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[ Letras ] DE CAMBIO

SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 23 DE OCTUBRE DE 2011 |

El venado Su presencia en culturas antiguas POR SONIA IGLESIAS Y CABRERA | PAG. 2

Clarimonda: Una metáfora del presente

JESÚS BALDOVINOS ROMERO| PAG. 4

Cuarenta años de son huasteco

Familia, te odio SYLVAIN PROVILLARD| PAG. 7

GREGORIO MOCTEZUMA| PAG. 5

Franz Liszt y la genialidad ALIDA PIÑÓN| PAG. 6

CREACIÓN LEONARD COHEN| PAG. 8


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El venado sagrado Su presencia en las culturas indígenas POR SONIA IGLESIAS Y CABRERA

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n México existen cuatro especies de venados pertenecientes a la Familia Cervidae de vida silvestre: el temazate gris yucateco, Mazama Pandora; el temazate rojo, Mazma Temama; el venado bura, Odocoileus Hemionus; y el venado cola blanca, Odocoileus Virginianis. Los indígenas mesoamericanos, y de otras zonas culturales, han forjado de este ente maravilloso un conjunto de mitos, ceremonias y dioses cuya existencia ha llegado hasta nosotros más o menos modificada y resemantizada, sin que por ello se haya perdido la esencia sacra del venado en varios grupos actuales. Así por ejemplo, en muchas culturas de México el venado ha sido el padre de los seres humanos; así como de algunas tribus indígenas que habitan el oeste de los Estados Unidos. Incluso se ha llegado a sacrificar para alimentar a las personas, tanta es su bondad. Otras veces, su función consiste en ser el guardián de la Tierra. Muchas danzas y cantos se han compuesto en relación al venado, como es el caso de la famosa Danza del Venado de los indios yaquis, relacionada con la naturaleza, la caza y la creación. Entre los indios de EE.UU. y de Canadá se le considera mensajero de los dioses y espíritu de la fertilidad. Para los tinglist de la costa noroeste es el símbolo de la paz y se asocia con los embajadores. Asimismo, el venado encabeza algunos de los clanes como tótem, tal es el caso de los creek entre los que recibe el nombre de Itchualgi. En cambio, los cheroques lo llaman Anikawi, debido a que históricamente se conoció a estos indios como ágiles corredores y cazadores, así como veloces mensajeros que iban de un pueblo a otro entregando mensajes entre las personas; los Chippewa, Waawaashkeshi; los menonime, Apaehsos, Venado de Cola Blanca; los hurones, iroqueses y los zuñis, le denominan Kalokta-Kwe.

El venado en la cultura maya Desde muy antiguo, para los mayas el venado, Ceh, ha sido un animal sagrado, venerado y admirado por su belleza y suprema agilidad. Los mayas de Yucatán nos narran que Itzamná, el señor de los Cielos, la Noche y el Día, hijo de Hunabkú, creó la Tierra y, por ende, el Mayab. Como sus representantes eligió a tres animales, la serpiente, el faisán y el venado. Itzamná, el dios más importante del panteón maya, se representaba como un anciano creador del universo. Aunque también solíase representarlo como un animal fantástico, una mezcla de serpiente, cocodrilo y lagarto, con pezuñas y cuernos de venado. Desde su residencia en el Cielo dirigía al cosmos sentado en una banda astronómica, pues fue uno de los dioses que dibujaron las constelaciones. Fue el primer sacerdote de la cultura maya a quien se debe la invención de la escritura y los códices; de las ciencias y de los conocimientos. Creó a los hombres y al Mayab, el lugar donde

debían residir, es por tanto el símbolo del Creador. Según los mitos mopanes y k’ekchís, la Luna y el Sol fueron los primeros seres en tener relaciones sexuales gracias a que Venado formó los genitales de la Luna a la manera de su pezuña. Los mayas antiguos acostumbraban sacrificar a los dioses los venados; le ofrendaban su corazón y la sangre la untaban los sacerdotes en los ídolos. Por ser sagrado, los mayas escribieron sus códices utilizando su suave piel, para que la posteridad pudiese conocer su historia antigua.

Mázatl, el venado mexica El Tonalámatl, Libro de los Días, el almanaque de los mexicas se empleó durante centurias en la zona central de México. En el encontramos los 260 días sagrados que conforman el Tonalpohualli. Forman 20 trecenas de 13 días cada una. Cada página del Tonalámatl representa una trecena y lleva pintada a la deidad reinante de la trecena, más los signos de los 13 días. Los signos de los días se utilizaban como horóscopos y para conocer el futuro. Los días se nombraban de la siguiente manera: Cipactli, ehécatl, calli, cuetzpallin, cóatl, miquistli, mázatl, tochtli, atl, itcuintli, ozomatli, malinalli, ácatl, ocelotl, cucuhtli, cozcacuauhtli, ollin, tecpatl,

quiahuitl, y xóchitl. Mázatl, el venado, representaba al dios Tláloc, El que hace brotar las Cosas, dios de la lluvia y la fertilidad; y estaba relacionado con el punto cardinal del oeste. María del Rocío Téllez nos relata en su artículo “Fauna en náhuatl”: Según algunas fuentes históricas el venado era considerado el huésped de las estrellas y el símbolo del fuego; era el animal de los dioses del fuego y de la luz. Fue también símbolo de despedida. Por sus astas de renovación anual, representaba a la eterna juventud. Los nacidos bajo su signo eran afortunados, aunque de poco ánimo.

