BENALZINE
AGNÈS VARDA & JIŘÍ MENZEL
N.3
B E N A L Z I N E #3 Publicado en Benalmádena en noviembre de 2020. Coordinadores Sonia Marpez y Gabriel Noguera Diseño Sonia Marpez Colaboradores Isabel Bono, Sara Kino, Alba Navarro, Gabriel Noguera, Jaime Noguera y Nikita Petrov.
BENALZINE
PAPISA POR LOS PELOS
«Mi preocupación es encontrar formas divertidas de volver a inventar lo real». No lo dice una youtuber petarda, lo dice una señora que ha vivido casi un siglo. Muere Agnès Varda y me viene a la frente el flequillo de Agota Kristof, y varias
preguntas:
¿Podrían
haber
sido
amigas?
¿Habría
asentido
gozosamente Varda leyendo La analfabeta? ¿Se hubiera emocionado Kristof viendo Los espigadores y la espigadora mientras comía serenamente palomitas? Alguien debería inventar una aplicación para hablar con los
muertos. Recuerdo A propósito de Niza y caer como rendida devota. Seguro que a ella le pasó lo mismo con Jean Vigo y su Du côte de la côte. Así se forman las cofradías soterradas. Recuerdo el año que nos tuvo buscando sagradas patatas en forma de corazón. Mujerdiógenes que acumulaba belleza sólo con su mirada eterna e infinita, como su reloj sin manillas. «Si abriéramos gente, encontraríamos paisajes», dijo. Si pudiera asomarme a ella, abrirla en dos como si fuera un dátil, encontraría quizá el secreto de la
dicha. ¿Cómo se puede llegar a los casi 91 con ese gesto transparente de bienestar? ¿Cómo, sin parecer una iluminada o una demente? Los cristos en procesión lucen tres potencias. Las de Varda serían: Inspiración, Creación y Compartir. Eso, dijo, era el cine para ella. Y eso nos ha dejado, la inspiración cual llamita sobre nuestras cabezas, y las ganas de crear y compartir lo creado. Para eso, para compartir, «pour mieux penser, manger, dormir, découvrir, vivre», abrió (y cerró) su maison éphemère en Luberon. Muy santa no la veo a pesar de su apacible cara de luna. ¿Abuela de la
nouvelle vague? Tampoco. Yo la habría distinguido con el título de papisa. ¡Qué bien luce ese maravilloso solideo intransferible!, entonaríamos los fieles a su paso.
ISABEL BONO
CLÉO
Cléo, de 5 a 7, deambula por París mientras la certidumbre se aleja de su sombra. Cree que su destino puede leerse en una baraja o en las líneas que asedian su mano.
Tropieza con los escaparates y sonríe cuando se prueba un sombrero. Llora y sus párpados se entierran en el dolor de una canción. Esconde su ficción tras unas gafas negras al tiempo que es espectadora de la ficción de los demás. Contempla silenciosa la piel desvestida en el atelier. Piensa que las calles deberían llevar nombres de personas vivas. Presagia la tragedia en un espejo roto y se entrega a la dominación de la paranoia. Desciende, preciosa y caprichosa, las escaleras del parque Montsouris. Conversa con un extraño que agita la cadencia de sus pasos. Intuye que ya no tiene miedo y que, tal vez, es el momento de ser feliz.
ALBA NAVARRO
LA CHICA DE LA NOUVELLE VAGUE
Siempre soñé con ser una chica de la Nouvelle Vague, que me bautizara Coco Chanel, bailar en un bar al ritmo del jazz.
Correr sin aliento por las calles de París, deslizar el pulgar por mi labio inferior, y mirar a la cámara sin pestañear. Pero entonces descubrí a Agnès Varda y la fantasía creció más.
SARA KINO
JIRÍ SIRVIÓ A BOHUMIL HRABAL
Jirí Menzel levantó la mano y dijo que era él la persona idónea para transformar en imágenes en movimiento el mundo que su compatriota Bohumil Hrabal dejaba por escrito en sus novelas. «Las cosas serias me
aburren un poco», alegó, pues era evidente que el mejor escapismo ante una realidad hostil como una ocupación, ya sea nazi o soviética, es el humor, que siempre resulta muy incómodo para el poder. El humor es un arma muy poderosa: da ideas a la gente, levanta el ánimo, es subversivo por ir contra la uniformidad y las normas. Ondear la bandera de la irreverencia y el absurdo es un ejercicio de humanismo. Y si además podemos llenar de sellos un bonito culo femenino y escandalizar a la censura, mejor que mejor.
GABRIEL NOGUERA
JIRI MENZEL: INGENIO Y ROMANCE EN UNA ÉPOCA ESPELUZNANTE
Jiří Menzel fue el más poderoso cineasta de la nueva ola checa, un director,
guionista y actor que junto con Věra Chitilová, Ján Kadár y Miloš Forman encontraron una forma de conversar con el alma checa (también el alma europea) y movilizaron el cine en la causa de la humanidad y la libertad. Las películas de Menzel, en su ingenio y romance subversivo, nacieron de la espeluznante época que transcurrió desde los acuerdos de Munich de 1938 hasta la Primavera de Praga. Los checos conocieron la tiranía de ambos lados: la violencia y el delirio bélico de los nazis y luego la mano muerta del dominio soviético con su paranoia escalofriante y su burocracia sin humor…
ni sentido del humor. En contra de todo esto, las películas de Menzel fueron gestos desafiantes de liberación: contrarrestó el moroso e insidioso puritanismo de la ideología del estado con alegría y diversión, y aprovechó las nuevas corrientes de los 60: la hermosa emoción de la música pop, la cultura juvenil y la revolución sexual. Y la paradoja era que sus películas podían disponer de mayores presupuestos que la nueva ola francesa, porque contaban con el apoyo del Estado.
