Hugo Giovanetti Viola NIÑO CON LA ÑATA APOYADA EN EL SEXO DE LA DIOS (REINVENCIÓN DE UN ROMANCE JUVENIL DE JUAN CARLOS ONETTI)
FOLLETÍN SABATINO para Andrea Moreira, José Luis Machado y Federico Rodrigo de chiquilín te miraba de afuera / como a esas cosas que nunca se alcanzan la ñata contra el vidrio / en un azul de frío que sólo fue después viviendo igual al mío ENRIQUE SANTOS DISCÉPOLO
En mi vida secreta / te vi esta mañana / te movías tan rápido no soy capaz de dejar de agarrarme al pasado y te extraño tanto / y no hay nadie a la vista / y todavía estamos haciendo el amor en mi vida secreta. Sonrío cuando estoy enojado / engaño y miento
hago todo lo que tengo que hacer / y me las arreglo. Pero sé lo que está bien y sé lo que está mal / y moriría por saber la verdad en mi vida secreta. Aguantá, hermano, aguantá / agarrate fuerte, hermana por fin recibí las órdenes / me iré cuando amanezca / me iré al atardecer me moveré entre las fronteras de mi vida secreta. Miraste la página / te dieron ganas de llorar. A nadie le importa si la gente vive o muere / y el traficante quiere que pienses que todo es blanco o negro / pero gracias a Dios eso no es tan simple en mi vida secreta. Me muerdo el labio, compro lo que me digan / desde el último éxito hasta la sabiduría ancestral pero siempre estoy solo / y mi corazón es como el hielo / y hace frío y está lleno de gente en mi vida secreta. LEONARD COHEN
seré tu espejo, reflejaré lo que sos por si acaso no lo sabés seré el viento, la lluvia y el crepúsculo la luz que da en tu puerta y te enseña que llegaste a casa
cuando creas que la noche cayó sobre tu mente que por dentro sos retorcido y desagradable dejame que te enseñe que estás ciego por favor bajá las manos porque yo te veo me cuesta creer que no te des cuenta de la belleza que hay en vos pero si no lo sabés dejame que sea tus ojos una mano en tu oscuridad para que no tengas miedo LOU REED
Nadie puede saber cómo sé lo que sé porque me lo mandaron y además lo busqué. LOGION APÓCRIFO
EPISODIO 1: NOVIA
Caramelo
Un atardecer de agosto de 1942 el Pibe Maggi atravesó taconeando eufóricamente la humareda del café Metro y puso
sobre la mesa donde lo esperaba Maneco Flores Mora un ejemplar de la revista Apex y otro de José Artigas, primer Estadista de la Revolución: -Estamos matando, hermano. Acabo de pasar por Preparatorios y ya los tiene un pueblo. Pero la sorpresa me la llevé con la flaquita María Esther, que quería a toda costa que le vendiera El pozo y terminé prestándole el que me dedicó Onetti cuando nos trajo Mascarada. -¿La María Esther Gilio? ¿Pero qué edad tiene? -Ella canta 16 -mojó un terrón en el café recién servido el muchacho que estaba a punto de cumplir los 20. -Pero a quién va a joder. -Si tiene 14 es mucho -reprodujo Flores Mora el parsimonioso ritual de apertura del yesquero ya definitivamente impuesto por Onetti entre sus adoradores. -Y quiere leer El pozo. -Y está hecha un caramelo. Mama mía. Una Bette Davis capaz de hacer babear de verdad al pobre Linacero. -Ayer me lo crucé en la esquina de Reuter y me explicó que está escribiendo 1000 palabras por día para terminar el novelón sobre el fascismo que piensa presentar a un concurso el primero de setiembre. Aquí ya van varias noches que ni siquiera cae a llevarse garrones al mueble.
-A lo mejor anda precisando otra especie de Ester -se le hincharon de picardía las córneas al futuro doctor Maggi. -¿Vos decís? -A los twenty uno se pone canchero de verdad, botija. Vas a ver cuando te lleguen. -Canchero puede ser. Porque vos a los 15 años ya eras el más conchero de los dos turnos del Liceo Francés, loco. -Hacemos lo que podemos -empezó a lengüetar otro terrón el Pibe. -¿Sabés que tengo la corazonada de que esta flaca es capaz de desmomificarle el piturifismo raté al maestro? -¿Y qué tal el cuento que nos trajo? -Es una cosa angélica, a lo Paco. Con una minita que se salva milagrosamente de emputecerse y se llama María Esperanza. Aunque al final te quedás con la espina. -Mirá vos la María Esther -se distrajo Maneco contemplando la última raya de oro que derramaba desde la Plaza Libertad sobre el humazo bamboleante del Metro. -Siempre fue un caramelo. Y yo que no me animaba a junarla demasiado porque me sentía un sátiro.
Socorro
Aquella tarde Onetti pidió para salir un rato antes de la agencia de noticias porque llevaba meses sin visitar a Torres, pero al bajar del tranvía en Agraciada y Tapes se desvió un par de cuadras en dirección a la zona portuaria. -Dame la mano que los arcángeles me están mostrando la cruz, madre -murmuró al pararse para sacar un cigarrillo frente al templo de la Virgen del Perpetuo Socorro. Después contempló a Venus que parecía crujir entre el anaranjamiento de aquel veranillo donde las yemas ya anunciaban la reverberación de los frutales y de repente escuchó llegar una voz infantil desde la esquina: -Mientras recorres la vida / tú nunca solo estás / contigo por el camino / Santa María va. Entonces el hombre uniformado por una gabardina detectivesca y un gacho que le abismaba la miopía de murciélago cruzó hasta la vereda de Jujuy mientras oía entreverarse el estribillo con el enervamiento del pajarerío: -Ven con Nosotros a caminar / Santa María ven / ven con nosotros a caminar / Santa María ven.
Onetti demoró dos cigarrillos en descubrir una surrealista mancha blanca incrustada en la copa de una higuera del gran baldío que permitía entrever casi completamente el Cerro y al final se animó a preguntarle a la cantante: -Pero qué hacés allí, si se puede saber. -Me estoy casando -se asomó entre las hojas una chiquilina de mirada más serena que divertida. -¿Y de dónde sacaste esa canción? -¿No sabés que esto se canta al final de la misa? -Lo que nunca había visto es un traje de comunión con una cola tan larga. -Es el traje que usó mi abuela para casarse -graznó sonriendo la novia escondida. -Ella es muy petisa. Yo lo robo del baúl pero no se dan cuenta. ¿Te gusta? -Es muy hermoso. -Gracias. ¿A vos te gusta casarte? Entonces el hombre se dio vuelta a observar el templo aterciopelado por la horizontalidad crepuscular y se fue saludando a la infanta con un brazo tristísimo.
Cuadras
María Esther entró al café adultizada por un maquillaje jolivudense, tacos muy altos y una boina escocesa con bufanda al tono: los cigarrillos de las primeras mesas se torcieron unánimemente hacia su agitación bronquítica y ella tuvo que fabricarse una visera para localizar a sus amigos en el fondo del humo. -Coño -sacudió un brazo Maggi para llamarla. -Mirá la sirenita. En este momento le das 19 por abajo de la pata. -Pero si se volvió un hembrón. -No me puedo quedar mucho rato porque mi novio me espera en la puerta del cine a las nueve y media -puso el ejemplar de El pozo entre los pocillos la muchacha que se ceñía las curvas huesudas con una gabardina de cuello alzado a lo Michèle Morgan. -Me parece que alguien te estuvo llenando la cabeza con la amoralidad y la degeneración de Periquito el Aguador -frotó el falso Picasso de la tapa el Pibe. -Te arrepentiste rápido.
-Me lo devoré mientras caminaba las treinta cuadras que hay de Preparatorios a mi casa. Es una porquería maravillosa. -Merde -chifló con una cadencia piropeadora Maneco. -Y vos sos una típica nena onettiana desde que entraste al liceo. Los viejos que te habrán esperado en la esquina desenvolviendo chocolatines. -Bueno, por lo menos a ustedes los de cuarto los alboroté a todos -carcajeó María Esther. -¿Te gustaría conocer a Onetti? -hizo una seña circular para pedir tres pocillos el muchacho de grandes dientes cancheros. -Anda medio enloquecido terminando una obra maestra, pero admiradoras de tu edad no encuentra todos los días. -Pero decile que tengo 17. -No hay problema. A él le gusta la gente mentirosa. Mañana es mi cumpleaños, aunque podríamos arreglar para vernos aquí mismo este sábado. Yo paso a verlo al trabajo y te lo confirmo por teléfono. Y después que la infanta desapareció filtrándose campaneantemente entre la intelectualidad de córneas ya muy inyectadas Flores Mora murmuró: -Me la tirás desnuda frente al fuego en una cabaña de troncos y se la chupo hasta asfixiarme.
Luna
Onetti llegó a la casa de Torres García mientras una gigantesca luna naranja se levantaba sobre el encrespamiento cercano del Prado. -Ahora faltan tres minutos -gritó en ese momento el frágil viejo melenudo que sostenía un reloj de cadena bajo la luz que derramaba en la vereda a través de una reja constructiva. -Lo que pasa es que este Horacio sigue emperifollándose en el baño -se quejó Manolita a las corridas. -A ese Horacio lo estampo contra la pared y se le chorrearán los sesos como a Sancho Panza -pegó un salto muy cómico el maestro, que estaba acompañado por un asustadísimo muchacho que Onetti no conocía. -Pero cómo le va -se le verticalizaron complacidamente las tablas del sobretodo azabache a don Joaquín cuando vio al visitante. -Me he preguntado tanto por usted y llega justo cuando nos pasan a buscar para que dé la conferencia en Humanidades. ¿Es que ha estado malo?
