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Arte 709

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Hilma af Klint pintó para el futuro

El mundo redescubrió la extraordinaria obra de Hilma af Klint en 1986, ochenta años después de que la artista sueca pincelara en secreto los que ahora se consideran los primeros cuadros abstractos. Sus pinturas de lo invisible, previas a Kandinsky, han cambiado la historia del arte para siempre.

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TEXTO Victoria Combalía, historiadora, crítica y comisaria FOTOGRAFÍA: Fundación Hilma af Klint

¿Quién inventó la abstracción? Todo profesor de Historia del Arte del Siglo xx ha pronunciado esta pregunta en clase. Se suelen dar los nombres de Frantisek Kupka y Vassily Kandinsky, creadores de formas abstractas entre 1911 y 1913. Por la misma época, lo hicieron Robert Delaunay, Mijaíl Lariónov y Natalia Goncharova. Pero en 1986, cuando el Museo del Condado de Los Ángeles mostró en la exposición «The Spiritual in Art: Abstract Paintings» varios cuadros de Hilma af Klint, realizados a partir de 1906, la historia comenzó a reescribirse lentamente. Veintisiete años después, en 2013, el Moderna Museet de Estocolmo la reconoció abiertamente como precursora de la abstracción y hoy nadie pone en duda su papel en los orígenes de esta corriente artística.

Hilma af Klint nació en Estocolmo, en 1862, en una familia de navieros. Estudió en la Real Academia Sueca de las Artes y, de hecho, pintó y vendió numerosos retratos, paisajes y bodegones. En 1896 fundó con otras cuatro mujeres el grupo «Las Cinco», que realizaban dibujos automáticos —sin control de la mente— en reuniones espiritistas en las que Af Klint llegó a actuar de médium.

En un época marcada por el descubrimiento de los rayos X, las ondas electromagnéticas y la teoría de la relatividad, se interesó por los fenómenos que ocurren más allá de la realidad visible y conectó con las ideas de Madame Blavatsky, que también influyó en otros artistas del momento. Para la fundadora de la teosofía, tres espíritus habitan en el interior de cada persona: el de los elementos, radicado en el cuerpo; el astral, ubicado en el alma; y el divino, un infinitésimo rayo que procede de la Causa superior, que no es otra que la luz o conciencia espiritual del mundo.

Ya en 1906 Af Klint ejecutó obras abstractas con elementos biomórficos y, un año después, comenzó a elaborar unas enormes composiciones con arabescos, espirales y sugerencias de flores y pétalos, situados en espacios infinitos. «Los cuadros se pintaron directamente a través de mí, sin ningún dibujo preliminar y con gran fuerza. No tenía idea de lo que se suponía que representaban; sin embargo, trabajé rápida y segura, sin cambiar una sola pincelada», dejó escrito la artista. Esta serie, titulada «Los diez más grandes», sorprende por la belleza de sus colores y de su composición.

HILMA AF KLINT:

Los cuadros se pintaron directamente a través de mí, sin ningún dibujo preliminar y con gran fuerza. No tenía idea de lo que se suponía querepresentaban; sin embargo, trabajé rápida y segura, sin cambiar unasola pincelada

En 1908 conoció a Rudolf Steiner, seguidor de Blavatsky. El fundador de la llamada antroposofía hablaba de la posibilidad de generar imágenes incluso cuando la realidad no despierte «nuestros sentidos», y aludía a formas no objetivas y al uso del color, pero también advertía del peligro de creer que se puede pintar el mundo espiritual directamente. Steiner vio sus producciones y este encuentro desencadenó una crisis en ella.

Entre 1908 y 1915, Hilma af Klint concibió sus Pinturas para el templo, 193 cuadros destinados a transmitir la idea de la «unidad del Todo». Son obras que impresionan por sus grandes dimensiones, su maravilloso cromatismo y sus formas puras, muy frecuentemente círculos concéntricos, espirales, cubos, triángulos con gradaciones de color y siluetas de diamante. A veces incluyen letras o palabras.

La artista volvió a cruzarse con Steiner en 1920 en Dornach, Suiza. Allí había levantado el llamado Goetheanum, para albergar los eventos teatrales de la Sociedad Antroposófica. ​A partir de entonces, creó pinturas con colores suaves y difusos y numerosos dibujos de plantas.

Hilma af Klint murió en 1944, el mismo año que Munch, Mondrian y Kandinsky. Pero su legado —más de mil trescientos cuadros y unos ciento veinticinco cuadernos— permaneció oculto durante décadas. Esta fue su última voluntad: sus obras debían mostrarse al cabo de dos decenios porque solo entonces el público podría entenderlas. Gracias a la labor de la fundación que lleva su nombre, su trabajo ha conquistado las salas de Europa y América. Como subrayó la comisaria Iris Müller- Westermann cuando la muestra «Pionera de la abstracción» llegó al Museo Picasso Málaga, «se podría decir que más de cien años atrás Hilma af Klint pintó para el futuro. Y el futuro es ahora».

APUNTES

LA DIALÉCTICA MUEVE EL UNIVERSO. Uno de los temas fundamentales de la pintura de Hilma af Klint es la dualidad como motor del mundo. Con un particular lenguaje simbólico, expresa la conexión entre lo espiritual y lo material, el microcosmos y el macrocosmos, la luz y la oscuridad, lo femenino y lo masculino. Klint intenta producir, en sus propias palabras, una «imagen primigenia», que concilia a los opuestos y refleja la «unidad del Todo».

REIVINDICAR LA FIGURA DE AF KLINT. Halina Dyrscka, historiadora del arte, dirigió en 2019 el primer documental sobre la biografía y la trayectoria artística de Hilma af Klint. La película destaca su búsqueda de significado en la vida, examina el papel de la mujer en la historia de la evolución de la expresión plástica y se pregunta por qué pasaron tantas décadas antes de que la autora sueca conquistara un lugar en el arte moderno.

BATIENDO RÉCORDS. La primera gran exposición individual dedicada a Hilma af Klint en Estados Unidos se convirtió en la más concurrida en la historia del Guggenheim. De octubre de 2018 a abril de 2019, más de 600 000 personas conocieron su obra. El catálogo de la muestra también registró un hito: con más de 30 000 ejemplares vendidos, desbancó al que más interés había despertado hasta el momento, el de Kandinsky.

TRAS LA PISTA DE AF KLINT. Además de la colección permanente del Moderna Museet de Estocolmo, hoy pueden verse piezas de Hilma af Klint en el Museo d’Orsay de París y en el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York. En 2021 el legado de la artista tiene dos citas importantes: el 5 de mayo, diecisiete de sus cuadros participarán en la muestra colectiva «Women in Abstraction» en el parisino Centro Pompidou, y un mes más tarde, el 12 de junio, se inaugurará en Sídney la exposición individual «The Secret Paintings», que abarca 128 obras la pintora sueca.

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