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Las demás facetas del sector del agua
¿Qué causa esta situación? Como cada vez somos más los que nos distribuimos en un espacio finito cuyos límites ya se han alcanzado, es probable que hablemos más de inundaciones porque ahora afecten a territorios con más presencia humana, y no necesariamente por una mayor frecuencia de desbordamientos de ríos. La cuestión merece ser planteada y analizada caso por caso.
El problema de las inundaciones se convierte rápidamente en un problema de gestión territorial y de interacción con el agua: cuál es el lugar del hombre y de sus actividades económicas, y el del agua, sabiendo que los dos varían en el tiempo, y de forma parcialmente aleatoria para esta última.
Las otras facetas del sector del agua
Aunque el agua es un factor de riesgo de inundación, no se limita a esta dimensión: sigue siendo sobre todo un recurso, del que puede haber una grave escasez. En el orden de prioridad política que generalmente se le da, antes que nada, satisface las necesidades de abastecimiento de agua potable (función prioritaria en caso de restricciones); luego entra en los procesos económicos e industriales como factor imprescindible de produc-ción; y finalmente, junto con el suelo y el trabajo, constituye el tercer componente esencial en el proceso de producción agrícola necesario para la alimentación (factor de ajuste utilizado generalmente por la importancia de las tomas para el riego). De forma más general, pero sin que sea tan fácil cuantificarla económicamente, el agua, factor medio-ambiental en el sentido amplio, condiciona el territorio con el que el hombre interactúa. Además, de su calidad depende en parte la calidad de vida buscada.
Cualquier interacción con el ciclo del agua motivada por una preocupación de preven-ción de los riesgos de inundación puede tener consecuencias en las demás dimensiones del sector del agua. El impacto tiene que ser considerado de antemano para conocerlo y limitar, de ser posible, los efectos inducidos. No es necesario hacer largos cálculos para ilustrar este punto: así, acelerar el desagüe para evacuar el agua de inundación reduce el tiempo de estancia del agua en el medio terrestre y, por lo tanto, la duración de las infiltraciones de las que depende la recarga de las capas freáticas utilizadas para el abastecimiento de agua potable: ¡por lo tanto, el recurso hídrico se reduce proporcionalmente! A la inversa, bloquear el agua en una presa reduce la superficie de intercambio (aún más si se aplica un criterio de estanqueidad en la búsqueda del emplazamiento del embalse elegido y además se «esteriliza» el espacio del embalse, que pasa a estar reservado a tiempo completo para el agua y deja de estar disponible para otras actividades humanas, aparte de la economía del ocio, llegado el caso…). Por lo tanto, entendemos que esta doble dimensión del agua, a la vez de riesgo y de recurso, se debe integrar en los razonamientos para evitar la sustitución de un riesgo por otro. El agua es un «Jano» con dos caras que no se pueden ni deben ignorar…