Misioneros Nº132

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Nº 132 . FEBRERO, 2013

TERCER MILENIO EDITA OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS C/ Fray Juan Gil, 5 28002 - Madrid Tfno: 91 590 27 80 Fax: 91 563 98 33 E-Mail: dir.nal@omp.es http://www.omp.es http://www.domund.org

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en este número... IGLESIA A FONDO El domingo 3 de marzo la Iglesia española celebra el Día de Hispanoamérica. Una jornada para renovar los vínculos de solidaridad y colaboración evangelizadora con las Iglesias hermanas de América.

14 PRIMER PLANO

Tras vivir una nueva guerra civil, la paz ha regresado a la República Centroafricana. La situación, sin embargo, sigue siendo de una calma extremadamente frágil.

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INFORME En pleno siglo XXI, miles de mujeres viven como verdaderas esclavas, víctimas de incontables tipos de abusos. Y todo eso, sin que nadie dé la cara por ellas, condenadas al más absoluto olvido.

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y además... 7 TRIBUNA

Los niños, nuestros maestros

10 EL OBSERVADOR CUBA - VIETNAM

20 ASÍ VA EL MUNDO SIRIA - HAITÍ EGIPTO - SUDÁN

36 ENTREVISTA

Juan M. Pérez Charlín , misionero en Burkina Faso

40 ANIMACIÓN MISIONERA

43 CARISMAS

Instituto de la Bienaventurada Virgen María

48 CULTURA

"Un trozo invisible de este mundo"

54 MISIÓN VIVA

Carmen Molina, misionera en la Amazonía

56 MISIÓN VIVA

Benedicto Sánchez, misionero en Angola


EDITORIAL

¡A la misión!

A “

mérica, puerta abierta a la misión”. Con este lema, que es a la vez una declaración de intenciones y la constatación de una realidad, se presenta la celebración, el próximo 3 de marzo, del Día de Hispanoamérica; una jornada que, como señala el cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, en el mensaje que ha hecho público para la ocasión, “ayuda a mantener vivos los vínculos entre España y América”. La realidad que se pone de manifiesto es que los misioneros españoles siguen encontrando abiertas las puertas para la misión en América Latina. “De las Iglesias locales de España –se señala en el mensaje– cada año salen nuevas vocaciones misioneras para colaborar con aquellas que aún están en proceso de formación” en el continente americano. De hecho, en los últimos 50 años, más de 2.000 sacerdotes de distintas diócesis españolas han traspasado el umbral de la puerta oceánica que les ha llevado a tierras americanas, con la clara voluntad de atender las necesidades misioneras que aún se dan en esta parte del mundo. Lo han hecho como miembros de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA). Y a este grito de “¡A la misión!”, también se suman los religiosos y religiosas españo-

les que realizan su labor pastoral en el continente hermano. Y es que, aunque sea significativo el hecho de que, en la actualidad, más del 80% de la población de América esté bautizada en la Iglesia católica, la necesidad de evangelización nos sigue desafiando. Quedan, advierte el cardenal Ouellet, “muchos sectores marginados, excluidos, y los rostros de la pobreza y del sufrimiento se encuentran en las peri-

Y si esta es la realidad palpable, la declaración de intenciones viene a mostrar que, desde este ámbito de necesidad, las Iglesias hermanas de Hispanoamérica están dispuestas a seguir, con todo su empeño, el ejemplo de la galería de hombres y mujeres de talla excepcional que, como misioneros y misioneras, llegaron a lo largo de los siglos a estas tierras, para transmitirles el don precioso de la fe en Jesucristo, con su

Aunque más del 80% de la población de América esté bautizada en la Iglesia católica, la necesidad de evangelización nos sigue desafiando. ferias miserables de las grandes ciudades, en los ancianos solos, en las mujeres abandonadas, en los inmigrantes sometidos a toda clase de violencia, en las cada vez más numerosas víctimas del alcohol y las drogas, en los atentados por las redes de delincuencia y violencia”. “La cultura global del relativismo y del hedonismo –añade– penetra también la realidad latinoamericana por doquier, erosiona la religiosidad popular, atenta contra la institución familiar y la cultura de la vida, y deja a los jóvenes desconcertados”. Sin duda, todo un inmenso campo de actuación, toda una gran “puerta abierta a la misión”.

mensaje de justicia, paz y liberación, y ser ahora ellas las que abran la puerta de salida a la misión ad gentes. Esta es la razón por la que el Plan de Pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) para el quinquenio 2011-2015 anima a todas las Conferencias Episcopales del continente a que “asuman responsable y solidariamente el compromiso de la misión ad gentes, como fruto maduro de la Misión Continental y concreción de la Nueva Evangelización”. El Día de Hispanoamérica es, sin lugar a dudas, la llave que abre todo un “continente de la esperanza”.

DIRECTOR Alfonso Blas REDACCIÓN Rosa Lanoix, Rubén Azuara DISEÑO Antonio Aunés COLABORADORES Anastasio Gil, Rafael Santos, Dora Rivas, Montserrat Vilaseca, Antonio José Molina, José Beltrán, José Carlos RoTERCER MILENIO dríguez, José Ignacio Rivarés, Volusiano Calzada, José Ramón Carvallada, María Jesús Sahagún, Carmina Sofía Fernández, Juana Gómez, Joaquín Martínez, Julio César Vidal, Vicente Marqués Ruiz, Lourdes Gabilondo DOCUMENTACIÓN Ana Fernández ARCHIVO FOTOGRÁFICO Antonio Aunés, Rafael Santos FOTOGRAFÍAS Efe, Missio SUSCRIPCIONES Roberto Murga DEPÓSITO LEGAL M-48558-1999 ISSN 1695-1034 IMPRESIÓN Gráficas Dehon. PP. Reparadores. C/ La Morera, 23-25. Torrejón de Ardoz, Madrid. Tfno: 91 675 15 36


IGLESIA A FONDO 3 de marzo, Día de Hispanoamérica

AMÉRICA,

puerta abierta a la misión

Una puerta abierta. Este es el motivo principal del cartel de este año del Día de Hispanoamérica, la jornada con la que cada año la Iglesia española renueva sus "vínculos de solidaridad, comunión y colaboración evangelizadora" con las Iglesias hermanas de América. La cita es el domingo 3 de marzo. El objetivo: sensibilizar a la comunidad cristiana sobre ese ya plurisecular compromiso y recordar, una vez más, que la misión es cosa de todos.

