El Papa Luna de Peñíscola y el enigma del Santo Grial Vicent Melià Fotografías Jordi Maura, Vicent Maura y Estela Roca
Biblioteca Talaia, 1
Benicarló,
2007
Primera edición julio de 2007 © Texto Vicent Melià Bomboí © Fotografías Jordi Maura • Estela Roca • Vicent Maura © Esta edición Onada Edicions Onada Edicions Plaça de l’Ajuntament, local 3 Ap. de correus 390 12580 Benicarló www.onadaedicions.com onada@onadaedicions.com © Diseño de la colección Ramon París Penyaranda Maquetación Maria Jesús García Grau Corrección de textos: Vicent Palatsí y Carme Pinyana i Garí Papel interior Creator Silk, 170 gr · Torras Papel Papel cubierta Invercote G, 300 gr · Torras Papel Impresión NexoGráfico ISBN 978-84-96623-10-1 Depósito Legal: Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro o por otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.
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PRÓLOGO
H
e de reconocer que el hecho de escribir estas palabras no se debe a que me considere experto ni conocedor del tema que trata. Se debe, más bien, a una relación cordial con el autor quien, hace años, fue alumno mío en la universidad, y a quien considero capaz de realizar con rigor aquellos trabajos intelectuales a los que se entregue y dedique. Frente a un título como el de este libro, me siento extraño, especialmente con un tema tan esotérico como el del Grial. Mi dedicación durante más de 14 años ha sido a la reflexión filosófica sobre las diversas formas de las paces, y la búsqueda de diferentes formas de diálogo intercultural y de creencias. Sin embargo, una de las facetas de nuestra metodología consiste en recuperar narraciones, leyendas y acontecimientos históricos, de manera que podamos reconstruir y desaprender todo aquello que ha producido odio, violencia y muerte entre los seres humanos, para aprender de aquellos momentos que, junto a estos más negativos, se han iniciado procesos de paz, se han buscado acuerdos, o se han promovido pactos por medios pacíficos. La complejidad de la vida del Papa Luna, el Cisma de Occidente de la cristiandad occidental, y la leyenda del Santo Grial son abordados en el libro, teniendo como centro
el castillo de Peñíscola. Es muy interesante la metodología que Vicent Melià utiliza, por ejemplo para explicar su hipótesis sobre el mensaje de la Fuente del Jardín de Benedicto XIII que actualmente se encuentra en la catedral de Tortosa. Lectores y lectoras pueden dejar llevar su imaginación cuando la contemplen, directamente de la mano de Melià e incluso yendo más allá con otras lecturas y propuestas. La fantasía del propio autor queda bien definida en las páginas 38 y 39 en donde se imagina como Benedicto XIII se veía a sí mismo. Desde nuestra perspectiva de filosofía para hacer las paces, una de las hipótesis más atractivas –y audaces– de Melià consiste en reconocer en las tres partes del Cáliz conservado en la Catedral de Valencia, presencia de las culturas y creencias judía, cristiana e islámica. Si la lectura de este libro, mezcla de imaginación y trabajo, guía para visitar Peñíscola y poblaciones de su entorno, llegando incluso a la catedral de Valencia, nos sirve también de estímulo para aprender que es posible convivir desde creencias y culturas diferentes, ¡bienvenido sea! Vicent Martínez Guzmán Professor Titular de Filosofia, Universitat Jaume I Director Cátedra UNESCO de Filosofía para la Paz Universitat Jaume I 5
ÍNDICE Preámbulo 7 1. El enigma del tesoro del cisma
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2. ¿Existe un mensaje oculto en la fuente del jardín de Benedicto xiii?
