Catequesis en el magisterio de la iglesia

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LA CATEQUESIS en el Magisterio de la Iglesia

Oscar Esa煤 Villafuerte L贸pez


LA CATEQUESIS en el Magisterio de la Iglesia

INTRODUCCIÓN El Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 85, dice: “El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo (DV 10), es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma”. Pues bien, la Iglesia, en su labor de Madre y Maestra, siempre se ha preocupado por “aclarar” la fe, por “hacérnosla más comprensible”. Podemos dividir el Magisterio de la Iglesia en dos: 1. Magisterio Solemne (también llamado “extraordinario”), es infalible, se refiere al que hacen los Papas “ex cathedra”, y al que emanan los Concilios (convocados y presididos por su Autoridad). Entre los documentos conciliares citemos: - Constituciones: Son los documentos de mayor importancia. Tratan de los temas centrales del Concilio. - Decretos: Tratan sobre principios doctrinales aplicables a ciertas actividades u organizaciones de la Iglesia; tienen un fuerte valor teológico. - Declaraciones: Aunque tratan de temas fundamentales, deben entenderse como “opiniones” de la Iglesia en ciertos temas específicos. 2. Magisterio Ordinario (también llamado “universal”), emanado por el Papa o los Obispos del mundo entero en comunión con él, explicitando los muy diversos temas de la fe y las costumbres. Existen varias clases de documentos, citemos los más importantes: 1. Constitución Apostólica: Contienen materia estrictamente doctrinal. Son el paralelo pontificio de las Constituciones Conciliares. Por su naturaleza, son públicas y, como tales, expuestas a toda la Iglesia. 2. Encíclica: Son documentos que dirige el Papa a todos los miembros del Pueblo de Dios, sobre temas de carácter doctrinal, moral o social. 3. Exhortación Apostólica: Generalmente las promulga el Papa luego de haberse celebrado un Sínodo de Obispos. 4. Carta Apostólica: Documentos de diverso contenido, dirigido a grupos específicos de personas. 5. Motu Proprio: Son cartas apostólicas, generalmente sobre temas disciplinares, que el Papa hace “por su propia iniciativa”. 6. Bula: Tratan sobre diversos puntos administrativos, ordenanzas, concesiones, condenaciones, juicios, etc. Cuando las bulas son de menor extensión o importancia se denominan “breve”. Pero existen muchas otras formas de proponer y explicar la fe: Catecismos, Comunicados, Cartas, Mensajes, Libros, Manuales, etc. En estos documentos, los Príncipes de la Iglesia procuran siempre hacerla cada vez más explícita y comprensible. Cabe señalar que para nosotros, los católicos, este Magisterio es “sagrado” e “irrevocable”, es decir, no puede contradecirse entre sí, y queda, por así decirlo, “fijado” para siempre”. 1


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Dice el Código de Derecho Canónico: “Se ha de creer con fe divina y católica todo aquello que se contiene en la Palabra de Dios escrita o transmitida por tradición, es decir, en el único depósito de la fe encomendado a la Iglesia, y que además es propuesto como revelado por Dios, ya sea por el magisterio solemne de la Iglesia, ya por su magisterio ordinario y universal, que se manifiesta en la común adhesión de los fieles bajo la guía del sagrado magisterio; por tanto, todos están obligados a evitar cualquier doctrina contraria” (CIC 750, libro III). I. LA IDENTIDAD DE LA CATEQUESIS, SUS DEFINICIONES Y CONCEPTOS EN LOS DOCUMENTOS DEL MAGISTERIO DE LA IGLESIA Sin pretender agotar el gran abanico de posibilidades descriptivas que se han dado al término “catequesis”, analizaremos algunas definiciones que la Iglesia nos propone para entender esta labor evangelizadora: a) La Catequesis como instrucción, enseñanza, educación, iniciación a la vida cristiana. Haciendo un pequeño recuento histórico, hasta la primera mitad del siglo XX, la catequesis se entendió principalmente así. En la época apostólica (siglo I). En su sentido profano original, el verbo ( = katechein) significa “hablar desde arriba”; así los poetas “catequizan” a sus oyentes desde el escenario. Más exactamente, significa “hacer eco”, “resonar”, por el efecto de voz producido mediante las máscaras que los actores se ponían en el teatro, para hacer eco, para hacer resonar la voz, de manera que las palabras llegaran nítidas a los espectadores. En la Biblia, el sustantivo “catequesis” no aparece en el Nuevo Testamento. Se encuentra, en cambio, seis veces el verbo “katecheo”. Es una palabra tardía y raramente usada en el griego profano. La versión de los LXX (que fue la traducción bíblica “oficial” de los judíos de la diáspora y la que probablemente conocieron y usaron los autores del Nuevo Testamento), simplemente no la usa. En sentido derivado, el verbo “katecheo”, en el griego bíblico, quiere decir “informar”, “contar”, “comunicar una noticia” (por ejemplo He 21, 21 - 24; Lc 1, 4). En sentido estricto significa “dar una instrucción cristiana” (He 18, 25; Rom 2, 18; Gal 6, 6). Las primeras comunidades desarrollaron el ministerio de la Palabra de forma muy creativa y adaptada a las circunstancias de los oyentes y empleando otros términos que señalaban esos matices: “evangelización”, para suscitar la fe; “instrucción o doctrina”, para profundizar en ella; “exhortación”, para corregir y alentar; y “testimonio”, para iluminar y convencer. No obstante, en medio de esta multiplicidad terminológica del Nuevo Testamento cabe destacar una cierta distinción de base entre un primer momento de lanzamiento (el anuncio) del mensaje, a través de verbos como gritar (“krasein”), anunciar (“keryssein”), evangelizar (“euanguelizein”), testimoniar (“martyrein”), y un segundo momento de explicitación y profundización expresado por los verbos enseñar (“didaskein”), catequizar (“katechein”), predicar (“homilein”), o transmitir (“paradidonai”). 2


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Así, el verbo “catequizar” es uno más de este mismo momento en que se explicita el mensaje. En la Iglesia primitiva, la expresión catequizar no ha adquirido todavía la importancia central que adquirirá más tarde con los santos Padres… En la época patrística (siglos II - V). A partir del siglo II se perfila el contenido del término “catequesis”. Este es empleado por primera vez por san Clemente de Roma (siglo II) preferentemente para designar la “instrucción fundamental dada a los candidatos al bautismo”. Y para san Hipólito (siglo III) el vocablo tiene ya ese significado como específico y exclusivo. En efecto, el contenido preciso de “catequesis” brota en una época en que la Iglesia está ya extendida y bien organizada en sus instituciones, entre las cuales sobresale el catecumenado. En su interior, el nombre de “catequesis” se aplica a una acción concreta, cuyos rasgos van a ser de alguna manera paradigmáticos en el futuro eclesial. Es la edad de oro del catecumenado para la iniciación cristiana, y la catequesis, juntamente con los sacramentos de la iniciación es, como dice Casiano Floristán, “un elemento central de la iniciación cristiana”. Efectivamente, “catequesis” designa la enseñanza cristiana dentro de la institución catecumenal, con la finalidad de preparar al bautismo. Esta catequesis catecumenal se lleva a cabo de forma gradual, estructurando el contenido en tres grandes etapas (Ver DGC 88 – 89. 107. 129): -

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En la primera, como preparación lejana al bautismo, se presentan las grandes gestas de Dios (Magnalia Dei), en la historia de la salvación; es la catequesis bíblica. En la segunda, como preparación bautismal inmediata, se comenta de palabra un texto doctrinal bastante fijo y pragmático, llamado “símbolo”, y también la “oración dominical”, ambos con sus implicaciones morales; es la catequesis doctrinal. En la tercera, la iniciación cristiana sellada con los sacramentos de la iniciación conduce a los neófitos a culminarla penetrando y gustando el misterio vivificante de los sacramentos acontecidos en la comunidad cristiana; es la catequesis mistagógica.

