Misioneros Nº 135

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Nº 135 . MAYO, 2013

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en este número... IGLESIA A FONDO Desde que en mayo de 1888 el cardenal Lavigerie lanzara su grito contra la esclavitud, las Misioneras de Nuestra Señora de África han realizado una hermosa y destacada labor en favor de la libertad.

14 PRIMER PLANO

Las tropas francesas y chadianas que han combatido contra los yihadistas en Malí han comenzado su retirada. El conflicto, sin embargo, está lejos de haber terminado.

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INFORME Misioneros Tercer Milenio ha pasado una jornada de trabajo con el equipo que, desde Roma, hace posible la cooperación económica internacional en favor de las misiones de todo el mundo.

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y además... 7 TRIBUNA

Fondo Universal de Solidaridad

10 EL OBSERVADOR IRAK - COLOMBIA BOLIVIA - EGIPTO

18 ASÍ VA EL MUNDO NIGERIA - KENIA - LIBIA

34 ENTREVISTA

Manuel Piérola , misionero en Taiwán

37 ANIMACIÓN MISIONERA

41 CARISMAS

Hijos de la Caridad

46 CULTURA

EL batey, un infierno en la tierra

50 EN EL OBJETIVO 52 MISIÓN VIVA

Jesusmary Velasco, misionero de África

56 MISIÓN VIVA

La evangelización de los tongas


EDITORIAL

Pacem in terris: 50 años de actualidad

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l pasado 11 de abril se cumplieron 50 años de la encíclica Pacem in terris. Se trata de la última encíclica de las ocho escritas por el beato Juan XXIII. Fue publicada el Jueves Santo de 1963, poco antes de la muerte del Santo Padre y con el amenazador escenario atómico que había desencadenado la famosa crisis de los misiles de Cuba. Nunca hasta entonces, en todo el periodo de la guerra fría, se había tenido la sensación de estar tan cerca del enfrentamiento final. Quizás por eso fue la primera vez que una encíclica se dirigió, no solo a los obispos o fieles católicos, sino “a todos los hombres de buena voluntad”. Pacem in terris era un documento de extrema necesidad y urgencia. Y el papa Juan XXIII estuvo atento y sensible para elaborar un escrito moderno y comprometido, concreto y audaz, en el que se establecían, desde la base de los valores que emanan del Evangelio, las condiciones que debían imperar para posibilitar la instauración de la paz en el mundo; una convivencia entre los pueblos que solo sería posible sobre los principios de “la verdad, la justicia, el amor y la liberad”. Por ello, partiendo de la idea de que el fundamento de la convivencia radicaba en la centralidad del ser humano, dotado de

derechos –a la existencia y a un nivel de vida digno, a la libre expresión de las ideas, al salario justo, a la emigración, a la educación, al sostenimiento de la familia...– y deberes –como reconocer y respetar los derechos ajenos o colaborar en la prosperidad general–, establecía la necesidad de que los poderes públicos, los Estados, los garantizasen. Y no solo eso. Lo universal del bien común,

ta entonces desconocido. La encíclica fue comentada por el entonces secretario general de Naciones Unidas, U Thant; también lo hicieron el director general de la UNESCO, la Conferencia de Ginebra sobre el desarme, el Consejo Mundial de la Paz, la Federación Mundial de ex Combatientes, la Liga de los Derechos del Hombre, el Consejo de Europa...; y fue calificada por infinidad de jefes de

Pacem in terris fue un documento de extrema urgencia y necesidad, que hoy, cincuenta años después, sigue estando en plena vigencia. el fundamento moral de la política, la fuerza de la razón y el faro de la fe también debían estar presentes en las relaciones entre los pueblos. Estas tenían que basarse en la verdad, que lleva a sancionar el principio de igualdad de todos los Estados; en la justicia, por la que cada nación tiene el derecho de ser respetada y el deber de respetar a las demás, con lo que las diferencias no han de zanjarse por la fuerza, sino con soluciones equitativas alcanzadas de mutuo acuerdo; y en la solidaridad común, expresada en múltiples formas de colaboración. No es extraño que el documento papal tuviese un eco has-

Estado, líderes religiosos y medios de comunicación como un documento “realista, valiente, abierto de corazón y digno de un gran dirigente de la historia”. No es de extrañar. Cincuenta años después de su publicación, Pacem in terris sigue estando de rabiosa actualidad. Son muchos los conflictos bélicos, políticos, religiosos, económicos y sociales que continúan salpicando nuestro planeta. Por este motivo, el papa Francisco ha pedido que la celebración de este aniversario “sea un incentivo para comprometerse siempre más en promover la reconciliación y la paz a todos los niveles”.

DIRECTOR Alfonso Blas REDACCIÓN Rosa Lanoix, Rubén Azuara DISEÑO Antonio Aunés COLABORADORES Anastasio Gil, Rafael Santos, Dora Rivas, Montserrat Vilaseca, Antonio José Molina, José Beltrán, José Carlos RoTERCER MILENIO dríguez, José Ignacio Rivarés, Volusiano Calzada, José Ramón Carvallada, María Jesús Sahagún, Carmina Sofía Fernández, Juana Gómez, Joaquín Martínez, Juan Lázaro Sánchez, Vicente Marqués Ruiz, Lourdes Gabilondo DOCUMENTACIÓN Ana Fernández ARCHIVO FOTOGRÁFICO Antonio Aunés, Rafael Santos FOTOGRAFÍAS Efe, Missio SUSCRIPCIONES Roberto Murga DEPÓSITO LEGAL M-48558-1999 ISSN 1695-1034 IMPRESIÓN Gráficas Dehon. PP. Reparadores. C/ La Morera, 23-25. Torrejón de Ardoz, Madrid. Tfno: 91 675 15 36


IGLESIA A FONDO Las Misioneras de Nuestra Señora de África y la campaña del Cardenal Lavigerie contra la esclavitud

En primera línea en favor de la

libertad A través de los diarios manuscritos de la época, conservados en los archivos de las Misioneras de Nuestra Señora de África, la autora de este artículo, junto con una compañera congoleña, Viky Chiharhula, ha tenido ocasión de poder hacer un rápido "viaje" por Europa, África del norte y África negra en los años que van de 1894 a 1910, y constatar la implicación de las también llamadas Hermanas Blancas en la lucha contra la esclavitud. En estas páginas nos presenta el papel destacado de estas mujeres, desde que el 21 de mayo de 1888 el cardenal Lavigerie extendiera su grito para acabar con ese "comercio infame".