Venado Hermano Mayor, Tamatz, otorga a los hombres el hikuri El hikuri o peyote –cactus alucinógeno ritual y medicinal- la planta sagrada de los huicholes se simboliza por medio de un gran venado, Tamatz, El Hermano Mayor, que tiene la capacidad de convertir sus huellas en planta de peyote. Se trata de un animal psicopompe, pues cuando los indios rezan a sus dioses él es el intermediario que lleva al Cielo, la morada de las divinidades, las súplicas de los seres humanos ubicados en la Tierra. El venado forma parte de las cuatro deidades fundamentales de la religión hichola: el maíz, el águila, el peyote y el venado, todos descen-


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dientes del dios Sol, Tau. Un testimonio anónimo nos informa: Hay quienes tenemos alguna enfermedad física, del alma o del corazón o simplemente no hemos podido encontrar nuestra vida. En este desierto viviente y mágico, confín del mundo, el Venado Azul se nos revelará para encontrar nuestra vida, él nos enseñará, él será nuestra medicina. Una maximización del espíritu nos conducirá hasta el punto de la transformación temporal en transición a la exaltación espiritual, para encontrar las fuerzas del equilibrio. Esa capacidad inefable para aventurarnos sin temor en el angosto puente a través del gran abismo que separa el mundo ordinario del mundo del más allá. Para lograr éstas fuerzas del equilibrio debemos vencer nuestros miedos, quitar los malos pensamientos de nuestros corazones y unirlos. Los peregrinos debemos de estar limpios de todo mal de sentimiento, debemos de regresar al periodo de la vida en que éramos inocentes, antes de que fuéramos adultos, mundanos, ya que a ésta tierra madre venimos a nacer. El pasar de este mundo al más allá podremos hacerlo, porque al recibir el Venado Azul, dejaremos de ser ordinarios, seremos transformados. Pero hay que recordar que es solamente temporal porque somos solamente hombres y mujeres y no dioses.

Cuenta una leyenda que hace mucho tiempo, los ancianos de la sierra huichola se reunieron para discutir lo que se podía hacer para salvar la terrible situación en que estaban viviendo a causa de la escasez de alimentos y agua; tan grave conflicto ocasionaba que las personas enfermaran y murieran. Después de mucho discutir, decidieron los ancianos enviar a cuatro jóvenes a buscar algo de alimento. Cada uno de estos jóvenes representaba a los cuatro elementos: aire, agua, fuego y tierra. Armados con sus arcos y flechas caminaron muchos días sin encontrar nada. Pero una tarde vieron a un Venado grande frente a ellos, y sin pensar en lo cansados y hambrientos que se encontraban, corrieron tras el bello animal. Cuando el Venado se dio cuenta que estaban muy cansados, aminoró la marcha y les dejó un tiempo descansar. Al otro día, se reanudó la persecución de Venado. Pasados siete días llegaron a Wirikuta, al lado del Cerro de las Narices, donde mora el Espíritu de la Tierra. Uno de los cazadores lanzó una flecha hacia Venado, pero erró el tiro; la flecha cayó a tierra en donde estaba formada una gran figura de un venado hecha con plantas de peyote. Los jóvenes recogieron los cactus y los llevaron a su comunidad; después de muchos días de camino llegaron a la sierra donde vivían. Los abuelos repartieron el peyote, el hikuri, que curó y alimentó a los indios. Desde entonces, el peyote y Venado devinieron sagrados; por ello los huicholes cada año realizan una peregrinación a Wirikuta, guiados por el espíritu de Venado, a fin de recolectar la planta sagrada. Los venados no solamente dieron el hikuli a los hombres, sino que le proporcionaron a la humanidad la luz de la Luna y el Sol. Leamos a Sonia Iglesias en su obra Mitos de creación indígena: Un día Ushikuikame y Watemukame, los Hermanos Venado, se encontraban pensando al lado del fuego; de repente vieron a una vieja, que por tener tanto sueño, a cada rato se caía. Ambos le advirtieron que tuviera cuidado, pero ella no les oyó, cayó de cabeza al fuego, y se volvió cenizas. Fue enton-

Muchas danzas y cantos se han compuesto en relación al venado, como es el caso de la famosa Danza del Venado de los indios yaquis, relacionada con la naturaleza, la caza y la creación. Entre los indios de EE.UU. y de Canadá se le considera mensajero de los dioses y espíritu de la fertilidad

ces cuando los Hermanos Venado sintieron una sacudida por el oriente y vieron que sobre los montes aparecía una figura en forma de hoz que era Shewi, la Luna. La figura se sacudió y creció su tamaño y su luz; otra sacudida la redondeo un poco más y se convirtió en Jarita, el Cuarto Creciente. La forma se sacudió por cuarta vez, subió y casi quedó completamente redonda, y se convirtió en Nauriaka. Finalmente, con la quinta sacudida la forma alcanzó la redondez perfecta y devino Aushiviriaka, la Luna Llena. Sin embargo, el que hubiese Fuego y Luna no era suficiente para proporcionar la luz que el mundo necesitaba, y Tamatz, el Hermano Venado Mayor pensó en cómo crear más luz. Le dijo a Teiwari Yukauna que sacrificara a un niño de cinco años con las flechas, muvieris, de plumas de águila, arrojándolo al fuego. De las llamas que se formaron salió el pájaro Itayame, de hermosas plumas negras, rojas y blancas. Cinco días después (en realidad años) quemaron a otro niño y surgió el ave Shaukita con las alas azules y el pecho rojo. Otros cinco días después, otro niño fue sacrificado y surgió el pájaro rojo y negro llamado Tzukuai. Pasados otros cinco días nació un pájaro con alas rojas y copete gris conocido

