OBITUARIO #23

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Fi贸dor Dostoievski 1821-1881


SOMETIDO A TU AMOR

Abducido por los juegos del azar me vi, cuando de repente quise satisfacerte a ti. Un aficionado más, al juego de esta oscura sociedad, de esta oscura realidad. ¿Y quién me iba a decir a mi que teniendo a la ruleta como mejor amiga pronto se convertiría en mi peor enemiga? Fíjate, no sois tan diferentes. Unos ratos la amaba, mientras que otros simplemente la odiaba. Al igual que a ti, que causas en mi todas estas agonías, todas estas simpatías. Es todo tan contradictorio... que a veces me gustaría sacarte de mi repertorio. De mi repertorio vital, el que te tiene en un pedestal. Es que no puedo dejar de preguntarme ¿cómo consigues matarme de celos? Y encima con esos lelos a los que tú llamas amantes. ¿Es sólo simple venganza? ¿Tu forma de ser? Ven. Ven y explícame.


Explícame y hazme entender que sin ti la vida sí que tiene sentido. Pero qué sentido va a tener si cuando te alejas junto a él... me haces sentir y ver que no lo tiene. ¡Te amo! Te amo tanto que a veces me dan ganas de acabar con todos ellos, tus amores, tus temores. Me dan ganas de acabar contigo y es por eso que me someto a ti. Porque sin un poco de odio no hay amor y sin un poco de amor no hay odio. Agh. ¡Te odio! Te odio tanto que a veces desearía borrarte de mi memoria, pero ésa es otra historia. Y si lo hiciera, le pido a dios, que me muera. Mas no sin antes haberte llevado a ti para volverte a conocer, en otras circunstancias, una y otra vez. Y dime, ¿si lo hiciera? Seme sincera... ¿Matarías a tu otro amor para reunirte también con él? ¿O me lo encargarías a mi sabiendo... que te lo voy a complacer? Inma Callejas


Jess B


EL PUENTE DE K Se escabulle como un gato, temiendo encontrarse con cualquiera, indeciso hacia el puente; con lo que prepara, la cosa, y teme semejantes pequeñeces… Hoy es cadáver de niño, muere de no morir. En el sufrimiento y la humillación está la razón de la existencia. El dolor materializa personas sometidas a límites, incluso en sus propias consciencias y en el momento clave el corazón no se sosiega; como adrede, da golpes más fuertes y cae el hacha y sucumbe a la locura, angustiado hasta la psicosis por el remordimiento. ¡Es menester huir!

Diego Mercado Villarroel


Paula Rodríguez González


LA REALIDAD DE UN ESCRITOR Con tu vida real y con la inventada, has creado una morada, donde descubrir tu verdad.

Sufrimiento, castigo, impotencia te hicieron ser realista, y perdiendo tu inocencia, te convertiste en pesimista. Todo se vive, todo se sueĂąa, pero tĂş viviste y creaste. De tu vida la experiencia y de ella, unas buenas novelas.

Miriam Moreno


Mí querido Fiódor: Hoy he vuelto a ver en ti la fugacidad de la vida, la fragilidad de todos los sentimientos y recuerdos. Me pregunto mientras te sostengo firmemente en mi regazo quién será el que sucumbirá primero en la oscuridad del recuerdo ajeno. Mi incomprendido y desolado Fiódor, dime cuándo dejarás de desafiar al destino, cuándo dejarás de jugar con la vida como si se tratase esta de una ruleta rusa. No llegas a comprender, mi perdido amor, que a veces las personas estamos rotas. He llorado por cada pérdida, por cada flor que ha marchitado en nuestros brazos, pero a tu lado, mi perdido amor, todo parece corromperse y perdurar en el egoísmo de tu angustiado corazón. Yo, Anna Dostoievski, te declaró la persona más cobarde de toda una habitación de suicidas. No encuentro lugar en este mundo para un corazón tan abandonado y cobarde como lo es el tuyo hoy, mi querido amor. P.D: Tópicos de una dulce amargura. Anna Dostoievski.

