Freddie Mercury 1946-1991
A単eta Martin
LOS HIJOS DE MERCURIO
Cuando los integrantes de una banda armada emiten sus comunicados ocultando su rostro tras un bigote de pega y una aparatosa dentadura postiza en lugar de un pasamontañas, es que la cosa va en serio. Ten por seguro que cuando un grupo terrorista te amenaza
ataviado con una camiseta de tirantes en lugar de con un chaleco atestado de munición y granadas, es que no están para hostias. Se hacen llamar Los hijos de Mercurio, pero ni adoran al planeta más próximo al sol ni son adictos al metal líquido. Adoptan su nombre en un poco acertado homenaje a Freddie Mercury, del que se declaran fans incondicionales. Tal y como suelen reivindicar las pintadas que de vez en cuando aparecen en los muros de los callejones, los terroristas también tienen derecho a tener buen gusto musical. Lo curioso de Los
hijos de Mercurio es que sus demandas llaman tanto la atención como su estética. No piden pagos en metálico con billetes usados y no consecutivos, ni -
exigen
la
independencia
de
una
región
ni
el
reconocimiento oficial de algún culto estrambótico. No. A veces tan sólo quieren que la vida tenga un hilo musical de Queen por decreto ley. Por ejemplo, hace dos meses exigieron que en las primeras citas se recite en voz alta la letra de la canción Under pressure, antes siquiera de saludarse y plantarse un
beso en la mejilla. Que en los convites de las bodas tan sólo pueda sonar Too much love will kill you. Que los domingos en los que se tenga que hacer limpieza domestica la programación televisiva se reduzca a un bucle eterno del videoclip de I want to break free. Que en los acuerdos de divorcio una orquestra sinfónica interprete ininterrumpidamente I want it all. Y que en los tanatorios el sistema de megafonía emita una versión remasterizada de Don't stop me now. El mes pasado, en cambio, se olvidaron de todo eso y pidieron un peregrinaje masivo y anual a Wembley. Y
este mes no han pedido nada de nada. En el último video que mandaron a la prensa tan sólo se les puede ver bebiendo cerveza y bailando prácticamente fuera -
de plano, y sin ni siquiera mirar a cámara, casi como si se hubieran dejado el aparato encendido por accidente. Hay muchas teorías sobre la identidad de Los hijos de Mercurio, que van desde que son iluminati urdiendo un plan maestro para establecer las bases de un nuevo orden mundial, a que sencillamente se trata de un grupo de amigotes que una vez al mes se
emborrachan mientras escuchan a su grupo favorito hasta el amanecer, y que aprovechan el tiempo muerto hasta que les traen la comida china o las pizzas que han pedido para cenar haciendo el cabra delante de una cámara de video. Y aunque se definen así mismo como una organización criminal, de momento no se les atribuye ni una mísera pedrada a un escaparate. Ninguna papelera ha ardido por su causa. Es que ni siquiera han reivindicado la autoría de una llamada furtiva a los interfonos de un bloque de edificios a altas horas de la madrugada. Pero, sin
duda, el hecho diferencial con otros grupos terroristas es que los hijos de Mercurio dominan como nadie el arte de la incógnita. Justo después de hacer sus --
curiosas demandas, se acercan a la cámara con paso tambaleante y balancean el puño hacia delante y hacía atrás, mostrando un primer plano de los nudillos, y dicen: «y si no…». Y ahí terminan siempre sus comunicados. Como no concretan las repercusiones de no obedecerles han instalado un clima de inseguridad brutal entre la ciudadanía. La inexactitud
de sus amenazas hace que todo el mundo se ponga en plan catastrófico, y ya sabemos que el miedo a lo desconocido es mucho peor que la certeza de lo terrible. Las manifestaciones y las cadenas humanas rodeando ayuntamientos no se hicieron esperar, y fueron en aumento a cada nuevo comunicado. Por ello, y para evitar una inminente escalada de disturbios a nivel nacional, los principales partidos políticos se han visto obligados a unirse en un frente común sin precedentes que trasciende ideologías e intereses particulares. El gobierno ha decidido contentar a estos
