Misioneros Nº 224

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EDITADA POR LAS OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS

Nº 224 ABRIL AÑO 2022

TERCER MILENIO


Nº 224. ABRIL, 2022

TERCER MILENIO EDITA OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS C/ Fray Juan Gil, 5 28002 - Madrid Tfno: 91 590 27 80 Fax: 91 563 98 33 E-Mail: dir.nal@omp.es http://www.omp.es

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en este número... IGLESIA A FONDO El 12 de abril se celebra el Día Internacional de los Niños en Situación de Calle, una triste realidad que afecta a unos 100 millones de menores y a la cual trata de dar respuesta la Iglesia misionera.

16 PRIMER PLANO

Occidente asiste conmocionado al drama de los refugiados que huyen de la guerra en Ucrania. Pero este no es el único escenario donde se dan éxodos másivos de personas.

26

INFORME El próximo 8 de mayo, con el lema "Deja tu huella, sé testigo", tendrá lugar una nueva Jornada de Vocaciones Nativas, que se celebra junto con la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.

30 y además... 7 TRIBUNA

La guerra no es el camino

12 EL OBSERVADOR SIRIA - PAKISTÁN COLOMBIA - EGIPTO

22 ASÍ VA EL MUNDO NIGERIA - LIBIA SRI LANKA

36 ENTREVISTA

María Mayo y Antonia Estrada, misioneras en Ucrania

41 ANIMACIÓN MISIONERA 45 AYUDAMOS A... Líbano

48 CULTURA

La vida de los "otros": de Siria a Mauritania

54 EN EL OBJETIVO 56 MISIÓN VIVA Ximena Cabezas, misionera en Camerún, Congo y Chad


EDITORIAL

Deja tu huella, sé testigo

L

a Jornada de Vocaciones Nativas y la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebran conjuntamente el próximo 8 de mayo, se presentan con una interpelante petición: “Deja tu huella, sé testigo”. La misma con la que Jesús podría “zarandear” a todo aquel que se sintiese tentado de pasar por esta vida superficialmente, sin compromiso con los demás, sin más perspectiva existencial que el volcarse en el mero disfrute del “tener”, desentendiéndose por completo del “ser”, que solo cobra sentido cuando se es para el otro, para el prójimo, y no para uno mismo. Ambas jornadas lanzan una invitación a todo bautizado a ser testigo de Jesús y de su mensaje para dejar huella en la humanidad, con vistas a hacer realidad su propuesta de un mundo y unas sociedades que se asienten en valores evangélicos como la justicia, la libertad, la fraternidad, la misericordia y el amor. Y qué mejor manera de hacerlo que respondiendo con un “sí” a la llamada de nuestro Padre Dios, también si esta es a una vida de especial consagración. Lo saben bien los jóvenes que en los territorios de misión, a pesar de las dificultades con las que se enfrentan para poder costear los gastos de su formación, han dado un paso adelante para dejar de ser meros admiradores de Je-

sús y transformarse en sus estrechos seguidores. Ellos se han convertido a Dios para vivir su vocación contagiando la atracción que sienten por Él, ayudando a sus pueblos a mirar hacia el Evangelio, para que lo pongan en todas sus realidades y, acogiéndolo, afronten desde él sus múltiples problemas y necesidades. Nada como esta primavera vocacional que se registra en los territorios de misión, con más de

Evangelio, más cercana a la gente, más profética y misionera, estos jóvenes de las Iglesias de territorios de misión, aspirantes al sacerdocio o a la vida consagrada, constituyen una ilusionante cosecha. Cosecha de testigos del bien, la luz y el amor de Dios en sí mismos y en sus prójimos, sus hermanos, entre los cuales quieren dejar huella. Y esto, no proclamando, sino más bien mostrando a Dios con su propia forma de

Ambas jornadas lanzan una invitación a todo bautizado a ser testigo de Jesús y de su mensaje para dejar huella en la humanidad. 75.000 seminaristas atendidos y que han visto satisfechos sus deseos de discernimiento y formación de su vocación en los 745 seminarios sostenidos por la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, para afrontar con esperanza y entusiasmo el que la Buena Noticia del Evangelio se dé a conocer entre los suyos. Pueblos con urgente necesidad de esa verdad que proclamó Jesús y de que esta dé un nuevo horizonte a su inmerecida miseria, con sus secuelas de abandono, persecución, hambre, injusticia y falta de libertad, de dignidad y de confianza en el hoy y en el mañana. En un momento en el que soñamos una Iglesia más fiel al

vida, que ha de recordar la de Aquel que la entregó por la salvación de todos, que la puso al servicio y el cuidado de los necesitados, que se la jugó por defender a los descartados y oprimidos, por ser voz de los que no la tienen, por denunciar las estructuras de pecado que condenan a la humanidad a la infelicidad. Como católicos no podemos permitir que, según nos advertía san Juan Pablo II, esta primavera vocacional que se registra en los territorios de misión se agoste por falta de recursos económicos sin dar fruto. Dejemos que la primera huella de estos aspirantes a ser testigos de Dios sea en nuestros propios corazones.

EDITA Obras Misionales Pontificias DIRECTOR NACIONAL OMP José María Calderón DIRECTOR Alfonso Blas DISEÑO Antonio Aunés COLABORADORES Rafael Santos, Francisco José Pérez Valero, Dora Rivas, José Beltrán, José TERCER MILENIO Carlos Rodríguez, José Ignacio Rivarés, María Ángeles Castillo, Asier Solana, Israel Íñiguez, Leticia Lanoix, Alberto Bravo, Modeste Munimi, María Jesús Sahagún, Juan Lázaro Sánchez ARCHIVO FOTOGRÁFICO Antonio Aunés, Rafael Santos, Ana Fernández FOTOGRAFÍAS Efe, 123RF SUSCRIPCIONES Roberto Murga DEPÓSITO LEGAL M-48558-1999 ISSN 1695-1034 IMPRESIÓN Gráficas Dehon. PP. Reparadores. C/ La Morera, 23-25. Torrejón de Ardoz, Madrid. Tfno: 91 675 15 36


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Mons. Giampietro Dal Toso Presidente de las Obras Misionales Pontificias No hay una cultura única para transmitir, concebir y vivir el Evangelio. No podemos encerrar la fe cristiana en el horizonte de una única cultura, como tampoco podemos negar a cada cultura la posibilidad de enriquecerse gracias a la fe cristiana.

Hna. Adelaida de Lumen Catequista misionera de Santa Teresa del Niño Jesús, filipina Siempre mantengo la fe, porque el Señor, que es el "dueño de la viña", ¡siempre viene en ayuda de sus trabajadores!

Rafael Marco Misionero de la Sociedad de Misiones Africanas en Níger

Omaira Martin Misionera comboniana colombiana en Zambia Me siento llamada a ser puente de esperanza, de ternura y de reconciliación aquí y ahora. Y como decía Comboni, me encantaría tener mil vidas para ofrecerlas todas a la misión, porque, cuando te involucras con todo tu ser en la misión encomendada, te das cuenta de que ¡una vida no basta!

En el centro de invidentes, veinte niños y niñas de 5 a 14 años, además de Abdul, que tiene 23, aprenden el método braille, preparan sus deberes de la escuela, pero sobre todo conviven, juegan, trabajan, se divierten. Es un encanto contemplarlos abrirse a la vida, reír, cantar y salir de su reclusión interior y temor.

