"Eternal Sunshine of Spotless Mind" y el Surrealismo

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Cultura Visual

Trabajo final Nora Ferreir贸s Fern谩ndez


el surrealismo El dictado de pensamiento carente de todo control ejercido por la razón y fuera de toda preocupación estética o moral - André Bretón

E

l surrealismo, en términos de definición, es una de las vanguardias surgidas durante la revolución artística y de pensamiento surgida a principios del siglo XX. Aunque anteriormente hay acciones u obras que ya podrían calificarse de surrealistas, el movimiento propiamente dicho, y como necesidad de establecer unos márgenes históricos para su explicación, se inicia con la publicación de las revistas Surréalisme y Révolution surréaliste, y la redacción del Primer Manifiesto Surrealista de André Bretón, en el año 1924. Este es un movimiento no político que surge de la inevitable depresión a varios niveles tras la I Guerra Mundial, y aunque ha habido otros focos importantes, entre ellos España, el Surrealismo, como otros muchos movimientos de esta época, no hubiera existido sin la ciudad de París, cuna, durante décadas, de algunos de los más importantes movimientos artísticos revolucionarios del siglo XX.

Portada de la revista La Révolution Surréaliste

La palabra “surrealismo” se toma de la obra de una poeta francés Guillaume Apollinaire titulada Las tetas de Tiresias. Drama surrealista” La palabra exacta utilizada era surrêaliste, que traducida literalmente sería algo como “sobrerrealismo”, queriendo referirse a aquello que está más allá de la realidad, por fuera de esta.


El Dadaísmo

En los años anteriores al establecido como inicio del movimiento, algunos de los representantes, entre ellos Breton, se reunían frecuentemente con Apollinaire, realizando actividades en torno al Dadaísmo. El Surrealismo es un descendiente directo del Dadaísmo, otra de los movimientos revolucionarios de las llamadas Vanguardias del siglo XX. Y como todo descendiente, el parecido es evidente, pero no los hace iguales. El Dadaísmo pasa a la historia como un movimiento internacional y, sobre todo, como uno de los primeros multidisciplinar, ya que más que lo relacionado con el arte, trasciende su pensamiento. Es decir, el Dadaísmo, todo y que se expresa a través de acciones artística de distinta índole, como pueden ser la poesía, la fotografía, el collage, la pintura o el diseño, su importancia no reside en lo artístico si no en la importancia del concepto que mueve estas acciones, de ahí su capacidad de ser aplicado a distintas áreas expresivas. Un estado de ánimo, una forma de vida, o una corriente de pensamiento serían las definiciones más apropiadas para un movimiento como el Dadaísmo. Éste surge como respuesta colérica a la guerra. Hay diversas teorías de cómo se decidió la nomenclatura de este movimiento, aunque la más coherente con su corriente de pensamiento, es la de que el término “dadá” no se refiere a nada en absoluto, dándole así un perfil azaroso que contentaba a sus participantes. Este movimiento tiene como premisa el más absoluto nihilismo. No creer en nada. Ante una situación tan complicada como es un conflicto bélico, los artistas se sienten frustrados y decepcionados por la tecnología, por el poder del gobierno y cualquier tipo de tradición establecida, la cual consideran que les ha llevado a la situación del momento. Los dadaístas creían que el remedio a todo conflicto existente dentro de la sociedad era acabar con toda forma de razonamiento establecida hasta el momento; todo aquello que se consideraba lógico y racional no era válido y había la necesidad de acabar con ello, y llegar a lo primitivo, a la esencia de lo irracional, aquello que no establecía un control constante sobre cada acción del individuo. De este modo comenzaron a crear técnicas expresivas y visuales que acompañaran a su discurso de la anarquía y el caos más absoluto. El escándalo y el ataque era la finalidad de sus creaciones. Realizaban constantemente acciones totalmente irracionales, sin ningún tipo de estructura reconocible, que reivindicaban la ruptura de estas pautas establecidas, ya fuese en la escritura de un poema, en la lectura visual de un cuadro o en el día a día. Lo importante era romper las conexiones mentales preestablecidas y reiniciar la concepción de las cosas en general. Obras ante las cuales el público no supiera qué leer, qué ver, ni tan si quiera qué pensar.

Cut with the Dada Kitchen Knife through the Last Weimar Beer-Belly Cultural Epoch in Germany, Hannah Höch, 1919. Collage of pasted papers, 90x144 cm Museos Nacionales de Berlín.

