Jardin de Letras 07

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Revista Digital, número 7, noviembre de 2015

“El secreto de la escritura es la reescritura” Marie-Aude Murail

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El árbol

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Karla Yatziri Zaragoza García

Editorial La calavera a su cita llegó. En Jardín de Letras siete muy comidita apareció.

Cuando el viento sopla en el otoño tus hojas se mueven lentamente. Cuando el sol brilla su luz refleja tu suave textura cual algodón con su fulgor y ocre color. Tu aroma dulce y frutal, frescura y belleza incomparable, tu gentileza aún más. Nos brindas cobijo y hogar. Tu cuerpo nos cubre del viento, del sol y la lluvia. Habitas el mundo, limpias el aire y provees sombra. Relajante y sana presencia, indispensable para la vida.

Larga vida a la revista concedió: tres ejemplares impresos tres años ya en la Red. A los talleres más alumnos. De jóvenes escritores más letras impresas; reflexión, calaveras y narraciones acostumbran escribir en su taller de escritura. Ya Secundaria se alió y escritores nos cedió. Plumas fuertes compitieron para ser de este número las flores de nuestro Jardín. No te lleves calavera nuestro fértil jardín. Comparte con nuestros jóvenes las letras siempre feliz. Jaquelina Rodríguez Ibarra

Lic. Jaquelina Rodríguez Ibarra Editora

Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas I.A.P. Lic. Guillermo Zorrilla López de Lara Director General

Fernando García Álvarez Editor de imagen

Lic. María Ángeles Galdeano Bienzobas Directora Administrativa

Jonathan Valadez Téllez Diseño y formación

Biól. María del Rocío Téllez Estrada Directora Académica

Fernanda Micheel Couoh Palacios Imagen de portada

M. en E. Consuelo Piña Peaña Directora Técnica de Preparatoria

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Cambios

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Celia Lisset Ortiz Hernández

Me sigue doliendo la muela. No sé si lo que me despertó fue el dolor o la voz chillona de la chica que se sentó a mi lado en el metro. Trato de ignorarla, y comienzo a escuchar música desde mi iPod, pero su conversación telefónica me llama la atención cuando le dice a la persona con la que se encuentra hablando que un tal Alfredo “ha cambiado mucho desde la última vez que lo vio”. Con eso recuerdo cuando una prima me dijo algo así como “estás cambiando, Xiana”, y yo lo único que hice fue ignorarla. Volteo hacia la ventana y me quedo viendo fijamente una pequeña mancha casi invisible. En realidad no la veo, en realidad solamente es un punto para fijar mi mirada mientras pienso. Por qué es tan molesto cuando las personas cambian yo creo que si cambiamos o no no debería de importar bueno sé que es molesto cuando sucede con alguien pero al final sigue siendo la misma persona y si llegaste a quererla de una manera sin problema lo único que queda es adaptarse a esos pequeños cambios que incluso puede que sean buenos o por el contrario por qué exigirle a una persona que cambie no sería más fácil alejarnos de la persona si no nos gusta su forma de ser no deberíamos pedir eso a nadie no tenemos el derecho de hacerlo Mi mente vuelve a la pequeña mancha en el momento que el metro se detiene. Leo el letrero donde está el nombre de la estación y noto que es donde debo bajar. Camino a la salida pensando en lo mucho que me va a doler cuando me saquen la muela, ¿y si el dolor es diez veces más fuerte que ahora? Seguro no lo voy a soportar. Sigo por una calle que está a la izquierda de la salida del metro y dos cuadras después, giro a la derecha en una esquina. Me detengo cuando frente a mí está el edificio que buscaba. Es un edificio con apariencia de muela, una muela rara, gigante, blanca y con

una puerta entre sus raíces. La muela abarca aproximadamente la mitad de una cuadra, y la otra mitad está cubierta por un bonito jardín. Admito que esta bella vista es la única razón por la que me gusta visitar a mi dentista. Entro y voy directo a la recepción, está a un lado del elevador en la parte baja de la raíz izquierda. Una mujer me atiende amablemente y me dice que pase a la sala de espera. Le doy las gracias y camino a la raíz derecha, donde está la sala de espera. Las paredes son azules, este tono cualquiera lo encuentra en un lugar donde haya un médico. En el fondo veo una fila de asientos desocupados y decido sentarme ahí. Mientras espero mi turno, tomo mi iPod de nuevo y abro en él una aplicación en la que

