Misioneros Nº 222

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EDITADA POR LAS OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS

Nº 222 F EBRERO AÑO 2022

TERCER MILENIO


Nº 222. FEBRERO, 2022

TERCER MILENIO EDITA OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS C/ Fray Juan Gil, 5 28002 - Madrid Tfno: 91 590 27 80 Fax: 91 563 98 33 E-Mail: dir.nal@omp.es http://www.omp.es

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en este número... IGLESIA A FONDO El próximo 6 de marzo se celebra el Día de Hispanoamérica, una jornada que viene a recordar y reforzar el vínculo fraternal que existe tradicionalmente entre la Iglesia española y la de América Latina.

16 PRIMER PLANO

La campaña de Manos Unidas de este año denuncia el desinterés del primer mundo con respecto a los más desfavorecidos y las terribles consecuencias que esta actitud conlleva.

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INFORME El Papa apela a la fraternidad como herramienta para hacer frente a la creciente lacra de la persecución religiosa, un tipo de violencia que se cierne sobre dos de cada tres personas en el mundo.

30 y además... 7 TRIBUNA

Denuncias proféticas

12 EL OBSERVADOR PAKISTÁN - EGIPTO VATICANO - EL SALVADOR

22 ASÍ VA EL MUNDO SOMALIA - CHINA MALÍ - IRAK

36 ENTREVISTA

Isidro Izquierdo, miembro de la Sociedad de Misiones Africanas, misionero en Níger

40 ANIMACIÓN MISIONERA 45 AYUDAMOS A... R. D. del Congo

48 CULTURA

Arte gourmet que alimenta

53 EL CUARTO MUNDO 54 EN EL OBJETIVO 56 MISIÓN VIVA P. José Girau, comboniano, más de 40 años de entrega en África y América Latina


EDITORIAL

La desigualdad mata la fraternidad

E

l 4 de febrero se cumplen tres años de la firma, en Abu Dhabi, del histórico Documento sobre la fraternidad humana por parte del gran imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, y el papa Francisco. Un texto serio y sincero, que constituye una invitación a toda la familia humana para que, a nivel social, político y económico, se recuperen los valores que nos permitan cambiar nuestro estilo de vida, nuestras relaciones, nuestras sociedades... y, de este modo, hacer de nuestro mundo un lugar más fraterno; un objetivo en el que, como no puede ser de otra manera, siempre han estado muy implicados nuestros misioneros y misioneras. Estamos ante una cuestión, la fraternidad humana, que constituye un enorme desafío para el presente, y sobre todo el futuro, de la humanidad entera; porque, como ha señalado el cardenal Michael Czerny, prefecto ad interim del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, esta fraternidad “significa crear las condiciones para una vida digna, una vida rica en esperanza”. No parece, sin embargo, que este sea el camino por el que se haya optado. Lo ha denunciado el Papa al constatar que, “dos años después del inicio de la pandemia, debemos admitir que hemos perdido muchas oportunidades para cam-

biar nuestra actitud”. Y no solo eso. Lo más grave es, como ha señalado el Santo Padre, que “estamos perpetrando nuevas injusticias y desigualdades”. Difícilmente seremos constructores de paz, de fraternidad, si

que pasó de 700.000 millones de dólares a 1,5 billones (1.300 millones al día) en estos dos años de coronavirus. Unos datos que, como con amargura ha denunciado monseñor Jorge Eduardo Lozano, secretario general del CE-

Difícilmente podremos ser constructores de paz, de fraternidad, si no somos defensores de la justicia. no somos defensores de la justicia. Ya antes del estallido de la pandemia se daban signos permanentes de vivir en una sociedad enferma de avaricia, egoísmo, inseguridad y violencia. Los datos recogidos por el último informe de la organización Oxfam Intermón, que se han presentado bajo el preocupante título Las desigualdades matan, vienen a poner de manifiesto un vergonzoso incremento de la brecha económica entre una mayoría de seres humanos que sobreviven en la indigencia y una minoría que nada en una indecente opulencia. Mientras la pandemia incrementó la pobreza en el 99% de la población mundial –llevando a la miseria a más de 160 millones de personas, que se vieron obligadas a necesitar asistencia alimentaria y sufrieron deterioro de su salud–, las diez personas más ricas del mundo duplicaron su fortuna,

LAM, suponen que lo que para una gran mayoría es “un desastre global económico, afectivo, laboral, sanitario, educativo...”, “para algunos inescrupulosos es oportunidad de hacer negocios y fortalecer la avaricia insaciable”. Estas clamorosas inequidades son generadoras de un clima de justificado descontento, que constituye el mejor caldo de cultivo para situaciones de confrontación y violencia. Las desigualdades amenazan y matan a la fraternidad, que requiere un compromiso con la justa distribución de la riqueza para responder a los problemas y las necesidades concretas de los últimos, de los pobres y de los indefensos, con el fin de que puedan vivir con dignidad. Difícilmente podremos caminar como hermanos, si la distancia que nos separa no nos permite ni tan siquiera darnos la mano de la esperanza.

EDITA Obras Misionales Pontificias DIRECTOR NACIONAL OMP José María Calderón DIRECTOR Alfonso Blas DISEÑO Antonio Aunés COLABORADORES Rafael Santos, Francisco José Pérez Valero, Dora Rivas, José Beltrán, José TERCER MILENIO Carlos Rodríguez, José Ignacio Rivarés, María Ángeles Castillo, Asier Solana, Israel Íñiguez, Leticia Lanoix, Alberto Bravo, Modeste Munimi, María Jesús Sahagún, Juan Lázaro Sánchez ARCHIVO FOTOGRÁFICO Antonio Aunés, Rafael Santos, Ana Fernández FOTOGRAFÍAS Efe, 123RF SUSCRIPCIONES Roberto Murga DEPÓSITO LEGAL M-48558-1999 ISSN 1695-1034 IMPRESIÓN Gráficas Dehon. PP. Reparadores. C/ La Morera, 23-25. Torrejón de Ardoz, Madrid. Tfno: 91 675 15 36


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Daniele Moschetti Misionero comboniano italiano Hay quienes acogen a pesar de la pobreza extrema: es África, el continente que construye campos de refugiados en lugar de muros.

María José Sánchez Hernández Hermanita de los Ancianos Desamparados en Mozambique Muchos ancianos llegan solitos a la puerta de nuestro hogar, y es para nosotras una gran alegría el poder abrirles la puerta de nuestra casa y, sobre todo, de nuestro corazón. Pidan para que surjan muchas vocaciones misioneras y podamos llegar a más lugares y, con ello, a más ancianos necesitados.

Hno. Frumen Escudero Hermano de Carlos de Foucauld en Perú

Manuela Martín Escusa Misionera comboniana, treinta años en Ecuador Hoy solo me queda agradecer al Señor todo lo que he compartido con el pueblo esmeraldeño. Creo que puedo resumir mi vida diciendo que he aprendido mucho de ellos y que he recibido mucho más de lo que yo misma he podido dar.

