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El pasado 13 de marzo se han cumplido diez años de la proclamación como Papa de Jorge Mario Bergoglio, un tiempo marcado, entre otros muchos aspectos, por el impulso misionero de su pontificado
Nigeria va a estrenar presidente Bola Tinubu, antiguo gobernador de Lagos, ha vencido en unos comicios marcados por la alta abstención y las acusaciones de fraude electoral
El 30 de abril la Obra de San Pedro Apóstol celebra la Jornada de Vocaciones Nativas, una ocasión especial para resaltar la multiculturalidad presente en cada vez más realidades eclesiales misioneras
7 TRIBUNA
Misión América, con el Papa
12 EL OBSERVADOR
BURUNDI - PAKISTÁN
ASIA - AMÉRICA LATINA
20 ASÍ VA EL MUNDO
SIRIA -MOZAMBIQUE
IRÁN - ECUADOR
36 ENTREVISTA
Rosario Vicente, hermana de la Caridad de Santa Ana
40 ANIMACIÓN MISIONERA
43 AYUDAMOS A... La Reunión
46 CULTURA
Otra "carta" a la querida Amazonía
54 MISIÓN VIVA
Paco González, misionero del IEME en Mozambique
56 MISIÓN VIVA
Daniel Perreault, misionero de Mariannhill en Canadá
La Jornada de Vocaciones Nativas, que se celebra el 30 de abril junto a la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, se presenta este año 2023 con una consigna con la que pretende espolear a todos aquellos jóvenes que han sentido la llamada de Dios al sacerdocio o a la vida consagrada, para que se muestren confiados, se dejen llenar de esperanza y den un paso definitivo. “Ponte en camino. No esperes más”, les anima e incita el lema de esta campaña, desde el convencimiento de que quien encuentra a Jesús descubre la senda de la fe en Él y en su reino de misericordia, justicia, libertad y amor. Lo aseguraba el propio Jesús: “Yo soy el camino”.
En los países de misión florece toda una primavera vocacional de seminaristas, novicios y novicias que han escuchado la llamada del Señor y están dispuestos a no quedarse parados, a recorrer el camino de conocer mejor a Jesús para fortalecer los vínculos de amistad, a dejarse guiar por Dios para llevar adelante esa peregrinación de la fe que los conduzca a proclamar la alegría de la Buena Nueva entre todos, entre los que más necesitan saber de ella. Son caminantes, con vocación a la vida sacerdotal y consagrada, dispuestos, como la Virgen María, a levantarse y partir sin demora;
para, como Abrahán, salir y contemplar las maravillas del Señor por tierras desconocidas; y, si es necesario, emprender el éxodo de la liberación del pueblo esclavo tras las huellas de Moisés.
Hay que tener en cuenta, efectivamente, que las necesidades son muchas. No hay que olvidar que
ras de la idiosincrasia y cultura de sus pueblos, hablantes de sus lenguas...– para ofrecer a sus propias gentes el Evangelio con las tonalidades y matices que lo hagan inteligible y atractivo a los suyos. No es, por otro lado, la única tarea a la que están llamadas. También están dispuestas a asumir el reto de
estas vocaciones que brotan en las jóvenes Iglesias de los territorios de misión van a desarrollar su labor pastoral en países donde la pobreza, el hambre, las carencias y la enfermedad campan a sus anchas, cuando no se ven sorprendidos y sacudidos por sangrientas guerras o violencias diversas. Se puede decir que son lugares con una acuciante necesidad de conocer el testimonio y la voz de un Evangelio que llene el corazón y la vida entera de sus gentes de la fuerza, la luz, el consuelo, el amor y la misericordia de Dios, de su clamor de justicia y libertad. De ahí la urgencia de que esta marcha vocacional se ponga en camino: “No esperes más”.
Y es que nadie mejor que estas vocaciones –nacidas en esas mismas tierras de misión, conocedo-
la labor evangelizadora en otras naciones distintas a las suyas. Una misión ad gentes que realizan, además, con el equipaje más idóneo para esta tarea: desde la pequeñez, la pobreza y el martirio.
En nuestros días, 83.000 seminaristas, novicios y novicias de los territorios de misión se están formando en los centros que sostiene la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol. Son jóvenes que no han esperado más y se han puesto en camino para, no sin pocos sacrificios, llevar a buen puerto una formación que les conducirá un día a proclamar, como sacerdotes, religiosos y religiosas, la alegría del Evangelio. No permitamos que, por egoísmo o desinterés nuestro, su caminar quede truncado por falta de medios económicos.
En los países de misión florece toda una primavera vocacional de hombres y mujeres que han escuchado la llamada del Señor.
Arzobispo de Mérida-Badajoz
Nuestra misión como cristianos es compartir, aliviar, hacer todo lo posible para que la miseria material, física y desigualdades injustas desaparezcan de la humanidad, pero como un camino para llevar a Dios este mundo, que es suyo y que nunca podrá encontrar la verdadera felicidad si Dios desaparece de su vista.
Misionera del Santísimo Sacramento y María Inmaculada, 11 años en Filipinas
En la misión ad gentes te das cuenta de que lo más importante es acompañar la vida del día a día de tu comunidad, de quienes te rodean. No es tanto el hacer grandes proyectos, el trabajar aquí y allá, sino el acompañar minuto a minuto lo que se va viviendo.
Mi corazón es misionero, pero mi cuerpo no me ha ayudado a vivir esta vocación en el "campo de batalla". Este es el motivo por el que cada vez me uno más a santa Teresita del Niño Jesús, mi Patrona.
Yo les he dado todo, pero ellos me han dado más. Yo les he llevado el Evangelio y en sus personas he descubierto el verdadero rostro de Jesús.
Misionero guipuzcoano en Japón, recientemente fallecido
Nunca me he sentido más misionero que mis condiscípulos de San Sebastián, que han trabajado en Euskadi o en otras tierras de misión, pero tampoco me he sentido menos diocesano que ellos. Esta espiritualidad diocesana la he intentado vivir siempre con los sacerdotes diocesanos con quienes he trabajado.
Pedro Luis Rojas Cambelo
Sacerdote de la Sociedad de Misiones Africanas en Benín
Hermana de la Compañía del Corazón de Jesús en Perú
Mi trabajo es una gota de agua en un inmenso océano, pero, si yo no pusiera mi gota..., ¡faltaría en el océano!”. Así explicaba cómo entendía su trabajo con los más pobres de entre los pobres santa Teresa de Calcuta: simplemente, ¡una gota de agua!
El papa Francisco, el 11 de marzo, refiriéndose al trabajo que realiza una ONG española, dijo algo parecido: “Que Jesús los bendiga. Gracias, en serio, por lo que hacen. Ustedes dirán: «Es poquita cosa, es muy doméstico». Las cosas chiquitas, las cosas domésticas son las que más perseveran, pero a veces las cosas grandiosas no duran”.
