EN AQUELLOS TIEMPOS...

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EN AQUELLOS TIEMPOS… Ana María Sancho Biesa (Anna SB)

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EN AQUELLOS TIEMPOS… Ana María Sancho Biesa (Anna SB)

En aquellos tiempos... Primera parte. Recorrieron largas sendas que no llevaban a ninguna parte. Las dos muchachas entristecidas caminaban silenciosas sin mediar palabra, cogidas de la mano. Un ave sobrevolaba en círculo esperando poder posarse sobre el hombro de una de ellas. La más alta era una mujer de larga cabellera negra y la otra tenía rojos cabellos. Vestían ceñidos vestidos de tafetán negro como las plumas de un cuervo. -¿Qué te parece si paramos un rato? -Bueno, Nora. Nora era la mayor de las dos, la pelirroja. -Kary, ¿estás cansada? -Un poco. -¡Bien! Haremos una parada, pero muy corta. No nos podemos descuidar. Baja el ave y se posa sobre el hombro de Kary. Ésta parece recobrar energías. -Tienes mejor aspecto. Haces mejor cara ahora que Whymk se ha posado en tu hombro. -Tenemos que darnos prisa si queremos que la hechicera deshaga su embrujo. Pararon en las inmediaciones de un riachuelo de aguas cantarinas. El gorgoteo de una fuente atrajo su atención y

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llenaron de agua un par de calabazas y un pellejo que colgaba de la cintura de una de ellas. Sacaron de sus zurrones un trozo de queso y un mendrugo de pan para cada una. Comieron y bebieron habidamente dando al ave parte de lo que tomaban. -Qué fresquita es el agua de esta fuente. -Mira, Nora, ese árbol tiene la fruta madura. Son ciruelas amarillas. -Aunque son muy pequeñas nos irán bien. Las dos muchachas se levantaron y aproximaron al ciruelo. Recogieron sus frutos más maduros y los colocaron en un pañuelo grande, cada una, poniéndolo entre hombro y cintura, cruzando el pecho y dejando la carga por delante. Más animadas emprendieron de nuevo la marcha. Se adentraron en la espesura de ese bosque. Iban entretenidas en sus pensamientos y no advirtieron que alguien las estaba siguiendo. Entre la maraña de zarzas y árboles se movía una diminuta figura. Era alguien que cubría su cuerpo con una túnica y tapaba su cabeza con capucha. Llevaba un tejido que parecía participar de los colores que le rodeaban. De hecho seguía el mimetismo de las hojas y ramas que iba encontrando a su paso. Esa trama se iba modificando según estuviera en sombra o zona iluminada. -No irán muy lejos.

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Era un eco femenino el que así pensaba. -Se dirigen a la gran cascada. -Saben bien dónde pueden encontrarla. -Tengo que distraerlas antes de que caiga la noche. -Con la Luna tendré el poder y ya no tendrán escapatoria. -¡Nora! -¿Qué tienes? -¡Noraaa...! Asustada, Kary, quedó paralizada. -¿No te das cuenta? -¿De qué tengo que darme cuenta? -Siento que algo me atraviesa, algo helado que me abrasa. -¿Tú no notas nada? -No, no tengo esa sensación. -Descansaremos un rato para que te calmes. Las dos muchachas buscaron un claro del bosque y se aposentaron. En las proximidades corrían las aguas cristalinas del río que venía de la cascada a la que se dirigían. -Kary, no podemos entretenernos mucho rato. Se está cerrando el día y será muy difícil seguir la senda. -Piensa que nos advirtieron de los peligros de la noche. -Que tenemos que conseguir llegar antes de que anochezca porque la furia se crece en la noche y si da con nuestro paradero no habrá magia que nos libere de sus poderes. Kary reaccionó a las palabras de su hermana. -Vamos, no perdamos tiempo.

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-Soy una blanda. -Kary, no lo eres. -Eres tú la que tiene la magia de su lado y eso te hace más sensible y vulnerable. -Tengo que cuidar de ti. -Madre dijo que mi papel era ser tus músculos y tu resistencia. -Cuando lo dijo no entendí nada, pero ahora empiezo a encontrar sentido a sus palabras. Nora queda pensativa y su cara refleja un gesto duro de dolor. Pasan por su mente, en tropel, imágenes espeluznantes. Aquellos seres maléficos que salían de la nada y que buscaban mientras destruían todo lo que con sus ojos atravesaban. No recordaría formas, porque no los veía, recordaba sensaciones que le helaban la sangre. -Coge a tu hermana y marcha. -No esperes más. -Y sobre todo no mires oigas lo que oigas Le había dicho su madre. Había cogido a su hermana que dormía sobre la paja envolviéndola en su capa. Fue terrible oír aquellos chasquidos y alaridos. Recordaba el olor de los cuerpos putrefactos, el de la sangre, el de los huesos calcinados.

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Alaridos que atravesaban su garganta entrando hasta sus entrañas. Fue casi imposible seguir sin volver al lado de la madre. Fue la mayor de las pruebas. Controlar ese impulso le desgarró músculos que tiraban de ella. Cuando llegó al bosque su cuerpo había seguido el curso de dos vidas. Ya no era la misma. Su vida no era suya. Su hermana era su vida. Recogieron miedos ancestrales. Las sombras y las luces creaban en sus mentes imágenes fantasmagóricas. Sentían el quejido de las almas que vagaban entre los dos mundos. Almas ausentes faltas de morada eterna se movían entre las sombras en ese momento que el día se aleja y la noche se puebla con todas sus quimeras. Anduvieron en círculo sin percatarse de que pasaban por dónde estuvieran antes. -Me temo que no hemos avanzado. -Este arbusto de bayas negras diminutas estaba aquí antes. -Hemos vuelto al mismo sitio sin darnos cuenta. Manifestó Nora. -La noche no nos va a permitir seguir. -Será mejor que nos quedemos aquí. Kary pensó que sería cuestión de adaptarse a las circunstancias. -Habrá que hacer frente a lo que venga.

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Le dijo a su hermana. -La furia se crece con nuestros miedos. -Hemos de unir nuestras almas en una para impedir que separadas pueda acceder a una de nosotras. La fuerza de la muchacha dio paso a una luz violeta que las envolvió. Sus cuerpos dejaron de ser visibles a simple vista. Quedaron en ese estado de patencia que las hacía imperceptibles a ojos físicos. Bajo una roca tintineaba una débil luz violeta. -Estaban aquí. -Esa pequeña sabe más de lo que parece. -Huelo su presencia. La furia podía oler la presencia de Kary, pero era incapaz de captar esa luz. El submundo al que pertenecía era el de lo opaco y sin luz. Nada que brillara o estuviera iluminado entraba por sus sentidos. Era ciega a la luz. Había quedado impregnado en el ambiente un olor a rosas que la furia reconoció como el de la muchacha que ella quería arrastrar al lado oscuro para absorber su energía y aumentar su poder. Si se hubiera fijado. Si no hubiera distraído sus pensamientos con la obsesión de captar a la muchacha habría notado una presencia alada que posada sobre una rama estaba justo encima de la piedra en la que palpitaba esa luz.

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Siempre es el inocente quien rompe el equilibrio sin saberlo. Así ocurrió. Whymk se asustó ante la presencia de la furia y quiso proteger a Kary. Para él las dos figuras de las muchachas eran visibles y por ello se fue sobre el hombro de su ama. La furia sintió el temor y el aleteo. Eso hizo que creciera su poder. Como advirtiera Kary, ella se crecía con el temor de quienes la rodeaban. Husmeó en el aire buscando el rastro de ese aroma a rosas que llevaba hasta la muchacha. Concitó las fuerzas espectrales que a su llamada llegaron a poblar todo ese espacio. -A mí, fuerzas de la oscuridad. -Venid en pos del mal. -Cercenad y negad. Eran sus palabras que apenas audibles se insertaban en las entrañas de Nora. Kary permanecía unida a su hermana. Sabía que en esa unión estaba su fuerza. Debía guardarse de la disolución que supondría la separación. Su hermana no podría hacer frente a las fuerzas espectrales que disolverían su alma. Tuvieron que enfrentarse a alucinaciones que la furia gestó para que ellas salieran a la superficie. Whymk, asustado, salió volando sin rumbo. Nora sintió en sus carnes todas las fuerzas encontradas, pero Kary la abrazó con fuerza inaudita impidiendo que siguiera el impulso más primitivo que

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albergaba su alma, saltar contra la furia. Eso las hubiera hecho vulnerables. Siseaba atrayendo el rencor de Nora. Sabía que se estaba dando la lucha entre las dos hermanas. Casi alcanzaba su objeto. Sus dedos se alargaban y aproximaban casi tocando el pecho de Nora. Sentía un magnetismo que le llevaba a aproximarse a la muchacha. Kary a duras penas conseguía contener el aura de su hermana bajo la suya. La noche trascurrió en esa lucha de las dos hermanas bajo la amenazante figura sibilina de la furibunda figura que alcanzaba tamaños que cambiaban de más a menos y de menos a más siguiendo el curso de fuerzas que se concitaban en la lucha de las dos hermanas, una por salir y la otra por contener ese impulso. -No podré conseguir atajar su impulso. Pensaba Kary en lo más profundo de su ser. -No debo pensar en nada que libere mi miedo. -No debo dar paso a la duda. -Podré aguantar hasta el amanecer. -Queda poco y aunque los instantes se hacen eternos podré. Se reafirmaba y contenía todo aquello que pudiera debilitarla. La noche dio paso al día y pudieron desligarse y descansar, pero Nora quedó maltrecha. Con la presencia de la luz sobre el círculo astral de las dos muchachas la furia salió como si aquello la pudiera ahogar.

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Huyó despavorida al sentir la quemazón sobre su sombra. Se alejo bajo las sombras del bosque. Kary se hizo visible, tenía el cuerpo de su hermana en sus brazos. Apenas podía consigo misma. Nora estaba en tan malas condiciones que se hacía imposible plantear cualquier movimiento. Kary dejó a su hermana tendida en el suelo y empezó a preparar una cataplasma con distintos elementos que sacó de un pañuelo anudado que sujetaba en su cintura. Masticó algunos frutos y algunas hierbas y colocó sobre la frente de su hermana esa sustancia, para ello hizo uso de algunas ciruelas amarillas de las que habían recogido en el bosque. Dejó reposar el cuerpo inerte de Nora y marchó por los alrededores recogiendo hierbas, piedrecillas, flores, piñas y otras cosas que ella misma iba incorporando a ese pañuelo que llevaba anudado en la cintura. Al atardecer Nora despertó de ese estado estático en que se encontraba. -Kary, ¿qué ha sucedido? -¿No habíamos salido del bosque? Su mente había borrado todo rastro de recuerdo de la lucha mantenida con la furia durante la noche. Ese mecanismo de olvido era lo que impediría que perdiera la cordura pues su mente no hubiera asimilado tanto mal. -Nora, ¿cómo te encuentras? Intentó incorporarse y cayó sobre la hierba. -No puedo levantarme.

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Kary asintió. -Tendremos que pasar la noche en el bosque. La cara de Nora reflejó un gesto de espanto que ni ella misma hubiera podido reconocer. -Buscaremos un lugar más seguro. Afirmo Kary. -Nos situaremos cerca del agua. -He encontrado una pequeña cueva próxima al río. Las dos muchachas se desplazaron a ese lugar. Kary cargó con su hermana que apoyada en su hombro izquierdo se ayudaba con una rama bajo el brazo izquierdo, que ella le había preparado. Aunque el lugar escogido no estaba muy alejado tardaron en llegar por lo precario de la situación. Kary se orientaba perfectamente. Cuando llegaron a la cueva la luna se reflejaba sobre las oscuras aguas del río. Whymk volaba dando vueltas a su alrededor. Había regresado a la llamada de su ama. -Ven precioso. -Ven. Así le llamaba. Su aleteo alerto de su presencia a la furia que captó con toda claridad los olores y vibraciones que dejaban en su paso hacía ese lugar. La furia llegó a alcanzarlas, pero desde la otra orilla.

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Kary había encontrado el lugar perfecto para estar fuera de su alcance. Ella podía cuidar de Nora y encontrar dentro de su más primigenia memoria las artes que ignoraba le eran concedidas como elegida. Su hermana no podía frente a la magia y el hechizo. Sus temores casi la habían aniquilado. En ese momento Kary reconoció su fuerza y confió en ella. Nora había quedado a la merced de sus miedos, ella no. Ella podía disolverlos y concitar fuerzas de luz que la conformarían como lo que poco a poco iba descubriendo de si misma. Era Kary la que tomaba las riendas de la situación. Su hermana había cumplido la misión de traerla hasta su destino. Cuidaría de su hermana y esperaría las lunas necesarias para emprender de nuevo la marcha. Esperaría que Nora se recobrara y buscaría en el reflejo de la luna los mensajes que cada vez se le presentaban con más claridad. No siempre fue así. La furia, Kalhyma, otro tiempo fue una elegida. ¿Qué había hecho para pasar al lado oscuro? Ella nada. Había sido débil frente al amor mortal, eso la había expuesto frente a las fauces del lado oscuro. En otro tiempo, de ello podría hablarse de años que con décadas no bastaría. Kalhyma había sido una muchacha sumisa. Había aceptado la fuerza que se le otorgaba sin oponer resistencia. Su madre,

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ansiosa, había deseado el poder, pero no le había sido otorgado. Su hija era la elegida, sin embargo Kalhyma hubiera deseado ser una de tantas en la Comuna. No quería ser diferente. Cuando peinaba sus cabellos y los trenzaba esperaba la oportunidad del día para encontrar su mirada. Amaba a aquel muchacho y hubiera querido ser elegida para él, sin embargo le fue negado. Quien era tocada por el don no podía prestarse al juego del amor. Su madre desoyó sus súplicas y la presentó a la Comuna como la elegida, quería los privilegios de la madre ya que no pudo acceder a los propios. Hubiera deseado con todas sus fuerzas ser elegida por el don que su hija rechazaba. Había sido asignada a un varón para tomar el cargo de generar su progenie. Su rencor era tal que deshizo toda descendencia hasta que sintió latir en sus entrañas el don que a ella se le negaba. Tenía artes que la ayudaban a controlar desde el primer palpitar de vida que en ella se formaba. Deshacía aquello que gestaba. En la Comuna las niñas quedaban al cuidado de las madres. Al no tener más descendencia y manifestar aversión al varón quedó al margen de todo contacto con él. Sola con su hija dedicó todas sus mañas a hacer de ella la elegida. No fue necesario mucho esfuerzo porque Kalhyma tenía el don que aparecía en una hembra de la Comuna por vía desconocida. Ella era la elegida. Kalhyma fue entrenada por su madre en todas las artes, pero su madre no contaba con ese amor que en secreto cultivaba

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la niña. Ese sueño que cobraba forma día a día interfiriendo en los designios que la precedían. Murnhya advirtió en los ojos de Kalhyma el eco de algo extraño y dedico su atención hasta que supo que era amor ese rastro en la mirada de su hija. Os preguntareis y encontrareis extraño que no se percatara de los sentimientos que ese muchacho movía en el alma de la niña. Quien no ama no reconoce el amor aunque este se presente con sus mejores galas. Murnhya no amaba. Su afán de poder la cegaba y aunque para nadie era dudoso para ella no había traza de lo que su hija gestaba en su tierno corazón. La evidencia se manifestó por palabras que escuchó de boca de las otras mujeres que objetaron la capacidad de Kalhyma para ser la elegida. Ante ellas negó y renegó. Usó todas las artes conocidas mientras su hija dormía para apagar lo que incipiente se hacía evidente. Ese amor crecía y se expandía como mancha de aceite. Con ello no podía. Pasó al lado oscuro poniendo en marcha fuerzas que no debían traspasar el umbral de los no vivos. Atrajo con sus rituales y encantamientos esas fuerzas malignas que hizo se internaran en el alma de su hija. Kalhyma quedó a merced de esas fuerzas malignas. Su alma se oscureció. Sus ojos quedaron opacos e incapaces de

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mirar. Se fue marchitando poco a poco. Su madre no pudo evitar la caída. El abismo se había abierto a sus pies transformándola en una sombra que no se presentaba a la luz. La Comuna empezó a intuir que algo malo sucedía alrededor de su morada. Nunca se acercaban y aunque el camino fuera más largo lo tomaban eludiendo toda proximidad. Se sentían gemidos que helaban la sangre y corría el rumor de que se había abierto la puerta a las profundidades. LAS ALMAS PRIVADAS DE AMOR LANGUIDECEN Cuando un alma es privada del amor ésta queda en la penumbra y poco a poco se marchita, muere. Languidece, pierde su luz. Aquella llama que aviva las almas pierde fuerza y apenas deja rastro de lo que fue. Hay muchas formas de muerte. Ella pasó al lado oscuro al carecer del fuego que la iluminaba cuando le amaba. La madre no había creído nunca que algo así pasara pues desconocía en si misma el fuego que del amor se deriva. Cuando supo las consecuencias ya era tarde, no pudo poner remedio y murió de pena. Ella amaba sin saberlo a esa hija que por su falta se perdía. Para su desdicha vio como día a día se oscurecía y transformaba. Como se convertía en la morada de las

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sombras y la noche. De que en el dolor y la pena que se daba a su alrededor se agigantaba. Fue tal el dolor que experimentaba por las consecuencias de su intervención que quiso destruirla. Fue en vano ya que no era dueña de su vida. Cuando intentó anular a la hija, un amanecer luminoso su arma se volvió en contra suya y sin poderlo evitar ella misma se quito la vida. Kalhyma bebió la sangre de Murnhay y por ello se convirtió en la furia. Salió como una sombra imprecisa que nadie alcanzó a ver. Cuando se acercaron a la cabaña de las dos mujeres fue tan terrible y espantoso lo que allí encontraron que todos cogieron antorchas y las tiraron sobre el tejado para que se quemara. Se produjo un estruendo terrorífico quebrando la tierra y arrastrando con ella todo lo que en otro tiempo fue la morada de las dos mujeres. Pasaron lunas hasta que las gentes de la Comuna osaron acercarse por las inmediaciones y por supuesto nunca solos ni cuando llegaba la noche. Se convirtió en un territorio lúgubre. Aunque se hicieron rituales para neutralizar las malas sombras que decían lo cubrían. Con el tiempo consiguieron paz y serenidad. Paso al mundo de lo que quizás ocurrió alguna vez. Lo innombrable. Ese plazo transcurrido fue de siete ciclos de la tierra. Mudaron los árboles y nacieron las mieses durante ese tiempo, pero quemaron esas cosechas y sólo osaron alimentarse de productos silvestres que encontraban en las inmediaciones.

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En aquella madrugada, en que la calamidad se adueñó de la Comuna nació una niña a la que llamarían Kary. Los ancianos y ancianas consideraron que era ella la nueva guía de la Comuna. Fue asignada como quien será capaz de cerrar el círculo del mal que con aquellos acontecimientos había quedado abierto. Su madre lloró la desgracia que pensó se cernía sobre su amada hija. Mientras la amamantaba brotó sangre de sus dilatados pechos. La niña fue alimentada con el néctar de las flores y el jugo de frutos silvestres. Su hermana Nora, que era una niña de ocho repeticiones de las nueve lunas, masticaba los alimentos hasta hacer con ellos una papilla casi líquida que depositaba en la boca de Kary. La madre embargada por el dolor se secaba. Sus pechos caían como pellejos y sus carnes desaparecían. Era casi un esqueleto de ojos hundidos y gesto asustado. Tenía visiones, las mismas que sus dos hijas. La unión del cordón umbilical conservaba el nexo astral de las tres. Supo cuando venían las fuerzas de la oscuridad, y antes de que pudieran caer bajo su influencia puso a Nora al cuidado de su hermana advirtiéndole que no volviera la vista atrás bajo ningún concepto. Que no había otra salida. Que era ella quien debía sacar a su hermana de las fauces de la furia que venía a cobrarse su víctima ya que la furia y Kary estaban unidas por los dos lados de la Labrys. Una era la fuerza destructiva y la otra la constructiva. Kary debía alcanzar el

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conocimiento fuera de la Comuna ya que era a ella a quien querían destruir. Cuando la madre murió atravesada por la gélida mirada de la furia una serena sonrisa se dibujó en su cara. Sus hijas estaban fuera de peligro y ella confiaba. Poco antes envió al muchacho, Whymk, bajo un embrujo para que las acompañara en su viaje. Aquel paraje era realmente una selva montañosa. Las aguas que procedían de la gran cascada eran de total transparencia. Pequeñas truchas saltaban sobre ellas. Grandes piedras de colores rojizos, margas, hermoseaban el lecho del río. Las dos hermanas plantaron sus raíces en aquel sitio. La cueva, aunque pequeña, era muy acogedora. Dentro de ella podían captar, en la penumbra, señales e inscripciones que Kary llegó a interpretar. Era el anuncio de sus peripecias. Vio en los dibujos esquemáticos los distintos momentos de su vida, incluso de antes. Curiosamente, no encontró nada que le permitiera anticiparse a lo por venir. Aprendió a escuchar los signos de las hojas al caer. El bosque emitía susurros que la orientaban. Supo por dónde girar y de dónde esquivar. Las huellas del lecho del río eran como tablas de conocimiento para ella. Los pliegues que el agua marcaba le indicaban los pensamientos que en meandros abordaba.

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Nora se fue recuperando poco a poco. Su piel morena se fue bronceando y los músculos de sus piernas y brazos fueron cobrando su volumen. Whymk iba y venía trayendo en su pico pequeños objetos que Nora guardaba recogidos en un paño de seda azul. Kary le había dicho que no desestimara nada de lo que él le fuera entregando que era posible que tuviera sentido en un futuro e incluso fuera de utilidad. Las dos hermanas hablaban alrededor del fuego que durante el día y la noche mantenían encendido. Nora aprendía a explicitar esos miedos ancestrales que se colaban por debajo de su alma y Kary los iba absorbiendo como códigos de un ritual que estaba por desvelar. Nora se iba despojando de ellos y ganaba el beneficio de la cura de su alma y de su cuerpo. Kary los atesoraba en su alma y ganaba sabiduría. Nora era la depositaria de historias y leyendas pasadas. Era un acto que se daba en un momento de duermevela. Ella nunca recordaba que hubiera derramado esas palabras sobre su hermana. Contenía la memoria de la Comuna. Era la depositaria. Sólo quedaban ellas dos y Whymk para hacer de la tierra un espacio en que las tinieblas no se adueñaran. Sabían que debían despertar a la hechicera internándose en la gran cascada, que tenían que invocarla. Digo sabían, pero era Kary que lo sabía ya que Nora lo decía sin conocer el sentido de sus mensajes y no los recordaría jamás.

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Sobre el suelo de la cueva hicieron un lecho con ramitas y hojas secas. Lo cubrieron con parte de las cosas que llevaban encima. Tanto Kary como Nora llevaban varias túnicas. Solían envolver su cuerpo con pañuelos y tejidos, anudándolos entre sí. Al pernoctar en la cueva se despojaron de parte de ellos y los depositaron sobre ese lecho mullido. Se alimentaban de flores y frutos. No osaban comer siquiera huevos. Estaban en armonía con la naturaleza que les rodeaba. A los pocos días hubo animales que reconocieron en ellas seres que no les iban a dañar. -Kary, mira ese cervatillo que está a la puerta de nuestra cueva. -Nora, quédate quieta para que no se asuste. -Si permanecemos quietas perderá sus reservas y se acercará más. Alargó la mano Nora hasta el hocico del cervatillo. Sintió el aleteo de su respiración pausada y algo especial que sólo ella sentiría. Era la unión entre dos naturalezas en armonía. Ese animal se quedó a su lado para siempre. Reconoció en ella su guía. Kary miró a su hermana con complacencia y asintió pensando. -Es su compañía. -Tenía que estar aquí para que se produjera el encuentro.

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-Sus ojos se han iluminado. -Algo especial ha sucedido entre ellos. -Algo que seguro es como lo que Whymk y yo sentimos. -Nora, tendrás que ponerle un nombre. -Me temo que es tu compañía. Nora quedó pensativa. No se le ocurría nada. De pronto el cervatillo dio un brinco sobre sus patas traseras dejando a la vista en su pecho una forma estrellada de cinco puntas. Era su pelaje que en esa zona cambiaba a tonos más oscuros y se arremolinaba cobrando esa forma. -Estela, lo llamaré así. Al formular las palabras el cervatillo se acercó a ella en actitud sumisa aplicando su lomo contra el cuerpo acuclillado de la muchacha. -Ha reconocido su nombre. Dijo Kary. -¡Estela! El cervatillo miró a Kary, pero no le hizo caso. Siguió pegado al cuerpo de Nora. -Ja, ja, ja,… -Bonito caso me hace. Dijo Kary, riendo abiertamente. -Nora tendrás que enseñarle a ser amigable. Las dos hermanas rieron.

