Misioneros Nº 159

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Nツコ 159 N O V I E M B R E Aテ前 2015

EDITADA POR LAS OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS

TERCER MILENIO


Nº 159. NOVIEMBRE, 2015

TERCER MILENIO EDITA OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS C/ Fray Juan Gil, 5 28002 - Madrid Tfno: 91 590 27 80 Fax: 91 563 98 33 E-Mail: dir.nal@omp.es http://www.omp.es http://www.domund.org

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en este número... IGLESIA A FONDO La visita apostólica del papa Francisco a Cuba y a Estados Unidos el pasado mes de septiembre, como misionero del amor y la misericordia, ha estado repleta de momentos inolvidables y llenos de simbolismo.

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PRIMER PLANO Burkina Faso y la República Centroafricana, dos países en plena transición política, han vivido recientemente sendos intentos de descabalgarlos de su curso democrático.

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INFORME La vida contemplativa está en el corazón mismo de la misión, configurando, junto con la labor pastoral y asistencial, un tándem fundamental para la vida de la Iglesia, que equilibra acción y oración.

30 y además... 7 TRIBUNA

Después del DOMUND, ¿qué?

10 EL OBSERVADOR ARGENTINA - PAKISTÁN SIRIA / IRAK

20 ASÍ VA EL MUNDO COLOMBIA - YEMEN TÚNEZ - NIGERIA

36 ENTREVISTA

José María Viadero,

Hno. de San Juan de Dios

42 ANIMACIÓN MISIONERA 45 CARISMAS Religiosas de Jesús-María

48 CULTURA La otra África: luminosa, moderna y creativa

53 EL CUARTO MUNDO 54 EN EL OBJETIVO 56 MISIÓN VIVA

Caridad Paramundail, religiosa adoratriz


EDITORIAL

Voz para las familias del Sur

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l papa Francisco le preocupa la situación de la familia. Es muy consciente de que en su seno se juega el ser actual y futuro del mundo que quiere todo católico; el reino de justicia, libertad, amor y perdón que Dios nos mostró a través de su hijo Jesús. “La familia que camina en la vía del Señor –ha subrayado el propio Papa– es fundamental en el testimonio del amor de Dios, y merece toda la dedicación de la cual la Iglesia es capaz”. Por ello, el Santo Padre ha convocado, por primera vez en la historia, dos Sínodos de Obispos consecutivos: el extraordinario de octubre de 2014, y el ordinario, que ha tenido lugar en el reciente mes de octubre, sobre “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”. Los medios de comunicación han centrado su atención en los problemas que, de modo especial, afectan a las familias de los países desarrollados. Esto ha suscitado la crítica de algún padre sinodal, al denunciar que “solo están destacando del Sínodo temas que únicamente importan a Occidente”. Así las cosas, cuestiones como la situación de los divorciados vueltos a casar, las uniones homosexuales o el aumento de las uniones civiles han acaparado los titulares. Efectivamente, son realidades a tener en cuenta y que,

además, tampoco son ajenas a las familias de los países menos desarrollados, pero que no pueden hacer perder de vista el drama de padres, madres, abuelos e hijos que han de afrontar la separación forzosa impuesta por las bombas, el terror del fanatismo o la miseria extrema. Eso sin olvidar asuntos como los matrimonios acordados, la violencia contra la mujer, la poligamia, la mutila-

lias de los países empobrecidos, merecen una atención preferencial, para que, como destacó el papa Francisco en la apertura del Sínodo, este “sepa reorientar la experiencia conyugal y familiar hacia una imagen plena del hombre; que sepa reconocer, valorizar y proponer todo lo bello, bueno y santo que hay en ella”; pero, sobre todo, “abrazar las situaciones de vulnerabilidad que la ponen a

El papa Francisco quiere una Iglesia madre, abierta y misericordiosa, y para que eso sea posible necesita de una familia “fraterna y solidaria”. ción genital, la situación de los niños de la calle, las lacras de la explotación sexual y de los abusos, los matrimonios mixtos... Es importante, por tanto, que nadie se sienta olvidado ni traicionado. Las condiciones políticas, económicas, sociales, culturales y religiosas marcan, sin duda, la realidad de la que es célula clave de nuestras sociedades: la familia. Estas circunstancias pueden ser diferentes de un país a otro, y más de continente a continente. Pero está claro que, cuanto más extremas y radicales son estas situaciones, más graves y dramáticos son los problemas a los que se enfrenta el hogar familiar. Por ello, las familias del Sur, las fami-

prueba: la pobreza, la guerra, la enfermedad, el luto, las relaciones laceradas y deshilachadas de las que brotan dificultades, resentimientos y rupturas...”. El papa Francisco ha mostrado, en reiteradas ocasiones, que quiere una Iglesia madre, abierta y misericordiosa, en la frontera de la realidad humana, una Iglesia “hospital de campaña”; y para que esa Iglesia sea posible, necesita de una familia “fraterna y solidaria”, que nos enseñe “a salir de nosotros mismos para acoger al otro, a perdonar y ser perdonados”. Y, cómo no, que sea capaz de “unir la compasión a la justicia”. Por ambas cosas claman las familias del Sur.

EDITA: Obras Misionales Pontificias DIRECTOR NACIONAL DE OMP: Anastasio Gil DIRECTOR Alfonso Blas DISEÑO Antonio Aunés COLABORADORES Rosa Lanoix, Rafael Santos, Francisco José Pérez Valero, Dora Rivas, José Beltrán, JoTERCER MILENIO sé Carlos Rodríguez, José Ignacio Rivarés, Fernando Redondo, Israel Íñiguez, Modeste Munimi, José Ramón Carvallada, María Jesús Sahagún, Carmina Sofía Fernández, Juana Gómez, Joaquín Martínez, Juan Lázaro Sánchez, Vicente Marqués Ruiz ARCHIVO FOTOGRÁFICO Antonio Aunés, Rafael Santos FOTOGRAFÍAS Efe, Missio SUSCRIPCIONES Roberto Murga DEPÓSITO LEGAL M-48558-1999 ISSN 1695-1034 IMPRESIÓN Gráficas Dehon. PP. Reparadores. C/ La Morera, 23-25. Torrejón de Ardoz, Madrid. Tfno: 91 675 15 36


IGLESIA A FONDO

Ha sido un viaje largo y difícil, pero exitoso y sumamente fructífero. Y lleno de momentos conmovedores e inolvidables. Un viaje con valientes mensajes –sobre la inmigración, la pena de muerte, los abusos sexuales a menores, el cuidado del planeta– y denuncias proféticas. Así cabe resumir la visita apostólica que, del 19 al 28 de septiembre, ha llevado al papa Francisco a Cuba (como misionero de la misericordia) y a Estados Unidos (como misionero del amor); dos países que, por extraño que parezca, nunca antes habían sido visitados por Bergoglio en sus 78 años de vida. 14 misioneros