Francisco dijo estas palabras en una audiencia privada en la que recibió a varios obispos de la Comisión Episcopal para las Misiones y Cooperación con las Iglesias, y a la Junta de Gobierno de la ONG Misión América. Esta pequeñísima organización ha cumplido 30 años. Como el Papa les dijo en este encuentro, les faltan tres años para llegar a la plenitud. No es una historia muy larga, pero es muy bonita.
Un grupo de personas, conscientes del trabajo inmenso que están realizando los sacerdotes españoles misioneros en Hispanoamérica, decidieron crear esta asociación para ayudarles en sus proyectos apostólicos. Estas personas estaban vinculadas de un modo u otro con la Comisión Episcopal para las Mi-
siones de la Conferencia Episcopal Española, y conocían muy bien la situación de estos sacerdotes, que partieron a ayudar en la evangelización de América desde las distintas diócesis españolas a través de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA).
Misión América actúa con la única ayuda de voluntarios genero-
cuentro en Roma: D. Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela y presidente de la Comisión; D. Cesar A. Franco, obispo de Segovia; y D. Rafael Zornoza, obispo de Cádiz y Ceuta. Estuvo invitada también la anterior presidenta de Misión América, Ana Álvarez de Lara, que en 2022 había recibido el primer Premio
sos que ponen todo su empeño en hacer presente a Cristo a través del trabajo de nuestros misioneros. De hecho, ya no se ocupan tan solo de los sacerdotes. Misión América intenta ayudar a todos los españoles que son misioneros en América. Incluso, a veces, a los que están en África o en Asia. Por eso, los obispos de la citada Comisión están empeñados en apoyar a esta ONG, que, aunque jurídicamente independiente de la Iglesia, es fruto de buenos cristianos que querían ser instrumentos para que la misión pueda seguir realizándose.
El Santo Padre dio las gracias a los que colaboran con esta institución, que se ha visto honrada con el acompañamiento de los obispos que forman parte de la Comisión Episcopal para las Misiones. Tres de ellos participaron en ese en-
Beato Paolo Manna, que otorgan las Obras Misionales Pontificias de España.
Esta oportunidad de ser recibidos por el Santo Padre es un bonito ejemplo de reconocimiento y de poner en valor el trabajo que nuestros misioneros están haciendo en aquel continente hermano; trabajo para llevar, afianzar, fortalecer y cuidar la fe de los hombres y mujeres que allí viven. Trabajo, sin duda, también, por ayudar a que todos puedan vivir con dignidad y con justicia y respeto. Agradecimiento, asimismo, por el trabajo, silencioso, pequeño, que los voluntarios, colaboradores y amigos de esta ONG están realizando para sacar adelante tantos proyectos como el Señor quiere hacer presentes entre nuestros hermanos de América.
Misión América intenta ayudar a todos los españoles que son misioneros en América, no exclusivamente a los sacerdotes.
El pasado 13 de marzo se han cumplido diez años de la proclamación como Papa de Jorge Mario Bergoglio. Un tiempo marcado por el "impulso misionero" de aquel joven novicio que quería ir al Japón y acabó en la Silla de Pedro.
No fue hasta el 23 de noviembre de 2019 cuando el papa Francisco pudo ver cumplido un profundo deseo de juventud. Aquel día llegaba a Japón de visita apostólica. “Algo tarde” –dijo con su habitual campechanería– a los obispos nipones que le daban la bienvenida; no en vano habían pasado nada menos que 56 años desde aquel viaje frustrado por una operación de pulmón que acabó con los anhelos de un joven novicio de la Compañía de Jesús que suspiraba por seguir, como misionero, los pasos de otros insignes jesuitas rumbo al Lejano Oriente.
“No sé si sabrán –dijo a los pastores del pequeño rebaño cristiano en el país del sol naciente–, pero desde joven sentía simpatía y cariño por estas tierras. Han pasa-
do muchos años de aquel impulso misionero cuya realización se hizo esperar. Hoy, el Señor me regala la oportunidad de estar entre ustedes como peregrino misionero tras los pasos de grandes testigos de la fe. Se cumplen 470 años de la llegada de san Francisco Javier al Japón, quien marcó el comienzo de la difusión del cristianismo en esta tierra”.
Aquel impulso misionero, sin embargo, no le ha abandonado con el paso de los años; forma parte consustancial de su personalidad –al igual que lo es del propio cristianismo– y es fácilmente rastreable a lo largo de estos diez años de
su pontificado. Incluso antes, y en sus mismos gustos literarios (no olvidemos que fue profesor de Literatura y entabló amistad con Jorge Luis Borges, de quien se confesó admirador), de alguna manera se puede seguir ese gusto por la misión, por salir fuera de sus límites geográficos para ponerse en camino, a la manera en que se lo mandó Jesús a sus apóstoles.
Lo ha detectado muy bien otro jesuita, Antonio Spadaro, director de La Civiltà Cattolica, en cuyo número del pasado mes de marzo espiga el mapa literario de Jorge Mario Bergoglio, para concluir que, en sus lecturas, se detiene en aquello que habla de salir, viajar, ponerse en camino..., de ir hacia los otros.
Aparece, por supuesto, en los viajes del Eneas de Virgilio, que devoró en su juventud. Pero también en J. R. R. Tolkien, autor de la exitosa saga (ya triunfante antes de que arrasase también en los cines de todo el mundo) de El Señor de los Anillos
Para Bergoglio, el autor británico –según cita del artículo de Antonio Spadaro– “retoma con Bilbo y Frodo [los dos protagonistas] la imagen del hombre llamado a caminar, y sus héroes conocen el drama que se desencadena entre el bien y el mal, y actúan en él mientras caminan. El «hombre que camina» denota una dimensión de esperanza; «entrar» en la esperanza. Fuera de nosotros y dentro de nosotros hay algo que nos llama a
emprender el camino. Salir, caminar, llevar a cabo, aceptar la intemperie y renunciar al refugio... este es el camino”. ¿Les suena a algo de la Iglesia en salida, por ejemplo?
Pero no solo en ese completo universo creado por Tolkien se rastrea esa Iglesia en salida, esa apuesta por las periferias físicas y existenciales, que conlleva ineludiblemente poner un pie delante del otro y salir a los caminos, como aquella otra gran “andariega” que fue Teresa de Jesús. También está en su admiración por otro coetáneo de la santa de Ávila, en este caso, el santo de Navarra, san Francisco Javier, el Patrón de las Misiones. Tal y como señala el jesuita italiano, “Bergoglio también en-
cuentra esta figura del héroe que viaja en misión en El divino impaciente, un drama sobre san Francisco Javier del escritor español José María Pemán. Francisco lo citó el 31 de julio de 2013, en la iglesia de San Ignacio, en Roma, como emblema del anhelo por evangelizar sin vacilaciones ni demoras, tan bien retratada en «esa hermosa pieza de Pemán», como la llamó. Es el mismo anhelo que impregna todo el pontificado de Francisco”.