Valentín García Misionero comboniano en Perú A uno se le cae el alma a los pies cuando ve el sufrimiento de la gente por sobrevivir en medio de esta situación de pobreza, que se agravó en los meses más duros de la pandemia. Los últimos, "los descartados", como los llama Francisco, deben ser ahora, con mayor motivo, los preferidos de los misioneros, especialmente de los misioneros ad gentes.


TRIBUNA

La guerra no es el camino Por D. José María Calderón.

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on gran congoja y dolor contemplamos cómo el hombre es capaz de provocar sufrimiento, angustia, terror en la sociedad. Nos quedamos todos helados viendo que hay quien no escucha el llanto de las mujeres que tienen que abandonar a sus maridos, el de los niños que no entienden por qué tienen que dejar sus casas, el de las familias que temen quedarse dormidas cuando todo es inseguridad. Es la ley del más fuerte, es el abuso del poderoso, que pone por encima del bien de las personas su propio orgullo y su ansia de poder y de gloria. Toda guerra es terrible, toda guerra es condenable, y no podemos aceptar nunca la violencia, sea del tipo que sea; pero, si se me permite, esta que está viviendo el pueblo ucraniano tiene dos características que la hacen más cruel si cabe. Por un lado, ha sido una invasión sin más de su territorio; un ejército mucho más poderoso que ellos ha entrado en tierra ajena para hacerla propia. Y, por otro lado, el invasor amenaza además con no quedarse ahí, que está dispuesto a continuar con su conquista, sabiendo que tiene el poder del arma atómica. La vida es un don de Dios y nadie tiene derecho a erigirse en señor de la vida, ni siquiera de la propia. Y nadie es quién para originar conflictos que provo-

Director Nacional de OMP

quen dolor y muerte. Hoy –¡estamos en 2022!– hay medios para solucionar los problemas que puedan surgir en la relación entre personas o pueblos. ¡Nunca la guerra es la solución! Donde hay caridad, ahí está el Señor, y donde hay odio y violencia..., está el maligno, está el demonio. Un cristiano no puede

grave al amor de Dios y a la llamada del Señor a todos los hombres a ser sus hijos, su familia. Gracias, entre otros, a la presencia de la Iglesia en aquel lugar, hoy muchos hombres y mujeres mantienen su esperanza y su ánimo. La Iglesia, a través de los que creen y esperan en el Señor, está haciendo presente el

La guerra de Ucrania es una ofensa grave al amor de Dios y a la llamada del Señor a todos los hombres a ser sus hijos, su familia. pactar con la posibilidad de justificar una situación como esta. Y un ejemplo de que así lo vivimos los creyentes es que nos hemos unido en oración y sacrificio con el Santo Padre, con nuestros obispos, con las religiosas y religiosos, con los padres y madres de familia, con los sacerdotes y con los ancianos y niños, pidiendo con insistencia al Señor que esta locura acabe; que quien está causando este dolor sea capaz de reflexionar un poco y de cambiar de actitud. En este mes de abril viviremos la Pasión del Señor, y volveremos a recordar que Jesús ha muerto y resucitado para la salvación de todos nosotros; que ha venido a este mundo para provocar la paz y la fraternidad entre todos los seres humanos... La guerra de Ucrania es una ofensa

amor y la misericordia de Dios en el ambiente hostil y terrorífico de la guerra. Ellos necesitan del apoyo de todos nosotros. Nuestra ayuda y nuestra oración son fundamentales. Creamos, de verdad, que Dios lo puede todo, incluso lo que es humanamente imposible... Para muchos esta Semana Santa va a ser la más parecida a la que nuestro Señor vivió hace 2.000 años. No tiene sentido que sea así, que esto esté ocurriendo en nuestra época. Pero esto demuestra, una vez más y con claridad, que el mal no es algo etéreo, no es algo imaginario. El demonio no descansa, no tiene escrúpulos y no ceja en su empeño de ofender a Dios, y hacerlo hiriendo a sus hijos... Pero la fuerza de la oración, la fuerza del amor, lo sabemos bien, vencerá... NÚM. 224, ABRIL DE 2022

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IGLESIA A FONDO

El 12 de abril se celebra el Día Internacional de los Niños en Situación de Calle. Un drama que afecta, según estimaciones, a unos 100 millones de criaturas, pero que es difícil de cuantificar y que presenta muy variadas situaciones: antiguos niños soldado, huérfanos, discapacitados, albinos, acusados de brujería… La Iglesia misionera es bien conocedora de esta realidad. Misioneros y misioneras se esfuerzan en la complicada reinserción de estos muchachos, tratando de sacarles de la calle y proporcionándoles un hogar.

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onocí al padre Mario Pérez en la ciudad de Goma, en el este de la República Democrática del Congo, en el año 2006. Con su vestimenta informal, pañuelo anudado a la cabeza, siempre rodeado de niños, ofrecía una estampa inconfundible en el centro Don Bosco de los salesianos del barrio de Ngangi. Allí dormían unos 900 menores y durante el día alrededor de 3.000 acudían a la escuela y a comer.

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P. Mario Pérez

El padre Mario, natural de Venezuela, llevaba en Congo desde 1982. Empezó en la ciudad de Lubumbashi, también con niños de la calle, y después continuó con su tarea trece años en Goma. Además de tener un carisma especial para cuidar de los niños más desfavorecidos, fue capaz de asegurar los enormes recursos que esta labor

demandaba gracias a sus buenas dotes de coordinador de un equipo internacional de voluntarios y de administrador de proyectos, financiados por distintas organizaciones, entre ellas Manos Unidas. Volví a verle en 2010, cuando hacía las maletas para ir a Haití, adonde sus superiores le acababan de destinar para ocuparse también


de niños que se habían quedado sin hogar, al haber perdido sus casas como consecuencia del terremoto que asoló el país. Hoy trabaja de nuevo en el Congo, en la ciudad de Mbuyi Maji, también con menores que duermen al raso.

Cuántos, no se sabe

Nadie puede precisar cuántos niños viven en las calles de las principales ciudades de la R. D. del Congo. Distintas organizaciones humanitarias calculan que, solo en la capital, Kinsasa (una megalópolis de once millones de habitantes), su número está en torno a los 20.000. En la ciudad de Goma los salesianos estimaban la cifra en varios cientos, sin mayores precisiones. Siempre que salía a la ciudad, poco antes del amanecer, contemplaba la misma triste estampa: acurrucados en los soportales de las principales avenidas, al ponerse el sol, dormían sobre unos cartones y, según se despertaban, allí estaban calentándose alrededor de fogatas hechas con restos de cualquier objeto desechado en la calle.