Mons. Miguel Ángel Cadenas, OSA Vicario apostólico de Iquitos, Perú No puedo resignarme a la pobreza. Me duele. Estas personas, a pesar de tener tantas situaciones en contra, todos los días se levantan y realizan los trabajos peor remunerados. Con gran esfuerzo personal mantienen la alegría de vivir. No tenemos derecho a robarles la esperanza.

Aquí en Huáscar, uno de los pueblos jóvenes de Lima, estamos dos hermanos tratando de compartir la vida de esta buena gente: desde una relación de amistad y con un corazón grande, buscamos encarnarnos en medio de ellos, compartiendo nuestra esperanza.

Esperanza Estades Misionera Idente en Filipinas Es muy hermoso ver cómo las personas tienen sed de Dios, de un Dios que es Padre y vive en nosotros, y podemos tener la experiencia de la ternura de su amor sin medida.


TRIBUNA

Denuncias proféticas Por D. José María Calderón.

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n los años 70 y 80 se dieron unas circunstancias concretas que provocaron que en nuestra Iglesia surgieran “voces protesta”. Se denominaron “denuncias proféticas”, que procuraban desenmascarar y poner a la luz no solo las injusticias que tantos hombres y mujeres de nuestro mundo sufrían, sino también sus causas y sus instigadores. Se llamaban “proféticas”, porque pretendían ser –quizás lo llegaron a ser– como la voz de los profetas del Antiguo Testamento, que clamaban por la viuda, los huérfanos y los pobres, de los que el pueblo se había olvidado. Quizás llamaba la atención que esas voces no surgieron para denunciar tantas injusticias que los hombres y mujeres padecían por los totalitarismos que se daban en Asia o en el este de Europa... En todo caso, eran denuncias justificadas, que pretendían poner voz a los sin voz y hacer visible el sufrimiento de los “invisibles”. Hoy, en muchos medios de comunicación, no sé si pretendiendo también estar bajo ese paraguas de “denuncia profética”, se ve normal el insulto, la descalificación, la puesta en duda, la difamación dentro de la Iglesia. Se clasifica a las personas y a las instituciones en “progres” o “conservadoras”, en “retrógradas” o “liberales”. Da igual si se trata del Santo Padre, de un obispo, de una religiosa, de un nun-

Director Nacional de OMP

cio, de un misionero, de un párroco o de una madre de familia que intenta educar a sus hijos; con mucha libertad se clasifica a las personas, buscando... ¿qué? Si de verdad esto nace del amor a la Iglesia, no sé si este es el medio oportuno. ¿Se muestra amor a la Iglesia cuando se busca la división en buenos y malos? ¿Se muestra amor a la misión de la Iglesia cuando la denuncia se

dí de mis pastores, lo aprendí en mi oración... Y ya sabemos todos: uno no predica lo que vive, sino lo que quisiera vivir; ni a sí mismo, sino a Cristo, que es quien salva. Me duelen las descalificaciones, me duelen los insultos a quienes somos Iglesia. Pero me duele todavía más cuando esas “denuncias proféticas” que se hacen con agresividad son publicadas por

El Espíritu Santo impulsa a la unidad, a la concordia, a la armonía en la diversidad. hace con insultos y difamaciones? No lo sé. Yo amo a la Iglesia, amo a los que formamos parte de ella, aunque en ocasiones no comulguemos con las mismas ideas o formas. Yo rezo por quienes no nos aman, no nos entienden, no nos hacen bien... Si, además, como es el caso, son parte de mi Iglesia, busco el modo de no juzgar intenciones, de distinguir entre el pecado y el pecador. A veces me cuesta –no soy santo, soy pobre–, pero lo intento y, desde luego, en público, no manifiesto nada en contra de las personas, aunque no me acepten. No pretendo ponerme de ejemplo, que no lo soy de casi nada. Pretendo vivir lo que el Señor enseña en el Evangelio. Lo aprendí de mis mayores, lo apren-

personas que dicen seguir al Señor, por quienes deberían entender que la división no viene del Espíritu Santo, sino del Demonio: “Hoy, si escuchamos al Espíritu, no nos centraremos en conservadores y progresistas, tradicionalistas e innovadores, derecha e izquierda. Si estos son los criterios, quiere decir que en la Iglesia se olvida el Espíritu. El Paráclito impulsa a la unidad, a la concordia, a la armonía en la diversidad. Nos hace ver como partes del mismo cuerpo, hermanos y hermanas entre nosotros. ¡Busquemos el todo! El enemigo quiere que la diversidad se transforme en oposición, y por eso la convierte en ideologías. Hay que decir «no» a las ideologías y «sí» al todo” (Francisco, Homilía 23-5-2021). NÚM. 222, FEBRERO DE 2022

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IGLESIA A FONDO La relación entre la Iglesia española y América Latina es algo secular. Tradicionalmente, la presencia del clero, de la vida religiosa y, en las últimas décadas, de laicos y laicas en las Iglesias particulares del continente latinoamericano ha sido una constante. Para recordar y seguir fortaleciendo este vínculo de fraternidad, todos los años se celebra, el primer domingo de marzo, el Día de Hispanoamérica. En esta ocasión, con el lema: "Una vida compartida".

A

quienes somos misioneros frecuentemente se nos pregunta: “¿Qué es lo que haces en la misión?”. La respuesta muchas veces es: “Estar con la gente, compartir la vida”. Desde la propia experiencia, especialmente en las comunidades de la Amazonía, donde la presencia del sacerdote siempre es más esporádica, lo que más marca la vida de la gente es esa vida compartida. De hecho, puedo decir que “perder el tiempo”, que es como muchos ven, desde una mentalidad occidental, el estar con la gente gratuitamente, sin nada específico que 16 misioneros

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hacer –un sacramento, un encuentro de formación, una reunión para discutir lo que debe ser realizado en la parroquia o en la comunidad...–, es lo que queda en la memoria colectiva de la gente y del misionero. Son muchos los momentos que atestiguan esa afirmación, en que la alegría del encuentro y de una vida compartida da sentido y estimula la existencia de todos los bautizados.

Una historia que comienza en 1949

En la historia de cooperación entre las Iglesias hermanas de América Latina y España, ha tenido

un papel importante la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA), constituida el 4 de junio de 1949 con el objetivo de paliar la escasez de sacerdotes de las diócesis de Latinoamérica con sacerdotes diocesanos voluntarios provenientes de España. Se puede afirmar que el gran propulsor de algo que puede ser considerado como una novedad en la vida de la Iglesia –pues hasta entonces la misión era algo más propio de la vida religiosa que del clero diocesano– es Maximino Romero de Lema, en aquel momento sacerdote español y después obis-


cer la acción misionera entre el clero diocesano. A lo largo de más de 70 años, más de 3.000 sacerdotes diocesanos españoles, sin dejar de pertenecer al clero de su diócesis de origen, han sido misioneros en las Iglesias del continente americano, desarrollando una labor ampliamente reconocida y agradecida por las Iglesias locales. El modo de llevar a cabo ese trabajo misionero ha sido a través de contratos entre los obispos de la diócesis de origen y destino, la OCSHA y el sacerdote en cuestión. En un primer momento fueron de cinco años y, posteriormente, de tres, siempre con la posibilidad de ser renovados. Un momento de gran impulso de la OCSHA fue la década de 60, pues, con motivo del Concilio Vaticano II, el papa san Juan XXIII hizo llegar al cardenal primado de España, Enrique Pla y Deniel, una carta pidiéndole a la Iglesia de España que hiciera un esfuerzo misionero, enviando miles de sacerdotes a América Latina. De hecho, todavía hoy trabajan en esta parte del mundo algunos sacerdotes llegados en aquella época, misioneros dedicados por más de 50 años a esa labor evangelizadora en las Iglesias de Hispanoamérica.

