como calmal al niño desafiante

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PRIMERA PARTE

Comprender a los niños y a las familias Si tiene usted más de un hijo o ha estado con bebés, probablemente se habrá percatado de que cada bebé es diferente y tiene su propio temperamento desde el día que nace. Algunos son adaptables: duermen bien, comen bien y están sanos y felices. Cuando un bebé es así, se observa este ciclo de refuerzo:

El niño de trato fácil le sonríe al mundo y el mundo le devuelve la sonrisa. Otros bebés son irritables, cuesta calmarles, son muy sensibles a su entorno y con frecuencia parecen disponer de una energía ilimitada. Yo les llamo niños “enérgicos” en lugar de difíciles.* Suelen ser despiertos y llenos de sorpresas y, cuando están de buen humor, son divertidos. Pero, por encima de todo, los niños enérgicos presentan necesidades más complejas que los niños * El término “niños enérgicos” (spirited children, en inglés) fue acuñado por Mary Sheedy Kurcinka (véanse las Lecturas recomendadas de la página 209).

PRIMERA PARTE – COMPRENDER A LOS NIÑOS Y A LAS FAMILIAS

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adaptables, de modo que sus padres se enfrentan a un mayor reto al educarles. Cuando un niño es enérgico, el ciclo de los primeros años puede ser negativo. Algo así:

La vida del niño enérgico es difícil, como lo es para los que le rodean. Cuando empiezan a ir al colegio, los niños adaptables y los niños enérgicos disponen de experiencias vitales diferentes. Normalmente, el niño adaptable obtiene aprobación y atención positiva y se siente querido y aceptado, mientras que el niño enérgico es objeto de riñas, recibe muchos “no” y “basta ya”, es posible que reciba algún cachete por parte de sus exasperados padres y ya se ve a sí mismo como una persona problemática. La mayoría de niños, evidentemente, se encuentran en algún punto entre estos dos extremos. No obstante, abundan los niños enérgicos y no es de sorprender que sus padres sean los que lean y escriban libros de educación.

No es culpa suya Si sus hijos suelen portarse mal y usted pierde los nervios, se pone sarcástico o se siente deprimido; si alguna vez les odia o está tan furioso que les tiraría por la ventana o les enviaría lejos uno o dos años, no es el único. La mayoría de padres, yo incluida, nos hemos sentido así en algún momento. Ser padres es una tarea muy exigente, incluso cuando los hijos son adaptables. Si tiene usted un hijo enérgico, todavía más. Todos hemos sentido rabia y frustración con nuestros hijos en alguna ocasión, o hemos pensado que no somos capaces de seguir adelante. 14

PRIMERA PARTE – COMPRENDER A LOS NIÑOS Y A LAS FAMILIAS


Si, no obstante, se siente usted frustrado más que de vez en cuando, es posible que esté atrapado en un ciclo negativo parecido al que ilustra la página 14. Esto no significa que haya usted fracasado ni que sea un mal padre. Solo significa que educar a sus hijos se ha convertido en un desafío, tal vez mayor de lo que usted quisiera. Si desea superar el desafío deberá desarrollar una comprensión de la perspectiva y necesidades de su hijo, y deberá adquirir nuevas capacidades comunicativas. Querer a su hijo y esperar que las cosas mejoren puede no bastar.

Puede mejorar las cosas ahora mismo Cuando los niños se portan mal, no se despegan de los padres o carecen de confianza, puede ser tentador pensar que se trata de una fase que ya superarán. Es posible que sea así. Pero antes de que la superen, si llegan a hacerlo, usted, su hijo y la familia al completo pueden verse obligados a pasar unos años de estrés innecesario. Pero puede utilizar sus sentimientos de rabia y frustración, además del mal comportamiento de su hijo, positivamente: como señales de que debe replantearse su modo de afrontar la situación. Puede que sea su sistema de alarma, que le dice que tiene que hacer las cosas de otra manera. Si sigue haciendo lo que hace siempre, seguirá obteniendo lo mismo que siempre.

PRIMERA PARTE – COMPRENDER A LOS NIÑOS Y A LAS FAMILIAS

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He aquí algunos ejemplos de necesidades genuinas ocultas tras comportamientos inapropiados:

¿POR QUÉ SE PORTAN MAL LOS NIÑOS?

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Habitualmente, cuando debemos enfrentarnos al comportamiento inapropiado de nuestros hijos, o lo que consideramos peticiones irrazonables, nuestra primera reacción es no pensar en sus necesidades. En lugar de ello, nos enfadamos y les reñimos o les amenazamos o gritamos. O les explicamos lo que ya saben. Cuando los niños se portan mal, su problema rara vez es una falta de información, de modo que nuestras explicaciones por lo general son inútiles. Este tipo de reacciones, si bien naturales y bienintencionadas, son el enemigo de la resolución efectiva de problemas. Si nos sentimos sermoneados, criticados o culpabilizados, normalmente intentamos defendernos y justificarnos –y los niños no son diferentes a nosotros en este sentido–. En ocasiones, se sienten tan atacados que incluso contraatacan. Contemplar el comportamiento inapropiado de los niños como un intento mal orientado de satisfacer sus necesidades genuinas puede servir para aligerar la presión de la situación y facilitar que los padres enseñen a su hijo maneras adecuadas de satisfacer sus necesidades.