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rancisco aterrizaba en La Habana en la tarde del 19 de septiembre. Era la primera vez que, en efecto, pisaba suelo cubano. Y lo hacía entre pruebas de buena voluntad por ambas partes. El régimen castrista había anunciado una semana antes, “como gesto humanitario” hacia su huésped, el indulto de 3.522 presos, cifra muy superior a las que precedieron a los viajes de Juan Pablo II (enero de 1998) y Benedicto XVI (marzo de 2012). Y la Santa Sede “correspondió” reiterando en los medios, en vísperas del viaje, su posición contraria al embargo estadounidense a la isla. Oficialmente, Francisco llegaba en visita pastoral para conocer de cerca la situación de los católicos de la isla y acompañarlos en el centenario de la entronización de su patrona, la Virgen de la Caridad del

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Cobre. Pero a nadie escapa que el primer objetivo del viaje papal era promover la democratización del país y hacer un llamamiento a la reconciliación de todos los cubanos –los de dentro y los del exilio–, en la nueva etapa de normalización de relaciones con el histórico enemigo estadounidense que parece comenzar ahora..., gracias precisamente a los buenos oficios mediadores de Francisco. El Papa dejó claro desde el primer momento ese doble mensaje: que se dirigía “a todos los cubanos” y que había llegado la hora de la reconciliación. Y lo hizo ya, en el mismo aeropuerto, ante el presidente Raúl Castro, al que pidió que Cuba transitase “por caminos de justicia, paz, libertad y reconciliación”. Aunque hubiera que leerlo entre líneas, ese mismo mensaje era repetido también al día siguiente,


domingo 20, en la eucaristía de la plaza de la Revolución de La Habana. Allí, con la silueta recortada del Che Guevara a un costado, el Santo Padre les dijo a las 200.000 personas que acudieron a escucharlo –hay quien habla de medio millón– que “la vida auténtica se vive en el compromiso concreto con el prójimo, es decir, sirviendo”; y que el verdadero servicio nunca es “ideológico”, pues “no se sirve a las ideas, sino a las personas”. Palabras nuevas para decir lo que ya dijera Benedicto XVI en su visita de hace tres años: que la ideología marxista, tal y como fue concebida, ya no responde a la realidad, y que hay que buscar “nuevos modelos, con paciencia”, para construir una sociedad más justa en la que todos tengan cabida. En su homilía sobre el servicio, Francisco aún fue más allá, y dis-

tinguió entre el “servicio que sirve a los otros” y “el servicio que se sirve de los otros”. Un mensaje este que, en otros labios y en otro tiempo, bien pudiera haber sido catalogado de inapropiado e incluso hasta de subversivo. No lo interpretaron así quienes siguieron in situ la visita, la tercera de un Pontífice a “la Perla de las Antillas” en poco más de 15 años. Muchos medios de comunicación, en cambio, sí criticaron con dureza –en ocasiones con vileza, hay que lamentar– que Francisco no aludiera directamente a la falta de libertades en la isla. Y denunciaron, además, que el Papa no hiciese un hueco en su agenda para recibir a la disidencia política, la cual trató sin éxito de llegar a su lado para hacerle partícipe de sus sufrimientos. Lo cierto es que algunos opositores fueron invitados

por la Nunciatura, e iban a poder saludar a Francisco, pero esos encuentros se frustraron porque los disidentes en cuestión fueron detenidos. Francisco dijo después, en el vuelo que le llevaba a Estados Unidos, que no había tenido noticia de esos arrestos. No obstante, explicó, “la Nunciatura había dejado bien claro que no iba a conceder ninguna audiencia, no solo a los disidentes, sino tampoco a otros sectores que la habían pedido, incluido un jefe de Estado”. (Se refería, probablemente, a los negociadores de las FARC y a la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, presentes esos días en La Habana). En cualquier caso, en este tema de la disidencia no ha sucedido nada que no pasara también en las visitas de Juan Pablo II y Benedicto XVI, pontífices que tampoco quisieron o pudieron recibir a los perseguidos y atribulados opositores, varios cientos de los cuales, una vez más, acabaron durante un breve tiempo en prisión o bajo arresto domiciliario. Por lo demás, la estancia cubana del Papa dejó, junto a los preceptivos encuentros con sacerdotes y obispos locales (incluida una NÚM. 159, NOVIEMBRE DE 2015

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El papa Francisco sube al altar para oficiar la misa en la Plaza de la Revolución de La Habana.

visita fuera de programa a los jesuitas de La Habana), y la previsible y también fuera de programa visita al domicilio particular de Fidel Castro (con quien charló durante unos 40 minutos e intercambió regalos), otras dos eucaristías más: una, en la ciudad de Holguín –300.000 habitantes, patria de los Castro–, a la que asistieron unas 100.000 personas; y la segunda, en Santiago de Cuba, en el santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre. El presidente cubano asistió a las dos, como también estuvo en la 16 misioneros

de La Habana. Francisco, asimismo, mantuvo un encuentro con los jóvenes en la capital, y otro con las familias en la catedral de Santiago, la segunda ciudad del país, desde la cual partió luego hacia Washington. A los primeros, a los jóvenes, les invitó a “soñar” y a “no encerrarse en los conventillos de las ideologías o de las religiones”. Hacen falta –dijo el Papa– “corazones abiertos, mentes abiertas”. “Si pensás distinto que yo, ¿por qué no vamos a hablar? ¿Por qué siempre tiramos la piedra sobre aquello que nos separa? ¿Por qué no nos damos la mano en aquello que tenemos en común? Animaos a hablar de lo que tenemos en común. Y después podemos hablar de las cosas que pensamos diferentes”.