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ace 125 años el cardenal Carlos Lavigerie, arzobispo de Argel y fundador de los Misioneros y Misioneras de África, alzó la voz contra la injusticia de la esclavitud. Fue el comienzo de una campaña para informar a Europa de la situación injusta en la que vivían centenares de miles de personas en África a causa del “comercio infame” que, todavía a finales del siglo XIX, seguía desangrando al continente y arrebatando a muchos de sus hijos e hijas dignidad

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y libertad. Un comercio que, a pesar de las prohibiciones, no había cesado, sino que aumentaba. El cardenal Lavigerie tuvo ocasión de conocer de cerca la realidad del comercio de esclavos en el Sáhara argelino y en el corazón de África por los relatos de los exploradores y de sus misioneros, presentes en los Grandes Lagos desde 1878. En su campaña contra la esclavitud, iniciada en 1888, el cardenal se dirige a todos, sin distinción de creencias. Apela a la razón y a la justicia. Emplea argumentos y tes-


timonios que impresionan fuertemente a sus oyentes. Bien lo reflejan las palabras de Jules Simon, ex ministro francés, publicadas el 1 de agosto de 1888 en el periódico Le Matin: “¡Que un simple sacerdote de más de 60 años haga tanto o más con sus palabras que todos los reyes multimillonarios y sus ejércitos! ¡Dios verdadero, tengo esperanza de que lo hará!”. Durante su campaña, Lavigerie se dirige especialmente a las mujeres. “Mujeres cristianas de Europa, mujeres de Inglaterra, a vosotras os pertenece dar a conocer tales horrores... No dejéis en paz a vuestros padres, a vuestros maridos, a vuestros hermanos; emplead la autoridad que tienen por su elocuencia, su fortuna, su posición en el Estado... Si Dios os ha dado el talento de la escritura, empleadlo a tal causa, no encontraréis una mejor...”, dice el cardenal en la conferencia del 31 de julio de 1888 en Londres, y continúa su discurso recordando que La cabaña del tío Tom, novela traducida a todas las lenguas del mundo y que contibuyó a la liberación de esclavos en Ámérica, fue escrita por una mujer. Lavigerie estaba íntimamente convencido de la importancia de la mujer para la sociedad y para la evangelización de África, porque la mujer “deposita en el corazón de los hijos semillas que nada podrá destruir”. También pensaba, y lo llegó a escribir, que “el apostolado de las mujeres es más importante que el de los hombres”. Frase que, en el siglo XIX, debió de escandalizar a más de uno. El pensamiento de Lavigerie sobre la trascendencia del papel de la mujer para la misión fue confirmándose viendo el trabajo realizado por las hermanas. Lo repetirá en varias ocasiones y en numerosas cartas. Así, en 1886 escribió: “Las mujeres

Con su testimonio de vida, las primeras misioneras hicieron una gran labor de evangelización y liberación. pueden hacer lo que los hombres no pueden. Se las acepta con facilidad y hasta con alegría. Los enfermos esperan de ellas ayuda. Creen en sus remedios y más aún en su poder ante Dios...”.

Una congregación de religiosas misioneras

Esta convicción, junto a la epidemia y hambruna que en 1866 había golpeado Argelia, impulsó a Lavigerie a fundar una congregación de religiosas misioneras. Muchos huérfanos quedaron en la calle. Centenares de ellos habían ido llegando a Argel y habían sido acogidos por el arzobispo, que pensó que la mejor solución para ocuparse de ellos sería una congregación de religiosas misioneras para África. A su llamada respondió un grupo de ocho bretonas. Eran campesinas sin gran cultura, pero lo suficientemente valientes como para dejarlo todo y embarcarse hacia esa tierra desconocida que era África a mediados del siglo XIX. Con mucho ánimo las primeras hermanas cultivaban la tierra para poder alimentar a los huérfanos a

los que educaban e instruían. Vivían cerca de la gente, hablando su lengua, adaptándose a sus costumbres. A medida que las vocaciones van llegando, las hermanas hacen un gran esfuerzo para formarse y diversificar las actividades con el fin de poder servir mejor en hospitales, talleres y escuelas. Su radio de acción también se extiende: la Cabilia argelina, el Sáhara, Túnez, Uganda, Tanzania... Al mismo tiempo, se abren casas de formación en Francia, Holanda, Canadá, Bélgica... Los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX las ven llegar a África oriental (1894) y occidental (1897). Los testimonios manuscritos que se conservan reflejan cómo vivían las misioneras de esa época que va de 1894 a 1910 y demuestran la atención que prestaban a la situación de los esclavos allí donde los encontraban. El cardenal no desaprovecha la ocasión de concienciar a las misioneras sobre la esclavitud en África. En la Historia de los orígenes de la congregación, de la hermana Marie André du Sacré Coeur, enNÚM. 135, MAYO DE 2013

