Pedagogia de la fe

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EL PEDAGOGO

En la Grecia antigua, era una costumbre de las familias "de alcurnia" contar con uno o más esclavos... Algunos de ellos destacaban: Por su trabajo, su habilidad, su astucia, o porque se ganaban la confianza de sus amos. A aquellos que obtenían su libertad, pero no deseaban dejar la casa de sus patrones (por diversas razones), se les llamaba "libertos". A algunos de ellos se les en comendaba llevar a sus hijos a la Escuela, donde recibirían su educación. Así surgió el término "pedagogo". Etimológicamente, proviene de dos palabras griegas: "Paidos" (niño), y "ago" (llevar). Así, pues, el pedagogo "conducía a los niños" donde sus maestros. Ellos volvían a sus labores, y dejaban a los niños de sus patrones aprendiendo... **** Todo catequista debe ser un "pedagogo". Y es que a ninguno de nosotros se nos encomienda la "educación" de nuestros catequizandos. Nosotros sólo los "conducimos", de la mano, hasta que cada uno de ellos llegue donde el Maestro... Es importante que, una vez cumplida nuestra labor, sepamos "desaparecer". Dejar a nuestros catequizandos para que aprendan, de labios del Maestro, de viva voz de Jesús, la enseñanza de su vida... ¡Somos Pedagogos! ¡Gocemos con ello!

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I. LA PEDAGOGÍA Y LAS CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN 1. Las Ciencias de la Educación Entendemos por “Ciencias de la Educación”, todas aquellas disciplinas interesadas en el estudio científico de los distintos aspectos de la educación en sociedades y culturas determinadas. Destacan entre ellas: Sociología de la Educación, Economía de la Educación, Antropología de la Educación, Historia de la Educación, Psicología Educacional, Pedagogía, Didáctica, Filosofía de la Educación, Educación Comparada y Política Educacional. a) Características Las Ciencias de la Educación son un conjunto de disciplinas que estudian, describen, analizan y explican los fenómenos educativos en sus múltiples aspectos. La educación es un fenómeno complejo que tiene lugar en todos los ámbitos de la sociedad en la cual intervienen diferentes disciplinas de las Ciencias Sociales y Humanas como la Sociología, Derecho, Psicología, Ciencia Política, Historia, Economía, Filosofía, etc.; además, realizan abordajes y estudios específicos, por ello es posible hablar de una Sociología de la Educación, una Historia de la Educación, una Antropología de la Educación, una Psicología Educacional, una Política Educacional, Economía de la Educación y de una Filosofía de la Educación. Todas aquellas disciplinas que explican los fenómenos educativos, y que pueden integrarse para realizar estudios determinados, nutren el campo de las Ciencias de la Educación. b) Factores de las Ciencias de la Educación Los principales factores que se deben tomar en consideración para analizar y comprender los hechos y las situaciones educacionales pueden clasificarse en dos grandes categorías: -

Los factores que dependen de condiciones generales de la institución educativa en el seno de la sociedad. Los factores que dependen de las condiciones “locales” de la institución educativa y que determinan su realización.

c) Clasificación de las Ciencias de la Educación El pedagogo francés Gastón Mialaret (nacido en París, el 10 de octubre de 1918), propuso en su libro “Las Ciencias de la Educación”, a finales de los años setenta, una clasificación en tres grandes categorías:      

Las que estudian las condiciones generales y locales de la educación: Historia de la educación y de la pedagogía. Sociología de la Educación. Demografía escolar. Economía de la educación. Pedagogía comparada.

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Pedagogía de la Fe  Las que estudian la situación educativa y los hechos educativos:  Las disciplinas que estudian las condiciones del acto educativo desde los ángulos de la fisiología, la psicología de la educación de la sociología o las Ciencias de la Comunicación.  Las didácticas y la teoría de los programas.  Las ciencias de los métodos y de las técnicas pedagógicas.  Las ciencias de la evaluación.  Las de la reflexión y futuro:  La filosofía de la educación.  La planificación educativa. d) Problemáticas y críticas a las Ciencias de la Educación El pedagogo español Agustín Benito Escolano (nacido en Soria, 1941), destaca que las ciencias de la educación, giran en torno a los siguientes problemas:   

El significado de la pluralidad y positividad de las Ciencias de la Educación. Problemas de unidad e interdisciplinariedad. Relaciones entre Filosofía y Ciencias de la Educación en el marco de las discusiones epistemológicas contemporáneas.

2. La Pedagogía como disciplina de las Ciencias de la Educación Actualmente, se entiende por “Pedagogía” la ciencia que tiene como objeto de estudio la Educación (en pocas palabras, “enseñar a los que enseñan”). Es una ciencia perteneciente al campo de las Ciencias Sociales y Humanas, y tiene como fundamento principal los estudios de Immanuel Kant y Johann Friedrich Herbart. El objeto de estudio de la pedagogía es “la Educación”, tomada en el sentido general que le han atribuido diversas legislaciones internacionales, como lo referido en documentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y los propios de cada país (como las leyes generales o nacionales sobre educación). También es posible encontrar la palabra “Formación” como objeto de estudio de la Pedagogía, siendo “Educación” y “Formación” vocablos sinónimos en tal contexto (aunque existe un debate muy serio que indica que se trata de dos términos realmente diferentes). La Pedagogía estudia a la Educación como un fenómeno complejo y multirreferencial, lo que indica que existen conocimientos provenientes de otras ciencias y disciplinas que le pueden ayudar a comprender lo que es la Educación; ejemplos de ello son la historia, la sociología, la psicología y la política, entre otras. En este contexto, la Educación tiene como propósito incorporar a los sujetos a una sociedad determinada que posee pautas culturales propias y características; es decir, la Educación es una acción que lleva implícita la intencionalidad del mejoramiento social progresivo que permita que el ser humano desarrolle todas sus potencialidades.

