Carlos-Enrique Ruiz
La redondez del alba
Ediciones Revista ALEPH Manizales, Colombia, 2011
ISBN: 978-958-44-9352-91 © Carlos-Enrique Ruiz, 2011 Ediciones Revista ALEPH, ISSN 0120-0216 http://www.revistaaleph.com.co Carrera 17 No.71-87, Manizales, Colombia, Sudamérica Primera edición: octubre de 2011 Número 9 de la serie “Ediciones Revista Aleph” Diagramación: Andrea Betancourt G. Carátula: “La piel de la espera” (fotografía de C.E.R., México 2008) Impresión: Editorial Andina - Manizales, Colombia
Ruiz, Carlos-Enrique, 1943La redondez del alba / Carlos-Enrique Ruiz ; Proemio: Carlos Vidales ; Presentación: Juan Gustavo Cobo-Borda. -- Manizales : Ediciones Revista Aleph, 2011. 220 p. ; 20 cm. 1. Poesía colombiana 2. Poetas Colombianos I. Vidales, Carlos, 1939- II. Cobo-Borda, Juan Gustavo, 1948- III. Tít. Co861.6 cd 21 ed. A1314829 CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango
para: Livia
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Proemio
Disquisiciones ingenuas sobre la redondez del alba Carlos Vidales En nuestra lengua castellana difieren las palabras “alba” y “alma” solamente en una letra. Esto es conveniente si decidimos creer a Parménides de Elea, quien sostuvo que tanto el alma como el alba están hechas de la misma sustancia: fuego. Acaso el alba sea el alma temblorosa del universo, eternamente vibrante al borde de las transformaciones, pariendo el nuevo día desde el espléndido vientre de la noche; y acaso el alma sea el alba ígnea de nuestro universo interior, que teje historias imposibles durante los sueños nocturnos y se enciende, majestuosa y sencilla al mismo tiempo, en el proceso del retorno a la vigilia, en las horas precursoras del amanecer. En algún lugar de nuestro irresponsable inconsciente sabemos que es cierto lo que dijo Whitman: Tremenda y deslumbrante me mataría la aurora si yo no tuviera, ahora y siempre, otra aurora dentro de mí. Ni la ciencia ni la filosofía pueden expresar esta realidad sin ayuda de la poesía. Dijeron los antiguos que Parménides era mal poeta porque subordinaba el arte a la filosofía y dijeron, al mismo tiempo, que era mal filósofo porque perdía el rigor de la razón en los laberintos de la metáfora poética. Hoy sabemos que en cada verdad científica hay mil poemas y que en cada poema yace, en espera de sus descubridores, una formulación filosófica y una con7
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cepción del mundo. La filosofía y la poesía son hermanas siamesas, unidas por la cabeza, el cerebro y el ombligo, y todo intento de separarlas conduce a la muerte de la una, de la otra, o de ambas. El lector tiene derecho a pensar que esto que digo, más que disquisiciones, son desquicios. Con gusto le concedo este derecho, probablemente el único que le queda en este mundo sin derechos. Lea, pues, estas deshilachadas reflexiones mías y diviértase a mi costa, pero no olvide que mi intención, ingenua y sincera, es la de compartir mi asombro y mi placer ante la lectura “reiterada y reincidente” de este poemario titulado “La redondez del alba”. Carlos-Enrique Ruiz es ya veterano en estas cosas de la invención poética. Lo que he leído de él (“El clamor de la clepsidra”, escrito en 2009, publicado en 2010) es mucho menos de lo que ha escrito y de lo que incansablemente escribe en su revista “Aleph”. Recorrí los poemas de ese libro con una cierta inquietud, porque la palabra “clamor” en el título parecía anunciar algo de esa retórica grandilocuente que hace tan odiosa y ridícula a buena parte de la poesía colombiana. Pero estaba equivocado: tuve la bella sorpresa de encontrar un flujo sereno de metáforas que invitaban a la reflexión y estimulaban la inteligencia “como el rumor de un silencio sagrado”, al decir de Gabriel Restrepo. En ese libro está expresado el asombro ante el misterio del tiempo, la inquietud de lo perecedero, lo que calladamente clama la clepsidra, grano a grano o gota a gota, en el minúsculo frasco de la minúscula existencia humana. Nada hay más grandioso que la sincera sencillez. Por eso he leído con redoblado interés y renovado asombro “La redondez del alba”. Que el alba es completamente redonda es para mí un asunto de dogma porque “otra vez 8
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Parménides” he leído que la aurora es “fulgor de la noche en torno de la tierra, errante luz ajena” y que el alba, como la madre diosa del universo es “perfecta como un esfera de bella redondez”. Pero lo que aprendo en este poemario de Carlos-Enrique Ruiz es que en la aurora se encierran los misterios de la luz, las sombras, la soledad, el olvido y el recuerdo, los sueños, el ensueño y el silencio. Escojo estas categorías, entre muchas otras, porque ellas están reiteradamente presentes. Iba a decir “entretejidas en el texto” pero ello sería redundante porque texto significa, literalmente, “tejido”. Diré que son parte orgánica de un texto polisémico, multidimensional y multifacético, poblado de insinuaciones y de sugerencias, lo que incita a sucesivas lecturas y exploraciones. Si vamos a jugar a las estadísticas (juego poético como ninguno, como ya fue demostrado por el poeta-estadígrafo Luis Vidales), descubriremos que el silencio es evocado sesenta veces en este poemario y que forma parte del título de siete poemas. El silencio reconstruye, enmienda, alumbra, comparece en la memoria, acoge las nieblas, persiste y lo hace a pesar de que “las cosas no tienen silencio”. Es tema recurrente, central y persistente en este tejido de metáforas. Ocho poemas se ocupan del sueño y los ensueños y hay treinta y tres menciones metafóricas sobre sueño(s) y tres sobre el ensueño. Más allá de las cifras escuetas (y algo suenantimbrescas) la fuerza, la energía onírica del poemario es indudable. La luz es evocada treinta veces, las tinieblas cinco y la sombra diecinueve, pero ha de tenerse presente que los contrarios se afirman y se generan recíprocamente. La luz nace de las sombras, las sombras emergen de la luz, del 9
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mismo modo que el olvido (diecinueve veces) se esculpe de reminiscencias, es un modo de existir de la memoria, es una forma del recuerdo y, a veces en relación viva con él, a veces en compañía de otros fenómenos, la soledad emerge en dieciocho imágenes. Ninguno de los conceptos mencionados puede registrarse “como una isla”. Todos ellos, como bichos sociales que son, viven en la sociedad del texto, del tejido, interactúan y producen una dinámica estructura poética. Como decía Luis Vidales: “las estadísticas son muy útiles, siempre que las interprete un poeta”. Dice Carlos-Enrique Ruiz: “la luz recoge el sonido de la vida”. Y, como al pasar, relata que “piedras del camino indagan por la vida”. Acaso no han pensado que La vida está en lo que existe por el mismo hecho de ser en la naturaleza Vida en los caminos asediada de cuestiones con respuesta sin darse pero el poeta sabe que “la naturaleza de las cosas trasciende sabores y deseos”; sabe que los mares se deleitan, que el tiempo juega, que el sol oculta fuegos y encandila paisajes, que no hay mundo inanimado y que cada objeto y cada fenómeno del universo tiene su propio pulso y su propia identidad viva y vibrante en el eterno juego de las transformaciones. Pero las transformaciones son la realización del devenir y la materialización de lo transitorio. Cuando el poeta relata que “vidas se aglomeran para celebrar con cantos el advenimiento de la nueva era”, nos dice que una nueva era 10
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está naciendo. Aquí y allá, a lo largo del texto, nos propone una filosofía del estar, del devenir, de lo cambiante, no una filosofía del ser. Todo esto parecerá un poco complicado a quien lea mis disquisiciones. Nada de eso. El único misterio en todo este hermoso asunto consiste en que Carlos-Enrique Ruiz ha logrado, con pulso admirable, dibujar conceptos complejos con trazos sencillos, de una sencillez que nos cautiva y aprisiona en la fascinación de la lectura. Estocolmo, 25 de agosto de 2011
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Presentación
Una poesía entre la nostalgia medieval y las ruinas contemporáneas Juan Gustavo Cobo-Borda Muchos peregrinos y muchos caminantes cruzan estas páginas donde la sentencia y el aforismo no son menos pertinentes que la pintura del paisaje o el canto a la vez melódico y reflexivo: En lo intempestivo de la noche suena la alarma en los cuchicheos de las estrellas. Pero lo que prima es una remota sensación de mundo medieval disgregado que encuentra en el arte de los vitrales o los salmos de David su referencia. Canto gregoriano, maitines, campanas e incensarios y un “trovador en apuros” intentan hacer perdurable el goce de la mirada y recobrar esa ruta que los habría de llevar al paraíso de las causas perdidas. Quizás no se trate de una gesta sino la irrisión de la misma, el afán de preguntarse por qué el Universo se retrae y repliega y ya no ofrece ninguna respuesta clara. Pero queda el encuentro, donde la fe se aposenta en el reconocimiento de otro cuerpo, y en la frágil y temblorosa ilusión de un sentido por fin visible, no tanto en la imaginación que proyecta sino, más bien, en el tacto que recorre y se solaza en el deleite del reposo compartido: 13
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Por la delicada ambición de la ternura en miradas recuperadas para el sosiego. En ese sueño que es ahora nostalgia y que solo las palabras mantienen vigente. Ese silencio en “los monasterios de clausura” es un dulce paliativo para tanta agitación y tan impaciente afán. Para tratar de reconstruir un olvido hecho trizas. Porque Carlos-Enrique Ruiz, no hay duda, es hombre de largo aliento, como lo revela su revista Aleph que ya lleva cuarenta y cinco años y va por su número 159, donde, como es natural, ha dedicado números especiales al Quijote, Montaigne, Unamuno, Borges, Pessoa, Alfonso Reyes, García-Márquez… Pues a la pasión educativa, la preocupación científica y filosófica, y al afán de divulgación cultural, une una profunda conciencia latinoamericana, en el recobro del diálogo entre países y la reafirmación de la persona humana, como su caligrafía inconfundible lo confirma en tantos manuscritos que sus páginas reproducen, fidedignos y testimoniales. Talvez esa tenacidad es la que lo lleva a añorar el humor de las catedrales en la gótica ausencia de los libros sagrados. Y proponer esa nueva romería con melodías que aluden a aquella época que subsiste En el gregoriano acervo de las catedrales en el gótico tardío Pero debajo de esa nostalgia dorada se encierra otro libro. Aquel que reconoce épocas tan insulsas, hoy como 14
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ayer, donde es necesario recobrar una lozanía para la palabra, sin prestar atención a que llegada la hora el drama recomienza sin parar mientes en la oratoria greco-quimbaya. Ese humor áspero se nutre, en cambio, de sueños no cumplidos y de incumplidas promesas en lechos “cómicos en la tragedia” Tal afirmación nos lleva a situarnos en el eje crucial donde la poesía contemporánea pierde su capacidad visionaria y se estanca en la enumeración caótica de acontecimientos sin trascendencia y la acumulación ineficaz de “leyendas en desuso”, en ese galope voraz hacia el olvido. La poesía como arqueología de mitos inoperantes y carentes de un ámbito que los proyecte y enmarque. La poesía, tan inerme, en tiempos de “difamación y discordia”, que ya solo puede subsistir en la ingravidez de la música o la confianza con que los peregrinos del Camino de Santiago madrugan para cumplir la jornada. Un nuevo número de Aleph. Una anotación más en el libro personal del desasosiego. ¿Se podrá así combatir la intolerancia de los actuales tiempos? Queda también el oasis de la naturaleza donde no podemos pasar de largo ante El cortejo de ardillas y torcazas camineras de la nota de fiesta. En ese reverdecer que vuelve con las estaciones y una exuberancia nunca desmentida. Entre ese polo y “el gran 15
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logro del vacío” esta poesía propone diversas lecturas, desde ella misma o desde el carácter por así decir cívico y colectivo de su sugerencia: “Gandhi y Mandela son guía”. Pero no oculta su fatigado rostro ante “el patriotismo insípido” con que nos han afligido en los últimos tiempos, para disimular negocios turbios o trapisondas políticas, hoy demasiado visibles desde la justicia. El libro cobra así pertinencia y desprecio por lo espurio e intensidad y vigilia en esa contemplación del mundo y desdoblamiento sobre el poeta que lo suscribe. Reflexión que busca disolverse en acorde compartido. Para lograr sin duda que la desvencijada casa de la poesía se derrumbe del todo y solo quede, a la intemperie, la ruta, la roca y el diálogo con todo cuanto existe, ya despojado y solo, cual enigma. Bogotá, 27 de septiembre de 2011
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No hay pura luz ni sombra en los recuerdos Pablo Neruda
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Las horas son oleajes de risueñas miradas o torrentes de armonía difusa en espacios cuando los ojos se miran en otros ojos distraídos por la lluvia de pensamientos con manifiesta inutilidad El silencio abre el camino en el solariego parpadeo de libros exaltados por la dureza del fuego En el transcurrir de nubes el tiempo rememora distancias para alejar el drama en el acarreo de la noción de infinito Un rostro de belleza inmaculada forma da a los versos del trovador en apuros
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Las ausencias son imágenes desvanecidas en la niebla o en palabras convertidas en eco prolongado en peñascos y nubes Lo insólito estará en que aquellas ausencias palpiten en las miradas y en los labios frente a espejos con resultado en besos ingrávidos alojados en el aire De reminiscencias se esculpe el olvido con la dureza de episodios en batallas por la conquista de mundos sin posibilidad de existir Rubicunda la noche se empecina en recordar la trayectoria de las estrellas
