Revista Illuminare Nº410

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N.ยบ 410 OCTUBRE 2020 SERVICIO DE PASTORAL MISIONERA Aร O XCVIII


Servicio de Pastoral Misionera

SUMARIO 3

PRESENTACIÓN DE LA CAMPAÑA Lema, cartel, objetivos

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PRESENTACIÓN DE LA CAMPAÑA Un asunto de familia José María Calderón, Director Nacional de OMP

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MENSAJE DEL PAPA PARA LA JORNADA DEL DOMUND

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REFLEXIÓN PASTORAL La experiencia vocacional misionera Felícitas Martín, Delegada Diocesana de Misiones de Bilbao

En este Domund, el Mensaje del Papa nos recuerda que "la invitación a salir de nosotros mismos por amor de Dios y del prójimo se presenta como una oportunidad para compartir, servir e interceder". Es la llamada a la misión, que espera nuestra respuesta: "Aquí estoy, envíame". Pág. 6

12 LA VOZ DE LOS OBISPOS Entrevista a D. Rafael Zornoza, Obispo de Cádiz y Ceuta Rafael Santos 14 SERVICIO INFORMATIVO De la inquietud misionera a la vocación a la misión ad gentes Cecilia Rey, Delegación Episcopal de Misiones de Madrid 16 ANIMACIÓN MISIONERA Animación misionera: importante y vital Juan Martínez, fmvd, colaborador de OMP 17

HACIA UNA NUEVA ETAPA EVANGELIZADORA Animación misionera: más que importante, imprescindible Juan Martínez, fmvd, colaborador de OMP

21 ANIMACIÓN MISIONERA Diez consejos del papa Francisco a las OMP 22 DESTINO DE LAS AYUDAS Lo que hay en el Fondo

Inauguramos un encarte coleccionable, que busca "aterrizar" la animación misionera, para que no sea una colección de argumentos, sino un modo concreto y efectivo de plantear la pastoral. Una auténtica motivación para ponernos en marcha "hacia una nueva etapa evangelizadora". Pág. 17

24 TESTIMONIOS De envío en envío... hasta el confín de la tierra 26 LITURGIA Guion litúrgico - Domund 2020 Ramón Delgado, Delegado Diocesano de Misiones de Burgos 28 VIGILIA DE ORACIÓN "Aquí estoy, envíame" 30 SECRETARIADO DE INFANCIA MISIONERA Los niños, misioneros de la puerta de al lado Rafael Santos, Director de “Illuminare” 32 PONTIFICIA UNIÓN MISIONAL Dar talante universal a cada Iglesia particular José María Calderón, Director Nacional de OMP 34 COOPERACIÓN ECONÓMICA

El Santo Padre ha querido inspirar el ya iniciado "proceso de reconsideración de las OMP" con una serie de reflexiones, criterios, avisos y sugerencias (véanse sus "consejos para el camino" en la pág. 21). El director nacional de OMP comenta estas importantes indicaciones del papa Francisco. Pág. 32

EDITA: Obras Misionales Pontificias - DIRECTOR NACIONAL: José María Calderón DIRECTOR: Rafael Santos Barba - DISEÑO: Antonio Aunés Hernández IMPRIME: Gráficas Dehon - Depósito Legal: M. 3790-1958 Dirección y Administración: Fray Juan Gil, 5; 28002 Madrid - Tel.: 91 590 27 80 dir.nal@omp.es - suscripciones@omp.es - http://www.omp.es Colabora con el DOMUND

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LEMA “AQUÍ ESTOY...”. La primera parte del lema (cf. Is 6,8) nos invita a “abrirnos” a la misión y muestra nuestra disponibilidad. El sujeto es “yo”; se trata de una respuesta a Dios en primera persona: “Estoy disponible para cumplir la misión que me has encomendado y que solo yo puedo realizar o se quedará sin hacer, porque «yo soy una misión en esta tierra»”. Los misioneros y misioneras ya han pronunciado este “aquí estoy” y han partido. ¿Y nosotros, que, en medio de nuestra vida cotidiana, somos también “bautizados y enviados”?

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“... ENVÍAME”. La misión tiene, desde su origen, la dinámica del envío. El Padre envía al Hijo y al Espíritu Santo; Jesús envía a sus discípulos a anunciar el Evangelio a todas las gentes. Toda la historia de la Iglesia se ha tejido con envíos de misioneros que, desde sus comunidades de origen, han salido a anunciar a Cristo con obras y palabras, formando nuevas comunidades. “Ser enviado” es un elemento diferenciador que distingue al misionero del cooperante o voluntario: hablamos de alguien que vive su entrega como una donación y vocación a disposición de la Iglesia.

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CARTEL LO QUE SE VE. Una figura en el centro y, de fondo, dos mitades correspondientes a dos contextos bien diferentes. Todos y cada uno podemos ponernos en el lugar de esa hermana, en el centro de la acción. Dios se ha fijado en ella y la ha enviado a sus campos, donde necesita obreros. También a nosotros se nos invita a participar activamente en la misión.

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LO QUE NO SE VE. Lejos de resultar una foto fija, la imagen parece dinámica: transmite fuerza, aceptación, envío.... Dar el paso, teniendo a un lado todos los reclamos consumistas de nuestra sociedad, muestra la fuerza de Quien nos mueve. Es ir en busca de lo auténtico, de lo que nos da la vida, a dar la vida; es ir al encuentro con las hermanas y hermanos, cumpliendo el sentido de nuestro existir.

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OBJETIVOS Celebrar la Jornada Mundial de las Misiones como una gran ocasión para sensibilizarnos sobre la indelegable participación de cada uno en la misión universal de la Iglesia. Obtener fondos para sostener a la Iglesia en los territorios encomendados a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Promocionar las vocaciones misioneras ad gentes, creando un ambiente que favorezca la escucha y acogida de esta llamada específica de Dios. Revitalizar la animación misionera de niños, adultos, jóvenes, enfermos, sacerdotes, religiosos/as, familias..., y fomentar la formación y la oración misioneras.

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Por José María Calderón,

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Director de OMP en España

odos conocemos bien lo que es el Domund. De hecho, cuando algunos me preguntan a qué me dedico, y veo que decirles que soy el director nacional de OMP les deja como si les estuviera hablando en chino, les digo: “Soy el que me encargo de preparar el Domund en España”. “¡Ah, vale, eso es otra cosa!”. Y, sin embargo, el Domund es una “partecica” del trabajo que realizamos en esta institución de la Iglesia que se llama Obras Misionales Pontificias. Las OMP son –así las ha definido Francisco– la red mundial que, en nombre del Papa, sostiene la misión y a las jóvenes Iglesias con la oración y la caridad. Son el instrumento que tiene la Iglesia para hacer conscientes a todos los bautizados de que ¡son misioneros! (¿se acuerdan del lema del Mes Misionero Extraordinario de hace justo un año?: ¡”Bautizados y enviados”!). Si Cáritas nos ayuda a los creyentes a tener presente que la caridad es una cualidad y una condición para vivir nuestra fe, las OMP, a través de la animación misionera, nos hacen presente la universalidad de la Iglesia, porque Cristo tiene ese deseo: que todos los hombres le conozcan y le amen. A través de esta red mundial, el Papa nos está continuamente llamando a no ence rrarnos en nosotros mismos, sino a abrir el corazón y la mente a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres que tienen nuestra fe, y a aquellos que todavía no han tenido la suerte de oír hablar del Redentor y que viven en esos lugares que llamamos territorios de misión o Iglesias jóvenes. A ellos quiere el Santo Padre que dirijamos nuestra mirada y les tengamos como parte de nuestra familia. Por ellos rezamos, por ellos rogamos al Señor que fortalezca la fe, la esperanza y el amor. A ellos, porque son parte nuestra, queremos ayudar con nuestra caridad para que

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puedan contar con los medios necesarios para vivir su fe con alegría, con normalidad. Por eso pedimos el fomento de las vocaciones sacerdotales y religiosas en aquellos territorios, porque desgraciadamente no pueden recibir la formación cristiana, los sacramentos, el auxilio de la fe, por falta de trabajadores para la abundante mies. Por eso pedimos al Señor que ponga en el corazón de los jóvenes el deseo de responder con generosidad y alegría a la llamada a la misión, y que, mientras faltan esos sacerdotes y religiosas nativos, el Evangelio no deje de predicarse. Por eso colaboramos todos, niños, adultos, jóvenes, en sostener esas Iglesias que no tendrían posibilidad de existir sin nuestro interés por ellos. Sí, las OMP nos hacen sentir a los cristianos una gran familia, extendida por todo el mundo. Cada uno distinto, con su idiosincrasia, con su forma de expresar el amor a Dios, a la Virgen, a los santos y a la Iglesia; pero todos bajo el manto de esa Iglesia, que preside el Papa en la caridad. El Domund es una expresión de esa convicción: esta Jornada Mundial de las Misiones –que se celebra el mismo día en todo el mundo, estemos en Brasilia, Estambul, Valencia o Freetown– es una forma concreta de vivir esa co Las OMP son munión y esa responsabilidad de unos por otros y de otros por unos. la red mundial “Aquí estoy, envíame” (Is 6,8). Ese es el lema del Domund 2020. que, en nombre del Papa, Y esto es muy importante. En esas Iglesias jóvenes, que nosotros sostiene la misión llamamos “misiones”, están hombres y mujeres de nuestras parroy a las jóvenes Iglesias quias, de nuestros barrios, de nuestros pueblos y ciudades, a los que el Señor preguntó: “Y yo ¿a quién enviaré?”; y que contesta con la oración ron, con generosidad y con ilusión: “¡Aquí estoy yo! ¡Envíame!”. y la caridad. Lo suyo no es una corazonada, un capricho, una búsqueda de aventura. Lo suyo es un discernimiento de amor con el Señor que llama y con la Iglesia que forma y prepara para vivir esa vocación. Sin esa relación de intimidad con Jesús, no se puede descubrir la belleza y grandeza de su llamada, y sin el acompañamiento de la Iglesia, no se puede decir que es una obra de Dios. Por eso, “Aquí estoy, envíame” es una contestación doble: a Dios que llama y que cuenta con nuestra libertad, y a la Iglesia, que es la familia de los hijos de Dios y quien tiene la encomienda de cuidar a todos estos hijos repartidos por el mundo entero. Díganme ustedes si esto es o no apasionante. Díganme si las Obras Misionales Pontificias, las OMP, no tienen un lugar precioso dentro de la pastoral ordinaria de la Iglesia: hacernos a todos sentir el orgullo de pertenecer a una familia tan grande y tan unida.

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ACLARACIÓN.- En España este Domund se celebra bajo el lema "Aquí estoy, envíame". En el texto del Mensaje ofrecido por la Santa Sede este último verbo aparece traducido como "mándame", de acuerdo con el texto de la Sagrada Biblia según la versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.