Pocas dudas quedan, desde esta perspectiva, del hondo espíritu misionero que alienta en el papa Francisco. Pero es que, además, la “conversión misionera” a la que ha invitado desde el mismo inicio de su pontificado –del que el pasado 13 de marzo se cumplieron diez años–resulta igualmente inequívoca sobre la que considera una opción ineludible e irrenunciable para, al igual que en los primeros tiempos del cristianismo, dotar de sentido a la Iglesia de este tercer milenio.
Una Iglesia que no esté encerrada en las sacristías, que prefiere accidentada antes que de puertas cerradas por miedo, desidia o indiferencia; que no duda en salir a confortar a lugares de los que todo el mundo quiere marcharse. Como hizo en 2016, para ir a abrir la Puerta Santa que inauguraba el Año de la Misericordia en ese corazón de las tinieblas que desgraciadamente sigue siendo la República Centroafricana. O, sin alejarse más en el tiempo, a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur, adonde se desplazó en febrero pasado.
Moverse, salir, aunque sea en silla de ruedas, como la que ha estado utilizando en los últimos meses sin miedo al qué dirán de un Papa discapacitado, al que tienen
que llevar de un sitio a otro porque es incapaz de valerse por sí mismo. La misma silla de ruedas con la que quería desplazarse en la frustrada tentativa de julio de 2022, fecha para la que estaba previsto inicialmente su viaje al Congo, hasta que la falta de seguridad en Goma, adonde quería ir específicamente (el punto más caliente del martirizado país), obligó a suspender la visita apostólica.
Tanto ese gusto por “los pequeños y los pobres”, centro también de la misión, como otros rasgos distintivos de esta apuesta misionera que es como concibe la
evangelización hoy día Francisco, están ya contenidos en lo que se puede considerar la hoja de ruta programática de su pontificado, la que fue su primera exhortación apostólica, Evangelii gaudium (24 de noviembre de 2013).
Ahí, una a una, se subrayan también las características que el papa Bergoglio apunta para la misión, y que ha recordado en varios de sus mensajes a las Obras Misionales Pontificias. Como, por ejemplo, la de la atracción, es decir, el atractivo que suscita la fe en Jesucristo vivida como un auténti-
co testimonio. En este sentido, ha repetido en numerosas ocasiones –también ante los movimientos eclesiales considerados actores principales de la nueva evangelización–, citando al papa Benedicto XVI durante su homilía en la ceremonia inaugural de la Conferencia de Aparecida, que “la Iglesia crece en el mundo por atracción y no por proselitismo”. “Cuando uno sigue a Jesús, contento por ser atraído por Él, los demás se darán cuenta y podrán asombrarse de ello. La alegría que se transparenta en aquellos que son atraídos
por Cristo y por su Espíritu es lo que hace fecunda cualquier iniciativa misionera”, señala Francisco.
Están luego también la “gratitud y la gratuidad”, puesto que “la misión es un don gratuito del Espíritu, no el resultado de estrategias”. En este sentido es para él fundamental “la alegría de evangelizar” (concepto que toma de su admirado san Pablo VI ), porque “tampoco el fervor misionero puede obtenerse como consecuencia de un razonamiento o de un cálculo. Ponerse en «estado de misión» es un efecto del agradecimiento, es la respuesta de quien, en función de su gratitud, se hace dócil al Espíritu Santo y, por tanto, es libre”.
Junto a estas características, conviene tener muy en cuenta otros dos elementos muy queridos
por Francisco en la labor misionera a la que ha invitado a cada uno de los miembros del pueblo de Dios. Uno es el de la humildad, porque “nunca se podrá pensar en servir a la misión de la Iglesia con la arrogancia individual”. “«Salir» en misión para llegar a las periferias humanas –indica el Papa– no quiere decir vagar sin dirección ni sentido, como vendedores impacientes que se quejan de que la gente es muy ruda y anticuada como para interesarse por su mercancía. A veces se trata de aminorar el paso para acompañar a quien se ha quedado al borde del camino. A veces hay que imitar al padre de la parábola del hijo pródigo, que deja las puertas abiertas y otea todos los días el horizonte, con la esperanza de la vuelta de su hijo. La Iglesia no es una aduana, y quien participa de algún modo en la misión de la Igle-
sia está llamado a no añadir cargas inútiles a las vidas ya difíciles de las personas, a no imponer caminos de formación sofisticados y pesados para gozar de aquello que el Señor da con facilidad. No pongamos obstáculos al deseo de Jesús, que ora por cada uno de nosotros y nos quiere curar a todos, salvar a todos”. “Caminando juntos, con los demás –señalará también–. Principalmente en este tiempo en el que vivimos, no se trata de inventar itinerarios de adiestramiento «dedicados», de crear mundos paralelos, de construir burbujas mediáticas en las que hacer resonar los propios eslóganes, las propias declaraciones de intenciones, reducidas a tranquilizadores «nominalismos declaratorios»”.
La misión, para Francisco, está siempre en uno, y uno debería estar siempre en la misión. Pero, ojo,
con las características antes señaladas. “Yo soy siempre una misión; tú eres siempre una misión; todo bautizado y bautizada es una misión. Quien ama se pone en movimiento, sale de sí mismo, es atraí-
do y atrae, se da al otro y teje relaciones que generan vida. Para el amor de Dios nadie es inútil e insignificante. Cada uno de nosotros es una misión en el mundo porque es fruto del amor de Dios”, señaló en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de 2019.
Y esa misión, cuando la ponen en marcha hombres y mujeres que, “en virtud de su bautismo, respondan generosamente a la llamada a salir de su propia casa, su propia familia, su propia patria, su propia lengua, su propia Iglesia local”, contribuye, a su vez, “de manera fundamental al proceso de conversión permanente de todos los cristianos”, para que, en definitiva, salgan también al encuentro. Aunque sea en silla de ruedas. O sin un trozo de pulmón, y eso frustre tu deseo primero de evangelizar en el otro confín del mundo y tengas que quedarte con todos los santos que hay en tantas puertas de al lado.
JOSÉ L. LÓPEZBola Tinubu es el nuevo presidente de Nigeria. El antiguo gobernador de Lagos, que hizo campaña con el apoyo del presidente saliente, Muhammadu Buhari, ganó las elecciones celebradas el 25 de febrero, con un 37% de los votos emitidos. Según la ley electoral, no hubo necesidad de una segunda vuelta, al haber obtenido el vencedor al menos el 25% de los votos en dos tercios de los estados del país.
El resultado, sin embargo, no estuvo exento de polémica: de los 95 millones de electores, solo votó una cuarta parte, mucho menos que en las anteriores elecciones de 2019, cuando hubo un 35% de participación. Con un 29% de los votos, Atiku Abubakar, de la principal fuerza de la oposición, el Partido Democrático, obtuvo la segunda posición. Peter Obi, que representaba al Partido Laborista, alcanzó el tercer lugar, con un resultado del 25%. Ambos candidatos denunciaron “fraudes masivos” y emprendieron acciones legales para contestar el resultado de las elecciones, pero la Justicia desestimó su demanda.