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Hacía tiempo que sus risas no habían salido a la luz y ese momento fue la válvula de escape de tantas emociones contenidas. Rieron tanto que incluso les caían lágrimas. Estela iba a ser uno más en el grupo. Dos mujeres jóvenes, un ave y un cervatillo. Con su amigo Nora empezó a estar más activa. Salía de las proximidades de la cueva y se internaba en el bosque sin estar pendiente de la proximidad de su hermana. Ganó en confianza y sus gestos empezaron a ser más decididos. Empezaba a estar a punto para emprender la marcha hacía la gran cascada. La furia en la noche susurraba oscuras palabras en el alma de Whymk. Del otro lado del río era capaz de hacer llegar, en sueños, pensamientos de dudas a la mente del muchacho que bajo encantamiento tenía el aspecto de ser alado. -Eres un mero objeto en sus manos. -Kary presta atención a Estela y olvida todo lo que hiciste por ella. -Te pusiste en las manos de su madre para que con la transformación pudieras seguirla allá dónde fuera. -Te deja de lado. -Ya no le importas.

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-Sólo busca las gracias de ese animal de pezuñas sucias de barro. Whymk se debatía en sueños y su alma se oscurecía. Veía a través del filtro que la furia había sembrado en su alma. Las risas de las hermanas le zaherían. Un profundo dolor hería y sangraba su alma. Enojado marchó de la rama que ante la entrada de la cueva era su refugio. Se internó en la espesura y desorientado perdió el camino de vuelta. -¿Has visto a Whymk, Nora? -¡No! -Debe andar por ahí. Kary inquieta lo llamaba. Esa mañana habían empezado a recoger sus pertenencias anudando sus pañuelos y cubriendo sus cuerpos con las túnicas que cada una llevaría. Nuevos objetos de utilidad aumentaban su carga. Marcharían camino de la gran cascada siguiendo el cauce del río por sus meandros de aguas cantarinas. -Kary, ya sabes que vendrá. -Podemos marchar que Whymk aparecerá en cualquier momento a posarse sobre tu hombro. Kary sintió una punzada en el corazón. -Algo anda mal. -Siento que algo le pasa.

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Así era, Whymk en su ofuscación había pasado a la otra orilla y la furia había aprovechado la ocasión para atar una de sus patas con un cordón que sacó de su cintura. Ese cordón no era visible a sus ojos, pero le sujetaba tirando de él como si realmente lo fuera. Podía moverse en libertad a cierta distancia, pero si intentaba hacerlo en dirección a la cueva éste tiraba de él de manera que parecía reducir su longitud tirando de Whymk de forma brusca. Al principio Whymk no pensaba en otra cosa que en el abandono sufrido por parte de Kary, pero poco a poco recobró sentimientos dulces hacía la muchacha. A partir de ese momento empezó a enviar señales que Kary recibía telepáticamente. Ella supo que esas señales eran de Whymk y que venían de la otra orilla del río. Pudo ver a la furia a través de los ojos de éste y espantarse de todo lo que le rodeaba. Sabía que si cruzaba se expondría ante la furia, pero no tenía otra salida. No podía permitir que Whymk quedara bajo su dominio. Quería volver a tenerlo a su lado. Nora la previno. Kary siguiendo sus impulsos quiso cruzar de inmediato en busca de Whymk. Fue Nora quien adivinó la trampa que la furia había tramado contra su hermana. -¡Espera!

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-¿No dices que consigues visualizar a la furia a través de los ojos de Whymk? -Aprovecha para conocerla. Si observas detenidamente aprenderás y sabrás de ella lo suficiente para poderle hacer frente. Kary no atendía a razones, estaba ofuscada, dispuesta a todo por intervenir y sacar a Whymk de las garras de la furia. ¿Qué la haría cambiar de parecer? Fue el mismo Whymk que perdiendo su miedo supo comunicar a Kary su fuerza. Whymk era un muchacho de la Comuna asignado como guardián de Kary. Cuando un muchacho era asignado a una elegida, pasaba a ser alguien muy especial. Él era muy especial. Cuando Whymk nació era la noche en que el ciclo de la Tierra pasaba a la fecundidad. Nacía con la primavera y lo hacía al despertar el alba. Las mujeres que atendieron ese parto contaron durante largo tiempo que esa criatura era muy hermosa. Su piel era tan blanca que casi dejaba traslucir el paso de la sangre por sus venas. Sus facciones eran perfectas. Había equilibrio en todas sus formas. Era un niño hermoso. Sus ojos claros eran como aguas cristalinas, unas veces con tonalidades azules como las nubes y otras de un verde que recordaban las profundas aguas de los lagos. Todos dijeron que sería asignado a una gran misión. El día de los hechos, en que naciera Kary, él supo de inmediato cual

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era su misión. Supo que tenía un objetivo en su vida. Aunque no sabía la dimensión de misión no dudó en ningún momento y se entregó a su destino. No fue necesario que la madre de Kary lo llamara para la transformación. Supo que sería convertido en algo de distinta naturaleza a la suya y lo aceptó. Ahora recordaba las dudas que había tenido aquella noche que marchara de la rama próxima a Kary. Nunca se perdonaría por ello. Aprendió a ganarse la confianza de la furia que lo menospreció y vigiló cada uno de sus movimientos con disimulo, para que a través de sus ojos llegaran con toda nitidez a conocimiento de Kary. Así ésta pudo encontrar aquellos aspectos útiles para poder hacerle frente. La Comuna había bajado a lo largo de la vereda del río yendo a parar en el valle. En su origen los constituyentes de la Comuna habían vivido en cuevas. En el primer clan no se diferenciaba a los descendientes. Todos eran miembros de la Comuna. Los niveles se iban manifestando desde el nacimiento. Ser procreados por unos u otros no tenía significado. Todas las criaturas eran amamantadas y cuidadas sin pertenecer a nadie en concreto. Las hembras amamantaban a criaturas que reclamaban su pecho, aunque el sentido del olfato estaba muy desarrollado y solían amamantar siempre una misma

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criatura ésta no era necesariamente la que naciera de su vientre. De hecho había hembras más capacitadas que otras para alimentarlas. Esas eran las que asumían esa función en el clan. Igualmente las había que no aportaban su acción a la procreación o varones que estaban siempre cooperando en los cuidados de las criaturas. Cohabitan en todos los sentidos. Ya se ha apuntado que su funcionalidad se iba desarrollando a lo largo de su vida sin criterios previos. El sentimiento de pertenencia no era otro que el de ser del clan. Quienes por alguna razón participaban de cualidades extraordinarias para una u otra tarea no eran tenidas por miembros de mayor relevancia. En los rituales participaban todos los miembros de la Comuna. Se ordenaban en círculo al lado de la gran cascada. Si se trataba de criaturas eran cogidas en brazos por parte de cualquier miembro del clan para que formaran parte del círculo que debía ser formado por todos y cada uno de sus miembros. Lo mismo si se trataba de ancianos o animales. Todo ser vivo era considerado parte vital del alma del grupo. No podía desmembrarse de la unidad. Se ha de tener en cuenta que no diferenciaban animales de humanos. Eran distintas manifestaciones del Ser que constituían todos ellos. De ancianos que no tuvieran capacidad para masticar se les daba, igual que a las

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criaturas, el alimento masticado por quienes asumían funciones de cuidado en el clan. Nadie era excluido. Situarse en círculo no era un acto desordenado, de hecho era una espiral formada de dentro a fuera. Cuando la espiral se había acabado de formar todos los miembros de la Comuna eran un solo espíritu y podían compartir un solo pensamiento. Ese pensamiento era el que conducía sus decisiones. Así, una vez ocurrió que ese pensamiento compartido les llevó a bajar al valle. Os preguntareis que es lo que hizo que la Comuna pasara a tener un miembro que fuera tenido como depositario del don, una elegida. Bajar al valle supuso una gran transformación. Se dispersó y estructuró la Comuna. De un solo clan paso a ser la suma de clanes especializados y diferenciados. La elegida paso a ser la depositaria de ese pensamiento compartido. Ella recibía de todos los miembros de la Comuna las pautas que conducirían al grupo. La primera que asimiló ese papel en la Comuna marchó a la gran cascada cuando consideró que su vida terrena había llegado a su fin. Se decía que había pasado a formar parte de ella. Nora soñaba dentro de un sueño.

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La madre de Nora había soñado cuando ésta fue gestada y engendrada, y de esos sueños ella había adquirido la memoria del clan. Era en la caverna junto a Kary dónde esos recuerdos oníricos afloraban. -Kary, debemos esperar más Lunas. -No es el momento de partir. Las dos mujeres volvieron a habilitar la cueva recogiendo nuevas ramas y hojas de las proximidades para que les sirvieran de lecho. Extendiendo sobre ellas sus túnicas y pañuelos. Estela revoloteaba a su alrededor e iba de un lado a otro mirando con curiosidad cada uno de sus movimientos. Ahora iba, ahora venía, dando saltitos o persiguiendo alguna que otra mariposa que se entretuviera libando el néctar de las flores. -¡Ven, Estela! -Deja a las mariposas en paz. Así apelaba le apelaba Kary. Estela la miraba con curiosidad, pero volvía su mirada hacía las mariposas que iban de flor en flor. Debían ser sus vivos colores que en su aleteo le atraían o sus ingenuas fantasías de joven cervatillo. -Nora, dile a Estela que deje tranquilas a las mariposas. -No las deja en paz. -No te inquietes, Kary.

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-No ves que es como una criatura que descubre la vida. A Kary no le hubiera importado la actitud de Estela a no ser por su pesar. La tristeza que anidaba en su corazón por la ausencia y situación de Whymk hacía que todo aquello que hubiera sido motivo de risas y alegría le molestara. Al otro lado del río la furia descubrió algo que al principio desconocía, la presencia de formas y colores. Habíamos apuntado que era ciega a la luz. ¿Qué fue que le dio acceso a la luz? Sabemos que su madre había impedido el nacimiento de todo varón y que sólo la había procreado a ella, pero no que el varón que había sido su padre había tenido más progenie con otras mujeres. El clan había liberado a éste del vínculo con la madre de ella y había sido asignado a otra mujer. Whymk era el fruto de la unión del padre de ella con otra mujer. Esa era la razón por la cual ellos estaban unidos. Eran hermanos por la genealogía del padre. Por sus venas corría la misma sangre y memoria de sus ancestros. Ni ella ni él sabían que era así, porque en la Comuna cuando se deshacía un vínculo pasaba al silencio de todos. Ni ella sabía quien había sido el padre ni nadie se lo hubiera dicho nunca, porque era tabú. Lo que a sus ojos y oídos había sido negado ahora afloraba en medio de esa oscura espesura de la orilla que ocupaba

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con espectros y seres siniestros venidos de las oscuras profundidades. Ella descubrió unos sentimientos que cosquilleaban en su alma. Un recuerdo doloroso le atravesaba. Empezó a recordar bajo velos confusos sentimientos de un pasado olvidado. Se vio a si misma esperando y recibiendo la mirada de aquel muchacho a quien tanto amó. Cuando esto sucedía aflojaba el cordón que ataba a Whymk y éste reconocía que algo se transformaba en ella, vislumbrando nuevas esperanzas. Él, a pesar de la situación, encontraba que en su corazón no había sentimientos oscuros contra ella, todo lo contrario, lo que sentía le descolocaba ya que no acababa de entender a qué se debía. Se veía mirándola con ternura, viéndola con el aspecto que ella tuvo en otro tiempo. Era como una visión difusa. Recordaba a aquella muchacha que la madre controlaba y entrenaba en artes y conocimientos que ahora cobraban significado ya que en ese momento él desconocía el poder. Nora, en sueños, tenía revelaciones sobre esos hechos. Conocimiento que desgranaba de forma desordenada. Kary recibía las piezas y las iba tejiendo como si de ellas un todo se tratara. Componerlas en un orden preciso no fue acto de unos días, fueron muchas Lunas y muchos ciclos de la Tierra.

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Esa estancia que en un principio fuera transitoria fue tal que las que en un principio fueran dos muchachas ahora eran dos mujeres maduras. En todo este tiempo Whymk fue dando señales inequívocas de quienes eran él y la furia. Señales que Kary fue interpretando como si fueran los hilos con que ensartaba cada una de las preciadas piezas que su hermana le proporcionaba. Hablo de un telar pues esa fue la obra que en esos años fue construyendo Kary. No era un telar material, era una construcción en su mente. La mente Universal de la que ella era depositaria. Hubo un tiempo en que las criaturas del bosque no se alejaban de la presencia humana. En aquel tiempo era fácil ver llegar a cualquier criatura del bosque al círculo humano y permanecer en él recostada al lado de ellos. Estela parecía venir de aquellos tiempos. De hecho venía de aquellos tiempos. Las fuerzas matéricas de la gran cascada habían puesto el alma de la hechicera en este cervatillo para que protegiera a las dos hermanas. La hechicera había proyectado su alma desde la gran cascada en la que estaba arraigada para poder intervenir a través de él siguiendo los acontecimientos desde la distancia.

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No es que Estela fuera ella. Era ella que se proyectaba sobre ese cervatillo elegido desde otro tiempo. Estela se había internado en el bosque perdiendo el rastro de sus congéneres. En su deambular se había dejado atraer por el murmullo del agua del río acercándose a la cueva de las dos muchachas. Todo esto había sucedido desde la temporalidad de la espiral del tiempo. Venía de ese otro tiempo. Era el medio por el cual la hechicera accedía a la nueva elegida depositando en ese cervatillo la energía que no podía hacer llegar si no era por ese medio. Era necesario un ser vivo de sangre caliente lo más próximo en la escala animal a la naturaleza humana. Un ser que no estuviera contaminado por la sangre de la supervivencia y que fuera recibido como lo más natural ganándose su confianza como así fue. Kary que iba aprendiendo reconoció los signos de ese fenómeno poco a poco dando importancia a cada gesto y movimiento del animal. Ella y su hermana habían llegado a ese estado de serenidad y calma que tras la tragedia se adueña de quienes han de seguir. Ella cultivaba un estado de quietud y escucha propio de quienes como ella tienen en sus manos el don. En las noches, Kary, observaba las estrellas siguiendo su posición en el cielo. Desde ese estado de escucha y observación fue capaz de detectar en ellas los más mínimos movimientos. Llegó a leer en su mente señales ancestrales

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que le repetían esos pasos estelares. Reconoció que Estela era la primera estrella de ese firmamento sígnico. Que era componente de esos símbolos que debía descifrar. Percibió telepáticamente la mente de la hechicera que a través de Estela se manifestaba. Esos signos y señales ayudarían a que ella estructurara su mirada interna que navegaba en aguas profundas y oscuras, dando luz a lo informe y desordenado de sus pensamientos necesitados de guía espiritual. Esa guía siempre era un camino incierto que debía encontrarse dentro de si misma. Nora en sus sueños recogía, con nitidez, aquellos mensajes que serían de vital importancia para los conocimientos necesarios en un futuro no inmediato. Atesoraba sin saber ese conocimiento ancestral que una no elegida debía llevar a la elegida por medios que no estaban a su alcance. Tal como ella había recibido del útero de la madre todo aquello que ella debía traspasar a la elegida ahora era llevada a través de los sueños a lo que vendría. El futuro escribía en su mente retazos que aflorarían en otro momento al servicio de la elegida. Estela jugaba un papel de enlace con la materia terrena, la montaña, para que todo esto sucediera teniendo a Nora como receptáculo de todo ello. Nora dormía enroscada alrededor del cuerpo acurrucado del cervatillo. En ese primer sueño Kary recibía mensajes que se proyectaban como imágenes difusas.

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La primera vez que esto ocurrió la cogió desprevenida, fue al día siguiente que supo encontrar significado a aquellas imágenes que vio proyectadas sobre el reflejo de la Luna en las aguas del río. Vio en ellos algo similar a lo que encontraran en la cueva, pero le presentaban elementos nuevos que la desconcertaban. Ella desconocía como los componentes de la Comuna habían hecho sus rituales en círculo y al no saber no veía lo que se presentaba ante sus ojos. Algo muy interno le decía que esas imágenes eran miembros del grupo unidos por un nexo especial. Conforme aclaraba significados y se representaba lo que viera reflejado esa imagen se hacía más nítida y significativa. Supo esa parte y otras desconocidas del antes, pero el después también se manifestaba mezclado en el mismo mensaje haciéndolo confuso. Supo que en ese ritual todos los componentes del clan, un único clan, unían sus mentes en un solo pensamiento y que de ese se dejaban guiar, que la hechicera era la depositaria en otro tiempo en que se dejó la gran cascada y se bajó al valle dando lugar a diferentes clanes. En esas noches Kary llegó a ese conocimiento que no le era dado. Para alcanzar esos significados le fue necesaria la mediación de Estela que era depositario de un lenguaje que ella debía interpretar. Ese lenguaje era rítmico. Reprodujo eso ritmos sobre el suelo con piedras, palos y semillas hasta que llegó a encontrar en él regularidades y alcanzó a descifrar su significado.

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Al cabo de un tiempo dominó ese lenguaje que era el de las lenguas cultas que usaban quienes como ella debían ser guías. La hechicera y ella lo tenían para comunicarse por mediación de Estela. Aquella mañana hacía frío. A la puerta de la cueva se había amontonado la nieve que durante la noche había caído. Los días eran cortos, apenas si podían hacer pequeñas incursiones por los senderos. A la vuelta de una de esas escapadas, Estela y Nora casi se perdieron. Estela había tomado la iniciativa corriendo por delante de Nora. -Espera. -¿A dónde te diriges? Ella tuvo que apurar el paso para poder alcanzar al cervatillo que le llevó a un lugar para ella desconocido. Era la entrada de un paso que se internaba y bajaba por debajo de unas rocas que habían estado tapadas bajo enredaderas en las otras estaciones, pero que con la caída de la hoja dejaban entrever un pasadizo antes desconocido. Volvió tirando de Estela porque sabía que el sol se ponía y si no regresaban ya se perderían. En la noche alrededor de la fogata Nora estaba más silenciosa de lo habitual. -Nora, te noto rara. -¿Tienes algo que decirme?

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Nora estaba pensativa y dudaba si eso tenía importancia para comunicárselo a su hermana. Al insistir Kary le explicó lo sucedido. -Me temo que no podemos obviar nada. Le dijo Kary. -Si Estela te ha conducido allí tendremos que investigar ese pasadizo. -Mañana podemos ir con él hasta el lugar y seguir sus movimientos. Esa noche el cielo presentaba esa quietud que precede a las nevadas. -Kary, me temo que esta noche nevará. Ella salió de la cueva y miró las estrellas. -Es posible. No volvieron a nombrar el tema de lo que Nora y Estela habían encontrado aquella tarde. Siguieron sus rutinas habituales y durmieron plácidamente durante la noche. Cuando en la mañana se encontraron los alrededores cubiertos de nieve ocuparon su tiempo en abrir unas sendas para entrar y salir de la cueva y para poder acceder a los lugares que tenían próximos. El río tenía una fina capa de hielo que cubría su superficie. Los árboles presentaban un aspecto fantástico. Los cúmulos de nieve sobre sus ramas hacían de ellos hermosos ramos florales.

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Estela jugueteaba metiendo su hocico en la nieve y dando saltos en el aire fantaseando de un lado para otro con sus cabriolas. Nada de lo que en la noche anterior se había previsto pudo llevarse a cabo. Con los senderos cubiertos de nieve era imposible alejarse de la cueva sin correr el riesgo de perderse. Al otro lado del río la furia había sufrido sobre si misma el impacto de la blancura que reflejaba sobre ella produciéndole quemazón. Buscó ocultarse a esos reflejos que todo lo cubrían y fue Whymk que abriendo sus alas la protegió del impacto mortífero que la nieve tenía sobre ella. Si le hubieran preguntado a Whymk qué impulso le había llevado a esa acción, en ese momento no hubiera sabido dar una respuesta plausible, ni él mismo sabía por qué razón la angustia de la furia le hería el corazón. Así era, había llegado a contactar internamente con los sentimientos de ella y de esa manera se estaba obrando una transformación de los dos hermanos. Él pensaba en ella desde la imagen que le venía del pasado y en ella la veía peinando sus cabellos mientras un muchacho del clan pasaba ante ella. Recordaba el fluido que emanaba de los ojos del muchacho y el reflejo que en ella reconocía ahora. No sabía el hilo que les unía, pero la sentía de forma especial. Tanto sentía que temía estar bajo un encantamiento que desde las sombras ella estuviera urdiendo.

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Sus dudas se disipaban cuando veía más allá y reconocía un germen de bondad en lo más profundo de su ser. Las fuerzas espectrales que solían rodear a la furia no pudiendo resistir el reflejo luminoso de la nieve se sumergieron en las profundidades de la Tierra. Quedaban la furia y Whymk. Aquella blancura que todo lo cubría transformaba el paisaje confundiendo distancias. Todo parecía acercarse. Estela acurrucada dentro de la cueva observaba los copos que caían ente la entrada. Kary y Nora charlaban. Su conversación en un principio fue anecdótica, pero hubo un momento que imperceptiblemente alcanzó su punto álgido. La tensión que se mascaba en el aire inquietó al cervatillo, Estela empezó a moverse de un lado a otro de la cueva como animal enjaulado. -Madre te avisó del peligro. Espetó, de pronto, Kary. -Ella sabía y sacrificó su vida para nada. -¿Por qué no vino con nosotras? Nora no sabía. Nunca se había preguntado por qué mirar hacía ese punto del pasado era tan doloroso. Se sentía incapaz de hacer frente a esos recuerdos y eso la acongojó. Tembló sólo de intentar recordar. La madre había dado instrucciones que ella acató sin pensar.

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Tendría sus razones y ella no era quien para cuestionárselas. Había hecho aquello que su madre le dijo, pero ahora sentía la quemazón del remordimiento ante las preguntas de su hermana. Se nubló su mente y su inquietud alertó a Estela que hasta ese momento dormitaba acunada por el ronroneo de la conversación intranscendente que sostenían las dos hermanas. Nora, mohína, se volvió a su hermana. -¿Qué podía hacer yo? -¿Acaso tuve elección? -Madre sabía y mi obligación era hacer lo que ella me decía. Nora se defendía, no de Kary, de si misma. Sus remordimientos no habían salido a la luz hasta ese momento. La falta de actividad gestaba esa situación en que no habiendo ningún objetivo las acciones se ponen en cuestión. -¡Nora! -Perdona. -Lo siento. -No quise reprocharte nada. -No era mi intención hacer que te sintieras confundida. -Sólo quise saber más. -Veo que te hace daño recordar. -Es posible que tenga que recordar. Dijo Nora. -Alguna vez tenía que enfrentarme a la situación.

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-No puedo seguir eludiéndola. -Duele, pero será mejor que revise lo que pasó. Nora explicó con todo detalle a Kary cómo la madre la había alertado y hecho marchar rotegiéndola bajo su túnica. Cómo la madre había usado un lenguaje para ella ininteligible encarándose a Whymk que quedó transformado en un ave de negro plumaje y de tamaño considerable, advirtiéndole que debían dirigirse a la gran cascada para tener el encuentro con la hechicera. En ese momento nada de lo que la madre le dijera tenía significado, simplemente siguió sus órdenes. Pensando en Whymk, Kary sintió una punzada de dolor. Pasó por su mente una sensación extraña, que hasta ese momento desconocía. Se sentía confundida. Veía a Whymk con sus alas abiertas ante la furia y sentía lo que él proyectaba emocionalmente sobre aquella. Le dolía en el alma saber que Whymk y la furia tenían una unión similar a la que ella sentía por él. Quiso evadirse de ese sentimiento, pero no pudo contener los impulsos que afloraron. Volcó sobre su hermana toda la rabia que le quemaba, hablándole con ese tono imperativo que tanto confundió a Nora. Kary miró dentro de si misma y captó la oleada que se desataba y que sus sentimientos cegaban su espíritu. Se vio atacando a su hermana por ser quien estaba ante ella y supo que esa energía la destruiría, que tenía que contenerla para no producir mayores consecuencias de las ya provocadas a

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su hermana que era una simple mortal incapaz de parar sus golpes. Apretó sus puños clavándose las uñas hasta sangrar y se enroscó sobre el centro del dolor en proyección astral. Su cuerpo adoptó la postura fetal y balanceándose recuperó un ritmo pausado que serenó los ánimos dentro de la cueva. De ese ritual no se percató Nora porque quedó atrapada en un tiempo distinto al de su hermana. La hechicera obró a través de Estela enviando energías que ayudaron a Kary para que llevara a cabo el ritual de contención. Cuando regresó de esa lucha interna se vio hablando con Nora y pidiéndole disculpas apaciguándola. Whymk y Kalhyma a lo largo de esos fríos días tuvieron la oportunidad de identificarse como seres afines a pesar de las circunstancias en que se movían. Aquel acto espontáneo en que Whymk había saltado abriendo sus alas para protegerla fue el primer paso. Whymk se retiró en el momento que se dio cuenta de lo que había hecho. Recapacitó y ese acto de reflexión le hizo retroceder. -¡Aparta! -¿Qué crees que estás haciendo? Kalhyma había respondido con un respingo retirándose hacía atrás con tal suerte que encontró un rincón seco y despejado bajo la sombra de tupidas ramas dónde guarecerse.

