Aristas del alma. José Julio Roldán. Poemas

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AristasdelAlma José Julio Roldán

Poeta del amor, del dolor y del paisaje Poeta vallecaucano, laureado en la República Argentina por el grupo Tucumán -Asociación de escritores, poetas y artistas de América Latina-, el 17 de Febrero de 1948. Figura en la Antología de poetas de Hispano América con sus sonetos Naufragio y Angustia.

Santiago de Cali, 2019


ARISTAS DEL ALMA Autor: José Julio Roldán Depósito Legal ISBN: 978-958-52141-0-1 © Derechos Reservados 2019 Academia de Historia del Valle del Cauca

Diseño y Diagramación: Darlyn Vanessa Medina Valencia Fotografía: “Atardecer”, de Luz María Jaramillo Mejía Impresión: Litocolor Impresores S.A.S Cali, Colombia litocolor@hotmail.com


Presentación del Libro ARISTAS DEL ALMA, del poeta don José Julio Roldán Por Luis Antonio Cuellar Mendoza

Presidente de la Academia de Historia del Valle del Cauca

Me es honroso y placentero por demás, presentar a los lectores amantes de la poesía el contenido de este legado poético en la modalidad del soneto, del bardo José Julio Roldán de quien tuve noticias cuando ejercía mis funciones de maestro de la escuela urbana de varones de Roldanillo, mi ciudad natal, por los años de 1957 y 58, cuando el maestro Carlos Arturo Galarza ejercía el cargo de Inspector Departamental de la zona de Roldanillo y recuerdo cuando una tarde, al término de una sesión cultural del magisterio de Toro, La Unión, Roldanillo y Bolívar, Carlos Arturo Galarza declamó un sentido poema, Las Abandonadas, refiriéndose a las mujeres víctimas del desengaño de un pervertido amor. Galarza fue aplaudido con lágrimas, y al término del programa de esta sesión de clausura del evento académico, Galarza y yo sostuvimos una breve tertulia sobre poesía, y me atreví a recitarle el soneto de don Carlos Villafañe, La vía dolorosa: “Yo mismo la enterré, yo mismo un día/ cerré sus ojos a la luz terrena/ y enjugué de su frente de azucena/ el trágico sudor de la agonía… y al término de este hermoso soneto y de elogiosos comentarios, Galarza me correspondió con otro soneto, este absolutamente desconocido, pero de una ternura y un mensaje filosófico, de mucho contenido. Este fue el soneto: Aristas del Alma 3


Naufragio Cuando era niño entre la fuente pura, con buques de papel me divertía y cuando la corriente los hundía entre espuma de impecable albura, era poseso de infantil locura y el ágil cuerpecito sumergía entre el agua que límpida corría en la verde extensión de la llanura. Del naufragio mi flota libertaba y nuevamente en el cristal surcaba con dirección a improvisado puerto. Más hoy sobre los mares de mi vida mi flota de ilusión va casi hundida y yo, su capitán, voy casi muerto. Yo prorrumpí en emocionado aplauso, y pregunté: ¿De quién es este soneto?, y Galarza me contesto: - De José Julio Roldán, nacido en Robledo-, un corregimiento que perteneció al antiguo municipio colonial de Huasanó. Y me agregó Galarza, este otro soneto de la autoría de: José Julio Roldán, como para rematar aquella tertulia que aún recuerdo. Veámoslo:

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Éxtasis La tinta de la noche volcose sobre el llano, y la vacada inmensa, con andar perezoso, empezó a desbandarse por el pastal jugoso seguida por el toro de porte soberano, rompiendo los guaduales y trillando el pantano; seguía tras la hembra preferida el coloso, y en posesión suprema, ardiente y tembloroso, lo sorprendió la aurora sobre el perfil lozano. Fecundada la hembra, melancólica y lenta partió hacia el bebedero porque quedo sedienta después de haber cumplido su natural misión; olor a leche tibia sintióse en la llanura, balaban los terneros al pie de la enramada, y el toro sus mugidos lanzó por la extensión. Pasaron muchos años, muchísimos, cuando en el año de 1959, un sábado hacia el mediodía, en el bar Helios, de don Heliodoro Ramírez, respetable caballero de La Unión (V), topé con el doctor Libardo Lozano Guerrero, abogado de elocuente disertación, quien dialogaba con un señor de sombrero y corbatín negros, de solemne aspecto. Cuando don Heliodoro se acercó a mi mesa que compartía con un amigo mío, pedí un “tintero de aguardiente” para escansearlo con mi compañero de trabajo, y pregunté Aristas del Alma 5


a don Heliodoro: ¿Quién es el personaje que acompaña al doctor Lozano Guerrero?, y don Heliodoro me dijo: -Es el poeta José Julio Roldán-, e inmediatamente me ubiqué en el palique con Carlos Arturo Galarza, y el soneto Naufragio, y comencé a hilvanar la forma de lograr mi presentación. Mi estrategia sería estar atento al momento de la despedida de ellos para acercarme y saludar al doctor Lozano, a quien conocía, de Tuluá, tal como ocurrió. El plan no falló. Salude al doctor Lozano con mucha cortesía, y fue él quien me presentó al poeta, en la puerta de salida a la calle. El doctor Lozano se despidió entonces de nosotros. Mejor oportunidad nunca me había imaginado, pues “ni corto ni perezoso”, le dije al poeta: ¿Y usted hacia donde se dirige ahora?; y él me contestó: - Voy a la oficina –, y me mostró con la mano la esquina próxima del andén del frente. Y entonces inquirí: ¿Puedo acompañarlo? – Por supuesto. ¡Vamos! –, y en este trayecto tuve la oportunidad feliz de recitarle su poema, Naufragio. Él detuvo el paso para escucharme, y al término de mi declamación, me premió con una amable sonrisa…, y seguimos juntos hasta llegar a la puerta de su oficina, y la abrió, invitándome a pasar con mucha cortesía. Me ofreció un asiento que estaba frente a su escritorio, mientras él, sentado en su silla, frente a mí abrió la gaveta del lado derecho de su escritorio y arreblujó algunos papeles, y encontró una página, la cual revisó minuciosamente y me la pasó. Era un soneto suyo: Reliquia Antigua, escrito en una máquina, posiblemente una Remington, fechado el 24 de abril de 1954. Helo aquí:

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Reliquia Antigua Las puertas y ventanas carcomidas, y las paredes sucias y agrietadas están visiblemente desplomadas y por las telarañas guarnecidas. El techo hundido, y están humedecidas las alcobas ha tiempo abandonadas… y por los muros, frescas y enredadas, hay plantas trepadoras florecidas. Testigos mudos de prolongaciones de muchas vidas, son los paredones de la casa vetusta y solariega, escenario de arrullos en la cuna, de amores al clamor de la alta luna que a iluminar las soledades llega. ….. Cuando ejercí la Secretaría de la Decanatura de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Cooperativa de Colombia, donde actué con funciones propias de Decano, quise publicar la obra literaria del ilustre bardo vallecaucano, don José Julio Roldán, pero me resultó en la práctica imposible conseguir la compilación de esta obra…, y con el correr del tiempo llegué a la Presidencia de la Academia de Historia del Valle del Cauca con este fallido empeño, pero no derrotado, y lo comenté con el Académico de Número, Javier Tafur González, e inmediatamente, emocionado, buscó la forma Aristas del Alma 7


de hacer contactos familiares, hasta cuando logró comunicación con un hijo del poeta: Ariel Roldán Materón, a quien contactamos en la sede del Edificio de El Puente, Calle 12 No. 1-12 y, en menos de dos horas, teníamos definidas las bases para un convenio interpersonal, que hoy ha permitido la publicación de este libro: Aristas del Alma, del poeta José Julio Roldán, que la Academia de Historia del Valle del Cauca, cumpliendo en esta forma el rescate de esta memoria literaria desconocida, que hoy se patentiza y evidencia, para honra de nuestra Academia. Falta ahora expresar los agradecimientos al ilustre académico de número, doctor Javier Tafur González por la revisión técnica y categorización de los sonetos y composiciones literarias del lírico José Julio Roldán, con tanta técnica como arte literario, pues se trataba de destacar la construcción del soneto, con uno de los cuales el poeta vallecaucano ganó el primer puesto en un concurso poético realizado ha tiempos en Argentina, y con el cual se inició esta presentación: El Naufragio. No fue fácil la tarea de presentar ordenadamente y por la temática del poeta Roldán su obra literaria, como felizmente lo ha logrado el académico Tafur González, como podrá advertirlo el lector de Aristas del Alma. Felicitaciones para él con nutrido aplauso. El soneto es una composición que toca un tema y se desarrolla en 14 versos. Por esta razón no todos los poetas suelen someterse a las exigencias rigurosas del soneto, del cual con propiedad dijo un crítico que este género debía tener la belleza de un león: “Ancha cabeza y vibrante cola” y de eso, precisamente, se trata de exaltar la maestría de José Julio Roldán. No en vano puedo decir ante esta selecta concurrencia que nos honra con su compañía, esta frase que me nace del alma, con humilde decoro: Hoy tengo el corazón como una rosa. ¡Muchas gracias! 8 José Julio Roldán


Obertura

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A ti, lector Hombre soy en la vida, de una escuela que tiene en la experiencia su cimiento; un gallo de pelea, que violento pica y atina con aguda espuela; que el enemigo con furor se vuela y de muerte lo tiene en un momento; y canta en la gallina de contento porque su triunfo entre la sangre anhela. Mi querido lector. Te desvĂ­o de ese tu pensar maligno y frĂ­o que entre tu mente perspicaz se asoma; soy hombre bueno, generoso y sano, yo soy tu amigo y fraternal hermano con arrullos de amor cual la paloma.

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¿Qué es ser poeta? Es sentir lo profundo, más profundo que el mar; es decir, en los versos el placer o las penas; mostrar en las pupilas por las lágrimas llenas, el dolor que ellas sienten cuando saben llorar…! Es vivir cual las aves, en perenne trinar, tener en las estrofas la miel de las colmenas, y la sutil fragancia de puras azucenas en los tupidos musgos del monte secular. Es tener en el alma la suprema belleza de todos los embrujos de la naturaleza en donde Dios existe como supremo ser; es ser la sola estrella de la noche profunda, nacida de la entraña magnífica y fecunda de la criatura madre que se llama, mujer!

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Angustia Hay en todas las almas una angustia secreta, que a veces las pupilas con lágrimas empañan, se asoma a flor de labios, torna la faz extraña y en las venas la sangre la vuelve más inquieta. Nostalgia de recuerdos que opacaron la meta de una bella esperanza; tajo de la guadaña que nos abrió una herida que el tiempo no restaña, y desfile de sombras de trágica silueta…! En el crisol del alma la pena reverbera, sentimos el cansancio de prolongada espera de la ilusión que nunca nos viene a consolar; y en el postrer instante cuando se va la vida, la angustia que llevamos en el alma escondida en las pupilas yertas…, se vuelve a reflejar…!

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Contenido Presentación por Luis Antonio Cuellar Mendoza, Presidente de la Academia de Historia del Valle del Cauca........................................................................ 3 Naufragio................................................................................. 4 Éxtasis....................................................................................... 5 Reliquia antigua...................................................................... 7 Obertura................................................................................... 9 A ti, lector............................................................................... 11 ¿Qué es ser poeta?................................................................. 12 Angustia................................................................................. 13 Oración a José Julio Roldán, por el profesor Carlos Arturo Valencia Arango.......................................... 21 Poemas del terruño............................................................... 25 Hoja al viento......................................................................... 27 Tierra prodigio...................................................................... 28 Cali.......................................................................................... 29 Visión...................................................................................... 30 Romance de Vijes.................................................................. 31 Riofrío..................................................................................... 34 Versalles................................................................................. 35 La casa de La hacienda......................................................... 36 Pradera.................................................................................... 37 Retorno................................................................................... 38 Poemas líricos........................................................................ 41 El Amor.................................................................................. 43 Ensueño.................................................................................. 44 Ilusionismo............................................................................. 45 Aristas del Alma 15


Penumbras............................................................................. 46 Después del baile.................................................................. 47 Llama viva.............................................................................. 48 Luminar ................................................................................. 49 El día que me quieras........................................................... 50 Imprecación........................................................................... 51 Amor lejano............................................................................ 52 Poemas históricos y sociales................................................ 53 El niño pobre.......................................................................... 55 En el andén............................................................................. 56 La gota de sudor.................................................................... 57 Dignidad ................................................................................ 59 Plinto....................................................................................... 60 Poemas cotidianos................................................................. 61 Escenas Infantiles.................................................................. 63 Hoy y mañana....................................................................... 64 La peineta............................................................................... 65 La cometa .............................................................................. 66 Los zapatos de Santiago....................................................... 67 Contemplación de la belleza............................................... 68 Poemas educativos................................................................ 69 Sonetillo.................................................................................. 71 Justa alabanza........................................................................ 72 Maestro................................................................................... 74 Dios te guarde bombero....................................................... 76 Poemas elógicos y costumbristas........................................ 79 Vuelos y flores....................................................................... 81 Motivo campestre................................................................. 82 El gallo.................................................................................... 83 Gualanday.............................................................................. 84 16 José Julio Roldán