-No. Es que durante los fríos me estraga un vicio que suele ser definido como la madre de todos los Pérez. -Ah, la pereza -le relampagueó una carcajada rabeleisiana a Torres García, que se puso el reloj en el bolsillo antes de señalar a su acompañante: -Pues hoy tengo el placer de presentarle a un nuevo integrante de mi taller que es colega suyo: el literato Guido Castillo. Él dirigirá nuestro órgano programático, el Removedor. Y mientras veían estacionarse al coche de Leborgne el muchacho se abalanzó a apretarle la mano con devoción al hombre jeangabinesco: -Tengo pensado escribir un artículo sobre El pozo. -Parece que a don Joaquín se le dulcificaron los ímpetus trepanadores -se sacó el gacho Onetti para reverenciar a Manolita y a sus tres hijos, que se codeaban admirando la imponente floración de la luna. -Pues cuando Torres brinca ya es muy buena señal -pareció tintinearle la tercera orilla de la boca a la pequeña mujer dueña de una frescura desprovista innatamente de una edad definible. -Porque siempre termina cayendo en su polvo enamorado y santas pascuas. ¿No le apetece concurrir a una tertulia el sábado?
EPISODIO 2: TORRENTE
Barbarie
Ángel Rama llegó del cine a medianoche y fue directamente hasta la mesa donde Paco Espínola estaba leyendo con una voz más empapada por el dolor que por la caña: -Cuando lo sepultamos no querían abrir el cajón, para que no lo besara. ¡Avisen, canejo! ¿Porque estuviera así? ¿A m’hijo no lo voy a besar? Alcé la tapa… ¡Pobrecito!, estaba… estaba… ¡ah! Lo besé como nunca. Yo creo que si lo besé alguna vez fue cuando muy gurí… ¡Pucha, es que somos una manga’e bárbaros! Reservaos, secos con la mujer, con los hijos. Nos da como una vergüenza cuando sentimos que vamos a ser blandos… ¿no halla? A lo mejor se creen que no los queremos. Siempre con sequedá, sin mostrarles los dientes nunca… El pobre quién sabe qué se creería. ¡Pucha, qué bárbaros! Esa noche el máximo juglar del café Metro tenía como único oyente al poeta Pedro Piccatto, que se hinchó de odio mientras el recién llegado estropeaba la lectura con el largo chirrido de una silla.
-Siga, maestro. Por favor -se animó a agarrarle el codo el futuro pope transnacional al hombre con corbata palomita que ya acababa de cerrar inapelablemente Raza ciega. -Parece mentira lo que uno aprende al releerse -cabeceó Espínola, encajando otro cigarrillo en una de sus boquillas irisadas. -Yo recién me doy cuenta que con este cuentito hice un modesto aporte a la satinación del ser nacional. -Lástima que el ala que le falta a nuestra barbarie ilustrada esté demorando tanto en crecer -vació su caña el hombrecito de facciones angélicas y una doble joroba tan monstruosa que parecía inventada para una película. -Acabo de ver Casablanca y decidí inscribirme en los cursos de arte dramático -anunció el adolescente ya semicalvo, buscándose en el gran espejo empañado como si todavía no pudiese aceptar del todo su androginia condenada para siempre a la irradiación de una rimbombancia inocua. -¿Vio, don Paco? -clavó un dedo Piccatto en el ejemplar de Raza ciega. -El pitirufo no nos da pelota. Tenía razón el Aguador cuando decía que a estos plumíferos de watercló ni siquiera les importa que haya cámaras de gas para cocinar judíos. -Mi madre apenas terminó la escuela pero siempre me dice: A vos te va a salvar la amargura, por lo menos.
Y cuando Rama alzó un perfil ofendidísimo para empezar a defenderse Espínola lo hizo callar con más piedad que rabia: -Si querés aprender algo de verdad empezá por escuchar con respeto a los que sufren, charabón desplumado.
Guerras
La comitiva de los Torres fue traída en dos coches desde la Facultad de Humanidades, y Guido Castillo se quedó acompañando a Manolita y a Ifigenia mientras preparaban el café para llevar al taller donde se reunían hasta la madrugada a polemizar sobre la Segunda Guerra Mundial y el aquelarre criollo que provocó la aparición del Primer Manifiesto Constructivista en la península endémicamente traidora rebautizada como la toldería de Tontovideo por Julio Herrera y Reissig a principios de siglo. -Hoy en la Facultad sentí como si fuéramos una patrulla de apóstoles acorralados en una catacumba y les puedo asegurar que cuando salga el Removedor mis insultos tronarán igual que bazookas -gruñó el futuro docente-faro que a los veinte años ya era capaz de citar a Dante en italiano y a Virgilio en latín. -Es que hay que reconocer que Onetti tenía cierta razón aquella noche del 34 cuando nos aconsejó no vaciar los baúles y
enfilar hacia tierras más hospitalarias -se puso a contemplar la hinchazón del filtro la muchacha ya poseída por un quemante rictus de solterona. -¿Usted sabe quién era el periodista anónimo que le hizo este reportaje a mi marido en el primer número de Marcha, Castillo? -sacó una revista de la biblioteca pintada con colores puros la mujer de apacible invencibilidad. -Fue en el año 39, cuando la Asociación de Arte Constructivo se hundía entre los aplausos de los Yagos que echaron a correr el rumor de que Torres no sabía dibujar del natural y por eso inventaba laberintos geométricos. -Es que yo a Marcha recién empecé a leerla el año pasado. -Pues el periodista era Onetti -le rebrilló un enamoramiento divertido a Ifigenia. -La noche que se quedó sin comer jamón porque yo resulté la elegida para salir a comprárselo. ¿Quién iba a sospecharle esa caballerosidad? -Y cuando le preguntó a mi marido si no pensaba que en otro sitio de más alto nivel cultural hubiese sido acogido con mayor comprensión Torres contesta esto -acercó un parpadeo titilante Manolita al fanzine de confección muy rústica: -Posiblemente. Pero eso no debe interesar. Es en América donde es necesario que el Arte Constructivo se comprenda y se realice. Por eso he venido. Y no crea que no tuve avisos, profecías de gente bien intencionada que quería ahorrarme el
viaje y el fracaso que consideraban inevitable. Pero yo sentía necesario mi regreso. Y así vine, como un acto que la fe realiza, candorosamente si se quiere, sin pensarlo demasiado. -Ahora habría que preguntarle al caballero del jamón si piensa que este nuevo Taller donde se hará pintura figurativa abstracta también es un delirio -se abrió paso con la bandeja muy humeante Ifigenia para meterse en la noche plateada y llena de ladridos.
Torrente
-Nosotros vamos a ser la generación aggiornadora del ser nacional que Periquito el Aguador llamaba a cerras filas desde Marcha -se envalentonó Rama. -Y desde ya les adelanto que considero a Juan Carlos Onetti como uno de los precursores de nuestra cruzada. Por supuesto que junto con usted y Felisberto Hernández, don Paco. -La boca se te haga un charco -se las arregló Espínola para que una gran expiración de humo hediondo hiciera toser al adolescente seductoramente arremetedor sin llegar a afrentarlo. Piccatto se rio fuerte.
-Acabo de devorar El contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, un ensayo del antrólopogo Fernando Ortiz que introduce el concepto de transculturación a propósito de la síntesis identitaria que la América moderna recién empieza a construir comme il faut -se le desmandó la ampulosidad al futuro Yo el Supremo de las páginas literarias de Marcha. -¿Y pa qué hablás en gringo, charabón? Eso es mágica, nomás -pidió otra caña el hombre mandibular de genio, desbarrancándose hacia una borrachera que por lo menos ya empezaba a divertirlo un poco. -Así que a mí no me metás en ningún menjunje impresionista a lo Maupassant ni en manifiestos de la surrealidá. Yo satino como Andreiev y ya estoy cumplidísimo. -Y lo bien que hace -alzó su vaso el jorobado, relamiéndose una gota que parecía haberle emergido desde la calavera. -Mire: yo estoy seguro de que El pozo algún día va a ser considerado como el primer ejemplo continental de una prosa deculturadora y transculturadora al mismo tiempo, aunque ahora casi nadie lo comprenda -siguió escuchándose nada más que a sí mismo el muchacho que había entrado al café tarareando noveleramente As times goes by. -Y conste que estoy de acuerdo con quienes lo consideran un desahogo ingenuo y equivocado, pero es increíble que no se den cuenta que está lleno de vida y de arte.
-¿Pero cómo podés decir que algo que está lleno de vida y de arte es un desahogo ingenuo y equivocado? -hizo retumbar la mesa con un cachetazo Espínola. -Mirá: ¿sabés lo que sos vos? Un pavorreal que no va a volar nunca: te faltan nada más que las lentejuelas pa ser un mascarita completo. Y además te aseguro que Juan Carlos nunca nos va volver a regalar un torrente de ternura tan grandioso como el que fluye de esa concha que parece el ojo de Dios temblando frente al fuego. Y ahora Piccatto tuvo que sacar un pañuelo para aplastarse el brillo que lo transfiguraba.
Infidencia -Así que a usted también lo ha entusiasmado El pozo -le ofreció un cigarrillo Manolita a Guido Castillo. -Claro. Y Tierra de nadie me parece que debe ser la única digestión de la gran narrativa anglosajona moderna hecha en toda Hispanoamérica. -Pues a Payró y a mí nos produjo un estragamiento peor que el de un cocido hecho con barro -se sacó una hebra de tabaco de la lengua la mujer tintineante. -Y Torres no pudo sobrepasar las diez primeras páginas.
