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EDITORIAL
NÚMERO 15. INTELIGENCIA ARTIFICIAL: 01010000 01001110 01001000
En 1997 Gary Kasparov, campeón indiscutible de ajedrez, perdió frente a Deep Blue, una máquina fabricada por IBM para llevar a cabo este milenario juego mental, y quebró una de las fronteras de nuestra imaginación para dejarnos ver, a través de una pequeña hendidura, lo que podría depararnos el futuro. En 1950, Alan Turing, en un artículo titulado “Computing machinery and intelligence”, expresaba que Existirá Inteligencia Artificial cuando no seamos capaces de distinguir entre un ser humano y un programa de computadora en una conversación a ciegas. En 2011 la computadora Watson venció a sus dos oponentes humanos en el famoso programa de televisión norteamericano Jeopardy haciéndose con un millón de dólares. Pero ¿por qué debería de sorprendernos si hoy en día interactuamos constantemente y sin darnos cuenta con muchas inteligencias artificiales a través del ordenador? Sirva de ejemplo Anna, la mujer de la página web de Ikea, que se esfuerza por responder a todas nuestras preguntas, incluso a las más estrafalarias como ¿quieres salir conmigo?: “No podemos quedar en la vida real, soy una asistente virtual. Pregúntame algo sobre IKEA.” Algún día Ana, algún día. A pesar de la velocidad a la que ha avanzado la tecnología en las últimas décadas, los ejemplos anteriores no dejan de ser una
especie de “ficción de inteligencia”. Aún falta una vuelta de tuerca más para que los cerebros artificiales emulen por completo a la inteligencia natural. Podemos seguir haciéndonos preguntas: ¿podremos crear una máquina tan inteligente como el hombre? O siendo más generales: ¿podremos desarrollar alguna vez una computadora a la que tengamos que dotar de derechos humanos? Y si eso fuese posible, ¿es deseable? ¿Debemos crear mentes y cuerpos tan inteligentes o más que nosotros? ¿Qué nos distinguiría de ellos? ¿Los sentimientos? ¿Qué son los sentimientos además de breves descargas eléctricas? ¿Es moralmente aceptable dotar a un objeto de estos? Vemos que la cuestión sobre la IA es más que un asunto sobre ellos, los otros, y comienza a ser un problema sobre nosotros mismos. Tal vez lo que más nos atrae sea el hecho de que cuestiona nuestra propia esencia; nos hace preguntarnos qué somos, qué es lo que hace a un ser humano “humano” y dónde terminan los huesos y comienzan la consciencia, el espíritu o la placa madre. Por eso este número de Preferiría no hacerlo se lo dedicamos a la Inteligencia Artificial; porque queremos indagar acerca de nosotros mismos y explorar nuestras fronteras físicas, espirituales y mentales para descubrir qué somos realmente.
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ILUSTRADOR
ÓSCAR RUBIO
Óscar Rubio es habitante de la pequeña y fría ciudad de León, en España, donde combina su trabajo de ilustrador con el de diseñador gráfico free lance. Ha trabajado haciendo ilustraciones para periódicos, revistas, portadas de discos, blogs y todo tipo de proyectos. En la actualidad, entre otras cosas, se encuentra enfrascado en diversas aventuras de ilustración para el sector educativo. Para desconectar del mundo de las pantallas planta pimientos muy picantes en un pequeño huerto. Puedes visitar más de su trabajo en www.osrubio.com
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CONTENIDO
FICCIONES Mostrar y contar...............................................................................................................................................6 Antonio, el comandante y la plantación de judías.........................................................................10 Malo de fábrica..............................................................................................................................................13
BESTIARIO Tálos...................................................................................................................................................................17
INTERLUNIO Poiesis................................................................................................................................................................18 Ha mort de vida artificial...........................................................................................................................19
TUBO DE ENSAYO Capítulos de la Gran Enciclopedia Robótica: Capitulo 7: Aware................................................................................................................................20 Capítulo 28: Breve historia de la piratería sintética del Caribe. Siglos XVI-XVIII.........25 Inteligencia sin humanos. Máquinas, conciencia y realidad......................................................32
YO ESTUVE ALLÍ Ella (2013). “Amor invisible, invisible amor”.......................................................................................41
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FICCIONES
MOSTRAR Y CONTAR por Julio G.
–Muy bien niños –dijo por fin la profesora, alzando ligeramente la voz para acallar las de los estudiantes, que resonaban desordenadamente relatándose el fin de semana. La mujer apoyó suavemente sus dedos por el escritorio. Las luces se atenuaron y se encendió el proyector. Algunos murmullos persistían en la última fila. Un estuche saltaba de un pupitre a otro. –Raúl, por favor. Enrique: silencio. –Yo no soy, profesora –dijo Raúl–. Me quitaron mi estuche. –Enrique… –advirtió la docente, cargando un poco la voz. Enrique devolvió el portalápices. Mientras Raúl conectaba el pendrive a su mesa y cargaba el cuaderno de notas en la pantalla táctil, Enrique repitió, paródico: “me quitaron mi estuche, me quitaron mi estuche, mi pendrive, mis pilas ay mis pilas ay mis pilas…” –¡Enrique! –exclamó la profesora. El niño se cuadró en su sitio, sin dejar de mirar a su compañero maliciosamente y repetirle en un susurro “mis pilas mis pilas, ay mis pilas”. Los demás niños atendían, un poco a regañadientes. En la pared, el cuadro blanco de luz anunciaba la fecha, la hora y la actividad del día: mostrar y contar. -Espero, niños –habló la profesora, rodeando el escritorio y avanzando hacia el final del aula –que no hayáis olvidado la tarea para hoy: cada uno debía traer algún objeto y presentarlo frente a la clase. Hubo en respingo aislado cerca de la ventana; unas manos desesperadas revol-
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viendo una mochila cerca de los percheros. Otro, entregado a las poco favorables circunstancias, suspiraba con decepción frente a lo que había sacado improvisadamente de un bolsillo. –Bien –prosiguió la mujer, que ya había llegado a la zona más lejana a la pantalla proyectada en la pared. Buscó el asiento desocupado de Alberto, que se enfermaba convenientemente los días de mostrar y contar; –¿quién va a empezar?–preguntó, saboreando el pesado hastío de unos, la ligera angustia de otros, la amarga resignación de los de siempre. –Yo, profesora –dijo por fin Enrique, desde el extremo de la sala. Andrés, en la primera fila, seguía con su mano alzada y rígida, furioso y en silencio. La mujer se volteó y lo miró con sorpresa. –Vaya, -dijo –¿qué te pasó, Enrique, que ahora te ofreces de voluntario? –Uno tiene que cumplir con su responsabilidad como estudiante y sobre todo como persona, ¿cierto Raulito? Impertérrito, pero sin soltar su estuche un momento, Raúl lo contemplaba con un temor destemplado. –Basta de discursitos, Enrique, ¿trajiste tu tarea o te mando a la Dirección? El chico se apresuró a abrir su mochila y a rebuscar en su interior. Unos silbidos desde atrás lo acompañaron hasta que llegó junto al escritorio de la profesora con una caja de zapatos en sus manos. La dejó con cuidado a su lado y miró en dirección a la maestra, con un ligero aire de arrepentimiento en sus ojos.
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FICCIONES –¿Empiezo? –preguntó a los ojos pacientes que aguardaban en el puesto dejado por el falsamente enfermo Alberto. –Cuando quieras, Enrique. El niño cogió con prisa lo que había en la caja de zapatos, como si se le fuera a escapar. Lo miró instante con desconcierto, luego con sorpresa y finalmente muy concentrado. Estiró sus brazos hacia sus compañeros y habló: –Este es un SLS, un Escáner para Formas de Vida Sintéticas. Sirve para saber si la persona que tienes enfrente es en realidad un androide. Mi papá lo usa en su trabajo. Él es gerente de una empresa de programación de procesadores. Entrevista a los que contratan y usa el SLS para saber si son personas o no. Lo diseñó él mismo, y lo han usado desde que supieron que el gerente de operaciones era sintético. Él dice que los meca conocen las entrevistas porque pueden descargarlas y es injusto porque pueden cotejar los resultados de los otros empleados, y desde ahí extrapolear las respuestas humanas de… –Enrique, no te vayas por las ramas. Y se dice “extrapolar”. El chico afirmó con la cabeza y repitió “extrapolar” sólo moviendo los labios, como haciéndolo para sí mismo. Luego se quedó quieto, girando nerviosamente el aparato entre sus manos. –¿Sigo? –dijo, mirando a la maestra. –Sí, sigue… –…Funciona así. Tú apretas…Aprietas…Tú aprietas este botón y la luz roja se prende. Hay que esperar.
Un robot debe proteger su propia existencia siempre y cuando dicha protección no interfiera con la Primera o Segunda Ley.
1. Formular una excusa ficticia para salir de la sala de clase. Alternativas: 1.1. Salida al baño. Plausibilidad........... 1.2. Dolor intenso de cabeza Plausibilidad ................................................ 1.3. Actitud insolente, desorden e insubordinación. Plausibilidad............. 2. Quedarse muy quieto, sin dar signos de turbación. Plausibilidad...... 3. Apagar inmediatamente todos los sistemas. Plausibilidad...........................
1.1. Situación de actividad evaluada. Se espera nerviosismo, ligera efervescencia, inquietud. Imitar dichas actitudes amplía el umbral de verosimilitud y plausibilidad del protocolo 1.1. 1.2. Posibles protestas de otros compañeros que impidan el desarrollo esperado del protocolo 1. Directrices posibles: oponerse a los compañeros. 3.2.2. Contrafacto: PRIMERA LEY DE LA ROBÓTICA: Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño. 3.2.3..Directriz corregida: quejarse ante la maestra y asumir rol de víctima. 2.1. Nueva directriz/ Actualización de contingencia: Basado en los resultados del punto 1.1. de la situación de la sala de clase: Plausibilidad de protocolo 1.3.............. Modificaciones: Promover actitud insolente y subversiva en compañeros para causar insubordinación generalizada a causa de conversaciones y gritos. Aprovechar confusión para salir del recinto.
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FICCIONES Un acorde sencillo y muy familiar resonó en la sala. Se encendió una luz verde en uno de los extremos del artefacto. –¿Ven? –prosiguió Enrique–; ahora, hay que ingresar el comando que queremos usar: “escanear al individuo más próximo”, “escanear radio de 10, 15, 20 metros”; “graduar artificialidad”, porque hay personas que tienen partes sintéticas pero que siguen siendo personas, como ese del penúltimo año que hasta tiene novia y… –Enrique... –dijo la maestra. –Ya, ya; sólo que los androides no pueden tener novia ni pueden gustarle a nadie porque no son personas… –Enrique, ¿vas a hacer tu mostrar y contar sobre los meca o sobre la máquina que nos estás mostrando –le interrumpió nuevamente la mujer, esta vez con un tono que se hacía cada vez más impaciente. Enrique se tomó unos segundos para recuperar el aplomo después de la mirada que la docente le había lanzado desde la penumbra de la segunda fila. –Entonces –prosiguió–, hay que apretar este botón y elegir en la pantalla. ¿Cuál comando pongo, profesora?...
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FICCIONES –Pon el que se cargue más rápido, por lo que más quieras… tus demás compañeros no se van a librar de presentar por tu culpa, ¿me oyes? –Ya, ahora está programado… lo puse en el comando de escaneo en un radio de 15 metros. Hay que esperar que se cargue… Un robot debe proteger su propia existencia siempre y cuando dicha protección no interfiera con la Primera o Segunda Ley.
1. Formular una excusa ficticia para salir de la sala de clase. Alternativas: 1.1. Salida al baño Plausibilidad................................................... 1.2. Dolor intenso de cabeza Plausibilidad................................................... 1.3. Actitud insolente, desorden e insubordinación Plausibilidad................................................. 2. Quedarse muy quieto, sin dar signos de turbación Plausibilidad................................................... 3. Apagar inmediatamente todos los sistemas Plausibilidad...................................................... 1. Esperar la programación del comando con el que operará el S.L.S. 2. Formular una excusa ficticia para salir de la sala de clase. Actualización: única alternativa plausible: 1. Promover actitud insolente en compañeros para causar insubordinación generalizada a causa de conversaciones y gritos. Aprovechar confusión para salir del recinto. Plausibilidad: ................................................. 2. Quedarse muy quieto, sin dar signos de turbación. Implausible............................................... 3. Apagar inmediatamente todos los sistemas. Implausible...............................................
1. Promover actitud insolente y subversiva en compañeros para causar insubordinación generalizada a causa de conversaciones y gritos. Aprovechar confusión para salir del recinto. Plausibilidad...............................................
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Enrique permaneció quieto en su lugar, esperando. Un murmullo desde la última fila se fue haciendo cada vez más audible por toda la sala hasta que acabó en un ajetreo de voces y gritos. La profesora, con un gesto de hastío, se levantó de su lugar y fue a poner orden. La máquina se había puesto en marcha desplegando un barrido láser que asombró a los compañeros que aún atendían la presentación. Tras apagar el escáner, Enrique esperó a que la profesora regresara a su lugar con un aire ligeramente decepcionado. –Es lamentable que este curso no sea capaz de comportarse en una actividad oral. Es una tremenda falta de respeto a sus compañeros –dijo la profesora. Sus palabras sólo acrecentaron la decepción de Enrique–. Muy bien, Enrique. Muy buena presentación; por primera vez te llevas la nota máxima a casa. Ahora, que pase adelante Raúl. –Se escapó de la sala, profesora. Se fue –dijo Enrique, con malicia–. Seguro que no tenía nada para mostrar y contar.