Caza de ciervos...................................................................... 85 El maizal................................................................................. 86 Espigas.................................................................................... 87 Égloga..................................................................................... 88 El grillo................................................................................... 89 Vision campestre................................................................... 90 Jamay...................................................................................... 91 Las estaciones........................................................................ 92 Huracán en la selva............................................................... 93 Paisaje..................................................................................... 94 Estampas campesinas........................................................... 95 Verdad suprema.................................................................... 98 Poemas de fe.......................................................................... 99 Advenimiento...................................................................... 101 Sacramento........................................................................... 102 Del alma ............................................................................... 103 Semblanza de mi pena........................................................ 104 Confianza............................................................................. 105 Invocación a Cristo............................................................. 106 El Cristo de las audiencias................................................. 107 Niña maría........................................................................... 108 Soneto de Navidad............................................................. 109 Dios....................................................................................... 110 Finalidad .............................................................................. 111 Eternidad.............................................................................. 112 Poemas filiales..................................................................... 113 Biglenisa............................................................................... 115 Madre I ................................................................................ 116 II............................................................................................. 117 III........................................................................................... 118 Aristas del Alma 17


Señora................................................................................... 119 Dignísima señora................................................................ 120 Poemas humorísticos y picarescos................................... 121 El Gato I................................................................................ 123 II............................................................................................. 124 Delación................................................................................ 125 Mi sombrero negro............................................................. 126 Sombrero y corbatín........................................................... 127 La pata de la gallina............................................................ 128 El chivo a la llanera............................................................. 129 Retorno................................................................................. 130 Pueblerinas........................................................................... 131 Las gallineras....................................................................... 132 Rapto..................................................................................... 133 Dos bohemios...................................................................... 134 Culpabilidad........................................................................ 135 Estampa................................................................................ 136 La escoba.............................................................................. 137 Tentación.............................................................................. 138 Decepción............................................................................. 139 Díptico.................................................................................. 140 Amputación......................................................................... 142 El médico.............................................................................. 143 Madera.................................................................................. 144 Poemas elegíacos................................................................. 145 Silencio.................................................................................. 147 Harold .................................................................................. 148 Ilian....................................................................................... 149 Elegía del recuerdo............................................................. 150 Semblanza............................................................................ 153 18 José Julio Roldán


Oblación................................................................................ 155 La muerte en bicicleta......................................................... 156 Rosario.................................................................................. 157 Poemas filosóficos .............................................................. 159 El corazón............................................................................. 161 Alma y paisaje..................................................................... 162 Vaivén................................................................................... 163 Gota de cristal...................................................................... 164 Honda pena.......................................................................... 165 Agonía de luz....................................................................... 166 Trashumancia...................................................................... 167 Viajando................................................................................ 168 Languidecer......................................................................... 169 Solo una voz......................................................................... 170 Luz difusa............................................................................. 171 Evocación............................................................................. 172 Abismo.................................................................................. 173 Agonía................................................................................... 174 Autorretrato......................................................................... 175 Brisas del olvido.................................................................. 176 Tesoros del agua.................................................................. 177 Virtud.................................................................................... 178 Hermano viento.................................................................. 179 Síntesis.................................................................................. 180 Visión trágica....................................................................... 181 Viviendo estoy..................................................................... 182 Ráfagas.................................................................................. 183 Plenitud................................................................................ 184 Deseo inefable...................................................................... 185 Tiempo y distancia.............................................................. 186 Aristas del Alma 19



Oración A José Julio Roldán Por el profesor Carlos Arturo Varela Arango (en el sepelio del poeta el 10 de junio de 1973) Un poeta maestro, dolorosamente desgarrado, cantó así su anticipado de profundis: “Qué gran dolor saber que ya mañana he de estar muerto, frágil y vencido, iré al negro jardín desconocido donde el silencio su crespón hilvana. Coronarán de flores la pagana cueva de mi ataúd enlutecido y en la triste penumbra, la campana sollozará su fúnebre gemido. Tal vez consuma en una cruz el fuego de los años algunas flores… Luego, será la mía, tumba sin coronas. Y sobre el mar del tiempo, sordo y grave, ¡ah! para siempre la imposible nave, del torvo olvido, tendrá sus lonas”.

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Esta cita con el olvido ineluctable parece ser el destino común de los mortales, para quienes vivieron sin amor ni pasión; para quienes no se perennizaron en la ciencia o en el arte. Pero para los sabios o para los artistas, la muerte es sólo el tránsito de la vida a la eternidad. Porque el artista sigue viviendo en el mármol de su estatua, en la figura o el color de sus lienzos, en la cadencia y la imagen de su verso. Todos lo conocimos. Alto, desgarbado como escapado de un cuadro del Greco, parecía a la figura de aquellos hidalgos castellanos que asoman su perfil en las páginas de los pueblecitos de Azorín. Le hubiera servido de modelo a Cervantes si lo hubiera visto discurrir, caballero en Rocinante por los campos de Montiel. Traía la sonrisa apretada como una piedra, afilada y luenga la nariz, a lo Cyrano, como olfateando un perfume de rosas que nadie más olió. Los ojos negros y profundos auscultando siempre el horizonte. El mentón prominente, ancha la frente, alto nido de águilas señeras, donde dormían sus sueños las imágenes. Todo él, un enorme esqueleto de surcos, donde habían sembrado un corazón. Podía él haber dicho con Juan Ramón: “pensé arrancar el corazón y echarlo pleno de su sentir hondo y profundo, a ver si con partirlo y sembrarlo, la primavera le mostraba al mundo el árbol puro de amor eterno”. Esposo, padre y amigo, José Julio personificó la sencillez y la bondad; para conocerlo bastaba extenderle la mano, porque en las líneas de la suya estaban escritas la amistad y la generosidad. Ahora José Julio amigo, desde tu nueva orilla, poeta de regreso al padre, ya tienes casa eterna hasta en el otro extremo de la tierra. Mira con tus ojos ya ciegos las tardes de tu valle incendiadas de oro, y cómo sigue la nube errátil, y el sendero y los montes y los ríos que tú cantaste. Y llego hasta tu yerto corazón este dolor acerbo de los que te amamos, que nos nubla los ojos, que quisiera ser grito y es tan solo rumor de aguas subterráneas que quedan sin voz. 22 José Julio Roldán


En nuestra mesa, bohemia y cordial, habrá siempre un sitio para ti; y te veremos a diario en tu rincón favorito, todo de negro hasta los pies vestido, con tu chambergo de leyenda y tu negro corbatín de artista. ¡Oh! tú, último romántico… y sentirás el olor de anís cordial y cálido que bajará cantando cuando recitemos tus versos… La tierra te será leve, porque tú no la fatigaste con tu peso; si caminaba sobre pies de paloma y tenías sólo el peso de un ala. Y para despedirte sólo encuentro palabras de tus hermanos, los poetas y te cantaré con Panero: “ A tí, José Julio mi hermano, mi compañero y mucho más, a tí tan dulce y tan cercano a tí para siempre jamás. A tí, que fuiste reciamente hecho de dolor como el roble, siempre pura y alta la frente, y la mirada limpia y noble. A tí nacido en la costumbre de ser bueno, como la encina; de ser como el agua en la cumbre que alegra el cauce y lo ilumina; a tí, el primero, el siempre amigo, vaya en silencio mi dolor como el viento que esponja el trigo; y remoja con él su dolor”.

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Y te cantaré con Abel Castro: “Cuando un poeta muere, han talado un árbol del paisaje. Un poco de dolor queda sin sito se cierra una ventana y se eclipsa un farol. Cuando un poeta deja de agonizar queda una imagen trunca. Sin su testigo las cosas y los días, bajo niebla de soledad tiritan nuestros íntimos valles. Cuando se fuga un poeta alguien trasplanta una orquídea a otros viveros donde ocupa una órbita austral: allá donde son piedras los luceros. Ahora cuando se duda si para morir brillamos más, y sin otra llama vamos renaciendo. Cuando muere un poeta siente nostalgia el fuego por la chispa que huye y el mar abre una página poblada de luceros”.

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Poemas del terruĂąo

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Hoja al Viento Es mi Valle del Cauca, lisonjero; soy un tono de luz con su paisaje, una hoja feliz en su boscaje y un ruiseĂąor en su fraterno alero. En su cielo mirĂ­fico, un lucero perdido en los colores del celaje; una onda en el Cauca que de viaje va con la espuma del flotar seĂąero. Soy viento en el guadual y entre los sauces, el alma de las aguas en los cauces y el canto de las aves en los montes; de mi valle, feliz yo soy la hormiga que nunca roe la dorada espiga que enriquece sus bellos horizontes.

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Tierra Prodigio De mi Valle del Cauca tengo la certidumbre que es de toda la América el más bello paisaje, si es tierra de concordia, lo es también de coraje, y lista está a la lucha en la sombra o en la lumbre. Enhiesta su bandera la sostiene en la cumbre, y viste a toda hora de esmeraldino traje, es reina de horizontes y reina del paisaje con los brazos abiertos y con gran dulcedumbre. Respeta los derechos y cumple los deberes, y ostenta con orgullo las más bellas mujeres y vibra cuando canta y siente cuando llora. Su corazón es Cali, la muy leal y noble, la cerebro de oro con firmeza de roble, y diamante en la historia como libertadora.

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Cali Te siento en mí, como sentir la vida, blasonada ciudad siempre gloriosa, a través de los siglos victoriosa, pues nunca has sido en tu luchar vencida. Eres por tu belleza la elegida, por tu progreso la ciudad grandiosa, urbe de libertad que generosa en las Américas vives sonreída. Te llevo con amor entre mi pecho civilista ciudad, con el derecho del arma sobre el hombro del soldado; de mi valle feliz eres sultana. Ciudad de libertades soberana, con glorioso y límpido pasado.

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Visión Del tren sobre La Cumbre se domina la imponencia del valle majestuoso, ceñido por el Cauca silencioso que lento y grave hacia la mar camina. En la loma y el llano el sol fulmina, y se contempla el cielo portentoso, y en el conjunto del paisaje hermoso está la majestad grande y divina. Del tren que lento la colina sube densos copos blanquísimos de nube se miran, refrescando la llanura; como cinta de plata fulgurante, el Cauca surge siempre a lo distante mientras el tren se aleja por la altura.

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Romance de Víjes De la Sultana del Valle, bajo el palio de la tarde que un claro sol ilumina, hacia la tierra de Vijes va mi corazón andando. El automóvil avanza veloz por la carretera, y densas nubes de polvo que el viento mueve y se lleva van cubriendo la pradera. Atrás quedan, “Chipichape”, hospital con ruido y fuego de grandes sierpes de acero. “Menga”, “Arroyohondo” y “Guabinas”, haciendas que no ambiciono, pues mi baúl, el cerebro, no tiene monedas de oro. De repente, ¡Puerto Isaacs! noble girón de mi vida nació en su pródigo seno; nido de recuerdos hondos, de muy sublimes ensueños, nostalgias de tiempos idos, Aristas del Alma 31


de palabras y silencios… Camino al pueblo de Vijes sigue el corazón andando. Viene “La Estancia” que evoca historias de la conquista; Yumbo el laborioso pueblo del Señor del Buen Consuelo, tierra del gran Palomino, maestro muy noble y bueno. “El Bermejal” y “ Salento” con sus valles y sus cerros, hacia la tierra de Vijes va mi corazón dejando. En la tarde de aire fresco paso a “Mulaló” y “San Marcos”; sus gentes de piel morena, laboriosas y sencillas, conservan el alma toda de los bambucos caucanos. Al tiple criollo y sonoro que en sus clavijas ostenta un lazo de roja cinta, con sus dedos proletarios le arrancan notas que vibran y dulcifican la vida bajo la paz de sus chozas.

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¡La cima de “El Portachuelo”! Se divisa el mismo Cauca como una cinta de plata; se contempla la llanura y en su fondo se destaca el cuadro del cementerio; las casas del pueblo surgen bajo el dombo de los cielos, y en corazón de Vijes mi corazón va vibrando. En la plaza hay unas vacas que están rumiando pereza; ni un alma se ve en las calles fuera de Roberto López, policial de nacimiento que ha consagrado su vida de servicio de gobierno; como no es de sindicatos lo jubilan cuando muera con el olvido y con tierra…

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Río Frío Del Cauca, muy cercana a sus riberas, ciudad pueden llamarte sin que asombre; te ciñe el río de tu propio nombre que a su paso atropella las barreras. Te vigilan azules cordilleras y es la llanura tu verdosa alfombra; en paz trabaja entre tu seno el hombre, son tus mujeres himnos y banderas, tierra de amor, ha tiempo blasonado, que en el Valle del Cauca está incrustada cual una fina perla luminosa; tiene tu río, eterno caminante en su cauce con piedras, zigzagueante, toda la historia de tu edad gloriosa.

