EDITADA POR LAS OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS
Nº 217 VERANO AÑO 2021
TERCER MILENIO
Nº 217. VERANO, 2021
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en este número... IGLESIA A FONDO El próximo 26 de septiembre la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Una dramática realidad que ni las restricciones de movimiento impuestas por el coronavirus han logrado frenar.
16 PRIMER PLANO
Mayo fue un mes terrible para miles de inocentes en la Franja de Gaza. Durante unos días el odio entre judíos y palestinos se desató con una violencia extremadamente grave.
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INFORME Más de tres millones de catequistas realizan una labor insustituible en la transmisión y profundización de la fe, también en los territorios de misión. El Papa acaba de instituir este ministerio laical.
30 y además... 7 TRIBUNA
"Missio ad gentes", historia preciosa de la Iglesia
12 EL OBSERVADOR UGANDA - HAITÍ BRASIL - INDIA
22 ASÍ VA EL MUNDO ARGELIA - SAHEL - SIRIA
36 ENTREVISTA María Teresa Malagarriga, dominica de la Anunciata y misionera en Centroamérica
40 ANIMACIÓN MISIONERA 43 AYUDAMOS A... Sri Lanka
46 CULTURA
Viaje a Malí: érase una vez el "bogolanfini"
54 SEMBLANZA
Una Rosa para Dios
56 MISIÓN VIVA Hna. Damian Maria Boekholt, misionera de la Preciosa Sangre en Kenia
EDITORIAL
Hacia un nosotros de justicia y paz
H
acer de un “los otros”, distintivo y excluyente, un “nosotros”, inclusivo y acogedor, y además, procurar que este crezca, sea cada vez mayor, más inmenso, hasta “incluir a toda la familia humana, a todos los pueblos”, es lo que propone el papa Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2021, que se celebrará el próximo 26 de septiembre, con el lema, precisamente, “Hacia un nosotros cada vez más grande”. En este camino común que nos sugiere y marca el Santo Padre “para construir juntos nuestro futuro de justicia y de paz, asegurando que nadie quede excluido”, son, sin embargo, muchos los muros, los obstáculos, las heridas y desfiguraciones causadas. Francisco apunta en su mensaje a “los nacionalismos cerrados y agresivos” y al “individualismo radical”. Pero cabría citar otros, como las vergonzantes desigualdades económicas y sociales, que llevan a que el 1% de la población acapare el 82% de la riqueza mundial; o los conflictos y guerras, que provocan el empobrecimiento de naciones enteras, cuando no son atizados por quienes buscan el expolio de los pueblos que los sufren. La lista podría ser más larga. Pero, al final, el resultado es el mismo. Quienes pagan el precio más elevado son aquellos que “más fácilmente pueden convertir-
se en los otros: los extranjeros, los migrantes, los marginados, que habitan las periferias existenciales”. Lo atestigua el propio Papa, quien, haciendo de la necesidad virtud, propone a los católicos de todo el mundo que acojan y vivan la universalidad de la Iglesia y que, como hacen nuestros misioneros y misioneras, salgan “a las calles de
truir puentes que favorezcan la cultura del encuentro”. En este caminar hacia un nosotros de encuentro con la diversidad de extranjeros, migrantes y refugiados, podemos salir todos más enriquecidos y sabios, por el don que a cada uno nos sea posible aportar y el diálogo intercultural que puede brotar.
“Los flujos migratorios constituyen una nueva ‘frontera’ misionera, una ocasión privilegiada para anunciar a Jesucristo y su Evangelio”. las periferias existenciales para curar a quien está herido y buscar a quien está perdido, sin prejuicios o miedos, sin proselitismos”, pero dispuestos “a ensanchar el espacio de su tienda para acoger a todos”. Y es que, como recuerda el Santo Padre en su discurso a los responsables nacionales de la Pastoral de Migraciones de 2017, “los flujos migratorios contemporáneos constituyen una nueva ‘frontera’ misionera, una ocasión privilegiada para anunciar a Jesucristo y su Evangelio”, para “dar un testimonio concreto de la fe cristiana en la caridad y en el profundo respeto por otras expresiones religiosas”. No es esta la única “oportunidad virtuosa” que nos ofrecen las migraciones contemporáneas y este compromiso por “derribar muros que nos separan” y “cons-
El migrante y el refugiado llevan consigo el pesado lastre de una pobreza y una persecución que les han obligado a abandonar su hogar y arriesgar su vida en una peligrosa marcha, y que, por desgracia, les condicionan a la hora de rehacer su vida. Aun así, sus aportaciones a las naciones de acogida nos sorprenderían. Es el mismo enriquecimiento mutuo que experimentan esos migrantes de Dios que son los misioneros y los pueblos donde estos realizan su labor. Es la misma gran alegría que se siente en el cielo “cuando alguien que había sido excluido, rechazado o descartado es acogido de nuevo en nuestro nosotros, que se vuelve así cada vez más grande”, “con la firme convicción de que el bien que hagamos al mundo lo hacemos a las generaciones presentes y futuras”.
EDITA Obras Misionales Pontificias DIRECTOR NACIONAL OMP José María Calderón DIRECTOR Alfonso Blas DISEÑO Antonio Aunés COLABORADORES Rosa Lanoix, Rafael Santos, Francisco José Pérez Valero, Dora Rivas, José Beltrán, TERCER MILENIO José Carlos Rodríguez, José Ignacio Rivarés, Israel Íñiguez, Modeste Munimi, José Ramón Carvallada, María Jesús Sahagún, Carmina Sofía Fernández, Juana Gómez, Juan Lázaro Sánchez, Vicente Marqués Ruiz ARCHIVO FOTOGRÁFICO Antonio Aunés, Rafael Santos, Ana Fernández FOTOGRAFÍAS Efe, 123RF SUSCRIPCIONES Roberto Murga DEPÓSITO LEGAL M-48558-1999 ISSN 1695-1034 IMPRESIÓN Gráficas Dehon. PP. Reparadores. C/ La Morera, 23-25. Torrejón de Ardoz, Madrid. Tfno: 91 675 15 36
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Mons. Giampietro Dal Toso Presidente de las OMP Ahí donde se invirtió mucho en las vocaciones nativas –África, Asia...–, ahí hay también muchas más vocaciones. El papel importantísimo de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol no es solo porque financia a los seminarios, sino porque detrás está la idea de que hay que favorecer la Iglesia local, las vocaciones locales. Si hay vocaciones locales, la Iglesia se fortalece "automáticamente" y se convierte de verdad en una Iglesia local.
José Antonio Ciordia Misionero agustino recoleto en Estados Unidos
Luis Miguel Avilés Sacerdote del IEME en Cuba La misión tiene algo romántico, de aventura, diríamos. Se trabaja desde el corazón, con las personas. Se busca que la persona se encuentre con Dios Padre, con Jesucristo y su Evangelio, con el ardor transformador del Espíritu. Esto se traduce en rejuvenecimiento, alegría y un amor intenso.
Hna. Lucía Bortolomasi Misionera de la Consolata, 14 años en Mongolia Estamos acostumbrados a pensar la misión en términos de "hacer-hacer". La realidad de Mongolia nos enseña que lo importante es estar ahí, estar presente en medio de ese pueblo.
Me aprovecho grandemente de las noticias que me envían de OMP respecto a las misiones. Es una delicia leer y tomar conciencia una y otra vez de nuestra realidad misionera presente en esas líneas.
Julia Gómez Hija de la Caridad en Túnez Al grupo de niños acogidos en medio de los que me muevo yo lo llamo mi coral, pues, cuando llego por las mañanas, me reciben unos días con sonrisas, y otros, con llanto, porque va llegando la hora del biberón.
