FICHA BIBLIOGRÁFICA Vázquez, Elisa Lucy & Pepón: Regreso a Montecorona / Elisa Vázquez ; ilustraciones João Valente. –1ª ed. –Madrid : NubeOcho , 2014 240 p. : il. b/n. ; 23 cm. – (Colección Lucy & Pepón. +10 años) ISBN: 978-84-942360-8-2 1. Aventuras 2. Fantasía 3. Diversidad 4. Intriga I. Vázquez, Elisa II. Valente, João, il. III. Título IV. Serie. 087.5 : 821.134.2-3
REGRESO A MONTECORONA
Regreso a Montecorona Colección Lucy & Pepón © del texto: Elisa Vázquez, 2014 © de las ilustraciones: João Valente, 2014 © de esta edición: NubeOcho Ediciones www.nubeocho.com - info@nubeocho.com Corrección: Jesús García Fernández Diseño: Isabel de la Sierra Agradecimientos a Javier Ferrero por su lectura y correcciones Primera edición: Septiembre de 2014 ISBN: 978-84-942360-8-2 Depósito Legal: M-20337-2014 Impreso en España· Gráficas Jalón, Zaragoza Todos los derechos reservados. No está permitida su reproducción.
REGRESO A MONTECORONA Elisa Vรกquez Ilustraciones de Joรฃo Valente
A Laura, que posee toda la nobleza de una auténtica caballera. A Aitana, la pequeña aprendiz de maga, de bruja, de niña del agua, de princesa, de caballera... de todo lo que ella quiera. Elisa Vázquez Al Señor Androide. João Valente
ÍNDICE
1. Un encuentro sorprendente.........................................15 2. Extraños sucesos...........................................................23 3. Un mensaje de ayuda....................................................28 4. Una noticia terrible.......................................................35 5. Buscando en los espejos..............................................43 6. Querido Flamo..............................................................54 7. Una huella de pato........................................................69 8. Dragona de agua...........................................................84 9. En la cueva de alabastro...............................................95 10. Los niños del agua....................................................103 11. Toda la verdad............................................................114 12. El criptograma...........................................................126 13. Un niño normal.........................................................141 14. El vendedor de poemas............................................152 15. Perdidos......................................................................166 16. Recuperando la memoria.........................................174 17. El caballero cocinero................................................185 18. La nueva familia........................................................197 19. Regreso a Montecorona...........................................207 Epílogo...............................................................................222 Apéndices. Recetas del banquete en Montecorona.....225 Decálogo de Caballeras y Caballeros.............................239
1. UN ENCUENTRO SORPRENDENTE
Después de su increíble aventura en el País de Siempre Más Lejos, Lucy y Pepón volvieron a su vida de siempre, pero ya no eran los mismos. Sus problemas de estatura ya no tenían importancia. Lucy seguía siendo la más bajita de la clase y Pepón, el más grande, pero ahora eran valientes y decididos, en el colegio nadie se burlaba de ellos y habían recuperado su antiguo entusiasmo por ir a clase y aprender cosas nuevas. Además, sabían que los amigos que habían hecho en aquel mágico lugar estarían cerca cuando les necesitaran y tenían la esperanza de volver a verlos. Todos los días pensaban en Flamo, el magnífico dragón de fuego que había logrado corregir su terrible costumbre de decir palabrotas y había sido nombrado Mago Aprendiz por su maestro, el Mago Blanco de la Cueva Negra. También recordaban con cariño a la parlanchina Bolita, hija del gran Hechicero del Reino de los Orbes, a los Contadores de Historias, a los caballeros de 15
Regreso a Montecorona
Montecorona y su Orden de las Siete Monedillas, de la que también Lucy formaba parte desde que el Gran Maestre la nombró caballera, y, ¡cómo no!, a la despistada bruja Damelín, que les hizo creer en pócimas mágicas y los convenció para iniciar su aventura… En fin, habían pasado muy buenos momentos, pero ahora estaban de nuevo en el mundo real.