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Versalles Tierra siempre fecunda a la simiente que emperla surcos y que airosa canta el himno del trabajo en cada planta bajo el palio del cielo refulgente. Tierra para la lucha siempre ardiente donde hoy la paz su gonfalĂłn levanta, tierra del valle prodigiosa y santa, ceĂąida por espigas en la frente. La uniĂłn de vuestros hijos es la vida de tu progreso, tierra bendecida, donde se agrandan nuevos horizontes; que te proteja Dios desde la altura, y aleje de tus predios la amargura, y que cante la paz entre tus montes.

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La Casa de La Hacienda Atalaya perenne de la extensión fecunda de las verdes llanuras que limitan los cerros, donde bravos y fieles son guardianes los perros de la aurora al ocaso y en la noche profunda; hogar de la peonada que en el sudor se inunda, cual caracol marino recoge los cencerros del yegüerizo, el toro, las vacas y becerros que están diciendo a gritos que la riqueza abunda. Asila el gran prodigio de semillas maduras, la leche y derivados, los rejos y monturas, y la ambición de lucro de gran señor feudal; Se mira allá a lo lejos, desde sus corredores y al sol que cabrillea con vívidos fulgores mecidas por los vientos las frondas del guadual.

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Pradera Fuiste ayer la vereda prodigiosa con callejones entre piĂąuelares; hoy eres la ciudad de grandes lares, nido en la rama, en el jardĂ­n la rosa. Dulzura entre tu vida majestuosa estĂĄn vertiendo los caĂąamelares, con banderas al viento, los palmares, te coronan ciudad como una diosa. Loor para tus nobles fundadores; todos tus hijos son trabajadores, hombres de lucha sobre el surco erguidos; Pradera, la sublime y brillante, en mi Valle del Cauca es un diamante, y un orgullo de amor sobre los nidos.

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Retorno He vuelto a ti, Robledo, envejecido; soy una alondra que regresa al nido y un jilguero que canta entre tus lares; aspiro de tus flores la fragancia del ayer tan sublime de mi infancia por todos tus eglógicos lugares. El niño ha vuelto hombre, silencioso, con lobreguez de abismo majestuoso en busca del amparo de tus frondas; Robledo, tierra mía, la sencilla, la que sabe tener la maravilla del Cauca siempre en espumosas ondas. Ayer, niño inocente, hoy hombre en todo, vuelvo a pisar tu prodigioso lodo, Robledo de irregulares callejuelas; viajero de los olímpicos espacios, me parecen tus casas los palacios que cercan los reyes con piñuelas. No soy un fugitivo de tus cimas, Robledo todo de mis hondas rimas; soy un cantor de selvas y ciudades, en mi sangre labriega, se sostiene 38 José Julio Roldán


el nido que en la rama se va y viene sin temor a las grandes tempestades. Robledo! Pueblo noble, pueblo mío, hoy traigo la inmensidad de ese vacío que al irme un día, entre tu lar dejara. Tierra del alma, de mi sentimiento, la fértil era de mi pensamiento, que Homero desde Grecia la envidiara.

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Poemas lĂ­ricos

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El Amor El amor es humano como tambiĂŠn divino, el reside en el alma, sublimiza la vida; llama es el sentimiento, fulgurante encendida en los altares de eros el flechado ladino. Es agua cristalina y embriaga como el vino, se expresa en las sonrisas y busca la cabida en la honda mirada que deja siempre herida por los claros senderos del oscuro camino. De la vida es esencia, del espĂ­ritu es canto, es alegrĂ­a sublime pero tambiĂŠn es llanto, es miel, abrazo y beso, es veneno y es daga; en el verbo se hace la verdad infinita, y en el ser se eterniza y en el alma palpita este amor que en el mundo tras las mujeres vaga.

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Ensueño En ánfora finísima tu amor deposité y en altar pulido del Dios bello y alado, como si fuera el vino del cáliz consagrado le di la reverencia de mi profunda fe. En áureos pebeteros tus virtudes mezclé, y de ellos el aroma sutil aprisionado, sobre las alas rojas de un bello amor soñado, con profundo sigilo para mi ser robé. Este aeda que intenta con loca fantasía robar para su lira la dulce sinfonía que llevas en tus labios eróticos y rojos, es el mismo que sueña contigo en la dulzura, de la paz inefable que en el hogar fulgura, viviendo en el ensueño que llevas en los ojos.

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Ilusionismo Te quiero en la encantada transparencia de tus versos sentidos; en la lumbre de tus ojos que tienen dulcedumbre y caminos nostálgicos de ausencia… Te quiero en el perfil de la evidencia con tu gozo o tu amarga pesadumbre, mientras la llama del amor alumbre y en la flor de la vida haya una esencia. Te quiero desde ayer, porque te siento dentro del corazón y el pensamiento en la forma de lírica armonía. Te quiero en el ayer y en el mañana, y en el instante mismo en que se ufana de mi vivir la lírica armonía.

Aristas del Alma 45


Penumbras Ella y yo en el diván, nadie turbaba la paz de nuestro amor. Una bujía, al reposo de la alcoba ardía como un ave de luz. La acariciaba…! Mi boca hasta sus labios arrimaba y al oprimirla con pasión, sentía que en su cuerpo sutil se estremecía y el mármol de los senos le temblaba...! Y la luz extinguiose lentamente; aletearon los besos en la sombra cual pájaros nocturnos. De repente las bombillas eléctricas brillaron y vi que como perlas, en la alfombra sus ojos las lágrimas rodaron…!

46 José Julio Roldán


Después del baile La aurora con sus rayos inundaba la plenitud de la tranquila villa, cuando besé ardoroso tu mejilla y tu mano mi mano te estrechaba. Todo tu ser ante mi ser temblaba, y yo como en extraña pesadilla, bebí con emoción la maravilla del beso que tu boca me brindaba. Y te quiero morena intensamente, no serás a mi amor indiferente porque en mi noble corazón se anida todo el embrujo de tu cuerpo heleno, donde tiembla el prodigo de tu seno que es vibración del alma y de la vida.

Aristas del Alma 47


Llama Viva Por la gracia hechicera de tu fina sonrisa y el embrujo divino de tus ojos quemantes, porque son expresivas tus palabras vibrantes y existe en ti el ensueño que te deshumaniza. Porque es suave tu espíritu, cual suave es la brisa, y tus claras virtudes son tesoros flamantes que no robará el tiempo de fugaces instantes ni opacará la sombra que del mal se desliza. Tu belleza morena que ilumina y cautiva está llena de gracia, y es una llama viva que en los altares de eros perennemente brilla; las hadas te protegen mujer encantadora que en el Valle del Cauca donde el idilio mora naciste preciosa, recatada y sencilla.

48 José Julio Roldán


Luminar Recuerda allá entre tus ojos las miradas que tienen el fulgor de la pureza, y en tu sonrisa la delicadeza de pétalos de flores intocables. Tu gracia y tu virtud van enlazadas con hilos de tu innata gentileza, caleñita que tienes la belleza de ninfas en las fuentes encontradas. Dignificas el alma femenina de tu Valle del Cauca; se adivina allá en el fondo de tu ser termina, al árbol del amor ya florecido donde el ensueño fabricó su nido y trina con arpegios de dulzura.

Aristas del Alma 49


El día que me quieras El día que me quieras, muchacha campesina, el sol de los venados allá tras la sierra será más luminoso, y más fértil la tierra, y el agua de la fuente será más cristalina. El día que me quieras, será más azulina la majestad augusta que la montaña encierra, florecerá en tu huerta la planta que se aferra a la madre fecunda de la entraña divina. Espigará el plantío, y serán más dorados los frutos de tu predio, serán más sonrosados tus labios incitantes, más azul la colina, más alegre la casa, tu jardín más florido, más canoras las aves y el sol más encendido el día que me quieras, muchacha campesina.

50 José Julio Roldán


Imprecación Ya todo entre los dos ha terminado; nada me queda de tu amor fingido, porque hasta el beso aquel tiene mi olvido, y mi desprecio tu candor manchado. Ríe ahora de mí, que abandonado dices quedé, por tu traición herido. ¡Insensata! Tu risa es el gemido de la infelicidad de tu pecado! No infieras para mí tantos agravios, en el furor de la fatal venganza que balbucen coléricos tus labios, porque tarde o temprano, arrepentida, comprenderás que tu poder no alcanza a eclipsar los ensueños de mi vida!

Aristas del Alma 51


Amor Lejano La fuga de los años no ha podido tu recuerdo borrar de mi memoria; en copa de dolor bebo tu olvido y en páginas de amor llevo tu historia. Eres rayo de luz nunca extinguido que en mi senda de amor siempre ilusoria, titila cual diamante desprendido de los ojos azules de la gloria. Y te llevo en el alma amor lejano, como ritmo doliente de mis versos o como nota que al marfil del piano, una mano de seda, ágil arranca; recoge mi dolor que anda disperso tras la caricia de tu mano blanca.

52 José Julio Roldán


Poemas histรณricos y sociales

Aristas del Alma 53



El niño pobre Habita en la covacha húmeda y fría, surgió a la vida como flor de loto, sin saber del dolor, porque alegría es su gracia infantil y su alboroto. Pasa la noche y se avecina el día, la madre sufre y su dolor ignoto taladra el corazón con saña impía al ver a su hijo descalcito y roto. Cuando retoza alegre por la calle, los burguesitos rubios, muy ufanos lo miran como un mínimo detalle. Nadie la suerte del gamín defiende, somos como él, misérrimos y vanos, por el fuego del alma que nos enciende.

Aristas del Alma 55


En el andén En el andén, con cinco pequeñuelos la madre implora al transeúnte auxilio, pues murió en la hecatombe su Virgilio vendedor ambulante de pañuelos. Sus miradas dirige hacia los cielos suplicando piedad para su exilio y el hijo mayor, el tierno Lilio, sacude el lecho que formó en los suelos, con la prensa atrasada sustraída del carro basurero en la avenida, ante el desdén que en la opulencia impera. La pobre humanidad damnificada por la explosión de horrible madrugada, un techo y pan con avidez espera…

56 José Julio Roldán


La gota de sudor I Gota santa y sublime que en la frente del campesino y del obrero brillas, diĂĄfana gota de cristal fulgente. Yo te he visto caer en la simiente, yo te he visto rodar por las mejillas tostadas por el sol sobre las trillas, gota salida de la humana fuente. Traes la maldiciĂłn del paraĂ­so cuando desciendes del tostado rizo como una perla luminosa y bella; fecunda en el milagro de la vida, eres por el trabajo bendecida, gota de sudor, como fulgor de estrella.

Aristas del Alma 57


II Caes sobre la fuente de la vida, y sigues por el cauce presurosa, como una ninfa entre el cristal gloriosa que al vaivén de las olas va dormida. Tiemblas sobre la frente, estremecida, y mojas la pupila luminosa, que mira la labranza prodigiosa con sus rubias espigas florecidas. Tu vida, cual diamante que fulgura sobre la carne atormentada y dura de los trabajadores de la tierra, es símbolo de paz y de bonanza, que refleja la luz de la esperanza en la mundial terminación de guerra. .

58 José Julio Roldán


Dignidad La mano encallecida del hombre campesino es emblema de lucha, del agro sobre el tajo, es dignidad entera que brilla en el trabajo, del lucero del alto, al sol ya vespertino. Es mano que trazara a la finca un camino; mano entre las sierras y, en las simas abajo, sĂ­mbolo del esfuerzo que nunca ha sido bajo en esta gran Colombia del muerto alejandrino. Es dura y franca la mano sembradora, es buena y amistosa, como a la vez criadora, y aunque en la espiga que tiene la esperanza, el hombre campesino, el bueno y laborioso, tiene las manos duras y en lo mĂĄs preciso lo grita la cosecha que tiene en su labranza.

Aristas del Alma 59


Plinto El agua moja y la candela quema, se agota la paciencia ante la espera, la justicia social siempre quimera y el político engaño es un sistema. Salud, pan y vivienda. Qué problema!, educarse y vestir a su manera; el pueblo colombiano desespera ante su augusto tricolor emblema, que este gobierno y todos los futuros no tengan en palacio vidas duras después de recibir la votación … Eres de su mano, Pueblo, mayoría, víctima siempre de la oligarquía y plinto vibrante de la Nación!

60 José Julio Roldán


Poemas cotidianos

Aristas del Alma 61



Escenas Infantiles Cuando la infancia, para el mal esquiva, propicia a los febriles alborozos, con el fuego de trompos y corazas siempre inquietamos la heredad nativa. Tuvimos la entusiasta alternativa como hábiles chicuelos e impetuosos por plazas y caminos anchurosos hicimos bulla y “pelotera” altiva. No fuimos muchas veces a la escuela, porque en el juego – lo que el niño anhela – el tiempo se pasó rápidamente; Los libros y cuadernos, empolvados, muchas veces dejamos olvidados, siendo ellos del saber, la humana fuente.