-Pero tengo entendido que El pozo le gustó. -Bueno, recuerdo que en París Torres también elogió a Lautréamont después de haberse aterrado con un solo Chant. ¿Y usted leyó a Céline? -Estoy luchando para descifrar el Voyage au bout de la nuit. -Ah. Eso sí que es horrendo -tiritó Manolita envolviéndose con un chal antes de apagar la luz. -Y pensar que ese doctor Destouches lo tiene tan deslumbrado a Onetti como si fuera el Dante. -¿Y su marido qué piensa de Céline? -Por ahora no piensa nada -carcajeó ella, más piadosa que divertida. -Porque cuando le traen esa clase de libros yo le explico de qué van y él los guarda sin abrirlos y luego los devuelve comentando que le causaron una gran impresión. -Bueno -comentó el muchacho, que empezaba a aprender a justificar el dogmatismo blindado de su ídolo: -Eso le compensará tener que zamparse lo más tranquilamente posible las monstruosidades de Picasso. -Es que Picasso destroza el arquetipo aunque condimentándolo con mucha paciencia se lo puede tragar. Es lo mismo que pasa con el decadentismo de Wagner. Y ahora que no está mi hija
le voy a deslizar una infidencia sobre Onetti. Mire que yo lo estimo bien, pobre hombre. Pero a nosotros nos confió el manuscrito inédito de Tiempo de abrazar, una novela que contiene una escena de amor que está a la altura de Romeo y Julieta y otra que supera en morbosidad al mismísimo Sade. Torres no la ha leído, por supuesto. Y cuando ya cruzaban el viento nacarado de la calle se frenó para agregar: -¿Usted se imagina a un hombre que contempla a una muchachita candorosa y piensa que ella es una cínica porque actúa como si no tuviera un sexo para parir como cualquiera de nosotras? -Es que él no se conforma con menos de la inmaculación -jadeó Castillo contemplando el hundimiento lunar sobre la bahía donde desembocaba el Pantanoso.
Continuará.
Leonardo Scampini INVASIÓN EXTRATERRESTRE Nunca había sido tan fácil conseguir una cita amorosa como en estos tiempos. Internet ha puesto en contacto a personas que de otro modo no se hubieran conocido jamás -sea que vivieran a una calle de distancia, en polos opuestos de la misma ciudad o separados por las fronteras de los países-, y ha
suavizado el
acercamiento. Internet lima la aspereza del encuentro cara a cara, esquiva la difícil tarea de disolver las barreras físicas,
le hace una finta
al miedo que casi siempre entorpece las presentaciones. En el espacio web no hay barreras que se interpongan y lo primero que se ve del otro, es el alma. El individuo se expresa con mayor libertad mostrándose como en realidad es, o sacando de la manga, la carta de la persona que le gustaría ser. Navegar con ese otro yo en la geografía virtual es un juego de niños; pero si al otro yo no se lo puede traer a superficie en el primer contacto físico, el compañero
de chat quedará
descolocado ante el notorio cambio de personalidad. Con Sandra me pasó exactamente eso: quedé fuera de línea. Extrovertida, vivaz y resuelta en facebook,
se mostró tímida,
atascada y contenida en el mano a mano. En lo que hubo concordancia idénticamente
fue
en
la
apariencia
física.
Su
rostro
era
bello al que había conocido por fotos, pero me
había quedado corto en las previsiones sobre su cuerpo: cuando
estuve frente a ella por
primera vez, comprendí que sus
encantos se ubicaban un paso por delante de mi imaginación. Bajo las nuevas condiciones que el retraimiento de Sandra había instalado en el plano de lo real, la dificultad residía en recuperar la fluidez que la relación había cultivado en el espacio web.
Por
el vínculo
mismo,
magnitud de su belleza,
y porque
tras descubrir
la
el deseo de llevármela a la cama
empezaba a convertirse en una idea fija. Lo primero fue provocar el deshielo a través del humor, y lo segundo, recurrir al lugar común de familiarizarnos con nuestras respectivas
historias personales y nuestras posiciones políticas.
Los detalles de su vida me los guardo porque están marcados por ese tipo de
tragedia que a nadie le gusta tener; en
cuanto a sus creencias me adelanto a decir, que son del tipo que hacen suponer que algo no anda del todo bien en una cabeza. Es de lo más normal creer que el poder
está en
manos del
presidente de cada país, que en él recaen las decisiones, que todo pasa por su filtro; otra
lectura
aceptada
como normal es la que sitúa al poder real detrás del cargo político y en manos de los dueños de las corporaciones transnacionales. Para Sandra había un tercer nivel. En la trastienda de la autoridad
política y del empresariado,
estaban los alienígenas, seres que vienen de otro planeta y ocupan los cuerpos de las altas jerarquías de la humanidad para llevar a cabo sus terribles planes. Anatómicamente similares a los reptiles, no se alimentan con materia orgánica sino tomando nutrientes de un tipo de
energía -la negativa- que la
especie humana emite. El poder
no les interesa, ni la acumulación de capital. Su objetivo es sobrevivir y para ello necesitan generar estados depresivos en las personas, abundante onda negativa, cantidades industriales de mala energía. No se devaluó la moneda en
Brasil, ni cayó
la bolsa de valores en Tokio; no se agujereó la capa de ozono ni aumentó la temperatura de la Tierra; no se redujeron las fuentes de trabajo, ni apareció un nuevo virus letal, ni sucedieron los terremotos y las inundaciones de las que tanto hablan. Los reptilianos inventan esas noticias para que estemos todo el día amargados, tristes y con la cara estirada hasta el piso por el bajón. Los reptilianos siembran divisiones para que los
humanos siempre
estemos peleados
entre
nosotros
y
hagamos de nuestro habitat un lugar horrible. De esa radiación de energía nefasta ellos se alimentan, de ese vaho
que emana
de los cuerpos de la humanidad. Su platillo favorito es la gente al borde del suicidio. Con esa carga energética se nutren de omega 3 y un complejo vitamínico de lo más variado. De
todo
eso
hablamos
y
ella
se
sintió
confiada.
Luego
cocinamos juntos, cenamos, y terminamos contándonos chistes y haciendo adivinanzas. En algún momento ella dijo: “Somos muchos hermanitos, en una sola casa vivimos, si nos rascan la cabeza, al instante morimos”, y como yo conocía la adivinanza, ni corto ni perezoso le pregunté: “¿si adivino me gano un beso?”
Ella asintió
y del beso pasamos a las sábanas y de las
sábanas a una noche soñada. Con el objetivo cumplido, mis pensamientos habían dejado de ocuparse de su escultural cuerpo para concentrarse en su
peligrosa cabecita.
Ella no tenĂa todos los patitos en fila y
teniendo que pasar la noche a su lado, no pude evitar que un segundo antes de dejarme
caer por el tobogĂĄn del sueĂąo,
un
miedo me erizara la piel de sĂłlo pensar en la posibilidad, que ella metiera un reptil en mi boca mientras estaba durmiendo.
Michel Caprioli
Esa ola animal, salvaje e ignorante que inmediatamente levanta cada golpe duro de la crónica policial; aterra. Angustia. Arroja una enorme oscuridad sobre cualquier futuro a sospecharse para nuestras sociedades y también; por si con esto no alcanzase, revela la podredumbre y toda la miseria de ese horrendo pozo donde nuestra pulsión brutal y homicida – particular o colectiva – trata de liberarse ni bien pueda y la dejen. Hay lecciones históricas que estamos condenados a repetir cada un par de generaciones. Parecería que si y no se si haya mucho para hacer al respecto. Parecería que toda enseñanza; que toda conclusión es olvidada por mero olvido y porque también hacemos nuestro mejor esfuerzo para olvidarla. Olvidamos - o nadie nos lo enseñó jamás - que el primer objetivo de toda civilización es controlar de una manera u otra esa bestia para atarla y reducirla a su mínima expresión para hacer así más o menos posible la convivencia en sociedad. Imposible descartar el olvido. Imposible dar por sentado lo elemental porque a las primeras, segundas o terceras de cambio aparece la horda. Una horda de padres, madres, hermanos, buenos compañeros de trabajo y toda clase de gente que limpia siempre la caca de su perro, trabaja todos los días y no debe un peso en las tarjetas que sale a pedir por penas de muerte, por sogas, por alambradas y cadenas perpetuas, por militares en las calles, por arietes partiendo puertas de ranchos en la mitad de la noche,
por bala limpia, por palo y por presos de 12, 13 o 14 años con condenas que les cuadrupliquen la edad; por el dinero que se gasta en mantenerlos, por jueces, por leyes, por picanas o por cualquier otra cosa que – real o imaginaria, razonable o delirante – justifique ese mismo instinto asesino que ni siquiera saben que también los encharca liberando al bruto. La misma mugre sociópata que los escandaliza. El mismo instinto predador del que piden protegerse. Un gigantesco ejercicio de psicología invertida inunda las redes vindicando sangre, haciendo cuentas, catalogando muertos y reclamado por mal; por mucho más mal como única respuesta posible para el combate de todo el mal que por si misma crea. ¿Tan generosos, tan inmaculados y tan buenas sociedades hemos sabido hacer como para reclamar tanto sin reventar de hipocresía y cinismo? La historia del mundo también puede contarse por el permanente y denodado esfuerzo del Hombre para diseñar toda suerte de artefactos intelectuales, religiosos, jurídicos, sociales y políticos para contener los avances de su propia e ineluctable condición, de su Thanatos larvado y omnipresente. El fascismo, el autoritarismo, el ejercicio de la violencia por cualquier persona individual o jurídica, el despotismo en todas sus formas, la desigualdad consagrada, la injusticia en y por todo concepto y la subordinación del Estado de Derecho al griterío de la turba indignada solo alimentan y fortalecen a la bestia. Hoy el mundo parece pedir por ver su Thanatos creciendo de nuevo. Libre, suelto. Descontrolado.