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puedo continuar leyendo la historia que tanto me encanta. Bueno, en realidad todo lo que escribe la persona que hizo esa historia me gusta. Es como si dijera en voz alta y con palabras bonitas todo lo que pienso, lo que siento. A veces, me cuesta trabajo pensar con detenimiento algunas cosas, como si mis ideas se cruzaran todo el tiempo y no me dejaran formular una conclusión clara. Pero cuando leo lo que ella escribe, es como si todas mis ideas se aclararan y me diera cuenta de que lo que dice son esas conclusiones a las que no podía llegar. Tal vez esa escritora fue uno de los factores por los que cambié, porque sí, mi prima me conoce tan bien que notó, incluso antes que yo, que ya no soy la misma persona

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Lluvia cesante

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Emilio Velázquez Simbrón

Fue un día como cualquier otro, empezaba a llover y entré desesperadamente a cubrirme de la lluvia en un restaurante, que coincidentemente y sin haberme percatado de ello, mis amigos lo habían recomendado tiempo atrás. Yo iba solo, por lo que decidí sentarme en la barra, y ahí estaba él, un muchacho que al parecer era mucho más joven que yo, pero había algo en él que me hizo recordar que siempre podemos aprender algo nuevo, que sin importar la edad, las personas siempre tenemos algo que transmitir, y contrario a lo que todos pensamos y a muchos dichos populares, son los jóvenes los que se atreven a pensar diferente. Debido a esto me propuse empezar una plática con él, al principio estaba indeciso, ya que se veía algo ocupado, en un cuaderno tomaba notas -o por lo menos eso pensé. Me decidí a decirle “hola”, a lo que él respondió con amabilidad, acto que me sorprendió, debido a la concentración mostrada. Al momento de “interrumpirlo” quizá lo liberé de un laberinto en el que su tinta y sus notas lo habían envuelto, fue bueno para él, de inmediato y como si fuéramos amigos de toda la vida, pero con una tranquilidad que me inspiró confianza, preguntó si estaría interesado en escuchar lo que él escribía. El personaje del que hablaba, había nacido en el sureste del país -por supuesto pensé en esos momentos que era un personaje, ya que él no tenía acento como el de las personas que viven en aquella parte del país-, tenía dos hermanos, ninguno de ellos había nacido en la capital, pero debido a la corta edad con la que habían llega-

do, no tenían el acento -en ese momento una pequeña sospecha me invadió, ¿era posible que un completo extraño me estuviera compartiendo su vida? El muchacho me empezó a hablar de cuando se mudó por primera vez, aunque él sólo recordara el acto, y no lo difícil que, probablemente, ello había significado para él y sus papás, sin embargo lo recordaba ya que uno de sus hermanos, había nacido en aquella primera ciudad. Posterior a eso vino a vivir a la capital del país, comenzó sus estudios como cualquier otro niño, en una escuela que había sido elegida por sus padres, pero a diferencia de muchos y similitud con otros, había permanecido ahí por muchos años y encontró muy buenos aprendizajes y amigos. Tan pronto terminó de platicarme eso inferí que hablaba en verdad en primera persona, ya que no supo hablar más, no tenía nada más que decir puesto que no había vivido nada más, mi sospecha se hizo cierta, un completo extraño me compartía su vida, mientras disfrutaba de una deliciosa comida, o mejor dicho, de una muy interesante plática. Aunque después le pregunté acerca de esa etapa de su vida que no había escuchado y de la que tenía tanto interés conocer; sin embargo la lluvia había cesado, quizá así como la lluvia se esfumó, su interés por seguir su historia también, pero antes de despedirnos él dijo, que lo que había escuchado no era la mitad de su vida y no me hacía falta escuchar la otra parte, sino solo había escuchado una, una de sus vidas ya que él consideraba, tiene otra, y en realidad es en esa, en la que su tinta no ha encontrado el final del laberinto

