Revista digital, número 11, febrero de 2017
De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria. Jorge Luis Borges
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Editorial
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No sé qué hacer
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Monserrat Vega Mendoza
El interés por la creación literaria sembrado en los talleres Jóvenes escritores y Teatro ha logrado la participación de más jóvenes en Jardín de Letras. En este número publicamos nuevamente un texto en inglés, como sucedió en el Núm. 2 del verano de 2010, cuando tuvimos como invitado especial a un joven estadounidense, Adrián Rivera, quien construyó ingenuos haikus en su idioma, el inglés. Ahora son nuestros alumnos quienes han escrito en lengua extranjera un texto de misterio a propósito de sus clases de inglés con la profesora Minerva Toledano. Las constantes de los últimos números, la muerte y el olvido, están nuevamente presentes en este número de Jardín de Letras. He de recordarles que los textos que leen ahora son producto de ejercicios que parten de un eje en común y es la imaginación de cada alumno la que le da dirección propia. Con esto podemos reconocer un rasgo distintivo en esta joven generación de creadores. Así como la muerte y el desamor fueron temas recurrentes durante el Romanticismo del siglo XIX, hoy permean las inquietudes y ánimo de los adolescentes. Finalmente no podemos negar que la imagen visual que acompaña a cada texto es el gran complemento de la creación y la imaginación, llevan a una lectura rítmica y colorida. Estimados lectores disfruten este número 11 de Jardín de Letras que pervive en el tiempo, así como nuestro Colegio.
No sé qué hacer. Me siento sola. Mi cabeza da vueltas cuando veo la sangre correr por mi cuerpo. Me veo caer en un abismo. La gente grita desesperadamente sin que puedan hacer algo por mí.
Jaquelina Rodríguez Ibarra
Directorio H. Patronato
Lic. Jaquelina Rodríguez Ibarra Editora
Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas I.A.P.
Fernando García Álvarez Editor de imagen
Lic. Oscar Mertz Río Director General
Jonathan Valadez Téllez Diseño y formación
Biól. María del Rocío Téllez Estrada Directora Académica
Fernando García Álvarez Imagen de portada
M. en E. Consuelo Piña Peaña Directora Técnica de Preparatoria
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Cuando los electrones dejen de mirar
Born to Die
Rebeca María Nieto Cervantes
Dariana Hernández López
Y ahí estás. Tan irreal al paso de los meses, pero tal y como siempre te imagino. Creo que he aprendido de memoria tu fotografía. Mírame a los ojos que sólo hemos intercambiado un par de miradas tristes y confundidas esta noche; aunque muera de la risa. Un año cómo nos ha cambiado, pero para ti, yo soy la misma y me sigo llamando Amare. Y a veces cuando veo el cielo azul por la tarde, todavía recuerdo tu nombre. Busqué entre mil rostros al amor y el único que se volvía para hablarme sin que tú lo supieras era el tuyo. Todos los demás, los que tengan futuro; ahora se dibujarán con tu silueta. ¿Qué eres ya? ¿Pensamiento, materia? ¿El reflejo inexistente de mi yo? Contigo eroticé mi mundo, y tú fundido en mi identidad con mis fantasías eres ya la simple aprehensión del amor. Y entonces, cuando los electrones dejen de girar y la materia se destruya; me
olvidaré
Era una tarde fría y lluviosa en Londres. Las calles de la ciudad estaban completamente vacías pero a la vez llenas de niebla que bloqueaban la vista a cualquiera que caminara por ahí. El joven Luis no era la excepción. Salió de su casa tapado hasta las orejas. Estaba ahí por trabajo. Un intercambio que afortunadamente se dio en uno de los “peores” momentos de su vida.
-Y a mí me importa poco si eres el encargado o no –se acercó Jesús y cerró la puerta.
-¿Dónde está? –preguntó Luis con cierto miedo. -Él no está aquí. Se fue –le contestó Jesús. -¿S-se fue? –titubeó Luis. ¡No pudo irse! ¿Acaso no ves dónde estamos? –continuó con cierto enojo. -Pues… ¡Simplemente se fue y ya! -Deja de mentir, ¡dime ya dónde está! O si no… -¡Murió! –contestó Jesús interrumpiéndolo. Estaba desesperado por la insistencia de Luis, a tal grado que golpeó la mesa que tenía al lado.
-¡Luis! ¡Abre la puerta! ¡Déjame explicarte!, por favor! –golpeó la puerta con todas sus fuerzas. Por favor… – susurró y se detuvo.
Luis se desesperó, abrió la puerta y empujó a Jesús fuera del laboratorio. El joven cayó al suelo y escuchó el golpe de la puerta, indicándole que Luis la había cerrado. Inmediatamente se levantó y comenzó a tratar de abrir la puerta.