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En ese acto tiró del cordón invisible con que tenía sujeta la pata de Whymk provocando su caída. El encuentro entre los dos hermanos tendría sus avances y retrocesos. Esas visiones compartidas que presentaban el pasado de Kalhyma obrarían la transformación. Cada vez que se produjera el acercamiento de los dos ella iría recuperando su antigua apariencia. Un buen día vería reflejada su imagen sobre las cristalinas aguas, pero ese día todavía estaba lejano. Adelantamos acontecimientos que no se dieron de la noche a la mañana. Murnhya, la madre de Kalhyma, afloraba en unos recuerdos dolorosos que contradictorios también presentaban añoranza y extrañamiento. No en vano su madre antepuso su persona por encima de todas las cosas y aunque erróneamente provocó su desgracia para ella Kalhyma la había sido todo. Volvieron a ella dulces recuerdos de la niñez en que Murnhya la acunaba en su pecho. Eran imágenes externas a ella en que veía una mujer hermosa de tierno semblante canturreando y meciendo a una criatura. Algo le hablaba de si misma. Esa criatura acunada en esos brazos oía por sus propios oídos la cantinela que la apaciguaba y olía ese aroma floral que Murnhya desprendía ablandando y dulcificando su alma. Cuando esto sucedía Kalhyma se conmovía abriendo emociones que parecían perdidas.

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Whymk fue testigo de esa transformación y poco a poco ello le hizo ganar confianza. Kary, a través de la mente de Whymk iba reconstruyendo esa historia pasada, llegando a captar la presencia que Kalhyma reconstruía. Ocurrió algo que no cabía esperar, hubo un momento en que no fue necesario Whymk como mediador. Un día la furia entro por esa vía en la mente de Kary y a no ser por la intervención de la hechicera a través de Estela ese día hubiera sido fatal para Kary. Ésta fue sorprendida por la oscuridad y arrastrada sin poder evitarlo ya que no tenía la fuerza suficiente para contrarrestar la de la furia. Fue la hechicera que entró y se interpuso entre las dos alejando con eficacia la oscura energía que todo lo ensombrecía. De esto quedó Kary debilitada y algo en su interior se ensombrecía. Había visto cosas que le atraían al tiempo que rechazaba. Estaba tocada por un deseo que desconocía y tiraba con fuerza de sus entrañas. Kary pasó al lado oscuro en un momento en que todavía le faltaba mucho que aprender y con ello perdió la inocencia que la caracterizaba. Era el primer paso al conocimiento. Su viaje había comenzado. Estela seguía siendo el cervatillo que asomó un día por la entrada de la cueva. -¿No te parece extraño? Dijo Nora señalando a Estela.

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-¿Extraño, qué? Contestó Kary. -¿No crees que Estela debería haber cambiado? -Sigue teniendo el mismo aspecto de hace Lunas y eso no es normal. -Los cervatillos maduran con más rapidez que los humanos. Kary miró a Nora y a Estela y quedó pensativa. No se había fijado en ese detalle. Estaba obcecada con el asunto de Whymk y la furia sin percatarse de lo que se presentaba ante sus ojos. Advirtió que Estela tenía el mismo aspecto del primer día y decidió profundizar en ello. Kalhyma y Whymk cada vez se acercaban más. La furia tenía menos presencia y él reconocía su verdadero destino a su lado. Poco a poco se estaba estableciendo un vínculo que iba más allá del que conociera con Kary y eso le inquietaba. El bosque estaba ejerciendo una influencia irreversible sobre todos ellos. La hechicera que se proyectaba a través de Estela iba siguiendo los acontecimientos y su energía se iba configurando haciéndola salir de su letargo. Empezaron los deshielos y el río aumento su cauce de forma espectacular. La Naturaleza extendía su manto prodigioso de formas y colores manifestándose en todo su esplendor. Los animales salían de sus cubículos despertando de un largo letargo y poniendo en marcha el ciclo de la vida.

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Los sonidos del bosque se combinaban creando armonías que ponían en marcha en gran canto a la vida, la sinfonía que aquello que confluye con un único fin. Estela volvió a corretear sorprendido ante ese abanico de sonidos, colores y formas. Se manifestaba como si fuera la primera vez que estuviera ante tal espectáculo. De hecho era así. Estela, como la Naturaleza misma renovaba su ciclo. Era un ser que de ella venía sin tiempo que lo generara. No nacido sino espectado por el gran poder para ser medio de aquella que todo lo podía, la hechicera que formaba parte de la misma tierra en sus rocas y sus fuentes. Kary sufría de pesadillas que se concitaban al amanecer. La luz del nuevo día parecía traer sobre ella la mayor de las zozobras. Se ocultaba a ella internándose en lo más profundo de la cueva con sus pócimas y ensayos de encantamientos. Si un hilillo de luz se reflejaba entrando en contacto con ella, se retiraba como si una lanza la fuera a atravesar. -¡Kary, ven! La llamaba su hermana con voz cantarina. -¡Kary, mira! Ella se excusaba con un inaudible quejido. Nora, por mucho que insistía no conseguía sacar a su hermana de su mutismo. Cuando el sol en su ocaso se ocultaba tras las montañas y la Tierra se poblaba de sombras, Kary salía directamente hacía la orilla del río.

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-¡Ven! Sentía voces que la requerían. Su piel perdía color a ojos vista. Pálida y con la mirada apagada deambulaba buscando el origen de esas voces que la requerían. Eran voces que venían de las profundidades haciendo eco en su alma herida. Kalhyma seguía el mismo rumbo y las dos se encontraban. En un principio sin reconocerse. En un espacio no visible para quienes les rodeaban. Era un encuentro astral que se gestaba entre las dos elegidas. El doble filo tenía que constituir la unidad para que los acontecimientos pudieran tener lugar. El equilibrio vendría de la unión y equilibrio de ambas potencias en manos de las dos. Estela seguía los movimientos de Kary como si fuera su sombra. La hechicera estaba al acecho para poder intervenir caso de que fuera necesario ya que Kary no estaba preparada para hacer frente a las fuerzas espectrales que podía atraer la furia en su contra. Mientras se encontraran Kary y Kalhyma no había cuidado, pero la furia podía anteponerse y arrastrarlas al abismo del que sin su intervención serían incapaces de salir. Esta situación afectó sobremanera a Nora. Era un estar y no estar que arrastró a ésta a la tristeza. Nora, apesadumbrada contemplaba esa pérdida de consciencia de su hermana y la

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frustración se apoderaba de ella. No poder conseguir atraer su atención en el día y verla deambular por la noche le hizo sentir la criatura más sola que se movía en la Tierra. Esa pesadumbre que embargaba a quienes habitaban en ese bosque y el renacer de la Naturaleza hacía más doloroso ese trance por el que Nora estaba pasando. Nora se sentía la más solitaria de las criaturas de ese bosque, entre seres que ni siquiera la miraban. Empezó a manifestar inquietud en la noche, despertando apenas se quedaba dormida. Cuando la claridad del día iluminaba la entrada de la cueva salía de ella anquilosada sintiéndose muy cansada. Aunque Estela siempre dormía acurrucada a su lado y la seguía durante el día Nora parecía no darse cuenta de su compañía e incluso si se cruzaba en sus movimientos le molestaba. -¡Aparta! -No ves que me estás molestando con tu ir y venir. -Estela, quédate allí bien quieto. Le decía señalándole la entrada de la cueva. Estela iba al rincón que le indicaba, pero no tardaba en volver a acercársele. De nuevo se producía el choque. -¡No te dije que estuvieras allí bien quieto!

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La paciencia de Nora se agotaba de inmediato y a no ser por la rapidez de reflejos del cervatillo algún que otro golpe le hubiera dado. Nora al darse cuenta de que casi había pegado a Estela lloraba y su llanto parecía no tener fin. -¡Aparta! Estela al verla llorar acercaba su hocico empujándola con cariño. Eso hacía estallar a Nora sacando con rabia ese sentimiento que no la dejaba parar. Kary si en algún momento pasaba ante ella y la oía gritar apenas se inmutaba. Las flores dieron paso a los frutos y de nuevo llegaron las nieves. Al acortar el día, con menos horas de sol, algo mejoro en el ambiente de la cueva. No es que Kary se acercara a Nora y la escuchara o hablara, pero salía antes de su refugio y su sola presencia le favorecía. Volvió, Nora, a ocuparse de aspectos que en esos días había descuidado. Era ella quien movía o cambiaba el lecho que se cubría con túnicas y pañuelos, quien sacaba y volvía a colocar en su lugar esos objetos que se habían convertido en útiles o utensilios. Peinaba y trenzaba enroscando los largos cabellos de Kary con ese aire parsimonioso que de la madre aprendiera.

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Había descuidado sus tareas y nadie se lo recordaba, pero poco a poco volvió a ellas y cuando llegaron las nieves tenía la cueva con suficientes reservas para soportar dos inviernos. Había secado al sol el pescado para que se conservara, recogido miel, hecho un prensado de frutas que aguantaba mucho tiempo sus cualidades alimenticias. Guardado aquellos frutos que aunque arrugados se podrían poner en remojo para comerlos en el momento oportuno. Ella era quien se hacía cargo de estos menesteres y lo hacía con destreza. Un buen día, Kary, la había mirado a los ojos y eso desató en ella todos los nudos que la oprimían estallando en llanto incontenible. Kary reaccionó abrazándola y acariciando sus cabellos, susurrándole palabras dulces que poco a poco apaciguaron a Nora. A partir de ese momento mejoraron las cosas en la cueva. Hubo tiempo suficiente para preparar sus reservas para el invierno. Nora recordó como en la anterior nevada había hecho un descubrimiento con Estela y descartó volver sobre aquellos pasos. Lo tendría en cuenta en otro momento, ahora tenía que ponerse a la labor. En todo ese tiempo, Kary se había fortalecido a nivel espiritual y la unión con Kalhyma iba por buen camino gracias a la mediación de la hechicera que iba teniendo más influencia sobre ellas.

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La hechicera había sellado el camino de la oscuridad, pero ellas tendrían que librar una gran batalla frente a las fuerzas que todavía deambulaban por el plano astral. Kary pasó por pruebas que muchas veces la llevaron al borde del abismo. Cuando en la noche salía de la cueva y deambulaba por el bosque oculta a la claridad de la luna seguía la estela oscura que del contacto con la furia había atravesado su alma. La hechicera salía astralmente siguiendo cada uno de sus movimientos para poder intervenir en caso de ser necesario. Kary tuvo un entrenamiento preciso mientras seguía los oscuros caminos. Su naturaleza se duplicaba quedando su identidad astral al lado de la hechicera al tiempo que su lado oscuro se dejaba llevar. -¡Kary! Se oían voces en los rincones más profundos del bosque. -¡Kary! La furia, desde el otro lado concitaba sus más oscuras tretas. Kalhyma se iba adelantando y ganando terreno sobre la furia y eso hacía que todas las actuaciones de ésta acabaran en mero intento. El poder de la hechicera establecía un nexo áureo, cargado de energía, entre Kary y Kalhyma. Whymk, en su asombro, veía cómo se desplegaba un haz luminoso que atravesaba en arco las dos orillas del río.

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Nora, en sus noches sin sueño, salía fuera de la cueva y aquello que a ojos de Whymk era un arco multicolor a los suyos era una neblina que le helaba la sangre. Eran las energías negativas que la furia proyectaba sobre ella para anularla ya que era más importante de lo que ella misma pudiera imaginar. Mientras estuviera de parte de Kary sería el arraigo a la vida visible. Nora absorbía esa mala energía sin saberlo y ello le producía ese estado de tristeza y soledad en que se sumió a lo largo de muchas lunas. Estela era guardián a su cuidado, mientras dormitaba enroscado cerca de ella le tendía un manto protector para que ésta, a pesar de padecer la influencia oscura no sufriera todas las consecuencias. Si Nora no hubiera tenido a Estela le habría sido imposible hacer frente a lo que sobre ella se proyectaba. Su naturaleza mortal habría hecho el viaje sin retorno, la muerte del alma. La tristeza en que estuvo sumida fue consecuencia de esas experiencias que al amanecer nunca recordaba. Whymk llegó a tener la visión. Era testigo de todos los acontecimientos. A través de aquel haz luminoso vio, con los ojos de la mente, las distintas escenas que tenían lugar en la noche. Su naturaleza animal le permitió ver sin sufrir emoción alguna. Su destino no era el de la implicación sino el de quien guardaría para la memoria colectiva esa parte de la historia que sólo él recordaría.

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Aprender a controlar el poder y saber sobre el don les llevó muchas lunas a Kary y a Kalhyma. Cuando los colores de la Naturaleza se tornaban ocres y amarillos y algunos árboles perdían sus hojas Kary había ganado en sabiduría y estaba preparada para abrir sus ojos al mundo sin cegar su mente. Fue entonces cuando vio a su hermana y tuvo lugar su reencuentro. Podrían afrontar juntas las nuevas nieves y prepararse para una nueva travesía. La hechicera regresaría a la cascada dejando a su suerte a todos ellos. Debía dar paso al enfrentamiento con las fuerzas que acechaban desde la más profunda oscuridad para fortalecer a las dos elegidas. Llevaban tiempo en aquel paraje y nunca habían sufrido con las crecidas del río. Aquel día fue distinto. Esa noche las nubes presagiaban tormenta. Nora advirtió a Kary, pero ésta no le escuchó. -Kary, ayúdame a recoger las cosas de la entrada de la cueva que me temo vamos a tener tormenta esta noche. Kary siguió metida en su mundo y ni siquiera le contestó. Nora, al ver el poco caso que le hacía su hermana decidió ponerse ella sola a recogerlo. -Bueno, ya me las arreglaré yo sola. Pensó.

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-Bien se nos valdrá de que tenemos preparadas las cañas para colocar en ellas los alimentos que vamos recogiendo para el invierno. Estela le pisaba los talones mientras ella iba recogiendo todo lo que estaba por el suelo de la cueva. Algo le decía que esa tormenta no era como las otras. Su cueva, aunque pequeña, era sobrada para quienes en ella permanecían. De pared a pared, en el fondo de la cueva colocaban unas cañas que entrecruzadas y enlazadas les servían para poner sobre ellas aquellos alimentos secados al sol y colgados para que se airearan y secaran. Todavía quedaba espacio sobre ellas sin ocupar y en él apiló aquellas cosas que recogía. Tras quedarse dormidas un fuerte relámpago iluminó la cueva. -¡Nora, despierta! Sacudía Kary a su hermana para sacarla de su profundo sueño. Había advertido unos ruidos que no reconocía, eran distintos, más profundos. Aún viniendo de lejos supo que el agua se precipitaba asolándolo todo a su paso. Tiró de Nora que no acababa de despertarse. -¡Venga, vamos! Con los ojos medio abiertos Nora miraba a su hermana sin reaccionar. -¡Venga, no hay tiempo que perder!

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-¡Vamos! -Estamos en peligro. Nora miró a su alrededor y empezó a recoger cosas dentro de los pañuelos. -¡Déjalo, no hay tiempo! -Kary, espera. -¡No! Tirando de ella, Kary salió de la cueva. -Pero… Se dirigieron hacía el interior del bosque, alejándose del cauce del río. Tomaron un camino que para Kary era preciso. No sabía por qué razón, pero ese era el camino. Llegaron a una entrada, la que en otro tiempo descubriera Estela. -Yo no me meto allí. Dijo Nora asustada. -No sabemos que podemos encontrar. -No tenemos otra alternativa. Contestó Kary. -No oyes como brama el agua del río. -Si nos quedamos a la intemperie no tendremos escapatoria. -Intuyo que ese es nuestro destino. Estela se puso en cabeza y ellas le siguieron a ciegas, dada la oscuridad del pasillo interior. Se movían siguiendo sus movimientos afinando bien el oído.

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Aquella entrada que en un primer momento bajaba les llevó a un espacio amplio rodeado de altas galerías. Una claridad difusa les permitió ver dónde se encontraban. -Kary, ¡qué razón tenías! -Esta era la salida. Las dos miraron a su alrededor, pero Estela se puso en movimiento de nuevo y las condujo a un paso oscuro que apenas les permitía diferenciarse. Siguieron, oyendo unos ruidos de gorgoteos que les crearon expectación. ¿Qué sería lo que producía esos ruidos? -Es extraño. -Sí lo es. Contestó Kary. -No recuerdo algo así. -Hace calor aquí dentro. Dijo Nora. -Y esos ruidos. Siguieron caminando porque Estela seguía y no la querían perder de vista. Al fin, el cervatillo paró enroscándose sobre el suelo. Ellas, que ya estaban cansadas y un poco asustadas, agradecieron esa pausa en el camino. Aquella noche el río arrastró todo lo que encontró a su paso, pero a pesar de haber entrado agua en la cueva, al

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quedarse unos troncos que arrastró el agua tapando la entrada ésta no irrumpió con toda su furia. Kalhyma y Whymk estaban lejos de las inmediaciones del río. En su lado el bosque se encontraba al pie de una montaña y hacía tiempo que se habían instalado entre los salientes de las rocas. Al guarecerse de la lluvia vieron el espectáculo que a sus pies se presentaba. Se habían internado en una gruta. Asombradas miraban las formaciones de estalactitas y estalagmitas. -Mira Kary, parecen niños jugando. -Sí, es curioso. A uno y otro lado parecían figuras esculpidas con material rocoso. Estela no manifestó asombro alguno frente a lo que se presentaba ante sus ojos. Vieron una figura que se desplazaba velozmente. -¿Has visto, Kary? -Algo se mueve por allá. Dijo Nora señalando detrás de un grupo calcáreo de gran tamaño. -No, no veo nada. -Sí, mira. Contestó señalando con insistencia. -Es cierto, algo se mueve. -Parece una figura de largos velos.

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Estela se puso en movimiento en la dirección que había Nora. -Kary, ven, Estela va tras ella. Las dos hermanas salieron siguiendo al cervatillo que se desplazaba con rapidez y seguridad entre las galerías de la gruta. -Nora, para un momento, me parece oír algo. Un eco lejano se aproximaba. El sonido era musical, como si de las notas de un órgano se tratara. Llegaron a un espacio abierto iluminado por una luz azulada. Al fondo se veían chorros de agua que caían en cascada desde un punto que ellas no alcanzaron a ver. Las distintas galerías que iban a parar a ese espacio traían notas de la escala musical que al combinarse en el punto en que ellas se encontraban sonaban en una armonía especial, Eran traídas por los distintos respiraderos que allí confluían. -¿Dónde está Estela? -No sé, Nora. -Esperaremos un rato para ver si regresa. Encantadas con aquel espectáculo permanecieron largo tiempo en ese lugar. -Deberíamos ir en su busca. Dijo Nora. -Quizás, pero, ¿por dónde ha tirado? -Creo que por allí. Contestó Nora señalando en dirección al fondo en que caía el agua.

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-¡Vamos! Kary, con decisión animó a su hermana a tomar esa dirección. Cuando llegaron vieron que tras la cortina de agua podían internarse atravesando una brecha que les permitía pasar de una en una. Entraron por detrás del agua y aquella sensación les hizo sentir paz y alegría. -¡Qué bien se está aquí! -Es cierto, Nora. Traspasaron la brecha que a través de un pasadizo les llevó a un espacio más amplio. Vieron a Estela a los pies de una mujer blanca de largos cabellos plateados que le caían sobre la espalda como si de una capa se tratara. Su cuerpo estaba cubierto por infinidad de velos transparentes que se combinaban entre ellos en matices cromáticos imprecisos sin dejar traslucir su cuerpo dando una transparencia etérea a una figura extraordinaria. -Os estaba esperando. -Soy Gurdhya la primera hechicera de la Comuna. -¿Me andabais buscando? -No soy en cuerpo físico. -Me estáis viendo porque aquí dentro de la gran cascada me materializo virtualmente ante vuestros ojos. -Estela os tenía que traer a mi lado para evitar que la riada os arrastrara a las oscuras profundidades.

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-Ahora ya es el momento del retorno. -Volveremos a vernos en el final de vuestro largo viaje. Dichas estas palabras desapareció. Kary y Nora no habían sido capaces de articular palabra. -¿Has visto y oído lo que yo? Preguntó Nora a su hermana que parecía estar ausente. Kary no le respondió. Estaba ensimismada con la vista clavada en ese lugar del que había desaparecido la presencia etérea de la hechicera. -¡Kary! Nora pasó una mano por delante de sus ojos y la zarandeó para llamar su atención y logró sacarla de ese trance. -Sí. Respondió Kary al tiempo que volvió en sí. Cogió la mano de Nora diciendo: -¡Vamos, no hay tiempo que perder! En el retorno fue Kary quien encabezó la marcha del grupo. Salieron a la superficie y vieron lo que la riada había dejado a su paso. Al llegar a la puerta de la cueva la encontraron totalmente tapada por troncos, ramas y barro. -¡Manos a la obra! Dijo Kary. Las dos hermanas sacaron aquello que tapaba la puerta y encontraron en el interior de un suelo embarrado, pero lo que se había dejado encima de las cañas sólo estaba mojado.

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Consiguieron recuperar la mayor parte de sus enseres, salvo los alimentos que al mojarse con el agua lodosa no eran comestibles. Sacaron estos y los esparcieron por las inmediaciones para que pudieran servir de alimento a los animales del bosque y llevaron a lavar al río todo lo que era recuperable. Las aguas del río bajaban claras y cristalinas desmintiendo la tormenta que había acontecido. Las dos hermanas en armonía hicieron lo que fue necesario y así consiguieron restablecer el orden en el interior de la cueva. El desastre de la riada había transformado el paisaje. Piedras y areniscas habían sido arrastradas quedando amontonadas en las inmediaciones de la cueva mezcladas con troncos y ramas. Nora y Kary recogieron aquellas piedras que por su forma y tamaño podían serles útiles. Moviendo troncos y ramas encontraron una piedra aplanada de gran tamaño que de inmediato les pareció que podían ponerla sobre el fuego cuando éste queda en ascuas. -Kary, mira lo que hay debajo. -Parece una piedra plana y no demasiado gruesa. -Si me ayudas podemos llevarla al interior de la cueva para aprovechar mejor el calor de la hoguera. Dijo Nora a su hermana con emoción. Sus ojos brillaban y eso fue como si una estrella se hubiera posado en sus almas.

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En la parte central de la cueva subía el humo hasta el techo y desaparecía saliendo por conductos de aire de manera que nunca se produjo humareda quedando siempre bien oxigenada la cueva. Cuando el tiempo lo permitía, ellas preparaban su hoguera fuera de la cueva, delante de la entrada. Nora era capaz de sacar chispas tanto de piedras como de palos. Estaba dotada para salir adelante en ese medio y era capaz de cuidar de su hermana. Como la piedra tenía una forma redondeada les fue fácil arrastrarla haciéndola rodar, pero fue necesario la intervención de las dos. Estela andaba jugueteando como una criatura. Aquello era novedoso para el cervatillo. Prepararon, previamente, unas piedras de tamaño similar para que fueran soporte de la que llegaría a ser una buena plancha para transformar alimentos convirtiéndolos en suculentos bocados. -Es una maravilla. Dijo Kary felicitando a su hermana. -Has tenido una idea brillante hermanita. El ambiente era alegre y distendido. Trabajar juntas las unía más si cabe. Con las ramas que seleccionaron pudieron preparar un soporte más estable que el de las cañas.