TRIBUNA
“Missio ad gentes”,
historia preciosa de la Iglesia
Por D. José María Calderón.
S
in duda, no hay un lugar en la tierra que no esté necesitado de la predicación de la Palabra de Dios. No hay un rincón de este mundo que no esté suspirando por el don del perdón y de la misericordia del Padre. De hecho, es así desde el comienzo, y esta obra de la salvación nunca estará completa y nunca puede decirse ya plenamente realizada. Las primeras palabras del Señor al comenzar su predicación pública fueron actuales en aquel entonces y ¿no son también actuales y necesarias en estos momentos de la historia en cualquier parte del mundo?: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos” (Mt 4,17). Incluso nosotros, los que ya estamos bautizados, los que nos tenemos por fieles discípulos del Señor, reconocemos que hemos de vivir siempre esa actitud de conversión, de arrepentimiento, de deseos de santidad..., no vaya a ser que Jesús nos pueda reprochar lo que reprochó a los fariseos y escribas, a los cumplidores de la ley de su época: “Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 5,20). Como nos invitaba el papa san Juan Pablo II, la conversión debe ser diaria: “En nuestras vidas diarias, la llamada a la conversión y a la comunión divina presenta exigencias prácticas, si queremos caminar en la profunda verdad de
Director Nacional de OMP
nuestra vocación, en la sinceridad de nuestra relación con el Padre, a través de Jesucristo y en el Espíritu Santo” (Homilía, 13-1-1980). Sin embargo, desde sus inicios la Iglesia sintió la urgencia de predicar el Evangelio e invitar a la conversión en aquellos lugares donde todavía el nombre de Jesús era un perfecto desconocido. No
do para dar sabor, iluminar y hacer crecer los lugares donde ellos vivían y trabajaban. Más tarde, hombres y mujeres con gran amor al Señor y a la tarea evangelizadora llegaron a fundar institutos dedicados, por carisma y vocación, a salir de la tierra propia para dedicar su vida entera a la evangelización de aquellos
No hay un rincón de este mundo que no esté necesitado de la predicación de la Palabra de Dios. por mirar la propia necesidad dejaron de ver la necesidad del resto de la humanidad. Así surgió el ímpetu misionero de Pablo de Tarso, de Bernabé, de..., de todos los que llegaron al mundo conocido entonces. A lo largo de la historia, esta inquietud misionera se plasmó en gestos y gestas heroicos de hombres y mujeres que se embarcaron en verdaderas “aventuras” de evangelización, llegando a las Américas recién descubiertas, a Filipinas y Australia..., ¡a África entera! Estas actividades no hacían que los cristianos, los bautizados que vivían su fe en los lugares de mayor tradición cristiana, de donde salían estos misioneros, se olvidaran o renunciaran a ser la sal, la luz, la levadura que Cristo había insertado en el mun-
que todavía no tenían la fortuna de haber conocido a Cristo: Daniel Comboni, madre Pilar Navarro, Francisco Libermann, madre María de la Pasión, Jaime Bonet, Marion-Brésillac, María Teresa Ledóchowska, Guido M. Conforti y un larguísimo etcétera. Es la historia preciosa de la Iglesia, que nació para la evangelización y que hoy, como a lo largo de los 20 siglos anteriores, está llamada a promover la vocación a la misión entre los bautizados. Y esto, con el conocimiento de que todavía ahora, en 2021, hay una tercera parte del planeta que depende de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, institución que nació hace cuatro siglos con el fin de hacer posible que el Evangelio llegara a todos los rincones de la tierra. NÚM. 217, VERANO DE 2021
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IGLESIA A FONDO
El próximo 26 de septiembre la Iglesia católica celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Una dramática realidad, la de estas personas, que ni las restricciones de movimiento impuestas por el coronavirus han logrado frenar y ante la cual el papa Francisco nos pide abandonar posturas individualistas y egoístas, para hacer del otro –migrante, refugiado y descartado– "un nosotros cada vez más grande". 16 misioneros
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A
llá por 1953, cuando él tenía nueve meses de vida, la familia de Cristóbal López Romero emigró desde Almería hasta Barcelona, “forzada por las necesidades económicas”, al igual que muchísimos otros andaluces que buscaron una vida mejor y fueron acogidos en Cataluña. “Sí, he sido y soy emigrante”, afirma el hoy cardenal arzobispo de Rabat. Después de Barcelona, durante su vida de salesiano, sirvió a su congregación en Bolivia y Paraguay. Se considera uno de muchos: “Como lo son también los 50.000 italianos que viven ahora en Barcelona, o los 250.000 británicos que viven en España. Y nadie se molesta por su presencia... porque no son pobres. Lo que demuestra que el problema no es la emigración, sino la pobreza de las personas y de los pueblos. Y que, en realidad, no hay una migrofobia, sino una fobia a los pobres, actitud y sentimiento para el que se ha inventado una palabra: aporofobia”. Ahora, desde su puesto en “el otro lado” de lo que en España se llama “frontera sur”, rige una diócesis en medio de una de las mayores rutas migratorias mundiales. Según los datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), dependiente de Naciones Unidas, España es el undécimo país del mundo por número de migrantes residentes extranjeros, y, de los que lo preceden en la Cristóbal López Romero, lista, cuatro son euroarzobispo de Rabat peos (incluyendo como tal a Reino Unido). El lema para esta Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado es “Hacia un nosotros cada
vez más grande”. “Dios nos creó a su imagen, a imagen de su ser uno y trino, comunión en la diversidad”, afirma el papa Francisco al principio de su Mensaje para este 2021, en que la Jornada se celebrará el 26 de septiembre. Este año, parece, muchas actividades humanas experimentan una cierta reactivación. También es el caso de los movimientos migratorios, que nunca se detuvieron del todo, a pesar de los cierres generalizados de fronteras provocados por la emergencia sanitaria, muchos de los cuales aún siguen vigentes.
Migración pospandemia
Varios son los retos para las migraciones en el mundo pospandemia que en algunos países ya se vislumbra. El jesuita Alberto Ares, director del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones (IUEM) de la Universidad Pontificia Comillas y, a partir del próximo septiembre, director del Servicio Jesuita a Refugiados en Europa, señala los que, para él, son los principales desafíos. El primero es que “la crisis económica afecta a los más vulnerables y a las personas migrantes y refugiadas de manera especial”. Ares señala también “la gobernanza a nivel de migrantes, donde se están usando como chivo expiatorio o como moneda de cambio geopolítico”. Incide en tercer lugar en cómo “se ha primado el control de fronteras sobre el aspecto de integración y cohesión social”. Y apunta un cuarto reto, el de “ver las migraciones como una oportunidad”. Ares resalta un dato esclarecedor: “Hasta hace 20 años, España era un país de emigrantes”. Aquí entra, precisamente, en el razonamiento del jesuita, el Mensaje que el Papa propone para este año. “Como cristianos, ya NÚM. 217, VERANO DE 2021
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PRIMER PLANO
no cabe, en estos contextos, hablar de un ellos y un nosotros. Todos hemos nacido a imagen y semejanza de Dios, con los mismos derechos y la misma dignidad”, reflexiona, en la línea de Francisco.
citado director del IUEM, esto es cierto sin ser nuevo. Una vez más, tenemos un ejemplo español que puede servirnos de espejo. “Cuando después de la Segunda Guerra Mundial migramos, quién no ha te-
Xabier Gómez
Buena parte de sus consideraciones son compartidas por el director del Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española, el dominico Xabier Gómez. Este apunta a que la crisis generada por la pandemia, de cariz sanitario y económico, trae peores consecuencias para “los colectivos más vulnerables y aquellos que quedan fuera de los sistemas de apoyo y ayuda de los Estados”, como sucede con inmigrantes en situación administrativa irregular. Gómez también señala “una responsabilidad en el modelo de gobernanza internacional, y las políticas económicas, etc., que favorecen o impiden el desarrollo de muchas naciones”. Porque, no lo olvidemos, uno de los factores que más impulsan las migraciones son las desigualdades entre fronteras. A veces se acusa a quienes deciden cambiar de país de que sus movimientos son alentados por unas idealizadas expectativas. Y, según conviene el arriba 18 misioneros
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nido algún familiar en algún país. Estaban todo el año trabajando duramente e incluso doblando turnos, y luego venían en verano y creíamos que todo era boyante”, afirma. Pero insiste en que es mucho más importante la situación económica de los países de origen: “La gran mayoría no puede mantener a sus familias, sus hermanos no pueden ir a la escuela... Nosotros haríamos lo mismo”.