Las técnicas de los dadaístas y la determinación de ir más allá de los límites supusieron un gran ejemplo para los surrealistas, los cuales tomaros además, algunas de las que luego serían las más importan-


tes características del movimiento: la vuelta a lo primitivo, a la falta de estructuras establecidas, a lo aleatorio y puro, que carece de mando o represión. Pero el Dadaísmo es un movimiento de índole social, con objetivos revolucionarios y de carácter pesimista y depresivo ante la situación que estaban viviendo. En cambio, los surrealistas se basan en el individuo, en su capacidad imaginativa, y en ese “yo” que se oculta a la sociedad por convenciones, protocolos o simplemente por la educación cultural y social recibida. Los surrealistas creen en un cambio que parte de cada uno de nosotros, sin finalidades políticas o revolucionarias generalistas, sino como un replanteamiento de la vida de cada persona, de otra forma de ver las cosas. Su visión es mucho más optimista. Como síntesis entre la unión de ambos movimientos, podemos decir que: la falta de sistema del dadaísmo y la discrepancia de sus dirigentes determinó la muerte de este grupo y la constitución del surrealista 1. El violín de Ingres, Man Ray, 1924. Papel gelatinado de plata, retocado con lápiz y tinta china, 31 x 24,7 cm. París Musée National d’Art Moderne, Centre Pompidou

Surrealismo: herramienta de libertad

Por este gran parecido de ambas corrientes, algunos de los artistas dadaístas conformaron las primeras generaciones de los surrealistas, como Max Ernst, figura clave del movimiento, Man Ray, el primer fotógrafo surrealista, o Jean Arp.

El surrealismo es uno de los movimientos que más a buscado la libertad del individuo; para ello utilizan el arte como metáfora de libertad, como el medio para liberar aquello que de otra forma no se logra hacer, como manera de mostrar el libre juego de la mente. André Bretón establece casi una religión entorno a su movimiento, de la que él sería proclamado Papa. Marca como precursores ideológicos a figuras relacionadas con el imaginario, el psicoanálisis y métodos aleatorios de liberación del potencial natural de la mente humana, como Sigmund Freud, Comte de Lautrémont o Arthur Rimbaud. Y como él, todos los seguidores del movimiento los toman como referencia. El azar, el contenido reprimido de la memoria, los más profundos deseos, las coincidencias… Todo ello conforma una realidad alternativa del individuo, una que difiere de la que muestra a diario al mundo, y que, sin embargo, es la que le define y la que en realidad describe quién es. El subconsciente es como un catálogo de todas aquellas cosas que están, que existen, y que desvelan cosas que a veces ni nosotros mismos sabemos, pero que forman parte de nuestro ser. Es nuestro otro yo, el que no se desvela al estado consciente; solamente el estado de inconsciencia nos permite bucear por esta parte oculta de la mente, que sólo podemos observar durante el estado de sueño, y de la que no podemos tomar control.

1 Cita extraída de El mundo del objeto a la luz del surrealismo de Juan-Eduardo Cirlot, pág. 75

Es precisamente en esta parte fuera de control en la que están inte-


resados los surrealistas. Esa realidad salvaje y fuera de toda norma que desata todo aquello que la consciencia mantiene a ralla. La liberación del contenido de este libro subconsciente es el objetivo de los surrealistas. Además del sueño, es también la hipnosis una de las técnicas predilectas para alcanzar este contenido oculto de la mente. Reparando en que el movimiento surrealista se apoya constantemente en la obra de Lautréamont y Rimbaud, podemos deducir que tienen una gran preocupación por reivindicar la condición humana sobre la condición social de los individuos, enfatizando así el discurso de liberación del sujeto en sí mismo. Es por esto que Sigmund Freud fue una de las influencias intelectuales más significativas, a pesar de que el psicoanalista indagara en este campo buscando la cura, y ellos buscaran precisamente la liberación total. Los análisis y teorías de Freud sobre el subconsciente ayudaron a los surrealistas a crear gran parte de su dogma, ya que a pesar de ser un movimiento tan enormemente marcado por lo azaroso y lo no legislado, tiene unas premisas muy delimitadas, al igual que unas formas de actuación y un listado de predilecciones bastante concreto. Puede que sin más esta sea una de tantas inconexiones e incoherencias de las que gustan los seguidores del movimiento. El movimiento surrealista nace en primer término en la literatura. Esta disciplina es una de las más importantes en cuanto a la imaginación, ya que es una de las actividades que más necesita de ésta. La lectura de cualquier texto literario requiere de un proceso de imaginar y crear un mundo paralelo, que la mayoría de las veces se crea solo en cuando comenzamos a leer, pero que en cada individuo, aunque las palabras sean las mismas, es totalmente distinto. Más tarde se extendería a las artes visuales, donde tendría más éxito debido a los extravagantes resultados que reflejaban. Esto no implica que las obras no requiriesen de un proceso imaginativo por parte del espectador, pero lo que entusiasmaba a los surrealistas era percibir el resultado de la liberación mental que proclamaban. El objetivo, además, era hacer partícipe al espectador de esta realidad alternativa plasmada en la obra; hacerle llegar los infinitos mundos que puede haber dentro del que creemos es el verdadero. A la vuelta de cualquier esquina pueden encontrarse conexiones con distintas realidades dentro de esta misma. Superposiciones de figuras, ensamblaje de objetos, acciones sin sentido, incoherencias auditivas y visuales, y otro gran número de sucesos nos envuelven incluso en el día a día que pueden señalarse como surrealistas, hasta el punto de que hoy en día se ha convertido en una palabra de uso común para denominar todo aquello que se sale de la estructura mental que todos tenemos de cómo deben acontecer las cosas.