Natalina Isella

Durante el día, los más afortunados encontraban alguna ocupación informal en los mercados, empujando carretillas o lavando coches. En una ocasión en que aparqué mi vehículo al lado de la catedral, se me acercó un grupo de estos niños para ofrecerme –o sería más exacto decir “exigirme”– trabajar para dejarlo limpio mientras yo me ocupaba de mis asuntos. En ese momento no llevaba dinero encima y les dije que tendría que ser otro día. Con cara de pocos amigos me gritaron que les estaba mintiendo y me rodearon... hasta que uno de ellos repa-

ró en la pegatina de Don Bosco que llevaba en una de las puertas y me preguntó si trabajaba con los salesianos. Cuando les dije que el padre Mario era mi amigo, su agresividad es esfumó como por encanto y todo fueron sonrisas. A algo más de 100 kilómetros al sur de Goma, en la ciudad de Bukavu, conocí a una misionera laica italiana, Natalina Isella, que se ocupaba del centro Ek’Abana, una institución diocesana que acogía a menores que vivían en la calle, en este caso, niñas de entre 7 y 14 años, más o menos. Me explicó que todas ellas habían NÚM. 224, ABRIL DE 2022

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Natalina Isella

sido expulsadas de sus familias al haber sido acusadas de brujería, una de las causas que está detrás del fenómeno de los niños de la calle en el Congo. En una zona duramente castigada por guerras y pobreza durante décadas, ocurre a menudo que una familia, probada por enfermedades, la muerte de varios de sus miembros y pobreza crónica, acaba acudiendo a charlatanes que están al frente de las muchas sectas que abundan en la ciudad, y allí les convencen de que la causa de sus males es una de las hijas, casi siempre la más pequeña, que es bruja y a la que se atribuye la responsabilidad de todas las desgracias. Sometidas a ayunos forzados de varios días e incluso a palizas, no es raro que acaben “confesando” su supuesta relación con el mundo de los espíritus malignos. Cuando se encuentran en la calle, se abre ante ellas una lista inter18 misioneros

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minable de desgracias: hambre, explotación sexual, abusos, toxicomanía, enfermedades... La acusación de brujería se convierte en un estigma que les marca de por vida y las encierra en la marginación. El padre Mario me confirmó esta explicación en una conversación que tuve con él poco antes de que dejara el Congo para ir a Haití: “Entre los menores que viven en la calle, hay antiguos niños soldado, huérfanos, discapacitados, albinos... y también otros acusados de brujería, a los que sus propios padres les echan de casa”. Según la creencia popular, estos niños lanzan maldiciones y se les culpa de provocar desgracias, como la pérdida del trabajo o enfermedades que afectan en cadena a toda la familia. El misionero asegura que la República Democrática del Congo “es un país en el que mucha gente está convencida de que los demonios se encarnan en personas,

pero en realidad para muchas familias la obsesión por la magia negra solo es un pretexto para tener menos bocas que alimentar”.

Una tragedia de mil caras

Los niños de la calle son una de las caras más trágicas de la desprotección de la infancia en el mundo. Viven en edificios abandonados, cajas de cartón, apartamentos, estaciones en desuso, o en cualquier rincón donde puedan dormir con cierta garatía de no ser agredidos ni descubiertos por la policía. Es difícil encontrar una definición precisa que abarque la enorme variedad de circunstancias en las que estos niños de la calle viven día a día. Aunque no puede haber ningún registro totalmente fiable, según Unicef, su número en todo el mundo ronda los 100 millones, la misma cifra que da Consortium for Street Children, una asociación que engloba a varias


P. Renato Chiera

ONG de Reino Unido que trabajan por la protección de la infancia. Ambas organizaciones coinciden en sus desgloses: calculan que unos 40 de esos 100 millones viven en Latinoamérica; entre 24 y 30, en Asia; y algo más de 10 millones, en África. Unicef ha establecido dos categorías: hay niños que realmente viven en la calle y están totalmente fuera de un medio familiar, y también hay menores que pasan la jornada en la ciudad intentando ganar algo de dinero, ya sea con la mendicidad o con actividades muy modestas como empujar carretillas, vender cualquier objeto u ofrecerse para buscar aparcamiento a conductores. La mayoría de los que se encuentran en este segundo grupo vuelven a casa al final del día, donde viven con algún familiar, y contribuyen con sus modestos ingresos a la economía doméstica. En contra de lo que muchos piensan, no se trata de un problema exclusivo del antes llamado Tercer Mundo, sino que afecta también a países como Estados Unidos. Pero, mientras en los países desarrollados existen políticas sociales y recursos para asegurar un mínimo de condiciones dignas para hacerse cargo de niños en si-

tuación de vulnerabilidad, en muchos países de África, Asia y América Latina están totalmente desprotegidos. Si en el Congo muchos de estos pequeños han terminado así al ser acusados de brujería, en otros países se encuentran sin familia sencillamente porque el hombre ha abandonado a la mujer con la que ha tenido varios hijos. O, simplemente, porque los padres han muerto y la tradicional solidaridad africana o de otras sociedades, que ha funcionado bien en el mundo rural, ya no existe en la gran ciudad, donde no hay oportunidades y se ha creado una masa enorme de personas que malviven con menos de un dólar al día. Es el caso de los parking boys de Nairobi, la capital de Kenia; los meninos de rua de las megalópolis brasileñas; las niñas filipinas víctimas de redes que las prostituyen en clubs; o de los godobe, nombre con el que se les conoce en Bangui, la capital de la R. Centroafricana, y que viene a significar algo así como “niños ladrones”. En el centro de la ciudad, todos los evitan con expresiones de disgusto. Pocos son los que los miran con compasión y menos aún los que expresan alguna simpatía hacia ellos. En los diez

años que llevo en Centroáfrica, me he parado muchas veces a hablar con los godobe y casi siempre algún viandante me ha reprendido, gritándome, para que me alejara. No sé si será buena suerte, pero a mí nunca me han agredido ni me han intentado robar. Tal vez sea porque los miro como víctimas y no como delincuentes. Otros han caído en las redes de mafias que trafican con ellos para conseguir dinero. En la capital de Uganda, Kampala, hace muchos años que la policía no ha conseguido acabar con el tráfico organizado de niños de Karamoya –una remota región semiárida habitada por pastores nómadas–, a los que traen a la capital para que pidan limosna en los semáforos. Los recogen en la calle, los llevan a un albergue seguro con ayuda de las ONG y, tras establecer sus lugares de origen, los devuelven a sus familias. Durante algunas semanas no se les vuelve a ver en las calles de Kampala, hasta que un día más niños de la misma región aparecen de nuevo mendigando en los cruces...

Difícil reinserción

Algunas ONG internacionales, como Aldeas Infantiles o Save the Children, tienen programas NÚM. 224, ABRIL DE 2022

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IGLESIA A FONDO

específicos para ayudar a estas jóvenes víctimas. En otros casos, han surgido iniciativas locales que han tenido bastante éxito, como es el caso de la fundación La Voix du Coeur, de la parlamentaria centroafricana Beatriz Epaye, una de las mujeres líderes más respetadas del país. Y, como las instituciones desarrolladas por el padre Mario o Natalina Isella en el Congo, en bastantes países han surgido otras iniciativas de la Iglesia para sacar a los niños de la calle de su situación de marginación. En Kenia, el padre Arnold Grol (holandés, de los Misioneros de África), fallecido en 1994, fue toda una institución en el país, donde durante 30 años acompañó a los parking boys en las paupérrimas barriadas de Nairobi conocidas como los slums. Caracterizado por su carácter jovial e incansable, fundó la Sociedad Undugu (“hermandad”, en suajili) para acoger a niños de la calle y ofrecerles una nueva vida con la escolarización. Sus sermones dominicales en la parroquia de Santa Teresa, en Eastleigh, uno de los barrios más pobres de la capital keniana, eran seguidos en la radio por miles de oyentes. Un año antes de morir, dejó esta declaración en un periódico de Nairobi: “Muchas veces me deprimo, pero me doy cuenta de que, en realidad, necesito deprimirme. No puedo ser creativo sin sufrir. Cuando salgo de un periodo de depresión, después soy más creativo. Es como dar a luz a un niño”. Pero, a pesar de toda la buena voluntad, muchas veces rayana en el heroísmo, de quienes dedican sus esfuerzos a ayudar a estos niños, muchos confiesan que casi siempre la parte más difícil es la reinserción. A pesar de las mil penalidades que estos pequeños sufren a diario, terminan por consi20 misioneros

