Los gajes del oficio Capitulo III: Los maestros a través del espejo. Una mirada desde la biografía escolar 15 de enero de 2020 Andrea Alliaud
Enseñar es difícil, es complejo, es dinámico, es cambiante, es relativo… es tanto que nunca alcanza. Aun los esfuerzos más nobles y los avances más osados culminan inevitablemente con un “no obstante”, o con un “no basta”.
Las situaciones escolares vividas influyen a diario en lo que transmitimos
debido al aprendizaje significativo que queda en cada uno. La influencia de otros maestros ya sea positiva o negativa influye en ellos. Los maestros más jóvenes imitan o se oponen, copian o se enfrentan a sus
rasgos. Los profesores reconocen que les falta por aprender y manifiestan su
disposición o preocupación por hacerlo. El proceso de aprendizaje que protagonizan en sus lugares de trabajo, y que parecen asumir con esfuerzo y constancia, se relaciona con la propia
percepción de que todavía les falta. Todos los maestros están aprendiendo, se van haciendo en el día a día, en
la práctica. Mientras aprenden en sus lugares de trabajo, impulsados por las situaciones y circunscriptos a los recursos que van teniendo a la mano,
siguen en la búsqueda. Acuden a instancias para seguir formándose. Placer, pasión, completud, amor y felicidad aparecen como sentimientos que conviven con los miedos, las incertidumbres, los temores y la angustia
que les generan los primeros desempeños a los maestros principiantes. La maestra buena, quiere, mima, ayuda, escucha y denota felicidad, gusto y
pasión por lo que hace. Las maestras buenas son queridas y reconocida, sobre todo, cuando
promueven situaciones que individualizan. El maestro principalmente quiere y ayuda a sus alumnos suele referirse a ellos como “sujetos” a querer ayudar, escuchar, incentivar, motivar o disciplinar para que se superen.