En orden descendente: Rimbaud, Lautréamont y S. Freud

Luis Buñuel decía que el surrealismo triunfó en lo accesorio y fracasó en lo fundamental, y es así como se disolvió como movimiento, pero permaneció en la cultura general, y en el vocabulario de todos nosotros, en pequeños conceptos. Damos por hecho al surrealismo, y se ha fusionado con la vida cotidiana hasta el día de hoy, y está representado como uno de los más importantes en la historia del


arte, en los museos y en movimientos posteriores; pero pereció en su intento de cambiar al individuo, de cambiar la concepción de la vida y del mundo, y de liberar al hombre de la opresión de su naturaleza más profunda.

De Chirico: del Romanticismo al Surrealismo

No solamente el Dadaísmo sirvió para establecer las bases de este movimiento de libertad. El Surrealismo tiene una importante conexión el Romanticismo. El pintor Giorgio de Chirico fue el eslabón entre el Romanticismo y el Surrealismo. A pesar de que desarrolla un tema no muy apreciado por los surrealistas como es el paisajismo, De Chirico utiliza un sin fin de simbolismos que aluden a la memoria, el recuerdo, el sueño y el plano metafísico en general. Estaba especialmente interesado en los lugares de gran importancia histórica, ya que los consideraba almacenes de la memoria, reflejo de algo que es pero que ya no está, lo inconsciente de lo que fue en la consciencia de lo que es ahora mismo; acostumbra a plasmar algunos de estos parajes históricos aplicándoles una gran dosis de teatralidad, creando la sensación de que la realidad está muy lejos. Sus obras son visualmente muy impactantes; en ellas las figuras representadas están realmente contrastadas y sus bordes muy definidos. Crea auténticas realidades paisajísticas basadas en elementos simbólicos, como más tarde harían algunos de las más importantes figuras surrealistas, como es el caso de Salvador Dalí. Por ello, la obra de De Chirico está muy influenciada por el movimiento romántico, el primero en tomar su inspiración en lo onírico, el mundo de los sueños, y aquellos mundos paralelos al nuestro, como el de los fantasmas. Bajo la superficie racionalista de la pintura decimonónica, se esconde una fascinación por los sueños, por el misterio, la melancolía y el miedo.

“Lo maravilloso”. El concepto surrealista

Aquello que encanta a los surrealistas es lo que llaman “lo maravilloso”. Es el suceso, el momento o el elemento que conecta un mundo con otro, aquello que hace evidente que hay varios mundos dentro de aquel que catalogamos como real. De la colección Le Revolver à cheveux blancs2, extraemos la cita: La imaginación es aquello que tiende a hacerse real. Encontramos en esta cita un manifiesto de intenciones de este movimiento, que, como se expone anteriormente, busca el cambio en el individuo, usando como arma la imaginación. Para ello, cabe adoptar lo maravilloso,m lo mágico, lo inaudito, en contra de lo habitual, el estancamiento, la muerte.

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Esta cita, con su referencia, ha sido a su vez extraída de uno de los textos de lectura recomendada para este curso, el cual no incluye la referencia del libro original del que fue sacado. El título del capítulo en el que aparece incluída esta cita es 6. El punto supremo: <<L’amour fou>>, en la página 193.

A los surrealistas les mueve esta búsqueda de algo más, de todos esos mundos que se encuentran en este, el cual está condicionado por una serie de normas y represiones que a lo largo de la historia el hombre ha ido moldeando, sin tener en cuenta, la mayoría de las


veces, el deseo del individuo en sí mismo. La poética bretoniana de lo maravilloso defiende la creación de este “algo”, de esta conexión con otros mundos, pero pensando en lo que está por venir. La creencia en que podemos modificar lo que vendrá para convertirlo en algo que nos transporte a otra dimensión es una de las premisas en pos de este cambio y esta liberación del individuo hacia aquello que oculta en su interior y que es, seguramente, lo que más desea, por encima de lo que pueda encontrar en el mundo que ya conoce. “Lo maravilloso” es aquel icono de culto que hace creer y moverse hacia un objetivo, casi como si de una religión se tratara. Es el lugar divino al que llegar a través de la creencia en que la liberación de lo reprimido de la mente es posible, y que un mundo en el que se desarrollen todas estas ideas ocultas y que salga a la luz todo lo primitivo, involuntario y azaroso que hay en el ser humano. Los surrealistas así, toman la imaginación como método de salvación del hombre; aquel hombre que utiliza la imaginación como herramienta, es un hombre que se salva a sí mismo de la desesperación y la frustración de un mundo que lo reprime y lo ataca constantemente. Cabe otro mundo en el que incluso la vida y la muerte no serán contradictorias 3.

