La vida es un pañuelo Por AnnaLeigh Runion Masón, un chico de veintidós años, esperaba con ansias su primera clase del último semestre en la universidad. Había llegado temprano—un cambio a su rutina normal. Normalmente, no asistiría durante la primera semana de clases o llegaría de cinco a diez minutos tarde. Él no era buen estudiante. Él lo aceptó desde el principio. En el kínder, no aprendió a leer al mismo tiempo que los sus hermanos aprendieron. Bueno, él no quería leer. Mientras sus compañeros estaban en los escritorios leyendo durante el tiempo de lectura en silencio, él dejaba volar su mente, dar vueltas por escenarios increíbles, su favorito: un soldado luchando en una guerra brutal, tal como su padre le contó. El hecho era que no quería ir a la universidad, pero sus padres lo forzaron. Prefería trabajar, pero ellos le dijeron que no podría recibir su herencia si no terminaba su bachillerato. Entonces, decidió estudiar negocios en la universidad regional—lo cual representó, un poco de autonomía y liberta. Era su manera de mostrar su independencia y probar que era capaz de ser adulto responsable. Sus padres siempre había sido sumamente estrictos. Su padre tenía expectativas irreales para Mason, expectativas que nunca lograba o lograría. Él era un médico muy exitoso, pero antes formó parte del ejército en dónde conoció a su esposa, madre de Mason. Ella era una oficial en el ejército, trabajaba como policía militar. Por eso, Masón creció bajo un techo autoritario. No hay mucho que decir sobre el matrimonio entre sus padres porque no era un matrimonio lleno de amor, solo negocio. Masón siempre había dudado sobre sus padres y la falta de conexión entre ellos. Ellos vivían vidas separadas, pero bajo el mismo techo. Apenas hablaban. Ni siquiera compartían una habitación. Nunca comían juntos. Le parecía raro a Masón, pero nunca les preguntaba. Según la experiencia de sus amigos, los padres deberían ser 114