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Jinetes del apocalipsis parecen haberse venido a habitar las calles con posesiĂłn de lugares al amaĂąo de dioses en retirada Cuerpos del vagar por reflejos de la luz en las charcas de la insidia interrumpen el sonido de conciencias antes hechas de ternura con los brazos atados a las peĂąas del holocausto Gritos de aspaviento recorren la ciudad con signos de terror en la prudencia de madrugadas Y de nuevo el dĂa transcurre al amparo de sonajeros despojados de ruido en el entronque de rutinas apegadas a manos desechas de romances en las esquinas
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La naturaleza de las cosas trasciende los sabores y deseos y las rutinas que desfloran la luz en la ternura de los helechos A veces el Sol oculta fuegos y encandila paisajes con efectos de adormidera para asediar destinos en las encrucijadas Lunas o estrellas escancian la voz de los sumergidos propĂłsitos con la tregua hija del asombro para deleite en mares y desiertos extendidos en los sueĂąos de abolengo menguado El refugio estarĂĄ en las mil y una noches de recuentos en soledad
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Apostillas en las simientes cargadas de incógnitas por el tiempo y la penumbra disuenan en las enciclopedias y las catedrales Órganos de tubo encienden la majestad del Medioevo y prolongan la orfandad de los humanos en la travesía de cordeles o de resurrecciones Apostillas en el cuento de los enunciados declinan su verdad a favor de la clemencia reclamada por los astros al hacer causa perdida con los senderos de destinos inconclusos El arrepentimiento hace de las voces una garantía de pérdida segura de identidad
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No cambia la luz sobre el ocaso ni se enciende la mirada en el ventanal Rocas en fulgor izan banderas de lucha en las plazas de socavones al oído de combatientes caídos en todas las batallas para hacer sentir el valor del olvido en huestes diseminadas por los siglos de los siglos amén La luz recoge el sonido de la vida y enciende las caras con la música de las esferas Techos al límite fraguan otras conquistas de azul definitivo
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Labios en la carencia de sentimientos Empinan la sĂşplica de colosos con el visto bueno de corazones despojados de anhelo El corazĂłn reverbera con destellos de timoneles y apacigua la lluvia de ojos en la despedida de besos HuĂŠrfanos en las tardes complican las palabras al encontrar portillos por donde se filtran amores comprometidos en el beso de la manzana y la rosa Pasan las nubes y los aviones mientras el tiempo distrae su holgura en la nota pĂĄlida de una estrella
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Las caricias se asemejan a los besos en la calidez del aura que decora monolitos y estremece rayos del Sol en la piel provocadora de encubrimiento de sombras En otros mentideros acostumbran rodear los cuerpos con plegarias de cautivos en las veladas ensombrecidas por la niebla La terquedad o persistente testarudez sobrecoge la mirada y apaĂąa el deseo entre fortalezas vencidas por tanta espera Ceremonias en palabras ritualizan espĂritus sometidos a la presiĂłn de cuentas-por-cobrar
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El silencio reconstruye olvidos y hace en palabras otros olvidos por si al descubierto las piedras descifran el gozo en la placidez de remembranzas caídas de cielos ocultos Con el silencio se alborota la lluvia y en su caricia los cristales abruman la luz al través de sueños y su música retrotrae nubes de olvido El aroíris compite con el ruego de apóstoles y mártires
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Peregrinos en la noche reconcilian el habla de los muros y hacen del canto gregoriano la disertación esquiva deseosa de ruegos en la cuadrícula de razonamientos convertidos en flor-de-un-día Después el amanecer de las montañas quebranta la crudeza de sentimientos postrados en lo duro de costumbres en competencia con el pudor de ríos o de voces inconclusas Lo concupiscente en los delirios de grandeza hace de la rutina un mal menor
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Cautela en pisadas sobre el fango despierta la duda y en los escenarios se suceden gritos con el desespero propio de los sin esperanza Cada paso recoge las miradas del búho a la manera de escudriñar bolsillos en lo patético con pérdidas de confianza Los muros repican la contención de la uva y las cabras se trepan por peñascos para avizorar sombras en medio de la victoria El tiempo transcurre con el pulso del tic-tac ajeno a pausas y lleno de cautivantes colores
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El tiempo merodea en las palabras en huida a la postración ante lo impensable por colosal de las dimensiones del Universo El tiempo fastidia los espejos de agua con la tranquila duda en la sobrevivencia de alguien Pasan las estaciones y los cuerpos celestes ocupan de manera continua lugares distintos El clima en su oscilación es cosa recurrente y las aves del retorno anuncian los períodos de solvencia en el tiempo Partículas de nada olvidan la inmersión en el infinito con la arrogancia de un estilo prometeico
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Contiendas en los desvelos por la conquista de los sueños engarzados en la mirada avizora reproducen la vocación del río o de las fuentes de pensamiento El tiempo se entrecruza con las palabras y da al traste con el destello de la representación detenida en la diatriba y en la infamia Caminos de alborozo suscitan la contención de mares con el presentimiento que trabó la ilusión llevada al extremo de la nube en el pleno del holocausto
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Circunstancias asemejan el cuidado de los ĂĄrboles en las fronteras de las delicias y entretanto el suspiro de los dioses precede la somnolencia en llanuras desbordadas por la angustia Reclamos de peregrinos enrutan la sabidurĂa de los montes hacia cielos teĂąidos por el espanto de cohetes sin control Moribundas palabras no alcanzan a elaborar el significado de la vida aun en manifestaciones incipientes de algas y microorganismos en lucha por la sobrevivencia
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Acorazados gérmenes de gloria en el declive de canciones o de músicas por fuera de contexto descarrilan la voz de los comediantes hasta el retorno de incisos en la lengua de los forajidos La naturaleza remeda el drama plácido de los umbrales cuando las penumbras reclaman el camino expedito para las lunas En las calles se alargan las sombras con el suplicio de las acometidas del viento y los gérmenes de luz reproducen los estereotipos que consumieron las réplicas de los solitarios
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Sonámbula despierta la noche en los corredores de alineadas presencias con las corbetas a lo lejos distraídas en la danza de olas De pronto la Luna inunda el silencio en los espacios más íntimos donde los besos se hacen tentación de cobardes A lo largo de la noche los titubeos encienden la risa con el riesgo en el telón de fondo hasta la placidez de los recuerdos en el tránsito de Ulises o de Helena o de las golosinas de adormidera
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La canción del siglo es el titubeo de los árboles con la enseña de gloria en los moribundos y el resonar de campanas heridas por el fuego cruzado de palabras con insidia de esparpucho En la soledad y el silencio la pluma tarda lo que el chispín en aparecer Las manos no se cansan con el titubeo desgañitado en el aire ni suelen impartir dictámenes en los recintos inmaculados del desastre Piedra sobre piedra se fue haciendo el destino con el parapeto de la rebeldía
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Oscura la mirada en los cerezos con la placidez de las sombras en el recuerdo se despeja la cara contenida en manos vencidas por contiendas del amor Campos de batalla alejados de cualquier desafĂo que no sea el silencio son el testimonio en sĂĄbanas de la pasiĂłn entre cuerpos usufructuados por las ansias de tejer en la piel la perpetuidad de una golosina que sin saberse escapa hasta encontrar refugio en las brumas del olvido Deseos esparcidos como quimera
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Las palabras acumulan fuego en las uniones que hilvanan los recuerdos con músicas deletreadas en los aires de soledad y tiniebla Palabras y más palabras agotan el decir de las mariposas así como las golondrinas descifran en el aire la trayectoria de ambiciones fuera de serie Otros sonidos atropellan las nieblas cansadas de vagar por las calles hasta constituir el refugio de dioses destronados cuando la conquista de Babilonia o de Jerusalén Las manos extendidas al cielo pregonan el martirio
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En el subsuelo los sabios pregonan el contenido de futuros alejados de aire y roca o de sol y agua El fuego es la manifestación de aquellos mundos del subyacente espacio de las alegorías Clemencia en las señales invoca la sabiduría de antiguos peregrinos despojados de ansiedad y del ruido que ocasionan las pisadas Vibraciones del inconsciente detienen los temores atados al subsuelo de aquellos sabios prometeicos
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Lujuria en los arenales entre formas de rocas ígneas y el roce agitado del viento Entrañas de placidez no satisfecha en los comienzos de tiempos sin ventura Transcurrir de sensaciones en la plenitud del valle circundado por monolitos de expresión fantasiosa El derrame de luz define los contornos para el lento deslizar de manos sobre las rugosidades que exasperan el instinto de ventrílocuos y litófagos La conclusión no se deja esperar A esas alturas la concupiscencia irrita el corazón
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Rutila en las sienes la discordia de los alcaravanes que empecinados en bordear abismos contrastan sonidos con el rechinar de platillos y de cajas de coraza en lat贸n La bulla concentra la atenci贸n de pelafustanes en las esquinas arremolinadas por vientos cruzados mientras el tiempo oscila en la desbandada de los alcaravanes Abismos en el desconcierto fijan la nota de promesa en los galanteos de estrellas abrumadas antes por el recital de p茅talos al vac铆o
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El sonido recoge notas errantes por aires en dispersi贸n y juega con las estrellas en la trama de corredores de fuego El silencio acude en auxilio cuando en la tarde asisten los colores a las telas en los caballetes y el sonido encumbra la nostalgia de fortines en los mares del norte Remedos de m煤sica aproximan las ilusiones en formas sin delimitaci贸n en la extensi贸n de palabras con intento de nombrarlas Sonidos y colores contraponen la voz al fuego
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Enmiendas de silencio repiten en soledad el clamor de dioses infecundos y marcan el principio de los destinos cruzados El tiempo fue labrando con torrentes las brechas de cada acontecer en la profundidad diversa de lugares seĂąales vigĂas Cuerpos de pensamiento se desvanecen en sombras El cautiverio tiene el indicativo de huellas o de rastros en las tragedias de comediantes apostados en lugares donde la soledad predica el renacer del mundo
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El tiempo continúa haciendo lo que hacen las cadenas de montañas y las redes de ríos por salvaguardar el sentido de un presente que se perpetúa en el desgaste de rocas y en la insurrección de conductas a la manera de presión de magmas Las palabras brotan de la incandescencia de piedras o de brisas en períodos antepuestos a la vida de las orquídeas Y relatos interminables se desprenden como glaciares de los espíritus zaheridos por los fáciles despojos
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Dimensión desconocida traza espectros de árboles y de mausoleos en las carreteras abiertas por la insolación de los desdenes Formas en el papel de figurines especulan sobre el cariz de las poltronas con el hacedor de reseñas en los crepúsculos guardados tras mamparas que acortinan el sueño Esferas en el conocimiento rememoran el escabullirse de sentidos de parábolas de paradigmas El ruedo concentra la atención de los claveles
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LXVII Sobre las sienes reposan contenidos de historia entre leyendas y cabildeos as铆 como signos de ventura con la fabulaci贸n de la edad de simientes esparcidas por mares y desiertos en elusi贸n a tantas maneras de holocaustos El silencio apuntala la noche alta y en la espera despuntan palabras insondables La vida es el laberinto de cuestiones indeterminadas
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La medida de las cosas entra en rebeldía con la existencia del rumor del agua al oído del caminante y en la extensión sonora de los vocablos el canto envuelve la jornada hasta agotar la dimensión del día Luego ocurre el vaivén amorfo del tiempo en la descolorida presencia de arrabales con el atractivo del silencio Ruedan las horas en el carrusel amarillo de los girasoles mientras el aire deambula en los postigos con el fisgoneo que hace de la luz un compás de espera
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En la suave audacia de los pasos aquellos caminos se abren a lo incierto de la dicha conquistada en lo fugaz con el tornasol de ilusiones aquejadas en la memoria Recuerdos de adormideras y de chacales en el remolino de circunstancias con despeje de Luna y poltronas dispuestas para el reposo de hĂŠroes Espejos de agua reproducen la realidad con sonoridad de ranas y merodeo de figuras escamoteadas por el efecto de espejo Los ojos recuperan hallazgos sin fronteras