En la época medieval (siglos VI - XV). Tras el reconocimiento del cristianismo como religión oficial y las conversiones y bautismos multitudinarios, el catecumenado, como matriz de la Iglesia y desarrollo de la conversión, desaparece, y con él desaparece hasta el mismo término de catequesis... Se mantiene, no obstante, el término catequizar y aparece un término nuevo: “catechismus” = catecismo, para designar la “institución catequizadora”, pero todavía no el libro con el que se catequiza, cosa que no ocurrirá hasta la época moderna. En esta época, “catechizare” y “catechismus” (catequizar y catecismo) señalan, en general, la enseñanza anterior al bautismo, normalmente de niños. Y por estas expresiones se entendía las preguntas que el sacerdote formulaba a los padrinos antes del bautismo, para pulsar su situación de fe y las respuestas que estos daban como garantía de la enseñanza que los niños iban a recibir una vez bautizados. Santo Tomás de Aquino (Sum. Theol., III q 71 a 4; q 71 a 1 ad 2) distingue cuatro formas de instrucción cristiana:

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- Instrucción para convertirse a la fe. - Instrucción sobre los fundamentos de la fe para recibir los primeros sacramentos. - Instrucción para alimentar la vida cristiana. - Instrucción sobre los misterios profundos de la fe y de la perfección de la vida cristiana. Traduciendo estas categorías de santo Tomás a nuestro lenguaje, hoy a la primera instrucción la llamaríamos primer anuncio, kerigma; la segunda coincide con la catequesis de la iniciación cristiana; la tercera es nuestra educación permanente en la fe; y la cuarta, la enseñanza teológica (Ver DGC 51 - 52; 61 - 72). En la época moderna (XVI - XVIII). En el siglo XVI, dentro del binomio “catechizare – catechismus”, adquiere un relieve especial el término y el contenido de “catechismus” —catecismo—. Catequizar y dar el catecismo son, en principio, expresiones equivalentes. En el campo protestante, “el catecismo es una enseñanza para instruir a los paganos que quieren ser cristianos” (Martín Lutero así lo definió en 1526). Sin embargo, los protestantes implantaron pronto la práctica de dar el catecismo a los niños bautizados para que, “tengan por verdadero el bautismo recibido con serio temor de Dios y sepan a tiempo lo acontecido con ellos en presencia de la Iglesia”. Según Zezshwitz, los protestantes no entendieron por catecismo simplemente un libro doctrinal (que también lo era), sino una forma actual aunque literariamente fijada de enseñanza o de preguntas y respuestas al servicio del examen sobre la fe que los catequizandos tenían que rendir a los visitadores de las comunidades. Con ello los protestantes tomaron nuevamente en serio la relación mutua entre bautismo y fe, pero transformando el catecumenado pre bautismal en catecumenado post bautismal para preparar a celebrar la cena del Señor. Por tanto, el catecismo (como institución) pasó a ser una preparación para una buena comunión. La aportación original de la Reforma fue trasladar la enseñanza pre bautismal al tiempo posterior al bautismo, pero sigue siendo una enseñanza iniciatoria, pues se hace en función de un rito de la iniciación cristiana. Si miramos ahora expresamente la catequesis y el catecismo en la Iglesia católica, en este tiempo, observamos que, ante la crisis renacentista y la necesidad de una honda transformación cristiana en todos sus miembros, sobre todo en las masas creyentes, se descubre de nuevo la necesidad de una institución destinada exclusivamente a la enseñanza fundamental de la fe. Pero sus destinatarios no son ya adultos convertidos, sino personas bautizadas en su infancia. El término mismo de catequesis estuvo a punto de adquirir una gran relevancia, pero su contenido no podía tener la densa carga educativo - cristiana de la época catecumenal. A la nueva institución se la llamó “catecismo”, recuperando la denominación medieval arriba aludida y abarcó en principio todos los ritos que preparaban al bautismo de niños y, en particular, como antaño, las preguntas formuladas a los padrinos y sus respuestas, con las aclaraciones correspondientes. De aquí que el término “catecismo” fuera recibiendo el sentido de enseñanza cristiana elemental en forma de preguntas y respuestas. Pronto se aplicó esta palabra al libro doctrinal (“pequeño” o “grande”) utilizado después ampliamente en la instrucción cristiana para adolescentes y jóvenes, pero sobre todo para los niños, en la institución del catecismo.

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Junto a este sentido de la catequesis dirigida a niños, esta empezó a adquirir también un sentido de formación generalizada para todo el pueblo cristiano. En efecto, en el tiempo de la Reforma, la preocupación catequética de católicos y protestantes no era fundamentalmente la infancia y la adolescencia, sino, más en general, la formación cristiana del hombre corriente. Se puede, pues, dar por supuesto que unos y otros entendían por “catequesis” la instrucción a todo el pueblo cristiano. En este caso la catequesis habría extendido su carga iniciatoria a la instrucción general de todos los fieles, para dar una fundamentación a su fe, es decir, una catequesis o educación generalizada y básica de la fe. La instrucción religiosa del pueblo cristiano tenía su legislación ya desde la Edad media. Pero el concilio de Trento la vigoriza y la extiende a toda la Iglesia. Trento determina elaborar el Catecismo romano para ayudar a los párrocos a cumplir su deber de instruir al pueblo fiel. Para ello prescribe que, además de la predicación dominical y festiva, instruyan al pueblo cristiano (adulto) en el catecismo festivo (institución) durante todo el año, y todos los días o tres veces por semana en adviento y cuaresma (Trento, Ses. 24, de ref. C 4; ib 337). Así, se fue organizando este “catecismo” para el pueblo fiel, en general, en sínodos diocesanos y mediante prescripciones episcopales, hasta el siglo XX. Como puede verse, en esta época moderna la catequesis, manteniendo su carácter iniciatorio para las edades más jóvenes, extiende su acción al conjunto del pueblo de Dios mediante una enseñanza generalizada que quiere establecer una buena fundamentación de la fe del conjunto de los fieles cristianos. En la época contemporánea (finales del siglo XIX y siglo XX). San Pío X, en su célebre encíclica Acerbo nimis (1905), tratará de forma muy completa la urgencia de mejorar el catecismo. Ante la gran difusión de la ignorancia religiosa y la corrupción moral, señala como primer remedio el catecismo para niños, adolescentes y jóvenes, y restablece la práctica de la instrucción religiosa dominical para adultos, separada y distinta de la homilía. Hablaremos más de él posteriormente. El Primer Código de Derecho Canónico (CIC 1917) sigue en la misma dirección que san Pío X: sus disposiciones principales (Cánones 1329 - 1336) se refieren a la “instrucción catequística”, es decir, al catecismo parroquial dominical y a la preparación a los sacramentos. Reitera las preocupaciones de san Pío X sobre la penitencia, la confirmación y la comunión (c. 1330). Incluso insiste sobre la continuidad de este catecismo (c. 1331). Y pone especial énfasis en el destinatario adulto: Los domingos y demás días de precepto (a la hora más oportuna) el párroco debe explicar el catecismo a los fieles adultos, empleando un lenguaje que esté al alcance de los mismos (c. 1332). Considerados estos tres momentos catequéticos (Trento, Acerbo nimis y CIC), observamos que el término “catecismo” y su contenido se aplican a la instrucción cristiana dada después del bautismo a todo el pueblo cristiano para todas las edades, en una especie de enseñanza generalizada, a causa de la necesidad de una fundamentación sólida de la fe y de la moral. Así se explica que el término “catechismus”, catecismo, haya adquirido durante siglos el sentido de catequesis generalizada para todas las edades de la vida, en orden a una fundamentación básica de todo el pueblo fiel. Y el catecismo, con este significado amplio, ha llegado hasta los aledaños del Vaticano II en toda la Iglesia.

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b) La Catequesis, acción pluridimensional y multiforme En los cinco últimos siglos, la catequesis fue tomando cada vez más conciencia de que la educación cristiana no puede dirigirse sólo a la niñez, sino, de manera generalizada, a todo cristiano que necesite fundamentar su fe. A su vez, dentro ya del siglo XX, también se ha clarificado que la catequesis no puede reducirse a una mera enseñanza, sino que ha de prestar atención a todo el sujeto mediante tareas que son, a la vez, de iniciación, de educación y de instrucción. Persiste, pues, una doble inquietud: -

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La mirada a los primeros siglos, a las fuentes de la vida cristiana: Sagrada Escritura y Tradición, y especialmente a la catequesis primitiva, en un intento por volver a la riqueza de los orígenes apostólicos y patrísticos. La mirada al sujeto y al clima sociocultural en que él está inmerso, para incorporar, por fidelidad al hombre, todas las aportaciones científicas propicias al servicio de la fe.