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Aunque cuando marcharon precipitadamente de la cueva apenas habían podido coger nada, sus ropas no habían sido destrozadas y una vez lavados pañuelos y túnicas tenían el aspecto de siempre. La calidad de esos tejidos era excepcional. Nora, que era la mayor, había aprendido de su madre muchas habilidades que ahora daban su fruto. -Madre hacía… Manifestaba Nora, explicando a Kary paso a paso como se hacían aquellas cosas que ella iba desarrollando. Manipulaba y conservaba toda suerte de alimentos. Secaba el pescado, lo ahumaba. Preparaba unas tortas de miel y frutos encontrados en las inmediaciones. Ella sabía de flores y hierbas. Los seleccionaba cuidadosamente en ramilletes que después colgaba boca abajo. Volvió a hacer acopio de todas las cosas que el bosque ofrecía. Con esa piedra pudo tostar semillas que molidas guardaba en recipientes aprovechados de las formas que ocasionalmente encontraba. Nora era capaz de ver más allá y escoger todo aquello que ella creía era de utilidad. Podían ser trozos de tronco que una vez pulidos y encerados le servían de tarro. En el bosque había maderas de gran

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dureza y poca porosidad que incluso podían contener líquidos. También era capaz de pulir piedras a base de restregar unas de más dureza sobre otras de menos. También tenían algunas herramientas entre las cosas que habían podido traer con ellas. Nora entretenía su tiempo entregada a una cosa u otra. Siempre llevaba entre manos algún objeto al que daba forma. Cuando aquello le parecía especial se lo ofrecía a su hermana. -Kary, ¿te gusta? -Sí -Es para ti. Kary recibía esos objetos con sumo cariño. -Eres genial, hermana. Realmente era genial, Nora sacaba de la materia el alma. Estaba dotada de un sentido artístico especial. Kalhyma y Whymk que habían estado en la montaña viendo el espectáculo de la riada bajaron de nuevo a las proximidades del río. Kalhyma vio como las dos hermanas organizaban de nuevo sus cosas y captó con cierta inquietud la armonía entre ellas. -¡Míralas! Sus risas le molestaban. Algo la carcomía. Whymk notó un tirón del lazo que ataba su pata. -Me temo que la furia anda cerca.

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Pensó. Poco a poco se vio envuelto en una bruma negra. Kalhyma se transformaba. Nada lo evitaría. Bastaba un sentimiento oscuro para que la furia se creciera. Kalhyma desaparecía. Miró Whymk con añoranza al otro lado del río. Recordaba la dulce compañía de Kary y una lágrima sangrienta se abrió paso en su alma. -Mi dulce Kary. Se lamentaba. -Si pudiera volar a tu hombro y sentir tu mano sobre mi plumaje. Alicaído, Whymk quedó quieto sin oponer resistencia. Se nubló su mente y todo lo que ante sus ojos se manifestaba perdió brillo y color. -¡A mí, fuerzas de la noche! Clamaba la furia al caer la tarde. Esa noche la luna era mera señal en el cielo, no se veía y las nubes tapaban las estrellas. La furia abrió las puertas a los espectros que con ella volvieron a expandirse por entre las sombras. Whymk aterrorizado temblaba intentando ocultarse de ellas. Sintió la amenaza que sobre las dos hermanas volvía a gestarse. Miró las aguas profundas que oscuras se deslizaban sobre un lecho de cantos y grandes piedras. -No intentaran cruzar el río.

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-No podrán, el agua les espanta. -Pero… -Y si ven lo que yo veo. Saltando de piedra a piedra no hace falta tocar el agua. Ante este pensamiento se espantó. Kary escuchó los miedos de Whymk y salió de la cueva buscando en el río aquellas piedras que podrían facilitar el trasiego de las fuerzas del mal. Nunca antes había promovido sobre la Naturaleza lo que en esa noche puso en marcha. Se colocó ante ese supuesto acceso y empezó un ritual rítmico que venía de lo más profundo de su ser. Whymk, desde la otra orilla, siguió el ritual de Kary quedando maravillado. Ella estaba levitando envuelta por un aura de amplio espectro y su cabello se expandía en todas direcciones irradiando una luz similar a la de la luna llena en noches de cálido verano. Aunque el ritual que ella hacía no sonaba porque se estaba dando desde la esfera de lo astral producía sobre el ambiente que les rodeaba un silencio absoluto, tal que ni siquiera se oía el murmullo del agua del río. Whymk oía interiormente el rito siendo incapaz de seguirlo. Se estaba produciendo un cántico ascendente que al llegar a la nota más alta produjo un estallido similar al del rayo disolviendo la oscuridad.

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Asombrado vio como la luna y las estrellas esclarecían la noche. La furia captó lo que pasaba y tuvo que alejar su mente porque la luz que concitaba Kary la habría disuelto en la nada. Supo apartarse del peligro mirando al fondo más oscuro de su alma y allí encontró lo inesperado, se encontró frente a frente con Kalhyma. -Te estaba esperando. Formuló Kalhyma. La furia dio un respingo. -¿Quién eres tú? Le pregunto al cabo de un rato mirándola fijamente a los ojos sin verla. -Soy tú misma. -La muchacha que has olvidado. Dijo Kalhyma sentada sobre un tronco de los que habían caído con la tormenta. La furia olfateó el ambiente, pero no diferenció olores distintas a las que anteriormente se daban en ese rincón del bosque. Ella hubiera reconocido la presencia de cualquier ser vivo por el olfato. -¡Mientes! Le dijo. -No sé cómo lo has hecho, pero tu vienes de la otra orilla. Dicho esto se acercó a Kalhyma, pero noto que la aproximación era más rápida de la esperada

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desconcertándose. Se alejó y aproximo varias veces hasta percatarse de que realmente se estaba dando un fenómeno que le recordaba algo visual ya olvidado. -¡Estás jugando conmigo pequeña! Increpó levantando el puño en dirección a la otra orilla. -No me enredarás. Oyó de nuevo a la otra que le decía con suavidad: -Soy tú misma. -Tienes que escuchar. La furia tomó la decisión súbita de aproximarse y rápidamente se fundió con Kalhyma. -¡No vas a salir nunca más! Se dijo para sus adentros. Lo que se oyó en el bosque fue similar a un aullido que helaba la sangre. A la mañana siguiente Kary buscó a Nora para ver la manera de evitar el paso del río del que Whymk le había avisado. -Nora, ven conmigo. -Tenemos que buscar la manera de mover unas piedras que hay en el lecho del río. -¡Vamos! Respondió Nora con decisión. Estela se unió a ellas y marcharon al lugar en que Kary había estado durante la noche anterior. No tardaron mucho en llegar. -Es imposible mover piedras tan grandes.

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-No vale la pena intentarlo. -Ni ayudándonos con un buen tronco podremos. Opinó Nora al verlas. Eran enormes. Por el camino, Kary le había explicado como alertada por Whymk en el sueño había localizado ese paso. Lo que no le explicó fue que ella había hecho su primera intervención sobre la Naturaleza. Le dijo que habían tenido suerte al despejarse el cielo y que la claridad sobre las aguas había sido absoluta, como si del día se tratara. Le recordó que las fuerzas de la oscuridad nunca pasarían por un lugar iluminado. Nora había sugerido a su hermana hacer guardia con una hoguera si no se podía solucionar el problema. -Me temo que tendremos que pasar las noches pendientes de la claridad del cielo y el reflejo de la luna en el río. -Voy a hacer una hoguera al atardecer. Dijo Nora a su hermana. -Esta noche me quedaré yo. Le dijo Kary. -No, me quedaré yo. Contestó Nora. -Mira, si te quedas durante la noche estarás cansada de día y tú eres imprescindible porque nos mantienes y cuidas. -No nos puedes fallar hermanita. -¿Qué sería de Estela y yo si tú no te ocuparas de todo? -Ya sabes que yo soy una inútil.

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Nora se conformó, pero le hubiera gustado colaborar. Kary pensaba en otra cosa. Esa noche intentaría actuar sobre las rocas. No sabía cómo lo haría, pero lo intentaría. -Buscaré en la memoria de la hechicera. -Intentaré conectar con ella. Pensó Kary. -Si ella ha venido a mí ahora seré yo quien la busque. Durante el día Kary no tuvo otra idea en mente que la de encontrar el camino astral que la transportara a la gran cascada para poder acceder a la mente de la hechicera. Sabía que esa era la manera de solucionar el problema. Kary se quedó al lado de la hoguera durante la noche. Entró espontáneamente en un ritual que la transportó al interior de la gruta. Allí estaba Gurdhya. -Te estaba esperando. Al entrar en contacto con ella, Kary se fundió en Gurdhya, era Gurdhya, recibiendo el conocimiento ancestral. Su mente era la mente de la hechicera. Se encontró ante la hoguera viendo su cuerpo en recogimiento. Un hilo luminoso unía sus dos naturalezas, la astral y la física. Se situó sobre el río y extendió las palmas de sus manos sobre las rocas que ante su gesto se aplanaron hundiéndose en el lecho del río.

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Cuando fue Nora a buscar a su hermana la encontró dormida enroscada sobre sí misma y la hoguera apagada. Temió lo peor, pero al mirar hacía la corriente del río quedó asombrada. Las aguas circulaban pausadas y no se veía piedra alguna. Se acercó y no consiguió ver el fondo. Estaba ante aguas profundas. Era increíble, pero sus ojos no le engañaban. Ella creía lo que veía aunque no entendiera las razones de lo que se le ponía por delante. Pensó que la Naturaleza no era transparente a su conocimiento y que algo propio de ella habría sucedido en la noche. Cogió a Kary en sus brazos y se la llevó a la cueva. Aunque Nora era más baja que su hermana, tenía una constitución robusta y era capaz de eso y más. Cuando Kary despertó en la cueva recordó un sueño. Había estado en la gruta y había sido la hechicera. Ella lo recordaba como cualquier otro sueño que hubiera tenido, no como un hecho. Fue Nora la que le explicó la transformación sufrida por el río. -Lo siento Nora. Me quedé dormida. -No te preocupes. Le dijo su hermana. -No sé que ha pasado, pero el río está cubierto de agua. -No se ve el fondo del río. -Es un misterio, pero los ríos tienen vida propia y nuestro río se ha debido desplazar con el peso de las piedras.

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Kary se dio cuenta de que su sueño tenía relación con lo que su hermana le estaba explicando. Se dibujó una sonrisa en su cara. -¿Me he perdido algo? Dijo Nora. -Se te ve contenta. -Sí, estoy contenta. -Ya no tenemos la amenaza de las sombras. Nora pensó que esa expresión de Kary era excesiva, pero no objetó nada. -Lo conseguí. Pensó Kary. -Puedo ir hacía ella. Los hechos de esa noche no pasaron desapercibidos a los habitantes del bosque. Sólo dentro de la cueva habían pasado inadvertidos. Estela había arrastrado a Nora dentro de un profundo sueño. Las criaturas nocturnas aquietaron su actividad, expectantes. Salieron de sus cubículos las criaturas diurnas y el resplandor que se produjo ahuyentó de nuevo a los oscuros seres espectrales volviendo a hundirse en lo más profundo. Whymk actuó protegiendo a la furia. Esta vez ella reaccionó dejando que le cubriera su diminuto cuerpo con sus alas. -¡Esa…! Musitó la furia sin poder terminar, Whymk actuó con rapidez cogiéndola con sus garras y transportándola a la montaña

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refugiándose con ella en el mismo sitio que ocupara con Kalhyma el día de la tormenta. La furia había escuchado mentalmente los pensamientos de Kary a través de Whymk, pero no tuvo tiempo de reaccionar, todo había sucedido con rapidez. -Gracias hermano. Dijo Kalhyma. Al llegar al refugio la furia desapareció dando paso a la presencia de Kalhyma. -Si no hubiera sido por ti la furia me habría arrastrado a las oscuras profundidades y me temo que ya nunca más hubiera podido volver. Whymk la escuchaba sin perder de vista los acontecimientos que se estaban dando en el río. -Recuerdo muchas cosas. -Empiezo… Kalhyma no pudo terminar. Una fuerza astral la arrastró. Se vio sobre el río. Gurdhya la había transportado hacía allí. Se vio ejerciendo un ritual con sus manos. Igual que había sucedido con Kary, ella se transformó. No era ella sino la hechicera. Se habían fundido Kary y Kalhyma en una, en Gurdhya. Ni Kary ni Kalhyma tuvieron tiempo ni capacidad para saber que habían compartido ese fenómeno.

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En el retorno, Kalhyma quedó dormida bajo las alas protectoras de Whymk. Él era testigo, una vez más, de lo acontecido. En un tiempo otro, Whymk contaría los hechos y los niños y niñas se emocionarían con ellos. Los adultos dirían de él que es un buen cuentista, narrador de historias fantásticas. Whymk de vez en cuando emprendería el vuelo a la gran cascada para recorrer en los pliegues de la roca la silueta de su amada hermana y amada esposa. Las gentes volvieron la espalda a esos conocimientos y sólo quedó Whymk para explicarlos a lo largo de los tiempos. Como Estela, Whymk quedó al margen del tiempo. Anna, 12 de agosto de 2007 en Huesca

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En aquellos tiempos... Segunda parte. La hechicera Gurdhya había estado dentro de la gran cascada tantas lunas que sería difícil recordar desde cuando. Aquella muchacha que en su tiempo había dirigido a los miembros de la Comuna hacía un único fin había visto como ésta se disgregaba en distintos clanes y sus miembros perdían la esencia propia del grupo. Con tristeza constató que únicamente se le requería en contadas ocasiones y que estaba sola sin participar de la vida de los comunes. Vivió en retiro hasta que un buen día sintió la llamada de la gran cascada. Marchó a esperar la llegada de una auténtica elegida. -Kalhyma y Kary, las dos son una. Pensaba Gurdhya. -A lo largo del tiempo hubo muchas, pero siempre carecían de algo necesario para que yo pudiera interesarme en ellas. -Ellas tienen a Whymk que es el nexo de unión. -Por el se dará la fusión. Aquel invierno las nieves aparecieron con los primeros fríos. Kalhyma y Whymk habían hecho acopio de frutos y semillas que Whymk encontró en los árboles y arbustos de la montaña. Aquel lazo que lo atara a la furia había desaparecido disolviéndose en el mismo instante que Kalhyma se había

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puesto por delante dejando a la furia reducida en lo más profundo de su ser. Sin embargo Whymk no intentó alejarse de ella. Aunque le hubiera gustado ir al hombro de Kary su corazón albergaba un profundo sentimiento haciéndole permanecer al lado de Kalhyma y sobre todo la hacía sentir útil el hecho de ver que gracias a él podría sobrevivir. Pensar en dejarla sola y abandonada le partía el corazón. De momento se conformaba estableciendo contacto mental con su dulce Kary. -Se ve hermosa la orilla del río cubierta por la blanca nieve. Decía Kalhyma. Whymk asentía sin atender demasiado a lo que ella decía. Su pensamiento volaba muy lejos, recordaba aquellos hechos a los que a través de la mente de Kary había podido acceder. Admirado rememoraba como Kalhyma y Kary se habían fundido en una sola y como una extraordinaria figura femenina se había erguido flotando sobre el río haciendo que la Naturaleza rompiera su curso. Le maravilló el reconocimiento de un lenguaje rítmico al que sólo accedían ellas. Pudo ver a través de la mente de Kary el encuentro en la gruta con la hechicera. Al tener este pensamiento con asombro reconoció a la hechicera como la figura resultado de la unión de las dos mujeres.

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Esa experiencia superaba con creces a la de posarse sobre el hombro de Kary, pero a veces el deseo de esa proximidad física se imponía y angustiaba dejando su alma dolida. -Te estoy hablando y tú ni caso. -¿Dónde estás? -¡Aquí! Contestó Whymk saliendo de su ensimismamiento. -Estoy aquí. El resplandor de la nieve que todo lo cubría contrastaba con su figura, Kary se desplazaba a largos pasos. Nora perpleja vio desde las inmediaciones de la cueva como se alejaba. -Tengo que buscar la entrada a la gruta. Iba pensando Kary. Decidida se internó entre las hayas del bosque reconociendo el camino a pesar de que el amplio manto blanco que lo cubría todo hubiera despistado a cualquier mortal, pero ella reconocía las señales de alejamiento y proximidad como si de un foco luminoso se tratara. Su mente se dirigía hacia ese centro sin dudar. -Sé que cada vez me acerco más. -Erróneamente creíamos que había que remontar el río hasta ella y a la gran cascada se accede desde la gruta. -No tengo otros datos que los de la intuición, pero sé que ese es el camino. Desde la montaña Whymk seguía los movimientos de Kary a través de sus ojos, pero desde una visión nueva.

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Se veía a si mismo sobrevolando los árboles que discurrían a su paso. Las copas de las altas hayas dibujaban un paisaje para él inaudito. Un recuerdo remoto vino a su memoria. Había visto en algún tapiz de los que tejían las mujeres del clan imágenes que ahora rememoraban ese paisaje nevado por el que se conducía una esbelta figura femenina que a no ser porque sabía que era Kary le hubiera confundido. -No puede ser otra que ella, pero no la reconozco. -Es mujer, ha dejado atrás la muchacha que yo conocía. Sus negros cabellos cubrían una espalda que se cubría por una túnica blanca. -¡El color de la nieve! -¡Qué hermosa está! Sintió que algo interno se abría. La veía distinta. -¡Es única! -No recuerdo ninguna que se le pudiera asemejar. -Quizás Kalhyma, pero es mi hermana. Algo abrasaba en lo más interno de su ser. Hubiera querido tocarla, acariciarla. Descubría que Kary era alguien que llenaría siempre todas sus expectativas. Costaba reconocerlo, pero la amaba. Ahora si que dudaba sobre el lugar que debía ocupar. Su corazón sintió el dolor de no poder saltar a su hombro y dejarse acariciar su oscuro plumaje. -¡Mi dulce Kary!

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Se lamento en un quejido que incluso advirtió Kalhyma que se encontraba a su lado. Los animales que empezaban su letargo advirtieron ese quejido y la inquietud pasó de unos a otros compartiendo la zozobra que embargaba su alma. Como suele ocurrir junto a un sentimiento sublime se interpone uno práctico y en este caso no fue menos. Whymk se preguntó sobre el manto blanco que caía sobre la espalda de Kary. En el clan no había nadie que llevara tejidos de ese color. Lo que más se aproximaba era el de la lana, pero no con ese brillo ya que la figura de ella parecía reflejar el brillo que de la nieve le llegaba. Se percató de que ante sí tenía un material semejante al que cubría su cuerpo. Eran plumas. Kary llevaba una túnica cubierta de plumas blancas. Nora había recogido aquellas plumas y otros materiales cuando paseaba por el bosque y los había guardado con sumo cuidado. Guardaba todo aquello que le parecía poder serles útil aunque en ese momento no supiera para qué. Cuando habían empezado los fríos se le había ocurrido componer sobre tejidos más viejos y gastados nuevos tejidos confeccionados con esos materiales que guardaba con esmero. -Kary, hermana mía, te he preparado esta túnica. -¿Te gusta?

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Había dicho Nora a su hermana presentándole una blanca túnica de plumas de paloma. -¡Es preciosa! -Gracias, querida hermana. Dijo Kary aplaudiendo con alegría su regalo. -¿Y tú? -No te has hecho ninguna. -Sí, mira. Contestó Nora enseñándole una túnica de colores de la tierra. -Es muy bonita. -¡Ponla! Dijo Kary a su hermana. -Quiero verte con ella puesta. Juguetearon las dos hermanas poniéndose las túnicas. Estela las observaba y acabó uniéndose a su juego dando saltos de una a otra y corriendo a su alrededor. Recordando ese momento Kary dibujó una sonrisa en su rostro. Whymk leyó sus pensamientos y la alegría regocijó su alma. Era hermoso compartir con ella esos momentos sintiéndose regalado en ese instante. Cayó la noche y Kary no había regresado. Nora inquieta iba de un lado a otro de la cueva y de vez en cuando salía para ver si veía llegar a su hermana. -Nunca se ha ido sin decirme cuales eran sus intenciones.

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-Marchaba tan decidida. -Ahora me tiene en ascuas. Pensaba nerviosa. -Sabes qué, ya vendrá. Dijo en voz alta dirigiéndose a Estela. -A dormir que mañana amanecerá un nuevo día. Aún así volvió a salir para mirar en la dirección que había tomado su hermana al marchar. Aquella era una noche clara. La luna iluminaba y el cielo estaba plagado de estrellas. Con el reflejo de la nieve se hubiera divisaba a lo lejos la presencia de kary si ésta hubiera estado de vuelta. Nora se resignó y se refugió en la cueva. No conseguiría conciliar el sueño hasta el amanecer. Estela dormía acurrucada a su lado mientras ella no paraba de pensar y darle vueltas. -Hablaré con ella. -No me gusta estar pendiente de si viene o va. No quiso pensar en que algo malo le pudiera haber sucedido. No se dejó llevar por ese tipo de pensamientos, más bien estaba contrariada y el enfado le hacía estar agitada. Cuando consiguió conciliar el sueño se vio dentro de la gruta. No era aquella a la que les había conducido Estela, era mucho más grande. Aunque no vio a Kary en su sueño notó su presencia.

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Por la mañana, cuando despertó recordaba nítidamente ese sueño y además se sentía tranquila y descansada. Paso el día confiada sin preocuparse por Kary. Al caer la tarde volvió a esperar su regreso, pero como no daba señales de vida se retiró y esa noche durmió como era habitual en ella sumiéndose en un largo y profundo sueño. Volviendo a tener el mismo sueño y sensaciones de la noche anterior. Cuando despertó el haber soñado con la presencia de Kary la tranquilizó. -Está bien. -No hay cuidado. Pensó después de la tercera noche. -Madre me dijo que cuidara de ella, pero no puedo acceder más allá. -Ella me supera. Kalhyma seguía por mediación de Whymk el viaje de Kary. Curiosamente ella también entraba en el sueño de Nora, pero viendo a Kary. La veía como si se tratara de su reflejo en la superficie del agua. Podía reconocer un lago en el centro de la gruta alimentado por las aguas que descendían desde las paredes en cascada yendo a parar a canalizaciones que confluían en él. Supo que aquello era la gran cascada.

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Sintió que su corazón latía al ritmo de aquellas aguas acompasado con el de Kary y la hechicera. Un ritmo que para ella era claro y preciso. Era la llamada que tiraba de ella hacía la madre de las madres. Al núcleo mismo del Ser de la diosa. Sentía la llamada y presta se puso en camino. Whymk se prestó a llevarla por los aires hasta la misma entrada. En esa ocasión tendría que internarse sola. A él no se le permitiría acceder hasta que recobrara su apariencia humana y para ello sería necesario el poder de las dos mujeres a quienes se sentía unido. Aquella mañana apenas quedaban restos de las nieves que habían cubierto el paisaje aquel invierno. Se veía a Estela yendo y viniendo de un lado a otro por los alrededores de la cueva. Nora se había acostumbrado a la ausencia de su hermana. Habían pasado dos inviernos y a no ser por el talante activo y la compañía de Estela le habría sido insoportable soportar la ausencia de Kary. Había seguido con sus rutinas manteniendo vivo el fuego del hogar. -Querida Kary… Decía en cualquier momento del día dándole explicaciones sobre lo que hacía y lo que pretendía llevar a cabo como si

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realmente la pudiera escuchar y de hecho era así, Kary seguía los pasos de su hermana desde su otra realidad. -Querida hermana, si te parece, podríamos preparar con unos troncos un cubierto al lado de la cueva para pasar las noches bajo las estrellas cuando venga el buen tiempo. Le había sugerido una primavera sin llegar a ejecutarlo. Ahora pensó que era el momento de ponerse a la tarea y así sorprendería a Kary cuando regresara. Sería uno de los muchos regalos que le gustaba ofrecerle. Sentía la presencia de Kary en todo momento haciéndole mucho bien. Sabía que aquello que la retenía la devolvería un buen día y ella estaría dispuesta a todo. Whymk que en todo ese tiempo había permanecido en las inmediaciones de la entrada a la gruta a la espera de que Kalhyma y Kary salieran sobrevolaba por los parajes próximos a la orilla del río. Nora sintió su presencia y fue en su busca. Cuando Whymk vio a Nora acompañada por Estela descendió y en ese momento su naturaleza humana se manifestó, no de forma material, pudiendo establecer comunicación con ella. -¡Nora! Ella sorprendida vio ante si a un hermoso joven de largos cabellos rubios. -¿Quién eres?

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Le preguntó. -Soy Whymk. -¿Eres Whymk? -¿De dónde sales? Preguntó confundida. -Vengo de un lugar en el que hace tiempo se internó Kary. Respondió teniendo cuidado de no nombrar a Kalhyma para evitar suspicacias. -¡Llévame! Exigió Nora. Whymk volvió a transformarse y alzó el vuelo. Nora y Estela le siguieron hasta llegar a la entrada de la gruta. -¿Cómo es posible que en todo este tiempo no se me hubiera ocurrido venir por aquí? Se recriminó Nora. De hecho, aunque ella hubiera querido tomar ese camino no lo hubiera recordado y si así hubiera sido no le hubiera sido permitido reconocer la entrada porque estaba velada a la mirada de cualquier mortal. Una vez se encontraron ante la entrada de la gruta Estela se puso en cabeza y Nora con Whymk sobre su hombro izquierdo se internó tras el cervatillo. Iba recordando ese recorrido. Confusa dudaba a cada paso que daban, ella era capaz de recordarlo e incluso representarlo sobre la tierra con un palo dando todo tipo de explicaciones con suma exactitud. En su memoria tenía

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registrados cada uno de los pasadizos y descubría con asombro que dónde anteriormente giraran a la izquierda ahora lo hacían hacía la derecha y dónde descendían ahora ascendían. -Es bien extraño. Pensó siguiendo a Estela confiada. -Si Whymk se ha manifestado con aspecto humano debe ser porque la hechicera ha intervenido. Iba pensando. -Kary debe tener algo que ver en todo esto. Al fin llegaron a un espacio amplísimo en que Estela se paró enroscándose para descansar. -Un descanso. Dijo Nora. -Está bien, Estela. Se sentó en el suelo y miró a su alrededor. Recordó que la otra vez no había estado allí y sin embargo algo le hacía sentir que estaba en el mismo sitio. -¿Es posible que algo de estas dimensiones pueda haber cambiado tanto? Se preguntaba sin acabar de entender un fenómeno tan extraño. -Oye Whymk, no te parece extraño? -Este lugar es el mismo y sin embargo es distinto.