Siguen saliendo
Tal y como muestran los datos de Naciones Unidas, uno de los mayores flujos migratorios se produce de África a Europa. En esta frontera, una de las rutas es la que parte de países subsaharianos, como Senegal, Malí o Costa de Marfil, y, a través de Marruecos, busca un lugar por el que llegar a suelo español. Y, aunque en Marruecos la Iglesia católica sea pequeña en número, muchos de sus esfuerzos se centran en apoyar a los migrantes,
como personas vulnerables que son. “No es nuestra función ni favorecer ni impedir su «viaje», pero sí aliviar su dolor, atender las situaciones de urgencia humanitaria y ayudar a todos a reflexionar críticamente sobre su proyecto”, reflexiona el cardenal Cristóbal López desde su diócesis de Rabat, para la que fue nombrado arzobispo en diciembre de 2017. “El esfuerzo que hace la Iglesia es grande... Pero uno acaba teniendo la impresión de querer reparar una rueda de tractor con un parche de bicicleta”, comenta. En concreto, explica que en la archidiócesis, “a través de Cáritas diocesana, se ha establecido una red de atención y acogida a las personas en migración” en varias ciudades y parroquias. Una atención que se orienta, sobre todo, a “las personas enfermas, las mujeres embarazadas o con niños pequeños y los menores no acompañados (o mal acompañados)”.
dades y de diferentes religiones o creencias”, apunta la responsable. De ellas, 13 son religiosos, nueve son voluntarios y 37 son contratados. “En la diversidad, intentamos dar respuesta al mundo migratorio, desde una Iglesia abierta y comprometida”, reflexiona Gala. La Iglesia en Marruecos, con sus limitaciones, tiene un ideal “sencillo, y a la vez complejo”, para sumar positivamente: “Dar testimonio de vida comprometida”, en palabras de la religiosa vedruna. En Tánger se observa el fenómeno migratorio desde el lado “sur” de la “frontera sur”. Como subraya Gala, “se vive desde el lado de las víctimas”, que sufren Vigilia en memoria de los inmigrantes fallecidos
El cardenal López se suma a las voces que apuntan la necesidad de un cambio, en el sentido de que “las Naciones Unidas y sus organizaciones deben refundarse y adquirir peso con vistas a contribuir a una mayor justicia internacional”. Por otra parte, Marruecos no es solo un lugar de tránsito, sino también de destino para muchos migrantes procedentes de países subsaharianos (además de un país emisor de migrantes hacia Europa, principalmente). Recuerda, por ejemplo, que el Estado marroquí ha regularizado a 70.000 personas. Algo más de tiempo lleva en Marruecos la carmelita de la Caridad de Vedruna Inma Gala, delegada de migraciones de Tánger desde 2011; esta diócesis actualmente está a la espera de que se nombre obispo titular, bajo la administración apostólica del mismo Cristóbal López. La ciudad de Tánger, apenas a 75 km de Ceuta, es para muchos migrantes la última gran urbe an-
tes de la frontera con España. Además, la diócesis abarca 28.000 km2, cubriendo la zona norte de Marruecos, incluidas las fronteras con Ceuta y Melilla. Esta Delegación, explica Gala, acompaña a los migrantes en cuatro centros: Nador y Alhucemas, en la zona oriental, cerca de Melilla; y Tánger y Tetuán, en la zona occidental, en la proximidad de la frontera ceutí. Además, han extendido la intervención a Oujda, que pertenece territorialmente a la diócesis de Rabat. “En la Delegación trabajamos directamente 54 personas de 14 nacionali-
“por las consecuencias de las políticas migratorias establecidas en nuestro mundo”. Al mismo tiempo, se sorprende positivamente por muchas experiencias: “El sentido de misión compartida” entre las comunidades religiosas, “la gran acogida del pueblo marroquí”, “la vivienda de la interculturalidad y la interreligiosidad”, y “la gran resiliencia que viven muchos migrantes” son algunos de los elementos positivos de su andadura. Y apunta a que, “más que una crisis migratoria, estamos viviendo una crisis de valores”. NÚM. 217, VERANO DE 2021
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Rosita Milesi, en una reunión con inmigrantes venezolanos
Todo el trabajo de la Delegación ha recibido este año el Premio Mundo Negro a la Fraternidad, que recogió su obispo emérito, Mons. Santiago Agrelo, el pasado mes de mayo. Para la Delegación de Migraciones de la diócesis de Tánger, el reconocimiento es “un gran reto y desafío, porque la fraternidad no es algo puntual, sino que es un estilo de vida”.
Hay otras fronteras
Quizá el norte de África nos sea geográficamente más cercano, pero hay que tener en cuenta otras fronteras en el mundo donde se está produciendo este mismo drama. En los últimos años, Colombia, Brasil o Perú han visto un reseñable aumento de migrantes, especialmente desde Venezuela, y otras fronteras son desde hace tiempo lugares de gran afluencia: la R. D. del Congo, con Angola; México, con Estados Unidos; o Indonesia, con Australia. 20 misioneros
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Por ejemplo, para muchos de los que se dirigen a México y Estados Unidos, la selva del Darién, entre Panamá y Colombia, se interpone en su camino. Se trata de la única manera de acceder por tierra desde Sudamérica a Centroamérica. Allí también está la Iglesia. “Se ha identificado como una de las rutas más peligrosas del mundo, no solo por sus características geográficas y climatológicas, sino por la ausencia de institucionalidad de los Estados panameño y colombiano”. Quien lo cuenta es Jorge Luis Ayala, salesiano cooperador que acompaña a los migrantes en el Hogar Luisa, en la ciudad de Panamá, adonde llegan algunos de quienes cruzan. Se abrió en 2013 y cuenta con el apoyo del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Cruzar esos kilómetros de selva puede ser un infierno, que Ayala describe del siguiente modo:
“No existe seguridad alguna frente a accidentes, como fracturas o picaduras de animales, descompensaciones del cuerpo por falta de alimentación, efectos climatológicos, o las frecuentes incursiones de grupos armados irregulares, bandas de crimen organizado o delincuentes comunes que atacan a los migrantes para robarles, abusar sexualmente o incluso asesinarles, si ofrecen resistencia”. Cada año, en torno a 400 migrantes de 30 nacionalidades son acogidos en el hogar, con un periodo máximo inicial de 30 días; este se puede extender según las necesidades individuales, muchas de ellas relacionadas no solamente con lo material, sino con lo vital, ya que se les ayuda a realizar un proyecto personal. Panamá es sobre todo país de destino, pero también de tránsito hacia Estados Unidos. En esa larga marcha, la siguiente etapa es Costa Rica, donde las fronteras se ce-
Derechos humanos
L
rraron por el coronavirus y aún no se han reabierto. “Antes de la pandemia, Costa Rica permitía un ingreso dosificado (100 personas por día laboral), lo cual facilitaba un corredor humanitario seguro al menos entre estos dos países”, explica Ayala. Ahora, a falta de un método normalizado, “los migrantes continúan su trayecto utilizando pasos «ciegos» en la frontera”, añade. Ante esta situación, Ayala insiste en la necesidad de las políticas y llama a vigilar “para que el drama de la migración y de los refugiados no sea utilizado como subterfugio político para desviar la mirada sobre problemas sociales reales, y evitar una criminalización de la migración”. En cambio, propone “aportar a la construcción de una sociedad más solidaria e incluyente con estos”. Porque la realidad migratoria debe ser afrontada integralmente, y mejor si es desde el Evangelio.