Menzel convirtió en una forma de arte el morder la mano que lo alimentaba. Muchos de los contemporáneos de Menzel huyeron después de la Primavera de Praga, terminando en París o en Hollywood, pero Menzel eligió quedarse, negociando inteligentemente con la censura, a menudo usando la comedia para burlar a los funcionarios del gobierno. El gran avance de Menzel fue su aventura de madurez, la mejor película extranjera ganadora del Oscar en 1966, titulada enigmáticamente Ostře sledované vlaky' o Trenes rigurosamente vigilados, ambientada en la época de la ocupación nazi (y por lo tanto un tema aceptable para el gobierno comunista). Es una frase que hace alusión a la pedantería de la inspección .
burocrática pero también la vigilancia y la intrusión del Estado. Un joven ingenuo y sexualmente inexperto, Milos, tiene un trabajo como funcionario subalterno de la estación de ferrocarril; su pasión por una hermosa joven que trabaja como revisora se desarrolla en tándem con su participación en un complot de la resistencia para volar la estación (un plan, por supuesto, mortalmente serio). La gran habilidad de Menzel (de hecho, su inspiración) era fusionar la ansiedad sexual cómica con las grandes pasiones de la política y la historia. Esta película estaba basada en una novela del autor checo Bohumil Hrabal, cuya simpática visión del mundo lo convirtió en un alma gemela creativa para Menzel. Su trabajo y su carrera fueron un proyecto dual virtual con los de Menzel a lo largo de sus vidas. El desaparecido Menzel, que además del Oscar, ganó el Oso de Oro y la Niña de Benalmádena, jugó un papel vital en el desafío a la ortodoxia de Checoslovaquia desde el interior. Mantuvo viva la libertad artística, siempre mostrando a la oficialidad lo pomposo y ridículo que era. Sin voces como la suya, la opresión no se habría desmoronado cuando lo hizo. ¡Gracias y buen viaje!
NIKITA PETROV
YO SERVÍ AL REY DEL CINE CHECO
Cuando se habla de la ‘nueva ola’ del cine de los 60, habitualmente el pensamiento se dirige a nuestros vecinos de la nouvelle vague francesa que revolucionó la manera de concebir el séptimo arte. Sin embargo, en nuestro «europeooccidentalcentrismo» los ganadores (o algo) de la Guerra Fría nos olvidamos de que Checoslovaquia, beneficiándose de un clima político insólitamente relajado y en pleno fermento cultural, vivió su vanguardista Nova Vlná. Uno de los exponentes más representativos de aquella etapa mítica, fue Jiří Menzel (1938-2020). En 2011 tuvimos la gran suerte de otorgar el Premio Ciudad de Benalmádena de Cinematografia del FICCAB a Menzel, un director que creía que el choque entre lo que se podía hacer en el séptimo arte y lo que estaba prohibido creaba una suerte de energía.
También disfrutamos en las
proyecciones realizadas en la Casa de la Cultura de Arroyo de la Miel de una mini retrospectiva de sus deliciosas películas Yo serví al rey de Inglaterra, Trenes rigurosamente vigilados y Mi dulce pueblecito, quizás las más famosas. Menzel, que viajó con su familia, quedó maravillado por la belleza de las calles de la parte antigua de Benalmádena. «Estoy encantado de estar en una ciudad como Benalmádena, bonita y tranquila, con gente muy cercana». Y es que a Menzel le gustaba poco el abalorio y la alfombra roja y mucho reírse y fundirse entre el gentío de forma anónima, como pudimos comprobar rápidamente. El ganador de un Oscar y triunfador en festivales del máximo prestigio, como Berlín o Venecia, nos pidió un día que lo llevásemos de excursión, Bueno, la verdad es que su mujer quería pasar la mañana de shopping, así que le organizamos un recorrido que incluyó la ciudad de Málaga, pese a que a él, seguro,
le
hubiese
apetecido
más
pasear
al
lado
de
las
playas
benalmadenses y disfrutar de la vista de las bellezas locales. Fuimos con el .
productor Kike Mesa y el programador Ramón Reina. El demiurgo checo quedó extasiado con el queso curado y el jamón ibérico. Por cierto, pagué yo. Menzel era una persona entrañable, divertida y que no paraba de hacer chistes y payasadas. Además, disfrutó de la gastronomía local como un enano, se reunió con el alcalde (era Javier Carnero) y soportó una abracadabrante gala (sentado junto a Benito Zambrano) en la que lo mejor, sin duda, fueron las aceitunas partidas que le regalaron en un enorme envase de al menos cinco kilos. El día de su partida, comprobé que cuidaba con mimo el bote de aceitunas. Llevaba además la Niña de Benalmádena en su bolso de mano. «Pesa poco y no quiero olvidármela», me dijo. Estuvo a punto de perder el avión, pues se dejaron unas maletas en el Hotel Alay y tuvimos que volver corriendo a por ellas. Mi padre, al que lié en la «operación retorno» de Menzel a Chequia, se quedó en el aeropuerto intentando que no cerrasen el acceso al avión. ¡Y tuvo éxito! Menzel, muy menzeliano, me plantó un beso fraternal en los labios antes de volver a los dominios del Gólem. Jiri, que la tierra sea leve. Los cinéfilos te echaremos mucho de menos. Tu cine vive.
JAIME NOGUERA
B E N A L Z I N E