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3. El grial de Valencia y Benedicto xiii
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4. Simbología de los materiales del Grial
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4.1. Simbología de la estructura
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4.2. Significado del material
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4.3. En busca de Lilzáhira
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5. La huida de Juan Carrier
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6. La ruta Lilzáhira
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7. Miradas hechizadas de piedra: algunos retratos de los personajes del cisma
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8. El rompecabezas triangular
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9. Bibliografía
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5 El Bufador en acción. La roca de Peñíscola está tejida en sus entrañas por un enigmático laberinto. El Bufador, la cueva de la Plaza y la del Altar, son la manifestación visible de un recorrido subterráneo en su mayor parte desconocido.
PREÁMBULO
N 3San Pedro realizando un milagro. Detalle de un retablo del siglo xiv; conservado en el Museo Diocesano de Gerona.
uestra vida está repleta de pequeños accidentes de apariencia insignificante, que por regla general no suelen tener explicación lógica. Pero éstos poseen la propiedad mágica de dar un giro radical a nuestras creencias; y mi accidente personal, el que hizo que diera el primer paso en el laberinto que representa la búsqueda del Grial, estaba oculto, esperándome, en un vulgar agujero, en el suelo de una casa en ruinas de la ciudad de Peñíscola. 7
“A
seguráis soy un Papa dudoso; yo lo acepto. Pero antes de ser Papa fui
Cardenal, y Cardenal indiscutible de la Santa Iglesia de Dios, ya que fui investido antes del Cisma. Soy el único Cardenal, anterior al Cisma, vivo aún. El resto ha muerto... Si como aseguráis todos los Papas elegidos después son dudosos, también lo son todos los Cardenales que han sido nombrados por ellos. En consecuencia, soy el único Cardenal auténtico, sin mancha de principio. Como los Cardenales son los que nombran o eligen Papa; yo solo, pues, soy el que puede designar o elegir un Papa auténtico. Si continuáis entendiendo que no soy Papa legítimo, no podéis negar, en cambio, que soy el único Cardenal auténtico. Y puedo aceptar la vía de cesión que tanto os entusiasma y nombrarme, una segunda vez, yo mismo. Pero si vosotros no queréis que el Papa sea yo, no podéis impedirme que sea el único que pueda nombrar a este otro Papa” (Benedicto XIII justifica su legitimidad en Perpiñán 1415)
San Pedro en Cátedra, siglo xv. Obra de Jaume Serra. Museo Nacional de Arte de Cataluña. Posible representación de Benedicto XIII, junto a sus cardenales.
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1. EL ENIGMA DEL TESORO DEL CISMA
A
Escudo flordelisado de la Orden de Montesa. Puerta lateral de la Iglesia de Nuestra Señora.
Escudo heráldico de Benedicto XIII, sobre el portal de San Pedro. Realizado por el escultor Filibert Bertalla (1414).
l instalar Benedicto XIII su corte papal en Peñíscola, en el año 1411, trasladó desde Aviñón a esa ciudad un conjunto de obras de arte, piezas de culto e importantes reliquias. Así como también, una formidable biblioteca con más de 2.500 ejemplares, donde se encontraban obras de literatura, filosofía, teología, arquitectura, medicina, alquimia, astrología e incluso una importante colección de libros sobre magia. Además este tesoro se amplió con todas las reliquias y documentos que en ese momento eran propiedad de la Orden de Santa María de Montesa. La Orden de Montesa (13191592) fue la heredera de parte del patrimonio físico e intelectual de la Orden del Temple, por ello es de suponer que el Castillo de la Ciudad en el Mar, aparte de su ubicación estratégica, tenía en sí mismo otro gran valor añadido: contenía gran parte del legado templario.