Con esta doble fidelidad al mensaje y al hombre, el término “catequesis” se carga de un sentido nuevo y se recupera el catecumenado. Son, sobre todo, Alemania (José Andrés Jungmann 1936) y Francia (José Colomb 1946) las que, con sus movimientos bíblico, litúrgico, teológico, catequético, pastoral, pedagógico, fueron acuñando, en aproximaciones sucesivas, el concepto de catequesis, contrastándolo con una praxis catequética muy creativa. A esta clarificación de la identidad de la catequesis contribuyeron notablemente: -

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El Concilio Vaticano II (1965). El Documento de Medellín (1968). El Directorio Catequístico General (DCG 1971). El Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA 1972). La tercera y cuarta Asamblea General del Sínodo de los Obispos (sobre la Evangelización, 1974; y sobre la Catequesis, 1977), así como sus respectivos Documentos y Exhortaciones Apostólicas: Evangelii nuntiandi (EN 1975), Mensaje al pueblo de Dios (MPD 1977) y Catechesi Tradendae (CT 1979). El Documento de Puebla (1979). El Directorio General para la Catequesis (DGC 1997). La Iglesia en América (1999). Y muchos otros.

De algunos de ellos, y de otros más, hablaremos particularmente en los siguientes capítulos. Por lo pronto, enumeremos algunas definiciones–descripciones que se han dado de la Catequesis: Christus Dominus “El fin (de la instrucción catequética) es que la fe, ilustrada por la doctrina, se torne viva, explícita y activa tanto a los niños y adolescentes como a los jóvenes y también a los adultos” (ChD 14). 6


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Gravissimum Educationis “La instrucción catequética, que ilumina y robustece la fe, nutre la vida con el espíritu de Cristo, conduce a una consciente y activa participación del misterio litúrgico y mueve a la acción apostólica” (GE 4). Directorio Catequístico General “En el ámbito de la actividad pastoral, la catequesis debe ser considerada como la forma de acción eclesial que conduce a la madurez de la fe tanto a las comunidades como a cada fiel” (DCG 21) Evangelii Nuntiandi “(La catequesis) es enseñanza religiosa sistemática de los datos fundamentales de la fe” (EN 44). Sínodo de los Obispos de 1977 “La catequesis consiste en la educación ordenada y progresiva de la fe y que está ligada estrechamente al permanente proceso de maduración de la misma fe” (MPD 1). Documento de Puebla “En América Latina hay una mayor toma de conciencia de que la catequesis es un proceso dinámico, gradual y permanente de educación en la fe” (DP 984). Catechesi Tradendae “Globalmente, se puede considerar la catequesis en cuanto educación de la fe de los niños, de los jóvenes y adultos, que comprende especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana dada generalmente de modo orgánico y sistemático, con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana” (CT 18). Catecismo de la Iglesia Católica “La catequesis es educación en la fe e iniciación integral de la vida cristiana” (Ver CEC 5). Directorio General para la Catequesis “La catequesis tiene un carácter iniciático, fundante y estructurante, ya que lo específico de ella es iniciar a la fe, fundamentar la conversión, estructurar la adhesión inicial a Jesucristo, y poner los cimientos del edificio de la vida cristiana del creyente” (Ver DGC 57. 62 – 64). Ecclesia in America “La catequesis es un proceso de formación en la fe, la esperanza y la caridad que informa la mente y toca el corazón, llevando a la persona a abrazar a Cristo de modo pleno y completo. Introduce más plenamente al creyente en la experiencia de la vida cristiana que incluye la celebración litúrgica del misterio de la redención y el servicio cristiano a los otros” (EA 69).

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II. LA ENSEÑANZA DEL MAGISTERIO SOBRE CATEQUESIS ANTES DEL VATICANO II Para tener una mejor comprensión de lo que es la Catequesis, el Magisterio de la Iglesia (tanto extraordinario como ordinario), nos ha propuesto algunas descripciones. En este capítulo, apreciaremos las aportaciones de Pío X, Benedicto XV y Pío XI. 1. El Magisterio de Pío X Giuseppe Melchiorre Sarto, más conocido como San Pío X, nació en Treviso, Venecia, el 2 de junio de 1835. Fue el Papa 257 de la Iglesia Católica, y gobernó entre los años 1903 al 1914. Su pontificado ha sido catalogado como “de mano firme” y “providencial”, en una época particularmente difícil, al enfrentarse al laicismo y a numerosas tendencias del modernismo. Introdujo grandes reformas litúrgicas y facilitó la participación del pueblo en las celebraciones cristianas. A él se debe la comunión frecuente y fomentó el acceso de los niños al banquete eucarístico. Promovió el estudio del catecismo y pudo reunir y unificar algunas legislaciones eclesiásticas que más tarde serían compendiadas en el Código de Derecho Canónico. Murió el 20 de agosto de 1914 y fue enterrado en las grutas vaticanas. Fue beatificado el 3 de junio de 1951 y canonizado el 3 de septiembre de 1954 por Pío XII. a) El Catecismo de Pío X Su objetivo era popularizar la enseñanza del catecismo en la Iglesia Católica y hacer a los fieles más informados y conocedores de su fe y su doctrina. Su primordial función era “resumir” el Catecismo Romano, producto importante del Concilio de Trento. Fue publicado inicialmente en italiano el 15 de julio de 1905, adaptando el clásico método dialógico de preguntas y respuestas con el fin de exponer lo esencial de la doctrina católica, fortaleciendo así un conocimiento básico de la fe con un lenguaje claro y conciso, muy adecuado para la formación de jóvenes y adultos. Consta de cerca de 994 preguntas y respuestas acerca de los generales doctrinales, a los que se añaden una instrucción sobre las fiestas del Señor, de la Santísima Virgen y de los santos, y una breve historia de la religión. El Papa Emérito, Benedicto XVI, afirmó que este catecismo continúa siendo válido, ya que “la fe, como tal, es siempre idéntica. Por tanto, conserva siempre su valor. Lo que puede cambiar es la manera de transmitir los contenidos de la fe (…). No hay que olvidar que este catecismo fue fruto de la experiencia catequética personal de Giuseppe Sarto” (Entrevista “El catecismo en un mundo postcristiano”. 2003). b) Quam Singulari Decreto de la Sagrada Congregación de los Sacramentos, promulgado el 15 de agosto de 1910. Trata sobre la edad en que los niños pueden recibir la primera comunión. 8


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Ciertamente, este Decreto no “inaugura” esta disciplina, sino que “restaura” la antigua y universal ley de la Iglesia en cualquier lugar donde no haya sido observada… La antigua costumbre de ofrecer la comunión a los niños inmediatamente después del bautismo o aún sin tener “la edad de la razón”, se ve “modificada” pero nunca “condenada”. De hecho, en las iglesias orientales aún se conserva. Gracias a este Decreto, se fomenta aún que los pequeños reciban la Sagrada Comunión, teniendo ya la “edad de la prudencia”. En nuestra Arquidiócesis se vio conveniente la edad de los 9 años. c) Acerbo Nimis Encíclica datada el 15 de abril de 1905. Su contenido es la enseñanza del catecismo. Podríamos sintetizar su contenido en 16 puntos:                

La ignorancia y el olvido en el que se tiene a la religión es la causa principal de las relajaciones actuales. La ignorancia de la religión es el mayor mal de nuestro tiempo. De la ignorancia de la religión depende hoy en día la corrupción de las costumbres. El conocimiento de la religión no debe llegar sólo al intelecto, debe estimular la voluntad. Sobre quién recae la obligación de la educación religiosa. Elogio de la enseñanza del catecismo. Todo sacerdote tiene el deber de enseñar a sus fieles. Obligación especialísima y casi particular de los párrocos. La explicación del Evangelio y del catecismo son dos obligaciones del párroco. El oficio del catequista. Se deplora nuevamente la universal ignorancia de las cosas religiosas. La fe infundida en el bautismo ante las necesidades de la cultura. Se determina y se impone lo que un párroco debe hacer por la educación religiosa de sus fieles. El papel de los Obispos de vigilar la ejecución de lo prescrito. Enseñar el catecismo requiere de mucha preparación. Exhortaciones a los Obispos.

