AÑO XXII Nº112 NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2013
Dirección: Rosa Lanoix
Diseño y maquetación: Antonio Aunés
Colaboradores:
Justo Amado, Fuencisla del Amo, Alfonso Blas, Ana María Fernández, María Teresa Fernández del Vado, Coro Marín, Alicia Muñoz, María Puncel Reparaz, Quique, Dora Rivas, Joan Sanmartí, José Ignacio Rivarés, Francisco Solé, Montserrat Vilaseca, Juan Zabala.
Fotografía::
José Ramón Moreno Guillo, EFE y Archivo de O.M.P.
Depósito Legal: M. 7103-1991
Imprime: :
ARIAS MONTANO, S.A. Para ponerte en contacto con nosotros: SUPERGESTO C/ Fray Juan Gil, 5 28002 - Madrid Si lo prefieres, llámanos al Tef: 91 590 27 80 También puedes hacernos llegar un e-mail: supergesto@omp.es y nuestra página web: www. revistasupergesto.es www.omp.es y www.domund.org
Suscripciones: Roberto Murga
suscripciones@omp.es
Se aproxima la Navidad. Y Jesús vuelve a nacer para ti y para todos. Su nacimiento nos llena de alegría y esperanza. Él es quien llena de sentido nuestra vida. Si caminamos a su lado, permaneceremos lejos de egoísmos, odios, enfrentamientos e incomprensiones, tan habituales en el mundo actual. Él nos llevará por la senda del amor fraterno, del saber escuchar, del comprender, perdonar, acoger, ayudar a los demás, sin excluir ni marginar... Es cierto que seguirle hoy a veces no resulta fácil. Precisa de nuestra valentía, esfuerzo y entrenamiento. Pero, ¿no merece la pena? Feliz Navidad a todos.
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EDITORIAL
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PAÍS A PAÍS
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Navidad en nuestro interior Hasta siempre, Alejandro
ANÉCDOTA Juan XXIII
TÚ,¿QUÉ PIENSAS? Una ley en China obliga a los hijos a visitar a sus padres
ESCAPARATE
Cristina Rodríguez y Blanca Serres, representantes de OMP en la JMJ Río
JMJ RÍO 2013
“Vayan, sin miedo, para servir”
HAGIOGRAFÍA Alejandro Labaka
PREMIO MONTSERRAT SARTO
“Lo aprendí en un libro”
FIRMAS INVITADAS Lorenzo Silva
PÓSTER
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ASÍ VA EL MUNDO DESDE LA MISIÓN
Marcos Delgado Arce, misionero en Benín
REPORTAJE
La cultura “selfie”
PUERTAS ABIERTAS
Sí al encuentro y la acogida
NOMBRES PROPIOS ESTE MUNDO CON NUESTROS MISIONEROS
Luisa Riera y Verónica Alonso
36 38 41 42 43 44
JÓVENES MISIONEROS
Juventud y Familia Misionera
RELATO
Una grieta en el asfalto
ESTÁ EN LOS LIBROS PARTICIPARON PIENSA Y JUEGA LA LLAMADA
E
s Navidad. Jesús viene a nacer en cada uno de nosotros. Y quiere comprobar cómo sigue siendo de acogedor nuestro interior... Apenas un pesebre, sí. Humilde, por no decir austero, pero en el que no debe faltar lo fundamental: siempre repleto del calor de la amistad; plagado de arrullos de amor, de abrazos de fraternidad; a rebosar de esa alegre luz que, en la oscuridad de la noche, siempre ilumina el futuro, que se desea mejor para todos; con las puertas abiertas de par en par al paso del necesitado, al regalo de la mera compañía: de la felicidad y penas compartidas... A Jesús le encanta hacerse presente por Navidad. Viene siempre, para quedarse; para que sintamos su presencia, su amistad, su capacidad de escucha. Quiere constatar la firmeza de nuestros pasos, saber de nuestros logros, pero también de nuestros problemas y preocupaciones, de nuestros titubeos. Quiere que descubramos nuestros fallos, para procurar no volver a caer en ellos, y que incidamos en lo que mejor hacemos en favor de los demás, especialmente de los más necesitados. Quiere escucharnos, que le contemos qué es de cada uno de nosotros, de nuestro existir... Y hablarnos para devolvernos la ilusión perdida en las refriegas de la vida y rellenarnos de esperanza nuestro reducido recipiente de miras, para que este rebose, para que en él nunca nos falte la dosis de justicia, libertad, amor y perdón que alberga toda