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P. Renato Chiera

derar la calle como su medio social, en el que se mueven como pez en el agua, y no es raro que bastantes de los que han conseguido una acogida digna en una casa donde tienen sus necesidades cubiertas y pueden acudir a la escuela, un día caigan en un momento de crisis y vuelvan a la calle, un lugar lleno de peligros, pero donde no tienen que seguir unas normas. Así me lo comentó la hermana Elisabetta, una monja italiana de las Hijas del Sagrado Corazón a la que encontré el año pasado en Bangui, cuando estaba a punto de volver a Italia, después de 40 años de trabajo en la República Centroafricana. La mayor parte de sus esfuerzos se volcaron en la casa de acogida que las hermanas tienen en el barrio periférico de Bimbo, que tuve ocasión de visitar. Allí ofrecían un hogar a 47 niños

y niñas de edades entre los 4 y los 13 años, a los que proporcionaban alojamiento, comida, escuela, asistencia médica y, sobre todo, una vida con afectos propios de una familia. Según la hermana Elisabetta, la mayor frustración era encontrarse con casos de niños que, a pesar de tener un futuro digno en la casa de acogida, un día optaban por escapar, para volver al entorno hostil de la calle.

Niños asesinados

Si en África los niños de la calle sufren pobreza, abusos y marginación, en otros países su desgracia puede ser aún peor. En Brasil miles de ellos han sido asesinados por bandas conocidas como “escuadrones de la muerte” durante las últimas tres décadas. Así lo ha denunciado durante años la ONG Movimento Nacional de Meninos e Me-


sacerdote José Cervantes Gabarrón, en Bolivia. Este hogar abrió sus puertas en 2007. El padre Cervantes señala que “estos niños y adolescentes han experimentado el abandono de la familia, la marginación social, el desprecio de la gente y las carencias de lo más básico para vivir. Sin techo, sin pan, sin ropa, sin escolarización, sin el afecto familiar, estos niños crecen en la pobreza y en la precariedad, y sobreviven probando lo más pernicioso y dañino para sus vidas: la droga, el alcohol y la violencia en sus múltiples manifestaciones. El riesgo de estos niños es enorme y

ninas de Rua, una ONG brasileña, fundada en 1985, que ha documentado estos casos. Uno de los méritos de esta organización es que muchos de los educadores con los que cuenta en todo el país fueron meninos de rua que consiguieron salir de la marginación, acudir a la escuela e integrarse, y que están en una posición privilegiada para entender y ayudar a los que sufren una situación que ellos mismos padecieron en su día. Una de las figuras de la Iglesia más conocidas en Brasil por su trabajo con los niños de la calle es el sacerdote italiano padre Renato Chiera. Apodado por muchos como “el padre de los hijos de nadie”, llegó a Brasil en 1978 y dejó la labor de profesor de Filosofía, para la que había venido originalmente, con el fin de dedicarse a los niños sin hogar que vivían bajo la violencia ca-

llejera de los barrios de Río de Janeiro. Allí fundó la Casa do Menor de San Miguel Arcángel, en la Baixada Fluminense, un gran suburbio de Río, conflictivo y violento. Por ella han pasado en los últimos 44 años cerca de 100.000 niños y jóvenes. El año pasado, la película documental Dear Child, sobre la labor de este misionero, ganó el premio de filmografía Unicef 2021. Una mentalidad muy similar es la que inspira la casa de acogida de niños de la calle Oikía, en Santa Cruz de la Sierra, dirigida por el

están abocados generalmente, si no encuentran una ayuda adecuada, a la cárcel o a la muerte”. Muchos piensan que el gran problema que está detrás de esta plaga mundial es la pobreza. El padre Chiera, que cuando comenzó a trabajar con los niños de la calle renunció a su puesto de catedrático de Filosofía, lo explica –con buen análisis filosófico– de forma mucho más precisa: “La mayor tragedia para un niño no es ser pobre, es no ser hijo, no sentirse amado”. JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ NÚM. 224, ABRIL DE 2022

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PRIMER PLANO EL DRAMA DE LOS REFUGIADOS

NO SOLO ES UCRANIA

Nunca antes el mundo occidental había tenido una percepción tan impactante sobre el drama de los refugiados. La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha traído millones de personas huyendo de las bombas (al ritmo de casi 200.000 al día durante las dos primeras semanas), en lo que es el conflicto más difundido de la historia. Ahora basta un móvil para contar una guerra. Por eso, la realidad de los refugiados es tan visible. Lo verdaderamente apabullante es que estos de Ucrania no representan ni el 10%, si contamos todos los éxodos abiertos en la actualidad.

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as historias de solidaridad están siendo realmente estremecedoras. Asociaciones y personas particulares se sienten tan sobrecogidas por el drama que deciden viajar por sus medios a la frontera ucraniana para sacar al máximo número de personas de los escombros y la miseria de la invasión. Los morteros les dejaron sin nada más que el impulso de sobrevivir. Eso es todo lo que tienen en estos momentos y la 26 misioneros

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realidad diaria a la que se enfrenta cualquier refugiado en todo el mundo. La cuestión es ver si los países ricos, en especial los de Occidente, han estado haciendo durante estos años lo suficiente para ayudar a las personas que huyen de la guerra, las dictaduras, la represión y la persecución. Amnistía Internacional ofrece una respuesta extraordinariamente contundente: “La comunidad internacional, y en particular las na-

ciones ricas, no están compartiendo de manera significativa la responsabilidad de proteger a las personas que han huido de sus hogares en busca de seguridad. En otras palabras, no logran ponerse de acuerdo y apoyar un sistema justo y predecible para proteger a las personas obligadas a dejar todo atrás debido a la violencia y la persecución”. Y lo contrapone a una afirmación realmente incómoda para muchos: “Son los países de ingresos bajos y medianos los que están haciendo mucho más de lo que les corresponde al albergar más del doble de refugiados que los países de ingresos altos”. Su denuncia expone que los países más ricos no hacen lo bastante para asumir responsabilidades globales y compartir el coste de proteger a las personas que han dejado todo atrás. “En resumen, el mundo necesita


que todavía hay millones de personas (pertenecientes a las clases más desfavorecidas) que no han tenido acceso a la vacuna. “Muchos de los Estados más ricos continúan priorizando políticas de disuasión con las personas que desean solicitar asilo y encontrando formas de evitar que esa gente acceda a países de destino. Al mismo tiempo, están responsabilizando a los países vecinos de proteger a las personas que huyen para salvar sus vidas. Estas políticas restrictivas y miopes están obligando a mujeres, hombres y niños a emprender peligrosos viajes por tierra y mar, poniendo en peligro sus vidas y alimentando los abusos contra los derechos humanos”, resume World Vision.

Preocupante panorámica

urgentemente un nuevo plan global basado en una cooperación internacional genuina y una distribución justa y significativa de las responsabilidades”, destaca Amnistía Internacional.