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Relación entre Pedagogía y Educación La Pedagogía trabaja siempre con la Educación, ese es su objeto de estudio, pero cada una cumple una actividad diferente. No es correcto, pues, identificar la “Pedagogía” con la “Educación”. La Pedagogía es un conjunto de saberes, una ciencia aplicada y de carácter psicosocial. Constituye, por así decirlo, la parte “teórica”. La Educación sería la parte “práctica”. La Pedagogía hace referencia al estudio del hecho educativo, y la Educación a la acción de educar. La Educación es una actividad práctica y la Pedagogía una actividad teórica. En pocas palabras, sin la existencia de la Educación no habría Pedagogía, pero sin la Pedagogía la Educación no podría tener significación científica. La Educación es un proceso de perfección que no puede alcanzarse plenamente en la vida, pero que puede lograrse gradualmente cada vez en mayor medida. El reto de educar consiste en ayudar al educando a pasar de una situación heterónoma a una autónoma a fin de que pueda realizarse como hombre libre, consciente y responsable de sus actos y de su propia determinación…

ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE 1. Investigar y describir brevemente a cada una de estas Ciencias de la Educación:          

Sociología de la Educación. Economía de la Educación. Antropología de la Educación. Historia de la Educación. Psicología Educacional. Pedagogía. Didáctica. Filosofía de la Educación. Educación Comparada. Política Educacional.

2. Escribir las Biografías de Immanuel Kant y de Johann Friedrich Herbart, poner énfasis en lo que cada uno aportó a la Pedagogía.

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II. LA PEDAGOGÍA CATEQUÍSTICA: GENERALIDADES 1. ¿Qué se entiende por Pedagogía Catequística? El término “Pedagogía Catequística”, puede suscitar la expectativa de encontrarnos ante un elenco de recetas prácticas con qué llevar a cabo la Educación de la fe a través de la acción catequética. De hecho, a menudo sucede así, y no es de extrañar, dada la contraposición entre una concepción tradicional de Catequesis a la que estábamos acostumbrados en el pasado y que consideraba fundamentalmente el contenido, y algunos desarrollos más recientes que han privilegiado el Método por encima de todo. Pedagogía ha sido identificada, en no pocas ocasiones y ambientes, con recursos metodológicos, despojando así a este concepto de sus acepciones más genuinas. “Método” y “Pedagogía” son dos conceptos con diferentes significados, aunque a menudo se utilicen indistintamente. Hablar de Pedagogía en el ámbito de la Catequesis es algo más que referirnos a una cuestión de método o de técnicas. Para comprender el perfil pedagógico de la Catequesis debemos buscar en la misma concepción que de ella tengamos. Según el Directorio general para la Catequesis de 1997, “la concepción que se tenga de la Catequesis condiciona profundamente la selección y organización de sus contenidos (cognoscitivos, experienciales, comportamentales), precisa sus destinatarios y define la Pedagogía que se requiere para la consecución de sus objetivos” (Ver DGC 35). La Catequesis es fundamentalmente una Pedagogía, pero no una Pedagogía genérica, sin apellidos, sino una Pedagogía para la Educación de la fe. Esta Pedagogía se fundamenta, por una parte, en la doctrina de la Iglesia y sus fuentes (Sagrada Escritura, Tradición viva, Magisterio, Liturgia y Testimonio del obrar cristiano). Y, por otra parte, deberá ser una auténtica Pedagogía, fundamentándose sobre la base de las ciencias humanas del comportamiento y sobre la antropología, y haciendo uso de teorías pedagógicas válidas y puestas al día. Sin olvidar nunca que sus metas educativas deberán proyectarse en función de la finalidad superior, que es la perfección o santidad cristiana, a la cual se llega sólo a través de una auténtica maduración humana. Desde un punto de vista amplio, la Pedagogía es la disciplina que se ocupa de la Educación. Pero actualmente está en discusión la comprensión del aspecto disciplinar de la pedagogía, desde su consideración como disciplina específica y unitaria hasta su concepción dentro de un ámbito científico multidisciplinar. A nosotros nos bastará su consideración como disciplina científica de la organización del saber y de la intervención educativa. Una disciplina que reorganiza y sistematiza todos los saberes que proceden de las ciencias humanas sobre la Educación, con el fin de ponerlos en marcha y orientarlos en función de la intervención educativa. Muy significativa es la definición de pedagogía a partir de su estudio etimológico, entendiendo, como hemos dicho, que el término pasó a indicar, en sentido figurado, la actividad misma de la educación. Actualmente este significado está completamente abandonado. Se ha superado la referencia exclusiva a los niños, ya que todas las etapas de la vida son susceptibles de educación; y