La fuente, 1917 Man Ray

Este ansia de lograr otros mundos, de encontrar la libertad mental, se traspasa en muchos casos a los objetos. Objetos como puertas a otro mundo. Objetos que se extraen de su entorno normal, se colocan en otro, y nos dan así una nueva perspectiva de su uso o su concepción que nos permite ver más allá de lo que en realidad era. Como referente obvio a este modo de pensamiento es deber nombrar La fuente, (1917) de Marcel Duchamp y su idea del ready-made. El surrealismo se da, como el resto de las vanguardias, en un momento de novedad en lo que a la creación de objetos se refiere. La Revolución Industrial y sus consecuencias, especialmente de serialización e industrialización de la vida en general, ponen patas arriba el pensamiento artístico. El surrealismo no iba a ser menos, con lo que se encuentre de pronto con el reto de dar un nuevo sentido a un objeto que se ha reinventado y ahora se produce de forma seriada, estandarizada, restando originalidad y diversidad a la vida cotidiana en general. El surrealismo en los objetos se haya en conceder un nuevo uso a éstos; un uso totalmente irracional, que los arrastre a otra dimensión en la que se los perciba desde otro punto de vista que no sólo los modifique a ellos, sino que también modifique el contexto en que se encuentra, y con ellos al sujeto que los contempla. Es muy común por eso dotar a objetos cotidianos de cualidades fantásticas o características metafísicas que permita traspasar esa frustración del sujeto de no poder liberarse por sí solo de su inconsciente reprimido.

La osciedad del espectáculo, 1967 Guy Debord

3 Ídem de lo anterior. Página 195.

El situacionismo es el descendiente más directo del surrealismo, aunque, al contrario que este, su carácter político fue muy pronun-


El situacionismo. La descendencia surrealista

ciado, tomando rasgos de lo que fue el Dadaísmo. Fue un grupo vanguardista fundado en 1957 con el nombre de Internacional Situacionista, y se disolvió en 1972. Seguía muchas de las bases estéticas e ideológicas del surrealismo, combinadas con las del marxismo.

El cine y el surealismo

Dejanto al margen la primera etapa más artesanal y de interés más bien técnico que social o cultural, el cine, ya desde los años 20, se hizo con temas e imágenes pertenecientes al arte, no sólo por la potencia visual y estética que ya tenía ganada de antemano, sino que le permitía hacer uso de asociaciones mentales creadas previamente y darles un nuevo sentido, creando novedad de lo ya conocido, muy conveniente desde un punto de vista comercial.

Algunos de los elementos que seguían del surrealismo, tanto estéticos como organizativos, eran la relación entre el arte y la vida, la base literaria, el espíritu revolucionario o la organización basada en un líder. Los situacionistas querían renovar las estrategias estéticas surrealistas con nuevas aportaciones como las denominadas deriva y détournement (traducido por “desvío”). En cuanto al marxismo, seguían un marxismo renovado con las aportaciones modernas del sociólogo Henri Lefebvre y del filósofo existencialista Jean Paul Sartre. Se sentían absolutamente alejados del Partido Comunista debido a su estalinismo, así como de los regímenes de Europa del Este. Sus posiciones políticas estaban más cercanas al comunismo trotskista o al anarquismo.

El cine comienza entonces a ejercer de mensajero de información para el gran público, para “la masa”. Toma distintas facetas del arte y las transforma de modo que crea un código genérico, un lenguaje que mantiene en parte su esencia estética de origen elitista de las vanguardias, pero que se integra dentro de la sociedad, en el sentido más amplio de la palabra. Así, aunque es entendido y aceptado de forma general, sigue teniendo guiños a las corrientes de la época que hacen que no quede desvinculado. El cine se convierte en el informador y, de alguna forma, educador de la masa en cuanto a cultura visual se refiere. El arte, aunque de forma mucho más sutil, comienza a pasar de las galerías exclusivas a los cines de barrio, al alcance de todos. El cine americano de los años 30 acaba consolidando al país como productor de cine comercial por excelencia. Un cine que se acerca al público llano y que prácticamente está desprovisto del carácter “intelectual” que sí incluye el cine europeo, mucho más elitista y dirigido a gente de un nivel cultural algo selecto. Entre los años cuarenta y sesenta, el cine norteamericano ya comienza a explotar casi totalmente la parte de espectáculo que hoy en día se ve más claramente, y que maravilla a los surrealistas. Sin embargo, también es en esta época donde la gran esperanza imaginativa y de reflejo del inconsciente comienza a deshacerse al descubrir en el cine una herramienta de uso político y de represión,