utopía; valores, entre otros, que Jesús nos enseñó para comenzar a saborear el Reino de Dios, un Dios que nunca defrauda. Navidad es la prueba de que otro mundo mejor es posible, y de que debemos empezar a construirlo en nuestro interior. Jesús se empeña en convencernos de ello y llega a hacerse uno de nosotros para enseñarnos el camino a recorrer. Un sendero en el que no cabe la indiferencia, la pasividad frente a los desafíos, el bienestar propio por encima de las urgentes necesidades de los demás. En nuestros días se sigue muriendo de hambre y sed, de enfermedad y pobreza, mientras una minoría practica un consumismo desaforado. Hoy la violencia de las guerras, del terrorismo, de la venta de armas... continúa sembrando la tierra de cuerpos destrozados por los disparos y las explosiones de las bombas. Actualmente la esclavitud y la explotación están lejos de ser abolidas, y la persecución por motivos políticos, religiosos, de raza o económicos está a la orden del día... A pesar de tanta desgracia acumulada en el planeta, para la que no tenemos soluciones milagrosas, la Navidad se empeña en convencernos de que, también en las periferias de la vida –o allí más necesariamente que en ningún otro lado–, la esperanza es posible. Para ello debemos estar ahí, sentirnos cercanos con todos los que caminan en las fronteras de la necesidad. Salir al encuentro de todos, porque, como ha dicho el papa Francisco, "caminar solo es feo y aburrido. Caminar en comunidad, con los amigos, con aquellos que nos quieren, esto nos ayuda, nos ayuda a llegar a la meta a la cual nosotros tenemos que llegar": la renovación y esperanza de una Navidad compartida. Sg
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a muerte de Alejandro Fernández Pombo –el pasado 12 de julio, a los 83 años de edad– nos ha llenado de tristeza a cuantos trabajamos en Obras Misionales Pontificias y, en especial, a todo el equipo de redacción de Supergesto, donde él ha colaborado desde el primer al último número, el anterior a este, en que se ocupó de Camboya, y que ya tuvo que revisar desde el cielo. Son más de 20 años, por tanto, los que Alejandro ha permanecido junto a vosotros a través de estas páginas. Dos décadas en las que ha recorrido "País a país" el mundo, contándoos su historia, repasando sus problemas, detallando sus costumbres y sus recursos naturales, la situación que vive la Iglesia allí..., especialmente en aquellas tierras de misión en las que están presentes nuestros misioneros. Y lo ha hecho con una inquebrantable fidelidad y lealtad hacia los lectores; nunca, ni siquiera en los peores
Por primera vez desde que Montserrat Sarto fundara esta revista en septiembre de 1991, las primeras páginas de esta publicación no están dedicadas a conocer mejor un país concreto, sino a recordar a una maravillosa persona que nos ha dejado, a la que todos nosotros siempre echaremos de menos y que no podremos olvidar por lo mucho que nos ha dado: su gran fe en Dios y en la vida, su amor por el periodismo y los jóvenes, su profesionalidad, su sencillez y humildad... Y, sobre todo, su sonrisa. Esa sonrisa particular que siempre le acompañaba y que era igual para todos. 4 SUPERGESTO
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momentos de su enfermedad, cuando su cansado pulmón le obligaba a estar hospitalizado, se ha permitido faltar a la cita que tenía con vosotros. Fuera cual fuera el esfuerzo y sacrificio que tuviera que hacer. Como mucho, se permitía echar mano de su nieta Teresa, que le ayudaba haciendo las tareas de secretaria. Hablar de Alejandro Fernández Pombo -natural de Mora, Toledo- no resulta fácil. ¡Habría tantas y tantas cosas que