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Desquicio de cosas en la humana proeza de existir con el hilo atado a los antecedentes de claridad monótona que anticipan el trasegar de monstruos abandonados por la historia Otros días llegan con paso en el declinar de la luz y en el hurto de los sueños Al despertar la luz empaña las vidrieras de corazones en expectativa con la única promesa de ermitaños huidos de los monasterios de piedra El reencuentro olvida las palabras
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Sinopsis de los sueños en el tablado de diálogos sueltos apresura el paso de maitines y sanjuaneros en la huida del río Nostalgia en la contienda hilvana palabras y enhebra melodías al compás de tempestades En la alta montaña se concibe el refugio de las nieblas para que entablen diálogo con dioses en las auroras o en los crepúsculos El tiempo se forja en sueños acumulados retenidos con palabras de nube y fuego al final disipados con entretención en la nostalgia
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Humeante el sentido en resistencia del aire se pregona por lo 煤til de sintagmas en los enigmas con la conducta de labradores sin precio La tierra fresca oculta el peligro que asedia las pisadas de cara al Sol y en la intimidad de la noche el rumor de riachuelos que descienden por los propios senderos tallados en rocas a lo largo de siglos acosa la imaginaci贸n de peregrinos El suelo no deja de testimoniar la historia de viajeros desprendidos de la luz y de los abismos
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Noticias de correvediles aumentan la atención de gentes en la plaza y al caer de la tarde todo vuelve a su lugar En la mañana siguiente vuelven a correr las conjeturas y los días continúan marcando el sinsabor de aires por los canales de la incomunicación Los calendarios completos se suceden y la agonía del tiempo hace prever la insolación de las estepas Saciado el impulso el tiempo vuelve en sí para acudir a los siguientes compromisos Los ciclos terminan bajo la advertencia de nubarrones azucarados vestidos de luces
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Rivales interpretan la misma canci贸n y a lo lejos se expande el rumor con el perfil de palabras sacadas al azar La conclusi贸n seduce al desespero en expresiones de rostros ajenos a la sonrisa El picoteo de ceilanes acumula ritos para satisfacer las necesidades de canci贸n a las puertas de otros mundos desconectados de este por el placer que tiene al parecerse a los arrabales con el solo prop贸sito de la enmienda alejada de conjeturas para un final de apocalipsis
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Las palabras y el tiempo reconcilian la sensaci贸n de bienestar en los seres m谩s diminutos expuestos a la negaci贸n de la existencia Los caminos anuncian el encuentro con palabras de viento y nube a la vez que el tiempo los recorre como forastero al escudri帽ar cada punto Sobrepasados los lugares las palabras trascienden el sentido y arrojan luces sobre el tiempo para la memoria en meandros o encrucijadas A juicio del destino palabra y tiempo armonizan en el juego de azar
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Cuál era la razón de tu sueño en la antesala del deseo con los pormenores cotidianos que distraen la vida Cuál el mesías en el claroscuro de días sin solvencia alguna Y cuál la fortuna de dioses escapados como golondrinas de tejados desprovistos de tejidos En el destino cunde la zozobra ocasionada desde el origen con la razón de privilegios agotados El Sol padece los temores de lo aciago
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El piano desliza en el aire asombros sobre oídos adheridos al espíritu con la gracia de lo trascendente Notas de inquietud y arrullo desprenden interrogantes acerca de la razón de ser en el ocaso La solemnidad de armonías distrae la soledad con la esquiva presencia de los demiurgos Y en el éxtasis
las palabras se disipan con paso a las formas y los colores en arrebato del son y la marimba En lo impenetrable anida el levitar de compases sustraídos de la realidad
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Estas correcciones de la soledad apuntan a los decires de juglaría en el reposo de las palabras dispuestas en montañas de plumas Versos alados despelucan cabelleras de vírgenes sin solución a la vista Candiles de ensueño reparten el sonido de la luz entre rostros apostados en las tinieblas de pensamientos humanitarios El rocío despierta al amanecer los cánticos de copetones y claveles con el paso de largo del rosado en pétalos del jardín en antesala En la penumbra murmullos acarician labios del deseo
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Paso quedo por las dudas en lo incierto de los caminos y miradas en fuga en busca de horizontes que no existen Las quimeras pertenecen al reino de un pasado propio de nebulosas con historias no contadas apenas en los reflejos del cuarzo en rocas dispuestas por la usura Satélites en ilusión desdibujan los velos con interrogantes pasados por agua con respuestas únicas en los helechos supérstites de épocas con registros en los estratos de minerales asediados por el tiempo Figuras fantasmales repican el sonsonete de novedades a prueba de fuego
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Las hidalgas fuerzas de los moribundos se empecinan en recordar los caminos recorridos con la nostalgia de lo que no puede asirse El tiempo se desvanece en las manos y aquella lucecita que titila sobrevive en la intemperie De largo pasan carruajes alados inmersos en las densas nieblas un tanto estĂĄticas por la sorpresa en el desprendimiento de galaxias El Universo resulta ser el mayor desafĂo de existencia alguna con parangĂłn en los delirios de moribundo sumergido en las veleidades de agujeros negros y estrellas errantes
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La R edondez
del
El silencio alumbra en las voces de la conciencia y desmenuza palabras en el polvo de los caminos Encuentros de voces reproducen en lejanía el itinerario de peregrinos con destino de náufragos Árboles en vaivén provocan la sensibilidad de las nieblas con la arrogancia de imposturas en el linaje de sombras que pululan en el crepúsculo Los días cuentan sus estropicios en laderas de volcanes asediados por ínfulas y desesperos
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Carlos-Enrique Ruiz
Las cosas no tienen silencio habitan el bullicio del mundo con el funesto desenlace de alboradas sin colores Las cosas precipitan ansias de posesión en lugar por fuera de geografía con el complejo descifrar de aerolitos distraídos en los sueños Utopías describen trayectorias en la piel por lugares ajenos despojados de entrañas poseídos de asombro verde-gris con matices de ausencia Las cosas reclaman voces entre gritos
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La R edondez
del
Circunspecto en la condición de asombro permanece el tiempo antes de la retirada Los movimientos tienden a la quietud y en las modulaciones de labios las palabras cohíben cualquier ansiedad Desde ángulos forzados las preguntas se lanzan con propósitos inexpugnables y los muros acrisolan cuidados de Luna Saberes en el destino adquieren contextura con la fuerza de las premoniciones en tanto el tiempo muda de traje para confundir en lo arisco de la noche El tiempo se goza las jugadas hasta dar comienzo de nuevo al espectáculo
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Carlos-Enrique Ruiz
Espectáculo de carnavales en imágenes de nubes con el festín glotón de aires en decadencia La espuma de narrativas despojadas de aliento irritan los pasos de quienes tejen de sombras el arsenal de los olvidos El tiempo pasa con la fuerza de los caminos en la tijereta de súplicas y quebrantos Otras ondas ciernen las palabras con tamices de agotada abertura mientras las palomas arrullan posibilidades decrépitas de dioses salidos del común El espectáculo revierte el contexto de amazonas que imploran por el retorno de jíbaros y sultanes
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La R edondez
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Las manos izan la voluntad de las tinieblas y entre vaguedades de asombro surge la imagen del consuelo que amilana las rocas Empinadas costumbres en los vaivenes de vidas a la deriva recaudan silencios en so単olientos amaneceres silencios que se prolongan en nubes y se transforman en centellas con alucinadas formas en cielos ajados Las manos vuelven a la quietud con olvido de asombros en la tersura de miradas detenidas en el tiempo
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Noche de los sauces en arremolinadas palabras con fiesta de melindres y compás de azucena Noche de sabuesos en las faldas de la idolatría con suspenso de adormideras y cuna de guácharos Las noches se oponen a los días en la curiosa sucesión de pareceres hasta alcanzar el furor de la península En medio está el tiempo entre cobardes que eluden en la ebriedad el peso de las quimeras Al final
las puertas se cierran con la complacencia del tirano
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La R edondez
Turbulento ensueño en el adiós de antiguos conquistadores seducidos por un pasado de glorias efímeras y asomados a un futuro entre nieblas con torbellinos de colores que hacían más infame la ilusión El ensueño se tornó en imagen de musas desencantadas con el rodar de estrelladas palabras en el sigilo de los alcatraces Moribundos pensamientos aclaran el día con la tibieza de veranos extinguidos
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A lba
Carlos-Enrique Ruiz
Encendidas noches con el corazón en la mano y la lluvia en sigilo atormenta los vitrales cuando en las madrugadas se avecina el pensamiento de los tránsfugas con la carrera de los espejos Alguna noche el amor toma figura en el deseo de contriciones y penurias echa a andar sobre el lecho de constelaciones y eleva la plegaria de los sacrificios Imploran los sueños en el desvelo de ángeles locos atraídos por el fuego de sensaciones indefinibles Girasoles encienden el suplicio
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La R edondez
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Magnitud de deidades supremas revela los suplicios por caminos y calles y en las alcobas de meandros conocidos Ni los dioses escaparon del tormento en medio de la solemnidad del silencio o del arrobo de c贸nsules pretorianos Dantescas miradas en carnavales desatados con lo dionis铆aco previnieron el atraso de carnestolendas y de escapes en los destinos Fuerzas en fuga y atractores rompen las caricias de los minerales con la simplicidad del agua que corre
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Carlos-Enrique Ruiz
Se desatan crueldades en la relación de lo cotidiano como si en la caricia estuviera lo amorfo de rostros detenidos en el tiempo Ínsulas desatan las ventiscas en diálogos de roca y sal con el beneplácito de horizontes teñidos por la raya del fin De lejos las cosas son sencillas y en la cercanía la complejidad asume contextura de reto en la contienda con minutos agotados en lo amorfo e indefinible de las miradas
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La R edondez
Te conocí en la sombra del destierro eras volátil como el aroma de nubes en la mañana y prensil en el altercado de las lunas Te conocí en territorios sin estaciones con el aleteo de pensamientos de carrera y palabras siempre en fuga a la espera con rumores en desespero y cruce de caminos en las miradas Los pasos se fueron fundiendo en las huellas de sibilinos y turbiones Es ahora el sueño que despierta la nostalgia
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Conquista de risas en el escenario de ausencias con los pormenores de sauces en la antesala de recovecos en el espíritu de mariposas desprendidas del aire y sus colores en fuga Palabras no encuentran la relación con aquellas risas al quedarse con el pasmo de sorpresas puesto que las mariposas serían preludio o anuncio de nubes cargadas de centellas Alguna palabra se desprenderá de los labios con el matiz de reclamo en los oídos del horizonte
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Tormentas de cascarilla en desiertos de fĂĄbula con peregrinos despojados de turbante y cara curtida por las ondas del desamparo El paisaje sabe a pintura fresca en lienzos de colores sombrĂos Arsenal de historias acude a los refugios nada de dejarse contar menos compartir El camino sigue con el trazo del azar en la piel de almas encallecidas por destinos no narrables de los peregrinos del desierto ahora apostados en la roca de la alta montaĂąa Silba el viento con la furia de arenales y de forjas en el rocĂo
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Digo sin decir lo que digo al empezar y al dormir al amanecer con el despejar del reloj sin fe Digo al decir que digo lo cruel de la arboleda incendiada por la red con pasos de fugitivos en la vida rescatada Se dice con el decir lo que digo de fulanos con el cobre a flor mientras de lejos cristales rumoran del fulgor Decir se dice con la fuerza que digo sin decir entre cĂĄmbulos de soleado rumor a lo largo de especies por venir Lo que se dice al decir/
son Ănfulas
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Ventanas de asombro en tardes de agonía Escombros de silencio en pedregales y torturas de voz al cuello en lo tardío de las calendas Pálido rostro de hormigas a la caza de consuelo en vesperales y sombrío desmenuzar de imágenes en la rebeldía de los astros Perfume de golosinas como escape a la brisa en ocasiones de rebeldía y pormenores de sombras en diálogos de la noche La cobarde ausencia de dioses abre la contienda en memorias de hortelanos con la yunta de elocuencias vanas