obligando a la creación de obras cinematográficas con un mensaje definido y dirigido a lavar el cerebro del pueblo llano que acudía a las salas de filmación. Resulta especialmente interesante el llamado Cine underground, que partiendo del modelo norteamericano, sigue una línea de rechazo al sistema, luchando contra esta represión y uso político del cine. La unión de la vida con el arte, el predominio de la utopía, la forma como experiencia vívida del aislamiento del mundo consumista, la rotura de reglas y el rechazo al engranaje social. Es este un cine de irracionalidad y libertad imaginativa, y vuelve a plantear el derecho del hombre a disfrutar libremente un objeto estético que, libremente producido, libremente se le ofrece4. El cine, para los surrealistas, es como un espejo de reflejo cambiante, que proyecta una visión interior, un mundo paralelo que alguien ha traducido a imágenes y sonidos, como si en un estado de somnolencia surgieran del inconsciente imágenes fugaces de orquestas de jazz, carros de lechero, piernas de mujer, grupos de gente y engranajes en movimiento4. Es por ello que encuentran en él una de las mayores fuentes de aquello que llaman “lo maravilloso”. El cine es una gramola accionada por la imaginación; es la literatura hecha imágenes. Aquello que imaginamos pero creado, como si se pudieran crear tantos mundos como películas se pudieran hacer. Y es que un film es precisamente un mundo imaginario que se proyecta en una pantalla, en el que todo puede suceder, y en el que se le da un nuevo uso a un sinfín de cosas cotidianas. Es una puerta hacia todos los mundos que alguien pueda imaginar. Y eso, para un surrealista, es una puerta a esa libertad y esa liberación mental que buscan, ya que a partir del mundo que nos presenta una película, cada uno de nosotros puede a su vez inspirarse para encontrar muchos más, igual que el que ve una película pornográfica busca ver recreadas y alimentar sus fantasías sexuales más profundas. Más allá de la pasión de los surrealistas por el cine como expresión artística e imaginativa en general, por supuesto los militantes de este movimiento aportaron su granito de arena a este revolucionario formato de creación. Sintiendo tal devoción por el séptimo arte, es más que lógico que se creara una corriente de cine surrealista, aunque a la hora de la verdad, no fuera éste el más amado por los devotos, ya que no hay que olvidar que para los surrealistas, o auténticamente “maravilloso” es aquello que surge por casualidad o por azar, que se encuentra en el mundo cotidiano y nos transporta casualmente a otros mundos, no aquello que ha sido creado a propósito. El amor de los surrealistas va dirigido hacia aquello que no podemos controlar dentro de nuestra mente, a lo que sale espontáneamente y es puro, por lo que el cine propiamente surrealista escapa a estas premisas y, paradójicamente, no es el que más les hace disfrutar.

4 Cita extraída del libro La imagen fílmica, de Alberto Abruzzese, página 46. 5 Cita extraída del libro Evolución y esencia de un arte nuevo, de Béla Balázs, página 146.

En cualquier caso, es interesante un breve repaso a esta corriente cinematográfica, ya que de ella podemos extraer el paisaje interior que los surrealistas han querido reflejar. Esto se evidencia en que los films surrealistas pretendían representar estados anímicos inte-


riores, a través de sensaciones, impresiones e imágenes que provocan al espectador. Imágenes irracionales, sin sentido, alucinógenas, inciertas o imposibles son los recursos utilizados para crear estas obras. Lo importante reside en crear asociaciones, y no en presentar imágenes figurativas. El artista, harto de la realidad, puede ahora mirar en su interior y exteriorizar su propio mundo y darle un perfil más real del que aporta la pintura o la fotografía. Los films de Man Ray son algunos muy buenos ejemplos de este tipo de cine. También el cine de Luis Buñuel es uno de los más recurrentes referentes dentro de este movimiento.