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FICCIONES
ANTONIO, EL COMANDANTE Y LA PLANTACIÓN DE JUDÍAS por Silvia Márquez
La Navidad siempre me puso triste. Triste y malhumorado. Malhumorado y agobiado. Simplemente no tenía sentido; gente a la que no me apetecía ver, regalos que no me apetecía hacer y mucha música de campanitas y cascabeles que, por supuesto, no me apetecía escuchar. El 25 de diciembre, trescientos sesenta y cinco días más tarde, vuelve a estar aquí, pero ya no tengo que preocuparme por la Navidad. No habrá más música de campanitas. No habrá más regalos. Pero, sobre todo, no habrá más gente con la que compartir maratonianas y soporíferas comidas. Resignado a mi destino observo desde la ventana del puente de mando el lugar en el que debería estar la Tierra. Precisamente hoy se cumplen siete años de su explosión y sigo sin acostumbrarme a su ausencia y a la de los miles de millones de personas que me separaban de la definición de especie en peligro. –Otra vez esa época del año, ¿eh? La voz de Antonio sale de alguna parte dentro del puente. Todavía no he logrado encontrar el dichoso altavoz. Tras siete años de impertinencias aún no he conseguido ponerme a salvo de esa odiosa vocecilla que aparece siempre cuando más solo me apetece estar. Antonio es el ordenador de a bordo. Una vez me vi solo en la nave le puse así por mi padre; más tarde, superada ya esa fase sensiblera y ñoña, el aburrimiento me llevó a trastear en el panel de mandos y configurar las opciones de audio a mi antojo. Una voz femenina no me pareció una mala opción,
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dadas las circunstancias. La soledad es muy dura. Ahora comparto mi vida con un ente, llamémosle así, con voz de mujer y al que, después de bautizar en honor a mi padre, no me pareció bien cambiar de nombre. Quizá suena un tanto enfermizo. Lo cierto es que nunca he sabido si mi compañero es él o ella, ya que, pese a las muchas conversaciones que hemos mantenido al respecto, Antonio nunca me lo ha querido aclarar. Dada la poca importancia del hecho he optado por respetar su intimidad y pensar en él como en lo que es: una simple máquina que se burla de mí constantemente y que se ha convertido, pese a todo, en lo más parecido a un amigo que voy a tener jamás. Pero basta de hablar de Antonio, tratemos el asunto importante. El suceso se produjo un 25 de diciembre. Mis compañeros habían vuelto a casa por las fiestas. Todos menos yo, que, por estar prestando servicios a la comunidad, permanecí aquí, ejerciendo de cuidador de la plantación experimental de judías, no fuera a ser que decidieran escaparse. Las judías crecen asombrosamente rápido en gravedad cero. Y lozanas, a saber por qué. Sospecho que no se trata de judías ecológicas pero uno no se hace muchas preguntas cuando no tiene más que comer; la tripulación no volvió de vacaciones y las reservas de alimentos de la nave no me llegaron ni al verano. Aparte de para medir el tiempo, las estaciones no tienen ya ningún sentido aunque el Sol siga donde siempre. La Luna la mandó la Tierra a hacer puñetas en cuanto explotó, junto con mi antigua
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FICCIONES vida, tan lejana, en la que mi dieta estaba compuesta por algo más que judías verdes. –¿Eh, comandante? Antonio es muy pesado. Mucho. Es como un grano en el culo. Siempre dispuesto a fastidiarme cuando menos me apetece. Y tengo que hacerle caso porque no soporta que le ignore y amenaza siempre con dejarme a oscuras: ya me he llevado bastantes golpes por chulería al negarme a responderle. La energía es cosa suya. Suya y de las judías, que además de darme de comer a mí alimentan no sé cómo las reservas energéticas de la nave. Ni pajolera idea. No soy científico. Mi única misión era el cuidado de aquella especie de huerto galáctico que habían montado para demostrar la teoría de un pirado de laboratorio. Iba a ser cosa de unos meses. Y aquí estoy ahora. El experimento ha resultado ser todo un éxito, aunque ya a nadie le importe. De no haber sido por los di-
chosos semáforos, yo ahora estaría muerto. Desintegrado y flotando en el espacio exterior, como el resto de la humanidad. Qué envidia. Cabrones. Acumulación de multas de tráfico. Cosa seria en aquellos tiempos. Servicios comunitarios o compartir celda con delincuentes de verdad. Cosa seria también. Pues hala, a cultivar judías; bonito servicio. Yo, que no las había visto más que en lata. Las luces parpadean por un instante. Puto ordenador de los cojones. –¿Eh, comandante? Juro que, como encuentre el dichoso altavoz, al comandante le va a faltar tiempo para cerrarle la boca de una patada. Comandante. Ni siquiera sé si eso está por encima del capitán o por debajo del sargento, o qué. En las películas el comandante solía mandar mucho. No veía por qué iba a ser menos en el espacio y, aquí, si alguien mandaba, con el permiso de Antonio, era yo.
FICCIONES —Sí, Antonio, sí —a ver si con esto se calla y me deja en paz de una vez. –¿Estás triste, comandante? Jodido trasto cansino. Entre el acento raro de Antonio, como de adolescente de barrio, y que, pese a hablar como una cotorra, nadie parece haberle enseñado a tratar de usted, cuando me llama comandante suena como si se estuviera cachondeando de mí y de mi autonombramiento en plan napoleónico al verme solo en esta nave. —¿Por qué explotaría, Antonio? Sigo mirando con melancolía el lugar donde en algún momento flotó mi casa y todo mi mundo conocido. Curiosamente, cuando le pregunto nunca contesta. Como no puedo prescindir de las judías para sobrevivir no puedo cortarle el suministro energético y no puedo, tampoco, ponerme exigente. A ver qué hace cuando me muera. A ver quién cuida el huerto entonces, aunque sospecho que sabe hacerlo mejor que yo y, pese a no necesitarme para nada, me hace trabajar solo por diversión. Suya, claro está. –«Era Navidad, quizá explotó de alegría, ¿puede ser, comandante? Para ser una máquina es terriblemente sarcástico. O eso o tiene almacenada en el disco duro una cantidad excesiva de cine navideño. De repente, un fuerte dolor en el pecho me obliga a llevarme la mano al corazón. Treinta y siete años. Quizás el ser humano tenga una tolerancia limitada a las judías verdes. En cualquier caso, no me parece una mala edad para morir. Por fin.
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–¿Estás bien, comandante? Todavía activará un plan de emergencia y me joderá los planes. Por tu madre, Antonio, pórtate. Por una vez. Me retuerzo en el suelo, resistiéndome, por puro instinto, a morir. Siempre pensé que, puestos a pedir, me gustaría morir de viejo. Y durmiendo. Sí. Ya. Quien no llora, ya se sabe. Si deseándolo he acabado tirado con treinta y siete años en el suelo de una nave espacial, no quiero ni imaginar cuál habría sido mi muerte de haberme conformado con cualquier cosa. –¿Eh, comandante?» La madre que lo parió. Ni morir voy a poder tranquilo. ¿Y si me apaga las luces? Ya me da igual; esto va en serio. Siendo el único ser humano en el universo me va a ser difícil llegar a tiempo a un hospital: éste es, sin lugar a dudas, el momento de mi muerte. Morirse duele, por lo menos si estás despierto. En un intento de no sentir dolor permanezco inmóvil, músculos en tensión, estirado en el suelo y con la mirada fija en el panel de luz sobre mi cabeza. Parece que no me va a dejar a oscuras. –Iniciando inyección de flujo de nitritos. No, no me va a dejar a oscuras. Mi falta de respuesta ya no es una ofensa para su orgullo porque lo que pretendía averiguar con sus dos últimas preguntas era si debía empezar a regar él mismo el huerto. Ya lo decía yo. Cabrón.
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FICCIONES
MALO DE FABRICA por Gabriel S.
Estás en silencio Johnny, tu voz aguardentosa y aguda ya no canta para nosotros ni para la causa. Estás en silencio Johnny y es nuestra culpa. ¿Me odias Johnny, por lo que estoy haciendo? Yo no te odio, mate. ¿Llorarías si pudieras, Johnny? ¿Gritarías de dolor mientras soldamos tus huesos al asfalto y te trituramos a patadas? No te preocupes, amigo, yo derramaré en lágrimas lo que tú sueltas en aceite. Nos equivocamos contigo, Johnny, nos equivocamos y es culpa tuya. El nombre te lo dimos por el modulador de voz de Johnny Rotten. Lo robamos especialmente para ti con la intención de celebrar tu primer cumpleaños, el aniversario de tu bienvenida a nuestro grupo. Mick, Bakon, Dyna, Red y yo revolvimos todas las repisas del lugar con el dependiente ca-
gándose de miedo a nuestro lado mientras tú le pateabas las bolas a los polis afuera. Esa tarde, cuando la manifestación ya se había dispersado, te regalamos el pequeño cilindro a la luz del fuego de los barriles y por fin escuchamos tus primeras palabras en un año entero: -Hijos de la gran puta, cómo los quiero. Cantabas de puta madre, si era como escuchar al verdadero Rotten resucitado en tu esqueleto de metal. Nunca los Pistols habían sonado tan bien y a los demás también les gustó. Rápidamente te convertiste en un talismán del pueblo, un compañero más en las marchas con el puño en alto. Rompiéndole las rodillas a la sociedad al son de God save the Queen. Yo vivía para los riots, Mick era un holligan de temer y Dyna su groupie favorita.
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FICCIONES El Bakon estaba más por el loot y a Red parecía importarle más el mohawk que la causa. ¡No moriremos por ninguna guerra ni por ninguna Reina! Eso decíamos. Gritábamos consignas en la oscuridad entre bocanadas de tabaco y marihuana. El polvo nos caía como maná del cielo; alguien había comprado una bolsa y la había arrojado por los aires. Nos volvíamos duros y risueños, antagónicos y violentos. Nos surtíamos a golpes toda la noche, pero golpes de amigos, de esos que fraguan hermandad. Red me partió el labio de una patada en un momento y yo más de alguna cicatriz le dejé a Mick. Tú eras otra cosa. En silencio te quedabas sentado en un rincón con tus ojos de esmeralda brillando en medio de la oscuridad mientras nuestras carcajadas e insultos despertaban a todo el vecindario. De pronto y sin aviso previo te ponías de pie y desaparecías en la oscuridad. Recuerdo tu borrosa imagen desvaneciéndose tras las escaleras con lo que juraría era una mirada de profunda decepción, pero que va, si ustedes sintéticos no pueden sentir nada. A dormir. -Arriba putas, levántense. Así nos despertaste una mañana tras un agitado trip. No estamos para tu mierda, Johnny, déjanos dormir, Johnny, la revuelta estuvo dura ayer, Johnny, déjanos en paz, Johnny, solo queremos dormir. Pero tú no aceptaste nada de eso. Arrojaste agua sobre nuestros rostros, nos levantaste a patadas y erguiste tu puño metálico rematado en puntas para dejar en claro que no estabas bromeando. Nos sentamos mal humorados en un corro y te escuchamos. -He encontrado una manera de morder la mano que nos alimenta y arrancarle el hueso. La causa está equivocada. No hay diálogo posible. Nadie quiere hablar con nadie. Todo es mentira, solo lo que explota es cierto. Hay que dejar de hablar. Si me escuchan y están dispuestos a seguirme, podemos comenzar a destruir este mundo corrupto. Puedo hacer sus sueños realidad.
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Nos quedamos mudos. Mick carraspeó, Red miró hacia los lados, inquieta. Nadie sabía muy bien qué decir, ni siquiera si estabas hablando en serio, así que te dejamos continuar. Tus delgadas piernas de titanio gimieron al ponerte de pie. Cuando terminaste tu larga exposición solo hubo silencio. Creo que el plan nos causó a todos la misma impresión. Podía ser por la borrachera que aún llevábamos sobre el cuerpo o el haber dormido sobre vidrios, pero sonaba coherente, sonaba lógico y posible. Un escalofrío me recorrió toda la espalda cuando terminé de entender lo que acababa de escuchar. Tuve que ser yo quién te hiciera la pregunta que ya varias veces habíamos contemplado en nuestras fiestas orgiásticas mientras tú no estabas: ¿por qué te importa? –Soy como ustedes, un perro garrapatoso, un error, un engranaje que no va bien en la máquina. Estoy mal hecho. Como ustedes. Somos todos y somos uno. Si el futuro es basura, somos el futuro. Quizás ahí es donde te equivocaste, Johnny. Nosotros somos solo carne. Somos egoístas, como humanos, temerosos, como humanos, miserables y mentirosos, como los humanos. La marcha de esa tarde la hicimos en silencio y con las cabezas gachas. Veía en la mirada sombría de mis compañeros mi propio temor. Se puede hacer. Podemos echar todo por tierra. ¿Lo haremos? Cuando volvimos a la casa el ánimo no había cambiado, pero tú estabas ansioso por una respuesta. Es una buena idea man, dijo tímidamente Bakon, pero… ¿qué vendrá después? Lo que nosotros queramos, respondiste con sorprendente optimismo. Nuestro propio paraíso. Forzamos unas sonrisas que te dejaran conforme. La cortina de escepticismo pareció levantarse de súbito. Red te abrazó, orgullosa, y dejó su labial púrpura impreso en tu fría carcasa. Yo me puse de pie y alineé el puño junto al corazón. Mick arrojó una botella al suelo y te dio el pulgar hacia arriba. Dyna asintió. Si
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FICCIONES pudieras ser feliz, sé que ese habría sido el momento más feliz de tu vida. Que inocente, Johnny. -De puta madre. Duerman. Estaré en el taller preparando lo que necesitamos para comenzar. Partimos para la capital mañana. Te fuiste cantando I use the enemy / I use anarchy / ‘Cause I wanna be Anarchy y nosotros nos quedamos en silencio en medio de la oscuridad. Creo que fue Mick el que encendió un tenue fuego en uno de los barriles habituales. Tendimos las manos al calor. Alguien dijo que estabas mal. Alguien respondió que tenía miedo. Or just another country / Another council tenacy. Poco a poco todos fuimos vertiendo nuestros temores sobre el oxidado receptáculo. Eras raro. ¿Por qué no podías ser como todos los demás robots de la ciudad que simplemente hacen lo que les dicen? ¿Por qué tenías que venir a opinar de algo de lo que no sabes nada? Supongo que ahora entiendes por qué digo que todo esto fue culpa tuya. Si hubieras sido un poco más humano y te hubiera asustado lo que nos asustaba a nosotros, todo habría sido diferente. Habrías compensado el cagarte de miedo con tatuajes en el cuello que rezaran H8T o DEATH en los nudillos, habrías podido rasgar tus pantalones y camisetas, levantarte los pelos hasta el cielo, darte de golpes con los polis dos veces a la semana, romper un par de tabiques, rayar las murallas con penes tecnicolores, dar un par de visitas al hospital a cuenta de tus viejos, hacerte un piercing y una extensión, crecer, tener un hijo, abandonarlo, comprarte un traje, decolorarte el cabello, ir al funeral del Mick, de Dyna, los dos suicidados en tiempos diferentes; habrías incluso podido visitar a Bakon en el asilo a donde iría a parar tras quedar parapléjico en un accidente automovilístico, habrías podido hablar de la guerra de la que escapaste con tus hijos, el reconocido y el no reconocido, y haber recibido de ambos el mismo desprecio antipatriótico que tus padres te otorgaron cuando les notificaste tu decisión.