Celia Abarca López


LA TRANSMUTACIÓN Fiódor sabe que la calidad indiscutible nace del drama, del desastre y de la mala leche. Fiódor sabe que las mejores obras las han erigido individuos desde el fondo del abismo. Que para llegar a lo soberbio se debe cruzar por lo horrible. Que el auténtico mesías tiembla más que predica. Fiódor lo sabe de cierto, y por eso, y ante la ausencia de catástrofes personales de las que sacar tajada, decide crearlas de la nada. Sí. La alegría vital y la realización personal están muy bien, pero para alcanzar el nirvana creativo es mucho mejor sufrir de gota y/o lumbago. Y es que con un poco de imaginación una torcedura de tobillo puede interpretarse perfectamente como una minusvalía. Basta con una pizca de voluntad para que un simple escozor en el lagrimal derive en un desprendimiento de retina. Fiódor se sumerge y se ahoga en un océano de exageraciones gratuitas en pos de la calidad excelsa de un legado a años vista. Con la iluminación adecuada las pecas se asemejan demasiado a quemaduras de tercer grado en miniatura. Si sientes el estómago hinchado, descarta los gases, porque o te acaba de reventar el apéndice o estás gestando en tu interior al hijo de Satán. Y es que esto es lo que hay. Fiódor está decidido a transmutar su dolor de muelas. en el combustible fósil que le permita cruzar la frontera de lo sublime. Xavi Lázaro


Mariana Freijomil


DESESPERACIÓN, ASCO Y DEUDAS: LA VIDA DE UN ESCRITOR RUSO Querido hermano: Te escribo desde mi tormento, estoy en mi despacho inundado por los recuerdos de una vida de sufrimiento y desolación, ¿recuerdas mi calvario? Jamás he dejado de ser desgraciado, y creo que todo empezó aquel aciago día en la fortaleza de san Pedro y san Pablo. Hacía frío, mucho frío. El invierno en Rusia suele ser prematuro y muy duradero, y aquel no era la excepción, a 22 de diciembre como estábamos el frío era arrasador. Pero creo que no me equivoco al decir que el frío era la última de mis preocupaciones en aquel momento, ya que varios hombres me estaban apuntando con fusiles. Es curioso... A pesar de que llevaba los ojos vendados y no podía ver sus expresiones desaprobadoras examinando con dureza al sucio traidor a la patria rusa que debían aniquilar, no podía dejar de sentir miedo. En aquel momento predominaba el silencio, interrumpido de vez en cuando por el ruido de cargar las armas o los cuchicheos de los soldados. El miedo me invadía por completo, yo ya sabía que iba a morir, y que no había nada que pudiera hacer para -


cambiarlo. En cierto modo había aceptado mi destino, pero aun así era como si una parte de mí no quisiera aceptarlo, como si una voz me dijera que no era posible que eso me pasara a mí, que no iba a suceder. Esa voz se calló al oír el primer disparo. Mi corazón se aceleró y la voz volvió al cabo de unos minutos. Quizá aquella voz era un mecanismo defensivo que usaba mi cerebro para evitar la locura, y la verdad es que me reconfortaba un poco. No sabría decir las miles de cosas que pasaron por mi cabeza en aquel momento. Sólo recuerdo que al caer el segundo me acordé de mi padre. Mi padre fue un tirano, fue cruel, fue un auténtico monstruo. Mi padre era un ruso de pura cepa, no aceptaba las órdenes de nadie y disponía que todo fuera tal como él quería, y si las cosas no iban como él quería, ya se encargaba él de que así fuera. Pues bien, en la imagen mental que tenía de aquellos guardias todos tenían la cara de mi padre, porque en el fondo hacían lo mismo que él, acabar con el obstáculo, con aquello que no les interesaba. Nicolás I, «el ilustrísimo» zar del momento era como mi padre, y yo era como aquellos campesinos que suponían una amenaza para sus deseos. Todo eso pasó por mi mente en cuestión de segundos. Sin embargo, el tercer disparo me devolvió a la realidad. Me preguntaba cuánto tardarían en matarme. Alargar la desesperación aumenta el miedo, pero yo ya estaba harto, quería -