como Tuamushawi. Al paso de otros cinco días apareció Taukukuy, de bellas plumas rojas. Pero, Tamatz estaba triste porque no lograba crear al Sol, y la luz que proporcionaban la Luna y las hogueras era insuficiente. En esos momentos vio que unos seres mitad personas y mitad animales estaban jugando con una rueda de pochote que giraba, y a la que trataban de atinarle con sus flechas. Hay que decir que la rueda llevaba impresa la figura de los dioses. Nadie podía atinarle a la rueda, sólo lo lograba un niño de pústulas y granos en el cuerpo y que, además, tenía los ojos hinchados. Era el Niño Buboso. Entonces Tamatz envió a unos seres mutantes, los kakaullaris a buscar al niño, el cual se negó a ir y siguió jugando con su rueda. Tamatz decidió mandar a sus Hermanos Venado Menores, Ushikuikame y Watemukame, a traer al niño. Éste se metió en su casa, pero los venados le siguieron hasta ella, para decirle que el Hermano Venado Mayor le quería hablar. Como el niño no contestara, lo agarraron por lo brazos, pero se convirtió en serpiente y se metió por un hoyo. Le fueron a avisar lo acontecido a Tamatz, quien insistió en que se lo llevaran. Cuando volvieron por el niño, se había convertido en jaguar. Los Venados se asustaron mucho y le pidieron a su hermano que ya no les mandara más. Pero Tamatz dijo que era necesario, así se convirtiera en serpiente o en tigre. Regresaron los hermanos y, para su sorpresa, vieron que el niño tenía su forma original. Le tomaron de un brazo y de una pierna, pero se desprendieron del cuerpo infantil. Esto asustó mucho a los Venados, quienes con el brazo y la pierna en las manos, veían como el niño se reía de ellos y los miraba con sus horribles ojos hinchados. Entonces, el niño les dijo que no tuvieran miedo que Tatei, su madre, y Tatewari, su padre le habían permitido acompañarlos, y que Tamatz debía hacer un templo, un bastón, una flecha, una jícara y un “ojo de dios”. Cuando todo lo pedido estuvo concluido, Tamatz y los Venados fueron a ver al Niño Buboso y le dijeron que todo estaba listo, y que el templo se encontraba en el centro del mundo donde vivía Tatewari. Entonces Watemukame y Ushikuikame cargaron al niño hasta el templo, donde dijo que Tamatz Kallaumari viviría en el este; Ushikuikame, en el sur; Watemukame en el norte; Tatei Nariwame en el oeste; y Tatewari en el centro. Después, pido a los presentes que encendieran unas velas que le ayudarían a subir al Cielo, y les anunció que había llegado el tiempo de morir. Brincó sobre la flama de las velas de norte a sur, de sur a norte; de este a oeste y de oeste a este, para en seguida meterse en medio del fuego. En ese momento se produjo un remolino que arrojó todas las enfermedades del cuerpo del Niño hacia los Hermanos Venados, las enfermedades les cayeron en la cara y el cuerpo. Y así aparecieron las enfermedades en el mundo. El Niño Buboso cruzó cuatro mares; cuando a las cinco de la mañana cruzó el quinto mar llamado Aushiviriamaká que era muy espumoso, bandadas de aves salieron de la espuma y fueron a ayudar con su canto, a subir al Sol que estaba naciendo. En ese momento se escuchó el graznido del guajolote que decía: -¡Weshicoa, Tau, Tau! Nuestro Padre el Sol, y desde entonces el Sol se llamó Tau. Pero el calor del Sol era insoportable y Tamatz opinó que habría que subirlo un poco más. Lo subió cuatro veces, pero seguía quemando a los animales; no fue sino hasta la quinta ocasión cuando el Sol alcanzó la distancia requerida para calentar y alumbrar sin quemar demasiado.


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Clarimonda, una metáfora del presente A R T Í C U L O :: POR JESÚS BALDOVINOS ROMERO

Sí, he amado como no he amado nadie en el mundo, con un amor insensato y violento, tan violento que me asombra que no haya hecho estallar mi corazón. Teophile Gautier, La muerte enamorada

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larimonda nace a contracorriente, incluso de su propia concepción. Me explico, se declara fanzine cuando nace. El fanzine se define como una publicación “de aficionado”, sin embargo, desde el primer número me parece claro que hay un objetivo y una intencionalidad clara; la estructura temática y el concepto no son de aficionados. Ahí el primer punto de referencia, irreverente con el resto como es natural, pero se incluye en ese sistema en que nace. Otra característica del fanzine es que su periodicidad y duración es irregular, cosa que se contradice notablemente en la publicación que ahora nos ocupa, toda vez que se ha llegado al número 28 y siete años después. Mon Magán, blogero y diseñador gráfico, escribe de manera breve pero sustancial en torno a este género editorial: “Mientras las revistas, inmersas en el sistema, se ven condicionadas por intereses económicos y políticos, el fanzine es un acto de expresión subjetiva, personal, pero sincera, coherente y sobre todo apasionada. A todo esto tenemos que sumar su inmediatez y un alto listón de calidad, según los criterios de sus editores.” Y agrega más adelante que este es un acto meramente efímero. En esto Clarimonda se identifica como tal, y sobre todo, como una propuesta de contracultura, si se entiende esta como una visión no oficial que se tiene del mundo y de sus cosas. En una sociedad acelerada, donde el aislamiento, los intereses unidimensionales, donde la humanidad es un slogan, y sobre todo, el pensamiento neoliberal ataca a través de sus pretensiones utilitarias y cosificantes, y la marcada inclinación a la decadencia, lo efímero y lo inmediato se toman más como elementos, como armas, como brújulas. El joven –y todos- al no tener acceso a la participación en la cultura, que es lo mismo decir que a la construcción de su propia sociedad, opta por tomar lo que tiene a la mano, aunque no esté construida con los elementos durables/permanentes que la sociedad posee; primero porque no tiene el acceso, segundo por rebeldía natural. Sus recursos pueden ser vastos, o mínimos, pero el aire contestatario está presente en el causal de su aislamiento. Algunos recurren al graffiti, otros más a la experimentación con sustancias, al alcohol, a la música, y a la literatura, entre otros medios y fines; la literatura, en general, favorece la comprensión, el entendimiento de lo que sucede en derredor y dentro de si mismo, además de denunciar aquello que a los ojos del que escribe es necesario denunciarlo o al menos ponerlo de manifiesto, mostrarlo, desnudar a la sociedad, esa sociedad que lo ha marginado.