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Whymk que mantenía comunicación telepática con Kary no podía entrar en la mente de Nora y aunque hubiera querido no le era posible comunicarse con ella. Ni las palabras de Nora tenían significado para él, ni él podía aportar nada, pero sí que fueron recibidas por la mente de Kary que era quien los conducía a través de Estela. ¿Qué había sucedido en todo el tiempo transcurrido dentro de la gruta? Kalhyma y Kary no se habían encontrado. Cuando Kalhyma se había internado en la gruta había seguido por diferentes pasadizos hasta acceder al centro de la cascada, pero estaba al otro lado del reflejo de Kary. Si Kary y Kalhyma se acercaban al mismo tiempo a la superficie del lago y sus dedos tocaban el agua se producía un contacto que generaba una energía de repulsión haciendo que las dos salieran despedidas hacía atrás. La hechicera esperó hasta el momento en que vio la necesidad de la intervención de Whymk. No se resolvería fácilmente la conjunción necesaria. Cada una de ellas, Kary y Kalhyma, estaban en planos distintos de la realidad. Nora, Estela y Whymk habían ido para traerlas a la realidad temporal. Nora, con el sentido práctico que le caracterizaba valoró la situación. -¡Vámonos de aquí!

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-Volveremos otro día. Dijo dirigiéndose a Estela. El cervatillo se enderezó y la siguió. Whymk hubiera deseado hablar con ella y decirle que esperara un poco más, pero no le era posible esa comunicación. -Deberíamos esperar un poco. Pensó siguiéndola y posándose sobre el hombro que ella le indicaba. No había duda de que Nora no hubiera atendido a razones. -¡Síguela! Sintió en su interior la voz que de Kary le llegaba. -Ella es la puerta que abre. Salieron de la gruta por rectos pasadizos que les llevaron de inmediato al exterior. -De nuevo el trayecto es distinto. Pensó Nora. -Sin tantas vueltas y revueltas. -Sin subidas y bajadas. -Es todo un misterio. -¿Será Kary capaz de todo esto? -Si es así mi querida hermana seguramente habrá alcanzado a la hechicera. En el bosque la vida se manifestaba a través de sus sonidos. El contraste era manifiesto. Habían salido de la gruta con recogimiento y el contraste les impactaba. Las aves se

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movían en grandes grupos retornando a sus moradas. Era el atardecer, el momento del día en que el ocaso del sol hace que las aves retornen. La percepción de la vida era sorprendente. Los sonidos, los olores y los colores. Todo ello embriagó a Estela que empezó a dar saltos de un lado a otro y a juguetear alrededor de Nora. Whymk alzó el vuelo y tomo rumbo a la montaña. Kary le había dado instrucciones precisas. Tenía que volver al lugar que había compartido con Kalhyma. -Vuelve a la montaña y busca la llave. Supo de inmediato qué debía buscar y sin dudar marchó. -Vuelve a la montaña… Un eco de voces se acompasaba con la de Kary. -Busca. -Allí está la llave que abrirá tu corazón. -¿A dónde se va éste? Dijo Nora en voz alta. -¡Whymk, vuelve! -¡Quédate con nosotros! Apenas pudo divisarlo a lo lejos cuando formulaba estas palabras. -Bueno, Estela, de nuevo tú y yo solos. El cervatillo la miró y la siguió con alegría saltando y brincando. En él se renovaba el ciclo de la vida. La primavera era su renacer como en la Naturaleza.

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-Tendremos que prepararnos para entrar de nuevo a la gruta. Dijo Nora. -Hay cosas que guardo de Kary y la próxima vez que entremos en la gruta pienso llevarlas conmigo. -Algo me dice que ella las necesita. Nora y Estela volvieron a sus rutinas y así pasaron lunas hasta que de nuevo las nieves cubrieron el paisaje. En todo ese tiempo no se supo nada de Whymk y Nora empezó a preocuparse pensando que algo le retenía. Fue en el deshielo cuando un buen día Whymk, con apariencia humana se presentó ante la entrada de la cueva. En esa ocasión bastó verlo para que Nora se pusiera en camino. De inmediato y sin mediar palabras cogió un pañuelo anudado que tenía preparado para la ocasión y marcho con él. Whymk llevaba en una mano un palo que a simple vista parecía insignificante, pero Nora captó de inmediato su significado y eso le inquietó. Whymk había ido a la montaña en busca de un objeto que Kalhyma hubiera utilizado. -Se trata de llevar algo personal para atraerla. Pensó. Su naturaleza humana se antepuso a la que hacía tiempo le dominaba.

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Sentándose sobre la piedra que solía ocupar la furia cuando lo tenía enlazado empezó a ver escenas dolorosas de aquellos tiempos. Ante él se presentaban imágenes de recuerdo. Era muy doloroso mirar, tanto que escapaba a esa experiencia pensando en Kary. -¡Whymk! Le decía ella. -Sigue, no abandones. -Estoy contigo, no temas. Reconocía el eco lejano de su amada, pero el temor le paralizaba. -No temas. Repetían otras voces. Le fue difícil acceder a esos recuerdos, pero consiguió superarlo tras intentos fallidos que le devolvían al fondo oscuro del dolor. No conseguía mirar de frente a la furia. Cuando rememoraba ese pasado sentía su proximidad y eso le paralizaba haciéndole olvidar sus propósitos. -Necesito usar recuerdos positivos para neutralizar los más dolorosos. Este pensamiento le vino inspirado por Kary que velaba por que pudiera salir adelante. Se recordó entre la gente de su clan y eso mejoró su confianza.

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Un buen día vio qué era lo que buscaba. Había estado allí siempre y sin embargo no se había percatado de la presencia de aquel trozo de madera alargado. Recordó que la furia se apoyaba en él y cuando Kalhyma se hacía presente jugueteaba pasándolo entre sus dedos y de mano en mano sin descuidarlo en ningún lado. -Nunca lo hubiera abandonado. -¿Por qué razón marcharía sin él? Se preguntó sin acabar de entenderlo. Supo de inmediato que debía llevarlo para atraerla cuando volviera a internarse en la gruta. Tuvo visiones que le espantaron. Vio vida en ese objeto. Le recordaba a una serpiente y eso le asustó. -Son imaginaciones mías. Pensó. Con la vara en la mano se presentó ante Nora. Ahora marchaban unidos con un solo propósito, el de recuperar la presencia de Kary, pero él sabía que tenía que explicarse. -¿Cómo decirle a Nora que este objeto es para atraer a Kalhyma? -Ella teme a la furia. -No puedo, todavía no. -Debo esperar.

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Anduvieron en silencio, cada uno con sus propios pensamientos. -¿Qué puedo hacer con todas estas cosas? -Nunca me explicó Kary nada sobre estos objetos. -A veces miraba los que yo atesoraba sabiendo cual debía ofrecerle atendiendo a aquellos gestos significativos. -La veía venir. Recordaba enumerando cada una de las cosas que llevaba. -Piedras redondeadas y de distintos colores encontradas a la orilla del río. -Nudos leñosos o de ramas enredadas con plumas vistosas. -Esqueletos y huesos de animales. -Escarabajos disecados. -Aquellos que manipulados sacaban huecos y salientes que ella hizo útiles. -También le llevo esos tejidos que ella buscaba para colocar sobre ellos los objetos ordenándolos de forma especial. No descuidó el fuego. Preparó aceite y cera que colocó en aquellos recipientes especiales para líquidos, sumergiendo en ellos hilos que sacó deshilando un trozo de una túnica muy desgastada. Marchó con uno de ellos aplicándole la llama sacada del último fuego que ardía en la cueva. Algo le hizo pensar que posiblemente no volvería a ese lugar y por ello colocó sobre su cuerpo todas las túnicas y pañuelos que pudo pensando que Kary los podría necesitar.

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Nora se movía con ligereza a pesar de la carga que transportaba. Whymk sabía que su condición humana era aparente y aunque hubiera querido aligerar el peso de Nora no pudo hacerle el ofrecimiento. Estela no podía hacer otra cosa que acompañarlos. Aquel trayecto de la cueva a la entrada se hizo extrañamente largo. -También se modifica este camino. Apuntó Nora. -Cuando entramos en la gruta se había dado este fenómeno y ahora ocurre queriendo llegar a la entrada. Whymk le contestó que no sabía nada, que antes su visión aérea era distinta. Ella tenía muy claro todo aquello que tuviera que ver con el espacio. Whymk tuvo la visión de aquellos tapices que en el clan confeccionaban las mujeres y hombres que se dedicaban a esa representación de la tradición. -Podría explicarle a Nora estos recuerdos y es posible que entre los dos podamos adelantar acontecimientos. -Empiezo a pensar que estamos viviendo lo ya vivido. Cuando Whymk tuvo este pensamiento cayó sobre el suelo perdiendo la vara que llevaba en su mano. Nora seguía caminando sin percatarse de lo sucedido hasta que se extraño por la ausencia del sonido que él hacía al

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caminar golpeando con suavidad la vara sobre los matojos que encontraba en su camino. Miró hacía atrás y no vio a nadie. -¡Whymk! Lo llamó. -¿Dónde se habrá metido? Pensó. Estela seguía sin detenerse. -¡Espera! Dijo Nora al cervatillo. Él volvió su cabeza, pero siguió su paso. -No puedo perder a Estela. -Sin ella no llegaría a ninguna parte. Pensó. -Whymk volverá en algún momento. Se tranquilizó pensando que Whymk no correría ningún peligro, que se sabía defender en ese bosque ya que hacía tiempo que andaba por él. -Se tendrá que valer por sus propios medios. Dijo apurando el paso para ponerse a la altura de Estela que ya había avanzado un largo trecho. Whymk había quedado sobre el suelo y cuando volvió en sí su naturaleza alada había hecho presencia. Recogió el palo con su pico y alzó el vuelo tomando rumbo preciso. -Los he perdido de vista.

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Pensó. Fue conducido hacía la entrada de la gruta en línea recta llegando de inmediato. Las voces se hacían cada vez más claras y próximas. -¡Whymk! Le llamaban. Le extraño no reconocer la voz de Kary, pero no se inquietó demasiado. Se vio representado en un tapiz que recordó representaba un ave de grandes dimensiones con un palo en el pico sobrevolando las copas de grandes hayas. Se vio a sí mismo y eso le hizo estremecer. Cada vez estaba más claro que sus pasos estaban marcados. Ante la entrada de la gruta, Whymk pensó en esos recuerdos. Aquellos tapices que le parecieron en otro tiempo obra de la inventiva y creatividad de quienes los tejían ahora eran un precioso recuerdo. Hubiera querido rememorarlos para poderse adelantar a los hechos, pero era un difuso recuerdo que se movía entre las tinieblas del tiempo haciendo imposible el reconstruirlos. Pensó en Kary, su dulce amiga. Un temblor le recorrió el espinazo. De nuevo la vara pareció cobrar vida. -Son imaginaciones mías. Pensó. -Sólo es un trozo de madera.

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Se quedó a la espera de Nora y Estela. -¡Whymk! -¡Entra! Oyó un eco de voces que tiraban de él. -No reconozco la voz de mi amada Kary. Pensó. -Puede ser una trampa. Dijo inquietándose. -Esperaré a que llegue Nora con el cervatillo. No sabía que su voluntad no bastaba para cumplir con sus propósitos ya que las fuerzas de la oscuridad que se habían infiltrado en la gruta a través de las rendijas ahora tomaban forma gracias al objeto que él mismo transportaba confiriéndole mayor poder. -Es absurdo quedarse aquí viéndolas venir. -Ya entrará Nora con el cervatillo cuando lleguen. Dijo, decidido a no dilatarse más tiempo en la espera del encuentro con Kalhyma y Kary. Su voluntad se había quebrado movido por la el deseo acuciante de encontrarse con ellas. -No tiene sentido que espere. -Más aún, mejor que no esté Nora cuando Kalhyma venga a mí. -No me gustaría que estropeara las cosas. -Ella teme a la furia que colea bajo ella. -Yo también.

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Pensó sintiendo un temblor que le atravesó dejándolo casi paralizado. -He de hacer llegar este objeto a mi hermana cuanto antes. Dijo en voz alta internándose con decisión por la entrada que le abría paso a la gruta. En ese momento, Nora y Estela se encontraban perdidas en el bosque sin saber a ciencia cierta dónde se encontraban. Habían caído bajo el enredo de un laberinto que no les daba paso, en ningún momento, a la ruta que buscaban. -Me temo que nos hemos perdido. Dijo Nora en voz alta, sintiendo el eco hueco de sus palabras en medio de la nada. -Kary, hermana. ¿Qué sucede? A dónde nos llevas. Pensó para sus adentros recorriendo con su mirada por los alrededores que tan bien conocía y ahora imposibles de atravesar sin reconocer en ellos ningún cambio. -Miro y todo es lo mismo, sin embargo damos un paso y sigue siendo lo mismo. -Es como estar atrapados en un punto. Pensaba confundida. Ella que nunca se hubiera perdido sabiendo reconocer cada señal del suelo y del aire, reconociendo en las estrellas un paisaje claro y preciso, olfateando los aromas que la llevarían siempre, con precisión, a volver de recorridos nuevos. Ella que estaba dotada con el mayor de los instintos de supervivencia y se orientaba con claridad absoluta ahora

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estaba atrapada en un paisaje ficticio que aunque a los ojos se presentaba el mismo sabía era distinto, no era. -¡Estela, espera! Espetó de inmediato al cervatillo que seguía un trazado prefijado sin advertir nada. -¡Nos hemos perdido! -¡Quieto allí! El cervatillo la miró y dócil se paró allí mismo. Anocheció bajo un cielo estrellado y una luna que iluminaba plenamente el claro del bosque en que se habían parado. -Pasaremos la noche aquí. Dijo mirando a su alrededor valorando el lugar para poder acampar. Tres árboles agrupados servirían de cobijo. Uno de ellos estaba inclinado dejando caer sus ramas de tal manera que serviría para guarecerlos de viento y frío. Buscaron ramas y hojas secas para hacer con ellas un mullido suelo. Sobre él colocó un par de túnicas y uno de sus pañuelos. Estela se acurrucó y Nora a su lado quedando dormida de inmediato. Durmieron profundamente hasta el amanecer, despertando con los ruidos y movimientos de los habitantes del bosque. Soñó que volaba sobre las montañas llevando en su pico una rama. Se veía desde el suelo y desde el aire. Era dos, ave y humana.

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-¡Baja! -¡Nora, baja! -¡No te alejes! Veía a Kary gritándole desde las profundidades. Se sentía embriagada en aquel vuelo. De pronto el viento la arrastraba contra las rocas. Allí se cortó el sueño. Estela con su hocico empujaba su pecho. -¡Vaya! -Es de día. -¡Vamos! Volvían a emprender la marcha. Aquella noche Whymk había accedido a la gruta transformado de nuevo en su apariencia humana y lo había hecho por el camino más corto llegando de inmediato a la orilla del lago que alimentaba la gran cascada. La vara le fue arrebatada yendo a parar al agua impactando sobre él una fuerza que le tiró hacía una pared que tenía a gran distancia. La vara al entrar en contacto con el agua produjo un gran remolino que ascendiendo a una altura similar a la de los saltos de agua de la gran cascada dejaba caer sobre el lago dos serpientes que en su descenso se iban enroscando formando una sola pieza alargada y retorcida que daba lugar a un bastón don una empuñadura con forma de serpiente bicéfala.

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Al tiempo Kary se hizo presente. -¿Dónde están Nora y Estela? Le preguntó. -Nos hemos perdido. Contestó Whymk. -¿Cómo se te ha ocurrido entrar sin ellos? -Ahora las fuerzas se descompensarán. Dicho esto, Kary desapareció. Whymk apesadumbrado se puso las manos en la cabeza e irrumpió en llanto. -¿Qué he hecho? -Yo no sabía. Del lago salió Kalhyma cogiendo el bastón. -Hiciste lo que debías. -Has traído justo lo que necesitaba para recuperar mi poder. Apenas hubo terminado de hablar la furia se antepuso a Kalhyma lazando a Whymk que de inmediato volvió a su naturaleza alada. En ese instante todas las sombras de la gruta confluyeron en ella y de inmediato se vieron fuera sobrevolando el bosque camino de la montaña. Él era su esclavo. Nora y Estela anduvieron errantes por el bosque largas lunas. Kary esperaba alcanzar de la hechicera el conocimiento suficiente para poder ir en busca de la furia y liberar a Whymk.

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En ese tiempo Whymk recuperó el recuerdo de aquellos tapices y a través de él pudo ver los movimientos de Nora con su cervatillo. La Naturaleza paró su curso quedando en estado latente. La vida del bosque cada mañana volvía a ser la misma y así teníamos a Nora y Estela despertando todas las mañanas en el mismo sitio el mismo instante. El sueño de Nora se repetía e interrumpía de la misma manera. Nora recordaba con detalle todo lo que la rodeaba en el sueño. Una mañana al despertar supo rememorar algo que hasta entonces había estado velado a su recuerdo. Whymk escuchó ese sueño y reconoció las características de la forma alada de Nora a través de la lectura que pudo hacer de uno de los tapices recordados. Aquel se había tejido en la casa de sus antepasados. Recordó conversaciones que se daban entre quienes hacían esos tejidos. -Para salir del laberinto tiene que precipitarse sobre la roca. Concluyó Whymk revisando el sentido de lo que se decían unos a otros mientras escogían hilos y colores para tejerlo. Repitió esas palabras una y otra vez. Quería enviarlas hacía la mente de Nora. Ese camino de la mente no tenía posibilidad.

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Acabó desistiendo de su afán y esas palabras resonaron en lo más profundo de su ser abriéndose camino hacía la mente de Kary que sí las supo interpretar. Ella decidió intervenir entrando en el sueño de Nora. Aquella noche la misma luna y las mismas estrellas ofrecieron a Nora la claridad suficiente para prepararse un rincón confortable para pasar la noche. -¡Déjate llevar! Decía Kary a Nora entrando en su sueño. Así fue. Nora se precipitó sobre la roca y despertó. Al despertar se vio dentro de la cueva sin saber que la había abandonado para salir en dirección a la gruta. Estela dormitaba enroscada a su lado. Se levantó y salió fuera. Caían los primeros copos de nieve. -Habrá que abrigarse. Pensó. -Ya está el frío llamando a la puerta. Nora no recordaba nada de lo sucedido, ni siquiera que había emprendido camino a la gruta en compañía de Whymk. No recordaba otra cosa que la ausencia de Kary y eso se manifestaba en un amargo gesto matizado por una mirada hacía lo lejos buscando. -¿Cuándo regresarás hermana mía? Pensó. -Es triste no verse reflejada en ti.

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Un ligero remolino de aire se agitó ante la entrada de la cueva levantando unas plumas de paloma blanca. Nora cogió una en su mano y una lágrima abrasó su alma. -No falta mucho, hermana. Decía Kary viendo la escena reflejada en la superficie de las profundas aguas del lago de la gran cascada. Nora pudo sentir el gorgoteo del agua de la gruta. -Es extraño. Pensó. -Oigo un sonido que me recuerda el día en que descubrimos la gruta. -¿Será un mensaje de Kary? -Tengo que intentar localizar aquella entrada. -Iré en su busca. Decidida, Nora, empezó a preparar ese viaje. -Llevaré lo suficiente para poder estar dentro de la gruta un tiempo. Pensó. Whymk captó a través de Kary el regreso de Nora a un tiempo pasado y se alegró llenando su alma de esperanza. -¿Cómo aunar nuestro tiempo? Pensó. -Nora y Estela están en otro tiempo. -Si yo pasara a su tiempo nada de lo que me ata tendría presencia.

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Kary oía sus pensamientos y buscaba ese conocimiento que le llevara a transportar a Whymk a través del tiempo. -Si pudiera presentarme de nuevo a la puerta de la cueva nada habría sucedido y la furia… Quedó interrumpido su pensamiento. Un brusco tirón le arrastró a los pies de la furia. -¡Iluso! Sintió que le decía una voz sibilina arrastrándose como una ponzoña. -¡Nunca lo conseguirás! -Siempre estarás bajo mi yugo. -Tu amiga tendría que vivir dos vidas para alcanzar el conocimiento. -¡Yo fui la elegida! -Esa es mera sustituta. La naturaleza de Kalhyma se manifestó en penumbra con expresión triste. Reteniendo en su retina su recuerdo ahondó en lo más profundo de su ser para cobrar la esperanza de que saldrían de ésta. Whymk buscó en su mente fuerzas ancestrales que vinieron en su ayuda para poder hacer frente a tan ingrata compañía. -Tendría que vivir dos vidas. Las palabras de la furia golpeaban su mente como aldabas de gran peso y volumen.

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Las puertas del alma atendieron a esa llamada y como si de palabras de poder se tratara no se dejó esperar el efecto. En una cacofonía resonaron en las galerías de la gruta dando paso a un fenómeno paralelo plegándose el tiempo y nada de lo que allí sabemos había era en ese otro momento. Kary caminaba por las arenas de un espacio que no llegaba a límite alguno. Rodeada de dunas avanzaba en línea recta sin diferenciar otra figura en el paisaje que la suya. La esencia estaba en ella. -¿Dónde me encuentro? Pensó. -Otra vida estás viviendo. Palabras que en eco le respondían con su mismo timbre. Ella otra le decía. -¿Quién eres tú que me haces compañía? Preguntó en un grito que se expandió como honda sonora en todos los sentidos devolviendo su eco a sus oídos. -Compañía… -Soy tu guía. Su misma voz le respondía. -Soy la hechicera que del otro lado camina. -Soy tú misma. -Tú y yo somos una. -La que pudo ser y no ha sido vendrá a ti por el mismo camino.

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Era noche y el viento del desierto ululaba meciendo las dunas como barcas varadas en un puerto. Anduvo sin parar hasta alcanzar un oasis que se cruzó en su camino. Llegaron en tropel a recibirla reconociéndola. -¡Mulhay! Decían en una sola voz flexionado sus cuerpos y eludiendo mirar sus ojos cuando ella buscaba con su mirada las otras miradas. No osaban. -¡Mulhay! Era la única palabra que se escuchaba en medio de ese espacio que la luna iluminaba. Se apartaron a su paso conduciéndola a una tienda blanca que reflejaba la luz de la luna iluminando todo a su alrededor. El suelo estaba tapizado de tejidos que aunque representaban formas geométricas que se diferenciaban por el relieve no por el color ya que eran blancos. Sobre ellos unas bandejas de plata contenían frutos frescos y dátiles y un té humeante se anticipaba aromatizando el ambiente de especias y menta fresca. Quienes la asistían lo hacían mezclándose con lo que les rodeaba. Bebió y comió asistiendo a un ritual que ante ella se manifestaba. A la mañana siguiente vio el reflejo de su rostro en el agua. No era su cara.

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Nora y Estela marchaban buscando el camino de la entrada de la gruta. Fueron a explorar. -Quiero saber, con exactitud, a dónde iremos a parar. Dijo Nora. Hicieron el recorrido sin conseguir llegar al punto que ella sabía era el de la entrada. -Diría que es por aquí y sin embargo no lo es. -No lo entiendo. Decía al ver su intento frustrado. -Volvamos a la cueva. Estela retozaba sobre las hojas secas sin prestar especial atención a sus palabras. -¡Estela, vamos! -Deja ya de jugar. El cervatillo remoloneaba, tenía ganas de jugar. Nora se puso seria y mirándolo se dio cuenta de lo absurdo de su actitud rompiendo en carcajadas. -¡Ven aquí, preciosidad! Le dijo abrazándolo y revolcándose con él. En ese preciso instante entrevió un pequeño sendero que dejó traslucir la entrada de la gruta. -¡Ya veo! -Depende de la iluminación. -Para ver el camino hay que estar a la altura de Estela. Dijo pensando que antes había sido el cervatillo quien les guiaba por ese sendero.