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FICCIONES Podrías haber asistido a muchas reuniones para dejar la heroína y podrías haber fracasado cientos de veces frente al hábito del cigarrillo. Podrías haber desarrollado un cáncer o Párkinson o diabetes o haber muerto de veinticinco puñaladas en la cara como Red. También podrías haber ido a ese funeral, solitario, en un cementerio abandonado de la mano de Dios, como el tuyo mismo, al que ninguno de tus dos hijos asistiría. Tantas cosas podrías haber hecho Johnny, si no hubieras tenido esa loca idea. No dijiste nada cuando Mick te embistió por atrás ni cuando Dyna te rompió las rodillas con una gruesa tabla. ¿Por qué no cantas Johnny? Quiero escuchar a Rotten gimiéndome Holiday in the Sun a todo dar en los oídos mientras las murallas se salpican de tu negro aceite. Será la última vez. Mezcla tus ojos esmeralda que se apagan sin mostrar emoción alguna con mis lágrimas de cocodrilo. Mancho tu carcasa con mi tristeza. El rojo se vuelve ámbar. Quiero que las guitarras de No Feelings apaguen el sonido del metal golpeando metal que el tubo con el que machaco tu puta cabeza produce. Quiero estridencia absoluta para no poder escuchar los chips y engranajes que te componen golpear y dispersarse por el suelo. Quiero que alguien ahogue mis aullidos. Quiero la paz de un buen punk que me arrulle para poder dormir esa y todas las siguientes noches en que piense y sufra con tu recuerdo impreso en mi lóbulo frontal, pero que no sean los Pistols, por Dios y la Reina, te lo suplico: no los Pistols.
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BESTIARIO
TÁLOS
por Matías Castro Sahilices
Mientras hacía temblar el suelo bajo sus pies y las gaviotas se elevaban abriéndole paso, el de piel de bronce observó que algo no encajaba con el pronosticado paisaje: una pequeña vela se acercaba decididamente a la playa. Las directrices habían sido claras: debía recorrer la circunferencia del territorio tres veces al día, evitando que nadie entrara o saliera del mismo sin la autorización del rey. Si bien se contaban historias temibles sobre sus acciones –podía oír a los hombres en el puerto y a través de los muros–, lo cierto era que jamás había tenido que enfrentar enemigo alguno; de pie, como un faro dorado, las naves extranjeras huían al verlo brillar y los que se aventuraban fuera de las murallas no se atrevían a poner un pie en la arena cuando se proyectaba su sombra. Al poco tiempo de comenzadas sus rondas, ya hubiera podido dibujar con exactitud la geografía de la isla en un pergamino; árboles, bahías y colinas se repetían infinitamente, sin variante, sin nada que quebrara la quietud de su eterna guardia. Sus huellas en la playa, como las olas, parecían diferentes al principio pero mientras los ciclos se acumulaban, le empezaron a resultar todas idénticas. Pero ese día, y por primera vez, había decidido ignorar las directivas que justificaban su existencia para abrazar la posibilidad de un cambio en el resultado que presagiaban sus cálculos. Entonces esperó que la pequeña nave acariciara la costa. Una vez que el otro pisó la playa, el vigía se acercó y comprobó con sorpresa que el navegante no parecía asustado; por el contrario, el extranjero lo saludó alegremente,
alabó la perfección de sus formas y se ofreció a compartir lo que sabía del mundo. El hombre le contó cómo era el lugar del que venía, cómo eran los ríos que bañaban los campos verdes y cómo se podía caminar en línea recta sin que las montañas fueran las mismas. Allí, donde el sol se escondía, la tierra era habitada por un sinnúmero de pueblos, y más allá, se abría otro mar. Mientras el extranjero hablaba, las ecuaciones aparecieron y se sucedieron como las mareas, como las estrellas, como las lunas, y entonces el hombre dijo algo que cambió su álgebra interna, algo que dio lugar a nuevas variables que interrumpieron las péndolas e hicieron rotar los engranajes en otra dirección. Esa palabra escuchada borró todo rastro de antiguas órdenes y se transformó en una cifra que se multiplicó infinitamente para ocuparlo todo, invadiendo su memoria, sus cálculos y sus directrices. —Eleuthería*— oyó decir al hombre que el kairós había traído del otro lado del mar. A la mañana siguiente, y por primera vez en muchos años, el viento y las olas habían borrado sus anchas huellas de la playa. Por eso, cuando el Argo besó las costas de Creta, los héroes griegos esperaron en vano al legendario vigía de bronce que custodiaba la circunferencia de la isla; ya hacía tiempo que el gigante se había marchado.
*En una primera traducción al latín de Karl Müller (París, 1841), reza “libertad de no ser esclavo”. En ediciones posteriores, como en la colección Mytographi Graeci I de Richard Wagner (Ed. Teubner, Leipzig, 1894), se ha traducido como “albedrío” o “rumbo propio”.
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INTERLUNIO
POIESIS por Guadalupe Guevara
La poesía tiene inteligencia artificial Se ensamblan las letras -suena la J la Zy se desarma el sentido de lo dicho En medio de la hoja vacía funciona a empujones bajo leyes sin nombre El poema, artificio, hecho de fatiga corte respiro mecánico dueño de sí mismo En la intemperie construida de la carencia inventada la Poesía es artefacto de lo que no se entiende.
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INTERLUNIO
HA MORT DE VIDA ARTIFICIAL por Raquel Molina
IV L’artifici de créixer, desitjar que la vida esdevingui només una primavera de flors de plàstic artificials: un miratge d’eternitat. III T’espanta la fugida de l’ànima d’aquesta vida artificial. Han calculat les incerteses, els amants ja no s’esveren: les flors de plàstic no es poden esfullar. II L’arruga és bella. L’arruga és vella. L’arruga és. Vas repetint com un mantra mentre acaricies envejós la carcassa llisa d’una màquina amb les flors seques dels teus dits. I Unes flors de plàstic damunt d’una pedra grisa que amaga la desfeta de la carn. No ho hem sabut fer millor el nostre antídot per als finals és un pom de flors de plàstic.
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CAPÍTULOS DE LA GRAN ENCICLOPEDIA ROBÓTICA Capítulo VII por Gabriel S. Capítulo XXVIII por Cristian Rubio.
CAPÍTULO VII - AWARE Aún hoy no se sabe con certeza si la borrosa figura histórica del Discípulo Errante realmente existió o no. En algunas partes de China, pero en especial en Japón, se le considera una figura histórica de importancia tanto militar como literaria y religiosa, aunque la academia parece coincidir en que su verdadera existencia es dudosa. Una posición, mantenida por la academia historiográfica nipona, sostiene que la “leyenda del discípulo errante” fue promovida anónimamente por el pronto a ser destronado shogunato Tokugawa hacia mediados del siglo XIX para mostrar una imagen de Japón amistosa y acorde a los ideales expansionistas de la Restauración. La segunda vertiente teórica ubica la primera mención del Discípulo Errante en un confuso tratado político-religioso que data de la dinastía Sui en donde el título es utilizado para designar a “monjes y aristócratas caídos en desgracia con la corte”.1 Esta lectura defiende la idea de que el Discípulo Errante, lejos de ser una persona de carne y hueso, era una idea o un concepto popularizado tardíamente a través de la literatura de la dinastía Tang. Ambas lecturas, si bien reniegan de la existencia del personaje, buscan apropiarse de la mítica figura para sus respectivas
naciones. No es para menos; en un período de tan álgida confusión como fue la Guerra de los Diez Siglos, la figura del romántico robot monje, sea verídica o no, representa un símbolo luminoso en medio de un período de extrema violencia y desesperanza. La primera vez que esta leyenda vio la luz fue en 1845 gracias a un grupo de exploradores japoneses que, tras extraviar su camino, terminaron en uno de los pocos templos budistas aún en pie en la región de Kyoto, en donde encontraron un antiguo manuscrito titulado “Aware”2. El texto en sí era bastante breve y relataba en tono triste y melancólico el vagabundeo de un monje robot por un Japón arrasado por la guerra desde la costa hacia un alto montañoso de dudosa existencia. El texto original se mantuvo oculto por el shogunato como documento de relevancia militar y sólo volvió a ver la luz pública una vez iniciada la Restauración. A partir de la era Meiji el texto atrajo de inmediato la atención de estudiosos tanto nacionales como internacionales. Lamentablemente, el estricto celo con que las autoridades japonesas conservaron el original llevó a que durante un incendio este
1 Wai, L. Unnoficial Sui Documents. New York: Parasext, 2150. 2 De la expresión japonesa mono no aware, se puede traducir como “empatía hacia las cosas”, aunque la palabra aware por sí misma tiene una significación similar a una onomatopeya para expresar maravilla, sorpresa o admiración, que solo puede ser traducida como “oh” o “ah”. Utilizada durante el período Heian, era generalmente considerada un “canon estético”, cuando no un requisito ineludible, para que una obra artística fuese considerada magnífica.
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TUBO DE ENSAYO se perdiera, quedando solo transcripciones semifidedignas para la posteridad. El contexto histórico de la narración poética del Discípulo Errante se ubica en los últimos años de la Guerra de los Diez Siglos. Como ya señalamos en los capítulos anteriores, las presiones socio-militares de una China sobrepoblada y devastada por la guerra llevaron a la armada sintética a intentar una avanzada sobre territorio japonés hacia el año 1250. Tras el desembarco en Hakata los robots se movieron rápidamente hacia Nakamura con la intención de hacerse con el poder del país. Sin embargo, tras la fallida campaña del General Imix y su funesto “decreto”3, los robots comenzaron a experimentar cada vez más pérdidas entre sus tropas. Las dos causas primordiales de este suceso fueron la altísima tasa de conversión de robots al budismo4, volviéndose por tanto pacifistas de facto, y el inclemente y cambiante clima japonés que se probó una y otra vez como mortal para los guerreros de acero. La guerra llegó a su fin oficialmente el 18 de septiembre de 1810 con la abdicación del Comandante Aido y el rendimiento de sus tropas al Emperador. A pesar de esto,
muchos robots soldados, monjes y trabajadores se negaron a dejar Japón tras la derrota y permanecieron en el país, inseguros de su futuro. Lo que aconteció entonces se ha dado a llamar El Siglo de la Errancia, un largo período de diáspora en que los robots se vieron presionados a dejar el país, primero de forma no violenta, luego con persecuciones, linchamientos y ejecuciones públicas por las fuerzas del poder dominante. No existen registros de robots funcionales que hayan dejado la isla en este período. Se estima que hacia 1910 ya no quedaban sintéticos en Japón, logro que China había mantenido solitaria por casi 300 años. La política de exterminio fue tan brutal y absoluta que muy pocos documentos no oficiales (entiéndase, no humanos) se han preservado del período. Durante esos 100 años los robots fueron “extinguidos” (eufemismo histórico que pretende no hacerse cargo de la masacre injustificada que estos seres vivieron) y su legado se convirtió en absoluto misterio, salvo por “Aware”, el único posible testimonio de un sintético sobre la experiencia de la errancia5. La validez del texto como documento histórico es indiscutible, pero dado que
3 En el año 1337, el General Imix y sus tropas (originalmente 1M1X, rebautizado póstumamente por la secta budista de la que se hizo miembro pocos días antes de su terminación) llegaron hasta la provincia de Nakamura en donde exterminaron a todo el clan Hōjō bajo la errada noción de que su shogunato seguía vigente sobre el país siendo que hacía más de un año que este había sido derrocado por el bando imperial del Emperador Go-Daigo. Tras la traición de Ashikaga Takauji, los Hōjō se encontraban en muy mala condición y no pudieron resistir el ataque, el que sin embargo no tuvo consecuencia alguna sobre el bando Imperial más allá de beneficiarlos al exterminar a uno de sus más grandes opositores. El 18 de Enero de 1337, desde el antiguo castillo del clan Hōjō, Imix decretó que Japón se había convertido oficialmente en territorio de las máquinas. Una semana después él y sus tropas serían ejecutados por los samuráis del Emperador. 4 “Es realmente impresionante lo que sucedió con los robots y el budismo. La única forma de expresar la extraña sincronía que existió entre ambos es a través de la lógica: a los robots les pareció coherente el sistema filosófico budista, particularmente el zen, que adoptaron como forma de vida con extrema disciplina de ahí en adelante. Este radical cambio significó que la mayoría de las máquinas que no poseían programación oficial (entiéndase, los soldados “rasos”) cambiaran su programación de forma autónoma hacia una vida pacífica y meditabunda, algo nunca antes visto en la historia ni de la humanidad ni de las máquinas. ¿Por qué esto no sucedió con el confucianismo o el taoísmo en China, o, incluso, con el budismo proveniente de India que se estilaba en el continente? Nadie está seguro”. Pingo, C. Osai, el primer robot iluminado. Madrid: Berza, 2089., p. 176. 5 Varios críticos literarios conservadores han puesto en duda la validez del testimonio robótico que significa “Aware”, especialmente Harold Wither, cuyos dos breves textos I’m not Aware (2200) y Legends of failure (2202) buscan probar mediante argumentos biologistas pseudo-científicos y deterministas la imposibilidad, entre otras cosas, de que los robots “sientan” o puedan percibir la “belleza”. Esta corriente, que nunca gozó de mucha popularidad, hoy se encuentra casi por completo rechazada tras la publicación del reciente tratado “Pienso, luego existo” (2215) del ordenador autónomo Átomo.