Justamente, esta acción de escribir y de comprender permite que esta actitud crítica se mantenga. En parte esto explica por qué Clarimonda se mantiene vigente: el lector que busca y no cree en el sistema aunque participe de él, es decir, aquel que es un desencantado más, buscará alternativas, sobre todo porque una publicación así muestra lo que se niega por sistema, lo que negamos por ignorancia y temor –que van de la mano-. El arte, contestatario por naturaleza, se ve sometido por sus “representantes oficiales” a un filtro, en donde no solo se deja fuera a los informales y rebeldes, sino a los propios formales, hijos rechazados de un sistema, y que al no tener una paternidad buscan hacia

el desencanto y la contracultura. Otro punto a favor es que Clarimonda nace como vampiresa, busca sacar la sangre al sistema, no ser su cortesana (como otras que caen en el descrédito por ese detalle), y esto la convierte en la única con las características propias de una revista de contracultura, al menos en el estado, sino es que a lo largo de la nación. De hecho, en un juego de ideas, Clarimonda es una hermosa metáfora de este presente: Serapión representa lo que debe ser, lo apolíneo; Bárbara, es la sociedad sometida tanto por el ciudadano común como por el Estado; Clarimonda, la cultura, deja de ser un ente vivo para pasarse al otro lado del espe-


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jo, al de las sombras, a la contracultura, y mi querido Manuel, representante de ese ciudadano harto, es representado por Romualdo, “víctima de tan inexplicable fascinación” o de plano porque no le quedaba de otra. Esta publicación hace ver del mismo modo en que la dulce mujer hace ver al inocente Romualdo: “Experimenté la sensación de un ciego que recupera súbitamente la vista”. Lo recuperable no es solo lo que podemos criticar puntualmente de la sociedad en que vivimos, sino recuperarnos a nosotros mismos, vernos a nosotros mismos, desnudos ante ese monstruo, y sobre todo, qué alternativas se poseen para vivir en ese contexto. En suma, Clarimonda muestra lo que negamos, lo que se niega, lo que no se quiere ver, hasta las propias deficiencias de un grupo que tiene el poder en cuestión de cultura, de otra manera no se explicarían los intentos de acercarse a esas masas desdeñadas a través de eventos que terminan siendo burdas copias de lo que en otro lado se hace con claridad y eficiencia. El escritor o el artista se convierte en un personaje de su propia historia, por tanto, su obra es una metáfora de su existencia y sus obsesiones. Mientras la miraba sentía abrirse en mí puertas hasta ahora cerradas; tragaluces antes obstruidos dejaban entrever perspectivas desconocidas; la vida me parecía diferente, acababa de nacer a un nuevo orden de ideas./ Teophile Gautier-La muerte enamorada

Me parece que la idea primigenia de Noctis se ha ido puliendo con el paso del tiempo. Hay quienes aseguran que las grandes cosas no se hacen de varias ideas, sino de una sola que se va perfeccionando con el tiempo. En términos prácticos, Clarimonda, igual que el personaje literario de Gautier, entra por los ojos. Es atractiva a la vista, seduce, atrapa. En su aparente marginalidad y aparente escasez, del número uno (agosto-septiembre de 2004) dedicada a la Noche, al Circo que se ha armado en el número 28, siete años después, hay una significativa diferencia. El crecimiento es obvio: de una paginación de 20 en fotocopia, por una sola cara, engrapada, a la actual, de 60 páginas, con una diagramación o diseño interno de revista, con un lomo y una portada a color (al menos en pdf) representa una franca mejoría. La cuestión de las colaboraciones, sean gráficas o de texto, son originales, alejándose de aquella “improvisación” en donde se recurría al internet para bajar imágenes y textos; aunque existía la colaboración original desde el primer momento, esto le hace adquirir más carácter, más peso. Así, aglutina con material fresco, a lo más representativo de la contracultura; además de que sus temas son puntuales, más ácidos en algunos casos que en otros. El acceso a las redes sociales y a la digitalización permite el maquillaje que le hace su autor a su muerta/viva, la reunión de intereses comunes, e incluso, facilita la distribución –uno de los dolores de cabeza más graves de todo editor-escritor-, e incluso, la doble vida del personaje se manifiesta en la posibilidad de ser publicada o en escrito; pero creo que sobre todo, Clarimonda pervive, a que su caballero fiel, su director, asume la postura de decir las cosas de manera frontal –que tanta falta hace y nos hace-.