U

n misionero laico y unos niños nos interpelan con la mirada desde el otro lado de una puerta entreabierta. Esta es la imagen que aparece en el cartel del Día de Hispanoamérica, que la Iglesia española celebra el 3 de marzo bajo el

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lema “América, puerta abierta a la misión”. Esa cancela es el símbolo y verdadero leitmotiv de la jornada. Es la puerta de entrada para los sacerdotes españoles que cada año cruzan el océano para evangelizar en el llamado “continente de la esperanza”. Y es, al mismo tiempo, la

de salida para los evangelizadores de aquellas Iglesias locales que, pese a su pequeñez y pobreza, marchan también a cooperar con otras Iglesias aún más necesitadas. Esa puerta evoca, por último, el Año de la Fe, convocado por Benedicto XVI mediante la carta apostólica Porta Fidei, que fue inaugurado por el Pontífice el pasado 14 de octubre. Más de 2.000 sacerdotes de nuestro país han cruzado ya esa simbólica puerta de compromiso y servicio desde que en 1959 las diócesis españolas comenzaran a celebrar el Día de Hispanoamérica. Y lo han hecho de la mano de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispa-


A día de hoy 334 sacerdotes españoles desarrollan su labor misionera en distintos países de América Latina. noamericana (OCSHA), un organismo, integrado en la Conferencia Episcopal, que se instituyó en 1958 precisamente para canalizar este envío misionero. En 2012, según datos de la Comisión de Misiones de la CEE, solo cinco presbíteros españoles (el año anterior fueron once) cruzaron el charco para unirse a los 329 que, a día de hoy, siguen al pie del cañón en los distintos países latinoamericanos. Leopoldo Rivero Moreno, de la diócesis de Córdoba, puso rumbo a la prelatura de Moyobamba, en Perú; Carlos Alfonso Vara García, de la de Cuenca, encaminó sus pasos a la diócesis de Abaetetuba (Brasil); Joaquín Ignacio Fernández González, de Granada, partió a Hermosillo (México), y Pablo Fernández-Martos Montero, de Getafe, y José Miguel Espinosa Sarmiento, de Segovia, lo hicieron a las chilenas de Villarrica y San Bernardo, respectivamente. Todos ellos se sintieron lla-

mados a vivir el ministerio sacerdotal en esos territorios de misión, haciendo así visible, con su testimonio, la universalidad de la Iglesia. Más allá de problemáticas particulares, los retos que tendrán que afrontar en adelante estos cinco nuevos “evangelios vivientes”, como a Benedicto XVI le gusta llamar a los misioneros, son similares: son los retos que plantea “un mundo roto y desorientado” en el que “las gentes están abandonando la fe”, según señala el cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL), en el mensaje que su institución ha elaborado para la jornada. “América Latina –escribe el purpurado canadiense– necesita una nueva evangelización ante la realidad del cambio tan profundo que se está operando en el interior de la sociedad americana”. ¿Tan profundo es ese cambio? ¿Tanto están cambiando las cosas

para que se tenga que convocar, también allí y de manera urgente, a una nueva evangelización? “La cultura global del relativismo y del hedonismo –insiste monseñor Ouellet– penetra también la realidad latinoamericana por doquier, erosiona la religiosidad popular, atenta contra la institución familiar y la cultura de la vida y deja a los jóvenes desconcertados, muchas veces huérfanos de padres, maestros, educadores”. El documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en el santuario brasileño de Nuestra Señora de Aparecida en mayo de 2007, ya alertó sobre los grandes desafíos que plantean a la Iglesia los nuevos y convulsos tiempos que corren, marcados por la globalización, el individualismo y el hedonismo. “Vivimos un cambio de época cuyo nivel más profundo es el cultural. Se desvanece la concepción integral del ser humano, su relación con el mundo y con Dios (...). Se deja de lado la preocupación por el bien común para dar paso a la realización inmediata de los deseos de los individuos (...)”, se NÚM. 132, FEBRERO DE 2013

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Los fieles latinoamericanos representan casi la mitad de los católicos de todo el mundo. afirma en el punto 44 de ese documento. Y el punto 46 habla de una “ colonización cultural” en la que prima el individualismo y que “conduce a la indiferencia por el otro, a quien no necesita ni del que tampoco se siente responsable”. “Se prefiere vivir –se denuncia– día a día, sin programas a largo plazo ni apegos personales, familiares ni comunitarios. Las relaciones humanas se consideran objetos de consumo, llevando a relaciones afectivas sin compromiso responsable ni definitivo”. Que esto esté ocurriendo en una región como América Latina preocupa, y mucho, en Roma, puesto que se trata de un continente en el que la Iglesia católica tiene puestas grandes esperanzas. América Latina es algo así como el “ojito derecho” de la Santa Sede. Juan Pablo II la rebautizó en su día 16 misioneros

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como “el continente de la esperanza”. El apelativo no está puesto a humo de pajas. Quinientos años después de la llegada del Evangelio a esas tierras, sus fieles representan hoy casi la mitad de los católicos que hay en el mundo. Y la Iglesia todavía goza allí de un gran prestigio y reconocimiento –hasta el punto de figurar siempre entre las instituciones con mayor credibilidad– debido a la defensa que hace de la justicia, el bien común y la dignidad de la persona, amén de su labor caritativa, educativa y de promoción humana.

En estado de misión

Sin embargo, y pese a ese reconocimiento, en las sociedades latinoamericanas hay hoy muchísimos “católicos disidentes y tibios en su identidad católica”, aunque, eso sí, “siguen considerándose cre-

yentes”. Así lo reconoce tanto el mensaje de la PCAL, como el documento conclusivo de Aparecida. Este último texto invitaba, ya hace casi seis años, a poner en marcha la nueva evangelización, y a hacerlo partiendo de cero: de Cristo. “A todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”, se afirma en el punto 9. Y el número 11 añade: “La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales. (...) Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos (...)”.