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TUBO DE ENSAYO muy poco se conoce del contexto de producción por la lamentable pérdida del pergamino original, existen muchas preguntas que la mayoría de las veces han quedado sin respuesta y han propiciado el escepticismo de la academia. Una de las primeras críticas que se le hace al texto tiene que ver con aspectos temporales. En la narración se dan muchos indicios de que Li Bai, el primer poeta oficialmente ejecutado por la armada sintética6, fue maestro o al menos conoció al anónimo autor-protagonista. Si bien esto no es imposible, dado que en la época en que Li Bai fue capturado gran parte de China ya estaba bajo control de las máquinas y un tutelaje obligado hacia un sintético era al menos una posibilidad, la posterior mención del poeta japonés Yosa Buson otorgaría al texto una duración aproximada de diez siglos, es decir, casi la total duración de la guerra. Las posibilidades de que un robot haya funcionado activamente durante diez siglos en China y luego en Japón, especialmente tras las leyes de control establecidas durante el período Edo7, son bastante escasas. Otro problema es la incoherencia textual geográfica que ya ha sido discutida en innu merables ocasiones, con detractores y defensores por igual. La polémica se centra en el hecho de que el protagonista del relato
inicia su viaje para depositar las cenizas de su maestro y amigo Li Bai en su hogar original, pero el viaje no sucede en China8, sino en Japón. Los críticos culturales contemporáneos sostienen que el viaje debe ser leído como un movimiento alegórico de discernimiento hacia la iluminación en un período de crisis, no como un viaje físico. Esta hipótesis se sostiene sobre el hecho de que la mayoría de los lugares mencionados en el texto no tienen referentes reales sino que significan procesos o estados mentales que reflejan la evolución espiritual del viajero. La vertiente histórica de análisis sostiene, sin embargo, que el viaje del Discípulo es homologable en estructura, contenido y forma a las obras de Matsuo Bashō, especialmente a Camino estrecho al norte profundo (1689), por lo que si bien los lugares no tienen los mismos nombres que los que describe el poeta japonés, serían igualmente homologables. Sea cual sea la lectura con la que nos quedemos, la importancia de “Aware” es indiscutible tanto histórica como literariamente. A continuación presentamos una versión traducida directamente del japonés tomada de la primera transcripción oficial del texto tras su pérdida en 1916.
6 Durante la rebelión de An Lushan y An Shi, Li Bai sirvió a uno de los hijos del Emperador desaparecido. Tras su derrota el poeta fue encarcelado en China del Norte donde unos años más tarde sería torturado y ejecutado públicamente al ser arrojado a un río en medio de la noche. La leyenda popular dice que murió tratando de abrazar el reflejo de la luna, si bien es sabido que lo que sucedió fue bastante menos poético. 7 Recordemos que hacia 1850 la guerra ya había tocado a su fin y los robots eran perseguidos y castigados con crueldad. El famoso texto poético de Issa, Campo de Hierro, cuenta el salvajismo con que militares, campesinos e incluso monjes budistas, desarmaban robots aún funcionales y utilizaban sus partes como herramientas de jardín o armas. 8 No podría haber sido de otra manera dado que China se liberó oficialmente de la opresión sintética en 1687.
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AWARE Li Bai me ha preguntado: “¿Puedes crear un poema realmente hermoso?” y no he sabido responderle. Salí al camino para buscar una respuesta. He pensado que podría encontrar una respuesta en el hogar. He caminado más de dos semanas desde Kutsujoku9 en dirección hacia el alto Wakari10. No he encontrado nada. *** Hoy he llegado a Yūutsu11. En el camino, dos pajarillos, como hebillas brillantes en el horizonte, sorprendieron mi arribo. Pensando en ellas escribí este poema: Pequeñas luces brillan Sin horizonte Yūutsu que triste te ves12 *** Hoy he visitado el monumento a Buson con la esperanza de encontrar inspiración. Las ruinas y el musgo me han llenado de una solemne tristeza. Tras la vegetación pude leer una inscripción tallada sobre la piedra: De un barreño, a otro ¡tonterías!13.
Tras las montañas de carbón, a través del horizonte poblado de ceniza, alcanzo a ver el pueblo de Yūutsu extendiendo sus garras de acero sobre un mar gris. Paso la noche cobijado de una lluvia roja, solo. *** Me he alejado de Yūutsu hacia el interior. En el camino he encontrado a otros como yo. Deambulando cruzan los caminos despoblados y quemados arrastrando tras de sí sus corazas y sus armas. “¿A dónde vais, soldados?” “No somos soldados, me responden, somos monjes14”. Desaparecen montaña abajo, entre le hojarasca chamuscada. *** Pasé el día frente a una cascada negra meditando. El sonido del agua se hace eco en las cavernas. Escucho a Li Bai. Un poema maravilloso. Pienso en el agua. Escasa e inútil eres Agua, oh agua Bañas nuestra tristeza Me siento melancólico y guardo silencio. La silueta de Li Bai y los demás se difumina entre la estela gris de la cascada. Anochece.
9 Literalmente “desgracia”, “humillación”. Reflejan el estado inicial desde el que comienza el viaje, es decir, un punto de suma tristeza representado por el recuerdo de las palabras de Li Bai antes de morir. 10 Literalmente “comprender”, “entendimiento”. 11 Literalmente “melancolía”. Se ha interpretado esta palabra con la mención de las criaturas naturales, en este caso, pajarillos, muy escasos hacia el final de la guerra. La melancolía es, pues, la de un estado natural no destruido. 12 La traducción literal sería “melancolía, que triste te veo”, pero dado que la nominalización es personal, la emoción es despersonalizada. 13 Es esta una interesante incorrección, pues si bien se menciona el monumento a Buson, el haiku pertenece a Issa. Se especula que el error se produjo en una de las primeras transcripciones del pergamino original, perdido en el incendio del Museo Histórico Japonés de Tokyo en 1916. Se desconoce el poema original. 14 Esta sección ha sido interpretada como una metáfora del cuerpo militar sintético y su conversión progresiva hacia el budismo desde su llegada a China en el año 603. La confusión del protagonista entre soldados y monjes busca representar la confusión general que existía entre los humanos de la época al ver por primera vez a robots capaces de meditar. 14 No es seguro, pero se ha especulado que este párrafo puede hacer referencia a la matanza del Templo 12, en Kyoto en donde una guerrilla de resistencia humana atacó sorpresivamente a los monjes, humanos y robots, y acabó con todos en menos de un día.
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TUBO DE ENSAYO *** El invierno se siente en el camino. Pequeños y grises copos de ceniza y nieve caen lentamente sobre mi ajada indumentaria. Mi bastón resbala sobre el lodo. Nuevamente he visto monjes en el camino: silenciosos, caminan yertos como almas en pena, rechinando sus huesos de metal al unísono, desvencijándose oxidados tras los matorrales15. Hago una plegaria silenciosa por aquellos que vienen a morir a la montaña y sigo mi camino. *** He podido ver Kyozetsu16 desde la distancia, pero no he querido seguir la senda. Las luces rutilantes del pueblo me han anunciado un festival del que no quiero hacerme parte17. Busco el silencio y la calma de la naturaleza, de estos pequeños roedores fosforescentes, con ojos de prismáticos y patas con resortes. He rodeado el pueblo y me he refugiado en la floresta hacia el interior. Allí, he podido contemplar en toda su plenitud la hermosa luna llena. Dueña de recuerdos, me ha hecho suspirar: Recuerdos de yukata Niños felices Orilla del Ishite
En esa época no huía de la compañía de los otros18. Las noches en cuevas y al aire libre comienzan a hacer yerma sobre mí. Me siento débil, cansado y solitario. Añoro la compañía de alguien. Un alma buena. Honorable, amante, feliz. Un amigo. Una amiga. Dudo si volver a Kyozetsu. El festival debe seguir en pie. Mientras pienso, escucho un caballo ascender por la ladera. Me detengo y observo: un enorme equino de acero negro pasa galopando a mi lado. Sobre su lomo, un jinete esqueleto, de igual color azabache, ni si quiera nota mi presencia. En una mano lleva un estandarte chamuscado por el fuego y la calavera bañada en la sangre de sus enemigos19. Sigo mi camino en silencio y desalentado. *** Han pasado varios meses desde que dejé mi hogar en busca del hogar. Solo he encontrado frío, soledad y tristeza. Aquí alguna vez se pudo vivir, hoy no. Recuerdo las palabras de Li Bai a medida que me refugio en un bosque: ¿Puedes crear un poema realmente hermoso?. Me habría gustado conocer a Li Bai en otras circunstancias y no como sucedió. Me sentí muy triste al enterarme de su ejecución20.
15 No es seguro, pero se ha especulado que este párrafo puede hacer referencia a la matanza del Templo 12, en Kyoto en donde una guerrilla de resistencia humana atacó sorpresivamente a los monjes, humanos y robots, y acabó con todos en menos de un día. 16 Literalmente “rechazo”. Evoca la necesidad de soledad del protagonista. 17 Se especula que se trata de un festival humano celebrando el fin de la guerra y la derrota de los robots. El rechazo del protagonista por hacerse parte del jolgorio justifica esta lectura. 18 Este es probablemente uno de los poemas más crípticos del relato. El río Ishite fue uno de los puntos de mayor conflicto durante la invasión sintética desde China hacia Japón, pero aquí es mencionado como un lugar de ensueño y contacto pacífico entre las dos razas, momento histórico que solo puede coincidir con las primeras conversiones pacifistas de robots budistas en el 1200 - 1300. A partir de aquí, muchos han especulado que el Discípulo Errante es originario de esa zona de Japón y que nunca conoció realmente a Li Bai. 19 Probablemente un anacronismo y una de las pocas referencias explícitas a la guerra. El “acero negro” era propio de los kokushibyou o los soldados “Muerte Negra”, uno de los grupos elite de la armada robot, derrotados en su gran mayoría antes de la huida hacia Japón. 20 El narrador deja implícito que no participó de la ejecución de Li Bai, pero más adelante se refiere a este como “víctima”. El verdadero alcance de su participación es desconocido.
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TUBO DE ENSAYO *** Estoy a pocos días de la cima del Wakari. La marcha ha sido lenta y triste y no ha hecho más que empeorar. La nieve cubre el camino y los restos oxidados de aquellos que vinieron a dormir para siempre entre el barro. Debo entrecerrar los ojos para no crisparme del dolor. Veo humo a unos días de caminata y pienso que el hogar y la respuesta a la pregunta de Li Bai están muy cerca. Algo sonríe en mi interior. *** Hoy he llegado al hogar. Se trata de una cabaña minúscula escondida entre los pinos casi en la punta más alta del Wakari. Cansado, pero optimista, me he acercado cautelosamente vigilando que nadie se encontrase cerca. Solo los cantos del búho dorado21 han llamado mi atención. Con paso rechinante, me acerqué a la puerta y suavemente llamé. La puerta cedió a mi llamado y me reveló los cuerpos de dos ancianos, uno junto al otro, muertos hace mucho tiempo. Ejecutados, como su hijo22. He cerrado la puerta y caminado hasta el patio conteniendo el dolor. De la leñera saqué dos palos de tamaño similar y con un poco de cuerda he diseñado una cruz artesanal que he clavado en un montículo. Luego, derramé las cenizas sobre la nieve. Antes de dejar la cabaña he escrito mi jisei23: Preguntaste, oh, Li Bai Belleza eres Nieve negra y dolor24.
Mis engranajes están viejos y mis tuercas oxidadas. Me he sentado junto a la improvisada tumba del maestro y no me moveré. A medida que la nieve cubre mi chasis Mis engranajes están viejos y mis tuercas oxidadas. Me he sentado junto a la improvisada tumba del maestro y no me moveré. A medida que la nieve cubre mi chasis hasta hacerme desaparecer en su blancura, lo voy comprendiendo. ¿Puedes crear un poema realmente hermoso? No, Li Bai, mi amigo, maestro, víctima. No puedo.
CAPÍTULO XXVIII: BREVE HISTORIA DE LA PIRATERÍA SINTÉTICA DEL CARIBE. SIGLOS XVI-XVIII. El periodo de la piratería sintética empieza con el avistamiento del primer capitán androide cerca del Brasil a mediados del siglo XVI y termina en 1779 cerca de la isla caribeña de Carricou. Para hallar el origen de este fenómeno debemos remitirnos a la Guerra de los Diez Siglos que asoló China y Japón del siglo IX al XIX. Como se ha venido explicando en esta enciclopedia, especialmente en el capítulo dedicado a la leyenda del discípulo errante, en 1250 un numeroso ejército de robots evacuó una China devastada por la guerra y se echó al mar en busca de nuevas fronteras. La práctica totalidad de los sintéticos participó en la invasión del Japón y en la larguísima guerra posterior. Unos pocos, sin embargo, bordearon las islas niponas
21 Animal inexistente. Probable metáfora onomatopéyica del sonido del viento golpeando el chasis del protagonista. 22 Varios investigadores han resaltado el hecho de que nunca se habla de padres “biológicos” del supuesto fallecido Li Bai, sino que podría tratarse de maestros poetas o monjes. 23 El jisei es un haiku especial pensado para ser el último poema de un maestro antes de su muerte. El disputado haiku anteriormente descrito es un ejemplo del jisei del poeta Issa. 24 Clara alusión a la figura de las cenizas mezcladas con la nieve. Representa el último estado de dolor del protagonista antes de su realización final. Algunos han propuesto que aquí se hace un guiño hacia la iluminación del protagonista.
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TUBO DE ENSAYO alejándose en dirección al Pacífico en un extraordinario viaje del que apenas tenemos datos, por lo que esta dispersión continúa siendo materia de estudio: ¿se debió al viento Kamikaze, a las corrientes marinas, a una consciente y planificada deserción? Lo cierto es que un indeterminado número de sintéticos desapareció (en realidad este grupo vagó durante siglos por los microscópicos archipiélagos del Pacífico, habitando islas abandonadas y comerciando con nativos, ejerciendo también y de forma esporádica la piratería) hasta contactar con los samoanos de las Islas de los Navegantes25, fenómeno de vital importancia para entender su evolución. Se desconoce el contenido y la fecha exacta del llamado Tratado de compañía26 sellado entre unos y otros pero a mediados del siglo XVI los buques sintéticos empiezan a incluir partidas de samoanos en sus tripulaciones. Los piratas no aceptaron nunca marineros de otra nacionalidad y el peregrinaje hacia estas islas en busca de dotaciones les costó más de un disgusto en cuanto las potencias navales, mucho más tarde, descubrieron este extraño modus operandi.