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Laberinto interno

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José Manuel Sieiro Morales

La sociedad, al menos en las últimas décadas, se ha transformado debido a diferentes factores de gran impacto social, político y económico, pero lo importante no son los factores que provocaron estos cambios, sino los cambios en sí. La sociedad ha sufrido una devaluación cultura, y en algunos casos, como sucede en la cultura mexicana, no sólo ha perdido su cultura, sino que además la niega. En otros casos ha sido reemplazado por el entretenimiento, o por un tipo de entretenimiento que se hace llamar arte. Ambos casos me parecen lamentables, ya que la cultura es parte de nosotros, de lo que somos, es un aspecto del yo que nos hace diferentes, un aspecto que nos distingue de los demás y que nos ayuda a pensar por nosotros mismos, a no dejarnos influenciar por otras culturas o por sofistas. Las influencias externas, combinadas con la pérdida de cultura, nos dejan en el limbo cultural, citando a Octavio Paz: “… los ‘pachucos’ no reivindican su raza ni la nacionalidad de sus antepasados. A pesar de que su actitud revela una obstinada y casi fanática voluntad de ser, esa voluntad no afirma nada en concreto, sino la decisión de no ser como los otros que lo rodean” (Paz: 13). Esto nos habla de una pérdida del yo, de quiénes somos y de lo que queremos ser, y especialmente de una negación reflejada en conductas indefinidas. Así como el pachuco del que habla Octavio Paz presenta conductas de negación de su cultura y de intentos de adoptar/negar una cultura externa, el individuo de “la sociedad del espectáculo” se niega a sí mismo creyéndose culto, olvidándose de la verdadera cultura, del verdadero arte, del verdadero pensamiento complejo: “La literatura light como el cine light, y el arte light, da la impresión cómoda al lector y al espectador de ser culto con un mínimo esfuerzo in-

telectual” (Vargas Llosa: 35), citando a Vargas Llosa y argumentando mi opinión. Estos individuos, cual detective perdido y engañado por pistas falsas en busca de resolver un crimen, usan la negación de sí mismos, el arte light, la cultura externa, etc. Como sus falsas pistas, creyendo encontrar la cultura o la identidad, la pierden y se olvidan de su verdadera cultura, es decir de las pistas verdaderas, de sí mismos. Esta pérdida de cultura e influencia de culturas externas también está reflejada en el libro Canek de Ermilo Abreu Gómez, que narra el choque entre dos culturas y el cómo la cultura española se apodera no sólo del territorio, sino también de la cultura: la toma para hacerla a un lado e imponer la suya: “Hoy día los blancos celebran la fiesta de la fundación de su ciudad edificada entre los cerros de la anti-

gua T-Hó. Nosotros debemos recordar también las historias de nuestras ciudades ocultas. Así debemos recordar, en la intimidad de nuestro corazón, que cuando vino el tiempo bueno fue revelado el misterio de la ciudad de Chichen Itzá; abandonada después de muchos soles” (Abreu Gómez: 60). Esto habla de cómo los españoles hicieron a un lado la cultura maya imponiendo la suya, haciendo que hasta los mismos mayas se olvidaran de ella, cosa que Canek quiere impedir, ya que él no niega su origen, él quiere salvarlo, está en contra de perderlo. A manera de conclusión, puedo decir que actualmente la devaluación cultural se enfatiza, ya que vivimos en un mundo globalizado donde infinidad de culturas y sociedades nos bombardean diariamente a través de los me-

dio de comunicación, y nosotros las tomamos, las adoptamos como si fueran nuestras, cosa que está bien. Podemos tener una visión más amplia del mundo y de la diversidad que hay en este, pero no hay que dejar de lado nuestra cultura, ni mucho menos apenarse de ella, debemos revalorarla, apoyando a los pueblos que representan nuestro pasado porque cada día se pierden. Se pierden su lengua y sus tradiciones, se pierde su cultura, y ellos son una herencia nacional, así que hay que apoyarlos y preservar a sí nuestro origen. En cuanto a la falsa cultura y al falso arte no estoy de acuerdo. Hoy en día muchas empresas quieren hacer sentir a la gente culta por medio de productos basura, por medio de libros basura, de cine basura, de televisión basura. ¿Es malo o bueno consumir este entretenimiento?, eso sólo lo puede decidir cada quien, lo que realmente no es congruente es presumir un nivel intelectual y cultural por el hecho de consumirlos, el negar el verdadero arte y poner en su lugar el entretenimiento, porque si no consumimos el verdadero arte, este va a desaparecer, como mencioné con los pueblos indígenas. No está mal conocer otras culturas, no está mal consumir productos “basura o light”, a todos nos gustan, pero siempre hay que tener en mente nuestro origen y el verdadero arte, no hay que negarlos, ya que haciéndolos a un lado no sólo se van a perder, sino también nos vamos a perder nosotros, vamos a estar en la nada existencial Referencias Abreu Gómez, Ermilo. Canek. Paz, Octavio. El laberinto de la soledad. México: Fondo de Cultura Económica. Vargas Llosa, Mario. La civilización del espectáculo. México: Alfaguara