Esas Iglesias hermanas tienen este año dos citas importantísimas con las que calibrar esa vitalidad. La primera llega en julio y tiene por escenario la ciudad brasileña de Río de Janeiro, en donde, del 23 al 28, se celebrará la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). El segundo evento llegará unos meses más tarde, en noviembre. Se trata del IV Congreso Americano Misionero (CAM4-COMLA 9). La JMJ, en efecto, ya se perfila como otro magno encuentro para celebrar y vivir la fe. Se espera que participen en ella dos millones de personas y estará precedida por la celebración, del 15 al 19, de la que

Hombres y mujeres nuevos. Hombres y mujeres que conozcan primero, y transmitan después, esa Buena Noticia que es Jesucristo; que transmitan la alegría inherente al mensaje cristiano; y que nunca olviden que “la evangelización ha ido siempre unida a la promoción humana y a la auténtica liberación cristiana”, como recuerda también Aparecida. Y en esto tienen mucho que decir los misioneros. Fue a raíz de esa V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (V CELAM) de 2007, y del posterior Congreso Americano Misionero (CAM 3), celebrado en Quito en agosto de 2008, cuando las Iglesias latinoamericanas lanzaron la “Misión Continental”, un proyecto evangelizador que anima a todos los bautizados a redoblar su compromiso misionero y a actuar con un ardor, métodos y lenguaje renovados y audaces. Desde entonces, aquellas comunidades cristianas se hallan en “estado permanente de misión”, lo que significa que están “repensando y reformando” muchas de

sus estructuras pastorales para responder a los retos que plantea la Nueva Evangelización. Y es que, como escribe el cardenal Ouellet en su mensaje, la misión ha sido siempre el mejor termómetro en el que medir “la vitalidad de la fe de la Iglesia y de sus comunidades cristianas”. “La autenticidad y vitalidad de la fe –insiste– se verifica en el anhelo de comunicar a todos, más allá de todas las fronteras, el don del encuentro con Cristo (...)”.

se ha dado en llamar “La semana misionera”, el equivalente a los Días en las Diócesis en el encuentro de Madrid. Se sabe ya también que Benedicto XVI sobrevolará en helicóptero el Cristo de Corvocado que preside esta hermosa ciudad, y que la acogida de los jóvenes al Papa y el vía crucis posterior tendrán lugar en la playa de Copacabana. El encuentro cuenta ya con himno, logotipo y web oficiales, y su lema es “Id y haced discípulos a todos los pueblos” (Mt. 28, 19). NÚM. 132, FEBRERO DE 2013

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La ciudad venezolana de Maracaibo acogerá asimismo en noviembre el CAM4-COMLA 9, al que se espera asistan unos 5.000 misioneros de todo el continente. Será, como sus siglas indican, el noveno Congreso Misionero Latinoamericano, y el cuarto desde que, en 1999, participan en él delegados de Estados Unidos y Canadá. Su lema es “América misionera, comparte tu fe”; y su objetivo primero, “acrecentar en las Iglesias particulares el compromiso misionero pa18 misioneros

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ra responder a los desafíos de la misión ad gentes, en un mundo pluricultural y secularizado”.

Injusticia social y desigualdades

El diagnóstico que harán en ese encuentro continental los misioneros no diferirá mucho del realizado por los obispos en Aparecida, o del más reciente de la Pontificia Comisión para América Latina, que recuerda los enormes retos que la misión tiene aún por delante en aque-

llos países. “Quedan –afirma el cardenal Ouellet– muchos sectores marginados, excluidos, y los rostros de la pobreza y del sufrimiento se encuentran en las periferias miserables de las grandes ciudades, en los ancianos solos, en las mujeres abandonadas, en los inmigrantes sometidos a toda clase de violencia, en las cada vez más numerosas víctimas del alcohol y las drogas, en los atentados por las redes de delincuencia y violencia”. La CLAR (Conferencia Latinoamericana de Religiosos) hizo también en su último encuentro continental, el decimoctavo, celebrado en junio pasado, una “radiografía” muy parecida. El mensaje final de ese evento hablaba de “una nueva realidad geopolítica latinoamericana y caribeña” y de “un crecimiento económico que no puede esconder la terrible exclusión social que viven las grandes mayorías, la depredación despiadada de la naturaleza, la trata humana, los gestos despóticos dictatoriales de muchos gobiernos, la migración forzada, la co-


LA MISIÓN, TAREA DE TODOS

“L

rrupción, la impunidad y el círculo vicioso del narcotráfico”. El párrafo anterior da de lleno en la diana. América Latina crece, sí –así lo reflejan al menos los datos macroeconómicos–, pero la terca realidad nos dice que la inmensa mayoría de sus gentes vive todavía en la más vergonzosa pobreza, una pobreza hiriente, sonrojante, interpeladora y excluyente que roza lo insoportable en el caso de las comunidades indígenas. América Latina es un continente rico que sufre de grandes desigualdades sociales y enormes injusticias; un continente que tiene que soportar a no pocos políticos corruptos y sin escrúpulos que anteponen su propio beneficio y sus intereses personales o de grupo al bien de toda la sociedad; un continente que sufre la lacra del narcotráfico, que se infiltra en todos los estratos de la sociedad y lo pervierte y lo corrompe todo; y un continente en el que se ha instalado una violencia terrible y cotidiana que hace que, muchas veces, la vida apenas tenga valor...

A “dar testimonio” en estas tierras y a “alimentar la fe” de estos hermanos es a lo que llama precisamente el Día de Hispanoamérica, porque la misión –se nos recuerda– es algo que atañe a todos los cristianos. Los misioneros que ya están sobre el terreno saben perfectamente que, además de lo ya dicho, aquel continente acoge a un crisol de pueblos de una riqueza y diversidad enormes; que allí convergen las culturas indígenas, mestizas, campesinas, urbanas, suburbanas y afrodescendientes; y, sobre todo, que en los corazones de sus gentes pervive la semilla que depositaron hace más de 500 años “una legión de misioneros que defendieron la dignidad de los indígenas y les transmitieron el don más precioso: la fe en Jesucristo”. “Fue tan honda la inculturación de la fe en la gestación de los pueblos americanos –dice el cardenal Ouellet– que, aún hoy día, más del 80% de sus gentes están bautizadas en la Iglesia católica”. Por algo es el continente de la esperanza. JOSÉ IGNACIO RIVARÉS

a misión atañe a todos los cristianos, a todas las diócesis y parroquias, a las instituciones y asociaciones eclesiales". El mensaje para la Jornada del Día de Hispanoamérica recuerda, un año más, que la misión es tarea de todos los bautizados, y no solo de sacerdotes y religiosos. Los laicos también tienen una responsabilidad, si bien hasta hoy solo un "puñado" de valientes –actualmente lo hacen unos 700, según datos de las Obras Misionales Pontificias de España– han dado hasta ahora el paso y se han comprometido a dedicar unos años de su vida a la misión. Desde 1984 existe una Coordinadora de Laicos Misioneros (CALM) que agrupa a una docena de organizaciones que trabajan en la misión de los laicos. La Obra de Cooperación Apostólica Seglar Hispanoamericana-Cristianos con el Sur (OCASHA-CCS), una de ellas, fue erigida por la Conferencia Episcopal Española en 1958. Los sacerdotes diocesanos que marchan a América Latina lo hacen normalmente a través de la ya citada Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA). Aunque, para hablar con propiedad, el envío misionero no lo hace la OCSHA sino el obispo de la diócesis de origen. El sacerdote que cruza el charco sigue, por tanto, incardinado en su diócesis de partida y marcha para un periodo concreto y limitado, que posteriormente se puede prorrogar, como de hecho ocurre muchas veces. Al llegar al nuevo país, se le integra en el presbiterio de destino. Los dos obispos, el de origen y el de destino, se comprometen, mediante la firma de un contrato, a atenderle y acompañarle mientras esté en la misión, tanto en lo concerniente a su formación permanente como a sus necesidades materiales.