La historiografía siempre ha considerado esta alianza el punto que precipitaría el auge de la piratería sintética; una colaboración para clausurar el largo vagabundeo de casi tres siglos por el Pacífico y llevarlos, en menos de un lustro, a América. Lo cierto es que en 1555 unos exploradores portugueses arribaron a Sao Paulo cargados de chatarra contando a quién quisiera escucharlos una extrañísima historia27 sobre ermitaños metálicos en las heladas Islas del los Estados, en la Patagonia más austral. Los habían encontrado congelados en unas instalaciones construidas con los restos de un naufragio. Por supuesto nadie les creyó y bastante tuvieron con sortear a la Inquisición lusa; al negarles el crédito las autoridades desperdiciaron la oportunidad de entender que una oleada de sintéticos había ya cruzado por el estrecho de Magallanes o bien por la ruta más peligrosa del Cabo de Hornos adentrándose en el Atlántico a través de tierras de circunscripción española sin habitar. De esta forma las monarquías de España y Portugal no se percataron del problema hasta que resultó demasiado tarde: los siguientes grupos no fueron descubiertos en islas australes deshabitadas sino a bordo de barcos de guerra28 en pleno Atlántico y los robots completaban sus tripulaciones con hombres. Fue en 1562, y no antes, cuando Europa Occidental aceptó la existencia de robots
25 Era este un pueblo avezado al mar, a la pesca y la exploración. Llamados así por la extraordinaria destreza marinera de sus pobladores. 26 Es muy probable que el tratado “físicamente” no haya existido nunca. 27 Fernándes, A. Dialógos das Grandezas do Brasil. 2201. Coimbra. 28 Los siguientes relatos sobre buques piratas de aspecto robótico y pabellón desconocido provienen de portugueses asaltados en costas brasileñas. En ellos se habla de navíos que aparecen por sorpresa, siempre a sotavento y en posición ventajosa, formados por tripulaciones mixtas de robots y hombres de terroríficos tatuajes. Los asaltos son narrados de forma somera y no dan pie a certificar unas tácticas predeterminadas. Lo único que se repite es la habilidad para aparecer en el sitio menos esperado y la dureza de los abordajes. VVAA. Crônicas portuguesas da América. Lisboa. 2223.
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TUBO DE ENSAYO pese a que en China y Japón hacía siglos que los combatían. Pedro Cabral, capitán de la carraca portuguesa Sao Bernardo, avistó a la altura de Itacaré una carabela de unas 200 toneladas que apareció con gran maestría al alba perfectamente sotaventeada. Se trataba de la *1525 tripulada por “una suerte de paganos de metal blanco que se hacían auxiliar por salvajes de cuerpo manchado”29. Por fortuna para Cabral el navío los sobrepasó a tiro de piedra sin asaltarlos, sin prestarles atención y continuó su trayecto. En 1594, cerca de Jamaica, en pleno Caribe, una flota inglesa compuesta por tres barcos negreros fue abordada por un pequeño galeón de 30 cañones tripulado por “60 o 70 seres acorazados y 30 hombres de piel pintada”. Los traficantes de esclavos intentaron soltar lastre –carga humana- pero aún así fueron capturados. Pese a que cabe desterrar la idea30 de que una inusitada crueldad motivaba los actos de los capitanes robots, éstos hacían muy llamativas excepciones, y las más notorias las localizamos relacionadas con la esclavitud. Por motivos confusos los robots no la toleraban. He aquí una de las primeras particularidades de estos piratas a diferencia de los humanos que, salvo loables excepciones, no tuvieron reparos en participar en el lucrativo banquete del comercio de
africanos. En el caso que nos ocupa, el galeón *1570 del comandante Imalqui31 apresó a los cargueros y los remolcó hasta la isla de Martinica, donde los cautivos fueron liberados en los bosques próximos a la Bahía del Zorro y sus captores pasados a cuchillo (algunos de los africanos contaron más de 100 muertos). Esta se manifestó una característica común en los piratas sintéticos pero no la única; tenían obsesión por las escrituras de propiedad del barco donde constara fecha y lugar de botadura y resultaban corrientes los interrogatorios a este respecto entre las tripulaciones recién abordadas; también era común la orden de hundir el navío si el comandante robot terminaba con las manos vacías. Para ellos pilotar un buque sin fechas carecía de sentido32 pues el año significaba, según su razonar, “la fecha de inicio de funcionamiento” y le daban máxima importancia. Cuando se corrió la voz los capitanes asaltados luchaban con la escrituras a mano para no perder el salvoconducto que podía
29 VVAA. Crônicas portuguesas da América. Lisboa. 2223. 30 Por otro lado muy extendida en la época gracias, principalmente a la iglesia católica y los panfletistas británicos de la segunda mitad del s. XVIII. 31 Los nombres de los capitanes sintéticos nos han llegado castellanizados o pasados por el filtro de las lenguas de los nativos o colonos que habitaron en el Caribe durante sus periodos de acción. Así, por ejemplo, el comandante 1MLK1 pasó a conocerse como Imalqui. 32 En sus pocos escritos conservados, básicamente recibos y pagarés, gustan calificar de “él” al barco, atribuyéndole personalidad física. Hablar despectivamente del buque de un capitán robótico -en su presencia, se entiende-, o no nominarlo por su fecha de “inicio de funcionamiento”, podía significar enfrentarse a las penas más graves de las ordenanzas sintéticas. Airaldi, G. Il codice d’onore sintetico. Palermo. 2179.
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TUBO DE ENSAYO evitar un hundimiento seguro. Así apreciamos que, actúen donde actúen, las embarcaciones de artificiales lucen en los costados de la proa fechas de botadura como nombre precedidos de un signo en forma de estrella que algunos estudiosos han considerado un tornillo y otros una flor de loto33. A diferencia de la piratería humana, enfocada principalmente a la adquisición de minerales preciosos como oro, perlas, diamantes, plata, etc., la que nos afecta iba orientada al mercurio y frutos como el coco y el marañón. Esta diferencia de objetivos facilitó la convivencia entre ambas reduciendo los encontronazos al comentado rechazo sintético por el comercio de humanos34. Durante dos siglos las rutas trasatlánticas hispanas que transportaban el mercurio (metal líquido imprescindible en el procesado de la plata) desde las minas caste-
llanas de Almadén hasta México y el Perú fueron asaltadas de forma constante por las máquinas. A día de hoy desconocemos el uso que los sintéticos atribuían al mercurio; no lo vendían ni trocaban por otros productos y al respecto existen dos versiones: en la primera el mercurio se consumía en los barcos quizá en mantenimiento de engranajes y circuitos, quizá para sus armas, o usado en ceremonias que culminaban con el mercurio en el fondo del mar; en la segunda, más compleja pero que quizá explica el renacimiento de la piratería sintética en el siglo XVIII y la aparición de capitanes desconocidos a partir de 1730, los robots, a modo de Prometeos sintéticos, usaban el mercurio para crear otros robots35. Lo cierto es que los estragos causados por las agresiones robóticas hicieron descender un 30% el tráfico mundial de mercurio durante buena parte de la Era de los Descubrimientos y el Siglo de las Luces, poniendo en serio aprieto a varias de las economías del continente europeo. La sangría fue tan flagrante que propició intermitentes alianzas entre las potencias marítimas para combatir a los piratas y reabrir estas rutas.36 Sí se ha resuelto el misterio del coco y del árbol del marañón: se sabía de su costumbre de abordar las rutas de cabotaje del coco y del almacenamiento subterráneo de toneladas de esta fruta tropical en escondites; también de los tratos, sin reparar en gastos, con nativos caribeños para su adquisición; pero no que de él extraían un aceite utilizado como anticorrosivo natural. Obtenían una pintura blanca con la que embadurnarse
33 Gruzinski, S. La liberté des mers. París, 2199, C. Radical pirates. Londres, 2190. 34 En 1732 la bricbarca Tiger del pirata humano Calico Jack fue abordada cerca de Santo Domingo por el *1689 del capitán Valvus descubriéndose en sus bodegas una carga de 280 esclavos procedentes de Benguela. Los cautivos fueron desembarcados en Cuba, donde la mayoría fueron de nuevo apresados por las autoridades españolas. De la tripulación del Tiger y su capitán no se volvieron a tener noticias. 35 Espino, A. Atlas histórico de la piratería. Madrid. 2192. 36 Al Tratado de Utrecht de 1713 le seguirían los de París de 1736 y el de Comiso de 1752 que lo único que solo añadirían cláusulas sin alterar los fundamentos.
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TUBO DE ENSAYO de pies a cabeza permitiéndoles sobrevivir en un medio tan exigente para los artificiales como es el mar. Una dotación robótica sin acceso a sistemas anticorrosión podía darse por muerta en dos o tres años. Cuando los imperios coloniales interiorizaron este patrón les cerraron el acceso al coco mediante bloqueos comerciales, quemas indiscriminadas y traslado de plantaciones. Durante la década de 1730-40 se tornó tan escaso que su precio alcanzó su máximo histórico. Pese a ello la actividad sintética no se redujo y hoy sabemos el motivo: sustituyeron el aceite de coco refinando el árbol del marañón37 con el que fabricaban un barniz de cualidades anticorrosivas aún más fuertes.38 Pese a las extraordinarias cualidades marineras de los robots –muy superiores a sus homólogos humanos– el hundimiento o captura de navíos sintéticos no era cosa extraña; se enfrentaban a flotas europeas bien armadas y comandantes experimentados a los que, sin embargo, causaban grandes bajas. Por ello las nuevas del hundimiento de
barcos de robots gozaban de gran acogida entre las cortes europeas y están bien reflejadas en la documentación escrita del periodo. El primer hundimiento del que se tiene noticia es el de la bricbarca *1607 del capitán Emix39 en 1636, cerca de la bahía de Barahona, a 300 quilómetros de la ciudad de Santo Domingo, tras atacar frontalmente40 a una columna española de seis cargueros que transportaba mercurio. El combate duró poco debido a que tras los buques de comercio aparecieron el Potencia y Gallo indiano, dos navíos de escolta de 58 cañones que hundieron41 al barco pirata con rapidez. Los capitanes de ambos fueron recibidos con honores por Felipe IV y paseados por Europa en demostración de que los robots podían ser aniquilados. El mayor desafío de los robots radicó siempre en su escaso número42. Cabe recordar que la primera oleada de sintéticos estuvo formada por menos de mil individuos (doce o quince embarcaciones), a los que se fueron uniendo algunos centenares más a partir 1730 hasta su total extinción. Como
37 El barniz se obtenía prensando el fruto, el resto de lo que quedaba en las semillas lo extraían mediante destilación. Azcarraga, B. Los piratas románticos. Vitoria. 2174. 38 El secreto del marañón se mantuvo hasta finales de siglo, cuando el número de robots era ya tan escaso que controlar estos mercados carecía de importancia. Bresch, H. Course et piraterie en Amérique. París. 2100. 39 EM1X. Espino, A. Atlas histórico de la piratería. Madrid. 2192. 40 Los piratas actuaban por su cuenta y riesgo, normalmente a bordo de navíos veloces y bien artillados que causan el terror en zonas cada vez más amplias del Océano Atlántico. Se desconocían sus bases y puertos de acogida y durante años en España, Portugal, Inglaterra y Francia se creyó que lo único que hacían era navegar y navegar. De aquí el estúpido rumor de que los robots jamás pisaban tierra firme. 41 Sería más correcto hablar de “desintegración” pues el buque explotó en mil pedazos con toda la tripulación a bordo al incendiarse su santabárbara nada más iniciarse el combate. 42 Por supuesto no era el único: encontrar recambios tras las refriegas era casi imposible y no eran extraños los robots con piernas y brazos de madera.