No quieran recordar como nos fue la última vez que nos pasó. No quieran saber como nos va a ir la próxima vez que nos pase.
Leonardo Martinez Mato “ANZUELOS EN EL PAN” No confío en nadie con treinta y dos dientes, cantó citando a los Titás desafinado como siempre. El aire había mejorado, con pájaros probando el veneno, bailando en búsqueda de oxígeno, haciendo maravillas con el viento. Deben ser capaces de engullir una cascabel para sobrevivir en la urbe, pero allí están, ancestrales entre los edificios. La panadería de Mario está siempre abierta y tiene lo más selecto de su clientela por la noche. Todo yonqui que camina acaba en su horno. Allí va uno, escondido de sí. Fantasmagórico. Se diría que hecho de sombra, sin voluntad. Allá otro. Ahí una patrulla vigilando que nadie moleste a Mario, porque está al día. El flaco que canta llega a la pensión consumido por la ansiedad de consumir lo que el clásico bolsillo chico de sus clásicos jeans guardaba. En segundos juega a las estatuas y no podría decir su nombre completo, porque cubre el “instrumento” de ceniza almacenada con ese fin y vierte el contenido íntegro de las cuatro dosis. Su estilo es frenar al borde del despeñadero. Como esculpido por un expresionista principiante, se mueve tropezando por la casa con un bloque de hielo en el pecho y la cabeza abstracta. Hasta despertar buscando minuciosamente trocitos de sustancia del tamaño de un grano de azúcar a su alrededor, para metérselos bajo la
lengua. Realmente amargo. Luego es la pesadumbre, vencer a las ganas de volver por más, para no debilitarse, dormir y no perder el laburo. No sabría decir por qué lo hace. Sin duda porque hay anzuelos en el pan, a la orden del cliente, durante todo el día en la cadena de comercios menores del jefe de Mario, que abarca el continente, dispersos como moléculas, con infinidad de administradores invisibles. A ver si bajamos los “cartelecitos”, los de adelante, ché, que los pibes están muertos. Como si importara… MUÑECOS DE NIEVE Cuando murió su padre, el Negro, de ocho años, lo construyó de nieve. Era la tercera o cuarta vez que nevaba gris, en capas menos poéticas que tóxicas, en Montevideo, lejos del centro. Víctima del gatillo fácil de la cana, el viejo ni siquiera vio con las manos en alto, pasar un segundo de su vida, entre balazos, y fue frustrada su exitosa carrera de desocupado y hurgador que prometía continuidad en ambos cargos. LADRONES DE BICICLETAS La cara del pibe de la bicicleta se borroneó en su mente. El Euskalerría reptaba con olor a quemado, porfiado como buen vasco. El damnificado se asustó mucho y corrió salvando así championes y celular. Pedro no pensaba en hacerle daño, era solo pelarlo como un plátano y volver al dealer. –Todo bien fiera? Qué me traes? Otra chiva? No te
regalés, no me regales. Tomá. Empezó a pegarle apenas lo guardó en el puño, espiándolo por entre los dedos, segregando saliva. Eran como leños ardiendo en la cabeza, al tiempo que su corazón se aceleraba. Si pudiera estar siempre así… Tomó por los abrojales hasta hallar la bajadita a la cañada, con piloto automático. Tres pequeñas bolsitas guiaban sus pasos desde la mano sudorosa. Tuvo un flash de que al pibe lo conocía del liceo, del barrio. Mientras, verificaba todo estuviera en su sitio, la pipa, las cenizas, el par de remeras viejas que disponía para recostarse en aquel agujero , frente a la corriente de agua decrépita y sucia que divide el “cante”. Su cabeza voló hacia atrás, cayendo hace un par de años, como esos paracaídas de piedra y nylon que le enseñó a hacer su padrastro. Los cables con calzados viejos enroscados por los cordones, los focos de luz rotos, la baranda oxidada de la costanera. Las viviendas cooperativas que despiertan tímidamente poblando los almacencitos y demás con sus cascos amarillos, grises de humedad. Y nunca en vano, el asentamiento, que parece hundirse y reaparecer en el vaho.
Israel Grajeda
Proxy
A mi familia.
Belén Abrí los ojos y una luz intensa brillaba sobre mi(s ojos), escuché una voz que me llamaba por mi nombre —Empíreo, ¿Me escuchas? —miré a mi derecha y se encontraba un científico con tapabocas observándome, pero la voz era femenina, así que miré a la izquierda, y ahí se encontraba, llamándome por mi nombre, una doctora que sonrió y pidió que me incorporara sobre la camilla en la que ahora, me encontraba recostado; investigué rápidamente a mi alrededor y se trataba de un cuarto de “Análisis Nano-tecnológico”, en donde se hacen las activaciones de autómatas y a donde deben regresar si tienen algún desperfecto; es lo más cercano al parto que los androides podemos aspirar. En esos cuartos de análisis siempre hay por lo menos un gerente de robótica, encargado de la supervisión de la auto-reparación o intervención nanotecnológica de los autómatas. —Archiva éste momento Empíreo, pues a todos los humanos nos gustaría recordar nuestro nacimiento —anunció la doctora. Justo frente a mí, en la (cohabitación), y sentada sobre una camilla; se encontraba un androide neuro-tecnológico que me observaba fijamente; mirando a aquel ser pronuncié mis primeras
palabras: —Aún no estoy completamente activado —la doctora se sonrió. —Es verdad, ¿en donde esta Noel?, siempre sale al baño sin avisar. Aunque… no lo he visto durante toda la mañana —en el altavoz del cuarto se escuchó a una fonación impaciente decir que estaban listos para dar pie a la última actualización; mensaje que seguramente provenía de habitación continua. —Saldré a buscarlo —pronunció el electromecánico dando dos pasos hacia la puerta mientras de pronto yo advertía… —Actualización en proceso —todos me miraron y debajo de mi camilla salió el ingeniero neuro-robótico presumiblemente llamado Noel. Con dos señas en el cuarto de al lado comenzó la actualización en el androide que hasta ahora no me había quitado la mirada de encima. —Actualización completa —le presumí a los presentes. Miré a la doctora y a su mueca seria, le dije que ahora me encontraba totalmente activado y nuevamente sonrío. Así fue mi nacimiento. En el cuarto todo era silencio, como si todos en la habitación hubieran presenciado un acto perverso; cuarenta y cinco segundos después, (en la cohabitación), aparecieron aplausos y todos sonreían, incluso el androide que para entonces, ya sabía se llamaba Victoria. En la habitación en la que me encontraba, la doctora y el electromecánico se abrazaron, todos los otros personajes se dieron la mano y se felicitaron entre sí; el ingeniero neurorobótico me miró a los ojos y me dijo: —Haz lo que sabes hacer, ahora las conciencias dependen de ti y de tus habilidades. —¿Qué hacías allá abajo Noel? —espetó la doctora frente a mí. —Me he quedado dormido, ahora si me
disculpan… voy a inventarme una explicación —saliendo por la puerta automática sentencio:—. Empíreo, tu existencia tiene un propósito, cumple con el. 12:01 pm empezaba mi camino en busca de corazones sanos. Manual Las siguientes dos horas transcurrieron con pruebas de movimiento y coordinación en la habitación de activación y compostura, todo bajo una estricta supervisión humana. Ahí, todos parecían alegrarse con cada prueba superada; todos hacían anotaciones acerca de los avances logrados en sus libretas digitales, aunque yo ya sabía que lo verdaderamente importante los humanos lo “almacenaban” en su corazón. Concluidas las actividades casi circenses (a)- las que me veía motivado a realizar-, salimos de aquella habitación y caminamos por detrás del grupo de científicos que acompañaban a Victoria; el corredor se percibía frío y solitario; esporádicamente el altavoz con algún mensaje te interrumpía el pensamiento. Llegamos a la sala de conocimientos teóricos y a nuestra llegada, autómatas suspendieron sus actividades y vaciaron la habitación para que Victoria y yo comenzáramos con las nuestras, nos pidieron sentarnos a una distancia considerable para que cada uno respondiera a su manera; la distancia a la que nos sentamos era exactamente cien mil veces menor la distancia entre la luna y la tierra, así, a esa distancia; nos mantuvimos las siguientes mil horas,
respondiendo el examen teórico de conocimientos primordiales universales del ser humano. Las respuestas eran todas correctas pues las preguntas eran todas fáciles, matemáticas, biología, anatomía, psicología, sociología, física, química, geografía, geotecnia, artes; todo tema imaginable e inimaginable que el humano ahora concebía como cierto, y que al parecer; eran cosas que escapaban a su comprensión siglos atrás. Una luz verde iluminó nuestro asiento y el científico en turno (ya que se habían estado rotando en lapsos de nueve horas) que se encontraba a las afueras de la sala, entró sonriente y dijo… —Felicidades, han terminado antes de lo esperado —por radio informó del actual estado del programa—. Proxy listo y aprobado con honores en la sala de conocimiento —anunció. Aguardamos unos minutos de pie y cuando el grupo de científicos estuvo reunido; de nuevo el corredor sin curva alguna hasta el ascensor, nuevamente sugerí que las damas siguieran adelante y así el equipo de Victoria descendió al segundo piso; los modales socialmente influyen en el comportamiento de los demás hacia uno, tomamos el siguiente elevador y los alcanzamos en la zona de ensamblaje robótico (ER) ahí tendríamos que mostrar nuestras habilidades para con nuestros semejantes y su complejidad mecánica e informática; nuestras siguientes 24 horas transcurrirían ahí, con los que entonces fueron nuestros primeros sublevados. La noticia de que el proyecto Proxy ya se encontraba activado y en proceso de manuales, era debate minuto a minuto en todo el mundo; era tan polémico porque todos los recursos humanos y