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PRIMER PLANO La República Centroafricana acaba de pasar por una guerra civil que ha concluido con un acuerdo de paz. Pero la calma es frágil y el país –ejemplo de Estado fallido– afronta numerosos conflictos que se arrastran desde hace muchos años y que permanecen al acecho.

República Centroafricana

CALMA FRÁGIL I

magine un país tan grande como España y Portugal juntas, habitado por solo cuatro millones y medio de habitantes, que produce diamantes, oro y uranio, donde llueve diez meses al año y cubierto de enormes bosques y tierras fértiles. Si piensa que en una nación así sus ciudadanos tendrán un nivel de vida envidiable, espere a escuchar la segunda parte: se trata del segundo país más pobre del mundo, su esperanza de vida no supera los 39 años, la mitad de los niños no están escolarizados y muchos de ellos tienen problemas serios de 24 misioneros

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desnutrición. Este lugar se llama República Centroafricana y acaba de sufrir, por enésima vez, una guerra que ha sumido a su población en el pánico total. Un acuerdo de paz, firmado el pasado 11 de enero, ha devuelto la esperanza a los centroafricanos, pero la calma es frágil y muchas de las causas que han originado el conflicto están lejos de ser resueltas. Si hubiera que poner una fecha de comienzo a esta última crisis, bien podríamos hablar del 10 de diciembre de 2012. Ese día grupos de hombres bien armados ocuparon las localidades norteñas de

Ndele, Ouddara y Sam Ouandja. Hacía varias semanas que se oía hablar de ataques en distintas partes del país, pero el Gobierno de François Bozizé o bien no hacía comentarios o, a lo sumo, achacaba los incidentes a simples grupos de “bandidos”. Pero esta vez la amenaza no era para tomársela a la ligera. Se trataba de una coalición formada por cuatro grupos rebeldes que pocos años atrás habían firmado acuerdos de paz con el Gobierno y que decían protestar por el incumplimiento de promesas de beneficios para sus combatientes. Se hacían llamar “Seleka”,


que en lengua sango quiere decir “alianza”, y durante el resto de diciembre su avance fue imparable: tras hacerse con el importante centro diamantífero de Bría, ocuparon Batangafo, Kabo, Bambari, Kaga Bandoro, Alindao... hasta una docena de localidades. Solo el oeste del país y su extremo sureste (este último con presencia de tropas ugandesas y asesores militares estadounidenses que combaten el LRA de Joseph Kony) quedaron libres de la ofensiva de Seleka. El ejército regular casi siempre se dio a la fuga. Cuando llegaron a Sibut, a solo 160 kilómetros de la capital, Bangui, sus habitantes fueron presa del pánico y Bozizé reaccionó como siempre suele hacerlo: tarde. “En el ejército le llamábamos ‘el motor diesel’ porque, cuando hay problemas, siem-

Pese al acuerdo de paz, muchas de las causas que desencadenaron el conflicto permanecen si resolver. pre tarda en entrar en acción”, me dijo una vez un coronel centroafricano de la gendarmería. Sus medidas tardías consistieron en destituir al ministro de Defensa –casualidades de la vida, su propio hijo, Jean Francis Bozizé– y en suplicar a países amigos que enviaran tropas para salvarle. Desde que en 2003 se hiciera con el poder por la fuerza, con ayuda de tropas chadianas, Bozizé –a pesar de ser un general del ejército– no ha conseguido que Centroáfrica tenga unas fuerzas armadas profesionales y bien equipadas. Su logística y sus servicios

de inteligencia militar son desastrosos. Hacía varios años que la Comunidad Económica de Estados de África Central (CEEAC) mantenía varios cientos de soldados en el país para garantizar un mínimo de estabilidad. En noviembre de 2012 habían empezado a retirarse, pero, de repente, tuvieron que dar marcha atrás. Cientos de soldados de Chad, Camerún, Gabón y Congo-Brazzaville llegaron al país y se situaron a las afueras de la localidad de Damara, a mitad de camino de Sibut y Bangui, para detener el avance rebelde. Los Gobiernos de la región temían que, si SeleNÚM. 132, FEBRERO DE 2013

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rrar su misión diplomática y Naciones Unidas evacuó a todo su personal no esencial.

Un acuerdo de paz inesperado

ka llegaba a hacerse con el poder, el país se sumiría en un caos que podría extenderse a países vecinos. Bozizé pidió también ayuda a Sudáfrica, que envió tropas para asegurar la seguridad de la capital. Francia –que bastante tenía ya con Malí– no quiso enviar soldados y su embajada fue objeto de ataques por parte de turbas enfurecidas. Estados Unidos, que también se negó a enviar tropas, decidió ce26 misioneros

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Los rebeldes de Seleka negociaron desde una posición de fuerza militar, pero de debilidad interna a causa de sus múltiples divisiones. Los medios de comunicación se acostumbraron a ver cómo su portavoz en París anunciaba una decisión crucial y a las pocas horas era desautorizado por sus comandantes militares en el terreno. Comenzaron exigiendo la marcha inmediata de Bozizé, pero, finalmente, aceptaron acudir a Libreville (Gabón) para participar en conversaciones de paz facilitadas por la CEEAC y la misión de la ONU en Centroáfrica (BINUCA). Para sorpresa de todos, las negociaciones no duraron ni una semana. El 11 de enero se producía el milagro y rebeldes, Gobierno, oposición y sociedad civil firmaron un acuerdo de paz de dos partes: la primera,

