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Responsabilidad Social Empresarial II

Una necesidad, no un accesorio.

Carlos Emiliano Villaseñor Moreno

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cvm2107@gmail.com Graduado de la licenciatura de ciencia política en el ITAM y actualmente analista en temas de equidad de género en Latinoamérica en Aequales.

Si consideramos a las empresas como entes que operan dentro de una mera racionalidad económica, la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) parecería darse de manera natural en su interior conforme se establece con más fuerza un paradigma que valora cada vez más la justicia social, el desarrollo sustentable, la diversidad, etc. Esto simplemente como resultado de una decisión para maximizar beneficios y establecer sus intereses económicos como legítimos dentro de este nuevo ordenamiento social de prioridades. Sin embargo, esto puede hacer que no se adopten necesariamente prácticas de RSE en todos los ámbitos de la empresa sino en aquellos salientes en su sector, relacionados a su producto o servicio y en general cumpliendo expectativas que se tengan de la empresa. Por ejemplo, parece natural que una empresa relacionada con la energía tenga prácticas de desarrollo sustentable, manejo de desechos, etc. pero menos personas vigilarán o tomarán en cuenta la necesidad que tiene dcha empresa de prácticas de equidad de género y diversidad a pesar de las fuertes desigualdades en este ámbito en el sector. Simplemente porque no solemos hacer la asociación instantánea de estos conceptos. Ahora bien, estos puntos ciegos deben ser corregidos desde una perspectiva ética, porque la ausencia de una consideración integral de las dimensiones en las que la empresa tiene injerencia, tiene consecuencias para los aspectos que son ignoradas e incluso pueden afectar aquellos que sí se toman en cuenta. Las empresas deben cuestionarse cuáles son sus potenciales responsabilidades en cada una de estas dimensiones y cómo se cumplirá con estas responsabilidades. Siguiendo con el ejemplo de la dimensión ambiental y de equidad de género, el atender la primera e ignorar la segunda lleva a mantener brechas salariales entre hombres y mujeres, falta de buenas prácticas para la maternidad y paternidad, procesos de selección con posibles sesgos de género, etc. Sin embargo, el efecto de ignorar la equidad de género también afecta el desempeño en cumplir con metas de sustentabilidad dado que se ha mostrado que las mujeres, debido al rol que se les ha asignado como principales cuidadoras del hogar, tienen perspectivas diferentes del consumo y necesidades energéticas por lo tanto ofrecerán soluciones diferentes cuando se discuta la sustentabilidad. Además, esta responsabilidad ética de tomar en cuenta todas las dimensiones bajo las que la empresa opera, –incluso si no son las más inmediatamente visibles–, no

Las empresas deben cuestionarse cuáles son sus potenciales responsabili“ dades en cada una de estas dimensiones y cómo se cumplirá con estas responsabilidades”

implica necesariamente una ruptura con el interés económico de las empresas, puesto que prácticas de RSE exhaustivas llevan a consecuencias positivas como mayor lealtad entre trabajadores y consumidores, contribución al desarrollo de las comunidades y el bien común, mayor visibilidad e impacto reputacional, reducción costos operativos y optimización de esfuerzos, etc. El Centro Mexicano para la Filantropía (CEMEFI) establece cuatro líneas generales de acción para la RSE las cuales son, ética y gobernabilidad empresarial; calidad de vida en la empresa (dimensión social del trabajo); vinculación y compromiso con la comunidad y su desarrollo; y cuidado y preservación del medioambiente. Estas líneas muestran que las consideraciones de RSE que se deben tomar en cuenta incluyen las obligaciones de la empresa tanto en su interior, como en relación con el exterior. Si bien mi postura personal es que la RSE no debería ser debatida en función de lo que le hace ganar a las empresas, sino en función de hacer valer de manera efectiva y sustantiva aquello que priorizamos como sociedad y como una democracia, podemos ver que sí es posible defender la RSE en términos de desempeño económico y por lo tanto la resistencia a estas prácticas ya no puede justificarse más que en términos de mera avaricia.

A kilómetros de la meta: ODS 7

Adrián Morales Ríos

adrianmoralesrios@outlook.com Ingeniero Químico Industrial por el IPN. Sus líneas de especialidad se orientan al sector petrolero, con particular enfoque en la prospección petroquímica.

La Organización de las Naciones Unidas ha creado la iniciativa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los cuales buscan transformar nuestro mundo a través de temas como cambio climático, desigualdad económica, innovación, consumo sostenible, paz y justicia. Se trata de 17 objetivos y 169 metas que pretender hacer un mundo mejor para todos. El objetivo 7 establece la necesidad de garantizar, para el año 2030, el acceso universal a energía asequible, segura, sostenible y moderna. Este objetivo es fundamental para una vida digna en la que se atiendan necesidades básicas, pues nos da la oportunidad de contar con servicios como iluminación, agua, cocción de alimentos, atención médica, trabajo, estudio, entre otros. De acuerdo con datos del Banco Mundial, solo el 89.6% de la población mundial tiene acceso a energía eléctrica. A pesar de que esta cifra no refleja mucho la problemática, en países no desarrollados el abasto eléctrico es menor al 50%. Los casos más graves de falta de electricidad son Chad con el 11.8% de cobertura y Burundi con tan solo el 11%. Esto significa que más de 800 millones de personas alrededor del mundo no cuentan con este suministro, lo que se traduce en un nivel de vida en el que no pueden satisfacer sus necesidades básicas, eso sin considerar mejores oportunidades de empleo y condiciones de vida. Ahora bien, de acuerdo con la definición de pobreza energética adoptada como general, es necesario considerar la calidad de la energía y el poder pagar las cuentas energéticas. Tomando en cuenta estos aspectos, solo los países más desarrollados cuentan con las condiciones para que esto se cumpla, ya que sus instalaciones les permiten contar con un menor número de apagones y variaciones de voltaje. Estas situaciones se pueden analizar en cifras. En el año 2014, los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Econó-

micos (OCDE) tuvieron un consumo per cápita promedio de 7,771 kWh, muy por encima de los 212 reportados por países no desarrollados. Se puede observar el círculo viciado en el que se encuentran estos países, pues sin un desarrollo en su infraestructura eléctrica, la oportunidad de desarrollar otros sectores es nula, lo que se traduce en una derrama económica insuficiente para impulsar su desarrollo general. Se ha demostrado que, para poder impulsar los sectores básicos para sostener un país, es necesario contar con un sistema eléctrico consolidado, ya que esto permite crear planes de acción que impulsan desde la agricultura hasta sectores “menos relevantes” como el del entretenimiento. El problema de abasto energético no solo se queda en iluminación, sino que se traduce en problemas serios de salud. La falta de electricidad obliga a las familias al uso de otros energéticos como la quema de leña para la cocción de alimentos e impide el suministro de agua necesario para el aseo y la ingesta. La creciente urgencia de una transición energética es fundamental para el desarrollo de los países menos favorecidos. El apoyo a sistemas de autoconsumo y cooperativas energéticas puede ser la oportunidad más viable para satisfacer las necesidades primarias de energía, no obstante, se requiere una inversión inicial que solo puede ser cubierta por aquellos países u organizaciones que cuenten con los recursos. Es indispensable pensar que la sostenibilidad del planeta no depende de que algunas naciones cumplan con los acuerdos establecidos, sino de un trabajo en conjunto entre sociedad, gobierno, academia e industria, buscando apoyar a aquellos para los que es imposible el cubrir sus propias necesidades.

Para poder impulsar los sectores básicos para sostener un país, es necesario con“ tar con un sistema eléctrico consolidado, ya que esto permite crear planes de acción”

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