Muestras de fatiga Si en sus tres días de estancia cubana Francisco pronunció ocho discursos, en Estados Unidos le esperaban 18 más: al presidente Ba-

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rack Obama, al Congreso, a la ONU, a los asistentes a la vigilia y a la clausura del Encuentro Mundial de las Familias, a los obispos, en la misa de canonización de fray Junípero Serra, en la catedral de San Patricio, en la visita al memorial de la Zona Cero en Nueva York, etc., etc. No es de extrañar, por ello, que, cuando el viaje se aproximaba a su fin, y tras más de una semana de interminables jornadas, Francisco diese claras muestras de fatiga. Sus dificultades y tropiezos al subir la escalerilla de uno de los aviones comenzaron incluso a desatar los primeros rumores sobre su salud, teniendo que salir a explicar el portavoz vaticano Federico Lombardi que el Papa tiene problemas de cadera y que requiere de tratamiento de fisioterapia de manera habitual. En Estados Unidos, Francisco estuvo con los más poderosos –los jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo, en la ONU; y los congresistas y senadores de la única superpotencia del planeta, en el


Capitolio–, pero también, y sobre todo, con los más desvalidos: con los reclusos de una prisión en Filadelfia, con los hijos de los inmigrantes en Harlem, con personas sin hogar en Washington, con las víctimas de pederastia... Los gestos hacia los niños y enfermos con que se topaba –incluso mandando detener el discreto Fiat 500 negro en el que se desplazaba– no pasaron inadvertidos para una opinión pública como la estadounidense que, a priori, le recibía con algunas reservas, derivadas estas, sobre todo, de los casos de abusos sexuales a menores protagonizados por sacerdotes, y de la imagen que habían dado del Pontífice algunos medios que no han visto con buenos ojos las denuncias proféticas hechas por el Papa argentino en su encíclica Laudato si’ y en su exhortación apostólica Evangelii gaudium; medios que le llegaron a tildar incluso de “Papa marxista”. Pero con su tono suave y bondadoso, su actitud humilde y su discurso sencillo y cercano, Francisco se fue ganando a todos: a católicos (solo el 20% de la población estadounidense se declara como tal) y a no católicos. Lo cual no quiere decir que suavizara sus mensajes ni que estos no incomodasen a más de uno. Y es que Francisco abordó en Estados Unidos cuestiones de gran calado. A los congresistas y senadores reunidos el día 24 en el Capitolio, por ejemplo, les habló del extremismo religioso, de la lucha contra la pobreza y el hambre en el mundo, del tráfico de armas, de las amenazas que pesan sobre la familia, de la pena de muerte y de la inmigración. El primer Pontífice Romano que hablaba en esa cámara se presentó ante sus señorías como “hijo de inmigrantes”, se refirió a los Estados Unidos “como la tierra de los libres y la

patria de los valientes”, y concluyó con un “¡Que Dios bendiga América!”. Eso sí, antes pidió a su ilustre audiencia que vieran en los inmigrantes no a “números”, sino a “personas”, y que diesen al problema migratorio una respuesta “humana, justa y fraterna”. “Recordemos la regla de oro: «Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella»”, afirmó citando el Evangelio de Mateo. La cuestión migratoria –no hay que olvidar que en Estados Unidos hay once millones de inmigrantes indocumentados y que la reforma migratoria de Obama no ha sido aún aceptada por el Congreso, en cuyas Cámaras los republicanos tienen mayoría– estuvo gravitando a lo largo de todo el viaje. Así, por ejemplo, en el ac-

to con líderes de otras religiones que tuvo lugar en el Independence Hall de Filadelfia –la cuna de los Estados Unidos, el lugar en el que los Padres Fundadores firmaron la Declaración de Independencia y la Constitución–, Francisco rompió una lanza por los inmigrantes en situación irregular y llamó a “eliminar todo tipo de racismo y de prejuicios contra la llegada posterior de nuevos americanos”. Pero volvamos al Congreso. No faltaron en el discurso a los legisladores otros dos importantes mensajes dignos de reseñar. Uno, velado, relativo al embargo a Cuba; el otro, explícito, en el que el Papa pidió la abolición de la pena de muerte. Una solicitud, esta última, que obviamente ha caído en saco roto, pues nada más conNÚM. 159, NOVIEMBRE DE 2015

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cluir el viaje era ejecutada en el estado de Georgia una reclusa de 47 años, madre de tres hijos, por la que había intercedido Francisco.

Techo, trabajo y tierra para todos No menos importante que el del Congreso fue el discurso que dirigió a la ONU en su septuagésima Asamblea General. Allí, el Papa pidió a los gobernantes que hicieran lo imposible para que todos los seres humanos tuvieran lo mínimo para poder vivir con dignidad. Y precisó que ese “mínimo” era un techo, un trabajo y un trozo de tierra que cultivar y de la que poder vivir. En una alocución que duró poco menos de una hora, Francisco rogó a la comunidad internacional 18 misioneros

que luchase “contra la corrupción, el tráfico de drogas, el lavado de dinero, la usura, las armas nucleares, el aborto, la eutanasia, el comercio de órganos, la explotación sexual de menores y la prostitución”. Reclamó asimismo una reforma de la institución, de modo que todos los países sin excepción tengan una incidencia más real y equitativa en las decisiones que esta adopta, incluyendo el Consejo de Seguridad, y exigió un mundo “libre de armas nucleares”. Los actos que llevaron a Francisco a los Estados Unidos, en cualquier caso, fueron la canonización de fray Junípero Serra y el Encuentro Mundial de las Familias (EMF) de Filadelfia. Unas 30.000 personas asistieron en el Santua-

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rio Nacional de la Inmaculada Concepción de Washington, el mayor templo católico del país, a la eucaristía al aire libre en la que Francisco elevó a los altares al franciscano mallorquín evangelizador de California, uno de los padres de la patria, como acredita la presencia de su escultura en el Capitolio. Fue una ceremonia hermosa y participada, en la que una de las lecturas fue hecha en lengua indígena. Ello no fue óbice para que esta canonización equipolente (extraordinaria, sin necesidad de acreditación de milagro) tuviese contestación por parte de algunos grupos nativos. De hecho, a la conclusión del viaje se informó de que las tumbas y estatuas del cementerio en el que está enterrado fray Junípero, en la misión de Carmel, habían sido atacadas, y de que en una lápida se había pintado: “Santo de genocidio”. El EMF fue una nueva y exitosa fiesta familiar. Al menos un millón