Cuarenta años de son huasteco R E S E Ñ A :: Discos Corasón presenta nueva recopilación. POR GREGORIO MARTÍNEZ MOCTEZUMA tallereando@yahoo.com.mx

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l domingo 2 de octubre se llevó a cabo la presentación, en el Museo Nacional de Antropología, de un libro y dos discos que desde ahora forman parte de la historia esencial del son huasteco, una expresión musical, bailable y literaria que se cultiva en los estados de Hidalgo, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tamaulipas y Veracruz, y se disfruta allende las frontera de esas entidades e incluso del país. Se trata de El gusto. 40 años de son huasteco (Discos Corasón, México, 2011), título cuya explicación se encuentra en sus productores: es una antología que recoge grabaciones realizadas por Enrique Ramírez de Arellano, Baruj Lieberman, Carlos Perelló y Eduardo Llerenas en ese lapso, principalmente en las décadas de los años setenta y ochenta. Así, con este libro en formato pequeño, casi de bolsillo, de pasta dura, acompañado de dos discos compactos, Corasón añade una joya más a la corona del son mexicano, si pensamos en sus producciones anteriores sobre esta rama musical: las realizadas por el trío más representativo actualmente: Camperos de Valles –antes Camperos Huastecos–: El triunfo (1992), The Muse (con la trova de Serapio el Güero Nieto; 1995) y La pasión (2004). Además, éstos prácticamente intervienen en otra producción imprescindible: Antología del son de México (Corasón, 2002), como Cantores de la Sierra, pues a este trío pertenecían Marcos Hernández y Joel Monroy, después compañeros por algún tiempo en los ahora internacionales Camperos de Valles, quienes en la segunda semana de octubre efectuarán una gira en Francia. Antes había otra insustituible: El caimán. Sones huastecos (Corasón, 1996). También se podrían añadir Dinastía hidalguense. Sones huastecos (Corasón, 1996), del trío homónimo, y Huapango en wi-fi (Corasón, 2011), del trío Chicamole, donde participa Casimiro Granillo El arco loco, uno de los violinistas huastecos más destacados de nuestros días. De esta manera, en los discos citados Corasón ha ofrecido a los amantes del son y a los melómanos 103 huapangos interpretados por los tríos más legendarios e importantes de la Huasteca en esas cuatro décadas, tales como Los Camalotes, Cantores del Pánuco, Camperos de Valles, Tamazunchale, Los Caporales, Los Caimanes; y cantantes como Everardo Ramírez, los hermanos Pérez Maya y las panuqueras Ema Maza, Esperanza Zumaya y Natalia Valdés. Además, dada la relevancia del violín en estas agrupaciones, cabría mencionar a Juan Coronel, Aureliano Orta, Inocencio Zavala el Treinta meses, Heliodoro Copado, Camilo Ramírez, Carlos el Zurdo Castillo... Sólo una ausencia notable en el registro de Corasón: la del trío Armonía Huasteca. De hecho, le comenté este vacío a Eduardo Llerenas, único de aquellos cuatro jóvenes amantes de la música mexicana que sigue grabando y produciendo mediante su sello Corasón, y me respondió que no tiene ninguna grabación de ese prolífico y teñido de le-

En los discos citados Corasón ha ofrecido a los amantes del son y a los melómanos 103 huapangos yenda trío hidalguense. Las razones: cuando los buscaron, no los encontraron, amén de que Armonía grabó muchísimos discos. Nomás para hacer bien la acotación: si alguien quiere tener en su fonoteca lo más granado del son huasteco contemporáneo, sin contar los discos ya inconseguibles, como, por ejemplo, el de Sones huastecos de los Hermanos Calderón, debe tener otro de Los Camperos de Valles: El ave de mi soñar (Smithsonian Folkways Recordings, Estados Unidos, 2005) con versería de Artemio Posadas y El viento que murmura (Artemio Posadas, Estados Unidos, 2011) con versería del mismo trovador y el excelente Trío Huasteco de Valles –integrado por Joel Monroy, Gregorio Solano Hernández y Augusto San Agustín, con la quinta huapanguera de Salvador Arteaga, de Los Caporales de Pánuco–, que aún se consiguen. Para hacer aún mas de colección a El gusto... se incluyen textos de Eliazar Velázquez sobre huapangueros viejos y el auge del son en Ciudad Valles y Tampico; sendas entrevistas de Mary Farquarson a Heliodoro Copado y a Casimiro Granillo; dos remembranzas de Juan Jesús Aguilar sobre dos grandes violinistas y un escrito de Eduardo Llerenas acerca de sus andanzas grabando son huasteco. A esos 103 huapangos citados con anterioridad hay que sumar ahora 44 inéditos que se incluyen en El gusto..., 22 en cada disco, también de tríos e intérpretes que han dejado escuela entre muchos huapangueros y recuerdos gratos entre miles de seguidores de esta música. Todos con la calidad de sonido que caracteriza las producciones de Discos Corasón. Para los amantes del huapango, un banquete de primera magnitud y un verdadero acontecimiento musical; para los que aún no conocen el son huasteco, el mejor motivo para enamorarse de él.


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Franz Liszt y la genialidad A R T Í C U L O :: El mundo conmemora 200 años del natalicio del húngaro, quien pagó la publicación de obras y fundó escuelas de piano . POR ALIDA PIÑÓN