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contramos numerosos testimonios de la atención que el fundador prestaba a prepararlas para la misión en el África negra devastada por la trata. Lo hace de modo especial en la toma de hábito en Argel, en 1887, de la primera persona con cierta formación de la congregación, Marie Claver, y en el inicio del postulantado de siete candidatas en Maëstricht, poco después de su famoso discurso en St. Sulpice de París, donde Lavigerie aprovecha la ocasión para sensibilizar sobre la vocación misionera. “Estas jóvenes están destinadas a llevar la luz del Evangelio hasta el centro de África, sumido en profundas tinieblas”, dijo el cardenal, y utilizando los testimonios de exploradores y misioneros habló sobre la esclavitud, describió con emoción los poblados incendiados, las capturas de los que no habían podido huir... Habló del horror de las largas marchas hasta los mercados de esclavos, de cómo los más débiles y enfermos eran sacrificados en el camino, de cómo los que conseguían llegar eran vendidos como ganado vil: “Sobre 16 misioneros

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los mercados de África, dos mujeres se compran por una cabra; una niña, por un paquete de sal”. Después, volviéndose hacia las jóvenes, exaltó su vocación diciéndoles que pronto irían al interior de África para rescatar y acoger a las niñas esclavas y servirles de madres (Maëstricht, 1888).

La terrible realidad de la esclavitud

Hasta 1894, dos años después de la muerte del fundador, no pudo realizarse su sueño de ver a las hermanas llegar a África central: “Avanzaréis hasta el centro de África: etapa por etapa, siguiendo a los misioneros, llegaréis hasta el Ecuador”, les había anunciado. Será el momento de enfrentarse a la terrible realidad de la esclavitud, como podemos leer en el diario escrito en Zanzíbar: “Nos muestran el templo de los adoradores del fuego; a la izquierda, el cementerio alemán; un poco más lejos, una gran cantidad de casitas, mejor construidas que los gurbis árabes; nos dicen que los pobres negros que las habitan son todos esclavos

y que hay todavía en Zanzíbar unos 60.000; cada día se venden en las casas” (Diarios de 1894, 5-7, p. 363). En los diarios de ese mismo año, nos encontramos con una inesperada sorpresa: la presencia de esclavos domésticos africanos en Europa, traídos por sus dueños europeos cuando volvían al país de origen. Las hermanas de Lyon cuentan que una esclava, traída de la Isla Mauricio en 1893, “no había podido adaptarse al clima y enfermó gravemente. Sus dueños la habían abandonado. Las hermanas la cuidan y, a fuerza de insistir ante el cónsul de Inglaterra, consiguen que vuelva gratuitamente como mujer libre” (Diarios de 1894, 31-10, p. 529, y 11-12, p. 530). En África central (1894) y África del oeste (1897), cuando las hermanas llegaban después de larguísimos y extenuantes viajes que duraban meses, se instalaban cerca de los misioneros que habían solicitado su venida. Empezaban el aprendizaje de la lengua local y, cuando alcanzaban un conocimiento suficiente del idioma, iniciaban el trabajo con mujeres abandona-


Lavigerie estaba convencido de la importancia de la mujer para la evangelización del continente africano.

das y niños huérfanos acogidos por los misioneros. En su mayoría eran antiguos esclavos rescatados. Hijos de esclavos e hijos de dueños de esclavos seguían la misma educación. Aprendían, viviendo juntos, a reconocerse como hermanos, hijos del mismo Padre. Pero las hermanas no solamente se ocupan de los niños esclavos rescatados o de los que llegan a la misión huyendo: atienden a cualquier niño que lo necesita. Las misioneras también cuidaban a los enfermos que venían a la misión y recorrían los poblados para curar a aquellos que no podían desplazarse. Preparaban al bautismo a niños y mujeres. Daban cursos de hogar a jóvenes que formaban para el matrimonio y visitaban a las familias regularmente. Llevaban una vida sencilla y de proximidad, cuya sola presencia era un testimonio. Evangelización y liberación iban a la par. Con su labor de formación integral, ponían bases sólidas a una Iglesia local naciente, donde los africanos pudieran ser los protagonistas y artífices de una obra duradera: “Los misioneros

deberán ser iniciadores; la obra duradera debe ser realizada por los africanos mismos”. Las actividades de las hermanas estaban especialmente consagradas a mejorar la vida personal y familiar de las mujeres. Más tarde, la formación de jóvenes y mujeres pondrá también el acento en prepararlas para que puedan ejercer sus responsabilidades como ciudadanas y acompañarlas en sus luchas para obtener leyes más justas, sin olvidar las actividades tradicionales pastorales y sociales. El siglo XXI encuentra a las Misioneras de Nuestra Señora de África intentando dar respuesta a nuevas y numerosas situaciones de esclavitud –explotación laboral y sexual– y exclusión –niños de la calle, mujeres acusadas de brujería, enfermos de sida...–. Ellas, junto a los Misioneros de África, quieren hacer de la celebración de este 125 aniversario de lucha contra la esclavitud una ocasión para renovar el compromiso de romper cadenas, siguiendo los pasos del cardenal Lavigerie. PAQUITA RECHE, mnsda

Nuevas esclavitudes A

finales del siglo XX proliferan nuevas esclavitudes. Mujeres y niñas son víctimas del tráfico de personas y condenadas a la prostitución. Hoy, la trata de mujeres con fines de explotación sexual se ha convertido en un gran negocio, tan opaco como jugoso. Se ha dicho en más de una ocasión que la trata de mujeres es, en el siglo XXI, el tercer negocio en importancia, después de los del tráfico de drogas y de armas. Es muy difícil encontrar estadísticas que no sean aproximativas. Cuando, por ejemplo, se habla del porcentaje de mujeres africanas explotadas sexualmente en Europa, se dan cifras que oscilan entre el 5 y el 7%. Lo cierto es que la tendencia va al alza y que, detrás de cada cifra, más o menos exacta, hay personas cuya dignidad y derechos son pisoteados. Sin contar a las mujeres explotadas por el turismo sexual, en países como Kenia o Senegal, o a las que lo son en Sudáfrica, procedentes de Angola, Mozambique, Etiopia, Kenia y Malaui. Se calcula que de África parten cada año unas 35.000 mujeres para la industria del sexo. Industria controlada en un 84 % por mafias que trafican con personas. En España la mayoría de las mujeres africanas explotadas sexualmente son nigerianas, seguidas de las ghanesas y ecuatoguineanas.