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por otra parte, el carácter práctico de la acción de conducir lo ha asumido más bien el concepto de Educación. No obstante, la Catequesis puede incorporar esta acepción más antigua del término Pedagogía, hasta el punto de que resulta muy sugerente establecer una analogía, tomando las distancias oportunas, entre la función del pedagogo primitivo y la función actual del catequista y de la comunidad. Aquel tenía el encargo de acompañar al niño desde su casa hasta el encuentro con el maestro, para luego desaparecer. El catequista, que es agente directo del acto catequético y actuante en nombre de la comunidad cristiana, tiene la función de acompañar por un camino de fe que lleve al catequizando hasta su verdadero Maestro, para desaparecer en el momento oportuno y dejar que el encuentro se realice en el terreno de la fe. Porque “catequizar” es “conducir a uno a escrutar el misterio de Cristo hasta que establezca con él una auténtica comunión, capaz de conducirlo al amor del Padre en el Espíritu” (Ver CT 5). Por ello, “en la escuela de Jesús Maestro, el catequista une estrechamente su acción de persona responsable con la acción misteriosa de la gracia de Dios” (DGC 138). 2. Funciones Pedagógicas y el servicio que pueden dar a la Catequesis Ya de entrada y con mucha simplificación, podríamos ver en el primado de la enseñanza aquella concepción de la Educación en la cual el educando no posee nada y todo debe llegarle desde el exterior; contrariamente, una exclusiva acentuación de la animación exageraría que el educando posee prácticamente todas las potencialidades de manera que la educación sólo debe crear las condiciones para que estas afloren. El verdadero aprendizaje sería un intento de equilibrio entre estos dos modelos anteriores. Estas son las 3 principales funciones pedagógicas: a) Enseñar: El modo de funcionar caracterizado por la enseñanza magisterial se encuentra completamente centrado sobre el saber del educador; este es quien sabe y quien transmite todo un cúmulo de saber a los educandos, los cuales no tienen más que aprenderlo y asimilarlo. Aunque el maestro sea el actor principal, eso no significa que el alumno sea completamente inactivo; su actividad consiste precisamente en apropiarse del saber tal como es definido, organizado y presentado por parte del maestro. El riesgo de este estilo de trabajar es que, además de generar una relación de “dominador” y “dominado” que puede llegar a ser insoportable, transmite conocimientos sueltos y superficiales, ya que el alumno no llega nunca a una verdadera integración de los mismos con un trabajo de apropiación. Tiene, sin embargo, sus virtudes, en la medida en que el maestro ejerce su función de enseñante con la habilidad de ponerse en el lugar de su auditorio, superando el mero hecho de anunciar saberes ya establecidos y reestructurándolos en función de sus alumnos. Se ofrece un solo modelo, pero se ofrece como ejemplo entre varios posibles, invitando a cada uno a hacer su propio proceso. b) Animar: El formador (o animador, en este caso) renuncia a comunicar un saber determinado. Su función se limita a menudo a facilitar la organización y a estar atento a la auto organización de las personas y de los grupos en formación. El contenido toma la

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forma de un dispositivo de expresión, de organización, de trabajo y de creación de conocimientos, según los intereses espontáneos de los mismos individuos en proceso de formación y a partir de sus propias adquisiciones, experiencias y observaciones. En este modelo, el saber se refiere ante todo a aquello que haya podido ser adquirido a través de la experiencia subjetiva, virtualmente ya presente, y que ahora va a pasar por una etapa de elaboración. La Pedagogía de la animación será principalmente una Pedagogía de la expresión. En esta modalidad, la Pedagogía de grupo juega un papel preponderante. El proceso de formación está constituido fundamentalmente por los intercambios en el interior del grupo. El animador no interviene en la definición de los contenidos, facilita su expresión y estructuración sugiriendo métodos de trabajo o de intercambio. Las personas y los grupos no son “objetos”, sino “sujetos” de la formación. Se valorará su autonomía, su iniciativa, y sus motivaciones. c) Aprender: Finalmente, este modelo, que sitúa al educando frente a un saber o a una competencia (un “saber-hacer”). Un saber que, al menos como punto de partida, el educando todavía desconoce y del cual va a apropiarse de forma activa; el aprendizaje se centra en las operaciones que el sujeto en formación deberá efectuar en el campo de un saber dado, con el objetivo de asumirlo y usarlo de manera creativa. Lo que caracteriza el aprendizaje es un itinerario de apropiación activa de los saberes o competencias del sujeto en formación. Así, la conciencia de un aprendizaje asumido por parte del alumno va a “influenciarlo” realmente. Y este, el triple servicio que pueden darle a la Catequesis: a) Enseñanza: La Catequesis debe necesariamente recurrir de forma parcial a determinadas formas de enseñanza, sobre todo por motivos que atañen a la naturaleza de la propia Revelación y a la comunicación de la fe. Como iniciación a la fe, por el ejercicio de la razón, la Catequesis requiere necesariamente una enseñanza, una exposición, una explicación de la fe, de tal manera que sea recibida y vivida en la Iglesia bajo la autoridad del Magisterio que la interpreta y la autentifica. En un contexto sociocultural como el actual, esta modalidad de trabajo pedagógico podría salir al paso de la necesidad de informaciones claras y de explicaciones autorizadas sobre las afirmaciones de la fe y sobre los componentes de la vida cristiana. Por otra parte, la situación presente de secularización y de pluralismo es propicia al desarrollo de catequesis que recurran deliberadamente a una lógica de exposición, con el peligro de quedarse a medio camino en la finalidad que realmente pretende la Iglesia con la acción catequética. Valorar convenientemente esta dimensión de enseñanza exige, sin embargo, encontrar las formas adecuadas de proceder que puedan responder a las expectativas y los valores de las personas. Deben darse una serie de condiciones que hagan catequéticamente eficaz y culturalmente oportuna esta Pedagogía magisterial. Ante todo, la Catequesis debe distinguir entre la lógica de la exposición y la lógica de la imposición, haciendo honor a la inteligencia del auditorio y a su capacidad de juicio, promoviendo al mismo tiempo el ejercicio de la libertad religiosa en un contexto pluralista. Debe tener en cuenta la articulación entre las diferentes afirmaciones fundamentales de la fe, así como entre los diferentes componentes de la vida cristiana. Debe anunciar no solamente los

