: Que son límites de las Provincias de Córdoba y Santa-Fé entre sí. Una línea recta que partiendo de la cabecera del Arroyo de las Mojarras, corte el paralelo de treinta y cuatro grados, veinte y tres minutos, divisorio con Buenos Aires, medio grado ántes del meridiano quinto de esta ciudad; desde la cabecera del Arroyo de las Mojarras, siguiendo su curso hasta la confluencia con el Rio Tercero; este rio hasta la embocadura del Arroyo de las Tortugas; el Arroyo de las Tortugas y la Cañada de San Antonio; y desde el centro de esta Cañada entre el Quebracho Herrado y el Quebrachito, una línea recta hácia el Norte hasta un punto distante dos leguas al Este del Fuerte de los Morteros; y en seguida otra línea que tocando el límite de los Altos vaya á terminar en el centro de la Laguna de los Porongos. Y teniendo presente que en esta última parte de la línea está interesada la Provincia de Santiago del Estero que no ha sido parte de este juicio, se declara tambien que lo resuelto sobre este punto es sin perjuicio de los derechos de dicha Provincia de Santiago y sin perjuicio así mismo de lo que el Congreso pueda determinar con relacion á los territorios nacionales. Autorícese esta sentencia por Secretaría y notifíquese con el original, habilitándose las horas necesarias. J. B. GOROSTIAGA. - J. DOMINGUEZ. - O. LEGUIZAMON.- ULADISLAO FRIAS.- S. M. LASPIUR. A. Tarnassi.- N. Rojo Secretarios de la Corte” (FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA NACIONAL. Tomo XV. pp. 77 y 78). Como consecuencia de este fallo, la mayor parte de los terrenos de los Rufino quedaron dentro de la Provincia de Santa Fe. Ello obligó a los propietarios a protocolizar los títulos que tenían de Córdoba ante Santa Fe. “Este hecho llevó a la necesidad legal de protocolizar en esta provincia el título otorgado por el Superior Gobierno de Córdoba, es decir, llevó a la obligación, para su eficacia, de reducir a Protocolo el título originario. Ya en aquel entonces, la Suprema Corte había interpretado extensivamente en dos resoluciones que la “protocolización” era requisito indispensable tanto para las escrituras otorgadas en el extranjero, como las otorgadas en otras provincias. En virtud de estos extremos legales, el señor Gerónimo S. Rufino, solicitó al Superior Gobierno de Santa Fe la protocolización de su título de propiedad y de declaratoria posterior. Substanciado que 36


fue el pedido, se ordenó la protocolización en el Archivo General de Santa Fe. Ello resulta de la copia expedida por el Archivero, don Pedro C. Puig, con fecha 9 de Abril de 1883” (MARTÍN. Tomo I. pp. 31 y 32). LA LLEGADA DEL FERROCARRIL La necesidad de unir en forma mas recta Buenos Aires con las provincias de Cuyo, llevó al gobierno nacional a plantear la ejecución del ferrocarril llamado “De Buenos Aires al Pacífico”. Todo ello en el marco de un proyecto de nación agroexportadora, donde el centro era el puerto y todas las vías y rutas principales confluían en él. Esta disposición de las vías de comunicación obedecía básicamente a los intereses económicos del Imperio Británico, principal beneficiario, no sólo de las exportaciones, sino de la construcción de las vías férreas. El 5 de noviembre de 1872, la ley Nº 583, acordaba la concesión para construir una línea férrea desde la ciudad de Buenos aires hasta la de San Juan, pasando por Junín, Villa Mercedes, San Luis, La Paz y Mendoza. El 26 de enero de 1874 los hermanos chilenos Juan Eduardo Clark y Mateo Clark firman un contrato para la construcción de un ferrocarril de trocha ancha (1,676 m) entre Buenos Aires y Mendoza, y otro entre esta ciudad y San Juan. La Empresa del Ferrocarril de Buenos Aires al Pacífico fue fundada en Londres el 10 de octubre de 1882 y compró parte de los derechos de Juan E. Clark que había éste adquirido en 1874, específicamente entre Mercedes (Buenos Aires) y Villa Mercedes (San Luis). “La primera sección del Ferrocarril Pacífico, entre Mercedes y Chacabuco, (una distancia de 97 Kmts.) fue habilitada al servicio público el 1º de Marzo de 1885; la segunda sección desde Chacabuco a Diego de Alvear (en ese entonces llamado Orellanos) —157 Kmts. lo fue el 15 de Febrero de 1886 y el resto, desde Diego de Alvear a Villa Mercedes (San Luis)— 324 Kmts. el 8 de Octubre de 1886. El primer tren de pasajeros que traspuso los 578 kilómetros que medían entre Mercedes y Villa Mercedes, corrió el 15 de Octubre de 1886 y tenía tan sólo 50 mts. de largo, careciendo de coche comedor y dormitorio. (No es raro ver hoy trenes con una longitud de 300 metros). El viaje de regreso —19 de Octubre— fue efectuado con la misma locomotora y personal siendo interesante recordar el nombre de los que la condujeron: Señor Alfredo Marsh, maquinista; Señor Patricio Wynne, fogonero.” (MARTÍN. Tomo I. pp. 13 y 14). Durante ese año de 1886 fue construida una pequeña estación ferroviaria 37