*** El día había amanecido espléndido y la clase de Lucy y Pepón, con don Ángel a la cabeza, estaba de excursión visitando un anfiteatro romano en una ciudad cercana. A Pepón le maravillaba ver aquellas ruinas de tiempos tan remotos. Imaginaba las viejas piedras, nuevas y relucientes, los edificios completos y llenos de gente disfrutándolos. Casi podía oír a los actores declamando los antiguos textos y al público aplaudiendo entusiasmado. Por eso se le fue el santo al cielo y se quedó un poco rezagado. Lucy se dio cuenta y fue a buscarlo. —¡Vamos, Pepón, no te entretengas! Don Ángel ha dicho que no nos separemos y el grupo ya está entrando en el museo arqueológico… —¡Sí, vamos! —suspiró Pepón volviendo a la realidad—. No quiero que por mi culpa nos ponga un negativo. Los niños apresuraron el paso para alcanzar a sus compañeros, pero, al pasar por delante de los bancos 16
1. Un encuentro sorprendente
que había frente a la entrada del museo, Lucy vio a una viejecita que pedía limosna ofreciendo ramitas de olivo. La anciana le sonrió cariñosamente diciéndole algo que no logró entender. Sin saber por qué, y a pesar de la prisa que tenían, Lucy se paró en seco y registró sus bolsillos en busca de una moneda. Al ver que no tenía ninguna, corrió hacia Pepón, que estaba a punto de entrar en el museo. —¡Espera! —gritó Lucy—. ¿Tienes una moneda? Quiero dársela a esa viejecita. ¿Te has fijado en ella? —Me he fijado en que no tiene ni un solo diente, ¡pobre mujer! —contestó Pepón mientras buscaba una moneda en su mochila. —¿No te has fijado en su mirada? —insistió Lucy–. Esos ojos me recuerdan a alguien y me ha mirado como si me conociera… Tal vez sea un hada, de esas que aparecen en el camino de las personas para ponerlas a prueba, para que les des una moneda y demuestres que te preocupan los demás y que eres generoso. ¡Pero date prisa, que si es un hada se marchará pronto! Las hadas desaparecen cuando menos te lo esperas. —¡Aquí está, toma! —exclamó Pepón apresurado—. Y pídele a tu hada que don Ángel no se dé cuenta de que llegamos tarde. —¡Gracias! —dijo Lucy—. ¡Ven conmigo, corre! ¡Que se va! Ya te dije que era un hada.
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1. Un encuentro sorprendente
Mientras los chicos corrían tras ella, la anciana se alejaba rápido hacia el parque, tan deprisa que les costó alcanzarla. —¡Ves lo rápido que se marchan las hadas! —señaló Lucy, jadeando por la carrera. —¡Ya lo veo! —confirmó Pepón—. Parece mentira lo que corre para ser tan vieja… Cuando la anciana vio que iban hacia ella, se paró en seco, sonriendo, y extendió la mano para coger la moneda que Lucy le ofrecía. —¡Muchas gracias, queridos niños! Tomad esta ramita de olivo y que tengáis mucha suerte por ser tan buenos. Antes de que los niños recuperaran el aliento y pudieran contestarle, la viejecita se marchó apresurada y se perdió en un segundo entre los árboles del parque. —¡Qué extraño! —dijo Lucy—. Nunca he visto una anciana tan rápida; y sus ojos tan verdes y tan brillantes parecían los de una persona joven… —Es que era un hada disfrazada de ancianita, ¡y tú lo has descubierto! —exclamó Pepón, riéndose. —¡No te burles, tonto! —dijo Lucy guardando la ramita de olivo en el bolsillo—. Las hadas están en todas partes, solo hay que saber verlas. Ya verás como su regalo nos da suerte y don Ángel no nos regaña. ¡Vamos!
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Los niños entraron sigilosos en el museo y se unieron al grupo, que escuchaba atentamente las explicaciones de don Ángel, sin que nadie se diera cuenta. Lucy y Pepón se miraron sonriendo y Pepón comenzó a pensar que aquella ancianita desdentada, de largos cabellos grises y enmarañados, era, sin duda, un hada disfrazada.