177 sacerdotes de la OCSHA

po auxiliar de Madrid, obispo de Ávila y secretario de la Congregación del Clero en la Curia Vaticana, que presentó el proyecto ante el Vaticano, donde consiguió el beneplácito del papa Pío XII. La OCSHA llegó a tener entre 1953 y 1966 un seminario en Madrid, conocido como Seminario

Teológico Hispanoamericano, donde estudiaban quienes querían ser sacerdotes y misioneros en América Latina. Podemos decir que la Obra de Cooperación Sacerdotal es un adelanto de lo que posteriormente, ya en 1957, fue promovido por Pío XII a través de la encíclica Fidei donum, que buscaba favore-

Actualmente, las cifras oficiales hablan de 177 sacerdotes de la OCSHA que son misioneros en 19 países de América Latina y el Caribe, siendo Perú, con 49 sacerdotes, y Chile, con 19, los países que cuentan con una mayor presencia. Poco a poco, esta ha ido disminuyendo drásticamente. De hecho, en 2021, solo dos sacerdotes han sido enviados por la OCSHA. Se trata de un sacerdote de la archidiócesis de Madrid, enviado a la archidiócesis de San José de CosNÚM. 222, FEBRERO DE 2022

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IGLESIA A FONDO

ta Rica, y otro sacerdote del clero de la archidiócesis de Toledo, enviado a la prelatura de Moyobamba, en Perú. Sabiendo de la escasez de clero en muchas diócesis españolas, esa disminución drástica en el envío de misioneros de la OCSHA debería llevar a la Iglesia española, especialmente a los obispos y sacerdotes diocesanos, a reflexionar sobre la dimensión misionera de la Iglesia. Existen regiones de América Latina y el Caribe, como es la Amazonía, donde la presencia de clero es muy limitada. Diócesis

con un alto número de personas y de kilómetros cuadrados que muchas veces son servidas por poco más de 20 sacerdotes. Junto con eso, no podemos dejar de decir que las experiencias misioneras enriquecen la vida de la Iglesia; tanto de la Iglesia particular que envía, que se hace presente en una nueva realidad a través de aquel a quien está enviando, como de la Iglesia que recibe, algo que también afecta al propio misionero, que conoce realidades sociales, culturales, eclesiales... diferentes. Esto enriquece su vocación

y le permite descubrir elementos que posteriormente estarán presentes en su vida y en su trabajo evangelizador, inclusive en su vuelta a su diócesis de origen. Esos 177 sacerdotes integrados la OCSHA que trabajan como misioneros en América Latina y el Caribe en la actualidad, según los datos de la Conferencia Episcopal Española, pertenecen a 50 de las 70 diócesis en que se divide la Iglesia en España, siendo Toledo, con 24, y Madrid, con 16, las que cuentan hoy por hoy con más sacerdotes de la OCSHA en misión. Analizando los números, vemos que solamente 7 diócesis tienen en este momento más de 5 sacerdotes enviados por la OCSHA como misioneros en la amplia región hispanoamericana.

La generosidad como ejemplo

Hablar de “Una vida compartida”, como nos invita el lema del Día de Hispanoamérica, nos lleva a agradecer a Dios la generosidad de la gente, que no duda en repartir lo poco que tiene con aquellos que llegan. Nunca olvidaré una experiencia que me marcó para siempre, en la cual esa vida compartida se hizo carne. Era una comunidad indígena, la última de un pequeño río que serpenteaba en la selva amazónica, donde, después de navegar durante todo el día, llegamos al anochecer. Éramos cuatro, dos sacerdotes, una religiosa y quien nos llevaba en la canoa. Era la primera vez que visitábamos esa comunidad, un lugar de difícil acceso, adonde nunca habíamos conseguido llegar, pues era común que el río estuviese seco, lo que imposibilitaba el viaje. No habíamos podido avisar de nuestra visita, ya que el radiotransmisor, único medio para comunicarse, se 18 misioneros

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había estropeado. Poco después de nuestra llegada, una mujer, madre de cinco hijos, nos ofreció la cena de la familia, compartiendo aquello que, en principio, iba a hacer que sus hijos durmiesen sin hambre. En esos signos de inmensa generosidad, nacidos de personas a las que no les sobra nada, uno entiende lo que significa “Una vida compartida”. Algo que va más allá de las palabras, y que cobra pleno sentido cuando se convierte en realidad y puede ser contemplado como un signo del Dios encarnado que nos muestra, a través de lo cotidiano, aquello que somos llamados a asumir en nuestra vida y misión. Uno comparte la existencia cuando tiene disposición y capacidad para escuchar. En la escucha atenta del otro vamos descubriendo la vida que se encierra detrás de cada rostro concreto. La misión

debe tener como primer paso esa disponibilidad para escuchar, para conocer las circunstancias vitales de la gente que la Iglesia nos confía, la cultura de un pueblo en el que se ha ido moldeando la liturgia, el caminar como Iglesia, como comunidad cristiana, como bautizados, como hombres y mujeres de fe. Una fe que, cuando se conoce, se vislumbra como ejemplo de lo que significa realmente confiar en Dios. Escuchar con calma, sin exigir resultados, buscando conseguir que la gente –a partir de esa vida que va compartiendo y que el misionero va conociendo– pueda encontrar el camino a seguir, el modo de construir la Iglesia en aquel lugar concreto, donde siempre Dios se hace presente de diferentes modos. Modos que muchas veces, en un primer momento, el misionero no percibe, pero que, en el

compartir la vida con el pueblo, poco a poco va entendiendo y asumiendo como propios.