La secuencia Introducción

¡Olvídate de mí!, cuyo título original es Eternal Sunshine of the Spotless Mind (Eterno amanecer de una mente sin recuerdos), es una película de origen norteamericano, del año 2004, cuyo género es bastante difícil definir, aunque hay una corriente que se empeña en clasificarla como comedia. A mi juicio, nada más lejos. Si bien tiene muchos guiños que puedan parecer graciosos, más bien irónicos según mi punto de vista, lo cierto es que es una película que en su base trata sobre el amor. Es un romance. Pero difiere mucho de las películas convencionales de este género. Con cuatro premios a sus espaldas, uno de ellos de La Academia, y 14 nominaciones, es una película que en nuestro país ha quedado relegada a una de aquellas obras que, o bien se ven por casualidad, o bien debes ser una de esas que está bastante pendiente del cine. Dejando a parte opiniones, es una película que no deja indiferente, primero por el montaje que combina fragmentos no sólo del presente y del pasado, sino también del consciente y el subconsciente del protagonista, generando así una necesidad de atención de la que no requieren otras películas clasificadas coloquialmente como “comerciales”. Los flashbacks, flashforwards, el presente, los recuerdos, los sueños y la consciencia se entremezclan de una forma muy continuada, lo que a veces puede causar ciertas inconexiones que, sin embargo, causan curiosidad en el espectador.

Cartel de la película

Con una parte de ciencia ficción, y un gran contenido dramático, es una película que no sólo resulta peculiar en su montaje o en su argumento, sino que además, está gravada de forma que el espectador se sienta como si estuviera allí mismo, similar a como son grabados los documentales: con una cámara inquieta, que se mueve al tiempo que los personajes, y vacila incluso cuando se supone que se halla quieta. Su director, Michel Gondry, comenzó haciendo videoclips musicales para artistas como The Chemical Brothers, Radiohead o Kylie Minogue. Esto ya lo coloca en el punto de mira del surrealismo dentro del mundo audiovisual, siendo los videoclips una de las fuentes más importantes de contenido surrealista que podemos hallar hoy en día. Gondry tiene un estilo muy definido; sus películas son obras maestras de la escenografías, los usos engañosos de la perspectiva y los efectos visuales creados sin casi el uso de ordenadores. Más adelante se explicará cómo en ¡Olvídate de mí! crea escenas del inconsciente a partir de estos juegos visuales que dan un resultado de lo más parecido a lo que cualquier de nosotros podría ver en las imágenes inconexas proyectadas por nuestra mente mientras dormimos.

Michel Gondry

Otra de sus grandes obras que vale la pena mirar, desde un punto de vista surrealista, es La ciencia del sueño, posiblemente una de las


más conocidas, en las que Gondry crea un personaje protagonista que literalmente crea su realidad dentro de la realidad común. Podemos ver perfectamente el concepto de otros mundos dentro de este mundo en este film, con el añadido de efectos especiales poco o nada digitales, lo que enfatiza esta desconexión del lenguaje visual. También su guionista, Charlie Kaufman, es famoso por crear este tipo de historias un tanto disparatadas pero que luego resultan muy potentes a la hora de plasmarlas en la pantalla.

Kate Winslet interpreta a Clementine “Clem” Kruczynski

¡Olvídate de mí! es la historia de Joel Barish, quien es advertido de que su exnovia, Clementine “Clem” Kruczynski, ha sido sometida a una intervención para borrar de su memoria cualquier recuerdo de la complicada relación que ambos mantenían. Entonces Joel decide someterse también a este experimento y borrar de igual forma cualquier recuerdo de Clem o de su relación con ella. Esta es una película con pocos personajes que se repiten y que están realmente definidos. Al margen de Joel, el protagonista y quien ocupará el tema de este trabajo, cada uno de los personajes que se ven envueltos en su trama tienen un propio mundo. Es decir, es una película que realmente quiere marcar que aunque todos estemos dentro de un mundo común, cada uno de nosotros es un mundo entero. Así, otra de las dificultades de entendimiento de la película, si es que las hubiera, sería el constante salto de un mundo a otro de cada uno de estos personajes. Además de diferenciar los saltos en el tiempo y en las realidades de consciencia e inconsciencia, la trama intercala cada una de las versiones de la historia que cada personaje se tiene montada, descubriendo al final, la perspectiva más objetiva posible de todas ellas, como si las viéramos desde lo alto, desde fuera totalmente de la escena, para poder así comprenderlas todas y encontrar la conexión que faltaba durante todo el film.

Jim Carrey interpreta a Joel Barish

Argumentación. El encuentro fortuito de un surrealista con la secuencia seleccionada

Cualquiera de las escenas que se hubieran escogido podrían tener perfectamente un análisis surrealista por diversas razones. En esencia, además de un romance, la película es una de muchas posibles respuestas a dos preguntas; una de ellas, la más inmediata y menos profunda: ¿Qué pasaría si pudiéramos borrar cosas desagradables de nuestra memoria?, la cual dio origen al guión de la misma. Y la segunda, más profunda y quizá más interesante: ¿Qué ocurriría si pudiéramos tomar control y consciencia del inconsciente?, que es la que dio origen a este trabajo que está siendo desarrollado, considerando que la respuesta a ésta sería de un interés supremo para cualquier surrealista que se precie.