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PRIMER PLANO

MALÍ Los soldados franceses y chadianos, que durante los últimos tres meses combatieron a los yihadistas en el norte de Malí, han comenzado su retirada del país saheliano. Una fuerza multinacional de la ONU deberá sustituirles. Pero el conflicto está lejos de haber terminado y la nación se enfrenta a una crisis política y social que no se solucionará solo con intervenciones militares.

E

l pasado 9 de abril salía de Malí un centenar de paracaidistas franceses con destino a Chipre, donde estaba previsto que descansaran tres días antes de regresar con sus familias. Se comenzaba así la retirada gradual de soldados galos tras las operaciones militares que Francia había lanzado en este país el pasado 11 de enero para combatir a los islamistas radicales en el norte. Las autoridades francesas aseguraron que para julio sus 4.000 soldados quedarían reducidos a la mitad y que, a final de año, dejarían sobre el terreno solo un millar de efectivos para realizar tareas de apoyo a la fuerza multinacional; esta, según los planes de Naciones Unidas, debería estar compuesta

Un conflicto

de 11.000 soldados procedentes de varios países africanos. “La retirada será progresiva, segura y pragmática”, afirmó el ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian. Pocos días después, el presidente de Chad, Idriss Déby, anunciaba que sus militares también comenzarían la retirada. Lo dijo poco después de que un kamikaze matara a tres soldados chadianos en un mercado de la ciudad de Kidal. El Parlamento de este país votó a favor de retirar las tropas por 167 votos a favor y solo uno en contra. Dos mil militares chadianos combatieron al lado de las tropas francesas desde enero y fueron los que sufrieron un número más elevado de bajas, 36, según sus datos oficiales. Los

inacabado

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franceses perdieron a cinco de sus hombres durante la ofensiva. Déby, el líder africano que ha tenido siempre más ambiciones políticas sobre los países de la zona y que tiene una visión más clara de sus problemas, dejaba muy claro que no está dispuesto a que sus soldados se queden atrapados en un conflicto dominado por guerrilleros que pueden golpear por sorpresa en las ciudades que controlaban hasta hace poco.

Más allá de la versión oficial

Esta misión militar, conocida como Operación Serval, contó con el visto bueno de Naciones Unidas y fue la más ambiciosa llevada a cabo por el Ejército francés durante los últimos 50 años. Aunque no se sabe a ciencia cierta el momento exacto en que el Elíseo decidió llevarla a cabo, hubo dos factores que precipitaron la llegada de los soldados franceses a Malí: la amenaza, por parte de los islamistas, de avanzar sobre la capital, Bamako, que probablemente habrían tomado sin encontrar demasiada resistencia; y la necesidad de realizar la intervención militar antes de la llegada de la estación seca, en la que las altísimas temperaturas habrían hecho prácticamente imposible una acción de este calibre. El 11 de enero, helicópteros franceses bombardeaban posiciones de los yihadistas en la ciudad de Konna, dando inicio a esta operación, que consiguió detener el avance de los integristas hacia la capital. Los franceses fueron bienvenidos por la población, aunque, según denunciaron prestigiosas organizaciones de derechos humanos, el Ejército maliense llevó a cabo bastantes ejecuciones extrajudiciales. Curiosamente, poco antes de comenzar esta operación

bélica, el presidente francés François Hollande se había negado en redondo a intervenir militarmente en la República Centroafricana, donde los rebeldes de la Seleka habían comenzado una campaña de abusos sistemáticos contra la población. La razón aducida entonces fue que los tiempos del colonialismo eran ya cosa del pasa-

do. Resulta difícil entender por qué en el caso de Malí no se adujo este mismo argumento. El balance oficial ha sido satisfactorio para Francia: 400 yihadistas muertos (un cuarto de sus efectivos, según fuentes militares) y la eliminación de su jefe principal Abou Zeid. Además, el Ejército de Malí aseguró haber he-

La intervención de las tropas francesas ha logrado expulsar a los islamistas del norte de Malí.

Cazas franceses listos para atacar posiciones de los rebeldes islamistas.

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PRIMER PLANO

Dos mil militares chadianos han combatido desde enero al lado de las tropas francesas.

Dioncounda Traoré, presidente interino de Malí.

cho un centenar de prisioneros. Los islamistas perdieron también unos cien vehículos, se les intervinieron 158 arsenales de armas y se les confiscaron nada menos que 90 toneladas de municiones y explosivos. Pero una cosa son los comunicados oficiales de los gabinetes de prensa militares y otra es la realidad sobre el terreno. La operación dirigida por los franceses ha conseguido expulsar a los islamistas de las ciudades y pueblos del norte del país, pero bastantes de los combatientes yihadistas se han retirado a escondites del desierto y, desde allí, se infiltran a veces muy peligrosamente en las ciudades que han cambiado de dueño, realizando ataques por sorpresa y atentados con bombas. Se corre el ries24 misioneros