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Amaranta Bautista Zepeda

Jackie R. Ibarra

Posada en su taller de la actual calle Moneda trabajaba sin desdén en una placa moldeada. Sus diseños circulaban día a día en la nota roja, en periódicos a mares, Ahuizote y muchas otras. La sociedad esperaba los grabados con más ganas cada vez que se sabía “Calavera” exhibiría. Muy feliz hacía el gran genio un grabado de La Flaca con la mano ya cansada y una sonrisa en la cara. En el grabado se mostraba que La Calaca bailaba bien vestida y con sombrero de la mano de Posada. La Huesuda lo observaba desde que se enteró de los diversos grabados en que la representó. La mayoría le gustaban, pero ahora estaba enojada pues ya no veía en la prensa su imagen tan cotizada. Llegaba entonces la Parca acechando al grabador quien al ver a su gran musa exclamó “soy tu creador”. La Catrina no dudó, ella ya se lo llevaba pero de pronto miró lo que el linóleo marcaba: como un espejo sirvió a su imagen mejorada. La Muerte se arrepintió de llevarse al buen José “tu tiempo aún no llegó, hay más grabados que hacer”

las ideas y pensamiento de la sociedad de su tiempo. Vicente Gaona Guadalupe Posada Leopoldo Méndez Carlos García Estrada, por mencionar sólo a algunos de los artistas ya muertos de la gráfica mexicana. Rían contentos, de muerto coman el pan con la Catrina a su lado, sonrían y mueran en paz.

Diez y nueve es el siglo cuando nació el personaje, y 1913 el año, en que partió desolado Don Guadalupe Posada.

Catrina y delgada es, fina y reservada va. A Posada se llevó, que podemos esperar que ser su autor no importó.

Es catrina y delgada; es fina y reservada, su antigüedad alcanzada en la gráfica mexicana.

El pueblo en la ofrenda está. Escucha sin respirar, a lo lejos su cantar: ¡Vivan recuerdos, Mueran recelos! No hay mejor noticia en el mundo que estar vivos en México

Posada es su creador, de Porfirio opositor, y de su pueblo aliado. De Aguascalientes a México del Jicote a la Gaceta, Callejera va la flaca de Pedroza a Vanegas. Litografías ilustrando la carestía y la muerte, de los horrores la guerra de santos y de leyendas de la historia mexicana. Antes que Rivera, Siqueiros y Orozco En sus grabados corrieron

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A José Guadalupe Posada

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A José Guadalupe Posada

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La catrina garbancera

Carlos Alberto Sevilla Pérez

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A José Guadalupe Posada

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La Redacción

Mi querido Posada. No entiendo aún por qué eres blanco, negro y blanco si corre sobre la gubia un rojo, sangre de tu grabado. Si, hoy vengo por ti, grita si quieres porque esta vez tu Garbancera no te apartará de mí. Y tu mano de artista es un pueblo que llora. El linóleo que entintas estampa que ignoras. Te vi llorando un día suplicando sin cese que yo, en este mundo infeliz te dejara seguir. Pero me debes una, trata de recordar. Posada, mi querido grabador, por ti la gente ya no me tiene temor. Alma a cual me presente por broma me toma. En versos me dejaron porque ahora me ignoran. Pesa el dolo cual aguafuerte en piedra. Madera, linóleo, donde tu calavera quieras. La muerte, la flaca, como me quieras llamar, eso no importa porque conmigo, la parca, hoy tú vendrás. Y por más que trates de escapar, recuerda que yo, huesuda o no, aún te puedo alcanzar

Camina flaca desgarbada, cubriéndote sólo el sombrero tu desnudez inmaculada en tu camino postrero.