Queridos hermanos y hermanas: Doy gracias a Dios por la dedicación con que se vivió en toda la Iglesia el Mes Misionero Extraordinario durante el pasado mes de octubre. Estoy seguro de que contribuyó a estimular la conversión misionera de muchas comunidades, a través del camino indicado por el tema: “Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo”.

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En este año, marcado por los sufrimientos y desafíos causados por la pandemia del Covid-19, este camino misionero de toda la Iglesia continúa a la luz de la palabra que encontramos en el relato de la vocación del profeta Isaías: “Aquí estoy, mándame” (Is 6,8). Es la respuesta siempre nueva a la pregunta del Señor: “¿A quién enviaré?” (ibíd.). Esta llama-

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da viene del corazón de Dios, de su misericordia que interpela tanto a la Iglesia como a la humanidad en la actual crisis mundial. “Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con «En el sacrificio angustia dicen: «perecemos» (cf. Mc 4,38), también nosotros descubrimos que no de la cruz, donde se podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino solo juntos” (Meditación en la cumple la misión Plaza de San Pedro, 27-3-2020). Estamos realmente asustados, desorientados y de Jesús, Dios revela atemorizados. El dolor y la muerte nos hacen experimentar nuestra fragilidad huque su amor es mana; pero al mismo tiempo todos somos conscientes de que compartimos un para todos y cada fuerte deseo de vida y de liberación del mal. En este contexto, la llamada a la misión, la invitación a salir de nosotros mismos por amor de Dios y del prójimo se uno de nosotros». presenta como una oportunidad para compartir, servir e interceder. La misión que Dios nos confía a cada uno nos hace pasar del yo temeroso y encerrado al yo reencontrado y renovado por el don de sí mismo. En el sacrificio de la cruz, donde se cumple la misión de Jesús (cf. Jn 19,28-30), Dios revela que su amor es para todos y cada uno de nosotros (cf. Jn 19,26-27). Y nos pide nuestra disponibilidad personal para ser enviados, porque Él es Amor en un movimiento perenne de misión, siempre saliendo de sí mismo para dar vida. Por amor a los hombres, Dios Padre envió a su Hijo Jesús (cf. Jn 3,16). Jesús es el Misionero del Padre: su persona y su obra están en total obediencia a la voluntad del Padre (cf. Jn 4,34; 6,38; 8,12-30; Heb 10,5-10). A su vez, Jesús, crucificado y resucitado por nosotros, nos atrae en su movimiento de amor; con su propio Espíritu, que anima a la Iglesia, nos hace discípulos de Cristo y nos envía en misión al mundo y a todos los pueblos.

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“La misión, la «Iglesia en salida» no es un programa, una intención que se logra mediante un esfuerzo de voluntad. Es Cristo quien saca a la Iglesia de sí misma. En la misión de anunciar el Evangelio, te mueves porque el Espíritu te empuja y te trae” (Sin Él no podemos hacer nada, LEV-San Pablo, 2019, 16-17). Dios siempre nos ama primero y

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«La vida humana nace del amor de Dios, crece en el amor y tiende hacia el amor. Nadie está excluido del amor de Dios».

con este amor nos encuentra y nos llama. Nuestra vocación personal viene del hecho de que somos hijos e hijas de Dios en la Iglesia, su familia, hermanos y hermanas en esa caridad que Jesús nos testimonia. Sin embargo, todos tienen una dignidad humana fundada en la llamada divina a ser hijos de Dios, para convertirse por medio del sacramento del bautismo y por la libertad de la fe en lo que son desde siempre en el corazón de Dios.

Haber recibido gratuitamente la vida constituye ya una invitación implícita a entrar en la dinámica de la entrega de sí mismo: una semilla que madurará en los bautizados, como respuesta de amor en el matrimonio y en la virginidad por el Reino de Dios. La vida humana nace del amor de Dios, crece en el amor y tiende hacia el amor. Nadie está excluido del amor de Dios, y en el santo sacrificio de Jesús, el Hijo en la cruz, Dios venció el pecado y la muerte (cf. Rom 8,31-39). Para Dios, el mal –incluso el pecado– se convierte en un desafío para amar y amar cada vez más (cf. Mt 5,38-48; Lc 23,33-34). Por ello, en el misterio pascual, la misericordia divina cura la herida original de la humanidad y se derrama sobre todo el universo. La Iglesia, sacramento universal del amor de Dios para el mundo, continúa la misión de Jesús en la historia y nos envía por doquier para que, a través de nuestro testimonio de fe y el anuncio del Evangelio, Dios siga manifestando su amor y pueda tocar y transformar corazones, mentes, cuerpos, sociedades y culturas, en todo lugar y tiempo.

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La misión es una respuesta libre y consciente a la llamada de Dios, pero podemos percibirla solo cuando vivimos una relación personal de amor con Jesús vivo en su Iglesia. Preguntémonos: ¿estamos listos para recibir la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, para escuchar la llamada a la misión, tanto en la vía del matrimonio como de la virginidad consagrada o del sacerdocio ordenado, como también en la vida ordinaria de todos los días? ¿Estamos dispuestos a ser enviados a cualquier lugar para dar testimonio de nuestra fe en Dios, Padre misericordioso, para proclamar el Evangelio de salvación de Jesucristo, para compartir la vida divina del Espíritu Santo en la edificación de la Iglesia? ¿Estamos prontos, como María, Madre de Jesús, para ponernos al servicio de la voluntad de Dios sin condiciones (cf. Lc 1,38)? Esta disponibilidad interior es muy importante para poder responder a Dios: “Aquí estoy, Señor, mándame” (cf. Is 6,8). Y todo esto no en abstracto, sino en el hoy de la Iglesia y de la historia.

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Comprender lo que Dios nos está diciendo en estos tiempos de pandemia también se convierte en un desafío para la misión de la Iglesia. La enfermedad, el sufrimiento, el miedo, el aislamiento nos interpelan. Nos cuestiona la pobreza de los que mueren solos, de los desahuciados, de los que pierden sus empleos y salarios, de los que no tienen hogar «Dios continúa ni comida. Ahora, que tenemos la obligación de mantener la distancia física y de perbuscando a quién enviar manecer en casa, estamos invitados a redescubrir que necesitamos relaciones sociaal mundo para les, y también la relación comunitaria con Dios. Lejos de aumentar la desconfianza y la indiferencia, esta condición debería hacernos más atentos a nuestra forma de retestimoniar su amor, lacionarnos con los demás. Y la oración, mediante la cual Dios toca y mueve nuessu salvación del pecado tro corazón, nos abre a las necesidades de amor, dignidad y libertad de nuestros hery la muerte, su manos, así como al cuidado de toda la creación. La imposibilidad de reunirnos como liberación del mal». Iglesia para celebrar la eucaristía nos ha hecho compartir la condición de muchas comunidades cristianas que no pueden celebrar la misa cada domingo. En este contexto, la pregunta que Dios hace: “¿A quién voy a enviar?”, se renueva y espera nuestra respuesta generosa y convencida: “¡Aquí estoy, mándame!” (Is 6,8). Dios continúa buscando a quién enviar al mundo y a cada pueblo, para testimoniar su amor, su salvación del pecado y la muerte, su liberación del mal (cf. Mt 9,35-38; Lc 10,1-12).

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La celebración de la Jornada Mundial de las Misiones también significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material de sus ofrendas son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia. La caridad, que se expresa en la colecta de las celebraciones litúrgicas del tercer domingo de octubre, tiene como objetivo apoyar la tarea misionera realizada en mi nombre por las Obras Misionales Pontificias, para hacer frente a las necesidades espirituales y materiales de los pueblos y las Iglesias del mundo entero y para la salvación de todos.

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Que la Bienaventurada Virgen María, Estrella de la evangelización y Consuelo de los afligidos, Discípula misionera de su Hijo Jesús, continúe intercediendo por nosotros y sosteniéndonos.

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Francisco Roma, San Juan de Letrán, 31 de mayo de 2020, solemnidad de Pentecostés


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n su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund, el papa Francisco nos recuerda que el camino misionero de toda la Iglesia continúa. Venimos de un Mes Misionero Extraordinario que nos ha empujado a ser novedosos, creativos, impulsores y motivadores de la vocación misionera, hoy más necesaria que nunca; a ser enviados como testigos del amor de Dios al mundo y a todos los pueblos: "En este contexto, la llamada a la misión, la invitación a salir de nosotros mismos por amor de Dios y del prójimo se presenta como una oportunidad para compartir, servir e interceder" (n. 2). Cuántas veces nos dicen los misioneros y misioneras esto mismo: su vocación misionera los ha llevado a hacer causa común con un pueblo, y en muchas ocasiones los ha llevado también hasta las últimas consecuencias. Es lo que el Papa llama “pertenencia de hermanos” (Momento extraordinario de oración, 27-3-2020), sentirnos y ser hermanos allí donde estemos. La cita que enmarca esta Jornada del Domund y este Octubre Misionero, “Aquí estoy, envíame”, está entresacada de un relato más extenso de vocación, la del profeta Isaías (cf. Is 6,1-13). Este texto recoge la experiencia de toda una vida y presenta el retrato completo de la misión de una persona. En esta experiencia vocacional podemos identificar cuatro elementos que el Papa deja entrever en su Mensaje: 1) Una experiencia fuertemente sentida de la grandeza de Dios y, a la vez, de su cercanía. 2) Una interpelación personal, que le viene de fuera de él mismo y que solicita su disponibilidad para una misión. 3) La réplica espontanea de quien se siente abrumado, y a la vez libre, ante tan importante misión. 4) La confirmación y garantía de que no va a estar solo, porque Dios estará con él. Fijemos ahora la atención en algunas frases del texto de Francisco. "La misión, la «Iglesia en salida» no es un programa, una intención que se logra mediante un esfuerzo de voluntad. Es Cristo quien saca a la Iglesia de sí misma. En la misión de anunciar el Evangelio, te mueves porque el Espíritu te empuja y te trae" (n. 4). Destaca el papa Francisco que esto no será posible si no ponemos de nuestra parte; nos pide “nuestra disponibilidad personal para ser enviados, porque Él es Amor” (n. 3), y nos anima diciendo: “Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo” (EG 49). Sus palabras son un reclamo y nos infunden ánimo también para esta Jornada misionera que vamos a celebrar.