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conocimientos bien estructurados, sino la manera como estos saberes se construyen, se justifican y pueden ser personalizados, y a qué consecuencias para la acción deben conducir y a través de qué métodos. b) Animación: El modelo basado en la animación puede incluso justificarse teológicamente apelando a la igualdad de las personas en dignidad, a la riqueza de las experiencias de vida, e incluso a la presencia del Espíritu Santo actuante en cada persona. El trabajo catequético de animación consiste en llegar a expresar todo aquello que ya está virtualmente presente en la experiencia de vida y en la experiencia de fe de los catequizandos, como individuos y como grupo. Esto no suprime la dimensión de alteridad de la Revelación. Se considera que el encuentro de la Revelación, la escucha de la Palabra y la presencia del Espíritu están ya incluidos en la experiencia; son una dimensión constitutiva de la experiencia que precisamente busca expresarse. En este proceso, el catequista-animador, siempre al servicio de la expresión y del trabajo de las personas y los grupos, puede intervenir en el terreno del contenido, no como el maestro que autorizadamente dicta el saber, sino en cuanto facilitador del proceso y también en cuanto testigo. Es aquel que ayuda a un grupo de creyentes a discernir poco a poco la Palabra contenida germinalmente en la existencia de cada uno. Quien se dedica a la tarea de la catequización no debe olvidar que, para la gran mayoría de los jóvenes, la promoción de la libertad de expresión y la práctica de procesos de intercambio son, en nuestro tiempo, imperativos categóricos. Por lo tanto, la animación en la catequesis es una forma de trabajo culturalmente indiscutible, aunque no sea la única. Pero al mismo tiempo muestran las encuestas que el estilo de animación, incluso allí donde es deseado, engendra a menudo insatisfacción y frustración en un segundo momento. Muchos grupos de catequesis, a la larga, se acusan de cansancio por el hecho de centrarse exclusivamente sobre la expresión y el compartir cuestiones y experiencias inmediatas. En el cambio cultural actual, caracterizado por un desgaste evidente del cristianismo, la pedagogía de la animación, contra sus propias intenciones, corre el riesgo de recurrir incansablemente a las expresiones disponibles de la fe, es decir, a aquellas que precisamente están amenazadas culturalmente por dicho desgaste. c) Aprendizaje: La lógica del aprendizaje puede presentarse particularmente oportuna para la Catequesis, ya que favorece un encuentro riguroso con los datos de la tradición, al mismo tiempo que estimula su adecuada fructificación en el sujeto que la recibe. Hace posible una articulación dinámica entre algo dado (traditio) y algo recibido (reditio), entre la iniciativa de la Palabra de Dios y la respuesta del Pueblo de Dios, en cuyo contexto ésta se actualiza, entre el don de la Revelación y su apropiación activa por parte del sujeto que lo recibe con vistas a ser transformado y hacerlo fructificar en su propia palabra, en su obrar, en sus proyectos, bajo el impulso del Espíritu. “La participación activa de los catequizandos en su proceso formativo está en plena conformidad, no sólo con la comunicación humana verdadera, sino especialmente con la economía de la revelación y la salvación” (DGC 157). ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE Investigación de campo de cada una de las funciones pedagógicas en una Catequesis.

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III. LA PEDAGOGÍA DE DIOS, FUENTE Y MODELO DE LA PEDAGOGÍA DE LA FE 1. La catequesis necesita una pedagogía La Educación es una actividad humana al servicio de las personas para que éstas puedan realizar su vocación y asumir responsablemente sus tareas en el mundo y en la historia. Las acompaña y las ayuda a descubrir lo que son. Las estimula en sus capacidades y les propone valores, para que puedan formar sus criterios de juicio, encontrar su lugar en la sociedad y tomar sus propias decisiones. La Pedagogía es el medio por el cual la Educación consigue sus propósitos. Podríamos decir que es una ciencia, una sabiduría y un arte para asegurar el crecimiento integral de las personas. Se vale de principios, de actitudes y de recursos prácticos orientados a la plena realización del hombre. La Catequesis hoy se nos propone como una “Educación ordenada y progresiva de la fe”. Ello significa que pretende educar integralmente a las personas, a partir de la experiencia fundamental de la fe que lleva a la conversión a Dios. Una conversión que requiere de un crecimiento progresivo y de una profundización para que el creyente haga suyas las consecuencias personales, comunitarias, morales y sociales que nacen de su aceptación del Dios de Jesucristo. Por eso, para que la Catequesis sea Educación de la fe, tiene que ser Pedagogía que responda claramente a las aspiraciones de todo el que ha sido salvado por la Palabra de Dios. II. Nuestra Pedagogía es la Pedagogía de Dios revelada en Jesús Cuando leemos la Sagrada Escritura advertimos que la Revelación de Dios no está separada de la manera como Él se revela. Él descubre su Misterio y su designio salvador, pero lo hace a su modo, con un “estilo” y unos “comportamientos” que van estrechamente unidos al anuncio liberador de su mensaje. La Revelación tiene una Pedagogía divina que se nos da como regla y camino para el anuncio de la fe. Solo hay una Revelación y solo una Pedagogía para entregarla, la que Dios mismo nos ha manifestado. La Catequesis debe estar siempre atenta a esta Pedagogía divina para familiarizarse con ella y seguirla. Necesita meditarla para asegurarse de que es fiel al modo como Dios nos descubre sus más profundas intenciones salvadoras. Mirará especialmente en Jesucristo la manera como Dios educa a su pueblo. Esta Pedagogía divina tiene unos rasgos característicos que descubrimos en Jesús, maestro de toda Pedagogía: a) Es una Pedagogía encarnada Se realiza en la realidad concreta de las personas, dentro de sus experiencias del mundo y de la vida: Sus temores, sus luchas, sus aspiraciones, sus búsquedas, su pobreza y su pecado. Comienza por un diálogo con la vida de la gente.