a reivindicación de mejores políticas migratorias es una constante en quienes trabajan con los que abandonan su país en busca de una vida mejor. Por eso, desde la Iglesia misionera también se insiste en esa línea. Por ejemplo, el Instituto de Migraciones y Derechos Humanos (IMDH) de las hermanas scalabrinianas en Brasil tiene como uno de sus cinco ejes principales el de la "incidencia para políticas públicas y garantías de los derechos", según explica su directora, Rosita Milesi. Entre sus acciones para mejorar la vida de migrantes y refugiados desde la política, está el colaborar para preparar leyes y normas que permitan garantizar mejor los derechos de los más vulnerables, entre ellos, derecho a traductores, a trato justo en la frontera, y varias solicitudes al Gobierno brasileño para ampliar plazos administrativos por la crisis sanitaria. Dentro de los recientes cambios en los flujos migratorios, Brasil es el país latinoamericano con mayor número de refugiados venezolanos, entre 260 y 270.000, según los datos que maneja Milesi. De ellos, 5.000 son indígenas. A pesar de los planteamientos ideológicos xenófobos del Gobierno de Bolsonaro, la ley de refugiados del país, que data de 1997, "es considerada moderna", valora la directora del IMDH, al igual que la ley de migración, aprobada en 2017. Aun así, según la hermana, "ambas leyes a veces acaban siendo limitadas por actos infralegales", ante lo que juegan un papel crucial las organizaciones de la sociedad civil. Para la religiosa scalabriniana, incidir en políticas a favor de los refugiados y en el trabajo en red con otras organizaciones es esencial: "Esta es la forma adecuada para alcanzar y sumar esfuerzos que realicen la propuesta del papa Francisco de acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y a los refugiados y refugiadas".
ASIER SOLANA NÚM. 217, VERANO DE 2021
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PRIMER PLANO Mayo fue un mes terrorífico para miles de inocentes en la Franja de Gaza. Lo que comenzó como un enfrentamiento entre comunidades de judíos y palestinos en Jerusalén Oriental se propagó como la pólvora por todo Israel y la propia Franja. Pronto las fuerzas armadas
GAZA
Una nueva dimensión del conflicto israelíes llevaron a cabo despiadados e indiscriminados ataques aéreos en la zona de conflicto. Y desde allí emergió Hamás, el movimiento islámico que controla el territorio, para lanzar, a su vez, cohetes hacia Israel. Y el odio y la sangre pasaron a una nueva dimensión, mientras la Iglesia y otras instancias levantaban las manos para pedir diálogo y razón.
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H
a sido el escenario más violento y ensangrentado en la región desde el año 2014 y, para cuando se declaró un tenso alto el fuego, el 21 de mayo, ya se habían registrado centenares de muertos y heridos. En estas circunstancias, la Iglesia católica hizo un llamamiento desesperado a la fraternidad y clamó por una paz justa. Cáritas y Amnistía Internacional denunciaron abusos y quebrantamientos masivos de los derechos humanos. El peor escenario imaginable. El reciente estallido de violencia ha sido extremadamente grave, y el precio, en términos humanos y materiales, devastador. Para el 10 de mayo, unos 250 palestinos ya habían resultado heridos durante las operaciones policiales contra lo
que comenzaron como protestas pacíficas en Jerusalén Oriental. Hamás respondió, la lucha creció en intensidad, y Gaza informó finalmente de 830 palestinos heridos y 119 muertos, incluidos 31 niños, como resultado del bombardeo aé-
reo y de la artillería israelí. Durante el mismo período, perdieron la vida nueve israelíes, incluido un pequeño, y más de 400 resultaron heridos en los ataques por los cohetes de Hamás. En una ola de violencia sin precedentes, decenas de personas resultaron heridas en los barrios de las llamadas ciudades “mixtas” de Israel, con presencia de diferentes comunidades. En la Franja de Gaza, los ataques israelíes causaron enormes daños a edificios e importantes infraestructuras civiles, derribando varias torres de apartamentos y oficinas y alcanzando también a edificios gubernamentales, instalaciones de servicios, como escuelas y bancos, hogares y complejos de seguridad, incluidas varias comisarías de Policía. Para el 13 de mayo, Hamás había disparado ya más de 2.000 cohetes y morteros contra Israel y este, a su vez, había llevado a cabo cientos de ataques aéreos y de artillería. Represalias y contrarrepresalias, ante la mirada
asustada de una población que no hacía otra cosa que vivir contemplando cómo los cohetes pasaban sobre sus cabezas y, en algunos casos, impactaban cerca de ellas.
La mecha que lo prendió todo
Todo comenzó con una serie de incidentes separados, aunque conectados, en Jerusalén Oriental, que luego se intensificaron y militarizaron. El detonante vino cuando las autoridades israelíes prohibieron a los residentes juntarse en los escalones de la Puerta de Damasco –centro social y de reunión para muchos palestinos de la Ciudad Vieja– y bloquearon la zona. Y todo fue a más a partir de ahí. Quizá se estaba buscando una excusa, una tormenta perfecta, para desencadenar tanta violencia. Después de una irrefrenable escalada, llegó el 7 de mayo, cuando la Policía israelí se enfrentó a jóvenes palestinos y utilizó la fuerza contra los fieles en la mezquita
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PRIMER PLANO
de Al-Aqsa, dentro de la Ciudad Vieja amurallada, hiriendo a decenas de ellos. La Policía también cerró las puertas que conducían a la mezquita, que es el tercer lugar más sagrado para los musulmanes, después de La Meca y Medina. Luego llegaron los cohetes de Hamás y la represalia mortal de Israel. La novedad, esta vez –que inevitablemente podría tener consecuencias a más largo plazo–, fue que la agitación popular de los palestinos se extendió a todo el territorio de Israel y Palestina. La Franja de Gaza es el hogar de dos millones de personas. Hay alrededor de 1.000 cristianos en el territorio. La mayoría de ellos son ortodoxos orientales y alrededor de 100 son católicos. Gabriel Romanelli es el párroco de la Sagrada Familia, la única parroquia católica en la Franja de Gaza. En declaraciones a ACI Prensa advirtió que “la situación en la Franja es muy mala” y explicó: “Día y noche somos bombardeados. El bombardeo suele tener lugar únicamente de noche, y durante el día la vida es más o menos normal. Pero estas jornadas, tanto de día como de noche, hay bombardeos, cohetes desde la Franja, y la respuesta israelí, con aviones y tanques. No hay barrio o ciudad que no haya sido golpeado, algunos de forma realmente dura”. El sacerdote destacó el papel que desempeña su parroquia, que representa a “una comunidad muy pequeña, pero hermosa y fuerte”. A ella también acuden los griegos ortodoxos. “Somos 133 católicos, incluidos 13 religiosos de la comunidad del Verbo Encarnado. Hacemos un despliegue para conectar con las familias, para que tanto católicos como ortodoxos, así como familias musulmanas pobres, sien28 misioneros
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tan la cercanía espiritual y material de la parroquia con ellos”, dijo el padre Romanelli.
