Fulgores de Devoción

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Fulgores de Devoción Peregrinando de Mar a Cordillera

NOVUM Editorial

“La Religiosidad Popular en Alma de Chile” Colección – Vol. III


Autores : Luis Herrera Aguerrevere, Tito Alarcón Pradena Fotografía : Tito Alarcón Pradena Redacción y Estilo : Joaquín Matus Toro Dirección Creativa y Diseño : Grupo Novum Editorial Gestión Institucional : León Cosmelli Pereira Impreso en Chile  1ª edición marzo de 2011 Registro de Propiedad Intelectual Nro. © Todos los derechos reservados NOVUM Editorial Ltda.

Martín de Zamora 6101 Oficina 1, Las Condes - Santiago de Chile

NOVUM Editorial — Documentales

Fono fax: (56-2) 201 43 96 www.novumeditorial.com

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Indice

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Virgen de la Candelaria, Chanco

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Procesión de la Candelaria, Mariscadero

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San Sebastián de Panimávida

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San Expedito, Viña del Mar

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Viernes Santo, El Totoral

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Santa Rosa de Pelequén

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Purísima de Puquillay

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Purísima de Lo Vásquez

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Presentación

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l presente libro constituye el tercer volúmen que integra la colección “La religiosidad popular en el Alma de Chile”. Con ella, Novum Editorial continúa con el estilo que ha guiado sus anteriores entregas, vale decir, convertir cada página en una invitación para abordar la realidad bajo la óptica del pulchrum, de la belleza. Estas páginas registran fiestas y celebraciones religiosas populares tradicionalmente realizadas durante el año en la zona centro-sur de Chile. En ellas el lector podrá conocer la fiesta de la Candelaria en Chanco y Mariscadero o la de San Sebastián de Panimávida, en la VII región; la Purísima de Puquillay y la de o Santa Rosa de Pelequén, en la VI región; la Semana Santa en El Totoral, la Purísima de Lo Vásquez o la devoción a San Expedito, en la V región.

Son, como puede verse, fiestas de la Virgen, de los dolores de Cristo y de santos patronos, enmarcadas dentro del calendario litúrgico católico y sus ciclos de Cuaresma, Semana Santa, Eesurrección, Adviento y Navidad. En su gran mayoría estas celebraciones tienen un vivo ánimo festivo, buscando ligar con lo sagrado la vida cotidiana de los pueblos y sus habitantes. En ello radica una originalidad profunda y valiosa de la religiosidad no sólo chilena, sino latinoamericana. Pese a lo avasalladora que puede ser la sociedad tecnificada de hoy, en las fiestas tradicionales encontramos la vigencia de la tradición, es decir, de la riqueza acumulada quienes nos precedieron. Estos usos y costumbres, sin embargo, están plenamente vivos y alentados por el espíritu de fe, el cual va recogiendo con afecto y flexibilidad el legado de las generaciones y generando una identidad compartida, cada vez más nítida y arraigada. 5


Esta vitalidad queda demostrada también por el constante aumento del número de participantes y por el interés que concitan en el resto de la nación. No está de más mencionar la importancia de estas celebraciones para la vigencia del patrimonio cultural, gracias a la incorporación de costumbres de los pueblos originarios, de la cultura traída por los conquistadores y por la constante incorporación de elementos nuevos de la vida cotidiana de las personas. Novum Editorial entrega a sus lectores esta crónica viva de las emociones, las alegrías y la riqueza poco conocida que subyace en la Fiesta Popular, ese marco donde se transfigura lo cotidiano, donde lo humano se remonta a Dios. Con ello, además, queremos contribuir al conocimiento y valoración de la cultura popular chilena.  ❖ 6



Virgen de la Candelaria, Chanco Peregrinaciones en torno a la Madre de la Luz

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hanco, en la Octava región, suele ser un pueblo sumamente tranquilo, habitado por gente cordial, apacible y observadora. El aire limpio es barrido por una brisa fresca, que trae aroma de pinos y bosque sureño. Nada parece alterar la placidez del ambiente... hasta que llega el 2 de Febrero. Aquel día el ritmo cambia diametralmente. Es el día de la Virgen de la Candelaria, patrona del pueblo y punto de llegada para innumerables peregrinos; es la fiesta más trascendental de la provincia. La limpia y luminosa iglesia de la Candelaria comienza con anticipación a preparar los corazones aldeanos mediante una novena, dando a cada día una dedicatoria (día de los enfermos, de la familia, del voluntariado...). Los nueve días aún transcurren bajo la rutina común, pero la víspera de la fiesta ya se nota una animación diferente. 8