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El futuro del país requiere con urgencia superar la fractura social que sufre desde hace años. go de que el conflicto de Malí haya entrado en una fase en la que los grupos terroristas, aunque debilitados, puedan continuar lanzando ataques sorpresa o suicidas para mantener su estrategia de desestabilización. En Malí los islamistas radicales han sido mermados militarmente, pero no se puede decir que hayan desaparecido. En el país se puede repetir una situación muy parecida a la de Afganistán. Mantener la calma en los principales núcleos urbanos, impedir que los grupos terroristas regresen y apoyar a las autoridades locales

en el proceso de transición será la principal tarea de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Malí (Minusma), que Francia quiere que comience el 1 de julio, como propuso al Consejo de Seguridad de la ONU el pasado 15 de abril, y que estará financiada principalmente por la Unión Europea. La ONU, en todo caso, no tiene pensado desplegar esta fuerza hasta que no se den por terminados los combates actuales, por lo que este calendario puede ser revisado si continúa la inestabilidad. Por lo que se refiere a la capacidad


y otra cosa es tener un Gobierno legítimo en Bamako que tenga un control efectivo sobre todo el territorio”, aseguró este analista. Para entender mejor la crisis de Malí tenemos que remontarnos al 21 de marzo de 2012, cuando un golpe de Estado liderado por el capitán Amadou Haya Sanogo derrocó al entonces presidente, Amani Touré, cuando apenas le quedaba un mes para completar su mandato antes de las nuevas elecciones. La razón invocada entonces por los militares malienses fue la falta de eficacia para combatir a los islamistas en el norte. Pero curiosamente los yihadistas tomaron el control de la parte septentrional del país poco después. Ciudades como Gao, Kidal y Tombuctú cayeron en sus manos, y en ellas impusieron la sharia. Estos radicales se aliaron con independentistas tuaregs, aunque en muchas ocasiones

que esta fuerza multinacional puede tener sobre el terreno, no todos ven esta nueva fase con optimismo. Al mismo tiempo que las fuerzas francesas comenzaban su retirada, el oficial del Pentágono Michael Sheehan, encargado de operaciones especiales, no tuvo pelos en la lengua al advertir que las tropas de países de África del oeste desplegadas en Malí son, en su opinión, “totalmente incapaces de combatir a los rebeldes”.

Crísis política y social

Pero el problema de Malí no se limita a la amenaza de un grupo de islamistas. Su política está paralizada y uno de sus mayores peligros es que pueden pasar meses e incluso años antes de que exista un Estado sólido. “Si miramos a las

Amadou Haya Sanogo, jefe del grupo militar que hace un año perpetró un golpe de Estado.

condiciones políticas, sociales y económicas que son la base de una estabilización a largo plazo, nada de eso existe”. Esta es la opinión de François Heisburg, de la Fundación para la Investigación Estratégica de París. “Una cosa es decir que hemos expulsado a los malos

no se entendieron muy bien entre ellos. Entre las filas de estos combatientes había numerosos mercenarios que habían pasado muchos años combatiendo en Libia al lado de Gadafi y que, tras la muerte de este, volvieron a Malí con abundantes armas y municiones. NÚM. 135, MAYO DE 2013

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Además de favorecer el avance de los radicales, el golpe del capitán Sanogo sumió al país africano en el caos político. Un año después, el Gobierno de Malí –de transición– es poco más que una alianza poco coherente entre el presidente interino Dioncounda Traoré –un político veterano con vínculos con una clase política muy desprestigiada– y oficiales de la antigua junta militar ligada a Sanogo, a quien sus hombres admiran como a un líder carismático. Aunque en teoría estos militares han dejado las riendas del país, en la práctica continúan siendo el verdadero poder en la sombra, que ejercen desde su cuartel de la ciudad de Kati, a pocos kilómetros de Bamako. Reformar el Ejército de Malí es una de las necesidades más imperiosas. Baste pensar que el pasado 10 de febrero, mientras los soldados franceses se batían en Gao contra

tuareg, se lamentan de la persecución que dicen sufrir. En las ciudades ocupadas por los franceses en el norte apenas quedan comerciantes árabes, sobre todo después de que sus tiendas fueran saqueadas. Abundan los testimonios que aseguran que la mayor parte de los asesinados por el Ejército de Malí durante estas operaciones militares fueron los conocidos como “pieles claras”, a quienes se acusó de colaboracionismo con los yihadistas. Muchos de ellos han huido a países vecinos, sobre todo a Níger, Burkina Faso y Mauritania. Los jóvenes de estas etnias, condenados a crecer en estos campos de refugiados, albergando sentimientos de frustración y venganza, tienen muchas posibilidades de ser los rebeldes del mañana. Los futuros dirigentes del país deberán pensar que las guerras no se ganan solo en el campo de batalla,

los islamistas, dos facciones del Ejército combatían a tiros en las calles de Bamako, sembrando el pánico entre sus residentes. Otro de los desafíos más delicados que Malí tiene delante de sí es la fractura social que el país sufre desde hace años. Numerosos malienses de origen árabe, o de etnias del norte, como la peul y la

sino también en los corazones y las mentes de los ciudadanos, especialmente los que pueden tener más motivos para pensar que son discriminados o perseguidos a causa de su origen étnico. El país necesita desesperadamente un diálogo y una reconciliación en que dogones, bambaras, peules, árabes, songhais y tuaregs, entre

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otros, puedan superar sus diferencias y participar juntos en la reconstrucción nacional. Las próximas elecciones están previstas para el 7 de julio, aunque no parece que para los habitantes de Malí, que sufren un alza continuada en los precios de los productos de primera necesidad, esto sea una prioridad muy inmediata. En el


