nuevas TRENZAS informa
NOVIEMBRE 2012 N° 2
El nuevo perfil de las mujeres rurales jóvenes en el Perú Aileen Agüero y Mariana Barreto, integrantes del equipo Nuevas Trenzas de Perú Instituto de Estudios Peruanos Este texto busca mostrar la situación actual de las mujeres rurales jóvenes en el Perú. Para elaborar este análisis partimos de un enfoque que sostiene que las mujeres rurales jóvenes son un colectivo marcado por un conjunto de brechas entrecruzadas, que coloca a este grupo en una situación de desventaja con respecto a otros. Asimismo tomamos en cuenta las competencias prácticas de las mujeres jóvenes rurales. Sostenemos que si bien las brechas que afectan a este grupo se han reducido, aún existen fuertes obstáculos para el desarrollo de estrategias de vidas autónomas y exitosas por parte de este colectivo. ¿Qué brechas de desigualdad enfrentan las mujeres rurales jóvenes? Las mujeres rurales jóvenes son un colectivo marcado por “desigualdades entrecruzadas”, es decir, por la existencia de diferentes brechas que se intersectan entre sí, generando una situación de desventaja respecto a otros colectivos. Son cuatro las brechas que consideramos en este análisis: • Brecha de género: separa a las mujeres rurales jóvenes de los hombres rurales de su misma generación. • Brecha de lugar de residencia: separa a las mujeres rurales jóvenes de sus contemporáneas urbanas. • Brecha de generación: separa a las mujeres rurales jóvenes de sus abuelas y madres rurales. • Brecha de pobreza: dentro del grupo de mujeres rurales jóvenes, diferencia a aquellas que viven en un hogar en situación de pobreza de quienes viven en hogares no pobres. Estas brechas afectan directamente la “capacidad de hacer” de las mujeres rurales jóvenes. Esta capacidad de hacer la podemos descomponer en: competencia técnica (manejo de las habilidades necesarias para hacer algo), competencia legal (existencia de un marco legal que permita hacer algo) y competencia subjetiva (capacidad del sujeto para percibirse con derecho y habilidad para hacer algo). ¿Cuáles son las brechas que afectan a las mujeres rurales jóvenes? En el Perú hay 1.301.760 mujeres rurales jóvenes (de 14 a 35 años), que representan el 4 por ciento de la población nacional, el 16 por ciento de la población rural, el 8 por ciento respecto del total nacional de mujeres y el 12 por ciento de la población joven nacional. Entre los principales hallazgos del programa Nuevas Trenzas sobre la situación de las mujeres rurales jóvenes en el Perú podemos encontrar los siguientes: Educación: Perú es uno de los países con mayores avances en términos de la reducción de la brecha de género en educación. Por cada año que estudian los hombres, las mujeres, básicamente, estudian también un año (Gráfico 1). /Nuevas-Trenzas
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Es frecuente que las mujeres rurales se matriculen en la escuela, no obstante muchas veces no completan el año o no pasan los exámenes. Esto sucede porque su familia ya no tiene dinero para enviarlas a la escuela, porque consiguen un trabajo fuera o porque empiezan a convivir. Un discurso frecuente es que los estudios no eran para ellas; sin embargo, es un discurso cargado de arrepentimiento por lo que se muestran a favor de que sus hijas terminen sus estudios.
Gráfico 1 0.8 26 - 35 años
Brecha geográfica y de género: Años estudiados, según grupos de edad de mujeres y lugar de residencia
0.5
0.9 18 - 25 años 0.7
1.0
14 - 17 años
Fuentes: Perú: Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) 2010. Elaboración propia.
0.9
Años estudiados por una mujer rural/ año estudiado por un hombre rural Años estudiados por una mujer rural/ año estudiado por un mujer urbana
También observamos que existe una amplia brecha entre las mujeres jóvenes urbanas y las rurales; sin embargo, esta se va cerrando en las más jóvenes. Estado civil: una mayor proporción de mujeres rurales jóvenes convive en relación a los hombres del mismo grupo de edad. La diferencia es más alta en el segmento más joven (de 18 a 25 años), en el que un 34 por ciento de mujeres es conviviente en comparación con un 18 por ciento de hombres. En el segmento mayor (de 26 a 35 años) el porcentaje se equipara (50% en ambos grupos). Debemos tomar en cuenta que la convivencia no es, en la mayoría de los casos, una iniciativa ni una decisión de las mujeres, sino sobre todo de sus parejas. Comenzar la convivencia suele ser un evento traumático para las jóvenes rurales: son ellas quienes se separan de sus familias, para mudarse al hogar de los padres de la pareja. Por esta razón ven su espacio vital restringido y, con ello, su privacidad. Tecnologías de la Información y Comunicación: el acceso a TIC se ha incrementado de manera muy notable en las últimas décadas. Sin embargo, en cuanto a la tenencia de teléfonos celulares en los hogares de las mujeres jóvenes, hay una clara brecha según el ámbito de residencia en los tres grupos de edad. Esta es mayor entre las de más edad: 89 por ciento de las mujeres jóvenes urbanas dispone de al menos un celular en su hogar, frente a 52 por ciento de sus pares rurales. La brecha de pobreza es también notable. Un alto porcentaje, cerca de 80 por ciento, de mujeres rurales jóvenes no pobres cuenta al menos con un celular en el hogar, porcentaje que se reduce considerablemente mientras mayor es la pobreza. Los celulares son apreciados porque permiten mantener la comunicación con los familiares que viven lejos. También, sobre todo para las mayores, el celular es una herramienta de trabajo; mientras para las más jóvenes puede representar un espacio de libertad y privacidad. En cuanto al uso de Internet encontramos una marcada brecha geográfica y generacional, como se puede ver en el Gráfico 2
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Gráfico 2 72%
Brecha geográfica y uso de Internet: Porcentaje de mujeres que accedió al menos una vez en el último mes, según grupos de edad
61%
39%
22%
18% 3%
Urbano
Rural
14 a 17 años
Urbano
Rural
18 a 25 años
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Urbano
Rural
26 a 35 años
Fuente: Perú: ENAHO 2010. Elaboración propia.