DE PRESOS Y EMBARGOS

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El papa Francisco contempla la estatua del primer santo hispano de Estados Unidos, fray Junípero Serra. de personas asistieron a la misa de clausura que Francisco ofició en el parque Benjamín Franklin. Y otras 20.000 estuvieron en la vigilia de oración la noche anterior, una ceremonia muy al estilo Hollywood (el maestro de ceremonias fue el actor Mark Wahlberg y hubo actuaciones de Aretha Franklin, Juanes y Andrea Bocelli), en la que el Papa obvió el discurso que tenía preparado e improvisó uno en español, hablando desde el corazón. Excepto en unos pocos actos, la lengua de Cervantes ha sido la utilizada por el Pontífice en todo el viaje. Al igual que en Cuba, la estancia papal en los Estados Unidos también deparó algunos encuentros imprevistos. En Washington, Francisco visitó, fuera de programa, a las Hermanitas de los Pobres, congregación que en 2013 emprendió un pleito contra la Administración Obama por la parte de la reforma sanitaria que afecta al control de la natalidad, esterilizacio-

nes y píldoras abortivas. El Papa estuvo con ellas unos 15 minutos y las apoyó en su lucha. El segundo “fuera de programa” de la estancia norteamericana fue una entrevista a puerta cerrada con cinco víctimas de abusos sexuales en el seminario San Carlos Borromeo de Filadelfia. El encuentro tuvo lugar antes de reunirse en esa misma instalación con los 457 obispos que conforman la Conferencia Episcopal, a los que dijo: “Continúa abrumándome la vergüenza de que personas que tenían a su cargo el tierno cuidado de esos pequeños los violaran y les causaran graves daños. Lo lamento profundamente. Dios llora”. Y añadió: “Los crímenes y pecados de los abusos sexuales a menores no pueden ser mantenidos en secreto por más tiempo; me comprometo a la celosa vigilancia para proteger a los menores y prometo que todos los responsables rendirán cuenta”. JOSÉ IGNACIO RIVARÉS

rancisco acudió también en Filadelfia a visitar una prisión. En la cárcel de Curran-Fromhold, el Papa habló a más de 100 reclusos, a los que posteriormente saludó uno a uno. En su discurso, recordó que el objeto de la prisión es reinsertar, devolver al reo a la sociedad. "Es penoso constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades", denunció. Dos días antes, en el Congreso, había aludido también de forma velada, sin citarlo expresamente, al embargo estadounidense a Cuba. "Cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo –que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos– se abren nuevos horizontes para todos. Esto ha requerido y requiere coraje, audacia, lo cual no significa falta de responsabilidad", dijo el Papa a los congresistas y senadores, en cuyas manos está su levantamiento. El embargo sigue siendo la principal excusa de Cuba –la otra exigencia es "la devolución del territorio que ocupa ilegalmente la base naval de Guantánamo"– para no emprender las reformas democráticas que le demanda la comunidad internacional. Los presidentes Obama y Raúl Castro mantuvieron el 29 de septiembre en la ONU su segundo encuentro tras el anuncio de normalización de relaciones y la apertura de embajadas del mes de julio. NÚM. 159, NOVIEMBRE DE 2015

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PRIMER PLANO

Burkina Faso y República Centroafricana A finales de septiembre, dos países africanos que viven una transición política –Burkina Faso y la República Centroafricana– sufrieron sendos intentos de desestabilizar sus próximas elecciones. Los desenlaces han sido muy distintos: esperanzador para Burkina, mientras que la violencia que asola Centroáfrica abre muchos interrogantes sobre su futuro.

“T

ened cuidado: muy a menudo los barcos naufragan cuando están llegando a puerto”. Lo dijo el presidente de Congo-Brazzaville, Denis Sassou Nguesso, en Bangui el pasado mes de mayo, cuando inauguró el Foro Nacional de Reconciliación. La premonición del viejo zorro de la política de África Central se ha cumplido recientemente en dos países africanos: Burkina Faso y la República Centroafricana. En el primero de ellos, el pasado 16 de septiembre varios militares de la guardia presidencial detuvieron al presidente interino Michel Kafando, al primer minis-

tro Isaac Zida y a otros dos miembros de su gabinete. Quedaban apenas cuatro semanas para las elecciones, previstas para el 11 de octubre. Numerosos manifestantes salieron a la calle y las protestas se saldaron con 17 muertos en las calles de la capital, Uagadugú. En Bangui, la capital de la República Centroafricana, tras casi un año de relativa calma, el 26 del mismo mes, un estallido de violencia entre las dos principales milicias del país dejó, en apenas una semana, 61 muertos, más de 300 heridos graves y 40.000 nuevos desplazados internos. Las elecciones presidenciales, previstas para el 18 de

Dos procesos electorales bajo amenaza 24 misioneros

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octubre, son ahora una incógnita. El desenlace, sin embargo, fue muy distinto: en Burkina se impuso la cordura y los militares golpistas no tuvieron más remedio que darse por vencidos, mientras que Centroáfrica sigue sumida en el caos. Los acontecimientos de Burkina siguieron el guion clásico de un golpe de Estado: la guardia presidencial (conocida como Regimiento de Seguridad Presidencial, o RSP), tras declarar el Gobierno disuelto, impuso al general Gilbert Dienderé –muy próximo al antiguo mandatario Blaise Compaoré– como presidente, cerró las fronteras del país y decretó el toque de queda de siete de la tarde a seis de la mañana. Los artífices del pronunciamiento estaban descontentos con una reciente ley de código electoral que impedía las candidaturas de parlamentarios que el año pasado votaron a favor de reformar la Constitución para eliminar el límite de dos mandatos presidenciales. Hay que recordar que, a comienzos de noviembre de 2014, el entonces presidente Compaoré –que llevaba en el poder desde 1987– intentó perpetuarse en el poder y fue derrocado tras una masiva protesta popular que contó con el apoyo del Ejército. Los políticos descontentos afectados por esta ley que les hacía inelegibles, en lugar de responder llevando sus reivindicaciones a los tribunales, prefirieron convencer a los elementos del RSP, muy próximos a Compaoré y distantes del resto del Ejército. En Burkina se piensa que otra razón que impulsó a los guardias presidenciales a derrocar a las autoridades de la transición fue la reciente investigación lanzada por un juez burkinés sobre el asesinato del antiguo presidente Thomas Sankara, en 1987, que parecía apuntar con el dedo hacia alguno de los líderes del RSP.

No era la primera vez que los golpistas enseñaban los dientes. Ya en diciembre del año pasado, y en febrero y julio de este año, impusieron algunas de sus exigencias, pero en aquellas ocasiones les dieron lo que querían (como el nombramiento de militares muy fieles a Compaoré en puestos clave del Ejército) y se retiraron a los

cuarteles. En este caso fueron mucho más lejos, pero pronto se dieron cuenta de que no iban a lograr mantenerse en el poder más de unos pocos días. La gente se echó a las calles, las mujeres organizaron sonoras caceroladas y los sindicatos declararon una huelga indefinida. La comunidad internacional también reac-

En Burkina Faso la gente no dudó en echarse a las calles como repulsa al intento de golpe de Estado.