decir y que contar! Alejandro ha sido un maestro del periodismo en España. Sí, literalmente. Porque la de maestro fue siempre su gran vocación (se doctoró en Ciencias de la Educación), y el periodismo, su profesión y la gran pasión de su vida. Alejandro fue director de Ya en la época en la que el periódico era el más vendido en Madrid y una referencia de la prensa española; profesor de la Escuela de Periodismo de la Iglesia (donde él sacó el número uno de su promoción); presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM); presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE); director de las revistas Signo, Vida Rural y Nuestra Ciudad… Para OMP y Supergesto ha sido un auténtico lujo haber podido contar con un colaborador como él, con su experiencia y su buen hacer periodístico. Alejandro siempre fue el alma de nuestras reuniones de trabajo. Cada vez que los miem-
bros de la redacción nos juntábamos para programar el número, llegaba cargado con sus papeles y recortes de periódicos: no solo sobre el país del que iba a escribir en la siguiente revista, sino con ideas y propuestas para el resto de las secciones. Porque así era él, siempre ayudando y colaborando con los demás. Debatiéramos el tema que debatiéramos para tratarlo en Supergesto, ahí estaba él con su cascada de conocimientos y sus anécdotas. También, con su insólita bondad y sencillez. Y con una humildad que le hacía querer pasar como uno más de la redacción, cuando, por supuesto, no lo era. Ninguno de nosotros tenemos una trayectoria profesional como la suya; ninguno hemos escrito más de una treintena de libros entre ensayos, biografías y narraciones; ninguno hemos sido merecedores de premios como el Mesonero Romanos, del Ayuntamiento de Madrid (1992), el Bravo, de la Conferencia Episcopal Espa-
ñola (1996), o el Doncel, por la biografía Maestro Azorín. Ninguno, tampoco, somos académicos de número de la Academia Hispánica de Filatelia o de la de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Alejandro ha sido antes que nada una buena persona. Un hombre de profunda fe en Dios y extraordinarios valores humanos, algo que siempre ha tratado de transmitiros a los jóvenes. Era también un enamorado de la literatura y, sobre todo, de la filatelia, afición que ha ocupado un destacado lugar en su vida; aunque el más importante, sin duda, lo haya reservado siempre para su familia, a quien adoraba: su esposa, María Teresa, y sus cinco hijos; entre ellos, Teresa, que, en cada número de Supergesto, ha hecho los mapas de los países sobre los que escribía su padre.
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¿Y qué voy a hacer yo ahora sin ti? Teresa, nieta de Alejandro y su "secretaria", ha querido compartir con vosotros este texto, cargado de emoción y sentimientos, que subió a Facebook recién fallecido su abuelo. Pero ¿y qué voy a hacer yo ahora sin ti? Esa sonrisa con la que me recibías cada día, aunque te hiciese sufrir cuando parecía que no llegaba nunca. A veces esperándome ya con los papeles en la mano dispuesto a trabajar el tiempo que hiciera falta y otras que estabas tan concentrado que apenas me sentías. La enfermedad decidía si trabajábamos o no, pero nunca te quejaste. A veces me molestaba que trabajases tanto porque quería que invirtieses tiempo en otras cosas, pero tenía que comprender que eso era tu mayor regalo. Me preguntabas cada día cómo estaba y qué había hecho hoy, me escuchabas, me animabas si tenía un mal día y me contabas alguna anécdota que me alegrase. Tantas anécdotas, tantas historias, tantos consejos. Guardándonos a mí o a mi hermana cualquier artículo que nos pudiese interesar de nuestras respectivas carreras, dabas por hecho que seríamos grandes en lo que estamos estudiando. Todo lo que te hacía para comer siempre me decías que estaba buenísimo,
