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POESÍA

El orden de las cosas

Tiene el miedo su sentido y no ceja, su vida es la de todos: nacer, morir, y en medio, reproducirse. Ese es el orden de todo temor, dejar paso a otro parecido. Así salimos de la infancia, de los miedos pequeños a los inacabables. Hay una entraña en todas las cosas que yo no descubriré jamás, pero puedo percibirla. Un ruiseñor canta, es su función y la nuestra, interpretarlo; quizá buscar significados ocultos o ¡sólo! apreciar la belleza. La vida pasa y vamos cogiendo todas las ayudas, las llamamos presagios.

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Qué triste cuando no hay curiosidad, las preguntas empiezan a caer como hojas de otoño. Puedes verlo venir, primero amarillean, luego dejan de volar llenas de plomo, ese tedio cotidiano: la esperanza solo existe cuando tiene interrogantes, la certeza oculta sus cuencas vacías.

Levanto la cabeza antes de ser viejo. No es que busque, tengo la energía de todos los días, veo lo que quiero ver y me gusta. Una salmodia me salvará: ese es el esfuerzo cotidiano. Creer. No hay dioses para mí, pero tengo los cantos rodados, aquellos que demuestran la belleza del tiempo actuando sobre las cosas, transformándolas. Me gusta ir a la orilla de los ríos y observar: el agua está y ha estado, vive y ha vivido. Deposita promesas. Entre las piedras pequeñas se animan vidas. ¿Serán, serán? Ser canto es un momento y es eterno porque su esperanza está en la mano que lo recoge. Después escucho a los pájaros y miro alrededor. La mano, como sabéis, es el principio de todo.

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