militar, sobre un alto el fuego total; y la segunda, política, en la que se prevé que Bozizé permanecerá en su cargo hasta que termine su mandato en 2016 y que tendrá que aceptar un primer ministro propuesto por la oposición y los rebeldes. Finalmente el hombre elegido fue Nicolas Tiangaye, un abogado que hace años fundó la Liga Centroafricana de Derechos Humanos y fue ministro con el anterior presidente Félix Patassé. “Cuando él y el resto de la oposición estaban en el poder, a nosotros (las organizaciones de la sociedad civil) nos perseguían”, ironiza la conocida activista y abogada Edith Douzima, presidenta de la Liga de Mujeres Juristas, “y ahora acuden a nosotros para pedirnos que les ayudemos”. El 15 de enero Tiangaye fue nombrado jefe del Ejecutivo por Bozizé en su palacio presidencial de Bangui, en presencia de representantes de Seleka, la oposición política y la sociedad civil. Según el acuerdo de Libreville, el presidente no podrá des-


tituir al nuevo Gobierno. Tiangaye y Bozizé, aunque vienen de campos políticos opuestos, tienen un vínculo muy fuerte en común: ambos pertenecen a la misma logia masónica, de la que también son miembros los presidentes de Gabón, Ali Bongo, y de Congo-Brazzaville, Denis Sessou Nguesso.

Diálogo y convivencia

El domingo 20 de enero acudo a misa a la parroquia de Fátima, en el corazón de la popular barriada “Kilómetro Cinco”. Poco después de las Navidades el barrio hervía debido a tensiones entre cristianos y musulmanes, estos últimos asociados con Seleka y considerados por muchos como su quinta columna en la capital. Un comerciante musulmán fue detenido allí y tiroteado por la policía cuando trató de escapar y, al día siguiente, sus amigos se vengaron matando a golpes al primer policía al que encontraron en la calle. Podía haber sido mucho peor si no hubiera sido por personas como el padre comboniano Jonas Béka, que preside la celebración. Durante la misma subraya que el acuerdo de paz de Libreville ha sido el regalo de año nuevo que Dios ha dado a los centroafricanos y que hay que esforzarse por cuidarlo. “Cuando hay conflictos, diálogo ¡siempre!, diálogo ¡siempre!, diálogo ¡siempre”, concluye su homilía, que es recibida por un caluroso aplauso de sus feligreses. Diálogo y convivencia pacífica son dos bienes preciados que los centroafricanos no han tenido pre-

cisamente en abundancia. Desde su independencia de Francia en 1960 el país ha conocido una sucesión interminable de golpes de Estado, motines militares y rebeliones provocadas desde dentro y fuera de su territorio. Bozizé ha ganado las elecciones presidenciales de 2005 y 2011, pero los recientes

atraído a toda clase de bandas de delincuentes, rebeldes, cazadores furtivos y mercenarios.

Territorio desconocido

“Mercenarios y terroristas venidos del extranjero”. Así definió el presidente Bozizé a los rebeldes de Seleka el 27 de diciembre en un mi-

El Padre Jonas Béka se dirige a sus feligreses en la misa dominical.

acontecimientos han devuelto al país a la inestabilidad de siempre. Considerado como uno de los principales Estados fallidos del mundo, sus habitantes sobreviven como pueden con ayuda de varias agencias humanitarias internacionales, pero los proyectos de emergencia raramente dan paso a planes de desarrollo y estabilización, y en el país falta de todo: carreteras, infraestructuras, centros de salud que funcionen, un sistema educativo decente y –sobre todo– un Gobierno competente que garantice la seguridad de sus ciudadanos. Un lugar así se convirtió hace muchos años en un terreno propicio que ha

tin multitudinario en el “Kilómetro Cero” del centro de Bangui. La población de la capital, a pesar de sus muchos años de descontento con el Gobierno, de repente se unió como una piña en torno a las autoridades. “¿Estáis dispuestos a defender vuestra patria frente a la agresión extranjera?”, preguntó el general a los jóvenes. La respuesta fue un clamoroso “sí”. Al día siguiente se formó la milicia juvenil conocida como “Kokora” (“flechas”, en sango). Las autoridades distribuyeron varios miles de machetes (regalo de China pocos meses antes, supuestamente para ayudar a campesinos del interior en sus NÚM. 132, FEBRERO DE 2013

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PRIMER PLANO

tareas agrícolas) y otras armas blancas a sus miembros, que tenían como objeto localizar a posibles infiltrados de la rebelión. La medida, y los arrestos arbitrarios que se produjeron como consecuencia, merecieron las críticas de la Comisión Justicia y Paz de la Iglesia Católica. La comunidad musulmana, y los numerosos estudiantes chadianos que estudian en la Universidad, se quejaron del acoso que empezaron a sufrir. Hubo casos de venganzas personales y ajustes de cuentas por parte de estos jóvenes. Otros habitantes de Bangui vieron con buenos ojos a François Bozizé

esta milicia. “En nuestro barrio de Miskinlos Kokora descubrieron 20 fusiles kaláshnikov en casa de un comerciante musulmán; han hecho un buen trabajo”, me dice un hombre de ese barrio, donde hace dos años hubo enfrentamientos serios entre musulmanes y cristianos que se saldaron con tres muertos. Pero, si en la capital los incidentes de seguridad y abusos salieron a la luz gracias a los medios de comunicación internacionales, la situación en los territorios controlados por Seleka es una gran incógnita, porque allí apenas han 28 misioneros

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entrado periodistas y lo primero que han hecho los rebeldes al conquistar una nueva ciudad es deshabilitar los sistemas de telefonía móvil. Diversas informaciones que han llegado a retazos hablan de destrucción de oficinas del Gobierno y saqueos masivos de tiendas y vehículos de los que parece que los comercios de los musulmanes se han salvado, un detalle que ha incrementado los malos sentimientos hacia esta comunidad en Bangui. Se dice que cerca de Bambari los rebeldes intentaron destruir una fábrica de azúcar,

pero sus trabajadores lucharon con unos pocos fusiles para defender su único medio de vida. Entre sus milicianos parece que hay un buen número de extranjeros, sobre todo chadianos y sudaneses (muchos hablan con horror de los Janjaweed de Darfur), e incluso libios, y al menos dos de sus líderes militares son radicales salafistas formados en Arabia Saudí. Bozizé llegó a acusar a Francia de estar detrás de la rebelión, avanzando la teoría de que el comienzo de la ofensiva rebelde está ligado al descubrimiento de petróleo en la provincia norteña de Vakaga, cuyos derechos de prospección se han dado a compañías chinas, en detrimento de las francesas. De ser cierta esta teoría conspiratoria, tal vez esta podría ser una causa inmediata de este conflicto reciente. Pero otras raíces son más profundas y vienen de muy lejos. Para Alexis Mbolinani, presidente de la ONG centroafricana JUPEDEC, mientras no se resuelvan cuestiones como “la co-