La Iglesia católica en Malí

L

Las elecciones previstas para el próximo 7 de julio peligran a causa de la inseguridad reinante. país hay al menos 400.000 refugiados y desplazados internos, y muchos de ellos tienen miedo de que se les deje fuera de este proceso político. Hay también dudas de si se podrán organizar las elecciones en las amplias zonas del país que aún no gozan de seguridad. En ciudades del norte, como Gao, Kidal o Tombuctú, el Ejército de Malí está presente. Otra cosa es que se sienta en estos lugares la presencia de un Estado con su Administración. La comunidad internacional puede ayudar a que en el norte de Malí haya una seguridad mínima y a que las poblaciones más vulnerables puedan recibir ayudas de

emergencia. Pero estabilizar el país con un proceso político cabal es otra cosa. Las personas más mayores y con más estudios en Malí recuerdan con nostalgia la transición política de comienzos de los años 1990, en la que miles de activistas, líderes sindicales, políticos y religiosos participaron en un amplio diálogo sobre los problemas del país y el rumbo que debía seguir. Dos décadas después, Malí ha retrocedid, y se han tirado por la borda muchos de los logros sociales, económicos y políticos que se consiguieron con el depuesto presidente Amani Touré. JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ

os católicos en Malí representan apenas el 2% de sus habitantes, pero la influencia de la Iglesia en el país es bastante notable, sobre todo por la buena gestión de sus instituciones de salud, educación y otros servicios sociales. Los primeros misioneros que llegaron al país, en dos oleadas en 1876 y 1881, fueron los Misioneros de África (Padres Blancos) del cardenal Lavigerie. Algunos de ellos fueron asesinados en Tombuctú. Poco después, en 1888, la Congregación del Espíritu Santo envió otros sacerdotes, que fundaron la primera parroquia. En 1921 se creó el vicariato apostólico de Bamako, y en 1942 la prefectura apostólica de Gao. En 1988 se festejó el primer centenario del catolicismo en Malí, y en 1990 Juan Pablo II visitó el país. El clero sigue estando formado, en su mayoría, por misioneros extranjeros. La reciente crisis que golpeó a Malí afectó seriamente a la Iglesia en las zonas ocupadas por los islamistas. En abril del año pasado la sede de Cáritas en Gao fue destruida, junto con la iglesia del lugar, después de que los rebeldes yihadistas ocuparan la ciudad. Fuentes de Cáritas aseguraron entonces que los islamistas buscaron a los sacerdotes y religiosos para matarlos, algo que no consiguieron, ya que pudieron escapar a tiempo. NÚM. 135, MAYO DE 2013

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INFORME Visitamos la Congregación para la Evangelización de los Pueblos en Roma

La Misión,

a pleno rendimiento

E

Una niña cierra un sobre de la Infancia Misionera en Alicante. Ahí va parte de su paga del domingo. Un jubilado de Orense se rasca el bolsillo para colaborar en el cestillo el día del DOMUND. Saben que ayudan a la Iglesia misionera, que están en buenas manos. Las de las Obras Misionales Pontificias que, desde Roma, estudian cada uno de los proyectos a los que va destinado este goteo incesante de generosidad que proviene de católicos de todo el mundo. Misioneros Tercer Milenio ha pasado una jornada de trabajo con el equipo que hace posible esta comunión eclesial entre los niños que ayudan a otros niños, los mayores que rezan por las Iglesias jóvenes que carecen de recursos materiales, los católicos de cada rincón del planeta y los misioneros enviados a anunciar la Palabra. 28 misioneros

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n la Plaza de España en Roma. A unos pocos metros de la embajada española, cerca de la Santa Sede. Ahí se cuece la misión. Papeles con presupuestos que vienen y van. Mensajes de agradecimiento de obispos y religiosos, felices porque han podido poner en pie un seminario o atender a una comunidad indígena gracias a la construcción de una parroquia en una región que resultaba francamente inaccesible. En el Palacio de Propaganda Fide, con su fachada barroca cargada de movimiento, nacida de la mano de Francesco Borromini, se encuentra la sede de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Misioneros Tercer Milenio ha querido conocer de primera mano el trabajo que se realiza en su interior, en las oficinas centrales de Obras Misionales Pontificias, lo que vendría a ser el centro de operaciones de la misión ad gentes. Un trabajo que nace, que arranca, en la capilla donde el beato John Henry Newman celebró su primera eucaristía, y en los espacios donde vivió y se formó tras su conversión. “Desde aquí nos toca decidir dónde se invierte el dinero de las diferentes colectas que nos llegan de todo el mundo para las misiones. Pero sería un error pensar que eso es lo más importante. Lo fundamental es que compartimos la


De izquierda a derecha: Jan Dumon, Baptistine Jeanne Ralamboarison, Vito del Prete y Timoteo Lehane.

Las OMP se configuran como una única institución que trabaja a través de cuatro áreas con identidad propia. misma sensibilidad y la misma fe, que rezamos unos por otros como Iglesia misionera el mismo Padrenuestro. No pedimos el pan para mi parroquia o para mi familia, sino para todos. Es ahí donde se fundamenta el trabajo de esta casa”, explica el padre Timoteo Lehane, secretario general de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe desde 2008. Perteneciente a la Sociedad del Verbo Divino, este irlandés de 57 años tiene experiencia como formador y superior provincial de su congregación. Llegó a Roma después de ser misionero durante 25 años en Ecuador, primero volcado en la pastoral penitenciaria en Quito y, posteriormente, durante casi una década como director nacional de OMP. El padre Lehane reflexiona sobre el ser y hacer de las OMP, con presencia en 116 países, mientras sos-

tiene entre manos una carta. Escrita a máquina. Se trata de un proyecto de miles de euros para potabilizar las aguas de un río africano. Tiene que decir “no” a la propuesta. Es un momento difícil. “Respondo a todos y cada uno de los escritos que nos llegan. Y en cada una de estas misivas, les explico cuál es el motivo por el que no se ajusta a los proyectos de OMP, pero también les invito a que reconsideren la propuesta enfocándola de otro modo o les intento encauzar hacia el organismo que les puede echar una mano”, explica el coordinador de la Propagación de la Fe, quien trabaja junto con Jan Dumon, secretario general de San Pedro Apóstol, Baptistine Jeanne Ralamboarison, secretaria general de Infancia Misionera, y Vito del Prete, al frente de la Pontificia Unión Misional. Así, las OMP se configuran

como una única institución que trabaja a través de cuatro áreas de actuación, cada una con su propia identidad y especificidad.