Más tarde Diego Rivera en su Sueño en la Alameda te vestirá dominguera. Jacarandosa Catrina no eres más la Garbancera.

En 1910 de Posada te vieron nacer en el México porfiriano y después revolucionario.

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Tu origen ya no lo niegues, eres india y europea, oriunda de toda la tierra el pueblo entero te llora te canta y te celebra

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Amaranta Bautista Zepeda

do especial

Lobo adolescente

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Cine de horror

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Alejandro Campos Vilchis

Estaba la muerte esperando con ansias el cine de horror. Al ver los estrenos del año se puso a llorar de dolor. ¿Por qué me llevé a Taboada? ¿Por qué terminé su misión? Él siempre asustaba a lo grande, el gran maestro del terror: ¡Hasta el viento tenía miedo, cuando Enrique filmaba! ¡Mientras más negra era la noche, los gatos a su pasar maullaban! ¡Mientras más escenas grababa, más libretos como piedra terminaban! La calaca lamentaba pues, así, su mala maña de no traer de vuelta en vida a quien tanta falta hacía. Carlos Enrique se enteró de los lamentos de la flaca y como propuesta pidió: No dar al nuevo talento veneno para las hadas

La historia comienza en una ciudad ubicada al norte del país, Nuevo Laredo, Tamaulipas. Luis era un chico normal, ayudaba en los quehaceres de la casa, sacaba buenas notas en el colegio, era muy tranquilo y tenía muchos amigos. Todo iba bien en la vida de Luis hasta que un día sucedió algo inesperado para toda la familia, su abuela paterna falleció, lo cual fue un golpe muy fuerte para él y para toda la familia. Todo pasó, la abuela fue velada y sepultada. A los 15 años, varios años después de aquel incidente familiar, una nueva tragedia le esperaba a Luis, quien ahora era reservado, grosero y rebelde. Una noche sus padres habían salido a pasear, lo habían invitado, pero Luis, como era ya costumbre, se negó e incluso se molestó con ellos. Tras haber azotado

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la puerta de su habitación, se quedó en total soledad y absoluto silencio. “¿Por qué habría de ir con ellos?”, se preguntaba, “¿no entienden que sólo quiero estar solo?”, decía “¿es tan difícil entenderlo?” Pasaron las horas, sus padres aún no llegaban, no le extrañó en lo absoluto, pues siempre que ellos salían tardaban mucho tiempo en volver. Pero esta vez era diferente y él podía sentirlo, en ese momento un escalofrío le recorrió la espalda. No fue sino hasta la medianoche que decidió llamarlos, sólo quería verificar que todo estuviera en orden. Muchas llamadas después, molesto y frustrado, ya que ninguna de ellas fue respondida, se resignó a ir directo a la cama, convenciéndose en su interior de que todo estaba bien. Sus ojos se abren repentinamente, se incorpora, son ahora las 4 de la mañana, se dirige hacia el baño y en el camino echa un vistazo a la habitación de sus padres, asoma su cabeza sólo para darse cuenta que seguí sola la habitación, le pareció muy extraño. De pronto suena el teléfono, Luis corre desesperado en busca de atender la llamada, con el deseo de que fuera uno de sus padres, pero al momento de atender la llamada se dio cuenta que no era así. Una voz grave se encuentra del otro lado. “¿Residencia Suárez?, ¿hablo a la residencia Suárez?”, un poco asustado, Luis le dice que sí al hombre. Luis se encuentra muy nervioso, se pregunta por qué llaman a esta hora, se rompe el silencio, el hombre dice ser el oficial Ramírez; dice que llamaba para informar de un accidente automovilístico. Luis está perplejo, no sabe cómo reaccionar, el miedo recorre su cuerpo, apenas puede hablar para preguntar si todo estaba bien, lo hace después de varios intentos. Hay un largo silencio, el oficial pronuncia-