Una Iglesia que sale de un periodo de turbulencias

A

rrupción, la cultura de la violencia unida a la política, la falta de seguimiento de acuerdos de paz en el pasado, desempleo juvenil masivo, la ausencia de un sistema judicial independiente en el país, la poca cultura de unidad nacional, las agresiones de grupos rebeldes del exterior...”, el problema puede volver a surgir en cualquier momento. Su lista parece no tener fin. “La República Centroafricana es un tren que hay que volver a colocar con cuidado en sus raíles”, dijo en su presentación al Consejo de Seguridad la representante especial para Centroáfrica, la nigeriana Margaret Vogt, que se deshizo en esfuerzos para que los rebeldes aceptaran un alto el fuego que hiciera posible una vuelta a la normalidad de la población civil. Los próximos meses dirán si la frágil paz que parece haber alcanzado la República Centroafricana colocará al país en sus raíles o si solo se tratará de un sueño efímero. JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ

unque los primeros misioneros (espiritanos franceses) llegaron al país en 1894, en el momento de su independencia, en 1960, la República Centroafricana solo tenía tres sacerdotes locales, y su primer seminario se abrió en 1983. Esta falta de clero nativo está en el origen de una gran tensión que se ha vivido durante las últimas décadas entre sacerdotes centroafricanos y misioneros europeos. El conflicto estalló en 2009, al obligar Roma a dimitir a los dos principales prelados del país: el obispo de Bossangoa, François Xavier Yombanje, presidente de la Conferencia Episcopal en aquellos años, y el arzobispo de Bangui, Paulin Pomodino. En ambos casos se adujo como razón "falta grave" de comportamiento. La Iglesia entró entonces en un periodo de turbulencias: la mayor parte del clero local amenazó con convocar una huelga y convirtieron al nuncio, el nigeriano Judes Thaddeus Oko-

lo, en blanco de sus iras. El Vaticano decidió cerrar el seminario nacional y enviar a los seminaristas a concluir sus estudios en Duala (Camerún), para preservarlos de la fuerte tensión que invadía el ambiente eclesial en el país. El año pasado Roma quiso dar carpetazo a la crisis con el nombramiento de cuatro nuevos obispos, lo que representa prácticamente la mitad del Episcopado (el país tiene nueve diócesis católicas). Todos ellos son africanos, bastante jóvenes, puesto que apenas

arzobispo; el diocesano centroafricano Cyr Nestor Yapaupa, nuevo obispo de Alindao; y dos sacerdotes de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA): Nestor Desiré Aziagbia, que pasó a ser obispo de Bossangoa, y el ghaneano Dennis Kofi Agbenyadzi, nombrado obispo de Berberati. Pese a estas circunstancias, y a que el número de católicos no pasa del 35%, la Iglesia católica en la República Centroafricana cuenta con un gran prestigio y, además de sus actividades pastorales,

pasan de los 40 años, y tres de ellos son religiosos: se trata del espiritano centroafricano Dieudonné Nzapalainga, hasta aquellas fechas administrador apostólico de Bangui y que en julio se convirtió en su

ofrece a la población recursos de salud y educación. El actual arzobispo de Bangui, Mons. Nzapalainga, fue una figura destacada que participó como mediador en las conversaciones de paz de Libreville.

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INFORME

El olvido. Quizá sea este el peor de los castigos para las miles de mujeres que sufren la explotación, que viven como esclavas en pleno siglo XXI, que son víctimas de la trata o de la ablación, que encuentran la muerte a manos de sus maridos o son violadas, y todo ello sin que los que pasan a su lado ejerzan de voz de denuncia. Un desprecio que también duele a aquellas mujeres que luchan por los derechos humanos, las que fueron impulso para la primavera árabe y ahora ven mermadas las esperanzas puestas en esas revoluciones ciudadanas de Túnez o Egipto después de que los políticos islamistas hayan hecho de la sharia su cuaderno de bitácora.


E

s domingo. Vuelve a casa de la mano de su prometido. Se han dejado sorprender en el cine por La vida de Pi. Suben al autobús en Delhi. De repente, seis hombres, incluido el conductor, se abalanzan sobre ella. La violan y la torturan hasta dejarla inconsciente. Como consecuencia de la agresión, dos semanas después esta estudiante de fisioterapia de 23 años fallecía. Su nombre se mantiene en el anonimato por respeto a la familia, pero en la India todos la conocen como Amanat, o lo que es lo mismo, “Tesoro”. Nadie ha permanecido indiferente ante este vil asesinato. Se hizo público. Y con ello, se removieron algo más que las conciencias en un país que está acostumbrado a mirar para otro lado ante estos sucesos. Quizá porque los ha integrado tanto en la vida cotidiana que, lamentablemente, ya no son noticia. Una violación cada 20 minutos. En los últimos años se han multiplicado por 30. Solo en uno de cada cuatro casos el violador es condenado. La estadística resume el drama. Ese que muchas familias ocultan por considerarlo un estigma. La prueba es que solo se denuncia el 10% de las violaciones que tienen lugar en la India.

Un momento decisivo

Sobre la mesa de las autoridades hindúes ya se encuentra la petición de rebajar la mayoría de

La Iglesia católica ha exigido en India unas leyes más estrictas para hacer frente a casos de violencia sexual. edad para los delitos sexuales, así como aumentar la protección de las mujeres en lugares y transportes públicos. Del mismo modo se busca pisar el acelerador para una reforma del Código Penal que data de 1860. Se busca así endurecer las penas por acoso sexual. “Se trata de un momento definitorio de nuestra democracia. Durante décadas, la cuestión de la mujer ha sido defendida por grupos feministas y de derechos humanos. Por primera vez, los ciudadanos han hecho suyos estos problemas”, afirma Ranjana Kumari, directora del Centro de Investigación Social de la India. No obstante, hay líderes religiosos, como el gurú Asaram Bapu, que tratan de presentar a la mujer, no como víctima, sino como responsable de la agresión, y llegan a justificar esta violencia: “En los pueblos y bosques no hay ni habrá violaciones. Esto solo pasa en la India, que se ha occidentalizado”. Frente a esto, la Iglesia católica ha alzado firme su voz de denuncia. Así, el padre Anand Muttungal, portavoz de la Conferencia Episcopal de los estados pertenecientes a la zona central de la India, ha exigido “leyes más estrictas para ha-