Su ahora ex-compañero no saldría y lo dejaría hablar. Se sentó en el suelo frente a la puerta, con la pequeña esperanza de que su amigo saliera. Podía escuchar que Luis movía muchas cosas dentro, después de unos minutos hubo silencio. Jesús se levantó esperando que el joven saliera y al fin le permitiera explicar la situación. Luis abrió la puerta y extendió su brazo hacia Jesús, el joven notó que Luis sostenía una maleta.
Luis miró a Jesús, el joven estaba bastante sorprendido. Esperaba otra cosa de él… menos eso. Creía que su compañero tendría más cuidado en el trabajo. Tal vez si no podía evitar su muerte…, mínimo debió llamarle y notificarle sobre el mal estado del voluntario. Luis se dirigió a la puerta del laboratorio, la abrió y fue hacia los muebles que se encontraban ahí, tomó las cosas de Jesús y las empezó a sacar, las soltaba con cierto enojo haciendo que azotaran contra el frío suelo.
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de......... ti
-Yo… – Jesús trató de hablar pero la puerta se cerró fuertemente en su cara. Jesús se sentó de nuevo en el suelo, pensando en lo que acababa de pasar. Conocía perfectamente el sentimiento que tenía por el joven que “dejó” morir. Siempre hablaba de él como si fuese una persona maravillosa. Lo veía como un familiar, lo veía como un… hermano. Él en serio lamentaba la muerte de su mejor amigo Agustín. Se levantó una vez más y trató de abrir la puerta, pero no pudo. Escuchaba cómo al otro lado Luis maldecía a todo lo que tenía en frente. No estaba llorando, no estaba triste, simplemente estaba enojado, no se sentía mal por la muerte de Agustín, se
-¡Hey! Basta, deja de hacer eso –Jesús trató de detenerlo. -Cállate de una buena vez. El encargado aquí soy yo y por una vez… ¡una vez! No hiciste bien tu trabajo. Así que… ¡te irás!
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sentía mal por el trabajo que tenía, en lo que se había metido, y todo por cumplir el favor de una vieja amiga. Jesús se resignó y sacó una libreta y buscó una pluma entre las cosas que Luis acababa de sacar. Arrancó una hoja y comenzó a escribir. “Realmente lamento no haber podido hacer algo más por él. Realmente lamento no haberte llamado, lamento todo. Te juro que intenté salvarlo o simplemente aplazar su muerte, y te pudieses “despedir” de él. El virus se extendió demasiado rápido y el tiempo que habíamos contado de lo que le quedaba de vida se redujo a nada. No tenemos por qué estar así, ¿sabes?, desde que entramos en este proyecto sabíamos que ninguno de los voluntarios sobreviviría y nos advirtieron, nos dijeron que no podíamos hablar con ellos, que no nos encariñáramos con ellos. No te estoy culpando, comprendo perfectamente que encontraste en él lo que no tuviste en tu infancia. Yo también lo quería, tal vez no cómo tú, pero lo quería. Él me pidió una última cosa…él quería que supieras que fuiste el mejor amigo que tuvo y que te consideraba una parte importante en su vida. Simplemente…quería decirte esto, antes de partir. No quería irme y dejar las cosas así. Lo siento. Jesús” El joven deslizó la nota por debajo de la puerta. Se agachó para recoger sus cosas del suelo y se retiró del edificio. Eso era todo para él y suponía que también para su buen amigo, la culpa y el arrepentimiento
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Notas para un violín
María
Aura Márquez
Virginia Rodríguez Bernal
La madrugada era tranquila hasta que llegaron a mí las hermosas notas de un violín. Las notas estaban en su punto exacto, esa melodía podía llegar a ser perfecta. Llego a imaginar que las partituras están escritas en papel antiguo, y son tan delicadas como las páginas de los libros de los que ya no podrá salir aquella mujer
Tras la discusión no supo que hacer, tomó sus cosas y salió corriendo. Simplemente no le daría el lujo de verla llorar de nuevo. Escuchó cómo le hablaba, pero ya había tomado una decisión y no regresaría. Cuando llegó lo suficientemente lejos, se sentó en la orilla de la banqueta y soltó el llanto. No podía creer lo cruel que había sido. Decidió regresar a casa. María sufrió un accidente a las 3:35 de la mañana, fue arrollada por un auto negro que derrapó por la lluvia. Horas después la dieron por muerta. Él nunca se enteró
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Poemas
Poemas
Emily Galindo
Nataly Monserrat Vega Mendoza
Cuando te dejé amorcito. No eras viejo. Eras muy tierno y cariñoso. Y un gran tonto
Te llevaré a marte para alejarte de ella. Huiremos a Las Vegas y tendré finalmente tus caricias
Aura Márquez Ayer te soñé. Te extrañé. Con tus besos imaginé tus abrazos y caricias… Te amé
Andrea Bernal Mi viejo amor, Mi cariño Todo te lo brindo. Solamente a ti Podría amarte Por siempre, te lo prometo
Poema colectivo Anoche te soñé Amé tu mirada Cumpliste tu meta
Soledad
Strange Mind
Andrea Bernal
Sandra Mejía Sánchez, Celia Ortiz Hernández, Gustavo Mendoza García
Aquel poeta observaba el crepúsculo desde su balcón, esperaba sentir algo espectacular, que nunca llegó. Aquel poeta está roto por dentro. Al día siguiente, aquel poeta volvió a ver el ocaso desde su balcón, y de nuevo nada pasó… Seguía sintiéndose roto y solo. Volteó la cara hacia el cielo, vio el sol… tan solo… el sol Vio la nada y… Empezó a escribir de su soledad y tristeza