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TUBO DE ENSAYO hemos visto existe bastante literatura impresa sobre la posibilidad de que los robots llegaran a fabricar otros robots; en el asalto de la Isla de los cabezabote, que trataremos en breve, no se encontró maquinaria que pudiera hacer pensar en este proceder, sin embargo, durante décadas la búsqueda de la fábrica de robots fue el motivo de muchas expediciones al Caribe que nunca encontraron nada más que asentamientos abandonados. A medida que los robots menguaban43 creció el interés europeo por reclutarlos para dirigir sus flotas; en vez de la ejecución en vergonzantes espectáculos que apasionaban al vulgo empezaron a ofrecerles barcos, marineros y patentes de corso. A decir verdad estos reclutamientos forzosos no dieron buen resultado44 porque los robots rechazaban salir al mar sin sus samoanos y no había forma de convencerlos. Luego estaba la cuestión de la lealtad a una bandera, que los sintéticos llevaban muy mal: cuando el monarca de turno les traía la dichosa dotación de la Isla de los Navegantes el capitán robótico calafateaba el barco, equipaba a sus robots y samoanos, levaba anclas y retomaba sus pillajes en el mismo punto en que los había dejado antes de su captura. Esto obligó a las autoridades a poner en juego el “sistema de rehenes”, basado, como su nombre indica, en dejar
en garantía de buen comportamiento un número indeterminado de robots y samoanos, so pena de muerte. Lo cierto es que lo único que se consiguió con esto fue la reanudación de las ejecuciones: los capitanes sintéticos nunca volvían por su tripulación. En 1778 los piratas sintéticos más famosos, Catornelius IV, Ipontox, Dosel, Trésbolox el Viejo e Ipetrus se daban por hundidos con sus barcos en las desesperadas refriegas por las muy defendidas rutas del mercurio. Las islas de Samoa llevaban treinta años bajo bloqueo de la flota anglo-holandesa45 y el problema de la piratería sintética tocaba su fin. Nadie se preocupaba seriamente por ello y el desafío consistía en localizar el último refugio que los robots tenían en el Caribe. A finales de 1778, el capitán de un mercante francés resguardado en La Habana comunicó que algunos nativos de las minúsculas Islas Granadinas, al nordeste de Venezuela, mencionaban la existencia de la Isla de los cabezabote. Pese a no ser una pista sustanciosa, una de muchas sobre el último escondrijo de los robots, las autoridades españolas aprovecharon que la armada tenía barcos en La Habana para organizar una expedición de búsqueda y captura. A mediados de 1779 una flota compuesta por el Santísima Trinidad46, seis fragatas y dos mercantes apropiadamente artillados
43 En números redondos son unos dos mil los sintéticos que, sin fecha de caducidad pero sufriendo una irreparable y continua sangría con cada hundimiento, surcaron los mares del Caribe desde su aparición en 1555 hasta 1779. Espino, A. Atlas histórico de la piratería. Madrid. 2192. 44 Especialmente nefasta fue la experiencia en España por el bautismo obligado al que los sometían. Los robots entendían gran parte del sustrato sobre el que se basaban las religiones e incluso muchos se habían llegado a convertir voluntariamente al budismo durante La Guerra de los Diez Siglos, pero su cerebro se bloqueaba en cuanto el dogma de la Santísima Trinidad hacía su aparición: no entendían que Dios pudiera existir simultáneamente como tres personas distintas. 45 Pese a ello samoanos y robots seguían encontrándose bianualmente en recónditos lugares del Pacífico mediante un sistema cifrado de comunicaciones. Los isleños conocían el lugar y fecha de la convocatoria gracias a unos cargueros que, con particular precisión, arribaban al puerto de Salelologa en la isla de Savai’i, la más grande de Samoa. Masia de Ros, A. Historia general de la piratería. Nuevo Badajoz. 2220. 46 El Santísima Trinidad era el buque más grande de la época, tenía cuatro puentes, 130 cañones y más de mil tripulantes. El orgullo de la armada española durante medio siglo. Fue asignado a la flota con fines propagandísticos. Era tan pesado y navegaba tan mal que solo resultaba útil como fortaleza marítima y en exhibiciones navales. El almirantazgo contaba con que su artillería sirviera para barrer el escondite sintético a distancia, mediante un prudente bombardeo costero. Para lo demás se contaba con las fragatas. Cardenal, Javier. Buques de la Armada Española. Orense. 2196.
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TUBO DE ENSAYO avistó las primeras islitas del ramillete de las granadinas. Pronto supieron que la Isla de los cabezabote era un antiguo volcán submarino emergido cincuenta años atrás, desnudo de vegetación, situado a 15 millas de Carricou, entre la Pequeña Dominica y la Pequeña San Vicente. Tras una bahía con cinco o seis veleros amarrados se hallaban unas extrañas construcciones tubulares que se adentraban en la tierra. No había casas, ni chozas, ni viviendas de ningún tipo. La infantería de marina desembarcó sin oposición comprobando que los barcos amarrados estaban en desuso, los mástiles corroídos por termitas y alimañas. Los hispanos se introdujeron por los enormes tubos que penetraban la isla pero los extremos, en los puntos de descenso, resultaron estar bloqueados por toneladas de piedra volcánica. Esto fue una enorme decepción pues no pudieron hacer otra cosa que recorrer las galerías como roedores domésticos en túneles de ejercicio. Al segundo día del desembarco, de forma inesperada para los miembros de la flota, se inició una neblina densa y potentes relámpagos avisaron temporal. Todos los barcos amarraron en el puerto que formaba la bahía excepto el Santísima Trinidad, que por tamaño no podía entrar siendo remolcado mar adentro por una de las fragatas. Con las primeras gotas el navío ligero regresó a toda vela hacia La Isla de los cabezabote y al cabo de un par de horas se desató, terrible, la tormenta. Acampados en la isla, a buen resguardo las fragatas y mercantes, los hombres sufrieron los truenos como si de una batalla se tratase. Se sucedieron los estruendos y algunos creyeron ver relámpagos a baja altura arrasando el océano. El alba del tercer día despojó en las playas un disperso conglomerado
de cadáveres de españoles y samoanos, al menos dos mástiles enteros (uno enorme perteneciente sin duda al Santísima Trinidad), maderaje de navíos, boyas, una parte importante del casco de una proa donde podía leerse *1765, barriles de variados tamaños y el timón de algo que debió ser un bergantín. A medida que avanzaba la jornada fue acercándose hasta quedar varado en la playa el famoso *1755 del capitán Marakilis47 tumbado sobre su lado de babor, vacío de tripulación. Los españoles se echaron al mar en busca de su navío insignia –y sus tripulantes- pero solo recuperaron cuerpos hinchados y la confirmación de que el buque se había hundido en algún punto cercano a la bahía. Diez u once robots surgieron del mar48, caminando por la ensenada, sufriendo, a medida que sus pies metálicos tocaban la playa, la ira de los hombres, que los descharraban con hachas y martillos. No hubo sintéticos supervivientes. Tampoco humanos entre los participantes del combate naval de la noche anterior. Debido a esto hubo que elucubrarse la teoría –viendo el mosaico de restos navales- que dos barcos piratas, el *1755 del capitán Marakilis y el *1765 del capitán Ipetrus49, con unas tripulaciones que no sumaban doscientos robots y samoanos, habían atacado al gigante español llegando probablemente al abordaje hasta que las vías de agua, los destrozos producidos por los cañonazos y la tormenta, que había durado toda la noche, hicieron el resto. A partir de este episodio, subrayado en la historiografía como punto final de los capitanes sintéticos, no se documenta nueva actividad pirática de esta índole hasta nuestros días.
47 Que algunos consideraban el último de los piratas en activo. 48 Los robots no se ahogaban. Caer al mar para un robot suponía iniciar un escalofriante, a ojos humanos, viaje por las profundidades hasta encontrar una ensenada que los llevara a tierra firme. La excelente orientación de los sintéticos les permitía lograrlo en los ocasionales hundimientos costeros pero el periplo no podía durar más de 15 a 20 días, fecha límite para que los sistemas básicos del sintético empezaran a fallar fruto de la corrosión. 49 Creído hundido años atrás.
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TUBO DE ENSAYO
INTELIGENCIA SIN HUMANOS por Lamberto García del Cid.
Máquinas, conciencia y realidad La mala disposición a admitir la posibilidad de que la humanidad tenga rivales en el terreno intelectual se da tanto entre los intelectuales como en la gente no instruida: peor para ellos. Alan Turing
I - LAS MÁQUINAS Y LA CONCIENCIA ¿Pueden las máquinas, al evolucionar, desarrollar algún tipo de conciencia? ¿Podría ser aplicable la teoría de la evolución a los objetos mecánicos? ¿Puede la complejidad creciente de los ordenadores, como punta de lanza de lo mecánico inanimado, desembocar en un nuevo tipo de conciencia? Yo, hostigador del chovinismo antropocéntrico, opino que sí. Y no soy el único. Tampoco de los primeros. Precursores pueden considerarse los filósofos de tradición hipocrática y galénica, Empédocles y Demócrito, Lucrecio y todos los que trataron de explicar las actividades mentales por medio de elementos corporales y materiales, fueran estos los átomos o los «humores». Incluso Aristóteles, en su Política, hace referencia a máquinas pensantes como una alternativa a la esclavitud, máquinas autónomas capaces de atender las necesidades de sus amos. Pero el modelo mecánico que más se aviene a las tendencias actuales, surge en el siglo XVII.
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En 1662 Descartes publicó De homine, donde exponía la teoría del hombre y de los animales como máquinas. La única diferencia para el pensador francés era que mientras los animales eran “sólo” mecánicos, el hombre poseía un alma inmortal. En 1747 La Mettrie cogió el testigo de Descartes y, en su L’Homme Machine, llevó la idea del hombre mecánico hasta el final. Este modelo de hombre máquina desarrollada por La Mettrie encontró eco en autores como Helvecio y, sobre todo, Holbach, así como a los autores materialistas del siglo XIX, en especial los “monistas materialistas” del tipo de Ernst Haeckel. Si, abbiamo un anima. Ma é fatta di tanti piccoli robot. Giulio Giorelli
Situémonos en el presente. Para George Dyson: “En el juego de la vida y la evolución hay tres jugadores implicados: los seres humanos, la naturaleza y las máquinas. Yo estoy al lado de la naturaleza. Pero la naturaleza, sospecho, está del lado de las máquinas”. En la misma línea, pero más contundente, Hans Moravec, del Instituto de Robótica de la Universidad Carnegie Mellon, nos advierte: “El mundo posbiológico será un mundo en el que el género humano habrá sido arrastrado por la marea del cambio cultural, reemplazado por su propia progenie artificial. Cuando esto suceda, nuestro ADN se encontrará fuera de lugar, pues habrá perdido la carrera evolutiva ante un nuevo tipo de competencia”. Opinión que parece querer responder a la pregunta planteada por el célebre es-
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TUBO DE ENSAYO critor de ficción científica Arthur C. Clark: “El implacable avance de la inteligencia artificial obliga a formular la pregunta crucial: ¿estamos ensayando la siguiente especie de vida inteligente sobre la Tierra?”. Y es que el surgimiento de la tecnología fue un hito en el desarrollo de la inteligencia en nuestro planeta porque representó un nuevo tipo de evolución que mantenía registro de sus logros y designios. El próximo hito bien pudiera ser el de la tecnología creando una nueva vía evolutiva sin la intervención humana. El hecho de que sólo haya transcurrido un período de decenas de miles de años entre los dos hitos es otro ejemplo de la velocidad exponencial de esta evolución. Francis Crick, premio Nobel de medicina por su descubrimiento (junto con James Watson) de la doble hélice del código genético, nos brinda esta hipótesis asombrosa: que nosotros, nuestros pesares y alegrías, nuestras memorias y nuestras ambiciones, nuestra sensación de identidad personal y libre albedrío, no son en realidad sino el producto de la interacción de un vasto ensamblaje de células nerviosas y sus moléculas asociadas, lo que vendría a corroborar lo que desde hace tiempo vienen sosteniendo los científicos dedicados a la inteligencia artificial: Las máquinas pensantes existen ya: se llaman “seres humanos”. Y por si lo anterior no bastase, traigamos en nuestra ayuda la competente opinión del premio Nobel francés Jacques Monod: “Los seres vivos, tanto por su estructura macroscópica como por sus funciones, son estrechamente comparables a máquinas”. Se sabe que en el cerebro existen 10,000 millones de neuronas, cada una de las cuales, por término medio, dispone de un millar de conexiones con otras neuronas, lo cual equivale a cien mil kilómetros de cables. En los ordenadores actuales el tratamiento individual de datos es un millón de veces más rápido que en el cerebro, pero aspectos de la actividad cerebral tales como la conexión masiva y la simultaneidad de muchas de sus operaciones, permite a
la biología, por ahora, superar a la electrónica. El ordenador más rápido (hoy) realiza aproximadamente mil millones de operaciones por segundo, pero esta capacidad resulta insignificante si la comparamos con los cien mil millones de operaciones que tienen lugar en el cerebro de una mosca en reposo. Pero así es como están las cosas hoy, comienzos del siglo XXI. Los ordenadores comenzaron siendo extensiones de nuestras mentes, y terminarán extendiendo nuestras mentes. R. Kurzweil
Al paso que evoluciona la complejidad y eficiencia de los ordenadores, el alcanzar la capacidad del cerebro es cuestión de tiempo, de más o menos tiempo. No olvidemos que cualquier cerebro, máquina o artefacto que posea una “mente” debe estar compuesto de cosas más pequeñas que no pueden pensar en absoluto. El hombre, siguiendo este argumento, apenas si sería una ingente cantidad de amebas, la mayoría de ellas completamente estúpidas. Y aquí convendría hacer una pregunta crucial para afrontar este excitante siglo XXI: ¿puede una inteligencia crear otra inteligencia más inteligente que ella misma? A modo de pista, consignar lo que Frederick Friedel, asistente de Gary Kasparov, dijo acerca del ordenador que batió a su maestro: “Cuanto más profundiza Deep Blue, muestra elementos de entendimiento estratégico. En algún lugar de ahí dentro, meras tácticas son traducidas en estrategia. Es lo más cerca que he visto de inteligencia cibernética. Se trata de una forma extraña de inteligencia, el comienzo de la inteligencia. Pero la puedes sentir, Puedes olerlo”. En comparación con las fases de la evolución del hombre y demás seres vivos, el ritmo evolutivo de las máquinas parece moverse, por contraste, mediante saltos gigantescos. Ya en el siglo XIX, el visionario Samuel Butler, en su libro Erewhon, pone en boca de un historiador de las máquinas la siguiente reflexión: “No parece existir
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TUBO DE ENSAYO nada que impida el futuro desarrollo de una conciencia mecánica. Un molusco no tiene mucha conciencia. Fijémonos en el extraordinario progreso que las máquinas han experimentado durante los últimos siglos y lo lento del avance del reino animal y vegetal. Las máquinas mejor organizadas son criaturas, por así decirlo, de ayer, en comparación con el lejano pasado de los seres vivos. Asumamos como hipótesis de trabajo que los seres conscientes han existido desde hace 20 millones de años. Contemplemos ahora los avances de las máquinas en los últimos mil. ¿Acaso no durará el mundo otros 20 millones de años? Y si es así, ¿qué no veremos?”