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Whymk atesoraba en sus recuerdos todas estas cosas. Su mente conducida por Kary, ahora Mulhay, le abría la mirada interna. Supo ocultar estas revelaciones a la mirada inquisitiva de la furia. Pudo desdoblar su mente creando un tapiz opaco para filtrar y no dejar pasar esa información tan valiosa para impedir que la furia arruinara los progresos que se podían dar. Gurdhya velaba y conducía los hechos. -¡Kalhyma aflorará! -Cuando se alineen los planetas secundarios y los dos soles de tiempos distintos sean uno. Dijo la voz en el silencio de la gran cascada. Sus palabras sonaron como un gorgoteo rítmico que llegó al alma de Whymk. Estela, en ese momento, miró directamente a los ojos de Nora y ésta sintió en su fuero interno un mensaje de esperanza no verbalizable para ella. Volvieron a la cueva, Nora y Estela. -No hay prisa. -Todo requiere su tiempo. -Prepararemos ese viaje. -Se avecina un largo invierno. Dijo Nora pasando su mano sobre el lomo del cervatillo introduciéndose en la cueva. Era noche y les reclamaba el sueño.

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Esa noche Nora tuvo un sueño. Uno de aquellos sueños que traían mensaje para Kary. Esa noche Kary visitó su sueño y supo del mensaje de la hechicera. Los dos mundos fueron uno. -¡Mulhay! Al oír su nombre respondió sin pensárselo dos veces. -Sí. Respondió Kary mientras miraba su reflejo en la superficie del agua. Sorprendida recorría con su mirada cada uno de los detalles de aquella figura que reconocía como suya, pero que no era el reflejo de quien ella se sabía. Agachada observaba ese rostro oscuro de facciones regulares. Se iba sabiendo en unas facciones y un tacto de una naturaleza que aunque fina no tenía rastros de la mujer que recordaba era. Su cuerpo era el de un hombre de esbelta figura. Recorriendo con las yemas de sus dedos el relieve de ese rostro reconocía una barba incipiente. Era en otra existencia y se sabía. Un muchacho al que ella misma se sintió nombrar se hizo cargo de su aseo. -Gracias Kadhy. Se oyó decir.

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El muchacho, que no la miraba directamente a los ojos se ocupó de todos los detalles. Masajeó su cuerpo con una sustancia aceitosa que dejó un suave olor en su piel. Esa esencia le remontaba a recuerdos lejanos de placer como varón en los brazos de Kadhy. Se vio en lance amoroso aún cuando ella, Kary, desconocía ese momento por no haber tenido nunca tal encuentro. Era doncella cuando su hermana la sacó de su casa a mandato de su madre para protegerla y había ido madurando en un cuerpo que poco a poco manifestaba sensaciones no reconocidas. Kadhy reconoció en su gesto y accedió a sus deseos. Para Kary fue todo un descubrimiento aunque desde otra naturaleza distinta, la suya en ese momento. Cuando abandonó la haima y se adentró en las arenas entre las dunas del desierto su mente vagaba por un bosque cubierto de blanco. Unas níveas palomas picoteaban en tropel próximas a las inmediaciones de la cueva donde Nora y Estela despertaban a un nuevo día. Nora vio la escena y pensó en su hermana saliendo aquella mañana cubierta con la túnica blanca que ella le confeccionara cubriéndola de plumas blancas recogidas a lo largo de los días. Rememoró su huída bajo negros ropajes queriendo pasar desapercibidas a los seres de la oscuridad cuando huyeran de la casa de la madre aquella fatídica noche en que la furia destruyó a todos aquellos seres que les

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reconocían como miembros del propio clan, sintiendo la tristeza del desarraigo y la soledad. -¡Querida hermana! Se lamentó Nora. -Allá dónde estés mi corazón te abrigue. Kary sintió en lo más profundo de su ser el susurro y aleteo de las palomas que su hermana vislumbraba. -Tengo un largo recorrido por delante. Pensó Mulhay. Kary había desaparecido. En aquel bosque un tropel de palomas blancas levantaba el vuelo perdiéndose en un cielo que se cubrió de nubes. -¡Kary! Gritó Nora mirando al cielo y cayendo al tiempo desmayada sobre el blanco suelo. Estela salió en su auxilio y lamió su cara con cariño. Whymk se unió en un quejido a ese lamento lanzando un alarido que traspasó a lo más recóndito del bosque despertando e inquietando a toda criatura viviente. Gurdhya entró en trance. -¡Kalhyma! Formuló. En la montaña la furia se esfumó dando paso a Kalhyma. -¡Whymk! -¡Vamos!

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La forma humana de él se manifestó y dos figuras tomaron rumbo adentrándose en un sendero que ascendía alejándose del río. -¡Ir a su encuentro! Formuló Gurdhya. Dos figuras se movían entre las dunas cuando Mulhay miró a lo lejos. Whymk y Kalhyma habían salido en dirección al sur. El sol que amanecía proyectaba sus sombras alargadas entre piedras y matojos cuando el sendero se ensanchaba. En algunos tramos del camino parecía no haber paso, pero separando las ramas entrecruzadas conseguían seguir la senda marcada. Tras una larga caminata y cuando el sol incidía sobre sus cabezas lograron vislumbrar el valle que se abría a sus pies y eso alentó su estado anímico que empezaba a decaer por el cansancio y la sensación de estar atrapados y sin salida. Hicieron un alto en el camino para descansar y reponer fuerzas tomando frutos de los que habían ido recogiendo a lo largo del camino. -¿A dónde vamos? Preguntó Whymk a Kalhyma. Ella le miro sin responder a su pregunta. -Me gustaría saber tus propósitos querida hermana. Inquirió. -Ni yo misma sé a dónde nos dirigimos.

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-Sigo la llamada. Contestó Kalhyma ante su insistencia. -¿Qué llamada? Dijo Whymk con curiosidad. -La que nos envía Kary. Le respondió. -¿Cómo sabes de Kary? Replicó Whymk. -La gran hechicera envía señales que nos acercan al buen camino. Mulhay vio que aquellas dos figuras que se acercaban directamente hacia él se habían parado y sentado en el suelo arenoso. -Un hombre y una mujer quietos y con la cabeza descubierta en el momento de más impacto solar. -Están en peligro. -Debo acercarme para ofrecerles mi hospitalidad. Mulhay avanzó hacía ellos y a pesar de que sus pasos le acercaban no consiguió aproximarse. -Me ha engañado el desierto. -No hay nadie. -Sin embargo es distinto. -Los veo y estoy tan próximo que si alargara la mano podría tocarlos con la punta de los dedos. -Mi poder no llega a ellos.

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Pensó frustrado al intentar acceder mentalmente a las personas que tenía ante sí. Whymk, en ese momento, tuvo la visión de uno de los tapices que colgaban en la casa paterna días antes del terrible suceso. No reconocía el paisaje que representaba ni la figura de un hombre de tez oscura cubierto por una especie de túnica que sólo dejaba ver los ojos oscuros de una mirada profunda. Un temblor recorrió su cuerpo. -¡Kary! Pensó en estado de inquietud. -¿Por qué viene ella a mis pensamientos? -¿Qué relación tiene ese tapiz con ella? Recordó como si le vinieran en un eco lejano las palabras que la furia había pronunciado. -Tu amiga tendría que vivir dos vidas para alcanzar el conocimiento. Ese recuerdo le desconcertó. -¿Esa figura en medio de un paisaje inhóspito y mi recuerdo de Kary tendrán relación? Pensó. -No puede ser. -Es mi mente que bajo este sol se pierde. Mulhay que debía regresar al oasis desechó todo significado de aquel aparente encuentro.

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Aquella noche hubo un sueño en la cueva. Allí viajaron astralmente Whymk y Kary. Gurdhya condujo ese sueño. Aquella noche Nora no encontraba la calma y no había forma humana de que se fuera a dormir. Rondaba por su mente la idea de ir a la gruta cuanto antes manifestando cierta ansiedad e inquieta iba de un lado a otro de la cueva haciendo cualquier cosa que la pudiera tener ocupada. Estela la miraba insistentemente como queriéndole decir que dejara ya de hacer cosas, que era el momento de irse a dormir. -¡Qué miras! Dijo Nora indignada sintiéndose observada. Estela se enroscó y entornó los ojos aunque sus orejas delataron que para nada dormía ya que se movían siguiendo los sonidos del trasiego que se daba en la cueva. Al fin, Nora dejó de moverse y aunque tardó en dormirse quedó quieta tumbada al lado de Estela. -Es como si algo intuyera. Dijo Gurdhya para sus adentros. -Esta mujer es el continente de la memoria de los ancestros. -No sabe, pero su papel está en lo que a través de sus sueños se puede ir rebelando. -De su participación inconsciente depende que se libere la Comuna.

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-Conduciré hacía ella la mente que vaga, Kary, que habita en otro cuerpo y la mente que todo lo registra, Whymk, complementando con lo por venir lo que del pasado Nora reciba. -Esta noche en ese sueño se producirá el encuentro. Susurró a la noche la hechicera haciendo que un silbo de aire creciera hacía un horizonte lejano. Cuando Nora quedó dormida apuntaba la claridad primera de un nuevo día. Ese momento quedó latente en el tiempo del bosque y todos los seres vivos que en el vivían dejaron paso al misterio soñado que allí se daría como testigos pétreos de un acto que nadie recordaría. Volaba sobre un lago de aguas batidas y en la orilla una niña recogía son sus manos gotas que salpicadas en el aire se transformaban en formas perladas, transparentes como gotas de rocío, entregándoselas una a una a un cuervo que con su pico las iba depositando en un montón de tal forma que cada una de ellas reflejaba unos ojos azules que al mirarse en ellos le hacían sumergir cayendo envuelta por el agua de una cascada que desde el cielo se precipitaba. Nora se vio multiplicada en esas sensaciones y al tiempo lo vio todo a vista de pájaro. Algo la arrastraba hacía el vacío y recordó las palabras que Kary le dijera en otro momento en que el pánico del sueño le impedía avanzar, se dejó llevar.

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Su cuerpo alado se alejó transportándola a un paraje desconocido. Un lago rodeado de una extensión de seco espacio y unos árboles bien extraños. Recordó a la gente del clan al ver como en ese espacio se movían seres humanos yendo y viniendo alrededor de una tienda blanca de grandes dimensiones, detectando que el centro de ese movimiento era una figura que destacaba sobre las demás por su actitud altiva y por ser la única que la miraba. -¡Mulhay! Repetían sin osar mirarle de frente y apartándose a su paso. Se detuvo en aquellos ojos y reconoció los que viera reflejados en aquellas gotas que salpicadas recogía una niña. En el momento que se percataba de la coincidencia se sintió transportada por algo que tiraba de ella, nuevamente se dejó llevar sin oponer resistencia. Sobrevoló por sobre montañas y valles y siguiendo el recorrido de su vuelo vio dos figuras que se perdían en la distancia, un hombre y una mujer se alejaban a grandes pasos. Whymk en su desdoblamiento astral vio todas aquellas cosas que del sueño manaban, pero no estaba sólo, a su lado la otra imagen astral se fundía con él en un reconocimiento total. Kary había sido transportada al encuentro para que compartiera en un solo ser lo que él pudiera recoger. En ese momento Mulhay estaba entregado al placer sumido en un sueño y un muchacho recostado a sus pies le miraba complacido.

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Al despertar Kalhyma supo que Whymk volvía de un viaje, pero no quiso inquietarlo y guardó silencio. Whymk recordó un tapiz que hablaba de ese sueño y sin embargo a pesar de sentir en su cuerpo el palpitar del encuentro su mente era incapaz de reconocerlo. Al despertar Mulhay marchó al encuentro de quienes no pudo alcanzar en otro momento. Kadhy vio que quien tenía ante sí no era el mismo. -Esta noche se ha ido para no volver. Pensó con satisfacción. -¡Puedo irme ya! Exclamó. En ese momento Mulhay miraba a su alrededor viéndose rodeado de dunas y ante un espejismo que el desierto le propiciaba presentándole la visión de una gruta desconocida. Sentándose sobre la arena lo observó estudiando detenidamente cada uno de los detalles de esa visión que ante él se manifestaba. En ese mismo instante Whymk y Kalhyma tuvieron la visión de una figura que enfocaba su mirada observándolos. -¿Ves lo que yo? Preguntó Whymk a Kalhyma. -Sí, pero no es. -Sólo es una visión.

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Le respondió pensando que se aproximaba el momento del encuentro, reconociendo el substrato bajo el que Kary se encontraba. Ante ellos se presentaba una playa batida por el oleaje. El mar frente a ellos y al otro lado la costa que podría llevarles allá dónde en otro estado del ser Mulhay esperaba el encuentro. Azotaba el viento sobre la arena del desierto. Mulhay se unió a su movimiento sin oponer resistencia. No había retorno. Es estado de latencia, como si formara parte de la arena del desierto fue transportado por las dunas de un lado a otro. Kalhyma y Whymk esperaban en la otra orilla. -Hermano, es el momento. Él bajo su forma alada la tomo con sus garras por los hombros y dejándose arrastrar por los fuertes vientos pasaron a la otra orilla. Ya al otro lado Whymk recuperó su aspecto humano. -¿Dónde estamos? Preguntó. -Hemos venido a esperar el encuentro. Le respondió Kalhyma que se puso en estado expectante para captar las señales que pudieran orientarles. -Ahora no cabe otra cosa que esperar. Añadió recostándose en la arena de la playa cuando el sol rozaba la línea del horizonte dando paso al crepúsculo.

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Sobre las mansas aguas de la gran cascada se veían los escenarios en los que nuestros personajes se estaban moviendo. -Falta poco para ese encuentro. Musitaba Gurdhya dejando ir una suave brisa que acarició sus caras. -Nora ha de venir a soñar a la gruta y entonces todo será resuelto. Aquel atardecer se acercaba al oasis una figura humana que nadie reconocería por su aspecto, pero sí por el poder que emanaba. -¡Mío es el poder! -¡Al fin! Musitó Kadhy para sus adentros. -Mi aprendizaje es completo. -Soy hijo de la luz y la sombra y se ocultarme a los ojos mortales bajo la apariencia que ellos buscan. Ante su avance nadie osaba mirar apartándose conduciéndolo hacia la haima para atender sus necesidades en los más mínimos detalles haciéndole los honores como a su dueño y señor. Tener un elegido entre ellos era todo lo que cabía esperar en su existencia. Por mediación de él se sentían protegidos y próximos a los designios divinos. Ser elegidos por un ser de poder era ser la senda que llevaba al Paraíso. Una muchacha se introdujo en la haima ofreciéndose.

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Él no aceptó apartándola con un gesto inequívoco. Ella lo agradeció en lo más profundo de su ser quedándose acurrucada a sus pies cuando éste cayó en profundo sueño. -He tenido suerte. Pensó ella. -Me dijeron que éste era mi destino, pero no quería que me tomara como toma la oveja el carnero. -Lo acepté porque nada me permitía elegir, pero agradezco su rechazo. A la mañana siguiente se ocupó de su aseo y masajeó su cuerpo con aceites perfumados, tal como había sido aleccionada, tembló ante la idea de que él la requiriera, pero no fue así. Puso ante él los manjares que habían dejado a la entrada de la haima para ellos. Él comió habidamente ofreciéndole a ella los mejores bocados que ella humildemente rechazó con un gesto y sin mirarlo. Después comió de los restos. Salió Kadhy hacía el lago y se quedó mirando sus aguas desde la orilla poniendo en marcha un ritual que nadie osaba mirar. -¡Descubre los velos del tiempo y alcanza a quien tuvo ese sueño! Invocaba en fórmulas rítmicas que nadie interpretaría.

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La muchacha a su lado dormitaba a la espera de cualquier signo que requiriera atender las necesidades de Kadhy. -¡Sahaym! Se oyó nombrar. -Tu nombre será Sahaym, dijo él mirándola sin que ella pudiera eludirlo. -Tú serás quien de mí recibirá el don cuando yo tenga que marchar. Ella recibió sus palabras en silencio asintiendo con un gesto inequívoco de sumisión. -¡Puedes mirarme! -¡Tienes que mirar y escuchar! -Aprendí de Mulhay todo lo necesario a cualquier precio, pero no espero de ti lo mismo. -Quiero enseñarte el lenguaje que aúna a quienes alcanzamos el poder a través de todos los tiempos, y la capacidad de moverte en todas las dimensiones y bajo los elementos. -Soy heredero de una totalidad en la que se conjuga la luz y la sombra, y tú eres la complementariedad que dará control a las dos caras del Ser. -Olvidarás quién fuiste. -¡Serás! Terminadas estas palabras, Sahaym cayó en profundo sueño. Era un viaje del que retornaría convertida en quien él decía.

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La gente de alrededor no osaban acercarse ni mirar en esa dirección. Era tabú observar a un chamán en sus actos de búsqueda y escucha. Su universo se destruiría si alguien por curiosidad se hubiera acercado llevando a la tribu a la disgregación como la arena del desierto. Las dos figuras, una durmiente y la otra con la espalda apoyada en una palmera permanecieron inmóviles hasta que la luna recorrió sus fases. Cuando la luna perdió su luz en el cielo y la noche estaba cubierta por infinidad de estrellas encogiendo el alma de quienes ocupaban ese asentamiento la superficie del agua cobró luz y ante Kadhy se presentó la escena de un río de aguas cristalinas rodeado de vegetación abundante con un suelo cubierto de blanco lunar reflejando los rayos del sol. Sintió la suave brisa que refresco su cara como las noches del desierto. Una mujer vestida con extraños ropajes y la cabeza descubierta iba acompañada por un animal que recordaba por su tamaño y aspecto a uno de los cabritos del rebaño, pero con los colores de las arenas del desierto. Hubo algo en el animal que le hizo retroceder. -¡Me ha mirado! Pensó sobresaltado. -¡Me ve! -Tendré que actuar con sumo cuidado para inducirlo a hacer lo que yo quiera sin que la alerte a ella.

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Aquella noche Kadhy se internó en un sueño velando el camino que hubiera alertado a Gurdhya. Despertó la curiosidad de Nora promoviendo en ella el deseo de saber que había al otro lado del río. -Tengo que traerla al lado oscuro. Pensó. -Ella es la pieza clave y si está en mis manos seré el más poderoso. -Con ella atraeré a Mulhay y lo someteré. Cuando Gurdhya descubrió que el sueño que Estela le proyectaba era una pantalla para tapar el de Nora era demasiado tarde y aunque intentó ahondar en la mente de ésta le fue imposible desvelarlo. -Estela bajaba de guardia. Pensó. -Esperemos que este descuido no nos cueste caro. Este pensamiento la inquietó porque ante sí una mancha negra se manifestaba. Al entrar la claridad a la cueva despertó Estela viendo a Nora preparada para salir, pero aunque de inmediato se puso a su lado dispuesto a seguirla vio que ella con un gesto que se adelantó a sus palabras lo rechazó y eso le dolió. -Voy a atravesar el río. Dijo ella con decisión. -Hace tiempo que me ronda por la cabeza.

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-Ahora que el nivel del agua está bajo, antes de que se deshaga la nieve y aumente el caudal, lo voy a intentar. -El otro día vi un paso de piedras que aunque con dificultad me permitirán pasar. -¡Tú te quedas aquí! Dijo con resolución sin mirar a Estela. -¡Volveré pronto! Estela sabía que no era así, que la curiosidad la apremiaba olvidándose de ella y cabizbaja y resentida se fue al rincón más profundo y oscuro de la cueva. Gurdhya sintió que en la cueva se había aposentado la discordia, pero valoró que debía seguir los pasos de Nora ella misma dejando a Estela sumida en letargo hasta su regreso. Adoptó la forma de un águila que salió por los aires para seguir los pasos de Nora. -No sabes dónde te metes vieja hechicera. Dijo Kadhy riendo para sus adentros. -Contigo en mis manos mi poder será completo. Marchó, Nora, decidida. -Con Estela sería imposible cruzar el río. Pensó con remordimiento. -¡Qué espere si quiere! -Con ella no puedo pasar al otro lado. Se justificó desechando el sentimiento que oprimía su estómago.

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No tardó en encontrar el lugar que recordaba podría servirle para atravesar el río y acceder a la otra orilla que tanto le atraía. -¡Aquí está! Dijo excitada. -Debo medir mis posibilidades. Pensó recapacitando y conteniendo los impulsos que la tiraban a lanzarse de inmediato hacía las piedras que parecían estar allí preparadas para que ella pasara. -Atravesar un río de estas dimensiones no es cualquier cosa. -Nada es lo que parece. Apuntaba su naturaleza práctica que ahora la retenía. -Puede fallar cualquiera de esas piedras que desde aquí me parecen tan seguras. -Si pierdo pie la corriente me arrastrará y a duras penas sabría salir a flote. Aparentemente las aguas bajaban pausadas y no se divisaban remolinos en las proximidades, pero era uno de los tramos más amplios de ese río y era posible que las aguas más profundas circularan a otro ritmo. Tampoco sabía si el lecho del río era seguro, podía llevarse alguna sorpresa desagradable. Nora se tranquilizó y empezó a pensar en qué podría serle útil. -Una rama. Pensó.

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Con una buena rama podré tantear el fondo y valorar la solidez de las piedras que ande pisando. -Aquella parece buena. Dijo viendo una que estaba a sus espaldas. La cogió y cuidadosamente hizo de ella un buen soporte para tantear y apoyarse en él. La limpió de ramitas y descortezó valorando su resistencia y flexibilidad. Recordó como había oído en otro tiempo a quienes preparaban estos objetos para quienes salían a los caminos en busca de nuevas rutas. Colocó en lo más alto un atillo hecho con un pañuelo para transportar aquellas cosas básicas para su supervivencia. Aprovechó los nudos para poder apoyarse con su mano en ellos. -¡Ya estoy a punto! Dijo con satisfacción. -Ahora me siento más segura. -Con esta rama sabré hasta dónde cubren las aguas y si puedo hacer pie. -Es importante saber por dónde piso. -Si no me mojara sería mejor, pero al menos si ha de ser así que no me cubra más allá de la cintura y pueda apoyarme en la rama. -Seguiré contra todos los inconvenientes que se interpongan. -Estoy decidida.

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-Ya me cansé de tanto esperar. Con estos pensamientos iba adelantando y de pronto una de las piedras en que había puesto el pie se movió dejándola con el pie en el aire. Rápidamente dio un salto hacía delante y no paró hasta alcanzar la otra orilla pasando de piedra en piedra dando brincos que apenas dejaban sentir sobre ellas su propio peso. Cuando llegó a la orilla del río se dejó caer abatida y con el corazón disparado por el temor que había sentido viéndose arrastrada por aquellas aguas que empezaban a moverse con más rapidez y a formar remolinos a su paso. Mirando en dirección al agua comprobó estupefacta que el camino de piedras había desaparecido sin dejar rastro. Volviendo la vista hacía en interior del bosque vio ante sí un paisaje irreconocible. -¿Cómo puede ser tan distinto? -Es desolador Pensó con temor. Se incorporó queriendo vadear el río y para su sorpresa se vio en medio de una maraña de arbustos ennegrecidos sobre un suelo carbonizado como si hubiera sido presa de un incendio. -No recuerdo que haya habido ninguno el tanto tiempo que llevamos en la otra orilla. -Aunque no estamos frente a frente el humo se hubiera dejado ver. -¿Qué habrá sido de Whymk?

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-¿Habrá perecido en este incendio? Tembló sólo pensar que a él le hubiera sucedido algo. -¡Kary, hermana, cuanto tiempo sin ti! -Aquí me tienes sola y perdida. Dijo llorando queriendo eludir esas lágrimas que a su pesar anegaban sus ojos en un llanto incontenible. -¡Vaya, si me descuido, me lleva la corriente! -He sido imprudente. -Estela allá en la cueva y yo aquí sin saber que hacer. Sus ojos acostumbrados a la claridad tardaron en diferenciar las formas que se mezclaban con el paisaje. Vio seres fantasmagóricos que aunque a ella le inquietaron, al ser vistos se ocultaban al recibían de su mirada una luz insoportable. Ella no sabía que en realidad era ella y no otra la elegida. Tardaría mucho en llegar a ese conocimiento. Se reconocía una de las comunes sin saber que ahora estaba en el camino de los elementos para después llegar al de la luz eterna. Gurdhya si sabía y por eso acudió en su ayuda alzándola por los aires, cogiéndola con sus garras de águila por un cinturón trenzado que sujetaba sus túnicas por la cintura depositándola en aquel saliente de la roca que en otro tiempo ocuparan Whymk y Kalhyma. Sahaym dormitaba enroscada a los pies de Kadhy que permanecía sin haber abandonado su posición al lado del

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agua observando en su superficie como se desarrollaban los acontecimientos en el río. -¡Bonito descubrimiento! Pensó Kadhy. -Es ella y no las otras. -No lo sabe, pero ella lleva sobre sus espaldas la carga más pesada. -Nadie mejor que ella para soportarla. -Tengo que recuperar a Mulhay para atraerla hacía aquí. Dijo poniéndose en movimiento. -¡Vamos, Sahaym! Ambos marcharon en la dirección que Mulhay había tomado. Nora, al verse en terreno seguro recapacitó sobre lo que había sucedido. -¡De buena me he librado! Exclamó. Mirando desde allí pudo verse a la puerta de la cueva acompañada por Estela. Desconcertada se frotó los ojos. -¡Es imposible! -¿Cómo puedo estar aquí y allí a la vez? Bajando la vista vio a sus pies aquella vara que cuando fueron con Whymk a la gruta tanto le impresionara. No le dio tiempo a reaccionar.