This story is something that nobody could imagine, but is as real as the girl who died. The story begins on a Monday. It was a beautiful morning, when a girl, whose name was Hayley, was watching the news. Later that day, she went to school and as usual, she met with her friend Thalia. They were talking about the shocking news: One of their classmates had been found brutally murdered, and nobody knew the reason of her dead. The time passed by and Hayley continued doing what she always used to do, and it was obvious, because there was no reason to change the routine: she woke up, went to the restroom, took a shower, got dressed, etc. But one day, while she was walking to the supermarket, she felt the presence of a shadow following her, but when she turned around, nobody was there. She had a strange feeling and ran home as fast as she could. That afternoon was the first time I talked to her, and I realized that she was prettier when you looked at her closely. She was very agitated and when I stopped her, she screamed. I told her not to worry, and I asked her what was going on. She said that, for the last few days, she had had the feeling that somebody was behind her back, all the time. She also said that maybe it was the spirit of the girl who died, and I told her that there was no reason to believe that. She didn´t reply anything else. I introduced myself and offered her to take her home and she accepted. It was one of the most beautiful afternoons that I’ve ever had. The next day, I tried to talk to her at school, but she ignored me. I was a little bit disappointed, so I immediately tried to leave the place because I didn’t want her to see me like that. It was about a week later that I decided to write a letter to her. A letter in which I could say
that I forgave her for her behavior and then explain everything to her, but instead, I just wrote some words saying how much I liked the way she used to wake up in the morning or the way she used to play with her little sister every night before bedtime. I signed it with a pseudonym and left the paper in her front door. I thought that one letter wasn’t enough to make her realize how much I liked her, so I started writing a letter almost every day. One day, I felt courageous enough to go to her house. I waited for her to be alone and then I knocked at the door. When she opened, she smiled and let me in. She apologized for being such a bad person with me the last time we met, and said that she was having a problem the day she ignored me, so she couldn’t talk to me. I told her not to worry, and I told myself that she was such a beautiful angel. She asked me why I had come by, and I told her that I just wanted to see her and talk to her. Hayley asked me if she could tell me something, I was going about to answer, but she didn’t wait and started talking: “I’ve been receiving tons of anonymous letters, and I don’t know what to do. I told to my mom, but she didn’t do anything. I’m scared because on the letters, you can perfectly see that somebody has been following me for months. I really don’t know what to do, I’m really scared, help me please.” And then, she started crying. I hugged her as fast as I could and told her: “Hey, sweetheart, you don’t have to worry. I’m pretty sure that the person who sends you those letters won’t hurt you, because that person is just in love with you, but he doesn´t know how to say it because he is a little shy.” She asked me why I was sure about all of that, and I thought that it was my chance to re-
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Vestido de novia Emily Galindo Hernández veal myself, so I said: “Because that person is me. Since that day, when I saw you watching the news, I fell for you, and I wanted to know every single thing that you were doing every time.” She got paralyzed for a second, and then, she started yelling: “Get out of me!” “You are a monster!” “Why were you following me?” “Why did you do that?” “You are insane.” Everything she said hurt me, but the last line… that horrible last line… That was the worst thing that a person could ever say to me. I have my reasons to hate that word, awful reasons. But that’s another story. I lost my mind and I started shouting to her. Sometimes, I can´t remember what I do… lapses. It mostly happens when I´m angry. I can´t remember what I did after I shouted at her for the first time. I’ve been trying to remember some images: Hayley with an angry face…….. Hayley with a scared face…….. Both of us going to the kitchen…… Me hurting her wrists….. Hayley crying…… Hayley hitting me with a saucepan….. Me, a little confused letting her take a few steps back…… Me, grabbing a knife…… Hayley in front of a wall, trying to escape to her side….. Me, stopping her…. Me, cutting her beautiful neck…. Hayley slowly falling down…. Hayley’s blood running on the white floo….r Me, seeing black dots and falling down next to Hayley’s body…. I killed her.