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La “candela”, es decir la vela, representa la luz de Cristo, traída al mundo por María. La fiesta de la Candelaria recurre ampliamente al simbolismo de la vela encendida en medio de la oscuridad. Cada fiel llega a cualquiera de las misas de este día trayendo su vela, las cuales se mantienen encendidas durante buena parte de la celebración litúrgica. El hábito contemplativo de las gentes de campo deriva en un hondo aprecio por esta costumbre, que nunca se interrumpe.

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Por fin, el 2 de febrero Chanco amanece convertido en una especie de “ciudad ceremonial”, donde todo gira en torno a la fiesta de la Virgen. Incluso el comercio, que aprovecha la ocasión, testimonia el impacto de esta peregrinación masiva. No obstante la interminable variedad, la jornada desprende lo que un cronista, Alejandro Medel Vega, llamó “misticidad religiosa”. “La Virgen —prosigue él— sigue siendo una Patrona que une, educa y desarrolla en sus servidores actos y conductas de amor filial y comunitario”. La misa de las 11 horas es la más importante, presidida por el obispo, Mons. Tomislav Koljatic. Los feligreses están atentos a lo largo de la ceremonia, pendientes de los detalles. Cada plegaria (el Credo, las respuestas al sacerdote, las oraciones) es pronunciada con voz comunitaria, maciza, sin que decaiga nunca la concentración. Cada rito muestra el arraigo de generaciones.

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Como se dijo, esta es la fiesta más importante de la zona. Y la procesión lo comprueba. A las cuatro y media de la tarde la imagen de la Candelaria sale de la iglesia sobre un anda móvil, adornada con flores y revestida con su tradicional traje blanco. A la cabeza marcha el obispo en compañía del clero. Pero desde la distancia todo es un mar de cabezas, sombrillas, sombreros y colores en ondulación, sobre los cuales se desliza la blanca Madre de Dios. Mucha gente viene este día desde lejos a pagar sus “mandas”. Este es un rasgo marcado en la mentalidad del devoto en estas regiones, es decir, el compromiso con la palabra empeñada ante Dios. El vínculo espiritual pasa por la gratitud, el reconocimiento a la lealtad de Dios y de la Patrona. Tal vez no se asoma la misma mirada de jubiloso éxtasis que caracteriza a las expresiones devotas en el Norte, pero tras este aspecto más reservado palpita una fe arraigada, en la cual se cree con firmeza, por la cual se cumple el deber con integridad, y que, de esta manera, se erige en armonioso complemento del fervor expansivo común a otros santuarios. Un país cuya alma integra orgánicamente polos opuestos, es un país espiritualmente rico. Porque en esta aparente contradicción perdura la misma esencia: el vínculo con María, la Madre que lleva a Dios. 14


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Una fiesta religiosa trae la alegría de las acciones realizadas y las cosas bien dispuestas. El reconocimiento público brindado por el pueblo a la fe, simbolizada en la imagen, y el pago de las innumerables promesas individuales marcan una “paz social” —la paz de las conciencias— cuyo bienestar se funda en la coherencia con aquello en lo cual se cree. La vida de todos adquiere un aire más pleno y satisfecho gracias a ese Absoluto que se intuye gracias a la imagen, esa Presencia que se vislumbra entre el cielo y la tierra. Esta facultad contemplativa no vive de ensueños, sino que se traduce en ánimo y fortaleza ante la adversidad. Bien lo saben los devotos de la Candelaria, que con el terremoto del 27 de febrero de 2010 vieron cómo la iglesia y el poblado de Chanco caían en ruinas. Pero, si la naturaleza desmorona las construcciones físicas, en cambio no tiene poder sobre la catedral de fe que vive y crece en los corazones de estos fieles, tan sencillos ante Dios como heroicos e íntegros ante la tragedia. Esto es, qué duda cabe, el más bello milagro de la Señora de la Candelaria.  ❖ 17


Virgen de la Candelaria, Mariscadero A orillas del Mar, ante la Puerta del Cielo

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na prolongación de la fiesta de la Candelaria tiene lugar al día siguiente, 3 de febrero. Al final de la tarde, la Imagen Peregrina de la Candelaria sale de la iglesia de Chanco junto a una caravana de fieles rumbo a Mariscadero, a 10 km. de distancia, donde será recibida por las familias que habitan esta caleta de pescadores.