Debido a la tensión creada por la polémica sobre los resultados, las elecciones a gobernadores de los 36 estados de la nación, que estaban programadas para el 11 de marzo, fueron retrasadas una semana por la Comisión Electoral. Estos comicios locales tienen una gran importancia en Nigeria, puesto que los gobernadores son los responsables de asegurar los servicios públicos esenciales, como la sanidad, la educación y las carreteras.
Se esperaba que la introducción de tecnologías modernas facilitaría
un proceso electoral transparente y libre de controversias. Por primera vez, los nigerianos tuvieron acceso a un sistema biométrico de identificación de los votantes, junto con un portal de Internet donde se podía seguir el recuento en tiempo real. Pero la oposición señaló que hubo numerosos fallos en el sistema a la hora de actualizar los resultados, abriendo la puerta a manipulaciones y disparidades entre los resultados
oficiales y el recuento manual en numerosos colegios electorales.
Con un currículum digno de un guion cinematográfico, el nuevo presidente es todo un personaje. Trabajó como taxista y guardia de seguridad en Estados Unidos, adonde emigró en los años 70. Mientras empalmaba diversos empleos, se graduó en estudios de Contabilidad por la Universidad de Chicago, lo que le permitió obtener un puesto como auditor en la compañía petrolera Mobil Oil, cuando regresó a Nigeria en 1981. A principios de los años 90, dio el salto a la política, aunque, hacia las mismas fechas, su nombre apareció en una investigación de la policía norteamericana sobre tráfico de heroína y
sus cuentas bancarias fueron bloqueadas. Su mentor político fue Atiku Abubakar, el político que, por ironías del destino, fue su principal contrincante en estas elecciones.
Bola Tinubu fue elegido senador por Lagos en 1992, por el partido del popular líder de la oposición Moshood Abiola. Durante la crisis de 1993, en la que la elección presidencial ganada por Abio-
la fue anulada por los militares, Tinubu fue detenido y, tras ser liberado, se exilió en Benín. A la muerte del dictador Sani Abacha , en 1998, volvió a Nigeria y, al año siguiente, ganó las elecciones a gobernador de Lagos, función que ocupó durante ocho años.
Tinubu saneó las finanzas, puso orden en la recaudación de impuestos y multiplicó por diez
los ingresos públicos, aunque también ganó una reputación de favorecer a sus amigos y de usar su cargo para su enriquecimiento personal. Durante sus años en Lagos se le conocía también como “el padrino”, sobre todo por haber hecho ganar las elecciones a los gobernadores de otros cinco estados vecinos, lo que le permitió extender su influencia más allá de la capital económica del país. Muchos de sus antiguos protegidos le han devuelto el favor, y en las re-
cientes elecciones le han apoyado durante su campaña para llegar a convertirse en el nuevo hombre fuerte de Nigeria. Esta dinámica no resulta extraña en un país en el que el clientelismo político sigue siendo la norma.
El tablero político de Nigeria se rige por unas normas, algunas escritas y otras no, que dan un carácter único a su sistema. En su fa-
vor, hay que destacar que es uno de los pocos países africanos que han resistido a la tentación de modificar la Constitución para eliminar los límites de mandatos presidenciales. Esto explica el que, al término de sus dos periodos consecutivos, el presidente saliente, Muhammadu Buhari, de 80 años, no se presentara de nuevo.
Pero el gran desafío político es cómo lidiar con las divisiones (el país tiene 250 etnias), que salen a flote especialmente durante las épocas electorales. En nombre de la unidad, hay una regla tácita de alternancia entre presidentes del norte del país –mayoritariamente musulmán– y del sur –mayoritariamente cristiano–. El presidente saliente, Buhari era un nordista musulmán, y el anterior, Goodluck Jonathan, era un sudista cristiano. Bola Tinubu es musulmán, pero es del sur, lo que ha jugado en su favor para obtener votos de ambas partes del país, aunque su
derrota en Lagos frente a Peter Obi puso en cuestión su victoria hasta que se terminaron de contar todos los votos.
La experiencia ha mostrado ampliamente que, para conseguir la unidad en Nigeria, no basta con jugar la carta de la alternancia política. Tras los ocho años de presidencia de Buhari, el país está marcado por una profunda crisis social, económica y de seguridad. El sentimiento separatista –que ha existido sobre todo en el sur ya desde la independencia– no ha dejado de crecer.
En el sureste del país, desde 2006, los militantes del Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger (MEND) y otros grupos criminales presentes en la misma zona llevan años lucrándose con ataques a instalaciones de compañías petroleras, acciones de piratería en el golfo de Guinea y secuestros que casi siempre acaban con el pago de jugosos rescates. Por si
fuera poco, desde hace varios años han aumentado en los estados del centro los enfrentamientos periódicos entre agricultores y ganaderos, estos últimos sobre todo de etnia fulani, que a menudo adquieren tintes confesionales, puesto que los cultivadores suelen ser cristianos y los fulanis son musulmanes; estas rivalidades se extienden peligrosamente más hacia el sur.
La aplicación de la ley islámica en varios estados del norte ha acentuado estas divisiones, que junto con la inseguridad han aumentado el descontento social. El noreste lleva ya 13 años azotado por la insurrección yihadista de Boko Haram y, aunque durante los últimos años este grupo parece estar debilitado, el bandidismo –que se nutre de secuestros por los que cobra enormes cantidades de dinero– se ha extendido por todo el norte. El último incidente serio tuvo lugar el 8 de marzo, cuando extremistas islámicos atacaron el
pueblo de Mukdolo, en el estado de Borno, matando a 37 personas.
Los obispos nigerianos han alertado en numerosas ocasiones de lo que califican como “una pérdida de confianza en un sentido de pertenencia a la misma nación”. Ante el vacío de seguridad, muchas comunidades recurren, desde hace años, a los grupos de “autodefensa”, o llegan a acuerdos más o menos solapados con grupos criminales y extremistas que adquieren los rasgos de una mafia que “protege” a una u otra etnia a cambio de generosas retribuciones.
Según el Instituto de Estudios de Seguridad, Nigeria –con una población algo superior a los 200 millones– tiene un policía por cada 1.540 habitantes, muy por debajo de la recomendación de Naciones Unidas de un policía por cada 450 ciudadanos. Y no es raro que bastantes agentes opten por redondear sus ingresos siendo contratados como guardias privados de seguridad por personas u organizaciones que tienen los recursos para pagarles.
