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¡Levante la mano quién tiene miedo!
from OH! Magazine #4
by OH My Chalk!
En mis consultas suelo escuchar: “es que tengo que deshacerme del miedo que me paraliza para…” o se vende por aquí y allá que el miedo es el culpable de que no podamos convertir nuestros sueños en realidad. ¿Quién lo dice? Si no convertís tus sueños en realidad tiene que ver con vos, mucho más que con el miedo.
El miedo es una emoción, ni más ni menos. En general nadie quiere darle al miedo el lugar que le corresponde, y ni hablar si estamos pensando en los niños. Es que si un niño tiene miedo hay que tomarse mucho tiempo y trabajar en él y en uno mismo. Por un lado hay que enfrentar… ¿qué nos pasa cuando un niño tiene miedo? ¿Y cómo nos han tratado a nosotros cuando teníamos miedo? Mucho de estas dos preguntas se van a jugar en las escenas cuando el niño traiga el miedo como protagonista. Y de cómo actuemos será el tipo de adulto en que ese niño se transforme en el futuro.
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Yo he reflexionado bastante sobre este tema. ¿Qué me pasaba a mí de niña? Tenía una madre fuerte que todo lo podía, si lloraba era una boca de cuajo, no había lugar para demostrar que tenía miedo y que necesitaba explicaciones y contención, además de acompañamiento.
Y así crecí, creyendo que no había que temerle a nada (cosa que es un verso más grande que una casa). Porque no es que no tenés miedo, sino que lo tapás para que nadie se avive. ¿Y qué pasa cuando te pasa esto? El miedo queda aprisionadito, ahí metido, a punto de explotar, mientras vos hacés el esfuerzo de engatusar al afuera. Todo en su debida proporción. No temerle a nada no es “normal” y temerle “a todo” tampoco.
El miedo es la emoción más ancestral que el ser humano conoce y viene de la época en que todavía no sabían cómo generar fuego. Por la noche, al dormirse estaban expuestos al depredador, es decir, eran carne de cañón. Y esto nos acompaña hasta el día de hoy inconscientemente. Es por esto que los bebés buscan siempre la protección y el cuerpo de sus madres.
Muy bien, ahora volvamos a la emoción del miedo. Esta es otra emoción que tiene mala prensa y nada más lejos. Una clave es poder integrarlo y comprenderlo. Sé que podés estar pensando: “sí, pero mi miedo a tal cosa es aterrador”. Y claro que lo es. Lo primero es reconocer que tenemos miedo y a partir de ahí investigar sobre él. Si creés que porque tenés miedo tenés que hacerte la fuerte y hacer de cuenta que no pasa nada, en realidad vas a estar alimentándolo con levadura. El miedo es un gran aliado que nos invita a revisar con qué recursos contamos y con cuales no al momento de atravesar una nueva conquista. Quizás si te animás a integrar o investigar un miedo tuyo o de tu hijo te lleves una gran sorpresa. Y acordate, el miedo sólo te invita a crecer.
Verónica es Coach Ontológico profesional, está formada en Biografía Humana y Bioneuroemoción y acompaña a mujeres y #mamasdesesperadas en temas de crianza, vínculos y enfermedades de ellas o de sus hijos. Ofrece talleres y consultas presenciales u online a todo el mundo para que cada mujer encuentre su mejor versión y potencie sus recursos. Seguila en @veronica.desanmartin