lunáticos antes de que hagan una tontería. El mismísimo ministro de interior ofreció una rueda de prensa advirtiendo de que en los videos analizados se -
podía apreciar que esa gente no se depilaba el pecho, por lo que los criminólogos y psicólogos habían determinado que eso era una clara señal de su nulo apego a la sociedad y a los valores occidentales. Así que no iban a correr riesgos innecesarios. Y esto es básicamente lo que hay. Que no te extrañe si durante los próximos días recibes en tu domicilio la visita de un
técnico que te trucará el televisor para que este domingo no puedas bajarle el volumen ni apagarlo. Es posible que también compruebe que la aspiradora te funcione correctamente, y que te deje una partitura y un folleto con los pasos de la coreografía que deberás memorizar e interpretar. No sería nada raro que te preguntara qué número de pie calzas mientras busca el par de tacones que deberás usar para limpiar el salón y sacar el polvo del recibidor. Y ten en cuentaque por mucho que le pongas caras raras a ese pobre funcionario, éste tan sólo se podrá encoger de
hombros y decirte que es mejor prevenir que curar.
Xavi Lázaro
Kosta
EN TU DEFENSA
A kind of magic Cuando
Míchel
me
propuso
amablemente
que
escribiese un texto para Obituario, me sugirió que podría hacerlo sobre los prominentes dientes de Freddie Mercury, algo muy apropiado en mi caso
puesto que me gano la vida como sacamuelas. Pero como soy un sentimental irrecuperable, he preferido hablar de los recuerdos que tengo de Freddie, y además centrarme en el día de su muerte, algo también de lo más apropiado para una revista como esta.
Love of my life Es de justicia decir que mi fanática afición por Queen y Freddie Mercury se debe sobre todo a mi padre, o más bien a un disco de grandes éxitos de la banda que el
hombre compró durante mi adolescencia y del que yo no tardé en apropiarme sin consideración alguna. Con -
cierta nostalgia, me veo en esa ya lejana época escuchando una y otra vez aquellas asombrosas canciones, maravillándome con ellas, tarareándolas obsesivamente, jurándoles amor inmortal y tratando de conseguir por cualquier medio todo lo que hubiera publicado aquel extraordinario e inclasificable grupo de música. Inclasificable porque su estilo variaba no sólo
de un disco a otro, sino incluso dentro de cada álbum. Como decía Freddie, la música de Queen era la suma de cuatro proyectos diferentes. De cuatro músicos prodigiosos, añado yo.
These are the days of our lives Una música que me ha acompañado desde entonces en mi rutina diaria. Supongo que se debe a mi condición de fan histérico, pero descubrí que existen canciones de Queen adecuadas para cada ocasión de la vida. De hecho, han sido auténticas protagonistas
en algún momento destacado de mi existencia: me sirvieron, por ejemplo, para ligar con la que sería mi -
primera novia, a la que grabé una cinta con temas de Queen escogidos por mí que le encantó. Sin embargo, ni toda la discografía de Queen pudo evitar que aquella chica me dejara años después, pero esa es otra historia.
Who wants to live forever
En 1991, después de la publicación de Innuendo, llegaron hasta mí los rumores sobre los problemas de salud de Mercury, las fotos robadas en las que se le veía demacrado mientras paseaba por la calle, las señales de que algo malo estaba ocurriendo y que me negaba a creer. Y un triste día de noviembre me di de bruces con la noticia nada más llegar a clase: aquel tipo genial ya no estaba entre nosotros. Como por entonces ya hacía tiempo que era un fiel devoto de su música, recuerdo que recibí el pésame de algún amigo, y no era para menos: mentiría miserablemente
si dijera que la muerte de Freddie no me afectó. Mentiría incluso si dijera que la he superado.