Esto podría explicar uno de los motivos, por los que Benedicto XIII (1394-1423) eligió Peñíscola como sede pontificia, frente a ciudades tan importantes como Valencia, Barcelona o Zaragoza. Otro dato importante para sustentar esta hipótesis es la fecha de construcción del Castillo de Peñíscola. Fray Berenguer de Cardona, Maestre de la Orden del Temple en Aragón y Cataluña, es quien en 1294 inicia su construcción, que finaliza el año 1307. Curiosamente es en este año de finalización de la obra, 1307, cuando la Orden de los Caballeros del Templo de Salomón es perseguida en Francia. Las crónicas cuentan que una flota con un cargamento sin precisar, la víspera de la detención de los templarios franceses, huye con destino desconocido. La lógica estratégica nos dice que si esta flota existió, con una probabilidad de más del 90% 9
La Biblioteca del Papa Luna era como el caldero de un mago. En su panza hervían como pócima, los pensamientos del mundo clásico, las innovaciones médicas y alquímicas, los planos de los artilugios más ingeniosos, así como los estudios más atrevidos sobre las estrellas y la magia. Esta concepción abierta la hizo la biblioteca más importante y completa de su tiempo.
Estudio de Benedicto XIII. En la puerta de entrada se observa el blasón pontificio con la luna invertida, la tiara de San Silvestre y las llaves, símbolo de San Pedro.
tomó rumbo hacia Peñíscola; por tres grandes razones, la primera, porque el Castillo acababa de ser construido con todos los avances defensivos del momento; la segunda, porque la Ciudad en el Mar había demostrado durante siglos ser una fortaleza inexpugnable, lo cual garantizaba la seguridad; y la tercera, que en la Corona de Aragón se mantenía la política de ofrecer asilo y de proteger a los exiliados Caballeros del Templo. 10
Por ello, según la hipótesis anterior, podemos deducir que el Tesoro del Cisma estaba compuesto por: a) Obras de arte transportadas desde Aviñón. b) Una formidable biblioteca. c) Aportaciones de las órdenes del Temple y de Montesa. d) Importantes reliquias de la cristiandad. e) Piezas encargadas y diseñadas por el propio Papa.
a) Un conjunto de obras de arte transportadas desde Aviñón. De ellas únicamente quedan como testimonio, el báculo que perteneció al Papa Clemente VII (1378-1394) en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, las tapas del Evangeliario del Papa Benedicto XIII, manufactura de plata franco-flamenca (talleres de Perpiñán, siglo xiv-xv) y una arqueta reliquiario, con molduras de marfil, de los talleres venecianos de Embriachi el Viejo, éstas se conservan en la Parroquia de la Asunción de Traiguera (Castellón). Ventanales del estudio del Papa Luna. Uno orientado hacia el amanecer (Este) y el otro hacia el atardecer (Oeste). Desde ellos observaba las estrellas y estudiaba la posición de los astros.
b) Una biblioteca con más de 2.500 códices, reconocida como una de las más importantes de la Edad Media y precursora de las grandes colecciones del Renacimiento. Para hacernos una idea de la importancia de esta colección de libros y documentos, podemos afirmar, sin exagerar, que esta biblioteca sería equivalente a los “fondos secretos”de cualquier potencia económica y militar actual; puesto que sus muros custodiaban más de diez
En este estudio Pedro de Luna escribió uno de los libros más importantes: Libro de las consolaciones de la vida humana (1420-1423). El Papa Luna hizo copiar, al miniaturista Antonio Sancho, una crónica de Ptolomeo de Luca, y uno de sus libros predilectos fue un ejemplar de Vitruvio sobre arquitectura.
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Detalles de la iglesia pontificia del castillo. Según las leyendas en su pavimento se encuentra enterrada la piedra del antiguo altar. Fue partida por la mitad en una ceremonia, años después de finalizado el Cisma, al declarar antipapa a Benedicto XIII.