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l pianista y compositor Franz Liszt fue un revolucionario de la música, promotor de colegas y ejecutantes, y un fenómeno de masas de su tiempo, de quien hoy se conmemoran 200 años de su nacimiento. No son pocas las anécdotas que existen alrededor de su arrolladora personalidad. Entre las más conocidas está aquella en la que se asegura que una mujer tomó del piso la colilla de cigarro del músico y la convirtió en un dije con diamantes. En 1842, durante una gira en Berlín, a los 42 años, el compositor húngaro causó gran revuelo entre las féminas, quienes al término de la función subieron al escenario y arrancaron las cuerdas del instrumento para crear con ellas collares y pulseras. Liszt lo sabía, él impactaba y eso le gustaba. Llegó a llevar a sus conciertos medallas y condecoraciones para lanzarlos a las mujeres -y a hombres-, que llenaban los teatros para ser testigos de su virtuosismo, muchas veces calificado de sobrehumano. En 1844, el poeta alemán Heinrich Heine bautizó a este fenómeno como Lisztomanía, para describir, en una sola frase, el frenesí que causaba el pianista. Algunos rocanroleros del siglo XX, admirados por las pasiones desatadas por Liszt, hicieron una película sobre el tema en 1975, fue protagonizada por Roger Daltrey, vocalista de The Who; y aparecieron figuras como Ringo Starr. “Impresionaba por su sensibilidad al tocar, pero sobre todo porque hacía cosas que casi nadie más podía. Su magnetismo era increíble, aunque hubo otros como Paganini, que también causaba conmoción entre la gente, se llegó a decir que había vendido su alma al diablo para que su violín sonara de esa manera, con tantas posibilidades sonoras. Fueron músicos que cambiaron la historia”, dice el músico Aurelio León Ptacnik.

llevar la técnica del instrumento hasta sus límites. Aurelio León dice que fue hasta su edad madura cuando Liszt entra de lleno a componer, sin dejar el concertismo, y empieza a apor-

Liszt lo sabía, él impactaba y eso le gustaba. Llegó a llevar a sus conciertos medallas y condecoraciones para lanzarlos a las mujeres -y a hombres-, que llenaban los teatros para ser testigos de su virtuosismo, muchas veces calificado de sobrehumano

Una vida de extremos Franz Liszt nació el 22 de octubre de 1811. Fue hijo único y sus primeros acercamientos a la música fueron a través de su padre, quien tocaba varios instrumentos, entre ellos el piano. Fue un niño prodigio y su amor por la música casi iba de la mano de su interés por la religión. A la muerte de su padre, el joven Liszt, de 16 años, asume la responsabilidad de ser la única fuente de ingresos de la familia. Debe dar clases de piano a los hijos e hijas de la aristocracia y vendió su piano para pagar algunas deudas. Entre los alumnos está la condesa Carolina de Saint-Cricq, de 17 años, hija del Ministro de Comercio de Carlos X. Se enamoran y el padre expulsa a Liszt, un “simple músico”, de la casa al descubrir que la pareja prolonga una lección hasta entrada la noche. Entra después en un letargo, sin conciertos, con la idea de entrar en un seminario, algo que finalmente no hace por consejo de su madre y el confesor de su padre. De acuerdo con Roberto Pajares, en Historia de la Música, un suceso transforma la vida musical del Liszt. En 1832 asiste a un recital de Paganini y sucumbe a su hechizo. En una carta escribe: “¡Qué hombre, qué violín, qué artista! ¡Qué sufrimiento, qué miseria, qué torturas en esas cuatro cuerdas!”. Así, decide

tar elementos claves para el desarrollo de la música, si bien contribuyó al desarrollo de las posibilidades del piano, también abrió la puerta para la técnica de composición del siglo XX en la música tonal y el impresionismo. Otra de las facetas más destacadas de Liszt fue su generosidad con los músicos. No sólo impulsó el talento de sus colegas, sino también financió la publicación de muchas obras, y como maestro fundó escuelas de piano e influyó particularmente en Richard Wagner, Hector Berlioz y Camille Saint-Saëns, entre muchos otros. “Él admiraba la genialidad, así que se dedicó a animarla”, dice León. Asimismo, tuvo conciencia del poder de su presencia y la usó para ayudar. En 1838 ofreció conciertos para recaudar fondos a beneficio de los damnificados por una inundación en la ciudad de Pest. Entre 1839 y 1847 desarrolló una carrera sin precedentes y se convierte en modelo de muchas generaciones venideras. Además, empieza a ejercer como director de orquesta. Es durante la década de los 50 cuando su vida toma un nuevo vuelco. Abandona su carrera como concertista y se entrega a la composición, dirección y enseñanza. Incluso hace labores de editor, cuando en 1857 publica las 32 sonatas de Beethoven. En la última etapa de su vida, Liszt, que nunca se casó pero sí mantuvo una relación larga con la madre de sus tres hijos, decide unir su vida a la de su verdadero amor, Carolina, quien sí se había casado, situación que impidió el matrimonio. Triste, se refugia en Roma, en donde jura los votos menores de la Iglesia Católica, aunque nunca llegó a ser sacerdote. Luego continúa con viajes y sigue en la composición, pero sus obras, que buscaban nuevos caminos estéticos, fueron miradas con recelo. Murió en 1886 sintiendo que después de la fama y la gloria, el mundo ya no estaba listo para su genialidad.

Los intérpretes

Franz Liszt nació el 22 de octubre de 1811. Fue hijo único y sus primeros acercamientos a la música fueron a través de su padre

“Todos los pianistas que aman su instrumento han dedicado un tiempo a la obra de Liszt”, dice León Ptacnik. Sin embargo advierte que hay músicos que han marcado una diferencia, como el chileno Claudio Arrau y el polaco Arthur Rubinstein. “Todos tocan Liszt, pero Arrau es el que ha grabado la mayoría de sus obras. Se convirtió en un modelo para todos los intérpretes, además fue quien reivindicó su obra porque durante un tiempo predominó la idea de que eran obras virtuosas pero vacías, un prejuicio postromántico muy natural cuando inicia una nueva estética, es típico que se arremeta contra la anterior. Arrau colocó a Liszt en su importancia histórica, además de todos sus alumnos”, explica León Ptacnik. Para Paolo Mello, investigador de la Escuela Nacional de Música de la UNAM, además de Arrau, hay otro pianista que destaca por la cantidad de grabaciones que ha hecho de la música de Liszt, Leslie Howard. “Se ha separado de la mayoría por ser quien se ha dedicado a grabarlo, creo que tiene casi todo. Es difícil la labor que han hecho estos músicos porque es un compositor que tiene una gran cantidad de obras. Me parece que Howard se ha vuelto una autoridad en Liszt”.