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Todos ellos, con velas y farolitos en sus manos, conducirán la imagen en procesión a través de sus cortas calles junto al mar, recitando oraciones marianas y entonando himnos de alabanza. El trayecto hace algunas pausas que coinciden con los cinco misterios del rosario. Finalmente la imagen llega a la capilla del lugar, siendo homenajeada en la entrada y luego despedida, pues la Virgen Peregrina pasará la noche en el interior del recinto sagrado.


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Cada celebración religiosa a lo largo del país recurre al lenguaje de los símbolos para representar el encuentro del hombre, desde su existencia cotidiana, con el Misterio trascendental de Dios y de cuanto se halla ligado a Él. La llegada de la Peregrina desde Chanco, anunciada con entusiasmo por los vecinos que vigilaban la carretera, da pie a la expectación pero también, poco a poco, a un clima de oración y recogimiento, en donde un sosiego íntimo toma cuenta de los participantes. Una perceptible comunión con realidades superiores —algo como una “mística popular”, si pudiera decirse así— se vuelve notoria en aquellos momentos, dando sentido a los actos exteriores de la procesión.




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La caleta de pescadores se vuelca en sus calles. Llevan faroles y velas, caminan tras la Madre de Dios. Pareciera una procesión rumbo al horizonte, donde comienza el Cielo. Mal imaginaban aquellos devotos que las fuerzas espirituales reunidas ese día habían de serles tan cruciales poco después, la madrugada del 27 de febrero, cuando la tierra y el mar desataron su furia y golpearon ferozmente la región. Estas pruebas ya son parte de nuestra historia como nación. Sabemos que cuando los logros materiales caen abatidos por la desgracia, será el tesón de nuestro espíritu el que se impondrá a los acontecimientos, recuperando lo perdido. Sabemos también que ese tesón se nutre de momentos como aquella procesión de la Candelaria, momentos de espiritualidad genuina y profunda, en los cuales la venerada Madre del Crucificado llega no a negar la posibilidad del dolor, sino a darle sentido y a infundir fuerzas para sobrellevarlo y por fin emerger de él.  ❖ 26


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San Sebastián de Panimávida El Soldado Romano que reunió una Legión de Devotos

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an Sebastián, soldado romano martirizado por su fe cristiana, tiene gran número de devotos en el sur de Chile. Al igual que San Expedito, otro soldado romano capaz de generar fervor inusitado, este santo recibe romerías que puntualmente lo visitan a comienzos del año, el 20 de Enero y el 20 de Marzo. Los epicentros de este culto pueden hallarse en Chillán, Yumbel y Panimávida. Aquí llegan los huasos a caballo, los devotos descalzos, las comunidades indígenas que siempre se han sentido muy vinculadas con este santo, en fin, la habitual multitud llena de pujanza, cargada de fe e historia, que tan a menudo evoca escenas del Evangelio.

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Las crónicas nos hablan de San Sebastián como soldado de la guardia imperial en tiempos de Dioclesiano. Cuando este último supo de la fe cristiana que profesaba aquel hombre, ordenó ejecutarlo a flechazos. De aquí su representación habitual, atado a un madero con el cuerpo lleno de llagas. No obstante, esta iconografía dolorosa queda recubierta de flores y de manos que quieren alcanzar la imagen, traduciendo en ese gesto exterior la búsqueda espiritual que los impulsa. En la década del 50, durante el siglo pasado, una imagen de San Sebastián es llevada a la localidad de Panimávida, a unos 20 km. de Linares. Así comienza a tomar forma la actual festividad, a medida que llegan peregrinos en cantidades crecientes.