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Carlos-Enrique Ruiz
El amanecer rompe los cielos en la cúspide de montañas sin despertar a la eternidad La alborada acrecienta voces con repercusión en campanas ajenas al fuego El repique convoca la atención de transeúntes y vocifera la estrechez del lenguaje al no poder expresar la elocuencia de los garabatos El tiempo pasa de largo por aquellos amaneceres con cuidado al rigor del silencio El diálogo de acercamiento manifiesta lo inútil de la espera
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La R edondez
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En qué año en qué destino tu voz delirante y la sombría espera en los manantiales con el atemperado regocijo de los nardos y las libélulas La suerte corre por los ríos entre dormidos claveles Campos de rebeldía despejan de nubes las palabras para entregarlas en sonsonetes al arrebato de parábolas del decir fuera de tiempo Un colibrí se detiene ante el asombroso color de miel en la fortuna de los deseos insatisfechos
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Resurgir de recuerdos en la antesala del galanteo que mariposas extienden a la luz de tinajas incenciadas Atardecer de sueños en lo inconcluso de tareas recubiertas por el rescoldo en travesía desde Antofagasta Lunas con el circunflejo en la mirada atiborran sementeras y el desafío de los más minúsculos insectos revive la polémica en los escenarios de la Academia Transcurrido el verano con el tiempo a media asta los cielos recuperan la tempestad
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El decir de los sueños no encuentra sentido en las huellas de trashumantes ni busca luz en los amaneceres Se trata de imágenes en escombros con la cara vuelta al sol de las desventuras Sueños de ardor en los ánimos y compresas de olvido en los ojos Sueños del cavilar despojados de signos y palabras apenas sensaciones en competencia con la nube La sucesión de sueños establece lo cotidiano de interpretaciones con la seguridad de no saltar al vacío cuando el aire dibuja trazos metafísicos en muros sin existencia
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El deseo sacrifica el silencio con la morosidad de cuentas por cobrar y especula en los ancestros por los cumplidos en serie Con el tab煤 se despliega el deseo que hace florecer los momentos del cara a cara con la consumaci贸n de pensamientos fuera de 贸rbita Relaciones concitan momentos laicos de oraci贸n sin palabras apenas la actitud de implorar por la piedad en el colmo de satisfacciones incumplidas
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Voraces acontecimientos desprenden incógnitas sobre el tabú y la tatacoa con la insidia de rocas que revientan de esplendor en las fases de Luna Aconteceres de peligro o ensueño en cenáculos desprovistos de gloria rubrican los días con otras historias ajenas a la concupiscencia del poder Entre manos permanece el destino debido al azar en los meandros de vidas Locuciones no atendidas resultan ser claves en el desciframiento de caricias ocultas al Sol
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En la memoria comparece el silencio entre ruidos que ahogan la voz de los más elocuentes representantes de la saga confundida por movimientos en desarmonía de especies surgidas del fuego La memoria es recinto nebuloso donde persiste el entrecruzamiento las más insólitas sin solución de continuidad
de cuestiones
En las noches surgen los enigmas de la memoria para merodear entre constelaciones ajenas al vicio del parentesco sin fronteras
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La R edondez
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Apegado a las luces indirectas sobre el libro delineo en los reflejos perfiles azulados sostenidos en el aire con la duración de un parpadeo El índice de fuga acorrala el tiempo y hace de las cortinas fondo por donde se pasean aquellos perfiles destinados a lo transitorio La vida se oscurece en la caída ondulante de hojas antes gozosas en los brazos de árboles tendidos al desafío La luz reaparece en los signos de la espera
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Carlos-Enrique Ruiz
Cuerpos en vigilia despilfarran besos en los apuros de un dulzor que cobra distancia en cada uno de los encuentros Y la madre naturaleza entrena los destinos con la curia de artesanos probados en el ritmo de los contratiempos El deseo irrita las palmas de la mano con las provocaciones de miradas a corta distancia mientras otras palmas se yerguen en combate con vendavales fingiendo la danza en caos de amantes atados por la insurrecci贸n de un silencio con la sorpresa del adi贸s
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Veracidad en las especies contradice la realidad en sucesos antagónicos que ocultan sentido en las cosas Rueda el tiempo con el sosiego propio de una flecha lanzada desde siempre a velocidad constante con destino desconocido El tiempo no le apunta a nada y perpetúa la sensación de gozo en la inconformidad de las especies sumidas en destinos de azar Canciones registran sin palabras lo ocurrido en cada instante con posibilidad ninguna de saber lo que pasa El final de los tiempos no se presume sino en la caída de pétalos jugándole a la contradicción
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Carlos-Enrique Ruiz
Encanto en el caminar asidos de la mano con el silencio que resguarda la mirada entre cotiledones tejidos en la memoria de las deidades favorables al cultivo de pesadillas Los pasos lentos dan oportunidad para acercar lo sensual en la proximidad de cuerpos desgonzados al amparo de soledades compartidas con el himno a la alegrĂa en el fondo de corazones anhelantes Recorridos tramos
sin norte la palabra entrecortada recupera lo sublime del instante
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La R edondez
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De nuevo el encuentro trae sorpresas con la mirada y las palabras siempre escasas para el recorrido de rutina que enciende la chispa de alerta Cada vez la infamia es una sombra con el aullido del coraz贸n en los timbales Y los encuentros se resiten o resienten por la intempestiva clausura en el punto y coma con la continuidad repetida en cada ocasi贸n siguiente El paladar de las ansias reconstruye lo amorfo del paisaje
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Carlos-Enrique Ruiz
El lĂĄpiz se resiste a abalanzarse sobre el pupitre donde aquellas manos infantiles buscan el camino del que serĂĄ futuro a recorrer El aire en la infancia tiene dulzor de comedia sin actores ni relator de las causas perdidas mientras el Sol repite con los dĂas las sombras de pasado en futuro Los goces entran a ser pasiones en el desconcierto de las madrugadas
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La R edondez
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Esta mano se desliza robotizada con destino marcado por la pluma que empuĂąa y surgen estos trazos detrĂĄs de un soplo de imaginaciĂłn de posible enlace de palabras para tratar de decir lo indecible en las vidas disipadas en lo cotidiano Aparece la dicha o el placer con el fulgor de aves migratorias y van quedando las huellas de borrar con el siguiente paso Especie de hĂĄlito queda en la atadura de memorias contrapuestas Surge el llamado de la campana para congregar a los peregrinos
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Carlos-Enrique Ruiz
La canción despierta en los pedregales a diminutos seres compungidos por lo rudo de la intemperie con respuesta de la huida hacia lugares por igual inciertos La canción sigue con independencia de quienes la soportan y en su camino eleva las ansias de guijarros distraídos de razones por su existencia Vidas se aglomeran para celebrar con cantos el advenimiento de la nueva era dependiente de la misma música obsesionada por el espacio de golondrinas y caribúes
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Fosforescentes alas del cautiverio encendieron la casa de la libertad y desde entonces todos están cautivos incluyendo al narrador surgido del estado de vencimiento Alas en la voluntad dieron lugar a escribir los salmos cuando David se encontraba en el lecho con su amante De ahí que esos salmos celebran la concepción de rituales con la alegría de dioses en recreo Lumínicas cuestiones enrarecen la relación en los espejos de narcisos en carrera mar
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Carlos-Enrique Ruiz
Insolencia en palabras de maldecir al comienzo de diálogo entre peñas con río de silencio en lo profundo del cañón Geografía de abruptos procederes enerva la conciencia en naturaleza dispuesta a recordar siniestros en cicatrices lejos de descubrirse En lo intempestivo de la noche suena la alarma en los cuchicheos de las estrellas y el Universo emprende la retirada con signos de comprensión desconocida Cada instante es de riesgo con la bondad infinita del malpensante
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La R edondez
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Derivan los días en encrucijadas con el lema de los claveles y las sonrisas Derivan hacia insondables abismos que el tiempo encubre con veleidades de auroras y crepúsculos en tejidos de belleza La locura del mundo está en las escalinatas y alcobas de magnates dispuestos a darle la espalda al esplendor de la naturaleza representada en critaturas con silencio y desasosiego Días de cobertura en gris de azulina entretención en salones animados por juguetes de la indiferencia
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El esfuerzo está en recuperar la sabiduría de los elementos esenciales yacentes en la piedra en la arcilla en pistilos y estambres en el aire proveniente de las montañas La recuperación de ambiente solicita la apertura de cortinas para la circulación libre de la luz y de la disuasión de nubes para restablecer el cielo en su esplendor El esfuerzo encumbra los propósitos de almas adormiladas en estancias de la congoja
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La R edondez
La penumbra se viste de rojo al calor de la estulticia y al fondo corazones palpitan en la furia del deseo que arrebata soles y lunas para hacer de las estrellas un lecho de moratorias Eclipses tornan por instantes las palabras en nubes de consuelo irradiante hasta satisfacer el cielo del Universo Penumbras en el artificio de los dĂas distraen lo lĂşdico de vidas en decadencia
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Entablan diálogo las libélulas en la charca de los remansos se dicen cosas de nunca acabar mientras en puntos cercanos y distantes la vida se juega a las sorpresas entre candiles de azar Libélulas toman distancia de conflictos y de pasados de horror ahora proclaman especies de alegría entre reflejos tornasoles con espejismo de vidas en el aire En el ir y venir de las libélulas se conjugan las fuerzas que hacen honor al paisaje Danzas de colores en la alberca con el tino de tiempo sin trascendencia
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Especulación de ruidos en el entorno de las lechuzas con frases de entonación en caída libre Los efectos de aquella algarabía encienden pronósticos de reserva en la antesala de los maitines Ruidos que no faltan en lugares poblados de insidia o contubernio diseminan la imagen atenta de búhos y lechuzas como referente de un sosiego de alerta La caída de hojas con el color encendido del vencimiento marca la temporada de la lumbre en la mirada de aquellas aves en vigilia
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Carlos-Enrique Ruiz
Lluvia en su oscilación de ritmo adormece el oído e intimida el paisaje Con su vaivén en el aire las nieblas distraen el camino Suavidad del momento entretiene la luz blanca en el temprano atardecer El diálogo se queda atrás como a la espera de emociones delicadas En las vidrieras el tintineo de la lluvia acompaña trayectoria de gotas que se entrecruzan en juego al esquivar cada una la monótona regularidad de la recta Lluvia en la música de espacios solariegos
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La R edondez
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Soberbia audacia de los remos en altamar al jugarle fortuna a la vida con la salvedad de los intrusos pelícanos al romper con otra armonía el paisaje Lo audaz está en el encanto del riesgo con instrumentos precarios a la mano para avistar entornos que le jueguen al horizonte en la plenamar de sensaciones y pensamientos sustraídos de cualquier amenaza La cobardía se hace del lado de la codicia con la ilusión de las batallas perdidas
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Carlos-Enrique Ruiz
Proximidad en surtido de arrullos a lo largo de instantes sucedidos con el agobio de ansiedades cruzadas por el arcoíris de la ilusión Cercanía de los recuerdos apresura la veleidad del tiempo que no valida espacios en lugares de la luz tardía Horas de apariencia prolongada redoblan sensaciones en la piel con la advertencia de lo presuroso del rocío en hombros descolgados de ínsulas construidas en el aire Lo próximo a la piel recrudece el ardor de almas en acecho
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Solfeos y coralinos emborronan el silencio con la desfachatez de mármoles heridos Traviesos caminantes pierden con facilidad la ruta que los habría de llevar al paraíso de las causas perdidas donde las ideas de a pie apostillan acerca de la lujuria con desmesura en el tono Peregrinos en las formas de lugares reconsideran lo específico del aire para llevar consuelo a las tierras de tambores de hojalata El desgreño en las vidas repercute en el parpadeo de los propósitos por alcanzar la coronación de aspirantes a la inmortalidad
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Carlos-Enrique Ruiz