esas ganas y siempre con hambre. Realmente ¿cómo eras capaz de hacer todo por la gente que te rodeaba? Aún no me lo explico, era lo que veía día tras día, y hasta el último, que intentabas no parecer que estabas mal, decías que estabas contento. Verdad, lealtad, honestidad, bondad... así te definen a todas horas, leo en el periódico, escucho a tus amigos y compañeros, "Nadie dice nada malo de él"... Para mí eres mi abuelo pero no un abuelo cualquiera, creo que he tenido la suerte de estar los dos últimos años muy cerca, la vida me puso a su lado, me dio la oportunidad de aprender de él, de aprovechar. Claro que ha habido veces que no tenía ganas de subir a su casa o de trabajar, o me he ido corriendo para aprovechar el fin de semana, pero estos años no
La filatelia, como decíamos, ha sido la gran afición de Alejandro durante años, aunque también le gustaba coleccionar otros cosas, como cerámicas. Este es el motivo por el que, yendo a contracorriente de las modas, ha tratado, desde la sección "¿Qué sé yo de sellos?", de que los jóvenes os acercaseis al mundo de la filatelia y que coleccionaseis sellos. De cualquier temática, la que vosotros queráis: España, otros países, monumentos, deportes, el Vaticano... Porque él, que disfrutaba cada domingo yendo a la Plaza Mayor para encontrar ese sello que le faltaba para enriquecer su colección, lo tenía muy claro: a través de la filatelia se conoce la historia y cultura de un país.
La biografía de Alejandro, por tanto, podría estar llena de datos y referencias. Así lo ha escrito Bernardino M. Hernando, uno de los muchos periodistas que han publicado en la prensa artículos preciosos sobre Alejandro tras su fallecimiento. Bernardino decía en El País: "… tuvo una vida larga y fértil. Tantos ilustres datos pudieron hacer de Alejandro un personaje. Nunca lo fue, nunca se dejó constreñir por la bambolla tonta de los brillos sociales y siempre estuvo a lo suyo: a trabajar cuanto podía, incluso en momentos poco propicios; a querer a su familia, su queridísima María Teresa, sus cinco hijos; a ser honrado y bueno a carta cabal, respetuoso, escrupulosamente respetuoso con to-
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los cambiaría por nada del mundo. Quizás él y mi abuela, que tantas veces me llevaron al teatro cuando era pequeña, me crearon este amor a la profesión que ahora les agradezco tanto. Me vienen tantos recuerdos bonitos que no soy capaz de empezar porque no terminaría nunca. Orgullosa y afortunada, así me siento. Gracias por estos años, gracias por lo que le has regalado al mundo, gracias por todo. Somos tan diferentes pero creo que me llevaré muchas cosas de ti a lo largo de mi vida, prometo intentar no enfadarme como a ti te gustaba que hiciera y ser responsable en la vida. Te quiere tu secretaria personal y ante todo tu segunda nieta. Aquí te dejo tu canción favorita. Un ramito de violetas, de Cecilia
dos. Y hay que tener mucha categoría para tanto respeto. Sus amigos bromeábamos: «Eres tan bueno que algunos van a creer que eres tonto», «cuando subas al empíreo, como no sueltes algún taco en la subida, te vas a pasar»". Nosotros esperamos que no, Alejandro. Que no te hayas pasado y que ya estés disfrutando del Señor en el cielo. Desde allí, ruega por nosotros. Trabajar contigo ha sido un gran regalo que nos ha brindado Dios. Un regalo que siempre echaremos de menos, pero que nunca dejaremos de agradecer. Muchas gracias, Alejandro. Jamás te olvidaremos. Sg ROSA LANOIX