The show must go on Veinticuatro años han pasado ya desde aquella fatídica fecha, y la recuerdo como si hubiera sido ayer. Y no es porque tenga buena memoria (que también), sino porque el tiempo pasa, las vivencias suelen ser efímeras, las personas con las que uno se relaciona van y vienen, casi todo termina... salvo algunas de
esas personas, o la huella que dejan. Una sensación que no sólo no se borra, sino que incluso se refuerza con el paso de los años. Y eso hace que no desaparezcan jamás.
God save the Queen Dejando aparte la exagerada explotación a la que se ha sometido, en mi opinión, la herencia musical de Freddie Mercury, hoy me sigo emocionando con las canciones de Queen igual o más que las primeras veces en que las escuché, hace la tira de tiempo. Me
siguen levantando el ánimo, me siguen sacando una sonrisa cuando estoy en un atasco camino del trabajo, -
me hacen cantar desafinando a voz en grito, van siempre conmigo y nunca fallan. Esto es alta fidelidad, desde luego.
Freddie, en tu defensa puedo decir que eres eterno. Ahí es nada.
Pedro Núñez Díaz
EL GRAN REY RATA
El gran rey Rata vive por su propia cuenta, en su defensa alega que el amor mata.
No le importa rogar o robar, es hombre ansioso que lo quiere todo; esperando que algo caiga del cielo.
El gran rey Rata desenreda r谩pido su vendaje y teje con s贸lo una aguja su herida. No quiere su libertad si tiene el coraz贸n roto.
El gran rey Rata lleva su equipaje igual que todos. y no puede tirarlo. Tiene su camino y debe llevarlo.
El gran rey Rata es un prisma,
caleidoscopio de sí mismo, su propia obra.
Lucha contra la muerte y se sirve de ella. ¡Vaya cosa la inspiración! ¿Cómo vivir de algo que no llega todos los días?
El rey Rata sabía cómo, sabía dónde estaría mañana.
Diego Mercado Villarroel
Lola MarĂn
LAS CENIZAS DE MERCURY
Nadie sabe qué hizo Mary Austin con las cenizas de Freddie Mercury, si sigue teniéndolas después de todos estos años a buen recaudo en la mansión que heredó del cantante o si las esparció en algún lugar significativo. Mercury siempre dijo que él en realidad
era un hombre muy tímido que se transformaba en otro en el escenario. No es extraño, por tanto, que para su despedida eligiera la discreción. Aunque tampoco habría sido un mal adiós si, en el concierto de homenaje celebrado en Wembley meses después de su muerte, las cenizas del genial cantante hubieran sido arrojadas a los rostros del expectante público.
Gabriel Noguera
MERCURIO
Dios ya no salva a la reina, lo hace el rock n’roll. Mercurio marca la temperatura de los demás planetas, como hecho (indiscutible) en el cielo.
Siempre buscando alguien a quien amar, una princesa del universo, que grite y nadie le pare ahora ni nunca.
El himno de los seguidores de esta vieja monarquía es el trueno, —por cortesía de Dios— el otro que muerde el polvo
mientras el resto se declaran campeones.
Mientras un muchacho de instituto se tumba en su puf barato y escucha, a quien antes era una sonrisa.
Él se queda dormido,
pero el show debe continuar
.
Daniel Baudot
«Siempre supe que era una estrella. Y ahora parece que el mundo está de acuerdo conmigo».
Freddie Mercury
COLABORADORES Daniel Baudot Kosta Xavi Lázaro Lola Marín Añeta Martin Diego Mercado Villarroel Gabriel Noguera Pedro Núñez Díaz DIRECCIÓN Sonia Marpez Gabriel Noguera
DISEÑO Sonia Marpez Obituario N.32 – Freddie Mercury Publicado el 24 de noviembre de 2015 obituariomag.blogspot.com