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b) Es una Pedagogía centrada en las personas y en los valores del Reino de Dios Las personas tienen un nombre, una historia y un lugar único en el plan de Dios. No se mueve por prejuicios ni por ideas que encasillan a la gente. Cree mucho en las posibilidades de cada uno, revelando que la vida puede construirse sobre la base de valores nuevos, capaces de transformar el corazón. La pedagogía de Jesús es enormemente paciente con el ritmo que cada uno tiene para llegar a la fe. c) Es una Pedagogía que crea relaciones nuevas Las personas se sienten amadas de Dios, lo miran como padre, amigo y compañero de camino. Los hombres conviven como hermanos, se hacen cercanos, comparten su vida, forman comunidad, luchan y trabajan juntos por el Reino de Dios revelado en Jesucristo. d) Es una Pedagogía de la libertad Las personas son llamadas a responder con la entrega responsable de su libertad. La Pedagogía de Jesús enseña a tomar decisiones y a aceptar las consecuencias que de ellas se desprenden. Confía en la capacidad de cada uno para ir haciendo su propio camino. No espera más pero tampoco menos de lo que cada uno puede hacer. e) Es una Pedagogía del amor Que libera de las esclavitudes y de los miedos que frenan la transformación de las realidades marcadas por el pecado. Amar a la manera de Jesús es ser libre para dar la vida por los que amamos. f) Es una Pedagogía de signos Que se pueden entender y se pueden creer, porque están enraizados en la autenticidad de la palabra y de los gestos, en la calidad de las actitudes y en la rectitud de la vida entera. La autoridad de la Pedagogía de Jesús nace de la integridad de su persona. g) Es una Pedagogía del servicio Jesús, postrado ante los pies de sus discípulos, puede ser una imagen que refleja estupendamente lo que es su Pedagogía como servicio concreto a los demás. Ellos tendrán que aprender a servir como Él los ha servido. h) Es una Pedagogía de la esperanza Jesús enseña a los suyos a vivir como Él y les deja su Espíritu para que inventen nuevas formas de expresar el amor en las circunstancias que cada uno vivirá. La vida de los discípulos se va transformando en pequeños avances, por el esfuerzo de la lucha diaria en el camino de la fidelidad. La Pedagogía de Jesús es una Pedagogía que sabe respetar el proceso de crecimiento en la fe que cada uno es capaz de vivir.

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3. La Catequesis se inspira en la Pedagogía de la Iglesia La Iglesia de los primeros cuatro siglos practicó una pedagogía que acompañaba a los cristianos en el crecimiento de su fe para llevarla hasta su madurez. Era el catecumenado que cuidaba la formación integral del futuro cristiano, generalmente adulto, que entraría a formar parte de la comunidad. El que había recibido el primer anuncio del kerigma y deseaba ser cristiano, tenía qué convertirse en serio, decidir por sí mismo su entrada a la Iglesia y prepararse por tres años para recibir los Sacramentos de la Iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. La Iglesia de ese tiempo comprendió que era necesario, por un lado, formar cristianos seguros de su fe en un mundo pagano que les presentaba enormes dificultades para vivirla. Por otro lado estaba convencida de que la fe era la decisión más importante en la vida del hombre, por tanto, había que educarla cuidadosamente para su perseverancia, mostrándole claramente las exigencias que vendrían después y ofreciéndole los medios para responder a ellas. El catecumenado cristiano fue una verdadera Pedagogía catequética de Educación de la fe con sus metas, su proceso y sus medios propios. - Sus metas: Entrar a formar parte de la comunidad, madurar en la fe, recibir los sacramentos y dar testimonio del Reino de Dios en el mundo. - Su proceso: Participar poco a poco en la experiencia comunitaria de la fe, crear lazos fraternos, conocer más ampliamente el mensaje cristiano, comprender los signos litúrgicos y entrenarse para vivir una vida moral según el Evangelio. - Sus medios: El encuentro frecuente con la Sagrada Escritura, fuente primera de la fe y criterio supremo para juzgar la vida; la Catequesis que forma en las exigencias del seguimiento de Cristo; la Oración que permite el diálogo con el Dios que salva; el Testimonio de la comunidad que impulsa y sostiene los nuevos cristianos. Nosotros vivimos hoy una situación en la cual vemos que se ha perdido desde hace mucho tiempo aquella tradición de la Iglesia. Los Sacramentos de la iniciación cristiana se reciben en la niñez. La entrada a la Iglesia no es el resultado de una decisión adulta. La mayoría se dice creyente aunque la fe tenga poca o ninguna influencia en la vida. La fe se transmite por una costumbre que se hereda.

