Louis-Ferdinand CĂŠline 1894-1961
-Marygarlic-
EUCALIPTO ARCOIRIS Las frases más célebres de los artistas muertos son la antesala de los estados de Facebook.
Louis-Ferdinand Céline, Céline para los amigos, escribe: «La moral de la humanidad me la trae floja, como a todo el mundo». En diez minutos obtiene 586 me gusta, es compartido 147 veces y recibe 74 comentarios, en quince de ellos le tachan de antisemita. Pero a Céline se la trae floja y escribe: «La experiencia es una tenue lámpara que sólo ilumina al que la lleva». En diez minutos obtiene 216 me gusta, es compartido 53 veces y recibe 31 comentarios, en quince de ellos le tachan de antisemita. Louis-Ferdinand Céline, Céline para los amigos, llega a una conclusión clara: En realidad poco importa lo que digas, la poesía nos está matando, y la vulgaridad es un bálsamo alegre en estos días de interpretada cordialidad. Acaso no habéis visto la sonrisa falsa de los políticos, como bigotes de cartón que se despegan a la primera mueca de la boca. Louis-Ferdinand Céline, Céline para los amigos escribe: «Cuando los grandes de este mundo empiezan a amarnos es porque van a convertirnos en carne de cañón». Después contesta a los mensajes que le tachan de antisemita: ¿Sabes el secreto del Eucalipto Arcoíris?, El porqué de su gran gama de colores. Todo viene dado por el cambio de corteza, ya que ésta a medida que envejece va cambiando de tonalidad, volviéndose lila, verde, rojiza y amarilla. Pues lo mismo soy yo, lo mismo mi literatura, lo importante no es una sola obra, lo importante es la variedad de espectro, y que todo siga en torno a ti, como los anillos de un tronco que crece. Lo importante es el camino hacia tu propia verdad, piensen lo que piensen, digan lo que digan. -Jorge Ortiz Robla-
EL SOLDADO Y EL VIEJO El soldado muerto atravesó la helada carretera y entró en el portal negro como la brea, subió despacio las escaleras en penumbra; el olor de la col hervida, del vino barato y de los cuerpos sin lavar impregnaba el aire espeso, congelado e inerte. El soldado muerto pisó con dificultad los ajados escalones, un piso, dos, y tres pisos, observó la puerta entornada y la abrió, la noche al fondo. El cadáver de Louis Ferdinand comido por sus perros espera en el salón, envuelto en una manta, la calefacción no funciona y él se calienta como puede mientras escribe, escribe con la letra de un viejo, entre arañas heladas e insectos secos. Louis Ferdinand levanta la mirada y observa al soldado exhausto. —Toma asiento —le dice con voz cascada. El soldado crujiente desparrama sus huesos sobre un diván floreado y pétreo, sus ojos fríos miran al viejo, al hijoputa inmenso. —La libertad no existe, es un cuento —dice el viejo—, nunca creí en vosotros; os desprecio. Tenientes, comerciantes, médicos y alcahuetas, borrachos desalmados, gendarmes y maestros, jovencitas llorosas y ancianos decrépitos, mujerzuelas y putas, políticos sarnosos, camareros y reyes, carniceros. Yo no creo en la patria, ni en dios, ni en el clero, sólo creo en mis perros y en el tiempo. El soldado, en silencio, dejaba hablar al muerto, que hablaba de la vida, del mar y del fuego, de las selvas infectas, de la malaria, de Senegal, del cadáver descarnado de los sueños, de la tuberculosis, hablaba de la guerra, del hambre infinita y el potaje recalentado, del engaño, del miedo. Louis Ferdinand tomó un par de vasos polvorientos de la alacena, los limpió con la manga de su raída chaqueta y sirvió tres dedos de coñac barato en cada uno. —Esto reanima a un muerto —dijo entre risas entrecortadas, encendió una cerilla, la acercó a la colilla que colgaba de sus finos labios grises y siguió hablando—.
No hay nada bueno en este mundo, excepto los perros y los niños, hazme caso, estás mejor muerto, muerto se está de puta madre, no tienes que hacer colas, ni lamer culos, no tienes que buscar un restaurante abierto, ni pegarle dos tiros a nadie, no tienes que hablar con la portera, ni oler los sobacos de los viajeros en el autobús, en realidad cuando estás muerto todo te importa un huevo. Lo único malo es el frío, no lo aguanto, es como el puto París en enero, es una mierda el frío, aunque es peor buscar un sitio donde cagar en el frente en el puto invierno de la puta Europa. —Mira, chaval —dijo entre volutas de humo—, he viajado por medio mundo huyendo de la noche, huyendo de los vivos, de la sopa aguada y la cerveza caliente, huyendo del camposanto y del ejército, he visto a mis vecinos machacar a sus hijos hasta que escupen sangre, he visto orinar a las viejas en la calle y a un tipo comer mierda, he atravesado puentes y frentes, pisé cientos de puertos y ciudades vacías, atravesé la noche sin quererlo, viajé al olvido, al mismísimo infierno, y sólo conseguí estar despierto. Como te lo digo: es mejor estar muerto. —Empecé a escribir para huir de la muerte, para huir de esa Europa que apesta, de las noches en vela, de la gente, empecé a escribir por no querer vivir más esa vida de mierda, en barrios llenos de enfermedad y ruina, de miseria, de desechos, quise salvar al mundo de su herida, pero sólo encontré el descrédito. Y ahora no hay cabrón más grande en todo este desierto, pero a pesar de todo, yo sigo escribiendo, por conocer el día, por puro aburrimiento, la verdad es que escribo porque no tengo perros, no hay perros en esta costa, chaval, y eso es lo que más me jode de estar muerto, pero no me hagas caso, ya sólo soy un viejo, en realidad, un poco más que viejo, ya no busco la gloria, ni redención, ni leches, me bebo mi coñac y escribo, me acuerdo de Lucette y del talego, la cárcel era un puto agujero, como el ojo del culo de un gigante enfermo. Me acusaron de nazi, de traidor a la patria, la patria de los cojones. ¿Qué puta mierda es eso de la patria? Te pasas media vida mendigando migajas a esa panda de gilipollas que conforman tu patria y cuando más la necesitas tú, se te caga -