Por lo que respecta a la economía, en Nigeria se da la paradoja de que es el primer productor africano de petróleo y la primera economía del continente, pero muy pocos nigerianos, incluidos los que viven en zonas de producción de hidrocarburos, se benefician de los buenos indicadores macroeconómicos. Las enormes desigualdades que siempre han existido constituyen un factor primordial que explica que la mayor parte de la gente no tenga una vida acorde con el crecimiento económico de su país.
La moneda nacional, el naira, se ha hundido durante los últimos años. Esto, junto con una
gran tasa de paro y una inflación que se disparó al 20% al final de 2022, ofrecen un panorama poco prometedor. Una de las causas de esta recesión económica es la disminución de las inversiones extranjeras, en parte debido a la inseguridad. Durante su campaña electoral, Bola Tinubu se apoyó, para atraer votos, en recordar sus buenos resultados económicos cuando era gobernador de Lagos. Habrá que ver si esas dotes de gestor competente le permitirán ponen orden en la economía.
Otro de los factores que explican el desajuste económico en el país es la corrupción. Nigeria ocupa el puesto número 154 sobre 180 países en el índice de percepción de la corrupción que publica cada año la ONG Transparency International. El candidato Peter Obi hizo de este tema el principal punto de su campaña, mientras que Tinubu, que no tiene precisamente una buena reputación en este campo, evitó cuidadosamente hablar del tema.
Como ocurre en prácticamente todos los países africanos, Nigeria es una nación con una población mayoritariamente joven: el 70% de sus 220 millones de habitantes tienen menos de 30 años, según datos de Naciones Unidas. Llama la atención que el país haya tenido, por regla general, líderes políticos de edad bastante avanzada. El presidente saliente, Buhari, tiene 80 años; el nuevo presidente, Bola Tinubu, tiene 70 años; y su principal contrincante, Atiku Abubakar, tiene 76. Ambos se presentaron como personas con experiencia, pero una buena parte de la juventud mira con desconfianza a los líderes de esta generación, a
los que ven como responsables de los males crónicos de Nigeria. Muchos observadores pensaban que Peter Obi atraería el voto de los jóvenes. Sin embargo, a la hora de la verdad, esto no ha ocurrido. En el nuevo censo electoral se registraron doce millones de nuevos electores, prácticamente todos jó-
venes que han cumplido los 18 años desde la última elección de 2019. Sin embargo, debido a fallos en el sistema de actualización del censo electoral, muchos de ellos no pudieron obtener su carta de elector. Además, los hechos han demostrado en numerosas ocasiones que, en Nigeria, las encuestas en-
gañan, porque la mayor parte de la gente, jóvenes incluidos, tienen miedo a declarar sus intenciones de voto. Y no hay que olvidar que, a la hora de la verdad, la abstención fue muy elevada.
El temor a ataques armados no ha sido uno de los factores menos importantes que explican por qué mucha gente prefirió quedarse en casa. En Nigeria sigue muy viva la tradición de movilizar a bandas armadas para intimidar a los votantes en zonas que tradicionalmente apoyan a la oposición. Algunos de estos grupos realizaron ataques relámpago a colegios electorales donde sospechaban que pocos de ellos habrían votado por el candidato del partido en el poder y, tras disparar al aire, destruyeron las urnas con las papeletas ya emitidas.
La oposición denunció estos actos, pero la Comisión Electoral declaró que habían sido incidentes aislados que no iban a alterar el resultado fi-
nal, y solo cancelaron los resultados de un puñado de centros de voto.
A pesar de todo, si uno mira a los países vecinos de Nigeria, el gigante africano ofrece un panorama político de una cierta estabilidad. Malí, Sudán, Chad, Burkina Faso y Guinea Conakry han tenido golpes de Estado en los dos últimos años, y en Guinea Bissau y Gambia hubo intentos de asonadas militares que estuvieron a punto de imponerse. Nigeria ha mostrado que está decidida a pasar página de años anteriores de regímenes militares y a resistir la tentación de cambiar la Constitución para permitir a sus dirigentes perpetuarse en el poder. En este sentido, las recientes elecciones en Nigeria pueden dar a sus vecinos algún ejemplo de democracia. Un ejemplo bastante imperfecto, pero digno de ser imitado por otros países cercanos.
JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ
Con apenas 20 millones de fieles, la Iglesia católica es minoritaria en Nigeria, aunque tiene una gran influencia social. Repartida en 44 diócesis, la comunidad católica se halla entre las que tiene un mayor número de vocaciones sacerdotales en África, como prueban sus seminarios a rebosar. Entre sus figuras destacadas se cuentan cardenales como los tres eméritos Francis Arinze, Anthony Olubunmi Okogie y John Onaiyekan, además del actual obispo de Ekwulobia, Peter Ebere Okpaleke, quien se ha mostrado muy crítico con la actuación de las autoridades frente a la inseguridad: "Da la impresión de que el Estado no tiene respuestas sobre cómo mantener la seguridad en nuestro país, que debería ser su primera obligación", declaró el año pasado.
La propia Iglesia es víctima de esta situación: desde el año 2012, 39 sacerdotes han sido asesinados y otros 30 secuestrados. El último de estos incidentes tuvo lugar el 19 de enero, cuando extremistas islámicos atacaron la iglesia de San Ignacio, en la diócesis de Makurdi, en plena celebración de la misa, y mataron a 19 personas, entre ellas a los sacerdotes Joseph Gor y Félix Tyolaha. Anteriormente, en junio de 2022, otro ataque islamista contra una iglesia en Owo, en el estado de Ondo, se cobró la vida de 40 personas.
Quienes dieron un "sí" a Dios en los tradicionalmente considerados como territorios de misión ya no son el futuro, son el presente de la Iglesia. Prueba de ello es que aumentan de forma significativa las vocaciones de estos lugares que asumen la responsabilidad de diócesis, congregaciones y movimientos. La multiculturalidad ya es un hecho en no pocas realidades eclesiales de impronta misionera.
Cuando la madre Bonifacia Rodríguez se fue a vivir en enero de 1874 a un taller de Salamanca con seis chicas de la asociación josefina que había puesto en marcha con el jesuita Francisco Butiñá, no se imaginó ni por asomo que se hablaría de ella en tagalo. Y menos aún, que una filipina acabaría llevando las riendas de las Siervas de San José. Tampoco se le pasó por la cabeza a Lillian, aquel día que escuchó hablar por primera vez de aquella emprendedora española, que acabaría como coordinadora general de una realidad eclesial presente hoy en 12 países de los cinco continentes, al rescate de mujeres en riesgo de exclusión y pobreza.
Lillian Ocenar Olavere encarna ese rostro poliédrico de una Iglesia que, poco a poco, deja de ser euro-
céntrica para visualizarse cada vez más universal, también entre quienes en ella tienen especiales cuidados a su cargo. La elección del latinoamericano Francisco vino a confirmar un vuelco que trasluce el fruto de tantos siglos de evangelización. Los que, hasta hace apenas unas décadas, se consideraban territorios de destino para un primer anuncio de la Palabra hoy no solo son motor misionero gracias a las llamadas vocaciones nativas. Estas Iglesias jóvenes toman el timón, asumiendo responsabilidades en el servicio, al frente de diócesis, congregaciones y movimientos.