Cristina Rodríguez (Madrid) y Blanca Serres (Tarragona) son las dos jóvenes españolas que, junto con el sacerdote Juan Martínez, han representado a las Obras Misionales Pontificias de España en la JMJ de Río de Janeiro. Allí han podido compartir su fe, y numerosas actividades, con otros jóvenes de las OMP de América Latina y Angola, en esa Semana Misionera previa a la llegada del papa Francisco. Después, asistir a los encuentros con el Santo Padre y escuchar sus mensajes para los jóvenes. De todo ello nos hablan en esta entrevista. 10 SUPERGESTO
Cristina Rodríguez y Blanca Serres, representantes de OMP en la JMJ Río 2013
“La JMJ de Río ha supuesto un gran refuerzo para nuestra fe” Presentaros a nuestros lectores…
Yo soy Cristina, y nací en Madrid (1990). Actualmente estoy finalizando mis estudios en CC Matemáticas por la UAM (Universidad Autónoma de Madrid). B: Yo me llamo Blanca, tengo 27 años, y trabajo en Barcelona en una agencia de publicidad, aunque soy de Tarragona. C:
¿Cómo fue esa llegada a Río? C: Llegamos por la noche al aeropuerto
de Galeão donde ya nos estaban esperando una docena de brasileños cantando y
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bailando. Y, no conformes con esto, cuando llegamos a la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en San Gonzalo, nos recibió una gran representación de las OMP de América Latina (y Angola), junto con los feligreses de la parroquia que prosiguieron con las danzas que dejamos a medias en el aeropuerto ¡Fue increíble! B: Yo recuerdo que, ya en el túnel de salida, se oían los cantos y pensé: "¿Quién arma ese jaleo?". Enseguida comprobé que esas voces eran las de aquellos que sentí-
an tanta alegría por conocernos y acogernos. Ellos nos llevaron en coche a la parroquia y, si ya me había conmovido recién aterrizada, una vez allí, empecé a intuir que la emoción iba a ser la tónica de los próximos días. Los gestos y abrazos de esos jóvenes me hicieron sentir como en casa. En terreno amigo, en familia.
¿Habíais participado ya en alguna JMJ? C: Yo tuve la gran fortuna de ayudar en
la JMJ de Madrid como voluntaria, pero nunca había asistido a ninguna otra como peregrina. Es una bendición haber podido vivir dos JMJ, de dos maneras diferentes, y valorar el trabajo de los voluntarios desde el otro lado de la barrera. B: Para mí, Río ha sido la primera JMJ. No pude asistir a la de Madrid, aunque estuve colaborando en la acogida diocesana de los jóvenes en Tarragona.
La acogida fue entonces estupenda... C: Desde el primer instante. Las familias
que nos recibieron se desvivieron por nosotros en todo momento. No solo no nos faltaba de nada, sino que además te lo proporcionaban todo con una sonrisa. Y al igual que estas familias, los voluntarios y las personas con las que convivimos. B: Yo estuve en casa de un matrimonio, con otra joven paraguaya. Tenían la casa llena de carteles de bienvenida. Esa gente se sentía especialmente emocionada de poder ofrecernos todo lo que son. Fueron padres y madres en un lugar desconocido, con un corazón inmensamente predispuesto hacia los demás.
¿Qué ambiente se respiraba en las calles y qué os llamó más la atención? C: Era una alegría constante, una fiesta
las 24 horas del día. Yo temía que tanta "fiesta" repercutiera negativamente en los actos litúrgicos y me sorprendió mucho el gran respeto que se vivía en ellos y cómo la fiesta la transformaban en oración. B: Hemos conocido a muchos jóvenes. ¡Tan diferentes! Cada día descubríamos cosas nuevas. El ambiente era festivo, felices todos de sabernos unidos en la fe. Para mí, ha sido una experiencia muy enriquecedora en la medida que he comprobado cómo, en cada país, en cada sociedad, en cada realidad, la Iglesia se adapta a las necesidades de su pueblo, y toma la forma
que corresponde, sin variar el contenido, que es el mensaje de Cristo.