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PRIMER PLANO

cionó con rapidez: la Unión Africana suspendió a Burkina del bloque continental, la Unión Europea condenó el golpe, y el bloque regional, la CEDEAO (Confederación de Estados de África Occidental), despachó el 23 de septiembre una delegación encabezada por los presidentes de Senegal, Macky Sall, y de Benín, Thomas Boni Yayi, quienes mediaron en el conflicto para encontrar una solución. El presidente interino Michel Kafando fue liberado y reinstaurado en su cargo, y pocos días después salió también de su detención el primer ministro Zida. En su primer Consejo de Ministros, las autoridades de la transición declararon oficialmente disuelta la guardia presidencial, que contaba con 1.300 hombres. 26 misioneros

Desde 2014 la ONU tiene desplegados en Centroáfrica unos 10.000 soldados que velan por la estabilidad del país. El propio Ejército regular, leal al proceso democrático, dio la puntilla a los militares golpistas. Tras un ultimátum, algunos miembros de la guardia presidencial entregaron sus armas, y el 29 de septiembre el Ejército regular invadió la base del RSP en la capital, donde estaban acuartelados los más recalcitrantes, encontrando poca resistencia. El 1 de octubre, el general Dienderé se entregó voluntariamente a las autoridades y una semana más tarde fue formalmente inculpado de 11 cargos (entre ellos, asesinato, destrucción de

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bienes y haber puesto en peligro la seguridad del Estado) ante un tribunal militar. Tras este traspiés, Burkina se apresta a cerrar la transición con una nueva fecha para las elecciones.

La sangre vuelve a bañar Bangui Muy distinto ha sido el curso de los acontecimientos en la República Centroafricana, que vive en una situación de caos desde el 23 de marzo de 2013. Ese día, los rebeldes, sobre todo musulmanes de la Seleka, entraron en la capital, Ban-


gui, cuando esa mañana descubrieron en el barrio de Combattant, mayoritariamente cristiano, el cuerpo decapitado de un conductor musulmán de moto-taxi. El cadáver fue llevado a una mezquita del Kilómetro Cinco y, al correr la noticia, en poco tiempo se organizaron unos 300 jóvenes musulmanes armados y atacaron algunos barrios vecinos de mayoría cristiana, incendiando viviendas, saqueando comercios y disparando indiscriminadamente. Al cabo de una hora llegaron varios cientos de anti-balaka armados, que descendieron de sus feudos de Boy Rabe, Gobongo, Boeing y Combattant. Los cascos azules de la MINUSCA llegaron tarde y poco pudieron hacer para evitar lo peor: al final de aquel día se contabilizaron 21 muertos y más de 100 heridos graves.

gui, y derrocaron al presidente François Bozizé. Sus abusos contra la población mayoritariamente cristiana provocaron una reacción de venganza muy cruel por parte de las milicias anti-balaka, que a partir de diciembre de ese año desataron una verdadera caza al musulmán en el país. De sus cuatro millones de habitantes, se calcula que medio millón viven como refugiados en países vecinos, y otro medio millón son desplazados internos. Tras la dimisión forzada del jefe de la Seleka, Michel Djotodia, en enero de 2014, la antigua alcaldesa de Bangui, Catherine Samba-Panza, fue elegida presidenta interina, con el encargo de preparar las elecciones que dieran al país un Gobierno legítimo. Desde el año pasado, la ONU tiene des-

plegados en Centroáfrica algo más de 10.000 soldados y policías para estabilizar el país y proteger a los civiles de las milicias. La primera vuelta de las elecciones estaba prevista para el 18 de octubre, pero también en este caso la proximidad a los comicios han supuesto un aumento de la violencia. En esta ocasión, todo comenzó el pasado 26 de septiembre en Ban-

A este estallido siguieron varias noches de terror y saqueos, sobre todo contra oficinas y viviendas de ONG y personal de Naciones Unidas. Terminada la escabechina, los musulmanes armados se replegaron a su barrio, pero, durante los días sucesivos, los anti-balaka provocaron el caos en prácticamente todos los distritos de Bangui, cortando el tráfico con barrica-

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das, atacando a los cascos azules y robando todo lo que pudieron. Los combates fueron particularmente intensos en la carretera que atraviesa el barrio de Combattant, que lleva al aeropuerto, donde los vuelos estuvieron suspendidos hasta el 5 de octubre. Esta oleada de violencia ha sido la peor que ha sufrido la capital centroafricana desde octubre del año pasado, cuando las milicias anti-balaka intentaron paralizar la capital y provocar la caída del frágil Gobierno de transición de Catherine Samba-Panza, algo que en esta última ocasión intentaron hacer de nuevo. Aunque hacia el 3 de octubre Bangui empezó a recobrar un atisbo de calma y normalidad, la situación sigue siendo muy tensa. Las cosas podrían haber sido mucho peor si los milicianos de la Seleka (que ocupó el poder hasta enero de 2014) hubieran descendido para atacar Bangui desde sus bastiones en el norte del país, como quisieron hacer. La intervención de la MINUSCA y de los soldados franceses que quedan en el país se lo ha impedido, al menos de momento.

Incertidumbre ante las elecciones Estaba previsto que la primera vuelta de las elecciones presidenciales y legislativas tuviera lugar el 18 de octubre, pero con toda seguridad no podrá cumplirse este calendario. Con todas sus limitaciones, la nación necesita con urgencia poner fin a la transición y tener un Gobierno legítimo que pueda ocuparse de los gravísimos problemas que arrastra el país y que le impiden levantar cabeza. Muchos han visto la mano de algunos políticos detrás de las últimas violencias, sobre todo del antiguo presidente François Bozizé, ahora en el 28 misioneros

exilio en Uganda, a quien su partido político (conocido con el nombre de Kwa na Kwa) quiere presentar como candidato a las elecciones, algo que no podría hacer porque hay una orden de detención contra él por parte de un tribunal centroafricano. Otros políticos intentaron también aprovechar el caos para imponer sus propias agendas: unos quieren prolongar la transición, y otros desean la caída

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del actual Gobierno e imponer una tercera transición, algo que a juicio de muchos no resolvería nada y complicaría mucho más las cosas. Mientras tanto, los 70.000 desplazados que tiene Bangui estuvieron casi dos semanas sin poder recibir ayuda humanitaria, debido a que las bandas de violentos atacaron y saquearon numerosas ONG, muchas de las cuales no tuvieron más remedio que evacuar a una


¿Por qué se desata la violencia en África ante la proximidad de unas elecciones?