cer frente a casos de violencia sexual y violaciones de los derechos de las mujeres”, así como “justicia para las víctimas de los casos de agresión sexual”, además de pedir un papel más activo de padres y familias a la hora de educar en la igualdad, cultivando “una relación sana entre niños y niñas”. Tampoco fue gratuita su petición de reclamar que aquellos “que a sabiendas encubren o justifican a los autores del delito, también deben responder ante la ley”. El caso de Amanat ha puesto la mirada de la opinión pública internacional, no solo ante algunas otras violaciones que han tenido lugar posteriormente, sino que ha desenterrado del olvido otras lacras que arrastran las mujeres indias y que las perpetúan en una situación de desigualdad, como el millar de muertes por crímenes de honor, los desagravios a las viudas, la prostitución de menores, los feticidios femeninos o las dificultades para que las mujeres tengan posibilidades de elegir su propio destino debido a la tradición de las castas. Nacer mujer en la India es una carga para toda la familia. Tanto es así que se han prohibido NÚM. 132, FEBRERO DE 2013

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las ecografías a las embarazadas para que no conozcan el sexo del bebé antes de nacer, e impedir así que aborten en caso de ser niña. De hecho, según el censo más reciente, que data de 2011, por cada 1.000 varones de hasta seis años, hay solo 914 niñas. Y es que la preferencia por el varón, a la manera china, ha desembocado en millones de infanticidios. Otro dato revelador de esta marginación de la mujer india es que el 40% de los matrimonios infantiles del planeta tienen lugar allí. Si la familia del esposo se encuentra en apuros, puede reclamar a los padres de la joven una cantidad económica para que contribuyan con el hogar. No cumplir con ello lleva a la mujer a ser víctima del desprecio de su familia, maltra-

to del marido... Así tiene lugar lo que se conoce como fallecimiento relacionado con la dote, una situación que se repite a diario en lugares como Pakistán, Bangladesh o Afganistán, país este último donde, justo ahora hace un año, se dio el visto bueno al llamado “código del comportamiento”. Esta ley permite al marido golpear a la mujer, y a ellas las prohíbe viajar sin ser acompañadas de un hombre o ha32 misioneros

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blar con desconocidos en lugares públicos, delitos estos castigados incluso con la pena capital. Este es el caso de una joven de 15 años decapitada el pasado mes de noviembre por no querer casarse con su primo. Una realidad que sitúa al país dominado por los talibanes a la cabeza de los más peligrosos del mundo para las mujeres. Y si las menores viven indefensas, en India quedarse viuda supo-

ne otro golpe más en su maltrecha dignidad. “Es una muerte social”, sentencia el sociólogo de la Unversidad de Delhi, Uma Chakravarty. Y es que, una vez fallecido el marido, sea a la edad que sea, la mujer pasa a manos de su familia política, para la que, evidentemente, supone una carga de la que buscan deshacerse. Si a esto se une que la fe hindú prohíbe a las viudas volver a casarse, el desahucio es total. Condenadas a vestir un sari blanco, a llevar el pelo corto y a borrar cualquier rastro de feminidad. Dentro de todo el entramado social que desemboca en la marginación, las mujeres ven al menos una luz de esperanza en el auge de los microcréditos, los programas de promoción de la Iglesia, y la cultura política de cuotas para minorías que les facilita el acceso a algunos puestos públicos que,


todavía hoy, les resultan en la práctica casi vetados. “Hay muchas leyes indias que protegen los derechos de la mujer. Sin embargo, el machismo y la discriminación están muy arraigados”, declara Anna Ferrer, presidenta de la Fundación Vicente Ferrer, sobre una realidad, la de la India, al descubierto durante unas semanas, que no deja ser espejo de lo que ocurre en otros lugares del mundo.

Explotación sexual

En la República Democrática del Congo, donde la guerra parece perpetuarse –cinco millones de muertos en 20 años–, las agresiones sexuales por parte de grupos armados como la milicia tutsi M23 se han disparado, especialmente en la provincia oriental de Kivu. Y eso que, lamentablemente, el Congo ya lidera la clasificación de

países con más violaciones del mundo. Más de 400.000 al año. “Esto se explica por una cierta banalización de la violencia en la comunidad”, relata Wassy Kambale, portavoz de la fundación Heal Africa. “Se ha convertido en algo habitual. Muy pocas víctimas presentan cargos, porque temen represalias. Lo cierto es que los responsables actúan con impunidad y rara vez son castigados”, detalla el responsable de Médicos Sin Fronteras en Goma, Thierry Goffeau. Tampoco son muy halagüeñas las cifras de la prostitución en la cercana isla de Madagascar. Solo

fender, a través del programa Menina Feliz, a las menores indígenas de entre 10 y 16 años, para que no vendan su integridad por una bolsa de caramelos o una camisa. “La red de pedofilia se está extendiendo. Los hombres antes venían a por chicas de 16, ahora las prefieren más pequeñas”, asegura Zanato. La hermana Maggi Kennedy, de las misioneras de Nuestra Señora de África, se muestra aún más enérgica al analizar el fenómeno global de la trata. “Solo en los años 80, los traficantes asiáticos han esclavizado a más mujeres y niños que en los cuatro siglos de

en Toamasina, la principal ciudad portuaria, las mujeres que se ven obligadas a prostituirse han pasado de 17.000, en 1993, a 29.000, en 2012. Se calcula que una de cada siete mujeres malgache es explotada sexualmente, una situación que reduce a la mujer a ser tratada como un objeto. Las niñas, simple mercancía. Esta misma lacra es la que busca erradicar, en otro punto del planeta, la misionera salesiana Justina Zanato. Desde hace 30 años Justina trabaja en la Amazonía brasileña, en labores educativas y de integración. En la actualidad esta labor pasa también por de-

comercio y explotación que sufrieron los esclavos africanos”.

¿Dónde están hoy?