2. El pontificado de Benedicto XV Giacomo Paolo Battista de la Chiesa, nació en Génova, Italia, el 21 de noviembre de 1854. Fue el Papa 258 de la Iglesia Católica, y la gobernó desde 1914 hasta 1922. Su pontificado fue difícil, coincidente con la Primera Guerra Mundial, y estuvo marcado fuertemente por el deseo de paz y prosperidad mundial. Su magisterio fue muy signficativo, instituyó la Congregación para las Iglesias Orientales e impulsó la actividad misionera. Además, promulgó el Código de Derecho Canónico, en 1917. Extraemos del libro III, los cánones 759. 769. 773 -780, sobre la función de enseñar de la Iglesia, por su importancia catequística.

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El Código de 1917 Este código recoge el pensamiento catequético de Pío X, y pone las bases para su ulterior desarrollo. La Sagrada Congregación envió una Carta Circular a los Ordinarios de Italia para pedirles que informaran sobre la observancia de las disposiciones del Código en el ámbito de la catequesis. De estas respuestas, se confirmó la necesidad de una mayor estructuración y de la creación de un organismo central competente. 3. El impulso de Pío XI Ancille Damiano Ambrogio Ratti nació en Desio, Reino de Lombardía, Venecia, el 31 de mayo de 1857. Fue el papa 259 de la Iglesia Católica y la gobernó desde 1922 hasta 1939. Su papado coincidió con el periodo de entreguerras. Por su extensa actividad es conocido como “el Papa de las encíclicas” (hizo 30); “el Papa de los concordatos”, al buscar mejorar las condiciones de la Iglesia en diversos países con la firma de 23 convenios; “el Papa de la Acción Católica”, pues fue uno de los principales objetivos de su gobierno: cristianizar a todos los sectores de la sociedad; “el Papa de las misiones”, por su impulso a esta actividad; “el Papa de las canonizaciones”, por elevar a los altares a 33 santos y 500 beatos. Murió el 10 de febrero de 1939, apenas unos meses antes de que estallara la segunda guerra mundial. a) Orbem Catholicum Pío XI tuvo una intensa actividad como legislador sobre la catequesis. En 1923 publicó este motu proprio, por el que se crea, dentro de la sagrada Congregación del Concilio, el Officio catechistico centrale, encargado de coordinar e impulsar la catequesis en todo el mundo. Este Officio se dirige, por medio de una carta y un cuestionario, a los Obispos del mundo con el fin de impulsar y, a la vez, recoger información sobre la actividad catequética en las diócesis. El cuestionario consta de tres secciones: la instrucción de la doctrina cristiana en las parroquias, en los colegios católicos y en las escuelas públicas… b) Provido Sane Consilium Con las respuestas y los informes trienales enviados por los Obispos se elaboró el Decreto Provido sane consilio, publicado por la sagrada Congregación del Concilio el 2 de enero de 1935. En él se establecieron una serie de prescripciones que debían observarse en la Iglesia con el fin de atender mejor a la catequesis. Esta normativa promueve la erección de la “Asociación” o “Cofradía” de la doctrina cristiana en todas las parroquias, la institucionalización de la catequesis dominical para los niños y la obligación de explicar el catecismo también a los adultos durante los domingos y fiestas.

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Para ayudar y favorecer el cumplimiento de esta normativa se recomendó que se llevara a cabo en las diócesis la creación de la Oficina catequística diocesana; el nombramiento de sacerdotes para visitar anualmente las escuelas; la institución del día del catecismo; así como una suficiente organización de cursos especializados para preparar adecuadamente a los catequistas. c) Divini Illius Magistri El Papa Pío XI, impulsando la educación religiosa, publicó distintos documentos especialmente relacionados con la formación de los catequistas. En el ámbito de la educación cristiana de la juventud tiene gran relevancia la encíclica Divini illius magistri, datada el 31 de diciembre de 1929, en la cual se señaló la competencia de las familias, de la Iglesia y del Estado en la educación, así como la naturaleza, la finalidad y las formas de una auténtica educación en la fe. El Papa Juan XXIII (31 de diciembre de 1959) la calificó de “carta maga de la educación cristiana” y de “monumento admirable del magisterio de la Iglesia”, ya que “expone con firmeza y lucidez las funciones de la Iglesia y del Estado en la gran tarea educativa”.

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III. VATICANO II, LA GRAN CATEQUESIS DE LOS TIEMPOS MODERNOS 1. Juan XXIII: “Abrir las ventanas de la Iglesia al mundo” Siempre que hay necesidad, los Pastores de la Iglesia Católica (es decir, los Obispos en torno al sucesor de San Pedro) suelen reunirse para analizar el rumbo, y si se requiere, para clarificar posturas, condenar errores, proponer dogmas, aclarar términos y / o resolver todas las cuestiones de interés para la Iglesia y que garanticen la “ortodoxia” cristiana (es decir, la “recta doctrina”). Todo esto, claro está, con el fiel compromiso de respetar la dos veces milenaria tradición eclesiástica. A lo largo de la historia ha habido 21 Concilios Ecuménicos, es decir, se han celebrado 21 reuniones de todos los Obispos de la Iglesia Católica: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21.

Nicea I (a. 325) Constantinopla I (a. 381) Éfeso (a. 431) Calcedonia (a. 451) Constantinopla II (a. 553) Constantinopla III (a. 681) Nicea II (a. 787) Constantinopla IV (a. 870) Letrán I (a. 1123) Letrán II (a. 1139) Letrán III (a. 1179) Letrán IV (a. 1215) Lyon I (a. 1245) Lyon II (a. 1274) Viena (a. 1312) Constanza (a. 1418) Basilea (a. 1432) Letrán V (a. 1517) Trento (a. 1563) Vaticano I (a. 1870) Vaticano II (a. 1965)

Todos fueron convocados y presididos por el Papa o por algún Obispo, representante suyo (si bien no es necesario que el Papa esté presente para celebrar el “consejo”, sí es necesario que él lo confirme). Sin embargo, la gran mayoría de estos Concilios habían sido “dogmáticos”, es decir, “más doctrinales”. El Concilio Vaticano II se propuso ser más “pastoral”, es decir, “suponer la doctrina, pero lograr su aplicación real y más certera”. Fue durante la Fiesta de la Conversión de San Pablo, cuando el Papa Juan XXIII propuso a los Cardenales reunidos en la Basílica de San Pablo Extramuros la convocación de un nuevo Concilio Ecuménico. Quien fuera su secretario particular, Mons. Copovilla, redacta cómo aconteció todo:

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“Fue un día como los demás. Se levantó el Pontífice como de costumbre, a las cuatro, hizo sus devociones, celebró la Misa y asistió después a la mía. Se retiró a continuación a la salita de comer para la primera colación, dio una ojeada a los periódicos y quiso revisar el borrador de los discursos que había preparado. A las diez partimos para la Basílica de San Pablo Extramuros. La primera parte de la ceremonia duró de las 10:30 hasta las 13:00. Entonces, entramos en la sala de los monjes benedictinos, nos retiramos todos y quedó el Papa con los Cardenales. Leyó el discursito que había preparado (así le llamó él mismo), y en un cuarto de hora todo estaba terminado. Pocos minutos después se difundía por el mundo la noticia del Concilio Ecuménico”. Y sí, el “mundo” a partir de entonces estuvo “expectante” acerca de todo lo que tuviera que ver con este “aggiornamento” (con esta “actualización” tan necesaria de la Iglesia), pero la noticia había caído tan de sorpresa al Colegio Cardenalicio, que todos respondieron con un “impresionante y devoto silencio”… Extraoficialmente se había denominado a Juan XXIII como un “Papa de transición”, apenas habían pasado tres meses de su elección como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, tenía 78 años de edad (nació el 25 de noviembre de 1881), y… ¿Ahora salía con una convocación universal de los Pastores de la Iglesia? Sin duda que le preguntaron al Papa acerca de su decisión, por lo que él contestó gentilmente, abriendo una ventana: “Quiero abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia afuera y los fieles puedan ver hacia el interior”. Así las cosas, el 21 de mayo de 1959 anunció la creación de la fase “antepreparatoria”. Encargó la Presidencia del Concilio al Card. Domenico Tardini, y la Secretaría a Mons. Pericle Felici, y mediante dos cartas, el Papa pidió que se dieran sugerencias respecto a los temas que se podrían tratar. Para el 30 de abril de 1960 se contó con 2 109 respuestas, a las que se les dio un orden adecuado... El 5 de junio de 1960 se abrió la fase “preparatoria”, con la publicación del Motu Proprio (“a modo propio”) “Superno Dei nutu” (“Por inspiración del Dios Altísimo”), donde se fijaron las comisiones preparatorias. Se trabajaron los temas y lograron redactarse 75 esquemas para su discusión. El 25 de diciembre de 1961 el Papa Juan XXIII convocó oficialmente a la celebración del Concilio Vaticano II con la Bula “Humanae Salutis” (“De la salvación humana”), fijando más tarde la fecha de su apertura: 11 de noviembre de 1962. El reglamento, también votado por los futuros participantes, se hizo oficial el 6 de agosto de 1962. Tres partes lo constituían: Participantes, Normas y Procedimientos. Al Concilio acudieron 2 450 Obispos (convirtiéndose en el Concilio más numeroso y universal de todos); algunos teólogos invitados personalmente por el Papa a modo de “consultores”, no como “miembros plenos”; representantes de las Iglesias protestantes y ortodoxas; observadores católicos laicos; y un buen número de periodistas y comunicadores… 13


