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Qué festejan

De no creerse la reacción del gobierno mexicano y del partido en el poder tras el veredicto de culpabilidad contra Genaro García Luna: jolgorio.

Así de chiquitos. Así de perversos.

México está enfermo. La clase política del siglo 21 ha fracasado. García Luna es sólo una expresión de la gravedad del mal que gangrena al país.

Y en lugar de que en Palacio Nacional apareciera el estadista con un mensaje cívico, pedagógico, orientador, se presenta un matraquero que festeja la podredumbre, de la que es parte, para sacarle utilidad electoral.

Porque García Luna es corrupto, entonces hay que destruir la democracia, es su mensaje a la población.

Mario Delgado, presidente de Morena, tan pequeño y perverso como sus jefes políticos, llama a cancelarle el registro al principal partido de oposición.

Empaquetan a García Luna con la defensa de la democracia que realiza un amplio sector de la ciudadanía. A la hoguera todos.

Qué pretexto tan grotesco para justificar su asalto a la democracia.

A ESPERAR NUEVO FALLO

USO DE RAZÓN

Pablo Hiriart

Opine usted: phiriart@el nanciero.com.mx phiriartlebert@gmail.com

@PabloHiriart

Es como si en el próximo sexenio se quitaran los programas sociales ante la detención de un alto funcionario mexicano por ligas con el narco.

Porque en el siguiente sexenio van a caer encumbrados personajes de la actual administración. Los vecinos del norte lo han dicho de mil maneras.

El axioma por el cual cayó

García Luna es claro: el crimen organizado sólo puede operar a gran escala con la ayuda de las autoridades.

Durante el actual gobierno se ha disparado el tráfico de drogas a Estados Unidos y los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación operan en 31 estados del territorio nacional. Son los más poderosos del mundo.

El tráfico de migrantes, es decir, de seres humanos, hacia Estados Unidos, está en su máximo histórico.

La extorsión a gran escala se extiende por prácticamente todo el país.

Roban y venden gasolina a la vista de la Guardia Nacional y de quien quiera que pase por carreteras altamente transitadas.

Esos y otros delitos son cometidos por mafias que sólo pueden operar con la complicidad del gobierno federal.

Las autoridades de Estados Unidos fueron las que dieron la localización de Ovidio Guzmán para detenerlo antes de la llegada del presidente Biden.

Desde la Casa Blanca, el Departamento de Estado, la DEA y el Congreso, hay quejas explícitas, públicas, contra el gobierno mexicano por cerrarse a la cooperación en la lucha contra los cárteles.

Escamotear la cooperación es, para Estados Unidos, complicidad.

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