Precisamente la Jornada de Vocaciones Nativas de este año, que se celebra el 30 de abril, junto con la Jornada Mundial de Oración por
las Vocaciones, expone esa necesidad de dar un paso al frente por y para Dios y los demás: “Ponte en camino. No esperes más”. Este poner los dones al servicio, tal y como hizo Lillian al aceptar el encargo de sus hermanas, no es sino consecuencia de un primer “sí” como consagrada.
Ella define aquel instante como “un flechazo”, que se gestó en el ambiente de una parroquia de los religiosos vicentinos de Manila. “Me enamoré de Jesús, de su modo de hablar de Dios. Quería ser como Él”,rememora a propósito de aquella alumna veinteañera que estudiaba Ingeniería Química en la universidad de la Congregación para la Misión ubicada en la capital filipina. “Estaba en el grupo de jóvenes de la parroquia y fue un padre paúl el que me presentó a las siervas de San José. En cuanto pisé aquella comunidad, me sentí como en Nazaret”, expone sobre cómo se acunó su “fíat”, que venía precedido de una vida de fe alimentada en una familia creyente “con una fuerte devoción a María y san José”. En aquella casa de las Siervas de San José, ya las religiosas locales habían tomado el testigo de las españolas que llegaron de las antípodas para contagiar su ser y hacer, por lo que Lillian bebió de un carisma y un Evangelio inculturado.
Su primer destino, una residencia universitaria donde acompañaba a un grupo de acogida de jóvenes que estaban “en peligro de perderse”. A partir de ahí, se volcó en tareas de prevención para evitar la explotación femenina en la región donde vivían. “Eran muchas las mujeres a las que se engañaba con propuestas de trabajo que acaban en prostitución”, detalla de aquella tarea que implicaba una constante labor de rastreo y sensibilización en templos, en escuelas... De ahí, fue enviada a un colegio donde apenas estuvo un año. ¿El motivo? Sus her-
manas comenzaron a confiar en ella para cometidos institucionales. Primero, como administradora provincial, después como provincial y más tarde como miembro del equipo general. Fue en 2011 cuando la eligieron coordinadora general de las Siervas de San José, un servicio para el que fue renovada en un segundo sexenio, convirtiéndose en la primera religiosa no española en estar al frente de este instituto de vida consagrada made in Spain. “Hoy por hoy, creo que se ha roto el con-
cepto clásico de país de misión. Europa ha dejado de ser el epicentro de la cristiandad desde donde se enviaba para evangelizar. Ahora es receptora, es lugar de primer anuncio”, plantea esta sierva de San José, que considera, además, que el concepto de “vocación nativa” también ha de ampliarse.
“Mi elección no fue ningún giro ni ningún volantazo; más bien un desarrollo natural de una congregación que venía trabajando con convicción en las implicaciones
del Concilio Vaticano II, acogiendo la primavera que supone para la Iglesia en cuanto que pone de relieve la diversidad de culturas y cómo estas culturas van enriqueciendo el carisma josefino”, reflexiona a las puertas de un nuevo capítulo general, en el que cederá el testigo a otra hermana. Esta amplitud de miras se refleja también en el hecho de que, desde 2005, las siervas de San José descartaron el término “superiora general” frente al de “coordinadora”, anticipándose a la sinodalidad y a la horizontalidad de las relaciones que ahora impulsa el papa Francisco.
En cualquier caso, Lillian considera que “sigue siendo un fuerte desafío apostar por esa multiculturalidad, que solo se puede hacer realidad desde la escucha sincera, tanto a las hermanas de distintos países como a aquellos con los que compartimos camino, siendo fieles a ese empoderamiento de la mujer”. Con la mirada puesta en el futuro, advierte de la necesidad de que toda congregación misionera está llamada hoy, sea en el envejecido Occidente o en un Oriente floreciente de vocaciones, a “adecuar
nuestras estructuras y nuestra forma de gobierno a la realidad de nuestros recursos humanos y económicos, y a la realidad de nuestros proyectos”. Desde una mirada josefina de la misión, esto se traduce en “una fidelidad creativa a nuestras raíces, en nuestro caso, apostando por los centros de capacitación y por empresas que creen puestos de trabajo y sean sostenibles en un ambiente en el que se viva el Evangelio con salarios justos”.
Después de varias décadas moviéndose en labores de gestión y de despacho, a la vez que con la maleta preparada para asesorar, impulsar y acoger las inquietudes de sus hermanas de congregación, Lillian no aprecia que haya permanecido al margen de lo ad gentes “No solo se es misionero en el centro social o en la casa de acogida. La misión no es únicamente estar y hacer cosas a pie de obra; a ve-
ces, como es mi caso, es propiciar que otros puedan hacerlas, propiciar que las hermanas hagan realidad esos sueños de Dios y ser testimonio para sostener, desde tu fe, tu oración y las gestiones que realizas, a quienes están ahí”. Aterrizando en lo concreto, desvela cómo en una de sus visitas a las comunidades tuvo que concienciar a una juniora de que su misión en esta etapa pasaba por estudiar y acompañar a las mayores.
A la espera de un nuevo destino, la religiosa confiesa que aquel “flechazo” de juventud no se ha esfumado: “Sigo igual de enamorada de Jesús; si no, no estaría aquí, en medio de todas las preocupaciones y dificultades que surgen en el día a día”. Convencida de que estar abierta a una vocación misionera “no es un camino de rosas”, sí cree fundamental alimentarla en lo cotidiano “desde la relación personal
con Jesús en la oración y en la Eucaristía, para contemplar mi vida, la congregación y el mundo desde Él”. En esta misma línea, aprecia cómo el compartir en comunidad permite alimentar esa esperanza que brota del Evangelio, y pone especial énfasis en estar abiertos a las realidades cercanas, para evitar los cortijos cerrados: “Para nosotras es clave insertarnos en la parroquia, porque nos hace tener una referencia más amplia, sentirnos en comunión y crecer como Iglesia”.
Tal es la evolución que se está dando en el campo misionero que, amén de las vocaciones nativas, se podría hablar con cierta familiaridad de “congregaciones nativas”. Es el caso del instituto de vida consagrada Marta y María. Nacida en la ciudad guatemalteca de Jalapa, en 1979, por iniciativa del obispo Miguel Ángel García Arauz y la madre Ángela Eugenia Silva Sánchez, esta comunidad religiosa surgió con el empeño de hacer presente a Cristo entre los que sufren, lo que se traduce en casas de acogida para niños abandonados, residencias de ancianos y sacerdotales...