Expresión de sinodalidad

En este tiempo en el que el papa Francisco ha convocado a la Iglesia universal a entrar en un camino sinodal, en el que somos llamados a reflexionar sobre la sinodalidad a partir del tema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que en el compartir la vida está un elemento fundamental de una Iglesia sinodal. No podemos olvidar que “sínodo” significa “caminar juntos”, y uno camina con los otros cuando abiertamente comparte la vida, sin guardarse nada, cuando está dispuesto a dar y recibir, a hablar y escuchar. Lo vivido en el Sínodo para la Amazonía, donde por primera NÚM. 222, FEBRERO DE 2022

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IGLESIA A FONDO

vez la escucha fue realizada de forma sistemática, llegando a miles de personas y recopilando las voces que dieron a conocer la experiencia de vida de un gran número de comunidades y de pueblos, nos muestra la importancia de esa escucha. Leyendo los relatos enviados, en los que se recogía lo compartido y que expresaban así el día a día tanto dentro como fuera de la Iglesia, podemos descubrir que eso nos ayuda a insistir en la necesidad de compartir la vida. Ese compartir la vida, especialmente en la misión ad gentes, en la que el misionero es enviado a culturas y realidades completamente diferentes, ayuda a descubrir el valor de la diversidad. El papa Francisco insiste mucho en que “la diversidad es una riqueza”, algo que podemos decir que se entiende cuando uno está dispuesto a compartir la vida. Frente a lógicas excluyentes, cada vez más presentes 20 misioneros

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en nuestra sociedad y en ocasiones en nuestra Iglesia, somos llamados a superar esas formas de pensar y de entender que dejan de lado a aquellos que consideramos inferiores. El mensaje de amor, elemento tan intrínsecamente unido a la fe cristiana, es algo que muestra múltiples formas, que se hace presente de diversos modos y que somos llamados a reconocer y acoger en nuestros corazones a través de una vida compartida. En palabras del papa Francisco, “toda persona, incluso y especialmente la más pequeña y frágil, es amada por Dios y tiene un lugar en la Iglesia y en el mundo”, un lugar que vemos cuando vamos al encuentro del diferente.

No perder el horizonte misionero

El Día de Hispanoamérica debe ayudar a la Iglesia española, par-

ticularmente al clero diocesano, a no perder el horizonte misionero. El sacerdote diocesano se incardina en una Iglesia particular, pero nunca puede olvidar que es llamado a estar al servicio de la Iglesia universal, que sobrepasa los límites de una parroquia, de una diócesis, de un país. La llamada a la misión, también a la misión ad gentes, está presente en la vida de la Iglesia desde sus primeros pasos y debe estar presente en nuestra vida a partir del bautismo, que nos hace discípulos misioneros. Una Iglesia que olvida su dimensión misionera se convierte en una Iglesia cerrada dentro de sí misma, autorreferencial, sellada a la novedad que nace de esa vida compartida. Este compartir debe estar presente en el ser del cristiano, llamado a ver en el otro la presencia de un hermano, a vivir la fraternidad que nace del encuentro con aquellos que encontramos en nuestro camino. Vivamos este Día de Hispanoamérica desde una apertura que nos permita sentir la necesidad de compartir la vida. Vivamos la misión –no solo quien es misionero ad gentes, sino todos los que hemos recibido la gracia del bautismo– desde la disposición para compartir nuestro día a día con los otros, también con quienes no han recibido la buena noticia del Evangelio. Es en ese encuentro como las personas, también aquellas que no le conocen, se van interesando por las cosas de Dios, de un Dios que compartió su vida por la encarnación de su propio Hijo. LUIS MIGUEL MODINO Misionero de la OCSHA

Datos para la reflexión

U

nida al Día de Hispanoamérica, la Iglesia española organiza una colecta que, en el año 2021, recaudó 54.611,50 euros. Son recursos que sirven para ayudar a que los misioneros de la OCSHA puedan llevar a cabo su misión en América Latina y el Caribe. En 2021, la mayor aportación, 19.439,22 euros –lo que representa más de la tercera parte de lo recaudado en toda España–, vino de la diócesis de Tenerife, seguida de los 5.985,98

euros de la diócesis de Orihuela-Alicante. Sorprende que 38 diócesis, más de la mitad, no aportasen nada a esta campaña, según datos de la Conferencia Episcopal Española; fueron 14 las que aportaron más de 1.000 euros. Esta realidad es un motivo más para que la Iglesia española reflexione sobre la dimensión misionera, pues de esa ayuda depende que los misioneros puedan llegar a los lugares más distantes, a las periferias donde muchas veces viven los más vulnerables. Alcanzar esos rincones hace posible ese compartir la vida que es la esencia de la misión. NÚM. 222, FEBRERO DE 2022

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PRIMER PLANO

La nueva campaña de Manos Unidas se centra en denunciar el desinterés del primer mundo con respecto a los más desfavorecidos y las terribles consecuencias que esta actitud conlleva. Su lema: "Nuestra indiferencia los condena al olvido".

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e tanto uso que se le ha dado, probablemente se haya rebajado el verdadero significado de la palabra “indiferencia”, que no es otro que un “estado de ánimo por el que no se siente inclinación ni repugnancia hacia una persona, objeto o negocio determinado”, según la Real Academia Española. ¿Y puede haber algo más terrible que la indiferencia cuando estamos hablando de pobreza y carestía? Porque la indiferencia revela algo más profundo todavía: se conoce la existencia de esa realidad, pero no se reacciona ante ella. Por esta razón, Manos Unidas ha decidido resumir el foco de su nueva campaña en un mensaje bien explícito: “Nuestra indiferencia los condena al olvido”. Y lo justifica así: “Si no reaccionamos, sin nuestra mirada, atención y apoyo, los más pobres del planeta serán olvidados y se harán invisibles”. Es la renovada lucha contra la amnesia, que se vuelve a imponer en este turbulento inicio de la década. Sin duda, buena parte de ese olvido parte del escenario inédito

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que ha planteado el estallido del Covid-19 en todo el mundo. Como en el Titanic, cuando luchaban por sobrevivir mientras la orquesta seguía tocando. Lo que sucede es

que no todos lo hacían –lo hacen– en las mismas condiciones. Por ejemplo, resulta chocante –y así lo denuncia la comunidad científica– que en muchos países comience a valorarse la necesidad de una cuarta o quinta vacuna de refuerzo, mientras en la mayor parte de

países del tercer mundo –comenzando por los africanos– los porcentajes de primera vacuna continúan siendo ínfimos.

Más ricos, más pobres

La pandemia no solo trajo mortalidad y problemas de salud, sino


una crisis económica sin precedentes, que, de nuevo, se cebó en los más pobres. “El coronavirus ha agravado la desigualdad y el número de personas con hambre aguda se duplicará. Pero, por desgracia, estas cifras esconden rostros de seres humanos que no tenemos tiempo de mirar ni de tener presentes”, argumentan desde Manos Unidas. Es el “sálvese quien pueda” como máxima expresión del individualismo contemporáneo. La pandemia de coronavirus ha empeorado la enorme brecha financiera entre ricos y pobres en todo el mundo, y las grandes fortunas de todo el planeta disfrutaron el año pasado del aumento más pronunciado en el presente siglo, destaca la plataforma inde-

pendiente World Inequality Lab en un informe publicado a finales del pasado año. El patrimonio neto de esas grandes fortunas creció en más de 3,6 billones de dólares solo en 2020, lo que elevó su volumen global al 3,5%. Al mismo tiempo, la pandemia empujó a unos 100 millones de personas a la pobreza extrema, incrementándose el total mundial a 711 millones en el año 2021, según una estimación del Banco Mundial citada por el análisis. Incluso más personas habrían caído en la pobreza si muchas naciones desarrolladas no hubieran promulgado esfuerzos de ayuda para proteger a sus ciudadanos de las consecuencias financieras derivadas de la pandemia.