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www.nuevastrenzas.org Estrategias de vida: en este aspecto existe una importante brecha de pobreza. Los ingresos totales de las mujeres jóvenes rurales son mayoritariamente agrícolas cuando viven en pobreza extrema. En el segmento de 26 a 35 años, la proporción entre ingresos agrícolas y no agrícolas es de 89 por ciento a 11 por ciento (Gráfico 3). 18 a 25 años
Gráfico 3
26 a 35 años
Ocupaciones principales de jóvenes rurales: Principales categorías por grupo de edad y género
61% 56% 48%
Mujeres 42% Hombres 22% 9%
8%
2% Peones, agropec, forestales, pesca, labranza y afines
9%
7% 2%
Explotadores polivalentes (agricolas precuarios forestales)
1%
Comerciantes vendedores por menor
Peones, agropec, forestales, pesca, labranza y afines
Comerciantes vendedores por menor
Explotadores polivalentes (agricolas precuarios forestales)
Fuente: Perú: ENAHO 2010. Elaboración propia.
Las tareas del hogar suelen ser responsabilidad de las mujeres, sin importar la edad. Las economías rurales son viables en muchos casos porque están subvencionadas por el trabajo familiar no remunerado que realizan las mujeres. La categoría de trabajador familiar no remunerado está asociada a la llamada “economía del cuidado”, es decir, las actividades que se realizan y las relaciones que se entablan para satisfacer las necesidades materiales y emocionales de niños y adultos dependientes (Gráfico 4). Gráfico 4
58% 52%
50%
Condición de actividad principal de los y las jóvenes rurales: Principales categorías por grupo de edad y género
41% 32%
31% 17%
29%
19% 11%
9%
18 - 15
26 - 35
18 - 15
Trabajador familiar no remunerado
26 - 35
9%
18 - 15
Trabajador independiente
26 - 35 Obrero
años
Fuente:
contrasta fuertemente con los índices de pobreza rural del país. En cuanto a actitudes políticas, existe una importante brecha de pobreza. Los datos muestran que, a mayor pobreza, menor es la preferencia por un sistema de gobierno democrático. Conclusiones para incidir
y
recomendaciones
Por un lado, las cifras muestran que los cambios más importantes se presentan en los grupos de edad más jóvenes. Por otro, a partir de la información cualitativa, encontramos entre las mujeres rurales jóvenes un discurso de empoderamiento e igualdad en términos de relaciones de género. Es así que las mujeres rurales jóvenes son ahora actores clave para el desarrollo en los territorios que habitan. De esta manera se hace necesario desarrollar políticas que potencien sus capacidades para formar parte de los procesos de desarrollo rural. Además, este colectivo, como hemos visto, tiene más oportunidades para acceder a la educación formal y a las TIC. Estas oportunidades, muchas veces propiciadas por el sector público, se complementan con un discurso muy interiorizado sobre su relevancia.
Es importante tomar a las mujeres rurales jóvenes como un colectivo particular y heterogéneo que, por lo tanto, Relación con el Estado: el porcentaje de posesión de Documento Nacional de necesita de políticas que tengan en Identidad (DNI) es alto, sobrepasa el 93 por ciento en todos los segmentos. En cuenta sus nuevas características. Por cambio, con relación al título de propiedad de vivienda, sí existe una brecha geo- eso es que se precisa prestar atención gráfica considerable (en el segmento de 26 a 35 años la diferencia es de 21%, a los cambios en marcha no solo en el de urbano a rural). ambiente, sino en las prácticas e imaginarios de las mismas jóvenes. Percepciones y expectativas: el porcentaje de mujeres que se considera pobre siempre es mayor en el ámbito rural, y esto es más marcado entre las jóvenes Las mujeres rurales jóvenes son agende 26 a 35 años. No obstante, estas cifras son mucho más bajas que los índices tes activos con una alta capacidad de de pobreza rural. Por otro lado, son el 5 por ciento de las mujeres entre 18 y 25 innovación. Además cuentan con maaños las que se consideran pobres según su situación económica, lo que también yores recursos como educación y tecMujeres
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Hombres
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Perú: ENAHO 2010. Elaboración propia.
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www.nuevastrenzas.org nologías de la información y comunicación, que les permite no solo acceder a más oportunidades, sino a buscar un desarrollo personal más pleno. Sin embargo, a pesar de que algunas brechas se cierran, o comienzan a hacerlo, las jóvenes rurales siguen viviendo en un contexto de desigualdades que se entrecruzan y les impide desarrollar sus estrategias de vida. Esto es notorio, sobre todo en el “punto de quiebre”, momento entre los 18 y 22 años en el que muchas de ellas optan por comenzar a convivir, lo que algunas veces las lleva a renunciar a sus planes de vida. En ese sentido, el gran reto es cambiar estos condicionantes sociales y culturales (es decir, los fuertes sesgos de género en los diferentes espacios por los que las jóvenes se desenvuelven), causados por las trampas de género y pobreza, que afectan a las jóvenes rurales y les impide alcanzar sus expectativas, o siquiera intentarlo.
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