Piedras del camino indagan por la vida con el mismo propĂłsito que las flores al preguntar por lo inerte La vida estĂĄ en lo que existe por el mismo hecho de ser en la naturaleza Vida en los caminos asediada de cuestiones con respuesta sin darse Lentejuelos separan las distancias entre lo soĂąado y la realidad Por otra parte la naturaleza no se resigna a no encontrar salida en la manigua de insolidaridades Guijarros acumulan decires de otra gesta
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No contemos los días que pasaron: fue hoy cuando nacimos. Sólo ahora la vida comenzó, y, lejos aún, la muerte ha de cansarse en nuestra espera. José Saramago
[Hoy, 18 de junio de 2010, muere José Saramago en su residencia de Lanzarote, a los 87 años]
La R edondez
del
Acuciosas miradas en el entorno de luces tardías Recriminan el silencio entre muros con el fuego de labios que provocan a las piedras Chispas brotan de las azucenas en la estancia de las miradas con la provocación del silencio Arreboles en los suspiros de la memoria retrasan las horas para incumplir la cita de los colores en el éter de divagaciones sustraídas de esencia La noche recupera el sabor de los recuerdos
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Carlos-Enrique Ruiz
Pasos Tiempo Miradas Precaución de siglos en transitadas vidas Rosario de sílabas en el deshojar repetido de margaritas El beso clausura la algarabía de mirlas y alcaravanes para dar paso a la sorpresa de los cisnes en dibujos de la imaginación con fondo de músicas y heliotropos Rosaledas expanden miradas en el tiempo de los pasos precavidos con alojamiento de besos ad-portas del sueño
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La R edondez
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Contenida la luz en sementeras el aire le apuesta como esperanza a las simientes elegidas por las señales de la vida en refugio Las montañas en quietud avizoran lunas y galaxias avasalladas por el temor En el entretanto los arcoíris indican el buen tiempo de la transición entre diminutos cristales dispuestos para sorpresa en el quiebre de la luz Montañas en ilusión recrudecen el grito clamoroso de las especies
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Carlos-Enrique Ruiz
Dominios de la sinrazón sueltos de ataduras ruedan por ciudades y campos entre chatarras y amapolas con la vociferante paz de los sepulcros Encendida la rosa el clima sorprende por la delicada ambición de la ternura en miradas recuperadas para el sosiego La sinrazón tiene oportunidad de volver el pie atrás con cara cubierta y manos atadas en la imposibilidad de procederes Tiempos de contraste con el rosado de pétalos en la entretención de la vida
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La R edondez
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Sensible padecimiento el de las huestes refugiadas entre candiles e incensarios como en exilio al huir de lo inútil en la solvencia de pragmáticos curadores del beneficio propio La sensatez de la razón permanece fuera de lugar con aproximaciones que escabullen la orgía en los vendavales de la ignorancia El buen sentido merodea en cartas de condición desconocida Y al final la gloria distribuye el placer perdido en arrabales de ignominia
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Canciones de la tierra brotan en sonidos y colores con la continuidad de olas en temporadas de auge y contracciĂłn Lugares todos con expresiones del gris del ocre-azul-rojo-amarillo-verde‌ la gama incontenible que compite con la paleta de pintores Escenas de himnos y elegĂas de cantigas y quereres en medio de corazones quebrantados por la insolencia de rocas humeantes Canciones de oscilar en la gama de esperanza enfrentan horizontes desvertebrados por la injuria de cascabeles en asedio
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La R edondez
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El nombre de las estrellas se cubre de silencio en el espejismo oscuro de las tinieblas y en años luz su estatura no se corrompe Nombres hay para designar las cosas con el sentimiento lejano de campos en desconocimiento La porfía da pie a entablar diálogos de la piedra y la estrella Sin saludo el encuentro revive la ansiedad de los cobardes Y los trinos sin escucharse en el más allá refrescan el oído de los minerales En el silencio apocalíptico la entonación en destellos sustituye el nombre
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Agobio en la sensatez genera señales en las manos de mármol y desata la tregua en corazones estructurados con cuadrícula de hilos metálicos La señal es la clave para la acción que no da espera en juego con el candor de nieblas merodeantes por la piel Luceros se encaminan a los desiertos en busca de lo no perdido hasta acampar en el oasis de los exilios En lo cotidiano corazones atraviesan nieblas para hincar pilastras en el atisbo de manos desoladas
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Arsenales de sueños depositados en las canteras de aire desafían el fuego de manos iconoclastas y hacen erguir el principio de la retrovisión para referenciar los siguientes pasos que irán despejando otros sueños atenazados por la lluvia El sonido de arroyuelos adormece el sentido de la orientación y abre paso a las cantigas de antiguos juglares entre hojas doradas expandidas por el viento El sueño de aquelarre se enquista en el paisaje de los cuentos de las mil maravillas
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Palaciega sombra de los caminos en la consigna de soles sin eco fuera del espejo Encendida risa en las placentas de sofismas amorosos ConjunciĂłn de apostasĂas en los atrios de la infamia Ritos de papel en los emblemas vacuos de los parques y anuncios desinflados en torres vacĂas que miran al infinito de las imposibilidades El tiempo asedia los pasos de forasteros en alcobas de insidia
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La R edondez
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ApologĂa del designio de dioses con la suerte de corderos en su manada predice el martirio de seres hechos a la medida de un mundo con amargura de sol a sol La elocuencia no surte efecto de paliativo en las canciones amuralladas sinembargo reverdece propĂłsitos en los vergeles con la luz apostada en esquina de la tragedia En el holocausto la alegrĂa se sumerge en la sangre inocente de cosecheros de virtudes a la espera de llamado que no llega
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Carlos-Enrique Ruiz
Sintonía de sauces desplegados al viento en calle solitaria Bulle la madrugada con desperdicio de tiempo en la alta montaña con glaciares en retroceso El silencio acobarda los faroles y pisadas de lejos dejan sentir el eco tembloroso en arenas diseminadas en la memoria de noctámbulos perdidos en la inmensidad del deseo Al despertar el día se borran las palabras quedando en pinceladas difusas aquellos resplandores que pudieron haber sido muestra de la ebriedad de ángeles trastornados por desconocimiento del sitio
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Desbordamiento de los sueños de las fútiles miradas de las palabras por fuera de ambición de cauce El anhelo de sosiego recrudece el pensar metafísico en lo inútil de causas que se repiten con la rutina de piñones desdentados Voces regresan en las apostillas al silencio con oídos sordos a las conjeturas y a los aminoácidos Epicuro responde en actualidad como aporte de auxilio y apoyo
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Palmaria ausencia de dioses consigue exterminio de aromas en campos protegidos por lunas aciagas Claveles superan torpeza en el andar e instalan fuego en sitios ajenos a la cordura con llanto en cascabeles y en izadas de bandera En las antípodas todo aquello es delirio de casquivanos entre músicas celestiales Los dioses se refugian en las peñas blancas y desde allí imparten verdad y sonido con escucha de poblaciones sedientas en tiempos cuando la ventura es cuestión de azar
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La R edondez
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El sonido emprende vuelo con alas de fatiga en campañas para favorecer el gozo de cuerpos desechos en agonía La soledad despierta el abrazo de la melancolía hasta triturar la menor muestra del deseo Ausencia de próceres persigue otros combates con los rudimentos de civilidad apostados en callejón sin salida Llegada la hora el drama recomienza sin parar mientes en la oratoria greco-quimbaya Fluye la luz mestiza entre la niebla
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Las encinas recuentan espacios en el animado silencio que les permite mirarse en el pasado y entrabar pareceres con las facilidades del aire en movimiento tranquilo Nubes en quietud observan y en momento de frenesĂ descargan rayos y luego las torrenciales lluvias Las encinas reproducen conductas del amor-a-primera-vista y pasado el tiempo la golosina es recordar en las calles los apretujones de nubes y los incendios ocasionados por las esquirlas de palabras malolientes
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Vuelve la valoración de los agapantos en las mañanitas frías de balcones volcados a mirar la manera como caminan los mortales con armonías desarmónicas y dejos en el balanceo inconsciente de los cuerpos Flores en su lugar juzgan a la otra especie con la compasión propia de la indiferencia A lo largo del día las anotaciones desde arriba concuerdan con la apreciación gris de calles recostadas en la geografía de las palabras
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Ironía en el movimiento de esferas atravesada por signos de rancio abolengo permite desatar situaciones de contento entre anillos incandescentes mientras las lunas trazan trayectoria de reflejo en sus destinos Ironía en las consecuencias de la música de las esferas con el pasmo de voces en coros de anatema La moderación en los pasos celestes encumbra el eco de los relatos de terrícolas interminables por la ausencia de principio y fin En vespertina el eco vuelve salobre los labios
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La apuesta fue por el primer encuentro con desbordamiento de palabras y clausura de razones en los cuales la simiente eligió el destino del mundo Al sucederse en la pose los cuerpos fingen pleitesía en la unión de parábolas con desenlace esperado en metáforas cautivas en lo fugaz del momento De lejos las trompetas se perciben como lunas en desespero mientras los cuerpos desatan el nudo de pasados con advenedizo atisbo al futuro
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Fonemas aguardan la insurrección del caudillo pero en la contrariedad el sonido caló en eufonía Largos silencios sucedieron al choque de príncipes ajenos a la sangre real y aquella ausencia de ruido se delató como encanto de seres constreñidos a la intemperie fuera de lugar con apoteosis a las espaldas Al final los monosílabos cumplen con el estertor de piedras y nubes en la ambivalencia de los deseos
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Circunloquios de apresuramiento en las tertulias de cafĂŠ llevan el hilo por las ramas de los encantos pasajeros y en el piso van quedando ilusiones tardĂas con el atraso de relojes en los parques El tiempo suele no pasar en las vidas atadas a tierras de fertilidad caduca donde los apremios se han vuelto olvidos Regodeo de palabras reproduce el suelo que se pisa y la atmĂłsfera que envuelve esos rostros cansados extranjeros en cualquier espera
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Eros se levanta en la escuálida mañana para confrontar en el día las pasiones del amor y del atropello Deseo y placer se concilian en la aspereza de la ansiedad con la esperanza en cautiverio Lúdicas maneras de encuentro avivan los recuerdos de Epicuro y Lucrecio en sus formas de enunciar la vida para el goce pagano que delata la verdad de los sueños Labios conjuran la amatoria promesa en el desenlace
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Recovecos propician la dilación de los encuentros para agotar las mañanas y cautivar memorias de ancestros ocultos en bosques con fuego en las entrañas Encuentros de palabras sutiles y de miradas en silencio a la hora de acortar la jornada que suelen padecer quienes se sumergen en la sumisión y la indecencia Atrapados en la sin-salida los amantes derraman por las calles nocturnas la contención de siglos en los deseos y los conjuros
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Carlos-Enrique Ruiz
La lucha por la vida recrudece la voracidad de consignas y de epítetos al borde del nacimiento de la discordia Caminos habrá para los encuentros al momento del retiro de las contiendas Las manos se abren con el clamor de quienes disuaden en medio de la arena Y la sequía en los labios estremece con silencio a las montañas apostadas en espíritus de oscura confesión Al sucederse las canciones se multiplican caricias de manos sin echar de menos el signo de la contienda
126
La R edondez
del
Sueños aniquilan apostasías con recurrencia de constelaciones de palabras ante monumentales rocas sin posibilidad alguna de fallecimiento Épocas geológicas se suceden desprovistas de contenido humano dando albergue en superficie a lo más transitorio o circunstancial Somos pátina del tiempo en la desmemoria de minerales con vocación de infinito La cobardía nos sume en lo inexpresivo
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A lba
Carlos-Enrique Ruiz
La balanza tiende al desequilibrio en la espera Cargas de sonido y de luz influyen en los platillos del lado del azar En comedia la justicia asume la balanza para denotar la inestabilidad reinante y la humanidad distrae las horas en el consumo de ilusiones Cada dĂa recomienza la vida hasta saciar el alcance del destino
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La R edondez
del