Un drama que se desarrolla en silencio. Solo cuando hay un suceso que logra saltar a las agencias de información, llega la alerta mundial sobre la triste realidad a la que están condenadas millones de mujeres. Eso sí, siempre con fecha de caducidad. Así ocurrió con la niña paquistaní Malala, la menor de 14 años que recibió en octubre un balazo de los talibanes por defender la educación para las mujeres y de la que hoy poco se sabe más allá de su lenta recuNÚM. 132, FEBRERO DE 2013

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peración. Tampoco de las niñas que siguen privadas de ir a la escuela en Kabul. Son realidades que “desaparecen” cuando el foco mediático mira hacia otro lado. Incluso ante un fenómeno de trascendencia política e histórica como la primavera árabe. La imagen de mujeres al frente de las protestas a comienzos de 2011 sorprendió al mundo. No se contaba con ellas. Tampoco se la esperaba en las revueltas, las huelgas... Y menos aún al frente de foros de opinión, movilizando redes socia-

les. ¿Dónde están hoy aquellas que, a través de Internet, las radios o las protestas callejeras, mostraban que algo estaba cambiando desde la plaza Tahir de El Cairo a la plaza de los Mártires de Trípoli? “A las blogueras que participaron en los movimientos revolucionarios se las ha dejado de lado a la hora de elaborar las nuevas leyes. La igualdad entre hombre y mujer ha pasado a un segundo plano, y eso es muy frustrante”, denuncia la directora de ONU-Mujeres en Bruselas, Dagmar Schumacher. Tanto en Túnez como en Egipto las mujeres corren peligro de retroceder aún más pasos de los andados hasta ese momento. En el primer país, una masiva protesta impuso 34 misioneros

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el uso del velo, y la sharia ha tomado posiciones, mientras que en Egipto las reformas legislativas en torno a la familia vuelven a situarlas en un segundo plano. Si en abril de 2011 se promulgó una ley de paridad electoral, esta se ha sustituido por otra que obliga a los partidos políticos a incluir al menos una mujer en su listado de candidatos, lo que hace que hayan quedado relegadas a los últimos puestos. ¿El resultado? Solo nueve mujeres están hoy por hoy en el Parlamento egipcio. En las calles de El Cairo los ataques sexuales contra mujeres cometidos por bandas juveniles van a más. De hecho, en la fiesta musulmana del sacrificio del pasado

mes de octubre, hasta 735 mujeres fueron agredidas en apenas cuatro días. Y en la televisión –que, aunque con sus interferencias, ayuda a tomar el pulso a un país–, las presentadoras han vuelto a utilizar el velo. Si Hosni Mubarak prohibió llevarlo para dar unas pinceladas estéticas de modernidad a la dictadura, el ascenso democrático de los Hermanos Musulmanes levantó tal prohibición. El debate sigue entre quienes consideran que el regreso del velo es reflejo de la voluntad de una mayoría de las mujeres egipcias, y quienes ven en este hecho una manera de perpetuar la discriminación femenina..

Primavera árabe, un retroceso

“La primavera árabe ha sido capaz de producir cambios políticos en la sociedad árabe, como es el caso de Túnez, Egipto, Libia o Yemen, pero, en cuanto a las transformaciones sociales relativas a la situación de la mujer, no creo que el cambio haya sido para mejor, sino todo lo contrario, ha supuesto un


retroceso”, mantiene la investigadora iraquí, Alia Baizid Ismail. ¿El motivo? En la mayoría de los casos las corrientes religiosas islamistas que han llegado al poder a través de las urnas han aplicado su programa electoral, que normalmente pasa por reducir el papel de la mujer en la vida pública y limitar sus derechos en el ámbito privado –rebajando, por ejemplo, la edad de matrimonio; o abriendo la puerta a la poligamia, como en Libia, algo impensable en la era Gadafi–. “No hay ninguna garantía de que las defensoras de los derechos de la mujer vean recompensada su participación con avances económicos, sociales y políticos de aquí a mucho tiempo”, comenta Isobel Coleman, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos. Coleman va más allá al analizar el retroceso en los derechos de las mujeres en estos dos años: “Está en juego nada menos que valorar si la democracia puede realmente tener peso en el mundo árabe”, advierte. Se comparan incluso estos episodios con lo que ya

ocurrió en los movimientos nacionalistas de los años 50, como el caso de la revolución argelina, que permitió su independencia de Francia. Entonces, la mujer fue clave para conseguir el objetivo marcado, pero después quedaron al margen cuando se pusieron sobre la mesa sus derechos. Otros indicadores, sin embargo, dejan lugar a la esperanza: la mayoría de los graduados universitarios en Egipto, Túnez y Libia ya son mujeres. Y aunque solo una de cada tres mujeres participa en la economía formal del mundo árabe, la tasa de participación como fuerza laboral aumenta. En Bangladesh se ha logrado que el acceso a las aulas sea igualitario para niños y niñas –ellas ya representan el 63% de las alumnos de Secundaria– y en Madagascar las redes de microcréditos han pasado de un 15 a un 45% en solo diez años. Una y otra vez, en los pensamientos de la hermana Kennedy, en las demandas de Baizid Ismail o en el trabajo del padre Muttungal, una palabra es constante cuando se busca una salida a largo plazo para la maltrecha situación de la mujer: educación. Un reto permanente con la vista puesta en el próximo ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer; un desafío asumido por la Iglesia misionera y que sigue siendo hoy la mejor arma para arrojar luz en medio de las tinieblas de los abusos, de la prostitución, de la discriminación... “Estamos saliendo de la oscuridad a la luz”, sentencia confiada la periodista y premio Nobel de la Paz, Tawakul Karman, icono de las mujeres que promovieron la primavera árabe en Yemen, que asegura que “la verdadera batalla que se juega ahora no es la lucha contra el terrorismo, es la de la tolerancia”. JOSÉ BELTRÁN

MANOS UNIDAS La igualdad, la base de la justicia

P

rotagonistas y agentes del desarrollo humano. Pilares de la familia. La esperanza para que continentes como África salgan adelante. Son ideas que subyacen de la campaña de Manos Unidas para 2013, que busca promover la autonomía de la mujer, siempre desde su desarrollo integral, bajo el lema "No hay justicia sin igualdad". Y todo, para dar un empujón al tercer objetivo de Desarrollo del Milenio que persigue, entre otros retos, eliminar las desigualdades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria, preferiblemente para el año 2005, y en todos los niveles de la enseñanza antes de finales de 2015, además de promover un acceso equitativo al trabajo y favorecer el papel de las mujeres en la representación comunitaria y política. "Garantizar la igualdad de oportunidades no solo es una medida justa, también es una estrategia rentable", apunta la directora ejecutiva de ONU Mujeres y ex presidenta de Chile, Michel Bachelet. De ahí que entre los países preferentes de Manos Unidas para este año se encuentren Honduras, India –la zona de Bangalore– y Sudán del Sur, donde primarán los trabajos en materia agrícola, sanitaria, educativa, social y de promoción de la mujer. NÚM. 132, FEBRERO DE 2013

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