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4 Sesiones lo conformaron: La Primera Sesión (1962) comenzó con una Inauguración Solemne en la Basílica de San Pedro. El Papa recordó en su discurso que se trataba de “custodiar el depósito de la fe, de enseñarlo de manera adecuada y empleando los métodos que resultasen más eficaces”. También apuntó que “no debía tenerse una actitud de condena, sino de misericordia”. En esta primera Sesión se comenzaron a discutir los esquemas que emanarían la “Sacrosanctum Concilium”, “Dei Verbum”, “Lumen Gentium” e “Inter Mirifica”. La Sesión concluyó el 8 de diciembre de 1962. En la “inter sesión” los trabajos continuaron, y las comisiones siguieron avanzando, pero el Papa Juan XXIII murió el 3 de junio de 1963. Para gran sorpresa de todos, su sucesor, el Papa Paulo VI, el 27 de junio anunció que el Concilio debía continuar, y fijó la fecha de apertura de la nueva sesión: 29 de septiembre de 1963. La Segunda Sesión (1963) fue más “acalorada”. Los Obispos tuvieron que limar ciertas asperezas y discutir seriamente algunos elementos de los esquemas de los Documentos “De ecclesia” (sobre la Iglesia), Ecumenismo, Liturgia y Medios de Comunicación. De igual modo, se abordaron los temas de la “Colegialidad Episcopal” y el “Diaconado Permanente”. En la segunda “inter sesión”, Paulo VI pidió que se revisaran y aminoraran los esquemas. Esto trajo algo de “descontento”, pues se suponía que el Papa deseaba “acelerar” el Concilio. La Tercera Sesión (1964) se inauguró el 14 de septiembre de 1964. Hubo grandes avances, pero también significativos tropiezos. Se discutieron y aprobaron finalmente los esquemas sobre el Ecumenismo, emanando la “Lumen Gentium”. El Papa proclamó a María como “Madre de la Iglesia”. En la “inter sesión”, las comisiones tuvieron que “pulir” los esquemas acerca de la “Revelación” y rehacer otros, como el de los “Presbíteros”. La Cuarta Sesión (1965) comenzó el 14 de septiembre. En su discurso inaugural, el Papa anunció la creación del “Sínodo de los Obispos”. Para el 28 de octubre se tuvo una sesión pública donde se promulgaron solemnemente la “Christus Dominus”, la “Perfectae Caritatis”, la “Optatam Totius”, la “Gravissimum Educationis” y la “Nostra Aetate”. El 18 de noviembre se aprobó la “Dei Verbum” y la “Apostolicam Actuositatem”. Después de ciertas discrepancias, el 7 de diciembre se promulgaron la “Gaudium et Spes”, los Decretos “Ad Gentes” y “Presbiterorum Ordinis”, y la declaración “Dignitatis Humanae”. Frutos de esta sesión fueron también el anuncio de apertura de los procesos de Beatificación de los Papas Pío XII y Juan XXIII, así como el levantamiento de excomuniones recíprocas con la Iglesia Ortodoxa. El Concilio concluyó el 8 de diciembre de 1965. Aunque el Vaticano II no publicó ningún documento específico dedicado a la catequesis, señaló unas directrices que han marcado profundamente la acción catequética posterior. En palabras de Pablo VI, repetidas después por Juan Pablo II, el Concilio puede considerarse como «la gran catequesis de los tiempos modernos» (CT 2). 14


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2. Las directrices que marcaron la acción catequética posterior En un artículo publicado en la revista “Actualidad catequética”, de enero - marzo de 1976, titulado “Vaticano II: diez años después en España”, y subtitulado “La renovación catequética: camino abierto, difícil, pero esperanzador”, Vicente María Pedrosa hacía esta descripción: — De una catequesis que suponía que todos los bautizados estaban ya convertidos, se ha pasado a una catequesis de acento misionero o evangelizador. De una catequesis más enraizada en lo doctrinal se ha pasado a una educación en la fe, en la que prevalece el anuncio de la buena noticia de Cristo resucitado y la interpretación de la vida a la luz del evangelio, la cual, sin abandonar la doctrina cristiana, busca suscitar actitudes y compromisos evangélicos. De una catequesis más centrada en la infancia, se ha ido a privilegiar la catequesis de jóvenes y adultos. — De una catequesis preferentemente escolarizada, se ha caminado hacia una catequesis que nace de las comunidades cristianas concretas y se realiza después en ámbitos diferentes: familia, parroquia, escuela, movimientos educativos y apostólicos... — Sin abandonar la elaboración de materiales catequéticos concretos, se ha puesto el énfasis en la promoción intensiva de catequistas para las diversas edades y diferentes ambientes. — Al compás de las aportaciones de las ciencias bíblicas, teológicas y pastorales, y de las ciencias de la educación, los materiales catequéticos oficiales aprobados pasan de un acento más kerigmático o de una catequesis del anuncio a una atención mayor a la experiencia del destinatario o a una catequesis de la interpretación. — De una organización y animación catequética más centralizada y promovida desde el Secretariado nacional de catequesis, se ha pasado a una mayor presencia de los miembros del Secretariado nacional en las diócesis y regiones pastorales, para recoger, programar, colaborar y evaluar las acciones. De una catequesis un tanto aislada de otras acciones pastorales se ha pasado a una cada vez más estrecha coordinación con otras acciones de la Iglesia: liturgia, pastoral de juventud, movimientos especializados de Acción católica, etc. Este parámetro podría aplicarse más o menos a las directrices que se suscitaron aquí, en nuestro país, luego de lo que significó tan memorable Concilio.

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3. Christus Dominus Decreto del Concilio Vaticano II sobre el Ministerio Pastoral de los Obispos. Fue aprobado por 2319 votos, durante la segunda sesión del Concilio, y promulgado por el Papa Paulo VI el 28 de octubre de 1965. Su contenido es el siguiente: Proemio Capítulo I: Los Obispos con relación a toda la Iglesia I. -

Papel que desempeñan los Obispos con relación a la Iglesia Universal Ejercicio de la potestad del Colegio de los Obispos. Sínodo o Consejo de los Obispos. Los Obispos partícipes de la solicitud para todas las Iglesias.

II. Los Obispos y la Santa Sede - Los Obispos en sus Diócesis. - Dicasterios de la Curia Romana. Capítulo II: Los Obispos con relación a las Iglesias Particulares o Diócesis I. -

Los Obispos Diocesanos Noción de Diócesis y oficio de los Obispos en ella. Deber que tienen los Obispos de enseñar. Modos de enseñar la doctrina cristiana. Instrucción catequética. Deber de santificar que tienen los Obispos. Deber que tienen los Obispos de regir y apacentar. Formas especiales de apostolado. Preocupación especial por ciertos grupos de fieles. Libertad de los Obispos y sus relaciones con la autoridad pública. Libertad en el nombramiento de los Obispos. Renuncia al ministerio episcopal.

II. Circunscripción de las Diócesis - Necesidad de revisar las circunscripciones de las Diócesis. - Normas que se han de observar. III. -

Cooperadores del Obispo Diocesano en el cargo pastoral Normas para constituir los Obispos coadjutores y auxiliares. Facultades de los Obispos auxiliares y coadjutores. Organización de la Curia Diocesana e Institución del Consejo Pastoral. Los Sacerdotes Diocesanos. Los Sacerdotes dedicados a obras supraparroquiales. Los Párrocos. Nombramiento, traslado, separación y renuncia de los Párrocos. 16


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Erección y modificación de las Parroquias. Los religiosos y las obras de apostolado. Los religiosos, cooperadores del Obispo en el apostolado. Principios sobre el apostolado de los religiosos en las diócesis.