denominada Rufino, porque pasaba por los campos de estos propietarios. Esa estación ferroviaria sería el inicio del pueblo, ya que en la mente de los hermanos Rufino estaba la idea de fundar una población. El establecimiento de la estación ferroviaria se realizó en el extremo sudoeste del Lote Nº 18, a pocos kilómetros del límite con la Provincia de Córdoba. LA FUNDACIÓN DE RUFINO Junto a la estación fue erigiéndose un caserío. Pero la idea de los hermanos Rufino era regularizar el pueblo y darle forma definitiva a su trazado urbano, como a la de su colonia. Es así que envían al gobierno de Santa Fe los elementos necesarios para la formación de un pueblo. La decisión de las autoridades provinciales se dilata mas de dos años, pero finalmente el 29 de marzo de 1889 el gobernador José Gálvez firma el acta de aprobación de la Colonia y Pueblo de Rufino. Esa fecha será considerada como la de fundación del pueblo, luego Ciudad de Rufino.

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BIBLIOGRAFÍA ARCHIVO NACIONAL HISTÓRICO DE CHILE (ANHCH). Diario de viaje de Luis de la Cruz. ÁVILA, Juan D. 2011. Resultados de los fechados radiocarbónicos del sitio Laguna El Doce, Departamento General López, Provincia de Santa Fe; en Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXXVI. Buenos Aires. BIBLIOTECA NACIONAL DE CHILE. BIBLIOTECA AMERICANA JOSÉ TORIBIO MEDINA. Manuscritos Vol. 128. Pieza 2308. Foja 181. CORNAGLIA FERNÁNDEZ, J. 2013. Análisis taxonómico e inferencias paleoambientales en el sudoeste santafesino. El sitio arqueológico Laguna El Doce. CORNERO, Silvia E. 1994. Informe osteológico de los restos esqueletales de Laguna Las Salinas (Viamonte, Córdoba). FALLOS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA NACIONAL. Tomo XV. 1882. Imprenta Pablo E. Coni. 1883. Buenos Aires. MARTÍN, Antonio. 1964. De la carreta al brillante. Rufino, historia de una ciudad. Tomo I. Editorial All Publicity. Rosario. MEMORIAS DEL MINISTERIO DE GUERRA Y MARINA. 1870. MEMORIAS DEL MINISTERIO DE GUERRA Y MARINA. 1872. POLITIS, Gustavo y otros. 2012. Primeros resultados de las investigaciones en el sitio Laguna de los Pampas (Partido de Lincoln, Provincia de Buenos Aires); en Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXXVII (2), julio-diciembre 2012: 463-472 SERVICIO HISTÓRICO DEL EJÉRCITO (SHE). Cajas de la Campaña contra los indios.

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