Huir como único plan

Mientras tanto, Occidente contempla lo que es el drama de los refugiados. Se trata de personas obligadas a dejar atrás todo aquello por lo que han estado trabajando durante largos años. Desde sus casas, a sus seres queridos. Unas veces, como en Ucrania, las familias se separan por la propia naturaleza del conflicto: los hombres se quedan combatiendo, mientras las mujeres y niños huyen a un destino muchas veces desconocido. Otras ocasiones, todos se marchan. Y en la mayoría de los casos, huir es el único plan. No existe pasado ni futuro. Solo presente. Por ejemplo, después

de más de una década de guerra en Siria, miles de niños refugiados siguen viviendo en una especie de limbo, sin saber cuándo volverán a casa. Ni siquiera, si lo harán. En este ejemplo, lo más probable es que muchos de esos pequeños permanezcan en el exilio el resto de sus vidas. El conflicto y la inseguridad en otros países –incluidos Etiopía, Irak, Sudán del Sur, la República Centroafricana y Myanmar– también han provocado que millones de personas huyan de sus hogares. En 2020, y a pesar de la pandemia de Covid, más de 11 millones de personas adquirieron una nueva condición de refugiados por primera vez en todo el mundo. Porque esa es otra: la pandemia también amenaza el progreso y la eliminación de la pobreza y las desigualdades de ingresos y acceso al empleo. Porque ya se ha olvidado

Siria: 6,8 millones de refugiados y solicitantes de asilo Según la Agencia de Refugiados de la ONU (ACNUR), el conflicto de Siria encabeza la lastimosa clasificación de desplazados en todo el mundo. La mayoría de los sirios que son refugiados debido a la guerra civil siria permanecen en Oriente Medio, y un país como Turquía, que ni mucho menos es una potencia mundial, alberga a casi 3,7 millones de ellos, el mayor número de refugiados acogidos por cualquier país del mundo. Los refugiados sirios también llegan a Líbano, Jordania e Irak. Los que deciden regresar por no haber encontrado el futuro que ellos esperaban se enfrentan ahora a una situación desalentadora, que incluye la falta de infraestructura y servicios y el peligro de los artefactos explosivos. Alrededor de 6,7 millones de sirios siguen desplazados dentro del país y casi 11,1 millones de personas en Siria necesitan asistencia humanitaria, arNÚM. 224, ABRIL DE 2022

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gumenta la organización humanitaria World Vision. Venezuela: 5,4 millones de refugiados, solicitantes de asilo y migrantes Años de inestabilidad económica y política en Venezuela desembocaron en un auténtico éxodo, que transformó un país potencialmente rico por sus recursos naturales en una nación con escasas posibilidades de prosperar. Millones de venezolanos han ido abandonando progresivamente su querida patria desde 2014. Se van en busca de comida, trabajo y una vida mejor. La mayoría, a los países vecinos. Y a España también. Pero lo que se ignora a menudo es que muchos venezolanos desplazados carecen de estatus legal y necesitan protección y ayuda internacional. Recientemente, el cardenal arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, viajó al país americano para conocer de primera mano todo lo que está ocurriendo, y subrayó “las muchas voces de Iglesia que se han levantado en defensa de los derechos de los migrantes y refugiados venezolanos”. En este sen28 misioneros

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tido, agregó que la Iglesia “no puede permanecer impasible ante la tragedia que viven los venezolanos” y alertó de ese “continuo éxodo” al que asiste la nación. Afganistán: 2,8 millones de refugiados y solicitantes de asilo Hace unos meses, Afganistán encabezaba los informativos con espeluznantes imágenes de miles de personas que se agolpaban en las fronteras para huir de los talibanes. Incluso se colgaban de las ruedas de los aviones para escapar. Ahora lo que ocurre en Afganistán no parece merecer ya ni una sola nota a pie de página. Alrededor de 2,6 millones de personas de Afganistán son refugiados,

y ese número aumenta a 2,8 millones cuando se agregan los solicitantes de asilo que reclaman el estatus de refugiado. Otros 2,9 millones de afganos están desplazados dentro del país debido no solo a los conflictos, sino también a las sequías y otros desastres naturales. La mayoría de los esfuerzos de evacuación de civiles terminaron después de que un atentado con bomba en las afueras del aeropuerto, ocurrido el pasado 27 de agosto, acabara con la vida de decenas de personas. Sudán del Sur: 2,2 millones de refugiados y solicitantes de asilo El prolongado conflicto en Sudán del Sur ha causado una de las


PRIMER PLANO

ños son huérfanos, no acompañados o separados de sus padres. “La situación de los refugiados en Sudán del Sur sigue caracterizándose justificadamente como una crisis infantil y los niños refugiados (65% de la población) están expuestos a riesgos personales”, destacaba un informe de ACNUR en 2021. Y añadía: “Su situación es particularmente preocupante, ya que muchos sufren acoso, explotación, abandono y abuso”.

mayores crisis de refugiados en el continente africano. Alrededor de 1,6 millones de personas están desplazadas dentro del país y otros 2,2 millones son refugiados

que huyeron a la República Democrática del Congo, Etiopía, Kenia, Sudán y Uganda. Se estima que el 83% de los refugiados son mujeres y niños. Y más de 66.000 de los ni-

Myanmar: 1,1 millones de refugiados y solicitantes de asilo Alrededor de 1,1 millones de personas que se identifican como miembros del grupo étnico rohingya han huido de sus hogares en el estado de Rakhine, en el oeste de Myanmar. En la actualidad, unos 880.000 refugiados rohingyas apátridas viven en el campamento de refugiados más grande y densamente poblado del mundo, Kutupalong. Aproximadamente, la mitad son niños. ¿Qué futuro te espera si tu existencia se perpetúa día tras día en un campo de refugiados?

Refugiados en el mundo: las cifras Hay 26 millones de refugiados en todo el mundo. La mitad de los refugiados del mundo son niños.

Fuente: Amnistía Internacional

El 85% de los refugiados están siendo alojados en países en desarrollo. En 2019, más de dos tercios de todos los refugiados procedían de solo cinco países: Siria, Venezuela, Afganistán, Sudán del Sur y Myanmar. Siria ha sido el principal país de origen de los refugiados desde 2014 y, a finales de 2019, había 6,6 millones de refugiados sirios alojados en 126 países de todo el mundo. En 2019, solo el 50% de los refugiados del mundo fueron reasentados. Durante la última década, poco más de 1 millón de refugiados fueron reasentados, en comparación con los 3,9 millones de refugiados que regresaron a su país.

ALBERTO BRAVO


INFORME

Una abuela, un sacerdote, un amigo, una monja... Unos y otros se convierten en estímulo y compañeros de camino para quienes deciden poner toda su vida en manos de Dios. Un proceso de discernimiento y formación en comunidad sobre el que interpela el lema de la próxima Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Jornada de Vocaciones Nativas: "Deja tu huella, sé testigo". La cita, el próximo 8 de mayo.