Capítulo III: Los Obispos de las distintas Diócesis en colaboración para el bien común I. -

Sínodos, concilios y, en especial, las conferencias episcopales Importancia de las conferencias episcopales. Noción, estructura y competencia de las conferencias.

II. Circunscripción de las provincias eclesiásticas, erección de las regiones eclesiásticas - Normas que hay que observar. III. Los Obispos que desempeñan un cargo interdiocesano - Vicarios Castrenses. Disposición general Por su importancia, retomamos el número 14 de dicho Decreto: Instrucción catequética “(Los Obispos), vigilen atentamente que se dé con todo cuidado a los niños, adolescentes, jóvenes e incluso a los adultos la instrucción catequética, que tiende a que la fe, ilustrada por la doctrina, se haga viva, explícita y activa en los hombres y que se enseñe con el orden debido y método conveniente, no sólo con respecto a la materia que se explica, sino también a la índole, facultades, edad y condiciones de vida de los oyentes, y que esta instrucción se fundamente en la Sagrada Escritura, Tradición, Liturgia, Magisterio y vida de la Iglesia. Procuren, además, que los catequistas se preparen debidamente para la enseñanza, de suerte que conozcan totalmente la doctrina de la Iglesia y aprendan teórica y prácticamente las leyes psicológicas y las disciplinas pedagógicas. Esfuércense también en restablecer o mejorar la instrucción de los catecúmenos adultos”. (ChD 14)

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4. Gravissimum Educationis Fue aprobada el 28 de octubre de 1965. De los 2 325 votos registrados, 2 290 fueron de “placet” y 35 de “non placet”. Fue un Documento relativamente aprobado “sin dificultades”. Su objetivo está planteado en el número 1: “El Concilio considera atentamente la importancia decisiva de la educación en la vida del hombre y su influjo cada vez mayor en el progreso social contemporáneo”. 1 Proemio, 12 subtítulos, y 1 Conclusión la conforman. Este es el Esquema final aprobado: Proemio 1.

Derecho universal a la educación y su noción

2.

La educación cristiana

3.

Los educadores

4.

Varios medios para la educación cristiana

5.

Importancia de la escuela

6.

Obligaciones y derechos de los padres

7.

La educación moral y religiosa en todas las escuelas

8.

Las escuelas católicas

9.

Diversas clases de escuelas católicas

10.

Facultades y universidades católicas

11.

Facultades de Ciencias Sagradas

12.

La coordinación escolar

Conclusión Sin duda que la educación es uno de los pilares fundamentales de la sociedad humana. Ahora bien, educar y educarse “cristianamente” es un compromiso que todos tenemos desde nuestro bautismo. Cabe señalar que no hay nada realmente humano que no sea cristiano. Por eso, la educación cristiana no debe limitarse a la catequesis semanal o al culto dominical. Ciertamente, las escuelas católicas deberán ser para todas las demás “modelo” de práctica y enseñanza en los valores… 18


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IV. LA CATEQUESIS DESPUÉS DEL VATICANO II 1. Paulo VI y la Evangelización Giovanni Battista Enrico Antonio María Montini nació el 26 de septiembre de 1897 en Concesio, Lombardía. Fue el Papa 262 de la Iglesia Católica desde el 21 de junio de 1963 hasta su muerte, acaecida en Castel Gandolfo, el 6 de agosto de 1978. Fue el sucesor de Juan XXIII, y continuando la voluntad de su antecesor, decidió continuar el Concilio Vaticano II. Fue, además, un gran promotor de las relaciones ecuménicas (con ortodoxos, anglicanos y protestantes). Su labor evangelizadora fue excepcional. De hecho, tomó el nombre de “Pablo” para indicar su misión renovadora en todo el mundo con la difusión del Evangelio. Como dato curioso, digamos que de entre los cardenales que él creó, tres llegarían a ser sus sucesores: Karol Józef Wojtyla (Juan Pablo II, el 26 de junio de 1967); Albino Luciani (Juan Pablo I, el 15 de agosto de 1973); y Joseph Aloisius Ratzinger (Benedicto XVI, el 27 de junio de 1977). 2. El Directorio Catequístico General (1971) Preparado por la Congregación para el clero y aprobado por Su Santidad Pablo VI el 18 de marzo de 1971; se tradujo al castellano con el título Directorio General de Pastoral Catequética (DCG). Su finalidad es orientar y estimular la renovación catequética de toda la Iglesia. Se publicó de acuerdo con lo establecido en el decreto Christus Dominus: “Hágase... otro directorio sobre la instrucción catequética del pueblo cristiano, en que se trate de los principios y prácticas fundamentales de dicha instrucción y de la elaboración de los libros que a ella se destinen”. (ChD 44) El Directorio de 1971 es un conjunto de directrices o principios teológicos y pastorales de carácter fundamental, que tiene como fin orientar todas las actividades del ministerio de la Palabra. Consta de una introducción, seis partes y un apéndice. La introducción señala los objetivos, destinatarios e importancia de la catequesis. Las seis partes tratan de: la actualidad del problema; el ministerio de la Palabra; el mensaje cristiano; elementos de metodología; la catequesis por edades, y la acción pastoral del ministerio de la Palabra. El apéndice aborda el tema de la iniciación a los sacramentos de la penitencia y de la eucaristía y, especialmente, la necesidad de la primera confesión previa a la primera comunión. Sitúa a la catequesis en el interior de la misión pastoral de la Iglesia. Entre las diversas formas del ministerio de la Palabra corresponde a la catequesis hacer realidad la afirmación de que “la fe, ilustrada por la doctrina, se hace viva, explícita y activa en los hombres” (ChD 14). Es decir, define a la catequesis por su finalidad, a la vez que la distingue de las otras formas del ministerio de la Palabra, como es la evangelización o predicación misionera, la celebración litúrgica con la homilía, y la enseñanza de la teología.

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LA CATEQUESIS en el Magisterio de la Iglesia

Al especificar el carácter propio de la catequesis, lo hace en el contexto de la acción pastoral de la Iglesia, a la que compete la acción eclesial de “conducir a la madurez de la fe tanto a las comunidades como a cada fiel” (ChD 21). La catequesis, en definitiva, es complementaria a la predicación misionera que suscita inicialmente la fe y la catequesis ayuda a su maduración. Sin embargo, no se percibe en este documento pontificio a qué acción eclesial en concreto corresponde poner las bases de una formación cristiana iniciatoria y fundante. El Directorio no concede especial relevancia a estos aspectos de la catequesis. 3. Evangelii Nuntiandi La exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, acerca de la evangelización en el mundo contemporáneo, marcó una pauta importante en la reflexión catequética. Fue publicada por Pablo VI el 8 de diciembre de 1975. Este documento es fruto del III Sínodo general de los obispos de 1974. Consta de siete partes: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

Del Cristo evangelizador a la Iglesia evangelizadora. ¿Qué es evangelizar? Contenido de la evangelización. Medios de la evangelización. Los destinatarios de la evangelización. Agentes de la evangelización. El espíritu de la evangelización.

Este documento ayuda a situar la catequesis dentro de la principal actividad de la Iglesia, que es la evangelización, y la concibe a modo de catecumenado. Situar la catequesis como medio inherente a la evangelización es un paso significativo para el futuro. Sin identificar la catequesis con el primer anuncio, esta debe tener un talante misionero que favorezca la conversión a Jesucristo (Ver EN 54). Evangelii nuntiandi avanza en la concepción de la catequesis respecto al DCG de 1971, al incorporar la necesidad de dar a la catequesis una inspiración catecumenal, que haga de ella no sólo un instrumento para la enseñanza del mensaje cristiano, sino también una introducción a la vida cristiana. Una catequesis, en definitiva, fundamentadora e iniciatoria: “Las condiciones actuales hacen cada día más urgente la enseñanza catequética bajo la modalidad de un catecumenado, para un gran número de jóvenes y adultos que, tocados por la gracia, descubren la necesidad de entregarse a él” (EN 44).