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La fiesta de San Sebastián se celebra el último domingo de enero, pero el festejo comienza realmente la noche anterior con lo que se llama “el robo del santo”, tradición en la que participa el cercano poblado de Rari. Cuentan que cierta noche los habitantes de Rari se llevaron el santo a escondidas, y un grupo de jinetes fue a buscarlo para traerlo de regreso en procesión. En esta curiosa historia toma pie la tradición con que inicia la fiesta: San Sebastián es envuelto en un lienzo y llevado en romería nocturna desde Panimávida hasta la entrada de Rari. Aquí, los habitantes reciben al santo huésped, lo conducen a la capilla del pueblo y lo acompañan en vigilia hasta el despuntar del alba.


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Las primeras luces del domingo recortan las siluetas de cientos de jinetes que acuden de distintos lugares. Algunos han cabalgado hasta 12 horas para llegar a Rari, movidos por necesidades en las que se ruega la intercesi贸n celestial, o simplemente por gratitud y devoci贸n.

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Hay quienes van a Rari, pero desmontan en Panimávida y siguen el camino a pie, incluso descalzos. La entereza y reciedumbre del hombre de campo se percibe entonces, mezclada con el respeto y la seriedad contemplativa que rodea a los actos de culto en la Zona Central. Pero estos trazos son el marco que contiene la emoción y la alegría que se manifestarán luego, durante la Misa a la chilena. Esa particular amalgama da un rostro reconocible y particular a la fe del campo chileno, donde no falta el colorido, la música y la vitalidad que anima a los devotos en incesantes jornadas. 34



Cuando el sol del verano se hace sentir desde lo alto, a eso de las diez de la mañana, San Sebastián emprende el camino de vuelta. Los 2 kilómetros que median entre Rari y Panimávida se cubren con unos 3 mil jinetes escoltando al santo, y muchos más peregrinos (unos 15 mil) en pos de su querido patrono. Las flores cubren a San Sebastián, que atraviesa el campo llevado en andas. Adonde se dirija la mirada, se encontrarán sombreros, cabalgaduras, chamantos, y miradas atentas, silenciosas, recogidas. Son los mismos hombres con que uno puede toparse en otro momento para conversar, celebrar o emprender un trabajo, pero aquí demuestran una profundidad de espíritu que los ennoblece y que llama a la admiración. 36


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La multitud orante desborda el camino. Se diría que el santo soldado romano ha formado una nueva legión, animándolos a la conquista del Cielo. Los colores de pendones y banderas —donde no está ausente el pabellón del Vaticano— encabezan esta marea viva, múltiple en edades, orígenes y motivaciones, pero uniforme en espíritu, corazón y fe. El campo chileno, cuyo verdor se acentúa bajo el sol veraniego, ese día parece adquirir un tono religioso, como si en lugar de caminos de gravilla entre árboles y cultivos, caminara uno entre las naves de una amplia catedral. 38



La procesión llega a la plaza de Panimávida, que este domingo se transforma también en iglesia. Allí se celebra la misa en honor a San Sebastián, recordando las virtudes del santo patrono y rogando su intercesión ante Dios para atraer la bendición y el socorro del Cielo sobre los campos chilenos. Es misa a la chilena, embellecida con los sones de nuestros bailes; pero lo más impresionante es el saludo de los jinetes. Una vez terminada la misa, ellos toman las riendas con firmeza, toman las banderas y cabalgan tres veces en torno a la plaza en honor de San Sebastián. El piso se estremece cuando el tropel de caballos avanza al galope, y las banderas sacuden sus colores al viento, y los chamantos ondean al vaivén del trote. Es una fiesta dentro de la fiesta, muestra elocuente de gallardía, de grandeza de alma y de categórico entusiasmo por muy altos ideales.


