4 minute read
Conoce La Historia Con Gm2: El muro de Berlín con Sevilla como telón
Conoce la historia con
El muro de Berlín con Sevilla como telón de fondo
Advertisement
Transcurría el 12 de octubre de 1987 cuando los ajedrecistas, por aquel entonces ciudadanos de la Unión Soviética, Anatoli Karpov y Garri Kasparov comenzaron a disputar la final del Campeonato Mundial de la especialidad en la ciudad de Sevilla. Un acontecimiento que trascendió las fronteras de deporte, no solo por lo que respecta a la enconada rivalidad (deportiva, política y social) entre ambos contendientes, si no por el impacto que tuvo en la sociedad española de la época y en especial en la siempre colorida capital hispalense.
Durante el siglo XVI, Sevilla había alcanzado la condición de ciudad más rica de España y ese esplendor estaba a punto de volver a la ciudad. De hecho, durante aquel periodo conocido como el Siglo de Oro de la cultura patria, Sevilla se convirtió en enclave de vital importancia para el tránsito con América Latina gracias a su puerto fluvial, a través del club llegaba gran parte del oro procedente del nuevo continente. En 1987, Sevilla se encontraba a un lustro del albergar la Exposición Universal de 1992, que la devolvería al primer plano mediático a nivel mundial e influiría decisivamente en el proceso de modernización de la ciudad.
El imponente Teatro Lope de Vega fue el escenario escogido por la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para medir las fuerzas de un combate deportivo que se presumía sería titánico. Por su parte, el Casino de la Exposición ejerció como centro internacional de prensa para los más de 800 periodistas acreditados y punto de encuentro para aficionados, que se dieron cita durante las más de 100 horas de lucha de un duelo silencioso y de fuerte contenido psicológico.
Como es menester en acontecimientos de tan singulares características, los prolegómenos fueron el caldo de cultivo ideal para multitud de anécdotas variopintas. Una de las más recordadas fue el diseño de las torres del tablero a imagen y semejanza de una de las enseñas de la ciudad, la Torre del Oro, cuyos 36 metros de altura lucen orgullosos en el margen izquierdo del río Guadalquivir desde el año 1221. Además, la función de dichas torres no fue puramente ornamental, ya que albergaban un chip para el control de las partidas de forma informática y así reflejar informáticamente los movimientos de las piezas.
La competición se disputó al mejor de 24 partidas y las victorias contaban 1 punto, los empates 0,5 y las derrotas cero. La contienda finalizaría cuando uno de los dos ajedrecistas alcanzara la cifra de 12,5 puntos o fuera capaz de imponerse en 6 partidas. En caso de empate a 12 puntos, Kasparov retendría
Conoce la historia con
El muro de Berlín con Sevilla como telón de fondo
el título que había conseguido dos años antes tras derrotar al propio Karpov por 13 a 11 puntos en un enfrentamiento celebrado en Moscú.
Especialmente significativo fue lo sucedido en las partidas quinta, undécima y vigésimo cuarta. En la primera de ellas, se impuso Karpov gracias a una combinación de un error de Kasparov y una magnífica defensa Grünfeld ejecutada por el aspirante. Esta acción se volvería a repartir en diversas ocasiones durante la serie, por lo que sería bautizada como la variante sevillana. En la undécima, Karpov se encontraba en una posición inmejorable para alzarse con la victoria, hasta que tuvo un monumental lapsus que lo dejó a merced de su contrincante, quien no daba crédito a lo sucedido y comenzó a realizar ostensibles gestos de incredulidad y sorpresa, lo que muchos interpretaron como una muestra de desprecio hacia su adversario. A pesar de ello, la deportividad reinó los más de dos meses de lucha fratricida e incluso campeón y aspirante comentaron varias de las partidas tras su finalización, algo muy poco común entre ellos. El aspirante Anatoli Karpov, que se había convertido en el favorito mayoritario sevillanos por su mayor cercanía con el público local, llegó a la vigésimo cuarta y última partida con una ligera ventaja en el marcador, ya que dominaba por 12 puntos a 11. El Politburó ya celebra la victoria de su discípulo predilecto. Garri Kasparov, por su parte, se caracterizó por su constante desafío al régimen, incluso con la publicación del libro Hijo del cambio, que no fue distribuido en su país natal y en el que abrazaba el modelo de vida de la Europa continental, lo que le granjeó las antipatías de las autoridades comunistas.
El plan de Karpov debía ser jugar con cautela, mantener sus posiciones conteniendo los furibundos ataques de Kasparov y acabar forzando las tablas con su rival. Aquella partida gozó de tal trascendencia en España que fue emitida en directo por Televisión Española y alcanzó una audiencia de más de 13 millones de espectadores, los cuales pudieron disfrutar de la magistral narración del histórico periodista Leontxo García. Sin embargo, ocurrió lo inesperado, Karpov se mostró agotado y falto de ideas durante los dos días que duró la partida definitiva. A pesar de su dilatada experiencia, no pudo con la presión y en la jugada 45 pasó por alto una variante que se antojaba ganadora, lo que le hizo llegar al control en una posición desfavorable. Kasparov no desaprovechó la falta de concentración de Karpov y se impuso en la partida definitiva, reteniendo así con condición de campeón del mundo.
De esta forma, finalizó el idilio de la capital hispalense con el ajedrez, el cual se inició en el siglo XIII cuando el Rey de Castilla, León y Galicia Alfonso XIII el Sabio encargó la elaboración del Libro del ajedrez, dados y tablas, el cual consta de 98 páginas y 150 ilustraciones. Siete siglos después, en Sevilla se dirimió mucho más que un juego sobre un tablero de ajedrez.