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siglos de conocimiento en todas las artes y las ciencias de Europa y de parte de Oriente… La biblioteca por sí misma era un gran tesoro codiciado; en su vientre guardaba los secretos de construcción de las grandes catedrales de Francia, Castilla, Aragón, Cataluña, Valencia… planos de máquinas y de artilugios tanto militares como civiles, además de una fantástica colección sobre libros de magia y de astrología. Todos los historiadores e investigadores sobre la Biblioteca de Peñíscola coinciden en que realmente estos libros ocultos existieron. Hasta tal punto era conocida la existencia de esta “sección maldita de la biblioteca del Señor de Luna” que en la asamblea de Pisa (1409) al no encontrar ningún motivo ob-
jetivo para acusar a Benedicto XIII de antipapa le declaran, por tener conocimiento de la existencia de estos libros: “culpable de hechicería y de tener tratos con el demonio, para que le otorgue un poder sobrenatural”. Sin duda Pedro de Luna parecía tener un poder sobrenatural, puesto que sobrevivió, en sus 29 años de pontificado, a feroces asedios y a varios intentos de asesinato, así como al poder de los Papas romanos, Bonifacio IX (1389-1404), Inocencio VII (1404-1406) y Gregorio XII (14061415); también resistió a los Papas de Pisa, Alejandro V (1409-1410) y Juan XXIII (1410-1415). ¿Dónde están y de qué tratan los libros malditos del Señor de Luna? ¿Qué enigmas ocultaba la Biblioteca de Benedicto XIII?
Salón Gótico. Bóvedas de arco apuntado construidas con exquisita fábrica de sillería. En las entrañas de esta magna estancia se generaron las estrategias de poder más importantes de la historia de la Iglesia Católica. También aquí resonaron con fuerza las terribles palabras del cardenal Juan Carrier (1923), cuando acusó a los cardenales Gil Sánchez, Julián de Loba, Jimeno Dahe, Domingo de Bonnefoi y al obispo Alfonso Borja... de rapiñar el contenido del Tesoro del Cisma, e incluso de repartirse las reliquias y de utilizar el añillo del “Pescador” para falsificar documentos y bulas.
c) Documentación y aportaciones del Temple y de la Orden de Montesa. No hay que olvidar que Benedicto XIII llegó a ser temporalmente Gran Maestre de la Orden de Montesa 1409-1410, y que esta Orden fue el resultado de la metamorfosis de Caballeros Templarios de Aragón, Cataluña y Valencia. d) Importantes reliquias de la cristiandad. Se conocen, las desaparecidas Espinas de la Corona de Cristo, donadas por Benedicto XIII a la Arci-
prestal y Convento de San Francisco de Morella; restos de San Pedro Mártir y Santo Tomás de Aquino entregados, en el seno de imágenes relicario, a los Dominicos de Calatayud, también desaparecidos. La Tiara de San Silvestre, la primera tiara de los papas (robada)… Según las hipótesis de este estudio, también perteneció a este Tesoro el Grial, el Santo Cáliz de la última Cena que actualmente se custodia en la Catedral de Valencia. Y, por ser el último refugio templario, es muy probable que se guardara el contenido del Arca de la Alianza. 13
Detalles del castillo de Peñíscola. Cocina y aljibe. Impresionante bajada de piedra al Salón del Cónclave y a las mazmorras. Ventanales de estilo gótico. 14
e) Además, este Tesoro fue enriquecido con decenas de joyas regaladas al Papa. Como por ejemplo la Rosa de Oro (desaparecida) que el platero zaragozano Guimot Jabiol entregó al pontífice en 1413, con motivo de las Disputas celebradas en Tortosa, así como múltiples piezas religiosas y de arte encargadas e incluso diseñadas por el propio Benedicto XIII (de éstas apenas quedan una docena repartidas entre las poblaciones de Peñíscola, Morella, Traiguera, Tortosa…) Cabe destacar, entre las piezas diseñadas por el propio Papa, la Fuente del Jardín del Palacio Pontificio, una obra escultórica que actualmente se encuentra en la Catedral de Tortosa que, según intenta demostrar este estudio, oculta un mensaje relacionado con uno de los misterios de la cristiandad; el enigma del Santo Grial. Pero, ¿qué fue de este Tesoro? Existen cinco momentos en los que éste pudo desaparecer o perder parte de su contenido: 1º) Una corriente religiosa, no conforme con la sucesión de Bene-
dicto XIII se lleva parte del Tesoro (1423). 2º) Al finalizar el Cisma de Occidente (1429). 3º) Las tropas napoleónicas expolian piezas y documentos del Cisma (1812-1814). 4º) Durante la Guerra Civil española (1936-1939). 5º) Acabada la contienda Civil desaparece una partida de obras de arte y documentos sin precisar (1939-1940). 1) Al finalizar el Cisma de Occidente, cuando en 1429 abdica Clemente VIII, se utiliza parte del Tesoro para el pago de deudas contraídas por la Curia Peñiscolana y otra parte es trasladado a Roma. El final del Cisma se escenifica en la población castellonense de San Mateo el 15 de agosto de 1429, cuando según la historia oficial, el último Papa de Peñíscola Clemente VIII (1423-1429), Gil Sánchez Muñoz, curiosamente nombrado Cardenal poco tiempo antes de la muerte de Benedicto XIII, abdica a favor del Pontífice Romano Martín V (1417-1431).