Ese evidente distanciamiento entre pobres y ricos, esa vergonzante brecha social, llevó a lo obvio: una mayor desigualdad. Y lo cierto es que la pandemia no solo dejará a millones de niños más pobres y hambrientos, sino que traerá más enfermos y menos escolarización. Y esa brecha seguirá abriéndose más y más, mientras no se faciliten mecanismos de vacunación a todo el planeta. “No podemos seguir ignorando la dura realidad que viven millones de personas en el mundo que, cada día, se están volviendo más invisibles y más olvidados a causa de nuestra indiferencia. No querer ver la desigualdad hará invisibles a los más pobres del planeta”, advierte Manos Unidas. NÚM. 222, FEBRERO DE 2022

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PRIMER PLANO

Según los últimos informes, el 76% de la riqueza mundial está en manos de un 10%, el porcentaje que corresponde a los más ricos del planeta. Y en este tiempo, el 1% fue el que se apoderó del 38% del crecimiento de la riqueza global registrada entre 1995 y 2021. Es cierto: la riqueza creó más riqueza durante la pandemia. América Latina presenta la brecha más grande entre ricos y pobres, mientras que Europa registra la más pequeña. La causa es la gran cantidad de programas públicos que están disponibles para los ciudadanos europeos de clase media y de bajos ingresos, incluida la educación, la atención médica y la cultura gratuitas. “Europa, con su muy generoso sistema de acceso a los servicios públicos, ha sido capaz hasta ahora de contener el aumento de las desigualdades, mientras que Estados Unidos no ha sido tan capaz de hacerlo en las últimas décadas”, refleja el informe de World Inequality Lab. Esto también se ha convertido en un freno en el progreso de reducción de la pobreza. “Solo desde el reconocimiento de esta realidad tendremos posibilidades de participar en su transformación. Y nuestro compromiso es mirarla desde los últimos, por-

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que sabemos que ellos nos darán las claves para entender un mundo marcado por una profundización de la desigualdad que está empeorando las condiciones de vida de las poblaciones –sobre todo del sur– y, de manera muy especial, su derecho a la alimentación”.

El hambre

La inequidad económica ha agravado los problemas para acce-

der a los aspectos más básicos de la vida. Desde la escolarización, hasta los productos de consumo más elementales. “En los países más empobrecidos, la desigualdad de oportunidades en el acceso a los medios de vida, unida a la ausencia de mecanismos públicos de ayuda y subvenciones, han hecho que el hambre pueda diezmar poblaciones enteras”, destaca Manos Unidas. Dado que el impacto de la pandemia continúa, ya pocos confían en el objetivo de Naciones Unidas de acabar con el hambre y la pobreza para 2030. “El coronavirus impuso su propia dinámica, además de exacerbar los impactos de los impulsores del hambre, la desnutrición y la inseguridad alimentaria, y empeoró la situación actual”, reconoce Viorel Gutu, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Y un contraste llamativo más: 2.000 millones de personas tienen sobrepeso severo o padecen obesi-


De lo contrario, al menos 660 millones de personas seguirán pasando hambre en 2030”. El informe SOFI 2021 de Naciones Unidas señala que la prevalencia de la desnutrición a nivel mundial ha alcanzado el 9,9%, un 1,5% más que en 2020. Entre 720 y 811 millones de personas padecieron hambre en 2020, un aumento de 118 millones en comparación con 2019. Y el número de personas con inseguridad alimentaria moderada y severa se disparó en 2020, con casi una de cada tres personas en todo

dad, mientras que la desnutrición afecta a más de 3.000 millones de personas en el mundo. “Hay cuatro pasos clave. Tenemos que estar comprometidos con una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medioambiente y una mejor vida para todos”, destacó el funcionario de Naciones Unidas. En respuesta al objetivo del hambre cero, Gutu ha dicho: “No vamos por buen camino para alcanzar los objetivos de ninguno de los indicadores de nutrición para 2030, y afrontamos una amenaza sistémica que debe abordarse de inmediato y de manera holística.

el mundo (alrededor de 2.370 millones) con inseguridad alimentaria. Manos Unidas cree que, “si los Gobiernos empiezan desde ahora a adoptar medidas para reducir la desigualdad, la pobreza podría volver al nivel previo a la crisis en tres años y, en 2030, habría 830 millones de personas menos en situación de pobreza, comparado con un escenario en el que la desigualdad hubiera seguido creciendo”. En definitiva, cualquier plan de actuación exige tres pasos: reconocimiento del problema, salida de la indiferencia y actuación. ALBERTO BRAVO

La necesidad de vacunar a todo el planeta

“L

os últimos dos años han demostrado una verdad simple, pero brutal: si dejamos a alguien atrás, dejamos a todos atrás", aseguró el portugués Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, durante la reciente celebración del foro virtual de Davos. Fue extremadamente rotundo al afirmar que el final de la pandemia del Covid-19 solo llegará con la vacunación masiva. Es decir, de todo el planeta, sin excepciones. "Si no vacunamos a todas las personas, daremos lugar a nuevas variantes que se extenderán a través de las fronteras y paralizarán la vida cotidiana y las economías", justificó, antes de señalar que la comunidad internacional necesita "enfrentar la pandemia con equidad y justicia". Recientemente, la Organización Mundial de la Salud dio a conocer una estrategia para vacunar al 40% de la población del planeta para finales de 2021 y al 70% para mediados del presente año, pero lo cierto es que los objetivos, a día de hoy, están muy lejos de esas nobles intenciones. Y no es por falta de vacunas. Para buena parte de la comunidad científica, resulta inexplicable que se estén dando dosis de refuerzo a grupos de bajo riesgo antes de suministrar una primera vacuna a gran parte de la población del tercer mundo. NÚM. 222, FEBRERO DE 2022

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INFORME

Cada vez son más los países donde profesar la propia fe es una actividad de alto riesgo. La persecución religiosa está en aumento en el mundo. Aunque cueste creerlo, dos de cada tres personas la sufren. "Es inaceptable", ha exclamado Francisco en el primer "Vídeo del Papa" del año; en él, frente a esta situación, lanza una invitación a elegir "el camino de la fraternidad; porque o somos hermanos, o perdemos todo".

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l día antes de ir a pasar las vacaciones de Navidad a su país, Boubacar, un senegalés que trabaja en una organización internacional en la República Centroafricana, acude a la tienda de la catedral de Bangui para comprar unas coloridas telas con la efigie del Papa y unos rosarios. Boubacar es un devoto musulmán que siempre lleva algún detalle a sus familiares católicos. A menudo, cuando me lo encuentro, me cuenta orgulloso que en su país hay más fiestas cristianas que islámicas, “y eso que los cristianos representan solo el 5% de la po-

blación”, precisa. “En Senegal, cuando llega el fin del Ramadán los musulmanes invitamos a nuestros amigos y vecinos cristianos, y ellos hacen lo mismo con nosotros en Navidad y Pascua”. En varias visitas que he realizado a Burkina Faso tuve ocasión de comprobar que también allí –y en otros países de África occidental– la gente de a pie sigue esta tradición de convivencia interreligiosa, favorecida por leyes que afirman la laicidad del Estado y la libertad de culto. Si buscáramos un país en las antípodas de Senegal, nos encontraríamos con Pakistán. A principios de este año, la prensa local informó de que Zafar Bhatti, un pastor protestante de 56 años que lleva en prisión desde 2012 por un delito de blasfemia, había sido condenado a muerte por un tribunal que revisó su sentencia tras un recurso de su abogado. En Pakistán, la blasfemia contra el profeta Mahoma es un delito castigado con penas muy severas, y las acusaciones –a menudo falsas– en este sentido son comunes, casi siempre motivadas por venganzas personales o por odio religioso. Como señala el padre Emmanuel Yousaf, director nacional de la Comisión Justicia y Paz de Pakistán, “esta ley es explotada por extremistas para aterrorizar a las minorías religiosas, que suelen ser


familias pobres y marginadas que viven bajo el miedo constante de ser acusadas”.