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La vara se descompuso en dos finas serpientes que se enroscaron en cada uno de sus brazos. Su mente entró en estado de lucidez absoluta. Se había producido la unión en ella. Era ella y no aquellos objetos de Kary la clave. -¡Soy yo! Pensó sorprendida. Ante sí todo cobró sentido. Su madre la había engañado para protegerla y al desconocerse ella misma había desorientado a la furia. Ante sí vio pasar todos los sueños de revelación que hasta entonces ignoraba. -¡Nora! Exclamó Whymk, sorprendido. -¡Sí! -Es ella la elegida. Pensó Kalhyma sintiendo que la envidia la corroía. En el acto la furia se antepuso, pero en medio de la playa sin poderse ocultar del sol quedó aniquilada. Whymk vio estupefacto como, de Kalhyma a la furia, y de la furia a Kalhyma desmayada sobre la arena de la playa, él se había transformado de nuevo en ave y abriendo sus alas creo un espacio de sombra para protegerla. Recordó la casa de su padre con aquellos tapices colgando del techo que para él siendo niño se convertían en pasadizos

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secretos de un mundo ignoto en que se desarrollaban sus juegos de fantasía infantil. Allí vio la representación clara y precisa de una Nora distinta que caminaba entre las nubes apoyándose en una larga vara que tenía engarzadas dos serpientes enroscadas sujetando una pluma que reconoció era una de las suyas. Los tres elementos formaban un símbolo que de inmediato le transportaron a las paredes de la gruta. -Sobre la piedra lo mismo. Pensó. -La roca y el tapiz con un mismo mensaje y un mismo significado. -Sobre ella un águila surcando los cielos. -Lo mismo. -¿Cómo pude ser tan descuidado? -Allí estaba la señal que andábamos buscando. Mulhay cayó en desmayo bajo el mismo sol. Kary y Kalhyma tendidas sobre la arena de la playa. -¡Ellas! -¡Serpientes! Dos serpientes enroscadas quedaron a la sombra de un ave con sus alas extendidas que petrificada allí quedaría. Kadhy extendió su mano y cogió por la cabeza a una de las serpientes, la otra se enroscó de inmediato en esa formándose entre las dos una. -Hemos llegado a tiempo.

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Dijo a Sahaym mientras introducía su brazo desapareciendo. Ella quedó sola en medio de las dunas. -Mi amo y señor ha pasado a otro tiempo. Pensó. -Esperaré su regreso. Sobre el cielo vio como las nubes transportaban una figura que parecía caminar hacía el punto en que Kadhy se había introducido justo en ese momento. -A lo lejos un águila vuela por el mismo cielo. Pensó Sahaym al tiempo que pudo ver ante si un espejismo que le presentaba una playa en la que una piedra encallada con apariencia de ave con las alas extendidas parecía mirarla. -A pesar de mi materia pétrea oigo y veo. Pensó Whymk. -Nora está cerca. -Esa muchacha me lo confirma con su pensamiento. -Lo leo en sus ojos. Nora se presentó y en ese mismo instante Kadhy se interpuso haciéndose visible levantando frente a ésta una rama seca similar a la que la furia llevara en otro tiempo. -¡Detente! Increpó a Nora. -Si te acercas éstas irán a parar al fondo de esas aguas y su sal impedirá su regreso.

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Un águila surcó ese espacio y arrebató el objeto que Kadhy sostenía en su mano, volviendo éste a las dunas en que Sahaym le estaba esperando. -¡Whymk, vamos! Dijo Nora pasando la pluma sobre él devolviéndole al ser vivo que palpitante la acompañaría en su próximo viaje. Amanecía en las inmediaciones de la cueva y Nora despertaba recordando como si de un sueño se tratara todo lo acontecido. -¡Ahora es el momento! Dijo para sus adentros viendo la vara que le había acompañado en un rincón próximo a la entrada. Whymk estaba posado sobre la rama de un árbol esperando para acompañarla. Estela dormitaba moviendo sus orejas como siguiendo el ritmo de algo que se sentía en ese momento. Era el mensaje rítmico que venía de la gruta dónde Gurdhya esperaba el encuentro que desharía el nudo pudiendo dar paso a la nueva hechicera que recuperaría la Comuna de otros tiempos.

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En aquellos tiempos... Tercera parte y Final del relato Nora avanzó hacía el rincón de la cueva dónde se veía la rama que la había acompañado en su supuesto sueño. -No puede ser cierto. Pensó. -Si la rama que me ayudó a cruzar el río está aquí eso quiere decir que no se trata de un sueño. -Así que Kary y Kalhyma están en manos de Gurdhya. -Aquel muchacho que me amenazó debe tener interés en impedir que yo recupere a mi hermana. -Salió de la nada y volvió a ella. -Tendré que buscarlo adelantándome a él porque no creo que sea alguien del que pueda olvidarme. Viendo a Estela que la miraba y escuchando sus pensamientos tomó la rama que estaba apoyada en la pared de la cueva en su mano y mirando a Estela y a Whymk les dijo que la siguieran. -¡Vamos! Se oyó como un eco lejano en el bosque alborotando a los animales que desconcertados e inquietos se movieron en desorden saliendo las aves en desbandada y metiéndose en

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lo más profundo de sus cubículos aquellos que los tenían o ocultándose como podían. De inmediato Nora con Estela y Whymk se encontraron en el centro de la cascada. -Ha sido visto y no visto. Pensó Whymk que apenas había tenido tiempo de valorar el hecho de verse sobre una rama a la entrada de la cueva. La misma que había sido su soporte cuando antes de marchar del lado de Kary era una de las criaturas más satisfechas de ese mundo que se había desmoronado y del que tapiz a tapiz había recordado. -Es increíble el poder de Nora. -Quien lo hubiera dicho antes. -Ella que todo lo asumía y besaba por dónde Kary pisaba. -De ella emana la luz perdida. Ante este pensamiento tuvo de nuevo la visión de la casa de su padre y el juego de tapices que colgaban del techo y las charlas de quienes los hacían. Ahora veía en uno de ellos las facciones de Nora rodeada de un aura luminosa. En ese momento Gurdhya se presentó ante ellos llevando en su mano izquierda la vara que le había arrebatado a aquel muchacho que alargando su mano desde la nada se había adueñado de las que él tanto amaba. -Bien se valió de ella. Pensó Whymk.

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-¡Tuvimos suerte! Entretenido en estos pensamientos no se percató del cambio operado en su naturaleza. De nuevo su cuerpo humano se había hecho presente. -Seas bienvenida elegida entre las nacidas. Dijo la hechicera mirando a Nora. -¡Hágase lo que tu decidas! Formulando estas palabras que resonaron acompañadas por el viento que circulaba por las galerías de la gruta como si de un instrumento musical se tratara depositó a los pies de Nora la vara que le había arrebatado a Kadhy desapareciendo de inmediato. Nora lo tocó con la rama que llevaba en la mano derecha y se obró la unión de las partes dejando a la vista una simple rama tal como ella la recogiera a la orilla del río. Whymk no perdía detalle y estupefacto recordó uno de los tapices y ahora si que podía adelantarse a los acontecimientos. -Fue así como… Dijo sin poder terminar la frase cuando Nora ponía la rama sobre el agua del lago de la gran cascada. En ese momento ocurrieron cosas tan extraordinarias que su pensamiento se veía entorpecido intentando seguirlas. Se vio ante una cascada que caía de unas montañas muy elevadas formando parte de un grupo de humanos que en

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círculo estaban entregados a un rito que él seguía como uno más entonando cánticos y danzando al mismo compás. -Lo que antes era una gruta ahora está en el exterior. Pensó Whymk mirando a su alrededor. -Ha habido una inversión. -Ha sido un retorno. -Ahora lo veo claro. -Estamos en el momento en que la Comuna se unía ante la gran cascada para que con la unión de cada una de sus partes se manifestara el todo. Miraba queriendo diferenciar a cada uno de sus componentes observando como la identidad individual desaparecía. Se miró en la superficie del agua y se vio como una gota de agua. -Todos somos la gran cascada. Pensó. En lo alto sobre la parte central se encontraban Gurdhya y Nora. Cuando Whymk enfocó su mirada su alma se vio transportada junto a ellas. Desde arriba pudo verse al lado de Kary y Kalhyma que como el formaban parte de la Comuna. Nora le miró cómplice aceptándole y en esa mirada recogió su destino. El de ser el que camina a la sombra de la elegida. -¡Allí tienes el futuro!

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Dijo Gurdhya a Nora señalando a los humanos que como gotas de agua indiferenciadas se movían en un ritual ancestral. -Espero que tengas más suerte que yo. -Siempre podrás contar conmigo si es necesario. -Si no lo consigues sumaremos las fuerzas de todas las que vengan hasta el final de los tiempos para rehacer lo que en disgregación se descompone. -Es la secuencia de la vida que del todo va a las partes y de las partes al todo. -Si se cerrara dejaría de ser. Las últimas palabras se perdían en la distancia mientras Gurdhya se confundía con el agua que caía desde las montañas sobre ese lago disgregándose en múltiples gotas que salpicaron sobre cada uno de los componentes del círculo. La Comuna estaba reconstituida. -Bien, Whymk. -¿Puedo contar contigo? Le dijo Nora preguntándole sin esperar respuesta. Kadhy carcomido por la frustración se metió entre las dunas a grandes zancadas con Sahaym tras él. -¡Encontraré el camino! Decía para sus adentros con indignación. Sahaym sentía, en su interior, que la llamaban desde alguna parte.

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-¡Hermana! Parecía que muchas voces la reclamaban. -¿Quién me llama? Pensó. -¡Hermana! Se sentía con más precisión mientras a lo lejos le pareció ver una cortina de agua que caía desmelenada. Sahaym se quedó quieta mirando con perplejidad el fenómeno que para ella no tenía explicación. -¿Quién invoca mi nombre y me reclama? Dijo dejando sentir un hilo de voz que de inmediato captó Kadhy. Él se giró y vio como ella entraba en una nube y sin pensárselo la siguió. En el ritual de la gran cascada la invocación de los iguales había atraído a Sahaym que seguida de Kadhy entró a formar parte del grupo. -¡Aquí te encontré! Pensó Kadhy al ver a Nora en el centro levitando. Nora advirtió su presencia de inmediato. Se produjo la fractura del círculo quedando fuera del grupo Kary, Kalhyma y Whymk que como atraídos por un imán pasaron a formar parte de un puñado de arena que Kadhy metió en uno de sus bolsillos despareciendo al instante ante la mirada confundida de Nora que de inmediato siguió tras él por el camino del tiempo que Sahaym dejaba entreabierto.

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-Deberá esperar la Comuna. Pensó Nora yendo tras ellos. Sobre las dunas un ave petrificada miraba la entrada de Nora. -¡Terrible momento! Pensó Whymk sin poder emitir mensaje alguno. Nora recogió del suelo arenoso una serpiente que rastrera se movía entre las alas sólidas buscando cobijo. -¿Dónde está Kary? Preguntó Nora a Whymk y a Kalhyma que por su presencia recuperaron su forma humana. -Kary no es ella. -Oí que ese muchacho le decía Mulhay. Dijo Whymk. Tres figuras se aproximaban al oasis. Mulhay iba amordazado arrastrándose por la arena tirado de una correa que controlaba Kadhy. Sahaym cabizbaja iba tras ellos mientras se introducían entre la gente que se apartaba a su paso alejándose volviéndose de espaldas para no ver la escena que seres tan temidos presentaban. Kadhy condujo a Mulhay a la palmera en que en otra ocasión se había detenido apoyándose para meditar y captar las fuerzas etéreas que buscaba, atándolo como si de un perro se tratara. -No te fíes de él.

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Le dijo a Sahaym. -No escuches sus palabras ni mires su mirada. -Si te habla piensa en el viento. -Si te mira piensa en el agua. -Témele en todas sus formas y manifestaciones. -Estás ante el más poderoso y ruin de los poderosos. -Tú sólo puedes esquivarle si no le das entrada. Kadhy marchaba mientras dejaba en el aire estas palabras. Sahaym temblaba ante el temor que con esas palabras él despertaba, pero algo le decía que era engañada, que eran falsas palabras. Sentía el latir de hermandad que le había llevado hasta la cascada. -¡Hermana! Escuchó de nuevo en lo profundo de su alma y a pesar de las advertencias de Kadhy miro la mirada que le reclamaba y escuchó las palabras que le susurraban aproximándose a Mulhay y desatando sus ataduras. -¡Vamos, muchacha! -¿Cómo te llamas? -Sahaym. Contestó ella mientras perpleja vio ante sí a una mujer. -¿Y tú? -Kary. Contestó ella dándole un abrazo. Sahaym y Kary salieron sin ser vistas siguiendo el camino que antes les había llevado al oasis.

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-¡Mulhay! Formuló Nora trazando un círculo en la arena. Whymk y Kalhyma vieron como dentro del círculo trazado aparecía ante ellos aquella escena dolorosa en que Kary padecía de humillantes vejaciones por parte de aquel muchacho que se había cruzado en su camino llevándola a otra naturaleza. Aquello que Kadhy acompañado por Sahaym infería a Mulhay tratándolo como un perro. -Tengo que intervenir para sacar a Kary de las garras de ese oscuro ser. Pensó Nora pisando y borrando con sus pies desnudos el círculo trazado. -Estamos ante un ser maligno y escurridizo. -Mucho más que la misma furia. -Tengo que andar con cautela y no entretenerme mirando porque él se dará cuenta y podrá alargar su mano. Nora había borrado justo a tiempo. Kadhy, superior a la furia, podía viajar en el tiempo y sabía que Nora era la luz que venía a neutralizar su fuerza. Él había sembrado cizaña en los miembros de la Comuna desatando la duda y la discordia, abriendo las puertas de la oscuridad. Su afán se centraba en el sometimiento de todas las criaturas, pero Gurdhya había abierto las ventanas acuosas de la gran cascada para movilizar la disolución de todo aquello que él proyectaba. -¡Venid a mi lado!

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Dijo Nora a Whymk y Kalhyma que permanecían como petrificados del espanto producido por las imágenes que ante ellos se habían hecho patentes viéndolas con amargo dolor. -¡Unamos nuestras manos y cerremos el círculo de la triangulación para abrir la mente de Mulhay! -¡Qué Kary encuentre el camino! Dijeron los tres a la vez con una fuerza mental que les transportó sobre las aguas del lago de la cascada de la gruta emitiendo ondas de luz como las que se generan en la superficie del agua a la caída de un objeto pesado, atravesando el espacio y el tiempo. -¡Hermana! Formularon al unísono en un eco que alcanzó a Sahaym. Kary y Sahaym salieron del oasis sin ser vistas y quienes allí habitaban sólo notaban, a su paso, la suave brisa marina quedando alegres y activos, siguiendo con sus tareas cotidianas. Sobre la arena no quedaba rastro a su paso, las huellas desaparecían de inmediato. Una niña que desocupada jugaba contemplando los granos de arena en su movimiento fue la única que advirtió su huída sin sentir por ello otra emoción que la de alegría. -¡Mamá! Dijo en un eco inaudible. Una mujer miró a la niña y sonrió al ver su dulce mirada.

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Un águila volaba sobre sus cabezas, sin ser advertida, moviendo con su aleteo las pautas del tiempo haciendo que coincidieran en ellas todos los elementos para que a su paso el rastro quedara oculto a cualquier mirada. -¡Gurdhya les acompaña! Dijo Nora deshaciendo el círculo triangulado. Sobre la arena de la playa descansaban Whymk y Kalhyma. -¡Mi amada Kary! Pensó Whymk recordando aquel encuentro que ahora transitaba por su cuerpo rompiendo su pecho y ahogando su garganta. En ese momento Kary sintió en su vientre un aleteo. Sahaym supo que la vida latía en ese cuerpo. Un águila sobrevolaba el asentamiento humano que alrededor de un oasis acogía a Kary como una igual. -¡Ella no sabe que su apariencia es el reflejo de las mujeres que la miran! Pensó Sahaym al reconocer el fenómeno. -Aquí podremos esperar a que esa criatura salga a la vida. Le dijo a Kary. -No hay una sino dos esencias vitales las que se mueven dentro de ese vientre. Pensó Sahaym desconcertada al reconocer dos orígenes distintos. Aquel encuentro de Mulhay con Kadhy había dejado su fruto en Kary. En su vientre se engendrarían la noche y el día. Ese

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era su destino y el de Sahaym acompañarla en un largo camino. -¡Las cosas están en su sitio! Comunicó Gurdhya a Nora a través de los signos que sobre las arenas aparecieron bajo un aparente remolino que se alzó en columna como si un hilo de cascada ascendiera hacía las nubes hasta ser absorbido por ese límpido cielo que caía sobre ellos cuajado de estrellas y asistido por una luna iluminando la escena. -Huelo tu presencia a pesar de tu ausencia. Dijo Kadhy. -Sé que engendré mi hijo en ti y no pararé hasta encontrarte. Formuló al viento levantando un remolino de arena que se desplazó marcándole el camino a seguir. En la playa, Whymk recordaba complacido a Kary. -¡Engendramos un hijo! Pensó con alegría. -¡Son dos! Reconoció Kalhyma apesadumbrada, sin decir nada al ver el semblante placentero en su hermano. Kalhyma podía recibir las fuerzas de la luz y la oscuridad. En ese momento captaba con precisión las señales que procedían del vientre de Kary. -¿Quién es Sahaym? Pensó. -Parece que Nora la reconoce.

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-Es de un tiempo otro, pero se me escapa si es de un antes o después al nuestro. Nora seguía sus pensamientos. -Espero que la lucha no se dé dentro de su vientre. Pensó pensando en Kary con preocupación. Sahaym compartía su pesar. -Tú y yo somos una. Pensaron Nora y Sahaym. -Kary es nuestro reto. -Esa niña y ese niño, nacidos de un mismo vientre y compartiendo una misma madre estarán siempre bajo nuestra protección en cualquiera de los lugares y momentos. Siguieron pensando al unísono. -¡Kadhy! Llamaba Gurdhya extendiendo sus manos sobre las paredes de piedra que formaban la gruta de la gran cascada. -¡Tú! Dijo Kadhy al verse atrapado e incrustado en los trazos que sobre las paredes daban testimonio gráfico de los hechos habidos y por haber. -¿Acaso crees que esta vez conseguirás neutralizar el camino profundo de la oscuridad? -En ello estamos. Le contestó Gurdhya mientras se cerraban en si mismas cada una de las galerías. -¡Tú también quedarás atrapada!

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Le espetó él con rabia. -¡Vale la pena! Contestó ella mientras se transformaba en agua filtrándose por las grietas mezclándose con la de la gran cascada. -¡Yo tierra y tú agua! -¡Nos volveremos a encontrar! Esas fueron las últimas voces que estrepitosamente salieron al aire como si fuera el estrépito de una gran explosión. Aquel espacio desapareció provocando un cataclismo tal que transformó en pedregal las inmediaciones del río destruyendo la vida, arrastrando a su paso todo lo que se interponía convirtiéndolo en lodo que iba a parar al lecho del río. La tierra y el agua tenían largo recorrido. Las aguas de los ríos van a parar al mar y éste baña sus costas. Este río sería el medio que con el aire y la sequedad llevaría a las playas a Kadhy y Gurdhya para que volvieran a ser en su apariencia habitual. Ese tiempo sería el de las criaturas que en Kary se gestaban. Gurdhya no podía detener a Kadhy, pero había obrado para que el ciclo de la vida siguiera su curso. Nora supo y esperaría a la orilla de ese mar para poder aunar sus fuerzas con las de Gurdhya cuando esta llegara o para entretener a Kadhy si se le adelantara. -¡Hay que esperar!

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Dijo transformando a Kalhyma y a Whymk en estatuas de arena para poder meditar durante la espera. Regresó Nora a la cueva. -Esto ha quedado peor que tras aquella tormenta. Pensó mirando a su alrededor. Cruzó los brazos sobre su pecho y puso en marcha un ritual rítmico que reconstruyó todo a su alrededor, volviendo las cosas a su ser y a otro tiempo sin más presencia que la de los habitantes del bosque. -¡Ni pasado ni presente! -¡Ni venir ni porvenir! -¡Hágase en sí! Estas palabras que el viento llevaba caían sobre las cosas reponiendo la vida. El agua del río transparentaba las piedras de su lecho transcurriendo en su tempo. La vida reverdecía y se sentía. Nora complacida regresó con Whymk y Kalhyma. -¡Despertad! Les ordenó. -¿Ya ha amanecido? Preguntaron desorientados. -¡Sí! -¡Vamos! Contestó Nora. -Se avecina una tormenta de arena.

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-Esperaremos en la cueva que se concluya el ciclo vital. Explicaba al tiempo que se producía el cambio de paisaje. -¿Cómo lo hace? Pensó Whymk. -¡Es increíble! Estela esperaba en la entrada de la cueva y cuando vio a Nora se puso a corretear a su alrededor golpeándola con su hocico en las pantorrillas hasta que consiguió hacerla caer de rodillas aprovechando para lamerle la cara insistentemente manifestando con ello la gran alegría que tenía al verla y tenerla a su lado. -¡Este cervatillo me tiene ganada el alma! Pensó Nora mientras le abrazaba y reía revolcándose con él en el suelo. Reponiéndose de tan grato encuentro se enderezó y sacudió su túnica para sacar las hojas y tierra adheridas. -¡Aquí os quedareis hasta que yo os reclame! Dijo desapareciendo sin dar más explicaciones. -¡Debo esperar! Pensó sentándose sobre la arena de la playa en tal quietud que cualquiera que hubiera mirado no habría advertido su presencia ya que se confundía con los elementos que la rodeaban. Kary sentía la vida que florecía en su vientre y recibía de Whymk la compañía que le permitía compartir ese proceso

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con él. Se comunicaban mentalmente y se encontraban en el sueño. Sahaym observaba complacida como avanzaban los días. -Un niño y una niña. Se decían unas a otras con satisfacción sintiendo como si fuera algo suyo, ese alumbramiento. -¡Entrad a la luz! Formulaba Sahaym elevando en sus manos a las dos criaturas a la vez. -¡Entrad a la vida! Kary complacida sonreía. Whymk sintió en sus carnes el parto. Kadhy también. Gurdhya se presentó ante Nora en el mismo instante que asomaba la niña a la vida y Kadhy después, cuando el niño saliera también. -¡Como dos gotas de agua! Dijeron las mujeres que asistieron al parto. -¡Como arena del desierto! Pensó Sahaym. La Naturaleza obró el milagro de hacer que su hermandad fuera de semejanza total, tal que la diferencia era la de ser varón o hembra, nada más. Su piel blanca como la luna, semejante a la de Kary. Sus ojos como el agua, los de la abuela. El tamaño de sus cuerpos y sus facciones idénticas. Los cabellos ensortijados y negros como el azabache.

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Sin embargo, para Kary la diferencia era evidente. En el fondo de sus ojos supo ver que la niña era de Whymk. -¡Cuidaremos de que él no se extravíe! Pensó mirando a Sahaym que recogió el mensaje compartiéndolo con Nora y Gurdhya. Cuando Kadhy se había hecho presente, surgiendo de la arena de la playa, Gurdhya y Nora le cerraron el paso impidiéndole pasar allí dónde tenía lugar el parto. Lo hicieron pensando la dos a la vez en el lago de la gran cascada, enviándolo para atraparlo bajo la piedra que lo contendría mientras resistiera el desgaste del agua gota a gota. Durante ese tiempo tendrían la oportunidad de proteger a los niños de su influencia. Whymk supo con dolor que el doble parto era obra de dos, pero amó y no supo ni quiso diferenciarlos. Para él eran fruto del amor que sentía por Kary y tardaría mucho tiempo en saber quien era quien. -¡Contigo no hay quien pueda! Decía Kadhy a Gurdhya mientras ésta le contemplaba entre las estalactitas y estalagmitas que le tenían atrapado. -No crees que deberías deshacer el bloqueo a que me habéis sometido. -Al fin. ¿Para qué quiero yo una criatura? -No ves que te están enredando.