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Los huasos retoman el camino de vuelta a la vida cotidiana. Llevan consigo las banderas, conversan sobre la fiesta que acaba de terminar. Van con el corazón satisfecho, tranquilos, contentos, mezclando con naturalidad las impresiones de la fe con los otros quehaceres que les aguardan. Pero, luego de San Sebastián, la vida común parece lucir diferente. Esta es precisamente una de las virtudes de la fiesta religiosa: otorgar a la existencia una visión un sentido que la trasciende, que la ennoblece y provoca íntima alegría. Así se alejan estos jinetes, rogando a su celestial protector que puedan volver a verlo en un año más.  ❖ 42


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San Expedito, Viña del Mar Devoción que Inflama las Almas a Orillas del Pacífico

Cierto pensador francés escribió: “El corazón tiene razones que la razón no entiende”. Hay, en efecto, razones profundas que parecen sobrepasar el examen de la mera lógica. Razones que se intuyen en lo íntimo del alma, que producen manifestaciones inesperadas, que elevan y reconfortan. El alma de los pueblos, o más aún, la fe que anida en el alma de los pueblos, suele percibir estas íntimas verdades y provocar “sorpresas” como la devoción a San Expedito en Reñaca. Porque una demostración de fervor tan amplia hacia un santo de tiempos antiguos es una sorpresa, una “buena nueva” cuyas razones están a medio camino entre el cielo y la tiera. 44


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A orillas del Pacífico ha aparecido un nuevo santuario en la geografía espiritual de Chile. San Expedito, soldado romano que recibió el martirio, recibe en Reñaca a peregrinos de cada vez más abundantes, cautivados por este santo inesperado que los lleva al centro de la fe.

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Al costado, el fervor de devotos tan innumerables como anónimos han cubierto la pared con placas de agradecimiento por favores recibidos. A su paso por la imagen de la Virgen del Carmen con el Niño, este fervor la ha adornado con muestras de afecto y devoción. Este muro es, pues, el testigo silencioso de anónimas victorias, de heridas cerradas, de dolores mitigados, de paz recuperada. En la silenciosa oración con que los fieles comunican sus agradecimientos a Dios, late una de las fuerzas más vitales de la espiritualidad nacional. 50


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La devoción en torno a San Expedito ha ido asumiendo con naturalidad los rasgos propios de la piedad popular. El santuario recibe a devotos que se cuentan por cientos, surgen símbolos (pendones, insignias) con la figura del santo, se difunde un clima de oración y sagrada reverencia en el interior del santuario, y cada asistente llega a la fiesta movido desde el corazón, es decir, en nombre de una relación personal con Dios, favorecida por el santo que ha actuado como intermediario entre el peregrino y el Creador.

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Viernes Santo, El Totoral Refugio de Identidad y Devoción

El Totoral es uno de los pueblos más pintorescos del Litoral Central. Situado a ocho kilómetros de El Quisco (V región), este rincón de tradiciones parece haberse apartado deliberadamente de la globalización, encariñado con las tradiciones que entretejen su modo de vida, sin duda más variado y apetecible que el de una gran ciudad. Hoy, cuando el cemento y la celeridad abruman a las ciudades principales, lugares como El Totoral permanecen a salvo de esa disgregación. Platos y licores propios, calidez, hospitalidad son sólo algunas de las cualidades que fascinan a los visitantes; la raíz de esta amenidad está en el fervor religioso que comparte el pueblo entero por varias devociones: la fiesta de Nuestra Señora de La Merced, el Cuasimodo, la Semana Santa con su Vía Crucis... El punto neurálgico es la antigua iglesia parroquial, levantada en tiempos de la Independencia y declarada Monumento Nacional. Junto a ella, el Cementerio. Muerte y Vida expresivamente reunidas en la arquitectura del poblado.

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Una peque帽a multitud se distribuye en las afueras de la hist贸rica iglesia de El Totoral. Entre luces discretas que iluminan misteriosamente la noche, da comienzo la procesi贸n del Via Crucis. 59


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La liturgia de Semana Santa incorpora el bagaje campesino a los ritos, con sus efusiones musicales, sus trajes, su hondura algo taciturna. El Vía Crucis es una procesión nocturna. Las luces aquí le infunden un matiz misterioso, casi extraterreno. El Cristo, finalmente, llega al Cementerio, aunque nada lóbrego lo espera gracias a las velitas que decoran el lugar, distribuidas con discreción y buen gusto. Sólo subsiste una suave melancolía frente a la cual la Cruz del Redentor equivale a una promesa, que se espera la mañana del domingo de Resurrección. La liturgia de este día se adorna con todos los signos del regocijo, convocando al pueblo entero en torno a los sacramentos. 61