Aristas del Alma 63


Hoy y mañana Cual burbujita de agua cristalina juega la niña de inocencia pura con una muñequita en miniatura, a la luz de la tarde vespertina. Con suave voz y de manera fina la arrulla en la cunita con dulzura, y con la boca de fresa ya madura besos le da a la nena marfilina. Quién pensara, que a través de los años que forjan los profundos desengaños, pudiera ser madre de verdad, que canta con orgullos de amor y de terneza, y también abuelita que ama y reza con voz de ancianidad de la garganta. En el mar del intrépido Balboa, te meces tú, en singular canoa…! al vaivén de las olas con afán; y con tizona ilustre, te ilumina, te defiende y orienta en la colina, ese fundador: Don Sebastián!

64 José Julio Roldán


La peineta En la cabellera de una bella princesa mis dientes nacarados en mágica labor, llenan de rizos y bucles la cabeza que ha de lucir más tarde como dorada flor. En la cabaña humilde de rústica doncella que sueña engalanarse con romántico tul, al peinar sus cabellos y mirarse más bella, un suspiro despide tras su “príncipe azul”. Yo soy de los humanos forzosa compañera, me llevan siempre todos desde la edad primera hasta la hora cero en que deben morir. Y penetro también en la oscura melena del poeta que canta con angustiosa pena al terrible misterio de pensar y vivir.

Aristas del Alma 65


La cometa Todos en la niñez, fugaz e inquieta, edad después de grata remembranza, donde tiene principio la esperanza, gozamos con el juego de la cometa. Ágiles escalamos la meseta tras de mayor altura y bienandanza, y aquel juguete al viento en la lontananza dabas más de una vez la voltereta. Y si la cuerda acaso se rompía, la cometa a la tierra descendía y era un siniestro de papel al viento… Cuántos después, por escalar altura, caemos en el mar o en la llanura de la desilusión y el sufrimiento.

66 José Julio Roldán


Los zapatos de Santiago A Santiago Piedrahita

Al hacer Piedrahita los zapatos con el sudor que es gota que fulgura, cerebro y corazón, con amargura vibran en él, en inconformes ratos. A su taller arriman como gatos y tras de una alcohólica figura, muchos poetas de bohemia oscura, como hombres también dignos y gratos. Luchador sin cansancio, y honorable, filósofo ante el cuadro miserable de los zapatos sin tacón ni suela, que siendo males de los grandes bienes, ya reparados, van por los andenes llevando un alma que entre el cuero vuela…

Aristas del Alma 67


Contemplación de la belleza Como un buen hijo y como un buen hermano, como buen padre y como buen esposo, como amigo sincero y decoroso, satisfecho de ser buen ciudadano. Con un amor profundo de cristiano, puesta mi fe en el todo poderoso, y entregado al trabajo que es honroso, la frente limpia y pródiga la mano. Poeta acaso? Pero sí es lo cierto que amo los versos, y del libro abierto que es prodigio de naturaleza, soy un enamorado sensitivo; y así hasta ahora sosegado vivo en la contemplación de la belleza.

68 José Julio Roldán


Poemas educativos

Aristas del Alma 69



Sonetillo Yo soy una niĂąa inquieta como todos en la infancia con la virtud y fragancia, de la modesta violeta. Maestra noble y discreta ya tu instrucciĂłn nos distancia de la terrible ignorancia y es la luz en nuestra meta. Hoy en tu fiesta, sincera, prometo ser la primera siguiendo tus enseĂąanzas: Que Dios prolongue tu vida, y en tu senda ennoblecida florezcan las esperanzas!

Aristas del Alma 71


Justa alabanza A los Maestros De la escuela rural hasta la urbana, en los colegios y universidades, la voz de los maestros es campana en un ritual sublime de verdades. Los hombres y mujeres que sus vidas dedican a la apostólica enseñanza, son almas superiores, elegidas para alcanzar la bienaventuranza. Sus vidas a la enseñanza consagradas dignifican la patria y la engrandecen, y en las mentes por ellos cultivadas las luces de Minerva resplandecen. La gratitud por sus dominios vaga y acecha su labor que es bienhechora la incomprensión los hiere con su daga pero la gloria al fin los condecora. Forjadores de ética y cultura en almas y cerebros de la infancia y de la inquieta juventud que jura las cadenas romper de la ignorancia. 72 José Julio Roldán


Apóstoles sublimes de la idea que toman gigantescas proporciones, y que de chispa se convierte en tea para la civilización de las naciones. Las artes y las ciencias son banderas por sus manos en cúpulas izadas, que flamean triunfantes y altaneras y porque Dios están divinizadas. Por ellos da sus frutos el talento y es la cultura de admirable encanto, por ellos se purifica el sentimiento y la voz de liridad se hace canto. ¡Oh, de Minerva insignes capitanes! dignos de admiración y de cariño, del trabajo de magníficos titanes en la sublime orientación el niño. En esta hora de la recordación por los maestros idos, las plegarias lleguen a Dios en nuestras oraciones de flores a sus losas lapidarias.

Aristas del Alma 73


Maestro Enséñame a decir con tus palabras la verdad de las cosas en la vida, pues nacemos con labios inocentes a aprender a jugar con las mentiras. Enséñame a encontrar entre los libros del saber los tesoros escondidos, la santa idea que abrillanta el alma y la cultura que redime al hombre. Yo sé que tu palabra es la campana que llama a la oración de la belleza, que tiene el eco prolongado y hondo que se queda sonoro en la conciencia. Allá en la austeridad de tus virtudes alójame, maestro bondadoso, y trázame el camino de las cumbres y vigila mi ascenso por tus faldas. En vuestro verbo río cristalino con una procesión de carabelas, que lleva en la blancura de sus lonas la cruzada triunfal de la enseñanza.

74 José Julio Roldán


Enséñame a decir con tus palabras la verdad de las cosas en la vida; tú que haces patria en abnegada lucha convirtiendo simientes en espigas. Deben los padres al maestro todo, y les debe la patria su grandeza; cóndores son de olímpicas alturas, discípulos de Cristo aquí en la tierra. Sé que la paz se encuentra en tus palabras y entre los folios de los libros buenos; maestros de caminos y distancias, del número y la letra en los tableros. Deja noble maestro que te cante, deja noble maestro que te diga, que en el fondo de toda mi conciencia está la escuela en mi lejana vida. Deja noble maestro que te diga mi voz de gratitud en esta hora, sembrador de los números y letras y en toda lengua forjador de estrellas.

Aristas del Alma 75


Dios te guarde bombero Dios te guarde Bombero! hombre de Abnegación y Disciplina y de ejemplar coraje, que ignoras si tu vida se termina sin regresar del viaje a que te obliga el toque de sirena por zigzagueantes vías, mirando en el espacio como vuela la chispa infernal de la candela que cubre con el humo lejanías. Dios te guarde Bombero, que combates con fuerzas de natura, contra el fuego quemante que fulgura cual tragedia infernal, abnegado titán de la osadía, líder de insuperable valentía, extinguidor del mal, que aparece en la llama enloquecida a plena luz del sol, o cuando la ciudad está dormida. Las sierpes de mangueras prendidas al hidrante, las escalas y las hachas 76 José Julio Roldán


obedecen veloces para entrar en combate, y en medio de la hoguera de llamas crepitantes tu espíritu se agita y el corazón enardecido late. Dios te guarde Bombero, porque ante el fuego y el peligro está tu alma serena, porque tú cumples con tu deber y es noble tu faena. Dios te guarde Bombero, porque expones al fuego tu preciosa vida, y por inexplicable paradoja quemante siempre cual la llama roja no es tu labor al fin reconocida. Dios te guarde Bombero, Dios te guarde hijo mío, hijo de la ciudad y de la patria entera, que vas a mil incendios y arrastras la tragedia cual héroe legendario que al tañir la campana y sonar la sirena, el amor por tu Cali todo tu ser domina; Dios te guarde Bombero! Titán de Abnegación y Disciplina!

Aristas del Alma 77



Poemas eglรณgicos y costumbristas

Aristas del Alma 79



Vuelos y flores Picó una flor el colibrí zumbante y cayeron los pétalos al suelo, rumbo a otra flor estilizó su vuelo luciendo su plumaje rutilante. Allí una abeja su aguijón punzante lo clavó cual finísimo escalpelo, y una gotica de rocío del cielo cicatrizó la herida en el instante. La rubia abeja se alejó sonora, con su carga de polen de la flora, perfumando al pasar el horizonte; después, el colibrí al picar las flores inquiría de abejas los rumores en los jardines y a través del monte.

Aristas del Alma 81


Motivo campestre Siendo las seis en punto de la fresca mañana, las gallinas descienden del frondoso ciruelo, canta lúbrico el gallo, y endereza su vuelo de la altura hacia el lomo de la gran zaratana. Mueve luego sus alas en caricia galana, se sacude y escarba con las uñas el suelo, y encontrando en el polvo infeliz gusanuelo, lo levanta en el pico como ofrenda pagana. En el nido reposan las fecundas gallinas, y sus óvalos blancos se convierten en minas de la humilde familia que en la tierra labora; siendo las seis en punto de la tarde plomiza, es un himno a la vida la casita pajiza, donde el gallo es el alma de la noche y la aurora.

82 José Julio Roldán


El gallo Brilla el plumaje sin tener la cresta desplumada y al rojo la garganta, en la gallera valeroso canta y coraje en su cuerpo manifiesta. Entra en la lucha, y con su tino asesta puñalada mortal; no se levanta el recio contendor que espuela aguanta entre gabelas de la gallera fiesta. Oleroso a aguardiente y a canela, cálculo natural allá en la espuela, siempre cuenta en galleras, triunfador; le duelen las heridas, más espera volver donde la vida desespera y su canto de fino ganador.

Aristas del Alma 83


Gualanday Oh gualanday que a orillas del camino ofrece el encanto de tus flores y tu sombra del sol a los rigores, brinda sedante sombra al peregrino. Bajo tu fronda se asentó el destino y el hombre en sus oscuros estertores con el negro carbón de sus errores dibujó la silueta de tu sino… ¿Qué mano te plantó? ¿Fue la justicia que serena, sin miedo y sin malicia te puso allá como infranqueable valla? No lo sé gualanday, mas te bendigo y en el camino taciturno sigo pensando en cosas que mi labio calla.

84 José Julio Roldán


Caza de ciervos Esplendorosa y bella despuntó la mañana tendiendo sobre el monte la claridad del día, mientras los cazadores con su fina jauría trepaban las colinas en lenta caravana. De pronto en la hondonada latieron “Lara” y “Diana”, y todos los lebreles por la selva sombría corrieron presurosos tras el ciervo que huía siguiendo las orillas de límpida fontana. Después de larga lucha rompiendo la mañana un disparo certero retumbó en la montaña, y el ciervo, ya sangrante desplomose en la tierra; vibraron las cornetas invitando al regreso, y las aves tornaban hacia el follaje espeso cuando el sol ya se hundía tras de la altiva sierra.

Aristas del Alma 85


El maizal Espigado el maizal, luce imponente sus mazorcas de rubias cabelleras, y en las cañas sus hojas cual banderas flotan al viento majestuosamente. Germinó entre la tierra la simiente bajo el sol y la lluvia en las praderas, como de la montaña, en las laderas, en una promisión reverdeciente. La raíces, tentáculos arqueados, tras la savia en la tierra van clavadas sosteniendo las plantas contra el viento. Un tierno olor a choclo hay en la roza, que finge una esmeralda prodigiosa bajo la esplendidez del firmamento.

86 José Julio Roldán


Espigas Son oĂ­dos del mar los caracoles, las estrellas los ojos de los cielos, las nubes, de las vĂ­rgenes los velos, y las piedras las llamas de los soles. Se funde el oro puro en los crisoles y mueren en la vida los anhelos, nuestro llanto al nacer causa desvelos, y la tarde se apaga entre arreboles la tierra en su girar toda es paisaje, los peces en el agua andan de viaje, y sueĂąan los poetas con su verso; la vida es el conjunto de las cosas, es sutil el perfume de las rosas, y Dios, la concreaciĂłn del universo.

Aristas del Alma 87


Égloga Sobre el arqueado barandal del puente, miraba absorto el caudaloso río que arrastraba con ímpetu bravío, mustia vegetación en su corriente. Una balsa cruzó pesadamente con productos del fértil labrantío; cantaba el boga, y con audacia y brío manejaba los remos ágilmente. Del río en las orillas, parladoras mujeres lavanderas y aguadoras, completaban el azul paisaje, en donde el pisamal, mecido al viento, de su bello y total florecimiento arrojaba carmín sobre el oleaje.