Necesidad de diálogo
El sacerdote del Verbo Encarnado señala también las dificultades a las que se ha enfrentado la gente en la Franja de Gaza durante décadas y asegura que no deben olvidarse, porque “han sufrido un embargo de todo tipo de cosas durante años; por algo se la llama la prisión al aire libre más grande del mundo”. Ante esas graves circunstancias por las que atraviesa la Franja, el padre Romanelli animó a la gente
La vulneración constante de los derechos humanos
L
a rezar y ofrecer sacrificios por la paz, para que “las autoridades de gobierno y aquellos que tienen la capacidad de llegar a una tregua en esta situación sean iluminados para hacerlo”. El arzobispo franciscano Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, llevó su grito de dolor al trigésimo aniversario del documento conjunto del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y la Congregación para la Evangelización de los Pueblos titulado Diálogo y anuncio. Así se expresó: “Es el momento de que los líderes religiosos se comprometan con la justicia y la paz, profundamente heridas en Oriente Medio por años de guerras sectarias y tragedias vergonzosas”. Pero su pronóstico es pesimista. En una entrevista concedida a AsiaNews, advierte de que “la guerra entre Israel y Hamás no es
nada nuevo, lamentablemente, y no hará que termine nada, sino que solo traerá más escombros y muertes”. En la misma intervención, constata que lo novedoso está en “las tensiones y los desórdenes internos” surgidos en todo el país. “La guerra de estos días en Gaza es como las otras guerras del pasado, y habrá más en el futuro si no se afrontan los problemas de raíz”, resumió. El papa Francisco, en su discurso a los nuevos embajadores acreditados ante la Santa Sede, abundó en la necesidad de diálogo para encontrar una salida al largo conflicto. “Mi pensamiento se dirige a lo que está ocurriendo estos días en Tierra Santa. Doy gracias a Dios por la decisión de detener los enfrentamientos armados y espero que se sigan los caminos del diálogo y la paz”, solicitó. ALBERTO BRAVO
a organización Human Rights Watch ha publicado un informe en el que explica cómo las autoridades israelíes han llevado a cabo "una serie de actos inhumanos" en los territorios palestinos ocupados. "Entre ellos se incluyen restricciones radicales sobre el movimiento de millones de palestinos; la confiscación de gran parte de sus tierras; la imposición de duras condiciones, incluida la denegación categórica de permisos de construcción en gran parte de Cisjordania, que ha llevado a miles de palestinos a abandonar sus hogares en condiciones que equivalen a un traslado forzoso". La ONG también apunta "la denegación de los derechos de residencia a cientos de miles de palestinos y sus familiares [...], o durante largos períodos en las primeras décadas de la ocupación, o como resultado del congelamiento efectivo de la reunificación familiar a lo largo de las últimas dos décadas". El documento también denuncia "la suspensión de los derechos civiles básicos, como la libertad de reunión y asociación, privando a los palestinos de la oportunidad de tener voz en una amplia gama de asuntos de los que más afectan a su vida diaria y su futuro". Muchos de los abusos mencionados no parecen justificados por razones de seguridad legítimas; "otros, como el alcance de las restricciones a la circulación y los derechos civiles, no superan cualquier prueba de equilibrio razonable entre las preocupaciones de seguridad y la gravedad del abuso de derechos subyacente", añade el informe. NÚM. 217, VERANO DE 2021
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INFORME
Son más de tres millones en el mundo. Catequistas que han realizado y están realizando una labor "insustituible" y "eficaz" en la transmisión y profundización de la fe; también en el primer anuncio en los territorios de misión. El papa Francisco acaba de instituir este ministerio laical.
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enjamín Opwonya no recuerda el año exacto en que empezó a ser catequista, pero está seguro de que aún no había cumplido los 20. Empezó ayudando a preparar a los catecúmenos para el bautismo y la primera comunión en la capilla de su comunidad rural de Omiya Anyima, en el norte de Uganda, donde el ya anciano catequista Francis llevaba más de tres décadas dirigiendo la oración dominical y siendo la cabeza visible de la comunidad cristiana. Uno de los tres sacerdotes de la misión de Kitgum, a unos 40 kilómetros, visitaba la zona alrededor de dos veces al mes. 30 misioneros
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Pocos años después de casarse, Benjamín aceptó con entusiasmo la invitación de su párroco a realizar un curso de preparación. Estudió un año en Gulu, la sede de su diócesis, en el centro de formación
de catequistas y, tras cinco años de práctica pastoral en su comunidad, cursó dos años más en la ciudad de Lira, en otro centro de un nivel superior, donde se forman catequistas de varias diócesis.
Tras la muerte de Francis, venerado como un santo patriarca por los cristianos, fue nombrado catequista jefe de Omiya Anyima, una extensa zona rural con una veintena de capillas esparcidas por sabanas boscosas, que Benjamín recorre casi a diario en su bicicleta. En cada una de ellas hay uno o dos catequistas. Todos se reúnen una vez al mes en el centro para preparar las lecturas dominicales, discutir sobre la marcha de los planes pastorales y ponerse de acuerdo sobre el programa de las siguientes semanas. Benjamín es uno de los algo más de tres millones de catequistas que hay en el mundo, según
datos del último Anuario Estadístico de la Iglesia, el cual señala que el número total –registrado en las diócesis– ha disminuido en unos 43.000 con respecto a años anteriores. África tiene unos 440.000. La República Democrática del Congo, con cerca de 80.000 catequistas, sería el primer país de la lista de este continente, seguido por Mozambique, con 56.000. Según estos datos, África y Asia son los dos únicos continentes en los que el número de catequistas ha aumentado, mientras que en Europa y en América se ha registrado un ligero descenso. Seguramente no es una casualidad que el ministerio del catequista florezca
en los dos continentes donde, desde hace ya bastantes años, aumentan más el número de católicos y las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa.
Un ministerio laical
El papa Francisco reconoce que el de catequista es un “ministerio muy antiguo” en un motu proprio publicado con fecha de 10 de mayo y que lleva ese título, Antiquum ministerium. “Instituyo el ministerio laical del catequista... y ordeno que tenga vigencia de manera firme y estable”, anuncia en el documento. Subrayando que esta tarea ha ido evolucionando desde el Vaticano II, con un papel de “priNÚM. 217, VERANO DE 2021
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INFORME CATEQUISTAS EN TERRITORIOS DE MISIÓN
mer anuncio”, y reconociéndolo “como un verdadero y genuino ministerio de la Iglesia”, Antiquum ministerium destaca su fuerte valor vocacional, que requiere el debido discernimiento por parte del obispo, y da instrucciones para que la Congregación del Culto Divino prepare un rito de institución y para que las Conferencias Episcopales, “estableciendo el necesario itinerario de formación y los criterios formativos para acceder a él”, hagan efectivo el ministerio de catequista con una cierta estabilidad. En su etimología griega, “catequesis” procede de un verbo que significa “hacer resonar la palabra”. Se ha asociado tradicionalmente a la instrucción religiosa de niños y jóvenes, sobre todo para prepararlos a la recepción de sacramentos de iniciación cristiana, pero los Padres de la Iglesia, como recuerda Antiquum ministerium, subrayaron que la catequesis debe acompañar a los cristianos en todas las etapas de su vida. El documento reconoce que esta visión quedó apagada con el paso de los siglos, pero que fue recuperada por el Concilio Vaticano II, el cual renovó la “conciencia de la importancia del compromiso del laicado en la obra de la evangelización”. En muchos casos, el papel de los catequistas ha sido determinante para asegurar la misma supervivencia de la Iglesia en lugares donde corría peligro de desaparecer. Este fue el caso en los inicios de la historia de la Iglesia en Uganda, uno de los países de misión donde la tradición de este ministerio laical tiene más arraigo. Cuando los primeros misioneros católicos –los Padres Blancos, del cardenal Lavigerie– llegaron a Uganda, en 1879, el rey de los baganda, Mutesa I, les acogió sin problemas y les dejó libertad para 32 misioneros
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predicar la nueva religión, aunque personalmente él nunca mostró interés en convertirse. Pero cuando murió, dos años después, su hijo, el caprichoso y colérico Mwanga, vio el cristianismo como una amenaza a su autoridad absoluta y expresó su disgusto ante las conversiones que no dejaban de aumentar. Ante el inminente peligro, los misioneros se retiraron temporalmente a Tanzania cruzando el lago Victoria. Cuando regresaron, a los pocos años, quedaron sorprendidos de
ver cómo el número de catecúmenos había aumentado a pesar de las dificultades. Los convertidos se habían ocupado en mantener viva la llama de la fe, enseñando las oraciones y el catecismo a muchos otros súbditos del rey, atraídos por aquel mensaje nuevo que mostraba un Dios mucho más cercano y misericordioso que el que conocían por su religión tradicional. El joven líder laico Carlos Lwanga, canonizado junto con sus 21 compañeros que murieron mártires entre 1885 y 1887, ha sido desde entonces un modelo para todos los catequistas, particularmen-
te en países de misión. Isidoro Bakanja, asesinado cruelmente en el Congo en 1904 por un colono belga que no soportaba verlo instruir a niños y jóvenes en la fe cristiana, y beatificado en 1994, es otro de los catequistas mártires ejemplares para la Iglesia. El Papa parece tener muy presentes estos modelos cuando reconoce que “la larga lista de beatos, santos y mártires catequistas, que ha marcado la misión de la Iglesia, merece ser conocida porque constituye una fuente fecunda no solo para la catequesis, sino para toda la historia de la espiritualidad cristiana”.