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Para que esto se pueda sostener, el Santo Padre nos recuerda que necesitamos vivir una relación personal de amor con Jesús vivo en su Iglesia. Dejémonos acoger y sorprender por Él, acojamos su luz y seamos luz para otras personas. "Esta disponibilidad interior es muy importante para poder responder a Dios: «Aquí estoy, Señor, mándame» (cf. Is 6,8). Y todo esto no en abstracto, sino en el hoy de la Iglesia y de la historia" (n. 6). "La oración, mediante la cual Dios toca y mueve nuestro corazón, nos abre a las necesidades de amor, dignidad y libertad de nuestros hermanos, así como al cuidado de toda la creación" (n. 7). Necesitamos ser testigos que hagan visible, y por eso, creíble, al Dios de Jesús. Acoger la luz que su vida nos ofrece y dejar crecer en nosotros el deseo de cultivar las actitudes que este tiempo de tormenta reclama, para vivirlas al estilo de Jesús. Necesitamos acoger la realidad con verdad y esperanza. Ser mano tendida para aquellos a quienes las olas zarandean y envuelven. Así seremos creíbles y mostraremos que el Dios amor sigue vivo en la historia, a pesar de la noche, la tormenta, el caos. Jesús nos interpela, se continúa preguntando a quién enviar al mundo y a cada pueblo para testimoniar su amor, y nos sigue llamando: “Rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies” (cf. Mt 9,35-38) Que este mes misionero de octubre lo vivamos como una invitación y un desafío para cada uno de nosotros, para ayudar a hacer posible el cambio que queremos para el mundo, empezando por uno mismo. Las siguientes palabras del obispo auxiliar de Bangassou, Mons. Jesús Ruiz, nos pueden animar y motivar a ello: "La opción misionera ad gentes comporta toda la vida; es una cuestión de amor, y en el amor no valen experiencias. El amor exige fidelidad hasta el final: aquí y allá. De esto han hablado y siguen hablando los 70 millones de mártires por causa de Jesús de Nazaret. Aquellos que fueron desgastando sus vidas en silencio: «No hay mayor amor que dar la vida por aquellos que se ama». La misión ad gentes es, ante todo, una expresión de la gratuidad de Dios. Dios se da, se entrega sin pedir nada a cambio... La misión es darse. La misión ad gentes conlleva una actitud de salida... Salir hacia las fronteras de la humanidad: la guerra, el hambre, la explotación... Otra característica de este tipo de misión es la opción por los más pobres. Se trata de compartir vida y destino con aquellos que no cuentan, aquellos que no son noticia" (Mundo Negro, n. 658). Concluimos con otra frase del papa Francisco: "La celebración de la Jornada Mundial de las Misiones también significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material de sus ofrendas son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia" (n. 8). Ojalá captemos este Mensaje y nos dejemos asombrar y alcanzar por él. Que sepamos descubrir en todo momento la importancia de saber interpretar los signos de cada tiempo y encontrar en ellos el actuar amoroso del Dios cuya palabra se transforma en fuerza liberadora cuando le dejamos que nos hable al corazón.

Felícitas Martín Fernández Delegada Diocesana de Misiones y Directora Diocesana de OMP de Bilbao

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Entrevista a D. Rafael Zornoza, Obispo de Cádiz y Ceuta

“El discípulo solo avanza cuando pone su vida en juego”

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ons. Rafael Zornoza Boy, madrileño, recibió su ordenación episcopal en 2006, y desde 2011 es el obispo de la diócesis de Cádiz y Ceuta. Actualmente forma parte de la Comisión Episcopal para las Misiones y Cooperación con las Iglesias, tras haber sido miembro y después presidente, hasta fechas recientes, de la del Clero. ¿Qué significa “Aquí estoy, envíame” en boca de un misionero o misionera? Son palabras que emocionan, porque son siempre un recuerdo gozoso de nuestra propia historia. El profeta Isaías fue quien las pronunció primero; nosotros las hemos hecho nuestras. La vocación misionera es siempre una llamada y un envío del Señor. Quien va a misiones ha pasado antes por ese momento en el que ofreció su vida a Dios por amor, a pesar de sus miedos y de sentirse indigno. Con el tiempo se da cuenta de que dichas palabras han sido la llave de su felicidad y lo que abrió la puerta a muchos más.

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¿Por qué es tan importante la “dinámica del envío” en la vida de la Iglesia? El papa Francisco habla continuamente de ser discípulos misioneros. En realidad, el envío forma parte de ser discípulo que sigue a Jesús y va adonde el Señor le lleva: comprende que su fe no puede ser una creencia estática y sin proyección en la vida, como quien anda por las nubes; poco a poco se entusiasma con el proyecto de Jesús, enviado por el Padre, que viene a llamar a cada uno, y se asocia a él. El Evangelio le proporciona un pensamiento, un criterio de actuación, unos valores, etc., pero solo avanza cuando pone su vida en juego, si “hace piña” con los demás discípulos, si se siente Iglesia y, sobre todo, si vibra con el deseo de salir al encuentro de los demás, como hace el Señor. Esa dinámica le convierte en apóstol, en misionero. Decir “aquí estoy” implica disponibilidad. ¿Cómo puede la animación misionera cultivar esta actitud en nosotros? Es imprescindible esa animación que seduce porque atrae; nos abre los ojos para concretar el ideal. Todo cuanto anima una vida cristiana completa –no parcial ni mutilada– nos educa y prepara para ser misioneros. Pedimos al Señor ser enviados, pero ¿adónde?, ¿a quiénes?, ¿a qué situaciones? Dios habla a quien le escucha, pero hemos de preguntar. Si miramos la vida y las cosas con la mirada de Dios, con la compasión de Jesús, nuestro corazón se conmueve, como le pasaba al Señor, a quien le dolía ver a la gente que andaba “como ovejas sin pastor”. Esa experiencia se repite en los santos, que, ante enfermedades, pobreza, desgracias, vidas sin sentido o echadas a perder, estaban inquietos por buscar su bien, con santa preocupación. La fe nos hace compasivos por los demás, inquietos por servir. Muchos cristianos, gracias a esto, comienzan a dar catequesis, participan en obras de caridad, se implican en acciones altruistas, cui-


«Todo cuanto anima una vida cristiana completa –no parcial ni mutilada– nos educa y prepara para ser misioneros». dan enfermos, dan clases, etc. A veces las situaciones nos reclaman, vienen a nuestro encuentro y responden a nuestras preguntas como enviados por Dios. En otras ocasiones hay que mirar y preguntar. Pero siempre responde el Señor, y sin tardar: “El que busca encuentra y al que llama se le abre”. ¿Qué pasaría si todos los bautizados hiciéramos nuestro el lema de este Domund? Sería una revolución, sin duda. Supongo que todo cristiano en muchos momentos se plantea hacer la voluntad de Dios y ser disponible, pero no siempre lo hace poniendo en juego la vida, el trabajo, el futuro. Cuando el papa Francisco habla de la Iglesia “en salida” y de abandonar la indiferencia globalizada sobre la marcha del mundo, o –como ha dicho a veces a los jóvenes– de dejar el mando a distancia y levantarse del sillón, etc., está provocando una implicación

«La mejor ayuda a los jóvenes es invitarles, acompañarles, que conozcan al Señor sin disimulos; el resto viene solo».

en el bien de la gente y del mundo, y el cristiano antes o después ha de sentirse llamado y enviado, como lo más natural, si vive su fe. Me alegra mucho ver cómo crecen las personas cuando encuentran su papel y responden bien, porque inmediatamente se renuevan y comprueban la verdad de las palabras de Jesús: “Hay más alegría en dar que en recibir”. Usted ha estado siempre muy implicado en la pastoral de juventud. ¿Son los jóvenes receptivos a la vocación misionera? ¿Cómo podemos ayudarles en este sentido? Los jóvenes son capaces de entusiasmarse con lo que vale, porque se sienten atraídos por el bien y la belleza. Lo auténtico tiene un “tirón” especial, y lo adulterado les suena a falso. En una sociedad interesada y egoísta, el bien atrae más aún. Cuando lo prueban, les esponja el corazón y encuentran una compensación única. La clave, sin embargo, está en haberse encontrado con Cristo, el amigo que no falla ni engaña: pide todo, porque lo da todo. Quien une las dos experiencias se plantea muchas cosas y, con la fuerza de la gracia, se abre a otro tipo de propuestas que vienen de Él. ¡Y ya lo creo que se entregan! La mejor ayuda es invitarles, acompañarles, que lo vean, que lo sientan, que conozcan al Señor sin disimulos. El resto viene solo.

Rafael Santos

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as últimas palabras de Jesús antes de subir a los cielos –“Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28,19-20)– se convertirían en la razón de ser de la Iglesia, nacida posteriormente, cuando Dios Padre envió el Espíritu Santo a los apóstoles. Estos, antes de recibir el Espíritu Santo y el mandato misionero, fueron preparados sin saberlo, mediante el encuentro con Jesús, para poder llevar a cabo esta misión encomendada. También hoy, en el siglo XXI, muchos jóvenes y no tan jóvenes llevan a cabo un itinerario que comienza con una inquietud misionera que brota del testimonio de los misioneros y misioneras –ya sean sacerdotes, religiosos y religiosas o seglares– que un día

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dejaron su tierra para llevar hasta el último rincón la noticia del gran amor que tiene Dios por nosotros, sus criaturas, hasta llegar a entregar a su Hijo para la salvación de todos. (“Afirmar que toda la Iglesia es misionera no excluye que haya una específica misión ad gentes, al igual que decir que todos los católicos deben ser misioneros no excluye que haya «misioneros ad gentes y de por vida», por vocación específica”, RM 32). Una vez que estos jóvenes muestran esta inquietud se les invita a realizar un camino de discernimiento, intentando que sean acompañados por la persona que les mostró la vocación a la misión ad gentes, que formará parte de una congregación religiosa o de un carisma seglar inserto en una parroquia o de la Delegación de Misiones de su diócesis. Al igual que los discípulos, que fueron guiados y preparados

durante los tres años de la vida pública de Jesús, muchos de estos jóvenes en la oración viven un encuentro con Jesús, y muchos otros que se habían criado en la fe cristiana se reencuentran con Él en los rostros de las personas misionadas y en los miembros de la Iglesia que comparten su fe con estas personas. (“Y la oración, mediante la cual Dios toca y mueve nuestro corazón, nos abre a las necesidades de amor, dignidad y libertad de nuestros hermanos, así como al cuidado de toda la creación”, Mensaje Domund 2020, 7). El siguiente paso es que la persona vocacionada a la misión pase a insertarse en la vida comunitaria de la Iglesia, fomentando en ella la vida de oración y de sacramentos y la participación en las diferentes actividades misioneras de la parroquia, movimiento, congregación, y de la diócesis. No podemos olvidar que toda vocación surge del seno de la Iglesia que la acompaña y con-