88 José Julio Roldán


El grillo Música porque sí, música vana como la vana música del grillo, mi corazón eglógico y sencillo se ha despertado grillo esta mañana. ¿Es este cielo azul de porcelana? ¿Es una copa de oro el espinillo? O es que en mi nueva condición de grillo, ¿veo todo a lo grillo esta mañana? ¡Que bien suena la flauta de la roma! pero no es son de flauta: es un platillo de vibrante cristal, de a dos desgrana, más de agua sonora. ¡Que sencillo es a quien tiene corazón de grillo interpretar la viola esta mañana!

Aristas del Alma 89


Visión campestre Móvil luz de luciérnagas brillaba entre la oscura inmensidad del llano, y el croar de las ranas del pantano, monótono y tenaz se dilataba. Vacuno olor la tierra respiraba, y ya al amanecer, vago y lejano, el mugido del tesoro soberano en predios de la hacienda se escuchaba. Surgió del sol la lumbre majestuosa, y en la llanura verde y prodigiosa relinchó en el arrogante semental. Bronco y altivo, con salvaje empeño, a vigilar a las vacas en ordeño el toro padre se acercó al corral.

90 José Julio Roldán


Jamay Mansión paradisíaca erguida entre colinas que tiene el embrujo del monte secular en donde tañe el viento sus dulces ocarinas y se abre el horizonte hacia el azul del mar. La acaricia el follaje de las frondas vecinas bajo el sol o el encanto de la noche estelar; con albos trajes ciñen sus predios las neblinas, y las aves le brindan su rítmico cantar. Las flores son aroma de su arcilla, las niñas juguetonas con el alma sencilla emporios de virtudes con futuro ideal; Jamay, mansión tranquila que el campo diviniza, donde se besan siempre el viento con la brisa y nos muestra el paisaje su belleza triunfal.

Aristas del Alma 91


Las estaciones En el móvil prodigio de las flores que el viento al pasar acaricia con sus alas sonoras, hay colores sublimes de inefables auroras y presencia de la esencia del supremo portento. Sus corolas se elevan al azul firmamento, rojas, blancas, azules, o ya multicolores muestran de la naturaleza belleza a todas horas en la pequeña planta o el árbol corpulento. Adornos en los templos, en chozas y mansiones de repujado brillo, como en los panteones, cubriendo los sepulcros donde el silencio impera; y pasarán los siglos sin que falten las flores, con belleza y aroma por todos los alcores, en invierno y verano, otoño y primavera.

92 José Julio Roldán


Huracán en la selva Fue despeinando el viento los árboles frondosos, crujieron en la selva las ramas seculares, y de sus grutas negras, hinchados los ijares, salieron los felinos con rugidos medrosos. Rasgaron el espacio los rayos luminosos, y hubo un tropel violento de ciervos y jaguares, los pájaros volaban y en vez de sus cantares se oían en la selva crujidos pavorosos, temblor en la mañana, silbidos de serpientes, carreras de leones, desborde de las fuentes, desarraigo en las encinas y trueno en la hondonada; la noche con su manto teñido de luceros cobijó la montaña, y gritos lastimeros salieron del bohío de indígena mesnada.

Aristas del Alma 93


Paisaje Sobre el pantano pensativas garzas, una casita blanca en la alameda, negros cuervos allá sobre las zarzas, y una zagala rubia en la vereda. El viento los juncales estremece y hace temblar las cañas en la orilla, un viejo tronco sobre el agua mece, y empuja de un piloto su barquilla. Innúmeras burbujas van brotando del fondo de esas aguas irisadas donde viven los peces jugueteando; y desde allá la zagalita rubia, me dirige sus tímidas miradas a través de los hilos de la lluvia.

94 José Julio Roldán


Estampas campesinas I Ya no existe la casita pajiza allá en la vega del tranquilo río, entre el verde follaje del plantío que vio en mis labios la primera sonrisa. Lugar de paz donde meció la brisa mi cuna de carrizo, campo umbrío con el embrujo aquel que da vacío por donde el turbio Cauca se desliza. Añoro mi niñez, y en lontananza paréceme que miro la labranza por todos sus lugares florecida. Siempre viaja hacia allá mi pensamiento, y en lo más hondo de mi ser, yo siento, nostalgia de la casa derruida. .

Aristas del Alma 95


II Qué bello el labrantío, con su choza de techumbre pajiza, bien barrida, donde la huerta siempre florecida tiene fragancias de violeta y rosa. Corre cerca la fuente bulliciosa bajo su fronda al viento estremecida, y en la verdura campesina hay vida, y amor en la casita silenciosa. En la celeste claridad del día, como en las sombras de la noche umbría, se oye el canto del gallo en los ribazos; y allá en la placidez de la labranza, como un símbolo santo de esperanza, una cruz de madera abre los brazos….

96 José Julio Roldán


III Descienden de las lomas brisas puras a las magnificencias del plantío, por donde pasa rumoroso el río, bajo palios de frondas verde-oscuras. Las flores y piñuelas ya maduras impregnan de fragancia el caserío, y el humo del fogón en el bohío, se eleva un espiral a las alturas. Todo es grandeza en la campiña verde en donde el grano al germinar no pierde del labrador su enérgica jornada; y la ciudad, allá en el horizonte, mira desde sus cúpulas al monte, y suspira por él apasionada.

Aristas del Alma 97


Verdad suprema Es signo indescifrable el de mi vida sobre el cuadro sin fin del universo, y entre luces y sombras va mi verso que nace siempre de mi vena ardida. A la luz de la fe, nunca extinguida por la impetuosa agitación del cierzo, del camino del bien no me disperso en mi viaje a la tierra prometida. Soporto resignado la inclemencia; mas vivo en la recóndita creencia de la grandeza y la bondad de Dios! Llevo en el alma el verbo. En ella siento toda la magnitud de su portento, y el ansia eterna de escuchar su voz!

98 José Julio Roldán


Poemas de fe

Aristas del Alma 99



Advenimiento Jesús, el de la Santa Epifanía, el Hombre – Dios del universo entero, el hijo de José – gran carpintero – y el ser del ser de la inmortal María, está sobre la cruz en agonía; sobre el duro y el áspero madero que labrara su padre con esmero para ganar el pan de cada día. Jesús, el sabio y santo, el justo y bueno, el del borrico en viaje nazareno que convirtiera el agua en sacro vino, ha llegado a mi alma arrepentida, por lo profundo de la eterna herida que le abriera la lanza de Longino.

Aristas del Alma 101


Sacramento A los niños de primera comunión. Es la luz de la fe, la que fulgura en las almas de cándida inocencia, que han recibido de Jesús la esencia en la hostia sagrada. La blancura de la misma, divinamente pura, tiene la majestad de la presencia del mismo Dios, que es todo omnipotencia y único ser que como ser perdona. Los niños, jubilosos este día al recibir la blanca eucaristía los ampara la virgen con su manto. Símbolos hoy de castidad suprema, van llevando en sus almas el emblema de la paloma de misterio santo.

102 José Julio Roldán


Del alma Señor, Señor! Yo sufro de pensar, el corazón me duele de sufrir, y las plantas, de bajar y subir al calvario. Cansado estoy de andar! Sí. Estas manos mías, al azar, buscan Señor, para poderse asir, algo que nunca encuentra, y ¿vivir así sobre el dolor no es divagar? Avanzado por la vida tristemente, llevando un fardo de pensar al hombro y un recuerdo fatal entre la frente. En la senda, me punzan los abrojos; Señor, Señor! En mi dolor te nombro, mientras tiembla una lágrima en mis ojos.

Aristas del Alma 103


Semblanza de mi pena El ángel de la guarda que busca siempre flores para adornar el trono de la Virgen María, con alba y leve mano, y a plena luz del día, un jazmín primoroso desgajó de mis alcores. Los ojos convertidos con puros surtidores de lágrimas amargas que la pena vertía, miraban angustiados la angélica agonía de la flor que era vida, y un símbolo de amores. Espérame mañana, y en el azul del cielo a donde tú seguiste en invisible vuelo, compartiremos juntos los gajes de la gloria. Si a la vida surgiste como una flor del mundo, en el azul inmenso, ilimite y profundo tu almita fulge ahora con majestad ustoria.

104 José Julio Roldán


Confianza Tengo confianza en Dios, el poderoso, el eterno y el sabio inigualable el que es dueño del cosmos insondable, y el ser augusto, misericordioso. Tengo confianza en Él. Voy silencioso por su senda de bien siempre inefable, y sólo quiero que su voz me hable en la tranquilidad de mi reposo. Confiar así, en la confianza plena, en ella, toda de la vida llena, es admitir de la existencia un ser. Confiar en Dios, el poderoso y santo, es saber que la Virgen con su manto, cubrió la dignidad de la mujer.

Aristas del Alma 105


Invocación a Cristo Divino redentor: perdón te pido por todos los pecados de mi vida; ampárame señor entre la herida de tu costado en púrpura teñido. Perdóname Jesús, que haya tenido la llama de la fe medio extinguida, y la conciencia en error perdida, y a ti, mi salvador casi en olvido! Es tiempo de volver por los caminos que iluminan tus ojos tan divinos, para el amor y la piedad despiertos; ante tu majestad crucificada, cae mi humanidad arrodillada, y presa entre tus brazos siempre abiertos.

106 José Julio Roldán


El Cristo de las audiencias Enclavados sus brazos redentores sobre los brazos de la cruz sagrada, su imagen -como Dios divinizadaes justicia en sublimes resplandores. Juez, fiscal, sindicados, defensores, están bajo el poder de su mirada, que arde como inefable llamarada y es la verdad en múltiples fulgores. Preside el Cristo, como Dios, la audiencia e ilumina a los jueces de conciencia para dictar su fallo justiciero; sobre el muro se encuentra suspendido, Jesús, por Judas por traición vendido y el redentor del universo entero.

Aristas del Alma 107


Niña María Eres imagen de sin par belleza, cual pocas en los templos bien talladas, y en tus manos por Dios purificadas está la inmensidad de la grandeza. La corona que ciñe tu cabeza resplandece a través de tus miradas, y ante ti se arrodillan las hincadas con esa fe que tiene la nobleza. Aquí encuentras desde tiempo ignoto sublimizado el alma de Caloto que es siempre noble, generosa y buena; Eres toda verdad – Niña María – abrazo de la noche con el día y fragante y purísima azucena.

108 José Julio Roldán


Soneto de Navidad Quiero que el niño Dios tan bondadoso, que nació en un pesebre humildemente, a la luz de una estrella refulgente, sabio, divino y Todopoderoso, traiga para mi hogar siempre virtuoso donde es la paz por el amor ardiente, el agua cristalina de la fuente que canta siempre bajo el bosque umbroso. Mis juguetes; el agua, el fuego, el viento, el ensueño, el fruto de la espiga en movimiento y el juego de la uva sazonada. Todo esto quiero que traiga el niño, y yo para expresarle mi cariño darle mi fe sobre la cruz sagrada.

Aristas del Alma 109


Dios Eres inmenso ser en Santa Marta, profundo en el azul de su bahía, luminoso en el sol que incendia el día y esperanza en el barco cuando parta. Del agua del Caribe no se aparta esa división del horizonte mía, yo soy un ser que ve en la lejanía, ignorando del mar toda su carta. Eres dueño y señor de la grandeza, hiciste a Santa Marta con belleza y quedaste en el trono complacido; tu esmeralda en la costa está pulida, y esta ciudad te adora agradecida con la voz de su mar estremecido.

110 José Julio Roldán


Finalidad Un año más hacia el abismo rueda, otro enero que surge suspendido del alegre diciembre distraído con las bestias y el niño en la vereda. Un año más sobre la móvil greda, con ensueños y amor y el pecho herido; otro año que termina en el olvido, y otra mano infernal bajo la seda. Las doce de la noche el universo en todo lo que tiene de perverso, se mueve ahora porque existe Dios, a quien siento en el pecho, y bien lo llevo en este aparecer del año nuevo, mientras se apaga entre el dolor mi voz.

Aristas del Alma 111


Eternidad Sereno, cual viviste, te sorprendió la muerte noble y sabio maestro. Tu carnal envoltura que cubren bellas flores de fragancia muy pura, hoy retorna a la greda. Quién pudiera tenerte! Como un faro en la vida, como el roble que es fuerte, eras luz y follaje de clásica cultura; maestro que supiste de toda la amargura del apóstol que enseña, pero ignora su suerte. De Colombia en el alma vivirá tu memoria, mientras en paz disfrutas, cerca de Dios, de la gloria que merecen los justos, como justo lo fueras. Oh, sembrador de ideas, señor de la enseñanza! El barco está en el puerto de tu gran esperanza, y del mar, hay angustia, por todas sus riveras.