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La Iglesia antiguamente bautizaba a los convertidos y hoy, en cambio, debe convertir a los bautizados… La pedagogía de aquellos primeros siglos sigue siendo actual en nuestros días, no solamente por ser camino certero y comprobado para educar en la fe, sino también porque la comunidad cristiana está en un mundo donde la fe sin formación está continuamente expuesta a caer en la indiferencia y el olvido. ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE -

Elaborar un cuadro sinóptico con los datos más importantes de este tercer punto de nuestra materia.

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Leer los números 139 a 147 del Directorio General para la Catequesis.

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Hacer un ensayo, de una cuartilla, y que refleje los conocimientos adquiridos.

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IV. CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES DE LA PEDAGOGÍA CATEQUÍSTICA 1. Es una pedagogía experiencial Para comprender mejor esta característica, analicemos primero qué se entiende por Aprendizaje experiencial. El Aprendizaje Experiencial nos proporciona una oportunidad extraordinaria de crear espacios para construir aprendizajes significativos desde la auto-exploración y experimentación. Podemos definir el aprendizaje como el proceso mediante el cual adquirimos nuevas habilidades, conocimientos, conductas, instalamos y reforzamos los valores, como resultado del análisis, de la observación y de la experiencia. Estos cambios pueden alcanzar grados diversos de estabilidad, y se producen como resultado de estímulos y respuestas. Los aprendizajes del ser humano desde un punto de vista individual, se pueden convertir en aprendizajes colectivos, en la medida que se guíen y socialicen, compartiéndolos al llevarlos hacia reflexiones y aprendizajes grupales, que fortalezcan la integración en cada comunidad, la eficacia y la productividad en el fomento por alcanzar grupos humanos inteligentes, abiertos al aprendizaje. El aprendizaje es un proceso mediante el cual el conocimiento se crea en base a la transformación de una experiencia. El aprendizaje es permanente y activo, es un proceso en el cual los procesamientos de la información implican que los aprendices, como “socios del aprendizaje”, deben construir y reorganizar el conocimiento en su estructura cognitiva por medio de sus propios niveles de representación, con los cuales, los socios del aprendizaje transforman esa información acorde con sus propias realidades, experiencias anteriores, con sus valores, normas y reglas, siempre y cuando estén alertas, reflexionen y procesen la experiencia para conceptualizarla a su realidad para construir significado, para la construcción y deconstrucción de aprendizajes. La teoría del Aprendizaje Experiencial es holística: combina la experiencia, la percepción, la cognición y el comportamiento. Podemos considerar al Aprendizaje Experiencial como la forma más natural, primitiva y real de crear aprendizajes. El Aprendizaje Experiencial es una poderosa metodología constructivista que es utilizada de manera consciente, planificada y dirigida para ser utilizada como un sistema formativo adaptable a los diversos estilos de aprendizaje. Llevada la metodología a la práctica, nos permite orientarla a la formación y transformación de las personas como individuos en relación con sus competencias, su liderazgo, capacidad de toma de decisiones, así como desde el punto de vista sinérgico y sistémico en la inter-relación con otros individuos, en la convivencia armónica, en la comunicación efectiva, en la conformación de equipos de trabajo de alto rendimiento, en la concienciación de la seguridad y salud, así como el

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fortalecimiento de sus valores y de su cultura, acompañando el desarrollo de estas habilidades “blandas” (también llamadas “sociales” o “aptitudes”) o acompañando el aprendizaje de habilidades “duras” (también llamadas “técnicas” o “actitudes”), en un sinfín de acompañamientos que incluyen al campo terapéutico. El conocimiento es sin duda alguna, fundamental, sin embargo la experiencia es la que nos enseña al incorporar sensaciones, sentimientos, evidenciando valores, comportamientos y principios que marcan huellas indelebles si tenemos consciencia sobre ello. Cuando aplicamos la metodología para el aprendizaje, las actividades que se diseñen y faciliten deben ser profesionalmente estructuradas y dirigidas para provocar los objetivos propuestos. El aprendizaje experiencial incrementa las expectativas de logro y la confianza en las propias habilidades de los individuos, ayudando a integrar dicha experiencia con los conocimientos entre sí, así como con experiencias y conocimientos anteriores, logrando promover la adquisición de mayores conocimientos, de una manera más profunda y de más largo plazo, provocando aprendizajes significativos. Según estudios recientes, nosotros aprendemos: -

El 5% de lo que escuchamos. El 10% de lo que leemos. El 20% de lo que escuchamos y vemos. El 50% cuando argumentamos en grupos de discusión guiados. El 75% cuando hacemos las cosas. El 80% cuando lo enseñamos y facilitamos a otros.

Y recordamos: -

El 90% de lo que decimos y hacemos. El 70% de lo que hacemos. El 50% de lo que escuchamos y vemos. El 30% de lo que vemos. El 20% de lo que escuchamos. El 10% de lo que leemos.

Por tal motivo, el juego, en este Aprendizaje experiencial, hay que tomarlo muy en serio. A través de él, los socios del aprendizaje, con su cuerpo y su mente, con sus cinco sentidos, vivirán sensaciones, emociones, situaciones, permitiéndoles “darse cuenta” de los aspectos en los que deben mejorar y trabajar, encaminándolas luego a asumir compromisos de acción. El Aprendizaje experiencial debe contar con tres elementos clave en las actividades, simulaciones, talleres, lúdica, y dinámicas de grupo: 1. Acción. 2. Reto. 3. Diversión. Para esto es necesario tomar en cuenta las emociones, el enfoque y la creatividad.