firma. (“La misión es una respuesta libre y consciente a la llamada de Dios, pero podemos percibirla solo cuando vivimos una relación personal de amor con Jesús vivo en su Iglesia”, ibíd., 6). Dentro de este itinerario surgen muchos interrogantes, como los que el Papa Francisco nos plantea en el Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2020 (“¿Estamos listos para recibir la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, para escuchar la llamada a la misión, tanto en la vía del matrimonio como de la virginidad consagrada o del sacerdocio ordenado, como también en la vida ordinaria de todos los días? ¿Estamos dispuestos a ser enviados a cualquier lugar para dar testimonio de nuestra fe en Dios, Padre misericordioso, para proclamar el Evangelio de salvación de Jesucristo,

para compartir la vida divina del Espíritu Santo en la edificación de la Iglesia? ¿Estamos prontos, como María, Madre de Jesús, para ponernos al servicio de la voluntad de Dios sin condiciones?”, ibíd., 6). Y, como en el discernimiento de una vocación profesional –como la de maestro, ingeniero, periodista, médico, carpintero...–, para poder responder a estas preguntas es indispensable la formación, que se puede llevar a cabo por varios cauces: en el caso de la diócesis de Madrid, la formación específica realizada en la Delegación de Misiones; el Curso de Evangelización Misionera (bienal) de la Cátedra de Misionología de la Universidad Eclesiástica San Dámaso y las nuevas titulaciones propias de Misionología (Diplomado y Experto Universitario), junto a la Jornada Aca-

démica y el Curso de Verano, también de la UESD; la Semana de Misionología de Burgos; el Curso Intensivo de Formación Misionera, que realiza el último trimestre de cada año la Escuela de Formación Misionera... Este camino de discernimiento concluye con el envío de la Iglesia, que se realiza en la celebración de la eucaristía. Entonces los misioneros, antes de partir a tierras de misión, reciben la bendición de la Iglesia, junto a la imposición de la cruz misionera, que les recuerda de quién procede la misión. (“En el sacrificio de la cruz, donde se cumple la misión de Jesús, Dios revela que su amor es para todos y cada uno de nosotros”, ibíd., 3). En la archidiócesis de Madrid, en los últimos años, la fecha elegida para este envío es la solemnidad de la Ascensión del Señor, día en el que se celebra la Jornada del Misionero Diocesano; la Iglesia diocesana de origen participa en una eucaristía presidida por su arzobispo.

Cecilia Rey Garbayo Delegación Episcopal de Misiones de Madrid

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Reproducimos aquí un artículo del anterior "Illuminare" (que no pudo distribuirse normalmente debido a la pandemia), ya que constituye una introducción a la serie de encartes de animación misionera que vamos a ofrecer en las páginas centrales desde este mismo número.

A

l inicio del siglo XXI, la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias publicó La misión “ad gentes” y la Iglesia en España (24-6-2001). Su apartado III, 2, caracteriza la animación misionera del siguiente modo: “Un servicio cualificado para conseguir que las comunidades eclesiales incorporen a su ser y actividad pastoral lo que realmente está en la entraña de su naturaleza: la misión universal” (aduce RM 83). Y justifica su urgencia por dos razones: “la importancia de la misión ad gentes en la identidad de la Iglesia” y “las transformaciones que se están experimentando actualmente en el mundo”. “La actividad misionera constituye un capítulo central en la acción pastoral de las diócesis de España”; a pesar de ello, “no suele aparecer en el núcleo de los programas y tareas pastorales”, ya que “los apremios de la pastoral diaria hacen que lo que realmente es importante y vi-

tal quede sensiblemente recortado por lo urgente”. Como resultado, “la preocupación misionera es, a menudo, intermitente. Se concentra en las grandes campañas”. La solución es que haya “la debida proporción entre la atención pastoral a esta actividad y el puesto central postulado para ella por el mandato evangelizador del Señor”. Para eso, “la animación misionera no debe ser un componente más de la actividad pastoral, sino una dimensión de toda ella”. Implica “una conversión pastoral desde la misión universal”, para que la animación misionera no sea “un capítulo más, sino una clave, un eje vertebrador de todo proyecto pastoral diocesano y, por analogía, de toda programación pastoral elaborada por cualquiera de los sectores o instancias de la vida eclesial”. Para ser un “elemento primordial de la pastoral ordinaria de las Iglesias locales” (conforme al deseo de san Juan Pablo II en RM 83), la

animación misionera “debería considerarse como un ministerio eclesial de carácter estable y permanente en cada una de las comunidades cristianas”. Por su “dimensión profética”, “contribuye a que las comunidades cristianas tengan una mirada más allá de sus fronteras y de sus muros, y que la «salida» de la comunidad sea efectiva, experimentable y compartida por todos”. Cumple su objetivo a través de “tres funciones prioritarias”: “la información a la comunidad de la acción misionera de la Iglesia”, “la formación misionera en cualquiera de los proyectos educativos cristianos” y “promover explícitamente en el pueblo cristiano vocaciones misioneras”. Ello solo se podrá lograr con “la formación de los responsables de la animación misionera, [...] dotados de las actitudes espirituales y de los conocimientos teológicos y pastorales adecuados”, necesarios para lograr la “conversión misionera” (EG 30).

Juan Martínez Sáez, fmvd, colaborador de OMP

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Entrando en materia La Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias de la Conferencia Episcopal Española publicaba en el año 2001 el documento La misión "ad gentes" y la Iglesia en España. En el apartado que dedica específicamente a hablar de la animación misionera (III, 2), se dice:

La animación misionera es un servicio cualificado para conseguir que las comunidades eclesiales incorporen a su ser y actividad pastoral lo que realmente está en la entraña de su naturaleza: la misión universal.

En este guion encontraremos: 1

Pistas para reconocer la animación misionera que ya se lleva a cabo y sus dificultades.

2

Una reflexión sobre la importancia de la misión y cómo realizarla en el mundo de hoy.

3

Sugerencias para potenciar una pastoral decididamente misionera (cf. Evangelii gaudium [EG], 15).

Puedes enviar tus comentarios y sugerencias a: pum@omp.es Material elaborado por Juan Martínez Sáez, fmvd, colaborador de OMP

I


La realidad es más importante que la idea (cf. EG 231) Las Iglesias locales han de incluir la animación misionera como elemento de su pastoral ordinaria en las parroquias, asociaciones y grupos, especialmente juveniles (Redemptoris missio [RM], 83). Hay dos grandes razones para que esto sea así: 1 La importancia de la misión ad gentes en la identidad de la Iglesia. 2 Las transformaciones que se están dando en nuestro mundo, que es el escenario en el

que se lleva a cabo la misión de la Iglesia y al que hay que adaptarse. La actividad misionera constituye un capítulo central en la acción pastoral de las diócesis de España. Su tesoro más valioso es la cooperación misionera. Según la Memoria 2019 de OMP, hay 10.893 misioneros y misioneras españoles en todo el mundo (7.792 en activo y 3.101 en nuestro país, muchos de ellos en tareas de animación misionera). La colaboración económica de la Iglesia en España con los territorios de misión a través de las OMP ascendió en 2019 a 19.031.702,23 euros. A la vez, parece que no se da a la animación misionera la importancia y valor que merece, ya que: No suele aparecer en el núcleo de los programas y tareas pastorales. Los apremios de la pastoral diaria hacen que lo que realmente es importante y vital quede sensiblemente recortado por lo urgente. La preocupación misionera es intermitente: se concentra en las grandes campañas.

Reconocemos nuestra realidad: ¿Cuánto nos preocupamos de que todos los cristianos tengan la posibilidad de leer el Evangelio, orar con él, hacer lectio divina, estudiarlo y profundizarlo...? ¿Qué urgencias pastorales absorben la preocupación e impiden levantar la mirada para ver la importancia de la evangelización de todos?

II

Mi preocupación misionera y la de mi comunidad ¿es intermitente o permanente?; ¿solo en las jornadas misioneras, o un elemento de la pastoral ordinaria?


¿Qué sucedería si nos tomáramos en serio la misión? (cf. EG 15) ¿Nos hemos preguntado alguna vez por qué hay misioneros? ¿Qué les motivó a salir? ¿Sabemos por qué es tan importante la misión ad gentes en la identidad de la Iglesia? ¿Por qué hay que colaborar con la Iglesia en los territorios de misión?

La evangelización obedece al mandato misionero de Jesús... En la Palabra de Dios aparece permanentemente este dinamismo de "salida" que Dios quiere provocar en los creyentes... La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan... La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera (EG 19.20.24.21).

Leemos Mt 28,19-20. Puede ayudar la explicación sobre el mandato misionero, tal como lo recogen los cuatro evangelistas, ofrecida en RM 22-23.

La misión es siempre la misma, si bien hay que tener en cuenta que el mundo evoluciona; este hecho condiciona el modo en que se realiza la misión:

Si pretendemos poner todo en clave misionera, esto también vale para el modo de comunicar el mensaje. En el mundo de hoy, con la velocidad de las comunicaciones y la selección interesada de contenidos que realizan los medios, el mensaje que anunciamos corre más que nunca el riesgo de aparecer mutilado y reducido a algunos de sus aspectos secundarios (EG 34). Para combatir el riesgo de esa mutilación del mensaje del Evangelio, hay que concentrarse en lo esencial:

Cuando se asume un objetivo pastoral y un estilo misionero, que realmente llegue a todos sin excepciones ni exclusiones, el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario. La propuesta se simplifica, sin perder por ello profundidad y verdad, y así se vuelve más contundente y radiante (EG 35).

Leemos Evangelii nuntiandi [EN], 75, de san Pablo VI. "Conservemos la dulce y confortadora alegría de evangelizar" (EN 80).

III


Iniciando procesos (cf. EG 223) ¿Cómo renovar cada día la alegría del Evangelio y de la evangelización para una pastoral decididamente misionera?

1 Recuperando la primacía del anuncio de Cristo en la misión de la Iglesia: Quiero recordar ahora la tarea que nos apremia en cualquier época y lugar, porque no puede haber auténtica evangelización sin la proclamación explícita de que Jesús es el Señor, y sin que exista un primado de la proclamación de Jesucristo en cualquier actividad de evangelización (EG 110).

2 Recordando que la Iglesia es universal y su anuncio se dirige a todos los hombres y pueblos: Se trata del criterio de universalidad, propio de la dinámica del Evangelio, ya que el Padre desea que todos los hombres se salven y su plan de salvación consiste en "recapitular todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo" (Ef 1,10)... Su mandato de caridad abraza todas las dimensiones de la existencia, todas las personas, todos los ambientes de la convivencia y todos los pueblos (EG 181).

3 Constituyéndonos en un "estado permanente de misión" (EG 25): Los enormes y veloces cambios culturales requieren que prestemos una constante atención para intentar expresar las verdades de siempre en un lenguaje que permita advertir su permanente novedad (EG 41).