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buena parte de su personal fuera del país. Los niños, que habían empezado a ir a la escuela hace apenas dos semanas, están en sus casas, y la gente de a pie apenas puede hacer su trabajo para lograr tener ingresos. En el resto del país, donde tanto los Seleka como los anti-balaka siguen activos, las cosas no van mucho mejor, y todos los días hay ataques, asesinatos y más desplazados. Desarmar a las milicias, que sería una parte importante del mandato de la MINUSCA, es mucho más difícil de lo que uno se pueda imaginar, y un acuerdo de desarme voluntario firmado por ocho grupos armados en mayo de este año se ha quedado en agua de borrajas. Los próximos meses se presentan con una gran incertidumbre. JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ

unque en países con tradición democrática existen tensiones entre partidos políticos, nadie se imaginaría, por ejemplo, a los partidarios del PP y del PSOE en España saliendo a la calle a enfrentarse a pedradas en vísperas de elecciones, o a David Cameron ordenando el encarcelamiento del líder del Partido Laborista en Gran Bretaña. En muchos países africanos, por el contrario, la proximidad a unas elecciones suele señalar un incremento muy notable de la violencia, que puede tomar la forma de golpe de Estado, represión contra miembros de la oposición, levantamientos populares o, incluso, guerra civil. Son expresiones de tensiones muy profundas, que se dan en un país cuando hay un déficit de cultura democrática y no existe la alternancia en el poder. En sociedades donde no hay mecanismos creíbles para realizar consultas populares de forma pacífica y donde el diálogo

político brilla por su ausencia, es frecuente que, al acercarse unas elecciones, conflictos que han existido durante años de forma latente salgan a flote a borbotones. Los casos de Burkina Faso y de la República Centroafricana son los más recientes. Pocos meses antes, en Burundi, el intento de su presidente Pierre Nkurunziza de presentarse a un tercer mandato desató desde el mes de mayo una oleada de protestas que han provocado una situación cercana a la guerra civil, con numerosos muertos y cientos de miles de burundeses que han huido a países vecinos, sobre todo a Ruanda. El intento de perpetuarse en el poder por parte de presidentes africanos provoca conflictos en otros países, como Congo-Brazzaville, donde están previstas elecciones presidenciales en 2016. Su líder, Denis Sassou Nguesso, quiere cambiar la Constitución para seguir en el poder, lo mismo que Paul Kagame en Ruanda, donde se prevén

elecciones en 2017. En la vecina República Democrática del Congo, los partidos de la oposición han acusado al presidente Joseph Kabila, en el poder desde hace 14 años, de intentar alargar su mandato por medio de violentas represiones de protestas de sus rivales políticos y la manipulación de un calendario electoral saturado. En 2016 habrá también elecciones en Gabón, donde el enfrentamiento entre el presidente Ali Bongo y la oposición puede provocar episodios de violencia; y, en Guinea Ecuatorial, gobernada con mano de hierro por Teodoro Obiang, quien hasta la fecha ha conseguido controlar el descontento de la población, en parte debido a la gran división de las fuerzas de la oposición. En otros países africanos, como Zambia, Malaui, Nigeria, Senegal, Benín y Nigeria, la sociedad civil ha conseguido frenar intentos de sus dirigentes por cambiar la ley para ampliar los mandatos presidenciales.

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INFORME

Siempre quiso ser misionera. No pudo. Sin embargo, su oración por aquellos entregados a la misión ad gentes no encontró fronteras. Tanto que Teresa de Lisieux es hoy la Patrona de las Misiones y referencia para los cientos de religiosos contemplativos que, siguiendo los postulados del Concilio Vaticano II, sintieron la llamada de contagiar su vida orante fuera de sus comunidades de origen, apostando por nuevos conventos con el mismo estilo de vida. Eso sí, con otro lenguaje, adaptándose a una cultura diferente, pero siempre para conformar ese tándem que equilibra acción y oración, imprescindible para la vida de la Iglesia.

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n silencio profundo. Hasta que el corazón estalla. “¡Qué violento deseo siento de ser misionera! ¿Qué sucedería si lo reavivase aún más con la visión directa de ese apostolado? Me haré carmelita... para sufrir más y con esto salvar más almas”. Teresa tiene 15 años cuando ingresa en un convento en Lisieux. Nunca pisará territorio de misión. Sin embargo, Pío XI, en 1925, la nombrará Patrona de la Obra de San Pedro Apóstol para el Clero Nativo y, en 1927, Patrona de las Misiones, junto con san Francisco Javier. Ella, una contemplativa misionera. Con un ardor que quería llevar hasta Hanoi, pero con una delicada salud que le llevó a hacer de su vida oración. Y, de esta oración, el mejor sostén de quienes marchaban más allá de las fronteras europeas para anunciar el Evangelio. Cada paso, aun cuando flaqueaban las fuerzas, por ellos. “Ando por un misionero. Pienso que allí, muy lejos, puede haber alguno casi al cabo de sus fuerzas en sus excursiones apostólicas, y, para disminuir sus fatigas, ofrezco las mías a Dios”.

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Hoy, un siglo después, esta conexión entre la acción y la contemplación ha forjado la cotidianidad de cientos de comunidades conventuales que oran por la misión. Algunas de ellas han dado el salto que anhelaba Teresita por los cinco continentes, haciéndose presentes en aquellos territorios donde apenas se ha escuchado el Evangelio, convirtiéndose en fermento orante en plena selva amazónica, entre templos budistas en India o a las afueras de un poblado en Kenia. “Llegué a Bolivia para un año y ya llevo 14”, explica la hermana María Antonia López, clarisa que dejó sus 18 años de clausura en el convento toledano de Madridejos por la que entonces era una joven fundación nacida en 1987 en San Ignacio de Velasco, en una pequeña localidad de la región cruceña que custodia parte del legado de las valiosas misiones jesuíticas. “El Señor al final hace lo que quiere con nuestra vida. Hay un texto del Éxodo en el que Dios le expone a Moisés que ha visto la opresión de su pueblo. Pues bien, esas palabras –detalla la religiosa– dieron vueltas en mí durante un tiempo, a la


La conexión entre la acción y la contemplación ha forjado la cotidianidad de cientos de comunidades conventuales que oran por la misión. vez que conocía el testimonio de algunas hermanas que habían viajado a Bolivia. Expuse mi deseo de hacer la experiencia y, aunque hubo quien me alertó de que quizá no era mi lugar, acepté correr el riesgo antes que permanecer de por vida con la idea de que estuve llamada a ir y no respondí”. Este salto a la misión dentro de la Orden de Santa Clara surgió como respuesta al decreto Ad gentes del Concilio Vaticano II, que invitaba a las órdenes contemplativas a fundar conventos en territorios de misión: “Los institutos de vida contemplativa, por sus oraciones, obras de penitencia y tribulaciones, tienen importancia máxima en la conversión de las almas, siendo Dios mismo quien, por la oración, envía obreros a su mies, abre las mentes de los no cristianos para escuchar el Evangelio y fecunda la palabra de salvación en sus corazones”.

