Lectio Divina - Cuarto Domingo

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MA RES CUA

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Lectio Divina

19 A M @agustinosperu S E R A U C


Cuarto Domingo Invocación al Espíritu

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu Creador y renueva la faz de la tierra.

1.- Lectura santo evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32 En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: —«Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» Jesús les dijo esta parábola: —«Un hombre tenía dos hijos;el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos;y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti;ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre;cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió;y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. v v vv vvzzv v


Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti;ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo;ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies;traed el ternero cebado y matadlo;celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido;estaba perdido, y lo hemos encontrado."Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano;y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar;pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos;y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido;estaba perdido, y lo hemos encontrado."» Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor, Jesús

2.- Meditación Jesús no quería que sus discípulos sintieran que Dios era solamente rey, juez o señor sino un Padre bondadoso. La parábola del Padre de Misericordia manifiesta esta nueva relación de amor entre la criatura y Dios. El Padre no piensa en su propia herencia, permite que sus hijos tomen sus propias decisiones, no se ofende cuando uno de ellos le da por “muerto” y le pide la parte de su herencia. El Padre sabe, en su infinita providencia, que con frecuencia sus hijos logran mejores lecciones de vida cuando experimenten por si mismos las consecuencias dolorosas del pecado. El hijo menor vuelve a casa no tanto por amor al Padre cuanto por el pan abundante que había allí; su vuelta es un tanto idolátrica. El hijo mayor expresa la falta de fraternidad hacia su hermano y la falta de gratitud hacia su padre. Sólo en Jesús, el Hijo Amado, encontrará el Padre su máxima complacencia y en Él redimirá a todos los hijos pródigos e ingratos de la humanidad.


Texto de San Agustín «Ved como llegó a decir algo en su interior; ved su propósito. Y al momento añadió: “Y tú perdonaste la impiedad de mi corazón”. ¡Cuán cerca está la misericordia de Dios de quien se confiesa! Dios no está lejos de los contritos de corazón. Así lo tienes escrito: “cerca está el Señor de los que le atribularon su corazón”. Éste ya había atribulado su corazón en la región de la miseria; había retornado a él para quebrantarle. Por soberbia había abandonado su corazón y lleno de ira había retornado a él. Se airó para castigar su propia maldad; había retornado para merecer la bondad del padre. Habló airado, conforne a aquellas palabras: “Airaos y no pequéis”. Todo penitente que se aíra contra sí mismo, precisamente porque está airado, se castiga. De aquí proceden todos aquellos movimientos propios del penitente que se arrepiente y se duele de verdad. De aquí el mesarse los cabellos, el ceñirse los cilicios, y los golpes de pecho. Todas estas cosas son, sin duda, indicio de que el hombre se ensaña y se aíra contra sí mismo. Lo que hace expresamente la mano, lo hace internamente la conciencia; se golpea con el pensamiento, se hiere y, para decirlo con verdad, se da muerte. Y dándose muerte ofrece a Dios “el sacrificio del espíritu atribulado. Y Dios no desprecia el corazón contrito y humillado”. Por tanto, angustiando, humillando e hiriendo su corazón, le da muerte». (San Agustín, En. al ps. 112 A, 1-5)

Preguntas para compartir en familia o grupo ¿Encuentro una conexión entre la parábola y mi historia personal? ¿Recuerdo cuando sentí la misericordia de Dios profundamente en mi vida? ¿Qué experimento al sentir el perdón? ¿Qué me dice a mí, la imagen del hijo menor? ¿También yo me he ido a “tierras lejanas”? ¿Qué nombre les pondría a estas “tierras lejanas”; desordenes, excesos, etc.? ¿Comprendo que cuando me alejo de Dios, me acerco al pecado? ¿Encontré felicidad en medio de los placeres y gozos mundanos? ¿Pensando en mi vida, que me condujo a volver a casa? ¿Recuerdo mis vueltas; como fueron? ¿Comprendo que no hay cosa más terrible que querer postergar mi conversión?


3.- Oración Encontrarme hoy, Señor, inmerso en la admiración y en el agradecimiento, al creer y adorar a Ti que eres el “Dios de nuestros padres”, es la confesión de mi fe en tu compasión y misericordia. Por eso te digo: “no abandones la obra de tus manos”. Solo en Ti está nuestra fortaleza y seguridad. Tú sabes, Señor, nuestros deseos para vivir como hijos en libertad, en esperanza y sin perderte de vista y, que, por otro lado, en el desierto de la vida, los peligros de nuestra autosuficiencia nos obnubilan el camino hacia la verdadera tierra prometida. Mantén tu alianza con nosotros y haznos comprender que sólo Tú eres la certeza y la luz en nuestro camino. Mientras vigilas con amor la viña que somos nosotros, haznos capaceas de agradecerte, de mirar nuestra existencia como una siembra tuya y que la mimas y la cuidas con amor de Padre. Perdona, Señor, nuestra inconsistencia y nuestra falta de profundización en nuestra respuesta por nuestros cansancios y por nuestra falta de fe. Y, mientras sigues aparentemente en silencio no haces más que visitar tu viña dejando siempre en ella el buen olor de tu presencia. Gracias, Dios y Padre nuestro, que jamás olvidas lo que has creado y, además, con eterna paciencia, sigues esperando de nosotros el fruto debido. En este caminar de la Cuaresma, y según vamos descubriendo lo que el Maestro nos enseña desde Él mismo, haz que tu amor nos purifique y nos lleve a una verdadera conversión.

4.- Compromiso

Busca dos personas (hijos pródigo e hijo mayor) y acógelos como el Padre misericordioso.


19 MA S E R CUA


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