Nos ponemos en marcha: ¿Qué periferias reconocemos en nuestra actividad pastoral a las que es necesario llevar el anuncio del amor de Dios manifestado en Cristo? ¿Cómo podemos potenciar el anuncio de Cristo en las actividades pastorales ordinarias: en la catequesis, la homilía dominical, las celebraciones, los grupos parroquiales, la actividad caritativa, etc.? ¿Cómo insertar la importancia de la misión y la preocupación por la evangelización como un elemento de la pastoral ordinaria de niños, jóvenes y adultos?

IV

¿Cómo actuar para que haya animadores misioneros en las diversas pastorales, o un grupo de animación misionera?


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“En la medida en que podáis, y sin hacer demasiadas conjeturas, custodiad o redescubrid la inserción de las OMP en el seno del Pueblo de Dios, su inmanencia respecto a la trama de la vida real en que nacieron”.

2

“Mi sugerencia es encontrar el modo en el que la estructura esencial de las OMP siga unida a las prácticas de la oración y de la colecta de recursos para las misiones, algo valioso y apreciado, debido a su elementalidad y concreción”.

3

“Las OMP son –y así deben experimentarse– un instrumento de servicio a la misión de las Iglesias particulares, en el horizonte de la misión de la Iglesia, que abarca siempre todo el mundo”.

4

“El servicio llevado a cabo por las OMP, por su naturaleza, pone a los agentes en contacto con innumerables realidades, situaciones y acontecimientos que forman parte del gran flujo de la vida de la Iglesia en todos los continentes”.

5

“La gratitud ante los prodigios que realiza el Señor entre sus predilectos, los pobres y los pequeños [...], también os puede ayudar a sustraeros de las insidias de los replegamientos autorreferenciales y a salir de vosotros mismos en el seguimiento a Jesús”.

6

“Con referencia a la colecta de recursos para ayudar a la misión, ya [...] llamé la atención sobre el riesgo de transformar las OMP en una ONG dedicada solo a la recaudación y a la asignación de fondos”.

7

“Con respecto al uso de las donaciones recibidas, discernid siempre con un apropiado sensus Ecclesiae la distribución de los fondos, para sostener las estructuras y los proyectos que, de distintos modos, realizan la misión apostólica y el anuncio del Evangelio en las distintas partes del mundo”.

8

“Por lo que respecta a los pobres, no os olvidéis de ellos tampoco vosotros. [...] La predilección por los pobres y los pequeños es parte de la misión de anunciar el Evangelio, que está desde el principio”.

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“Las OMP, con su red difundida por todo el mundo, reflejan la rica variedad del «pueblo con muchos rostros» reunido por la gracia de Cristo, con su fervor misionero".

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“Las OMP no son en la Iglesia un ente independiente, suspendido en el vacío. Dentro de su especificidad, que conviene cultivar y renovar siempre, está el vínculo especial que las une al Obispo de la Iglesia de Roma, que preside en la caridad”.

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Ante los dramáticos efectos de la pandemia en las Iglesias jóvenes y en sus pueblos, ya tan heridos, el papa Francisco habilitó en abril un recurso de carácter extraordinario: un Fondo de Emergencia Covid-19 de OMP, al que los católicos pudieran ofrecer aportaciones con ese destino. La generosa respuesta en forma de donativos no se hizo esperar. Estos son algunos ejemplos de solicitudes remitidas desde territorios de misión al presidente de las OMP, Mons. Giampietro Dal Toso, pidiendo ayudas. En el fondo de ellas, historias tan conmovedoras como la que relata el cardenal español arzobispo de Rabat y que complementamos con fragmentos de otras cartas.

1

E

stimado Monseñor: tengo el honor, pero también la necesidad, de presentarle una petición de ayuda con cargo al Fondo de Emergencia Covid-19, con la esperanza de poder vivir, también en este caso, la solidaridad dentro de la Iglesia universal. Paso a exponerle de qué se trata. La ayuda tendría como beneficiario el monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe de las monjas clarisas, en Casablanca, que han perdido todos sus ingresos. Estas hermanas subsisten difícilmente a partir de la producción de hostias para la eucaristía y de productos alimenticios (tortillas mejicanas, aperitivos, galletas, mermelada, etc.) que se comercializan en restaurantes. Con la llegada del Covid-19 y el consiguiente confinamiento, han tenido que dejar de fabricar tanto las hostias (no hay eucaristías con pueblo, no hay comuniones), como los productos alimenticios (bares y restaurantes están cerrados). Se han quedado, pues, sin su principal y casi único recurso de vida. Por otro lado, tienen que seguir haciendo frente al sueldo de una persona (vigilantemantenimiento-portero-jardinero) y a los gastos generales (agua, electricidad, teléfono) y de manutención (alimentación, Foto: Blanca Ruiz / ACI Prensa salud). Pido para estas hermanas una ayuda equivalente a sus ingresos de tres meses (marzoabril-mayo), que se utilizará para pago de un salario,

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gastos de comida y medicinas de la comunidad y gastos generales. Quiero resaltar que he pedido a todos los sacerdotes y comunidades religiosas de las diócesis de Rabat y Tánger participar generosamente en este Fondo de Emergencia. Fruto de esta campaña ha sido el envío conjunto de ambas diócesis de 13.000 euros, que supongo que habrán llegado ya hace días. A este Fondo las hermanas clarisas también han contribuido desde su extrema pobreza con la cantidad de 30 euros, entregando lo poco, pero todo lo que habían recaudado por venta de hostias en marzo. Es justo y necesario, además de evangélico, que reciban el céntuplo. Nosotros podíamos haber desviado directamente la cantidad necesaria para venir al encuentro de sus necesidades, pero preferimos enviar todo lo recaudado y ahora hacer este pedido. A la espera de una acogida positiva, me encomiendo a su oración y le prometo la mía. Afectísimo en Cristo, Card. CRISTÓBAL LÓPEZ ROMERO, SDB, arzobispo de Rabat (Marruecos)

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L

a cuarentena ha provocado situaciones de afectación alimentaria y económica. Nuestro vicariato está pasando por un déficit económico para el sostenimiento de los sacerdotes, los empleados y la obra de los niños, que es el Hogar Mónica, donde tenemos cinco (de 35) niños albergados por el momento de la pandemia. Hemos podido responder a marzo y abril, pero para los meses venideros no tenemos entradas.

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L

os fondos solicitados cubrirán la sensibilización para ayudar a romper el ciclo de ignorancia sobre la enfermedad; permitirán ofrecer materiales de higiene para prevención y control de infecciones en nuestras parroquias, y equipos de temperatura para evaluar al personal y visitantes de casas parroquiales y oficinas diocesanas; contribuirán al suministro de alimentos y asistencia médica para sacerdotes y religiosos; ayudarán a los más necesitados de nuestras comunidades... Mi sincera gratitud al Santo Padre, a las OMP en Roma y a todos los benefactores por este servicio a la humanidad. Mons. HENRY ARUNA, obispo de Kenema (Sierra Leona)

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L

a pandemia ha ocasionado un estado de emergencia sanitaria de tres meses y el cierre de Liberia. Esto ha ralentizado y, en algunos casos, golpeado negativamente a los programas pastorales, sociales y administrativos de la diócesis. Por eso, solicito ayuda para el “grupo de trabajo Covid-19” de quince parroquias, para adquirir termómetros y megáfonos destinados a prevención y concienciación; soporte en medios de vida para agentes pastorales; y apoyo a la oficina y residencia episcopal para fines administrativos, pastorales y de subsistencia. Mons. ANDREW J. KARNLEY, obispo de Cape Palmas (Liberia)

Mons. CARLOS ALBERTO CORREA MARTÍNEZ, vicario apostólico de Guapi (Colombia)

Si quieres colaborar con el Domund (o hacer aún una aportación al Fondo de Emergencia Covid-119), entra en www.omp.es y pincha en "Haz un donativo", o llama al 91 590 27 80.

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Desde que Jesús envió a sus discípulos para ser sus testigos hasta el confín de la tierra, la historia de la Iglesia se ha ido entretejiendo con miles de envíos de misioneros. A través de ellos, la Iglesia puede presentar la Buena Noticia en todo el mundo y estar con los que más sufren. Esta cadena sigue abierta hoy, y todos estamos llamados a unirnos a ella con nuestra oración, entrega personal y donativo.

A

lfonso Tapia es un sacerdote diocesano de Burgos, misionero en San Ramón, Perú, desde el año 2000. Después de una experiencia misionera de verano cuando era joven, quedó impactado de la entrega de un misionero vasco. Tras meditar un texto de Isaías, sintió que Dios quería que fuera sacerdote, y misionero, y en Perú.

“Cuando llegué aquí, el contexto era muy diferente al de mi diócesis de origen. Para que os hagáis una idea, en Burgos había 800 sacerdotes para 300.000 personas, y aquí éramos 22 para medio millón de habitantes. Además, nuestro vicariato es ocho veces más grande en extensión. Esto es como una cama muy grande, y la manta es muy pequeña: si tiras de aquí, se destapa de allá. Precisamente por eso, San Ramón es un vicariato: es una diócesis que todavía está en pañales. Aunque los primeros misioneros franciscanos lle24

garon hace 400 años, la Iglesia como tal está muy pobremente estructurada y asentada. Hay muchas comunidades a las que llega el sacerdote una vez al año; otros no saben lo que es un sacerdote. Es, por lo tanto, un territorio de misión. Como la mayoría de la población está dispersa, nuestro trabajo no es solo convocar a que la gente venga. Hay un trabajo misionero de salir a las comunidades. Todo eso que el Papa nos está diciendo es lo que estamos intentando vivir desde hace años. Una de las cosas que encontramos en nuestro trabajo pastoral es el sufrimiento, causado por situaciones de grave injusticia. Frente a ellas, preguntando al Señor por qué esta gente sufre tanto, le digo: «Señor, ¿no puedes hacer algo por ellos?». Su respuesta es siempre la misma: «Te hice a ti». Yo soy la respuesta de Dios para estas personas. Hace 30 años lo dije, y cada día lo repito: «Aquí estoy, envíame»”.


J

uan Pablo Trenor y María Martínez son un matrimonio del Camino Neocatecumenal que vivía en Valencia. Él, publicista, y ella, fisioterapeuta, sintieron que Dios les llamaba a entregarle la vida por completo, y lo dejaron todo para ponerse a disposición de la Iglesia. Enviados a Tanzania, viven allí con sus cinco hijos como familia en misión, contentos de haber apostado todo por el Señor.