económicos como fueron posibles, se otorgaron para su fin, y por lo tanto, tendría que ser exitoso; eso lo sabía porque desde mi activación me había encontrado navegando entre los pensamientos de la población mundial (Intercom), ya almacenaba sus opiniones. Noel tomó voz al terminar en ER y serio nos contemplaba a Victoria y a mí. —Ahora iremos a la Universidad de la Sabiduría Absoluta (SA) para que manipulen cuerpos humanos… —dijo con sus expectativas en la mirada. El momento había llegado, saldríamos del conjunto arquitectónico y podríamos estar cara a cara con el Sol. El ascensor nos llevó a la planta baja del Edificio de Aplicaciones Tecnológicas, todos los que no estaban asociados a la etapa de organismos neurotecnológicos nos miraban casi sorprendidos, como si fuera irreal nuestra presencia ante ellos. Al salir del Centro Proxy el número del grupo se redujo a la mitad, ya que al ser la interacción directamente con humanos; los mecánicos, robóticos, eléctricos y demás profesionales capacitados, no eran indispensables, salvo Noel, quien era el más vasto de todos para manejar organismos de nuestro tipo, era la última etapa del manual a la que llamaban “Preparación”. Ya en el vestíbulo, una luz dorada se reflectaba en el piso blanco, cruzando el vitral de entrada justo frente a nosotros, se encontraba el “astro rey”, parecida a la luz deslumbrante en mi nacimiento horas atrás, pero dorada, inmensa y reconfortante para todos los demás; complementando al cielo en su azul celeste. Tan bella pintura de verdad… Todo en la Facultad de Medicina de la SA, transcurría perfectamente; los cuerpos donados a la medicina (obligación de todo humano al
morir por óbito) que se asignaron, fueron examinados y diagnosticados, también todos fueron intervenidos conforme los médicos nos indicaban y al termino, ellos revisaban y evaluaban el desempeño alcanzado; así fue durante los siguientes tres meses, tiempo durante el cual, se nos dejaba “descansar” a partir de las 23: 00 hrs. y comenzábamos nuevamente a las 07:00 hrs., yo me pasaba toda la noche navegando entre los pensamientos de la población mundial y sus opiniones. Terminamos en la SA y regresamos al Complejo Proxy; en pocas horas fueron publicados los resultados y subidos a las frecuencias de pensamiento (Intercom), la divulgación fue instantánea y así el proyecto Proxy quedaba listo para comenzar a trabajar directamente con humanos infectos de óbito a partir del banderazo político de la UNSCH (Unión de Naciones por la Salud y Conservación Humana) que comúnmente era llamada por su nombre anterior: UNASA; fecha que tardaría aproximadamente una semana más, pues la etapa de preparación había terminado antes de lo agendado. Para entonces, Victoria y yo habíamos tenido nula interacción, todo se reducía a la mirada fría que ella me ponía encima cada que le era posible, sin embargo ambos charlábamos mucho con Numen; Especialista, Cirujana y Doctora en Sociología y Antropología, encargada de las dudas socioculturales en nuestro trato con organismos biológicos (humanos), es decir; era nuestra traductora y guía en los ámbitos de comunicación.
Hermes Arrestarazu Del amor Ensayo para una futura generación
Aunque sea el fin del amor
yo he visto el fin del disfraz
yo quiero el fin del dolor
pero no hay fin siempre hay más
No existe sombra no existe culpa
no existe cruz.
Charly García, Pedro Aznar, Tu amor, Tango 4, 1991 Pocos temas seducen tanto la atención de multitudes día a día, como los asuntos amorosos. En las siguientes líneas intentaré mostrar sucintamente porqué esto ocurre, en qué medida es un problema -siempre que quedemos atados en los corrales del amor romántico-, y esbozar una forma en la que nos podamos liberar de las trampas, a un tiempo que podamos disfrutar de lo que el amor tiene de maravilloso. Pero primero tenemos que aclarar de qué cosa estamos
hablando. En nuestro idioma amor designa cosas diferentes. Por un lado está, por ejemplo, el amor a la patria o a la
humanidad. Por otro el amor a los hijos o a los padres, o hermanos. En este texto nos concentraremos en un sentido de la palabra amor: aquél que refiere a lo que sentimos y vivimos con respecto a una persona que nos atrae sexualmente, y tocaremos brevemente, pero no de forma menor lo que refiere al amor hacia los amigos. Con esto aclarado, es tiempo de comenzar a considerar este asunto.
El maldito amor, que tanto miedo da Carlos Solari (Indio), El pibe de los Astilleros, La mosca en la sopa, Patricio Rey y los redonditos de ricota, 1991 Llamamos amor a un sentimiento que ocurre en uno que se siente enamorado de otra persona. En este momento tanto da de quién es que la persona enamorada lo está. Se trata de un sentimiento bastante bien descrito desde larga data en la literatura romántica y amatoria, incluso en la de peor calidad. Cosas como "tener mariposas en el estómago", dejan bien en claro que estamos hablando de un sentimiento que ocurre en un cuerpo humano. Y en tal sentido resulta particularmente interesante que nos basemos en los estudios que se han hecho sobre la química del amor. Pero no teman, no pienso hacer de estas líneas un tratado de química, lleno de bellas e intrincadas formuaciones y nombres de glándulas que segregan las mismas en nuestos
sistemas vitales, de forma tal que puedan actuar sobre todo nuestro cuerpo, agitando el pulso, entrecortando la respiración, y sobre todo, inundando de sustancias nuestro cerebro. Porque este es sin duda el aspecto biológicamente más relevante de lo que llamamos amor. Cuando nos enamoramos se segregan diferentes sustancias que afectan nuestro sistema nervioso. Las mismas hacen que nos sintamos especialmente bien, hacen que entremos en una suerte de euforia. Las mismas son segregadas ante el estímuo que es la persona amada, y es interesante hacer notar que cuando la persona amada no se presenta -en tanto estímulocesa dicha producción. Podríamos sin temor, y hablando como legos biológicos, decir que el amor consiste en un estado de excitación
equiparable
al
consumo
de
una
droga,
si
bien
contando con la imparable ventaja de ser nuestro propio cuerpo el productor de la misma. Por eso ante la privación de tal estímulo, o el temor de la privación, actuamos igual que el adicto al que se priva de su sustancia. Reaccionamos con agresividad o caemos en una angustiosa resignación; paranoicamente preveemos la pérdida e intentamos dominar al estímulo -que no olvidemos es una
persona-, o intentemos destruir a quién imaginamos causante de la pérdida, sea un tercero, o sea el propio estímulo, esto es, la persona, que a pesar de nuestro amor no logramos ver como tal, nublados por la niebla de la química amatoria. Esta etapa de amor adictivo tiene una duración limitada, ya que las sustancias que nuestro organismo segrega ante el
estímulo van bajando con el tiempo. Se prolonga entre un año y medio, y hasta unos tres años. Transcurrido ese lapso, el enamoramiento cesa. El maravilloso disfrute de la droga se acaba, y con él las luces que brillaban en la noche de la pasión. ¡Pero yo conozco parejas muy bien avenidas que han durado más! Saldrán a decir algunos. Está bien, yo también las conozco. Ya llegaremos a hablar de ellas. Por ahora hemos considerado la fabuosa experiencia del amor, en tanto malabarismo de la química en nuestros cuerpos que nos hace marionetas de las secreciones y de las glándulas y de todas esas cosas que nunca supimos que ahí estaban. Y que por eso mismo hemos intentado explicarnos en otros términos, entre los que destaca sin duda, la poesía romántica.
Hoy encuentro en mis cuadernos trozos de tu amor eterno
Ruben Rada, Mi alcoba, Descarga, Totem, 1972 Cómo dijimos previamente, el amor lo sentimos ante la existencia de un estímulo, estímulo que en realidad es una persona. Claro está, lo mismo podríamos decir del simple estímulo sexual. Vemos, oímos, pensamos en tal o cual persona y
nos
excitamos.
¿Se
trata
de
lo
mismo?
No.
Mientras que la mera excitación sexual cede su lugar a otros contenidos mentales al poco tiempo, a veces de forma casi instantánea, los sentimientos de amor tienen una peculiar
persistencia. Incluso sin ser correspondido, el amor tiene la tendencia a durar, a ser un sentimiento que no se agota fácilmente. Aunque en algún momento, como ya vimos, se acaba. La primera diferencia, está en el mismo plano biológico que antes estuvimos considerando. La atracción sexual está regida por otros procesos químicos, que suelen ocurrir en forma conjunta
con la
estimulación
amorosa, pero
que también
pueden ocurrir por separado. Entonces lo importante ahora es intentar entender porqué desarrollamos esta tensión especial, este sentimiento, este torrente químico. Lo que diré ahora no se basa en sesudos y académicos estudios, sino en la consideración de múltiples lecturas y un poco de conjetura y mucho de interpretación personal. Sabrá el lector disculpar que pase de un terreno que realmente creo mucho más sólido a este otro, tan resbaladizo. Toda persona que se enamora, es antes de ser alguien enamorado, una persona en una sociedad y en una cultura dadas,
históricamente
situada
en
forma
precisa.