C

uando abría los ojos, nada más despertarse, casi todas las mañanas pillaba a su abuela rezando. A lo largo del día, en un instante cualquiera, la veía con un rosario entre las manos. Con ella de la mano, se acercaba a misa los domingos. Aquella mujer recia guineana, sin darse cuenta, fue testigo del Evangelio para su nieto, hasta tal punto que, incluso después de fallecer, le daría la clave para apuntalar su vocación como sacerdote. Apenas lleva nueve meses ordenado, y Fernando Eningo Patatobe no duda en echar la vista 30 misioneros

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atrás para admitir que ella fue cómplice directa de Dios para que hoy sea una vocación nativa que desarrolla su ministerio en Málaga, con cuatro parroquias a sus espaldas. “Siento que el Señor nos llama a los africanos a ser solidarios, a vivir esa universalidad de la Iglesia aquí y ahora. Si durante tantos años los misioneros se entregaron por nuestro continente, yo me siento llamado ahora a vivir en España en clave de misión”. Y eso que, en un principio, Fernando no quería ni por asomo abandonar su país. De hecho, a pesar de iniciar un primer acerca-

miento a los claretianos, su empeño por ser párroco en Bata le hizo rechazar el ingreso en la congregación. Sin embargo, su paso por el seminario local tampoco fue lo que esperaba; lo dejó, y aquella primera llamada quedó en barbecho. Incluso inició una relación con una joven. Hasta que un cura guineano que se había marchado a Murcia le invitó a vivir una experiencia de verano; aceptó, y bastó un fin de semana en la ciudad andaluza para volver a despertar su primer amor. “Son las cosas del Señor. Me volví a enganchar”, recuerda sobre aquel renacer, que le llevó a com-


Fernando Eningo Patatobe

partir este anhelo con su madre, a la que tendría que dejar sola a pesar de su discapacidad. “En esa conversación, lejos de retenerme, me animó a marcharme, recordándome lo que siempre nos decía su madre: «Cuando un hombre dice que hace algo, lo tiene que hacer para demostrarle al mundo que es un hombre de verdad»”. Aunque reconoce que hizo la maleta con una “pena y dolor” que le duró bastantes meses, fue el punto de partida para encontrar su

lugar en el mundo. De ahí que en su ordenación hiciera suyo el “Hágase” de María: “Mi abuela me decía que teníamos que estar abiertos a la gracia, aunque a veces no lo entendamos, porque Dios nos conoce y sabe lo que nos conviene”. Por eso, con un acento que mezcla el guineano y el andaluz, sentencia: “Soy feliz, con las dificultades de cualquier cura en prácticas, pero también con la acogida de mis hermanos sacerdotes y del pueblo”. En cualquier caso, no du-

da en expresar diariamente en su oración a Dios: “Tú me has puesto aquí como un misionero y Tú me vas a capacitar para poder realizar esta tarea como Tú quieres”. Desde ahí, Fernando asume el choque cultural de una fe viva y rejuvenecida del continente negro, con el envejecimiento de una Europa secularizada. “Mi experiencia, compartida con otros hermanos africanos, es de sorpresa, porque no te acabas de imaginar la frialdad con la que se afronta el hecho religioso en España, sobre todo, porque en nuestro imaginario está la referencia de un país católico. En un primer momento te desanimas, porque no lo acabas de entender”. Por eso, se las ingenia para intentar contagiar de alegría y de sentimiento de pertenencia a la comunidad, en medio de esas misas en las que los fieles apenas contestan, de esas catequesis de niños con escaso dinamismo o de esas familias desanimadas que acuden con sus hijos, en algunos casos, a cubrir el expedienNÚM. 224, ABRIL DE 2022

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I N F O R M E VOCACIONES NATIVAS

te para recibir un sacramento. “La fe en nuestras parroquias de África es compartida, con el sentido de la trascendencia en la calle y con un deseo de relatar tu experiencia al otro”, apunta en relación con esa pasión que desea revitalizar en su día a día, sea en el despacho, en el templo o en la calle. “Cuando te cuestionas si estás haciendo algo que realmente merezca la pena, siempre saco la conclusión de que el Señor quiere que nos levantemos, que seamos testigos de su amor como lo fueron otros anteriormente”.

“Deja tu huella, sé testigo”

Precisamente, esa herencia compartida recibida y ese legado eclesial comunitario que necesita

relevo es el punto de partida que marca el lema de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Jornada de Vocaciones Nativas: “Deja tu huella, sé testigo”. Organizada por la Conferencia Episcopal Española, la Conferencia Española de Religiosos, la Conferencia Española de Institutos Seculares y las Obras Misionales Pontificias, esta “doble Jornada” se celebrará el próximo domingo 8 de mayo. 32 misioneros

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La Obra Pontificia de San Pedro Apóstol –una de las cuatro Obras Misionales– es el cauce que tiene el Papa desde hace más de 130 años para sostener las vocaciones en los considerados tradicionalmente como territorios de misión, respaldando la construcción de seminarios y casas de formación y ofreciendo becas de estudio. Gracias a la generosidad de los españoles durante el ejercicio de 2020,

en 2021 se pudieron destinar 1.620.735,69 euros a África, Asia y América, siendo el continente negro el principal destinatario –1.416.517,35 euros–, con Nigeria, Tanzania y Camerún entre los países más beneficiados. En conjunto, con toda la ayuda distribuida desde Roma a través de la Obra de San Pedro Apóstol, logran salir adelante 75.365 seminaristas de 745 seminarios (403 menores, 118 propedéuticos y 224 mayores), y además se respalda el día a día de 2.021 formadores. En paralelo, también se sufragan los gastos de los noviciados de 1.052 congregaciones, donde se forman 7.259 futuros religiosos: 4.794 mujeres y 2.465 hombres. Un “sí” a la invitación a seguir a Jesús en la radicalidad de la consagración que cuesta en lo económico, pero, sobre todo, en lo que supone dejar atrás otras opciones


que entró en la congregación en el mismo año que empezó la universidad. Hasta hoy.

Acompañamiento integral

A partir de ahí, esas semillas que en ella dejaron, son las que ella ha intentado sembrar en los jóvenes que ha tenido encomendados como responsable de pastoral vo-

mo respeto al otro, con la confianza de que Dios está dentro y llegó antes que yo, y se mantendrá ahí a pesar de mí”, explica sobre la gratuidad con la que asume su labor: “Yo no pretendo que las chicas con las que hablo sean hijas de Jesús, porque tengo claro que, decidan lo que decidan, será bueno para el Reino y para la Iglesia”. Por

Melba Neris

vitales. De ahí, la importancia de quienes son los responsables de acompañar los procesos de discernimiento. Como Melba Neris, una dominicana que descubrió precisamente su vocación como hija de Jesús gracias a esas huellas que dejaron en ella unas mujeres entregadas al Evangelio en el Politécnico Virgen de la Altagracia, donde estudió bachillerato. Unas, compatriotas. Otras, españolas. Pero todas, herederas de la madre Cándida y su arrojo en “ganar almas para Dios”. “Ver su estilo de ser y estar, con expresiones no verbales, desde su cercanía a todo aquel que llegaba, hasta los murales del colegio, que hablaban de ser hijos y hermanos, me cautivaron”, comenta sobre el punto de partida de un proceso de descubrir el sentido de su vida, basado “en la honestidad y la seriedad”, que la cautivó. Tanto es así

cacional juvenil a pie de obra. De hecho, tras estudiar Teología y Psicología Clínica, ha venido realizando un acompañamiento integral a cada uno de ellos, a través de encuentros, retiros, charlas, convivencias, ejercicios espirituales... Y, sobre todo, desde el tú a tú, desde ese caminar como los de Emaús. “Ese ser testigo para dejar huella del que habla el lema de la jornada, cuando tienes a alguien delante que se está planteando su presente y su futuro, requiere reconocer que es tierra sagrada; tomar distancia para saber que de por medio tiene que estar la libertad de la persona para que entre Dios”, expone desde su trayectoria mano a mano con aspirantes y postulantes. “Esa responsabilidad que asumes pasa por tener la conciencia de hacerlo desde el máxi-

eso, considera imprescindible hacerles descubrir “el verdadero rostro de un Dios que no juzga, que te quiere feliz y, por tanto, libre”. Con esta premisa, Melba sabe que el ambiente en la República Dominicana hace más propicio el encuentro con Cristo, aunque ya comienza a vislumbrarse en los jóvenes dominicanos esa misma falta de compromiso que abiertamente se manifiesta en España. “En cualquier caso, el Espíritu sigue trabajando aquí y allá y sigue despertando vocaciones. Que no hay como en los 70, por supuesto; pero no significa que estemos en crisis, sino que nos toca incidir en el diálogo con el mundo de hoy, no divorciarnos de la sociedad en la que estamos”, asume esta jesuitina de 47 años, que, desde febrero, se encuentra en Madrid, precisaNÚM. 224, ABRIL DE 2022

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I N F O R M E VOCACIONES NATIVAS

mente para reforzar sus destrezas como compañera de camino.