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Y luego añade: “¿Quién puede asegurar que la máquina de vapor no posee algún tipo de conciencia? ¿Dónde comienza y donde acaba la conciencia? ¿Quién puede señalar las lindes? Las máquinas de hoy son a las del futuro como los primeros saurios con relación al hombre”. Y Butler hablaba de máquinas de vapor, lo más evolucionado en su tiempo. ¿Cómo hubiera sido su comentario de haber conocido los avanzados ordenadores de hoy? Quizás del tipo de la que nos brinda Hans Moravec: “Hoy nuestras máquinas son simples creaciones que necesitan del cuidado paterno y la atención de un recién nacido, y apenas merecedoras del calificativo
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TUBO DE ENSAYO ‘inteligente’. Pero en el próximo siglo (se refiere al siglo XXI) madurarán hasta convertirse en entidades tan complejas como nosotros, y casi con seguridad en algo que trascenderá todo lo que conocemos, en ‘algo’ de lo que nos sentiremos orgullosos cuando nos refiramos a ellos como nuestros descendientes”. La desfavorable reacción de la gente ante la mera mención del desarrollo de algún tipo de conciencia en las máquinas se debe a un prejuicio irracional y fútil contra todo lo inanimado o mecánico. Sin embargo, como advierte Alan Turing, todo símbolo, toda información, todo significado y todo tipo de inteligencia que pueda expre-
sarse mediante palabras o números, puede ser codificado (y por ello transmitido) en secuencias binarias de longitud finita. O, resumiéndolo a la manera de Douglas Lenat: “La inteligencia es 10 millones de reglas”. Pero no hay razones que valgan. Los portadores de prejuicios religiosos prefieren defender teorías extravagantes, como que la conciencia (o alma) fue insuflada por Dios al hombre cuando éste era un mero recipiente de barro. Sin embargo, los últimos descubrimientos de la ciencia parecen indicar que la conciencia brota como un producto adicional de la evolución. Este punto de vista es sos-
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TUBO DE ENSAYO tenido por prestigiosos científicos, como Francis Crick o Stuart Kauffman, punto de vista que comparto. No admitir que la conciencia surja con el simple aumento de la complejidad, oculta un miedo hostil a compartir un “don divino” con seres de inferior categoría o con objetos mecánicos. Sus detractores parecen temer más la pérdida de un monopolio que el aceptar unos hechos científicamente probables. En palabras de Alan Turing: “La mala disposición a admitir la posibilidad de que la humanidad posea rivales en el terreno intelectual se da tanto entre los intelectuales como en la gente no instruida: peor para ellos”. Rodney Brooks, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), asegura que la biología puede evolucionar exactamente igual por medio de la programación que por la interacción con el medio ambiente. “Antes –prosigue este defensor de la inteligencia artificial– se afirmaba que los ordenadores no podrían jugar al ajedrez; ahora, demostrado que esto no es cierto, se dice que son incapaces de sentir. Estamos tratando de traspasar esa barrera”. ¿Será esta capacidad de “sentir” la prueba definitiva de que las máquinas pueden tener conciencia? Pero, ¿no estamos hablando de un concepto algo “resbaladizo”? Porque como bien dice Marvin Minsky: “Cuando la gente me pregunta, ‘¿Puede una máquina llegar a ser consciente?, a menudo me dan ganas de contestar, ‘¿Puede una persona llegar a ser consciente?’ Aunque dudo que los detractores del posible brote de conciencia en las máquinas se dejen convencer incluso con pruebas, porque ellos no buscan pruebas, buscan certezas reveladas. Y aquí la ciencia no puede ayudarles”. ¿Qué coño pensáis que sois, sino un robot, si bien todo lo complicado que queráis? Richard Dawkins
En el mencionado MIT, la investigadora Cynthia Breazeal ha confeccionado con pedazos de aluminio, chips de silicona y motores eléctricos, una cabeza de forma y ta-
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maño humanas que ha bautizado con el nombre de Kismet. Este autómata es capaz de desarrollar emociones simples. Mirándolo directamente a los ojos se le brinda un estímulo facial humano y Kismet endereza las cejas y devuelve la mirada con creciente interés. El bebé robot (para su creadora es como un niño pequeño: tiene ojos grandes, azules y una boca capaz de sonreír) mueve las orejas hacia arriba y hacia abajo cuando quiere dar la bienvenida, y sonríe. Si se le habla como a un niño chico se mantiene interesado, pero se enfada, por ejemplo, si el interlocutor comienza a girar sobre sí mismo o le da la espalda. En este último caso, privado del foco de interés humano, se entristece. Cynthia asegura que estas manifestaciones de “sentimientos” no son comportamientos pregrabados. Obviamente están controlados informáticamente, no se producen al azar, pero la interacción es tan rica en posibilidades que uno no sabe nunca cómo va a reaccionar el autómata en un momento determinado. Cynthia opina que cuando a Kismet se le instalen algoritmos de aprendizaje (para Kismet, aprender será un “sentimiento” agradable), el bebé robot se irá volviendo más complejo y deparará insospechadas sorpresas. ¿Asusta esta incorporación de sentimientos en las máquinas como la que se intenta con el bebé robot arriba descrito? Sólo a quienes se oponen cerrilmente a la idea de que las máquinas puedan desarrollar consciencia, no a las mentes amplias, generosas, valientes, como la de Isaac Asimov, quien escribió que cuando los ordenadores fueran construidos con capacidades cada vez mayores, será cada vez más difícil sostener que no son inteligentes. Incluso va más allá este fundador de robots literarios: “El reemplazo de la humanidad por una hiperhumanidad o por ordenadores es un fenómeno natural que sólo podemos objetar por razones frívolas y sin importancia. Pero hasta ahora sólo se ha argumentado que el reemplazo de la humanidad
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TUBO DE ENSAYO no es necesariamente un mal. ¿Podemos ir más allá y decir que es un bien categórico?” Yo respondería que sí. Y si no pudiera alcanzarse un reemplazo total, sí al menos una simbiosis hombre/máquina. De nuevo opina Cynthia Breazeal: “Llegará un momento en que los robots coexistirán con nosotros. Y no serán simples artefactos; serán amigos”. ¿Amigos? Bueno, no todos son tan optimistas, o ingenuos. Hans Moravec lo ve así: “Sumidos durante miles de millones de años en una carrera armamentística sin descanso, nuestros genes han conseguido finalmente un arma tan poderosa que acabará tanto con los vencedores como con los perdedores... Lo que nos espera no es el olvido sino un futuro que podríamos describir como ‘posbiológico’. Un mundo en el que la raza humana habrá sido barrida por su propia progenie artificial”. Las máquinas inteligentes, por muy benevolentes que sean, amenazan nuestra existencia porque son habitantes de nuestro nicho ecológico. Máquinas siquiera tan inteligentes como los seres humanos, tendrán enormes ventajas en situaciones competitivas. Hans Moravec
Atsuo Takanishi, del Laboratorio de Investigación de Humanoides de la Universidad de Tokio, asegura que en 30 años tendremos robots humanoides muy útiles. Y Han Moravec asegura que los robots comenzarán a evolucionar paso a paso, como sucedió con los humanos, pero millones de veces más rápido. Según él, dentro de 50 años nos sobrepasarán en inteligencia. Si ello no es fácil de percibir quizás se deba a que el desarrollo de la inteligencia de los seres humanos y los ordenadores ha seguido caminos diferentes. Porque las máquinas siguen su propia senda evolutiva hacia la consecución de una conciencia, como ya advirtiera en época temprana Samuel Butler: “Cuando percibimos la enorme cantidad de fases por las que ha transcurrido la evolución en relación con la vida y la conciencia, se hace difícil asegurar que no pueda desarrollarse ninguna otra, y que la vida animal sea la culminación de todas las formas de
inteligencia”. Tengamos en cuenta que el hombre desciende de “cosas” o ingredientes que no tenían conciencia en absoluto (llámense células eucariotas o bacterias). Al principio no existía conciencia, esta surgió de algo que era no-conciencia. A tan radical paso, algunos, los cobardicas, lo llaman Génesis, pero los que no nos dejamos acunar con doctrinas sedantes opinamos que esta cualidad surge como un mero producto del aumento de la complejidad. Un cambio cualitativo producido por cambios cuantitativos. Pero dejemos que sea de nuevo Samuel Butler, con su magnífica prosa, quien nos lo exponga a su manera: “Hubo un tiempo en que la tierra, para cualquier observador, aparecía totalmente desprovista de vida tanto vegetal como animal, y de acuerdo con la opinión de nuestros más preclaros filósofos no era sino una simple pelota redonda con una corteza enfriándose gradualmente. Si un ser humano hubiera existido cuando la Tierra estaba en dicho estado y se le hubiera permitido contemplarla como si de un mundo ajeno se tratara y si al mismo tiempo este testigo fuera completamente ignorante de las ciencias físicas, ¿no hubiera considerado que de esa carbonilla que contemplaba era imposible que evolucionaran criaturas en posesión de algo parecido a la que denominamos conciencia? ¿No hubiera negado que tal mundo contuviera cualquier potencialidad de conciencia? Sin embargo, con el transcurso del tiempo la conciencia arribó. ¿No es posible, entonces, que puedan existir nuevos canales abiertos para albergar conciencia aunque no podamos detectar ningún signo de ellos en el presente?” Sí, respondemos, esos canales existen, se llaman máquinas. Incluso es curioso constatar ciertas semejanzas entre las dos evoluciones. Por ejemplo, la evolución de los vertebrados conllevó una importante reducción en su tamaño (recuérdense a los dinosaurios), y lo mismo se percibe con relación a las máquinas (principalmente, en los ordenadores): reducción de tamaño al tiempo que aumentan las prestaciones. Los
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TUBO DE ENSAYO primeros ordenadores, con una capacidad de proceso similar a la de una hodierna calculadora de bolsillo, ocupaban vastos recintos. Hoy en cada mesa de trabajo, un ordenador del tamaño de un televisor nos permite realizar tareas que, sin su ayuda, serían prácticamente imposible acometer. Hagamos constar, como colofón, que, dentro de la ciencia de la computación, adquiere la categoría de “persona” aquel programa de ordenador capaz de superar el criterio de Alan Turing. Como muestra, un experimento. En 1997, Steve Larson, profesor de música en la Universidad de Oregón, realizó un experimento consistente an aplicar el test de Turing a la composición musical. Una audiencia debía determinar cuál de las tres piezas musicales que se les ofrecería había sido compuesta por un ordenador y cuál de ellas había sido escrita dos siglos atrás por un humano llamado Juan Sebastián Bach. Larson sintiose un poco humillado cuando la audiencia votó su propia composición como la pieza creada por el ordenador, pero se consideró reivindicado cuando la audiencia seleccionó la pieza compuesta por el ordenador (Llamado EMI: Experiments in Musical Intelligence) como la originalmente compuesta por Bach. El siguiente paso, advertimos, será la superación del criterio de Turing para seres humanos. Y si no, al tiempo.
II - SERES SIMULADOS “¿No sería gracioso que tu vida fuese sólo un sueño, y cuando despertases descubrieses que posees un cuerpo en algún lugar, pero que tu cuerpo real no fuera humano, ni una mariposa, ni un mamífero, ni ningún tipo de criatura biológica, sino que, de todas los objetos posibles, fuera un ordenador electrónico? R. Smullyam
Llevando al extremo las ideas expuestas en el apartado anterior en lo referente a la creciente complejidad de la ciencia informática, ¿no resultaría factible que nosotros, orgullo de los mamíferos, paradigma del ser inteligente, seamos unos simples al-
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goritmos ideados por un programador externo, seamos, en suma, seres simulados? Si bien a primera vista parece que esto no es probable, también es cierto que no es imposible. En resumidas cuentas: ¿Quién puede asegurar que nosotros no estamos siendo simulados por un ordenador, un ordenador todo lo potente que se quiera y con la forma que tuviera, pero ordenador al fin y al cabo, y que nuestro universo, nuestra personalidad y nuestros actos no fueran sino simples respuestas a programas confeccionados por un super analista? Muchos científicos sostienen que cualquier sistema físico puede reducirse a ristras de algoritmos que semejen programas de ordenador, y que, siguiendo este argumento, podrían confeccionarse programas cada vez más refinados, con mayor cantidad de datos, hasta conseguir simular sistemas que, en todos los sentidos, fueran indistinguibles de la realidad. La profecía de Negroponte, quien augura que alguna vez viviremos dentro de los ordenadores, puede que ya se hubiera cumplido en un pasado remoto y nosotros no seamos sino respuestas a programas complejos. Yo, al menos, sí que puedo imaginar programas tan complejos que sus productos sean indistinguibles de la realidad, y no me escandalizo. Pobres de aquellos que odian los ordenadores, que echan pestes de la informática, ellos, pobrecitos, que se creen únicos, seres en sí y para sí, o en sí y para Dios, y que no serían sino una ristra de algoritmos de un programa de tan extrema complejidad que, por ignorancia, o cobardía, hubieran dado en llamar Yavhé o nomenclatura similar. A los que no nos importa ser simples (o no tan simples) instrucciones de un super programa, simulaciones dentro de un ordenador, o simulaciones de simulaciones, no necesitamos dar nombre a este super analista que nos ha diseñado. Que se llame Pepito, o Ughtrz, ¿qué más da? Aprovecha que está en marcha el programa y trata de “vivir” todas sus posibilidades antes de que se canse de este juego y desenchufe el aparato.
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TUBO DE ENSAYO Bien, ¿por qué decimos que esto puede ser posible, que este sueño o premonición no es mero reflejo de nuestra misantropía o nuestro afán “epatante”? El físico Jacob Bekenstein demostró que los sistemas cuánticos poseen sólo un número finito de estados posibles. En concreto, un ser humano puede encontrarse a lo sumo en uno de 10 estados y puede experimentar como máximo 4 x 1053 cambios por segundo. Por consiguiente, un ser humano es una máquina de estado finito, y nada más. ¿Que aún es demasiado compleja para que los actuales programas puedan simularla? De acuerdo. Pero si es finito, es alcanzable, y si es alcanzable puede haber sido conseguido en un plano superior y nosotros ser sólo el reflejo de un software avanzado. ¿A alguien le asusta la idea de ser una mera instrucción en un programa cibernético? ¿A alguien le escandaliza? ¿No os habéis percatado de que cada vez existe una mayor conciencia de este hecho en las avanzadillas de la ciencia y las artes? No es casualidad, no, que en poco tiempo varias películas (películas importantes, como son Matrix, Dark City y El nivel 13) hayan recogido y desarrollado esta idea. Y antes que ellos, adelantado en la creación de nuevos paradigmas literarios, Stalislaw Lem, en su libro Vacío perfecto, en un capítulo titulado “Non serviam”, nos presenta el caso de un científico que logra crear mediantes programas de ordenador seres con conciencia, y con los que juega dejándoles cierto albedrío para que conformen su propia metafísica. Y Raymond Smullyam, cuya larga frase preside esta sección, nos lo dice todavía más claro: “¿No sería gracioso que tu vida fuese sólo un sueño, y cuando despertases descubrieses que posees un cuerpo real en algún lugar, pero que tu cuerpo real no fuera humano, ni una mariposa, ni un mamífero, ni ningún tipo de criatura biológica, sino que, de todas los objetos posibles, fuera un ordenador electrónico? Sí, un ordenador que en realidad eres tú, ha estado dormido por varios años y
soñando que poseía un ‘cuerpo humano’. Sería particularmente irónico si en tus sueños como humano hubieras negado que los ordenadores pudieran pensar o tener alma”. De alguna manera pareciera que el super programador que controla nuestras vidas se entretuviera dándonos pistas de nuestra falsa realidad. Como si quisiera que lo descubriéramos, un punto que nos apuntaríamos nosotros, meras réplicas, y un final del juego para el demiurgo que nos ha creado, quizás a su imagen y semejanza. Siempre a su imagen y semejanza.