En
esa
sociedad y cultura habrán formas prescritas para los distintos roles que la persona ha de ir ocupando a lo largo de su vida. Hay un cómo ser hijo, un cómo ser padre, empleado, criminal, héroe, y por supuesto, un como ser amante. Dado el caso de haberse desatado el amor según lo describimos
antes,
entonces
la
persona
asumirá
las
características que la sociedad ha prescrito para él o ella, con los matices posibles según la posición social respectiva de los
amantes, y según otros detalles que usualmente no quedan del todo delimitados en estos funcionamientos sociales. Aquí debo aclarar algo que excede lo que este ensayo se propone exponer, pero que es un supuesto con el que estoy trabajando. Toda sociedad produce ciertos arreglos de roles, de guiones, a ser vividos por los actores sociales -en este caso personas- cuando la ocasión lo indica o propicia. Pero la producción de tales guiones y la forma de ser vividos no tiene la perfección de una máquina de relojería. Por diferentes razones siempre se produce un cierto grado de desajuste entre la preparación y programación de la vida a ocurrir que la sociedad organiza, y la ocurrrencia real de la misma. Tal nivel de desajuste no corresponde a lo que el actor se
representa como desiciones libres -los actores de los roles prefijados también se representarán en sus mentes sus acciones
como desiciones libres- sino a niveles de desacierto en el funcionamiento social. Desacierto que es una necesidad absoluta para la continuidad de la vida social, ya que sólo él permite la adaptación a nuevas circunstancias, y el desarrollo de nuevos procesos. Así
pues,
-generalmente-
lo
que
seguir
hacemos un
cierto
una
vez
guión
de
enamorados, cómo
ser
es un
enamorado. Casi cómo si tuviésemos una lista de acciones a realizar. Recuerden si no en su adolescencia, ante un primero o
segundo amor cómo uno busca saber que debe hacer. Cómo si el hacer frente a la situación amorosa fuese un saber prescrito
Y lo cierto, es que -postulo- está prescrito en la cultura de una sociedad dada, de cada sociedad dada, la forma en que comportarse ante el amor. En
nuestra
sociedad,
lamentablemente,
la
forma
de
comportarse ante el amor, no es otra que el llamado amor
romántico.
Antes que tú no había nada
después no hay nada más que tú
Eduardo Darnauchans, Claros, Presentación, Jorge Galemire, 1981 Un estudio completo del amor romántico debiera comenzar en la Edad Media, y dedicar especial atención al Romanticismo, ese movimiento espiritual y estético europeo del que tomó nombre. Pero aquí tenemos una intención mucho más modesta, que se limita a intentar entender lo que de esa larga y rica tradición se expresa en nuestro tiempo y lugar bajo el rótulo de amor romántico.
Reproducido por las textualidades que atravesan una y otra vez nuestra vida, el amor romántico -lamentablementees la forma imperante de vivir el amor. Las telenovelas lo proclaman,
las
canciones
lo
iluminan,
las
conversaciones
informales lo condensan y la publicidad lo entroniza. Su relato básico es, un jóven blanco y buen mozo conoce a una jóven blanca hermosa. Se flechan instantáneamente. Deben superar
ciertos obstáculos para estar juntos. Y una vez que lo han logrado la felicidad para ambos es completa. Detengámonos a pensar algunas consecuencias de esta narración.
Lo
primero
es
que
el
amor
romántico
es
escencialmente un relato de amor heterosexual y europeo o europeizante. Tales cosas son necesarias para adscribirlo al entorno cultural dominante, y para regirse por y erigirse en rector
de
una
serie
de
conductas
que
tienen
como
fin
preservar la sociedad dominante. Lo segundo es que el amor romántico ocurre ente jóvenes: las personas de mediana edad, o de edad avanzada son ocultadas en el texto del amor romántico. Ellas no pueden ni postularse. Porque además, supone la belleza de los amados. Lo que es feo, como lo que es amerindio, o lo que es africano, o viejo, o gordo, o implica atracción por el propio sexo, queda todo ello inhibido de ser aceptable como amor romántico, y por lo tanto, queda proscrito como amor. Lo
tercero
es
que
es
un
relato
que
postula
la
inevitabilidad de un final feliz, una promesa de felicidad eterna, un acceso al beatífico cielo en la tierra. Los obstáculos que se presenten serán superados, porque el amor les dará fuerza -y nótese que la descarga química realmente te da energías para cosas que no serían posibles en muchos otros casos- para lograr sus
objetivos.
Pero ahora vamos a bajarnos de la tarima del relato amoroso romántico.
Y vemos que vivimos en un país en que la mayoría no es rica, y tiene que trabajar, y enfrentar problemas que no son solubles, ya que las posibilidades de desarrollo de una persona están
determinadas
en
forma
casi
inexorable
por
sus
condiciones de nacimiento. Y así si uno es pobre, u oscuro de algún modo, o ha pasado ya de los treinta y tantos, o si
gusta de personas que no son aquellas por cuyo cuerpo debiera sentir atracción... el amor no será el destino que habrá de hallar. Así el relato del amor romántico parecería sólo comprender a los hetersexuales jóvenes de las capas medias y de las clases dominantes de la sociedad. Pero… Cómo vimos la felicidad química que el amor proporciona, esa energía adicional que allana los problemas imaginables e inimaginables, se extingue tras pasar algún tiempo. Y se extingue para el peón, pero también para el estanciero. Así que el amor romántico se constituye en la mayor mentira impuesta sobre toda la sociedad. ¿Cómo es entonces que lo seguimos defendiendo, cómo es que se sigue creyendo en él? La respuesta tiene dos partes. La primera está en la naturaleza química del amor. Cuando uno siente amor, ¡caray, se está entre las nubes! La sensación es tan gratificante, y su recuerdo tan perdurable, que deseamos que la promesa de un amor infinito fuese cierta. E incluso cuando perdemos uno, nos
proponemos buscar uno más verdadero. En incluso cuando no lo hallamos, queremos tanto creer que fue posible, que realmente
ocurrió,
que
corregiremos
los
detalles
del
recuerdo,
para
engalanarlo con los presupuestos del arquetípico relato, y confeccionaremos con él una irrealidad a la medida de los supuestos que cargamos como el peor de los yugos. La segunda es que precisamente al injusto modelo de sociedad vigente, el amor romántico le resulta muy funcional. Una
amor
entendido
como
posesión
del
otro
estará
en
consonancia y legitimará una sociedad basada en la apropiación de lo necesario para la vida conllevando la exculsión de los no propietarios. Un amor que se sella en un contrato. Cuyo simulacro se vende. Y cuyo final implica punición económica. Una amor que por su propia imposibilidad garantiza que quién lo sienta pierda al llegar el fracaso, mucho tiempo que podría dedicar a cambiar el mundo.
Y me envenenan los besos que voy dando
y sin embargo cuando duermo sin tí, contigo sueño Y con todas si duermes a mi lado
Joaquín Sabina, Y sin embargo, Yo mi me contigo, 1996 ¿Existe acaso una forma de liberarse de este sino? ¿Es posible hallar otra u otras formas de vivir el amor que no sea el amor romántico? Pues, sin duda que hay formas diferentes que sí pueden existir, y un estudio de las sociedades históricamente distantes o de las que tienen culturas muy discímiles nos mostrará
situacines horrísonas o maravillosas, pero claramente diferentes en sus supuestos, símbolos y valoraciones, de todo lo que tenemos
nosotros
en
nuestro
inventario
europeizante.
El principio de este problema y de su solución radica en seguir oprimido o liberarse. Y cómo en todo otro caso, la liberación pasa
no
por
una
acción
del
individuo
-ese
supuesto
indefendible- sino por una acción conjunta de personas que realicen
nuevas
formas
de
relacionamientos
posibles,
que
edifiquen nuevos relatos, y los vertebren de un modo tal que permitan avanzar hacia una sociedad más justa. Porque todo el andamiaje del amor romántico recibe apoyo de las instancias de poder social por su capacidad para apoyar la reproducción del actual estado de cosas. Y por lo tanto todo
intento
de
construcción
de
un
relato
amoroso
contrahegemónico habrá de estar resistido desde el poder. ¡Alto!, dirán varios. En los últimos años se han visto varias narraciones, incluso en los medios masivos, que incluyen otros modos de relato romántico, e incluso arreglos familiares diferentes. Es muy cierto. Pero esto tiene que ver con la característica de las sociedades transmodernas de utilizar los discursos que la cuestionan para neutralizarlos, para mostrarse accesible a ellos en una búsqueda de esterilización de su potencial revulsivo. De todas formas, se trata siempre de relatos
tangenciales,
que
entre
otras
cosas
tienen
como
función, reafirmar el modelo central de una sociedad en la que el simulacro de novedad desarrolla una alteridad lícita, para contraponerla a una alteridad ilícita.