El regalo del encuentro Con este deseo de fecundidad desembarcó María Antonia en su nuevo destino, una diócesis de

gran extensión y que apenas cuenta con una treintena de sacerdotes de diferentes nacionalidades para una población diseminada hasta tal punto que en algunos lugares difícilmente se puede celebrar la eucaristía una vez al mes. “Al llegar a Bolivia, volví a ser novicia. Sentí que tenía que reaprender y recolocar todo lo que había vivido hasta entonces”. Y eso que su día

a día no difiere mucho del ritmo en España, con más de cinco horas de oración diarias, exposición del Santísimo... En total, son 15 hermanas, de las cuales seis son españolas. “Alguna vez me he hecho la pregunta: «Y yo, ¿qué pinto aquí?» A menudo nos planteamos como una dicotomía contemplación y acción, dejando de lado lo fundamental. Lo importante es estar, acompañar, caminar con. Puedes emprender una obra en colegios, en hospitales

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o en centros sociales, pero todo eso solo tiene sentido si verdaderamente estás con la gente, si contigo y en ellos está Dios. Por eso nuestra misión la vivimos como una presencia orante en medio de nuestro pueblo, testimonio fraterno. Con el tiempo hemos descubierto que ellos aprecian y valoran nuestra vida de oración”. Es en este contacto donde la hermana María Antonia ha encontrado la mayor de las riquezas: “Lo más hermoso es el encuentro con la gente. Lo vivo como un auténtico regalo de lo alto, porque sientes que te están dando más de lo que tienen y de lo que tú les puedes ofrecer. Me han ayudado a conocer más a Dios desde la confianza, desde la cercanía de aquellos que me han demostrado que solo una vida sencilla te permite ser feliz”, explica de sus vecinos. “Todavía recuerdo cuando aterricé por primera vez y, al salir del aeropuerto, vi un cartel que decía: «La ley del cruceño es la hospitalidad». He podido constatar 32 misioneros

que es realmente así. La prueba es que no hay llaves en las puertas de las casas, porque son pobres en lo material, pero cuentan con un corazón de puertas abiertas”, añade. Como respuesta a esa llamada del papa Francisco para que la Iglesia sea casa de puertas abiertas, desde hace unos años participan una vez a la semana en la radio local Juan XXIII, con un espacio de media hora dedicado a la música sacra, que acompañan con meditaciones. Este curso han dado un paso más. “Desde hace tres semanas, preparamos una oración diaria de unos 15 minutos. Nos han pedido que ampliemos, porque son muchas las personas que han llamado a la radio agradeciendo este servicio. Nosotras estamos felices, ya que nos encantaría que vinieran a rezar a nuestra capilla y, de alguna manera, por medio de la radio, lo están haciendo”. Esta tarea de evangelización a través de las ondas es solo la punta del iceberg del trabajo cotidiano en el

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convento. Además, cuentan con un proyecto de apadrinamiento para niños en riesgo de exclusión social, en el que cuentan ya con una veintena de chavales a los que están facilitando el acceso a la escuela y, con ello, a un futuro. Iglesia joven, con un arraigo de la piedad popular que también se ha traducido en vocaciones para las clarisas. De ahí que, una década después de su llegada a Chiquitos, fundaran un segundo convento en Puerto Suárez, donde vivió María Antonia los primeros cuatro años de su puesta en marcha. Con esta trayectoria boliviana, ¿se siente misionera? “Me siento misionada, evangelizada por esta vida sencilla que comparto con la gente. Me siento enviada, pero soy quien da nada y todo recibe. Simplemente intento vivir con radicalidad y seriedad el Evangelio, siguiendo la regla de san Francisco, que nos invita a ser misioneros preocupándonos fundamentalmente de ser presencia y, si podemos, predicar”.


risma de santa Beatriz de Silva. “La mejor prueba de ello es la hermana Rufina, nativa africana, que está al frente de la casa de Akonibe como abadesa. Fue la primera nativa que ingresó en la orden. Es cierto que, en todos estos años, son muchas las jóvenes que han decidido dar un paso al frente con su «sí» a Cristo. Sin embargo, también son muchas las que han salido. Nuestro estilo de vida no es fácil, pero es verdad que aquellas que han permanecido son una referencia para nosotras”. Y es que renunciar a la maternidad en África, o mejor, valorar la maternidad espiritual, es todavía algo difícil de hacer comprender, tanto para las jóvenes, como para su entorno familiar. Hace

A este desafío está contribuyendo sobremanera el papa Francisco en este Año de la Vida Consagrada. “Le seguimos al máximo a través de Internet. Es un fenómeno del Espíritu, un hombre de Evangelio puro, de una gran ternura y gracia inmensa que «nos lleva a mal traer»”, bromea esta monja manchega, agradecida porque “nos sacude todo el tiempo, sabe de qué pie cojeamos y nos propone poner todo lo que está de nuestra parte para que nuestro testimonio sea real y creíble”.

Maternidad espiritual La hermana María de los Ángeles Cornelles tiene 71 años y también sabe lo que es poner los cimientos de una nueva casa. Llegó hace 29 años a África para edificar la primera fundación de las concepcionistas franciscanas en el continente negro: Guinea. “Fuimos voluntarias. Desde nuestra federación se hizo una invitación y algunas mostramos interés. Yo tenía claro

que solo daría el paso al ver que el proyecto no iba a salir si faltaba personal”. Así dejó su convento en la localidad castellonense de Benicarló. “Los inicios no fueron nada fáciles, sobre todo porque fuimos enganchando una enfermedad con otra. Afortunadamente ya estamos inmunizadas; todas esas dudas que se generan cuando estás débil desaparecieron y se han transformado en una firme confianza en Dios”. Durante este tiempo, María de los Ángeles ha visto cómo la semilla sembrada hace tres décadas comienza a dar fruto, siguiendo el ca-

tres años, se trasladó de Akonibe a Malabo, donde han puesto en marcha una nueva comunidad, en la que viven seis jóvenes africanas: tres guineanas profesas, una aspirante de Camerún y dos de Nigeria. ¿Qué sentido tiene una comunidad contemplativa en el corazón de África? “Nosotras recogemos todas las inquietudes, los dolores y las preocupaciones de los guineanos. Las hacemos nuestras en la oración. Rezamos por la Iglesia y por todo el mundo que sufre. No tenemos obras apostólicas como tales –por ejemplo, dar clase–, co-

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mo hacen otras instituciones, pero sí apoyamos en la acogida de quienes están solos y desahuciados”, comenta María de los Ángeles, convencida de la invitación que le hace Dios a ser “presencia cercana en los corazones sencillos. Nos sentimos llamadas a acompañar a quienes viven en estas periferias, a inculturar el Evangelio de Jesús entre aquellos que no cuentan para el mundo desarrollado. Me gusta llamarlo la «teología del acompañamiento», donde lo más importante no son las grandes obras, sino la

comprensión ante él y de adaptación ante las circunstancias”.