“Nuestro fundador siempre tenía presente la llamada de Pío XII para crear apóstoles del mismo ambiente, y él se lo tomó en serio, al constatar que los misioneros que venían de otros lugares del planeta no acababan de cuajar”, expone Domitila Jiménez, delegada para Europa de la Congregación Apostólica Marta y María. Domitila nació en Jalapa y es una de esas “apóstolas” que han hecho la ruta inversa a la colonización, en un continente hoy envejecido y secularizado que precisa de savia nueva. “Mis padres eran catequistas y yo, con 18 años, ya daba cate-
quesis a los jóvenes de mi edad. En este ambiente conocí a la madre fundadora, que estaba de misión. Vi su estilo de vida, cómo trabajaba y preparaba las catequesis, y por ahí el Señor me llamó”, recuerda de aquellos primeros pasos en su “hágase”, que coincidían con el nacimiento de las más de 900 religiosas que encarnan hoy a las así llamadas hermanas de Betania, que en apenas cuatro décadas ya están presentes en países como Italia, Venezuela, Argentina, Honduras, Etiopía, Cuba, Lituania, Perú y Chile.
Esta guatemalteca fue una de las primeras en poner un pie en España, en concreto, en Tenerife, donde se instalaron hace más de tres décadas. “Cuando uno está comenzando y pone toda su confianza en el Señor, sabiendo que la obra es de Él, caminas algo más segura, aunque no desaparezcan todos los miedos”, explica esta misionera, que ha tenido que echarse a andar fuera de caminos previos, en cuanto que nadie antes había asumido el papel de delegada, que afronta “con temor y temblor”. “No estoy sola, sino que trabajamos en equipo, tanto en el Consejo General como en el Regional. Viéndolo así y con oración, se sigue adelante. Nuestra fundadora vive, pero cada una de nosotras estamos llamadas a hacerlo realidad; es un proceso en el que todas aportamos”, expone.
Sobre esta nueva generación de vocaciones que encarna, apunta que “ya san Juan Pablo II dijo que América era la esperanza de la Iglesia”. Quizá por eso, le resta importancia a ser extranjera y sostiene no haberse sentido “extraña” en ningún instante por este motivo. “El Señor pone en nuestro corazón lo que en cada momento hace falta para llevarle a los demás. Y nosotras nunca hemos sentido
rechazo o que se nos trate de manera peyorativa por ser de fuera”, explica, sabedora de que están llamadas a ser “profetas de un tiempo que Jesús hace tejer”.
Esta profecía inherente al Evangelio es la que también llevan consigo las Terciarias Trinitarias, una pequeña congregación, también conocidas como las Trinitarias de Mallorca, las cuales surgieron a comienzos del siglo XIX para dignificar a las niñas y
mujeres explotadas y marginadas. Presentes en España, Perú, Guatemala y Bolivia, al frente está también una latinoamericana, Doris Esperanza Balarezo.
“El voto de confianza que las hermanas depositan en ti es más que gratificante”, agradece esta peruana que, con 62 años, afronta su segundo periodo como superiora general, después de ser delegada regional en América. Tanto Doris como sus hermanas han vivido con “naturalidad” este relevo de responsabilidad, que es “fruto del compromiso de nuestra vida como consagradas”: “Ser misionera hoy es seguir el proyecto de Jesús desde la realidad que encontramos e intentar seguirle en ese trabajo que vamos realizando, en nuestro caso, con los más vulnerables”. Fieles al carisma legado, hoy como ayer, ella busca contagiar a sus hermanas la pasión por
El IV Domingo de Pascua –el del Buen Pastor– es la fecha elegida para celebrar la Jornada de Vocaciones Nativas, que, desde hace unos años, se celebra en comunión con la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. La relevancia que la Iglesia española quiere dar a una nueva cultura vocacional ha llevado a la Conferencia Episcopal a crear un Servicio de Pastoral Vocacional para coordinar el trabajo en este terreno. Una suma de esfuerzos que pone de relieve aún más esa apuesta de valor por el "sí" dado fuera de nuestras fronteras y que respalda la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol.
“el proyecto de liberación que es el Evangelio”. Y lo hace con el mismo entusiasmo que tenía cuando, con 15 años, conoció a la primera trinitaria: “Empezaron a trabajar en el colegio público donde estudiaba. Fue su testimonio en la entrega el que hizo que se forjara mi vocación”.
Junto a esa diversidad manifiesta que ella representa, Doris considera necesario que la misión sume todavía más desde la corresponsabilidad del laicado: “Siento que la disminución de vocaciones a la vida consagrada, no solo en Europa sino también en otras latitudes, es un signo del Espíritu para abrazar la misión compartida, el sentir que juntos, religiosas y laicos, trabajadores y voluntarios, conformamos esa Iglesia en salida que nos pide Francisco y que nace del Evangelio”.
JOSÉ BELTRÁN
Desde hace más de 130 años, esta Obra Misional Pontificia tiene encomendado el cuidado de los seminarios diocesanos y el apoyo a noviciados en los llamados territorios de misión. Solo en 2022 se recaudaron en nuestro país unos 2,36 millones de euros. De entre las solicitudes de ayuda aprobadas por la Asamblea General de las OMP del pasado año con los fondos de 2021, se asignó a España que 1,4 millones de euros fueran destinados a África, teniendo como principales países receptores de la ayuda a Nigeria, República Democrática del Congo y Uganda. Para Asia partieron algo más de medio millón de euros, de los que se beneficiaron en especial Timor y Tailandia, mientras que en América recalaron algo más de 40.000 euros. En total, esta Obra sostiene a 83.000 seminaristas, novicios y novicias en los territorios de misión.
NÚM. 234, ABRIL DE 2023 misioneros 35
El Papa, siempre por delante. "No hay acogida sin integración. Se debe acompañar a las personas desde que llegan hasta que están verdaderamente integradas en nuestra sociedad". Un post que es toda una lección.
PAPA FRANCISCO
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En Mozambique la tuberculosis ha aumentado mucho y en forma más grave desde la pandemia de Covid-19. Nos lo recuerda la hermana M.ª Elisa Verdú desde Chokwe. Su tratamiento y prevención es uno de los objetivos de Manos Unidas.
MANOS UNIDAS
Instagram @manosunidas
El verano, cada vez más cerca, y un plan con el hashtag #InfanciaMisionera. A saber: campamento en Javier (Navarra) del 25 de junio al 2 de julio. Hay que ir preparando la mochila (y la emoción). OMP ESPAÑA Twitter @OMP_ES
Su nombre circula por las redes. Se acaban de conmemorar 43 años del martirio de este "profeta y mártir de la justicia, la paz y la verdad desde las víctimas. Un ejemplo de lucha contra todo tipo de violencia y abuso de los derechos humanos".
JESUITAS AMÉRICA
LATINA Y CARIBE
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Los catequistas de Makalondi, Bomoanga, Kankani y Torodi, entre Níger y Burkina Faso, no pierden la fe ni la alegría. La tienen en sus corazones, exclaman, "a pesar de la violencia". Y, vía tuit, la transmiten.