Tendencia al alza

Pakistán no es un caso aislado. La persecución religiosa está en aumento en el mundo y cada vez son más los países donde profesar la propia fe es una actividad de alto riesgo. Así lo manifestó el papa Francisco en su primer vídeo de este año 2022, en el que exigió el fin de las restricciones que millones de personas encuentran en numerosos países por seguir sus creencias religiosas. “¿Cómo permitimos que haya personas que sean perseguidas por profesar públicamente su fe?”, dijo el Papa, para a continuación señalar que la libertad religiosa está muy ligada a la fraternidad. Francisco anunciaba así su participación en el Día de la Fraternidad Humana, el 4 de febrero, en un encuentro virtual organizado en Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, con la participación del gran imán de Al-Azhar (Egipto), Ahmad Al-Tayyeb, y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, entre otras personalidades. Hacía siglos que no había tantos casos de discriminación y de persecución a millones de seres humanos por el mero hecho de querer ejercer su libertad de culto, un derecho reconocido en el artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU. Según el informe de Libertad Religiosa en el Mundo, publicado por Ayuda a la Iglesia Necesitada en abril de 2021, cerca de 4.000 millones de personas –algo más de la mitad de la población mundial– vive en 26 países en los que hay las violaciones más intensas de este

derecho. La cifra puede parecer abultada, pero hay que tener en cuenta que algunas de las naciones que vulneran más la libertad de culto son las más pobladas (China, India, Pakistán, Bangladesh y Nigeria). Las principales víctimas en estos países son los aproximadamente 600 millones de cristianos que viven en ellos, pero no solo. Alrededor de 30 millones de musulmanes en Asia son también víctimas de persecución severa, sobre todo las minorías uigur, en China, y rohingya, en Myanmar.

No son solo organizaciones cristianas las que denuncian esta situación. La periodista Pilar Rahola, que se confiesa no creyente, publicó en 2018 su libro S.O.S. cristianos, en el que afirma que, “desde la época de las catacumbas, no ha habido un intento masivo, organizado e impune de acabar con comunidades cristianas enteras como existe hoy en día”. Rahola culpa a los medios de comunicación occidentales de no dar suficiente voz a la situación, y denuncia una mentalidad que califica de “crisNÚM. 222, FEBRERO DE 2022

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tianofobia sutil”, y que explica así: “La derecha desconoce esta represión porque asocia el cristianismo y el catolicismo a Occidente: las comunidades pobres y ancestrales le resultan lejanas y exóticas. La izquierda vincula el cristianismo al poder y por esta razón le resulta difícil verlo como víctima”. Algunas iniciativas globales para llamar la atención sobre este problema han tenido, hasta ahora, poco eco social. En 2019, la Asamblea General de la ONU –a propuesta de Polonia– adoptó el 22 de agosto como el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia Motivados por la Religión o Creencias, pero, como afirma el presidente de Ayuda a la Iglesia Necesitada, Thomas Heine-Geldern, “hasta ahora la respuesta de la comunidad internacional a la persecución religiosa puede ser calificada como demasiado escasa y demasiado tarde”.

en países como Somalia, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, República Democrática del Congo, Tanzania, Kenia y Mozambique. Chad y Camerún han sufrido incursiones del grupo fundamentalista Boko Haram, pero sus respectivos Gobiernos han conseguido hasta la fecha detenerles por medios militares. Otros países limítrofes con el Sahel, como Benín y Costa de Marfil, tienen miedos fundados de que puedan convertirse en los próximos objetivos de los radicales, que no atacan únicamente a

África, cada vez peor

La primera zona de ataques a la libertad religiosa está en África subsahariana, donde el yihadismo transnacional se expande como una mancha de aceite. Cristianos y musulmanes han convivido en armonía durante décadas en la mayor parte de estos países, y los conflictos intercomunitarios –sobre todo entre ganaderos y agricultores– han sido más por rivalidades étnicas o lucha por recursos como agua y tierras que por cuestiones religiosas. Pero, desde 2014, los grupos islamistas han aumentado sus ataques, sobre todo tras la derrota del Estado Islámico en Siria en 2019. África es ahora el nuevo centro de gravedad de los extremistas. Al menos 20 grupos terroristas islamistas –afiliados al Estado Islámico o Al Qaeda– siembran el terror 32 misioneros

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cristianos, sino también a musulmanes que no aceptan su interpretación extremista del islam. Pero los cristianos africanos no solo sufren persecución por parte de grupos islamistas. En Nigeria, a pesar de que sus leyes protegen la libertad religiosa, desde que varios estados del norte impusieron la sharia o ley islámica hace 20 años, la situación se ha vuelto difícil para los cristianos, que se quejan frecuentemente de sufrir trato discriminatorio por parte de las autoridades; sobre todo, cuando sus comunidades de agricultores –y también instituciones religiosas como

iglesias o seminarios– son atacadas por milicias extremistas de ganaderos fulanis (musulmanes). Según datos de la Society for Civil Liberties and Rule of Law, desde 2015 al menos 70 sacerdotes, seminaristas y religiosas han sido secuestrados o asesinados en Nigeria. La Conferencia Episcopal prohíbe el pago de rescates en caso de secuestro, pero en muchos casos los propios fieles hacen sus propias colectas para atender a las demandas de los secuestradores, ante el temor de que lleguen a cumplir sus amenazas de asesinar a los rehenes. El caso más extremo en África


cación”) por practicar su fe. Asimismo numerosos budistas del Tibet han sido encarcelados. Mención aparte merece la persecución contra los cristianos en China. A pesar de los intentos de alcanzar un acuerdo diplomático con el Vaticano, el clero chino, incluidos algunos obispos, ha seguido sufriendo acoso, y hay casos documentados de prelados que siguen en paradero desconocido o que son obligados a vivir bajo arresto domiciliario.