Las seĂąales del olvido cunden por los espacios echados al azar y desde el ocaso manos se tienen para restablecer lumbres y sonidos Cabizbajo en la noche el hombre del desierto emprende la retirada por la vĂa del no retorno Amalgama de sentimientos recorta el pasado y hace del presente un atareo de simulaciones y congojas En el entretanto palomas trazan en la niebla espesa el perfil de insucesos con materiales de la sospecha
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A lba
Carlos-Enrique Ruiz
Así las cosas en la penumbra solitaria el mundo desvive la cordura y echa camino en la traviesa de los días Otras cosas desdibujan horizontes y la mar encabrita intimidades Del subsuelo surge la profecía con señales de alondra en el claroscuro de somnolencias La conciencia despunta en el apremio de conquistar otros pasos hacia lugares de incógnita donde la tierra sea sonido y el vesperal asombro
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La R edondez
Arcanos Profecías Lluvias Arredra el bullicio en corralejas entre cansadas esperas y bermejos otoñales en la cobertura de estrellas con el corazón de golosina Preludio Andante Cancino Cobertura de pentagramas en flores del mal con la apoteosis del salto al vacío Sueños en el entredicho con pormenores de ausencia porcelana que recorre conciertos en la plenitud de los delirios Agapantos estremecen la voz en la velada
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del
A lba
Carlos-Enrique Ruiz
Lluvia de granizo en los trigales con enigma de señal oculta Risas entorno a los claveles Presunción de apego a la tierra-origen Acabose en la congregación de ruinas venidas de otro tiempo con el anuncio de vacíos y congojas El espíritu de la piedra se quebranta con la amenaza de lo fortuito en el estrechar de manos Compasiva la Luna el Sol finge dormidera
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La R edondez
del
El silencio acoge las nieblas con merodeo de roca y de montaĂąa entre pensamientos de cobarde lejanĂa Rumores del tiempo se introducen en las nieblas al advertir lo frugal de las estancias Tiempo que es dĂa/ y es noche recuesta su ansiedad en horarios desfallecientes sin presumir el olvido de los mares saltado de leyendas antiguas Al atardecer la penumbra es niebla sobrepuesta a la cordura de los relojes
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A lba
Carlos-Enrique Ruiz
La misma fuerza del destino levanta la voz en altamar y en el desierto se sostiene a pesar de las furias compulsa sonido a los cuatro vientos repele insolaciones y agites para claudicar ante la imponente serenidad de una Luna llena La noche reproduce en el espejo de agua constelaciones abigarradas al amparo de un croar sostenido y de encanto El destino rompe fuego en las primeras de a pie
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La R edondez
del
Soleares y candiles en los emblemas de torre-vieja emprenden cruzada por el deseo y el placer con las lecciones de Ovidio-el-antiguo De pronto en plazas y calles se derrama la apostasĂa con el brillo solar del desenfreno que apenas las madrugadas pueden apaciguar El tiempo al transcurrir deja atrĂĄs cenizas y en cada instante brotan capullos de extinciĂłn Candiles y soleares recrudecen con cinismo la holgura de las vidas
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A lba
Carlos-Enrique Ruiz
Manos al aposentarse en otras manos interrumpen la monotonĂa de los lugares comunes para dar paso a lo incierto de pretensiones en el corral de arĂşspices Claveles en la mano y en el ojal de la solapa fustigan el odio e intimidan la imagen de la compostura Arreglado todo el Sol se oculta y en el paso de la noche los geniecillos invaden los espacios dejados entre manos al favor de un destino que no prefigura nada
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La R edondez
del
A lba
Las lluvias recitan con plegarias nocturnas el acabose de los tiempos de la consumaciĂłn cuando el pan brotaba de la leĂąa encendida y en el ambiente se percibĂa el olor de lo reciĂŠn horneado Lloviznas o brisas esparcieron la longevidad del tiempo para hacer del olor a pan fresco el sabor gozoso de la eternidad Volteada la hoja el espejo contuvo la imagen del apocalipsis
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… Un silencio que no es más que una máscara del tiempo… Pablo Montoya … De fuego están forjados el miedo, la esperanza, la espera y el insomnio… Pablo Montoya
La R edondez
del
A lba
La penumbra destila sosiego en los espíritus asediados por la ansiedad o el anhelo Ese resplandor que se atenúa entre el día y la noche es oportunidad fugaz para la melancolía que apremia los sauces y recrudece el silencio en los monasterios de clausura Los lugares en la ciudad y el campo despiertan por momento el encanto del vértigo y derraman sobre el aire la caricia de la sutil lejanía Nuestras miradas en la penumbra son la medida en preocupación de pasos al olvido
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Carlos-Enrique Ruiz
Los sueños del día distraen los ojos en la pequeñez de rutinas con aliento de fogata Y en la noche los juegos de estrellas encandilan las memorias de iconoclastas y exiliados A lo largo de las plazas romerías reivindican la fiesta de luceros entre astros de risa y cortinas de bruma Jornadas con apenas el esplendor del cuarzo en lo que pega de sol en las esquinas reviven lo fugitivo de experiencias al vacío La tormenta se encarga de recuperar la contingencia del cieno
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La R edondez
del
Las tardes meditan en el apotegma de las flores con el encanto de luces en desvaído Y las noches cuentan florilegios leyendas en desuso El tiempo a su vez no se distrae en sus propósitos de andar como tránsfuga o como judío errante en el sentido de la flecha desgajada en un instante de misterio con la esperanza de llegada feliz al blanco de acierto Toneles de sueño desquician la verdad del tiempo
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A lba
Carlos-Enrique Ruiz
Rápido ruedan los carros en el recitativo de la infancia pero no tan rápido que no puedan cargar con las erres del mundo Velocidad sigue el periplo de voces en extinción con la carga de asedios sin dar respiro en la confrontación espacio-tiempo Desde esta esquina del mundo percibo las ráfagas incesantes de los destinos cargados de sueños no cumplidos y de incumplidas promesas en lechos de amatorios cómicos en la tragedia
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La R edondez
del
A lba
El mundo resuena de alergias con las montañas coronadas de nieblas y los pies enceguecidos por el barro Al mirarse el mundo en el espejo otras glorias entonan cánticos del desapego y por las cabelleras se derrite el humor de las catedrales en la gótica ausencia de los libros sagrados Vuelven a las calles las memorias del mundo calzadas con los despropósitos de un fuego destilado en las odres de vinos sin ventura Nieblas ocultan la radiante ilusión del mundo
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Carlos-Enrique Ruiz
A la sombra inmaculada de hojas al caer en el aire despierta lo intempestivo de palabras al vacío Silencio silencio en las miradas con deseo reprimido en los labios que apenas alcanzan a balbucear la ansiedad del grito en los cuarteles La alusión es cobarde referencia en soliloquios de parque un domingo sin precesión con campanas de duelo en las torres de Alsacia Brilla en la memoria el reflejo de las carencias con la súplica de amante en desvarío
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La R edondez
El primer paso comienza con la mirada en el suspiro de anhelos de no culminaciĂłn posible La ansiedad recompone deliquios y la soledumbre recrudece la vida de las algas en los mares de porfĂa Entremeses representan en caricaturas la vida puesta sobre hogueras que calcinan lo inĂştil de las trillas y recuperan el ardor del bullicio en pasiones Prolongado es el resonar de la lluvia en tejados con vidrieras de apuro entre miradas que se opacan
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del
A lba
Carlos-Enrique Ruiz
Ardua presencia de los nardos en las esferas de premonitores que caminan sobre nieves o nubes bajo el asedio de golondrinas sĂĄdicas y sedientas de vida Ardua ilusiĂłn de los buscadores de fines y esencias con el mundo tirado a las espaldas Arduo camino de peregrinos con la imagen de soĂąadores desfallecientes El ritual del vino proclama la concordia y hace menos pesado el ambiente en la ceremonia conjunta de Apolo y Thanatos
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La R edondez
del
A lba
Ajena en el presente la piedra rememora 茅pocas por lejanas no menos insulsas El tiempo parece no recordar y en su apresuramiento rompe el ciclo debido a los dioses de la quimera Naciones de tierras forasteras emprenden su busca de identidad para saciar otras fauces distintas al tr贸pico de la calcinante espera El presente es un pasado sin tregua en los amaneceres de birlibirloque La raz贸n concilia con las causas perdidas
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Carlos-Enrique Ruiz
Anuncio de fuego traen las madreselvas en flor para examinar lo combustible del ánimo en ambientes estériles para la creación Improperios saturan la atmósfera con la resignación al medrar en los rincones mientras en las calles la multitud frena sus pasiones en el muro de los clamores y las ilusiones acabadas El mundo ni se entera con el ritmo sostenido en volteretas de cara al infinito/ hecho realidad en la proclama de los asteroides
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La R edondez
del
Decadencia de los sauces al someter a prueba su capacidad de llanto puesto que pasan de largo ante la proclama de los asteroides Otras escenas les esperan atraĂdos por la congoja de los afrecheros tan acostumbrados a las melodĂas del despertar El hilo de los acontecimientos interrumpe la alineaciĂłn en la sensatez de las esferas con la mĂşsica abandonada en el aire
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A lba
Carlos-Enrique Ruiz
Surcadas las aguas en el sobresalto el hombre alcanza la meta de categoría aliótropa Y en la soledad de los mares ninguna señal recobra el ímpetu de las ninfas Extensiones de soledad inundan los espíritus carentes de aprecio por las cosas de mano Pasado el tiempo la memoria recobra lo válido en el derrame de las palabras con el contenido de la soledad
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La R edondez
Armonías de papel se entonan en pasillos atestados de murciélagos con acompañamiento de soliloquios del deambular sin ton ni son Desde otros espacios las canciones del Renacimiento aglomeran tratados de hermenéutica en la jerigonza incomprensible de los más esquivos compañeros de viaje De largo pasan las melodías entretenidas en el gregoriano acervo de las catedrales en el gótico tardío Campanas derraman la agonía del tiempo
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del
A lba
Carlos-Enrique Ruiz
Los dioses trajinan consejo para atar el camino de los mortales en rutas de sufrimiento a condición de nieblas en el horizonte Fervores de peregrinos en el exilio avivan el reto por conquistar pasos hacia la liberación de espíritus con desapego al barro El choque en síntesis estimula el desafío por alcanzar lo inalcanzable Dioses en apuros asedian la sonrisa de los forasteros
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La R edondez
del
Vigilias en la conquista de espacios fuera de término con el corazón atado a rancherías asediadas por la compostura en alineación de siglos de no pasar nada Noches de sigilo entre cabizbajas miradas con labios y manos dispuestos al amor entre cuerpos desasidos de formas en la lujuria de los vendavales El tiempo continúa gravitando con el levitar de palabras faltas de lozanía
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A lba
Carlos-Enrique Ruiz
Cobertura de pensamientos en la elasticidad de furias desatadas con olas que acarician acantilados ajena a la pesadumbre de los ocasos El mar recorta en el horizonte el festejo fúnebre de los días con la sensatez de un Sol que se apaga La curvatura de porcelana delinea la armonía del infinito con el supuesto parpadeo ininterrumpido de glorias tras el velo de los supuestos y las elucubraciones del vacío
156
La R edondez
del
A lba
La soledad de los campos da tregua a las avispas para extender saludo a mundos distantes entreabiertos a la conducta lĂşdica en los alvĂŠolos En la intimidad
seres animados y cosas entrelazan el camino y de las huellas hacen el jardĂn del holocausto Arrumes de vivencias en los campos desolados reverdecen lo crudo del saber en historias ajenas al tejido de las abejas El viento en su temple distrae el sonido bajo de muletillas al desgaire
157
Carlos-Enrique Ruiz
El tiempo reitera sonidos al igual que silencios en las madrugadas y en los confines con asedio continuo a mundos indescifrables Tiempo basta para apaciguar el cortinaje de los asuetos en las ardientes playas de las injurias y los deseos Al tiempo de las penurias le realza sombra de arbustos encogidos por el apremio En los encuentros el tiempo provoca lazos de intimidad entre flores alucinadas por el estertor de lo viajero
158
La R edondez
Silba el viento en los ventanales que miran al bosque de entrepaños tejidos por mariposas curtidas de luz En el apogeo de los colores demanda la crisálida por el fervor sínfono en hojas con el verde de la ausencia La sombra en su furor de tenacidad arropa jardines con el fin de cubrir el vacío anunciado desde los tiempos de mares en alevosía Surtido de causas vuelve penacho el más mínimo decir en los conjuros
159
del
A lba
Carlos-Enrique Ruiz
En el sosiego de las palomas el mundo conspira por escalar el estadio de sensaciones sublimes y en el proceso la ilusi贸n se derrumba por los escalones trazados antes al infinito Gardenias entrelazadas con momentos c贸smicos de pausa esparcen perfume en recintos de locura entre cautivos de causas lejanas de cualquier salida en armon铆a La noche nubla el currucuteo