Ayudar a descubrir la vocación

“Yo también noto que a los jóvenes de hoy les falta esa confianza y permanencia para dar ese aparente salto al vacío que supone la vida consagrada”, comparte Daniel Toro, escolapio colombiano de 31 años que, en su día a día, también acompaña a quienes se dejan interpelar por su realidad presente a la luz de Dios. Desde el

Daniel Toro

colegio Calasanz de Pereira, en la región cafetalera del país, camina con niños, adolescentes y jóvenes tanto en las clases de religión como en la pastoral. Y sin recetas de manual, sabe que hay algo que no falla: la disponibilidad completa a quien comienza a preguntarse. No en vano, así se fue configurando su propia respuesta a la llamada de Dios, como un chaval que creció en una familia cristiana, pero que salió de su zona de confort gracias a que un escolapio le escuchó sus preocupaciones: “Cuando le planteé al padre Andrés Valencia que me acompañara, él era el rector del colegio. A pesar de su cansancio, siempre buscaba un hueco para acoger mis inquietudes y miedos, 34 misioneros

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encontraba el ratico para discernir juntos, me daba pistas para encontrarme en medio de tantas dudas”. Desde su propia vivencia, defiende que “ayudar a descubrir la

vocación ya no es solo tarea del religioso o del sacerdote, sino de todos. Toda la comunidad evangeliza, y no solo porque los consagrados seamos menos y más mayores”. “Prueba de ello es que, en nuestra provincia, se habrá reducido el número de religiosos, pero estamos presentes en más lugares que antes, con la certeza de que juntos somos más”, apunta sobre el itinerario de la Escuela Pía, que pasa por un crecimiento desde lo experiencial y el conocimiento personal, como punto de partida para abrirse al otro y al Otro. De ahí que, en este Año Vocacional Escolapio con motivo de los 400 años de la aprobación de las Constituciones de la orden fundada por san José de Calasanz, hayan escogido como lema “Cerca de ti” para mostrar ese rostro de Dios-Padre y Jesús-Amigo. “Esto implica ayudarles a que se topen de primera mano con la misión, con nuestra misión. En la medida en que les ofertamos vivir lo que


De Vietnam, para el mundo

S

i hay un país en el mundo que en estos últimos años se ha convertido en un semillero para el sacerdocio y la vida consagrada, ese es Vietnam. Las vocaciones nativas se han triplicado en apenas tres décadas. De hecho, se calcula que hay alre-

nosotros vivimos apasionadamente como escolapios, les puede hacer descubrir su ser cristiano en medio del mundo”, apunta Daniel. Él, en sus proyectos con los jóvenes, alterna las actividades de compromiso social en espacios de educación no formal con experiencias como las Pascuas misioneras, “para que descubran qué supone vivir la fe en otras realidades fuera de su comodidad diaria”. Saber que entre sus manos pueden estar fraguándose futuras vocaciones, sean laicales o religiosas, lejos de agobiarle, le motiva a seguir adelante. Y así lo expresa: “Por supuesto que uno tiene ese sentimiento de responsabilidad, pero no como una losa por garantizar el relevo generacional, sino desde la aventura que supone seguir construyendo el sueño de Calasanz, aquí y ahora”. Y Daniel tiene muy claro cómo hacerlo con los jóvenes: siendo testigo, para dejar huella. JOSÉ BELTRÁN

ha convertido en puerto de partida de no pocos evangelizadores. De ello da fe Pedro Trung Nguyen, salesiano, actualmente destinado en Arévalo, localidad abulense donde los hijos de Don Bosco cuentan con colegio, residencia de estudiantes, centro

ción, expuse por escrito mi deseo de ir a un país pobre de África, pero, al terminar la carta, escribí que la decisión final la dejaba en manos del rector mayor y su consejo". Y el rector mayor de la congregación, Ángel Fernández Artime, le recondujo hasta Ávila. "Me

juvenil, club deportivo y casa de encuentros. "Siempre nace en mí la necesidad de dar las gracias a tantos misioneros por ser testigos y dejar huella en nosotros", subraya Pedro sobre el lema de la Jornada de Vocaciones Nativas. "Cuando terminé mi forma-

sorprendí de la decisión, porque pensaba que España tenía tantos misioneros que van a otro país que no necesitaría de mí. No confiaba en que España fuera tierra de misión, pero, en cuanto aterricé, me di cuenta del desafío que tengo por delante", expone.

Pedro Trung Nguyen

dedor de 7 millones de católicos, más de 5.000 sacerdotes, más de 5.000 seminaristas y más de 33.000 religiosos –más de 27.000 mujeres, unos 5.000 hermanos y más de 1.500 sacerdotes–. Tal es el crecimiento que, hoy por hoy, este pulmón asiático se

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conectad@s

#UCRANIA Es el hashtag que inunda las redes. "Permanezcamos junto a este pueblo martirizado, abracémoslo con el compromiso concreto y con la oración. Y, por favor, ¡no nos acostumbremos a la guerra y a la violencia". Es el grito y la petición del Papa. PAPA FRANCISCO Twitter @Pontifex_es

MÁS SOLIDARIDAD Esta vez, con los niños y niñas huérfanos de la Chandpukur Mission, en Bangladesh, a quienes va destinado el material escolar que está recopilando la Fundación Ad Gentes. ARCHIDIÓCESIS DE VALENCIA Twitter @archivalencia

DESDE BIGNONA (SENEGAL) Hermosa vida cotidiana la que muestra este Instagram. Gallineros creados por grupos de mujeres, que pueden de este modo vender huevos y pollos para mejorar los ingresos de sus familias. MANOS UNIDAS Instagram @manosunidas

@VERANOMISIÓN Un poco de luz y esperanza es lo que nos trae la guía Compartir la Misión, que propone vivir una experiencia 100% misionera en pleno verano. Vacaciones diferentes: 65 iniciativas de voluntariado a elegir. ¿Puede haber mejor plan? OMP ESPAÑA Twitter @OMP_ES

GUERRA Y PAZ La guerra latente y la gran inseguridad en la República Democrática del Congo también están generando muchos desplazados. La hermana Hakima visita a los enfermos en el hospital de Butembo. MISIONERAS COMBONIANAS ESPAÑA Instagram @combonianas


AY U D A M O S A . . .