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Santa Rosa de Lima, Pelequén Fervor que Hermana a dos Naciones

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l santuario de Santa Rosa parece flotar sobre un océano de peregrinos. Cada uno de ellos llega aquí atraído por un vínculo personal con Santa Rosa. Cada uno de ellos llega aquí con sus seres queridos, dando a la devoción un tono familiar y entrañable, nutriendo los lazos de la sangre con otros más firmes, imperecederos. En las afueras del templo se obsequian estampitas con la santa limeña que aquí es todo, menos extranjera. En el interior, los devotos depositan sus ofrendas y se sumergen en sus oraciones. Hay aquí representantes de todas las condiciones y de todas las edades. Los devotos más pequeños ven a los mayores, y estos últimos rememoran la edad en que ellos mismos eran menores. Es que este “océano” multitudinario tiene en el santuario sólo una de sus orillas; la otra está en la eternidad. 66


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América Latina posee una fundamental unidad religiosa que abriga y alimenta su diversidad cultural. Las guerras que dividieron al continente contra sí mismo han sido capítulos desafortunados, con muchas más pérdidas que beneficios. Los lazos comunes, sin embargo, sólo se han visto interrumpidos, nunca rotos. Tras las animosidades fugaces, éstos vuelven a regenerarse gracias a la calidez y vitalidad tan características, sobre las cuales lucen valores perennes. La historia de Santa Rosa de Lima en Pelequén, VI región, da cuenta de ello. La primera santa latinoamericana, la hermosa “rosa” de la capital peruana, la Patrona de Latinoamérica... vino a Chile muy poco después de la guerra que finalizara en 1839. Parecía como si una voluntad más alta quisiera reunir corazones apartados. 71


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Se dice que un oficial chileno quiso encomendar el cuidado de su casa a un humilde peruano, al que trajo consigo cuando retornó al país. Pero el mal clima había encharcado los caminos y los coches se atascaron cerca de Nancagua. Para colmo de males, el buen peruano fue atacado por fiebre tifoidea. Imposibilitado de continuar el viaje, fue atendido por doña María Terán, del pueblo de Pelequén. Ella notó que algo muy preciado guardaba aquel extranjero en un cofre de madera, y luego de insistir, supo que se trataba de una imagen de Santa Rosa de Lima. Rezaron por la mejoría del enfermo... que al día siguiente amaneció totalmente recuperado. Si las noticias extraordinarias corren rápido, en el campo de 1840 estos acontecimientos se difundieron con la celeridad de un reguero de pólvora. La imagen sagrada atrajo irresistiblemente a todos los vecinos, a sus amigos y familiares, quienes empezaron a implorarle favores. Mientras tanto el peruano, ya restablecido, obsequió su imagen a aquellos primeros devotos, los cuales le hicieron con prontitud una gruta para que pudiera recibir la incesante afluencia de peregrinos. La autoridad eclesiástica reglamentó este florecimiento espontáneo para asegurar la espiritualidad de sus beneficios e influencia, estableciendo que la imagen pasara a la parroquia de Malloa mientras se construía un santuario grande en Pelequén. El 30 de agosto de 1881 la imagen llegó solemnemente a su nueva casa, rodeada por el fervor de las gentes sencillas y haciendo nacer un pueblo nuevo en los alrededores del santuario. Hoy, ese pueblo ha crecido más allá de sus fronteras, porque muchos que se han ido a vivir a otros lugares vuelven para la fiesta de la Patrona. Ese día el santuario queda repleto. Santa Rosa es solicitada por sus devotos para atraer el socorro divino sobre esos pequeños y grandes problemas inherentes a la existencia en este mundo. Tales peticiones, las “mandas”, involucran una 73


promesa virtuosa por parte del devoto. Y vuelve a suceder entre estos hombres y mujeres como en el desierto de Palestina hace dos mil años, cuando el Nazareno obraba prodigios para acercar las almas al Creador. El flujo de estos pequeños hijos de Dios colma el santuario en las fiestas oficiales de Santa Rosa. Vienen y van serios, o hablando a media voz, entrando al templo con la diligencia del que va a una cita importante, y saliendo de él a paso lento, más tranquilos, con paz íntima. Como símbolo de su cariño siempre se llevan una imagen de la santa, y durante la misa el sacerdote las bendice mientras las manos se elevan.  ❖

