#ElTerregaldeRay
El Teocintle, una semilla de los dioses Por: Ray Vázquez
A lo largo de la historia el ser humano ha visto cómo la madre naturaleza surge desde las mismas entrañas del suelo, donde la tierra anima de forma enigmática a los minerales para dar paso a una de las expresiones físicas más maravillosas que existen en este planeta, la vida. Todo surge desde aquella pequeña porción de materia con la mayor cantidad de energía posible a la cual le llamamos “semilla”, desde donde la magia de lo inexplicable sucede, el milagro de la vida y de la transformación comienza. Una semilla lo es todo y sobre todo cuando nos ponemos a reflexionar en las siguientes cuestiones: ¿qué pasaría si mañana no hubiese una semilla más? ¿qué sería del hombre sin semilla? ¿qué es de la vida sin una semilla? Ahora tenemos semillas de vegetales híbridos no naturales o transgénicos, de plantas transformadas para el aprovechamiento humano y animal, que dan más rendimientos y tengan más materia consumible, pero de todas ellas sólo encontramos algunas que han conservado su naturaleza y que aún la tierra las germina recordándonos que su fuerza, originalidad y esencia nativa sigue vigente. [Ver figura 1]. La semilla del teocintle o teocentli (teos-Dios, centli-semilla), semilla de Dios o semilla de los Dioses, ha trascendido en el tiempo como si los años no la hubiesen tocado, como si un parpadeo pudiera resumir el largo camino que ha recorrido hasta nuestros días defendiendo su existencia, territorio y su valor ante la vista ignorante, ingenua e incrédula del ser humano.
Figura 1
Año 2 No. 22 2018
39