Líbano Más de 53.000 euros para la formación de 24.000 niños los jóvenes, para ayudar a los párrocos en su acción pastoral: catequesis, coro, ayuda a los ancianos, primera comunión, vigilias, adoración del Santísimo, romerías, colonias, retiros espirituales, recogimiento, formación espiritual...”. Lo cuenta la hermana Mona-Marie Bejjani, religiosa que trabaja en Beit Hebbak, pequeña villa a las afueras de Byblos. Y la hermana Bejjani añade: “Damos gran importancia a los valores humanos y cristianos. Nuestros estudiantes ejercen su voluntariado con ancianos y enfermos en el pueblo de Beit Heb-

“T

rabajamos en áreas rurales. Nuestro primer campo de actividad es la Escuela Académica Libre. Reúne a 1.300 alumnos, incluidas 80 chicas internas (casos sociales, huérfanos, padres separados, discapacitados, enfermos, indigentes, prisión, paro...). Los equipos, dirigidos por una hermana, animan y orientan las actividades de los laicos, especialmente de

bak. También, con niños con necesidades especiales. De esta forma, nuestros jóvenes conocen el servicio gratuito y hacen realidad la consigna «Los niños ayudan a los niños», que lanzan y promueven las OMP”. No muy lejos de Beit Hebbak está Batroun. También desde allí nos escriben: “Toda la familia

educativa de nuestro colegio de San Elías, que las hermanas maronitas de la Sagrada Familia tenemos en Batroun, les agradecemos la generosa donación que permitió restaurar las ventanas de parte de nuestro establecimiento pedagógico”. Lo afirma sor Georges Marie Azar, vicaria general de esa congregación. Y dice también: “Gracias a la ayuda enviada por la Infancia Misionera de España, hemos podido proporcionar a los niños un entorno más confortable, evitando corrientes de aire y agua en invierno”. Y concluye que “ese proyecto también ha servido para recordar a los alumnos el gran valor de esa Obra Misional”. Poco más al sur de Batroun, en el valle de Ghosta, está la escuela de Ain Warka. “la madre de todas las escuelas del Líbano y Siria”, según uno de sus muchos alumnos, Mons. Jean Habib. Al decir del padre Emilio Geara, que también se formó en ella, fue edificada “sobre los huesos de los santos”. La escuela eclesiástica de Ain Warka, clausurada en 1952, reabrió de nuevo sus puertas en 1956-1957, gracias al empeño del padre Emilio. El complejo, entonces, fue convertido en un nuevo centro educativo; pero esta vez, femenino, orientado a la formación de jóvenes libanesas con dificultades sociales o NÚM. 224, ABRIL DE 2022

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económicas. Además, inspirado por el Espíritu Santo, el padre Emilio, fundó –14 de septiembre de 1966– la Congregación de las Hermanas Misioneras del Santísimo Sacramento. Una de esas hermanas, sor Rita Bkassiny, también dirigió a las OMP su agradecimiento y su testimonio. Cuenta que “los residentes de nuestra obra social en Ain Warka, junto con los niños de la parroquia de San Antonio el Grande, constituyen el grupo de Jóvenes Misioneros. Se reúnen regularmente para la catequesis, el coro y el servicio de ceremonias litúrgicas. Los jóvenes tomaron como amiga y modelo a santa Teresa del Niño Jesús. De la Patrona de las Misiones aprendieron la devoción y el celo por la salvación de las almas y la gloria de Dios”. Añade la hermana Rita: “Este grupo misionero tiene encuentros fraternos periódicos. Participan en la Misa de los Misioneros en octubre y oran por las intenciones de la Iglesia en todo el mundo. Los sensibilizamos sobre el principio que anima a la Infancia Misionera: «Los niños ayudan a los niños». Realizan acciones de 46 misioneros

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solidaridad y kermeses (festivales de Iglesia) para ofrecer cuanto se colecta a los más necesitados, a los ancianos y a los enfermos”.

Paz relativa

Tan grande como Navarra, así es Líbano: 10.400 km². Como Navarra, en superficie; que no en población. Los navarros son 650.000. El Líbano actual cuenta con una sociedad seis veces mayor: 4,3 millones de personas. No hay que olvidar los muchos miles de refugiados que han huido de la vecina Siria para escapar de una guerra que comenzó once años atrás. Son un millón y medio, al decir del Gobierno libanés. Si se establece una comparación con los tiempos de la guerra que, durante 15 años y medio, de 1975 a 1990, se llevó por delante 120.000 vidas y provocó un millón de exiliados, bien podemos decir que el Líbano de nuestros días goza de una paz relativa, pero paz, al fin y al cabo. Para defenderla, sobre todo, al sur, donde asoma la mayor amenaza de conflicto con la vecina Israel, la ONU ha enviado 10.300 cascos azules de 46 países y 800 civiles.

Paz, a veces, interrumpida por explosiones, como la que el 4 de agosto de 2020 mató a 217 personas e hirió a otras 7.000. Fue en el puerto de Beirut. El estallido de 2.750 toneladas de nitrato de amonio allí almacenado causó la destrucción generalizada. Sus efectos alcanzaron a todos los edificios en un radio de 20 km. Tan sonoro y trágico suceso –¿accidente?, ¿atentado?– todavía está siendo investigado. Pero fue el detonante de una dura crisis económica: en octubre de ese año, la inflación interanual se disparó hasta el 136,8%, cifra solo alcanzada al final de la guerra civil.

Bendición del cielo

Así las cosas, seguro que la última entrega de subsidios enviados el año pasado por la Infancia Misionera de España a la Iglesia libanesa fue recibida como una bendición del cielo. En total, la cooperación sumó más de 53.000 euros. Exactamente, 53.084,53 . El Colegio mixto Nuestra Señora de los Dones, que las Antoninas tienen en la archieparquía de Antelias de los Maronitas, a las afueras de Beirut, recibió 4.315,82 , que ayudaron a la formación de


AY U D A M O S A . . .

parte de los 871 alumnos –desde maternal hasta los 9 años– que allí se forman. Otra cantidad igual recibió el Colegio del Rosario, para el material escolar y las coberturas médicas de los 60 alumnos de familias sin recursos. Por su parte, en el vicariato apostólico de Beirut, la Escuela San José, donde se forman 500 niños, estaba necesitada de nuevo material pedagógico. Sobre todo, pupitres, porque la explosión habida en el puerto llegó a dañar las instalaciones del centro... Líbano es, además, el país con la mayor diversidad religiosa de Oriente Próximo. Es tan multiconfesional que el Estado reconoce el culto de 18 confesiones religiosas: las cristianas (maronita, latina, greco-ortodoxa, greco-católica melquita, armenia ortodoxa, armenia católica, sirio-ortodoxa, sirio-católica, asiria, caldea, copta ortodoxa, protestante), las musulmanas (sunita, chiita, drusa, ismaelita y alauita) y la judía. La religión mayoritaria en el país es el islam, con predominio de chiíes. El 60% de la población es musulmana; el resto, cristianos y un 1% de minorías. Antes de la guerra civil, un 50% eran

musulmanes, y la otra mitad, cristianos. Por ley (Pacto Nacional Libanés de 1943), el cargo de presidente de la República debe ser ocupado siempre por un cristiano maronita; el de primer ministro, por un suní; y el de presidente del Congreso, por un chiita. De esta forma, se pretende que ninguna minoría pueda quedar discriminada. Los católicos libaneses, están organizados en tres patriarcados,

tres sedes metropolitanas, nueve arzobispados, ocho diócesis y un vicariato apostólico. En total, 24 sedes eclesiásticas diferentes, con 1.121 parroquias. Al frente, 49 obispos, con 912 sacerdotes, 684 religiosos también sacerdotes, 2.155 religiosas profesas y 129 religiosos no sacerdotes. Y a esa labor se suma un equipo de 2.584 misioneros laicos y 562 catequistas. TOMÁS TAMARREDO

Si estás interesado en realizar un donativo, puedes hacerlo en el número de cuenta ES25 0075 0204 9506 0006 0866. También, accediendo a la página web www.omp.es y pinchando en la opción "Haz un donativo". NÚM. 224, ABRIL DE 2022

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