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Purísima de Puquillay Un Valle que Toca el Cielo

Como grandioso anfiteatro dispuesto por el Creador, el valle de Colchagua rodea la imagen de María, erigida en el santuario de Puquillay. Destaca ella en la característica horizontalidad de la zona central, convirtiéndose en un natural punto de atracción para la mirada del viajero, pero sobre todo para el corazón del peregrino. 76



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na imagen de la Virgen Inmaculada contempla, en majestuosa elevación, la verde planicie de Colchagua. El 15 de agosto de 1908 fue inaugurado este santuario en los cerros de Puquillay —donde se dividen los valles de Rancagua y Chimbarongo— y desde entonces recibe peregrinos venidos de todas partes, en flujo incesante. Los devotos perciben aquí ese sentido superior de la vida, con sus penas y alegrías, que renueva sus fuerzas para llevar adelante, airosos, el reto de la existencia. Las crónicas dicen que en 1904, cincuenta años después de definido el dogma de la Inmaculada Concepción, el padre Eufrasio Montero, cura párroco de Nancagua, sintió el anhelo de erigir un santuario mariano que protegiera su ciudad y todo el valle de Colchagua. Dos años más tarde se bendijo la primera piedra, en el día de la Epifanía del Señor. Los feligreses contribuyeron ocupándose de los trabajos más penosos, en especial allanar el camino para ascender hasta la cumbre. Quitaron piedra tras piedra sin aceptar remuneración a cambio. En tres meses prepararon el camino, de 400 metros de longitud. 78

El 8 de diciembre de 1907, fiesta de la Inmaculada, la imagen de María fue llevada hasta la cúspide del cerro Puquillay, y el 30 de mayo de 1908 fue colocada en el pedestal. Luego, el 15 de agosto del mismo año se inauguró solemnemente el Santuario. Ya a fines del siglo pasado, en 1989, un nuevo impulso de devoción llevó al párroco y a los fieles a embellecer el santuario, forestando sus laderas y, algo después, construyendo dos caminos pavimentados, uno con cinco estaciones para rezar el Rosario y otro con quince, para la devoción del Via Crucis. Poco a poco este santuario, único en la diócesis, ha cobrado una firme identidad y un cuidado aspecto, rasgos que sumados a la belleza natural de su entorno, lo equiparan a no pocos centros religiosos de Europa y el mundo. En su apacible y verde colina, la Virgen Inmaculada extiende su mirada protectora sobre los confines del valle, velando por todos sus hijos.


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No pocos peregrinos suben descalzos hasta la Virgen, dejando sus zapatos y zapatillas como “ex voto” de la promesa cumplida. El azul nítido del cielo y el verde intenso de los cultivos cobijan el fervor de la piedad popular, insinuando la grandeza espléndida de las almas que emprenden estos caminos de la fe.  ❖

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Purísima de Lo Vásquez, Océano Peregrino que Inunda el Valle

En el “Campo Eucarístico” del santuario de Lo Vásquez se celebra una de las tantas misas que tienen lugar el 8 de diciembre. En esta localidad cercana al litoral central, la celebración de la Inmaculada Concepción de María conoce una de las más multitudinarias afluencias de peregrinos en todo el territorio nacional. 82