Deterioro en las bóvedas causada por el salitre y la humedad. Para evitar que el efecto corrosivo del mar afectara a los libros, se elaboró un ingenioso mecanismo compuesto por una serie de hornos que calentaban el aire del interior de la Biblioteca pontificia, por medio de unas canalizaciones de material cerámico manufactura de artesanos de Traiguera.
El hábil negociador de esta obra ensayada, de esta escenografía final será, nada menos que, el obispo Alfonso de Borja (1378-1458); el que con el tiempo llegará a ocupar el Sillón Papal de Roma con el nombre de Calixto III (1455-1458). Durante este proceso final no queda claro el paradero de parte
del Tesoro, sobre todo el de dos objetos muy importantes y codiciados: • El Liber Censuum, volumen de gran valor que contenía los títulos de propiedad de la Iglesia. • La Tiara de San Silvestre, la primera tiara papal. Una corona cónica, toda de metal, con tres círculos de piedras preciosas. Se cree que al finalizar el Cisma fue recuperada por Roma, pero ésta desaparece pocos años después, robada del Tesoro de la Basílica de Letrán. 2) Una corriente liderada por el Cardenal Juan Carrier (1423), se lleva de Peñíscola importantes documentos y reliquias (se habla incluso del contenido del Arca de la Alianza). Aprovechando que el cardenal Juan Carrier (Vicario General del Papa Luna en los estados franceses del Conde Armagnac) estaba en el sur de Francia, parece ser que desinformado sobre la muerte de Benedicto XIII, los cardenales Julián de Loba, Jimeno Dahe, Domingo de Bonnefoi y el reciente nombrado Cardenal Gil Sánchez, el 10 de 15
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3Detalle de la faja heráldica donde aparecen esculpidos los escudos de los promotores del castillo, frey Berenguer de Cardona, Maestre de la Orden del Temple en Aragón y Cataluña y frey Arnaldo de Banyuls, comendador de Peñíscola, junto al emblema de los Caballeros del Templo de Salomón.
junio de 1423 se reúnen en cónclave en Peñíscola, donde eligen Papa a Gil Sánchez Muñoz, que toma el nombre de Clemente VIII (14231429). Sospechosamente, de estos cuatro cardenales que forman este cónclave, Bonnefoi y Dahe, más tarde, serán encarcelados.
Cuando el cardenal Juan Carrier, en diciembre de 1423, regresa y comprueba que Benedicto XIII ha muerto (casi 8 meses después del suceso) y a la vez constata que, Gil Sánchez ha sido nombrado Cardenal y que además, ha sido elegido por la vía de urgencia Papa, redacta un manifiesto no
4 Monumental puerta románica (s. xii) del templo Arciprestal de San Mateo. Testigo de dos grandes acontecimientos: Las Controversias cristiano-rabínicas (1414) y la renuncia al pontificado de Clemente VIII (1429).
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