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El nuevo enfoque orientativo que la catequesis recibe de la Evangelii nuntiandi a instancias de los padres sinodales, enmarcada en el proceso de evangelización, señala un nuevo impulso hacia la dimensión misionera de esta acción eclesial. 4. Mensaje al Pueblo de Dios (1977) Del Sínodo de los Obispos de 1977 conviene destacar dos documentos: las Proposiciones de los padres sinodales y el Mensaje de los obispos al pueblo de Dios. Los padres sinodales presentaron a Pablo VI 34 Proposiciones, articuladas en torno a los siguientes enunciados: la renovación catequética; los contenidos de la catequesis; el método de catequesis; la catequesis, exigencia para todos los cristianos (destinatarios); la comunidad: origen, lugar y meta de la catequesis; y la actitud del catequista. Aunque la sustancia de estas proposiciones será recogida y presentada en el documento papal post sinodal, hay que dejar constancia de algunos aspectos sobre la concepción de catequesis: la traditio reditio Symboli es signo de comunión eclesial, unión entre comunidades y fieles; la catequesis tiene como finalidad suscitar y hacer madurar la fe, y no puede reducirse a un tiempo o a una simple preparación a los sacramentos, sino que es educación cristiana de la fe; el carácter iniciatorio de la catequesis (“no se trata tanto de adquirir meros conocimientos cuanto de una iniciación a una verdadera experiencia comunitaria de la vida cristiana, es decir, a la experiencia de comportarse cristianamente, de obrar, de celebrar litúrgicamente, de reflexionar comunitariamente sobre el mensaje cristiano, y a la experiencia de integrarse en la totalidad de la vida de la Iglesia”; la necesidad de una catequesis de inspiración catecumenal, también para los bautizados, y se recuerda que la comunidad cristiana es la responsable de la catequesis en cuanto su origen, lugar y meta. El Mensaje al pueblo de Dios que hicieron público los obispos al finalizar el Sínodo se centró en la triple dimensión de la catequesis como palabra, memoria y testimonio. Sin excluir la necesidad de una educación permanente de la fe, se insiste en su carácter fundante e iniciatorio.

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5. Juan Pablo II y su magisterio sobre la catequesis Karol Józef Wojtyla nació en Wadowice, Polonia, el 18 de mayo de 1920. Fue el 264° Papa de la Iglesia Católica y la dirigió desde el 16 de octubre de 1878 hasta su muerte, acaecida el 2 de abril de 2005, en la Ciudad del Vaticano. Juan Pablo II fue aclamado como uno de los líderes más influyentes del siglo XX, recordado especialmente por su posición anticomunista, y por su lucha contra la expansión del marxismo. Jugó un papel muy importante en la mejora de las relaciones de la Iglesia con el judaísmo, el islam, la Iglesia Ortodoxa y el Anglicanismo. Visitó 129 países durante su pontificado (por 5 veces México), y hablaba el polaco, italiano, el francés, el alemán, el inglés, el español, el portugués, el ucraniano, el ruso, el croata, el esperanto, el griego antiguo y el latín. Beatificó a 1340 personas, y canonizó a 483 santos. El 19 de diciembre de 2009 fue proclamado “venerable”, y fue beatificado el 1 de mayo de 2011 por su sucesor, Benedicto XVI. El 30 de septiembre de 2013, el Papa Francisco anunció que “El Papa Magno”, será canonizado junto a Juan XXIII (El “Papa Bueno”), el 27 de abril de 2014. Uno de sus temas de pontificado más importantes fue el de la “nueva evangelización”. Se propuso que la Iglesia fuera como un faro, una guía para el mundo contemporáneo, mediante una renovación de la fidelidad a la persona de Jesús de Nazaret y su mensaje de amor universal, en especial a los marginados y desfavorecidos, anunciándolo a todos los pueblos, con una grande preocupación por la descristianización de Europa. 6. Catechesi Tradendae Juan Pablo II publicó la exhortación apostólica Catechesi tradendae el 16 de octubre de 1979, al año de su pontificado y como segundo gran documento, después de la encíclica Redemptor hominis. Tiene una estrecha relación con las Proposiciones del Sínodo de los Obispos (1977), aunque las trasciende. La finalidad de este documento es, en palabras del Papa, “que esta exhortación apostólica, dirigida a toda la Iglesia, refuerce la solidez de la fe y de la vida cristiana, dé un nuevo vigor a las iniciativas emprendidas, estimule la creatividad —con la vigilancia debida—y contribuya a difundir en la comunidad cristiana la alegría de llevar al mundo el misterio de Cristo”. (CT 4) La exhortación consta de los siguientes capítulos: -

El centro de la catequesis es la persona y la doctrina de Cristo. La catequesis en la historia de la Iglesia. La catequesis en la actividad pastoral y misionera de la Iglesia. Fuentes y contenidos de la catequesis. Los destinatarios de la catequesis. 22


LA CATEQUESIS en el Magisterio de la Iglesia

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La alegría de la fe en un mundo difícil. La catequesis, tarea de todos.

En continuidad con el pensamiento de Pablo VI sobre el lugar y la misión que corresponde a la catequesis en la Iglesia, Juan Pablo II señala con claridad y fuerza que la catequesis es uno de los momentos de la evangelización: “La catequesis es uno de los momentos —¡y cuán señalado!— en el proceso total de la evangelización” (CT 18). Al mismo tiempo clarifica que hay otros que integran la evangelización y que no pueden confundirse con la catequesis: unos “preparan a la catequesis”, otros “emanan de ella” o la siguen (CT 18). A partir de un concepto amplio o genérico de catequesis como “el conjunto de esfuerzos realizados por la Iglesia para hacer discípulos”, para educarlos e instruirlos en la vida de la fe, propone una catequesis más iniciatoria en los siguientes términos: “Globalmente, se puede considerar aquí la catequesis en cuanto educación de la fe de los niños, de los jóvenes y adultos, que comprende especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana dada generalmente de modo orgánico y sistemático, con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana” (CT 18). La propuesta de este tipo de catequesis tiene aspectos que conviene matizar: 

 

Es una catequesis de carácter fundante o iniciatorio. Es iniciación a la revelación que Dios mismo ha hecho al hombre por medio de Jesucristo, conservada en la memoria profunda de la Iglesia y comunicada mediante una traditio viva y activa, de generación en generación (Ver CT 14, 21 - 22, 33). Tiene un carácter orgánico e integral, que la distingue del resto de las formas de presentar la palabra de Dios. Junto a su organicidad, la integralidad garantiza que la catequesis incida en todas las esferas de la vida cristiana. No es suficiente, pues, con conocer la fe, sino que es preciso que se la celebre, se la haga oración, se la haga vida, se la anuncie. La formación que ofrece la catequesis es de carácter básico, limitándose a sus elementos esenciales y principales. Atiende a la formación en el que podría llamarse primer nivel (Ver CT 21). Esta catequesis de carácter fundante, según el pensamiento de Juan Pablo II, es compatible con la llamada “catequesis permanente”, que atiende más a los momentos y circunstancias que coyunturalmente se ofrecen en la vida de la Iglesia. La catequesis permanente “ayuda a promover en plenitud y alimentar diariamente la vida cristiana” (CT 20).

Ambas formas de catequesis deben estar bien conexionadas: “Es importante que la catequesis de los niños y de los jóvenes, la catequesis permanente y la catequesis de adultos no sean compartimentos estancos e incomunicados... Es menester propiciar su perfecta complementariedad” (CT 45).