AGENCIA FIDES
Twitter @AgenciaFidesEs
nión. Y se las dirige al director de las OMP en España. Tal es el simple, sincero y cordial agradecimiento que don José María Calderón ha recibido desde la isla de La Reunión, tan lejana como singular.
Con gran placer respondo a su carta, fechada el 22 de septiembre de 2022, que nos llegó a finales de febrero de 2023: a través de la Nunciatura de Antananarivo (Madagascar), que ejerce una Delegación Apostólica en la diócesis de Saint-Denis de La Reunión, hemos recibido los 30.606 euros que nos ha asignado. No sabía que las subvenciones que nos concedía la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe, en Roma, procedían de las Obras Misionales Pontificias en España. Por tanto, aquí, ahora y muy sinceramente, me gustaría
dar las gracias de manera especial a los generosos donantes españoles, que nos están brindando una valiosa ayuda financiera en estos tiempos difíciles, para ellos y para nosotros.
Expreso mis mejores deseos para usted, señor director nacional de las Obras Misionales Pontificias, y para todos los miembros de su equipo. A todos les deseo una santa Cuaresma y una hermosa Pascua. En comunión con la misma misión, y muy cordialmente...”, firma y suscribe estas palabras monseñor Gilbert Aubry, obispo de Saint-Denis de La Reu-
Mil veces bautizada y vuelta a bautizar: la llamaron Theemai Theevu (isla de la Destrucción) en el siglo XI, debido a sus volcanes; los árabes la decían Dina Morgabine (isla Occidental); Santa Apolonia, los portugueses, en 1513; isla Borbón, los franceses, en 1642, en homenaje a la dinastía real gala; más adelante, en 1793, también los franceses, isla de La Reunión, para recordar la unión de los revolucionarios de Marsella con la Guardia Nacional de París; después, en 1801, isla Bonaparte, para honra y prez de Napoleón; y, finalmente, en 1848, recuperó su viejo nombre de isla de La Reunión, tras la caída de la monarquía francesa. Y con él sigue.
Esa pequeña isla de La Reunión es algo mayor que Tenerife. Tiene 2.512 km², superficie equivalente a la mitad del territorio de La Rioja. Pero está bien lejos de la torre Eiffel: en el hemisferio sur, en medio del océano Índico, al este de la africana Madagascar. Pese a la distancia –casi 10.000 km la separan de París–,
la isla está considerada “departamento de ultramar”. Es territorio que pertenece a la República Francesa y, por tanto, también a la Unión Europea, como región ultraperiférica. Por eso, los 863.000 habitantes que la pueblan, además del criollo reunionés, hablan francés y, como en el resto de Europa, el euro es la moneda oficial de la isla.
La mayor parte de su población es católica. Hay 684.000 bautizados. La diócesis que, desde hace 48 años, dirige monseñor
Garros, que tal era su nombre completo, había nacido en SaintDenis, capital de la isla, en 1888. Treinta años después, en plena I Guerra Mundial, la víspera de su trigésimo cumpleaños, este ínclito aviador fue abatido en combate por fuego alemán sobre las Ardenas. Y desapareció para siempre. Pero su memoria sigue en pie gracias al torneo de tenis –el abierto de Francia– que lleva su nombre, que se celebra todas las primaveras y que Rafael Nadal ha ganado en 14 ocasiones...
Gilbert Aubry –presidente, también, de la Conferencia Episcopal del Océano Índico– tiene 73 parroquias. Y, para atenderlas, el que fuera obispo más joven de Francia y de la Iglesia toda –tenía, entonces, 33 años; en mayo cumplirá los 81– cuenta con 54 sacerdotes diocesanos, 87 del clero religioso, 246 religiosas y 4 religiosos, según el último Anuario Estadístico de la Iglesia.
Roland Garros. ¿A quién no le suena este nombre? Reunionense famoso donde los haya, Eugène Adrien Roland Chacon Georges
Menos conocido seguramente, pero no menor por su talla moral, fue el sacerdote Frédéric Levasseur, quien luchó mucho tiempo contra la esclavitud que había arraigado en la isla. Y otro tanto cabe decir del Hno. Jean-Bernard Rousseau (1797-1867), que no nació en La Reunión –era de Borgoña–, pero sí gastó en la isla los mejores años de su vida. A los 25, se hizo hermano de las Escuelas Cristianas (La Salle) y, al tomar el hábito, le llamaron Scubilion, santo monje normando del siglo VI.
En 1833, zarpó para las misiones de La Reunión con otros dos hermanos de La Salle. Tras 84 días de travesía, arribaron a la is-
la y se pusieron manos a la obra: la educación de los más pequeños. Al principio, solo a los de la población libre. Los esclavos –más de la mitad de los habitantes– no tenían derecho a la educación, ni siquiera al catecismo. Los esclavos solo contaban para el trabajo; eran vendidos y comprados como animales... Con todo, Scubilion optó por enseñar también a los marginados. Les explica que ellos también son hijos amados de Dios. Busca a los más pobres en las plantaciones de café y caña de azúcar... Su vocación se reafirma más y más: será catequista de esclavos. Para que le permitan enseñarles, se gana a los amos. Así,
hasta que murió en la isla el 13 de abril de 1867.
El 2 de mayo de 1989, el santo papa Juan Pablo II, viajó a la isla para beatificar al hermano Scubilion, esclavo de los esclavos y ejemplar hombre de la paz y la reconciliación.
Gracias a Dios, en nuestros días, en La Reunión la esclavitud brilla por su ausencia. Pero sigue habiendo no pocos desafíos y necesidades en la isla. La última ayuda de 30.606 enviada desde España ha servido para cumplir un triple objetivo: un quinto de la ayuda, para sostener la capellanía de la universidad; otro quinto, para hacer posible “Iglesia 2.0”, un foro de encuentro para jóvenes; y, por último –no por partida menor, sino todo lo contrario–, las tres quintas partes restantes, para potenciar la pastoral juvenil y costear la participación de una delegación en la Jornada Mundial de la Juventud.
Ni que decir tiene que el agradecimiento por los subsidios recibidos expresado por monseñor Aubry a las OMP de España, que hemos citado al comienzo,
no era mera cortesía diplomática. Más allá de eso, era el reconocimiento a una honda y muy cierta verdad: en los católicos españoles sigue bien arraigado el ejercicio de la fraternidad sin fronteras y la solidaridad.
Lo mismo había dicho meses atrás el entonces presidente internacional de las OMP. Monseñor Giampietro Dal Toso, hoy nuncio apostólico en Jordania, afirmó:
“Quiero agradecer todo lo que hacen desde España para las misiones. España es, después de Estados Unidos, el segundo país que más ayuda a la misión. Y no solo por el aporte financiero. También, por el aporte de personas. Muchos misioneros salen de España para ser testigos del Evangelio en todo el mundo”.
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