¿Impresionaba ver a tantos jóvenes compartiendo la misma fe? C: Gracias a Dios, vivo en una diócesis con gran actividad juvenil y misionera, y, aunque esté acostumbrada a las multitudes, siempre impresiona ver que no hay límites en cuestiones de fe. Es imposible cuantificar el número exacto de jóvenes que nos encontrábamos allí, pero fe, solo había una misma fe. B: Si, impresionaba y también asustaba. Yo no paraba de preguntarme: "¿Puede ser esto un hecho puntual? ¿Y si esto es solo un espejismo, sin continuidad en nuestro día a día?" Pero rápidamente otras preguntas se agolparon en mi mente... ¿Había peligro de que la comida en casa de Zaqueo fuera un hecho puntual? ¿Existía riesgo de que las enseñanzas de Jesús no
tuviesen continuidad en la vida de los discípulos por miedo y debilidad? Claro que sí. Una JMJ celebra la fe y ofrece al joven una experiencia en Dios. Y es una oportunidad para remover los corazones y sentir a Jesús muy cercano. Por solo un joven a quien la JMJ acaricie el alma, y le impulse a vivir su fe hacia Dios y los demás, ya habrá valido la pena.
¿Cómo vivisteis la Semana Misionera previa a la llegada del Papa? C: Con mucha alegría y con ganas de
saber más. Participábamos con otras OMP en las celebraciones litúrgicas, en las distintas actividades, en las comidas… y, en cuanto podíamos, les preguntábamos sobre qué iniciativas llevaban a cabo en sus respectivos países. Fue muy enriquecedor, ya que no escatimaban en detalles y siempre contándolo con ilusión. B: Los voluntarios habían preparado
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Blanca Serres, Cristina Rodríguez y Juan Martínez compartieron en Río numerosas actividades con representantes de las OMP de otros países.
valientes como para encontrarnos solos ante Dios, y desnudar nuestra alma a los ojos del Padre. Y no, yo no lo soy. No lo somos. Lo que queremos que sea nuestra vida comienza por nosotros mismos, y muchas veces solo miramos la de los demás, evitando la mirada de Aquel que conoce más profundamente nuestros miedos y debilidades. No me avergüenza reconocer que me sentí "descubierta" por él en muchas ocasiones, y que lloré, y que al mismo tiempo me sentí en completa sintonía con un Papa que, como apuntó, "también necesita un confesor".
las palabras justas y el énfasis que lo caracteriza, el Papa nos recordó que el cristiano debe cultivar su corazón, como si de tres campos se tratara. El campo para sembrar, el campo de entrenamiento, el campo para la construcción. Nos invitó a acoger la Palabra de Dios y dejarla crecer en nosotros a pesar de nuestras imperfecciones. Nos recordó la importancia de la oración como entrenamiento, junto con la celebración de los sacramentos, en nuestra relación con Dios y con la Iglesia.
¿La JMJ ha cambiado algo en vosotras?
C: Yo no lo llamaría cambio, pero sí que
ha supuesto un gran refuerzo a lo que ya había y un gran impulso a querer conocer más. Más, del trabajo de las OMP, de la gran labor de los misioneros, a indagar en las distintas espiritualidades misioneras (por si encuentro por ahí alguna que encaje conmigo y mis rarezas… jeje)... B: Tras las palabras del Papa, me siento responsable de que la llama de Río no se apague nunca. Estoy profundamente agradecida de cómo me han tratado las familias de la parroquia de San Gonzalo. Ahora me toca a mí. Quiero estar disponible a Dios, y que las personas de mi entorno perciban esta disposición también hacia ellos.
actividades que nos acercaran a la realidad de su barrio y la vida de su parroquia. Las jornadas giraban en torno a la responsabilidad misionera que gravita sobre todos los cristianos. Y, a pesar de que estamos muy acostumbrados a hablar de la misión ad gentes y que a veces lo sentimos un concepto alejado de nuestra realidad, el cristiano tiene que saber acercarse a este mundo para reconocerse responsable de todos los hermanos, y para ubicarse en una familia mucho más amplia que es esta humanidad amada por Dios hasta el último rincón. Un cristiano, con espíritu misionero, es el que no le da la espalda al hermano, viva donde viva, ni aparta su mirada de los que pasan necesidad.