En la escena escogida, Joel y Clem se dan cuenta de que deben huír por la mente de Joel para escapar del olvido. Él se arrepiente de la decisión de borrarla de su cabeza y escapa literalmente de eso: del olvido. El olvido es uno de los temas que perturba a Bretón: la idea de que el olvido se lleve sus recuerdos. Los recuerdos, entre otras cosas, son aquello que nos permite general imágenes de todo tipo, nos permiten crear sueños y anhelos incontrolados y pasionales. Los re-


cuerdos son la base de todo ese imaginario interior que reprimimos. Así el poeta lo teme y busca una arma contra él, que considera es la esperanza, y cito: No ya la ilusión idealista y romántica del amor único, sino la fe en el amor enloquecedor 6. Y hallamos en este párrafo lo que podría ser, no solo una explicación de la escena seleccionada, sino de casi toda la película. “La fe en el amor enloquecedor” hace reaccionar al protagonista, el cual logra encontrar dentro de sus propios recuerdos, a puntos de ser aniquilados, el amor loco que siente por Clem e incluso convencerla para huir de ese olvido que puede llevarse por delante el amor. Y es así que su amor loco permite esquivar la oscuridad del olvido que se está cerniendo poco a poco sobre Joel. Breton aporta también el concepto de la mujer mediadora entre él mismo y el mundo. Una vez que Clem (o más bien el recuerdo de ella dentro de la cabeza de Joel) toma conciencia de la situación, es quien actúa de conciencia, aconsejándole cómo moverse por sus propios recuerdos, y escapar así del olvido. Retomando el concepto de objeto como puente a otros mundos, en este caso Joel toma por una parte la bicicleta como conexión de su infancia; todavía conserva un objeto existente en un recuerdo pasado, y este le sirve como conexión para “viajar” hacia su niñez. Aunque no sea un objeto, podríamos decir que la canción infantil también es un objeto-puente, aunque este no sea físico, ni se pueda tocar, pero forma parte del mundo sensitivo, por lo que podría considerarse una revisión del concepto “objeto”, siempre que este actúe como un billete hacia otro mundo. Están en la sala de estar de su casa y de pronto comienza a llover. Llueve dentro de la casa como si estuvieran en campo abierto. Es evidente el juego exterior-interior, que hace un guiño muy importante a la filosofía surrealista de exteriorizar el mundo interior, aunque en este caso, siguiendo la paradoja de estar dentro de sus propios recuerdos pasados, se invierte la regla, y se crea una descontextualización, creando así un nuevo mundo dentro del mundo de Joel. Joel actuando igual que él mismo de niño, las imágenes que se intercalan, también nos trasladan a un doble mundo, un juego de dentro y fuera donde se confunde el presente y el pasado, hasta que ambos son uno solo. Dos mundos que acaban trastocándose hasta generar un tercero que no es ni presente ni pasado ni mucho menos futuro, pero al mismo tiempo, es las tres cosas. En el Primer Manifiesto Surrealista (Bretón, 1924) podemos encontrar el concepto de “punto de espíritu” en el que aquellas cosas que son opuestas, como la vida y la muerte, el pasado y el futuro, dejan de ser concebidas como tal y dejan de ser contradictorias, para formar parte ambas del mundo por igual; los surrealistas viven esperando el encuentro de ese punto que les otorgue la libertad absoluta no condicionada por extremos antónimos que hacen escoger un solo camino, el cual nos define un solo y continuo mundo, sin dar opción a más posibilidades. 6

Ídem de 2 y 3. Página 202.