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LA CATEQUESIS en el Magisterio de la Iglesia

7. Guía para los catequistas (1993) La Congregación para la evangelización de los pueblos publicó en 1993 la Guía para los catequistas, con el fin de seguir reconociendo e impulsando la tarea que estos están llevando a cabo en los países de misión. En el documento “se tratan de manera sistemática y existencial los objetivos principales de la vocación, la identidad, la espiritualidad, la elección, la formación, las tareas misioneras y pastorales, la remuneración y la responsabilidad del pueblo de Dios hacia los catequistas, en la situación actual y en perspectiva de futuro”. (GC 1) Define la identidad del catequista a partir de su vocación específica a la catequesis, dentro de la vocación general para colaborar en los servicios apostólicos de la Iglesia. En la imagen que proyecta del catequista se hace presente la concepción de catequesis de carácter misionero e iniciatorio, siguiendo el decreto Ad gentes. Compete a los catequistas, dice el documento, ser los animadores misioneros en las respectivas comunidades eclesiales, anunciando el Evangelio, preparando a los catecúmenos al bautismo y construyendo nuevas comunidades eclesiales. De su vocación y misión brota una espiritualidad propia, que el documento desarrolla con amplitud. Sin duda, es una de sus principales aportaciones sobre la persona del catequista, hasta ahora apenas apuntada en documentos análogos. Junto a la espiritualidad, se subraya la necesidad de que los catequistas muestren unas actitudes claramente definidas en favor de los más necesitados y del diálogo ecuménico. Sobre la elección y formación de los catequistas urge la necesidad de discernir desde criterios de fe y eclesiales, qué candidatos son los más idóneos para este ministerio eclesial. Una vez aceptados por la Iglesia, los elegidos se comprometen a intensificar su preparación y formación en el seno de la comunidad. En definitiva, se clarifica la responsabilidad de la Iglesia en la tarea de la elección y formación de los catequistas, para que su tarea siga siendo un “fundamental servicio evangélico”. 8. Directorio General para la Catequesis (1997) Veintiséis años después de la publicación del Directorio general de pastoral catequética (o Directorio Catequístico General, 1971), la Congregación para el clero decidió su renovación. Así se dio origen al actual Directorio general para la catequesis (DGC, 1997). El motivo de la reelaboración está en los avances que, en el campo catequético, se han producido, especialmente las exhortaciones apostólicas Evangelii nuntiandi y Catechesi tradendae, la encíclica Redemptoris missio, y la publicación del Catecismo de la Iglesia católica. Enriquecido con las observaciones de las Conferencias episcopales, se elaboró un texto provisional que fue aprobado por el Papa Juan Pablo II el 15 de agosto de 1997.

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LA CATEQUESIS en el Magisterio de la Iglesia

El DGC tiene, fundamentalmente, una finalidad orientativa. Se trata de un texto que ofrece los principios por los que se regula la catequesis. Quiere ser un servicio a los diferentes episcopados nacionales en orden a la elaboración de unos instrumentos catequéticos cercanos a la realidad. En cuanto a los contenidos, dentro de una misma estructura y una misma fundamentación doctrinal de fondo (tanto un texto como el otro apoyan su reflexión en el concepto de revelación, basándose en la constitución conciliar Dei Verbum), existen diferencias y novedades con respecto al DCG de 1971. En lo que ambos textos difieren esencialmente es en el concepto de evangelización. Mientras para el DCG (1971) la evangelización era sólo una forma del ministerio de la Palabra, para el DGC (1997) la evangelización es sinónimo del “conjunto de la acción de la Iglesia” (DGC 46), incluyendo tanto el ministerio de la Palabra en su totalidad como el ministerio litúrgico y el de la caridad. Además, el DGC es muy sensible a la idea de proceso de la evangelización e insiste en las etapas de ese proceso. El ministerio de la Palabra despliega las funciones de convocatoria o llamada a la fe, de iniciación, de educación permanente de la fe, la función litúrgica y la teológica. Otra idea central del DGC concierne a la finalidad última de la catequesis, la comunión con Jesucristo. Así como para el texto de 1971 la finalidad de la catequesis es conseguir una fe viva, explícita y operativa y el medio es la enseñanza doctrinal, para el texto actual la finalidad cristocéntrica de la catéquesis (la comunión con Jesucristo), propicia una sólida espiritualidad trinitaria, suscita un hondo sentido eclesial y mueve a una viva preocupación social. Por otro lado apunta, como tareas de la catequesis, el desarrollo o cultivo de las dimensiones internas de la fe, que pide ser conocida, celebrada, vivida y hecha oración, y junto a ellas el aprendizaje a compartir su fe, primero, con los hermanos creyentes, viviéndola en comunidad, pero también anunciándola, con palabras y obras, en medio del mundo. En este sentido, es vital la preparación para el diálogo ecuménico y para el diálogo interreligioso (Ver DGC 86). Otro aspecto central del DGC es que prefiere hablar de la fuente de la catequesis: la Palabra misma de Dios, que llega a nosotros a través de muchas fuentes inmediatas. Pero para un cristiano, el mensaje es una Persona. Por eso, la catequesis, al presentar el mensaje evangélico, lo que hace, ante todo, es presentar la figura de Jesús. La tensión dialéctica entre la fuente de la revelación y las fuentes a través de las cuales llega a nosotros es de suma importancia para la catequesis, ya que en ella aparece la pedagogía divina (DV 15), que nos la hace “cercana y, sin embargo, permanece velada, en estado kenótico” (kénosis = anonadamiento), que debe ser la pedagogía de la Iglesia en la evangelización y en la catequesis. Una última idea central se refiere al papel de la Iglesia particular en toda pastoral catequética. Respecto a los catequistas, hay dos aspectos especialmente novedosos: a) La necesidad de plantear en la diócesis una verdadera pastoral de catequistas (DGC 233). b) Dotar a toda diócesis de un plantel de catequistas estables, que se entreguen a esta tarea de una manera plena, recibiendo un encargo oficial por parte de la Iglesia. El propio Directorio formula los desafíos y opciones de la catequesis en el futuro inmediato:

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LA CATEQUESIS en el Magisterio de la Iglesia

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Ha de adquirir un “acentuado carácter misionero” (DGC 33). La catequesis de adultos debe ser concebida como referente o eje a partir del cual se inspire la catequesis de las otras edades. Todo proceso iniciatorio de catequesis ha de ser considerado como una verdadera escuela de pedagogía cristiana. Debe anunciar los misterios esenciales del cristianismo, de modo que promueva la experiencia trinitaria de la vida en Cristo como centro de la vida de fe. Ha de considerar como tarea prioritaria la preparación y formación de catequistas dotados de una fe profunda; formación que se realiza, ante todo, en la propia comunidad cristiana, y también en la escuela de catequistas, cuya finalidad es “proporcionar una formación catequética orgánica y sistemática, de carácter básico y fundamental” (DGC 249).

9. Fidei Depósitum Constitución Apostólica, fechada el 11 de octubre de 1992, con la cual el Papa Juan Pablo II ordenó la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. Con esta Constitución se aclara que el Catecismo de la Iglesia Católica será un instrumento válido y legítimo, una norma segura para la enseñanza de la fe cristiana católica. Su estructura consta de una introducción, 3 partes y una conclusión: -

Introducción. Primera Parte: Itinerario y espíritu de la redacción del texto. Segunda Parte: Distribución de la materia. Tercera Parte: Valor doctrinal del texto. Conclusión.

10. Otros documentos El magisterio de los últimos Papas ha tocado diversos aspectos de mucha importancia para la vida y la misión de la Iglesia. Señalamos sólo algunos que han manifestado cierto acercamiento al ministerio catequístico. De Benedicto XVI podemos rescatar la Exhortación Apostólica Postsinodal Verbum Domini. Esta Exhortación recoge las propuestas de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos celebrado en octubre de 2008 con el tema “La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia”. Fue firmada el 30 de septiembre y presentada el 11 de noviembre de 2010. Una Introducción, tres partes y una conclusión la integran: -

Introducción. Primera Parte: Verbum Dei. Segunda Parte: Verbum in Eclesia. Tercera Parte: Verbum Mundo. Conclusión.

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LA CATEQUESIS en el Magisterio de la Iglesia

Del Papa Francisco retomemos la Encíclica Lumen Fidei, firmada el 29 de junio y presentada el 5 de julio de 2013. Esta Encíclica viene a completar la doctrina de las dos Encíclicas anteriores de Benedicto XVI sobre las Virtudes Teologales (Spe Salvi y Catitas in veritate). Francisco asumió el trabajo de su antecesor y añadió algunas aportaciones personales al documento. Se centra en la fe, como una luz que disipa las tinieblas e ilumina el camino del ser humano. Se divide en cuatro capítulos a los que se suman una introducción y una conclusión. Finalmente, el 26 de noviembre de 2013, el Papa Francisco presentará su primera Exhortación Apostólica, Evangelii Gaudium, con la cual, cerrando el Año de la Fe, se invitará a todos aquellos que, siendo cristianos, tenemos la responsabilidad de compartir el Evangelio, a cumplir con nuestra misión. Esperemos que esta Exhortación Apostólica, que recoge las intuiciones del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización, traiga muchos frutos para nuestra Iglesia.

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