encima como una paloma enferma, la patria. Chico: deserta siempre, hazme caso, no les debes nada. El soldado sorbió los tres dedos de su vaso, contemplando a Céline o a Bardamu (¿acaso importa?) mientras miraba al frente sin decir esta boca es mía, en silencio, bueno, también es cierto que tenía la boca hecha una mierda después de haber recibido un balazo cerca del cuello. Giró la cabeza. Afuera, la noche invadía la ciudad, Louis Ferdinand tomo el lápiz y siguió escribiendo, escribiendo adjetivos, sustantivos y verbos, preposiciones, conjunciones copulativas y palabras y más palabras y frases completas y la vida entera de todo un pueblo y todas las historias y todos los sueños de este mundo que aúlla. Escribía acerca de la basura que nunca se tira, que nunca se enseña, escribía sobre la belleza herida, sobre la ignorancia, sobre el paso del tiempo. El soldado se levantó despacio, sin hacer ni un ruido para no molestar al viejo, con dificultad se acercó a la puerta, la atravesó muy lento y cruzó el pasillo a oscuras. —Chaval, ¡todos tenemos un destino! —oyó gritar al viejo. El soldado muerto bajó las escaleras y encaró el viento, en las calles gélidas no había ni un alma, la noche infinita le revolvió su escaso pelo, caminó por la acera sin dirección, llevado por sus pasos ausentes, camino de lo incierto. —Joder —se preguntó—, ¿habrá un hotel para un pavo sin un euro y además muerto? ¿Habrá un estanco abierto en el infierno? -Conde-
-Ă lvaro Gastmans-
-Jess B-
I. CÉLINE Voy a mirar hoy por ti, con mis pupilas aglutinadas como a tus ojos, y que el ovillo que enrolla el hilo de tus días se desenvuelva —rojo—. Y pisar las uvas —como a la vida— puntos suspensivos, perdigones de tus guerras a medio camino —migas de pan para mojar el vino—.
-Lara Lomas-
-Sonia Marpez-
EL VIAJE Siéntese, soy aquel a quien llaman Bardamu. Perdone el desorden, es cosa de mi gato, Bébert, que lo revuelve todo. Ahí lo tiene, tumbado en ese anaquel. A veces creo que sólo escribo para mi gato, sobre todo ahora que soy un maldito. Francia es muy cruel con sus escritores, ¿no lo sabía usted? Es curioso, en un país que, por lo demás, mima la cultura. Pero hay que esperar a morirse para ser rehabilitado. Al contrario que el resto de los mortales, un escritor huele mejor cuando por fin está muerto y ya no puede opinar. Al final sólo queda la obra y no siempre. Pero usted venía por eso, ¿verdad? Para que le narrase el viaje al fin de la noche. Sin puntos suspensivos, que no domina el código morse.
-Gabriel Noguera-
-Cristina Sรกnchez-
LA LLAMADA DEL DEBER Se supone que uno se debe a la familia y a la patria. ¿Verdad? Pues imaginad lo complicado que resulta escaquearse de la llamada a filas cuando tu hermano siamés es la máxima autoridad militar del país. Y es que ser objetor de conciencia está muy bien siempre que no tengas al ministro de defensa pegado al culo, literalmente. Insisto. No es tan sencillo redactar una carta de insumisión cuando tus brazos los controla un tipo que colecciona posters de fascistas alemanes en bañador. Pero es precisamente en este momento, en el que la mitad traicionera de mi ser me obliga a realizar un acto de valentía colectiva, que yo no puedo más que reivindicar mi legítimo derecho a la cobardía individual. Es por eso que iré a la farmacia y luego esperaré al anochecer. Y entonces, cuando la medicación haya hecho efecto y mi hermano esté completamente dormido, saldré a la calle con un embudo en la cabeza y gritaré consignas de cagueta delante del psiquiátrico. Incluso besaré a caballos en la boca si se me presenta la ocasión. Actuaré con nocturnidad y sangre fría hasta que me declaren tarado e inservible. Y es que la llamada del deber también duerme, aunque sea atiborrada de somníferos.
-Xavi Lázaro-
«Los viernes y los sábados son grandes días de entierro. Muchas campanas en las capillas del cementerio. Envidio a todos esos muertos. Envidio a la gente que ya no debe hacer a cada minuto más teatro, superarse, vencerse, convencerse, esperar, tener paciencia, etcétera. Toda la abominable comedia del suplicio de la amabilidad paciente, esperanzada, agradecida, ingenua, creyente, etcétera». Louis-Ferdinand Céline
COLABORADORES Jess B Conde Álvaro Gastmans Xavi Lázaro Lara Lomas Sonia Marpez Marygarlic Gabriel Noguera Jorge Ortiz Robla Cristina Sánchez
DIRECCIÓN Sonia Marpez Gabriel Noguera
DISEÑO Y PORTADA Sonia Marpez
Obituario N.16 – Louis-Ferdinand Céline Publicado el 01 de julio de 2014 obituariomag.blogspot.com