112 José Julio Roldán


Poemas filiales

Aristas del Alma 113



Biglenisa Vago en la pesadumbre de los días de tu fuga eterna. Estás lejana… y tu recuerdo en mí siempre desgrana hondas tristezas y melancolías. En el vaso de amor donde bebías seguí bebiendo dignidad humana, y orando cuando suena una campana, siempre creyendo en Dios, como creías. Tú me enseñaste que la vida es buena, que el dolor no es martirio, y que la pena es un escudo sobre el corazón. Oscilo entre el embrujo de las cosas que tiene el universo majestuosas buscándote, Mamá en la dimensión…

Aristas del Alma 115


Madre I Prolongación eterna de la luz de mi vida, río de sangre inmenso en mi noche interior, alba de las alburas, y estrella desprendida desde el azul celeste, sobre un cáliz en flor. Río de la ternura, con agua estremecida que va llevando espumas y canto en su rumor, con una voz tan limpia, tan pura y bendecida, con una voz tan clara: tu palabra de amor. Fuente de humana fuente que tu fuente gloriosa, va perfumando siempre, cual si fuera una rosa, y sol entre soles, con quemante ardentía. Mujer de mis ensueños, la única sincera, primera luz del alba, de mi alma la primera, la única que muere, llorando mi agonía.

116 José Julio Roldán


Madre II Desde el instante que en la entraña siente la vibración del ser, honda ternura hay en su corazón por la criatura que anhela ver entre la cuna riente. Y el hijo surge de la humana fuente como un canto a la vida; la dulzura en la pupila maternal fulgura y es llamita de amor viva y ardiente. Amorosa lo estrecha entre los brazos, después vigila sus menudos pasos y siempre lo bendice enternecida. es la santa mujer por cuyo nombre, puede batirse con honor el hombre, hasta entregar en redención la vida.

Aristas del Alma 117


Madre III Palabra que es la voz iluminada del amor, la nobleza y la ternura, la esencia de la flor de la dulzura, y entre las voces mil, la más sagrada. Palabra por los hijos pronunciada a través del dolor o de aventura, voz como el agua de la fuente, pura, de Belén al calvario inmaculada. Idea que del alma en lo más hondo, conserva la grandeza de su fondo y es ensueño jamás desvanecido; votiva luz del corazón vibrante, palabra cual la estrella, fulgurante, que no la apaga ni el humano olvido.

118 José Julio Roldán


Señora Sé que eres buena, y tu ternura es tanta como madre y esposa, que diría que en el hogar sostienes la alegría con tu canción de amor sublime y santa. Yo robo al turpial, a su garganta esta honda y sincera sinfonía, para decirte a tí, que el alma mía hoy en tu honor con puridad te canta. Tienes en el hogar excelsitudes; eres reina de todas las virtudes y en el imperas con devoto anhelo; por eso, en compensación muy merecida, al extinguirse el fuego de tu vida, solo tendrás por galardón el cielo.

Aristas del Alma 119


Dignísima señora Un feliz año nuevo dignísima señora. Oh, noble esposa y madre de diáfano pasado, primero de azucena después fuego sagrado en el lugar sublime que tu cerebro añora. Conservas las virtudes de flor y ave canora arrullando en tu nido de la rama colgado a seres de tu entraña, de tu amor desvelado a través de las sombras hasta rayar la aurora. Tu edad luce en el tiempo con majestad ustoria, enmarcada en un cuadro que contiene la historia, del ayer tan lejano con perfumes de flor; en tí, señora, existe nobleza de la vida, eres como una estrella del cielo desprendida, y mujer colombiana con grandeza de amor.

120 José Julio Roldán


Poemas humorĂ­sticos y picarescos

Aristas del Alma 121



El Gato I Ha penetrado en todo los hogares, almacenes, talleres y oficinas, hoteles, restaurantes y cantinas y a los cuarteles de los militares. Se difunden sus miles de ejemplares anda en los trenes, buses y berlinas y ha surcado también aguas marinas en viaje alegre hacia remotos lares. Sus páginas henchidas de humorismo matan el tedio de nuestro organismo y nos hacen reír plácidamente; con la ancha carcajada de fulano que se gasta el doctor Rey Gambiano el cerriteño de la minerva frente.

Aristas del Alma 123


II

(Onomástico) Quince años en la lucha cumple “El Gato” y es de todos sabido que el felino ha encontrado a lo largo del camino profunda admiración y muy buen trato. Ha tenido su elástico aparato dispuesto siempre al humorismo fino y sin llegar jamás al destino nos ha brindado delicioso rato. Tras su amo Frisco, el pálido y sonriente, mueve la cola maliciosamente y da el zarpazo a la segura presa; sus quince agostos al cumplir hoy día, son prueba de su sana buzaría y de materia gris en la cabeza.

124 José Julio Roldán


Delación En el naranjo en flor que sombra daba en medio de la plaza del poblado, un loro viejo y todo desplumado un muchacho travieso encaramaba. Y el avechucho desde allí gritaba los viernes de mañana en el mercado: «¿Patojo queréis cacao?» y, entusiasmado en el naranjo en flor revoloteaba. Una muchacha hermosa y bien vestida, orgullosa, locuaz y presumida al loro se acercó con donosura; y con grande sorpresa de la gente, el loro dijo estrepitosamente: ¡aquí tenéis a la mujer del cura!

Aristas del Alma 125


Mi sombrero negro El rigor del invierno y del verano, y el nocturnal y pertinaz sereno, siempre amparome generoso y bueno, en este mi cerebro colombiano. Cual cóndor en el Andes, soberano, de alturas y de espacios siempre lleno, tuviste a mi cabeza como seno y encontraste tu sitio con mi mano. Por todos los caminos de la vida en esta mi cabeza lirada anduviste sintiendo su “ chispazo”; en la negrura de tu forma alona, finjo sobre mis sienes la corona que merezco entre gentes del parnaso.

126 José Julio Roldán


Sombrero y corbatín Al pensar que te alejas de mi crespa cabeza, cual lo hicieran ya muchos de tu estirpe bizarra, añoro los cordajes de empolvada guitarra, alma de serenatas, cantando a la belleza. Bajo tu noble copa se escondió mi tristeza; como un cóndor altivo tuviste siempre garra, bajo tu ala se escucha, cual una cimitarra, el vibrar de mi cráneo buscando la grandeza. Viejo sombrero negro que hasta ahora te llevo, si viene a reemplazarte otro elegante y nuevo, no pienses que te olvido, te recuerdo hasta el fin; podría hasta repararte a través de la suerte, para mi eres la vida con ausencia de muerte, esa, que tal parece, que está en mi corbatín!

Aristas del Alma 127


La pata de la gallina No más daño en las eras de cebolla, ni más tus alharacas en la casa, todo en la vida con el tiempo pasa como pasaste tú, gallina criolla. Cumpliste tu misión entre la olla a quien el fuego de la leña abrasa, y así, todos los seres de tu raza la cumplirán mañana; desde polla, eres ya candidata del solsticio, de gente buena y la que tiene el vicio de estos empedernidos del trasnocho, amantes del licor y de las farras, que al son de bandolines y guitarras, te están comiendo en platos de sancocho.

128 José Julio Roldán


El chivo a la llanera Como un rey de las lomas, inquieto, ágil y altivo, hendiendo las pezuñas por todos los senderos, vivió en los socavones escampando aguaceros entre un color muy acre, siempre sensual el chivo. Jamás en erotismo llegó a sentirse esquivo, y entre todos los cabros él fue de los primeros, combatió muchas veces con los más altaneros hasta que en esta fecha, ya dejo de ser vivo. Hoy las chivas lo buscan por las rutas diversas y detrás de sus huellas permanecen dispersas sin saber que en las brasas lo pusieron a asar; cuando comprendan todo, sentirán la tristeza de la ausencia del macho que vivió en la dehesa aumentando la prole del cabruno berrear…

Aristas del Alma 129


Retorno

(¡Oh, copa de cristal y mi aguardiente!) Después de algunos meses de abstinencia copa de cristal con mi aguardiente, vuelvo a tenerte entre mi puño ardiente para libar tu anís de grata esencia. Que debo manejarte con prudencia me aconsejó el galeno inteligente, y yo que en esta vida soy consciente quiero ponerle bolas a la ciencia. En ti copita la bohemia brilla y tu esencia en la mente maravilla, porque haces que surja la chispeante idea; lejos de amigos y de ti me siento abatido, inlocuaz y descontento cual Don Quijote sin su Dulcinea.

130 José Julio Roldán


Pueblerinas Sesión en el cabildo pueblerino para nombrar el juez municipal al hijo del cacique, pues ya vino del colegio con porte doctoral. Después de la elección –gran desatinomejor sueldo propone un concejal, y el presidente dijo: así lo opino, y preguntó con voz dictatorial: -¿Aprueban todos este beneficio propuesto por mi compadre Patricio?y se oyeron los golpes en la mesa. Después, un gran sancocho de gallina, baile, copas, y palo en la cocina, donde al juez le rompieron la cabeza.

Aristas del Alma 131


Las gallineras Espantoso alboroto todo el día forman en el andén las gallineras, y cual la zorra, audaces y ligeras roban al vendedor en plena vía. Y se ponen de ruana al policía que interviene en las agrias pellejeras, porque son leguleyas y altaneras como buen personal de galería. En el “ Estanco Valle” y “El Tintero”, a veces con apuesto caballero que les da baratijas por contado, las he visto charlar alegremente al calor de las copas de aguardiente, y los brazos con él entrelazados.

132 José Julio Roldán


Rapto No debió ser para el “poeta” gozo que acusado de rapto de un colino, fuera por varias horas inquilino de un estrecho y oscuro calabozo. Mortificante, harto y azaroso, debe ser en el momento en que el destino, de la cárcel nos muestre su camino después de un acto así, tan delicioso. Dicen que responsable… Él, que inocente; ha sido el plato de maligna gente después de haber pescado en “pazo frío”; y así anda muy ufano por la calle -aquí precisamente está en el detalleEs por que supo deshacer el lío.

Aristas del Alma 133


Dos bohemios Los pálidos bohemios por la noche se van al cabaret, toman cerveza, y de amor y placer hacen derroche ante la hembra fácil que embelesa. La orquesta vibra y el placer avanza y se chocan los vasos y las bocas, mientras bailan borrachos una danza oprimiendo los senos de las locas. Se ven los rayos del albor naciente, canta el titiribí por que amanece y a misa de las cuatro va la gente, mientras los dos bohemios, en la orgía, se olvidan del guayabo que enloquece a todo borrachín al otro día.

134 José Julio Roldán


Culpabilidad ¡Una maldita cáscara! Varela, que a pisadas esquivo, siempre ha sido; en ella resbaló y se vio, cuando dicen que por mirar una chicuela… Y Benjamín Arango, la panela en sonetos de humor se le ha comido, y no pocas cervezas se ha bebido al rayarle sardónico su espuela. Qué culpable la coscona madura del hecho lamentable de fractura del profesor y amigo de alta estima? Pues yo diría que no, muy de carrera; fue culpable su grande berruguera, pues siempre quiere mantenerse encima…

Aristas del Alma 135


Estampa Patético motivo en el zarzal; filosóficamente, un burro blanco, viejo, triste, somnoliento y manco, vi en el andén del almacén central. Y después observé que el animal con paso lento dirigiose al banco, luego enrumbó a la puerta del estanco, y de allí a la Alcaldía Municipal. Después del diez de mayo, un gran letrero “Rojas Pinilla” dice, sobre el cuero del burro “desarmado” y sin “poder”; y el popular burrito zarzaleño anda libre en las calles - y sin dueño¡Qué tal si Sancho lo llegase a ver!

136 José Julio Roldán


La escoba Barre la escoba toda la basura en la choza modesta y el palacio, como barre el Estado espacio a todo aquel que en nómina figura. Al extraer el polvo en la hendidura, oro y diamantes, piedras de topacio encuentra a veces al barrer despacio, la servidumbre de conciencia dura… Con el palo de escoba bien golpea la mujer al marido en la pelea, cuando llega “calumbo” y sin dinero, bastante tarde a la perdida casa, donde vive la suegra y se le pasa prendiendo siempre el infernal chispero.

Aristas del Alma 137


Tentación Frente a la joven lunareja y fina, digna de los artísticos pinceles, pienso que son dos uvas moscateles los senos de su efigie venusina. Y una tentación que no es divina - como dicen en mística los fielesse cruza por mi espíritu a tropeles, mi carne hiere y mi deseo fulmina. Y ella, que comprende que en sus senos clavo mis ojos de inquietudes llenos, hace bomba en la blusa y los rescata; pero ellos, palomitas que aletean, tiemblan en los encajes que bordean la fina tela que el pezón dilata.

138 José Julio Roldán


Decepción Te vi pasar tan bella y tan garbosa, tan ondulante como serpentina y vestida de roja muselina taconeando elegante la baldosa. Te fingí cual bermeja mariposa adornando la huerta campesina, y en tu escultura delicada y fina había el donaire de la griega diosa. Me miraste al pasar, tan sonreída que creí que en el alma y en la vida un granito de amor me habías sembrado; mas todo fue ilusión, quimera vana, porque al siguiente día, por la mañana, leí en un diario que te habías casado.