Es esta uno de los rasgos generales que destacan de esta secuencia, en la que podemos comprobar que el concepto del pasado y el presente, de los que están vivos y están muertos, de ser niño y ser adulto, de lo conocido y lo que está por conocer, se rompen totalmente, se entremezclan y encuentran en un punto, que en este caso es la mente de Joel. Él no sólo nos muestra que puede estar fuera y estar dentro a la vez, sino que, en esta escena en concreto, podemos ver cómo su pasado inmediato, su pasado lejano y su presente se entremezclan en uno solo. Aquellos que quieren borrar su mente, así como la consciencia de él mismo recorriendo sus recuerdos, representan el presente inmediato. Él está ahí, en ese momento, dormido, oyendo a las personas que se encuentran en su piso cómo intentan controlarlo, y al mismo tiempo consciente en su mente, corriendo para no ser alcanzado por la oscuridad del olvido. También su pasado inmediato, Clem, quien a su vez es real e irreal, la réplica de sus recuerdos y puede que de sus sueños, la de verdad que fue, pero no la de verdad que es en el presente. Y por último su pasado lejano, su niñez, su madre que probablemente ni siquiera está viva, la vecina que ni siquiera sabemos qué es de ella, aunque ahora esté transfigurada siendo Clem, y la casa de su infancia, en la que ya no vive, y que puede que tampoco exista. Lo que existe y lo que no existe. Lo que fue, lo que es, lo que está siendo, y lo que Joel pretende que permanezca en el futuro. En esta escena convivimos con numerosos conceptos contrarios que dejan de serlo en un mundo nuevo que crea la mente de Joel. A nivel estético, los efectos visuales de tamaño de los personajes, aunque comparten la misma edad, potencian esta sensación de extrañeza y de cosas irracionales, que no encajan. Es un pequeño truco visual que nos da una sensación de irrealidad que podríamos catalogar dentro de uno de esos momentos de “lo maravilloso”. Y no sólo la extraña escala, sino el Joel de aspecto adulto que se comporta como un niño, lo convierte en surrealista, sin llegar a lo absurdo. La escena pasa a fuera de la cabeza de Joel, al que sería el mundo real. Una vez más, varios mundos actúan al mismo tiempo, enturbiando la línea del ahora y el aquí. La conexión entre el mundo de fuera y el mundo interior de Joel, se produce una vez más por un objeto. Entra en juego la tecnología, la cual se usa para crear este puente, mediante una especie de semiesfera metálica colocada en la cabeza de Joel. La escena en general podríamos de calificarla de surrealista por la serie de inconexiones sucedidas en el mismo lugar y al mismo tiempo: un hombre tendido en su cama, en pijama, con una especie de olla en la cabeza, conectada a un ordenador, y una pareja desnuda que hace fiesta a su alrededor mientras se supone que controlan cómo se le borra la mente al primero. Una situación que sin duda rompe los esquemas establecidos de lo que podríamos calificar como mundo real. Una vez, ocurre un juego de escalas que hace confusa la escena:


cuando Clem se mete debajo de la mesa con Joel, éste que antes parecía de un tamaño muy pequeño, como un niño, ahora tiene el mismo tamaño que ella. O ella el de él. Y es que dentro de la cabeza de Joel se recrea un ambiente similar al que puede existir en un sueño; los recuerdos se deforman con el tiempo, y aunque recordamos lo esencial y lo más llamativo, cuando soñamos o recordamos, cosas coherentes como cambios repentinos de escenarios, de escalas o de personas que van transformándose sin sentido, nos parece algo muy coherente y normal. En cambio, trasladado esto al mundo consciente, nos provoca extrañeza e incluso irritación. Estas escenas de recuerdo de Joel consigue colocar el mundo inconsciente dentro de la consciencia, tanto del protagonista, como la del espectador que contempla el film. En algunas ocasiones, la conexión entre el mundo interior de Joel y el mundo exterior en el que le están haciendo el borrado de mente, se hace muy fina, y el protagonista oye dentro de su propia cabeza lo que dicen en el exterior. En un momento de esa escena hace referencia a uno de los personajes del exterior (que no aparece en el fragmento seleccionado), al que Joel no conoce y le produce confusión. Es una más de las rupturas de la línea del ahora y del dónde. Lo siguiente es que Clem y Joel, de pronto son bebés que son bañados en la pica de la cocina, aunque siguen con su aspecto de adultos, lo que crea una gran distorsión de la realidad, como se comenta antes, igual que pasaría en un sueño. Asimismo, el personaje que representa a la madre de Joel, lo baña como si todo eso fuera normal. Acto seguido, una acción en el ordenador del exterior de la mente de Joel, provoca una reacción que altera el mundo inconsciente, y se crea de nuevo una conexión entre ambos que afecta a todos los niveles, provocando que Joel sufra los efectos no sólo en su inconsciente, sino también en el mundo real. Es entonces cuando el doctor se prepara para sedarlo. Toda esta parte del mundo exterior, donde los dos chicos, y más tarde el doctor intentan que Joel no se salga de los recuerdos en los que debería estar, aumenten la potencia para controlarlo y luego lo seden para encauzar el proceso, es una metáfora de esa represión del inconsciente y de los impulsos ocultos contra la que intentan luchar los surrealistas. El mundo real reprimiendo los verdaderos deseos del individuo, esos que se alojan en lo más profundo de nuestro inconsciente. En el caso de Joel, reprimiendo ese fuerte deseo de escapar al olvido y amar a Clem, quien le permite despertar y ser consciente de su propia deseo oculto, del cual no tenía conocimiento hasta ser inducido a este extraño y perturbador proceso.


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