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Finalmente, esta tabla nos ayudará a compararlo positivamente con el Aprendizaje Tradicional:

APRENDIZAJE TRADICIONAL

APRENDIZAJE EXPERIENCIAL

Profesor

Facilitador

Enfoque hacia la Educación

Enfoque hacia el Aprendizaje

Intelectual

Emocional - Racional

Salón de Clases convencional

Dentro – Fuera del Aula

Cabeza

Corazón

Estructurado

Creativo

Serio

Curioso

Rígido

Espontáneo

Se revela la respuesta

Se descubre la respuesta

Repetición

Intuición

Memorización / Razonamiento

Vivencial / Razonamiento

Involucramiento pasivo

Involucramiento activo

Temor

Confianza

Siendo el mejor

Dando lo mejor de uno

Conocimiento

Entendimiento

Rápido

Pausado

En cuanto a la pedagogía catequística, digamos que la experiencia ejerce diversas funciones en la catequesis, a la luz de las cuales la existencia misma debe ser siempre debidamente valorada. El método experiencial busca educar la fe apoyándose en las experiencias del destinatario, de las pasadas, o provocando una presente que lo lleve a proyectar su futuro. Algunas variaciones de este método podrían ser:  

La entrevista: Que consiste en invitar a una persona con mucha preparación, de gran testimonio de vida, para preguntarle ante los alumnos sobre el tema en cuestión. La vivencia: Muy unida a la explicación. Al experimentar directamente algunas cosas reforzamos la memorización y el impacto emocional.

El uso adecuado de la experiencia personal del interlocutor traerá los siguientes beneficios: Hacer que nazcan en el hombre intereses, interrogantes, esperanzas e inquietudes, reflexiones y juicios, que se unen en un cierto deseo de transformar la existencia. Es tarea de la catequesis procurar que las personas estén atentas a sus experiencias más importantes, ayudarlas a juzgar a la luz del Evangelio las preguntas y necesidades que de estas experiencias brotan, y educarlo para vivir la vida de un modo nuevo.

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De esta forma la persona será capaz de comportarse de modo activo y responsable ante el don de Dios. Lo más importante en nuestra misión es lograr que la gente acepte y viva en la Voluntad de Dios. Debemos recordar que el primer interesado en nuestra labor es Él, porque suya es toda iniciativa. Finalmente, como catequistas, debemos estar atentos a nuestra vida de oración, a nuestro testimonio y a encomendar desde el fondo de nuestro corazón cada trabajo que hagamos en su nombre. Un buen catequista no se da a sí mismo, da a Dios… 2. Es una pedagogía activa En la pedagogía catequística tradicional, el catequista era el que hablaba y los catequizandos se limitaban a escuchar. Superando las actitudes pasivas y receptivas, la catequesis actual apuesta por una pedagogía activa, que favorezca en los catequizandos actitudes participativas, dinámicas y creativas. La pedagogía activa se inspira en dos principios educativos que provienen de las Ciencias de la Educación. Tales principios son los siguientes: 

El alumno es el responsable último de su propio proceso de aprendizaje: La corriente pedagógica del constructivismo afirma que el educando es el protagonista principal en los procesos de enseñanza – aprendizaje. Él es el que aprende y el que construye en forma activa los conocimientos. Lo que mejor se aprende es lo que se hace: Este principio, que tuvo su origen en la “Escuela Activa” (principios del Siglo XX), valora la actividad, la experiencia y la insustituible participación del alumno en los procesos de enseñanza – aprendizaje.

Pero sobre todo, la participación activa es una exigencia de la misma fe. Dice el Directorio General para la Catequesis: “La participación activa en el proceso formativo de los catequizandos está en plena conformidad, no sólo con una comunicación humana verdadera, sino especialmente con la economía de la revelación y salvación. De hecho, en la vida cristiana ordinaria, los creyentes están llamados a dar respuesta activa, personalmente y en grupo, al don de Dios por medio de la oración, la participación en los sacramentos y en las demás acciones litúrgicas, el compromiso eclesial y social, el ejercicio de la caridad…” (DGC 157) Para los catequistas, una pedagogía activa implica: 

Facilitar el protagonismo de los catequizandos: El catequizando no es solamente un destinatario. También es un interlocutor o sujeto activo y, por lo tanto, él es el responsable último de su propio proceso de maduración en la fe. El catequizando es, en definitiva, el que construye su personalidad de creyente, el que se encuentra con Cristo, el que se convierte al Señor y el que expresa su fe con actitudes y comportamientos genuinamente cristianos.

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Favorecer la participación de los catequizandos, promoviendo actitudes críticas y creativas: La pedagogía activa no se identifica con el empleo de unas simples actividades, que a veces son para entretener, “llenar el tiempo que sobra” o para que el catequista descanse de hablar. La verdadera participación va más allá. Se trata de crear espacios para escuchar y valorar la opinión, las experiencias y las aportaciones de los catequizandos. Se trata, sobre todo, de suscitar en ellos el espíritu de iniciativa, de búsqueda, de reflexión crítica, de análisis y de propuestas creativas, en orden a su crecimiento y maduración en la fe. Las actividades que el catequista propone, sean personales o grupales, han de ayudar a los catequizandos a manifestar sus experiencias personales, a interiorizar el mensaje reflexionado y a expresar creativamente lo que se ha vivido en el encuentro catequístico o en los otros momentos del proceso de educación en la fe. En la catequesis se trata de participar, comunicar, interactuar y compartir. Promover la “participación total”: Con la expresión “participación total” se quiere indicar, en primer lugar, que el catequizando ha de poner en juego todas las fibras de su personalidad: su cuerpo, sus sentidos, su mente, su imaginación, su fantasía, sus emociones, sus sentimientos y su voluntad. La participación, por lo tanto, no se reduce a una actividad mental, como si el catequizando solamente tuviera intelecto. En segundo lugar, se quiere decir que el catequizando ha de participar en todos los momentos del proceso catequístico: elaboración de los objetivos, organización grupal, distribución de roles, planeamiento, trabajos grupales y evaluaciones. La catequesis se realiza “con” los catequizandos y “desde” los catequizandos. Dinamizar los encuentros catequísticos: El catequista ha de procurar que todos y cada uno de los encuentros catequísticos sean interactivos, dinámicos, creativos y alegres. Para ello se requiere que el catequista sepa emplear, con sabiduría didáctica, las técnicas de grupo, los medios grupales de comunicación (montaje audiovisual, videoforo, socio – drama, etc.), los multimedia digitales (power point, prezi, etc.).