La razón de ser

“Es un trabajo muy duro el que hacemos desde Infancia Misionera por la dificultad que genera no poder financiar todos los proyectos, pero también es un placer, porque se trabaja por y para los niños. Recibimos más de 4.000 proyectos cada año, de los que podemos apoyar unos 3.000”, relata Baptistine Ralamboarison. “Al principio me resultaba complicado explicar por qué algunas de estas propuestas no son propias de Propagación de la Fe, aun cuando nacen en el seno de la Iglesia. Pero ahora no. El criterio es claro: nuestra razón NÚM. 135, MAYO DE 2013

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I N F O R M E LAS OMP POR DENTRO

Timoteo Lehane (izq.) y Vito del Prete (dcha.).

“Nuestra razón de ser es la evangelización de los pueblos. Ese es el pilar indispensable de las OMP”. de ser es la evangelización de los pueblos. Ese es el pilar indispensable. En la actualidad, a pesar de la crisis que afecta a algunos países, es fácil buscar patrocinios o subvenciones con el fin de conseguir dinero para un pobre, porque hace despertar los sentimientos humanos. Ahí está la reacción internacional ante el desastre de Haití. Pero nosotros somos Iglesia y nuestras obras, aun cuando tienen un enfoque social, lo que buscan eminentemente es facilitar el anuncio del Evangelio que realizan los misioneros”, explica el padre Timoteo, consciente de que, “cuando un terremoto o una guerra es noticia, son muchas las ONG de emergencia que acuden a echar una mano; y es de agrade30 misioneros

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cer. Pero los únicos que permanecen allí, antes, durante y después de aquello, cuando llega el silencio cotidiano, son los misioneros”. El primer paso, una vez que se considera que un proyecto puede ser apto para recibir ayuda, es el de analizar la viabilidad de cada una de estas propuestas que llegan por iniciativa propia a través de un sacerdote, de una diócesis o de una congregación religiosa. El equipo de OMP estudia desde sus diferentes secretarías, distribuidas por continentes, cuáles son los pros y contras de, por ejemplo, financiar la construcción de un puente sobre un río cerca de la frontera de Ruanda y Congo que permita a los sacerdotes y fieles no tener que recorrer 200 kilómetros para poder

recibir la eucaristía. Angie, consagrada en Kenia, es la responsable de analizar todos los proyectos africanos, mientras que Simmy Joseph, de India, coordina esta labor para el continente asiático. En este recorrido por el engranaje de OMP, el padre Lehane se detiene en un mapa de África. “Estamos acostumbrados a mirar el mundo desde el norte, con los ojos de Italia, de España... Desde Europa. Quizá porque hasta ahora los misioneros llevaban desde allí la Palabra. Pero lo cierto es que se está produciendo el relevo y son las comunidades locales las que están tomando y deben tomar el testigo”, reflexiona. Y este es uno de los motivos clave por los que “nunca financiamos una idea al cien por cien. Creemos que es mejor que haya una colaboración compartida, de tal manera que nosotros damos un empujón, pero también desde el lugar de origen hay un esfuerzo por tomar como propia esa inicia-


Angie y Simmy Joseph, responsables de analizar los proyectos africanos y asiáticos respectivamente.

financiación ha llegado a buen puerto y comprueba cómo han celebrado en Paribang Baru (Indonesia) la finalización de las obras de su nueva Iglesia, cercana a la frontera con Malasia. Cuando el seminario se ha terminado o los materiales de catequesis han llegado a su destino, todo el material se envía al archivo de OMP, donde Maximiliano digitaliza cada uno de los proyectos y elabora un CD con toda la documentación para ser enviada al país del que parte la ayuda con el fin de que sepa cuál es el proyecto al que esta se destina.

Una muestra de amor universal

“En los últimos años nos hemos acostumbrado a que nuestra

tiva, buscando financiación entre los feligreses o las autoridades públicas para llevarlo adelante. No se trata de dar algo gratis porque sí, sino de impulsar un proyecto que es suyo, para que lo sigan viviendo como propio de principio a fin”, apunta mientras echa un vistazo a la carpeta de Ghana, la del cardenal Turkson. “Tan importante es el paso de decirle a un misionero ‘sí, adelante’, como el seguimiento posterior. Porque no se trata solo de dar el visto bueno, sino de saber que se va a llevar a cabo hasta el final. Por eso intentamos difuminar mucho la ayuda y no concentrarla en demasía en una zona. La idea es tener abiertos en torno a cinco o seis iniciativas como mucho en cada diócesis”. Aquí es donde entra en juego Michele Pignatale, responsable de revisar la financiación, de ver que las cuentas cuadran, de avisar, por ejemplo, a las OMP de España de cuáles van a ser los destinos de lo

recaudado en la colecta del DOMUND y que procedan al envío de la cantidad acordada a un proyecto planteado. Pero también de constatar que aquel párroco de Mozambique, que ha recibido una partida de ayuda, no solo envía un “recibí” y una factura detallada, sino una memoria de aquello que ha hecho, con imágenes incluidas. Es Giorgie Luca quien coteja que la

parroquia colabore con otra parroquia hermanada, apadrinamos a un niño con nombre y apellido... En cambio, cuando uno decide entregar dos euros al DOMUND, decide dárselos a la Iglesia misionera, confiando en su buen hacer. Uno no sabe a priori dónde van, aunque posteriormente se asigne un proyecto a cada país de origen según los fondos que haya NÚM. 135, MAYO DE 2013