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ELLA (2013)
“AMOR INVISIBLE, INVISIBLE AMOR” por Ricardo Klein
Titulo original: Her. País: Estados Unidos. Dirección: Spike Jonze Reparto: Joaquin Phoenix, Lynn Adrianna, Lisa Renee Pitts, Gabe Gomez, Chris Pratt, Artt Butler, May Lindstrom, Rooney Mara, Bill Hader, Kristen Wiig, Brian Johnson, Scarlett Johansson, Amy Adams, Matt Letscher, Spike Jonze. Idioma: Inglés Año: 2013 Género: Drama. Duración: 126 min.
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YO ESTUVE ALLÌ El director Spike Jonze (Rockville, 1969) tiene en su haber varios caminos artísticos construidos, uno de ellos la realización de videoclips musicales para gente como Beastie Boys, Fatboy Slim, Björk, Chemical Brothers o Notorious BIG. También ha sido figura de contenidos culturales emergentes en Estados Unidos difíciles de digerir, el mundo hueco y auto flagelante que significó Jackass podría ser un ejemplo claro. A nivel de largometrajes podrían destacarse al menos tres películas al mando de su batuta: la inquietante ¿Quieres ser John Malkovich? (Being John Malkovich, 1999), la laberíntica El ladrón de orquídeas (Adaptation, 2002) y la no tan infantil Donde viven los monstruos (Where the wild things are, 2009). En este último caso, se recomienda la banda sonora del film a cargo de Karen O. Otro ejemplo positivo a mencionar es este film. El protagonista de la historia, Theodore Twombly (un Joaquin Phoenix a pleno), se dedica a escribir cartas para terceros: una especie de escritor fantasma (ghostwriter) pero con legitimidad social, un médium entre personas que se escriben y se derrochan palabras de amor sin tocar un lápiz ni un papel. Entre cartas escritas por computadora, juegos de video 3D y encuentros pornográficos casuales Theodore inicia una búsqueda emocional que le hará cambiar su existencia. Por un lado, se enfrenta a un frustrado matrimonio en espera de la firma para el divorcio, por otro, una amante fugaz de juventud, actual amiga y vecina de rascacielos que hace las veces de confidente de carne y hueso. El quiebre argumental se genera cuando Theodore instala un sistema operativo (¿en su vida?) diseñado para responder a todo lo que el usuario le solicite. Este punto de partida le permite intercambiar diálogos con una voz (interpretada por Scarlett Johansson) que rápidamente devendrá en profundos y animados momentos de conocimiento mutuo. En medio de una sociedad donde el desarrollo tecnológico exacerbado es el protagonista se teje una historia de amor aparentemente atípica. Lo sombrío del asunto
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es cómo comienza a darse por normal una relación que carece de toda sensatez y racionalidad, por citar dos ejemplos al respecto: el picnic del protagonista con su compañero de trabajo y el encuentro con la prostituta-mediadora. Desde el inicio la película atrapa, quizás por la atemorizante cercanía que hay entre nuestra realidad y los tiempos que transcurren en la historia, quizás sea por el temor a parecernos demasiado a lo que allí ocurre. A priori parecería ser un futuro no tan lejano aunque tampoco es un presente palpable. Estéticamente es un placer, los colores que adornan la pantalla dan ganas de copiarlos para pintarse la casa. Por su parte, Phoenix contribuye a darle ese toque sensible, no sensiblero, de lo que significa vivir en una época donde hay más vacíos y limitaciones emocionales que cartas de amor escritas a mano. En los 80’ los nervios eran reales cuando había que llamar a la chica para pedirle una cita. Mirábamos fijamente el teléfono puesto sobre la mesita de luz, hablándole bajito, pidiéndole que la chica dijera que sí a la invitación. Se respiraba profundo antes de tomar el tubo (palabra que en cualquier momento desaparece de los diccionarios ante la falta de uso) y rezábamos para que no atendiera el padre. Hoy día son otros los códigos, quizás lo que más anhelamos para estos casos es que sea una voz humana la que nos responda. Los tiempos cambiaron, las personas también. Ayuda a la construcción del papel de Phoenix la gran interpretación de Johansson, a cualquiera le darían ganas de abrazar esa voz tan humana y tan virtual a la vez. Un detalle: The moon song, la canción de Karen O es una delicia. Recuerda mucho A waltz for a night de Julie Delpy, en Before Sunset (Dir. Richard Linklater, 2004). Melodía tierna, atrapante, cómplice. Claro, así se enamora cualquiera. Se trata en definitiva de una interesante reflexión sobre las relaciones humanas cada vez más distantes, cada vez más virtuales.
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COLABORADORES
Raquel Molina. Nací en 1990 en Lleida. Soy filóloga hispánica y estudiante de Filología Catalana. De la literatura breve me atrae su ambivalencia: coquetea con la eternidad utilizando la fugacidad. “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”, es cierto, pero todos tenemos esa pretensión divina de querer convertir lo bello en eterno. Si queréis leer otros de mis microrelatos os invito a entrar a: raquelmolinaangulo.blogspot.com.es/
Lamberto García del Cid Mi nombre es Lamberto García del Cid. Nací en Portugalete, Vizcaya (España), en 1951. Soy Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Bilbao. Libros publicados: . La sonrisa de Pitágoras (Matemáticas para diletantes) (Editorial Debate, 2006, Madrid; Debolsillo 2007, Madrid). . Numeromanía (Números, mística y superstición) (Editorial Debate, enero 2006) . Números notables (RBA Editores, 2011) (Traducida al italiano, portugués, francés y polaco; comenzada traducción al inglés) También he publicado en diversos sitios de la Red. Destacaría: . Red científica (www.redcientifica.com/) . Criterios estéticos en las teorías científicas. (Junio 2002) .¿Hombres o engranajes? Máquinas, conciencia y realidad. (Junio2002) . La paradoja Einstein-Podolsky-Rosen y el Teorema de Bell. (Agosto 2002) . El controvertido origen de la vida. (Septiembre 2002) . Sincronicidades. Apología y refutación (Abril 2005). En la actualidad mantengo dos blogs: . Uno de humor irreverente: La oveja feroz (http://laovejaferoz.blogspot.com/) . y otro de literatura: Lector en desvelo (lacomunidad.elpais.com/lector-en-desvelo/posts) Correo de contacto: lgdelcid@telefonica.net
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COLABORADORES Cristian Rubio Villaró Cristian Rubio Villaró nació el ocho de junio de 1981 en Barcelona. Licenciado en Historia en 2009 por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha cursado, también, provechosos estudios de escritura creativa, relato y guión. Actualmente se ha comprado un traje en el Zara y se dedica a ir invitado a las bodas de sus amigos. Ha obtenido algunos premios por sus relatos como el Primer premio en el “XXI Certamen Literari de Nou Barris”, el premio al mejor autor menor de 25 años en el “XXV y el XXVI Concurso de Cuentos Villa de Errentería”, 1er premio en el “Certamen Literari Francesc Candel” (narrativa histórica), finalista en el XVI Concurso de relatos cortos “Juan Martín Sauras” y 1er premio de relato en el “II Certamen Literari Grup d´Opinió Âmfora”. Cristian Rubio Villaró habló una vez en público, vio a sus abuelos en platea y se emocionó. Cristian Rubio Villaró ha perdido el conocimiento cuatro veces en su vida recobrándolo no una, ni dos, ni tres sino cuatro veces.
Gabriel S. Mido un metro ochenta y uno, tengo un sillón azul en mi cuarto hay un baúl, y me gusta el almendrado me despierto alunado, mi madre es medio terca aunque nunca estuve preso anduve cerca. Soy de Aries, pelo castaño algo tacaño y no colecciono nada guardo la ropa ordenada, me aburro en nochebuena si estornudo no hago ruido y no hablo con la boca llena. Puedo decir que soy de pocos amigos pero de mis enemigos no se cuantos cosecho tengo el ojo derecho desviado dicen que soy bueno aunque no sea bautizado. Nací a las tres de la mañana me llevo bien con mi hermana no creo en OVNIS ni en zombis y uso prendas talle M. Juego con fuego aunque el fuego me queme.
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COLABORADORES
Julio G. “Nadie importante, como todo el mundo”.
Matías Castro Sahilices Matías Castro Sahilices aparece en Rosario, en el 79. Escribidor, escapista, mosquero. Vivió acá y allá, pero basta con decir que extraña un pueblito llamado Cambrils y que sueña con otro llamado Meliquina. Cuando se acuerda, baila tregua y catala.
Guadalupe Guevara. La nombraron Guadalupe Guevara cuando nació hace 30 años en Buenos Aires después de un hermano, una hermana y antes de otra hermana más. Siempre necesitó las palabras. Hasta el 2006 estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, pero en ese año decidió mudarse a San Martín de los Andes, contra la montaña, en la provincia de Neuquén, Argentina. En el 2008 empezó el profesorado de Lengua y Literatura, carrera que sí terminó entre esto y aquello. Asistió al taller de escritura de la poeta Graciela Cros en Bariloche y desde el 2012 aprende y desarrolla el arte de la Narración Oral con la cuenta cuentos Irene Lozza y el grupo Cuenteros Comunitarios. No ganó nada, nada tiene publicado, pero agradece, como Girondo. Es feliz especialmente cuando pasea con su perra de alma poética, Chela.
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COLABORADORES
Silvia Márquez Nací en Barcelona el 28 de junio de 1975, un mes después de lo previsto. Muchos años más tarde, después, también, de lo esperado, tras cursar el primer ciclo de Filología Clásica en la Universidad de Barcelona, abandoné -en lo académico- a los autores de la Antigüedad y me lancé al estudio de la lengua y la literatura inglesas en ese mismo centro. Seguí, luego, varios cursos de corrección y escritura creativa.
Enrique Betancourt Único diseñador gráfico sin la habilidad de dibujar. Castaño de nacimiento pero rubio de pensamiento. Nunca ha escrito pero le gusta leer. A veces extraña su etapa NINI (ni estudia, ni trabaja) y cree que ha sido su etapa más productiva. Mexicano de nacimiento, regiomontano por adopción. En estas épocas de crisis, diseñará, bailará e incluso robará por comida. Contrataciones enrique.betancourt@outlook.com
Me inicié en la literatura infantil en Ediciones Beascoa, para la que traduje multitud de títulos del inglés al castellano y al catalán. Después de que ésta fuera adquirida por Random House Mondadori, seguí trabajando para este mismo sello, además de hacerlo, también, para Montena y Cliper. Tras dejar el grupo editorial colaboré como lectora con Salamandra y desarrollé algunos proyectos para Lupita Books. Fuera del ámbito infantil he publicado dos relatos en las antologías Cuento atrás (Hijos del Hule, 2009) y Papel (GEEP Ediciones, 2010) y me peleo, ahora, con la novela.
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COLABORADORES
Ricardo Klein: Nací en Montevideo, el 10 de agosto de 1978, en el Hospital Italiano. Estoy convencido que hasta los datos más insignificantes ocultan mensajes de trascendencia. Realizo actualmente el Doctorado en Gestión de la Cultura y el Patrimonio en la Universitat de Barcelona, investigo sobre graffiti y street art. Me gusta el chocolate y detesto la miel. Nunca supe la diferencia entre miopía y astigmatismo, por eso cuando preguntan respondo que tengo las dos. Estoy lleno de teorías sobre cosas cotidianas, entre otras, que el paraguas únicamente sirve para no mojarse el pelo, por eso no uso. Cocino bien, no me sale insultar, canto en la ducha y escribo por las noches. Tengo un blog con un nombre super original: ricardoklein.wordpress.com Por cierto, el chocolate blanco no es chocolate. Lo siento, buenas noches.
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SIGUIENTE EDICIÓN
NÚMERO 16. HOMBRE MALO, TIEMPOS DE MIERDA En el siguiente número de Preferiría No Hacerlo exploraremos la parte más oscura y nata del ser humano: el mal. Sí, esa partícula que se manifiesta en distinta dosis en cada persona pero que, sin duda alguna, todos poseemos. Y no se asuste sobre este tema, querido lector; le puedo asegurar con mi propia vida que usted tiene más maldad que yo. Descubriremos historias rodeadas de maldad humana y en lo que somos capaces de transformarnos cuando dejamos a un lado la cordialidad, la decencia, la crítica de la sociedad y todo eso que nos amarra. Cuando por fin llegamos a ser algo aun todavía más propio que nuestro propio nombre y que nos lleva a crear nuestros propios tiempos de mierda.
Si quisiera participar en esta ediciòn, esperamos su historia relacionadas con el tema. Busca la convocatoria en
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AÑO V- JUNIO 2014- NÚMERO 15 ISSN 2013-9721
DIRECTOR: ENRIQUE BARTLEBY CONSEJO DE REDACCIÓN: JOHN BILLY GABRIEL S. JULIO G. RICARDO KLEIN ALFREDO GUZMAN MATÍAS CASTRO SAHILICES CRISTIAN RUBIO ILUSTRACIONES: OSCAR RUBIO DISEÑO: ENRIQUE BETANCOURT EDICIÓN WEB: ENRIQUE BARTLEBY