ría palabras con las que Luis experimentaría sensaciones nunca imaginadas: “El señor Suárez se encuentra en el hospital, está muy delicado pero la señora que lo acompañaba y que, al parecer era su esposa, ha fallecido, de manera casi instantánea después del choque, no hubo nada que nuestros para-médicos pudieran hacer para intentar salvar su vida”. En ese momento una parte de Luis se apaga, muere, no reacciona, no sabe qué hacer, se siente impotente, enojado consigo mismo, ni siquiera se despidió de ellos, ni siquiera les dijo lo mucho que los quería, que nunca podría vivir sin ellos, que eran lo más importante en su vida y que nunca podría ser de la misma manera si ahora ya no estarían con él. Nunca podría volver a ver sus rostros ni escuchar sus voces. ¿Cómo podría perdonarse eso?, ¿cómo podría vivir con ese sentimiento de culpa? Pero no todo estaba perdido, una voz de esperanza que al pronunciar unas simples palabras lograron hacer que Luis reaccionara: “El señor Suárez aún puede hablar”. Luis colgó el teléfono, salió corriendo de su casa, encendió su motocicleta y se dirigió a toda velocidad al hospital, que no estaba muy lejos de ahí y que, por cierto, era el único de la ciudad. No tardaría más de 15 minutos en llegar a su destino. Por fin arribó al hospital, más exaltado que nunca, preguntó por la habitación donde se encontraba su padre y subió las escaleras corriendo, casi volando, él sólo pensaba en llegar con él, pedirle perdón, decirle cuánto lo quiere, sólo poder volver a escuchar su voz y ver su rostro una vez más, lo cual no volvería a hacer con su madre. Entró a la habitación y lo vio, ahí estaba, sobre la cama, lleno de cortes y muchos moretones visibles en todo el cuerpo, con un collarín y rara expresión en su cara, tal pareciera que estaba ido, nunca lo había visto

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así; jamás habría podido imaginarse esa escena, pero ahí estaba. Luis corrió hacia su padre y gritó como nunca antes: “¡Papá! Perdóname por favor, nunca debí haberlos tratado”. Esperando una respuesta, la habitación se llenó de silencio, muchas sensaciones eran las que estaba experimentando en esos momentos. Al cabo de unos segundos una voz muy débil rompió el silencio, tan baja que apenas podía ser recibida por el oído de Luis, por ello tuvo que acercarse: “Te perdono hijo, te perdonamos los dos, pero tienes que aprender que debes ser bueno con los demás, sin esperar nada a cambio, confío en ti, hijo. Sé que puedes lograrlo, también hay algo muy importante de lo que debo hablarte”. A este punto Luis había reventado en lágrimas y abrazaba a su padre. “Escúchame bien, hay algo que debes saber y quiero que lo tomes con calma”. El cuerpo del padre comenzó a llenarse de pelo, sus brazos, sus piernas, su rostro; sus manos aumentaron de tamaño y sus uñas comenzaron a alargarse, su boca se comenzó a estirar y sobresalían los colmillos y sus ojos cambiaron de un color marrón a uno rojo intenso. Luis estuvo a punto de desmayarse pero no lo hizo, en cambio preguntó a su padre lo que estaba ocurriendo. Su respuesta no era para nada la que Luis esperaba. “Somos lobos, Luis. Toda la familia, incluso tu abuela era mitad lobo, y tú también lo eres, sólo que aún no se han desarrollado en ti, pero muy pronto pasará y debes estar preparado para ello y todo lo que esto involucra.” Sonó la alarma de su celular, abrió los ojos, Luis se encontraba fuera de sí, todo sudado empapado en sudor pero sabía que eran las 6 de la mañana y debía levantarse, se incorporó y se quedó pensando sentado en la orilla de un