Prohibidas las conversiones

Para completar este sombrío mapa hay que mirar a la extensí-

se da en Comoras, donde las leyes solo reconocen el derecho a practicar la fe de la mayoría musulmana suní y, desde 2019, las celebraciones cristianas están prohibidas. Si en el África subsahariana los ataques a la libertad religiosa vienen de grupos yihadistas, en Asia la persecución la realizan regímenes dictatoriales marxistas. En Corea del Norte las autoridades no toleran el menor desvío del culto a la personalidad de su líder, Kim Jong-un. Aunque en la capital, Pyongyang, hay cinco iglesias oficialmente permitidas (tres protestantes, una católica y una ortodoxa), se trata en realidad de escaparates para visitantes extranjeros. Los cristianos tienen que limitar sus prácticas a cultos privados en la propia familia, sin ningún tipo de actividad pública. También los budistas del movimiento Falun Gong han sufrido persecución y, en 2019, el Gobierno detuvo a un centenar de ellos. Miles de coreanos del norte

han sido enviados a campos de detención por practicar su fe. También en la vecina China, el control estatal sobre las religiones es constante. El país tiene unos 30 millones de musulmanes, de los cuales 13 millones son uigures de una rama sunita del islam. Según datos del Pew Research Center, en años recientes, cerca de un millón de ellos han sido internados en campos de concentración (eufemísticamente llamados “de reedu-

sima zona formada por los países del norte de África y Oriente Medio, donde hay situaciones distintas. La peor intolerancia está presente en Arabia Saudí, Irán, Afganistán y Pakistán. En los países del Magreb se consiente la existencia de minorías religiosas (cristianos y judíos), pero, en la práctica, únicamente para el caso de los extranjeros y con prohibición de hacer proselitismo. Se dan casos de marroquíes o argelinos que se NÚM. 222, FEBRERO DE 2022

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han convertido al cristianismo al emigrar a Europa y que, al volver a sus respectivos países, tienen que mantener su nueva fe en secreto para no ser rechazados por su propia familia.

Un caso distinto es el de los países árabes con una tradición de minorías cristianas. En Egipto, donde los cristianos son el 9% de la población, las leyes garantizan la libertad de culto, pero cada año hay numerosos casos de intolerancia social y de discriminación. Jordania siempre se ha mostrado como el mejor ejemplo de convivencia religiosa en esta región; sin 34 misioneros

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embargo, algunas leyes siguen siendo discriminatorias, como la que señala la obligación de un hombre no musulmán de abrazar el islam en caso de que su mujer se convierta. Irak es un caso aparte. Las autoridades políticas y religiosas han hecho grandes esfuerzos por promover el diálogo interreligioso, pero el enorme sufrimiento de

las minorías cristiana y yazidí a manos de las milicias yihadistas en años recientes provocó el éxodo de numerosos cristianos, que han pasado de representar el 6% de la población hace una década a apenas el 0,4% hoy. Una situación muy parecida es la de Siria, donde el porcentaje de cristianos ha descendido del 10% en 2011 al 2% actual. Una de las vías para asegurar el derecho a la libertad religiosa es el diálogo entre distintas confesiones. El papa Francisco lo ha convertido en uno de los grandes ejes de su pontificado, jalonado de gestos como el Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, firmado conjuntamente por él mismo y por el gran imán Ahmad Al-Tayyeb, de la Universidad


Los vigilantes de la libertad religiosa

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egipcia de Al-Azhar, líder espiritual del islam sunita, con quien el Santo Padre ha forjado una amistad personal. Francisco ha sido el primer Papa en celebrar misa en la península arábiga (en los Emiratos), en 2019, y en visitar Irak, en 2021. El documento conjunto sobre la fraternidad hace un llamamiento a “dejar de usar la religión para incitar al odio, la violencia y el extremismo, y a abstenerse de utilizar el nombre de Dios para justificar muertes, terrorismo y opresión”. Puede que solo sea un primer paso, pero únicamente abriendo la puerta de la fraternidad entre creyentes de distintas religiones se podrá garantizar la libertad religiosa, un derecho del que muchos millones de personas se ven privados. JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ

arias organizaciones documentan y hacen campañas por el derecho a la libertad religiosa. La más conocida es Ayuda a la Iglesia Necesitada, una fundación pontificia que, desde 1991, publica cada dos años el informe sobre Libertad Religiosa en el Mundo, elaborado por más de 30 expertos in-

campañas van más allá de la defensa de los cristianos y alcanzan a cualquier grupo religioso que sea discriminado o perseguido. Open Doors, fundada en 1955, se centra en denunciar situaciones de persecución a cristianos. Cada año publica la World Watch List. En la más reciente, señala once países don-

el mundo, que presta mucha atención a asuntos religiosos. Su estudio más reciente, de 2019, afirma que 41 países de los 198 examinados prohíben la existencia o las actividades de al menos un grupo religioso. Entre los organismos estatales, el Departamento de Estado Norteamericano es el que de-

dependientes y equipos de investigación en universidades de todos los continentes. El más reciente, de 2021, está disponible en seis idiomas y tiene casi 800 páginas, en las que se presentan estadísticas muy completas y análisis de cada uno de los 196 países estudiados. Sus

de los cristianos sufren persecución extrema, y otros 39 con "persecución muy elevada". Sus informes, no obstante, suelen tener poco soporte documental. El Pew Research Center, de Washington, es un importante think tank de estudios sobre temas sociales en

dica más atención a la libertad religiosa. Siguiendo la normativa de Estados Unidos (Religious Freedom Act, de 1998), presenta cada año un extenso y detallado informe al Congreso, basado en informaciones recogidas por sus embajadas en todo el mundo.

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conectad@s

#OREMOSJUNTOS Por las personas afectadas por las fuertes lluvias e inundaciones en Brasil. Así lo pide el Papa en un tuit dirigido a sus 18,8 millones de seguidores en esta red social. En el siguiente recordará que "el amor transforma". PAPA FRANCISCO Twitter @Pontifex_es

INFANCIA MISIONERA Enero es un mes para la infancia... y para esta Jornada tan importante. "Los misioneros son la única familia de muchos niños en todo el mundo". ¡Nos necesitan! Esa es la cuestión. OMP ESPAÑA Twitter @OMP_ES

HAITÍ TAMBIÉN EXISTE "Kouri pou lapli, tonbe nan larivyè", que en criollo quiere decir "huir de la lluvia para caer en el río". Así es la complicadísima situación del país. En el Instagram de Manos Unidas se hacen eco de ello. Otro SOS. MANOS UNIDAS - Instagram @manosunidas

DESDE NÍGER... ... y la carta en forma de tuit es del misionero Rafael Marco, de la Sociedad Misiones Africanas, quien escribe para contar cómo va el proyecto para niños invidentes de Gaya. Más sobre la infancia (misionera). MISIONES DE LUGO Twitter @MisionesL

UN COREANO EN ROMA Esta misionera granadina en Corea entrevista al nuevo prefecto de la Congregación para el Clero, monseñor Lazzaro You. Le define como "un hombre de visión y humilde". Se puede ver en YouTube. ESTER PALMA - Twitter @pobresdeyahve

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R. D. del Congo El año pasado, casi 770.000