otros países europeos– los 95.000 catequistas que, según datos de la Conferencia Episcopal, sirven en sus diócesis, suelen limitarse a ofrecer instrucción religiosa alguna vez por semana, sobre todo a niños y adolescentes, y sus actividades tienen normalmente carácter voluntario. En cada diócesis suele haber una Delegación que se ocupa específicamente de este ámbito, por lo general dirigida por un sacerdote, religiosa o laico con un título académico en Catequética. Aunque las funciones pueden variar, como afirma Antiquum ministerium, “muchos catequistas capaces y constantes están al frente de comunidades en diversas regio-
Muy lejos de Uganda, en Kanyakumari, en el estado de Tamil Nadu, situado en el sur de la India, varios catequistas de la parroquia de Our Lady of Ransom visitan a las aproximadamente 3.000 familias católicas que viven en esta localidad de pescadores. Fuertemente golpeada durante el tsunami de 2004, cuatro años después, numerosos barrios que quedaron entonces arrasados fueron reconstruidos con ayuda de organismos internacionales, entre ellos Cáritas Española. Según datos de la diócesis de Kottar, a la que pertenece esta comunidad, sus algo más de 12.000 católicos participan en las 88 comunidades de base, además de una veintena de asociaciones para laicos. Los catequistas de la parroquia coordinan y visitan regularmente estos grupos, y aseguran la educación religiosa en las escuelas primaria y secundaria que dependen de la parroquia. La vitalidad de es-
te ministerio es un signo de la madurez de la Iglesia católica en India, país donde los fieles apenas llegan al 1% de la población global, pero donde la Iglesia tiene una gran influencia en la cultura, la educación y la acción social entre los más desfavorecidos. Las tareas de los catequistas varían de un lugar a otro. Si en países de África o Asia un catequista es a menudo un factótum pastoral, en España –como en
nes y desempeñan una misión insustituible en la transmisión y profundización de la fe”. Se trata de una misión que a menudo han realizado arriesgando su propia vida. Además de los ejemplos ya citados, en varios países centroamericanos, como El Salvador o Guatemala, bastantes líderes laicos de comunidades de base y delegados de la Palabra fueron asesinados durante los años más duros de guerras civiles que asolaron la NÚM. 217, VERANO DE 2021
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INFORME CATEQUISTAS EN TERRITORIOS DE MISIÓN
zona en la década de los 80. También durante el período de la guerra civil en Sudán, sobre todo tras la expulsión de más de 300 misioneros en 1964, muchas comunidades cristianas no pudieron ver a un sacerdote durante muchos años, y fueron los catequistas quienes mantuvieron unidos y cohesionados a los fieles de sus capillas, aisladas y esparcidas por lugares de mucho peligro.
Desafíos pastorales
Antiquum ministerium no es el primer documento papal de después del Vaticano II sobre la catequesis. Otros textos del Magisterio, como la Evangelii nuntiandi o la Ca-
techesi tradendae marcaron hitos pastorales a la hora de destacar el papel insustituible de los laicos en la evangelización, sobre todo en los llamados países de misión, donde las personas que desempeñan ministerios laicos desarrollan numerosas tareas pastorales: además de dar lecciones de catecismo a los que se preparan para recibir los sacramentos, pueden realizar funciones que van desde visitar a los enfermos, ofrecer consejo a personas 34 misioneros
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con dificultades, organizar ayudas caritativas y, sobre todo, dirigir la oración dominical en ausencia del sacerdote. Al tener que realizar tantas funciones en lugares de escasez de clero, al mismo tiempo que despliegan una encomiable labor que mantiene viva la llama de la fe, en bastantes casos es difícil superar la clericalización que a menudo amenaza con dominar la figura de los catequistas, sobre todo los que llevan ya muchos años de
servicio en la misma comunidad, y a los que los propios fieles pueden terminar por percibir como una especie de “minicuras”. Otro desafío importante es el sostenimiento económico de los propios catequistas. Una cosa es dar catequesis una o dos veces por semana, de forma voluntaria, en la propia parroquia, y otra es desplegar toda la actividad diaria que realizan personas como Benjamín. Como la mayor parte de sus compañeros de ministerio en el norte de Uganda, él es agricultor y en su familia viven de lo que cultivan, ya sea para su consumo propio o para vender el excedente en el mercado local. La parroquia le paga cada mes un modesto estipendio que complementa su economía familiar. Sus compañeros reciben algo menos, dependiendo de lo que den de sí las colectas dominicales,
pero todos ellos saben que ser catequista es un servicio voluntario. En algunos de los territorios de misión, quienes se dedican a tiempo completo a este ministerio suelen recibir una paga que puede considerarse un salario, aunque esto depende de las posibilidades económicas de cada lugar. En África, donde numerosas diócesis se las ven y se las desean para asegurar un modesto sueldo y seguro médico a sus sacerdotes, es difícil contar con fondos para que los ministerios laicos reciban también una remuneración. Otro problema aún no resuelto en numerosas diócesis de países de misión es la presencia de mujeres. El documento firmado por Francisco es rico en un lenguaje inclusivo que habla de “hombres y mujeres catequistas”. No suele haber problemas en este sentido en socieda-
des europeas o norteamericanas, en las que incluso es frecuente que en una parroquia haya más mujeres que hombres que ejerzan este ministerio. Pero en numerosas zonas rurales de África, la tradición cultural que otorga el liderazgo a los hombres, como sucede con los consejos de ancianos, y la semejanza del catequista con las funciones de un sacerdote, explica que todavía hoy sean muy pocas las mujeres que desempeñen este servicio. Sacerdotes y fieles de estos países no tendrán ningún problema en ver a una mujer impartir instrucción religiosa en una iglesia, pero, a pesar de los rápidos cambios sociales en África en materia de género, verla dirigir una oración dominical les puede recordar a una asamblea protestante e incluso provocar rechazo social. No hay que olvidar que el papa Fran-
cisco, en un motu proprio publicado en enero de este año, cambió la legislación de la Iglesia para permitir que los ministerios de lector y acólito, que hasta entonces habían estado reservados a hombres y casi siempre como pasos previos a la ordenación sacerdotal, estén también abiertos a las mujeres, de forma estable e institucionalizada con un mandato especial. Una vez que la Congregación para el Culto Divino establezca el nuevo rito de admisión al ministerio de catequista, nada impedirá que las mujeres puedan acceder a él, aunque en muchos lugares de la Iglesia llevará aún mucho tiempo cambiar las mentalidades. Sobre todo, allí donde los cristianos siguen viendo al catequista más como un “minicura” que como un ministro laico. JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ NÚM. 217, VERANO DE 2021
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conectad@s
POR LA PAZ (SIEMPRE) No se podía decir mejor: "Que la noche de los conflictos se desvanezca y surja un amanecer de esperanza. Que cese el rencor, desaparezcan las discordias y Líbano vuelva a irradiar la luz de la paz". PAPA FRANCISCO Instagram @franciscus
DESDE NAIROBI Un tuit nos sirve en bandeja la conferencia "Soberanía alimentaria en tiempos de recuperación", cosa de @JENA_Africa y Caritas África. La clave está en la integración de la justicia social y en el aprovechamiento de la agricultura ecológica. JESUITAS GLOBAL Twitter @JesuitasGlobal
INDIA ES EL "HASHTAG" "Seguimos repartiendo ayuda a las personas más afectadas", dicen. Y lo mejor: "Tu ayuda llega". De hecho, más de 250 migrantes del asentamiento de Ahmednagar ya tienen alimentos, agua y kits sanitarios, gracias a la solidaridad. MISIONES SALESIANAS Instagram @misionessalesianas
@VERANOMISIÓN Llega el verano y, con él, la posibilidad de partir con rumbo a territorios de misión, siempre que las restricciones motivadas por la pandemia así lo permitan. En este tuit está toda la "oferta misionera vacacional", para elegir. A la vuelta, nada será igual.