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2. EXTRAÑOS SUCESOS Ese mismo día, mientras tomaba el baño de antes de acostarse, Lucy creyó ver a Bolita entre las pompas del gel espumoso que había echado en la bañera. Fue solo un momento, pero estaba segura de haber escuchado incluso su voz, llamándola lejana. —¡Echo tanto de menos a mis amigos que los veo por todas partes! —pensó la niña. En realidad, los orbes son como pompas de jabón: pequeñas esferas de luz que tienen dentro diminutos seres parecidos a las hadas. Se parecen tanto a las pompas de jabón y a la luz reflejada en las partículas de agua que hay en el aire que, algunas veces, cuando han acudido a nuestro mundo a ayudar a alguien y los han fotografiado accidentalmente, todos han pensado que son solo reflejos y muy pocos han sospechado su existencia. Pero este no fue el único suceso extraño que vivieron Lucy y Pepón en aquellos días. Una tarde, al salir de clase, vieron que en la plazoleta del mercado había aparcado un viejo motocarro desvencijado lleno de cartones. 23
Regreso a Montecorona
—¡Qué graciosos son estos vehículos! —exclamó Pepón parándose a mirarlo con detenimiento—. Parecen pequeños camiones con su caja de carga y todo… —Bueno, a este no le queda casi nada de su caja original —interrumpió Lucy señalando los oxidados somieres que, atados, sustituían a los rotos laterales de la caja y que apenas podían sostener el montón de chatarra y cartones que llevaban. Estaban a punto de marcharse cuando el dueño del motocarro llegó apresurado, entró en el vehículo y lo arrancó con un ruido de cacharros viejos que llenó de humo toda la acera. Mientras los niños miraban asombrados al viejo harapiento y delgado que ponía en marcha el motor, apareció, como surgida del humo, la anciana de las ramitas de olivo y, con agilidad pasmosa, abrió la portezuela y se sentó al lado del conductor. El destartalado aparato se perdió calle arriba, dejando un rastro de estruendo y a los dos niños con la boca abierta. —¿Has visto eso? —exclamó Lucy. —¡Sí, era la vieja del otro día! —confirmó Pepón—. ¡Tu hada! —Ya, pero me refiero al conductor. ¡¿No te has dado cuenta de que era el Gran Maestre de Montecorona?! —¡¿Qué dices?! —exclamó incrédulo Pepón—. No lo he visto bien, lo vi de espaldas y solo me fijé en la ancianita. —Pues te aseguro que, si no era el Gran Maestre, ese viejo era idéntico… 24
Regreso a Montecorona
—¡Pero cómo va a estar el Gran Maestre en este mundo y recogiendo cartones! —interrumpió Pepón—. ¡No es posible! Además, con esas greñas y esas barbas que llevaba, resultaba difícil verle bien la cara. —Puede ser —admitió Lucy aturdida—. Aunque juraría que era él.
*** Dos días más tarde, ocurrió algo todavía más sorprendente. Estaban en clase de literatura, leyendo poemas por turnos y comentándolos después. Le tocaba el turno a Pepón. Se puso de pie y, procurando no equivocarse, comenzó a leer: «Cuando los amigos están lejos, búscalos en los espejos. Si necesitan tu ayuda, todos pedirán que acudas. Cuando veas cosas inciertas, es que la puerta está abierta. Cuando oigas que te llamo, debes saber que soy…». —¡Ja, ja, ja! —Una carcajada general rompió el silencio de la clase interrumpiendo la lectura de Pepón. Solo Lucy permanecía seria y tomando notas. —¡Silencio! —exclamó don Ángel enfadado—. ¿Qué es lo que estás leyendo, Pepón?
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2. Extraños sucesos
—El… el poema que me tocaba leer —contestó Pepón, confuso. —¡¿En qué página?! —volvió a preguntar don Ángel. —En la 124. —¿En la 124? ¡Muy bien! Entonces ¡¿de qué libro?! —preguntó de nuevo don Ángel, cada vez más enfadado. —Del de Literatura, profe —aseguró Pepón comprobando la portada. —¡Trae el libro aquí! —ordenó don Ángel. El niño le llevó el libro y don Ángel comprobó que el poema de la página 124 no era el que Pepón había leído. —¡¿Te crees muy gracioso, jovencito?! —Don Ángel, le aseguro que yo… yo… no… —tartamudeó Pepón, sorprendido; él había leído el poema de ese libro y de esa página. No tenía ni idea de lo que estaba pasando. —Te has ganado a pulso tres negativos y, además, te quedarás sin recreo lo que resta de semana —sentenció don Ángel—. ¡Es intolerable que pretendas burlarte de todos nosotros! Pepón no dijo nada más y se sentó en su sitio, cabizbajo. Sabía que era imposible explicarle al profesor lo que había pasado. ¡Ni siquiera él tenía la menor idea! Lucy seguía escribiendo en su cuaderno como si nada hubiese ocurrido. Pepón leía incrédulo el poema de la página 124. Era sobre el mar al atardecer, ¡ni se parecía al que había leído en voz alta! Iba a ser una semana muy larga sin poder salir al recreo. 27
OTROS TÍTULOS DE
LIBRO 1: La pócima mágica Elisa Vázquez Ilustrador: João Valente ISBN: 978-84-616-7048-2 212 páginas· 70 Ilus. B/N Castellano· 15 x 23 cm
LIBRO 3: La hechicera oscura Elisa Vázquez Ilustrador: João Valente 236 páginas· 65 Ilus. B/N Castellano· 15 x 23 cm