Al fin y al cabo también somos amigos
que es la parte del amor que hay que cuidar
El Sobrino del Diablo (Juan Gómez González), Zombis en el metro, El cuarto de las ratas, Barcelona, 2007 ¡Pero y he visto parejas felices continuar por años y años!, volverá a objetar alguno. Y dejemos de lado aquellas parejas que simplemente siguen por conveniencia o temor, fingiendo una felicidad no real. Lo cierto es es hay parejas que viven y son felices -otro día discutiremos qué cosa sea la felicidaddurante muchos años. ¿Es que a ellos no se les aplica el agotamiento de la dosis química del amor? Lo que aquí entra en juego es otra mezcla química, es la química
de
la
amistad,
que
también
consiste
en
ciertas
segregaciones que afectan el cerebro produciendo un cierto efecto de gratificación, y que se presentan ante un estímulo que, otra vez, es una persona. Sin duda a simple vista resulta muy parecido. Pero en nuestra cultura la amistad es presentada como algo diferente del amor, aunque tal diferencia se halla fundada en que el amor es representado siempre como el amor romántico. No se deja un lugar para el amor de amistad en la concepción social dominante. Es muy común que de hable de la imposibilidad de amor entre hombres y mujeres, o que se discuta por el contrario su viabilidad. Y más recientemente se
ha comenzado a discutir si es apropiado o no que las personas que son amigas tengan o no relaciones sexuales. Todo eso porque el ideal de amistad ha sido privando de eroticidad al mismo tiempo que toda la eroticidad legítima se volcó al imaginario romántico del amor. De hecho nada impide que uno esté enamorado de alguien de quién es amigo, y por lo tanto, se puede disfurtar ese primer maravilloso período de autointxicación química, y antes durante y después de su finalización vivir una bella amistad. De algún modo, la conclusión mejor a la que puedo llegar, es que el mejor amor para vincular una pareja u otras articulaciones equivalentes, es aquél que es propio de una amistad, a la que unimos un propósito común en la formación de una pareja o similar, una comunidad en lo afectivo, en lo económico, en lo vivencial y -¿porqué no?- en lo sexual.
And we kissed, as though nothing could fall
And the shame was on their side
Oh we can beat them, for ever and ever
Then we could be Heroes, just for one day
(Y nos besamos, como a pesar de que nada pudiese terminar. Y la culpa estaba del lado de ellos.
Oh, podemos ganarles, para siempre.
Y entonces podremos ser Héroes, sólo por un día)
David Bowie, Heroes, Heroes, Berlín, 1977
La construcción de un nuevo imaginario amoroso, uno en el que el amor es la tibieza dulce de la amistad y el placer compartido del placer de cada uno, unidos en un propósito común que se plantea como proyecto vital para los implicados, conduce necesariamente a la necesidad de crear nuevas formas de soñar con este amor. Necesitamos un Goethe del amor no romántico, alguien que componga las canciones, alguien que pinte los cuadros, alguien que filme las películas y los teleteatros en los que se muestre que no hay sólo un modo de vivir, de ser humano. Relatos en los que los que aman están solos y no tienen ni quieren parejas, o relatos de post-parejas formadas por cuatro, o siete personas; o relatos de parejas de a dos, pero que vieven su amor sin exclusividad sexual, y relatos de parejas de un mismo sexo, y relatos con todos los tipos de vínculo, los más duraderos cuánto los más efímeros. Cuando nos hallamos dado, como sociedad, la posibilidad de imaginar lo que es una historia de amor liberadora y liberada, entonces podremos comenzar a elaborar realmente los símbolos y las instituciones en las que una nueva forma de amor se realizaría. Siendo real en lo real. Y cuando tal realidad haga ver que el rey es más bonito desnudo, entonces la sociedad que se sostiene en los ropajes de la ficción no podrá seguir sosteniendo su mentira.
Yes, loved you dearly
And if you're offering me diamonds and rust I've already paid
(Sí, te amé tiernamente. Y si me estás ofreciendo diamantes y óxido
ya los he pagado)
Joan Báez, Diamonds and Rust, Diamonds and Rust, 1975 Extraído de Revista Comentarios https://revistacomentarios.wordpress.com/numero-0-agosto-de2017/del-amor/
Isis Reyes EL BAR DE JABÓN Al fondo de ese sucio callejón donde solo las peores ratas pueden llegar, allá, en donde la oscuridad es más densa, puedes encontrar un pequeño bar, El Bar de Jabón. Ahí llegan los más infelices, con las miradas más tristes te platican sus desgracias. En el Bar de Jabón, las penas se limpian con vino blanco, los enojos se van con un vaso de anís. En el Bar de Jabón se baila con la desgracia y se ríe
con el dolor. Ahí todos son felices todos se limpian el alma. Allá, en el fondo de ese fétido callejón, donde las ratas caminan sin temor, puedes encontrar un pequeño bar, El Bar de Jabón CARTA DEL MOUNSTRO A SU INFANCIA Perdóname, te olvidé, te arrojé en un oscuro lugar donde una pequeña niña, tan frágil, inocente, no puede salir. Pero mi niña, el mundo es cruel, estarías sufriendo. Tuve que enterrarte donde nadie siguiera lastimándote. Sufro mucho imaginándote con aquel vestidito blanco, llorando. Me flagela tu sonrisa, eras tan inocente, tan limpia… No me mires por favor, no mires a esta cosa que te suplantó. Perdóname porque aquellos buenos momentos se han ido olvidando, porque fui muy cobarde para seguir contigo, porque no tenías la culpa de nada. Cierra tus ojos, yo soy un error. Me he querido marchar y llevarte conmigo, pero hasta para eso soy cobarde o quizá tenga un motivo aquí ¿Qué motivo? No puedo amar ni ser amada porque en este mundo el amor se basa en selección, y nunca aprendí eso, porque amo aquello que nunca vendrá, porque me han lastimado quitándome lo que pueden. Esta noche me iré a descansar, y lloraré por tu ausencia, por tu recuerdo, e intentaré romper aquellas fotos, pero te aseguro que no tengo el valor. Perdóname sobre todo porque sé que sufres por lo que ni siquiera puedes ver y por lo que no haces. Porque en ese agujero puedes sentir cuando te aman y cuando te
desprecian, porque aprendiste a amar de la misma manera que odiar, perdóname, mi niña, porque hemos amado aquello que nos desprecia, que nos mata. Intentemos comenzar de nuevo, solas, tu inocente corazón me va a guiar y mis manos laceradas quitarán los obstáculos.
-Dúos IH.G.V-Marié Uría
El misterioso camino del enojo
“Si no hay amor/que no haya nada entonces”
I. Solari
Los tres gramos que se había olvidado su amiga ya eran gruñidos de bajón cuando volvió abrir la app y lo leyó. ¿Pero quién era este hombre, que se imponía irrespetuosamente a la meticulosa selección de lo publicado su cuenta de fb? Le resultó desagradable que sin previo aviso o trato montara un enlace a su muro. -Tengo que hacer algo (dijo para si, y emprendió el recorrido) Primero miró qué amigos en común tenían (todos contactos que respetaba y de los no quería prescindir). Luego se asomó al enlace del descontento. ¡Era un documental sobre el ilustrísimo invasor desconocido! (Todo bien. ¿Pero por qué la había etiquetado sin conocerla, sin mediar palabras, algún intercambio de comentarios o un simple “megusta”?)
Quienes han consumido alguna vez, conocen la ira parida por el bajón. No quería más invasiones, no quería “cortarle la cara de una”, no quería que se corriera la voz sobre su neurosis entre esos contactos...debía encontrar alguna forma y resolver la incomodidad. Bloquearlo no estaba en discusión, eliminarlo tampoco, eliminar su publicación le parecía grosero y “megustar” a diestra y siniestra sus etiquetados tampoco estaría bien. Se sirvió un vaso de agua y amaneciendo aquel día, comenzó a typear, firme pero suave en el chat de la mencionada aplicación:
“Reconozco ser una persona ignorante.
No tenía la más pálida idea que Ud. existía, que escribía y era una persona (un artista) reconocida/o.
Tenemos amigos en común (algunos que permanecen en la
virtualidad y otros que son realidades que he ido viendo crecer
y enriquecer artísticamente -a todos ellos los respeto mucho y respeto sus opiniones-), que declaran que Ud. es un “grande” un gran artista de la palabra de “acá”. Disculpe.
(no tenía idea de Ud.)
Vi el documental que compartió en mi muro.
(muy prolijo, bien realizado, bastante ilustrativo)
No lo tome a mal, apelo a su "religiosidad" (también voy a
misa y tengo Fe) : pero no entiendo por qué difundir su obra en mi muro sin mediar ningún tipo de contacto de lecturas, “megustaciones” o visitas a muros en común.
Sepa contemplar mi falta de memoria: pero no recuerdo si es
que le solicité amistad (tengo pocos amigos y a la mayoría los “tengo leídos” y han tirado algún “mg” en mi pared, del
mismo modo en que lo he hecho en sus murallitas)…Y no crea que con esto busco “mg”. (nada más alejado!!)
Solo que para mi, el funcionamiento en esta red, tiene que ver con intereses comunes y alguna cuota de reciprocidad.
Le agradezco que comparta su obra, con esta “servidora” que
prácticamente sumida en la ignorancia lo desconoce. Y no tome a mal (o hágalo, si así lo cree conveniente), que le pida que no “pegue” en mi muro lo que quiera compartir.
Intento no ser malagradecida, mucho menos ofensiva.
Con gusto leeré en adelante, (conforme genere la “calidad”
tiempo necesaria para hacerlo) el material del que se me envíe un link por mensaje y lo compartiré si así lo decido.
Asumo el riesgo de parecer más neurótica de lo que puedo llegar a ser.
Gracias por tomarse un tiempo para leer estas líneas.
Que tenga un día precioso y continúe disfrutando de la compañía de su nieta! Abrazo
( Y nuevamente: disculpe. Quizá era más sencillo no
participarle mi visión sobre los posteos de “amigos” con los que prácticamente no intercambiamos ni media vocal)” Pasaron muchas horas, hasta que una respuesta llegó:
“Pido amistad al barrer, porque el amor incondicional no
conoce cordura y porque este país nos bloquea la comunicación. Agradezco que me agradezca lo que le ofrecí. Galeano ganó
fortunas por hacer payasadas que le festejaba la burguesía, porque era inocuo. Yo quiero morir pobre, pero tengo que existir. Y la Virgen sabe quién soy. Usted es muy
misericordiosa y amable, pero se siente molesta al recibir
amor. Eso es peligroso. No va a volver a pasar, y tampoco le
va a volver a pasar con nadie, porque casi nadie regala su amor en este país del diablo. Un gran abrazo”
Masticó esas palabras mientras se cuestionaba si a debía olvidar tema o responder… hasta que se lanzó. “Honestamente, no se si hago bien contestándole... pero lo
siento "necesario y saludable".