UN MUNDO MEJOR Ellos rescatan a los jóvenes de la calle y les abren las puertas de las casas "Populorum Progressio". Son Jesús y Benito, misioneros laicos, y el padre Patricio. Coraje no, lo siguiente. MISIONES CÁCERES Twitter @misioneroscaceres
OMP ESPAÑA Twitter @OMP_ES
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Sri Lanka Casi 450.000 euros enviados en los últimos dos años
San José Vaz
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a cumplido los 35. Aparentemente, camina sin ton ni son. Vestido con harapos, deambula por la isla. Parece un esclavo, un paria, un intocable. Pero no. El pobre vagabundo bien sabe quién es y lo que quiere. En su mente, una meta clara y neta: contactar con los católicos perseguidos. Pero debe hacerlo con mucha cautela, sin que nadie lo note. Corría el año 1686. Y por aquel entonces, los calvinistas holandeses, llegados al país a través de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, perseguían a muerte a los católicos. Y todo, por la guerra que Holanda venía librando contra España y Portugal. El joven paria era, en realidad, José Vaz, sacerdote indio, nacido en Goa (India), que se había unido a la congregación del Oratorio de San Felipe Neri. Su celo misionero le empujó a dejar su Goa natal.
Allí, en la basílica do Bom Jesús, en la Goa Vieja, descansa el santo y navarro Patrón de las Misiones: Francisco de Jaso y Azpilicueta, más y mejor conocido como Francisco de Javier (1506-1552). Animado, tal vez, por el espíritu del “divino impaciente”, el padre Vaz se lanzó a recorrer los más de 1.500 kilómetros que median entre la costa oeste de la India y la sureña y vecina isla de Ceilán, actual Sri Lanka. Llega maltrecho, enfermo, desfallecido y medio muerto de hambre. Pero cumple su propósito. Contra viento y marea, el padre José avanza dando tumbos por los caminos de Ceilán. A pesar de todos los pesares, se le ocurre la idea –simple, pero genial– de coronar su frente con las cuentas de un viejo rosario. Fue su mejor pasaporte para darse a conocer entre los católicos, sin perder su
condición de “sacerdote clandestino”. Así comenzó, desde la norteña ciudad de Jaffna, la reevangelización de Ceilán: eucaristías nocturnas, sacramentos administrados en secreto, catequesis en lugares escondidos... El padre José era incansable. Al cabo de 25 años de dura brega, este tan singular “esclavo de Dios” puede finalmente descansar. Agotado, fallece el 16 de enero de 1711. Contaba 56 años. En la isla queda el callado y valioso fruto de su labor: 70.000 bautizados, 15 iglesias y 400 capillas nuevas. ¡Ahí es nada! Hoy, al padre José Vaz, conocido como “el apóstol de Ceilán”, lo vemos elevado ya a los altares. El 21 de enero de 1995, el santo papa Juan Pablo II lo beatificó. Veinte años después, el papa Francisco lo canonizó, el 14 de enero de 2015. Ambas ceremoNÚM. 217, VERANO DE 2021
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nias tuvieron lugar en la ciudad de Colombo, capital financiera de la actual Sri Lanka.
Tierra resplandeciente
Aunque en los mapas pudiera parecerlo, Sri Lanka no es una lágrima que se le haya caído a la enorme y colosal India sobre la oceánica inmensidad del Índico. Es una isla nueve veces mayor que todas las Canarias juntas. Su superficie duplica a la de Cataluña. Bautizada como “la isla de los mil nombres”, por los muchos que ha tenido en la Historia, esta nación insular mudó su denominación hace casi medio siglo: desde 1972, se llama Sri Lanka, que, en la lengua clásica de la India –el sánscrito–, quiere decir “tierra resplandeciente”. Al presente, en aquella paradisíaca isla sembrada de leyendas, los dos principales grupos étnicos que la pueblan, cingaleses y tamiles, viven –¡por fin!– en paz. Al cabo de casi 30 años de guerra sin cuartel, el Gobierno derrotó a la temida guerrilla separatista de los Tigres Tamiles y, en mayo de 2009, arraigó con fuerza la delicada semilla de la paz. 44 misioneros
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Con ella, los casi 21,5 millones de almas que moran en la isla emprendieron una fructífera y rápida marcha, por el camino del desarrollo, hacia la meta del bienestar. Ese objetivo ya no se vislumbra tan lejano como inalcanzable. Tampoco aparece desdibujado y roto –como antes– por el inhumano dolor de la violencia ciega. Sri Lanka, además de cautivador destino turístico, es muy principal productor del mejor té para medio mundo (las 350.000 toneladas que cosecha cada año le otorgan el cuarto lugar mundial, después de China, India y Kenia); también es exportador de café, canela, caucho, coco y otros productos naturales. Según la ONU, Sri Lanka ocupa el puesto 72.º en la lista de los 194 países que hay en el mundo. Y figura en el grupo de naciones con “desarrollo humano alto”.
Una minoría
La mayor parte de su población es budista, más del 70%. Y son, sobre todo, cingaleses. Los tamiles, que vienen a ser el 15% de los habitantes, practican el hinduismo, la religión más anti-
gua del país, localizada, sobre todo, al norte de la isla. En la vieja Ceilán, también hay casi dos millones de musulmanes, que cuentan con unas 5.000 mezquitas, repartidas por todo el territorio. Los católicos están presentes en Sri Lanka desde el siglo XVI, cuando llegaron los portugueses. Hoy, de cada 100 habitantes, 7’43 lo son. En números absolutos, casi 1,6 millones de esrilanqueses son católicos. Habitan, sobre todo, en la costa oeste. A la ciudad de Negombo, por ejemplo, le dicen “la pequeña Roma”, por las muchas iglesias que allí hay. Una veintena de obispos, 916 sacerdotes diocesanos, 2.609 religiosas, 528 religiosos sacerdotes y otros 158 no sacerdotes, 157 misioneros laicos y 15.556 catequistas forman la tupida red que se encarga de sostener y alentar la fe de los creyentes. Eso, como en tantos otros lugares, también es posible gracias a las ayudas pecuniarias –tan calladas como eficientes– que recibe la Iglesia de Sri Lanka de la fraterna y generosa solidaridad de los católicos de otras naciones. Tal, la de los creyentes españoles.
