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Música

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El mural iconográfico Autobiografía gordilliensis (2020) es una de las obras inéditas expuestas en el campus de Pamplona.

Foto: Luis Gordillo - VEGAP - 2021

El memorándum de Luis Gordillo

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Como quien acude a un notario a decir la verdad para que conste, Luis Gordillo revela los entresijos de su proceso artístico en el museo Universidad de navarra. Premio velázquez de Artes Plásticas en 2007, entre otros galardones, el pintor es un referente cultural en el panorama contemporáneo español.

Texto: Ana Eva Fraile [Com 99]

Después de desayunar, Luis Gordillo baja al taller. No falla ni un solo día. Cada mañana, observa los lienzos inacabados, escucha cómo palpitan, vibra al ritmo de su respiración. Pocas veces se concentra en una única obra, prefiere tantear varias series a la vez. Cuando trabaja a pleno rendimiento, «prácticamente no se puede pisar y es difícil moverse, como en un bosque», dice el artista. El suelo está lleno de fotografías, dibujos, cartulinas de colores, imágenes de prensa recortadas, libros... Igual que las paredes o las mesas.

Siempre atento a lo que le piden los bocetos mientras germinan, riega los brotes y desbroza las ramas. No tiene prisa en recolectar los frutos. En el ciclo vital de la creatividad gordillense, las ideas maduran con las iluminaciones de la intuición. «Les doy mucho tiempo a las obras —explicó en noviembre durante un ciclo organizado por El Corte Inglés—; todo el tiempo necesario para que el cuadro vaya revelando sus misterios y yo sea capaz de verlos».

Desde el otoño de 2018, en su estudio empezó a tomar forma «Memorándum», para el Museo Universidad de Navarra. La exposición —«muy libre, hecha a capricho», según ha confesado— presenta sus trabajos principales del siglo xxi en diálogo con piezas emblemáticas de su trayectoria anterior. En las salas conviven, por ejemplo, un cuaderno de dibujos expresionistas de 1959 y una instalación fechada en enero de este mismo año. Valentín Vallhonrat, uno de los directores artísticos del Museo, ha subrayado el compromiso «brutal» del artista, porque más del 50 por ciento de las obras se ven por primera vez.

Foto: M. Castells. Obra: Luis Gordillo - Vegap - 2021

La pandemia sobrevino mientras Luis Gordillo y Sema D’Acosta, comisario de este proyecto expositivo, jugaban con la mirada puesta en Pamplona. Durante los meses de confinamiento, Gordillo pudo seguir trabajando en su estudio, ubicado en su propia casa, donde vive con su mujer, Pilar Linares. Es un lugar apartado, en una tranquila urbanización a las afueras de Madrid, con vistas a la sierra de Guadarrama. Allí, sin eventos ni viajes en agenda, se concentró de manera única en crear.

Luis Gordillo se sabe una excepción. Después de mucho esfuerzo, «de muchas privaciones y penurias», él ahora vive bien. Pero no siempre fue así. En París, trabajó de vigilante nocturno en un hotel. En Londres, fregaba platos en un restaurante. Y, de vuelta a Madrid, consiguió el título de francés para dar clases en colegios. Ocupaba una pequeña buhardilla, donde, en 1963, empezó a pintar su serie Cabezas.

Todo cambió cuando Fernando Vijande (1930-1986) le contrató en exclusiva para la galería Vandrés. 1971 fue un hito en su periplo: «Podía vivir de la pintura, dedicarme solo a pintar». Y lleva en primera línea desde entonces. Como señala D’Acosta, se trata de un autor a caballo entre dos mundos: el paso de la «sociedad del logos, en la que el pensamiento estaba ligado a la palabra escrita, a la «sociedad del imago, que gira en torno a lo visual». Esta metamorfosis ha marcado la carrera de Gordillo, hasta el punto de que «la constante retroalimentación entre fotografía y pintura» se ha convertido en una de sus señas de identidad.

Mientras que el lenguaje de otros creadores echó el ancla en la década de los setenta, Gordillo no ha dejado de explorar territorios ignotos. Partiendo de un cóctel de informalismo, arte pop y geometría, lo que realmente le define es, según aclara D’Acosta, «su modo de recelar de los lugares comunes, incluso de las cosas que él mismo ya ha contado». En agosto cumple 87 años y la obra de Luis Gordillo, medio siglo después, se mantiene muy viva. Siempre ha considerado que «en la vanguardia está la verdad del arte» y él no ha dejado de despejar nuevos caminos. A veces le carcome la duda sobre si lo que crea «pertenece al presente», pero, en realidad, su obra es un legado para la historia. nt

Apuntes

CEREBRO ARTÍSTICO. Luis Gordillo (Sevilla, 1934) es el segundo de ocho hermanos. Tras estudiar Derecho «sin gran vocación», asistió durante dos años a la Escuela de Bellas Artes de Sevilla. En 1958 rompió con el pasado y se trasladó a París, entonces la capital de la cultura, en busca de su yo artístico.

LA OTRA CARA DEL CORONAVIRUS. Las semanas de encierro durante la pandemia Gordillo las pasó casi como siempre. «Los artistas estamos confinados normalmente, solos en nuestros estudios», cuenta. Sin embargo, el covid-19 ha alterado uno de los elementos más reconocibles de su obra: los rostros. «Con las mascarillas no nos comunicamos igual. Los ojos dicen, pero no son suficiente, se quedan pobres», comentó a la revista M’Sur echando de menos esos pequeños gestos reveladoramente humanos capaces de indicar cercanía o desconfianza.

GORDILLO, EN EL MUSEO. Más de un centenar de cuadros, además de otros «papelotes» que pueden verse en diferentes vitrinas, conforman «Memorándum», uno de los últimos proyectos expositivos de Luis Gordillo, considerado por el propio artista como el más ambicioso sobre su obra. El comisario de esta muestra, que puede visitarse hasta el 12 de septiembre en el Museo Universidad de Navarra, es el crítico sevillano sema D’Acosta.

GORDILLO, DESDE CASA. Para quienes no puedan acercarse al campus de Pamplona, el Museo Universidad de Navarra ofrece, desde junio, la posibilidad de visitar online las exposiciones. Dos veces al mes —el segundo y el cuarto martes— a las cinco de la tarde, se recorrerán las salas de la mano de un guía que comentará las claves artísticas de las piezas y responderá a las preguntas de las personas conectadas.

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