“En octubre de 2014 llegamos a Arusha (Tanzania), con nuestros hijos –la cuarta, con

dos meses–. Vemos que el Evangelio en esta cultura aporta una serie de cosas imprescindibles para el ser humano, comenzando por el valor de la persona, venga del contexto que venga. Hay situaciones en las que la pobreza es devastadora, y la gente no se ve a sí misma con ese valor como persona. Lo primero que hace el Evangelio es decirte que Dios te quiere como eres, en tu situación, en tu pobreza... Tú tienes valor porque eres hijo de Dios. Esta noticia hace que cambie la vida de quienes antes no tenían valor para nadie; esto les confiere una verdadera dignidad. Otra cosa que también aporta el Evangelio es el sentido de la gratuidad. Ayuda a no vivir la religión con el estrés y moralismo de que yo tengo que sacrificar algo para que Dios me favorezca. Saber que Dios te quiere tal y como eres, sin que te esfuerces. También el Evangelio ayuda a entender nuestra propia historia. La gente está muy frustrada por lo que ha vivido. En el Evangelio se nos dice que Dios nos quiere y que ha estado allí desde el minuto uno. Eso transforma la vida de las personas, sobre todo la de los jóvenes”.

P

ablo Seco es sacerdote diocesano en Wakayama, Japón. Con el IEME (Instituto Español de Misiones Extranjeras), llegó a aquel país en 2002. Allí sirve a una Iglesia en minoría, que no busca "competir" con nadie, sino anunciar a la persona de Cristo.

“Japón es diferente en muchos aspectos. Es diferente en la apariencia y en lo que no se ve. El sustrato filosófico no es griego; a la hora de razonar no se mueven con las categorías de abstracción, la lógica y el pensamiento que tenemos nosotros. La moral no tiene sustrato cristiano. Todo eso hace interesante y a la vez complicado el acercamiento a la cultura. Supone muchos retos, y te invita y fuerza a plantearte la misión y tarea evangelizadora desde otra perspectiva. Lo que uno tiene que plantearse es: «¿Qué quiero trasmitir, qué he venido a comunicar a Japón?». Entonces, el Evangelio se vuelve sencillo y directo. No trae una moral; ellos ya tienen la suya, y les va bien. Tampoco trae una filosofía; ellos tienen una filosofía milenaria. El cristianismo viene a traer una persona, y esa persona es Jesús. Y eso solo lo trae el cristianismo. Ahí empieza una tarea de evangelización muy interesante. No venimos a competir con el budismo ni las tradiciones asiáticas. Nosotros queremos presentarles a Jesús, porque Jesús es especial, único, es alguien digno de ser conocido. Los misioneros nos planteamos que todas las personas tenemos el derecho de conocer a Jesús, y hay que darles la oportunidad de conocerlo. Si nadie les anuncia el Evangelio es difícil que lo puedan llegar a conocer”. 25


Monición de entrada “Aquí estoy, envíame”, respondió el profeta Isaías. La experiencia del profeta, con sensibilidad hacia el pobre, el necesitado y el hambre de justicia en el mundo, nos ilumina en esta celebración para traer ante el Señor a toda la humanidad, con sus logros y deficiencias, con sus posibilidades y necesidades. En este día en que celebramos la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund, oramos para que cundan las respuestas positivas a la pregunta que Dios nos hace: “¿A quién enviaré?”. Estamos invitados a dar un paso adelante en nuestra entrega de fe, de caridad y de vivencia de los valores del Evangelio, siendo testigos y anunciando lo que realmente es importante y compromete nuestras vidas.

Sugerencias para la homilía La pregunta “¿A quién enviaré?” viene del corazón de Dios, de su misericordia que interpela tanto a la Iglesia como a la humanidad. En nuestro mundo intercomunicado no podemos aislarnos y tomar nuestras propias decisiones sin que influyan en los demás sectores sociales y religiosos. Tampoco podemos permanecer al margen de las decisiones que se toman, como si no fueran con nosotros. Hemos de conocer nuestro mundo y su funcionamiento para poder ser testigos del Señor. Es Cristo quien saca a la Iglesia de sí misma. En la misión de anunciar el Evangelio, te mueves porque el Espíritu te empuja y te trae. No somos nosotros los que tomamos la iniciativa, sino que respondemos a la vocación que Dios nos ha dado, a la llamada que nos ha hecho. Desde esa respuesta, nuestras actitudes, nuestros gestos, nuestra predicación y caridad son el fruto de la fuerza del Espíritu Santo. Nadie está excluido del amor de Dios. El mensaje de Jesús de ir por el mundo entero implica a toda la humanidad, nos abre a todas las culturas y a todas las dinámicas de vida evangélica. Todos tienen derecho a escuchar la Palabra de Dios, a ser invitados a participar de la vida divina. Y todo esto no en abstracto, sino en el hoy de la Iglesia y de la historia. Comprender lo que Dios nos está diciendo en estos tiempos de pandemia también se convierte en un desafío para la misión de la Iglesia. La enfermedad, el sufrimiento, el miedo, el aislamiento, la pobreza... nos interpelan.

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Oración de los fieles «El mensaje de Jesús de ir por el mundo entero implica a toda la humanidad, nos abre a todas las culturas y a todas las dinámicas de vida evangélica».

Ante Dios, nuestro Padre, presentamos nuestra oración por todos los hombres y mujeres que peregrinamos en este mundo. A cada invocación respondemos: “Escúchanos, Señor”. Por el Santo Padre Francisco y por los obispos, para que animen y acompañen con paternal cercanía al Pueblo de Dios, y este pueda vivir su fe y su compromiso cristiano a través de comunidades vivas y misioneras. Oremos. Para que el trabajo evangelizador de los misioneros y misioneras lleve el amor y la esperanza a los pueblos a los que sirven, y testimonien el amor de Dios que habita en sus corazones. Oremos. Para que los niños y jóvenes abran su corazón a la llamada que Dios les hace, sean generosos en responder y surjan las vocaciones misioneras que necesitan la Iglesia y el mundo de hoy. Oremos. Para que los adultos, ancianos y enfermos que en nuestras comunidades han asumido su compromiso misionero tengan siempre presentes en sus oraciones y sacrificios a los pueblos que aún no han recibido el Evangelio de Cristo. Oremos. Por todos los ministros de la Buena Noticia que son perseguidos a causa de su fe en el nombre de Jesús, los que viven en contextos de conflicto y violencia, para que esa fe sea su fortaleza. Oremos. Por todos los que participamos en esta eucaristía, para que la invitación a salir de nosotros mismos por amor de Dios y del prójimo se presente como una oportunidad para compartir, servir e interceder por quienes lo necesitan. Oremos. Tú que enviaste a Jesucristo para evangelizar a los pobres, proclamar a los cautivos la libertad y anunciar el tiempo de gracia, fortalece a tu Iglesia, de modo que su anuncio abarque a todos los hombres y mujeres de toda lengua y nación. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Ofertorio Celebrar el Domund, la Jornada Mundial de las Misiones, significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia. Lo expresamos con estas ofrendas que presentamos junto al pan y el vino. [Se llevan al altar tres símbolos de dichos modos de cooperar; p. ej., un rosario misionero, una Biblia y una hucha del Domund].

Monición a la colecta La caridad que vamos a expresar en la colecta de hoy tiene como objetivo apoyar la tarea misionera realizada en nombre del Papa por las Obras Misionales Pontificias, para hacer frente a las necesidades espirituales y materiales de los pueblos y las Iglesias del mundo entero, y para la salvación de todos.

Ramón Delgado Lacalle Delegado Diocesano de Misiones y Director Diocesano de OMP de Burgos

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Los tres momentos de la celebración pueden remarcarse con tres rótulos. Cerca del altar estará el cartel del Domund; a los participantes se les dará la oración de la Jornada. Todo se prepara dignamente para la exposición del Santísimo. Puede haber cantos, así como música suave para los silencios. Se hace la procesión de entrada con el Santísimo, que el sacerdote deja expuesto sobre el altar. Tras su saludo a la asamblea, empieza el monitor.

MONITOR Queridos hermanos, al acercarnos al Domund, nos reunimos en torno a Jesús Sacramentado para tener con Él un diálogo, a la vez íntimo y en comunidad. Queremos escuchar la llamada a la misión que Él nos dirige a cada uno, y responderle de corazón. [Breve silencio].

LECTOR [Lectura de Is 6,8. Breve silencio]. MONITOR El Señor nos regala su vida abundante y, a través de nosotros, quiere seguir regalándosela a los demás. Él nos invita a compartir sus dones mediante nuestra participación en la misión de la Iglesia. ¿Puede contar con nosotros?

1. “¿A quién enviaré?” MONITOR Vamos a fijarnos en tres símbolos que Jesús utiliza. El primero es el agua... [Se deja cerca del altar un recipiente transparente con agua].

SACERDOTE [Lectura de Jn 4,10-14. Breve silencio]. LECTOR Dice el papa Francisco: “La vida que Jesús nos regala es una historia de amor, una historia de vida que quiere mezclarse con la nuestra y echar raíces en la tierra de cada uno... Esta vocación misionera tiene que ver con nuestro servicio a los demás. Porque nuestra vida en la tierra alcanza su plenitud cuando se convierte en ofrenda” (Christus vivit, 252.254). [Se deja un tiempo de oración personal, y se invita a que algunas personas puedan hacer suya, en voz alta, la petición de la samaritana: “Señor, dame esa agua”].

SACERDOTE Señor Jesús, haz de nosotros cauces para que tu agua llegue a un mundo sediento de Ti y de tu vida en abundancia. Amén.

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2. “Aquí estoy” «La vocación misionera tiene que ver con nuestro servicio a los demás. Porque nuestra vida alcanza su plenitud cuando se convierte en ofrenda».

MONITOR El segundo símbolo es la sal, que da sabor y “alegría” a la comida, siempre que no deje de ser lo que es... [Se pone junto al altar otro recipiente transparente con sal].

SACERDOTE [Lectura de Mt 5,13. Breve silencio]. LECTOR Dice el papa Francisco: “Cuando el Señor piensa en cada uno, en lo que desearía regalarle, piensa en él como su amigo personal. Y si tiene planeado regalarte una gracia, un carisma que te hará vivir tu vida a pleno y transformarte en una persona útil para los demás..., será seguramente algo que te alegrará en lo más íntimo y te entusiasmará más que ninguna otra cosa en este mundo... Será justo a tu medida, a la medida de tu vida entera” (ChV 288). [Se deja otro tiempo para rezar en silencio, invitando a que, quienes lo deseen, puedan formular en alto una breve oración espontánea].

SACERDOTE Padre, renueva y fortalece nuestra confianza en Ti, para que podamos dar “buen sabor” al mundo con la sal del Evangelio. Te lo pedimos juntos, con la oración que tu Hijo Jesús nos enseñó. [Todos rezan el padrenuestro].

3. “Envíame” MONITOR Un tercer símbolo que emplea Jesús es la luz... [Se deja ante el altar una vela encendida].