160
La R edondez
del
SimetrĂa en la busca de colinas donde viva la esperanza con jilgueros y aves de altura con madrigueras para preservar la vocaciĂłn de existencia y con silencios de espera resistible En las montaĂąas el tiempo y la luz juegan al encuentro de dioses para distraer el merodeo de nubes La divisa en la altura cubre de recato las fuentes y encumbra en silencio las palabras
161
A lba
Carlos-Enrique Ruiz
Largas son las apuestas por lo sutil de las miradas cuando el tiempo se empina para observar el amor de los helechos Y corto es el destino de flores en celo cuando el clima cobija la piel para proteger la decencia de las miradas Aceitunas en su color de fertilidad rememoran las simientes en el bosque que pelechan sin temores a la espera de otras suertes El amor vierte delicias en la piel
162
La R edondez
del
A lba
Refugio son las manos para acoger el temor de lo que escapa al dejar estela en el silencio Los caminos convocan las distancias para la fuga de vocaciones tardĂas al empecinarse la noche en sacar a flote el temor de las ausencias con remedo en labios quietos a la espera Las manos delatan el titubeo de canciones adheridas al corazĂłn dispuesto siempre a indagar en la aventura del otro sĂ Aves dejadas de rumbo precipitan la inmensidad de la noche
163
Carlos-Enrique Ruiz
En el momento de la sed el universo precipita la asonada que lleva al cadalso de observaciones desprendidas del más allá La rutina rompe los pormenores y permite el enunciado de reveses con extensiones sueltas salidas al paso prestas al reclamo/ o a la complacencia de favores Vuelven los fueros de las estrellas a asirse de lunares en el cosmos tejido de historias indescriptibles Y la vida cobra en pétalos la ambrosía de pensamientos
164
La R edondez
del
A lba
Proximidad lejana de cuerpos confundidos en la química con electricidad de atracción en la piel repercute en el mutismo de las rocas y en la inquietud de mariposas que revolotean en el mismo lugar Al paso de horas/ de días quizá de años aquellos cuerpos rememoran la solvencia del verano y riegan en tierra estéril las pasiones insatisfechas de los inviernos La naturaleza toma posesión de los cuerpos en ruinas
165
al final
Carlos-Enrique Ruiz
Nada estaba en rubor con la pasmosa insolencia de multitudes desatadas contra cualquier destino Nada fue el desenlace del furor Y pasado lo ocurrido prados y pavimentos recobraron el aire fresco de la soledad Un árbol cualquiera recogió en cicatrices la trifulca dejando el grito a voluntad del viento Tiempos son estos de difamación y discordia a la espera de claveles de ambición en los pechos de supérstites pobladores de otras tierras
166
La R edondez
del
A lba
La sangre se templa en la pasión de las piedras pulidas en torrentes y nunca detenidas La pasión desborda la intención de las nieblas para acceder a cúmulos de amenaza en las horas dispuestas por el destino De por medio las escenas reivindican la intimidad de los yarumos y frailejones en lugares expuestos a la traición Aquellas especies de asombro claman en la derrota por un lugar para el sosiego de fertilidad en el mundo
167
Carlos-Enrique Ruiz
Extraño azul en la madrugada de estos cielos de alta montaña tan escasos de travesura y tan favorables al desprecio de los ángeles Las montañas suelen entonar los silencios con el murmullo del viento al paso de aves en la madrugada Diálogos se aprecian más tarde entre colinas y vertientes de luz con el vago testimonio de nubes ajenas al esplendor de la madrugada Rizos en las palabras emponzoñan el día
168
La R edondez
del
En lo intempestivo de las palabras aflora el sinsentido con chispeos de colores y p茅talos al aire El paso de ninguna estela traza caminos sin quedar huella Y el mundo sigue sin tomar en cuenta nada de lo existente mucho menos las banalidades como sortilegios de apresurarse en el tiempo Los caminos reproducen la intenci贸n de abrirse los seres a lo ins贸lito del azar
169
A lba
Carlos-Enrique Ruiz
El hielo de los sueños recompone el paso de la apoteosis por los jardines cándidos del señorío La conciencia está perdida en las tarimas del afán y en los ruedos con cadenas de salida al fin de los tentáculos Queda entonces la observación y la espera con algo de probabilidad en los asuntos del afecto La efectividad vuelve fallida la ocasión cuando el silencio se precipita en la nube
170
La R edondez
del
A lba
La experiencia del deseo elabora palabras despojadas de consistencia con sentido equívoco en el desgranar insonoro de instantes en apuros Más allá está el canto con la sonoridad del eco en reiteración hasta extinguirse entre dos colinas Después se imponen los pormenores de la nostalgia y el galope del olvido De nuevo el Sol se desprende de la noche y la espiral continúa el derrame de acontecimientos sin trascendencia
171
Carlos-Enrique Ruiz
El olvido no es la ausencia de recuerdos sino recuerdos hechos triza La memoria descompone imĂĄgenes y sonidos con paso por tamices o sintetizadores y al ir pasando el tiempo los sentimientos integran el recuerdo Olvido en el desprendimiento de hojas de palabras de sĂlabas con fuga ignorada El recuerdo persiste en silencios que abruman y en espacios invadidos por fantasmas
172
La R edondez
del
A lba
Cada fecha es una calcomanía como los parques y las mamparas y las calles con remate en iglesias de torres con pararrayos Calcomanía es la mirada que se fija en los muros y rebota en troqueles para otras calcomanías de menos agresión y más contenido de fuerza en diálogo La calcomanía remplaza el anuncio teledirigido a favor de cortesanos en un trópico enhiesto de voces en silencio El papel con brillo reproduce la sumisión a la imagen establecida
173
Carlos-Enrique Ruiz
Dinosaurios fuera de escena en época olvidada recuperan la posibilidad del no-ataque en momentos cuando la falacia impone su sabor Otros tiempos fueron el desmedro de dinosaurios con el solo pasar de fuerzas a la deriva Ahora reproducidos en pequeño y gran tamaño se les ve despojados de amenaza hasta risueños El tiempo resulta ser aire en la condición de viento que refresca las pasiones con olvido de los dinosaurios
174
La R edondez
del
A lba
Encuentros de tiempos dispares en la conjugaci贸n de prop贸sitos encaminados a la conquista de mares y territorios sin Luna Encuentros de nubes en la tempestad de los ocasos y en las nieves de historias todav铆a no relacionadas Encuentros de civilizaciones en la mampara de hip贸tesis y en los desgarres de narradores que no concilian diferencias en los azares El destino concluye los encuentros en el paradigma de los reveses
175
Carlos-Enrique Ruiz
Esta es la ocasión de las mariposas para rondar pétalos desajustados en el jardín de los emprendimientos tardíos Y en las madrugadas el tiempo deposita color en la ansiedad de aquellas especies favorecidas por el encanto de la aurora A lo largo del día las mariposas columbran el desapego de miradas al acecho Tan pronto el Sol depone su fuerza la osadía del color entrega al silencio los últimos cartuchos
176
La R edondez
del
A lba
Se piensa en las palabras con sentidos encontrados y en la disputa brilla la confusión de sonidos que huyen como en busca de lo inamovible Al revés ocurre con los libros que sin encontrarse disienten para dar paso a los vacíos de vocación y de alborozo El sentido acomete el riesgo en campos infecundos y en las cosechas del trigo y la avena las palabras rebrotan con ganas de inaugurar el tiempo de los encuentros con el regadío de los silencios
177
Carlos-Enrique Ruiz
El silencio persiste en atracción al bullicio de llamas en el incendio del aire Apoteosis ajena al frenesí desemboca en las mismas aguas con torbellinos de anhelo Rumores que cunden en las riberas de los ensueños tuercen el curso de otras vidas sutilizadas por el aroma de los reveses con el recuerdo en lejanía de la suerte de moros y cristianos El silencio remedia los torrentes
178
La R edondez
del
A lba
Verjas limitan el sonido de orquestas venidas de tierras lejanas en busca de aire de luz de libertad y las condenaron al ostracismo Sinembargo las orquestas se abren y con su música rompen cualquier restricción La música no se deja maniatar su noción es la libertad y el aire rompe límites favorables al encanto sonoro con capacidad de cautivar a desprevenidos y adversarios
179
Carlos-Enrique Ruiz
Noches en rebeldía excitan las lunas con estrellas en celo y en el silencio los pensamientos hacen la coartada tragicómica de enseres producto del despojo que redujo a sumisión a los más exaltados contrincantes de partidas sin excusa En mandobles prosigue el destino de memorialistas y gacetilleros hasta reducir a cenizas los papeles de la escena El cuadro no pude ser de más congoja mientras las lunas retornan al lugar mudo de cielos desprotegidos
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La R edondez
del
A lba
Rin-rines consumen el tedio en las madrugadas al paso de trenes aviesos en la memoria de gravillas y traviesas Senderos de antes ocultan hoy la historia imaginada de pr贸ceres a su vez despojados de condici贸n humana El tedio rompe en las noches la sensatez de perspectivas al permitir que las paralelas se junten antes de llegar al infinito En los amaneceres la voz cruel de caudillos asume el tedio hasta en las piedras
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Carlos-Enrique Ruiz
El ciempiés acelera la lucha por sobrevivir en suelos saturados de ofensas con el único seguro de ser pisado y al quedar como una mancha imperceptible lanza el reiterado mensaje de la fragilidad de la vida Así como el ciempiés resulta víctima el ser humano suele ignorar la pregunta por la validez de la vida entre mortajas Luces se filtran por los portillos de la ilusión
182
La R edondez
del
A lba
Alguien presume saber algo de las cosas entre arsenales de inutilidad pero cansado en los años se despoja de cualquier búsqueda y en un rincón almacena hipótesis y presunciones Los siglos se acumulan en estratos de filigrana con similitud a las telas-de-araña y desde lugares distantes se percibe el deseo de la nada Cada ámbito es punto seguro para el despojo
183
Carlos-Enrique Ruiz
Colonias de colosos se asemejan a las piedras por el porte rígido y la indiferencia en lo circundante Hierática en la sombra esa historia desploma las más sabias interpretaciones para dar paso a las vaguedades en las ínsulas de ciudadanía lítica Conglomerados de supuestos atan las cadenas del tiempo y en el transcurrir irrumpen musgos o helechos con microcosmos de asedio por la soledad entre bosques de niebla El coloso de Marusi se sobrepone a las ínfulas
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La R edondez
del
A lba
Roto el sueño aparece el delirio con sucesión de fantasías multicolores y propósitos inalcanzables Nada más parecido a la especulación sobre bases de remojo Fantasmas de imaginación al parecer distraen la amanecida y dan paso oculto a las auroras Aves de distinto coturno rompen el hielo con sus diálogos en tonos cautivantes Una ducha fría rompe en la cabeza la sensación evanescente
185
Carlos-Enrique Ruiz
Lac贸nico el sonido de los esteros reclama de los anhelos la parsimonia a los vuelcos intempestivos de quienes son asaltados en su ingenuidad Noches reiteran el sonido con otras muecas en los rostros alejados de la m煤sica por la casualidad de los destinos Peregrinajes sin fundamento quebrantan las rutinas en los parques naturales El cortejo de ardillas y torcazas camineras da la nota de la fiesta
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La R edondez
del
A lba
Sustancia de ideas desparramadas en el jardín neo-romántico con expresión decadente para los tiempos que corren Sustancia en forma deletérea con parentesco en fobias de la antigüedad más remota Intangible la cuestión recorre tiempos y espacios sin noción de época ni de lugar La esencia de las cosas y de las palabras irradia confianza en seres venidos de la nada
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Carlos-Enrique Ruiz
En lo sublime está el encuentro deseado que derrame sobre la piel el ámbar de la sabiduría para disuadir los temores de Proserpina y de las ninfas y de las tortugas Mixtura de propósitos enciende la vida en el instante con la fecundidad ligera que atosiga animales prediluvianos El saber desublimiza cualquier asunto pasado de la raya Y en el siniestro se encuentra la solidaridad multipropósito
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La R edondez
del
A lba
Ozono y mercurio en la preocupación creciente por la amenaza a la vida Las largas que se dan para las soluciones hacen de lo cotidiano una espera inútil El asombro ha cesado y el medio natural emite lamentos con estertoreos reclamos oídos por la impotencia en manos cautivas de la indefensión ¿De qué servirán la música y la poesía? Quizá podrán ser refugio en lo estéril de la conquista del mundo o de consuelo
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Carlos-Enrique Ruiz
Esos mares en el tejido de los sueños oprimen labios deseosos de cantar y abren los ojos con la ansiedad de puertos lejanos Mares aquellos de golpe en el olvido fueron aliento de conquistas y disuasión de pérfidos bucaneros Otros vientos arreciaron oleajes con las prendas del hortelano y en arrecifes se posó la bandera de continentes en infortunio Sueños de mares tejen épocas de soledad e infinito con la placidez de los delfines rosados en el Amazonas
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La R edondez
del
En el entremirarse se cuentan las canciones de partitura olvidada y las cuitas de amores sin fruto De por medio el parpadeo reclama una lágrima en el abandono y una sonrisa por el desplante en los besos consumados Cruce de miradas son recuerdos imposturas o sonrisas de macabra añoranza En el perfil de las vidas el anagrama describe lo no acontecido con el retrato de las miradas y el silencio de pálpito en corazones despojados de pasión La luz reconcentra la oportunidad