Enfrentamiento de objetivos Es natural que los niños hagan lo que quiera cuando quieran, y les toca a los padres enseñarles a hacer lo que se debe. Padres e hijos tienen objetivos diferentes que a menudo entran en conflicto. (Más información sobre el tema en el libro When Your Kids Push Your Buttons, de Bonnie Harris; véanse las Lecturas recomendadas, página 210.) Los niños no nacen preparados para comer con tenedor y cuchillo, para decir por favor y gracias ni para disfrutar haciendo los deberes. Por naturaleza, están dispuestos a conseguir lo que quieren cuando lo quieren, cosa que normalmente significa revuelo, acceso ilimitado a los padres y hacer las cosas a su manera. Pero los niños deben prepararse para encajar en la sociedad, de modo que aprenden dónde y cuándo ciertos comportamientos son apropiados. ¿Por qué está bien lamer el helado pero no el bocadillo? ¿Por qué no se puede ir desnudo por la calle? ¿Y por qué diablos la gente se hace la cama por la mañana si va a deshacerla por la noche? Los padres esperan que sus hijos acepten sin más que las cosas son así. Pero, por naturaleza, los niños no están programados para hacerlas de ese modo, por buenas que sean las razones que les demos. Los niños enérgicos habitualmente presentan una mayor necesidad de controlar lo que les ocurre que los niños 28

¿POR QUÉ SE PORTAN MAL LOS NIÑOS?


adaptables, lo que significa que es mucho más importante para ellos salirse con la suya. Una parte de nuestra tarea como padres consiste en enseñar a los hijos a hacer lo correcto, según nuestra cultura y valores. No es de sorprender que sus objetivos y los nuestros se enfrenten y se den ocasiones para la desobediencia y el mal comportamiento.

Una manera de obtener atención La tercera razón para la falta de colaboración de los niños está relacionada con nuestro modo de tratarles. Piense en esta situación familiar habitual: cuando todo va bien, tendemos a ignorar a los niños. Es algo totalmente comprensible, dado el millón de cosas que hay que hacer a lo largo del día.

Cuando las cosas van mal, saltamos a la acción…

¿POR QUÉ SE PORTAN MAL LOS NIÑOS?

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CAPÍTULO 3

El equipo de dirección familiar ¿Le resulta familiar la siguiente situación? Se da en muchos hogares. Al niño le apetece un tentempié pero su madre no cree que sea buena idea.

El niño no se rinde. Al no conseguir lo que quería de su madre, va a intentarlo con su padre (véase la página siguiente). A los padres puede que no les guste, pero es natural que los niños lo hagan. EL EQUIPO DE DIRECCIÓN FAMILIAR

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¿Por qué cede el padre? Tal vez esté preocupado, tal vez no sea consciente de que la hora de la cena está cerca o tal vez no soportaba la insistencia de su hijo. No es de sorprender que la madre se moleste y acabe discutiendo con su pareja.

El pequeño no pretendía provocar una discusión entre sus padres. Solo pretendía conseguir lo que quería cuando lo quería. No es culpa suya que sus padres tuvieran formas diferentes de responder a su petición. 32

EL EQUIPO DE DIRECCIÓN FAMILIAR


SEGUNDA PARTE

Capacidades positivas para mejorar el comportamiento y la autoestima de los hijos En la Primera parte del libro hemos tratado las necesidades humanas y las dinámicas familiares, y ahora nos disponemos a aprender algunas habilidades comunicativas positivas. Estas nos ayudarán a desarrollar y mantener una buena relación con los hijos al mismo tiempo que les motivarán a portarse bien. Las habilidades funcionan porque ayudan a los padres a hacerse comprender mientras respetan la perspectiva y necesidades de los hijos. Esta parte del libro le proporcionará las capacidades para:

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mejorar el comportamiento y la autoestima del niño; minimizar la oposición cuando sus intereses choquen; gestionar las emociones fuertes: suyas y de los hijos; preparar para el éxito, para que sea más probable; conseguir que los niños quieran hacer lo correcto; aprender de los errores; reducir la rivalidad entre hermanos; disfrutar más de su tiempo libre.

SEGUNDA PARTE – CAPACIDADES POSITIVAS

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Puede que sus hijos no sean tan angelicales y precisen que se les recuerde que hay que meter los platos en el lavavajillas. Pero les puede motivar con los elogios descriptivos: “Solo te lo he tenido que decir un par de veces y lo estás metiendo en el lavavajillas con cuidado. Tal vez mañana te acuerdes solo. ¿Qué crees?”. Procure no sonar sarcástico cuando diga algo así. El niño puede tardar en adoptar nuevos hábitos: cabe esperar que necesite recordatorios. ELOGIOS DESCRIPTIVOS

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Muchas familias destinan un rato a los elogios como parte de la rutina de acostar al niño. Imagine a sus hijos durmiéndose después de recibir un abrazo y unas palabras cálidas y cariñosas sobre su comportamiento a lo largo del día, expresadas de forma que les resulten creíbles. ¡Sin duda se trata de la mejor manera de dar las buenas noches!

Hacerlo bien Es muy importante esforzarse para que los elogios sean verdaderamente descriptivos: que se centren en la acción y, al dar nuestra opinión, esta se presente como tal, no como una realidad. Como la mayoría de nosotros hemos crecido sin elogios descriptivos, es posible confundirse y creer que se está empleando este tipo de elogio cuando no es así. También es fácil caer en otro error: elogiar acciones demasiado triviales. Los niños suelen comunicárnoslo si lo hacemos.

ELOGIOS DESCRIPTIVOS

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