3. Es una pedagogía liberadora y transformadora El ser humano, por naturaleza, es libre. Tiene la capacidad de autodeterminación. No está dirigido por nada ni por nadie. Ni por un destino fatal contra el cual es imposible luchar, ni por la fuerza oculta de los astros ni por los designios de Dios. Es cierto que el ambiente cultural, los acontecimientos, la familia, las personas y las costumbres condicionan el ejercicio de la libertad, pero también es cierto que, a pesar de todos estos acontecimientos, en última instancia, el ser humano permanece libre. Para bien o para mal, como dijo Amado Nervo, cada persona es el arquitecto de su propio destino. La libertad no consiste en hacer lo que nos venga en gana, ni en hacer lo que está prohibido o rechazar sistemáticamente toda ley y norma. Ser libre significa ser dueño de sí mismo, tomar decisiones en una forma autónoma, pensar y actuar por sí mismo, superando todo tipo de presiones y de manipulaciones de las personas, grupos y ambientes. Ser libre, en definitiva, es ser responsable, ya que no hay verdadera libertad sin sentido de responsabilidad y de fidelidad a las propias convicciones y deberes. Como ya hemos visto, la pedagogía de Dios es una pedagogía liberadora. En el Antiguo Testamento, Dios liberó a su pueblo de la opresión y la esclavitud de Egipto. Y en los Evangelios, Jesucristo liberó a las personas tanto de la esclavitud del pecado como de males concretos, como el hambre, la enfermedad, la discriminación y la marginación social.

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A la luz de la pedagogía de Dios, la pedagogía catequística está llamada a ser una pedagogía crítica, concientizadora, liberadora y transformadora. Esto implica: 

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Educar en la libertad y para la libertad: La catequesis no sigue el camino del autoritarismo, ni de la imposición de las amenazas de castigos, porque esas formas de educar son antipedagógicas, ya que sólo producen personas sumisas, dependientes y temerosas. El camino de la catequesis es el camino de la libertad responsable. “Educar en la libertad y para la libertad”, debería ser un lema motivador que inspire a todo catequista. Para lograr esto, los catequistas necesitan: Crear un ambiente que permita a los interlocutores expresarse y actuar con libertad. El catequista, en todo el itinerario de la fe y en cada uno de los encuentros catequísticos, ha de crear un ambiente de confianza y respeto, que permita a los catequizandos ser ellos mismos, y expresarse libremente, sin miedos ni prejuicios. Respetar la libertad de los catequizandos. La fe es fruto de la gracia de Dios y de la libertad de cada persona. Ni Dios mismo, con todo su poder, puede obligar a alguien a aceptarlo y amarlo. Por eso, el catequista jamás ha de obligar o imponer, y siempre ha de respetar la libertad del catequizando: respetar su respuesta de fe, sus decisiones personales, sus silencios, etc. Educar para la libertad responsable. La verdadera libertad exige tener un proyecto de vida; decir “no” a todo tipo de manipulaciones; no dejarse arrastrar por el ambiente, la publicidad o el qué dirán; y tener la fuerza de voluntad necesaria para seguir el camino que conduce a la plena autorrealización. Educar para la libertad responsable es también una de las tareas del catequista. Dicha educación consiste básicamente en formar hombres y mujeres plenamente autónomos, que sepan tomar decisiones responsables por sí mismos, que sean capaces de soñar sus propios sueños, y que se conviertan en arquitectos y realizadores de sus propios destinos.

Formar personas con sentido crítico: La pedagogía liberadora se caracteriza por ser crítica y concientizadora. Por eso, al catequista le corresponde ayudar a los catequizandos a que pasen de una conciencia ingenua a una conciencia social crítica. En términos generales, se trata de capacitarlos para que conozcan y analicen críticamente la realidad social en que viven, con sus condicionamientos económicos, sociales y políticos. Este conocimiento crítico conlleva una actitud de sensibilización a la realidad social y un cuestionamiento a nivel personal y grupal. Ante la realidad social, no se puede estar ni indiferentes ni pasivos.

Formar personas libres que trabajen en la liberación y transformación de sus hermanos: Una pedagogía es liberadora cuando lleva a los catequizandos a trabajar, motivados por su fe cristiana, en la liberación integral de las personas y las comunidades. Trabajar por la liberación significa ayudar a las personas a pasar de situaciones menos humanas a situaciones más humanas; defender los derechos humanos; luchar por la justicia y la paz; denunciar proféticamente los aspectos deshumanizantes de la sociedad; y transformar las estructuras sociales injustas…

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