De los mensajes que transmitió a los ¿Algo que transmitir a los jóvenes jóvenes, ¿qué os caló más hondo? después de vivir esa JMJ? C: Mensajes, muchos; la inmensa mayoC: Me gustaría recordar las palabras del
la cantidad de personas que había en Copacabana, que, junto con la lluvia, el cansancio... hacían que algunos peregrinos perdiesen la paciencia y se escucharan algunos comentarios feos. Pero, en medio de ese caos, al comienzo de los actos, no se oía queja alguna, solo los responsorios de las celebraciones y el silencio. B: Yo, ese "Reflexionad, en el silencio...". No pude participar en la JMJ de Madrid y, ante esta nueva oportunidad, sentía temor de encontrarme con un evento protagonizado por una euforia vacía o poco meditada. Quizá el Papa también llevaba esta inquietud en el corazón, y no paraba de propiciar momentos para que reflexionáramos en el silencio, en la oración. Nos preguntaba si éramos lo suficientemente
seguir a Jesús son: la oración, los sacramentos y la ayuda a los demás. Te pregunto: ¿Yo rezo? ¿Yo hablo con Jesús? O le tengo miedo al silencio". Eso me recordó que yo descubrí mi fe a través del silencio de un sacerdote. B: Durante la Vigilia, fue cuando más natural y más cómodo encontré al Papa. Habíamos comentado entre los jóvenes cómo había increpado a los políticos, a las autoridades y al clero con contundencia. Aquella noche nos tocó a nosotros. Todos nos lamentábamos de no haber podido celebrar el evento en el Campus Fidei, en Guaratiba, por causa de la lluvia. "Quizás Dios, con este contratiempo, nos ha querido decir que el verdadero campo de la fe somos nosotros mismos...", comenzó. Con
De los encuentros con el Papa, ría, procedentes de la Vigilia de oración. Papa en la misa de clausura: "Vayan, sin Ahora mismo, la primera frase que me miedo, para servir." Porque como decía la ¿qué destacaríais? C: El ambiente que se vivía. Era increíble viene a la cabeza es: "... los pasos para Beata Teresa de Calcuta: "El que no vive
para servir, no sirve para vivir". B: Los jóvenes españoles vivimos hoy un periodo de turbulencias, de dudas profundas y de desencanto. Podríamos creer que nos toca pensar en nosotros mismos, en nuestros problemas, en nuestra miseria. Pero vale la pena levantar la cabeza y ver todo lo que el mundo es y responsabilizarnos de lo que pasa en cada rincón del planeta. Sentirnos parte de la Iglesia universal nos enriquece, nos llena de coraje y nos anima a vivir el precioso don de la fe en comunión con los hermanos. Es especialmente necesario que los jóvenes participen de este tipo de encuentros y se llenen de fuerza para desafiar lo establecido. Sg LETICIA GONZÁLEZ
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Natural de Madrid –nació en el popular barrio de Carabanchel, el 7 de junio de 1966–, Lorenzo Silva se licenció en Derecho en la Universidad Complutense y estuvo trabajando como abogado de una gran empresa del sector energético desde 1992 hasta 2002, tras pasar un año como auditor de cuentas y otros dos como asesor fiscal en una firma multinacional. Sin embargo, él siempre supo que su camino era otro: la literatura. Desde que se volcara en ella, allá por 1980, ha escrito numerosos relatos, poemas, novelas y ensayos, que le han valido el reconocimiento internacional, así como numerosos premios; entre ellos, el Nadal 2000, por El alquimista impaciente, o el Planeta 2012, por La marca del meridiano. Otra de sus obras, La flaqueza del bolchevique, fue adaptada al cine por el director Manuel Martín Cuenca, junto al cual fue nominado al Goya al mejor guión adaptado en 2004. Es asiduo colaborador de periódicos, revistas y radio, y su obra ha sido traducida al ruso, francés, alemán, italiano, catalán, portugués, danés, checo, árabe e inglés. También ha escrito algunos títulos para el público infantil y juvenil, como Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia, Laura y el corazón de las cosas o la reciente Suad (ver reseña de este libro en la página 41 de nuestra revista), con la que ha obtenido el Premio La Brújula 2013 de valores. Por todo ello, Supergesto le ha pedido que dé el "pistoletazo de salida" a nuestro Premio Montserrat Sarto "Lo aprendí en un libro", y que nos cuente su experiencia personal de cómo le ha enriquecido a él la lectura. 20 SUPERGESTO