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ara encontrar a Melquisedec basta con acudir a la Biblia. En tres ocasiones –Génesis, Salmo 110 y Hebreos– asoma por la Sagrada Escritura tan singular figura. Como es sabido, la inesperada aparición de este rey y sacerdote, que se vale del pan y el vino para celebrar su acción de gracias e imparte la bendición al patriarca Abrahán, es figura del “sacerdocio eterno” de Cristo, que, dos milenios después, instituirá la eucaristía bajo esas mismas especies. Pero no es necesario navegar por la noche de los tiempos para encontrar a un Melquisedec. En nuestros días, basta y sobra con viajar a la República Democrática del Congo. Allí, al este de la mayor y más rica nación del continente negro (Argelia, algo mayor, es la primera en superficie, pero su desierto, mucho menos feraz y ubérrimo que la fecunda selva tropical), está la diócesis de Butembo-Beni, cerca de la vecina Uganda. Butembo-Beni es sufragánea de la archidiócesis de Bukavu, y una de las 47 que hay en todo el país. Es tan extensa como el territorio que, en España, ocupa Aragón. Al frente de ella, desde hace 24 años, está monseñor Melquisedec Sikuli Paluku, tercer obispo de Butembo-Beni. El paralelismo entre el bíblico sacerdote de los tiempos de los patriarcas y el veterano obispo congoleño de nuestros días no termina. Como es sabido, Abra-

hán entregó a Melquisedec, en señal de reconocimiento y para ayuda de su pueblo, el diezmo de las riquezas arrebatadas, tras la victoria, a sus enemigos.

Ayuda para muchas emergencias

Pues otro tanto podemos decir de monseñor Sikuli. También él –y, como la suya, muchas otras diócesis de la R. D. del Congo– ha recibido su particular “diezmo”. Tal, la ayuda económica entregada por los católicos españoles, a través de las Obras Misionales Pontificias, en favor de las muchas urgencias y necesidades que –pese a las grandes riquezas que atesora ese gran país– padecen la mayor parte de los más de 90 millones de habitantes que viven allí. En efecto: en el año que acaba de terminar, las OMP de España enviaron a más de una veintena

de diócesis congoleñas un monto total cercano a los 770.000 ; para ser precisos, 769.029,34 . Propagación de la Fe contribuyó con 584.882,61 ; la Obra de San Pedro Apóstol aportó 63.492,84 ; y la Infancia Misionera proporcionó 120.653,89 . Gracias a todos esos subsidios, la diócesis de Doruma-Dungu, por ejemplo, ha podido ampliar el Complejo Escolar Monseñor Domba con tres nuevas salas de maternal y otras tres de primaria. Así, el centro, que cuenta con 600 niños (hay 75 por clase) podrá afrontar mejor el gran aumento de la natalidad. En la periferia de esta ciudad nordestina, el Instituto de Santa Rita acoge a 500 niños. Son pequeños que abandonan la escuela para trabajar en las minas. El alcoholismo, las drogas y los matrimonios precoces están a la NÚM. 222, FEBRERO DE 2022

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orden del día. Con lo enviado por Infancia Misionera, se ha podido instalar una sala de informática que reforzará las capacidades técnicas de los niños. Al sureste del país, en la provincia de Tanganica, está la diócesis de Kongolo. Allí, la ayuda de Infancia Misionera ha servido para poner en marcha un proyecto de educación medioambiental del que se benefician 2.000 niños. Se ha podido comprar terrenos, árboles frutales y plantas para el cultivo hortícola, en una región surcada por numerosos ríos y en la que son frecuentes las lluvias e inundaciones. El objetivo: que los pequeños aprendan a conocer el medio en el que viven y sean capaces de llevar a cabo una buena gestión agrícola. Más al noroeste, en la diócesis de Lolo, los 146 niños que pueden estudiar en las villas de Yasinga y Bomenge han conseguido fondos para pagar sus uniformes, el material escolar, la matrícula y su alimentación, gracias, también, a la ayuda enviada por Infancia Misionera. La situación allí deja mucho que desear: 46 misioneros

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hay mucha pobreza y reina el absentismo escolar, ya que la región es escenario de duros conflictos territoriales. La gente ha huido, porque sus casas han sido saqueadas. Pero no solo han sido ayudas provenientes de la Obra de los niños. La de San Pedro Apóstol, gracias a las aportaciones de los fieles españoles, también ha contribuido al mantenimiento de 175 seminaristas y 7 formadores del Seminario Mayor San Juan Bautista en la archidiócesis de MbandakaBikoro. Por no hablar de los números subsidios ordinarios y de catequesis ofrecidos por Propagación de la Fe de España a diferentes diócesis del país.

Agradecimiento desde la necesidad

Sobra y basta este puñado de casos para caer en la cuenta de que la fraternidad que empuja a los católicos españoles a ser solidarios con los más necesitados de la tierra no es empeño vano ni afán baldío. Bien se puede ver que, al cabo, la porfía merece la pena. La hermandad sin fronteras siempre genera buenos y abundantes frutos. Y no solo eso: también agradecimientos. El propio obispo de Butembo Beni, monseñor Melquisedec Sikuli Paluku, de quien hablábamos al comienzo de estas líneas, también en su momento hizo llegar a las OMP su más cordial grati-


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tud, en una elocuente carta donde daba cuenta de sus afanes y adversidades, que no son pocas: “Por lo general –decía en su misiva–, enviamos la carta de agradecimiento tan pronto como comenzamos a utilizar las cantidades recibidas”. Sin embargo, añadía acto seguido, “las limitaciones de contención vinculadas a la pandemia Covid-19, por un lado, y la inseguridad asesina, casi crónica, en las áreas de ejecución de determinadas actividades, por otro, nos obligó a ordenar el congelamiento en nuestras cuentas de los fondos asignados y a estar muy atentos al momento más propicio para la retirada y el uso de esos fondos”. “Así es como –seguía el prelado–, además del proyecto para terminar la sala polivalente de las Hermanas Orantes de la Asunción, en Beni, del que ha recibido el informe, las otras subvenciones se siguen utilizando, según lo permite la situación sanitaria y de seguridad”. Como ejemplo de esto, mencionaba la formación de catequistas, iniciada ya tarde y que esperaba que se pudiera completar sin nuevos retrasos. “Sea como fuere –añadía–, nuestro agradecimiento por todas las donaciones recibidas sigue en pie, a pesar de que nuestra Iglesia está particularmente marcada por una inseguridad que no deja de sumar muertos a las 6.000 personas brutalmente masacradas desde 2014, sin olvidar los miles de familias que sufren desplazamientos internos, secuestros...”. En estas circunstancias, indicaba el obispo, “las subvenciones son siempre bienvenidas en nuestra Iglesia particular, como expresión concreta de la unidad y la catolicidad de la Iglesia universal, y, más particularmente,

como expresión de solidaridad, compasión y consuelo en tiempos difíciles”. Para terminar su carta, D. Melquisedec escribía: “En conclusión, estimado director nacional de OMP España, le pedimos que transmita a los leales donantes de su país nuestro más sincero

agradecimiento, así como la seguridad de nuestras oraciones, para que su generosidad no falle, debido a las multiformes consecuencias de la pandemia del Covid-19. Todos nos encomendamos a la protección de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia”. TOMÁS TAMARREDO

Si estás interesado en realizar un donativo, puedes hacerlo en el número de cuenta ES25 0075 0204 9506 0006 0866. También, accediendo a la página web www.omp.es y pinchando en la opción "Haz un donativo".

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