La experiencia más intensa

permanencia, la proximidad con nuestra voz y con nuestra oración”. Fue precisamente en África, durante su estancia en Nairobi en 1980, cuando san Juan Pablo II reivindicó el papel de estas mujeres en un discurso a las monjas de clausura: “La Iglesia está firmemente convencida, y lo proclama con fuerza y sin vacilar, de que hay una relación íntima entre oración y difusión del Reino de Dios, entre oración y conversión de los corazones, entre oración y aceptación fructuosa del mensaje salvador y sublime del Evangelio”. Así, las concepcionistas franciscanas ayudan a sostener a los más pobres de la ciudad a través de su trabajo: “Un padre salesiano nos enseñó a cocinar el noni, que es 34 misioneros

una fruta que podría asemejarse a la patata. La limpiamos, la cocemos y la elaboramos para venderla. Todos los beneficios que obtenemos son para los pobres”. Entre los proyectos en ciernes se encuentra la construcción de un pozo, que está pendiente de encontrar financiación y respaldo por Obras Misionales Pontificias. Si algo ha aprendido del contacto con el pueblo guineano es “su paciencia casi sin límites. Es una cualidad que tienen mucho más desarrollada que nosotros. En ocasiones, el sacerdote que celebra para nuestra comunidad se ha llegado a retrasar más de una hora. Nosotros nos desesperaríamos. Sin embargo, para ellos supone una oportunidad de encuentro, de

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Frente a estas experiencias de largo recorrido, el carmelita descalzo Antonio González se dispone a partir. Hace cinco años, los frailes españoles y portugueses de la orden que nació de la mano de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz se plantearon mirar a Oceanía. Tras recibir tres vocaciones de Timor, vieron conveniente poner un pie en la isla. Buscaban voluntarios, y Antonio se ofreció. Hace un año el proyecto comenzó a tomar forma, se empezó a acondicionar una casa y está previsto que en diciembre se constituya la primera comunidad carmelita del país. “Siempre quise ir a misiones. Ha formado parte de mi vocación, y se fortaleció cuando, hace 20 años, tuve la oportunidad de vivir durante nueve meses con la comunidad de Goma (R. D. del Congo), ciudad fronteriza con Ruanda, adonde fueron a parar la mayor parte de los refugiados fruto de aquel enfrentamiento fratricida.


Nos pidieron apoyo y, con 22 años, me ofrecí”, recuerda el carmelita, consciente de que “hoy puedo decir que ha sido y es la experiencia más intensa de mi vida, fundamental para descubrir la presencia de Dios. Tuve la oportunidad de compartir situaciones dramáticas; comprobar, por ejemplo, cómo el trabajo de los misioneros se venía abajo de un día para otro y, lejos de desanimarse, se ponían manos a la obra para empezar de nuevo desde cero. Pero, sobre todo, me quedo con el hecho de vivir con aquellos que lo han perdido todo, con quienes se han visto privados de toda dignidad”. Antonio ha sido uno de los carmelitas que han estado al frente de la organización del V Centenario del nacimiento de la santa de Ávila y, como tal, ha recorrido gran parte del mundo peregrinando con el bastón de esta por diferentes comunidades carmelitas: “En estos momentos vivo cómo termina una misión y empieza otra”. La santa da el relevo precisamente cuando se cumplen 100 años de la llegada de los primeros evangelizadores a

Timor. Ahora los caminos van por otro lado y las circunstancias son diferentes, con inquietudes y temores. “Empezar de cero da un poco de miedo. Te vas al otro extremo del mundo, con un cambio cultural enorme, que exige corazón y ojos abiertos para ver cómo inculturar el carisma del Carmelo. Para mí va a suponer un desarraigo, pero afortunadamente voy de la mano de los tres hermanos nativos que me enseñarán qué significa ser cristiano, traducido y moldeado allí. Va a ser una inmersión total”. Desde su mirada de consagrado, como contemplativo activo, subraya “la gran dimensión misionera” de las comunidades orantes. “Es el reflejo de la vida de la Iglesia. Si la mirada de la Iglesia se pone en estas comunidades jóvenes porque tienen fuerza y traen aires nuevos, en ellas también tiene que ubicarse su corazón, que encarnan los contemplativos. Es signo de vitalidad. En la misión hay una labor extenuante para hacer presente el Evangelio con palabras y obras, que solo se sostiene con la fuerza y la hondura de la oración. Santa Teresa decía que Marta y María tienen que caminar juntas, y este es el equilibrio que se ha de manifestar también en la misión ad gentes. El activismo, llevado al extremo, hace que pierdas el sentido del ser misionero, de la misma manera que una contemplación que no esté abierta a la realidad pierde autenticidad”. Por eso, este carmelita del siglo XXI pone en valor el papel de las monjas y monjes que “aparentemente no hacen nada, si se mide su labor en términos materialistas del mundo, pero que, sin embargo, son fecundidad para toda la humanidad. Como decía Teresa de Lisieux, «en el corazón de mi madre, la Iglesia, yo seré el amor»”. JOSÉ BELTRÁN

Cuando la clausura aterriza desde China

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l trabajo de los misioneros tiene sus frutos en las vocaciones que surgen para la vida contemplativa. En ocasiones, con testimonios verdaderamente excepcionales, que revierten no solo en tierras de misión, sino también en la vieja Europa. Si resulta complicado que, en medio de las presiones ejercidas por el régimen chino contra la Iglesia no oficial, el cristianismo se abra camino en el país más populoso del planeta, más extraordinario resulta que se den pasos hacia delante en la vida consagrada. De ahí la todavía mayor excepcionalidad que supone la decisión tomada por Zhang Yue Chun, una mujer de 56 años que el pasado mes de mayo ingresó en el monasterio de clausura de las agustinas recoletas de Vitigudino, en Salamanca. En el aeropuerto madrileño de Barajas la esperaba su hija, Sunshen, que es misionera agustina recoleta en España. Zhang cuenta con otras tres hijas más, de 28, 26 y 23 años, que también son religiosas en la misma congregación. Además, su único hijo, de 20 años, Su Guang Le, también se está formando para ser agustino recoleto. Fue a raíz de una grave enfermedad que sufrió Zhang, cuando todos se convirtieron al catolicismo y se bautizaron en 2007. Un año después se quedó viuda y, mientras sus hijas descubrían su vocación, en ella también surgió la necesidad de entregarse por entero. Ahora ha adoptado el nombre de María y ha entrado a formar parte del postulantado, dentro de una comunidad formada por 14 religiosas.

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