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A lba
Carlos-Enrique Ruiz
Al pensar se decide por causas desconocidas en la conducci贸n de sorpresas que atisban a un cielo construido de mecano Cada decisi贸n es un cobro de cuentas al silencio enmarcado por la lluvia Se reproducen las causas en el dominio de fuerzas contrapuestas que juegan con figuras auditivas respecto a la invidencia preponderante en un mundo del pasar-de-largo Lo importante ser谩 el decir en el amar con los suplantes de horas gastadas en el fervor de los oasis
192
La R edondez
del
Felices en lo oculto de silogismos con el traspiĂŠ en procederes de rectitud formal y sospechosos por el alma deshojada ellos se hicieron a la mar con la expectativa de naufragio El tiempo hizo de sus vidas frutos secos de palabra enjuta y vaguedad en la mirada Otro tiempo vino y levantaron de nuevo anclas como peregrinos en el Camino de Santiago La vida resiste a los atropellos y a los espejos  
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A lba
Carlos-Enrique Ruiz
Con el cincel de las palabras se esculpe la traves铆a de narradores cronistas poetas para la huella de niebla y viento o para la impronta en la frente de efigies mudas Las palabras se sueltan en carrera y con el menor tropiezo derivan al inciso o al esparcimiento pros贸dico de las nieblas Nubarrones invocan por el acierto de una palabra desmembrada de contenido con capacidad de atajar la insolvencia de los tiempos
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La R edondez
del
En hangares se deposita la simiente redundante en asombro por la ansiedad de vida Espacios ocultos a las miradas son receptáculo de promesas/ y postración de quimeras en un ventilar de pordiosero Audacias de miseria hacen de las ruinas más simientes para la elección de cronograma con augurio de florecimiento en la época de las vacas-flacas Con pormenores se descifra el suceso y al final la dicha reverdece en el hontanar
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A lba
Carlos-Enrique Ruiz
No dejo de dar aire al tablado de las promesas incipientes con el desgano de armazón en ideología En la travesía recurro a la suerte de la intuición para dar-en-el-clavo en los asuntos de poca monta sin aspirar al eco de las montoneras El tablado empina la bonhomía con el clamor de nubes que bordean las esquinas en la ciudad de conquista La armazón del cuento me deja dispuesto al claro-de-luna en el teclado o en la intemperie
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La R edondez
del
A lba
Sonrojo de cascabeles en la homilía de los parques riega pausas como en campos de hortalizas para contener el avance de atropellos Sonrojo de claveles entre luces en serpentín dan confianza en los campos mientras por las calles se extiende el desafío en cada día con independencia de luz o de hora Flores y sonidos conjugan sabores y ambiciones por la paz en el mundo Gandhi y Mandela son guía
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Carlos-Enrique Ruiz
Superficies de celofĂĄn en las manos con disimulo de prodigio distraen las sonrisas en las multitudes apostadas en laderas de terciopelo PĂŠtalos rojos riegan los campos con lluvias desatadas por ventisca proveniente de altura donde anidan las ilusiones Otros momentos atraen los silencios resguardados entre rocas con meandros ocultos en las palabras Solemne el sigilo
avanza
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La R edondez
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La acogida de los dioses permite emprender sonidos en el lenguaje del viento y la roca con el silencio demoledor en las pausas Los dioses recrean espacios alejados de la furia que cuece atrevimientos y resalta rayones en expresiones de balbuceo Otros serĂan los tiempos con privilegio de lo insular en las posiciones de mirar con sosiego el ocĂŠano y de tomar distancia de embelesos cotidianos en la desmesura Dioses acogen con lentitud el trasegar del tiempo con la inevitable solvencia de los ocasos
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En lo violento de las cuentas por contar se asoma el regodeo y jaleos de extensi贸n se desatan reducidos a palabras cojas Vocablos insonoros curten el aire con el desgano de prop贸sitos quemados en la primera l铆nea De esa manera las jornadas pasan a ser escenarios de picante audiencia y despreciativo repicar de las mismas causas Las cuentas terminan por no contarse y el club de las miradas recauda el gran logro del vac铆o
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Parsimonia en el crecimiento de los nardos al cuidado del Sol un tanto ausente y con parsimonia elusiva en las miradas Parsimonia acogida por el frío en estas tierras altas del trópico también disipa lo temprano en las rúbricas del corazón y expele recuerdos adormilados en pastizales La Luna se regocija en la placidez de ojos entreabiertos tras la niebla Las campanas ruegan por la estabilidad de la parsimonia en los moradores
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Lenguas de fuego acariciaron memorias en el historial de las rocas para agregarle visos en los torrentes venidos de un cielo azul El compĂĄs de espera dio aviso en la madrugada con el ronco sarcasmo de alcaravanes Nubes de creciente fueron tomando su lugar en remedo de encrucijada Mientras tanto en algĂşn lugar los amantes acuerdan la hora del suplicio Fechas remotas reproducen el encanto de postales en sepia
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Túneles en el diálogo abren compuertas para el silencio de exploración con curvas de máxima desplomadas al primer intento de testimoniar la ruina Conversaciones se reiteran entre sumisos fabricantes de causas perdidas bajo la desfachatez de hordas memorialistas a la espera de oportunidad para encender la pasión Banderas se agitan en balcones y calles con retorno al patriotismo insípido Pero no falta quien tienda la mano hasta saciar la sed de voces y corazones en súplica
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Angustiosa parcela de los querubines exalta el sue帽o en los guijarros tendidos en el camino y exhala ambiente de apotegmas con enclave de palabras gastadas Lugares hay para la insolaci贸n y la soledad marcados por signos inamovibles que desesperan al viento Sombras de palmas batientes exasperan la arena con ambici贸n de retorno a la parcela de querubines donde ya nada impera
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La narración en lugares asediados por el silencio de las piedras involucra el sentido de la espera con desafío a las notas columbradas en monasterios carentes de momias y de leyendas La narración de aquellos lugares no da tregua para el soliloquio en imágenes de letrados venidos a menos Superado el destino de los náufragos recomienza el peregrinaje en busca de fuentes narrativas que animen la vida para la solemnidad indiferente del silencio
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Ideas en la espuma de acontecimientos hacen deleznable el paso de los marciales que buscan refugio en las nieves de montĂculos fugaces Pasadas varias plenitudes de Luna la normalidad arrebata la primacĂa en las calles con la solvencia de lluvias renunciadas al silencio Nieves reproducen en sombras los espejos dorados en las tardes de arreboles La esperanza revive el vigor de lo deleznable
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Rosa de esperanto en la cuadriga de los vientos inclina su peso en atmósferas de estrellas a la espera de acomodar la ambición de los crepúsculos Figuras en la condición de fractales remiten a los helechos en la vera de los caminos para el acomodo simulado de pautas a seguir con la venia de normas inconclusas arrumadas en cualquier esquina En la rosaleda pasean las abejas distraídas en el fervor del néctar y confundidas con la rosa de los vientos
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En las azules madrugadas los caracoles sueñan con los subterfugios de la vida y los afrecheros están a la defensiva de gatos mirlas y gavilanes maromeros Entretanto en el interior de las casas el tiempo se despista en la madrugada con olvido de las afugias de otros seres Y en las calles rueda la mañana con pregones de voceadores de prensa de arepas-de-chócolo/ de tamales calientitos/… de aguacates maduros… con los primeros sones a la puerta de los hijos del desamparo La vida se encoge en las madrugadas
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Tibieza de una voz en la intimidad de la almohada reclama los minutos de pormenores dejados al amor Y los minutos palpitan al golpe de luz filtrada en la ventana Diálogo de afrecheros en el jardín da la señal del tiempo en recaudo Los días son sumatoria de horas/ en fuga con el pálpito de lo que se escapa entre las manos Cada jornada sobrepone las ansias al sabor entre-gris de los silencios meditabundos
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[Libreta del 14.IV.2010 al 30.VII.2010]
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Índice 5. Proemio. Disquisiciones ingenuas sobre la redondez del alba. Por: Carlos Vidales 11. Presentación. Una poesía entre la nostalgia medieval y las ruinas contemporáneas. Por: Juan Gustavo Cobo-Borda 17. La horas son oleajes 18. Las ausencias 19. Jinetes del apocalipsis 20. La naturaleza de las cosas 21. Apostillas en las simientes 22. No cambia la luz 23. Labios en la carencia 24. Las caricias se asemejan 25. El silencio reconstruye Peregrinos en la noche 26. Cautela en pisadas 27. El tiempo merodea 28. Contiendas 29. Circunstancias 30. Acorazados 31. Sonámbula 32. La canción 33. Oscura la mirada 34. Las palabras 35. En el subsuelo 36. Lujuria en los arenales 37.
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38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65.
Rutila en las sienes El sonido Enmiendas de silencio El tiempo Dimensión desconocida Sobre las sienes La medida de las cosas En la suave audacia Desquicio de las cosas Sinopsis de los sueños Humeante el sentido Noticias de correvediles Rivales Las palabras y el tiempo Cuál era la razón El piano Estas correcciones Paso quedo Las hidalgas fuerzas El silencio alumbra Las cosas no tienen silencio Circunspecto Espectáculo Las manos izan la voluntad Noche de los sauces Turbulento ensueño Encendidas noches Magnitud
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66. 67. 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81. 82. 83. 84. 85. 86. 87. 88. 89. 90. 91. 92. 93.
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Se desatan crueldades Te conocí Conquista de risas Tormentas Digo sin decir Ventanas de asombro El amanecer En qué año, en qué destino Resurgir de recuerdos El decir de los sueños El deseo Voraces acontecimientos En la memoria comparece el silencio Apegado a las luces indirectas Cuerpos en vigilia Veracidad en las especies Encanto De nuevo El lápiz se resiste Esta mano La canción despierta en los pedregales Fosforescentes alas Insolencia Derivan los días El esfuerzo La penumbra Entablan diálogo Especulación de ruidos
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94. 95. 96. 97. 98. 101. 102. 103. 104. 105. 106. 107. 108. 109. 110. 111. 112. 113. 114. 115. 116. 117. 118. 119. 120. 121. 122. 123.
Lluvia en su oscilación de ritmo Soberbia Proximidad Solfeos y coralinos Piedras Acuciosas miradas Pasos Contenida la luz Dominios de la sinrazón Sensible padecimiento Canciones de la tierra El nombre de las estrellas Agobio Arsenales de sueños Palaciega sombra Apología del designio Sintonía Desbordamiento Palmaria ausencia El sonido Las encinas Vuelve la valoración Ironía en el movimiento La apuesta Fonemas Circunloquios Eros se levanta Recovecos
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124. 125. 126. 127. 128. 129. 130. 131. 132. 133. 134. 135. 139. 140. 141. 142. 143. 144. 145. 146. 147. 148. 149. 150. 151. 152. 153. 154.
La lucha por la vida Sueños aniquilan apostasías La balanza Las señales del olvido Así las cosas Arcanos Lluvia de granizo El silencio acoge las nieblas La misma fuerza del destino Soleares y candiles Manos Las lluvias recitan La penumbra destila sosiego Los sueños del día Las tardes meditan Rápido ruedan El mundo resuena A la sombra inmaculada El primer paso Ardua presencia Ajena en el presente Anuncio de fuego Decadencia Surcadas las aguas Armonías Los dioses Vigilias Cobertura de pensamientos
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155. 156. 157. 158. 159. 160. 161. 162. 163. 164. 165. 166. 167. 168. 169. 170. 171. 172. 173. 174. 175. 176. 177. 178. 179. 180. 181.
La soledad El tiempo reitera sonidos Silba el viento En el sosiego Simetría Largas son las apuestas Refugio son las manos En el momento de la sed Proximidad lejana Nada estaba en rubor La sangre Extraño azul En lo intempestivo El hielo de los sueños La experiencia del deseo El olvido no es la ausencia Cada fecha Dinosaurios fuera de escena Encuentros Esta es la ocasión Se piensa en las palabras El silencio persiste Verjas Noches en rebeldía Rin-rines El ciempiés Alguien presume
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182. 183. 184. 185. 186. 187. 188. 189. 190. 191. 192. 193. 194. 195. 196. 197. 198. 199. 200. 201. 202. 203. 204. 205. 206. 207.
Colonias de colosos Roto el sueño Lacónico el sonido Sustancia de ideas En lo sublime Ozono y mercurio Esos mares En el entremirarse Al pensar Felices Con el cincel de las palabras En hangares No dejo de dar aire Sonrojo Superficies de celofán La acogida de los dioses En lo violento Parsimonia Lenguas de fuego Túneles en el diálogo Angustiosa parcela La narración Ideas Rosa de esperanto En las azules madrugadas Tibieza de una voz
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Este libro se termin贸 de imprimir en Editorial Andina el mes de octubre de 2011 Manizales - Colombia
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