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I N F O R M E LAS OMP POR DENTRO

Solo en el año 2011, la suma total destinada a los territorios de misión superó los 82,6 millones de euros. aportado”. ¿Se trata de un gesto de fe, de gratuidad sin saber adónde va nuestra ayuda? “Más que un gesto de fe, podríamos decir que estamos ante una muestra universal del amor de la Iglesia, del Papa que, con la ayuda de los fieles, quiere ayudar a los pobres del mundo”. Así, las ayudas que la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe envía a misiones se dividen en dos grandes partidas. Por un lado, las ordinarias –que en 2011 alcanzaron los 24.664.076,92 euros– destinadas al sostenimiento de los territorios de misión. Por otro lado, las ayudas extraordinarias –40.799.767,66 euros–, para construcciones, vehículos, emergencias y formación. A esto hay que añadir 17.118.440 euros destinados a seminarios y centros de for32 misioneros

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mación de misioneros, de tal manera que la suma total destinada a los territorios de misión, solo en el año 2011, superó los 82,6 millones de euros. “Como el papa Francisco ha insistido en estas últimas semanas, no somos una organización no gubernamental de ayuda al desarrollo. Desde OMP promovemos la solidaridad misionera para la construcción de la Iglesia”, explica el español Gerardo Roncero, que trabaja codo con codo con el padre Lehane en Propaganda Fide. “Aunque a primera vista lo que se ve, cuando uno conoce nuestro trabajo, es la parte de gestión, lo cierto es que esto es lo menos importante. A las misiones colaboramos con oraciones, sacrificios y dinero. Sin los dos primeros pilares, el tercer elemento no tiene sentido”, con-

cluye este sacerdote de la Fraternidad Misionera Verbum Dei. “Por eso, resulta imprescindible el trabajo de animación misionera que lleve a cabo cada país. En este sentido, la figura del director nacional de Obras Misionales Pontificias es clave para conseguir que los responsables de cada diócesis se impliquen y logren que los obispos se vuelquen con las iniciativas misioneras. Es el caso de Anastasio Gil en España, que de manera permanente e incansable ha logrado que la ayuda que nace desde vuestro país no se resienta demasiado a pesar de la difícil crisis que atraviesa”, subraya el secretario general de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe, quien agradece “enormemente el esfuerzo de todas las OMP, tanto desde Estados Unidos, uno de los principales benefactores, como de Kinshasa (R. D. del Congo), que este año han aportado 100.000 dólares, convirtiéndose en Iglesia misionera de referencia, gracias al empeño que tanto su obispo como


Gerardo Roncero trabaja en estrecha colaboración con el padre Lehane en Propaganda Fide.

el director de OMP vienen haciendo en los últimos años”. De ahí, que no dude al asegurar que “la gente es generosa. Dan lo que tienen y también lo que no tienen. Lo estamos viendo en la manera en la que están aumentando las colectas en África”. Es cierto que si se mide en términos absolutos, cualquier “cestillo” procedente de una diócesis del continente negro está a mucha distancia de lo que aportan, por ejemplo, en países más desarrollados. Pero no es menos cierto que el salto cualitativo se está dando, que la Iglesia en los tradicionalmente llamados territorios de misión está asumiendo su responsabilidad solidaria en el anuncio del Evangelio, dejando de ser meros receptores de ayuda para tomar ellos mismos las riendas. “Ahí es donde América tiene mucho que decir, sobre todo teniendo en cuenta que allí viven la mitad de los católicos del mundo, pero no la mitad de los misioneros de la tierra”. JOSÉ BELTRÁN

F i d e s , una voz mediática de denuncia

D

esde 1927 y con la bendición de Pío XI, OMP cuenta con su propia agencia de noticias: Fides. Ya antes de la Segunda Guerra Mundial, hasta 2.000 boletines y revistas echaban mano de los contenidos de la agencia para nutrirse de información sobre lo que ocurría en los territorios de misión ad gentes. Ahora, no solo es un ins-

ca Centroafricana, que pasan por episodios de persecución por su fe, que se ven inmersas en medio de una guerra o que ven necesario denunciar el hostigamiento que sufre el pueblo en el que viven. Al frente de Fides está el padre Vito del Petre, que cuenta con un equipo que traduce para su edición digital cada uno de los teletipos en ocho idio-

manas nos llegó la carta del padre Elías, un misionero al que han intentado matar en Tanzania. A través de un SMS le alertaron con un "Esta vez hemos fallado". Pues bien, estamos convencidos de que el hecho de escribirnos y de hacerlo público a través de Fides, hace, no solo que se conozca la vida al límite que en ocasiones viven los misioneros, si-

trumento para dar a conocer la labor misionera de la Iglesia y el trabajo desinteresado de los hombres y mujeres que han decidido dar su vida al servicio del Evangelio lejos de su tierra. También es un grito de denuncia de aquellas comunidades, ya sea en Siria o en la Repúbli-

mas –el árabe fue el último en incorporarse en 2008–, siendo el peruano Carlos Espinosa el responsable de hacer llegar las noticias en español. "Es una manera de hacer públicas situaciones de riesgo en las que se encuentran los misioneros. Por ejemplo, hace unas se-

no, sobre todo, que él se sienta respaldado al ver que lo ocurrido tiene trascendencia y que las autoridades de su país no pueden mirar para otro lado ni los criminales pueden continuar con las amenazas en silencio porque ya se conoce su situación", explica Lehane.

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