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ocos, muy pocos lugares de peregrinación en nuestro país podrían exhibir la misma convocatoria del Santuario de la Virgen Purísima de Lo Vásquez. Aquí, a 8 kilómetros de Casablanca y sobre el camino “viejo” de Santiago a Valparaíso, se eleva un gran templo destinado al culto que recibe en esta región una hermosa imagen de la Virgen María, de unos 17 centímetros y tallada en madera, cuyo origen se diluye en la leyenda. El santuario ha sido víctima de los terremotos pero siempre se ha levantado otra vez, ampliando sus dependencias hasta convertirse hoy en un gran campo mariano de oración donde pueden sentirse acogidos todos los fieles del país. Éstos llegan siempre masivamente, muchas veces pagando “mandas” en largas peregrinaciones hasta el lugar santo. La carretera es interrumpida durante todo el día 8 de diciembre para recibir a los más de 600 mil devotos marianos que puntualmente arribarán. Las misas comienzan a celebrarse desde el día 7 de diciembre, a las 9 de la mañana. El día siguiente las eucaristías se realizan desde la medianoche a intervalos de una hora en el llamado Campus Eucarístico, parte de la explanada del gran recinto, con la única interrupción de la Procesión a las 17 horas, cuando la Virgen sale del Templo rumbo al Calvario. El ambiente permanece cargado de emoción y ternura, concentrándose en la misa principal que preside el obispo de Valparaíso, Mons. Gonzalo Duarte García de Cortázar, al mediodía del 8 de diciembre. Haciendo caso omiso del sol intenso, la multitud parece una sola alma que se inclina frente a su madre coronada, la Virgen Purísima.

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Toda Fiesta Religiosa es fundamentalmente un acontecimiento interior. En Lo Vásquez, la más multitudinaria de las celebraciones de la Zona Central, uno podría sentir sobresalto ante la inmensidad de visitantes, pero es adentro del santuario donde puede palparse lo más expresivo: la pura devoción, los rostros que se abren como ante nadie más, las miradas que vuelven a brillar con la confianza de los niños, las plegarias que repasan las aflicciones de la vida y, como en Caná de Galilea, ven “el agua convertida en vino”.

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Las manos de religiosos y religiosas no descansan, pues son requeridas para infundir santidad en una infinidad de pequeños momentos: bendecir una estampa o un paquete de velas, colocar las flores a la imagen en nombre de los peregrinos, elevar a los niños pequeños para estar más cerca de la Madre de Quien dijo “dejad que los niños vengan a Mí”.

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Monseñor Gonzalo Duarte, obispo de la diócesis, camina junto a miembros del clero delante del paso de la imagen, cuyos colores parecen más brillantes bajo el ardiente sol. El sinnúmero de fieles despierta la fugaz sensación de estar a mitad de un río de fe, mientras el Orfeón de Carabineros anima el ambiente con un escogido repertorio.

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La multitud sorprende por su nĂşmero y variedad. Caminos que comenzaron en todo Chile han llegado a este mismo lugar a sentirse hijos de la misma Madre. Los jĂłvenes voluntarios del Santuario forman barreras para ordenar el mar de devotos en la explanada, mientras se realiza la misa principal del dĂ­a de la Inmaculada, 8 de diciembre.

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Monseñor Gonzalo Duarte, cabeza de la arquidiócesis de Valparaíso, tiene un inmenso rebaño que pastorear cada 8 de diciembre. Bajo el sol resplandeciente del último mes del año, la figura del arzobispo recorre el santuario como mensajero de las bendiciones del Cielo. En la fotografía, Mons. Duarte saluda poco antes de caminar hacia el templo para celebrar la misa de mediodía. Con él, una gran cantidad de clero diocesano ha venido para dar abasto a las necesidades espirituales y materiales de esos hijos que acuden en un viaje sagrado. Mientras la torre del santuario apunta al cielo profundamente azul, la explanada se mantiene en incesante movimiento. Cuando se recuerda que la devoción a la Virgen Purísima de Lo Vásquez tuvo un origen rural, modesto, al que fueron asociándose hombres y mujeres de buena voluntad cautivados por la hermosa imagen, y luego se vuelve a contemplar el mar de gentes que vienen a verla hoy, es difícil no admitir la presencia que una “realidad espiritual” más profunda, vital y comunicativa, que debe considerarse la llave que abre los corazones.  ❖ 94


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La imagen de la Virgen Inmaculada contempla protectora el valle de Colchagua, en Puquillay. Como esta cima sagrada, existen múltiples rincones de conmovedora espiritualidad que son casi desconocidos por muchos. Con el ánimo de poner en contacto al lector con esta pujante realidad, NOVUM Editorial ha iniciado este viaje por la geografía espiritual de nuestro país, peregrinando a lo profundo de la fe y del corazón de nuestro pueblo.


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