acabar con esa sensación tan desagradable de una vez. No obstante, para mi sorpresa, no hubo más disparos. La voz de un funcionario me sacó del sueño en el que me encontraba. Recuerdo sus palabras exactas, jamás podré olvidarlas: —¡Dejen las armas! Su pena de muerte ha sido conmutada por 5 años de trabajos forzados en Omsk. Aquella experiencia me marcó, pero fue muchísimo peor el resultado que produjo en mi vida. Aquel lugar era el mismísimo infierno, pero frío. Siberia era el lugar más perdido del mundo, mi estancia allí era tan horrible que relatarla haría que vomitaras, mi querido hermano, sin embargo, debes saber que aquellos años me cambiaron por completo. Una vez detuvieron la ejecución empecé a darle vueltas a por qué yo me había salvado, por qué seguía vivo. Debía haber habido un motivo por el cual yo vivía y mis compañeros murieron aquel día. Estuve mucho tiempo pensando y no lo comprendí. Pero creo que ya lo entiendo, Dios quería que yo viviera. Puede que pienses que desvarío y que me agarré a lo que pude para llevar mejor ese calvario, pero hablo en serio. Durante mi estancia en Siberia tuve que aguantar convivir con psicópatas y asesinos, vivir en pocilgas en las que nos amontonaban como si fuéramos ganado, hacer trabajos forzados que harían que el más poderoso de los héroes de la Antigüedad -


llorara como una mujer... Pero sí hay algo por lo que doy gracias a Dios, y ese algo es haber encontrado el camino, la respuesta, la fe. Cuán equivocado estaba, socialismo, comunismo... Eso no es aplicable al pueblo ruso, nosotros no somos así, es imposible trasladar las ideas de Europa a los rusos. Ya verás, hermano, cómo no me equivoco. Te aseguro que en Rusia no surgirá una revolución de carácter socialista jamás. El Fiódor de antes de la estancia en Siberia y el de ahora no tienen nada que ver, durante mi cautiverio pasé mucho miedo, pasaba las noches en vela pensando que uno de aquellos presos que compartían estancia conmigo podían matarme por el simple hecho de que les pareciera divertido. Créeme, hermano, he visto barbaridades, y te puedo asegurar que si yo hubiera muerto allí jamás os hubierais enterado. Mi cadáver hubiera desaparecido y jamás habríais sabido qué fue de Fiódor Dostoievski. El asco invadía mi cuerpo todos los días, incluso había presos que bromeaban alegando que había individuos con más pulgas que carne. Todos reíamos, aunque creo que era más bien por no llorar. Hermano, te preguntarás por qué te cuento todo esto. Pues bien, necesito que me prestes dinero. Sé que siempre hago lo mismo, pero ya has visto lo dura que ha sido mi vida, he sufrido mucho. Por eso, hermano -


mío, apelo a tu piedad y te pido que me prestes dinero para poder anular mis deudas. Lo reuniría yo, pero Wiesbaden está muy lejos y tengo que quedarme en Rusia para escribir una novela. Verás, resulta que llegué a un acuerdo con un editor para realizar una novela en un año, pero he acabado dejándolo para el final, y ahora solo me queda una semana. He hablado con unos amigos y me han dicho de escribirla a medias, pero jamás aceptaría eso, creo que acabaré contratando a algún taquígrafo... Pero en fin, no te aburro con mis problemas. Me siento angustiado, y cada vez me dan más ataques de epilepsia. Si pudieras hacer el favor de prestarle ese dinero a tu hermano te estaría muy agradecido. Te prometo que si algún día me hago inmensamente rico con el juego te lo devolveré con creces. Fiódor Dostoievski.

Alan Martín



Y en cada alma un espejo que refleja el universo Y en cada sonrisa un verso para amedrentar el miedo Y en cada noche un cuerpo que alimente su descenso a los infiernos Y en cada estrella otra estrella y otra luz dentro de ella como una muñeca rusa, infinita, fría, eterna Y en cada hueco un vacío imposible de llenar ¿Quién gira la ruleta? ¿Dónde termina? ¿Dónde comienza?