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-Tú eres quien todo lo domina y ahora te pliegas a la voluntad de una advenediza. Gurdhya le miraba compadecida y apenada de tener que tenerlo allí entre las calcitas que se formaban en el goteo del agua, pero conocía su poder y sabía que nada le haría volver a la luz. Aquel que en otro tiempo había sido su compañero se había convertido en el mayor de todos los seres oscuros, siendo capaz de soportar la luz ocultándose bajo cualquier manera, confundiendo y dominando a cualquiera que pudiera servir a sus propósitos. -De ninguna forma puedo consentir que interfiera. Pensó alejándose. No sin tristeza. Dentro del corazón de Gurdhya se albergaba la llama que en otro tiempo encendiera el amor que hubo entre ellos. Kadhy, en otro tiempo había sido alguien en quien podía confiar plenamente, pero se había dejado llevar por deseos de poder que le habían alejado de la luz. Él, que en otro tiempo hubiera sido capaz de entregarse por ella, había pasado al otro lado traicionándola poniendo en marcha el caos que todo lo enredo. -Esas criaturas son la oportunidad. Dijo, ya fuera de la cueva, surcando los aires bajo la forma de un águila. En la cueva parecía no pasar el tiempo. Nora había vuelto a hacerse cargo de todo, como antes.

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Estela se había convertido en el compañero inseparable de los niños que, al contrario de ella, maduraban acelerando el proceso vital. -¡Sary! Se oyó una voz requiriendo a una muchacha que saltaba y corría. -¡Espérame! Le decía un muchacho que parecía entretenerse mirando como embobado su entorno a cada paso que daban. -Mira, Hyam, te dije que si venías conmigo no te tenías que despistar. Reprochaba ella. En el cuerpo de ambos se empezaban a manifestar cambios propios de la pubertad. -¡Os dije que no os aproximarais a la gruta! Les decía Nora interponiéndose en su camino. -¡Volved a las proximidades de la cueva! -¡Y tú deberías vigilar! Dijo mirando a Estela con indignación. Los niños que ya dejaban de serlo obedecieron sin queja. Una mirada cómplice les bastó. Esperarían otra oportunidad. La curiosidad era cada vez mayor y lo prohibido empezaba a ser su único objetivo. -Otro día será. Pensaron a la vez.

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Su comunicación era total y exclusiva. Nadie podía entrar en su pensamiento cuando se establecía entre ellos. -Tendré que prepararlos para que puedan hacer frente a la realidad. Pensó Nora. -Quizás es llegado el momento de que emprendan su propio camino y se enfrenten juntos a aquello que les pueda acechar. -Sary y Hyam han vivido paciendo como cervatillos, pero su destino es complejo. Nora cavilaba sobre ellos, cuando vio ante sí a Kalhyma. -¿Qué haces aquí? Le preguntó. -Vengo a hacerme cargo de la niña. Contestó. -¿Tú? -¿Por qué? Inquirió Nora sorprendida. -Es a mí que corresponde acompañarla en su viaje iniciático como tú hiciste en otro tiempo con Kary. Respondió Kalhyma ocultando sus intenciones. -Sary y Hyam nunca se han separado. -Sus movimientos y sus pensamientos se complementan. Dijo Nora enfrentándose a Kalhyma. -¿De dónde sacas que deba ser así? -¡Nunca lo consentiré!

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Añadió volviéndose de espaldas y regresando al interior de la cueva junto a Sary y Hyam, seguida por Estela que si miró a Kalhyma captando de su mirada la rabia contenida. -¡Volveré cuando menos te lo esperes! Pensó Kalhyma. -¡Lo lamentarás! Dijo entre dientes cuando se encontró sola en medio de la oscuridad de la noche. Se había mantenido erguida ante Nora. No la temía. Aunque su poder era grande ella se sabía poderosa. Había aprendido a controlar su duplicidad. La furia y ella eran una y eso le proporcionaba control sobre las cosas. Sus emociones, que en otro tiempo la habían arrastrado, eran manantial de fuerza para conducirse en el lado oscuro sin alejarse de su identidad. Desde la oscuridad había establecido contacto mental con Kadhy aliándose con él. Debería separar a Hyam de Sary para que Kadhy pudiera acceder a sus mentes por separado. Tenía que tomar de su mano a la hija de su hermano para que Kadhy atrajera hacía sí a su propio hijo. Hyam podía disolver la piedra con esa fuerza que todavía tenía que descubrir. La que en otro tiempo tuvo Kadhy y que perdiera al pasar al lado oscuro. Hyam con lo estático podría concitar las fuerzas de la luz para deshacer lo que Nora y Gurdhya le habían inferido a Kadhy.

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-¡A qué fin viene ésta por aquí! Pensaba Nora indignada. -Quedó claro que los niños quedaban a mi cuidado. -Si Kary tenía que volver a su naturaleza distinta no podía asumir su cuidado y Whymk en ese estar inestable tampoco. -¿Qué diantre le habrá pasado a Kalhyma para venir con estas exigencias? Mientras tanto Sary y Hyam dormitaban abrazados a Estela. Mulhay contemplaba el cielo estrellado, acompañado por Sahaym que había tomado la apariencia de Kadhy. -¡Kadhy! -¡Ven! Dijo Mulhay. ¡Sí, mi señor! Contestó atenta y sin osar mirar a sus ojos. -Mañana emprenderemos un largo viaje. -Prepara lo necesario. -Es posible que sea un camino sin retorno. -Escoge lo imprescindible. -Confío en tu criterio. Apuntó Mulhay mientras se alejaba de la haima en la que había estado durante el día. -Siente la llamada. Pensó Sahaym. -Es posible que retorne a su otro ser. -Sería lo mejor para todos.

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Kalhyma se adentró en la gruta malhumorada. -¡Kadhy! Gritó histérica mientras las paredes repetían de un lado a otro el eco de su voz. -No hace falta que grites. Dijo él a través de su mente. -Ya sé, pero estoy indignada. -¡Esa…! Sin poder terminar vio ante sí a Gurdhya. -¿Qué haces aquí Kalhyma? Le preguntó. -Tenías que unirte a Sahaym y Kary. -¿Dónde has dejado a Whymk? Gurdhya sabía las respuestas, pero esa era la manera de recriminarle. -No se te ha perdido nada por aquí. -Vuelve a la arena. Cuando Mulhay y Sahaym llegaron al lugar de la playa se encontraron con una figura que Sahaym reconoció. -Es Kalhyma. -¿Qué habrá sucedido? Pensó. -¿Dónde estará Whymk? Mulhay la miró al sentir su pensamiento y de inmediato tres mujeres se miraron. Kary, Sahaym y Kalhyma estaban en medio de un espacio indeterminado.

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-¡Venid conmigo! Sugirió Kalhyma. Pasaron a través de la nada y se encontraron en las montañas que tenían a sus pies aquel bosque y aquel río. -¡Whymk! Dijo Kary viéndolo atado de una pata. Sahaym y Kary sintieron que su cuerpo soportaba un gran peso que las debilitaba por momentos dejándolas sometidas a la atracción del suelo. Los tres quedaron atrapadas por un lazo invisible entre las piedras del saliente que en otro tiempo había sido cobijo. -¿Qué pretendes? Dijo Kary. -No vais a interferir en mis proyectos. Le contestó Kalhyma mirándola directamente a lo más profundo de su ser arañando su alma. -Fui por las buenas a Nora. -Ahora será por las malas. -Vosotros a cambio del niño. Manifestó Kalhyma sacando la furia que ante ellos se manifestaba. -¡Mis hijos! Gritó Kary enredada en la maraña que la furia tejía a su alrededor. -¿Qué pretendes? Añadió Sahaym cayendo en un abismo oscuro y profundo.

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Todo quedó en el aire. La furia se creció con su dolor abriendo las profundidades para dar paso a las fuerzas que en otro tiempo habían desaparecido. Un águila volaba hacía la cueva que en la otra orilla cobijaba a quienes jugarían un papel definitivo. -Un aura de luz multicolor impedirá que puedan acercarse. Pensó Gurdhya plantándose ante la entrada de la cueva. Whymk vio con desespero como Kary caía en las redes de la furia y como ésta se crecía. Kadhy estaba a la espera de que Kalhyma le llevara al hijo de Kary. Podía recibir mentalmente la secuencia de los acontecimientos y percibía la proximidad del encuentro son ese hijo concebido al tiempo que ella y Whymk se habían encontrado. -Serán instrumento en mis manos. Pensaba. -Encontraran el camino subterráneo bajo el lecho del río con mi ayuda. Estos pensamientos llegaban a la furia que al recibirlos volvió a ser Kalhyma, su aliada. -Prepararemos el camino. Dijo ella mirando a Whymk. -¡No lo hagas! Pensó él advirtiendo su mirada. -Te estás equivocando hermana.

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-Deberías recuperar a Kary y ayudarnos a proteger a nuestros hijos. -Ese aliado no te conviene, te está utilizando. -Eres un mero instrumento. -Te necesita para alcanzar sus fines, nada más. Ella no le escuchaba. Su mente maquinaba. -¿Cómo llevar las fuerzas oscuras bajo el lecho del río? Se preguntaba en voz alta sin parar cuenta en la presencia de su hermano que seguía atado y arrinconado. -Será más fácil pasar por los pasadizos cuando el cauce del río se hiele. Habrá menos agua y serán menos las filtraciones dejando espacio suficiente para poder pasar por entre las grietas y pasadizos. -Hay un mundo interior que nos puede llevar bajo la cueva. -Una vez hayamos conseguido estar allí bastará alargar la mano para separar a Hyam de los demás. Whymk temblaba con tan sólo imaginar que lo que tramaba Kalhyma se hiciera realidad. -No lo será. Escuchó una voz que le hablaba al corazón. -Nos hemos liberado y estamos preparándonos para hacerle frente. Le había comunicado Kary telepáticamente. Ella había conseguido deshacerse de las trabas y ligaduras gracias a su poder y junto con Sahaym estaba recorriendo los caminos subterráneos para poder preparar la salida de la

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cueva antes de que las fuerzas oscuras se adentraran por esos pasadizos. Amanecía y Gurdhya pasó a su forma de águila alejándose a una distancia suficiente para poder ver lo que ocurría en los alrededores de la cueva y llegar lo antes posible si se hacía necesaria su intervención. Decidió no alertar a Nora de momento. Sabía que Kary y Sahaym se habían liberado y seguía sus movimientos bajo tierra. De Kadhy controlaba cada uno de sus pensamientos y por ellos conocía los que Kalhyma le transmitía. Lo que ninguno de ellos podía imaginar es que Sary y Hyam tenían otros planes. -No os alejéis. Decía Nora mientras se ocupaba de poner orden en la cueva. Aquella mañana amanecía luminosa y aunque el frío marcaba el cambio otoñal todavía se podía gozar de la vida fuera del reducto cerrado. -Si siguen con este desarrollo precoz me va a ser difícil controlarlos. Pensaba mientras aireaba aquellas túnicas y tejidos que habían servido para cubrirse del relente de la madrugada. -Estela, sin embargo, sigue igual que el primer día que asomó su hocico por aquí.

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Dijo dibujando una sonrisa de satisfacción al pensar en el cervatillo que tan buena compañía le hacía. Recordó con nostalgia aquellos días y un halo de tristeza cruzó como bruma su mirada. -Mi querida hermana. Pensó tiñéndose su alma dolorida de llanto, sangrando por esa herida que nunca cerraba y que cuando la mente se colocaba en ella ahogada la anegaba. -¡Madre me hizo responsable de demasiadas cosas! Dijo quejosa, con un gesto que parecía liberarla de lo que la acongojaba. -Estos niños necesitan una madre y un padre. -Mi cuidado no es suficiente. -No va a haber tiempo para ese encuentro ya que cada día están alejándose más de la infancia y empiezan a ser más difíciles de conducir. -Estén empezando a buscar y lo que hallen puede ser que sea un camino sin retorno. -Maduran sin tiempo a asentarse y aprender de los errores que encaminarían sus pasos a buen fin. -La retahíla de lo que yo les marco por un oído les entra y por el otro les sale. -Es ese momento especial en que todo vale. -Madre desaprobaría, y con razón, el hecho de que Kary no esté con ellos. -¿Dónde está mi hermana?

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-Nos ha tocado vivir tiempos difíciles. Entretanto, Sary y Hyam se las ingeniaron para desaparecer sin ser vistos tomando el camino que el día anterior les había tentado. Estela iba con ellos. De hecho fue el cervatillo el que los condujo hacía la entrada de la gruta. -Te das cuenta, hermano, de que Estela sabe llevarnos allí donde queríamos. -Es cierto. Respondió Hyam distraído observando lo que a su alrededor se movía de manera imperceptible para el resto de los mortales. Veía los mínimos detalles y se quedaba encantando en su contemplación. Aquellos cambios que nos sorprenden eran visibles en cada uno de sus movimientos. Seguía el latir de la vida en el crecimiento y evolución de la vida. Su corazón palpitaba golpeando con fuerza las puertas de la Naturaleza. Estaba en consonancia con las cosas y nada le era ajeno. -¡Date prisa! Le dijo Sary plantada en medio con los brazos en jarras esperándole. -¡No te entretengas tanto! -Si no volvemos pronto Nora se dará cuenta de nuestra fuga y se enfadará con nosotros. -No me gusta verla enfadada.

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Respondió Hyam adelantando el paso y poniéndose a la altura de su hermana. -¡Vale, ya te sigo! -¡Ya hemos llegado! Dijeron al unísono introduciéndose por un estrecho espacio siguiendo a Estela. -¡Ya sabemos como venir! -Ahora debemos darnos prisa para regresar a la cueva y disimular ante Nora. Dijo Sary dándose la vuelta. -¡Vamos, Estela! -¡Volvemos a casa! -No te hace caso. Dijo Hyam. -Él a lo suyo. -¡Estela vuelve! Gritaron los dos hermanos. El cervatillo miró hacía atrás y siguió avanzando. -¡Estela! Volvieron a llamarlo sin que el cervatillo les hiciera caso. -No podemos volver sin Estela. Dijo Hyam. -¿Cómo se lo explicaremos a Nora? -¿Y cómo le explicamos nuestra tardanza y de dónde venimos? -No quiero ni imaginar la cara que pondrá.

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Replicó Sary. -¡Estela, vuelve! -¡Sabes qué, allí te quedas! Dijo enfadada dándose la vuelta para marchar. -No podemos marchar sin él. Dijo Hyam. -De acuerdo, pero yo os espero fuera. Le contestó Sary nerviosa. -¡No tardéis! -Lo intentaré. Respondió Hyam apresurando el paso para alcanzar al cervatillo. Kadhy siguiendo sus pasos había puesto en marcha comunicación mental con Estela suplantando a Gurdhya y de esa manera los había conducido hasta la gruta. Sary esperaba inquieta que Hyam regresara con el cervatillo y el tiempo se le hacía eterno. -¡Voy en su busca! Dijo decidida a intervenir. -No puedo confiar en ellos. -Ves a saber en que habrá encandilado a Hyam. Cuando llegó a la cascada siguiendo su rastro encontró que frente a Hyam se erigía una figura espectral y de inmediato puso su mente en consonancia con la de su hermano generando una energía lumínica hasta ese momento desconocida para ellos, produciendo un campo de fuerza

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que hizo volver a Estela y a Hyam junto a Sary a las inmediaciones de la cueva. -Ya sabéis que os quiero ver por las proximidades. Decía Nora. Sary y Hyam se miraron sorprendidos. El tiempo no había transcurrido. Whymk empezó a recibir señales de Kary y le costó disimularlo. -¿Qué te pasa? -¿A qué viene esa alegría? Dijo Kalhyma molesta por esas emociones que contrastaban con la oscura perspectiva que planificaba. -¡Nada! Contestó él sobresaltándose e intentando disimular aquello que le llegaba desde los pensamientos que Kary proyectaba telepáticamente enviándole alentadoras palabras. -No pares cuidado, hermoso mío. Ella sabía que a pesar de las penurias a que se veían sometidos saldrían a delante adelantándose a las fuerzas oscuras que la furia podía concitar. -Si el río está helado las grietas quedarán tapadas por el hielo. Pensaba. -Lo que para Kalhyma es un buen plan se convertirá en puro fracaso.

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-Entretanto podemos mover las cosas para que nosotras podamos encontrar el camino a la cueva antes de las heladas. Dijo Kary a Sahaym que estaba siguiendo sus pensamientos al tiempo que exploraba las posibles vías a seguir. Whymk, de nuevo, tuvo ante sí la visión de los tapices que colgaban del techo en la casa de su padre. Esa imagen pasó a las mentes de Kary y Sahaym, reconociendo ésta un mapa que las guiaría a una entrada subterránea a la cueva. -¿Has visto? Dijo Sahaym mirando a Kary en medio de la penumbra que las envolvía. -Si tomamos este pasadizo que sube nos llevará a uno que atraviesa el río en zigzag, yendo a parar justo a la parte de la cueva que queda incrustada en el montículo de piedras de la orilla más intransitable del río. -¡Lo veo! Contestó Kary con emoción transmitiendo ese sentimiento a Whymk que sin poder evitarlo movió sus alas alertando a Kalhyma. -¡De ésta no pasa! Dijo ella. -¡Abre ese pico y desembucha! -¡Explícate!

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Dijo devolviéndole la apariencia humana manteniéndolo sujeto con el cordón invisible que se adaptaba a su tobillo produciéndole quemazones y dolores insoportables. -¡Me dirás que mensajes recibías para estar tan contento! Decía Kalhyma mientras él se retorcía de dolor. -No duele. Pensó consiguiendo cerrar sus sentidos a toda sensación dolorosa. -En la mente se localiza si quiero yo. -No hay dolor. Whymk miró a Kalhyma de frente retándola y ella dejo de inferirle esa sensación dejándolo tranquilo. -¿Qué haces hermana? -¡Estás ciega! -No te das cuenta de que estás en el camino equivocado. -Que tu lugar es el de estar de nuestro lado. Ella levantó su vara para golpearle, pero la dejó caer sin osar tocar a su hermano. Sus sentimientos afloraban sin que ella pudiera hacer nada. Whymk con sus palabras y gestos la desarmaba. -¡No digas tonterías! -¿Qué provecho puedo sacar con vosotros? -Kadhy es el verdadero amo y señor de todas las cosas. Dijo Kalhyma dudando de sus propias palabras. Whymk sintió la debilidad de sus argumentos y guardó silencio para que ella se encontrara con sus propios pensamientos.

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-Qué dulce mirada la de Hyam. Pensó Nora sintiéndose reconfortada cuando al acercarse al muchacho éste abrió los ojos. Aquella noche sus sueños le habían trastocado despertándose angustiada y pesarosa. Su primera reacción había sido la de ir a comprobar si los niños dormían temiendo no encontrarlos como si ese sueño pudiera ser una realidad. -Es absurdo este pesar. Dijo para sus adentros cuando se apartó de ellos saliendo a mirar fuera sintiendo en su cara la fresca caricia del aire de la mañana. -Es agradable este momento del día, cuando todos duermen y puedo sentir el palpitar de la tierra. Dijo susurrando para no alertar a los durmientes. Sentía como las aguas cantarinas del río la saludaban y el suave viento mecía las hojas de los árboles produciendo un tintineo inaudible que para ella era perceptible. Ese era su momento. -Será un hermoso día. Manifestó olvidando la sombra que al despertar la había alertado. A lo largo del día, atareada en infinidad de actos cotidianos, no recordaría ni el sueño ni esas sensaciones placenteras de las primeras horas.

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Sería al caer la tarde, en el ocaso, cuando la magia del momento pone las cosas en ingravidez que Nora sentiría una comezón se adueñaría paso a paso conforme las sombras se fueran alargando hasta la llegada de la claridad del cielo nocturno que les alertara y la animara a encontrarse en el lugar de los sueños. Entonces recorrería un trayecto que de la mano del sueño tiraría de ella hasta la misma cascada y con espanto se vería ante la escena en que un espectro que todo lo aniquilara amenazaría a sus niños alargando sus garras hacía ellos. -Me dejaré llevar, no opondré resistencia y si de ésta no salgo que sea para salvarlos. Pensó poniéndose entre ellos y su amenaza siendo atravesada por esa garra. Fuego y hielo la abrasaban quedando un fragmento de uña en su cuerpo que se ahogaba al retirarse la garra que buscaba carne fresca y no la hallaba. -¡Nora! La llamaban y aunque oía sus voces lejanas lo hacía desde la dura piedra en que había quedado incrustada. -¿Por qué no despierta? -¿Qué le pasa? Se dijeron Sary y Hyam llorando, abrazándose. Estela empujaba con su hocico y lamía su cara queriéndola despertar.

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Durmiente quedaba atrapada en un sueño que sólo les sería dado a ellos tener, pero que de momento quedaba muy alejado de sus posibilidades. Habían sido protegidos y ahora quedaban a su suerte. Nadie más que ellos podría entrar en ese sueño, pero para eso debían saber y su ignorancia no les permitía otra cosa que lamentarse ante Nora que no respondía. -Su cuerpo está caliente y su corazón palpita. Dijo Sary compungida cogiéndola por los hombros intentando, inútilmente, despertarla. -¡Duerme! Dijo Hyam pesaroso y ofuscado bajando la vista mirando a su alrededor confundido. -¿Qué será de nosotros sin ella? Dijeron en un alarido haciendo reverberar un eco que alcanzó todos los rincones del bosque alertando a todos los vivientes que en desorden salieron de sus cubículos de un lado a otro produciéndose un desorden absoluto. Las aves cubrieron el cielo saliendo en desbandada y los mamíferos abandonaron el territorio como si el bosque se quemara. Esa mañana la niebla densa envolvía las inmediaciones del río ocultando la cueva y a sus ocupantes. Unos seres oscuros se paseaban por la orilla opuesta atraídos por el olor del miedo que de la cueva brotaba. Con Nora inactiva todo se ensombrecía.

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Whymk fue testigo desde el otro lado. -Algo malo ha sucedido, Nora no da muestras de actividad. No ha salido nadie de la cueva y el paisaje del otro lado ha perdido todo su brillo. -Se ha producido un cataclismo porque los animales han abandonado el bosque en todas direcciones. Comunicaba a Kary a través de su pensamiento, apesadumbrado y nervioso. -¿Qué te pasa? Le increpó Kalhyma. -¡No puedes estarte quieto! Le gritó volviéndose hacía él con los ojos desorbitados. -No, nada. Le contestó disimulando en lo que pudo. -¡Nuestros hijos! Pensó temblando y lleno de rabia. -Algo malo ha sucedido. -No perdáis tiempo en llegar. Apurad. Decía sin importarle que Kalhyma pudiera escuchar. Ya le daba lo mismo, no intentaba disimular emociones que estallaban en su pecho ante la incertidumbre. -Debemos ir con cuidado. Dijeron las dos mujeres mientras se movían entre los pasadizos que atravesaban el río por debajo de su lecho. -Tenemos que prepararnos para lo que sea.

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Entretanto Sary y Hyam acompañados por Estela abandonaron la cueva dejando a Nora a su suerte. -Vamos a la gruta. Dijo Sary decidida. -Hay que hacer frente a lo que allí se concita. De inmediato, con sólo formularlo, se vieron los tres a la orilla del lago interior alimentado por las aguas que caían de la gran cascada. Cuando Sahaym y Kary lograron acceder al interior de la cueva encontraron el cuerpo de Nora inerte. Kary posó sus manos sobre su frente recibiendo a través del contacto toda la información sobre lo que allí estaba pasando. -Tenemos que llevarla allá dónde su cuerpo astral ha quedado atrapado. Le dijo a Sahaym. -¡Vamos! Whymk recibía cada uno de los pensamientos y sin darse cuenta dejó ir las palabras que repetían lo dicho por Kary. -¡Vamos! -¿A dónde? Preguntó Kalhyma. -A la gruta. Contestó él sin medir las consecuencias. -¡De inmediato! Dijo ella agarrándolo del brazo.

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Gurdhya que volaba por los alrededores siguió la senda de luz marcada por Estela. Cuando el espectro se presentó ocupando todo el espacio sobre el lago de la cascada dejando apenas aire para respirar, Nora se interpuso al tiempo que su cuerpo astral regresaba a su ser físico entre él y los niños abalanzándose sobre él y arrastrándolo a las profundidades del agua disolviendo en ellas su sustancia. Kary viendo que Kalhyma iba decidida hacía los niños se abrazó a ellos, recogiéndolos en su regazo y Whymk que había quedado liberado de la atadura se les unió regresando todos juntos a la cueva, volviendo a ese momento primero en que fueron amamantados. Estela desapareció dejando un rastro luminoso que se alejaba perdiéndose en lo más alto de la cascada. Gurdhya se encaró con Kadhy que a punto estuvo de salir mezclándose con el y yendo juntos en forma de barro al fondo del lago. Nora regresaría un buen día, cuando los niños hubieran crecido de forma natural cargada con aquellas cosas que solía guardar. FIN Anna, 11 de septiembre de 2007 en Barcelona

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