Nadie discute sobre lo barato que pueden ser algunos escritors (la baldosa floja, y el lugar común siempre fue rentable para los que la ofrecen).
Quizá Ud. no me entendió, pero la Virgen (que también sabe
de mi) si. (no es soberbia, esa especie de “enfado” que muestra frente a esta especie de “contrariedad”, que representa la sinceridad “misericordiosa y amable” de mis palabras?)
-“No va a volver a pasar, y tampoco le va a volver a pasar
con nadie, porque casi nadie regala su amor en este país del diablo”-
En cualquier caso: no fue mi intención que se sintiera
ofendido. Mi intención fue ser sincera y sentirme "libre al serlo"
Ya ve: las intenciones no siempre cuentan (Ud. me publica
amor, le digo que no me gusta el amor impuesto...El amor es como la Fe y recuerdo aquella frase que dice: “la Fe se propone, no se impone”.
No me retracto de lo que escribí (se del tono de mis palabras al escribirle -cansada, sin dormir y sincerísima). La polisemia aveces es una bala perdida.
No se enoje con una desconocida que cruzó “al barrer” (no es sano, no nos hace bien, no estamos acá para eso) vuelva a disculparme abrazo”
Pasaron menos horas que la vez anterior, cuando llegaon las siguientes palabras:
“No estoy enojado y la sugerencia de mi eventual soberbia me hace preocuparme todavía más por la falta de autoestima que detecto en algunas de tus valoraciones. Detecto la falta de
autoestima femenina (que puede degenerar en paranoia y es un mal mundial, por culpa del machismo milenario) con el horror y la rapidez con que detecto al maligno. Esa
minusvalidez psíquica me costó una muerte simbólica de la que tuve que resucitar pegando pedacito por pedacito. Ahora quiero decirte que te quiero” y darte la paz. Miles de
personas reciben mis "imposiciones" de amor hace años. Y solamente dos veces hubo manifestaciones como la tuya.
Evidentemente, tu alma es muy fina pero está en un estado de vulnerabilidad, insisto, peligroso. Y te aclaro que jamás sentí, en 67 años, que mi arte fuera imprescindible para nadie. Pero es Orden del Señor crearlo y repartirlo. Un abrazo.”
Algo le hacía ruido. Tenía que contestar.
“Interesantes valoraciones. (meditaré sobre ellas)
También te doy la Paz. (pero yo no quiero: yo amo. Es a
partir de ese amor que reconocí en el documental, que me atreví a expresar mis pensares). Otro abrazo para ti”
La respuesta casi no se hizo esperar. “Yo también te amo”.
-Dúos IIMarcela Castro-Leonardo Martinez Mato
Murakami
I Guardián, no existís, tenés mucho que aprender de la verdadera "inteligencia" oriental. Estábamos conspirando en una plazuela con cierta amiga, y fue nombrar un par de veces a Murakami que la siguiente vez que miramos al costado teníamos seis nipones seis, haciendo de turistas... y qué bien les sale. Cuando era obvio que lo que hacían era espiar nuestra conversación que redefinía los destinos del planeta, otro plan de conquista abortado, la colcha de la lola !!! de aquí en más cada puñado de fingidos turistas de aquellos lares (sepanlón, ningún turista "oriental" es un turista) serán llamados "murakamis" .Lo más sorprendente fue que frente a los Murakamis había unas piedras, en cada una de ellas había personas sentadas. En el centro un barbudo, de pelo largo, armando un cigarro o un porro, no se distinguía bien. Los jóvenes acompañantes tocaban pshyco killers en la guitarra mientras pasaban la botella de cerveza. En ese momento tomamos conciencia de las cosas;
Era Jesús con algunos de sus apóstoles del siglo XXI Al escuchar que hablaban en inglés, los Murakamis en japonés, mi amiga y yo en español. Todos miramos al punto central donde surgió del suelo una gran torre. 2 Mucho accidente de tránsito mortal, ché, según la lógica oficial imperante, próximamente se sacarían las calles de las calles, pero no se ilusionen, las veredas serán para los automovilistas, que son lo que importan, el peatón pasará de tener 20 segundos para cruzar paranoico mirando el relojito del semáforo a tener que ser un experto en garrocha. un delirio sí, como si sacar la plata de la calle en lugar de los chorros, obligar a usar tarjetas de bondi con gps, extorsionados por la diferencia con el boleto normal, obligar a maestros y profesores a promover alumnos pésimos para hacer número, salarios menores que los alquileres de pocilgas, no lo fueran. entre mil ejemplos más que podrían darse. Ya entrando en el 2047 con muchísimo calor. Se tuvo que volver al principio, dejaron de usar autos, los accidentes llegaron a tal nivel que estaban prohibidos. Obviamente siempre alguno burlaba las leyes, pero cuando lo encontraban en auto era condenado a la silla eléctrica. No había lugar para estacionar y un espacio era lo más codiciado cuando aún se podían usar, pero todos estaban armados para matar a quien osara robar el que quedaba libre. Los peatones no caminaban , viajaban en
globos de helio, idea que trajeron los Murakamis cuando llegaron como espías a nuestro país. Los pocos indigentes que no tenían su globo eran asistidos por el gobierno que les prestaba unos de modelos más antiguos, pero a caballo regalao... Los chorros fueron reducidos por los murakamis que los hipnotizaron y se hicieron religiosos, seguían robando, pero solo diezmos y sin violencia. Y por último cómo cambió el sistema educativo! No existían los maestros y había una corte como la de La Haya, donde jueces con pelucas blancas determinaban el nivel de estudio del alumno. Y así sucesivamente, no fue en vano la llegada de los Murakamis, el día de la plaza llegaron para quedarse. 3
Ya lo habíamos conversado varias veces y nos carcomía la
mente el pensar a qué vinieron, qué estaban haciendo, por què nos seguían. Tendríamos algo valioso para ellos y no lo sabíamos? Eso era imposible, somos gente común, no
tenemos dinero, no tenemos poder, pero a esa altura sabíamos que ellos nos perseguían. Vimos pasar a uno
encapuchado, hablando por celular y muy nervioso, por
suerte no nos había visto y decidimos seguirlo sin que se diera cuenta y con mucho miedo a que nos estuvieran
vigilando, si era así, eramos boleta. Llegó a un monumento de nuestra ciudad, tal vez el que menos se imaginan, el
monumento al aguatero que está en una plaza de la calle Rivera, accionó un botón que se encontraba en el lado
derecho y se abrió una puerta que lo transportó hacia algún lugar. Nos acercamos y comenzamos a tocar al
aguatero, a tal grado que casi nos llevan presos pensando que teníamos alguna especie de fetichismo con la pobre
estatua. Cuando ya nos estábamos por dar por vencidos, se
nos abrió el túnel y fuimos absorbidos como si la tierra nos tragara. Cuando llegamos al fondo, no había nadie,
caminamos unos metros y nos encontramos con una máquina, que nunca habíamos visto, pero al seguir
caminando notamos que era de clonación y de ahí surgían los Murakamis… Comenzamos a hablar en interjecciones, pero entendíamos lo que decíamos y escuchábamos, al
espantar un cascarudo de mi sien topé con el borde de mi ojo, se había achinado, nos vimos como en un espejo, -parezco el chino Recoba! clamé de aquel modo
entrecortado, nos reímos, pero por la sorpresa, luego llegó el "quienes somos ahora? y los nuestros?", fue decirlo
cuando nos vemos, como eramos antes, sentados en un
banco del parque, hablando de libros, rodeados por turistas japoneses, nos acercamos y juntamos con nuestro
protoplasma primario, no salíamos del asombro, los
murakamis inofensivos, fotografiando hormigas y tickets de supermercado, al grito de calo!, calo!, país calo! no
hablaban del calor. pero sabíamos que solo nos distrajimos,
al unísono caímos en que si la frase que llamó a los harukis fue "tan luego kafka para estar en la orilla", un flaco no
paró de toser en un acento extraño a nuestro lado hasta que se fueron los murakamis, nosotros, los árboles, la
estatua que dejรณ por fin la carga en el piso, los รกrboles, y el tiempo.
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Esta Compilación realizada entre diciembre y marzo de 2018 por Marié Uría. (se agradecen las críticas)
Gracias a todos los Autores que me cedieron amablemente su trabajo para difundir! Gracias a Hugo Giovanetti ya Leo Martinez Mato por asomarme a los escritores contemporáneos y “hacérmela creer”. Gracias a Claudia A Pitamiglio que me prestó sus Obras Emergentes y estuvo al tanto y me alentó, a Isis, que me presto la foto de la portada (“Un cuento para dormir”)También a Susana y a Leonardo Scampini :(el apoyo y la paciencia). Gracias a Marcela Castro y a Lily Gar de la Atemporal, por su generosidad. Gracias a los que me conocen y a los que asalté para pedirles su trabajo. Gracias a Noé lima (el padre de la metáfora), a los que todos debemos leer alguna vez. A mi amigote Izrael (¡perdon, por escribir mal tu nombre!!). A todos y cada uno...y a Guillermo (Ups! Casi me olvido) La compiladora está abierta a quienes quieran seguir participando y enviando material (voy a volver a pedirles colaboración) y también a quienes quieran enviar su material para integrarse al pasatiempo de esta abuela que prefiere compilar a tejer.