Lara Ganfornina


Sonia Marpez


Puedo sentir el frío en mi nuca como si se tratara de millones de navajas efectuando numerosos cortes sobre ella. Al menos no siento soledad, me encuentro en fila junto a mis compañeros. No estoy seguro de si el mal del que hemos sido acusados es tan grave como para merecer ser pagado con la misma vida. Mi vida entera pasa ante mis ojos, supongo que nuestro cerebro hace un recopilatorio en las situaciones extremas, un pequeño resumen de los años en los que aún respirábamos. Aún, porque dentro de poco acabarán con ese placer. ¿Me quedo con algo bueno de mi infancia? Ni siquiera me alivia el recuerdo de mi padre, lo que más me ata a la vida es mi hermano, que aún sigue en mi memoria. Puedo oír perfectamente los pasos gracias a las pesadas botas de los generales. No veo nada, he cerrado los ojos. Los cierro fuerte, como si en cualquier momento pudiera desaparecer de aquel lugar y presentarme en mi humilde mesa de escritorio, acompañado de papel y tinta. ¿Oyes cómo cargan las armas? Un grito. No quiero abrir los ojos, no quiero presenciar la muerte de mis demás compañeros. Más gritos. Espera, ¿qué dicen las voces? De repente siento cómo se desliza una tímida lágrima por mi mejilla izquierda. Despacito, con cuidado, como si también ella tuviera frío. No van a acabar con mi vida, no, no es hoy el día de mi final. No sé qué les empujaría a tomar -


esta decisión, pero lo que sí que sé es qué significó ese día para mí. No lo podría designar como el día en el que casi muero. Más bien lo recuerdo como el día en el que volví a nacer.

Rocío Sáez Martín


EL SEDUCTOR —¿Es aquí donde necesitan una secretaria? —Sí, tome asiento, por favor. —Aquí tiene mi currículum, señor Dostoievski. Comprobará que tengo mucha experiencia a pesar de mi juventud. —Eso está muy bien, pero dígame: ¿quiere usted tener hijos? —No sé qué tiene que ver eso con el trabajo, pero le contestaré: en el futuro, sí, me gustaría ser madre. Pero puede estar tranquilo, seguro que sabría compaginar trabajo y maternidad. —Es usted muy bonita. —Perdone, pero esto es acoso y me está usted incomodando. —Es que no busco sólo una taquígrafa, también una esposa. —No venía nada de eso en su anuncio, caballero, sólo un trabajo intensivo para un mes. —Sí, es que tengo que escribir una novela enseguida, ¿sabe? Tengo muchas deudas a causa del juego. —Ajá. Está bien que sea sincero, pero no creo que una confesión de ludopatía sea buena para sus intenciones matrimoniales. —También soy ex presidiario. —Acabáramos. Gabriel Noguera



«Hoy día no se distinguen ya los nobles de los que no lo son». F. Dostoievski PERPETRAR Ya nadie me ve, aun así, sucumben ante mí. Ya nadie me siente, ni mi sombra, ni mis suspiros, ni mi galopeo encendido, aun así, sucumben ante mí. Ya mi rostro es otro, camino desarmado y miro confundido a la nada, y siguen así, siendo míos; sus cuerpos, sus mentes, su libertad. yo soy todos y soy su asedio.

Franz López Vasquez


«Los libros son mi aliento, mi vida y mi futuro». Fiódor Dostoievski


COLABORADORES Celia Abarca López Jess B Inma Callejas Mariana Freijomil Lara Ganfornina Xavi Lázaro Franz López Vasquez Diego Mercado Villarroel Sonia Marpez Alan Martín Miriam Moreno Gabriel Noguera Pigeon P. Paula Rodríguez González Rocío Sáez Martín

DIRECCIÓN Sonia Marpez Gabriel Noguera

DISEÑO Y PORTADA Sonia Marpez

Obituario N.23 – Fiódor Dostoievski Publicado el 9 de febrero de 2015 obituariomag.blogspot.com



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