Now, while I am writing this, other images are coming to my mind again: I’m with a lovely redhead girl…….I’m fighting with her too……I’m cutting her beautiful white neck too…….I killed her too! Now I know I had seen that girl before; she was on the news, the news Hayley was watching that day, the day I saw her for the first time
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El verano por fin había llegado y junto con él la fecha de la boda, dentro de una semana aquella joven de piel pálida y bellos ojos negros llamada Nicole, se convertiría en una mujer casada. Cuando una pareja decide dar el gran paso es porque ambos se aman y están conscientes del compromiso, sin embargo nuestra joven periodista, no lo estaba, llevaba más de una hora observando aquel vestido blanco, que a su madre y a su suegra había enamorado, era un vestido bonito, barroco para el gusto de nuestra joven. Muy dentro de ella sabía que su elección no era correcta pero había sido la mejor. Aquel vestido largo debía representar todos sus deseos, era la muestra más clara de amor a su prometido. A sus ojos sólo era una prenda vacía y sin chiste por la cual había gastado miles de pesos. De la nada, casi como un torbellino, una idea se estancó en su mente, cómo sería su vida de casada, su prometido era alguien sumamente amable y cariñoso, ambos tenían un empleo estable y una familia que los apoyaba, frente a ella se mostraba la perfecta historia de amor, aquella historia sin complicaciones, la cual siempre sería igual, la historia que sólo se encontraba en las películas, y aunque en un principio ese era su más grande anhelo de un momento a otro se desmoronó. Nuestra periodista quería más, deseaba más, y cada día que se aproximaba la boda se confundía más. Cuando conoció a Luis, ella cursaba el segundo año en una universidad privada muy reconocida; él era todo un sueño, atento, divertido, amable, inteligente e incluso atractivo, eso pensaban Nicole y sus compañeras que suspiraran por él. Por su parte Luis nunca se percató de esto, hasta que conoció a Nicole, en cuanto la vio sentada debajo de aquel viejo árbol supo que ella era la indicada, él no podía decir qué le gustaba más de ella porque sim-
plemente la quería toda, aun con sus defectos, ella era, definitivamente, su destino. Nicole lo quería y le era fiel, pero por más que lo deseara ella nunca podría amarlo. Esa fría noche de primavera nuestra periodista hizo las maletas y se sentó a escribir una carta para su prometido, miles de ideas vagaban por su cabeza, pero no lograba juntarlas. El reloj avanzaba a una velocidad impresionante, cómo era posible que alguien que se dedicaba a informar no pudiera expresar por escrito lo que sentía. El reloj que antes marcaba las ocho de la noche ahora marcaba las dos de la mañana, miró a su alrededor buscando una salida y de pronto apareció, un pequeño block de post-it pegado en el espejo, lo tomó y tan solo dejó que la pluma siguiera su camino. “Lo siento, pero no puedo estar contigo, simplemente no puedo.” Atte., Nicole Pegó con cuidado el post-it en el espejo de su tocador y se levantó, dio un último vistazo a su habitación, tomó el vestido y lo guardó dentro de su caja, y cuando se disponía a salir una idea la regresó de golpe a la habitación, tomo un plumón negro del tocador y escribió en la caja de aquel que se supone sería su vestido: “me temo que esto ya no será necesario, pueden regresarlo o revenderlo, les aseguro que podrán doblar su precio”, Nicole PD: lo siento mamá sé que te encantaba, pero a mí no. Acto seguido volvió hacia la puerta y recorrió su hermosa vivienda, la cual antes había sido su hogar, ahora sólo representaba un castigo. El camino a la estación fue largo y agobiante, cada calle, cada esquina y cada casa le suplicaba que se quedara, los recuer-
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dos le seguían implorando acompañarla, pero estaba decidida, ese sería su último amanecer en aquella ciudad. Cuando por fin llegó a la estación, compró un boleto con destino al mar, pero en cuanto la hora de partir llegó, ella no se movió, dejaría que sus recuerdos se fueran primero, cuando el camión por fin se fue compró otro boleto esta vez tentando al destino y sin saber esperó ansiosa su salida. En cuanto
el reloj de la estación marcó las cinco y media de la mañana Nicole se levantó de su asiento y subió al autobús, por la ventana admiraba el hermoso amanecer frente a ella y de pronto lo escuchó, él gritaba su nombre, el corazón le dio un vuelco pero su mirada no se movió, si ella miraba hacia atrás todo se acabaría, era tiempo de seguir, y dejar el pasado donde debía estar, tras de ella
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