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n un libro aprendí no diré que todo, porque he tenido la suerte de que mis mayores, aquellos a los que pude conocer (mis padres, mis abuelos y mi abuela paterna), hablaran a menudo conmigo, tuvieran historias que contar y supieran contarlas. Pero aparte de lo que les debo a ellos, y a esa media docena de maestros de carne y hueso que como mucho (y con suerte) le depara a uno la vida, y a esas pocas decenas de personas con las que uno (de nuevo si es afortunado) llega a entablar una conversación con sustancia y a sacarles el jugo de sus vivencias, todo los demás que sé lo aprendí en las páginas de un libro. Por eso me cuesta entresacar algo, y prefiero hacer una lista, aunque no pretenderé que sea exhaustiva y procuraré limitarme a lo esencial. Lo primero que aprendí es que el mundo es ancho y complicado, que solo vemos una parte pequeña y que de lo que vemos es poco lo que entendemos. "Hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que sueña tu filosofía", le dice aquel personaje de Shakespeare a otro que cree saber mucho. Y es un buen punto de partida para echar a caminar por el mundo. Las hemerotecas están llenas de tonterías dichas por personas que no tuvieron la precaución (o el privilegio) de hacer este aprendizaje. Y eso, lo dicho, casi es lo de menos, aunque a veces las palabras sean capaces de herir como puñales. Lo malo es lo que muchas personas hacen, y hacen a otros, ignorando esa limitación. Lo segundo que aprendí en los libros es que en la vida uno tiene que tratar de servir de algo a los demás, porque a la postre esa es la única manera de servir de al-
go a uno mismo, durante el rato que se nos deja estar por aquí, que por lo común es demasiado corto para alterar nada decisivamente pero también demasiado largo como para malgastarlo mirándose el ombligo. Lo tercero que aprendí, y a estas alturas debe quedar claro que este orden es el orden en que me van viniendo las ideas a la cabeza, y no implica ninguna jerarquía, es que cada uno tiene derecho a construir en libertad sus pensamientos y sus creencias, y es una gran necedad, además de una gran descortesía, atrincherarse en los pensamientos y las creencias propias para desacreditar, ridiculizar o en cualquier modo despreciar las creencias y pensamientos
de los demás. Hay muchas formas de sentir y concebir el mundo, y ninguna es esencialmente superior a otra. Lo que sí existen, sin duda, son modos más nobles y más ruines de vivir en relación con las propias ideas y sentimientos, y más vale tratar con quienes son coherentes y leales con lo que dicen ser que con quienes
y torpes que ha producido el hombre) y que en la paciencia y la capacidad de sacrificio tiene el hombre sus armas más valiosas. Y lo quinto y último, por lo que a estas líneas se refiere, se lo debo a los estoicos y al Evangelio, y se condensa en dos ideas que para mí forman las caras de una "Cada uno tiene derecho a construir en misma monelibertad sus pensamientos y sus creencias... da: no creas ser lo que tieHay muchas formas de sentir y concebir nes, porque al pretenden el mundo, y ninguna es superior a otra". final solo eres ser una colo que das, sin sa cuando exigir ni mirar en realidad son otra. que el otro lo merezca; de nadie has Lo cuarto que aprendí es que nin- de quejarte y a nadie has de pedirgún camino que lleve a algo valioso le cuentas por tus adversidades, anes fácil ni rápido (temo que la Lote- tes que a ti mismo. Sg ría, que tantos entusiasmos suscita, es uno de los inventos más nocivos LORENZO SILVA NÚM. 112, NOVIEMBRE-DICIEMBRE DE 2013
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