Aristas del Alma 139


Díptico I Tendido sobre el lecho, con un dolor agudo en un dedo del pie izquierdo infecto de gangrena, con el alma tranquila, resignada y serena, yo tuve la esperanza como flamante escudo. Esperé que el alivio de mi sufrir tan rudo la ciencia deparara suavizando mi pena, y con fe allá en el Cristo de estirpe nazarena tuve siempre el espíritu de un letargo mudo. En la clínica inmensa de Seguros Sociales me vieron los galenos con ojos fraternales, me infundieron confianza con científicas dosis; al salón me llevaron de la alta cirugía donde el medico Trejos a plena luz del día operó entre mis venas por arterioesclerosis.

140 José Julio Roldán


II Hoy me siento tranquilo y ya restablecido, hay calor en los músculos y la sangre circula, mis labios ya sonríen y la mente calcula y el corazón lo tengo del bien agradecido. Quisiera no acordarme de tanto que he sufrido, pero la mente siempre por el dolor deambula como rapaz del monte que persistente ulula y queja atormentada que viaja en el sonido. Mientras tienda mis velas a la azul lejanía quieran todos los dioses no vuelva a cirugía pues mis nervios se crispan y el terror me domina; si voy a la deriva del tiempo en sus punteros, que caiga suavemente del lecho en sus largueros para abono a semilla que en la tierra germina.

Aristas del Alma 141


Amputación Una gangrena aguda y lacerante el dedo se llevó con sus complejos, pues el gran cirujano Flavio Trejos lo cortó de raíz en un instante. Era el grande de un pie, buen caminante por los senderos nuevos y los viejos, hoy de mi izquierda extremidad ya lejos el anular se me torna vacilante. Falange de mi planta peregrina, en tu vacío mi vista determina la falta del no ser de tu extensión; no olvidaré jamás al cirujano que puso en tí su habilidad de mano cumpliendo su misión ante la ciencia.

142 José Julio Roldán


El médico Ausculta el organismo, piensa y siente, después formula u obra, se diría que ya aplicó su gran sabiduría y humanamente salvó esta paciente. Se retira del lecho; brevemente explica su actuación. La droguería exhibe en su fastuosa estantería los remedios precisos. De repente, el familiar amigo compungido con fórmula en el precio tan subido exclama sin quererlo: - Que se muera! Y médico y enfermo hacia la tumba esta vida tan cara los derrumba, sin que el gran Jesucristo así lo quiera.

Aristas del Alma 143


Madera Vienes desde las selvas derruidas surcando el agua de los grandes ríos, de las fuentes que vieran los plantíos y las frondas de ayer reverdecidas. Están en las viviendas construidas en las ciudades y los caseríos en cercas, apropiándose baldíos, con el alambre de las asesorías. Con un gesto de orgullo millonario eres en los salones mobiliarios que en lujo el ebanista te convierte; hoy solo sé decir en tu laúd que tienes concreciones de ataúd ante las dimensiones de la muerte.

144 José Julio Roldán


Poemas elegĂ­acos

Aristas del Alma 145



Silencio

A Antonio María Valencia Ha enmudecido el piano. Y está de luto el Arte, el genio de la música se acaba de extinguir; como un barco que marcha y hacia otros puertos parte, Valencia, -el gran maestro- acaba de morir. Oh, Genio; Oh, Vida; Oh, Muerte! Despertaste? Quién se atreve tus silencios recónditos sentir? Maestro: amaste siempre, y siempre para amarte las teclas de tu piano, siempre habrán de vivir. Océanos de fama. Oh, mares de grandeza! Almas donde se agita la suprema tristeza de haber sido y no ser; y si se sigue siendo, decirle al gran olvido, que toque sus campanas en las tardes ardientes, y en todas las mañanas, cuando el mundo se hunde; nos vamos hundiendo!

Aristas del Alma 147


Harold Te pareciste a mí, porque tenías una gran sencillez para la cosas; sangre agitada en venas ardorosas y la visión de claras lejanías… Te pareciste a mí, porque sentías la vibración de cuerdas armoniosas, pulsadas por las manos de las diosas en el concierto de las elegías… Te pareciste a mí. En el alma entera la diste a la ilusión y a la quimera que lograron la vida arrebatarte; Te pareciste a mí. ¡Buen hijo mío! En el supremo de la cruz confío, que hubo el perdón en Él para abrazarte.

148 José Julio Roldán


Ilián El augusto silencio donde moras en plena juventud, a flor de tierra, tiene el enigma que la muerte encierra, y la inefable paz de eternas horas. Nada del mundo y su miseria imploras, y en esta vida incierta, que se aferra a la carne fatídica que yerra, ya no sonríes, ni tampoco lloras… El alma, de la greda se ha evadido hacia el arcano en viaje indefinido horadando las sombras y la luz… Por tu vida sin vida “llama al viento”, arde el recuerdo en hondo sentimiento, y sube la plegaria hasta la cruz.

Aristas del Alma 149


Elegía del recuerdo Ante el busto de Ricardo Nieto Hay una queja en el rumor del viento que viene estremeciendo las palmeras que tu cantaste, con tan puro acento y el más hondo y sublime sentimiento en tus estrofas imperecederas. Opresa queja es la angustia del paisaje de tu tierra nativa y prodigiosa, que llora siempre por tu eterno viaje, y que al tenerte a tí, fue más gloriosa. Es el lamento de tu pueblo doble que en este pueblo noble que en este busto inerte encuentra vida, como la orquídea en el vencido roble en medio del boscaje florecida. Conservan tus estrofas melodiosas el rútilo fulgor de las auroras, la fragancia de nardos y de rosas y cándidas violetas soñadoras. El rumor de las fuentes y las frondas, el brillar de la luna y las estrellas, del Cauca turbias y dormidas ondas 150 José Julio Roldán


y el idílico amor de las doncellas, las hojas secas con que juega el viento, y la amargura de caballos viejos en un peregrinar de sufrimiento; parábolas de amor y fe sincera, la emoción de la patria y de su historia, el tañir de trompetas de victoria y el glorioso ondular de la bandera por cimas y llanuras de combate; el fuerte trepidar de los cañones, y el humo allá sobre la tierra densa que te hiciera exclamar sublimemente: “el corazón de Girardot no late, y solo un hombre entre la sombra piensa”. De mariposas aleteo radiante, un concierto de yedras y de zarzas, y en el espacio azul y deslumbrante, solemne y uniforme a lo distante el silencioso vuelo de garzas. Caminos pesarosos y ventanas que escucharon palabras amorosas y hasta vieron besar bocas lozanas, que escucharon también en serenata el vibrar de guitarras armoniosas, bajo la luna con fulgor de plata. Mueves tus versos como lo hace el viento, los guásimos, los sauces, los guaduales, Aristas del Alma 151


el písamo escarlata y corpulento y la espiga dorada en los maizales. Los naranjos en flor, los limoneros, el chiminango, el gualanday sombrío, los frondosos y rojos carboneros, y toda la hermosura del plantío… Eternizan tus versos la belleza de la tierra caucana, que es embrujo de nuestra tropical naturaleza! Son orquesta sonora y delicada de alondras en los ramajes florecidos, que brotaron de tu alma noble y buena con alegrías o con honda pena por todos los caminos recorridos. Todo pueblo con fervor te admira, poeta de las dulces melodías; y el mirífico cielo de Palmira cubre tus glorias como en otros días. Guarda tu cuna con amor materno la ciudad a quien diste tus laureles, tu musa de los liricos pinceles y ese tu corazón sublime y tierno, con la dulzura de tus ricas mieles. ¡Oh, ruiseñor del Valle de María!

152 José Julio Roldán


Semblanza

A don Fedicio Navarrete Toro

I Patriarca por el tiempo, el alma y la vida; austero ser paciente, luchador puritano de corazón magnánimo y de límpida mano a los grandes y humildes, siempre hidalga tendida. Gallardo caballero. Llamarada prendida en el leño de Cristo. ¡Oh, noble ser humano! que tienes las virtudes de excelso ciudadano sin sufrir las congojas de la sangre vencida. Gladiador en las cumbres que la gloria eterniza, apóstol de la idea que la fe diviniza y ejemplo de bondades que tu vida sembró. Tú para el bien existes y de recuerdos vives, Quijote colombiano que con orgullo exhibes, la castellana lanza que te glorificó.

Aristas del Alma 153


II Hidalgo caballero cual de inmortal lectura, de la honradez sublime, de diáfana conciencia, hombre que llevas siempre como la flor la esencia, y entre tus manos prodigas la fruta ya madura. Maestro de modestias -de patricia figuraenamorado eterno del arte y de la ciencia, como en cristal sublime de limpia transparencia conservas en el alma motivos de cultura. Gran hijo de Colombia, sencillo y olvidado, en esta tierra noble subiste encorvado sobre los surcos ávidos de paz y de bonanza… Que los dioses protejan tu vida meritoria, y después… Te acompañen en el viaje a la gloria, donde brillan los astros de la eterna esperanza.

154 José Julio Roldán


Oblación A Carlos Villafañe Lírida de la estrofa fulgurante, del risueño hermano enternecido, te admiro “En la ventana del olvido”, honda querella de tu amor distante. Melancólico siempre y delirante, en “Vía Dolorosa” enternecido, y por Apolo tu cerebro ungido, tranquilo cabalgando en Rocinante! Es tu verso expresión de la belleza, diáfana luz de la naturaleza, y del alma la eterna sinfonía. ¡Oh, poeta de todos los sonidos!, tus cantos son luceros suspendidos sobre la dulce paz de la alquería.

Aristas del Alma 155


La muerte en bicicleta El popular plomero “Dobladillo” que amaba a Cali su ciudad nativa, llevando su bohemia siempre iba con su nombre pilar: Gabriel Castillo. Hombre trabajador, bueno, sencillo, cordial y con el alma sensitiva, manejaba su esquife a la deriva, con tuercas, y con llaves y martillo…! Regulador irregular del tránsito, en la once con trece vino el ámbito a tragarse su vida luchadora; llegó el destino y terminó su meta, con la muerte, que vino en bicicleta cuando ante el sol se le llegó la hora…!

156 José Julio Roldán


Rosario Como un ibis enfermo, su blancura sobre el lecho nupcial era impecable; pensaba en el azul… Sin amargura, con el hondo pensar de lo inefable! Y se quedó dormida… Allá en la altura brillaban las estrellas. Lo insondable del abismo profundo, trasfigura en eterno dolor lo irremediable por todos los caminos encuentro su recuerdo, en un abismo ilimite me pierdo buscando en vano las miradas de ella; imagino, que allá en el camposanto; en la celda de duro calicanto; irradia luz como si fuera estrella!

Aristas del Alma 157



Poemas filosรณficos

Aristas del Alma 159



El corazón Vibra al impulso de los manantiales de la sangre que surca por las venas, humano cofre de alegrías y penas y reloj de tic-tacs sentimentales. Sus latidos que son emocionales en horas angustiadas o serenas, el ritmo tiene de las cuerdas, plenas de las ensoñaciones musicales. Corazón y cerebro, siempre juntos cosen la herida con sutiles puntos de esta vida fugaz que los encierra; y cuando llega el día de la gira irremediable, el corazón expira y ya inmortal retorna hacia la tierra.

Aristas del Alma 161


Alma y paisaje La tarde roja de arreboles muere, y la lloran los bosques y los mares; hay tristeza por todos los lugares, y en los nidos rumor de miserere. Su belleza triunfal la noche hiere, y surgen titilantes luminares en el dombo lejano. Ascuas solares de nuevo amanecer, el hombre espere. La tarde, de arreboles encendida, se apaga diariamente cual la vida, pero vuelve a surgir allå en la aurora. No se fuga del mundo eternamente‌, conserva su grandeza en el poniente, y del paisaje es alma arrobadora.

162 JosĂŠ Julio RoldĂĄn


Vaivén Hoy tiene el mar, en diáfana mañana un verde – azul que el oleaje mueve, y sopla por la playa viento leve que la frescura por doquier desgrana. Un barco llega de región lejana cual un titán que a desafiar se atreve la acuátil furia que en los mares llueve sobre toda flotante caravana. Otros barcos se van de la bahía en este bello esplendoroso día sin que mi anhelo entre cascos parta; firme, desde la playa, admiro a solas este mar verde – azul de inquietas olas que es mágica belleza en Santa Marta.

Aristas del Alma 163


Gota de cristal Vengo de las fúlgidas colinas de las brisas y la luz y de las rosas con un puñado azul de mariposas y un escolta ideal de golondrinas. Arden en mis labios ósculos de ondinas que de ilusión en fuentes majestuosas, estamparon sus formas voluptuosas sobre el temblor sensual de mis retinas. ¡Mi corazón de luz, es un arcano!, una patria de música en mi mano riela como una lumbre en el vacío… Voy a tu fuente de Hipocrene inquieta, como una gota de cristal, poeta, que en pulso leve se transforma en río…!