SACERDOTE [Lectura de Mt 5,14-16. Breve silencio]. LECTOR Dice el papa Francisco: “¿Adónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envía a todos... Y nos invita a ir sin miedo con el anuncio misionero, allí donde nos encontremos y con quien estemos... Así es como el Señor se va acercando a todos” (ChV 177). [Vuelve a dejarse tiempo para la oración personal, en el que puede escucharse o cantarse alguna canción misionera, como “Alma misionera” o “Sois la semilla”].

SACERDOTE Señor, te pedimos por todos los misioneros y misioneras, y por nosotros, para que, como ellos, llevemos tu luz a quienes no te conocen. Aviva nuestro corazón con el fuego de tu Espíritu Santo, de modo que en este Domund no falten nuestra oración ni nuestra caridad, y la Iglesia pueda seguir haciéndote presente en todo el mundo. Amén. El sacerdote invita a rezar juntos la oración del Domund, con una invocación final a María, Reina de las Misiones. Luego imparte la bendición con el Santísimo y, por último, procede a la reserva.

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E

l cuatrienio “Con Jesús Niño a la misión” cruza el ecuador y entra en su tercer año, que nos lleva a Nazaret. Y, una vez más, Infancia Misionera, en su proceso de permanente animación misionera de los niños, inicia el curso con la mirada puesta en el Domund. En esta ocasión, para explicar a los más pequeños el lema “Aquí estoy, envíame”, contamos nada menos que con san Juan Pablo II. Fue con motivo del 160 aniversario de esta Obra Pontificia cuando el entonces Papa dirigió a los niños estas palabras (mantenemos la diferente traducción del texto de Isaías):

“Hoy renováis vuestro compromiso al servicio de las misiones, reflexionando sobre las palabras del profeta Isaías: «Heme aquí, envíame» (Is 6,8). En vuestro corazón y en vuestros labios Dios pone tan solo dos palabras, que en la Biblia son muy importantes: «Heme aquí». Las pronunció el Hijo de Dios cuando vino al mundo, y toda su vida consistió en responder prontamente «Heme aquí» al Padre celestial. «Heme aquí» fue la respuesta de la Virgen María al ángel que le llevó el anuncio de Dios. Con esas palabras, la Virgen aceptó dócilmente la misión de convertirse en Madre de Jesús y, por tanto, en Madre de la Iglesia. También vosotros, queridos pequeños misioneros, debéis aprender a responder «Heme aquí», invocando la ayuda de Jesús y de María. Si vuestra adhesión a la voluntad divina es generosa, podréis experimentar la alegría que sintieron numerosos santos y santas misioneros, que a lo largo de los siglos gastaron su vida por el Evangelio. Es hermoso considerar la Obra Pontificia de la Infancia Misionera como un inmenso coro, formado por niños de todo el mundo, que cantan juntos su «Heme aquí» a Dios con su oración, con su entusiasmo y con su compromiso concreto. Y esto desde hace 160 años, desde que el Espíritu Santo suscitó vuestra Obra, sugiriendo a monseñor Charles de Forbin-Janson, obispo de Nancy, en Francia, que se dirigiera precisamente a los muchachos para pedirles que ayudaran a los niños de China. [...] Que la Virgen os ayude a decir a Dios: «Heme aquí, envíame»” (Discurso, 14-6-2003).

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Solo unos meses antes, y también con motivo de ese aniversario, el mismo san Juan Pablo II había ofrecido a los niños un ejemplo de “santos y santas misioneros” muy cercano a ellos. Fue al recordarles que, gracias a la Infancia Misionera,

“[...] a lo largo de los años ha nacido en numerosos muchachos y muchachas la vocación a la consagración total a la evangelización. ¡Cómo no recordar a la pequeña Teresa de Lisieux que, a los 7 años, el 12 de mayo de 1882, se inscribió en la Obra de la Santa Infancia, y a los 14 ya había decidido entregarse a Jesús por la salvación del mundo! Esta fecundidad espiritual no se ha extinguido hoy. Oremos para que un número cada vez mayor de niños ponga a disposición del Evangelio no solo una etapa de su vida, sino toda su existencia. Pidamos también a Dios que se extienda por doquier la acción benéfica de la Infancia Misionera” (Mensaje, 6-1-2003). Un “Aquí estoy, envíame” como el de Teresa es el que están llamados a decir en su corazón nuestros niños y niñas. Pero esa respuesta no nace desencarnada, “en abstracto”, y por eso debemos cuidar tanto el modo, el “ámbito”, en que acogemos a nuestros pequeños. Algo que comienza, naturalmente, por la familia, como planteaba también san Juan Pablo II en Redemptoris missio, 79-80, apoyándose en la misma cita de Is 6,8. «Queridos pequeños En efecto, los misioneros y misioneras surgen en un ambiente concreto, en uno de los muchos posibles, pero siempre con la característica común de haber misioneros, debéis sido fecundado por la Palabra de Dios y la vivencia del amor. Es justamente esaprender a responder to lo que los chicos van a descubrir en el comienzo de este tercer año del cua"Heme aquí", trienio, que tiene como escenario central Nazaret, donde se desarrolló la educainvocando la ayuda de ción judía de Jesús. El camino seguirá a lo largo del curso, con una palabra clave, crecimiento (cf. Jesús y de María». Lc 2,40.52), que nos sitúa ante la condición y conciencia humana de Jesús, Hijo de Dios, en su misterio (cf. NMI 24). En este contexto, Romano Guardini nos ofrece una importante pista de comprensión para situarnos ante nuestros niños, también en lo que respecta a la animación misionera:

“La infancia tiene su sentido propio, el del crecimiento, que presupone de suyo un entorno que lo haga posible y lo favorezca, y que en esta actitud gane él mismo valores que de otro modo no podría adquirir. La infancia tiene, por tanto, sentido por sí misma, pero también existe con vistas a la vida posterior. En efecto, el adulto se nutre de lo que ha vivido y de la forma de ser que ha adquirido en su niñez, y su naturaleza propia muestra carencias y deformidades cuando su infancia no alcanzó su plenitud propia” (“Del envejecer”, en Las etapas de la vida [Palabra, Madrid 42002] 148). A lo largo de este curso, Infancia Misionera seguirá avanzando por la humilde profundidad de la sencillez, de la cotidianidad, de la obediencia... Jesús Niño convierte en extraordinarios los hechos y situaciones más “normales”, llenándolos de esa luz que solo se puede expresar con un elocuente silencio (cf. Jn 21,25). Es la vida oculta de Jesús; la asombrosa realidad de que el infinito Dios haya querido caber en nuestra pequeña vida corriente, en la pequeña vida de los niños, haciendo de ellos, como lo fue Él primero en Nazaret, misioneros “de la puerta de al lado” (cf. GE 6-9).

Rafael Santos

Director de “Illuminare”

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Al no poder celebrarse, a causa de la pandemia, la Asamblea anual de las OMP en Roma, el papa Francisco ha querido enviar a sus Obras un importante Mensaje (21-5-2020; véase www.vatican.va). Recogemos algunas de las reflexiones que, a propósito de él y en el marco de una entrevista, hizo el director nacional de OMP en España, P. José María Calderón.

E

l Mensaje del Santo Padre a OMP significa una cosa fundamental: nosotros no estamos trabajando en una institución benéfica, estamos trabajando en la Iglesia. El Papa no nos escribe como a alguien ajeno a quien se quiere acercar, sino que está escribiendo a parte de la Iglesia, a quien quiere decir lo que debemos hacer en su nombre, porque estas son Obras Misionales Pontificias.

Diócesis que miren "hacia fuera" Además de al Papa y a la Santa Sede, las OMP, como organismo que tiene la Iglesia para el cuidado de las jóvenes Iglesias, están vinculadas a las diócesis, a los obispos. Nosotros estamos aquí para servir a la Iglesia diocesana en la animación misionera, para dar talante universal a cada Iglesia particular, para que –como el Santo Padre dice continuamente– perdamos la autorreferencialidad: una Iglesia particular que se encierra en sí misma se muere. OMP está para recordar que la Iglesia es la Iglesia entera universal, católica. Lo que yo haga no es indiferente para lo que está ocurriendo hoy entre los cristianos en Filipinas o en Camboya. No lo es, porque somos un so-

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lo cuerpo, una familia, estamos todos unidos. La Iglesia tiene que tener una visión universal, no puede ser corta de miras. Si una madre se olvidara de un hijo, no sería buena madre; si la Iglesia se olvida de sus hijos que están en malas situaciones o son pobres o están muy lejos, no es buena madre. Por tanto, OMP –el Papa lo pide, lo exige, pero está dentro de nuestro ser– tiene una convicción profunda: todos son mis hermanos, y tengo que tener los ojos abiertos a todos para no encerrarme en mí mismo y para ponerme al servicio de la Iglesia con los talentos que Dios me da. Justamente las OMP en las diócesis tienen que estar continuamente recordando a los cristianos que viven en cualquier parte que la Iglesia no son ellos solos. Las OMP aportan la visión universal, nos hacen descubrir que el cristianismo está extendido por todo el mundo, y que, por donde no lo está, debería estar. Esto debería abrirnos el apetito de transmitir a Cristo, porque eso es el fundamento de todo: transmitir a Cristo, su vida, su salvación, a cada hombre, a cada mujer, sin despreciar ni minusvalorar a nadie por cuestiones económicas, sociales, de salud... Todos son hijos de Dios, todos están llamados a conocer y amar a Cristo.


Si falta fe, no hay espíritu misionero Oímos continuamente que las crisis que estamos teniendo son de fe. ¿Por qué no hay ese espíritu misionero? Porque falta fe, porque falta la convicción profunda de que Cristo es el Salvador, el Redentor. Si yo no tengo ese convencimiento claro de que Cristo es Alguien para mí, que ha venido a redimirme, a salvarme, a hacerme uno con Dios, ¿por qué tengo yo que transmitir a nadie? Las OMP nos están recordando la fe. No es tarea nuestra construir pozos, puentes, hospitales y colegios, Las OMP aportan aunque lo hacemos. Lo nuestro la visión universal. es proponer a Cristo, y eso es mantener la Iglesia, y eso es El fundamento mantener y transmitir la fe; y de todo es transmitir cuando proponemos a Cristo, a Cristo, su vida, como quienes nos encontramos al otro lado son personas que nesu salvación. cesitan de salud, educación, formación, les transmitimos lo que tenemos y somos; también todo eso, porque podemos, gracias a Dios, ayudarles a vivir con la dignidad a la que están llamados por Él. OMP no es una organización no gubernamental para el desarrollo, una ONGD. Estas solicitan ayudas, nosotros no; todo es de los fieles cristianos, todo es para los cristianos y con los cristianos. Yo diría que somos una “ONGDI”, una ONG de desarrollo integral, que también le gusta mucho al Papa. “Integral”, porque lo que más nos preocupa es la persona, y la persona es alma y cuerpo, y nos preocupa su salvación.