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DOMINGO 23 DE OCTUBRE DE 2011

Familia, te odio EL TERCER OJO :: En el marco del Noveno Festival Internacional de Cine de Morelia fueron proyectadas varias películas cuya trama se desenvuelve alrededor de la familia y sus historias dolorosas, únicas y universales a la vez. POR SYLVAIN PROVILLARD sprovillard@hotmail.com

A

lgo está mal, no sé qué es exactamente, pero algo está mal”. Esta es la frase que repite varias veces Cheyenne, un rockero jubilado que interpreta de manera extraordinaria Sean Penn, en la película This must be the place. El actor dos veces oscarizado habita este personaje que rechaza la idea de crecer pero a quien las circunstancias obligan a investigar el pasado de su familia y descubrir, al mismo tiempo, su propia identidad. Esta cinta de Paolo Sorrentino es una especie de Bildungsroman (novela de formación) donde Cheyenne busca al soldado nazi que humilló a su padre en Auschwitz. Esta búsqueda, que toma la forma de un road movie a través del medio oeste norteamericano, le sirve de pretexto para encontrar el amor de su padre fallecido que creía nunca haber tenido. Esta coproducción italo-franco-irlandesa del director de Il divo es una pequeña joya que cuenta con una narrativa original y la actuación impecable de quizá el mejor actor de nuestros tiempos. No solamente en la familia de Cheyenne algo está mal. El niño de la bicicleta de los hermanos Dardenne es otra obra conmovedora sobre la búsqueda de una familia. Esta vez el personaje central es un niño de once años huérfano de madre. Desde hace poco, Cyril vive en un orfanato pero quiere encontrar a su padre que se cambió de casa sin dejar dirección y que vendió la bicicleta de su hijo para conseguir dinero. Por casualidad, el niño encuentra a Samantha, una mujer soltera que acepta cuidarlo durante los fines de semana. Como siempre, el guión de los hermanos belgas es contundentemente hermoso. Los ya ganadores de dos Palmas de Oro con Rosetta y El niño, cuentan una historia dramática pero con tintes de esperanza. Sin embargo, los Dardenne pintan un retrato crudo y realista de la miseria social de la parte francófona de Bélgica, donde la falta de oportunidades provoca el abandono de un niño por parte de su padre. La película de los Dardenne se llevó el Gran Premio del Jurado en el último festival de Cannes. La ganadora de la Palma de Oro, El árbol de la vida, trata también del dolor presente en las relaciones de una familia del oeste de Estados Unidos en los años cincuenta. El personaje medular de esta cinta es Jack, el hijo mayor, cuyo desarrollo como adolescente se ve alterado por su difícil relación con un padre autoritario y muchas veces ausente, interpretado por Brad Pitt. El espectador se queda asombrado por la intensidad y belleza de las imágenes. Terrence Malick se tardó más de un año para seleccionar, entre los 600 mil pies de película que fueron rodados, las imágenes que conforman el corte final. El trabajo del director de fotografía mexicano Emmanuel Lubezki es sublime, ya que todas las escenas fueron filmadas con luz natural. El contenido de la película representa un objeto de controversia por su fuerte carga religiosa y su cuestionamiento de la fe. Sin embargo, Malick ofrece su visión sobre el origen y el significado de la vida, de manera un poco simplista, para mi gusto, pero que merece ser escuchado. Otra obra muy comentada en Cannes, We need to talk about Kevin, es una obra brutal

Ignoro si fue una coincidencia que tantas películas del festival aborden el tema de la crisis familiar pero todas son obras que merecen ser vistas, por su proezas técnicas, por su lenguaje innovador y por la potencia de sus mensajes. Cada filme nos recuerda que la familia es el núcleo de la vida y la base del comportamiento del hombre en sociedad. No es sorprendente ver que muchos cineastas busquen explicaciones al estado de nuestro mundo en esta microsociedad que es la familia. que trata de la trasmisión de los pecados entre generaciones, pero en este caso la herencia se hace del hijo hacia la madre, interpretada por Tilda Swinton. Después de haber sacrificado su carrera por su hijo de 15 años, Eva tiene que lidiar con la monstruosidad de los actos de su vástago, quien asesina a varios de sus compañeros de escuela. Esta historia relata la ausencia del padre, al cual Eva expresa sus pensamientos y cuestionamientos a través de cartas. The Arbor relata también la historia de una familia disfuncional de manera original. Basada en una investigación de documental y filmada como tal, fueron al final actores quienes reprodujeron las palabras de los entrevistados para darle vida a este drama de la miseria social británica. Clio Barnard quiso investigar sobre la descendencia de Andrea Dunbar, dramaturga cuya primera obra llamada The Arbor fue puesta en escena en 1980, cuando ella tenía apenas 19 años. La obra está basada en las propias experiencias dolorosas de violencia y adicciones de Andrea, quien murió a los 29 años. Finalmente, la directora centra su investigación en la hija mayor, cuya vida siguió un camino idéntico o peor que el de su madre. Family nest (El nido familiar), la primera

película del director húngaro Béla Tarr – invitado especial del festival- narra la historia de la desintegración de una familia en el Budapest de los setenta. Es una crítica abierta al sistema comunista, donde la escasez de vivienda forzaba a las familias a vivir apretados en el espacio reducido de un departamento de los suburbios. En este universo sofocante, los problemas intrafamiliares se acumulan y se vuelven insolubles. Una joven pareja, en constante desacuerdo con el padre del novio, termina por separarse al no poder sobrepasar los obstáculos de este entorno. La película está formada únicamente por planos cerrados, lo cual le da la impresión al espectador de vivir con la familia en ese ambiente claustrofóbico. Ignoro si fue una coincidencia que tantas películas del festival aborden el tema de la crisis familiar pero todas son obras que merecen ser vistas, por su proezas técnicas, por su lenguaje innovador y por la potencia de sus mensajes. Cada filme nos recuerda que la familia es el núcleo de la vida y la base del comportamiento del hombre en sociedad. No es sorprendente ver que muchos cineastas busquen explicaciones al estado de nuestro mundo en esta microsociedad que es la familia.