164 José Julio Roldán


Honda pena La tristeza se sale de las pupilas desde el fondo del alma atormentada, y es angustia que está cristalizada en lágrimas perennes e intranquilas. Las pestañas la cubren con sus filas bajo las cejas de la forma arqueada, y sigue la tristeza dibujada en las ojeras de matices lilas. La pena es honda, cual puñal hiriente en todo corazón, cuando este siente el dolor con su trágica grandeza! se estremecen las fuentes de la vida cuando sale del alma conmovida, a las pupilas nuestra gran tristeza.

Aristas del Alma 165


Agonía de luz Tarde para llorar. El sol se hundía tras la colina, en el momento mismo en que ella sus miradas al abismo clavó serenamente. Fue la agonía de la luz sideral que antes ardía en mi noche interior. Hondo mutismo de la tarde doliente, y espejismo de las horas de ayer, que el alma mía en celda de dolor tenéis opresa, sin ver la luz de las miradas de ella, ni la sonrisa de sus labios fresa. Tarde para llorar, cuando se hundía el sol tras la colina, y una estrella sobre la comba azul aparecía…!

166 José Julio Roldán


Trashumancia Ideas en el cerebro y amargura en el alma romántica y vibrante, son tu equipaje, noble trashumante, sondeador del abismo y de la altura. Traza tu lápiz la caricatura donde el alma se asoma impresionante, y es tu bohemia, alegre y delirante, como una luz entre la noche oscura. Sin plata en el bolsillo, pero llenas de humor y sangre artística tus venas, cruzas la vida como el caballero de la triste figura, y es tu lanza, el lápiz que envidiara Sancho Panza, el muy fiel y gastrónomo escudero.

Aristas del Alma 167


Viajando Voy hallando a lo largo del camino pedazos de recuerdo. Sufro y lloro en un grave silencio. Yo le imploro piedad por ella al hacedor Divino. Sufrir, llorar y padecer. Destino amargo el de mi viaje. Solo ahora, por donde fui con ella tras la aurora de un sueño de amor, que yo imagino, un paraíso de ilusión donde ella irradiaba sublime, cual la estrella, y donde era su voz un ritmo suave, que hoy llega a mí como si fuera nota de frágil cuerda en los silencios rota que al estallar se queja como un ave.

168 José Julio Roldán


Languidecer Van pasando los días, van pasando las horas, y su recuerdo santo se dilata en mi ser; aún oigo sus voces afables y sonoras, siendo la delicada de sus besos de ayer. Y tú, pobre alma mía!, cómo sufres y lloras sobre el ensueño en ruinas. Cómo sientes arder las llamas del recuerdo, cuando en silencio añoras la ternura inefable de tan bella mujer. Mas hoy todo es sombrío… Mi vida avanza sola y va desvaneciéndose como espuma en la ola y se va marchitando como una flor enferma, al pensar que en la urna que guarda sus despojos, los gusanos hambrientos destrozaron sus ojos, y que es mi vida un árbol sobre una tierra yerma…!

Aristas del Alma 169


Solo una voz Lo mejor de la vida, ya lo tengo vivido; la infancia candorosa, la juventud vibrante, y voy hacia el ocaso, como el sol fulgurante, tras la estrella que tiembla bajo el dombo dormido. En un hondo silencio me encuentro adormecido esperando la muerte, del tiempo en un instante, y sueño en el supremo de la vida distante, y canto como canta la alondra entre su nido. Lo mejor de la vida, ya lo tengo entregado, yo soy un peregrino que camina cansado con nostalgias de infancia y juventud ya ida; desfiles de recuerdos están en mi cabeza, sólo una voz me llama, la voz de la tristeza que fue mi compañera de luchas en la vida!

170 José Julio Roldán


Luz difusa Después del alma toda, prendida al universo soy una luz opaca girando en el espacio, siempre le exijo al viento que me lleve despacio, porque busco a la brisa que se perdió en el cierzo. Trashumo ha mucho tiempo los senderos del verso sin encontrar de Apolo su más regio palacio, pero en la copa toda de mi bohemia vacío la esencia de mi vida, porque con Dios converso. Bulle en todas mis venas la sangre campesina que canta sobre el surco donde la espiga germina yo soy la voz venida de la ciudad, al monte; y soy la cuerda rota del bandolín sonoro, la cuenta de un rosario con filigranas de oro, y una luz difusa que tiene el horizonte...!

Aristas del Alma 171


Evocación El recuerdo fatal yo no sé a donde me llevará mañana. No, el olvido no puede helar mi corazón herido que en urna de pesar tu amor esconde. Ya tu voz musical nada responde, todo es silencio y sombra. Si perdido quedó en la muerte nuestro amor, hoy pido que sólo a mí la pesadumbre ahonde sus raíces, y que el dolor calcine en mis venas la sangre, y que termine esta vida fugaz y atormentada. El recuerdo fatal me tiene triste, desde que sé que para mí no existe de tu pupila la nupcial mirada.

172 José Julio Roldán


Abismo Amo la soledad, el aislamiento, cuando siento en mi ser la pesadumbre; la angustia en melancólica quejumbre cuando sangra dolor mi sentimiento… Amo el silencio, allá en las soledades, la densa sombra de mi propia lumbre, y amo a la sima, donde veo la cumbre pequeña ante la luz del firmamento … Amo el silencio, allá en la soledades y en lo profundo de las oquedades, y en donde el eco es cifra de la voz… Amando el aislamiento de las cosas, en sueño divinal cojo las rosas que de esta soledad le llevo a Dios.

Aristas del Alma 173


Agonía Muere mi corazón, muy triste y lento, cansado de llevar tanta tortura, y en el fuego de amor que le depura arde la llama azul del sentimiento. Mueren mi corazón y el pensamiento, -hermanos en la lírica amargura con ansia de silencios en la altura y sin sentir ningún remordimiento. Por una honda y dolorosa herida vi penetrar el gozo de la vida, después fugarse silenciosamente… Muere mi corazón entre la bruma, comprendiendo el lenguaje de la espuma que limpia se deshace con la corriente.

174 José Julio Roldán


Autoretrato Ayer fui un colegial en Roldanillo, la tierra de Tic-Tac, de Villafañe, donde su flauta con dolor el tañe, como pastor, en el redil sencillo. El hombre verso en majestuoso brillo de la lengua castellana, a quien atañe saber que nadie la cultura dañe. ¡Poeta del sonoro caramillo! Un colegial ayer, y soy ahora un recodo espiritual en donde mora la intensidad de “Vía Dolorosa”; soy lirica figura trashumante, que en Carlos Villafañe ve un diamante, y el alma de un jazmín entre la rosa!

Aristas del Alma 175


Brisas del olvido Recoge el caracol, todo el sonido que guarda el agua cuando pasa el viento, y recoge también el pensamiento todo recuerdo del ayer perdido… Recoge amor el ave entre su nido, recoge el corazón el sentimiento en un hondo y profundo sufrimiento, cuando flotan las brisas del olvido… Y recoge la muerte a toda vida, sin que ninguna quede suspendida en la balanza de las extinciones; almas y gredas, que la sangre vierte, vamos por los caminos de la muerte, a través de ignoradas dimensiones…

176 José Julio Roldán


Tesoros del agua En el fondo del charco cristalino retoza el cardumen de peces de fulgentes escamas, y al paso del viento que sacude las ramas, van cayendo las hojas sobre el agua lustrosa. En profundo silencio por la orilla fangosa, tapizada de alfombras verde – oscuras de lamas, hacia el borde del charco pisoteando las gramas, el pescador avanza con su red prodigiosa. En las linfas despliega la certera atarraya, y despuÊs en la arena que embellece la playa, muestran los bocachicos sus aletas doradas; el espejo del charco lo han movido las ondas, vuelan los pajarillos en medio de las frondas, y brincan las sardinas en las aguas rizadas.

Aristas del Alma 177


Virtud Era un botón de rosa que se abría entre las verdes hojas escondido; por su rojo fragante y encendido una boca de virgen parecía. Tras uno y otro amanecer crecía, y el aire por su aroma trascendido acariciaba en diminuto nido un colibrí que en el jardín vivía; el pajarillo en armonioso vuelo quiso tocarla, pero vio en el suelo la leve flor de su pensil caída; esquiva a la medida, con su belleza entregole a la tierra su pureza que era el motivo de vivir la vida.

178 José Julio Roldán


Hermano viento Eres, hermano viento, en la mañana del bronco mar la queja dolorida, suspiro leve de selva lejana o canto triste que canta a la vida. Como lamento de ánima afligida vas pasando por la plácida sabana, y dejas a tu paso, diluida, la lúgubre canción de una campana. Noble cantor de la naturaleza, vas recogiendo toda la tristeza en coplas dulces. De ti el amor va en pos. Eres ritmo, música, trueno y canto, que se torna luz o se vuelve canto. ¡Sí, en ti va el sublime espíritu de Dios!

Aristas del Alma 179


Síntesis De mi humilde cuna levanteme un día, forjé mis sueños a mi antojo y modo, y dignamente conquisteme todo dentro del medio en que mi ser vivía. Mujeres, y licor, y sinfonía, bohemio cual Verlaine, nunca beodo, y en paz del agua pura, no del lodo que el mundo tiene en su fangosa vía; caballero en Pegaso de gran brío, he sentido el calor y todo el frío de esta vida fugaz y atormentada; y conservo en el alma la esperanza, del hombre superior que siempre alcanza a no pedirle a la miseria, nada!

180 José Julio Roldán


Visión trágica Por la polvosa carretera iba veloz el automóvil que llevaba la juvenil pareja que se amaba con toda el alma y la pasión más viva. Abismo en derredor, sombras arriba y en una curva del camino estaba acechante la muerte, que esperaba troncharles la existencia sensitiva.

Un golpe seco se escuchó en la noche, un ¡ay! desgarrador dentro del coche, y después el silencio en el camino…! Vida y amor se fueron al abismo, y a veces pienso si sería yo mismo dentro del automóvil del destino.

Aristas del Alma 181


Viviendo estoy A la luz de un fósforo, que el tiempo nunca apaga, despierto en el silencio de la noche dormida; es Dios, que está conmigo como autor de la vida, y a mi conciencia siempre, con su justicia indaga. Una luz, en las sombras, a todo instante vaga, y a través del recuerdo, yo la miro perdida, y después reaparece, tras la fe, convertida en la santa paciencia del dolor en la llaga. Si nos ladra y nos muerde como un perro la suerte, amemos más la vida, que sostiene la muerte; esa que siempre ansía destruirnos con fuego. Sin ser la luz del fósforo que el soneto fragua, amamos en la vida la clara voz del agua, que por toda tierra, se nos convierte en riesgo.

182 José Julio Roldán


Ráfagas Amar así no más… Ligeramente, volar, volar cual pájaro sin nido que entre las verdes hojas divertido vive la vida subrepticiamente. Huir del mar apasionadamente; todo recuerdo de un amor fingido, arrojarlo a la hoguera del olvido y ser ante el desaire indiferente. Ir por todas las rutas de la espera, entre la realidad y la quimera evitando en el alma toda herida; y en este viaje de incontables pasos, quedar al fin en los ardientes brazos de una rara mujer desconocida…

Aristas del Alma 183


Plenitud He bebido en tus labios con sed implacable el agua codiciada de tus besos ardientes, y he sentido en las venas, que son cauces hirvientes, vibrar toda mi sangre con una ansia inefable. Certera flecha de Eros – recuerdo perdurable – hirió nuestras dos almas, ebrias ya de repente; juntamos nuestras bocas, juntamos nuestras frentes, y en un caudal tornose nuestro ensueño inagotable. Las flautas euterpianas tendrán siempre tañidos que escucharemos juntos, y estarán escondidos los luceros del alba de nuestro amor triunfante. Cantemos a la vida que quiso depararnos el bien de comprendernos, la delicia de amarnos y seguir mirando nuestro deseo distante.

184 José Julio Roldán


Deseo inefable ¡Oh, deseo inefable de sentirme en el lecho por los brazos sin carne de la muerte ceñido! ¡Oh, vida atormentada la vida del olvido de este óvalo sangrante que palpita en el pecho! ¿Por qué hostil la tristeza permanece en acecho, si ya mis ilusiones son aves que se han ido? ¿Si ya no hay esperanzas, y está mi bien perdido, y en un vaso sangriento mi corazón deshecho? ¡Oh, deseo inefable de sentir la caricia de los brazos sin carne de la muerte propicia y escrutar los abismos donde todo se pierde! Sentir el fuego áureo de las constelaciones, y desde las alturas, mirar los corazones como flores de sangre sobre la pampa verde!

Aristas del Alma 185


Tiempo y distancia Pisando estoy los últimos peldaños que forman la escalera de mi vida; voy a la inmensidad desconocida huyendo de la tierra y sus engaños…! Mas a la greda que por largos años pisara con mi planta estremecida para que en ella pasten los rebaños…! Alma, allá en los confines de los dioses, eco será mi voz entre las voces de la gran armonía universal! Terrón con flor sobre la tierra dura, me recorrí las simas y la altura, cual abeja que zumba en el panal!

186 José Julio Roldán




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