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“cama” improvisada con su propia ropa. Esta era la tercera vez en un mes que soñaba lo mismo. Despertó a su hermano: ¡Juan! ¡Juan! Y lo movió un poco, “Juan, levántate, ya hay que ir a trabajar”. Llevaban ya medio año en la ciudad de México, sentían como si fuera ayer cuando vivían aún en San Cristóbal de las Casas, su pueblo natal, pero no había muchas oportunidades de trabajo ahí y a su edad no eran más que una carga para sus padres, así que como todos los jóvenes oriundos de San Cristóbal viajaban al Distrito Federal, a crear su propia vida y vivir día a día con su propio esfuerzo. Fueron a bañarse, un cuarto sencillo, un inodoro, un lavabo y una regadera, lo suficiente para ellos, esperaron su turno, salieron y se cambiaron. Siete de la mañana y ya estaban listos para una jornada de trabajo más, salieron hacia el mercado de juguetes San Ciprian, como todos los días pidieron su desayuno y esperaron a los patrones, quienes no debían ya demorar mucho, diez minutos después arribaron, abrieron las cortinas y sacaron la mercancía, todo iba normal, ya estaban acostumbrados, pasaron las horas, el día transcurrió igual que todos, llegaron las tres de la tarde, la hora de la comida, se dispusieron a comer, al terminar continuaron su trabajo, el día seguía transcurriendo de manera habitual, un poco aburrido, no había mucha gente. Cerca de las ocho de la noche cerraron el puesto, los patrones fueron a su casa y fue entonces que los hermanos se dirigieron a su “cuarto”, que era como ellos lo llamaban. Al llegar a la entrada del edificio donde vivían, se encontraron con Raúl, su primo, quien se encontraba ahí por el mismo motivo que ellos. Al verlos ahí, decidió invitarlos a tomar, ellos accedieron pero sentían que algo iría mal. Fueron a la cantina de siempre y pasó el tiempo, después de varias caguamas, ya

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se encontraban ebrios los tres, entonces los hermanos querían volver a casa pero Raúl no se los permitió. Siguieron las horas, ya no tenían dinero y por fin decidieron retirarse pero sentían algo raro, un mal presentimiento, que algo no andaba bien. De camino a su casa se encontraron con unos pandilleros, estando ebrios, decidieron enfrentarlos pero todo saldría de la peor manera. Los golpearon, le rompieron un brazo y una pierna a Raúl, les quitaron el poco de dinero que aún tenían y sus celulares también, ni siquiera lo notaron pero cuando Luis se dio cuenta, Juan tenía un cuchillo clavado en la espalda, Luis persiguió a los pandilleros y terminó peor, de repente sintió un frio recorriendo todo su cuerpo, tenía un cuchillo en medio de su vientre, los pandilleros se escaparon y Luis se quedó ahí, derribado, con la vida escapando de su cuerpo. Él sabía desde un principio que no era una buena idea ir a tomar. Pero era demasiado tarde ahora, sólo le esperaba la muerte y le quedó fuerza suficiente para arrastrarse cerca de su hermano. ¿Cómo podía acabar todo así? Sólo querían tener una mejor vida y valerse por sí mismos, pero ya no podía ser así. Los ojos de Luis se fueron cerrando poco a poco y alcanzó a pronunciar: “No te preocupes, Juan, todo va a estar bien”. Luis abrió los ojos con esa sensación de cuando te despiertas de una pesadilla, pero ahora se estaba transformando en una realidad. Eran las 7:10 de la mañana y sabía que no podía llegar tarde a clases esta vez, aparte de que ya tenía tres retardos, debía entregar el cuento que había terminado la noche anterior a la profesora de Literatura. Saltó de la cama dispuesto a llegar a tiempo al Colegio y entregar la tarea tan importante para la materia de Literatura

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quién es quien Me llamo Manuel, me gustan los cómics y quiero escribirlos y dibujarlos. Voy en 6to. de prepa en Vizcaínas.

Soy fiel creyente de que no existen las utopías. Los deportes son lo más importante de mi día a día. José Emilio Velázquez Simbrón

Soy una persona que adora estar sola, porque así puedo imaginar cosas maravillosas. Karla Yatziri Zaragoza García..

Si juntaras todas las dudas que puedas imaginarte, y me conocieras. ¿Encontrarías diferencias? Carlos Sevilla.

Soy Alejandro Campos Vilchis. Soy ex alumno Vizcaínas. Actualmente estudio Derecho en la Facultad de Derecho de la Barra Nacional de Abogados

Estudio Economía y me apasiona el arte en todas sus formas, el voluntariado me complementa. Leer me llevó a escribir. Soy Amaranta.

Tengo 16 años y soy parte del taller Jóvenes escritores. Me gusta filosofar y analizar todo. Sigo descubriendo qué es lo que me define. Escribir me libera. Soy Celia.

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