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Fuente de fortaleza
El año pasado, las OMP de España canalizaron hacia Sri Lanka un total de 63.043,20 €. Y en el ejercicio anterior –el correspondiente a 2019– la ayuda fue mucho mayor: 385.880,74 €. En total, en el último bienio, la fraternidad de los católicos españoles para con los creyentes tamiles y cingaleses de Sri Lanka se cifra en 448.923,94 €. Tales ayudas han valido, por ejemplo, para ayudar a la construcción del santuario nacional dedicado a san José Vaz, nuestro audaz misionero. Pero no solo. El envío cursado por Infancia Misionera desde Madrid a la diócesis de Chilaw ha valido, por ejemplo, para que los niños de las islas Kalpitiya, que son hijos de pescadores muy pobres, puedan hacer frente a los gastos de su escolarización, ropa, comida, material escolar... Son medio millar de pequeños olvidados. Hasta sus islas no llegan los profesores del Gobierno. Desde la diócesis de Galle, el seminario menor San Francisco Javier, que está en Kalegana, también está agradecido a los católicos españoles. Didula Ashen, su pre-
fecto de estudiantes, se expresa así: “Me gustaría agradecerles inmensamente el ser una fuente de fortaleza para nuestro rector, de cara a afrontar los gastos cotidianos de nuestra formación. Por favor, continúen con sus ayudas. Tenemos a todo el equipo de OMP y a los benefactores españoles en nuestras oraciones diarias y en la eucaristía. ¡Que Dios los bendiga!”. Aunque se vio afectada por el terrible atentado contra iglesias cristianas y hoteles de lujo que el 21 de abril de 2019 sorprendió a los habitantes de la isla, bien
se puede afirmar que, en la Sri Lanka de nuestros días, la coexistencia pacífica de las religiones trata de ser buena. Todos los años, cada 15 de agosto, celebramos en España la Asunción de la Virgen. Ese mismo día, en Sri Lanka, multitud de peregrinos, tanto hindúes como budistas, lo mismo cristianos que musulmanes, se dirigen a la cumbre del Pico de Adán, montaña sagrada de 2.243 metros de altura, que es meta y lugar de peregrinación para las cuatro religiones. TOMÁS TAMARREDO
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SEMBLANZA
Una Rosa para Dios mismo; el lugar donde también la relación laboral se hacía familiar y el compañero de tareas pasaba a ser algo más.
Una gran profesional
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l pasado 25 de junio la revista Supergesto, que editan las Obras Misionales Pontificias de España, se quedó huérfana de forma repentina e inesperada. Ese fatídico día fallecía de madrugada, con sus 62 años recién estrenados, la que ha sido madre, alma y directora de esa publicación los últimos 18 años, Rosa Lanoix, de apellido francés, pero madrileña de pro. Los médicos lo negarán, pero a Rosa, a nuestra Rosa, se le rompió el corazón de 54 misioneros
tanto querer. Lo prueban los últimos mensajes que intercambió desde la habitación del hospital donde había sido aislada para recuperarse del infarto que la había dejado maltrecha unos días antes. Su único contacto con el exterior, un teléfono móvil; y, a través de él, quiso dejar claro, con sus mensajes de corazones de colores, con sus notas de voz, que nos quería y que nos pedía que rezásemos por ella. Todos aquellos que la conocían destacan de Rosa que era una perso-
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na “especialmente buena”. Resultaba difícil no sucumbir a su generosidad, preocupación por los demás, dulzura, cariño, nobleza... Imposible dudar de ella, porque toda desconfianza se rendía inexorablemente ante su franqueza. Eso sí, como buena tímida, huía de los focos, no le gustaba que se la viera; difícil conseguir una fotografía suya. Pero es que ella lucía más en la intimidad, en la distancia corta, en la zona de confort donde al cohibido le resulta más fácil ser auténtico, ser él
Otro de los comentarios más escuchados entre los que trabajaron con ella: lo gran profesional que era. Sus comienzos transcurrieron por el diario Ya, de cuya época recordaba, con grata nostalgia, sus entrevistas a directores de cine, como José Luis Garci, y el ramo de flores que, tras la publicación, este le envío a la redacción –¡con lo que le gustaban las flores...!; el cineasta la conquistó de inmediato–. O el consejo de todo un maestro, como Jesús Hermida, de que, en ese género periodístico de preguntas y respuestas que a Rosa tanto le gustaba practicar, las mejores eran las que se hacían sin grabadora. Pero lo que marcaría su trayectoria hacia la prensa de animación misionera sería su inserción en el equipo de trabajo del Mini Ya, suplemento para niños –en el dominical del citado periódico– que dirigía, con notable acierto, una
gran figura, Montserrat Sarto. De su mano, Rosa comenzó a colaborar en las dos revistas que esta especialista en prensa y literatura infantil y juvenil había puesto en marcha para las OMP: Gesto y Supergesto. La primera, para los más pequeños; la segunda, para los jóvenes. Así las cosas, cuando el Ya desapareció, Rosa se incorporó al trabajo en la Dirección Nacional de las OMP, hace ahora casi 25 años. Primero, como colaboradora de la revista Misioneros Tercer Milenio, que por aquel entonces se llamaba Pueblos del Tercer Mundo. Y, posteriormen-
te, cuando a Montserrat le llegó el tiempo de ceder el timón de Supergesto, no encontró manos más expertas y mejor preparadas en las que confiar que las de Rosa; labor que, además, compaginó con la maquetación de su hermana pequeña, Gesto.
La gran aventura misionera
Desde entonces, Rosa se volcó y se desvivió por comunicar la gran aventura misionera con la que entusiasmar a los jóvenes. Sabía que su labor era complicada, pero siempre confió en la generosidad y en la capacidad
de entrega de una juventud a la que defendía cuando se la criticaba con planteamientos generalistas. Pensaba que, con demasiada facilidad, se esgrimían contra ella los tópicos de la superficialidad, el individualismo, la despreocupación, el egoísmo... Por eso, consideraba fundamental defender a estos muchachos y muchachas; pero, sobre todo, escucharlos y darles oportunidades. También, dentro de la Iglesia. Supergesto quería ser, por ello, una revista donde estos jóvenes se pudiesen expresar; un espacio donde encontrasen –a través de los testimonios de los misioneros, de cuya labor Rosa era entusiasta y admiradora, y de sus propias experiencias en tierras de misión– opciones de vida llenas de la alegría del Evangelio y de su bienaventurada apuesta
revolucionaria. Había que imbuirles las ganas de comunicarlo y vivirlo. Hoy los jóvenes de espíritu misionero la echarán de menos, y, con ellos, sus compañeros de las Obras y, por supuesto, su familia. José María Calderón, director nacional de las OMP, ha agradecido su gran labor por llevar la misión a los jóvenes y ha subrayado cuánto echaremos en falta “su trabajo, su simpatía y su preocupación por los demás”. En el despacho de los inseparables, una rosa ha dejado un hueco. Dios la ha querido ya para Él. Nada será ahora como antes, aunque la esencia de su memoria quedará siempre entre nosotros. Cómo olvidar su amistad, cariño y humanidad. Nunca nos separaremos, Rosa. Seguiremos “compartiendo la misión”.
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