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DOMINGO 23 DE OCTUBRE DE 2011

CREACIÓN

Todo empezó en esta tierra Leonard Cohen*

E

s un honor estar aquí esta noche, aunque quizá, como el gran maestro Riccardo Muti, no estoy acostumbrado a estar ante un público sin una orquesta detrás. Haré lo que pueda como solista. Anoche no logré dormir, pasé la noche en vela pensando en qué podía decir hoy aquí. Después de comerme todas las chocolatinas y cacahuetes del minibar garabateé unas pocas palabras pero dudo que haga falta referirse a ellas. Obviamente, estoy muy emocionado por el reconocimiento de la fundación. Pero he venido esta noche a expresar otro tipo de gratitud que espero poder contar en tres o cuatro minutos. Cuando estaba haciendo el equipaje en Los Ángeles me sentía inquieto porque siempre he tenido cierta ambigüedad sobre la poesía. Viene de un lugar que nadie controla, que nadie conquista. Es decir, si supiera de dónde vienen las canciones las haría con más frecuencia. Es difícil aceptar un premio por una actividad que en realidad no controlo. Haciendo el equipaje para venir, cogí mi guitarra Conde, hecha en España hace 40 años más o menos. La saqué de la caja y parecía hecha de helio, muy ligera. Me la puse en la cara y la olí, está muy bien diseñada, la fragancia de la madera viva. Sabemos que la madera nunca acaba de morir y por eso olía el cedro, tan fresco, como si fuera el primer día, cuando compré la guitarra hace 40 años. Y una voz parecía decirme: “Eres un hombre viejo y no has dado las gracias, no has devuelto tu gratitud a quien la merece: el suelo, la tierra, al pueblo que te ha dado tanto”. Porque igual que un hombre no es un DNI, una calificación de deuda tampoco

es un país. Ustedes saben de mi fuerte asociación con Federico García Lorca y puedo decir que mientras era joven y adolescente no encontré una voz y solo cuando leí a Lorca, en una traducción, encontré una voz que me dio permiso para descubrir mi propia voz, para ubicar mi yo, un yo que aún no está terminado. Al hacerme mayor supe que las instrucciones venían con esa voz. ¿Y qué instrucciones eran esas? Nunca lamentar. Y si queremos expresar la derrota que nos ataca a todos tiene que ser en los confines estrictos de la dignidad y de la belleza. Así que ya tenía una voz, pero no tenía el instrumento para expresarla. No tenía una canción. Y ahora voy a contarles brevemente la historia de cómo conseguí mi canción. Yo era un guitarrista indiferente. Sólo me sabía unos cuantos acordes. Me sentaba con mis amigos, bebía y cantaba, pero nunca me vi como un músico o un cantante. Un día, a principios de los años sesenta, estaba de visita en casa de mi madre. Su casa estaba cerca de un parque con una pista de tenis donde íbamos a ver jugar al baloncesto. Era un lugar que conocía de mi infancia. Me paseé por allí y encontré a un joven tocando una guitarra flamenca. Me encantó, estaba rodeado de algunas chicas y me senté a escucharlo, me cautivaba, yo quería tocar así, aunque sabía que nunca lo lograría. Me acerqué a él y nos entendimos medio en francés medio en inglés y pactamos unas clases en casa de mi madre. Era un joven español. Al día siguiente se presentó. Me dijo: “Déjame escucharte tocar algo”. Lo hice y declaró que

no tenía ni idea. Él cogió la guitarra, la afinó, me la devolvió y dijo: “No suena mal. Ahora tócala de nuevo”. No cambió mucho. La cogió otra vez y me dijo: “Te voy a enseñar unos acordes”. Tocó una secuencia rápida de acordes y luego me explicó dónde tenía que poner los dedos y me dijo otra vez: “Ahora toca”. Pero fue un desastre. Al día siguiente, empezamos de nuevo con esos seis acordes. Muchas canciones flamencas se basan en ellos. Al tercer día la cosa mejoró. Aprendí los seis acordes. Al día siguiente el guitarrista no volvió por casa. Dejó de venir. Como yo tenía el número de la pensión donde se alojaba fui a buscarlo para ver que le había pasado. Allí me contaron que aquel español se había suicidado, que se había quitado la vida. Yo no sabía nada de él, de qué parte de España era, por qué estaba en Montreal, por qué estaba en la pista de tenis, por qué se había quitado la vida. Sentí una enorme tristeza. Nunca antes había contado esto en público. Esos seis acordes, esa pauta de sonido, ha sido la base de todas mis canciones y de toda mi música y quizá ahora puedan comenzar a entender la magnitud del agradecimiento que tengo a este país. Todo lo que han encontrado favorable en mi obra viene de esta historia que les acabo de contar. Toda mi obra está inspirada por esta tierra. Así que gracias por celebrarla porque es suya, sólo me han permitido poner mi firma al final de la última página. Discurso pronunciado por Leonard Cohen en la entrega de los premios Príncipe de Asturias.


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