educar con calidad y equidad

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DARLING-HAMMOND: LA URGENCIA Y COMPLEJIDAD DEL CAMBIO EDUCATIVO HOY José Weinstein El tema uno (¡cómo no!) se refiere a los docentes, pieza angular de cualquier mejora del sistema, quienes a juicio de la Dra. Darling-Hammond están sometidos hoy a una nueva situación, de enorme complejidad, para el adecuado ejercicio de su profesión (capítulo 1). Las competencias y habilidades que se deben desarrollar entre los alumnos han variado sustancialmente; los contenidos, conocimientos e información disponible crecen en forma exponencial; muchos alumnos y sus familias viven en situaciones de alta dificultad y de desventaja socio-económica y cultural; la organización escolar no suele ser favorable para el aprendizaje y la acción colectiva de los propios docentes; y la distribución en las escuelas de los docentes más competentes no se rige por el principio de mayor dificultad. Lo mismo acontece con nuestro bullado tema de los directores, quienes, después de décadas de olvido y ejercicio de un rol meramente administrativo, se han convertido en blanco predilecto de iniciativas políticas que buscan darles mayor autonomía a cambio de “responsabilizarlos” de los resultados alcanzados por las escuelas a su cargo. En este caso, la contribución de la Dra. DarlingHammond consiste en estudiar en profundidad cómo deben ser, si es que pretenden tener real impacto, los programas formativos de directores (capítulo 2). El método que escoge es nuevamente el análisis en profundidad de casos ejemplares, a partir de los cuales va extrayendo un conjunto de conclusiones que pueden extrapolarsehacia conjuntos más amplios. En este sentido las escuelas de alto desempeño serían instituciones “centradas en los aprendices”, así como “centradas en los aprendizajes”. Estas experiencias darían cuenta de cómo la descentralización de las decisiones no es suficiente, por sí misma, para explicar sus logros. La Dra. Darling-Hammond contribuye a este debate analizando la experiencia reciente de las charter schools, que se han ido popularizando en Estados Unidos, donde existe una heterogénea situación en cuanto a su legislación, modelo institucional e importancia cuantitativa en distintos estados (capítulo 4). A su juicio, las escuelas charter debieran ser analizadas en cuanto constituyen, en una dimensión, un bien público y su modo de gobernanza debiese dar cuenta de un monitoreo efectivo, así como de una relación periódica entre quienes representan los intereses públicos (los “autorizadores” de la escuela) y la ciudadanía (que asiste a ella). De igual manera debiese asegurarse equidad en términos del acceso que deben tener las familias a este tipo especial de escuelas, resguardándose que no sean las propias escuelas las que elijan a su amaño a los alumnos, de modo de evitar que se produzca un “descreme” que conduzca a que los establecimientos públicos deban hacerse cargo de los casos de mayor dificultad pedagógica y social. Finalmente, la Dra. Darling-Hammond se aventura en una mirada de futuro educativo, problematizando sobre los nuevos y exigentes desafíos que la sociedad del siglo XXI le plantea a la educación, una sociedad en que todos sus habitantes, trabajadores y ciudadanos deben disponer de habilidades y competencias más complejas que nunca antes en el pasado (capítulo


6). El fenomenal cambio exigido a la educación puede emprenderse por distintas vías, pero no todas ellas asegurarán que se llegará a buen puerto “Ninguna nación ha alcanzado un alto desempeño educativo sancionando escuelas en base a resultados en determinadas pruebas y clausurando aquellas que atienden a los estudiantes más necesitados. Ninguna nación ha logrado cerrar la brecha de desempeño sin invertir de manera adecuada en los recursos necesarios y en la calidad docente”. Las reformas educativas están cada vez más a la orden del día en todo el mundo. Con el advenimiento de nuevas tecnologías que inciden en los diversos ámbitos de nuestras vidas, internet, cambios masivos en los empleos y las empresas, y la migración global, el mundo está cambiando de manera acelerada en todos sus aspectos. En los Estados Unidos, se estima que la mayoría de las personas tendrán diez empleos distintos antes de alcanzar los cuarenta años. La necesidad de que las personas aprendan de manera autónoma y a lo largo de todas sus vidas debe llevarnos a modificar nuestras metas y prácticas educativas. Y lo que sabemos acerca de cómo las personas aprenden debe servir para cuestionar muchos de nuestros supuestos bien enraizados acerca de “cómo manejar la educación escolar”. No podemos alcanzar esas metas simplemente esforzándonos más en el marco escolar actual. Esas aspiraciones requieren una transformación profunda del quehacer educativo e invertir en el bienestar de los niños y niñas fuera de la escuela. Implican poner el foco en lo que constituyen los pilares de los sistemas educativos más consolidados: •Una clara visión del tipo de aprendizaje requerido en el siglo 21, traducida en currículos y evaluaciones razonables •Inversiones en los conocimientos y las habilidades de los educadores para apoyar ese tipo de aprendizaje y transformar las escuelas; •Apoyo para nuevas formas de organización en las escuelas; •Recursos adecuados y equitativos, unidos a un acceso abierto, para crear un sistema escolar que promueva una educación de alta calidad para todos los jóvenes.


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