Oración y búsqueda de recursos Dios quiere las cosas humanas también como medio de su providencia. Por eso, tenemos que poner todo el esfuerzo que podamos por sacar adelante esta obra maravillosa, que no es la obra de la Iglesia: es la obra de Dios, es la obra de la evangelización, el cumplimiento pascual: “Id al mundo entero y predicad el Evangelio”. Nosotros lo que tenemos que hacer es mover el corazón a la fe. Yo no te pido dinero para que me saques las castañas del

fuego: yo te estoy haciendo consciente de que eres cristiano y de que, como cristiano, tú tienes una responsabilidad sobre toda la Iglesia. No es un deber, no es un favor que me estás haciendo, no es una humillación para mí solicitarte la ayuda. ¿Por qué? Porque no es fruto de tu generosidad: es el fruto de la convicción de que tú eres hijo de Dios y formas parte de la Iglesia. Lo que dice el Papa es que va unida la oración a la caridad, la caridad a la oración. En la medida en que yo sea mejor cristiano, más generoso soy; en la medida en que esté más unido a Jesucristo, nuestro Señor, más sentiré su palpitar por llevarle a los demás, y ya no me importará tanto el cómo estoy yo, sino el mirar a los otros.

Esto es lo bonito, lo impresionante de las OMP y de la Iglesia en general. Yo no quiero venderte nada para que tú me des dinero; lo que quiero es que tú seas consciente de que Dios te ama, de que Dios te ha hecho familia de todos, y que, con ese amor que Dios te ha dado, tú seas consciente de que la Iglesia es tuya, de que eres parte de la Iglesia. No puedo sentirme ajeno a la Iglesia; eso es fruto de la fe. De ahí surge la generosidad de cada uno; también la material, evidentemente. También lo dice el Papa: “gratitud y gratuidad”.

José María Calderón

Director Nacional de OMP

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APORTACIÓN ECONÓMICA DE LAS DIÓCESIS A

PROPAGACIÓN DE LA FE Los donativos para la Obra de la Propagación de la Fe se reciben en las parroquias y comunidades cristianas, y llegan, a través de las Direcciones Diocesanas, a la Dirección Nacional de OMP. Desde allí, este dinero se envía, por medio de las Nunciaturas Apostólicas de los países correspondientes, a los destinatarios que indica a España la Secretaría General de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe en Roma. Aparecen aquí, desglosadas por diócesis, las ofrendas recogidas en 2019 en el conjunto de España. Estas proceden, en buena medida, de la colecta de la Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND) celebrada el día 20 de octubre de 2019. También, del esfuerzo económico continuado que realizan muchos fieles, a través de cuotas periódicas domiciliadas. Otras aportaciones provienen de herencias y legados de personas que dejan sus bienes para ayudar a paliar las necesidades atendidas por la Iglesia en los territorios de misión.

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Recaudaciones

ejercicio

2019

DIÓCESIS

Euros

ANDALUCÍA

CASTILLA-LEÓN

MADRID

Almería ........................... 87.367,39 Cádiz-Ceuta ............. 97.813,65 Córdoba ....................... 496.768,09 Granada ........................374.492,84 Guadix-Baza ............... 19.190,07 Huelva ............................. 89.908,87 Jaén .............................. 127.624,52 Jerez ............................... 88.096,14 Málaga-Melilla ......... 260.830,65 Sevilla ......................... 1.309.983,37

Astorga ........................... 75.579,78 Ávila .................................. 93.805,59 Burgos .......................... 200.920,86 Ciudad Rodrigo ....... 11.519,38 León ................................142.724,08 Osma-Soria ..................36.983,30 Palencia ....................... 131.966,18 Salamanca ................. 115.180,18 Segovia ........................... 57.672,22 Valladolid ....................188.581,61 Zamora ............................ 58.772,55

Alcalá de Henares ........ 96.543,88 Getafe .................................. 161.379,80 Madrid .............................. 1.927.484,46 Arz. Castrense ............... 18.453,69

CATALUÑA

Calahorra-Logroño ........128.898,20

ARAGÓN Barbastro-Monzón ..... 34.724,07 Huesca ......................... 213.883,13 Jaca .............................. 20.416,28 Tarazona ..................... 19.570,06 Teruel-Albarracín ..... 34.372,60 Zaragoza ................... 235.532,77

ASTURIAS Oviedo ......................... 282.497,54

BALEARES Ibiza ................................. 13.674,26 Mallorca ..................... 177.559,19 Menorca ...................... 20.179,36

CANARIAS Canarias .................... 141.466,85 Tenerife ........................ 76.843,26

CANTABRIA Santander ................ 179.149,16

CASTILLA-LA MANCHA Albacete ...................... 182.291,98 Ciudad Real............... 167.884,99 Cuenca ....................... 107.773,46 Sigüenza-Guadalajara ...96.628,39 Toledo .......................... 182.023,13

Barcelona .................... 530.617,51 Girona ............................ 129.761,20 Lleida ................................22.242,25 S. Feliu de Llobregat ...63.263,07 Solsona .......................... 23.558,07 Tarragona ..................... 74.572,78 Terrassa .........................70.173,02 Tortosa ............................ 54.438,79 Urgel .................................26.849,37 Vic ..................................... 60.058,34

EUSKADI Bilbao ............................. 212.573,46 San Sebastián......... 198.999,43 Vitoria .............................247.874,92

EXTREMADURA Mérida-Badajoz ...... 173.271,12 Coria-Cáceres ............76.404,86 Plasencia ....................... 84.167,83

GALICIA Lugo .................................. 74.858,07 Mondoñedo-Ferrol ....43.855,96 Ourense ........................ 201.536,20 S. de Compostela ..... 345.562,61 Tui-Vigo ........................... 99.854,92

MURCIA Cartagena .......................... 648.920,63

NAVARRA Pamplona-Tudela ......... 751.869,64

LA RIOJA

VALENCIA Orihuela-Alicante .........233.319,30 Segorbe-Castellón ........ 86.844,31 Valencia .............................. 623.748,56

DIRECCIÓN NACIONAL ..................................................... 11.539,65 T O TA L G E N E R A L .......................................... 13.755.747,70


PROPAGACIÓN DE LA FE

DISTRIBUCIÓN DE LAS AYUDAS DE ESPAÑA

por continentes En la Asamblea General de las OMP celebrada en Roma del 27 de mayo al 1 de junio de 2019, la Secretaría General de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe asignó a España la siguiente distribución de las cantidades que había puesto a disposición del Santo Padre como contribución

al Fondo Universal de Solidaridad de dicha Obra. Tales cantidades provienen de la cooperación económica de los fieles durante el ejercicio de 2018, una vez deducido un pequeño porcentaje de gastos indispensables para gestionar y promover la colaboración ante estas necesidades. El envío

ÁFRICA Angola ........................ 1.054.240,08 Argelia ........................... 323.858,92 Benín ................................ 83.843,79 Botsuana ...................... 15.136,45 Burkina Faso .............. 48.325,31 Burundi .......................... 48.703,03 Cabo Verde .................. 11.406,83 Camerún ......................881.094,91 Chad ............................... 39.129,74 Costa de Marfil ........524.340,02 Egipto .............................. 44.929,45 Etiopía ............................. 27.270,50 Gabón ............................. 15.136,45 Gambia ........................... 16.477,21 Ghana ........................... 41.243,79 Guinea ............................. 18.866,07 Guinea Bissau ...........11.406,83 Guinea Ecuatorial ...11.406,83 Kenia ................................ 68.691,89 Lesoto ............................ 15.136,45 Liberia ........................... 199.989,50 Libia ................................ 15.806,83 Madagascar ................ 92.129,07 Malaui .............................. 11.406,83 Mali ................................... 18.866,07 Marruecos .................. 146.443,58 Mauritania .................... 11.406,83 Mozambique ........... 479.114,32 Níger ................................ 12.077,21 Nigeria ......................... 132.370,24 Rep. Centroafricana ... 81.254,93 Rep. del Congo ........... 49.536,45 Rep. D. del Congo.. 1.393.201,57 Ruanda ........................... 89.728,85 Sáhara Occidental.. 31.346,40 Senegal ....................... 212.270,06 Sierra Leona ...............11.406,83 Somalia ...................... 36.688,07 Suazilandia ................. 11.404,43

de estas ayudas contribuye a aliviar las grandes urgencias pastorales y sociales de las misiones: sostenimiento de misioneros y misioneras, construcción de iglesias, adquisición de vehículos para desplazamientos pastorales, formación y sostenimiento de catequistas, ayudas sociales...

ASIA Sudáfrica ...................... 33.784,55 Sudán ............................... 23.540,88 Tanzania ....................... 460.679,89 Togo .............................. 26.325,31 Uganda .......................... 63.621,51 Yibuti .......................... 37.385,74 Zambia ............................ 53.773,41 Zimbabue ...................... 26.325,31

TOTAL ..... 7.062.529,22 E

AMÉRICA Antillas ............................ 16.477,21 Bolivia ........................... 167.552,65 Brasil .............................. 7.952,02 Colombia ..................... 43.913,47 Ecuador ....................... 319.423,17 El Salvador .................. 61.389,18 EE. UU. ............................. 7.952,02 Guatemala ....................19.055,97 Honduras ...................... 11.681,64 México ........................ 15.411,26 Nicaragua .................... 19.898,48 Panamá .......................... 92.792,42 Paraguay ........................ 7.952,02 Perú ................................. 49.017,20 Rep. Dominicana ......14.197,02 Trinidad y Tobago ....576.027,11 Venezuela ......................11.406,83

TOTAL ...... 1.442.099,67 E

Bangladesh ................. 79.699,96 China ............................. 130.754,67 Corea ............................ 22.595,69 Georgia ........................ 28.399,26 India ............................... 855.902,54 Indonesia ...................... 82.269,61 Japón ............................... 18.866,07 Kazajistán .................... 15.136,45 Malasia ........................ 22.595,69 Mongolia .......................... 7.952,02 Myanmar ....................... 67.625,94 Nepal ............................... 11.406,83 Pakistán ....................... 37.655,76 Sri Lanka .................... 301.444,21 Tailandia ...................... 52.554,02 Timor ................................. 15.136,45 Vietnam ...................... 153.132,39

TOTAL ...... 1.903.127,56 E

OCEANÍA Islas Salomón .......... 15.136,45 Papúa N. Guinea ..... 20.206,83 Polin. Francesa ...........12.077,21

TOTAL ......... 47.420,49 E

EUROPA Malta ............................... 72.605,87

TOTAL ....... 72.605,87 E

T O TA L G E N E R A L : 1 0 . 5 2 7 . 7 8 2 , 8 1 E



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